Un cuento genial del reconocido narrador de la región lambayecana (Pomalca, Chiclayo, Perú)

1. No mires debajo de la cama… 2012
NO MIRES DEBAJO DE LA CAMA
Gilbert Delgado Fernández
MACOTEX
Cuando mi abuelita me explicó que los seres extraños que pueblan nuestros sueños
provienen de un rincón oscuro ubicado debajo de nuestras camas y que por ello deberíamos
evitar, en lo posible, asomarnos por esos lugares; despertó en mí un deseo incontenible por
conocer el lado oculto de las cosas. Esto, que parecería explicable sólo en un niño de siete años,
sin embargo, es una inquietud que no he podido superar.
En adelante, todo ángulo inaccesible y carente de luz azuzaba mis sospechas. El fondo del
ropero o las esquinas detrás de los muebles y de los artefactos eran mis lugares preferidos.
Recuerdo que intenté desarrollar una táctica mediante la cual burlaría a esas entidades
que, de seguro, conocían mis pensamientos. Consistía en alterar radical y violentamente la
secuencia lógica de las acciones. Es decir, suspendía cualquier actividad y me dirigía a toda
carrera hacía esos rincones con la intención de llegar ahí antes de darme cuenta de lo que estaba
haciendo ya que ellos podrían captar mi intención y escaparse. Actuar con mayor celeridad que el
pensamiento para no darles oportunidad de anticiparse a mis decisiones me permitiría cogerlos al
descuido. Me obsesioné con ello. Creía estar seguro de que esas oquedades los conducían a
espacios fabulosos, reinos donde impera la fantasía y lo imposible. Pero algo debía estar haciendo
mal puesto que no lograba el ansiado encuentro con esos seres inconcebibles.
Todo familiar que nos visitaba se sentía, de pronto, como blanco de mis interminables por
qué. Algunos me soslayaban sin pena. Otros accedían al diálogo más por la presencia de mi padre
que por satisfacer las inquietudes de un niño. Quienes ya estaban enterados de mi anormalidad
se anticipaban con una propina con tal de evitarme.
1 CONGLOMERADO CULTURAL:
"PROMOVIENDO LA INTEGRACIÓN DE CREADORES"

2. No mires debajo de la cama… 2012
Pero llegó el día en que debí estar listo para asumir mi destino que, de seguro, tenía
mucho que ver con lo sobrenatural. Esto, por aquello de “Cuando el alumno está preparado
aparece el maestro”. Un tío supo sintonizar con mis incertidumbres y me dio algunas claves que
afianzaron mi vocación de psíquico. Me explicó lo de las puertas a otra dimensión. Si esto hasta
se ve en las películas, me dijo. Por ejemplo, en El valle del Gwangi una espelunca sirve de
acceso hacia el mundo de los dinosaurios. Como notó que el ejemplo no me fuera significativo
probó con un filme más reciente. Ya, en Crónicas de Narnia el fondo de un ropero conduce a los
niños hacia ámbitos mitológicos. Ahora sí me deslumbró. Sin duda, él era el encargado de
traducir la voz del destino y adecuarla a mi comprensión de niño. Tú has sido el elegido. Eres
fuerte e inteligente. No cabe la menor duda. Tus ejercicios de cazador de fantasmas empezarán
hoy mismo, me dijo. Yo lo miré con ojos de alucinado.
Si la abuelita te disuade de buscar debajo de la cama es porque ahí, precisamente, ha de
estar oculto algún… ser pequeño… y débil que, sin embargo, podría estar planeando causarle
daño. Tú, definitivamente, eres más grande y más fuerte que él. Y, desde luego, más inteligente.
Ese enano la está manipulando para alejarte de su escondite porque te teme. Ahora, si tú le
demuestras que eres más listo, lo alejarás para siempre.
Si, yo estaba decidido a iniciar mi adiestramiento en las cosas que el común de la gente
no entiende y, sobre todo, alejar a ese enano de mi mamama.
— Y, ¿qué es lo que debo hacer?
— Sólo aprovechar un descuido y arrebatar su sombrero y ponértelo. Eso le dejará en
claro tu superioridad y se marchará.
— Y después, ¿podremos quemar el sombrero del enano?
— No precisamente, porque no es de paja. Mira, estos sombreros tienen una
característica especial: llueve dentro de ellos. Ahora, que estamos todos reunidos en la sala,
puedes aprovechar para hurgar debajo de la cama de la abuela en la búsqueda de ese malvado.
Me guiñó un ojo y pasó la botella al de su derecha en esas reuniones familiares de
cigarro y cerveza típicas de la mediocracia chiclayana. Yo contesté el guiño y me dirigí a dar
inicio a mi acción salvadora. Yo soy más listo que ese enano. Le arrebataré su sombrero que
llueve desde adentro. Yo no entendía bien esto último, pero lo repetía tal como el experto me lo
había indicado y estaba decidido a lucir la prenda.
Al poco rato, irrumpí en la reunión con la ropa humedecida por una sustancia
amarillenta y maloliente y pregonando a toda voz mi victoria: “Miren, arrebate el sombrero del
enano. Y, es cierto… Llueve desde adentro”.
— Ay hijito, por eso te decía que no juegues y ni siquiera mires debajo de la cama.
Hoy, olvidé vaciar mi bacinilla. — Se lamentó la abuela.
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3. No mires debajo de la cama… 2012
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