El documento resume tres paradigmas del trabajo social: el funcionalista, que busca el orden y equilibrio de la sociedad de forma empírica y cuantitativa; el conflictivista, que ve el conflicto como motor del cambio social y se opone a la desigualdad; y el hermenéutico, que busca que el sujeto entienda e interprete su realidad y sea gestor de su propio cambio, sin interferencia del trabajador social.