Programa Organización de Escuela Sabática (Opción 2).pdf
Messaggio della Consigliera per le Missioni_14 dicembre 2020 esp
1. Roma, 14 diciembre 2020
Queridas hermanas,
En nuestra última cita del 2020, un saludo
afectuoso y agradecido para vosotras y para
vuestras comunidades educativas.
Hace pocos días que hemos celebrado la
solemnidad de la Inmaculada Concepción de
María, una fiesta muy particular para nuestra
Familia. Con don Bosco hemos recordado el inicio
del Oratorio y, con madre Mazzarello, su camino
formativo-espiritual: de Hija de la Inmaculada a
Hija de María Auxiliadora.
En la Cronohistoria (Volumen 1)
encontramos un detalle que suscita alegría y gratitud, bajo el significativo título: “No seremos menos
de la Inmaculada, siendo totalmente de la Auxiliadora”.
Os invito a releer este precioso hecho para reforzar más nuestra espiritualidad Mariana.
Destaco algunas expresiones: “Don Pestarino nos dice que, en todas las casas salesianas, la fiesta de
María Inmaculada se celebra con tanta solemnidad como la de María Auxiliadora; y en las
Constituciones, respecto al voto de castidad, don Bosco recomienda una tierna devoción a María
Santísima Inmaculada. Sí, Bosco no nos ha hecho romper con nuestra primera devoción, la ha
perfeccionado; ahora somos Hijas de María Auxiliadora, porque hemos amado muchísimo a María
Inmaculada”.
En este periodo litúrgico del Adviento, en que todo nos invita a un camino de preparación para
la Navidad, la presencia materna de María nos enseña a permanecer en la Palabra, a custodiar el
tiempo de espera para reconocer el paso de Dios en nuestra historia personal y en la de la humanidad.
La Navidad del 2020 será inolvidable, por todo lo vivido este año a causa de la inesperada y
furiosa tormenta que nos ha pillado a todos desprevenidos: la pandemia del Covid-19. Este periodo
histórico nos ha hecho experimentar nuestra vulnerabilidad, la fragilidad de nuestras certezas y los
límites de nuestros conocimientos. Pero, por otra parte, también ha despertado en nosotras – con más
fuerza – la pasión misionera y el deseo de bien, traducido en tantísimos gestos de solidaridad y en la
capacidad de encontrar una vía de salida para cada nueva dificultad que se presenta.
Para madre Mazzarello la enfermedad del tifus también fue la ocasión propicia para
recomenzar la vida y tomar una decisión. Su “conversión” llegó justo en un momento de sufrimiento,
cuando se dio cuenta de que no podía vivir y trabajar como antes. En aquel momento, Maín no se
resigna a esa “nueva normalidad”, sino que da un salto en la fe. Cambia su día a día, crece en el amor
y en la fidelidad al Señor.
Queridas hermanas, para concluir la propuesta llevada a cabo durante este año 2020 de
encontrarnos con madre Mazzarello a través de sus cartas a las misioneras, en la sencillez de la vida
ordinaria, quisiera dejar para vuestra lectura y reflexión algunas expresiones de la Madre referentes a
la Navidad.
En la Carta 27, madre Mazzarello escribe: “Durante los Ejercicios hemos encendido el fuego
en nuestro corazón, pero si de vez en cuando no quitamos las cenizas y no añadimos leña, el fuego se
apagará. Ahora es el tiempo apropiado de reavivar el fuego. En [estas] fiestas de la Inmaculada y,
1
2. después, de Navidad, debemos enfervorizarnos tanto que nos mantengamos enfervorizadas hasta la
muerte. Pongámonos todas con ánimo y buena voluntad”.
A don Cagliero, misionero de la primera hora, el 29 diciembre 1875 la Madre escribe: “¡Viva
Jesús Niño! ¡Y vivan los que lo aman! Allá donde se encuentren […] Si estuviese más cerca le
auguraría buenas fiestas, pero cuando lleguen las felicitaciones al Nuevo Mundo nos habremos ya
olvidado de la Navidad. Esto no impide felicitarle igualmente y aun más férvidamente si fuese posible.
¡Oh, sí! Que Jesús Niño bendiga sus sacrificios y su fatigas con una bendición tal que esas últimas
lleven copiosos frutos, de modo que, a su entrada en el cielo, (…) le salgan a recibir los miles de
almas salvadas por usted” (C 4).
Siempre en la Carta 4, madre Mazzarello pide a don Cagilero que le envíe noticias. En
Mornese, todas esperan “ansiosamente una carta larga, muy larga” del querido Director. Con simpatía
y sana curiosidad le dice: “Ya nos dirá si no les parece raro celebrar las fiestas navideñas y comenzar
el año en verano. A mi me parece que no serán tan bonitas estas fiestas en esa estación, ¿será verdad?
La nieve que cubre nuestros campos y el silencio que reina por doquier dan una clara idea del Niño
Dios reclinado en un pesebre, abandonado de todos y tiritando de frío. A continuación, presenta la
“disponibilidad misionera” de la comunidad mornesina: “Pero a pesar de esto, si Dios quisiera que
alguna de nosotras fuera a celebrar el nacimiento del Niño Jesús en esa lejana región que se llama
América, iríamos todas con gusto”.
Junto al deseo de ir a las misiones una solicitud muy importante. Para madre Mazzarello no
basta la buena voluntad de partir, se necesita preparación. Es consciente de que una misionera debe
“desvestirse” de su propia cultura para entrar en otra; y aprender el idioma es el primer instrumento
para abrazarla: “Tenga la bondad de mandarnos pronto los libros de español para poder estudiar y
estar preparadas a la primera llamada. Quisiera poder mandarle un poco del fresco que aquí tenemos
en abundancia, pero como no es posible esperamos que usted nos envíe por el Ángel de la Guarda
mucho calor de ése que irradia el Niño Jesús”…
Otra vez a don Cagliero, en una carta escrita el 27 de diciembre de 1876, la Madre le da
noticias de la comunidad, expresa de nuevo el deseo de ir a América y dice los nombres de las
hermanas preparadas para partir. Dado que el clima es navideño, la Madre asegura: “[…] todas juntas
pedimos de corazón al Niño Jesús por nuestros queridos misioneros Salesianos. […] El día se pasó
con santa alegría en compañía del Niño Jesús. Ahora que me acuerdo, ¿tienen Niño Jesús en
América? Si no, lo llevaremos nosotras”. (C 9)
Queridas hermanas, en esta Navidad especial 2020 pongámonos delante del pesebre para
acoger en la fe aquella palabra que el Niño Jesús ha reservado para cada una de nosotras. Escuchando
Su palabra, dejémonos interpelar por la realidad que nos circunda y ofrezcamos lo mejor de nosotras
mismas para que el mundo pueda vivir un tiempo de sanación y de vida nueva.
Quisiera terminar recordando las palabras de madre Mazzarello a las hermanas de Montevideo-
Villa Colón (C 56): “Yo rezo y rezaré al Niño Jesús para que [os] de las más selectas bendiciones;
primero una buena salud espiritual y también fortaleza física […] Sí, Jesús os mantenga siempre
fervorosas en el servicio del Señor. […] Que Dios te bendiga a ti y a todas las hermanas y en el
Corazón del Niño Jesús [...]”,
Un fuerte abrazo, con afecto y siempre en comunión de oración.
Consejera para las Misiones
2