1. VIÑETAS ARGENTINAS-PROSCRIPCIÓN Y EL NEGRO BONINO
“Cámpora-Lima” “Perón-serrucha”, pintaba la muchachada en las paredes. Se venía de vuelta el peronismo y la
inventiva popular no tenía límites conocidos. En marzo del `73, la fórmula Héctor Cámpora-Vicente Solano Lima
triunfa por una “pelusa” menos que el cincuenta por ciento. Al menos eso informó Lanusse a la población
expectante, aquel lunes a la madrugada. Fue una elección proscriptiva porque al propio Perón no lo dejaron ser
candidato. El argumento fue su no “llegada” a tiempo, desde su exilio, para la inscripción de la candidatura en la
justicia electoral. Ya estábamos en los finales del auto-mandato del General Lanusse, viejo enemigo golpista de
Perón, y todavía después de casi veinte años de verlo actuar, era como si no lo conocieran al “Viejo”. Gran
tiempista, Perón no consintió en que lo apuraran en los términos del régimen ya en picada y dejó correr. Su triunfo
electoral completo vino unos meses después, ganando con el sesenta y dos por ciento de los votos, sin contar el
millón de votos de la fórmula Perón-Perón que también llevó, en boleta aparte, el colorado Ramos con el F.I.P.
(Frente de Izquierda Popular). Con dieciocho años de paciente “desgaste”, ¿qué le hacía esperar unos meses más?
El tiempo una vez más le dio la razón. El éxito había sido “concebido, planificado, ejecutado y explotado” de la
mejor manera: con inteligencia y sin desencadenar un conflicto civil. Los enemigos de la Argentina, no se lo
perdonaron jamás. Luego de su muerte comenzaría un largo recorrido hacia el perfeccionamiento de la proscripción
de la Argentina. Se aceleraron los planes de desarticulación económica, política, social, cultural y espiritual de la
Nación. Es en la actualidad donde quizás se vea con mayor claridad los resultados de una “operación” de
antropología cultural de largo aliento. La sociedad fraccionada al infinito, la sustitución de la acción política en el
horizonte institucional por el cinismo, el clientelismo más abyecto, la fractura social que se profundiza, la
desnacionalización de la estructura económica a niveles inauditos, la extranjerización del territorio nacional (de
continuar en esta línea no sería descabellado pensar en una “modificación” importante del mapa de la República
Argentina tal cual lo conocemos). Lo mejor, degradado, es lo peor. Y convengamos que se ha trabajado
meticulosamente en la degradación de las virtudes argentinas. En aquellos entonces y en la provincia de Santa Fe
estábamos con el Frejuli que llevaba a Silvestre Begnis como candidato a gobernador. El peronismo iba “dividido”.
Por un lado el Frejuli con la lista Nº 11, y por otro el “pejota” que tenía la fórmula Campos-Bonino con la lista Nº
9. Bonino era un personaje santafesino de antología. Morocho, más bien gordo y bajo. Pelo renegrido peinado a la
gomina. Siempre lo vi impecable con trajes oscuros y fumando un habano. Activista de toda la vida del peronismo
de Santa Fe capital, trató con el mismo Perón en las primeras presidencias. Toda una institución. Criollo simpático,
vivo y bastante ladino. Una famosa anécdota lo pinta de cuerpo entero. Las tumultuosas internas del Partido
Justicialista por la definición de cargos, supo tenerlo como a uno de los protagonistas principales. Es más, las
reuniones claves se hacían en su propia casa. En uno de estos encuentros particularmente difícil y trabajoso para
Bonino, en el cual no se terminaba de cerrar la cuestión como le convenía a él, tuvo una genial y audaz idea y la
ejecutó exitosamente. Había unos cuantos activistas sublevados que no daban el brazo a torcer. La esposa iba y
venía trayendo café. En algún momento hubo un cruce de miradas “inteligentes” entre Bonino y su mujer. Al rato y
en medio del terrible quilombo que era la reunión un tanto incontrolable, se asoma la mujer toda seria y dice con
voz temblorosa: “¡Negro, negro, teléfono! ¡El General desde Madrid!” Se produjo un silencio sepulcral en la sala.
El negro Bonino con gesto preocupado se levantó a atender el llamado. El teléfono estaba en otra habitación, más
apartada. Bonino con voz estridente para que lo escucharan los ocupantes de la sala, saludaba cariñosamente al
Perón del teléfono: “¡Querido General, que honor para mí poder escucharlo! ¡Qué bien que se lo nota! ¿Cuándo lo
tenemos de regreso? ¡Si, si mi general, estamos reunidos para eso! Y si, está un poco complicado, me entiende. Hay
algunos rebeldes. (Pausa) ¿No convendría esperar para eso? Le pregunto humildemente. Bueno, como no. Yo les
pregunto. Un minuto mi General.” Volvió a la reunión a consultar si alguno quería hablar con Perón que estaba
bastante enojado con el desarrollo de esa reunión. Se negaron rotundamente a conferenciar con el “Viejo”. El Negro
volvió al teléfono y le dejó saludos de los muchachos que tanto lo querían y que jamás lo iban a traicionar. ¡Bonino
ídolo! Un Oscar hubiera sido absolutamente insuficiente. La situación política fue zanjada, obviamente a favor del
Negro Bonino, gracias a la intervención ¡del mismísimo “Perón”! En la campaña electoral la lista del pejota recibió
un trato poco amigable en las consignas con un claro mensaje de “paz y concordia”: “¡Campos-Bonino, la horca es
tu destino!” Ese destino, gracias a Dios, no se cumplió. Pero la rima resultó ser de lo más eficaz. ¡ÉXITOS PARA
TODOS Y ADELANTE CON LOS FAROLES!