1. VIÑETAS ARGENTINAS-BARES ROSARINOS I
Amores contrariados o exitosos, política y conspiraciones varias, fútbol, cine, negocios diversos,
¿quién no ha escrito alguna página de estas sobre la mesa de un bar rosarino? Primer recorrido, en
esta ocasión más bien céntrico. Arrancamos con el bar Odeón de Mitre y Santa Fe, enfrente
estaba el cine Odeón, donde debuté con mi primera película prohibida para menores de dieciocho
años, siendo precisamente, menor: “Adorado John”, un clásico con un cierto precursor tono
“audaz”, al menos para la época. El bar creo que no se rindió y hasta el final tuvo manteles de tela
en las mesas. La noche más bien cinéfila, intelectual y politizada tuvo este reducto ineludible. Por
Mitre llegando a Córdoba supo haber un boliche que se especializaba en los Frankfurten,
salchichas de Viena envueltas en pan de sándwich con queso, jamón y mostaza, ¡exquisitos! los
de este bar Hobby. En la entrada entregaban un listado impreso, adentro lo marcaban con lo
consumido y se pagaba en la caja, toda una novedad porteña. Antes de Córdoba y por Mitre
funcionó el Boliche de la Luna, onda Café Concert y que lo trajo al brasileño Vinicius de Moraes
¡saravah!, entre muchos otros, toda una proeza y rareza para Rosario y los setenta. En la otra
esquina de Mitre y Córdoba, La Fragata, que supo ser parte de la “salida rosarina” de fin de
semana. Siguiendo por Mitre, heroica y dignamente sobrevive el bar Júnior, ya distinto en sus
orígenes con ese interesante desnivel que le daba una especial intimidad. En esquina Rioja, el
Nuevo Madrid, lindo boliche con unos cuantos billares de carambola y casin, que nos tuvo entre
sus jugadores, pero no de los más expertos. Pegando la vuelta por Entre Ríos, con parada gourmet
en Salud y Prana y antes de llegar a Santa Fe, el mítico bar Iberia enfrente de “Filo”. No era muy
vistoso, no era tampoco grande, pero estaba enfrente de Humanidades, ¡bah! Filosofía y Letras.
Había gente que parecía que vivía ahí. Estaban cuando uno se iba y cuando uno llegaba. Porque
convengamos que ¡se militaba bastante en el Bar Iberia! Uno de sus habitué era el pelado Oliva
que daba clases de marxismo ¡oh! Todos los servicios de inteligencia deben haber tenido sus
representantes y el boliche llegó a ser con el tiempo un verdadero quemo. En este bar se hicieron
importantes cónclaves de coordinación del creciente movimiento estudiantil de principios de los
setenta. Se usaba, lógicamente, como lugar de “control” de seguridad. Se hacían reuniones
políticas chicas, grandes, de meloneo, de “crítica política”, de “atraque” también político. Y una
pequeña minoría que también, y debo reconocer que no me contó entre sus filas, ¡estudiaba! Una
reunión diferenciada o para alejarse del “ruido filosófico”, al Laurak Bat, de Santa Fe y Entre
Ríos. Siguiendo por Santa Fe y hasta Corrientes, el bar Imperial, lleno de músicos, locutores,
periodistas, canas, burreros, en fin, un boliche para escribir letras de tango. Hoy, sigue siendo una
esquina gastronómica muy concurrida, que todavía se resiste, de alguna manera, a morir o
cambiar tanto. Por Corrientes a Córdoba, el Augustus. Ir al “Augustus” durante mucho tiempo
fue el sumun de la paquetería. Es más, supo ser una especie de pasarela juvenil, en donde se
imponían modas masculinas y femeninas de todo tipo. Era lo “fashion”. Hoy también, pero más
compartido, o quizás, solamente sea un muy buen bar Rosarino. Uno más de tantos, de ahora y de
siempre en esta ciudad bolichera por naturaleza, a Dios gracias. ¡ÉXITOS PARA TODOS Y
ADELANTE CON LOS FAROLES!