Privatización: Transferencia de actividades del sector público al privado
1.
2. Privatización
La privatización es un proceso jurídico-económico mediante el cual las
actividades empresariales son transferidas del sector público al sector
privado, es decir, traspasadas o tomadas ya sea desde el Estado o la
comunidad (ver Bien público y propiedad comunitaria) hacia agentes
económicos privados.
Cabe destacarse que la política de la privatización ha estado especialmente
asociada a las ideas que pregona la derecha política y por caso es que han
sido justamente gobiernos con este signo político los que han promovido las
privatizaciones de empresas del estado.
3. Privatización por venta de bienes
La acción por la que un bien público pasa a ser controlado
por empresas privadas. En el ámbito empresarial, se
produce cuando el estado vende una empresa pública. Es
desde ese momento cuando el Estado deja de ejercer el
control directo sobre esa empresa vendida, de forma
que no tiene ni gastos de mantenimiento ni beneficios,
pues este deber lo suplen los accionistas o dueños de la
empresa. El estado sólo controla la actividad y recibe
beneficios según lo estipulado a través de los impuestos
y el marco jurídico.
4. Primera fase
La primera fase para la privatización de una empresa es la preparación de la venta, aun cuando la
presión de la situación puede considerarse como uno de los factores más importantes que incide en la
celeridad con la que se trata de vender la empresa también existen elementos de política
determinantes para la preparación de la venta. La reestructuración es un paso previo a la privatización,
en algunos casos la reestructuración es absolutamente necesaria para promover la competencia o
facilitar la venta, pero la reestructuración tiene riesgos y plantea problemas importantes. En primer
lugar, puede resultar una operación que consuma demasiado tiempo, dando lugar a que se pierda la
oportunidad de privatizar. En segundo lugar, puede demandar recursos importantes de los cuales carece
el estado. En tercer lugar, puede ocurrir que la reestructuración disminuya el número de potenciales
interesados si ella no coincide con los programas de inversión que estos últimos tienen.
Por estas razones es posible concluir que la reestructuración de las empresas públicas como paso previo
a su privatización sólo debe ejecutarse cuando se cumple alguna de las tres siguientes condiciones.
Cuando se requiere para permitir o promover la competencia
Cuando es absolutamente necesaria para hacer posible la venta
Cuando el estado tiene claras ventajas comparativas para el sector privado para adelantar la
reestructuración de que se trate.
Reestructurar por estas razones, tales como la posibilidad de mejorar el precio de venta final de la
empresa, implica suponer que el sector privado tiene mayor capacidad de agregar valor que el Estado,
esta es una actividad de la cual precisamente se está retirando el estado. En este sentido cabe decir
que las mismas razones que conllevan a la privatización, deben conllevar a dejar que sea del sector
privado la tarea de la reestructuración de las empresas a privatizar.
5. Segunda fase
La segunda fase de la privatización es el método de venta, hasta ahora se han experimentado una
amplia gama de esquemas o modalidades de privatización y se sigue innovando en este campo. Por lo que
no existe un patrón fijo, obviamente la modalidad de privatización ha estado en alto grado determinada
por el tipo de empresa o actividad que se privatiza, pero en general, la fórmula que ha predominado es
la de la búsqueda de un inversionista estratégico al cual se le vende un porcentaje de acciones con el
control de la empresa. Otro porcentaje de las acciones, que suele estar entre el 4 % y el 20 %, se le
vende a los trabajadores de la empresa privatizada y el resto lo lleva el gobierno al mercado de
capitales. Este ha sido el esquema utilizado en la venta de empresas de telecomunicaciones, eléctricas
y muchas otras. Podríamos decir que este ha sido el esquema predominante en las grandes empresas.
El objetivo de conseguir un inversionista estratégico para las grandes empresas que se privatizan ha
predominado claramente sobre otros objetivos de política, como el desarrollo del mercado de
capitales. En la venta del bloque accionario al inversionista estratégico ha predominado ampliamente la
licitación pública.
Ello ha contribuido de manera notable a darle transparencia a los procesos de privatización, lo que a su
vez ha contribuido a darle a ésta viabilidad política. Aunque diversos procesos de privatización han sido
una fuente de escándalos o de corrupción en varios países de América Latina (compañías aéreas y
petroleras en Argentina, compañías de agua en Bolivia, telefonía en México). Luego de haber
desarrollado el esquema sobre el método de venta se procede con el tercer paso, el criterio de
selección de los compradores, al igual que con el método de venta no ha existido un único método ni
siquiera en el interior de cada país para seleccionar los compradores finales de las empresas públicas a
privatizar. Sin embargo, es posible apreciar un hecho y una tendencia dominante:
6. El precio ofertado ha sido el elemento más importante para la selección de nuevos
inversionistas.
El precio ofertado tiende a ser el único elemento para decidir la selección del
nuevo propietario.
En numerosos casos de privatización en América Latina, el precio ofertado por los
inversionistas interesados ha tenido una ponderación alta o dominante en la selección
final; pero ese no ha sido el único elemento. Se le ha dado alguna ponderación
también a los planes de inversión de los competidores. Sin embargo, en los casos de
privatización más reciente, el programa de inversión mínimo lo defiende el gobierno y
se convierte este en una exigencia igual para todos los inversionistas. Estos,
habiendo sido ya precalificados, compiten estrictamente sobre la base del precio
ofertado.
La utilización de un único criterio de Stephanie Guerrero (especialmente el precio)
para la selección de los compradores de la empresa tiene dos grandes ventajas.
Simplifica enormemente el proceso de selección, al remitirlo a un único indicador
cuantificable y, por lo mismo, le dan gran transparencia al proceso. Habiendo sido
previamente precalificados los potenciales inversionistas y habiendo sido igualmente
definido el plan mínimo de inversión (cuando ello procede) por el estado, se asegura
que cualquiera sea el que gane de entre los compradores, se habrá hecho una buena
decisión.
7. El complejo de la privatización
El discurso político de la izquierda radical y antidemocrática en América Latina, inspirado en el
obsoleto pensamiento marxista, ha hecho de la estatización de los medios de producción, muy
especialmente de las empresas, industrias y de las unidades de producción agropecuaria, un mito
y un desiderátum en la conducción de la vida social y económica de los pueblos.
Por contrario, han satanizado hasta la saciedad la privatización de las empresas. Desde el siglo
pasado han hecho de esta forma de gestión de la economía un tema tabú, un dogma según el cual
privatizar una empresa pública constituye un sacrilegio en perjuicio de los pobres, una lesión a la
soberanía y un atentado a la construcción de una sociedad de paz y justicia.
Respetar la propiedad y la iniciativa privada, permitir la existencia de empresas privadas en todas
las áreas de la economía, privatizar empresas públicas ineficientes y quebradas, y centrar el
quehacer del Estado en las áreas en las cuales los particulares no pueden hacerlo, es demonizado
y tachado como “neoliberalismo salvaje”.
8. Densos sectores de la sociedad democrática, intelectuales y políticos claramente contrarios a las
formas autoritarias que este sector le imponen a la sociedad, se han dejado influenciar por esa
propaganda impulsada por el socialismo del siglo XXI. Reforzada en lo que va del presente siglo, gracias
a los cuantiosos recursos de la renta petrolera con los que han contado el régimen castro-chavista en
Venezuela. El neoautoritarismo izquierdista ha acomplejado a los demócratas con el tema de las
privatizaciones, hasta el punto de existir voceros democráticos que buscan otras expresiones para
comunicar la necesidad de quitarle al Estado el pesado fardo que representan un conjunto de empresas
ineficientes, quebradas y saqueadas por los agentes de la revolución bolivariana.
Hay que superar ese complejo. Hay que orientar adecuadamente a nuestros ciudadanos, y asumir los
temas de manera clara y sin rubores.
La experiencia vivida por los venezolanos en estos años del socialismo bolivariano es suficiente para
demostrar con hechos contundentes lo nocivo de la estatización de los medios de producción, los
efectos demoledores de la politiquería en las empresas, y la forma grotesca como dicha política ha sido
fuente infinita de latrocinio; pero, sobre todo, prueba irrefutable de la ruina de una nación, y de las
penurias a que un pueblo es sometido cuando el populismo estatista se toma para sí la propiedad, la
gestión y manejo de buena parte del aparato empresarial que una sociedad ha sido capaz de generar.
Sin las lecciones de economía no son fácilmente compresibles por la mayoría de los ciudadanos, si el
conocimiento histórico no ha llegado a las masas para explicar el fracaso del modelo marxista en el
pasado siglo XX, los hechos contundentes que nuestra gente está viviendo cada día, sin lugar a dudas,
una prueba irrefutable de lo negativo del estatismo hambreador, que los bolivarianos han establecido
en nuestra querida Venezuela.
9. Los ejemplos sobran. Antes podríamos conseguir alimentos y medicinas en todas partes. Desde que
el difunto comandante Chávez aplicó el método “chaz” mediante el cual confiscó 2 millones de
hectáreas de tierra productiva, o expropió empresas como Agroisleña, Lácteos Los Andes, Café Pro
patria, Supermercado Éxito, y creó una red de empresas para la importación de alimentos, estos
fueron desapareciendo de los anaqueles, hasta llevarnos a la situación de someter a la población a
las infinitas y humillantes colas para lograr que le entreguen un miserable paquete con algunos
alimentos esenciales.
Antes la gente podía salir a la calle y comprar materiales para construir o mejorara su vivienda. En
cualquier ferretería o depósito podía adquirir cemento o acero. Desde que el socialismo estatizó las
cementeras y la siderúrgica, adquirir cualquiera de estos bienes resulta un milagro, y cuando se
ubica deben pagarse precios exorbitantes por los mismos.
El gobierno en manos del militarismo chavista ha invadido todas las áreas de la economía, ha
sustituido a los particulares en la gestión de la vida económica. Ha llegado hasta extremos de
sustituir a los ciudadanos en tareas elementales, que han sido y son fuentes de trabajo para
sencillas amas de casa. Me refiero a la creación de empresas públicas denominadas como “la ruta de
la empanada” o las “areperas socialistas”. Una manera de llegar hasta las formas más elementales de
la actividad productiva.
Toda esta política ha generado un derroche y un robo de miles de millones de dólares. Toda esta
política ha reducido la participación del sector privado en la gestión de la economía y ha
incrementado de manera exponencial el gasto público.
10. Ha llegado la hora de llamar al pan, pan; y al vino, vino.
Ha llegado la hora de explicar la ineficiencia de la estatización y la necesidad de
privatizar buena parte de todo ese conjunto de empresas públicas. Sí, privatizarlas,
no hay otro nombre, no lo llamemos de otra forma, no dejemos que la demagogia
populista nos acompleje. Los resultados están a la vista. Es menester recuperar la
producción, es necesario abrir cauce a la iniciativa privada. Es hora de hacer
eficiente al Estado para que pueda cumplir sus principales obligaciones, y es hora de
promover las empresas creadoras de riqueza. Solo creando riqueza podremos superar
la pobreza, y lograr entonces la justicia social.
11. La privatización de empresas públicas
Hemos visto que el neoliberalismo creía necesario achicar el Estado, de manera de reducir la
cantidad de demandas sociales que se le hacían, pensando que además el Estado debía dejar de
entrometerse en cuestiones económicas para dar lugar a las empresas privadas. Por otro lado, el
neoliberalismo fue un nuevo modo de pensar la economía que buscó salvar el capitalismo, haciendo
reformas para volver a recuperar la rentabilidad del capitalista, sin que el Estado lo entorpeciera.
La privatización de empresas públicas en la Argentina, entonces, formó parte de estas reformas
neoliberales. Implicaba que el Estado se desprendiera de aquello que le causaba problemas. Por otro
lado, varias de estas empresas requerían de grandes inversiones de capital para poder modernizarse
(como ser el caso emblemático de Entel, la prestadora de servicios telefónicos), algo con lo cual el
Estado no contaba. Al mismo tiempo, los fondos que se obtendrían a partir de la venta de esas
empresas estatales, serían destinados a pagar la deuda del país y a cubrir los gastos que tenía el
Estado (evitando generar inflación). Además, se creía que el achicamiento del Estado iba a
“disciplinar” a los trabajadores, de manera que no pidieran tanto del Estado (al modo de recuperar la
desigualdad que el capitalismo necesita para funcionar).
La mayoría de estas privatizaciones tuvo lugar durante el gobierno de Menem (1989-1999). Sin
embargo, hay que recordar que hubo una fuerte presión de los grandes capitales internacionales para
que esto se hiciera, siendo que la Argentina era (y es) un país sumamente endeudado, condicionado
por esa deuda y dependiente de la economía mundial porque no posee una fuerte industria propia
Políticas neoliberales
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13. Acaso se preguntarán por qué la gente común aceptó todas estas medidas, si acaso
generaron gran cantidad de desocupados y la pérdida de aquello que a todos nos
pertenece (la venta del patrimonio del Estado, en definitiva implicó que tengamos un
Estado menos rico). Lo cierto es que la hiperinflación y la inestabilidad económica
general tuvieron algo que ver, ya que requerían algún cambio drástico que lograra
cierta tranquilidad para la vida. Además, se contaba con una fuerte presión
internacional que sugería que la solución a los problemas argentinos (y
latinoamericanos) era por la vía de la privatización, del congelamiento de los salarios,
etc.
Otra pregunta que podemos hacernos es, ¿por qué finalmente las privatizaciones no
lograron mejores servicios y ganancias para el país? Como varios de ustedes vieron en
sus entrevistas, pasó que la venta de muchas de estas empresas se hicieron bajo un
manto de corrupción y sin el debido seguimiento y control. Al mismo tiempo, lo cierto
es que estas ventas tampoco ayudaron a la Argentina a salir del endeudamiento y la
dependencia, aunque en un principio se destinó parte de lo recaudado al pago de
deuda, se siguieron tomando préstamos de manera irresponsable (pasando de un
endeudamiento de 87.524 millones de dólares en 1994 a 166.272 en 2001).