1. ¿Deberíamos reprobar el reprobar?
Andrés Roemer
Tomado de http://www.andresroemer.com/blog/es/?p=408 el 14 de Diciembre de 2010-12-14
Para un estudiante reprobar no sólo implica repetir el curso sino también una
marca: “ser un reprobado”, “un burro”, “un loser”. “Reprobado” es un calificativo
que no admite matices ni explicaciones, es el anuncio de la incompetencia que
antecede cualquier esfuerzo del alumno, es la advertencia que despierta un
prejuicio en profesores, padres y compañeros.
Nos han dicho que si un alumno no demuestra saber lo “suficiente” -cabría
preguntarse suficiente con relación a qué o quién y para qué y según quién, mas
no será aquí donde lo analicemos- deberá repetir el curso para aprender lo que
aún desconoce, así se garantiza que los alumnos adquieran conocimientos de
acuerdo con su grado. Pero ese es un mito.
Repetir el curso no necesariamente mejora el rendimiento académico, por el
contrario con frecuencia desmoraliza e impregna un estigma: el de ser un
fracasado. La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos estima que
alrededor del 13% de los estudiantes de sus países miembros repiten algún curso;
y señala que en Escandinavia, en países del este de Europa y de Asia son
escasos los reprobados.
2. Francia es un caso peculiar, más
del 38% de sus estudiantes repiten
curso. Lo intrigante es que, en
comparación con sus pares de
otros países, los estudiantes
franceses tienen menor confianza
en sí mismos. La Asociación
Internacional para la Evaluación
del Rendimiento Escolar, realizó
una prueba de las habilidades de
lectura, a estudiantes de 10 años
de edad procedentes de 45 países.
Los niños franceses hicieron una lectura tan fluida como la mayoría de sus pares
europeos. Pero cuando se le pidió valorar su propia habilidad de lectura se
colocaron en los últimos lugares apenas por encima de sus pares de Indonesia y
Sudáfrica, donde el analfabetismo es un grave problema. Para los especialistas el
problema del sistema educativo francés es que se basa en métodos de enseñanza
y evaluación del siglo XIX y soslaya el
papel de los deportes, la educación
musical, artística y emocional, así como
el desarrollo de habilidades sociales en
la formación de los estudiantes;
problemas que también padece el
sistema educativo de México.
En diversas partes del mundo se
pretende trascender el sistema
tradicional de educación en el que rigen
las normas “cállate, siéntate, escucha,
copia del pizarrón, lee en silencio,
memoriza y repite” por uno en el cual el
alumno se vea incentivado a aprender,
donde las normas sean: “pregunta,
investiga, propón, descubre, interactúa,
juega, practica, diviértete mientras
aprendes y debate”.
Los alumnos no debieran estudiar para
evitar ser reprobados, sino para ser
alumnos de excelencia, para ganar
becas, para aprender a hacer mejor lo
que les gusta, para divertirse y ser exitosos. Hay una profunda diferencia entre el
enfoque de estudiar por temor a la calificación, y estudiar por lograr expectativas.
3. El primero ve la evaluación como un fin en sí mismo y lleva a realizar lo mínimo
necesario para no ser estigmatizado como fracasado, mas no garantiza el
aprendizaje: los alumnos pueden dedicar una noche completa para aprobar un
examen, hacer trampa o tener surte al contestar preguntas de opción múltiple. El
segundo enfoque ve a la evaluación como una herramienta, mas no se trata de
aprobar por aprobar a los alumnos, se basa en identificar qué le gusta hacer al
alumno, en motivarlo y ofrecerle herramientas para que él mismo desarrolle sus
habilidades.
En su libro “El Elemento” Sir Ken
Robinson ofrece números ejemplos
de personajes mundialmente
reconocidos por su trabajo, quienes
encontraron el éxito gracias a su
obstinación por desarrollar
habilidades para sus actividades
preferidas, a pesar de recibir una
educación tradicional (vgr. Matt
Groening, Guillian Lynne y Paul
McCartney). Para Robinson, las
pruebas estandarizadas de cociente
intelectual sólo nos permiten
evaluar la habilidad para resolver problemas mediante el razonamiento
matemático y verbal: sólo mide cierto tipo de inteligencia. Por ello, la pregunta
fundamental en la educación tradicional ¿qué tan inteligente eres?, debe
reformularse en ¿de qué modo eres inteligente? Como dice Robinson “el futuro de
la educación no está en la estandarizar sino en personalizar; (…) en cultivar la
verdadera profundidad y el dinamismo de las habilidades humanas de todo tipo.”
Responder la pregunta que titula este artículo exige preguntarnos ¿en relación con
qué (vgr. los estándares de la OCDE, las necesidades de la economía global, la
situación hace diez o cincuenta años) deberíamos valorar al sistema educativo de
México? Es evidente que la educación en México tiene graves rezagos en
comparación con los países de la OCDE y algunos países en desarrollo, pero la
pregunta pertinente es ¿cómo mejorarlo?
Por ello, el 7 de octubre Poder Cívico
A.C., junto con la Fundación Friedrich
Naumann, organizó un debate sobre
4. el sistema educativo mexicano, del cual surgieron numerosas ideas relevantes que
analizaremos en una futura entrega.