1. Tenemos una deuda de tributo y de honra por
esa creación divina, a quien llamamos MADRE.
Que “se levanten los hijos y la llamen
bienaventurada y su marido también la
alabe” Prov. 31:28.
2. Introducción
El amor de una madre sólo es superado
por el amor que Dios tiene por sus hijos.
Dios ha sido bueno en depositar sobre
una madre un amor que permite que
haga todo lo posible por un hijo; eso es
algo que valorarse siempre.
3. Pero ¿acaso una madre
olvida o deja de amar a
su propio hijo? Pues
aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré (Is. 49:15)
4. ¿Qué es una madre?
“Una madre es algo que el
niño ama y el hombre olvida.
Un amor hecho a prueba de
toda clase de dolores y de todo
género de ingratitudes. Un
corazón que no se cansa
nunca de sufrir. Un alma que
no deja ni un momento de
querer” (Figuras de Plata, pág. 113).
5. EL AMOR PERSISTENTE DE UNA MADRE
Mt. 15:21-28
Esta es una historia que se
presenta en los evangelios de
Marcos y Mateo. Una madre va
en busca de ayuda ante el Señor
Jesucristo debido a que su hija
está gravemente enferma.
6. I. HACE SUYO EL SUFRIMIENTO DEL QUE AMA
v.22
Una madre nunca estará tranquila
mientras tenga a un hijo sufriendo.
Su corazón no puede permanecer
indiferente cuando sabe que el
fruto de su vientre se queja, llora o
gime por algún pesar. Esta mujer
hace suyo el sufrimiento de su hija.
7. Dos expresiones que revelan la angustia de esta
madre: “¡Señor, Hijo de David, ten misericordia
de mí!” v.22. “¡Señor, socórreme!” v. 25.
Fue directa en su petición; no solo sabía de
Jesús y su poder, sino que descubrió que él era
también era el Mesías.
Se enseña la importancia de interceder por los
hijos. Una madre no debe estar feliz hasta no ver
a su hijo libre de la condenación.
8. II. PROSIGUE AUNQUE NO TENGA RESPUESTA
v. 23
Pudo haberse regresado al notar la
aparente indiferencia del Señor; él puede
ayudarla, pero no hay respuesta.
No entiende el por qué del silencio de
Jesús, y además escucha a los discípulos:
“Despídela, pues da voces tras nosotros”
v. 23c. Pero no se inmutó frente a lo que
pareció inaudito.
9. III. SOPORTA LA RESPUESTA INESPERADA
v.25, 26
Jesús siguió su camino sin atender su
llamado. Pero no tiene más alternativas, esta
era su única oportunidad para salvar a hija,
se adelanta e interrumpe el caminar de Jesús
diciendo: “¡Señor, socórreme!”.
El Señor Jesús contesta: “No está bien tomar
el pan de los hijos, y echarlo a los perillos”
¿Qué hacer frente a esta respuesta? ¿Cuánto
permanecer allí después de estas palabras?
10. La mujer tuvo una fe inquebrantable; fue
sometida a la más alta prueba que alguien
podía resistir; no puede recibir “pan” porque
no es de la familia, era de los “perrillos”.
¿No estaba siendo Jesús duro e insensible
con la mujer? ¡No! El Señor Jesús nunca
haría algo para contradecir lo que él es. En la
búsqueda del bien divino, cada hombre y
mujer debiera saber que no tiene derecho al
“pan de los hijos”.
11. Debemos despojarnos de lo que
consideramos derechos para optar por sus
santas misericordias.
No merecía el “pan de los hijos”, pero si podía
optar por “las migajas que caen de la mesa de
sus amos”.
No hay reclamo en su súplica, sólo quebranto
y humillación, aunque la respuesta no haya
sido la esperada. Terminó postrada, la mejor
manera para esperar Su misericordia
12. IV. SE LEVANTA DESPUÉS DE LA LA VICTORIA
v.28
El Señor vio la persistencia y tenacidad de la
mujer y la elogia con estas palabras: “Oh
mujer, grande es tu fe; hágase contigo como
quieres” v. 28.
En varios encuentros que Jesús tuvo con
hombres y mujeres, donde expresan su
extraordinaria fe, no fue gente de su propio
pueblo (Jn. 1:12, 13).
13. CONCLUSIÓN
“Y su hija fue sanada desde aquella hora”. Cuando
la madre se enfrentó a la batalla de su fe, cuando
se mantuvo firme y esperanzada hasta ver la
victoria, cuando confió en Jesús como el Amigo,
que aun cuando al principio pudo sentirlo hostil
hacia su ruego, algo le mantuvo creyendo en su
bondad.
Ante esto, ¿Qué actitud tomar hacia La madre? La
madre es un don de Dios, su amor hacia los hijos
no tiene límites, por lo cual se le debe honrar no
solo en un día especial, sino siempre.