2. Dimensión Poética
La naturaleza siempre me conmovió de una manera muy especial; soy una persona que necesito mirar el cielo,
caminar descalza sobre el pasto, sentir el canto de los pájaros, y en particular contemplar los árboles, formas,
colores y aromas, logrando una conexión con mi interior, que permite clarificar mi mente y aclara mis
sentimientos.
En un período de mi vida muy complicado, pasaba horas mirando un árbol desde la ventana del comedor de mi
casa, generando una conexión a la vida que yo ya no tenía; lograba purificar y sanar mi tristeza, convirtiéndose
en un producto estético (objeto material de la obra). Ese árbol pasó a ser parte de mi vida; me sentí conectada e
identificada con sus procesos, caída de hojas, ramas secas y rotas. Esos días grises con mucho viento y lluvia, el
árbol resistiendo, tratando de mantenerse vivo, tolerando todo, pero cuando salió el primer rayito de sol, brotó y
volvió a la vida con todas sus hojas, siguió de pie y parecía que no quedaba nada de su sufrimiento. Comencé a
sentir la necesidad de registrar ese proceso biológico, verificando la inteligencia de la naturaleza. La capacidad
de reciclarse y regenerarse.
Esto me llevo a una investigación de la connotación que tienen los árboles en el ser humano y en la sociedad. El
significado de los árboles para el hombre desde el punto de vista metafísico, logrando comprender mi conexión
y esa sensación de sanación.
3. Dimensión Conceptual
En una primera etapa comencé tomando fotos casi a diario, realizando una observación muy detallada de los cambios, pero en un momento casi sin
pensar hice varios collages, romper papeles de revistas y crear formas, composición de diferentes texturas y colores, todo muy abstracto, pero con
mucho sentido para mí. Al tiempo y después de mucha descomposición de ese objeto estético material (el árbol), sentí la necesidad de volver a
pintar, ya con otra óptica, con otro conocimiento de ese árbol. Era como realizar un relato de mis sentimientos, buscando la representación de mi yo
y los procesos en que me encontraba. Lograr un discurso de ese proceso, tratando de transmitir ese quiebre emocional, rompiendo con las normas y
prejuicios culturales. Por qué tengo que decir que estoy bien si no lo estoy??? Por qué tengo que levantarme si no lo deseo??? En medio de ese
planteamiento constante, el árbol podía darme un ejemplo de resistencia y recuperación, pareciendo recuerdos, afectos, alegrías, generando un
alivio a mi sufrimiento.
Podía dialogar, conectarme, explicar y transmitir, cuánta paz.
De una manera consciente o inconsciente, el artista trata de cambiar y mejorar la condición humana.
El arte, como yo lo siento, funciona dentro de una sociedad de una manera muy parecida a la forma en que actúa en la vida de un individuo, como
instrumento universal y personal que sirve al hombre para protegerse y liberarse al mismo tiempo.
El sentimiento global que inspira al arte une a los hombres, conservando al mismo tiempo la calidad de únicos que cada uno de ellos tiene. Lo más
importante para mí en el arte, no es ni la técnica, ni los tamaños, ni los procesos, sino aquella parte intuitiva que contiene el centro de lo que es
fundamental en el problema estético: la aptitud para captar y expresar las presencias materiales y sus relaciones.
Esa aptitud para captar y expresar las formas es tan ajena a todas las circunstancias, que se ha atribuido a una especie de espíritu susurrante que
llamamos musa, o una esencia etérea que penetra en el alma del artista, al que se la llama inspiración.
Ese árbol que observé durante meses y meses sus cambios y transformaciones, pasó a ser un auto retrato, me podía ver, era libre, podía expresar.
Fue mi compañero en el proceso, cambiamos juntos. Me emocionaba. El arte opera en el campo de la emoción: estimula el sentir y el reaccionar del
hombre, y amplía el alcance de su sensibilidad. La palabra emoción es un término del siglo XVII; significa ser movido. A través de las pinturas de
este árbol (obra) movió mis sentimientos, los fue transformado.
Estoy transitando una hoja de ruta dentro de la investigación y la experiencia, guiada por el aprendizaje de lo académico (autores, corrientes), que
logra plasmar, pulir y comprender conceptos adquiridos.
4. Dimensión Material
El proceso pasa por dos etapas; la primera comienza con fotografías en blanco y negro, luego a color. Era un
registro de todas las transformaciones de ese árbol. El mismo actuó de disparador de mi obra. Luego, en una
segunda etapa, comenzó el collage y el dibujo en lápiz (con sombras, perspectiva, claros oscuros) lo que me
impulsó a las pinturas sobre MDF con acrílicos. Una necesidad de experimentar colores, texturas y formas de ese
árbol; logré dialogar con mis transformaciones. Esto me permitió desarrollar la imaginación y fantasía; no estaba
realizando una copia del árbol de mi casa, sino que me encontraba en un proceso de comunicación y liberación
de muchos sentimientos, con la posibilidad de ser interpretada.
Mi obra era un auto retrato.
El hombre se caracteriza por ser un ser pensante que crea e imagina; es eso lo que hace que surjan nuevas piezas
de arte que nos asombran, y que al mirarlas o escucharlas, nos hacen sentir lo que el artista quería plasmar; el
arte afina los sentidos.
Con la creación de estos árboles quiero generar un mensaje de comprensión a un estado de tristeza profundo,
apelando a la fortaleza de naturaleza para lograr sobrevivir. El árbol fue un maestro para mi alma, mostrándome
un camino el cual sigo recorriendo con pasos muy lentos. En esta serie logro verme y reconocerme, para poder
comprender y entender los ciclos de la vida.