El documento discute los problemas causados por la baja tasa de natalidad en España y la necesidad de que el gobierno implemente planes para estimularla. Señala que la baja natalidad tiene efectos negativos en la economía al reducir la demanda y la fuerza laboral, amenazando el estado de bienestar. También sugiere que la inmigración y los mercados externos pueden ayudar a contrarrestar estos efectos, pero que se necesitan mayores incentivos a las familias para aumentar sustancialmente la población.
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Bienestar y natalidad
Parece ser, según afirman los expertos en cuestiones demográficas que
los problemas causados por la baja natalidad son muy considerables
desde la perspectiva económica. Se precisan planes por parte del
gobierno de estímulo económico a las familias, para que aumenten los
nacimientos.Y si esto requiere un gran acuerdo político, la tarea está
clara, el diálogo por parte de los políticos o representantes de los
ciudadanos debería iniciarse.
Aunque se puede pensar que para poder estimular la tasa de natalidad,
que en España es de las más bajas del mundo, además de la voluntad
política hace falta una dotación presupuestaria abundante. El mayor
problema es, si con la recaudación de impuestos actual, o con otras
medidas, se puede acometer con garantías una política que impulse un
aumento sustancial de la población, sin caer en un círculo vicioso.
Los efectos en la economía de la baja natalidad pueden repercutir en el
mantenimiento del Estado del Bienestar. Indudablemente, la población
inmigrante legal es una alternativa real, a la marcha de muchos
jóvenes al extranjero en busca de trabajo. Pero no es suficiente para
que en nuestro país se logre un nivel de vida adecuado para todos los
ciudadanos.
Es sabido, pero conviene insistir en ello, que a menos población, menos
crecimiento económico. Ya que la demanda de bienes de consumo está
directamente relacionada con la cantidad de posibles compradores. En
este sentido la disminución, o el estancamiento de la población
producen efectos perversos o negativos en la economía de cualquier
nación.
Cada vez hay menos activos por pensionista, y lo más preocupante es
que la tendencia se incrementa o permanece en niveles bajos. Además,
la ley de oferta y demanda o la economía de mercado imperante hace
que con menos consumidores menos valor de las cosas, y de las
viviendas, etc.
Al haber menos jóvenes que hace décadas existen menos
emprendedores. Porque es cierto que la etapa de la vida más propicia
para aventurarse en proyectos y empresas nuevas es, precisamente, la
juventud, porque los posibles fracasos son, simplemente, un alto en el
camino, ya que queda la mayor parte de la existencia por delante.
Otra cuestión crucial es que el sobrecoste salarial de los trabajadores
más mayores no suele ser asumido por las empresas, a pesar de la
mayor experiencia de estos. Porque prefieren a trabajadores de menor
edad a los que, quizás, pagan menos, etc.
Probablemente, el mercado exterior sea la gran palanca o el gran
comodín, sobre todo de las medianas y grandes empresas para la
2. dinamización y crecimiento de la economía de nuestro país. Algo que
unido a una política de gobierno que ofrezca ayudas económicas
suficientes a las familias, hará posible un constante aumento de la tasa
de natalidad. El bajo número de nacimientos es alarmante, a mi juicio,
en autonomías como Asturias, que está perdiendo población, si bien
también es bajo en el resto de España.
Las causas del envejecimiento de nuestro país, a mi juicio, son claras.
Son varias, entre ellas está el tremendo nivel de paro existente, y la
precariedad laboral. A esto se añade la crisis económica, que se deja
notar en muchos hogares de la sociedad española, y en la desigualdad
económica y salarial existente. Y no se deben exigir actitudes heroicas,
y de asunción de riesgos excesivos a los ciudadanos, que deben poder
mantener económicamente a sus hijos, y a sus familias con dignidad.
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