Este documento describe varias tensiones éticas que surgen en la gestión del voluntariado. Explora la tensión entre un enfoque "light" y uno "heroico", argumentando que lo comprometido es necesario. También examina la tensión entre la uniformización y el enfoque de "todo vale", concluyendo que la vertebración es necesaria. El objetivo es lograr un equilibrio que genere significado para los voluntarios de una manera accesible.
1. Voluntariado hoy:
tensiones éticas
- Tensión entre lo light y lo heroico: lo comprometido.
- Lo comprometido como tensión necesaria.
- Tensión: entre la uniformización y el “todo vale”: lo
vertebrador.
- La vertebración como tensión necesaria.
Autor: Antonio Rivas
@antonioredinamo
www.redinamo.org
2. Voluntariado hoy: tensiones éticas
Todos estos equipajes éticos se dan en un mismo grupo de personas que
quieren ser voluntarias. Encontramos personas en la esfera de lo conservador, de lo
progresista, de lo neo-liberal. Cuando el responsable de voluntariado decide iniciar
un proceso de trabajo con personas voluntarias se encuentra con todas estas
posibilidades, en estado puro o mezcladas en distintos grados. Y los confronta con su
propio equipaje ético y el de su organización: entonces surge la “tensión”.
Hablamos de “tensiones” porque los posicionamientos éticos pueden situar a
las personas en extremos opuestos y, como las cuerdas de una guitarra, tensar a la
organización, proponiendo unas u otras líneas de acción o de decisión, en función
del lugar donde se ubique cada uno.
Toda propuesta organizativa de voluntariado implica un posicionamiento
ético. Hay organizaciones con un posicionamiento más explícito, que visibiliza
rápidamente las tensiones y las resuelve o las integra. Por el contrario, hay
organizaciones con menos claridad, que escondan las dificultades y difiera las
soluciones. Pero en todas hay un equipaje ético que proyecto una determinada
visión del mundo, de la pobreza, de la exclusión etc.
Puede ser tentador pensar que una gestión debe estar orientada a evitar estas
tensiones. No es ciertamente nuestra propuesta. Una organización sin tensión ética,
no es una organización tranquila, es una organización muerta. Los valores éticos hay
que tensionarlos para ver cómo efectivamente “resuenan” y qué traen de fondo.
Es fácil declararse no racista en una sociedad monocromática, lo
verdaderamente significativo es hacerlo y ver qué implica, en una sociedad con dos
millones de inmigrantes. Igualmente, es fácil declararse pacifista en una sociedad sin
conflicto, lo verdaderamente significativo es hacerlo y ver qué implica, en una
sociedad sacudida por el terrorismo.
Por otra parte, una organización excesivamente “tensa” en lo ético, como las
cuerdas de la guitarra demasiado apretadas, acaba estallando, rompe los engranajes,
daña a las personas. Y sobre todo no sirve para lo que ha sido creada: generar música.
Quisiéramos recoger algunas de estas tensiones, recogiendo los “extremos”
que son posibles, no tanto porque sean reales sino porque resultan pedagógicos
para explicitar la “tensión” que queremos recoger. Es papel del gestor ver, en su
organización, cuales de estas tensiones o “cuerdas” se dan en su contexto concreto y
de qué modo las “afina”. Afinar no significa esconder, evitar, diferir ni tampoco
apretar, radicalizar, significa conseguir que la tensión genere armonía.
Tensión entre lo light y lo heroico: lo comprometido
3. Ante esta diversidad de planteamientos que traen las personas a las
organizaciones, hay entidades que deciden no toman ningún particular propuesta
de acción, bajo la premisa de ser “a-políticos” o “a-confesionales”. Lo hemos
denomindado más arriba la “neutralidad neo-liberal”.
Este pensamiento parece querer optar por una especie de limbo ideológico,
donde cuantos menos atributos tenga el voluntariado, más cerca de la perfección.
Algo muy propio de los productos de mercado, donde se potencia lo que no tienen
(no tienen azúcar, no tienen colesterol, no tienen grasa) frente a lo que sí tienen. Es el
voluntariado sin ética, es el producto “light” del mercado de la solidaridad, tan propio
del neo-liberalismo.
En el voluntariado light parece como si el posicionamiento y creencias de las
personas pudiera manchar su acción. Parece que se pudiera accionar frente a la
pobreza sin que eso necesariamente implicara un posicionamiento.
Este presupuesto esconde un imposible y una contradicción. Un imposible
pues cualquier intervención sobre las esferas de la marginación es necesariamente
una propuesta ética.
Otra cosa distinta es que las distintas acciones tengan una orientación que nos
resulte más aceptable u otra orientación que nos resulte más reprobable. Por poner
un ejemplo, apadrinar a un niño o pasarse un año enseñando a leer en un campo de
refugiados es un posicionamiento. Unos optarán por una estrategia otros por otra.
De hecho pueden merecernos opiniones distintas. Por que las juzgamos por lo afín a
nuestro propio posicionamiento ético.
Decimos que proponer un voluntariado “light” es una contradicción pues lo
“light” también es una opción muy clara de cómo acercarse a la realidad. Las
organizaciones que acogen voluntariado, por el simplemente hecho de hacerlo, son
ya una propuesta ética de calado y con un impacto en las personas voluntarias, los
trabajadores de la organización y los usuarios de primera magnitud.
En el otro extremo de esta tensión encontramos propuestas de voluntariado
“heroico”. El voluntario heroico es la propuesta de la intransigencia combativa total.
Algunas propuestas del mundo conservador pueden generar este modelo de
voluntariado “heroico”, sobre todo en el campo de la acción internacional, más
cercano a los planteamientos de “martirio” que de inculturación.
También el mundo del pensamiento progresista puede hacer del voluntariado
internacional una suerte de elite lejos del alcance del común de las personas.
No es infrecuente ver, en organizaciones que combinan voluntariado en sede
con propuestas de voluntariado internacional, que se genera cierta vivencia de
rivalidad. Como si los que permanecen en la sede no alcanzaran la categoría de los
4. “verdaderos” voluntarios, que son los que pasan cierto tiempo desplazados.
Pareciera que el voluntariado internacional fuera “más” por estar más lejos.
Lo comprometido como tensión necesaria
Lo comprometido no es el punto medio entre lo “light” y lo “heroico”, es la
tensión necesaria que una organización debe aplicar para hacer generardora a su
propuesta de voluntariado.
Lo comprometido confronta a lo “light” por su superficialidad, por su
incapacidad de tener una incidencia en lo cotidiano, por convertir al voluntariado en
una propuesta de consumo en vez de en una propuesta de trasformación.
Lo comprometido confronta a lo “heroico” por su soberbia, por su incapacidad
de adaptar su propuesta a la realidad cotidiana de las personas, por convertir al
voluntariado en una élite inalcanzable para las personas.
La tensión de la gestión del voluntariado busca por tanto generar significado
en la vida de las personas, pero una forma de significado alcanzables, paulatina, que
no renuncia a la radicalidad, pero que respeta el ritmo y el conflicto con lo cotidiano
para alcanzarla.
La gestión del voluntariado como compromiso es una gestión de fondo,
paciente, que va tolerando los conflictos pero que tiene claramente puestos sus
límites. Límites a lo superficial, al voluntario que no cumple una y otra vez, límites al
que hace de su acción voluntaria una posición de poder.
Tensión: entre la uniformización y el “todo vale”: lo
vertebrador
Algunas entidades, ante la diversidad de propuestas éticas, de las que son muy
conscientes, buscan una cierta coherencia entre sus participantes, tanto contratados
como voluntarios. Esta coherencia pasa por identificar cual es la base social afin a los
planteamientos organizativos y realizar en dichos foros las acciones de
sensibilización y captación pertinentes.
Algunas organizaciones potenciando en extremo estos criterios de coherencia,
llegan a planteamientos de uniformidad en su voluntariado corriendo el peligro de
convertir el movimiento voluntario en un movimiento “de clase” donde cada
corriente política tiene su trasunto en una organización concreta.
Así el voluntariado más conservador o más progresista se alista en las ONG que
están dinamizadas desde los partidos políticos más afines. Igual el voluntariado con
planteamientos más laicos o más afines a planteamientos de iglesia encuentra sus
espacios naturales en organizaciones de su signo de preferencia.
5. En el extremo contrario encontramos otras organizaciones parece que optan
por “el todo vale” en el voluntariado. Quizá desde un planteamiento de relativismo
ético o por dificultades por poner límites a determinados planteamientos, todos los
procesos de voluntariado parece que caben la organización.
En realidad, esta acogida indiscriminada acaba generando tensiones que no
siempre son creativas: o bien generan abandonos conflictivos en los procesos del
voluntariado, contaminando el ambiente, o generan distorsiones en la tarea que
acaban repercutiendo en la coherencia de la intervención.
La vertebración como tensión necesaria
La integración, como decíamos más arriba de lo comprometido, no es tampoco
un punto medio, sino un ajuste en la tensión.
La vertebración confronta a la propuesta de voluntariado uniformadora su
planteamiento de “club”. No se trata de establecer “porcentajes” de cuantos entre los
voluntarios son “de los nuestros” y cuantos son “de los no-nuestros”. Sin perjuicio de
que lo numérico siempre dice algo de la realidad. Se trata de ver si nuestra propuesta
de voluntariado es un reflejo de un movimiento social o de un movimiento de clase o
de un movimiento político.
Se trata de ver si nuestra propuesta reúne a los diversos para luchar por un fin
comúnmente elaborado, o reúne a los mismos (a los de siempre) para luchar por lo
de siempre, de las mismas maneras de siempre. La vertebración es un indicador de
riqueza o en su defecto, de pobreza.
La vertebración confronta al “todo-vale” por su falsedad. No todo lo que “hay”
vale. La vertebración exige diálogo, formación, pacto, trabajo en equipo. Pone a
prueba la tolerancia, hace real en el espacio organizativo, la convivencia que se
postula en lo internacional. La vertebración confronta al “todo – vale” por su
conformismo cobarde que acaba degenerando en la primacía de los más fuertes
frente a los más débiles.
La gestión de un voluntariado vertebrador implica mucho más trabajo que la
gestión del “todo-vale” o la gestión de la uniformización. Implica un proceso
educativo, que tiene su arranque en los procesos de captación del voluntariado, que
han de ser accesibles a las distintas sensibilidades sociales, implica procesos
formativos que van generando respeto y riqueza, implica dinámicas de participación
para que la diversidad tenga sus espacios de conflicto y generación de propuestas
nuevas.