2. El Espíritu en el período de la Tribulación
Según 2 Tesalonicenses cap.2:6-8
La garantizada presencia permanente del Espíritu en los creyentes hará necesario el retiro de dicho Espíritu
cuando los creyentes sean arrebatados. Esto no significa, que la obra del Espíritu llegue a su fin en ese
momento. Como el omnipresente Espíritu obraba en favor de los hombres en los tiempos del Antiguo
Testamento, así también continuará obrando después del arrebatamiento de la iglesia, aun cuando la tarea de
edificar el Cuerpo de Cristo habrá terminado.
3. Con relación a los incrédulos
Durante el período de la tribulación se convertirán muchísimas personas.
• Al comienzo del período Dios sellará 144.000 judíos, y dicho acto de ser sellados
comprende la salvación de los mismos (Ap. 7:4; 14:4).
• Durante la tribulación, una multitud tan grande que no podrá ser contada se
volverá al Señor "de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas" (Ap. 7:9). Se
dice expresamente que este grupo de personas sale de la gran tribulación (Ap.
7:14).
• Al final del tiempo, los israelitas que vivan en ese momento y que pasen
felizmente el juicio se convertirán (Ro. 11:25; Zac. 13:1). En este último caso la
obra del Espíritu se relaciona con la salvación de los incrédulos en el período de la
tribulación (Zac. 12:10). En los demás casos no hay indicación clara sobre la parte
que tendrá el Espíritu en las conversiones, si bien no parecería desacertado
suponer que tendrá su parte en ellas.
4. Con
relación a
los
creyentes
Con relación
a los otros
ministerios
del Espíritu
En apariencia, la obra del Espíritu en los creyentes durante la tribulación estará presente y activo en el
mundo; entrará a morar en su pueblo y los dotará de poder; se valdrá de los creyentes para el
testimonio. Son escasos los textos que prueban esto concretamente, porque la Biblia habla muy poco
acerca del ministerio del Espíritu durante este período.
• Joel 2 en Hechos 2, porque, cualquiera haya sido el motivo por el que se lo citó el día de
Pentecostés, resulta evidente que no se cumplió cabalmente ese mismo día. Para el cumplimiento
completo hay que esperar los días de la tribulación, ya que el pasaje vincula expresamente el
derramamiento del Espíritu con la época en que el sol se oscurecerá y la luna se volverá en sangre.
Estos acontecimientos tendrán lugar al término de la tribulación, inmediatamente antes de la
segunda venida de Cristo (Mt. 24:29-30).
• Apocalipsis 11:3-4, que une el ministerio de los dos testigos durante la tribulación con el poder del
Espíritu (Zac. 4:6).
El que se refiere al bautismo de los creyentes que ingresan en el
Cuerpo de Cristo ya no funcionará más. La razón es muy simple:
Ya no tendría sentido el bautismo porque el Cuerpo de Cristo se
habrá completado antes del comienzo del período. Además, la
tarea de contener el mal, mediante el recurso de morar en los
creyentes, que constituyen así el templo de Dios, no se continuará
en la tribulación.
5. EL ESPIRITU EN EL MILENIO
Con relación a los incrédulos
• Durante el milenio seguirán naciendo hijos, con el resultado
de que durante ese lapso de tiempo habrá muchos que
necesitarán salvación, y serán muchos los que la recibirán.
Dicha obra de salvación se vincula con el Espíritu en el caso
de Israel y el cumplimiento de su nuevo pacto (Jer. 31:31-34;
Ez. 36:25-31; Zac. 12:10; 14:16).
Con relación a los creyentes
• (Jer. 31:33). Aparentemente esta relación del Espíritu incluye
también la posibilidad de que los que creen sean llenos de él
(Joel 2:28- 29).
Con relación a Cristo
• Durante el milenio se pondrá de manifiesto la plenitud del
Espíritu en Cristo (ls. 11 :2-3). Este período se caracterizará
por el despliegue más completo de la presencia y el poder de
Dios que haya conocido el mundo desde los días de Adán.
6. - Charles C. Ryrie
Sin embargo, a pesar de todo lo que Dios había
de hacer en favor del hombre en esos años,
Satanás encontrará amplia cabida en el corazón
de muchas personas que se alinearán a su lado
en su rebelión fina] e inútil contra el Mesías (Ap.
20:7-9). Esto demuestra acabadamente la
maldad del corazón del hombre y la necesidad
que tiene de la obra regeneradora del Espíritu
Santo.