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Elementos para una crítica del discurso hegemónico



      (Brasil, sistemas – mundo y Hegemonía)




                                          Sebastián Arena F.




                        1
Post scriptum




Concebir, ubicar y pensar a Chile como una partícula al interior de un sistema, tenga
este sistema las formas y reglas que tenga, solo sería posible con la condición de que
Chile existiera. Pero en contra de lo que se piense respecto de la inminente desaparición
de Chile como entidad soberana, proponemos para efectos de la lectura de esta tesis, la
siguiente hipótesis: Para todos aquellos nacidos desde 1973 en adelante, Chile no ha
existido, (y esperamos esta condición sea tan solo la de un intersticio) el concepto, mera
formalidad nominal, designa los vestigios de lo que alguna vez fue una republica. La
abolición del Estado histórico en Chile no fue obra del anarquismo, ni tampoco una
etapa en el tránsito desde el socialismo al comunismo. Fue el capitalismo como sistema,
en su máxima expresión revolucionaria. Podríamos decir que la fase neoliberal del
capitalismo mundial partió en Chile. La idea fue ejecutada por obra y gracia de una
oligarquía no identificada con la Historia de la mayoría y el imperialismo de un país,
hoy por hoy venido a menos. Aun cuando peligroso.

Como sea en Chile operan fuerzas más poderosas que la nación. Ese algo, esa “cosa” ha
decidido suprimir la identidad soberana del País con el fin de reducirlo a mero emporio
de recursos y también de hombres. El sistema de dominación en Chile incluye el
adoctrinamiento temprano, especifico e incluso espacialmente localizable de clases que
no deben jamás encontrarse y correr como líneas paralélelas por los senderos de la
producción, unos para gozar, otros para sufrir. Esa condición debe, según las clases
dominantes, eternizarse.

Concentraciones obscenas de capital, una “clase política”, “estamentos militares” y
“sectas” u organizaciones secretas como el Opus Dei, Los legionarios de Cristo
Schoensttat o la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, son solo algunas de las caras
de un sistema de dominación con características difícilmente cuantificables, pero
perceptibles y que generan efectos, a veces, altamente desagradables y dolorosos para
las mayorías.

Hacer la vista gorda es participar activamente. Ser apolítico es la forma más común y
estúpida de participar en política.




                                                    Santiago de Chile, Mayo, 2011


                                            2
3
ÍNDICE




1.   INTRODUCCIÓN .......................................................................5
2.   PRIMERA PARTE:
-    NOTAS PARA UN ANALISIS .......................................................8
-    DEL SIGNIFICANTE AMO Y LA ESTRUCTURA............................12
-    ¿REVOLUCIÓN DEL 68? ¿MAYO DEL 68?.................................21
-    DE UNA TELEOLOGÍA EXTEMPORANEA...................................31


3. SEGUNDA PARTE:


-    EL PRESENTE: ENTRE EL IMPERIALISMO Y LA HEGEMONÍA...................................40
-    ¿ENTRE EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y EL IMPERIO A SECAS?...............48
-    MAS ALLA DEL IMPERIO...........................................................50
-    UNIFICACION CAOTICA............................................................56
-    GENOCIDIO SOCIOPOLITICO........................57
-    CHILE Y EL PESADO COSTO DE LLEVAR LA HEGEMONIA NORTEAMERICANA..........62
-    BRASIL ENTRE LA CONTRAHEGEMONIA Y EL SUBIMPERIO......70
4.   CONCLUSION ..........................................................................79
5.   BIBLIOGRAFÍA .........................................................................82




                                                         4
INTRODUCCION




Originalmente la propuesta de esta tesis era ejecutar un análisis dentro de la teoría de
sistema – mundo de Immanuel Wallerstein, acerca de la potencial situación hegemónica
que eventualmente envolvería a Chile por una parte, y a Brasil por la otra. La propuesta
teórica desde la cual pretendíamos llevar a cabo tal misión, nos proveía de un marco
totalmente coherente, de limites claros y definiciones operacionales precisas, en ese
sentido sus imponderables eran relativamente escasos y existía documentación
bibliográfica de sobra para estructurar la historia y el devenir de nuestra relación –
objeto con bastante precisión. No está de mas reconocer el sentido abiertamente crítico
de este enfoque, pues ha hecho escuela dentro de esa lógica y ha encontrado en muchos
libros, intelectuales y aulas un lugar para su difusión. Sin embargo al poco andar,
percibimos las falencias que – incluso este muy respetable e ingente esfuerzo teórico –
podía incorporar. Nuestra intención, si es que existe algo como una intención en el
terreno del estudio, ha sido la de no caer en ninguna postura concreta y tratar de
ubicarnos en la posición “privilegiada” del analista, aquel que puede a través de los
diversos elementos de juicio, dilucidar las fortalezas y debilidades de los hechos y de la
teoría en general para, a través de su interpretación precisa, situar al resto, al menos
cerca de la verdad o lo verdadero . Pero sabemos que esta situación es imposible,
sabemos que no existe tal lugar de privilegio y que el manto por el que algunos
especialistas pretenden estar cubiertos, es finalmente un escudo, un refugio potencial
para no ser nunca “superados” por el avance de la ciencia, del conocimiento. Si existe
alguna certeza en el estudio que proponemos, es tan solo la certeza que el sistema
capitalista nos provee como terreno de desarrollo de las contradicciones que estructuran
las sociedades modernas. Aun cuando se pueda poner en completa duda el mismo
concepto de sociedad.

De tal forma esta investigación se transformó en su primera parte, en una crítica al
análisis de sistemas – mundo propuesto por Immanuel Wallerstein y su teoría. El
ejercicio que se lleva a cabo, no merece ser llamado “deconstruccionista” pero sí
analítico en el mas amplio sentido del termino, pues pasa indistintamente del fondo a la
forma, del texto a su estética y viceversa sin respetar ningún protocolo metodológico ni
teórico.




                                            5
La segunda parte intenta ser propositiva, pues se trata de presentar algunos elementos
que sirvan al menos como puntos de fuga para comprender un mundo que en el mismo
momento en que nos aprestamos a comprender, se desdibuja y reconstruye de manera
incesante. La hegemonía como concepto amplio resulta ser el primero de estos puntos
de fuga, la plasticidad de aquel recurso sirve de manera fundamental para llevarnos al
terreno mismo en el cual las disputas de poder se constituyen. De esta forma planteamos
un recorrido desde la generalidad hacia lo particular, desde el espacio propio del Estado
hegemónico, hacia la región latinoamericana y la proyección de las luces y sombras que
aquella relación ha generado, sobretodo en los últimos decenios. Nos detenemos en un
punto que nos gustaría no haber tenido jamás que tocar, pero la memoria exige no
olvidar a ninguno de los latinoamericanos muertos victima de la violencia política.
Finalmente aterrizamos en el problema de las condiciones de posibilidades y los
desafíos que para Chile traerán los realineamientos de poder a nivel mundial. Esta tesis,
ha sido escrita en Chile, por un chileno y con el mejor animo de que este país sea capaz,
en algún momento de retomar la identidad extraviada en el nombre de la relación
hegemónica chileno - estadounidense.

En el terreno metodológico, está extendido el uso de citas a diversos autores, se optó por
un sistema de referencia que no abultara de manera innecesaria los pie de pagina,
haciéndolos funcionales a comentarios, a veces largos, pero que de otra forma
entorpecerían la lectura del texto.

En la bibliografía puede encontrarse el detalle de los libros usados. Por otra parte, se
han mantenido en idioma ingles todas aquellas referencias hechas en ese idioma, se trató
de reducirlas al máximo. Las negrillas y las cursivas y algunos corchetes se usaron para
resaltar ciertos conceptos y ciertas palabras, tampoco se ha querido abusar de aquellos
recursos. El mas grande de los agradecimientos al profesor Martín Perez Le – Fort, por
guiar este esfuerzo y por sus enriquecedoras conversaciones.

Los errores, que son muchos, corresponden plenamente al autor.




                                                    Santiago de Chile, Enero de 2011.




                                            6
PRIMERA PARTE




      7
NOTAS PARA UN ANALISIS DEL ANALISIS DE SISTEMAS-MUNDO.




  “Por supuesto, los análisis de sistema-mundo son de hecho una gran narrativa [ ...] todas las
formas de saber incluyen, necesariamente grandes narrativas, pero algunas de estas narrativas
                                           reflejan la realidad con mayor precisión que otras”



                                                               Immanuel Wallerstein


 “sean cuales sean los hechos del mundo, sea lo que sea lo que anunciamos, es la tautología de
                                                 la totalidad del mundo la que hace al mundo"



                                                                               Jacques Lacan




Este capitulo no trata acerca de cómo ubicar dentro de la teoría de sistema – mundo el
análisis de una situación política concreta, más bien trata de lo contrario, ubicar la teoría
de sistema – mundo wallersteiniana como un objeto de estudio entre las llamadas
teorías críticas que han operado como contrapeso de los discursos dominantes en el seno
del capitalismo contemporáneo que estructura nuestra realidad. Por lo tanto, debemos
prevenir acerca del deslizamiento que tomara nuestro análisis ya que creemos que una
reflexión amplia – que incluya a su vez una reflexión teórica - con respecto de este
planteamiento en particular puede servirnos como plataforma para llevar a cabo un
estudio y una reflexión mas completa acerca de un fenómeno político particular, en este
caso, el estudio de la condición de hegemonía y su proyección a las relaciones entre
Brasil y Chile.

En el intento por producir un conocimiento útil a la teoría de las relaciones
internacionales, hemos de reconocer ciertas influencias que estructuran el espacio y
lugar desde el cual, se apunta en este capitulo, al análisis de una teoría ya formulada
que goza de cierta popularidad dentro de lo que podríamos denominar, el ala crítica del
stablishment. Para llevar a cabo este análisis, en este espacio de la investigación serán


                                              8
de fundamental importancia, algunos procedimientos y matrices que nos ha legado la
lectura de los textos de Slavoj Zizek, cuyas investigaciones nos han dado la posibilidad
de realizar una crítica amplia desde las humanidades y la sicología, a temas
internacionales. De todas formas debemos puntualizar que el análisis que se pretende es
finalmente político, no sicológico ni histórico, no pretendemos psicoanalizar la teoría de
sistema - mundo, aún cuando creemos que aquel ejercicio sería de máxima utilidad.
Zizek ha sometido a escrutinio varios de los mas importantes tópicos que hoy se
plantean en el ámbito de las relaciones internacionales (hegemonía, ideología,
multiculturalismo, globalización, etc.) y ha llamado la atención principalmente en dos
aspectos: el primero es que para estudiar tanto a las sociedades, como al pensamiento e
incluso los comportamientos que definen nuestro momento actual, debemos imbuirnos
en el estudio del universal concreto de nuestra época: el capital. Entenderse dentro del
marco del capitalismo o del sistema capitalista, será para nosotros la primera condición
de posibilidad para llevar a cabo cualquier análisis, en este sentido nuestro locus no
puede ser otro que el sistema capitalista o capitalismo a secas. Acerca de esta situación
Wallerstein advierte en su definición de capitalismo:

       Éste no es un termino popular en las universidades por que está
       asociado con el marxismo, aunque desde el punto de vista de la historia
       de las ideas la asociación es cuando mucho parcialmente correcta.
       Fernand Braudel afirmó que uno puede echar al capitalismo por la
       puerta principal pero que volvería a entrar por la ventana. Yo defino al
       capitalismo de una manera particular: como un sistema histórico
       definido por priorizar la acumulación incesante de capital
       (Wallerstein:2005:124)

El capitalismo ha moldeado el mundo a su imagen y semejanza durante siglos, todo lo
hecho puede ser puesto en términos de ganancia y pérdida, traducido o extrapolado en
términos monetarios, las sociedades tanto a nivel individual como colectivo, se han
venido desenvolviendo en esta dimensión concreta de forma muchas veces inconsciente,
determinando como “real” o “natural” constructos conscientes de otros, que
formalmente estructuran el Orden Simbólico de la representación:

       Aquí se halla la diferencia lacaniana entre < la realidad > y lo <Real>:
       La < realidad> es la realidad social de las personas concretas
       implicadas en la interacción y en los procesos productivos, mientras que
       lo Real es la lógica espectral, inexorable y abstracta del capital que
       determina lo que ocurre en la realidad social. Esto puede
       experimentarse cuando se visita un país donde reina el desorden, donde
       el deterioro ecológico y la miseria a que se ve expuesta su población
       están presentes en cada detalle. Sin embargo, los informes económicos
       sobre dicho país pueden decir lo contrario, su economía puede ser y de
       hecho lo es en muchas ocasiones <financieramente sana>: La realidad


                                            9
no es lo que importa lo que importa es la situación del capital.
           (Zizek:2009:24)

Esta última es la dimensión que mas nos interesa para reflejar la distancia y el vicio
generado y generalizado en el uso y abuso de un concepto tan amplio como el de
realidad, el que lejos de ser una categoría concreta, objetiva o científica como siempre
se le presenta (con argumentos como: La realidad es así), funciona mas bien como una
abstracción a la que debemos acercarnos teniendo en cuenta que en cierto modo
esconde algo, pasando a ser en muchos casos el mejor disfraz de sí misma. Creemos que
La realidad está constituida finalmente por las convenciones que estructuran el orden
simbólico, lo que la economía escolástica1 ha denominado como la dimensión del
“Ceteris Paribus”, una condición ideal, existente solo en el terreno del texto.

Nuestra intención es extraer de la “realidad” el núcleo permanente, constante, su materia
no transformable más allá incluso de las diversas lecturas que puedan hacerse, ¿es
posible lograrlo? la única respuesta desde nuestra perspectiva es que no intentarlo
constituye el error fundamental. El ejercicio de intentar derribar las convenciones puede
ayudarnos en una primera instancia a comprender esta dimensión de la realidad para
enfrentárnosle, despojarla de su “neutralidad” y para así descubrir tras ella el complejo
escenario de las relaciones hegemónicas.

Como consecuencia de lo expresado mas arriba, hemos decidido utilizar como
herramientas para llevar a cabo el análisis de la teoría de sistema-mundo en tanto
discurso, algunas precisas categorías y básicos conceptos del psicoanálisis lacaniano y
reconocemos en Zizek el mediador de este uso. Nuestra elección se basa en el aporte
que esta línea de pensamiento asigna al discurso como objeto de estudio, distanciando al
objeto del hegemónico, al menos en la teoría crítica, sentido foucaltiano, esto es: la
investigación en el terreno del método arqueológico, que busca extraer del discurso, el
saber/poder inscripto en lo textual, ni tampoco estudiar al discurso bajo la lógica
habermasiana, centrada en el lenguaje como la condición, en última instancia, de la
comunicación efectiva entre distintos actores (intersubjetiva).

Nuestro análisis se centrará mas bien en la categoría básica de - al menos en lo que se
ha denominado el “Lacan viejo”– del discurso como vinculo social y por lo tanto,
práctica constituyente de los antagonismos sociales generados desde y por el capital,
cuya omnipresencia jerarquiza, da forma y estructura las sociedades contemporáneas:

           distinguir lo actual del discurso, como una estructura necesaria, de algo
           que va mucho más allá de la palabra, siempre más o menos ocasional.
           Incluso prefiero, como lo hice notar un día, un discurso sin palabras. Es
           que en verdad sin palabras esto puede perfectamente subsistir. Subsiste
           en algunas relaciones fundamentales, las cuales literalmente, no

1
    Para una definición del concepto de economía escolástica, Véase Pagina 28.

                                                     10
podrían subsistir sin el lenguaje, sin la instauración, por medio del
       instrumento del lenguaje. de un cierto número de relaciones estables en
       cuyo interior puede, ciertamente, inscribirse algo que va mucho más
       allá, que es mucho más amplio de lo que hay en las enunciaciones
       efectivas. No existe ninguna necesidad de estos enunciados para que
       nuestra conducta, para que eventualmente nuestros actos, se inscriban
       en el cuadro de ciertos enunciados primordiales (Lacan:1992:15)

Bajo está concepción de discurso, nuestra intención es ver hasta que punto esta teoría
que por su mismo autor es catalogada como holística y crítica, constituye un relato que
se presenta ante nosotros como la Historia del sistema capitalista desde el fin del
Medioevo hasta nuestros días. Nuestra apuesta es que fuera del campo interpretativo,
esta teoría cumple de cierta forma una función inesperada, puesto que mas allá de su
contenido textual, el que al igual que cualquier texto de economía liberal, nos intenta
conectar con una coherencia y “naturalidad” a juzgar por nosotros, inexistente. cumple
además como un aglutinador de discursos “críticos” o al menos como vehículo de
cierto “eco crítico flotante”. Intentar este análisis desde este punto de vista presupone el
uso, en función de nuestra crítica, de algunos conceptos fundamentales de la escuela
lacaniana, básicamente los conceptos de: “discurso de la Universidad” y “significante
amo”.




                                            11
Del Significante Amo y la estructura.




Como primera constatación, entenderemos la teoría de sistema - mundo como un
discurso específico, el que - como sostenemos – sirve como uno de los puntos nodales
de la matriz de lo que Lacan denominó el Discurso de la Universidad.2 En un nivel mas
estructural, la teoría de Wallerstein es un intento por ordenar y dar coherencia, en el
marco de la teoría de sistemas, a un cierto cúmulo de conocimientos, de antecedentes
bibliográficos que por separado actúan en sí mismos dentro del terreno de la
historiografía, la economía y la sociología como relatos autónomos y aislados, los que al
ser interpretados dentro de una lógica sistémica son concatenados para producir el
efecto de un todo. Por lo tanto cabe dejar establecido el hecho de que no estamos frente
a una investigación primaria ni exploratoria que como resultado haya arrojado la figura
del sistema, proponemos que en la estructuración predomina un ordenamiento a priori,
puesto que se trata de un trabajo esencialmente interpretativo de fuentes secundarias,
que son puestas en conjunto en función de la figura misma del sistema – mundo, que
para estos efectos tiene una particularidad que estructura la lógica misma de su forma:

        La categoría de point de capiton (punto nodal, en nuestra terminología) o
        significante-Amo, que implica la noción de que un elemento particular
        asume una función “universal” estructurante dentro de un cierto campo
        discursivo – en realidad, cualquier tipo de organización que ese campo
        tenga es tan sólo el resultado de esa función – sin que la particularidad
        per se del elemento predetermine a esa última (Laclau:2010:12)

La anterior condición exige que el lector, por medio de los elementos propuestos por el
autor, compartir en última instancia, la creencia de que el sistema – mundo en sí, su
historia, es decir, la del capitalismo europeo y sus desarrollos posteriores se han
constituido en base a la concatenación lógica y secuencial de los momentos inscriptos


2
  Para explicitar nuestra posición con respecto a lo que entenderemos por discurso de la Universidad,
valga la siguiente aclaración: A pesar de que hoy circula ampliamente la noción de Lacan de “discurso
de la Universidad”, pocas veces se la utiliza en su significado preciso (que designa un “discurso”
especifico, un vinculo social). Lo habitual es que se la interprete como una vaga noción de cierto
discurso que forma parte de la maquina interpretativa académica. En oposición a este uso, siempre debe
tenerse presente que, para Lacan, el discurso de la universidad no está directamente vinculado a la
Universidad como institución social – por ejemplo, sostiene que la Unión Soviética era el puro reino del
discurso de la Universidad” (Zizek:2005:11) Por lo tanto, nos referiremos al discurso de la Universidad
como un constructo que mas allá de su supuesta neutralidad no es sino una estructura ideológica
sustentada en posiciones políticas definidas, que contienen en sí una postura nada imparcial y cuya mayor
fortaleza, es exactamente el estar cubierta de una supuesta transparencia derivada de la imparcialidad con
la cual se ha identificado históricamente. La neutralidad no es sino un disfraz.

                                                   12
en el relato. Esta última condición, transforma la viabilidad del relato, para el
investigador en una cuestión de fe.

Por otra parte el concepto sistema si bien es de uso corriente en las ciencias sociales es
en este caso preciso engañoso, primero por que significa a la totalidad del mundo3 y
segundo puesto que incorpora en su enunciación una fuerte carga científica, que puede
ser leída como una barrera. Reconociendo esta y otras dimensiones “incomodas” en el
giro sistémico podemos observar el hecho de que, en las explicaciones con esta
connotación de “lo internacional”, se esconde una transfiguración riesgosa4 de al menos
dos planos que conviene identificar y tener presentes. El de la representación científica
por una parte y el plano “Real” por otra. Debe hacerse una necesaria distinción, al
menos en lo que respecta a estos dos planos fundamentales:

          to develop the distinction between epistemology and ontology, Roy
          Baskhar employs the terms transitive and intransitive. Our knowledge
          of the world is described as “transitive” and is actively embodied in a
          set of theories which form a kind of raw material for scientific practice.
          Transitive knowledge corresponde to Aristotelian material cause or
          antecendtly established knowledge which is used to generate new
          knowledge. This includes established theories, models, methods, facts
          and so on. The practice of science, although it studies the intransitive
          object. By contrast the intransitive is that which science seeks to to
          study. Intransitive objects of knowledge are those structures, relations,
          processes and generative mechanisms which exist independently of us
          in a relatively enduring state. Therefore, while science is a transitive
          process with antecedent knowledge that is depend on human activity,
          its object are intransitive objects which do not depend on either
          (Joseph:2002:4)

Otra de las particularidades de la utilización de la figura de sistema, es que sirve como
instrumento con el fin de aglutinar relatos autónomos, síntoma de aquello es la
imbricación dentro de esta figura de elementos de las ciencias duras y relatos inscriptos
dentro de las teorías sociales identificadas como críticas. Por ejemplo del marxismo

3
  En este punto la definición del sistema – mundo es lo suficientemente ambigua como para ser pasada
por alto: [...] los únicos sistemas sociales reales son, por una parte las economías relativamente
pequeñas, altamente autónomas , de subsistencia, que no formen parte de ningún sistema que exija
tributo regular; y, por otra parte, los sistemas mundiales. Es preciso distinguir a estos últimos de los
primeros, por que son relativamente grandes; es decir, constituyen en lenguaje familiar verdaderos
<<mundos>>. (Wallerstein:2007:490)
4
  En esta dirección hay que tener en cuenta que mas allá de todo lo certera que pudiese ser la descripción
wallersteiniana en el ámbito de las relaciones internacionales, el hecho de que alguien sostuviera en la
actualidad académicamente o coloquialmente que estamos “realmente” en un sistema-mundo (tal como
hace el autor) recordaría fielmente a aquellos que en la década de 1970, en Chile durante la Unidad
Popular realmente sostenían pelear contra el imperio Yanqui y a su reverso, algunos sectores oficiales, la
Democracia Cristiana y la derecha, quienes persistían en la apreciación de la UP como un satélite del
sistema soviético. Volveremos sobre esto mas adelante.

                                                   13
clásico las nociones de clase, lucha de clases, modos de producción y división
internacional del trabajo, de la escuela cepalina, el tema del subdesarrollo y la relación
centro/ periferia y por último, los ciclos económicos largos de Kondratieff. En este
preciso sentido proponemos que la categoría de sistema – mundo funciona como un
ordenador de relatos dispersos, puesto que el limite de una u otra contingencia, dentro
de estas formas teóricas esta siempre determinado apriorísticamente por una figura que
remite a la significación buscada, esta función esta descrita en la noción discursiva de
Lacan, de la siguiente forma:

       En “lacanés”, en todo conjunto de significantes hay siempre “al menos
       uno” que funciona como el significante de la falta misma del
       significante. Este es el Significante Amo: el significante “vacío” que
       totaliza (“acolcha”) el campo disperso; en él, la cadena infinita de
       causas (“conocimiento”) es interrumpida por un acto abismal, no
       fundado y fundante de violencia [...] en Lacan, el status del Significante
       Amo, el significante de la autoridad simbólica fundado sólo en sí mismo
       (en su propio acto de enunciación), es estrictamente trascendental: el
       gesto que “distorsiona” un campo simbólico, que “curva” su espacio al
       introducir en él una violencia no fundada, es, stricto sensu, correlativo a
       su establecimiento mismo; en otras palabras, en el momento en que
       sustraemos de un campo discursivo su “distorsión”, el campo mismo se
       desintegra (“se desacolcha”). (Zizek:1994:124-125)

Es exactamente esta función de “acolchado” la que define con mayor exactitud a la
figura del sistema – mundo dentro la teoría wallersteiniana. Solo teniendo en cuenta lo
anterior se hace legible la idea de que todos sus elementos funcionan dentro de una
lógica temporal y espacial concreta en la que no existen necesariamente coincidencias
con las identificaciones tradicionales del tiempo y el espacio. Todos estos datos deben
tomarse en cuenta para la teoría de sistema - mundo en relación con la propuesta hecha
por Braudel (maestro de Wallerstein) quien propuso una categorización de los tiempos
sociales como:

       el tiempo corto de los ´acontecimientos´ usado por los académicos
       idiográficos y el ´eterno` de los científicos sociales nomotéticos . El
       prefería otros dos tiempos sociales a los que consideraba mas básicos:
       el tiempo estructural que era de larga duración y reflejaba la
       continuidad (pero no la eternidad) de las realidades estructurales, y que
       denominaba longue durée y el tiempo cíclico de los altibajos que
       ocurren     dentro    del   marco      de    un    tiempo     estructural
       (Wallerstein:2005:138)

Bajo esta perspectiva se puede interpretar, un siglo como el siglo XVI mas allá de su
duración centenaria e indica mas bien, el inicio de un proceso social particular. La


                                           14
misma lógica se ve replicada en el uso de los continentes históricos, los que según el
autor, no deben coincidir necesariamente con los espacios reflejados en los mapas y
pueden, ser re-significados por designaciones de carácter cultural o económico. El
ejemplo más cercano de estas designaciones zonales particulares lo encontramos
claramente en la distribución geográfica en la que Huntington sitúa las distintas
civilizaciones en su teoría del Choque de Civilizaciones.

Las anteriores son las coordenadas desde las cuales se construye el análisis de sistema –
mundo como una estructura teórica lógica. Sin embargo y para esbozar lo que será
desarrollado en la segunda parte de este estudio, la sensación principal que queda de la
lectura de la obra, es la de la enunciación de la “hegemonía” como una “ley general”
dentro de la unicidad del sistema – mundo y su Historia (“gran narrativa” para el
postmodernismo, historicismo para la Filosofía) que literalmente, ordena al mundo en
tanto construye una imagen de este que refleja una estructura jerárquica que está
siempre predeterminada. La condición hegemonía identificada con un estado nación
particular como condición primordial y ley estructurante de todos los ordenes posibles,
ha sido sobrepasada por las nuevas significaciones que el concepto ha adquirido. Es
precisamente en este sentido que creemos que el ordenamiento inherente y trascendente
del sistema en sí mismo, por la acción de permanecer sujeto a “leyes” es completamente
arbitrario y eventualmente puede “naturalizar” cualquier contingencia relativa a este
aspecto.

Nuestra hipótesis fundamental, es que el concepto mismo de sistema-mundo capitalista
juega un papel doble que por una parte le permite constituir una categoría útil como un
relato que permite interpretar la Historia, y por otra debe ser fundamentalmente tenido
en cuenta como el punto nodal de su discurso mismo, la figura que “acolcha” y da
sentido a conceptos que en otros contextos pueden ser leídos e interpretados de
múltiples formas, ya que los elementos que articula a su alrededor, adquieren un sentido
solo en función de este último. Lo anterior no quiere decir que el conocimiento
estructurado en torno a esta figura sea erróneo o falaz, es simplemente que más allá de
su imbricación, aparece una figura particular que determina su estructura y esta no es
otra que la del significante Amo:

        [...] basta con recordar el experto en mercados que aboga por fuertes
        ajustes presupuestarios (recortando gastos en seguridad social,
        etcétera) como si se tratara de una necesidad impuesta por sus
        conocimientos técnicos desprovistos de todo sesgo ideológico: lo que
        oculta es la serie de relaciones de poder (desde el papel activo de los
        aparatos del Estado hasta las creencias ideológicas) que sostienen el
        funcionamiento "neutral" del mecanismo del mercado.5


5
  Slavoj Zizek, Fragmentos de Violencia en acto. Conferencias en Buenos Aires, de próxima aparición
(Editorial Paidós). Artículo aparecido en Página/12 de Argentina.

                                                15
Es exactamente esta función del “naturalizar” ciertos comportamientos, de presentarlos
en forma de “ley” una de las cuestiones que incomoda en la racionalidad propuesta por
la estructura de la teoría de sistema – mundo, como ejemplo podríamos citar el hecho de
que si la condición hegemónica de un Estado nación, de una economía en particular
estructura hacia abajo el orden posible y los ordenes existentes, la acción política,
inclusive en el terreno “ideal” de las democracias quedaría reducida a una performance
alejada de todo contenido transformador y en cierto sentido, cualquier país distinto al
hegemónico estaría destinado a reproducir y seguir las sendas que la potencia
hegemónica impone en su derrotero. Lo anterior implica una causalidad lineal, una
forma precisa de desarrollo en el horizonte, un esquema a imitar, esto implica una
estructura que en ningún caso puede generar las condiciones de su propia superación y
condena a la Historia a un final fukuyamesco a la inversa. Volveremos sobre este punto.

En este caso no es la veracidad del contenido lo que esta en juego sino el uso de la
opción sistémica para el estudio de las sociedades con el objeto de representar la
historia de determinados grupos, pues en nuestra opinión adolece de al menos de un
defecto generado por la falta de una estandarización clara que es a la vez imposible:
Otorga en su dimensión de sistema, una cierta estructuración lógica en la forma de una
causalidad concreta, que creemos es, al menos insuficiente y en el peor de los casos
falaz.

Existe una imposibilidad inmanente, una limitación propia del lenguaje para describir lo
real6 Tal como Lacan lo señalara en el seminario XVII “sean cuales sean los hechos del
mundo, sea lo que sea lo que anunciamos, es la tautología de la totalidad del mundo la
que hace al mundo. Creemos que la historia de las rutas comerciales, de las
transacciones y la descripción en términos generales de los comportamientos
económicos de cierta porción de la población mundial en los últimos quinientos años,
con algunas de sus causas y consecuencias, no bastan para connotar la compleja
estructura de la sociedad mundial, si cabe ese concepto, en su totalidad.

Podemos afirmar que la capacidad tecnológica o militar de un país en particular, o la
capacidad de consumo de su población no alcanzan en lo absoluto para explicar la
posición del país en el sistema internacional. Muchas veces estas observaciones son solo
síntomas de fenómenos más complejos. Siempre existirán variables e interacciones de
diversa complejidad que no podrán ser asimilados en una explicación modélica del tipo
sistema – mundo que se presente como descriptivo a priori de los fenómenos sociales,
a escala global o local.


6
  Borges estaba plenamente consciente de esta imposibilidad y la puso de forma magistral: En aquel
imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda
una ciudad, y el mapa del imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no
satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un mapa del Imperio, que tenía el tamaño del
imperio y coincidía puntualmente con el “Del rigor en la ciencia” en: El Hacedor, Obras Completas,
Emecé Editores, Buenos Aires, 1974, Pagina 847.

                                                 16
Por otra parte el hecho que el mundo europeo del siglo XVI, en toda la extensión que
propone Wallerstein y sus desarrollos posteriores en el tiempo y en el espacio, puedan
ser interpretados en una lógica científico/sistémica, no implica de ninguna forma que
sean realmente un sistema. Y esta es justamente la dimensión que el análisis de sistema
– mundo no reconoce y que en cierta forma lo inhabilita para proceder en el análisis a
una distancia metodológica segura. Así podemos apuntar a que el sistema – mundo
como abstracción teórica, en su dimensión de relato transitivo para estudiar los
comportamientos de las sociedades y en este caso de la Sociedad mundial, por
definición puede tener un momento cero solo en su dimensión teórica y no en su objeto
de estudio o lo intransitivo:

       A finales del siglo XV y principios del siglo XVI nació lo que podríamos
       llamar una economía mundo europea. No era un imperio, pero no
       obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con el,
       algunas características pero era algo diferente y nuevo. Era un tipo de
       sistema social que el mundo en realidad no había conocido
       anteriormente, y que constituye el carácter definitivo del actual sistema
       mundial, era una entidad social pero no política, al contrario que los
       imperios las ciudades estado y las emergentes naciones estado. Es un
       sistema mundial, no porque incluya la totalidad del mundo, sino por que
       es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una
       ´economía mundo` debido a que el vinculo básico entre las partes del
       sistema es económico” (Wallerstein:2007:24)

Llama necesariamente la atención que Wallerstein parta su trilogía del sistema mundial
moderno con un capitulo denominado “Preludio Medieval”, con respecto a esto puede
argumentarse que el preludio podría ser eterno, transformarse en preludio del preludio y
así sucesivamente, al hablar del mundo en su totalidad los limites del tiempo/espacio
serán siempre difusos, de esta forma, aún cuando certeramente podamos decir que la
organización económica de tal porción de la especie logró sobrevivir y desarrollarse en
el tiempo – y que efectivamente el largo siglo XVI estructuró en buena medida la
imagen del mundo occidental moderno - las sendas por las que el capital se va
desarrollando generan mucho mas que una “economía”, en este sentido “lo económico”
no puede ser desintegrado de “lo cultural”, como observación complementaria a la
lógica geoespacial de Wallerstein, en el terreno cultural de los sujetos y las
colectividades también deberíamos necesariamente reconocer que el espacio simbólico,
el “orden simbólico” lacaniano se ha venido siendo desarrollado en una, si no infinita, al
menos incognoscible sucesión de procesos y acontecimientos.

Nuestra hipótesis es que la aproximación sistémica al capitalismo fracasa en su
pretensión historicista, la eterna reinterpretación de la historia lleva a un atolladero
irresoluble pues la búsqueda de linealidad causal, de la coherencia cientificista siempre
se superara a sí misma. En su origen como en su desarrollo el capitalismo fue y ha sido


                                           17
determinado causalmente, estructurado de formas múltiples y está siempre sujeto a
existencias y emergencias que por un lado lo implementan, lo desgarran y por otro lo
complementan. La reconstrucción de sus momentos anteriores es siempre la tarea
historiográfica del la actualidad y la tarea a implementar de todo constructo que
pretenda ser hegemónico.

Sostenemos por una parte, que no existe la posibilidad de implementar de una vez y por
todas un relato coherente que pueda describir la historia del capitalismo en su
completitud y que por otra, pretender maniobrar en el terreno de las causalidades de
forma definitiva y exacta es ciertamente imposible. Un poderoso síntoma acerca de lo
complejo que es construir un relato con el carácter de definitivo se refleja en la
interpretación de la temporalidad, es en este sentido en el que podemos enmarcar lo que
en la propuesta de Wallerstein nos parece incoherente, pues existe una consistencia
temporal contradictoria entre la enunciación del propósito del análisis de la “larga
duración” y su materialización:

       Si analizamos al planeta tierra a lo largo de su historia y describimos los
       patrones de coexistencia de las tres variantes (del concepto civilización)
       en el curso del tiempo rápidamente llegamos a una periodización que
       hasta le fecha cuenta solo con tres puntos de inflexión. El primer punto se
       sitúa entorno al -8000/-10000. En aquella época solo se supone que
       existían mini sistemas, no sabemos cuantos, o que duración tenía uno de
       ellos, ni siquiera conocemos muchos detalles acerca de su
       funcionamiento. Ignoramos mucho al respecto.(...) los sistemas mundiales
       adquieren, por el contrario, una escala opuesta, grandes divisiones del
       trabajo dentro de las cuales conviven y funcionan múltiples procesos
       culturales. Pueden distinguirse dos tipos de esa clase de sistemas de
       grandes proporciones: el imperio mundial, con una estructura política
       que lo ampara, y la economía mundial, que no cuenta con esa estructura
       (...) desde esa época hasta aproximadamente el año 1500 de nuestra era
       (...) podríamos trazar mapas en cualquier punto del tiempo y ubicar
       físicamente toda una serie de sistemas históricos, con los que
       alcanzaríamos una cantidad total incierta. El patrón cambiaba
       constantemente, por descontado, puesto que cada caso de cada variedad
       de sistema histórico pasaba a mejor vida. Los sistemas históricos nacían y
       se extinguían. Durante este periodo el imperio mundial parecía ser la
       “forma fuerte”. Con ello quiero decir que los imperios mundiales
       parecían expandirse y contraerse por cierta lógica interna (...) en algún
       punto cercano al 1500, se produjo un cambio cualitativo en este patrón,
       por primera vez en la historia del hombre, una economía mundial
       sobrevivió a su “fragilidad” y se consolidó como un sistema capitalista
       (Wallerstein:2007b:308)



                                          18
Probablemente esta sea la observación que mejor logra entregar el mensaje de la larga
duración y nos provea del origen desde el cual el sistema capitalista se ramifico, sin
embargo no vemos esta lógica replicarse en otros terrenos propios del análisis de las de
la sociedad, la larga duración está en gran medida ausente del análisis wallersteiniano,
salvo la enunciación de su presencia, y no aparece donde evidentemente habría de
hacerlo, esto es en aristas del análisis social aun mas determinantes o que al menos
parecen ser mas cercanas a constituir un efecto dentro del marco del desarrollo social.
Existen en el sentido de la interpretación en la “larga duración”, síntomas de una
excesiva rapidez en el procedimiento de clasificación ya sea por la omisión de
fenómenos que parecen cruciales en la perspectiva de la larga duración o por la
interpretación e inscripción de otros como trascendentales dentro de esta lógica, de
forma apresurada y equivocada tanto el nivel de coyunturas reales como de las
percibidas.

En este sentido expondremos, como ejercicio algunos puntos críticos, pues
reconocemos algunos macro procesos, solo parcialmente presentes en Wallerstein y
algunos sucesos equívocamente significados. El análisis de estos generan
contradicciones respecto al escenario de un futuro caótico e incierto, tal como
Wallerstein ha propuesto, como contrapunto ciertos antecedentes pueden sernos de
mucha utilidad:

        Si nos resistimos a abandonarnos a un economismo simplón, de
        derechas o de izquierda, marxista o neoliberal podremos medir, gracias
        a un inmenso material estadístico, la formidable progresión cultural del
        mundo actual, que se expresa a través de dos parámetros
        fundamentales: la generalización de la alfabetización y la difusión del
        control de la natalidad. Entre 1980 y 2000, la tasa de alfabetización de
        los individuos de 15 años o mas; es decir, la proporción de la población
        adulta que sabía leer y escribir, pasó del 40 al 67 por cien en Ruanda,
        del 33 al 64 por 100 en Nigeria, del 27 al 47por cien en Costa de Marfil,
        del 40 al 63 por cien en Argelia, del 77 al 85 por cien en Sudáfrica (...)
        este ejercicio puede llevarse a cabo en todos los países pobres, que
        parecen comprometidos en una carrera general hacia el desarrollo
        cultural, comprendidos los mas atrasados (...) El proceso no ha
        terminado; los niveles de desarrollo cultural siguen siendo muy
        variopintos. Pero es posible entrever, para un futuro no demasiado
        lejano, un planeta universalmente alfabetizado. Si tenemos en cuenta
        cierto principio de aceleración, podemos considerar que, en lo que
        respecta a las generaciones jóvenes, la alfabetización universal del
        planeta quedara terminada hacia 2030. La invención de la escritura se
        remonta aproximadamente a 3.000 años a.C, por lo tanto la humanidad
        habrá necesitado cinco mil años para culminar la revolución
        relacionada con la escritura.” (Todd:2003:27-28)


                                          19
La observación anterior, es tan solo una distinta forma de leer lo que Wallerstein
denomina la larga duración, pues esta no puede hablar por sí misma, Todd sigue los
parámetros temporales que serían esperables a la hora de generar una distancia de largo
plazo como perspectiva que ayudase a desplazar el análisis desde una orbita periodística
y lo situase a medio camino entre una histórica y otra Filosófica. Y quizás corresponda
fielmente a lo que Braudel denomino la lógica de la longue durée:

       Cuando los hombres, o más exactamente las mujeres saben leer y
       escribir, comienza el control de la fecundidad. El mundo actual, que
       permite esperar la generalización de la alfabetización para 2030,
       también está acabando su transición demográfica. En 1981, el índice
       mundial de fecundidad era todavía de 3.7 hijos por mujer. Una tasa así
       aseguraba la rápida expansión de la población planetaria y hacía
       verosímil la hipótesis de un subdesarrollo persistente. En 2001, el índice
       mundial de fecundidad cayó a 2.8 hijos por mujer, muy cerca del 2.1 que
       apenas garantiza la simple reproducción 1 por 1 de la población. A la
       vista de estas cifras es posible prever, para un futuro que ha dejado de
       ser indeterminado, tal vez hacia 2050, una población estacionaria, un
       mundo en equilibrio. El examen de los índices de fecundidad por país
       revela un hecho impactante: la desaparición de la frontera aritmética
       entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado (Todd:2003:29)

Sostenemos que la sola enunciación de un propósito teórico o la adscripción simbólica a
un espacio de los reconocidos como propios “de la crítica” (teoría crítica,
posmodernismo, biopolitica, post – política, posmarxismo) no exime de la realización
de este presupuesto y es en esta forma que, mas allá de lo que en Wallerstein aparece
como un coherente relato acerca de la historia del capitalismo, la historia de los últimos
quinientos años de Occidente, las continuidades estructurales están por lo general
relegadas. Lo anterior exige la superación del paradigma puesto que las “leyes”
propuestas como generalidad, en base a argumentos que en primera instancia parecen
lógicos, pero que al ser mirados mas de cerca se desvanecen en la pretendida
cientificidad de la lógica sistémica, corren el serio riesgo de ser tomados en serio y
constituirse rápidamente como leyes inmanentes de un sistema social, cuestión que
entraña inminentes riesgos en su instrumentación política.




                                           20
¿Revolución del ´68? ¿Mayo del ´68?




El primer síntoma que nos alerta de la distancia entre la enunciación del propósito y la
puesta en marcha del uso de la teoría es sin duda el procedimiento empleado para la
connotación de lo que para muchos historiadores y filósofos no han sido mas que
acontecimientos relevantes. Vemos esto en la significación que Wallerstein emplea para
designar los sucesos de 19687. Según Wallerstein representan una dimensión crucial,
uno de los tres puntos de inflexión importantes del sistema – mundo moderno y
constituyen formalmente una ´revolución`:

          1] El largo siglo XVI, durante el cual nuestro sistema –mundo
          moderno vio la luz como economía-mundo capitalista; 2] la
          Revolución francesa de 1789, como acontecimiento mundial que dio
          lugar a la dominación subsiguiente, durante dos siglos, de una
          geocultura para este sistema –mundo, cultura que fue dominada por un
          liberalismo centrista, y 3]la Revolución mundial de 1968, que presagió
          la larga fase terminal del sistema – mundo moderno en que nos
          encontramos y que socavó la geocultura liberal centrista que mantenía
          al sistema – mundo unificado (Wallerstein:2007:10)


7
  [...] el índice que señala esta fecha, el simple acto, el deíctico mínimo, el apuntar minimalista de este
fechado marca también otra cosa. ¿Qué? Pues bien, que quizá no disponemos de ningún concepto, de
ningún significado para nombrar de otra manera esta <cosa> [...] <Alguna cosa> tuvo lugar, se tiene
el sentimiento de no haber podido verla venir, y es innegable que la <cosa> tiene sus consecuencias.
Pero el lugar y el sentido mismo de este acontecimiento permanecen inefables, como una intuición sin
concepto, como una unidad sin generalidad en el horizonte, sin horizonte incluso fuera de alcance para
un lenguaje que confiesa su impotencia y en el fondo se limita a pronunciar mecánicamente una fecha, a
repetirla, a la vez como una especie de encantamiento ritual, conjuro poético, letanía periodística,
ritornelo retórico que confiesa no saber de este modo [...] el telegrama de esta metonimia (un nombre,
una cifra) muestra lo incalificable al reconocer que no se reconoce: ni siquiera se conoce, aun no se
puede calificar, no se sabe de que se habla. La anterior cita fue tomada del libro de Giovanna Borradori,
“La filosofía en una época de terror: diálogos con Jurgen Habermas y Jacques Derrida” (Taurus 2003) .
En el comentario, Derrida, hace referencia al uso de las designaciones metonímicas, en este caso
particular se refería al concepto de 11 de Septiembre de 2001. Sin embargo, el uso de tales designaciones
puede hacerse extensivo para la revisión de muchos de aquellos sucesos, designados por las fechas en que
ocurrieron. Siguiendo el ejemplo del 11 de Septiembre, vemos que designa al menos dos acontecimientos
importantes. Por un lado los aquellos sucedidos en Nueva York en 2001 y que han sido por lo general
designados como los acontecimientos del 11/9, que marcan “oficialmente” el inicio de la Guerra
Internacional Contra el Terrorismo. De igual forma los sucesos del 11 de Septiembre de 1973 que
“oficialmente” terminaron con el gobierno de la Unidad Popular en Chile. Ambos sucesos generan
lecturas radicalmente opuestas a las “oficiales” pues se tiene certeza de que en el caso Estadounidense la
invasión de Irak y Afganistán no tienen directa relación con la lógica del combate al terrorismo, el
argumento de las armas de destrucción masiva se demostró falaz. Para el caso chileno, existe siempre, aún
en contra de pruebas fehacientes, la infantil insistencia por parte de la “clase política” chilena de
minimizar e incluso poner en duda la importancia de la intervención de los Estados Unidos desde el
derrocamiento de Allende en adelante, una impostura que siempre está alejando a Chile de las posiciones
latinoamericanas.

                                                   21
Para efectos de nuestro análisis la contingencia que definitivamente atrapa en el análisis
de Lacan la teoría de Wallerstein, está situada en la radical diferencia en las lecturas
estos acontecimientos. Para Wallerstein, estos marcan un antes y un después, una
revolución, en lo que ha denominado la Geocultura, como concepto análogo y
complementario, en el nivel cultural al concepto de Geopolítica. En este sentido los
“acontecimientos” de 1968, son para la Geocultura del sistema-mundo, un quiebre sin
precedentes y una especie de inicio de una (en braudeliano) larga revolución cultural
(sobretodo en el sentido intelectual) de carácter permanente y en el seno mismo del
sistema, posibilitadas por dos condiciones fundamentales: por un lado la oposición a la
hegemonía estadounidense y a la colusión soviética con dicha hegemonía y por otro el
desencanto de aquel momento con la vieja izquierda en todas sus formas8:

        La revolución mundial de 1968 supuso, en buena medida, la rebelión
        contra las realidades creadas por los propios logros de los movimientos
        antisistémicos clásicos. La consecuencia organizativa de esta rebelión
        fue la aparición de un amplio abanico y multicolor de
        “nuevos”movimientos por todo el mundo: movimientos en
        representación de “minorías”, movimientos de mujeres, movimientos
        ecologistas, etc. Estos movimientos trataban de inventar una estrategia
        alternativa de transformación social. Digo “inventar” y no
        “implementar” por que una de las características mas notables de estos
        movimientos nuevos ha residido, desde 1968 en su indefinición respecto
        a la estrategia a adoptar a medio plazo. Se han mostrado firmes en
        cuanto a la perspectiva a largo plazo y a menudo en cuanto a la táctica
        a corto plazo, pero débiles y divididos acerca de la estrategia a medio
        plazo(Wallerstein:2007b:178)

Sostenemos que Wallerstein se apresura en la interpretación “revolucionaria” del
fenómeno y no solo eso, además comete un traspié metodológico en tanto traiciona
rápidamente la enunciada lógica de la larga duración al inscribir un suceso
completamente “fresco” de manera apresurada en la perspectiva del largo plazo, en este
sentido debemos recordar al mismo Braudel quien insistía en que la lógica de la
inmediatez periodística, del acontecimiento y de su captura funciona como una densa
capa nebulosa que no permite ver los hechos en su justa medida, en contravención con
la necesaria distancia analítica:

        La revolución mundial de 1968 la dispararon los descontentos de todos
        aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la
        hegemonía estadounidense. Los detalles de los levantamientos de 1968
        fueron distintos en las diversas plazas del sistema – mundo, pero esos
        levantamientos se dieron por todas partes: además de los obvios

8
 Immanuel Wallerstein: La decadencia del poder norteamericano, Editorial Trilce, Impreso en los talleres
de LOM, Santiago, Chile, 2005 pagina 56.

                                                  22
acontecimientos de 1968 en occidente y en Japón, que por lo general se
        señalan, yo incluyo la revolución cultural china que dio comienzo en
        1966 y la vuelta hacia un “socialismo con rostro humano” en
        Checoslovaquia en 1968, así como los diversos sucesos en México,
        Senegal, Túnez, India y en muchos otros países del Tercer Mundo[…]
        (Wallerstein:2005:56)

Tal significación solo podría ser evidenciada por la Historia, es decir en una
retrospectiva, prudente, a ciclo histórico cumplido o al menos en una etapa posterior del
devenir de nuestra civilización, razón por la cual no corresponde connotarlo en términos
de una revolución, quizá contingencia, fluctuación, pero no punto de inflexión. Lo cierto
es que dista de ser una coyuntura “positiva” en términos de variación de las relaciones
de dominación que articulan las sociedades contemporáneas.

Quizás una reseña al mundo del discurso, al menos en la orbita lacaniana de este puede
sernos de utilidad como contrarrelato puesto que para Lacan, los acontecimientos del
´68 aparecen significados por un juicio radicalmente distinto a la lectura propuesta por
Wallerstein, pues incluso siguiendo la pauta dictada por el análisis de las duraciones
largas, cíclicas, Lacan sitúo los sucesos del año 1968 dentro de la esencia revolucionaria
del sistema mismo (en sí), siguiendo la máxima de Marx, según la cual hay
acontecimientos históricos que solo pueden ser juzgados en términos de síntoma. Bajo
esta premisa Lacan observo en esta coyuntura especifica la transición de un discurso a
otro, en resumen una actualización, una sofisticación, de las típicas formas de
dominación:

          En lugar del orden simbólico único con su sistema de reglas a priori
          que garantizan la cohesión social, uno tiene la matriz de los pasajes de
          un discurso al otro. El interés de Lacan se centra en el pasaje del
          discurso del amo al de la universidad en tanto que discurso
          hegemónico de la sociedad contemporánea9

Lo anterior debe ser leído no como la extinción de la figura del Amo, sino como la
transmutación del discurso de este en el discurso de la universidad, como el tránsito
definitivo desde la autoridad política tradicionalmente identificada con el Estado
burgués, a la autoridad del experto, del especialista académico como ultima ratio de la
decisión política :

        En El reverso del psicoanálisis, Seminario XVII (1969-1970), sobre
        los "cuatro discursos", Jacques Lacan da su réplica a los
        acontecimientos de 1968. La premisa de ese seminario puede
        captarse mejor si se piensa como el reverso del conocido graffiti

9
 Yuranovic, Rosa, Estados de trabajo: Cartel: El envés del psicoanálisis, en: “El cuaderno de
navegación” Numero 3, 20 de agosto de 2006.

                                                   23
antiestructuralista en las paredes de París en 1968, "¡Las estructuras
        no caminan por la calle!". En ese seminario, Lacan se esfuerza por
        demostrar que las estructuras sí caminan por la calle, es decir, que
        los cambios estructurales pueden explicar estallidos sociales como
        los de 1968. No sorprende que la revuelta se localizara en las
        universidades: esto señaló el cambio hacia nuevas formas de
        dominación, en las cuales el discurso científico legitima las
        relaciones de dominación. La premisa subyacente de Lacan es
        escéptico-conservadora: el diagnóstico de Lacan es captado por su
        famosa réplica a los estudiantes revolucionarios: "Como los
        histéricos, están pidiendo un nuevo amo. ¡Lo tendrán!.10

En nuestra opinión, y para marcar el necesario contrapunto con la interpretación de
Wallerstein, existe por ejemplo, en procesos en marcha como la alfabetización mundial
un verdadero fenómeno de largo plazo. La humanidad en su conjunto está llegando a un
estadio de desarrollo - tal como lo vimos mas atrás - en el cual se avizora el final de la
revolución de la escritura. Confrontados a esa perspectiva, los acontecimientos de 1968,
son en el mejor de los casos, un episodio más en la larga duración de la historia del
pensamiento y de la articulación de los pensamientos por medio de la palabra y la
escritura:

        Vista desde hoy, gran parte de la retórica marxista, trotskista,
        maoísta y anarco-liberacionista del 68 parece verdaderamente
        ridícula, infantil y moralmente irresponsable (…) En la London
        School of Economics gritaban: ¿Qué queremos? Todo. ¿Cuándo lo
        queremos? Ya. Narcisos de bandera roja.11

Lo anterior nos lleva al inexorable problema de la conceptualización de los grupos
participantes en el movimiento o las “Clases” participantes en la “Revolución”. Puesto
que si existió una revolución, o al menos un tipo de movimiento, este no puede haberse
realizado en el vacío, a este respecto cabe la legitima pregunta, ¿quiénes fueron los
agentes de tales acontecimientos?

         La revolución mundial de 1968 la dispararon los descontentos de todos
        aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la
        hegemonía estadounidense. Los detalles de los levantamientos de 1968
        fueron distintos en las diversas plazas del sistema – mundo, pero esos
        levantamientos se dieron por todas partes: además de los obvios
        acontecimientos de 1968 en occidente y en Japón, que por lo general se
        señalan, yo incluyo la revolución cultural china que dio comienzo en
10
   Slavoj Zizek, Fragmentos de “Violencia en acto: Conferencias en Buenos Aires”, de próxima aparición
(Editorial Paidós). Articulo citado.
11
   Tymothy Garton Ash, “Historia de dos revoluciones” en: Diario El País de España, disponible en:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Historia/revoluciones/elpepusocdgm/20080511elpdmgpan_1/Tes

                                                 24
1966 y la vuelta hacia un “socialismo con rostro humano” en
       Checoslovaquia en 1968, así como los diversos sucesos en México,
       Senegal, Túnez, India y en muchos otros países del Tercer Mundo[…]
       (Wallerstein:2005b:56)

Llama poderosamente la atención el reconocimiento de la figura de: todos aquellos que
quedaron fuera del bien organizado orden... estos sujetos, colectividades o lo que hayan
sido deben ser puestos en un lugar dentro de la lógica de las clases, en la vieja
antinomia marxista, sabemos que el conflicto está dado por la existencia de la burguesía
y el proletariado. ¿Como enfrenta Wallerstein el tema de las clases o cual es su
análisis?, echemos un vistazo:

       Si los sistemas mundiales son los únicos auténticos sistemas sociales
       (fuera de las economías de subsistencia verdaderamente aisladas), esto
       implica que la emergencia, la consolidación, y los papeles políticos de
       las clases y grupos de estatus deben estudiarse como los elementos de
       este sistema mundial. Y a su vez se sigue que uno de sus elementos clave
       para analizar una clase o grupo de estatus no es solo el estado de su
       autoconciencia, sino la amplitud geográfica de su autodefinición Las
       clases siempre existen potencialmente [an sich]. La cuestión es bajo
       que condiciones adquieren conciencia de clase [fur sich], es decir, bajo
       que condiciones operan en las arenas político - económicas como un
       grupo, e incluso en cierta medida como una entidad cultural. Tal
       autoconciencia es función de las situaciones de conflicto. Pero para los
       estratos superiores el conflicto abierto y, por tanto, la conciencia clara,
       siempre son faute de mieux. En la medida en que los limites de clase no
       se hagan explícitos, en esa medida será mas probable que se mantengan
       los privilegios. Dado que en las situaciones conflictivas las múltiples
       facciones tienden a reducirse a dos en virtud de la formación de
       alianzas, es por definición imposible tener tres o mas clases
       (conscientes). Es obvio que puede existir una multitud de grupos de
       intereses ocupacionales que pueden organizarse para actuar en el seno
       de la estructura social. Pero tales grupos son en realidad una variedad
       de los grupos de estatus y de hecho a menudo se solapan con otros tipos
       de grupos de estatus, tales como los definidos por criterios étnicos,
       lingüísticos o religiosos. Decir que no puede haber tres o mas clases no
       significa, no obstante, que siempre haya dos. Puede no haber ninguna,
       aunque esto es raro y transitorio. Puede haber una, y esto es lo mas
       común. Puede haber           dos y esto es de lo mas explosivo
       (Wallerstein:2007:495 – 496)

De esta forma podemos apreciar que el gran problema de la conceptualización
wallersteiniana radica en que ante la ausencia de una tipología de los grupos o las clases


                                           25
sociales, el autor se aboca a reunir bajo el rotulo de “Movimientos Antisistémicos” a
una cantidad ilimitada de grupos diversos, cuyas peleas especificas, unificarían su
particularidad.

Nuestra hipótesis con respecto a este tema, es que en vieja terminología marxista, en el
mejor de los casos lo que Wallerstein ha insistido en llamar revolución en sus trabajos
de la década de 198012 es completamente susceptible de ser interpretado como una
“Revolución Burguesa”, no por que todos los elementos que participaran o quisieran
participar de ella pertenecieran o quisieran pertenecer a la clase Burguesa, sino, mas
bien por que los sucesos pueden ser inscriptos, dentro de la lógica capitalista de la
incesante revolución:

           no se trata de que, en un cierto momento de su desarrollo, el marco de
           la relación de producción empiece a constreñir un desarrollo ulterior de
           las fuerzas productivas; se trata de que este limite inmanente, esta
           “contradicción interna” es la que lleva al capitalismo a un desarrollo
           permanente . El estado normal del capitalismo es la revolución
           permanente de sus propias condiciones de existencia: desde el principio,
           el capitalismo “se pudre”, está marcado por una contradicción
           mutiladora, por la discordia, por una necesidad inmanente de
           equilibrio: esta es exactamente la razón de que cambie y se desarrolle
           incesantemente: el desarrollo incesante es el único modo que tiene para
           resolver una y otra vez, llegar a un acuerdo con su propio y fundamental
           desequilibrio constitutivo, la “contradicción (Zizek:2003:368)

El problema fundamental ante el cual nos encontramos dice relación acerca de la
situación de vacío fundamental con respecto a las clases, pues ni la conceptualización de
grupos económicos que ofrece el marketing ni la obsoleta antinomia marxista de
burguesía/proletariado parecen poder darnos una respuesta satisfactoria. De todas
formas, un mínimo análisis de las condiciones de posibilidad de llamar a los sucesos de
1968 “Revolución” en el un sentido “emancipatorio de las clases dominadas” nos lleva
a negar de plano aquel carácter:

           El motivo por el que 1968 (y su prolongación en 1969 y 1970) no fue la
           revolución, y nunca pareció que pudiera serlo, fue que los estudiantes,
           por numerosos y movilizables que fueran, no podían hacerla solos. Su
           eficacia política descansaba sobre su capacidad de actuación como
           señales y detonadores de grupos mucho mayores pero más difíciles de
           inflamar (…) Desde los años sesenta los estudiantes han conseguido a
           veces actuar así: precipitaron una enorme ola de huelgas de obreros en
           Francia y en Italia en 1968, pero, después de veinte años de mejoras sin
           paralelo para los asalariados en economías de pleno empleo, la

12
     véase, Wallerstein, 2007b: “1968, Revolución del sistema Mundial”

                                                    26
revolución era lo último en que pensaban las masas proletarias. Esta
       multitud de jóvenes con sus profesores, que se contaban por millones o
       al menos por cientos de miles en todos los países, salvo en los más
       pequeños o muy atrasados, cada vez más concentrados en grandes y
       aislados «campus» o «ciudades universitarias», eran un factor nuevo
       tanto en la cultura como en la política. Eran transnacionales, al
       desplazarse y comunicarse ideas y experiencias más allá de las
       fronteras nacionales con facilidad y rapidez, y seguramente se sentían
       más cómodos que los gobiernos con la tecnología de las
       telecomunicaciones. Tal como revelaron los años sesenta, no sólo eran
       políticamente radicales y explosivos, sino de una eficacia única a la
       hora de dar una expresión nacional e incluso internacional al
       descontento político y social. (Hobsbawm:1998:305)

La primera gran cuestión es intentar responder si acaso ¿el movimiento estudiantil
estuvo en ese entonces capacitado para proyectar su conocimiento hacia la sociedad, en
un terreno paralelo al del capitalismo o si es que simplemente este último, como
universal concreto no tiene escapatoria y tiene la necesidad de integrar lógicas que
incluso en una primera aproximación parecen inversas, con el solo objeto de
regenerarse. Cuando Wallerstein indica que La contracultura fue parte de la euforia
revolucionaria pero no fue políticamente capital para 1968. Y añade que “los
movimientos antisistemicos tradicionales han priorizado lo que denominamos Libertad
de la mayoría. Los revolucionarios del mundo de 1968 pusieron gran énfasis, en
cambio, en expandir las libertades individuales” no podemos menos que disentir, pues
ambas apreciaciones pavimentan el lugar desde donde marcamos nuestra distancia a su
interpretación, puesto que aquel juicio nos lleva involuntariamente a aceptar, como
Zizek bien lo ha puesto, la despolitización de la economía en otras palabras se nos está
invitando a aceptar implícitamente que toda emancipación es finalmente, particular e
identitaria y que puede articularse siempre dentro de los difusos limites del sistema –
mundo.

       Vivimos en un sistema que desde un principio implantó el racismo y el
       sexismo en sus estructuras. Y desde luego vivimos en un sistema que ha
       estructurado los mismos movimientos antisistémicos que han desafiado
       la legitimidad y la viabilidad del propio sistema (Wallerstein:2005b:51)

El capitalismo como conceptualización, a la manera marxista si se quiere, a diferencia
del sistema – mundo capitalista, estructura todo su contenido en la dialéctica del
antagonismo permanente, constituyente:

        La gran novedad de nuestra época post – política del “fin de la
       ideología” es la radical despolitización de la economía (la necesidad de
       reducir el gasto social, etc.) se acepta como una simple imposición del


                                          27
estado objetivo de las cosas. Mientras persista esta esencial
        despolitización de esfera económica, sin embargo, cualquier discurso
        sobre la participación activa de los ciudadanos, sobre el debate público
        como requisito de la decisión colectiva responsable, etc. Quedará
        reducido a una cuestión “cultural” en torno a diferencias religiosas,
        sexuales, étnicas o estilos de vida alternativos y no podrá incidir en las
        decisiones de largo alcance que nos afectan a todos (Zizek:2009:110)

En este sentido, “la revolución mundial de 1968” lejos de tener una significación
universal emancipatoria, se centró en aquellos grupos particulares cuyas “divergencias”
con el sistema, podían ser de una u otra forma resueltas, en resumen en aquellos que
pudieron resolver ciertos aspectos de su “diferencia” mediante un proceso de
integración dentro del sistema mismo, mediando un implícito desconocimiento o al
menos un “como si” se desconociese la dimensión sistémica de la (a la) cual se sirve.
Una vez superadas, estas divergencias por lo general de carácter racista y sexista, que
hoy toman sin duda las formas de matrimonios homosexuales, integración de los
migrantes en los mercados locales, etc.        ¿Podemos sostener que aquellos grupos
pierden su carácter subalterno? para valernos de la conceptualización wallersteiniana,
debemos ser capaces de notar la relativa volatilidad del carácter de un movimiento
antisistémico, puesto que este pierde su particularidad en el momento mismo en el que
su lucha singular, es reconocida y asimilada por parte del sistema (sistema – mundo en
este caso), pues el hecho de haber sido integrado, no guarda relación directa con el
cambio de funcionamiento del sistema, esto es, ni con el cese de la violencia, el dominio
o la explotación de las grandes masas, al contrario, podemos asegurar que se ha entrado
en el aparato generador de las asimetrías13.

Hasta este punto el sentido “revolucionario” debe ser desechado. Tal ha sido la
divergencia con respecto a la interpretación de los acontecimientos de 1968 que incluso,
hacia fines de la década de los 90, el autor tranzó parcialmente en su posición y cambió
el rótulo de Revolución, por el de Revolución Fallida (1968: El gran ensayo). En este
sentido debemos otorgar a Wallerstein el hecho de este viraje, pues los sucesos
acaecidos en el nivel local le dan la razón. Si observamos un fenómeno particular como
fue la Unidad Popular tenemos rápidamente dos constataciones importantes que validan
el carácter fallido de los acontecimientos, por un lado, parafraseando a Lacan en cuanto
a su consideración respecto de la URSS, podemos decir sin temor a equivocarnos que
desde aquellos años en Chile comenzó el reino del discurso de la Universidad . Esta
afirmación radica en la persistencia de la memoria acerca de los concejos obreros y las
asambleas estudiantiles, altamente “ideologizadas” en las cuales se afirmaban a viva voz
la existencia de la burguesía, del proletariado, la lucha de clases, el imperio, etc. Los
discursos de la época están llenos de aquellas figuras propias del marxismo pues este se
13
   Siguiendo la lógica anteriormente enunciada, queda de manifiesto que la denominada “agenda
valórica” representa fielmente la lucha cultural, el modo en el cual se resolvería la inclusión de grupos
tradicionalmente excluidos. Y en este mismo sentido, ¿no es acaso sintomático que el resultado concreto
de lo que Wallerstein ha denominado la Revolución Mundial de 1968, sea la píldora anticonceptiva?

                                                   28
incluía profusamente en las mallas curriculares de las diversas facultades y
departamentos universitarios a lo largo de todo el país. Sin embargo y para no caer en
un revisionismo hueco, sostenemos que el reino, la hegemonía del discurso de la
universidad en Chile, jamás se retiró de la escena.

En este sentido el grupo de economistas chilenos que desde mediados de la década del
setenta llego desde los Estados Unidos para integrarse en las primeras filas de los
cuadros burocráticos, conocidos como los chicago boys, (uno se siente tentado a decir
casi patológicamente), han creído ser los portadores de un conocimiento científico
puro, han personificado la función oracular de ser los mensajeros del verdadero
discurso económico. Al respecto la literatura abunda14 y no es el tema central de este
estudio, sin embargo, no puede existir total abstracción respecto a este tema, pues es del
todo actual, mas aún cuando se repiten incansablemente eslóganes como gobiernos de
“excelencia” o “de los mejores”, la vara es por supuesto el grado académico, cuestión
totalmente antojadiza y anti democrática. Los nuevos iluminados de universidades como
Harvard y Cambridge, quienes manejan las altas esferas de las decisiones económicas
son los indicados para hacernos ver a nosotros, simples mortales, el hecho de que la
pobreza es algo con lo que debemos aprender a vivir, y que un par de milagrosas
políticas publicas, mas la caridad harán el trabajo por nosotros. Esa postura es anti ética,
no podemos avalarla. El discurso anarquista, es en gran medida el síntoma de aquel
débil razonamiento de la pureza científica del mercado, su contraparte, también débil.
La pobreza puede ser superada, las condiciones están dadas, pero apuntar a una
estrategia concebida como una “guerra en contra de la pobreza” es hacer la ruta fácil y
carece de toda lógica, la cuestión es apuntar contra la extrema riqueza, ambas son
condiciones reciprocas, la una no dejará de existir sin la otra.

En este sentido, la ideologización de los movimientos teóricos no es en absoluto
patrimonio de las izquierdas, pues podemos estar seguros que su reverso “de derechas”
no es menos ideológico. Afirmar la existencia de un “libre mercado” como un axioma,
está cerca de la ilusión patológica, los países que ocupan posiciones privilegiadas en el
sistema, son países por lo general, tremendamente proteccionistas. La moda de las
conferencias, de los Gurúes económicos, las denominadas charlas motivacionales de
emprendimiento o liderazgo, los libros de autoayuda e incluso las nuevas formas de
religiosidad juegan un rol ideológico fundamental, puesto que no existe una frontera
clara entre el sentido abstracto de sus enunciados y la puesta en practica de sus formas
en el aparato productivo.

En el ámbito local, la despolitización de la economía guarda directa relación con la
“naturalización” de cierto tipo de postulados muy presentes en la teoría económica
hegemónica, como las recetas “despolitizadas” de “expertos” universitarios que

14
  Revísese la extensa investigación desarrollada por Naomi Klein en “La doctrina del Shock: El auge del
capitalismo del desastre”, Ediciones Paidós, Madrid, España 2007. En donde las menciones a Chile,
Pinochet, chicago boys, ocupan un lugar central.

                                                  29
evidentemente son hablados por un cierto tipo de racionalidad económica cuyos
resultados , ya a ciclo histórico cumplido podríamos juzgar en buena medida como
falaces. La naturalización de conceptos económicos e históricos, tiene por supuesto un
trasfondo político, por esto llama poderosamente la atención que no se repare
“académicamente” desde una posición crítica el hecho de que al menos los últimos tres
presidentes chilenos cuenten en sus currículos con estudios de posgrado en los Estados
Unidos, dos de ellos, desde que abandonaron sus magistraturas trabajen directamente
para Naciones Unidas, en Estados Unidos y dos connotados ex ministros del periodo de
“transición” hayan ocupado puestos de cabecera en organismos multilaterales
identificados con los Estados Unidos, El Fondo Monetario Internacional y la
Organización de Estados Americanos. Lo que supone, como no, un orgullo para la
clase política chilena.

Volviendo al viraje hacia el carácter fallido de la “revolución mundial de 1968”,
sostenemos que ambas conceptualizaciones pueden o no ser complementarias sin
embargo, no hace sino, traicionar doblemente la lógica de la larga duración, inscripta en
este caso particular, solo nominalmente en su obra. ¿Es el pasar de una década, en la
lógica de la larga duración, importante para redefinir el carácter de un acontecimiento?
En el mejor de los casos, y en el mismo sentido en que en Francia todavía se lee la
revolución de 1789, los sucesos de 1968 están aún en marcha, generando consecuencias.
La sucesión de la economía en sí misma, mas allá del marco teórico al cual se adscriba,
la economía como proceso constituyente de las sociedades debe ser leída como un ser
un proceso inconsciente, puesto lo indeterminable que es la generación de efectos por
causas no claras. Según entendemos, es que históricamente después de 1968 la forma en
la que el conocimiento expresado en la ciencia social se ha materializado, poco tiene
que ver con un sentido emancipador en el sentido de enfrentar la contradicción sobre la
cual se constituyen las sociedades o los sistemas humanos, en un área geográfica
determinada.




                                           30
De una Teleología extemporánea




Dar un paso realmente agresivo constituiría en definitivamente asumir la teoría
wallersteiniana de los sistemas – mundo como una depurada y última forma sociológica
de la teoría económica socialdemócrata hegemónica o como el reverso, aún
políticamente correcto del discurso económico neoliberal. Bajo este punto de vista
podríamos leer la imagen de sistema – mundo como el reverso de la imagen del
mercado,(significantes vacíos, dependientes de sus cadenas de equivalencias) pues
ambas figuras solo pueden ser articuladas en relación a su contexto, de esta forma toda
referencia a ellas es altamente imprecisa, o tal como lo afirmara Lacan: “No hay
ninguna significación que se sostenga si no es en referencia a otra significación”15. Si
nos atenemos al modelo propuesto por el sociólogo francés Emmanuel Todd,
encontramos una ubicación común en la cual podríamos colocar tanto a la teoría de
sistemas – mundo y como a la teoría económica corriente, en su versión neoliberal:

        El estudio de la economía internacional se puede subdividir en dos
        grandes categorías. La primera, la economía pragmática, parte de la
        vida económica real, en su diversidad histórica y geográfica, para
        conseguir dar una representación simplificada pero utilizable dentro de
        un esquema causal (...) La segunda, la economía escolástica, parte del
        axioma del homo oeconomicus, calculador y racional. De ahí deduce
        leyes y después busca en la realidad aquello que puede tener alguna
        relación con proposiciones a priori. A menudo se encuentra próxima a
        la escolástica medieval debido a su voluntad de deducir la realidad de
        su primer principio: cuando los hechos no están de acuerdo con la
        teoría, es capaz de elegir heroicamente la teoría, igual que Adam Smith
        cuando presenta en 1776, en La riqueza de las naciones, el
        librecambismo como el camino real hacia la prosperidad, incluso en el
        momento que su propio país, el Reino Unido, es ejemplo de un despegue
        perfectamente logrado en condiciones de fuerte proteccionismo
        (Todd:1998:75)

Tomando en cuenta lo anterior, podríamos aventurarnos a afirmar que tanto la teoría
hegemónica de la economía actual, como la teoría de los sistemas – mundo
corresponden a explicaciones altamente modélicas o explicaciones propias de lo que se
denominó por Todd como la economía escolástica. Nuestra posición se sostiene en
algunas incógnitas y homologías de la estructura racional wallersteiniana con la teoría
económica liberal corriente.

15
  Lacan, Jacques, “La instancia de la letra en el inconsciente”, escritos de Jacques Lacan, versión
electrónica, Pág. 5.

                                                    31
En este preciso sentido, y si tomamos en cuenta el carácter radicalmente ambiguo de la
imagen del final del sistema en Wallerstein, se estará en presencia del inverso, de la
versión “de izquierda” de la imagen de Desarrollo, no en la objetividad del momento o
lugar sino exactamente en la composición vacía de este, en otras palabras, en su
indefinición constituyente, que como sostenemos, es tan solo la forma de enunciar un
devenir incierto:

       Estamos frente a la incertidumbre. Que bueno que Ilya Prigogine nos
       diga que la incertidumbre es la realidad central del universo y no nada
       mas de nuestra actual situación histórica. Sigue sin gustarnos y la
       encontramos muy difícil de manejar psicológica y políticamente. Pero
       estamos obligados a hacerlo. Nos encontramos en la fase terminal de un
       sistema histórico, en una “época de transición”. En una época de
       transición estamos obligados a volver a nuestros deberes intelectuales y
       por tanto políticos. Lo primero es la búsqueda de lucidez sobre el lugar
       en el que estamos (Wallerstein:2005b:52)

Proponemos esta lectura análoga de la imagen de fin de sistema, a la interpretación por
parte de la socialdemocracia, de la figura desarrollo, en tanto funciona para los países
que no lo detentan – países periféricos y semiperiféricos en la obra de Wallerstein –
como un lugar objetivo, como un devenir concreto. Esta similitud en negativo,
nuevamente nos remite a la problemática del significante Amo como forma
fundamental en el proceso de mistificación:

       El significante Amo es el significante de la potencialidad , de la
       amenaza potencial, de una amenaza que, para poder funcionar como tal
       debe permanecer como potencial [...] Como tal, el significante Amo es el
       sitio privilegiado en el cual interviene la fantasía, dado que la función
       de la fantasía es precisamente llenar el vacio del significante-sin-
       significado, es decir, la fantasía es en definitiva, en su aspecto mas
       elemental, el material que llena el vacio del significante Amo
       (Zizek:2005:92 – 93)

Sin situarnos en una posición psicoanalítica compleja sabemos según una lógica
estrictamente freudiana, que al experimentarse una experiencia traumática, los
mecanismos inconscientes tienden a la ficcionalización (mistificación/mitificación) de
los sucesos para evitar asumirlos como tales en su trauma, bajo una lógica similar,
sostenemos que esta es la función del significante Amo (en este caso: caos) en el terreno
de los últimos planteamientos wallersteinianos referentes a un “fin del sistema”.

La ficcionalización no es nada nuevo, ni una rara condición psicológica pues está
presente, con mayor frecuencia de la que uno esperaría, incluso en los relatos


                                           32
académicos y, en esta área opera tanto al nivel de la historia como en el de la economía.
Tomemos como ejemplo, la explicación del 11 de septiembre de 197316, por lejos el
mayor trauma de la historia reciente de Chile, y la distancia total entre las figuras de “el
pronunciamiento militar”, Propio de la derecha extrema “El golpe de Estado” Para la
izquierda y “el quebrantamiento de la democracia” en la interpretación hegemónica
socialdemócrata17.

La mistificación como aproximación descriptiva para designar un momento de
“incertidumbre” opera en el terreno teórico del relato del sistema – mundo en lo que
hemos percibido como una estructura teleológica. En esa misma dirección podemos
reflexionar acerca de si la inmanencia caótica propuesta por Prigogine, de la cual hace
uso Wallerstein, pasa a estar presente en el momento en el cual es enunciada
científicamente o ya estuvo siempre como trasfondo constituyente del sistema – mundo.
Lo que en términos prácticos vendría a socavar y “significaría” como caótica la realidad
incluso del relato mismo haciendo aun mas incierta la efectividad de la trama causal
propuesta por el autor:

        El sistema – mundo moderno en el que vivimos, el de una economía –
        mundo capitalista se encuentra precisamente en una crisis semejante y
        lo ha estado ya durante un tiempo. Esta crisis puede continuar por unos
        veinticinco a cincuenta años más. Puesto que una de las características
        centrales de tales periodos de transición es que nos enfrentamos a
        bruscas oscilaciones de todas las estructuras y procesos que hemos
        conocido como parte inherente del sistema – mundo existente, nos
        encontramos con que nuestras expectativas a corto plazo son
        necesariamente inestables. Esta inestabilidad puede generar una
        ansiedad considerable y por lo tanto violencia en lo que las personas
        intentan preservar los privilegios adquiridos y el rango jerárquico en
        una situación muy inestable. En general, este proceso puede llevar a


16
   Un muy buen ejemplo de cómo opera la noción lacaniana de “discurso de la Universidad” nos la
proporciono recientemente en una entrevista el actual ministro de Planificación del gobierno chileno,
quien al ser consultado acerca de si apoyaría nuevamente un golpe de estado en 1973, respondió: Es una
pregunta legítima sobre la cual académicamente uno puede justificar que haya habido un
pronunciamiento, pero si me preguntas si se alargó mucho o que las formas que se ocuparon fueron
incorrectas, a esas dos preguntas digo que sí. Periódico The Clinic, 24 octubre 2010. Edición digital.
17
   Nuestra lectura es que simplemente estos sucesos representan la entrada “forzosa” de Chile en la orbita
del sistema norteamericano, el punto en el cual la Hegemonía se desdibujo para transformarse en
violencia. Para llegar a ese punto, debemos necesariamente desprendernos de la imagen hegemónica
según la cual los sucesos del 11 de septiembre de 1973 constituyen en sí mismos tanto un fin, como
constituirían también el fin de un periodo de inestabilidad política. La significación que tales sucesos
toman en nuestra investigación es simple y se condicen con la imagen de un medio, un vacío o momento
intersticial en el cual el “exceso” hegemónico suspendió la soberanía – en un amplio campo - en favor de
la adopción de “medidas económicas” cuyo corolario han sido la desregulación a favor de la entrada
indiscriminada de capitales extranjeros, la apropiación de buena parte del aparato del Estado por parte de
alianzas de estos capitales con el grupo dominante, hasta su punto mas álgido en la identificación de
aquella lógica con el estado mismo.

                                                   33
conflictos sociales que pueden tomar una forma bastante desagradable
       (Wallerstein:2005:106)

Si nos resistimos a la tentación que conlleva esgrimir una interpretación sensacionalista
y nos atenemos a una estricta lógica de larga duración – tal como la propuesta en
Braudel - podemos apreciar el error que encierra la aceptación de una afirmación tal
como la enunciada acerca de que los conflictos sociales que pueden tomar una forma
bastante desagradable, en un momento preciso, pues aquel escenario no es en absoluto
patrimonio ni propiedad exclusiva de las fases decadentes del ciclo económico o fase B
del ciclo Kondratieff:

       Los periodos de expansión de la economía mundo son relativamente
       fáciles de describir. La producción se expande en general y en la
       mayoría de los sitios. El empleo está generalizado, la población crece.
       La prosperidad es el signo de la época (...) los periodos de depresión
       son mucho mas complejos. En primer lugar son mucho mas visiblemente
       desiguales. Hay regresión, estancamiento, retraimiento, tiempos
       difíciles, pero no para todos. La producción total de la economía –
       mundo tomada en su conjunto puede permanecer constante en términos
       del valor global o del a cantidad per cápita, pero esto puede ser el
       resultado del aumento de la producción en ciertas áreas o de la tasa de
       productividad, o de ambas cosas, contrarrestado por una disminución
       en otras. Los salarios reales de quienes tienen empleos pueden
       aumentar, pero el porcentaje de desempleo también puede aumentar.
       (Wallerstein:2003:177)

La violencia como constante en todas sus formas, (cuyos casos mas extremos han sido
los campos de exterminios masivos de uno y otro color político) ha sido llevada a cabo
tanto en las fases ascendentes como en las fase descendentes del ciclo económico. Basta
recordar la violencia racial que en los Estados Unidos se ha llevado a cabo en contra de
los afroamericanos, este fenómeno ha sido transversal a la fase económica. Las formas
violentas de exclusión se han dado a veces en la “naturalidad” de la fase “democrática”
y otras como síntoma de una aceleración histérica, no de proyectos alternativos al
capitalismo, sino de economías de “libre comercio” u otras “centralizadas” altamente
productivas como la soviética y la alemana, cuyos reversos violentos fueron
respectivamente el gulag y la shoah. No hay que olvidar que ambas experiencias se
llevaron a cabo en la fase A del ciclo económico de Kondratieff, por lo tanto podemos
asegurar que la violencia extrema, esto es sacando las formas “suaves” que finalmente
no tiene por resultado los asesinatos masivos, es inherente al sistema y representa en sí
misma, la condición de posibilidad de la lucha de clases, paradigma al cual el autor
adhiere explícitamente:


       Vivimos en un sistema en el que ha habido una lucha de clases
       permanentes. Vivimos en un sistema que ha supuesto la polarización


                                           34
continua de las poblaciones, en términos económicos políticos, sociales
       y ahora incluso demográficos (Wallerstein:2005b:50)

En resumen, para nosotros el mismo concepto de fin de sistema y su contraparte el
desarrollo son categorías que se desvanecen en el aire en cuanto intentamos
explicitarlas, cuya necesidad teleológica radica en lo traumático que resulta asumir las
contradicciones internas en las cuales las sociedades contemporáneas se estructuraron
en su historia, su presente y su devenir. Esta cuestión no carece de importancia en tanto
la función de una teoría no es otra sino la de ser la matriz desde la cual se construyen
posiciones filosóficas, políticas y las también denominadas políticas públicas, fuera de
todos los otros constructos de los que se nutre la actividad política. Lo anterior llama
poderosamente la atención, pues el anteponer a una época la etiqueta de crisis o avizorar
como posibilidad el fin del sistema, y o incluso un lugar como el desarrollo puede ser
capitalizado, desde diversos lugares, incluso desde aquellos indeseados e impensados
por el mismo autor. La estética de la emergencia acompañada del desmembramiento del
tejido social, son el terreno ideal para proyectos de corte antidemocráticos, de derechas
o izquierda. En esta misma línea, podríamos asegurar que la idea wallersteiniana del fin
del sistema, se corresponde fielmente con la imagen suavizada de sino un colapso al
menos un devenir tan incierto, que no puede siquiera ser puesto en palabras, esto aun
echando mano a los recursos “sistémicos” provistos desde la ciencia social, la
termodinámica y la física:

        [...] Las tendencias seculares están llegando a asíntotas que no pueden
       cruzar. Quiere decir que los mecanismos que se han usado hasta este
       punto para regresar el sistema a equilibrios relativos ya no funcionan,
       pues tiene que mover el sistema muy cerca de su asíntota. Quiere decir,
       en lenguaje hegeliano, que ya es imposible contener las contradicciones
       del sistema. Quiere decir, en el lenguaje de las ciencias de la
       complejidad, que el sistema se ha alejado de su equilibrio, que está
       ingresando a una etapa de caos, que sus vectores se bifurcan y que
       eventualmente se creara un nuevo sistema o nuevos varios sistemas.
       Quiere decir que el ruido en el sistema, lejos de ser un elemento que se
       pueda ignorar, pasará a primer plano. Quiere decir que el resultado es
       intrínsecamente incierto y que es creativo (Wallerstein:2005b:205)

Tomando en cuenta lo anterior no podemos olvidar que para Wallerstein los agentes
reales del cambio histórico son los movimientos antisistémicos, los que en la
particularidad de sus luchas propias (por lo general de carácter cultural: racistas y
sexistas, según Wallerstein), son los únicos que como contraparte a la acción del capital,
pueden presionar hacia la creación de un nuevo sistema, mejor o peor que el anterior. La




                                           35
posición por excelencia de los grupos antisistémicos tal como Wallerstein los connota,
esta dada principalmente por presentar una lucha, un movimiento18 o resistencia.

Dentro de la lógica de la acción, del movimiento, ¿no es acaso la figura del
emprendedor el reverso de la figura del sujeto antisistémico que opera al margen, pero
siempre en “oposición” o sea, en relación directa con el sistema? (que en este sentido es
ambivalente pues se sirve tanto de reflejo del sistema cultural como del sistema
comercial) así el emprendimiento es la acción mediante la cual el sujeto o una
determinada colectividad particular logran insertarse formalmente19 en el mercado, a
través de por ejemplo un microcrédito proveniente de un banco para la superación de la
pobreza, fondos o cualquier otra forma de financiamiento. Por contraparte en el caso de
la teoría de sistema – mundo el particular que compone los movimientos antisistémicos
es por, excelencia la figura de aquel que en un principio se define en oposición al
sistema por alguna condición particular ya sea de carácter cultural, religioso, sexual, etc.
siempre con el objetivo final de ser visibilizado, escuchado e integrado (anunciar en una
pancarta en letras muy grandes algo, no puede tener sino la finalidad de ser puesto en el
Orden Simbólico). Ambas figuras, tanto la del emprendedor como la del antisistémico,
son figuras que se anulan en cuanto el sistema reconoce, integra y domestica sus luchas
particulares, dejando tras de sí el estrato de la subalternidad intacto:

        En nuestra vida diana, deseamos (o pretendemos desear) cosas que no
        deseamos realmente, de modo que, en último término, lo peor que nos
        puede ocurrir es que logremos lo que «oficialmente» deseamos. La
        felicidad es, por lo tanto, inherentemente hipócrita: es la felicidad de
        soñar cosas que realmente no queremos. Cuando la izquierda actual
        bombardea al sistema capitalista con reivindicaciones que
        evidentemente éste no puede cumplir (¡Pleno empleo! ¡Continuidad del
        Estado de Bienestar! ¡Plenos derechos para los inmigrantes!), está
        básicamente jugando a un juego de provocación histérica: se dirige al
        Amo con una exigencia que a éste le será imposible cumplir y que
        pondrá, por lo tanto, de manifiesto su impotencia. No obstante, el
        problema de esta estrategia no consiste únicamente en que el sistema no

18
   Dentro de este marco sería muy interesante investigar hasta que punto la noción Wallersteiniana de
Movimiento puede encontrar su origen en la obra del psicoanalista Gilles Deleuze. Si existe tal
coincidencia, esta no ha sido declarada por parte de Wallerstein.
19
   La connotación “formalmente”, en este caso tiene un carácter taxativo, puesto que no tiene ninguna
lógica desconocer la existencia de mercados paralelos completamente activos, desde la piratería en todas
sus formas, hasta el mercado de las drogas, los que paradójicamente han sido desde siempre parte
constituyente del “mercado mundial” o “sistema - mundo” etc. y no una excepción. En este sentido, como
no recordar las muchas menciones al Mercado Negro en la época de la Unidad Popular como si aquella
figura hubiese sido la anomalía que finalmente causó el colapso del régimen. El contraste que balancea
esta contradicción es sin duda la versión documentada del financiamiento del gremio de los camioneros
por parte de agencias estadounidenses: “el sistema no esta realmente descompuesto en subsistemas
autónomos y antagonistas que separan dinero no mafioso de dinero mafioso. Aliarse a uno y combatir al
otro sería el único medio de corporizar una frontera (...) pero esta es una frontera entre los hombres y no
entre los capitales”. (Joxe:2003:125)

                                                   36
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Sebastián Arena: Elementos para una crítica del discurso hegemónico

  • 1. Elementos para una crítica del discurso hegemónico (Brasil, sistemas – mundo y Hegemonía) Sebastián Arena F. 1
  • 2. Post scriptum Concebir, ubicar y pensar a Chile como una partícula al interior de un sistema, tenga este sistema las formas y reglas que tenga, solo sería posible con la condición de que Chile existiera. Pero en contra de lo que se piense respecto de la inminente desaparición de Chile como entidad soberana, proponemos para efectos de la lectura de esta tesis, la siguiente hipótesis: Para todos aquellos nacidos desde 1973 en adelante, Chile no ha existido, (y esperamos esta condición sea tan solo la de un intersticio) el concepto, mera formalidad nominal, designa los vestigios de lo que alguna vez fue una republica. La abolición del Estado histórico en Chile no fue obra del anarquismo, ni tampoco una etapa en el tránsito desde el socialismo al comunismo. Fue el capitalismo como sistema, en su máxima expresión revolucionaria. Podríamos decir que la fase neoliberal del capitalismo mundial partió en Chile. La idea fue ejecutada por obra y gracia de una oligarquía no identificada con la Historia de la mayoría y el imperialismo de un país, hoy por hoy venido a menos. Aun cuando peligroso. Como sea en Chile operan fuerzas más poderosas que la nación. Ese algo, esa “cosa” ha decidido suprimir la identidad soberana del País con el fin de reducirlo a mero emporio de recursos y también de hombres. El sistema de dominación en Chile incluye el adoctrinamiento temprano, especifico e incluso espacialmente localizable de clases que no deben jamás encontrarse y correr como líneas paralélelas por los senderos de la producción, unos para gozar, otros para sufrir. Esa condición debe, según las clases dominantes, eternizarse. Concentraciones obscenas de capital, una “clase política”, “estamentos militares” y “sectas” u organizaciones secretas como el Opus Dei, Los legionarios de Cristo Schoensttat o la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, son solo algunas de las caras de un sistema de dominación con características difícilmente cuantificables, pero perceptibles y que generan efectos, a veces, altamente desagradables y dolorosos para las mayorías. Hacer la vista gorda es participar activamente. Ser apolítico es la forma más común y estúpida de participar en política. Santiago de Chile, Mayo, 2011 2
  • 3. 3
  • 4. ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN .......................................................................5 2. PRIMERA PARTE: - NOTAS PARA UN ANALISIS .......................................................8 - DEL SIGNIFICANTE AMO Y LA ESTRUCTURA............................12 - ¿REVOLUCIÓN DEL 68? ¿MAYO DEL 68?.................................21 - DE UNA TELEOLOGÍA EXTEMPORANEA...................................31 3. SEGUNDA PARTE: - EL PRESENTE: ENTRE EL IMPERIALISMO Y LA HEGEMONÍA...................................40 - ¿ENTRE EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y EL IMPERIO A SECAS?...............48 - MAS ALLA DEL IMPERIO...........................................................50 - UNIFICACION CAOTICA............................................................56 - GENOCIDIO SOCIOPOLITICO........................57 - CHILE Y EL PESADO COSTO DE LLEVAR LA HEGEMONIA NORTEAMERICANA..........62 - BRASIL ENTRE LA CONTRAHEGEMONIA Y EL SUBIMPERIO......70 4. CONCLUSION ..........................................................................79 5. BIBLIOGRAFÍA .........................................................................82 4
  • 5. INTRODUCCION Originalmente la propuesta de esta tesis era ejecutar un análisis dentro de la teoría de sistema – mundo de Immanuel Wallerstein, acerca de la potencial situación hegemónica que eventualmente envolvería a Chile por una parte, y a Brasil por la otra. La propuesta teórica desde la cual pretendíamos llevar a cabo tal misión, nos proveía de un marco totalmente coherente, de limites claros y definiciones operacionales precisas, en ese sentido sus imponderables eran relativamente escasos y existía documentación bibliográfica de sobra para estructurar la historia y el devenir de nuestra relación – objeto con bastante precisión. No está de mas reconocer el sentido abiertamente crítico de este enfoque, pues ha hecho escuela dentro de esa lógica y ha encontrado en muchos libros, intelectuales y aulas un lugar para su difusión. Sin embargo al poco andar, percibimos las falencias que – incluso este muy respetable e ingente esfuerzo teórico – podía incorporar. Nuestra intención, si es que existe algo como una intención en el terreno del estudio, ha sido la de no caer en ninguna postura concreta y tratar de ubicarnos en la posición “privilegiada” del analista, aquel que puede a través de los diversos elementos de juicio, dilucidar las fortalezas y debilidades de los hechos y de la teoría en general para, a través de su interpretación precisa, situar al resto, al menos cerca de la verdad o lo verdadero . Pero sabemos que esta situación es imposible, sabemos que no existe tal lugar de privilegio y que el manto por el que algunos especialistas pretenden estar cubiertos, es finalmente un escudo, un refugio potencial para no ser nunca “superados” por el avance de la ciencia, del conocimiento. Si existe alguna certeza en el estudio que proponemos, es tan solo la certeza que el sistema capitalista nos provee como terreno de desarrollo de las contradicciones que estructuran las sociedades modernas. Aun cuando se pueda poner en completa duda el mismo concepto de sociedad. De tal forma esta investigación se transformó en su primera parte, en una crítica al análisis de sistemas – mundo propuesto por Immanuel Wallerstein y su teoría. El ejercicio que se lleva a cabo, no merece ser llamado “deconstruccionista” pero sí analítico en el mas amplio sentido del termino, pues pasa indistintamente del fondo a la forma, del texto a su estética y viceversa sin respetar ningún protocolo metodológico ni teórico. 5
  • 6. La segunda parte intenta ser propositiva, pues se trata de presentar algunos elementos que sirvan al menos como puntos de fuga para comprender un mundo que en el mismo momento en que nos aprestamos a comprender, se desdibuja y reconstruye de manera incesante. La hegemonía como concepto amplio resulta ser el primero de estos puntos de fuga, la plasticidad de aquel recurso sirve de manera fundamental para llevarnos al terreno mismo en el cual las disputas de poder se constituyen. De esta forma planteamos un recorrido desde la generalidad hacia lo particular, desde el espacio propio del Estado hegemónico, hacia la región latinoamericana y la proyección de las luces y sombras que aquella relación ha generado, sobretodo en los últimos decenios. Nos detenemos en un punto que nos gustaría no haber tenido jamás que tocar, pero la memoria exige no olvidar a ninguno de los latinoamericanos muertos victima de la violencia política. Finalmente aterrizamos en el problema de las condiciones de posibilidades y los desafíos que para Chile traerán los realineamientos de poder a nivel mundial. Esta tesis, ha sido escrita en Chile, por un chileno y con el mejor animo de que este país sea capaz, en algún momento de retomar la identidad extraviada en el nombre de la relación hegemónica chileno - estadounidense. En el terreno metodológico, está extendido el uso de citas a diversos autores, se optó por un sistema de referencia que no abultara de manera innecesaria los pie de pagina, haciéndolos funcionales a comentarios, a veces largos, pero que de otra forma entorpecerían la lectura del texto. En la bibliografía puede encontrarse el detalle de los libros usados. Por otra parte, se han mantenido en idioma ingles todas aquellas referencias hechas en ese idioma, se trató de reducirlas al máximo. Las negrillas y las cursivas y algunos corchetes se usaron para resaltar ciertos conceptos y ciertas palabras, tampoco se ha querido abusar de aquellos recursos. El mas grande de los agradecimientos al profesor Martín Perez Le – Fort, por guiar este esfuerzo y por sus enriquecedoras conversaciones. Los errores, que son muchos, corresponden plenamente al autor. Santiago de Chile, Enero de 2011. 6
  • 8. NOTAS PARA UN ANALISIS DEL ANALISIS DE SISTEMAS-MUNDO. “Por supuesto, los análisis de sistema-mundo son de hecho una gran narrativa [ ...] todas las formas de saber incluyen, necesariamente grandes narrativas, pero algunas de estas narrativas reflejan la realidad con mayor precisión que otras” Immanuel Wallerstein “sean cuales sean los hechos del mundo, sea lo que sea lo que anunciamos, es la tautología de la totalidad del mundo la que hace al mundo" Jacques Lacan Este capitulo no trata acerca de cómo ubicar dentro de la teoría de sistema – mundo el análisis de una situación política concreta, más bien trata de lo contrario, ubicar la teoría de sistema – mundo wallersteiniana como un objeto de estudio entre las llamadas teorías críticas que han operado como contrapeso de los discursos dominantes en el seno del capitalismo contemporáneo que estructura nuestra realidad. Por lo tanto, debemos prevenir acerca del deslizamiento que tomara nuestro análisis ya que creemos que una reflexión amplia – que incluya a su vez una reflexión teórica - con respecto de este planteamiento en particular puede servirnos como plataforma para llevar a cabo un estudio y una reflexión mas completa acerca de un fenómeno político particular, en este caso, el estudio de la condición de hegemonía y su proyección a las relaciones entre Brasil y Chile. En el intento por producir un conocimiento útil a la teoría de las relaciones internacionales, hemos de reconocer ciertas influencias que estructuran el espacio y lugar desde el cual, se apunta en este capitulo, al análisis de una teoría ya formulada que goza de cierta popularidad dentro de lo que podríamos denominar, el ala crítica del stablishment. Para llevar a cabo este análisis, en este espacio de la investigación serán 8
  • 9. de fundamental importancia, algunos procedimientos y matrices que nos ha legado la lectura de los textos de Slavoj Zizek, cuyas investigaciones nos han dado la posibilidad de realizar una crítica amplia desde las humanidades y la sicología, a temas internacionales. De todas formas debemos puntualizar que el análisis que se pretende es finalmente político, no sicológico ni histórico, no pretendemos psicoanalizar la teoría de sistema - mundo, aún cuando creemos que aquel ejercicio sería de máxima utilidad. Zizek ha sometido a escrutinio varios de los mas importantes tópicos que hoy se plantean en el ámbito de las relaciones internacionales (hegemonía, ideología, multiculturalismo, globalización, etc.) y ha llamado la atención principalmente en dos aspectos: el primero es que para estudiar tanto a las sociedades, como al pensamiento e incluso los comportamientos que definen nuestro momento actual, debemos imbuirnos en el estudio del universal concreto de nuestra época: el capital. Entenderse dentro del marco del capitalismo o del sistema capitalista, será para nosotros la primera condición de posibilidad para llevar a cabo cualquier análisis, en este sentido nuestro locus no puede ser otro que el sistema capitalista o capitalismo a secas. Acerca de esta situación Wallerstein advierte en su definición de capitalismo: Éste no es un termino popular en las universidades por que está asociado con el marxismo, aunque desde el punto de vista de la historia de las ideas la asociación es cuando mucho parcialmente correcta. Fernand Braudel afirmó que uno puede echar al capitalismo por la puerta principal pero que volvería a entrar por la ventana. Yo defino al capitalismo de una manera particular: como un sistema histórico definido por priorizar la acumulación incesante de capital (Wallerstein:2005:124) El capitalismo ha moldeado el mundo a su imagen y semejanza durante siglos, todo lo hecho puede ser puesto en términos de ganancia y pérdida, traducido o extrapolado en términos monetarios, las sociedades tanto a nivel individual como colectivo, se han venido desenvolviendo en esta dimensión concreta de forma muchas veces inconsciente, determinando como “real” o “natural” constructos conscientes de otros, que formalmente estructuran el Orden Simbólico de la representación: Aquí se halla la diferencia lacaniana entre < la realidad > y lo <Real>: La < realidad> es la realidad social de las personas concretas implicadas en la interacción y en los procesos productivos, mientras que lo Real es la lógica espectral, inexorable y abstracta del capital que determina lo que ocurre en la realidad social. Esto puede experimentarse cuando se visita un país donde reina el desorden, donde el deterioro ecológico y la miseria a que se ve expuesta su población están presentes en cada detalle. Sin embargo, los informes económicos sobre dicho país pueden decir lo contrario, su economía puede ser y de hecho lo es en muchas ocasiones <financieramente sana>: La realidad 9
  • 10. no es lo que importa lo que importa es la situación del capital. (Zizek:2009:24) Esta última es la dimensión que mas nos interesa para reflejar la distancia y el vicio generado y generalizado en el uso y abuso de un concepto tan amplio como el de realidad, el que lejos de ser una categoría concreta, objetiva o científica como siempre se le presenta (con argumentos como: La realidad es así), funciona mas bien como una abstracción a la que debemos acercarnos teniendo en cuenta que en cierto modo esconde algo, pasando a ser en muchos casos el mejor disfraz de sí misma. Creemos que La realidad está constituida finalmente por las convenciones que estructuran el orden simbólico, lo que la economía escolástica1 ha denominado como la dimensión del “Ceteris Paribus”, una condición ideal, existente solo en el terreno del texto. Nuestra intención es extraer de la “realidad” el núcleo permanente, constante, su materia no transformable más allá incluso de las diversas lecturas que puedan hacerse, ¿es posible lograrlo? la única respuesta desde nuestra perspectiva es que no intentarlo constituye el error fundamental. El ejercicio de intentar derribar las convenciones puede ayudarnos en una primera instancia a comprender esta dimensión de la realidad para enfrentárnosle, despojarla de su “neutralidad” y para así descubrir tras ella el complejo escenario de las relaciones hegemónicas. Como consecuencia de lo expresado mas arriba, hemos decidido utilizar como herramientas para llevar a cabo el análisis de la teoría de sistema-mundo en tanto discurso, algunas precisas categorías y básicos conceptos del psicoanálisis lacaniano y reconocemos en Zizek el mediador de este uso. Nuestra elección se basa en el aporte que esta línea de pensamiento asigna al discurso como objeto de estudio, distanciando al objeto del hegemónico, al menos en la teoría crítica, sentido foucaltiano, esto es: la investigación en el terreno del método arqueológico, que busca extraer del discurso, el saber/poder inscripto en lo textual, ni tampoco estudiar al discurso bajo la lógica habermasiana, centrada en el lenguaje como la condición, en última instancia, de la comunicación efectiva entre distintos actores (intersubjetiva). Nuestro análisis se centrará mas bien en la categoría básica de - al menos en lo que se ha denominado el “Lacan viejo”– del discurso como vinculo social y por lo tanto, práctica constituyente de los antagonismos sociales generados desde y por el capital, cuya omnipresencia jerarquiza, da forma y estructura las sociedades contemporáneas: distinguir lo actual del discurso, como una estructura necesaria, de algo que va mucho más allá de la palabra, siempre más o menos ocasional. Incluso prefiero, como lo hice notar un día, un discurso sin palabras. Es que en verdad sin palabras esto puede perfectamente subsistir. Subsiste en algunas relaciones fundamentales, las cuales literalmente, no 1 Para una definición del concepto de economía escolástica, Véase Pagina 28. 10
  • 11. podrían subsistir sin el lenguaje, sin la instauración, por medio del instrumento del lenguaje. de un cierto número de relaciones estables en cuyo interior puede, ciertamente, inscribirse algo que va mucho más allá, que es mucho más amplio de lo que hay en las enunciaciones efectivas. No existe ninguna necesidad de estos enunciados para que nuestra conducta, para que eventualmente nuestros actos, se inscriban en el cuadro de ciertos enunciados primordiales (Lacan:1992:15) Bajo está concepción de discurso, nuestra intención es ver hasta que punto esta teoría que por su mismo autor es catalogada como holística y crítica, constituye un relato que se presenta ante nosotros como la Historia del sistema capitalista desde el fin del Medioevo hasta nuestros días. Nuestra apuesta es que fuera del campo interpretativo, esta teoría cumple de cierta forma una función inesperada, puesto que mas allá de su contenido textual, el que al igual que cualquier texto de economía liberal, nos intenta conectar con una coherencia y “naturalidad” a juzgar por nosotros, inexistente. cumple además como un aglutinador de discursos “críticos” o al menos como vehículo de cierto “eco crítico flotante”. Intentar este análisis desde este punto de vista presupone el uso, en función de nuestra crítica, de algunos conceptos fundamentales de la escuela lacaniana, básicamente los conceptos de: “discurso de la Universidad” y “significante amo”. 11
  • 12. Del Significante Amo y la estructura. Como primera constatación, entenderemos la teoría de sistema - mundo como un discurso específico, el que - como sostenemos – sirve como uno de los puntos nodales de la matriz de lo que Lacan denominó el Discurso de la Universidad.2 En un nivel mas estructural, la teoría de Wallerstein es un intento por ordenar y dar coherencia, en el marco de la teoría de sistemas, a un cierto cúmulo de conocimientos, de antecedentes bibliográficos que por separado actúan en sí mismos dentro del terreno de la historiografía, la economía y la sociología como relatos autónomos y aislados, los que al ser interpretados dentro de una lógica sistémica son concatenados para producir el efecto de un todo. Por lo tanto cabe dejar establecido el hecho de que no estamos frente a una investigación primaria ni exploratoria que como resultado haya arrojado la figura del sistema, proponemos que en la estructuración predomina un ordenamiento a priori, puesto que se trata de un trabajo esencialmente interpretativo de fuentes secundarias, que son puestas en conjunto en función de la figura misma del sistema – mundo, que para estos efectos tiene una particularidad que estructura la lógica misma de su forma: La categoría de point de capiton (punto nodal, en nuestra terminología) o significante-Amo, que implica la noción de que un elemento particular asume una función “universal” estructurante dentro de un cierto campo discursivo – en realidad, cualquier tipo de organización que ese campo tenga es tan sólo el resultado de esa función – sin que la particularidad per se del elemento predetermine a esa última (Laclau:2010:12) La anterior condición exige que el lector, por medio de los elementos propuestos por el autor, compartir en última instancia, la creencia de que el sistema – mundo en sí, su historia, es decir, la del capitalismo europeo y sus desarrollos posteriores se han constituido en base a la concatenación lógica y secuencial de los momentos inscriptos 2 Para explicitar nuestra posición con respecto a lo que entenderemos por discurso de la Universidad, valga la siguiente aclaración: A pesar de que hoy circula ampliamente la noción de Lacan de “discurso de la Universidad”, pocas veces se la utiliza en su significado preciso (que designa un “discurso” especifico, un vinculo social). Lo habitual es que se la interprete como una vaga noción de cierto discurso que forma parte de la maquina interpretativa académica. En oposición a este uso, siempre debe tenerse presente que, para Lacan, el discurso de la universidad no está directamente vinculado a la Universidad como institución social – por ejemplo, sostiene que la Unión Soviética era el puro reino del discurso de la Universidad” (Zizek:2005:11) Por lo tanto, nos referiremos al discurso de la Universidad como un constructo que mas allá de su supuesta neutralidad no es sino una estructura ideológica sustentada en posiciones políticas definidas, que contienen en sí una postura nada imparcial y cuya mayor fortaleza, es exactamente el estar cubierta de una supuesta transparencia derivada de la imparcialidad con la cual se ha identificado históricamente. La neutralidad no es sino un disfraz. 12
  • 13. en el relato. Esta última condición, transforma la viabilidad del relato, para el investigador en una cuestión de fe. Por otra parte el concepto sistema si bien es de uso corriente en las ciencias sociales es en este caso preciso engañoso, primero por que significa a la totalidad del mundo3 y segundo puesto que incorpora en su enunciación una fuerte carga científica, que puede ser leída como una barrera. Reconociendo esta y otras dimensiones “incomodas” en el giro sistémico podemos observar el hecho de que, en las explicaciones con esta connotación de “lo internacional”, se esconde una transfiguración riesgosa4 de al menos dos planos que conviene identificar y tener presentes. El de la representación científica por una parte y el plano “Real” por otra. Debe hacerse una necesaria distinción, al menos en lo que respecta a estos dos planos fundamentales: to develop the distinction between epistemology and ontology, Roy Baskhar employs the terms transitive and intransitive. Our knowledge of the world is described as “transitive” and is actively embodied in a set of theories which form a kind of raw material for scientific practice. Transitive knowledge corresponde to Aristotelian material cause or antecendtly established knowledge which is used to generate new knowledge. This includes established theories, models, methods, facts and so on. The practice of science, although it studies the intransitive object. By contrast the intransitive is that which science seeks to to study. Intransitive objects of knowledge are those structures, relations, processes and generative mechanisms which exist independently of us in a relatively enduring state. Therefore, while science is a transitive process with antecedent knowledge that is depend on human activity, its object are intransitive objects which do not depend on either (Joseph:2002:4) Otra de las particularidades de la utilización de la figura de sistema, es que sirve como instrumento con el fin de aglutinar relatos autónomos, síntoma de aquello es la imbricación dentro de esta figura de elementos de las ciencias duras y relatos inscriptos dentro de las teorías sociales identificadas como críticas. Por ejemplo del marxismo 3 En este punto la definición del sistema – mundo es lo suficientemente ambigua como para ser pasada por alto: [...] los únicos sistemas sociales reales son, por una parte las economías relativamente pequeñas, altamente autónomas , de subsistencia, que no formen parte de ningún sistema que exija tributo regular; y, por otra parte, los sistemas mundiales. Es preciso distinguir a estos últimos de los primeros, por que son relativamente grandes; es decir, constituyen en lenguaje familiar verdaderos <<mundos>>. (Wallerstein:2007:490) 4 En esta dirección hay que tener en cuenta que mas allá de todo lo certera que pudiese ser la descripción wallersteiniana en el ámbito de las relaciones internacionales, el hecho de que alguien sostuviera en la actualidad académicamente o coloquialmente que estamos “realmente” en un sistema-mundo (tal como hace el autor) recordaría fielmente a aquellos que en la década de 1970, en Chile durante la Unidad Popular realmente sostenían pelear contra el imperio Yanqui y a su reverso, algunos sectores oficiales, la Democracia Cristiana y la derecha, quienes persistían en la apreciación de la UP como un satélite del sistema soviético. Volveremos sobre esto mas adelante. 13
  • 14. clásico las nociones de clase, lucha de clases, modos de producción y división internacional del trabajo, de la escuela cepalina, el tema del subdesarrollo y la relación centro/ periferia y por último, los ciclos económicos largos de Kondratieff. En este preciso sentido proponemos que la categoría de sistema – mundo funciona como un ordenador de relatos dispersos, puesto que el limite de una u otra contingencia, dentro de estas formas teóricas esta siempre determinado apriorísticamente por una figura que remite a la significación buscada, esta función esta descrita en la noción discursiva de Lacan, de la siguiente forma: En “lacanés”, en todo conjunto de significantes hay siempre “al menos uno” que funciona como el significante de la falta misma del significante. Este es el Significante Amo: el significante “vacío” que totaliza (“acolcha”) el campo disperso; en él, la cadena infinita de causas (“conocimiento”) es interrumpida por un acto abismal, no fundado y fundante de violencia [...] en Lacan, el status del Significante Amo, el significante de la autoridad simbólica fundado sólo en sí mismo (en su propio acto de enunciación), es estrictamente trascendental: el gesto que “distorsiona” un campo simbólico, que “curva” su espacio al introducir en él una violencia no fundada, es, stricto sensu, correlativo a su establecimiento mismo; en otras palabras, en el momento en que sustraemos de un campo discursivo su “distorsión”, el campo mismo se desintegra (“se desacolcha”). (Zizek:1994:124-125) Es exactamente esta función de “acolchado” la que define con mayor exactitud a la figura del sistema – mundo dentro la teoría wallersteiniana. Solo teniendo en cuenta lo anterior se hace legible la idea de que todos sus elementos funcionan dentro de una lógica temporal y espacial concreta en la que no existen necesariamente coincidencias con las identificaciones tradicionales del tiempo y el espacio. Todos estos datos deben tomarse en cuenta para la teoría de sistema - mundo en relación con la propuesta hecha por Braudel (maestro de Wallerstein) quien propuso una categorización de los tiempos sociales como: el tiempo corto de los ´acontecimientos´ usado por los académicos idiográficos y el ´eterno` de los científicos sociales nomotéticos . El prefería otros dos tiempos sociales a los que consideraba mas básicos: el tiempo estructural que era de larga duración y reflejaba la continuidad (pero no la eternidad) de las realidades estructurales, y que denominaba longue durée y el tiempo cíclico de los altibajos que ocurren dentro del marco de un tiempo estructural (Wallerstein:2005:138) Bajo esta perspectiva se puede interpretar, un siglo como el siglo XVI mas allá de su duración centenaria e indica mas bien, el inicio de un proceso social particular. La 14
  • 15. misma lógica se ve replicada en el uso de los continentes históricos, los que según el autor, no deben coincidir necesariamente con los espacios reflejados en los mapas y pueden, ser re-significados por designaciones de carácter cultural o económico. El ejemplo más cercano de estas designaciones zonales particulares lo encontramos claramente en la distribución geográfica en la que Huntington sitúa las distintas civilizaciones en su teoría del Choque de Civilizaciones. Las anteriores son las coordenadas desde las cuales se construye el análisis de sistema – mundo como una estructura teórica lógica. Sin embargo y para esbozar lo que será desarrollado en la segunda parte de este estudio, la sensación principal que queda de la lectura de la obra, es la de la enunciación de la “hegemonía” como una “ley general” dentro de la unicidad del sistema – mundo y su Historia (“gran narrativa” para el postmodernismo, historicismo para la Filosofía) que literalmente, ordena al mundo en tanto construye una imagen de este que refleja una estructura jerárquica que está siempre predeterminada. La condición hegemonía identificada con un estado nación particular como condición primordial y ley estructurante de todos los ordenes posibles, ha sido sobrepasada por las nuevas significaciones que el concepto ha adquirido. Es precisamente en este sentido que creemos que el ordenamiento inherente y trascendente del sistema en sí mismo, por la acción de permanecer sujeto a “leyes” es completamente arbitrario y eventualmente puede “naturalizar” cualquier contingencia relativa a este aspecto. Nuestra hipótesis fundamental, es que el concepto mismo de sistema-mundo capitalista juega un papel doble que por una parte le permite constituir una categoría útil como un relato que permite interpretar la Historia, y por otra debe ser fundamentalmente tenido en cuenta como el punto nodal de su discurso mismo, la figura que “acolcha” y da sentido a conceptos que en otros contextos pueden ser leídos e interpretados de múltiples formas, ya que los elementos que articula a su alrededor, adquieren un sentido solo en función de este último. Lo anterior no quiere decir que el conocimiento estructurado en torno a esta figura sea erróneo o falaz, es simplemente que más allá de su imbricación, aparece una figura particular que determina su estructura y esta no es otra que la del significante Amo: [...] basta con recordar el experto en mercados que aboga por fuertes ajustes presupuestarios (recortando gastos en seguridad social, etcétera) como si se tratara de una necesidad impuesta por sus conocimientos técnicos desprovistos de todo sesgo ideológico: lo que oculta es la serie de relaciones de poder (desde el papel activo de los aparatos del Estado hasta las creencias ideológicas) que sostienen el funcionamiento "neutral" del mecanismo del mercado.5 5 Slavoj Zizek, Fragmentos de Violencia en acto. Conferencias en Buenos Aires, de próxima aparición (Editorial Paidós). Artículo aparecido en Página/12 de Argentina. 15
  • 16. Es exactamente esta función del “naturalizar” ciertos comportamientos, de presentarlos en forma de “ley” una de las cuestiones que incomoda en la racionalidad propuesta por la estructura de la teoría de sistema – mundo, como ejemplo podríamos citar el hecho de que si la condición hegemónica de un Estado nación, de una economía en particular estructura hacia abajo el orden posible y los ordenes existentes, la acción política, inclusive en el terreno “ideal” de las democracias quedaría reducida a una performance alejada de todo contenido transformador y en cierto sentido, cualquier país distinto al hegemónico estaría destinado a reproducir y seguir las sendas que la potencia hegemónica impone en su derrotero. Lo anterior implica una causalidad lineal, una forma precisa de desarrollo en el horizonte, un esquema a imitar, esto implica una estructura que en ningún caso puede generar las condiciones de su propia superación y condena a la Historia a un final fukuyamesco a la inversa. Volveremos sobre este punto. En este caso no es la veracidad del contenido lo que esta en juego sino el uso de la opción sistémica para el estudio de las sociedades con el objeto de representar la historia de determinados grupos, pues en nuestra opinión adolece de al menos de un defecto generado por la falta de una estandarización clara que es a la vez imposible: Otorga en su dimensión de sistema, una cierta estructuración lógica en la forma de una causalidad concreta, que creemos es, al menos insuficiente y en el peor de los casos falaz. Existe una imposibilidad inmanente, una limitación propia del lenguaje para describir lo real6 Tal como Lacan lo señalara en el seminario XVII “sean cuales sean los hechos del mundo, sea lo que sea lo que anunciamos, es la tautología de la totalidad del mundo la que hace al mundo. Creemos que la historia de las rutas comerciales, de las transacciones y la descripción en términos generales de los comportamientos económicos de cierta porción de la población mundial en los últimos quinientos años, con algunas de sus causas y consecuencias, no bastan para connotar la compleja estructura de la sociedad mundial, si cabe ese concepto, en su totalidad. Podemos afirmar que la capacidad tecnológica o militar de un país en particular, o la capacidad de consumo de su población no alcanzan en lo absoluto para explicar la posición del país en el sistema internacional. Muchas veces estas observaciones son solo síntomas de fenómenos más complejos. Siempre existirán variables e interacciones de diversa complejidad que no podrán ser asimilados en una explicación modélica del tipo sistema – mundo que se presente como descriptivo a priori de los fenómenos sociales, a escala global o local. 6 Borges estaba plenamente consciente de esta imposibilidad y la puso de forma magistral: En aquel imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un mapa del Imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con el “Del rigor en la ciencia” en: El Hacedor, Obras Completas, Emecé Editores, Buenos Aires, 1974, Pagina 847. 16
  • 17. Por otra parte el hecho que el mundo europeo del siglo XVI, en toda la extensión que propone Wallerstein y sus desarrollos posteriores en el tiempo y en el espacio, puedan ser interpretados en una lógica científico/sistémica, no implica de ninguna forma que sean realmente un sistema. Y esta es justamente la dimensión que el análisis de sistema – mundo no reconoce y que en cierta forma lo inhabilita para proceder en el análisis a una distancia metodológica segura. Así podemos apuntar a que el sistema – mundo como abstracción teórica, en su dimensión de relato transitivo para estudiar los comportamientos de las sociedades y en este caso de la Sociedad mundial, por definición puede tener un momento cero solo en su dimensión teórica y no en su objeto de estudio o lo intransitivo: A finales del siglo XV y principios del siglo XVI nació lo que podríamos llamar una economía mundo europea. No era un imperio, pero no obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con el, algunas características pero era algo diferente y nuevo. Era un tipo de sistema social que el mundo en realidad no había conocido anteriormente, y que constituye el carácter definitivo del actual sistema mundial, era una entidad social pero no política, al contrario que los imperios las ciudades estado y las emergentes naciones estado. Es un sistema mundial, no porque incluya la totalidad del mundo, sino por que es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una ´economía mundo` debido a que el vinculo básico entre las partes del sistema es económico” (Wallerstein:2007:24) Llama necesariamente la atención que Wallerstein parta su trilogía del sistema mundial moderno con un capitulo denominado “Preludio Medieval”, con respecto a esto puede argumentarse que el preludio podría ser eterno, transformarse en preludio del preludio y así sucesivamente, al hablar del mundo en su totalidad los limites del tiempo/espacio serán siempre difusos, de esta forma, aún cuando certeramente podamos decir que la organización económica de tal porción de la especie logró sobrevivir y desarrollarse en el tiempo – y que efectivamente el largo siglo XVI estructuró en buena medida la imagen del mundo occidental moderno - las sendas por las que el capital se va desarrollando generan mucho mas que una “economía”, en este sentido “lo económico” no puede ser desintegrado de “lo cultural”, como observación complementaria a la lógica geoespacial de Wallerstein, en el terreno cultural de los sujetos y las colectividades también deberíamos necesariamente reconocer que el espacio simbólico, el “orden simbólico” lacaniano se ha venido siendo desarrollado en una, si no infinita, al menos incognoscible sucesión de procesos y acontecimientos. Nuestra hipótesis es que la aproximación sistémica al capitalismo fracasa en su pretensión historicista, la eterna reinterpretación de la historia lleva a un atolladero irresoluble pues la búsqueda de linealidad causal, de la coherencia cientificista siempre se superara a sí misma. En su origen como en su desarrollo el capitalismo fue y ha sido 17
  • 18. determinado causalmente, estructurado de formas múltiples y está siempre sujeto a existencias y emergencias que por un lado lo implementan, lo desgarran y por otro lo complementan. La reconstrucción de sus momentos anteriores es siempre la tarea historiográfica del la actualidad y la tarea a implementar de todo constructo que pretenda ser hegemónico. Sostenemos por una parte, que no existe la posibilidad de implementar de una vez y por todas un relato coherente que pueda describir la historia del capitalismo en su completitud y que por otra, pretender maniobrar en el terreno de las causalidades de forma definitiva y exacta es ciertamente imposible. Un poderoso síntoma acerca de lo complejo que es construir un relato con el carácter de definitivo se refleja en la interpretación de la temporalidad, es en este sentido en el que podemos enmarcar lo que en la propuesta de Wallerstein nos parece incoherente, pues existe una consistencia temporal contradictoria entre la enunciación del propósito del análisis de la “larga duración” y su materialización: Si analizamos al planeta tierra a lo largo de su historia y describimos los patrones de coexistencia de las tres variantes (del concepto civilización) en el curso del tiempo rápidamente llegamos a una periodización que hasta le fecha cuenta solo con tres puntos de inflexión. El primer punto se sitúa entorno al -8000/-10000. En aquella época solo se supone que existían mini sistemas, no sabemos cuantos, o que duración tenía uno de ellos, ni siquiera conocemos muchos detalles acerca de su funcionamiento. Ignoramos mucho al respecto.(...) los sistemas mundiales adquieren, por el contrario, una escala opuesta, grandes divisiones del trabajo dentro de las cuales conviven y funcionan múltiples procesos culturales. Pueden distinguirse dos tipos de esa clase de sistemas de grandes proporciones: el imperio mundial, con una estructura política que lo ampara, y la economía mundial, que no cuenta con esa estructura (...) desde esa época hasta aproximadamente el año 1500 de nuestra era (...) podríamos trazar mapas en cualquier punto del tiempo y ubicar físicamente toda una serie de sistemas históricos, con los que alcanzaríamos una cantidad total incierta. El patrón cambiaba constantemente, por descontado, puesto que cada caso de cada variedad de sistema histórico pasaba a mejor vida. Los sistemas históricos nacían y se extinguían. Durante este periodo el imperio mundial parecía ser la “forma fuerte”. Con ello quiero decir que los imperios mundiales parecían expandirse y contraerse por cierta lógica interna (...) en algún punto cercano al 1500, se produjo un cambio cualitativo en este patrón, por primera vez en la historia del hombre, una economía mundial sobrevivió a su “fragilidad” y se consolidó como un sistema capitalista (Wallerstein:2007b:308) 18
  • 19. Probablemente esta sea la observación que mejor logra entregar el mensaje de la larga duración y nos provea del origen desde el cual el sistema capitalista se ramifico, sin embargo no vemos esta lógica replicarse en otros terrenos propios del análisis de las de la sociedad, la larga duración está en gran medida ausente del análisis wallersteiniano, salvo la enunciación de su presencia, y no aparece donde evidentemente habría de hacerlo, esto es en aristas del análisis social aun mas determinantes o que al menos parecen ser mas cercanas a constituir un efecto dentro del marco del desarrollo social. Existen en el sentido de la interpretación en la “larga duración”, síntomas de una excesiva rapidez en el procedimiento de clasificación ya sea por la omisión de fenómenos que parecen cruciales en la perspectiva de la larga duración o por la interpretación e inscripción de otros como trascendentales dentro de esta lógica, de forma apresurada y equivocada tanto el nivel de coyunturas reales como de las percibidas. En este sentido expondremos, como ejercicio algunos puntos críticos, pues reconocemos algunos macro procesos, solo parcialmente presentes en Wallerstein y algunos sucesos equívocamente significados. El análisis de estos generan contradicciones respecto al escenario de un futuro caótico e incierto, tal como Wallerstein ha propuesto, como contrapunto ciertos antecedentes pueden sernos de mucha utilidad: Si nos resistimos a abandonarnos a un economismo simplón, de derechas o de izquierda, marxista o neoliberal podremos medir, gracias a un inmenso material estadístico, la formidable progresión cultural del mundo actual, que se expresa a través de dos parámetros fundamentales: la generalización de la alfabetización y la difusión del control de la natalidad. Entre 1980 y 2000, la tasa de alfabetización de los individuos de 15 años o mas; es decir, la proporción de la población adulta que sabía leer y escribir, pasó del 40 al 67 por cien en Ruanda, del 33 al 64 por 100 en Nigeria, del 27 al 47por cien en Costa de Marfil, del 40 al 63 por cien en Argelia, del 77 al 85 por cien en Sudáfrica (...) este ejercicio puede llevarse a cabo en todos los países pobres, que parecen comprometidos en una carrera general hacia el desarrollo cultural, comprendidos los mas atrasados (...) El proceso no ha terminado; los niveles de desarrollo cultural siguen siendo muy variopintos. Pero es posible entrever, para un futuro no demasiado lejano, un planeta universalmente alfabetizado. Si tenemos en cuenta cierto principio de aceleración, podemos considerar que, en lo que respecta a las generaciones jóvenes, la alfabetización universal del planeta quedara terminada hacia 2030. La invención de la escritura se remonta aproximadamente a 3.000 años a.C, por lo tanto la humanidad habrá necesitado cinco mil años para culminar la revolución relacionada con la escritura.” (Todd:2003:27-28) 19
  • 20. La observación anterior, es tan solo una distinta forma de leer lo que Wallerstein denomina la larga duración, pues esta no puede hablar por sí misma, Todd sigue los parámetros temporales que serían esperables a la hora de generar una distancia de largo plazo como perspectiva que ayudase a desplazar el análisis desde una orbita periodística y lo situase a medio camino entre una histórica y otra Filosófica. Y quizás corresponda fielmente a lo que Braudel denomino la lógica de la longue durée: Cuando los hombres, o más exactamente las mujeres saben leer y escribir, comienza el control de la fecundidad. El mundo actual, que permite esperar la generalización de la alfabetización para 2030, también está acabando su transición demográfica. En 1981, el índice mundial de fecundidad era todavía de 3.7 hijos por mujer. Una tasa así aseguraba la rápida expansión de la población planetaria y hacía verosímil la hipótesis de un subdesarrollo persistente. En 2001, el índice mundial de fecundidad cayó a 2.8 hijos por mujer, muy cerca del 2.1 que apenas garantiza la simple reproducción 1 por 1 de la población. A la vista de estas cifras es posible prever, para un futuro que ha dejado de ser indeterminado, tal vez hacia 2050, una población estacionaria, un mundo en equilibrio. El examen de los índices de fecundidad por país revela un hecho impactante: la desaparición de la frontera aritmética entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado (Todd:2003:29) Sostenemos que la sola enunciación de un propósito teórico o la adscripción simbólica a un espacio de los reconocidos como propios “de la crítica” (teoría crítica, posmodernismo, biopolitica, post – política, posmarxismo) no exime de la realización de este presupuesto y es en esta forma que, mas allá de lo que en Wallerstein aparece como un coherente relato acerca de la historia del capitalismo, la historia de los últimos quinientos años de Occidente, las continuidades estructurales están por lo general relegadas. Lo anterior exige la superación del paradigma puesto que las “leyes” propuestas como generalidad, en base a argumentos que en primera instancia parecen lógicos, pero que al ser mirados mas de cerca se desvanecen en la pretendida cientificidad de la lógica sistémica, corren el serio riesgo de ser tomados en serio y constituirse rápidamente como leyes inmanentes de un sistema social, cuestión que entraña inminentes riesgos en su instrumentación política. 20
  • 21. ¿Revolución del ´68? ¿Mayo del ´68? El primer síntoma que nos alerta de la distancia entre la enunciación del propósito y la puesta en marcha del uso de la teoría es sin duda el procedimiento empleado para la connotación de lo que para muchos historiadores y filósofos no han sido mas que acontecimientos relevantes. Vemos esto en la significación que Wallerstein emplea para designar los sucesos de 19687. Según Wallerstein representan una dimensión crucial, uno de los tres puntos de inflexión importantes del sistema – mundo moderno y constituyen formalmente una ´revolución`: 1] El largo siglo XVI, durante el cual nuestro sistema –mundo moderno vio la luz como economía-mundo capitalista; 2] la Revolución francesa de 1789, como acontecimiento mundial que dio lugar a la dominación subsiguiente, durante dos siglos, de una geocultura para este sistema –mundo, cultura que fue dominada por un liberalismo centrista, y 3]la Revolución mundial de 1968, que presagió la larga fase terminal del sistema – mundo moderno en que nos encontramos y que socavó la geocultura liberal centrista que mantenía al sistema – mundo unificado (Wallerstein:2007:10) 7 [...] el índice que señala esta fecha, el simple acto, el deíctico mínimo, el apuntar minimalista de este fechado marca también otra cosa. ¿Qué? Pues bien, que quizá no disponemos de ningún concepto, de ningún significado para nombrar de otra manera esta <cosa> [...] <Alguna cosa> tuvo lugar, se tiene el sentimiento de no haber podido verla venir, y es innegable que la <cosa> tiene sus consecuencias. Pero el lugar y el sentido mismo de este acontecimiento permanecen inefables, como una intuición sin concepto, como una unidad sin generalidad en el horizonte, sin horizonte incluso fuera de alcance para un lenguaje que confiesa su impotencia y en el fondo se limita a pronunciar mecánicamente una fecha, a repetirla, a la vez como una especie de encantamiento ritual, conjuro poético, letanía periodística, ritornelo retórico que confiesa no saber de este modo [...] el telegrama de esta metonimia (un nombre, una cifra) muestra lo incalificable al reconocer que no se reconoce: ni siquiera se conoce, aun no se puede calificar, no se sabe de que se habla. La anterior cita fue tomada del libro de Giovanna Borradori, “La filosofía en una época de terror: diálogos con Jurgen Habermas y Jacques Derrida” (Taurus 2003) . En el comentario, Derrida, hace referencia al uso de las designaciones metonímicas, en este caso particular se refería al concepto de 11 de Septiembre de 2001. Sin embargo, el uso de tales designaciones puede hacerse extensivo para la revisión de muchos de aquellos sucesos, designados por las fechas en que ocurrieron. Siguiendo el ejemplo del 11 de Septiembre, vemos que designa al menos dos acontecimientos importantes. Por un lado los aquellos sucedidos en Nueva York en 2001 y que han sido por lo general designados como los acontecimientos del 11/9, que marcan “oficialmente” el inicio de la Guerra Internacional Contra el Terrorismo. De igual forma los sucesos del 11 de Septiembre de 1973 que “oficialmente” terminaron con el gobierno de la Unidad Popular en Chile. Ambos sucesos generan lecturas radicalmente opuestas a las “oficiales” pues se tiene certeza de que en el caso Estadounidense la invasión de Irak y Afganistán no tienen directa relación con la lógica del combate al terrorismo, el argumento de las armas de destrucción masiva se demostró falaz. Para el caso chileno, existe siempre, aún en contra de pruebas fehacientes, la infantil insistencia por parte de la “clase política” chilena de minimizar e incluso poner en duda la importancia de la intervención de los Estados Unidos desde el derrocamiento de Allende en adelante, una impostura que siempre está alejando a Chile de las posiciones latinoamericanas. 21
  • 22. Para efectos de nuestro análisis la contingencia que definitivamente atrapa en el análisis de Lacan la teoría de Wallerstein, está situada en la radical diferencia en las lecturas estos acontecimientos. Para Wallerstein, estos marcan un antes y un después, una revolución, en lo que ha denominado la Geocultura, como concepto análogo y complementario, en el nivel cultural al concepto de Geopolítica. En este sentido los “acontecimientos” de 1968, son para la Geocultura del sistema-mundo, un quiebre sin precedentes y una especie de inicio de una (en braudeliano) larga revolución cultural (sobretodo en el sentido intelectual) de carácter permanente y en el seno mismo del sistema, posibilitadas por dos condiciones fundamentales: por un lado la oposición a la hegemonía estadounidense y a la colusión soviética con dicha hegemonía y por otro el desencanto de aquel momento con la vieja izquierda en todas sus formas8: La revolución mundial de 1968 supuso, en buena medida, la rebelión contra las realidades creadas por los propios logros de los movimientos antisistémicos clásicos. La consecuencia organizativa de esta rebelión fue la aparición de un amplio abanico y multicolor de “nuevos”movimientos por todo el mundo: movimientos en representación de “minorías”, movimientos de mujeres, movimientos ecologistas, etc. Estos movimientos trataban de inventar una estrategia alternativa de transformación social. Digo “inventar” y no “implementar” por que una de las características mas notables de estos movimientos nuevos ha residido, desde 1968 en su indefinición respecto a la estrategia a adoptar a medio plazo. Se han mostrado firmes en cuanto a la perspectiva a largo plazo y a menudo en cuanto a la táctica a corto plazo, pero débiles y divididos acerca de la estrategia a medio plazo(Wallerstein:2007b:178) Sostenemos que Wallerstein se apresura en la interpretación “revolucionaria” del fenómeno y no solo eso, además comete un traspié metodológico en tanto traiciona rápidamente la enunciada lógica de la larga duración al inscribir un suceso completamente “fresco” de manera apresurada en la perspectiva del largo plazo, en este sentido debemos recordar al mismo Braudel quien insistía en que la lógica de la inmediatez periodística, del acontecimiento y de su captura funciona como una densa capa nebulosa que no permite ver los hechos en su justa medida, en contravención con la necesaria distancia analítica: La revolución mundial de 1968 la dispararon los descontentos de todos aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la hegemonía estadounidense. Los detalles de los levantamientos de 1968 fueron distintos en las diversas plazas del sistema – mundo, pero esos levantamientos se dieron por todas partes: además de los obvios 8 Immanuel Wallerstein: La decadencia del poder norteamericano, Editorial Trilce, Impreso en los talleres de LOM, Santiago, Chile, 2005 pagina 56. 22
  • 23. acontecimientos de 1968 en occidente y en Japón, que por lo general se señalan, yo incluyo la revolución cultural china que dio comienzo en 1966 y la vuelta hacia un “socialismo con rostro humano” en Checoslovaquia en 1968, así como los diversos sucesos en México, Senegal, Túnez, India y en muchos otros países del Tercer Mundo[…] (Wallerstein:2005:56) Tal significación solo podría ser evidenciada por la Historia, es decir en una retrospectiva, prudente, a ciclo histórico cumplido o al menos en una etapa posterior del devenir de nuestra civilización, razón por la cual no corresponde connotarlo en términos de una revolución, quizá contingencia, fluctuación, pero no punto de inflexión. Lo cierto es que dista de ser una coyuntura “positiva” en términos de variación de las relaciones de dominación que articulan las sociedades contemporáneas. Quizás una reseña al mundo del discurso, al menos en la orbita lacaniana de este puede sernos de utilidad como contrarrelato puesto que para Lacan, los acontecimientos del ´68 aparecen significados por un juicio radicalmente distinto a la lectura propuesta por Wallerstein, pues incluso siguiendo la pauta dictada por el análisis de las duraciones largas, cíclicas, Lacan sitúo los sucesos del año 1968 dentro de la esencia revolucionaria del sistema mismo (en sí), siguiendo la máxima de Marx, según la cual hay acontecimientos históricos que solo pueden ser juzgados en términos de síntoma. Bajo esta premisa Lacan observo en esta coyuntura especifica la transición de un discurso a otro, en resumen una actualización, una sofisticación, de las típicas formas de dominación: En lugar del orden simbólico único con su sistema de reglas a priori que garantizan la cohesión social, uno tiene la matriz de los pasajes de un discurso al otro. El interés de Lacan se centra en el pasaje del discurso del amo al de la universidad en tanto que discurso hegemónico de la sociedad contemporánea9 Lo anterior debe ser leído no como la extinción de la figura del Amo, sino como la transmutación del discurso de este en el discurso de la universidad, como el tránsito definitivo desde la autoridad política tradicionalmente identificada con el Estado burgués, a la autoridad del experto, del especialista académico como ultima ratio de la decisión política : En El reverso del psicoanálisis, Seminario XVII (1969-1970), sobre los "cuatro discursos", Jacques Lacan da su réplica a los acontecimientos de 1968. La premisa de ese seminario puede captarse mejor si se piensa como el reverso del conocido graffiti 9 Yuranovic, Rosa, Estados de trabajo: Cartel: El envés del psicoanálisis, en: “El cuaderno de navegación” Numero 3, 20 de agosto de 2006. 23
  • 24. antiestructuralista en las paredes de París en 1968, "¡Las estructuras no caminan por la calle!". En ese seminario, Lacan se esfuerza por demostrar que las estructuras sí caminan por la calle, es decir, que los cambios estructurales pueden explicar estallidos sociales como los de 1968. No sorprende que la revuelta se localizara en las universidades: esto señaló el cambio hacia nuevas formas de dominación, en las cuales el discurso científico legitima las relaciones de dominación. La premisa subyacente de Lacan es escéptico-conservadora: el diagnóstico de Lacan es captado por su famosa réplica a los estudiantes revolucionarios: "Como los histéricos, están pidiendo un nuevo amo. ¡Lo tendrán!.10 En nuestra opinión, y para marcar el necesario contrapunto con la interpretación de Wallerstein, existe por ejemplo, en procesos en marcha como la alfabetización mundial un verdadero fenómeno de largo plazo. La humanidad en su conjunto está llegando a un estadio de desarrollo - tal como lo vimos mas atrás - en el cual se avizora el final de la revolución de la escritura. Confrontados a esa perspectiva, los acontecimientos de 1968, son en el mejor de los casos, un episodio más en la larga duración de la historia del pensamiento y de la articulación de los pensamientos por medio de la palabra y la escritura: Vista desde hoy, gran parte de la retórica marxista, trotskista, maoísta y anarco-liberacionista del 68 parece verdaderamente ridícula, infantil y moralmente irresponsable (…) En la London School of Economics gritaban: ¿Qué queremos? Todo. ¿Cuándo lo queremos? Ya. Narcisos de bandera roja.11 Lo anterior nos lleva al inexorable problema de la conceptualización de los grupos participantes en el movimiento o las “Clases” participantes en la “Revolución”. Puesto que si existió una revolución, o al menos un tipo de movimiento, este no puede haberse realizado en el vacío, a este respecto cabe la legitima pregunta, ¿quiénes fueron los agentes de tales acontecimientos? La revolución mundial de 1968 la dispararon los descontentos de todos aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la hegemonía estadounidense. Los detalles de los levantamientos de 1968 fueron distintos en las diversas plazas del sistema – mundo, pero esos levantamientos se dieron por todas partes: además de los obvios acontecimientos de 1968 en occidente y en Japón, que por lo general se señalan, yo incluyo la revolución cultural china que dio comienzo en 10 Slavoj Zizek, Fragmentos de “Violencia en acto: Conferencias en Buenos Aires”, de próxima aparición (Editorial Paidós). Articulo citado. 11 Tymothy Garton Ash, “Historia de dos revoluciones” en: Diario El País de España, disponible en: http://www.elpais.com/articulo/opinion/Historia/revoluciones/elpepusocdgm/20080511elpdmgpan_1/Tes 24
  • 25. 1966 y la vuelta hacia un “socialismo con rostro humano” en Checoslovaquia en 1968, así como los diversos sucesos en México, Senegal, Túnez, India y en muchos otros países del Tercer Mundo[…] (Wallerstein:2005b:56) Llama poderosamente la atención el reconocimiento de la figura de: todos aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden... estos sujetos, colectividades o lo que hayan sido deben ser puestos en un lugar dentro de la lógica de las clases, en la vieja antinomia marxista, sabemos que el conflicto está dado por la existencia de la burguesía y el proletariado. ¿Como enfrenta Wallerstein el tema de las clases o cual es su análisis?, echemos un vistazo: Si los sistemas mundiales son los únicos auténticos sistemas sociales (fuera de las economías de subsistencia verdaderamente aisladas), esto implica que la emergencia, la consolidación, y los papeles políticos de las clases y grupos de estatus deben estudiarse como los elementos de este sistema mundial. Y a su vez se sigue que uno de sus elementos clave para analizar una clase o grupo de estatus no es solo el estado de su autoconciencia, sino la amplitud geográfica de su autodefinición Las clases siempre existen potencialmente [an sich]. La cuestión es bajo que condiciones adquieren conciencia de clase [fur sich], es decir, bajo que condiciones operan en las arenas político - económicas como un grupo, e incluso en cierta medida como una entidad cultural. Tal autoconciencia es función de las situaciones de conflicto. Pero para los estratos superiores el conflicto abierto y, por tanto, la conciencia clara, siempre son faute de mieux. En la medida en que los limites de clase no se hagan explícitos, en esa medida será mas probable que se mantengan los privilegios. Dado que en las situaciones conflictivas las múltiples facciones tienden a reducirse a dos en virtud de la formación de alianzas, es por definición imposible tener tres o mas clases (conscientes). Es obvio que puede existir una multitud de grupos de intereses ocupacionales que pueden organizarse para actuar en el seno de la estructura social. Pero tales grupos son en realidad una variedad de los grupos de estatus y de hecho a menudo se solapan con otros tipos de grupos de estatus, tales como los definidos por criterios étnicos, lingüísticos o religiosos. Decir que no puede haber tres o mas clases no significa, no obstante, que siempre haya dos. Puede no haber ninguna, aunque esto es raro y transitorio. Puede haber una, y esto es lo mas común. Puede haber dos y esto es de lo mas explosivo (Wallerstein:2007:495 – 496) De esta forma podemos apreciar que el gran problema de la conceptualización wallersteiniana radica en que ante la ausencia de una tipología de los grupos o las clases 25
  • 26. sociales, el autor se aboca a reunir bajo el rotulo de “Movimientos Antisistémicos” a una cantidad ilimitada de grupos diversos, cuyas peleas especificas, unificarían su particularidad. Nuestra hipótesis con respecto a este tema, es que en vieja terminología marxista, en el mejor de los casos lo que Wallerstein ha insistido en llamar revolución en sus trabajos de la década de 198012 es completamente susceptible de ser interpretado como una “Revolución Burguesa”, no por que todos los elementos que participaran o quisieran participar de ella pertenecieran o quisieran pertenecer a la clase Burguesa, sino, mas bien por que los sucesos pueden ser inscriptos, dentro de la lógica capitalista de la incesante revolución: no se trata de que, en un cierto momento de su desarrollo, el marco de la relación de producción empiece a constreñir un desarrollo ulterior de las fuerzas productivas; se trata de que este limite inmanente, esta “contradicción interna” es la que lleva al capitalismo a un desarrollo permanente . El estado normal del capitalismo es la revolución permanente de sus propias condiciones de existencia: desde el principio, el capitalismo “se pudre”, está marcado por una contradicción mutiladora, por la discordia, por una necesidad inmanente de equilibrio: esta es exactamente la razón de que cambie y se desarrolle incesantemente: el desarrollo incesante es el único modo que tiene para resolver una y otra vez, llegar a un acuerdo con su propio y fundamental desequilibrio constitutivo, la “contradicción (Zizek:2003:368) El problema fundamental ante el cual nos encontramos dice relación acerca de la situación de vacío fundamental con respecto a las clases, pues ni la conceptualización de grupos económicos que ofrece el marketing ni la obsoleta antinomia marxista de burguesía/proletariado parecen poder darnos una respuesta satisfactoria. De todas formas, un mínimo análisis de las condiciones de posibilidad de llamar a los sucesos de 1968 “Revolución” en el un sentido “emancipatorio de las clases dominadas” nos lleva a negar de plano aquel carácter: El motivo por el que 1968 (y su prolongación en 1969 y 1970) no fue la revolución, y nunca pareció que pudiera serlo, fue que los estudiantes, por numerosos y movilizables que fueran, no podían hacerla solos. Su eficacia política descansaba sobre su capacidad de actuación como señales y detonadores de grupos mucho mayores pero más difíciles de inflamar (…) Desde los años sesenta los estudiantes han conseguido a veces actuar así: precipitaron una enorme ola de huelgas de obreros en Francia y en Italia en 1968, pero, después de veinte años de mejoras sin paralelo para los asalariados en economías de pleno empleo, la 12 véase, Wallerstein, 2007b: “1968, Revolución del sistema Mundial” 26
  • 27. revolución era lo último en que pensaban las masas proletarias. Esta multitud de jóvenes con sus profesores, que se contaban por millones o al menos por cientos de miles en todos los países, salvo en los más pequeños o muy atrasados, cada vez más concentrados en grandes y aislados «campus» o «ciudades universitarias», eran un factor nuevo tanto en la cultura como en la política. Eran transnacionales, al desplazarse y comunicarse ideas y experiencias más allá de las fronteras nacionales con facilidad y rapidez, y seguramente se sentían más cómodos que los gobiernos con la tecnología de las telecomunicaciones. Tal como revelaron los años sesenta, no sólo eran políticamente radicales y explosivos, sino de una eficacia única a la hora de dar una expresión nacional e incluso internacional al descontento político y social. (Hobsbawm:1998:305) La primera gran cuestión es intentar responder si acaso ¿el movimiento estudiantil estuvo en ese entonces capacitado para proyectar su conocimiento hacia la sociedad, en un terreno paralelo al del capitalismo o si es que simplemente este último, como universal concreto no tiene escapatoria y tiene la necesidad de integrar lógicas que incluso en una primera aproximación parecen inversas, con el solo objeto de regenerarse. Cuando Wallerstein indica que La contracultura fue parte de la euforia revolucionaria pero no fue políticamente capital para 1968. Y añade que “los movimientos antisistemicos tradicionales han priorizado lo que denominamos Libertad de la mayoría. Los revolucionarios del mundo de 1968 pusieron gran énfasis, en cambio, en expandir las libertades individuales” no podemos menos que disentir, pues ambas apreciaciones pavimentan el lugar desde donde marcamos nuestra distancia a su interpretación, puesto que aquel juicio nos lleva involuntariamente a aceptar, como Zizek bien lo ha puesto, la despolitización de la economía en otras palabras se nos está invitando a aceptar implícitamente que toda emancipación es finalmente, particular e identitaria y que puede articularse siempre dentro de los difusos limites del sistema – mundo. Vivimos en un sistema que desde un principio implantó el racismo y el sexismo en sus estructuras. Y desde luego vivimos en un sistema que ha estructurado los mismos movimientos antisistémicos que han desafiado la legitimidad y la viabilidad del propio sistema (Wallerstein:2005b:51) El capitalismo como conceptualización, a la manera marxista si se quiere, a diferencia del sistema – mundo capitalista, estructura todo su contenido en la dialéctica del antagonismo permanente, constituyente: La gran novedad de nuestra época post – política del “fin de la ideología” es la radical despolitización de la economía (la necesidad de reducir el gasto social, etc.) se acepta como una simple imposición del 27
  • 28. estado objetivo de las cosas. Mientras persista esta esencial despolitización de esfera económica, sin embargo, cualquier discurso sobre la participación activa de los ciudadanos, sobre el debate público como requisito de la decisión colectiva responsable, etc. Quedará reducido a una cuestión “cultural” en torno a diferencias religiosas, sexuales, étnicas o estilos de vida alternativos y no podrá incidir en las decisiones de largo alcance que nos afectan a todos (Zizek:2009:110) En este sentido, “la revolución mundial de 1968” lejos de tener una significación universal emancipatoria, se centró en aquellos grupos particulares cuyas “divergencias” con el sistema, podían ser de una u otra forma resueltas, en resumen en aquellos que pudieron resolver ciertos aspectos de su “diferencia” mediante un proceso de integración dentro del sistema mismo, mediando un implícito desconocimiento o al menos un “como si” se desconociese la dimensión sistémica de la (a la) cual se sirve. Una vez superadas, estas divergencias por lo general de carácter racista y sexista, que hoy toman sin duda las formas de matrimonios homosexuales, integración de los migrantes en los mercados locales, etc. ¿Podemos sostener que aquellos grupos pierden su carácter subalterno? para valernos de la conceptualización wallersteiniana, debemos ser capaces de notar la relativa volatilidad del carácter de un movimiento antisistémico, puesto que este pierde su particularidad en el momento mismo en el que su lucha singular, es reconocida y asimilada por parte del sistema (sistema – mundo en este caso), pues el hecho de haber sido integrado, no guarda relación directa con el cambio de funcionamiento del sistema, esto es, ni con el cese de la violencia, el dominio o la explotación de las grandes masas, al contrario, podemos asegurar que se ha entrado en el aparato generador de las asimetrías13. Hasta este punto el sentido “revolucionario” debe ser desechado. Tal ha sido la divergencia con respecto a la interpretación de los acontecimientos de 1968 que incluso, hacia fines de la década de los 90, el autor tranzó parcialmente en su posición y cambió el rótulo de Revolución, por el de Revolución Fallida (1968: El gran ensayo). En este sentido debemos otorgar a Wallerstein el hecho de este viraje, pues los sucesos acaecidos en el nivel local le dan la razón. Si observamos un fenómeno particular como fue la Unidad Popular tenemos rápidamente dos constataciones importantes que validan el carácter fallido de los acontecimientos, por un lado, parafraseando a Lacan en cuanto a su consideración respecto de la URSS, podemos decir sin temor a equivocarnos que desde aquellos años en Chile comenzó el reino del discurso de la Universidad . Esta afirmación radica en la persistencia de la memoria acerca de los concejos obreros y las asambleas estudiantiles, altamente “ideologizadas” en las cuales se afirmaban a viva voz la existencia de la burguesía, del proletariado, la lucha de clases, el imperio, etc. Los discursos de la época están llenos de aquellas figuras propias del marxismo pues este se 13 Siguiendo la lógica anteriormente enunciada, queda de manifiesto que la denominada “agenda valórica” representa fielmente la lucha cultural, el modo en el cual se resolvería la inclusión de grupos tradicionalmente excluidos. Y en este mismo sentido, ¿no es acaso sintomático que el resultado concreto de lo que Wallerstein ha denominado la Revolución Mundial de 1968, sea la píldora anticonceptiva? 28
  • 29. incluía profusamente en las mallas curriculares de las diversas facultades y departamentos universitarios a lo largo de todo el país. Sin embargo y para no caer en un revisionismo hueco, sostenemos que el reino, la hegemonía del discurso de la universidad en Chile, jamás se retiró de la escena. En este sentido el grupo de economistas chilenos que desde mediados de la década del setenta llego desde los Estados Unidos para integrarse en las primeras filas de los cuadros burocráticos, conocidos como los chicago boys, (uno se siente tentado a decir casi patológicamente), han creído ser los portadores de un conocimiento científico puro, han personificado la función oracular de ser los mensajeros del verdadero discurso económico. Al respecto la literatura abunda14 y no es el tema central de este estudio, sin embargo, no puede existir total abstracción respecto a este tema, pues es del todo actual, mas aún cuando se repiten incansablemente eslóganes como gobiernos de “excelencia” o “de los mejores”, la vara es por supuesto el grado académico, cuestión totalmente antojadiza y anti democrática. Los nuevos iluminados de universidades como Harvard y Cambridge, quienes manejan las altas esferas de las decisiones económicas son los indicados para hacernos ver a nosotros, simples mortales, el hecho de que la pobreza es algo con lo que debemos aprender a vivir, y que un par de milagrosas políticas publicas, mas la caridad harán el trabajo por nosotros. Esa postura es anti ética, no podemos avalarla. El discurso anarquista, es en gran medida el síntoma de aquel débil razonamiento de la pureza científica del mercado, su contraparte, también débil. La pobreza puede ser superada, las condiciones están dadas, pero apuntar a una estrategia concebida como una “guerra en contra de la pobreza” es hacer la ruta fácil y carece de toda lógica, la cuestión es apuntar contra la extrema riqueza, ambas son condiciones reciprocas, la una no dejará de existir sin la otra. En este sentido, la ideologización de los movimientos teóricos no es en absoluto patrimonio de las izquierdas, pues podemos estar seguros que su reverso “de derechas” no es menos ideológico. Afirmar la existencia de un “libre mercado” como un axioma, está cerca de la ilusión patológica, los países que ocupan posiciones privilegiadas en el sistema, son países por lo general, tremendamente proteccionistas. La moda de las conferencias, de los Gurúes económicos, las denominadas charlas motivacionales de emprendimiento o liderazgo, los libros de autoayuda e incluso las nuevas formas de religiosidad juegan un rol ideológico fundamental, puesto que no existe una frontera clara entre el sentido abstracto de sus enunciados y la puesta en practica de sus formas en el aparato productivo. En el ámbito local, la despolitización de la economía guarda directa relación con la “naturalización” de cierto tipo de postulados muy presentes en la teoría económica hegemónica, como las recetas “despolitizadas” de “expertos” universitarios que 14 Revísese la extensa investigación desarrollada por Naomi Klein en “La doctrina del Shock: El auge del capitalismo del desastre”, Ediciones Paidós, Madrid, España 2007. En donde las menciones a Chile, Pinochet, chicago boys, ocupan un lugar central. 29
  • 30. evidentemente son hablados por un cierto tipo de racionalidad económica cuyos resultados , ya a ciclo histórico cumplido podríamos juzgar en buena medida como falaces. La naturalización de conceptos económicos e históricos, tiene por supuesto un trasfondo político, por esto llama poderosamente la atención que no se repare “académicamente” desde una posición crítica el hecho de que al menos los últimos tres presidentes chilenos cuenten en sus currículos con estudios de posgrado en los Estados Unidos, dos de ellos, desde que abandonaron sus magistraturas trabajen directamente para Naciones Unidas, en Estados Unidos y dos connotados ex ministros del periodo de “transición” hayan ocupado puestos de cabecera en organismos multilaterales identificados con los Estados Unidos, El Fondo Monetario Internacional y la Organización de Estados Americanos. Lo que supone, como no, un orgullo para la clase política chilena. Volviendo al viraje hacia el carácter fallido de la “revolución mundial de 1968”, sostenemos que ambas conceptualizaciones pueden o no ser complementarias sin embargo, no hace sino, traicionar doblemente la lógica de la larga duración, inscripta en este caso particular, solo nominalmente en su obra. ¿Es el pasar de una década, en la lógica de la larga duración, importante para redefinir el carácter de un acontecimiento? En el mejor de los casos, y en el mismo sentido en que en Francia todavía se lee la revolución de 1789, los sucesos de 1968 están aún en marcha, generando consecuencias. La sucesión de la economía en sí misma, mas allá del marco teórico al cual se adscriba, la economía como proceso constituyente de las sociedades debe ser leída como un ser un proceso inconsciente, puesto lo indeterminable que es la generación de efectos por causas no claras. Según entendemos, es que históricamente después de 1968 la forma en la que el conocimiento expresado en la ciencia social se ha materializado, poco tiene que ver con un sentido emancipador en el sentido de enfrentar la contradicción sobre la cual se constituyen las sociedades o los sistemas humanos, en un área geográfica determinada. 30
  • 31. De una Teleología extemporánea Dar un paso realmente agresivo constituiría en definitivamente asumir la teoría wallersteiniana de los sistemas – mundo como una depurada y última forma sociológica de la teoría económica socialdemócrata hegemónica o como el reverso, aún políticamente correcto del discurso económico neoliberal. Bajo este punto de vista podríamos leer la imagen de sistema – mundo como el reverso de la imagen del mercado,(significantes vacíos, dependientes de sus cadenas de equivalencias) pues ambas figuras solo pueden ser articuladas en relación a su contexto, de esta forma toda referencia a ellas es altamente imprecisa, o tal como lo afirmara Lacan: “No hay ninguna significación que se sostenga si no es en referencia a otra significación”15. Si nos atenemos al modelo propuesto por el sociólogo francés Emmanuel Todd, encontramos una ubicación común en la cual podríamos colocar tanto a la teoría de sistemas – mundo y como a la teoría económica corriente, en su versión neoliberal: El estudio de la economía internacional se puede subdividir en dos grandes categorías. La primera, la economía pragmática, parte de la vida económica real, en su diversidad histórica y geográfica, para conseguir dar una representación simplificada pero utilizable dentro de un esquema causal (...) La segunda, la economía escolástica, parte del axioma del homo oeconomicus, calculador y racional. De ahí deduce leyes y después busca en la realidad aquello que puede tener alguna relación con proposiciones a priori. A menudo se encuentra próxima a la escolástica medieval debido a su voluntad de deducir la realidad de su primer principio: cuando los hechos no están de acuerdo con la teoría, es capaz de elegir heroicamente la teoría, igual que Adam Smith cuando presenta en 1776, en La riqueza de las naciones, el librecambismo como el camino real hacia la prosperidad, incluso en el momento que su propio país, el Reino Unido, es ejemplo de un despegue perfectamente logrado en condiciones de fuerte proteccionismo (Todd:1998:75) Tomando en cuenta lo anterior, podríamos aventurarnos a afirmar que tanto la teoría hegemónica de la economía actual, como la teoría de los sistemas – mundo corresponden a explicaciones altamente modélicas o explicaciones propias de lo que se denominó por Todd como la economía escolástica. Nuestra posición se sostiene en algunas incógnitas y homologías de la estructura racional wallersteiniana con la teoría económica liberal corriente. 15 Lacan, Jacques, “La instancia de la letra en el inconsciente”, escritos de Jacques Lacan, versión electrónica, Pág. 5. 31
  • 32. En este preciso sentido, y si tomamos en cuenta el carácter radicalmente ambiguo de la imagen del final del sistema en Wallerstein, se estará en presencia del inverso, de la versión “de izquierda” de la imagen de Desarrollo, no en la objetividad del momento o lugar sino exactamente en la composición vacía de este, en otras palabras, en su indefinición constituyente, que como sostenemos, es tan solo la forma de enunciar un devenir incierto: Estamos frente a la incertidumbre. Que bueno que Ilya Prigogine nos diga que la incertidumbre es la realidad central del universo y no nada mas de nuestra actual situación histórica. Sigue sin gustarnos y la encontramos muy difícil de manejar psicológica y políticamente. Pero estamos obligados a hacerlo. Nos encontramos en la fase terminal de un sistema histórico, en una “época de transición”. En una época de transición estamos obligados a volver a nuestros deberes intelectuales y por tanto políticos. Lo primero es la búsqueda de lucidez sobre el lugar en el que estamos (Wallerstein:2005b:52) Proponemos esta lectura análoga de la imagen de fin de sistema, a la interpretación por parte de la socialdemocracia, de la figura desarrollo, en tanto funciona para los países que no lo detentan – países periféricos y semiperiféricos en la obra de Wallerstein – como un lugar objetivo, como un devenir concreto. Esta similitud en negativo, nuevamente nos remite a la problemática del significante Amo como forma fundamental en el proceso de mistificación: El significante Amo es el significante de la potencialidad , de la amenaza potencial, de una amenaza que, para poder funcionar como tal debe permanecer como potencial [...] Como tal, el significante Amo es el sitio privilegiado en el cual interviene la fantasía, dado que la función de la fantasía es precisamente llenar el vacio del significante-sin- significado, es decir, la fantasía es en definitiva, en su aspecto mas elemental, el material que llena el vacio del significante Amo (Zizek:2005:92 – 93) Sin situarnos en una posición psicoanalítica compleja sabemos según una lógica estrictamente freudiana, que al experimentarse una experiencia traumática, los mecanismos inconscientes tienden a la ficcionalización (mistificación/mitificación) de los sucesos para evitar asumirlos como tales en su trauma, bajo una lógica similar, sostenemos que esta es la función del significante Amo (en este caso: caos) en el terreno de los últimos planteamientos wallersteinianos referentes a un “fin del sistema”. La ficcionalización no es nada nuevo, ni una rara condición psicológica pues está presente, con mayor frecuencia de la que uno esperaría, incluso en los relatos 32
  • 33. académicos y, en esta área opera tanto al nivel de la historia como en el de la economía. Tomemos como ejemplo, la explicación del 11 de septiembre de 197316, por lejos el mayor trauma de la historia reciente de Chile, y la distancia total entre las figuras de “el pronunciamiento militar”, Propio de la derecha extrema “El golpe de Estado” Para la izquierda y “el quebrantamiento de la democracia” en la interpretación hegemónica socialdemócrata17. La mistificación como aproximación descriptiva para designar un momento de “incertidumbre” opera en el terreno teórico del relato del sistema – mundo en lo que hemos percibido como una estructura teleológica. En esa misma dirección podemos reflexionar acerca de si la inmanencia caótica propuesta por Prigogine, de la cual hace uso Wallerstein, pasa a estar presente en el momento en el cual es enunciada científicamente o ya estuvo siempre como trasfondo constituyente del sistema – mundo. Lo que en términos prácticos vendría a socavar y “significaría” como caótica la realidad incluso del relato mismo haciendo aun mas incierta la efectividad de la trama causal propuesta por el autor: El sistema – mundo moderno en el que vivimos, el de una economía – mundo capitalista se encuentra precisamente en una crisis semejante y lo ha estado ya durante un tiempo. Esta crisis puede continuar por unos veinticinco a cincuenta años más. Puesto que una de las características centrales de tales periodos de transición es que nos enfrentamos a bruscas oscilaciones de todas las estructuras y procesos que hemos conocido como parte inherente del sistema – mundo existente, nos encontramos con que nuestras expectativas a corto plazo son necesariamente inestables. Esta inestabilidad puede generar una ansiedad considerable y por lo tanto violencia en lo que las personas intentan preservar los privilegios adquiridos y el rango jerárquico en una situación muy inestable. En general, este proceso puede llevar a 16 Un muy buen ejemplo de cómo opera la noción lacaniana de “discurso de la Universidad” nos la proporciono recientemente en una entrevista el actual ministro de Planificación del gobierno chileno, quien al ser consultado acerca de si apoyaría nuevamente un golpe de estado en 1973, respondió: Es una pregunta legítima sobre la cual académicamente uno puede justificar que haya habido un pronunciamiento, pero si me preguntas si se alargó mucho o que las formas que se ocuparon fueron incorrectas, a esas dos preguntas digo que sí. Periódico The Clinic, 24 octubre 2010. Edición digital. 17 Nuestra lectura es que simplemente estos sucesos representan la entrada “forzosa” de Chile en la orbita del sistema norteamericano, el punto en el cual la Hegemonía se desdibujo para transformarse en violencia. Para llegar a ese punto, debemos necesariamente desprendernos de la imagen hegemónica según la cual los sucesos del 11 de septiembre de 1973 constituyen en sí mismos tanto un fin, como constituirían también el fin de un periodo de inestabilidad política. La significación que tales sucesos toman en nuestra investigación es simple y se condicen con la imagen de un medio, un vacío o momento intersticial en el cual el “exceso” hegemónico suspendió la soberanía – en un amplio campo - en favor de la adopción de “medidas económicas” cuyo corolario han sido la desregulación a favor de la entrada indiscriminada de capitales extranjeros, la apropiación de buena parte del aparato del Estado por parte de alianzas de estos capitales con el grupo dominante, hasta su punto mas álgido en la identificación de aquella lógica con el estado mismo. 33
  • 34. conflictos sociales que pueden tomar una forma bastante desagradable (Wallerstein:2005:106) Si nos resistimos a la tentación que conlleva esgrimir una interpretación sensacionalista y nos atenemos a una estricta lógica de larga duración – tal como la propuesta en Braudel - podemos apreciar el error que encierra la aceptación de una afirmación tal como la enunciada acerca de que los conflictos sociales que pueden tomar una forma bastante desagradable, en un momento preciso, pues aquel escenario no es en absoluto patrimonio ni propiedad exclusiva de las fases decadentes del ciclo económico o fase B del ciclo Kondratieff: Los periodos de expansión de la economía mundo son relativamente fáciles de describir. La producción se expande en general y en la mayoría de los sitios. El empleo está generalizado, la población crece. La prosperidad es el signo de la época (...) los periodos de depresión son mucho mas complejos. En primer lugar son mucho mas visiblemente desiguales. Hay regresión, estancamiento, retraimiento, tiempos difíciles, pero no para todos. La producción total de la economía – mundo tomada en su conjunto puede permanecer constante en términos del valor global o del a cantidad per cápita, pero esto puede ser el resultado del aumento de la producción en ciertas áreas o de la tasa de productividad, o de ambas cosas, contrarrestado por una disminución en otras. Los salarios reales de quienes tienen empleos pueden aumentar, pero el porcentaje de desempleo también puede aumentar. (Wallerstein:2003:177) La violencia como constante en todas sus formas, (cuyos casos mas extremos han sido los campos de exterminios masivos de uno y otro color político) ha sido llevada a cabo tanto en las fases ascendentes como en las fase descendentes del ciclo económico. Basta recordar la violencia racial que en los Estados Unidos se ha llevado a cabo en contra de los afroamericanos, este fenómeno ha sido transversal a la fase económica. Las formas violentas de exclusión se han dado a veces en la “naturalidad” de la fase “democrática” y otras como síntoma de una aceleración histérica, no de proyectos alternativos al capitalismo, sino de economías de “libre comercio” u otras “centralizadas” altamente productivas como la soviética y la alemana, cuyos reversos violentos fueron respectivamente el gulag y la shoah. No hay que olvidar que ambas experiencias se llevaron a cabo en la fase A del ciclo económico de Kondratieff, por lo tanto podemos asegurar que la violencia extrema, esto es sacando las formas “suaves” que finalmente no tiene por resultado los asesinatos masivos, es inherente al sistema y representa en sí misma, la condición de posibilidad de la lucha de clases, paradigma al cual el autor adhiere explícitamente: Vivimos en un sistema en el que ha habido una lucha de clases permanentes. Vivimos en un sistema que ha supuesto la polarización 34
  • 35. continua de las poblaciones, en términos económicos políticos, sociales y ahora incluso demográficos (Wallerstein:2005b:50) En resumen, para nosotros el mismo concepto de fin de sistema y su contraparte el desarrollo son categorías que se desvanecen en el aire en cuanto intentamos explicitarlas, cuya necesidad teleológica radica en lo traumático que resulta asumir las contradicciones internas en las cuales las sociedades contemporáneas se estructuraron en su historia, su presente y su devenir. Esta cuestión no carece de importancia en tanto la función de una teoría no es otra sino la de ser la matriz desde la cual se construyen posiciones filosóficas, políticas y las también denominadas políticas públicas, fuera de todos los otros constructos de los que se nutre la actividad política. Lo anterior llama poderosamente la atención, pues el anteponer a una época la etiqueta de crisis o avizorar como posibilidad el fin del sistema, y o incluso un lugar como el desarrollo puede ser capitalizado, desde diversos lugares, incluso desde aquellos indeseados e impensados por el mismo autor. La estética de la emergencia acompañada del desmembramiento del tejido social, son el terreno ideal para proyectos de corte antidemocráticos, de derechas o izquierda. En esta misma línea, podríamos asegurar que la idea wallersteiniana del fin del sistema, se corresponde fielmente con la imagen suavizada de sino un colapso al menos un devenir tan incierto, que no puede siquiera ser puesto en palabras, esto aun echando mano a los recursos “sistémicos” provistos desde la ciencia social, la termodinámica y la física: [...] Las tendencias seculares están llegando a asíntotas que no pueden cruzar. Quiere decir que los mecanismos que se han usado hasta este punto para regresar el sistema a equilibrios relativos ya no funcionan, pues tiene que mover el sistema muy cerca de su asíntota. Quiere decir, en lenguaje hegeliano, que ya es imposible contener las contradicciones del sistema. Quiere decir, en el lenguaje de las ciencias de la complejidad, que el sistema se ha alejado de su equilibrio, que está ingresando a una etapa de caos, que sus vectores se bifurcan y que eventualmente se creara un nuevo sistema o nuevos varios sistemas. Quiere decir que el ruido en el sistema, lejos de ser un elemento que se pueda ignorar, pasará a primer plano. Quiere decir que el resultado es intrínsecamente incierto y que es creativo (Wallerstein:2005b:205) Tomando en cuenta lo anterior no podemos olvidar que para Wallerstein los agentes reales del cambio histórico son los movimientos antisistémicos, los que en la particularidad de sus luchas propias (por lo general de carácter cultural: racistas y sexistas, según Wallerstein), son los únicos que como contraparte a la acción del capital, pueden presionar hacia la creación de un nuevo sistema, mejor o peor que el anterior. La 35
  • 36. posición por excelencia de los grupos antisistémicos tal como Wallerstein los connota, esta dada principalmente por presentar una lucha, un movimiento18 o resistencia. Dentro de la lógica de la acción, del movimiento, ¿no es acaso la figura del emprendedor el reverso de la figura del sujeto antisistémico que opera al margen, pero siempre en “oposición” o sea, en relación directa con el sistema? (que en este sentido es ambivalente pues se sirve tanto de reflejo del sistema cultural como del sistema comercial) así el emprendimiento es la acción mediante la cual el sujeto o una determinada colectividad particular logran insertarse formalmente19 en el mercado, a través de por ejemplo un microcrédito proveniente de un banco para la superación de la pobreza, fondos o cualquier otra forma de financiamiento. Por contraparte en el caso de la teoría de sistema – mundo el particular que compone los movimientos antisistémicos es por, excelencia la figura de aquel que en un principio se define en oposición al sistema por alguna condición particular ya sea de carácter cultural, religioso, sexual, etc. siempre con el objetivo final de ser visibilizado, escuchado e integrado (anunciar en una pancarta en letras muy grandes algo, no puede tener sino la finalidad de ser puesto en el Orden Simbólico). Ambas figuras, tanto la del emprendedor como la del antisistémico, son figuras que se anulan en cuanto el sistema reconoce, integra y domestica sus luchas particulares, dejando tras de sí el estrato de la subalternidad intacto: En nuestra vida diana, deseamos (o pretendemos desear) cosas que no deseamos realmente, de modo que, en último término, lo peor que nos puede ocurrir es que logremos lo que «oficialmente» deseamos. La felicidad es, por lo tanto, inherentemente hipócrita: es la felicidad de soñar cosas que realmente no queremos. Cuando la izquierda actual bombardea al sistema capitalista con reivindicaciones que evidentemente éste no puede cumplir (¡Pleno empleo! ¡Continuidad del Estado de Bienestar! ¡Plenos derechos para los inmigrantes!), está básicamente jugando a un juego de provocación histérica: se dirige al Amo con una exigencia que a éste le será imposible cumplir y que pondrá, por lo tanto, de manifiesto su impotencia. No obstante, el problema de esta estrategia no consiste únicamente en que el sistema no 18 Dentro de este marco sería muy interesante investigar hasta que punto la noción Wallersteiniana de Movimiento puede encontrar su origen en la obra del psicoanalista Gilles Deleuze. Si existe tal coincidencia, esta no ha sido declarada por parte de Wallerstein. 19 La connotación “formalmente”, en este caso tiene un carácter taxativo, puesto que no tiene ninguna lógica desconocer la existencia de mercados paralelos completamente activos, desde la piratería en todas sus formas, hasta el mercado de las drogas, los que paradójicamente han sido desde siempre parte constituyente del “mercado mundial” o “sistema - mundo” etc. y no una excepción. En este sentido, como no recordar las muchas menciones al Mercado Negro en la época de la Unidad Popular como si aquella figura hubiese sido la anomalía que finalmente causó el colapso del régimen. El contraste que balancea esta contradicción es sin duda la versión documentada del financiamiento del gremio de los camioneros por parte de agencias estadounidenses: “el sistema no esta realmente descompuesto en subsistemas autónomos y antagonistas que separan dinero no mafioso de dinero mafioso. Aliarse a uno y combatir al otro sería el único medio de corporizar una frontera (...) pero esta es una frontera entre los hombres y no entre los capitales”. (Joxe:2003:125) 36