1. El Gran Maestro
Hace mucho tiempo atrás, existió una hermosa niña de largos cabellos negros,
de piel blanca como la nieve, cuerpecillo frágil y pequeño y de bellos ojos
aguarapados que reflejaban inocencia. Monserrat, así se llamaba aquella
niña que desde su llegada al mundo fue ciega. Ella vivió en Francia, justo en
la época de la revolución. Creció rodeada de todos los conflictos sociales y
movimientos artísticos que surgieron en ese momento los cuales la condujeron
a descubrir el mundo musical.
Para Monserrat la música era vida y alegría, cada vez que escuchaba una
melodía en un piano sus ojos se iluminaban de tal manera que daban la
impresión de tener más vida que aquellos que sí podían ver.
Tanta era la pasión de Monserrat que una noche decidió solicitar a sus
padres le concedieran la oportunidad de tomar lecciones de piano. Sus padres,
animados por la iniciativa de su hija accedieron a la petición.
Al día siguiente, muy temprano llego un señor muy elegante a casa de
Monserrat, dicho personaje era conocido con el nombre de Ludwing
Beethoven y era quien le enseñaría a tocar el piano.
Los padres de la niña salieron atender al señor Beethoven y luego de un rato,
solicitaron a Monserrat acercarse a hablar con ellos para presentarles a quien
sería a partir de ese momento su profesor de música.
2. La felicidad invadía el cuerpo de Monserrat se sentía muy dichosa de que
sus padres cumplieran su sueño.
Ese mismo día iniciaron las clases, Beethoven siempre muy paciente y
considerado con la criatura le explicaba lentamente las notas musicales y como
se reflejaban en las teclas del piano. Monserrat por su condición se esforzaba
fuertemente para adivinar el orden de las notas y poder tocar la correcta según
las peticiones realizadas por su mentor, pero continuamente fallaba. Al
pasar un rato, ya la alegría de la niña había sido desplazada por la tristeza y
frustración. Sentía que a pesar de tener un gran maestro nunca sería capaz
de aprender a tocar el piano motivado a su dificultad.
Monserrat salió corriendo del salón donde se encontraba practicando con su
maestro (invadida en llanto), motivado a su decepción. Sus padres al verla en
ese estado reaccionaron y fueron rápidamente a hablar con el señor Beethoven
para que les explicase el motivo de la actitud de Monserrat. El maestro muy
animado y considerado les explico que la niña se sentía frustrada y era de
esperarse que aunque no iba a ser fácil ella aprendería a tocar el piano solo era
cuestión de práctica, paciencia y muchas ganas de aprender.
Los padres accedieron a que el maestro Beethoven tuviera otras sesiones con
Monserrat poniendo su confianza en manos del músico y con la esperanza de
que se lograra el cometido.
Al día siguiente, luego de conversar con Monserrat y convencerla de que
asistiera a las lecciones de piano; la niña se encuentra nuevamente con su
mentor quien solicita a los padres dejarlos solos en la sala.
3. Antes de iniciar Beethoven dio unas palabras a Monserrat y mirándola
fijamente: “Me recuerdas mucho a mí cuando tenía tu edad” y continuo
diciéndole: “Mi padre supo desde un principio de mi gran talento con la
música y por ello me introdujo en ese mundo, pero su iniciativa siempre fue
más explotarlo que cultivarlo. En ese momento me sentí igual a ti. Sentí que
mi camino estaba oscuro y no tenía a nadie quien me guiara pero luego apareció
Neefe mi mentor, quien aparte de observar mi talento también observo mi
espíritu y se preocupo por él por ello antes de instruirme en la música me
cuido y formo espiritualmente, él de manera literal ilumino mi camino y
gracias a él aprendí a sentir la música y soy lo que soy actualmente.
Luego de esas palabras, Monserrat se sintió más aliviada y su esperanza y
alegría de nuevo la invadieron. Su maestro, aparte de haberle iluminado el
camino, le había hecho entender que tenía al igual que cualquier otra persona
la oportunidad de tocar el piano como los grandes, que su condición no era una
limitante pues los limites reales son los del alma y que mientras allá voluntad
hay oportunidad.
Muy animada inicio su instrucción musical y luego de varios días su talento
se reflejaba y poco a poco se perfeccionaba.
Monserrat se convirtió en una gran pianista y al fin su sueño se concreto.
Siempre estuvo agradecida con su maestro, quien día tras día la instruyo
musicalmente pero sobretodo la formo espiritualmente y le demostró que todo
es posible.