1. VIÑETAS ARGENTINAS-BARRIALES 1
En los primeros años de la década del setenta, nutridas organizaciones políticas de la Argentina, se aprestaban a
participar de una feroz lucha por el poder político y social, no exenta de mucha violencia en el medio. En este
tipo de organización de cuadros, había dos grandes clasificaciones: las que estaban dentro del peronismo y las
que no. Esta, pretende no ser una elección arbitraria. Con Perón se participaba de un proyecto de país visible, de
un modelo de argentinidad y también un modo de hacer política. Por lo tanto, si se quiere, y quiero, un estilo de
vida. Fuera del peronismo, más allá de los parecidos metodológicos y a veces ideológicos entre algunos grupos
de ambos sectores, el destino final de las propuestas siempre fue difuso, inentendible, irrealizable y ajeno para
la mayoría de los argentinos. Esto no cuestiona la honestidad de la mayoría de los actores de todos los sectores.
También convengamos, que miserias y grandezas hubo en todas partes, como siempre. Pero de lo que hablamos
es de una pertenencia frente a otra. Una vivencia que contrastaba notablemente con otras. Igualmente todos y en
forma notoriamente democrática, sufrimos las mismas “delicias” de una época bastante tumultuosa. Tanto lo
era, al punto de pretender refundar una Nación. ¡Un verdadero parto de los montes! Las disposiciones de las
necesidades orgánicas de todos los grupos, fijaban los destinos de la militancia. Algunos se fueron a trabajar a la
“clase” obrera. ¡El famoso y esquivo proletariado argentino! Otros pasaron a la “clandestinidad”. Muchos se
quedaron donde estaban, estudiantes, profesionales y en general integrantes de los sectores de formación
profesional de la clase media y que, en su gran mayoría, fuero el origen de un tipo de cantera para el
reclutamiento y “aprovisionamiento” de cuadros políticos. Nosotros estábamos, hacía poco, en Guardia de
Hierro, así que un sector importante de los cuadros militantes fuimos al barrio, que era la otra gran cantera, en
este caso a cielo abierto, de formación de cuadros y dirigentes, en la cual el peronismo tenía amplia experiencia.
Uno llegaba a un barrio y a pesar de ser “sapo de otro pozo”, en general era bien recibido. Recordemos que el
General Perón había hecho, de alguna manera, campaña para este tipo de “desembarco”. Como la famosa
directiva de la afiliación masiva. Multitudes de jóvenes peronistas y “peronizados”, fuimos contribuyentes
destacados de la transformación del Partido Justicialista, en el mayor partido por cantidad de afiliados de
occidente. Para lo cual tuvimos que ir masivamente también, al inmenso mar peronista. La gente de los barrios,
en la mayoría de los casos, terminó haciéndose amiga de toda esa muchachada. Se mezclaron tanto, que hasta
unos cuantos matrimonios surgieron de estas inolvidables experiencias. Nos constituimos en “Las Heras”, un
barrio bastante encerrado por aquellos tiempos. Años después, la pavimentación lo “conectó” finalmente con el
resto. Queda, aproximadamente, entre las calles Grandoli, Ayacucho, Uriburu y Lamadrid. Es limítrofe con el
barrio la Tablada, Villa Cordón ayacucho y el Saladillo. Casi inmediatamente nos hicimos de muchos amigos
barriales. Por lo general, grandes familias con extensas ramificaciones. Participábamos de los acontecimientos
de todo tipo, porque poco a poco nos iban incorporando a sus familias. También, ahora lo veo más claro, había
como un sencillo y velado homenaje hacia nosotros, por nuestro “esfuerzo”. Un domingo inolvidable fuimos
invitados, todos con nuestras respectivas familias, a una poderosa tallarinada. Era una inmensa mesa de una
familia enorme y que era del barrio desde siempre. La casa quedaba por Uriburu a metros de Necochea. Los
Estepa. La madre encabezaba el “banquete” flanqueada de una chorrera de hijos y nietos, más nosotros. El
excluyente tema era el peronismo y la política. Lugo de comer y ya en un “entonado” y épico contexto, pasamos
al capítulo de las “tácticas” de la movilización. Uno de los Estepa, ya por el tercer plato de los exquisitos
tallarines, con una frondosa imaginación, hizo una propuesta memorable para burlar al gobierno militar de
Lanusse y la proscripción. Con motivo de celebrarse el día del maestro, la idea era que concurrieran cientos de
miles de peronistas disfrazados de docentes, para hacer una ofrenda floral en la plaza Sarmiento. En el momento
menos pensado y ante un descuido del ejército y la policía, el homenaje se transformaría en una furibunda
manifestación peronista que reclamaría el inmediato retorno del General Perón a la patria. Este personaje la
remató con una conclusión, diríamos casi genocida: “Seguro que van a reprimir, ¿pero cuántos morirán?
Supongamos que unos cien mil, ¿y, cual es el quilombo?, ¡¡Los demás pasamos, todos, viejo!!” ¡ÉXITOS
PARA TODOS Y ADELANTE CON LOS FAROLES!