Este poema describe la llegada del primer tren a Ourense en 1881. En tres oraciones:
La locomotora avanza a través del paisaje gallego, fertilizando la tierra y despertando a la gente mientras florecen los campos. La catedral de piedra celebra con campanas la llegada del progreso y la riqueza que trae el tren, en lugar de los abades y curas del pasado. El tren es comparado a Cristo de los tiempos modernos que trae luz al pueblo.
1. O maio
Aí vén o maio
de frores cuberto ...
Puxéronse á porta
cantándome os nenos;
i os puchos furados
pra min estendendo,
pedíronme crocas
dos meus castiñeiros.
Pasai, rapaciños,
calados e quedos;
que o que é polo de hoxe
que darvos non teño.
Eu sonvos o probe
do pobo gallego:
pra min non hai maio,
pra min sempre é inverno! ...
Cando eu me atopare
de donos liberto
i o pan non me quiten
trabucos e préstemos,
e como os do abade
frorezan meus eidos,
chegado habrá estonces
o maio que eu quero ...
Queredes castañas
dos meus castiñeiros? ...
Cantádeme un maio
sin bruxas nin demos;
un maio sin segas,
usuras nin preitos,
sin quintas, nin portas,
nin foros, nin cregos.
mayo
Ahí viene el mayo
de flores cubierto
Se pusieron a la puerta
cantándome los niños;
los gorros agujereadas
extendiéndolos hacia mi,
me pidieron castañas
de mis castaños.
Pasad, chiquillos,
callados y quietos;
que hoy no tengo que daros.
Yo soy el pobre
del pueblo gallego:
para mí no hay mayo,
para mí siempre es invierno! ...
Cuando yo me encuentre
libre de dueños,
y el pan no me quiten
los impuestos y los préstamos,
y, como los del abad,
florezcan mis campos;
llegado habrá entonces
el mayo que yo quiero.
¿Queréis castañas
de mis castaños?
Cantadme un mayo
sin brujas ni demonios;
un mayo sin siegas,
usuras ni pleitos,
sin quintas, ni puertas,
ni foros*, ni curas.
Foro: Cesión de fincas de labranza, normalmente por
parte de la iglesia, a cambio de un canon, renta, parte
de la cosecha, etc.
2. "Na chegada a Ourense da primeira
locomotora" (1881)
I
Velaí ven, velaí ven avantando
comaros e corgas, e vales, e cerros.
¡Vinde vela, mociños e mozas!
¡Saludaina, rapaces e vellos!
Por onde ela pasa
fecunda os terreos,
espértanse os homes,
frolecen os eidos.
Velaí ven, velaí ven tan oupada,
tan milagrosiña, con paso tan meigo,
que parece unha Nosa Señora,
unha Nosa Señora de ferro.
Tras dela non veñen
abades nin cregos;
mais vén a fartura
¡i a luz i o progreso!
II
Catedral, demagogo de pedra,
dun pobo fanático erguida no medio,
repinica esas chocas campanas
en sinal de alegría e contento.
Asocia esas voces
ó son dos pandeiros,
¡ás santas surrisas
de terras e ceos!
E ti, río dos grandes destinos,
que os himnos ensaias dos trunfos ibéricos,
requeimáda-las fauces de sede
vén o monstro a beber no teu seo.
Bon samaritano,
dálle auga ó sedento;
que a máquena é o Cristo
dos tempos modernos
En la llegada a Ourense de la primera
locomotora (1881
I
Aquí viene, aquí viene avanzando,
zanjas y caminos, valles, y colinas.
¡Vamos a verla, niños y niñas!
¡Saludadla, chicos y viejos!
Por donde ella pasa
fertiliza la tierra,
los hombres se despiertan
florecen las fincas.
Aquí vienen, aquí viene tan orgullosa,
tan milagrosa, con un paso tan mágico,
que se parece a Nuestra Señora,
una Nuestra Señora de Hierro.
Después de ella no vienen
abades o curas;
pero viene la riqueza,
¡La luz y progreso!
II
Catedral, demagogo de piedra,
erigida en medio de un pueblo fanático,
repican estas locas campanas
en un signo de alegría y satisfacción.
Unid esas voces
al son de los panderos,
A las santas sonrisas
de tierras y cielos!
Y tú, el río de los grandes destinos,
que los himnos ensayos de los troncos ibéricos,
abrasadas las fauces de sed
Viene el monstruo a beber en tu seno.
Buen Samaritano,
dale agua al sediento;
que la maquina es el Cristo
de los tiempos modernos
Cántiga
No xardín unha noite sentada
ó refrexo do branco luar,
unha nena choraba sin trégolas
os desdés dun ingrato galán.
I a coitada entre queixas decía:
“Xa no mundo non teño ninguén,
vou morrer e non ven os meus ollos
os olliños do meu doce ben”.
Os seus ecos de malenconía
camiñaban nas alas do vento,
i o lamento
repetía:
“¡Vou morrer e non ven ó meu ben!”
Lonxe dela, de pé sobre a popa
dun aleve negreiro vapor,
Cántiga
En el jardín una noche sentada
al reflejo de la blanca luz de la luna,
una niña lloraba sin tregua
los desdenes de un ingrato galán.
Y la desgraciada entre quejas decía:
“Ya en el mundo no tengo a nadie,
voy a morir y no ven mis ojos,
los ojitos de mi dulce bien”.
Sus ecos de melancolía
caminaban en las alas del viento
y el lamento
repetía:
“¡Voy a morir y no viene mi bien!”
Lejos de ella, de pie sobre la popa
de un infame vapor de negreros,
3. emigrado, camiño de América
vai o probe, infelís amador.
I ó mirar as xentís anduriñas
cara a terra que deixa cruzar:
“Quen pudera dar volta -pensaba-,
quen pudera convosco voar!…”
Mais as aves i o buque fuxían
sin ouír seus amargos lamentos;
sólo os ventos
repetían:
“¡Quen pudera convosco voar!”
Noites craras, de aromas e lúa,
desde entón ¡que tristeza en vós hai
prós que viron chorar unha nena,
prós que viron un barco marchar!…
Dun amor celestial, verdadeiro,
quedou sólo, de bágoas a proba,
unha cova
nun outeiro
i on cadavre no fondo do mar
emigrado, camino de América
va el pobre, infeliz amador.
Y al mirar las gentiles golondrinas,
hacia la tierra que deja, cruzar:
“Quien pudiera dar vuelta –pensaba-,
quien pudiera con vosotras volar!…”
Pero las aves y el buque huían,
sin oír sus amargos lamentes
solo los vientos
repetían:
“Quien pudiera con vosotras volar!”
Noches claras, de aromas y luna,
desde entonces ¡que tristeza en vosotros hay
para los que vieron llorar una niña,
para los que vieron un barco marchar!…
De un amor celestial, verdadero,
quedó solo, de lágrimas la prueba,
una cueva,
en un peñasco
y un cadáver en el fondo del mar.
Nocturnio
Da aldea lonxana fumegan as tellas;
detrás dos petoutos vai póndose o sol;
retornan prós eidos coa noite as ovellas
tiscando nas beiras o céspede mol.
Un vello, arrimado nun pao de sanguiño,
o monte atravesa de cara ó pinar.
Vai canso; unha pedra topóu no camiño
e nela sentóuse pra folgos tomar.
-¡Ai! -dixo-, ¡qué triste!
¡qué triste eu estóu!
I on sapo, que oía,
repuso: -¡Cro, cro!
¡Ás ánemas tocan! ... Tal noite como ésta
queimóuseme a casa, morréume a muller;
ardéume a xugada na corte, i a besta,
na terra a semente botóuse a perder.
Vendín prós trabucos bacelos e hortas
e vou polo mundo de entón a pedir;
mais cando non topo pechadas as portas
os cans sáienme a elas e fanme fuxir.
- Canta, sapo, canta;
tí i eu ¡somos dous! ... -
I o sapo choroso,
cantaba: -¡Cro, cro!
Soliños estamos entrambos na terra.
mais nela un buraco tí alcontras i eu non;
a ti non te morden os ventos da serra,
i a min as entranas i os ósos me rón.
Tí, nado nos montes, nos montes esperas,
de cote cantando, teu térmeno ver;
eu, nado entre os homes, dormendo entre as feras,
Nocturno
De la aldea lejana humean las tejas;
detrás de las rocas ya se pone el sol;
retornan de los campos con la noche las ovejas
triscando en las orillas el pasto tierno.
Un viejo, arrimado en un palo de sanguino,
el monte atraviesa de cara al pinar.
Va cansado; una piedra encontró en el camino
y en ella se sentó para tomar aliento.
-¡Ay! -dijo-, ¡ qué triste!
¡ qué triste yo estóy!
Y un sapo, que escuchaba,
contestó: -¡ Cro, cro!
¡A las ánimas tocan! ... Tal noche como ésta
se me quemó la casa, se me murió la mujer;
se quemó la yunta en la cuadra, y la yegua,
en la tierra a semilla se estropeo.
Vendí para los impuestos viñedos y huertas
y voy por el mundo desde entonces a pedir;
mas cuando no encuentro cerradas las puertas
los perros salen y me hacen huir.
Canta, sapo, cuanta;
tú y yo ¡somos dos! ... -
Y el sapo lloroso,
cantaba: -¡ Cro, cro!
Solitos estamos ambos en la tierra,
pero en ella un agujero tu encontrará y yo no;
a ti no te muerden los vientos de la sierra,
pero a mí las entrañas y los huesos me roen.
Tú, nadas en los montes, en los montes esperas,
seguramente cantando, hasta que llegue tu fin;
yo, nado entre los hombres, durmiendo entre las fieras,
4. e morte non hacho, si quero morrer.
-Xa tocan ... Recemos,
¡que dicen que hai Dios! ...-
El reza, i o sapo
cantaba: -¡Cro, cro!
A noite cerraba, i o raio da lúa
nas lívidas cumes comenza a brillar;
curisco que tolle nos álbores brúa
i escóitase ó lexos o lobo oubear.
O probe do vello cos anos cangado
erguéuse da pedra i o pau recadóu;
viróu para os ceos o puño pechado,
e cara ós touzales rosmando marchóu ...
Cos ollos seguíndoo
na escura estensión,
o sapo quedouse
cantando: ¡Cro, cro!.
y la muerte no encuentro , sí quiero morir.
-Ya tocan ... Recemos,
¡qué dicen que hay Dios! …
Él reza, y el sapo
cantaba: -¡ Cro, cro!
La noche cerraba, y el rayo de la luna
en las lívidas cumbres comienza a brillar;
lo hielos que cuelgan en los árboles, crujen,
y se escucha a lo lejos el lobo aullar.
El pobre viejo con los años doblado
se levantó de la piedra y el palo cogió;
levantó a los cielos el puño cerrado,
y hacia los tojales murmurando marchó
Con los ojos siguiéndolo
en la extensa oscuridad ,
el sapo se quedó cantando:
¡ Cro, cro!.