Pronunciamiento de Mujeres en defensa de la Ley 348
Viñetas argentinas ezeiza
1. VIÑETAS ARGENTINAS EZEIZA
20 de junio del `73. Vuelve Perón en forma definitiva a la Argentina luego de dieciocho años
de exilio. La historia de este ansiado retorno es tan rica, de tantos años y sacrificios de tanta
gente, que resulta difícil contener el relato y la emoción. Una verdadera fiesta en la cara de
millones de argentinos que asocian este acontecimiento a un verdadero milagro. Viejos y
jóvenes sin poder creer que fuera cierto. Perón había triunfado y regresaba con todos los
honores. Se lo merecía y nos lo merecíamos. Aunque el verdadero honor para él era el inmenso
cariño y respeto que le manifestaban millones de argentinos. ¡Vuelve Perón! ¡Perón vuelve!
¡Viva Perón carajo! La voz del pueblo se había echo escuchar y Perón se la llevaría grabada
para siempre a la eternidad. En la historia contemporánea, el acontecimiento del triunfo de
Perón, no debe haber ejemplos más cabales de una obra política, de estrategia y conducción
tejidos con tanta paciencia y sabiduría para una causa. Como dice Alejandro Pandra en su
Agenda de reflexión (www.agendadereflexion.com.ar) “El definitivo regreso del General Perón
a la Argentina el 20 de junio de 1973 dio origen a un acontecimiento que por su magnitud,
trascendencia, resultado y derivaciones posteriores, lo proyecta como uno de los hechos más
significativos de “la década del 70”. Más aún, ese acto sellará el paradigma del futuro nacional,
a modo de una fotografía de cómo se desenvolvería la historia durante los siguientes diez
años.” Toda la época fue Perón. Todo estaba impregnado de su presencia, aunque lejana por
años, todo terminaba teniendo que ver con él o se expresaba a través de miles de actos de todo
tipo y tamaño encarnados por infinidad de argentinos. Que fueron configurando una fenomenal
y moderna “guerra de zapa” y que finalmente todos sus actores veían coronados sus esfuerzos,
en un reencuentro “profético”. Días antes se venía preparando una poderosa e impresionante
movilización que desembocaría en Ezeiza el veinte de junio. Arrancamos temprano en un
colectivo urbano, íbamos del barrio “Las Heras” de la zona sur con familias enteras, gente
grande, chicos e infinidad de paquetes con comida. “Pruébese éstas empanadas, don Juancho”
decía en el viaje a Buenos Aires doña Haydee. Ella sí era doña, uno era joven y quizás por ser
un “militante que iba al barrio” la gente lo homenajeaba con un respeto a veces inmerecido.
Había unas cuantas viejas “pata de perro” y que iban a cualquier lado. Pero otras personas
salían poco de su casa y del barrio, jamás. Era una movilización profunda. Mientras tanto nos
habían preparado una ratonera y vivir una frustración. A Perón lo querían matar frente a un
acto de millones de personas o de última “podrir” todo e impedir un feliz reencuentro. Cosa
que finalmente ocurrió; recuerdo a todo el barrio cuerpo a tierra en medio del tiroteo y tapando
con el cuerpo a los chicos. Y lo recuerdo a Leonardo Favio en el palco, estábamos cerca,
agazapado en una pequeña cabina de transmisión. Con toda claridad veíamos a los
francotiradores, de diverso origen, parapetados en los árboles de Ezeiza. A Perón no le pasó
nada gracias a un viejito conservador popular, Vicente Solano Lima. Era vicepresidente de
Cámpora, y fue el que dio la orden de desviar el avión hacia Morón, sabiendo lo que pasaba
abajo. Un regreso triste de una multitud silenciosa, preanunciaba la terrible lejanía que tenía
nuestra gente con estos acontecimientos y los que sobrevendrían. ¡Éxitos para todos y adelante
con los faroles!
Juancho Caminos