1. EL PENSAMIENTO DE ZAMBRANO
María Zambrano estaba convencida de que la crisis del siglo XX
tiempo supone un cambio sustancial en el pensamiento de Occidente.
«Después del naufragio positivista, después de la disgregación
producida por un cientificismo mediocre, volvemos a tener universo,
historia verdadera y no amarga narración notarial…Creemos de
nuevo la posibilidad de la historia. Sólo falta descubrirla poco a poco,
con amorosos ojos, en su pura esencia arquitectónica». Aunque es
verdad que en este siglo XXI se observa la continuación de la grave
problemática social y política con componentes que han variado. Por
ejemplo la entrada en la era digital plantea ventajas pero también
posibles consecuencias indeseadas, si no existe un uso racional y
coherente de la ingente información que circula por las distintas redes
de comunicación. Se podría decir que la ciencia está siendo más
rigurosa, y se está alcanzando una sofisticación extraordinaria en los
procesos de investigación que hace posibles logros casi impensables
hasta hace poco. En lo relativo a la historia considero que el cultivo de
la misma se ha perfeccionado y mejorado lo que produce un mayor y
mejor conocimiento de las causas de los hechos históricos, y en general
de la humanidad. Considero que el caos y el azar están más presentes
en el discurrir histórico de lo que podemos creer, aunque sea cierto que
el principio de razón suficiente. y otros elementos explicativos
describan racionalmente a posteriori, lo que ha sucedido a lo largo de
las distintas épocas históricas.
Existen según Zambrano dos zonas de la realidad: «Un centro y una
periferia. El centro es el lugar de lo sagrado». En su obra El hombre y
lo divino Zambrano hace un análisis histórico- fenomenológico de las
diferentes manifestaciones de lo sagrado en la cultura de Occidente: en
primer lugar como poder dominador, pero que se oculta a nuestra
mirada. Lo que supone la concepción de un Dios rencoroso. En
segundo lugar aparece a nuestros sentidos en forma de imagen. «Dios
siempre está naciendo en la comunidad de los hombres». Y este es el
sentido que considero más apropiado para una nueva interpretación de
lo divino como una especie de deiformación o divinización del hombre.
Porque el sujeto aspira a autorrealizarse de modo pleno imitando e
intentando alcanzar la perfección divina, aunque sea consciente de no
poder lograrla por su finitud y limitaciones. El apropiarse de la
realidad es un dinamismo que da significado a la capacidad
deiformadora de cada ser humano.
1
2. La filosofía de Zambrano puede ser calificada o valorada como
metafilosofía de carácter místico-religioso. Si se piensa que lo
suprasensible es lo religioso, y que la cuestión de la muerte y de la vida
en su correlación inevitable y trascendente determinan
metafísicamente la realidad humana, es natural considerar que
Zambrano es una ultrafilósofa o metafilósofa metafísica. Que su
filosofía pueda considerarse como “órfico-pitagórica” como ella
misma afirma estimo que es cierto, por su evidente contenido místico y
religioso, si bien no se dedicó a la matemática como es el caso de
Pitágoras, ni a fundar una especie de comunidad espiritual con
pretensiones de control político de las sociedades y organizaciones
políticas de su tiempo.
Dios era el “ens realissimum” para la cultura medieval cristiana. Que
la divinidad sea la “nada creadora” como piensa Zambrano es la
expresión de la identificación entre el ser y la nada. Entendiendo el ser
como lo real y existente, y el no ser como el vacío inmaterial de la
nada. Como ella escribe Dios es «la noche primera en su total pureza
en que el ser y el no ser no se ha diferenciado todavía», y al mismo
tiempo la noche última, pues todas las cosas han de «finalizar en una
sola noche: una deidad». El origen de las cosas podría ser interpretado
como la manifestación de lo divino. Y la misma originación de las cosas
reales, y de la propia realidad sería la divinidad misma.
Considero que uno de los propósitos esenciales de la filosofía de
Zambrano es el deseo de superar los retos y lograr los sueños en la
propia vida que no es dada. Algo que es la plasmación de lo divino
como reflexividad en proyección creativa de las muy diversas
aspiraciones humanas.
Esta filósofa es plenamente consciente de nuestra naturaleza social y
política fundamentada en que el ser humano es social por esencia.
«Basta adentrarse en ese lugar donde pensamos en soledad, para sentir
la sociedad, a toda sociedad como algo que está ahí, que sigue todavía
estando». Si bien no toda política favorece y promueve la realización
de la persona, según María Zambrano. Sólo la que acepta estas dos
normas fundamentales: primero, un «inmenso amor al hombre, a todo
hombre y no a una clase». Segundo, «amor a los valores suprahumanos
que el hombre encarna en la cultura: la aristocracia espiritual, la libre
intelectualidad, que es la esencia del vivir culto». Respecto a la cuestión
de la aristocracia espiritual Zambrano se refiere al ejercicio de ser
persona en su modo más pleno, y no a ser parte de una clase o élite con
privilegios respecto a los demás. Porque es cierto que el cultivo de la
mente o del espíritu no debe ser patrimonio de minorías, sino de la
2
3. totalidad de los individuos, en claro contraste con una ilógica,
antinatural y antivital indiferencia ante la filosofía.
3