Este documento compara el bilingüismo y la educación bilingüe en Estados Unidos y España. Explica que en Estados Unidos se desarrolló inicialmente para asimilar inmigrantes al inglés, mientras que en España se enfocó en lenguas regionales y luego en el aprendizaje de idiomas extranjeros. También analiza las críticas a ambos sistemas, señalando que a menudo surgen de razones ideológicas en lugar de pedagógicas.
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El presente texto es una versión traducida al castellano del trabajo titulado
“Bilingualism in the United States and in Spain: Differences and similarities”, elaborado
para la asignatura History and Politics in Bilingual Education del Máster Universitario
en Educación Bilingüe cursado por el autor en la Universidad Francisco de Vitoria
durante el curso 2016-2017.
Versión definitiva: Junio de 2017.
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INTRODUCCIÓN
La educación bilingüe ha sido desarrollada en diferentes países a lo largo de las
últimas décadas a través de diferentes modelos, y, de la misma manera, en cada país
también ha sido llevada a cabo una investigación acerca del bilingüismo y de la
educación bilingüe en relación con esos distintos modelos. En este texto vamos a
explicar las principales características del bilingüismo y la educación bilingüe en los
Estados Unidos y España, puesto que son dos sistemas muy diferentes, pero también
muy interesantes, para después fijarnos en las diferencias y similitudes entre ambos.
CARACTERIZACIÓN Y CRÍTICAS DE ESOS SISTEMAS
Tanto el sistema estadounidense como el español se han desarrollado durante las
últimas décadas, pero de maneras muy diferentes. Mientras en los Estados Unidos se
desarrolló una educación bilingüe orientada a que los inmigrantes aprendieran inglés, en
España el sistema se orientó en un primer momento a profundizar en la herencia cultural
de ciertas regiones del país, para después centrarse también en mejorar el aprendizaje de
lenguas extranjeras por parte de los estudiantes más jóvenes.
El bilingüismo en los Estados Unidos:
A pesar de tratarse de una “nación de inmigrantes”, la educación bilingüe no ha
tenido demasiada importancia en los Estados Unidos. De hecho, durante décadas, la
educación bilingüe se utilizó como un medio para asimilar a los inmigrantes lo antes
posible, enseñándoles inglés y casi tratando de hacerles “olvidar” sus lenguas maternas.
Por esta razón se considera que los nietos de los inmigrantes de hoy tendrán dificultades
para hablar el idioma de sus abuelos (Schmidt, 2000).
De hecho hasta el siglo XX las políticas del Gobierno de los Estados Unidos se
orientaron a imponer el inglés entre los nativos americanos y todos los habitantes del
país. Estas políticas no sirvieron para erradicar los idiomas nativos, pero sirvieron para
que sus hablantes sintieran una vergüenza y una inferioridad que aseguraban el uso del
inglés (Nieto, 2009: 62).
Posteriormente, en 1906 fue aprobada en el Estado de Texas la Nationality Act
(Acta de Nacionalidad), y a partir de ese momento el inglés se convirtió en el único
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idioma que se enseñaba en las escuelas, de manera que el conocimiento de la lengua se
convirtió en un requisito indispensable para poder iniciar el proceso de naturalización.
Esta medida se relacionaba con un evidente prejuicio de carácter racial (Nieto, 2009:
62).
A lo largo de los años siguientes se fueron aprobando diferentes medidas (Nieto,
2009), todas ellas orientadas a imponer el inglés como el único idioma de los Estados
Unidos, de manera que su principal consecuencia fue la reducción de cualquier tipo de
educación bilingüe. Sin embargo, algunas sentencias judiciales tuvieron un impacto muy
importante sobre estas políticas, como por ejemplo el caso Meyer contra Nebraska, 262,
US 390, en 1923, o el caso Farrington contra Tokushigue, 273, US 284, en 1927, que
llevaron a que la Corte Suprema dictaminara que prohibir la educación en idiomas
diferentes del inglés violaba los derechos constitucionales. A partir de ese momento,
diferentes sentencias afirmaron el derecho de los ciudadanos a aprender y enseñar
cualquier idioma (Nieto, 2009).
Sin embargo, la ley que tuvo una mayor relevancia en el reconocimiento de los
derechos de las minorías lingüísticas en los Estados Unidos fue la Bilingual Education
Act (Acta para la Educación Bilingüe). Esta normativa fue aprobada en 1968 y fue una
consecuencia de la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana.
Aunque esta ley no obligaba a los distritos escolares a ofrecer programas de educación
bilingüe, los animaba a experimentar con nuevas metodologías pedagógicas a través del
desarrollo de programas orientados principalmente a personas de bajo nivel económico
y que no hablaban inglés. Además, fue el primer programa sobre bilingüismo y
educación bilingüe aprobado a nivel federal. Con esta normativa, el Gobierno quería que
parte de la educación de los estudiantes se les ofreciera en su idioma nativo para facilitar
su transición al uso del inglés. A este sistema se le conoce como “educación bilingüe
transicional”, y sería una forma débil de educación bilingüe (MacCarthy, 2012).
No obstante, como la educación bilingüe no tenía modelos sistemáticos para
determinar el éxito de estos programas, algunos autores consideraron que la educación
bilingüe estaba siendo un fracaso, y este es el motivo por el cual en 1974 la Bilingual
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Education Act hubo de ser enmendada para definir explícitamente los programas de
educación bilingüe (Nieto, 2009: 63).
A partir de este momento y dependiendo del partido político que en cada
momento ocupase el Gobierno, las políticas a favor y en contra de la educación bilingüe
se implementaron por razones ideológicas. Por ejemplo, durante la administración
Reagan se dijo que el país era una “nación en riesgo de balcanización”, culpando a los
hablantes de idiomas diferentes del inglés de este riesgo. De este modo se llevó a cabo
una importante campaña contra la educación bilingüe y a favor de una “vuelta a lo
básico”. Desde entonces, se tomaron diferentes medidas orientadas a que se adoptara el
inglés como el único idioma oficial de los Estados Unidos (Nieto, 2009: 64).
De acuerdo con Baker y Kanter (1983), la educación bilingüe no sería un modo
efectivo para responder a las necesidades de los estudiantes procedentes de minorías
lingüísticas. No obstante, algunos críticos señalaron que los autores habían obviado
algunas variables de importancia en su investigación (Nieto, 2009: 64).
En 1994, la Improving America’s Schools Act (Acta para la Mejora de las
Escuelas de América) volvió a autorizar las medidas de la Bilingual Education Act. Esta
ley se creó para desarrollar “las habilidades bilingües y el entendimiento multicultural”.
Hasta este momento, la educación bilingüe había sido considerada tan solo un recurso
para ayudar a los inmigrantes a adquirir fluidez con el inglés, pero esta fue la primera
vez en la que se consideró que la educación bilingüe era útil para mejorar las
perspectivas del país (Nieto, 2009: 64).
Sin embargo, tan solo dos años después la Cámara de Representantes decidió
que el inglés era el único idioma oficial de la nación, de manera que el uso de idiomas
distintos del inglés por las agencias gubernamentales y los funcionarios fue prohibido.
Posteriormente, la Proposición 227 terminó con la educación bilingüe en California,
imponiendo una educación “solo en inglés”. Aunque investigadores como MacDonald
(2009) consideraban que esta proposición era necesaria debido a la falta de pruebas
apropiadas para medir el éxito de los programas bilingües, desde nuestro punto de vista
la Proposición 227 fue aprobada por razones ideológicas y partidistas. Además, por otro
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lado, investigadores como Krashen (2004-2005) opinan que la Proposición 227 no sería
sino un error, ya que la educación bilingüe ayudaría en el desarrollo del lenguaje.
Otras medidas contra la educación bilingüe se desarrollaron durante el Gobierno
de George W. Busch, con leyes como la conocida como No Child Left Behind (Ningún
Niño Olvidado) de 2002. Aunque esta ley no prohibía explícitamente la educación
bilingüe, sí que imponía medidas que promovían la adopción de una educación solo en
inglés (Nieto, 2009: 64).
A la vez que se desarrollaban estas políticas en contra del bilingüismo en la
educación, algunos investigadores consideraban que el bilingüismo tiene efectos
beneficiosos (Krashen, 1996), y estas teorías explican el hecho de que se siga llevando a
cabo una educación bilingüe en algunos estados, como California, con la Proposición 58
que permite programas de inmersión duales.
No obstante, en la actualidad el futuro del bilingüismo en los Estados Unidos no
está claro. El nuevo Presidente, Donald Trump, no parece muy interesado en la
integración o en el bilingüismo, lo que nos lleva a considerar que su Gobierno
desarrollará políticas contrarias a la educación bilingüe.
Bilingüismo y educación bilingüe en España:
La Constitución Española (1978) reconoce el bilingüismo debido al hecho de
que en ciertas regiones, como Cataluña, Galicia o el País Vasco, hay lenguas propias
que fueron prohibidas durante la dictadura de Franco (Pérez, 1997), y aunque estas
lenguas son oficiales en sus respectivas Comunidades Autónomas, en algunas otras
también hay lenguas que no son oficiales, como en el caso de Asturias. De hecho, en un
momento tan temprano como 1981 fue publicado un monográfico sobre bilingüismo en
el número 268 de la Revista de Educación editada por el Ministerio de Educación.
En Galicia, el País Vasco y Cataluña el bilingüismo ha sido desarrollado durante
las últimas décadas, y, en este caso, podemos decir que se trata de formas “fuertes” de
educación bilingüe, ya que se trata de programas de inmersión (Pérez, 1997), o
“mainstream bilingual programs” según la denominación de MacCarthy (2012). Este
tipo de bilingüismo ha sido duramente criticado durante las últimas décadas, sobre todo
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debido a razones ideológicas, ya que hay personas que consideran que la enseñanza de
esas lenguas daña el aprendizaje del castellano o incluso que creen que el único idioma
oficial de España debería ser el castellano.
Por otro lado, en lo relativo al bilingüismo en lenguas extranjeras, este se ha
desarrollado muy lentamente. En 1996 el Ministerio de Educación y el British Council
acordaron implementar el bilingüismo en inglés (Aparicio, 2009: 3). La principal
intención de este acuerdo era buscar nuevas metodologías que permitieran a los
estudiantes alcanzar un mejor nivel de inglés (Pérez, 1997).
Como en la actualidad las competencias educativas han sido transferidas a los
Gobiernos autonómicos, el desarrollo de la educación bilingüe ha sido muy desigual, y
es diferente en cada Comunidad en la que nos fijemos. Por ejemplo, en el caso de
Madrid, las primeras escuelas que se integraron en el programa bilingüe mostraron
malos resultados en las asignaturas que se enseñaban en inglés (Anghel, Cabrales y
Carro, 2013: 89), especialmente en el caso de aquellos estudiantes cuyos padres carecían
de formación universitaria.
Sin embargo, debido al interés que la educación bilingüe suscita tanto en los
Gobiernos como en la ciudadanía, se ha venido desarrollando en todas las regiones
españolas, y sus resultados están mejorando paulatinamente. Por ejemplo, en el caso de
los estudiantes asturianos inmersos en los programas bilingües, sus resultados fueron
muy positivos en 2016, mejores incluso que los de los estudiantes no bilingües en
algunos casos (Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, 2016: 82).
Sin embargo, aunque los programas bilingües están desarrollándose y sus
resultados son cada vez mejores, también hay importantes críticas contra la educación
bilingüe en España. Por ejemplo, el escritor y académico Juan Manuel de Prada (2013:
12) escribió un artículo muy crítico en el que decía que “bilingüismo” no era sino un
eufemismo para referirse a una interferencia del inglés en la educación que solo llevaría
a la creación de personas iletradas tanto en español como en inglés.
Por otro lado y aunque su ideología es totalmente contraria a la de Juan Manuel
de Prada, la coalición política Izquierda Unida asegura que la educación bilingüe es
ineficaz precisamente por las mismas razones que el escritor decía (Observatorio por la
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Educación Pública, 2017: 3). Además, el partido también aseveraba que la educación
bilingüe sería ineficaz también por razones socioeconómicas (Observatorio por la
Educación Pública, 2017: 4-7).
Sin embargo, a pesar de estas críticas, los programas bilingües, no solo en inglés,
sino también en francés, se están desarrollando y formando a nuevos ciudadanos
bilingües cada día.
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Como acabamos de explicar, las críticas hacia el bilingüismo y la educación
bilingüe muchas veces se hacen desde puntos de vista meramente ideológicos, y, tanto
en los Estados Unidos como en España, hay investigadores e intelectuales que
consideran que el bilingüismo no es algo verdaderamente útil. Como vimos
anteriormente, en Estados Unidos hubo razones ideológicas e incluso racistas para
rechazar el bilingüismo, ya que hay personas que consideran que solo debe haber un
idioma en los Estados Unidos.
Esa misma razón puede ser la que ha llevado a que, en algunos casos, las lenguas
propias de ciertas regiones españolas hayan sido rechazadas, porque hay personas que
creen que en España no debería haber más lengua que el español. Sin embargo, en el
caso del inglés (o de otras lenguas extranjeras), la principal razón para criticar la
educación bilingüe es justamente la idea de que no es útil para que los jóvenes
estudiantes aprendan apropiadamente los contenidos enseñados en lenguas extranjeras,
ya que ese es uno de los principales objetivos del modelo AICLE (CLIL en inglés), que
es el utilizado en España y la Unión Europea (Lorenzo, Trujillo y Vez, 2011: 166-167).
OPINIÓN PERSONAL Y CONCLUSIONES
Los sistemas estudiados son muy diferentes entre sí, y las principales diferencias
que podemos encontrar entre ellos son las siguientes:
En primer lugar, podemos observar que en los Estados Unidos el bilingüismo y
la educación bilingüe han sido vistos como modos de integrar a las minorías
lingüísticas. Sin embargo, en España han sido utilizados en primer lugar como una
manera de hacer que el alumnado conozca su propia herencia cultural (en el caso de las
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lenguas autonómicas), y, en segundo lugar, como un medio para ayudar a que los
estudiantes alcancen un mejor nivel de inglés y, en menor medida, de francés. No
obstante, las razones para criticar los sistemas bilingües han sido muy similares en
ambos países, ya que en muchos casos se ha tratado de razones de carácter ideológico.
Desde nuestro punto de vista, la educación bilingüe puede ser muy interesante y
útil, ya que es una buena manera de hacer que el alumnado aprenda mejor las lenguas
extranjeras, a la vez que aprende en esas lenguas extranjeras. No obstante, creemos que,
en ocasiones, las maneras en las que se está implementando los programas bilingües
deberían mejorarse, y precisamente por eso, es necesario buscar metodologías mejores y
más efectivas dentro de la educación bilingüe.
Si recordamos que el aprendizaje de los estudiantes puede variar dependiendo de
diversas causas (Consejería de Educación del Principado de Asturias, 2016: 82-83),
debemos recordar que su éxito depende de:
- Las oportunidades que tengan para el aprendizaje informal (a través de
videojuegos, por ejemplo).
- Las destrezas lingüísticas de los padres o tutores.
- Los recursos y materiales de los centros educativos y las capacidades de los
docentes.
- El tiempo que se dedica a utilizar la lengua extranjera en clase.
- La percepción que se tenga de la utilidad de conocer lenguas extranjeras.
Si tenemos en cuenta estas cinco cuestiones a la hora de planificar nuestra
actividad docente, podemos hacer que la educación bilingüe mejore, aunque debemos
buscar también formas de integrar por un lado el aprendizaje informal con los
aprendizajes adquiridos en clase, y también las destrezas lingüísticas de los padres con
el aprendizaje de los alumnos. Cuando seamos capaces de desarrollar programas que
integren estas cuestiones, entonces sí que podremos decir que la educación bilingüe es
verdaderamente exitosa y que está sirviendo para que nuestros alumnos aprendan inglés
y en inglés.
Pero todavía debemos trabajar duro para lograrlo.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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