1. La arquitectura en el Barroco de Italia
El Barroco se inicia en Roma, alrededor de los Papas como grandes mecenas. La Arquitectura
prevalece sobre cualquier otra manifestación artística, y la escultura y la pintura colaboran en el
efecto plástico del conjunto. En muchos aspectos, la arquitectura barroca parte de los elementos del
lenguaje arquitectónico que el Renacimiento había rescatado del mundo clásico, pero será la manera
de utilizarlos lo que permita establecer grandes diferencias con respecto a éste. Frente a la belleza,
armonía y equilibrio que se buscaba en el Renacimiento, en el siglo XVII quieren asombrar con la
grandiosidad y el lujo, y expresar dinamismo y apasionamiento. Es una arquitectura llena de
contrastes, ya sean cromáticos (se utilizan distintos materiales: ladrillo, piedra, mármol, bronce,...) o
lumínicos (alternando zonas oscuras con otras fuertemente iluminadas). Pero sobre todo predomina el
interés por el movimiento, en plantas, alzados, o en los propios elementos aislados (columnas,
estípites, frontones, etc.).
2. La ciudad del Barroco es la imagen del poder del gobernante y su importancia se mide por el tamaño y el
número de habitantes. Tiene diversidad de centros articulados por plazas amplias y son uno de los más
importantes elementos del urbanismo barroco: embellecen la ciudad, son punto de referencia para el trazado
de calles, son un reflejo simbólico del poder civil o religioso y a su vez, escenarios de fiestas y
representaciones sociales y teatrales. Se suelen articular en torno a un edificio principal, normalmente una
Iglesia o un Palacio, para resaltar su importancia.
Si bien se produce un mayor desarrollo de la arquitectura religiosa, durante este período también se construirán importantes
palacios, especialmente en aquellos lugares gobernados por una Monarquía Absoluta, con la finalidad de trasmitir al pueblo, a
través de estas magnas obras, la sensación del inmenso poder que ostenta el rey. Desaparece así la individualidad plástica de
los edificios en favor de un conjunto superior: la ciudad como espectáculo, bien fuera espectáculo religioso (Roma), político
(París) o ambas cosas en simbiosis (manifestaciones artísticas hispanas).
San Pedro Vaticano
Plaza Navona, Roma
3. El Concilio de Trento impuso una nueva liturgia
religiosa que concedía importancia al sermón y a la
Eucaristía ante la multitud de fieles. Para ello se
requiere, en el marco de estas grandes ceremonias,
una buena acústica y visibilidad. Se va a exigir de
la arquitectura su vinculación al espectador mediante
la persuasión y la participación, como vemos
nuevamente en San Pedro Vaticano. La disposición
de las columnas “abraza a los fieles” al participar
de la ceremonia.
Las plantas típicas del Barroco pierden ahora sus formas tradicionales del Renacimiento
(cuadradas y circulares) y se hacen más complejas. Aunque se imite el modelo jesuítico,
aparecen plantas de muy diversas formas: ovales, elípticas, mixtilíneas, etc. Existen
dentro de ellas dos tipos de plantas: centralizada y longitudinales. La longitudinal se
corresponde al esquema de planta de cruz latina, de nave única, capillas en los laterales
y crucero resaltado en la parte central por una cúpula. En definitiva, el esquema que
Vignola había utilizado en el iglesia de Il Gesú, en la que se persiguió la centralización
de la planta longitudinal con la ubicación de la cúpula en el crucero.
4. Se prefieren la cúpulas, no de sección circular, sino
elíptica. La elipse desafía la idea de perfección que
encarna el círculo e introduce un mayor dinamismo.
Las plantas centrales se hacen notablemente mas
complejas. No solo se emplean las de forma circular,
sino también las de forma elíptica u octogonal.
Cúpula de San Carlos de las cuatro fuentes
Cúpula San Andrés del Quirinal Planta de San Carlos de las cuatro fuentes
5. Desaparecen las formas geométricas, definidas en el Renacimiento para dar paso a la riqueza decorativa y
a la variación óptica, conseguida esta última mediante la utilización de la luz que al incidir sobre
superficies dinámicas altera su aspecto. Se convierte así la arquitectura barroca en aparente, abierta y
expresiva. De nuevo la sensación viene a suplir a la razón.
Al Barroco le gusta la irregularidad y el juego que se puede establecer entre las formas cóncavas y las
convexas, entre los entrantes y los salientes, la luces y las sombras. A través de este recurso se consigue el
dinamismo, la sorpresa y la inestabilidad que tanto agradó a los arquitectos del momento.
San Carlos de las cuatro fuentes
San Pedro
Vaticano
San Andrés del Quirinal
6. Se rompe con el palacio-fortaleza renacentista y los edificios se abren por alguno de sus lados hacia patios,
jardines, etc. Sus fachadas se hacen más dinámicas y sus salones principales resaltan por su abundante
decoración. Es el edificio que manifiesta el poderío de la aristocracia ante el pueblo. Dentro del palacio
podemos señalar dos áreas bien diferentes. Por un lado, encontramos una parte de carácter mas bien público
con una importante fachada que mira a una plaza con un jardín, elemento casi indispensable del palacio
barroco y que va a alcanzar un importante desarrollo, ya que será el lugar en el que el soberano busca el
contacto con el pueblo.
Palacio de Caserta
7. En la fachada se mantiene la división en
plantas, pero la parte central se suele
organizar verticalmente marcando el
espacio central-vertical sobre el
horizontal. Ese espacio, definido
claramente a la vista, concentra la
ornamentación principal del edificio.
Palacio de Caserta
8. La decoración jugará un papel destacadísimo en la
nueva estética. Los órdenes arquitectónicos se
complican, utilizando el corintio y el salomónico.
Los elementos decorativos ayudan a crear efectos
ilusorios, teatrales, tan del gusto de la época.
Palacio Barberini
San Carlos de las cuatro fuentes
San Pedro Vaticano
9. También, en los interiores de las iglesias existe una exuberante decoración: en la cubierta, por ejemplo,
el artista barroco se esfuerza porque el cielo invada el interior del templo. Las bóvedas se cubren de
pinturas que desarrollan escenas imaginarias, celestiales (celajes), etc. Muchos de los personajes de los
cuadros de Caravaggio, Ribera o Velázquez parecen actores metidos en la piel de filósofos, diosos de
la mitología clásica o santos, de la misma manera que muchas de las arquitecturas barrocas parecen
grandes escenarios teatrales diseñados como fondos para importante celebraciones.
"Las artes de la mímica, del pintor, del músico, del escenógrafo y del maquinista, se unen aquí para
asaltar a la vez todos los sentidos, de suerte que el público no pueda escapar" Alewyn.
Il Gesú Basilica della Santissima Annunziata del Vastato