El documento describe la historia del barrio Martín de Rosario, Argentina. Fue un barrio portuario que creció alrededor de una gran yerbatera y la estación fluvial. Siempre fue una mezcla de contrastes con conventillos modestos y mansiones. Con el tiempo, el barrio se volvió más residencial aunque mantuvo su carácter diverso. Incluía lugares como el Club Rosarino de Pelota, la Residencia Femenina del Colegio Mayor y bares como el Cóctel Elena.
1. VIÑETAS ARGENTINAS-BARRIO MARTIN
Fue nuestro barrio portuario, que creció en torno a la yerbatera Martin que era enorme
(muchos integrantes de esa familia pronunciaban Martén) y la estación fluvial.
Siempre fue una barriada de contrastes, conventillos y bodegones como el de San Luis
y Primero de Mayo y que duró hasta hace unos veinte años, pero también había
mansiones. Hasta mulatos supo haber rondando los setenta, no más allá, y que
habitaban los restos de barrancas que no habían sido ganados por las construcciones.
De chicos decíamos vamos a jugar a la “barranca”, que quedaba al lado de mi casa que
ya no existe, Alem 1080. Ya empezaba a ganar el barrio residencial, estaba por
ejemplo la casa de la familia Sluliter, asomada a la barranca y a calle-de tierra-
Libertad donde hoy se levanta la súper torre, y que tenía ¡oh! pileta. Siempre estuvo
todo mezclado, porque a una cuadra de algún conventillo, desde hacía mucho ya había
algunas casas tipo castillo por San Luis entre 1º de Mayo y Alem y que sabiamente
hoy se conservan algunas fachadas. También estaba el exclusivo Club Rosarino de
Pelota en la esquina de Alem y San luis, que en los setenta le pusieron un terrible
“caño” y enfrente, la Residencia Femenina del Colegio Mayor perteneciente a la
Iglesia Católica Argentina, ambas muy bellas construcciones. Todavía recuerdo las
caras de algunas jóvenes estudiantes residentes, unos años mayores que yo y que
fueron reclutadas para participar en la guerrilla. Sé que varias fueron víctimas fatales
de aquella terrible circunstancia. Las evoco, jóvenes, frescas y lindas pasar caminando
rumbo a la facultad por la calle Alem y se me parte el corazón. También estaba el
famoso y original Cóctel Elena, frente a la yerbatera. Ex boliche de trampa, hoy
sobrevive en el paisaje, reciclado y licitado. Después y más arriba de la barranca vino
el bar Munich que hasta supo tener una ¡cascada iluminada! Barrio con accidentes
geográficos ideal para los carritos con rulemanes, pesca importante en la fluvial
(grandes armados chancho para el chupín), baldíos enormes con fruta para robar-que
es la más rica-una barranca prolongadísima para expediciones, descubrimos varias
cuevas no muy grandes que el poderoso imaginario popular se las adjudicaba a la
infraestructura de la “Gata Galiffi” y su banda. El Club Uría de calle Alem y el colegio
La Salle cubrían el aspecto deportivo. Este, tenía tribunas y arcos más o menos
reglamentarios y, además, todos los años los curas hacían una interesante kermés.
Algunas tardes se asomaba por casa el tío Tito Bózzola, de Victoria como el viejo, a
tomar mate. Trabajaba en la lancha Rosario-Victoria (tema de otra Viñeta) y uno de
los tantísimos entrerrianos que desembarcaban en estas playas y que muchos se
quedaron a vivir, siendo esta una de las más nutridas colonias de “extranjeros” de
Rosario. El parque Urquiza (de la Ancianidad), para juntar moras y alguna que otra
chupina y el cine Apolo para largas jornadas de cautivantes películas. El impresionante
Monumento a la Bandera y sus desfiles le daban brillo, prestigio y entretenimiento
adicional de primer nivel, a nuestras correrías barriales. El cercano centro, calle
Córdoba, significaba otro nivel de incursión, más prolijo al menos. Verduleros con
carro y caballo, hieleros, keroseneros, el carbonero, los helados Laponia en el
monumento, los camiones yerbateros, Rosés y pastillas Meterete-quedaba ahí nomás-
pueblan aquella época, que como todas tuvo su propio trajín.
EXITOS PARA TODOS Y ADELANTE CON LOS FAROLES