La inteligencia emocional interviene en el éxito personal y laboral, y en las relaciones interpersonales. Fue definida por primera vez en 1990 y consta de cuatro componentes: conocer las propias emociones, la empatía, la automotivación y el dominio de las emociones. Ser emocionalmente inteligente trae beneficios como una mejor salud mental y capacidad para establecer relaciones positivas.