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Bogotá, 20 de Febrero de 2015
Estimado,
Daniel Castillo Brieva
Director de Investigación
Pontificia Universidad Javeriana
Asunto: Informe técnico del proyecto “Fenomenología objetiva de los medios masivos de
comunicación” del joven investigador Andrés Felipe Rodríguez Pérez.
Respetado Doctor:
Por medio de la presente tengo el gusto de informarle que el joven investigador Andrés Felipe
Rodríguez Pérez C.C. 1020738844 de Bogotá finalizó satisfactoriamente su periodo como becario de la
convocatoria 617 de Colciencias para Jóvenes Investigadores y Semilleros de Investigación, que le
permitió a lo largo de 12 meses, llevar a buen término el proyecto de investigación “Fenomenología
Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación”.
Andrés realizó su trabajo de manera responsable y disciplinada, lo cual le condujo a un excelente
resultado teórico y a un interesante artículo titulado:
“Hacia una Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación (desde Badiou y
Latour)”.
El Material se encuentra adjunto en ésta carta y se someterá a evaluación para publicación en la revista:
Universitas Philophica indexada en EBSCO HOST.
Gracias por su atención:
Anexos:
Informe técnico del tutor
Informe del Joven Investigador
Copia del artículo
Proyecto:
“Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación”
Informe del tutor
Gustavo Adolfo Chirolla Ospina
Tutor
Bogotá. 20 de Febrero de 2015
A. Como se había determinado los objetivos del Proyecto eran los siguientes:
1. Establecer la compatibilidad conceptual entre la teoría del actor-red de Bruno Latour
y la fenomenología objetiva de Alain Badiou.
2. Usar los resultados teóricos del primer objetivo para estudiar los medios masivos de
comunicación en general y en Colombia.
3. Analizar las relaciones entre los medios masivos de comunicación y el arte, la ciencia,
la política, el deporte y el amor.
4. Comprender las relaciones entre los medios masivos de comunicación y la producción
de subjetividad en general y en Colombia.
Andrés llevó a cabo un trabajo que involucra mucha documentación pertinente, tanto de Bruno Latour
como de Alain Badiou, concluyendo de manera muy precisa que existe, no sólo la posibilidad de
establecer la compatibilidad conceptual entre la teoría del actor-red (TAR) de Bruno Latour y la
Fenomenología Objetiva de Alain Badiou, mediante la aclaración y traducción fiel de sus respectivos
aparatos conceptuales, a la luz de las ciencias de la información, las teorías de medios y la
comunicación, la sociofísica, la topología y la teoría de grafos, sino también, que dicha articulación
permite reformular los métodos y replantear los presupuestos epistemológicos mediante los cuales se
han venido llevando a cabo las investigaciones en ciencias sociales.
Así, en su investigación, Andrés logra concluir que una Fenomenología Objetiva de los Medios
Masivos de Comunicación es también y precisa de, una nueva epistemología de las ciencias sociales,
que tiene en cuenta tanto las herramientas metodológicas que ofrece la TAR como las herramientas
matemáticas que propone la Fenomenología Objetiva de Badiou. Nueva epistemología que implica,
necesariamente y en especial, el replanteamiento de los conceptos de medio, comunicación, masividad,
actor, sociedad, fenomenología, sujeto, objeto, hecho, acontecimiento, relativismo y objetivismo; como
puede apreciarse tanto en el Informe Completo como en el Artículo, elaborados por el Joven
Investigador.
En base a tal conclusión, el proyecto realizado por el joven investigador, se encaminó a ejecutar un
estudio de caso: el análisis del comportamiento de los medios masivos de comunicación y el público en
el periodo 2000-2010 en Colombia; para lo cual se recurrió a datos de recepción, audiencia y
lecturabilidad, recolectados por entidades privadas y públicas e investigadores de los medios de
comunicación. De éste modo, en virtud del método Fenomenológico Objetivo propuesto, y gracias a la
implementación de un software especializado en análisis de redes sociales (Gephi), Andrés logró
construir un grafo que expresa los niveles de “Centralidad de Vector Propio” de diversos Medios
Masivos de Comunicación Colombianos. Dando así cumplimiento cabal a los dos primeros objetivos
del proyecto.
A lo largo de la investigación sobre el caso, Andrés logra concluir que existe una gran preponderancia
del consumo de contenidos visuales y gráficos de poca o baja rigurosidad académica, con primacía de
medios televisivos, radiales e impresos concentrados en entretenimiento masivo, telenovelas y
comentario de contenidos televisivos; dejando en malas condiciones, respecto a su medida de
“centralidad de vector propio”, medios como el cine y aquellos con contenido educativo, documental-
histórico, científico u académico.
Con esto en la mira, en base a los presupuestos de la Fenomenología Objetiva propuesta, Andrés logra
establecer una tipología de Sujetos (Fiel, Oscuro, Reactivo) relativas a diversas actividades productivas
humanas, que partiendo de Badiou, se conocen como Procedimientos Genéricos o Procesos de Verdad
(Arte, Ciencia, Política, Amor y -aún en cuestión, pero propuesto a lo largo de la investigación como
un procedimiento de verdad adicional a los planteados por Badiou- el Deporte) cuyos matices le
permiten realizar a su vez una caracterización de los tipos Subjetivos propios del público de los medios
masivos de comunicación en Colombia, para el periodo 2000-2010. Así, la investigación llega a
sostener que:
1. El Sujeto Político Colombiano, en tanto que se manifiesta en los Medios Masivos de
Comunicación de dicho periodo (2000 – 2010), se caracteriza, sobretodo, sin caer en
generalizaciones taxativas, por ser un Sujeto Oscuro, confundiendo las secuencias políticas
verdaderas con procedimientos deportivos (democráticos y competitivos) propios de economías
progresistas.
2. El Sujeto Científico Colombiano del periodo, se caracteriza por ser un Sujeto Reactivo, debido
al pedagogismo de los pocos contenidos científicos presentes en los medios masivos de
comunicación.
3. El Sujeto Artístico Colombiano, se manifiesta mayoritariamente, en los medios masivos de
comunicación, como un Sujeto Oscuro, cuya relación con las obras creativas es Iconoclasta e
Idólatra, debido en parte a la fuerte presencia del entretenimiento masivo y el analfabetismo
audiovisual y multimedial, que implica la primacía de contenidos muy gráficos y de consumo
rápido en los medios masivos de comunicación colombianos.
4. El Sujeto Amoroso Colombiano, se manifiesta en los medios masivos de comunicación
colombianos en dicho periodo, como un Sujeto Reactivo que expresa la preferencia de la
conyugalidad biológica y como un Sujeto Oscuro que hace evidente la primacía de la fusión
posesiva en los contenidos que circulan por los medios colombianos.
Con esto hecho, Andrés logra cumplir los cuatro objetivos propuestos en la investigación.
B. El Cronograma respectivo se cumplió a cabalidad de la siguiente manera:
La primera fase (3 meses) de la investigación: documentación y recopilación del material de archivo
pertinente por parte del joven investigador en asesoría con el correspondiente tutor. Entrega de Informe
de Lectura y Análisis: 17 de Marzo de 2014
La segunda fase (6 meses): escritura del proyecto por parte del joven investigador en asesoría del
correspondiente tutor. Entrega Segunda de Versión del Informe: 16 de Junio de 2014
La tercera fase (9 meses): edición formal, conceptual y multimedial del informe total y primera versión
del artículo (producto a entregar) resultante en asesoría del correspondiente tutor. Tercera versión del
Informe: 15 de Septiembre de 2014.
La cuarta fase (12 meses): entrega y revisión del producto terminado (artículo publicable) e Informe. 15
de Diciembre de 2014.
C. Otras consideraciones:
Es importante destacar que a lo largo de la investigación Andrés prestó una especial atención a dejar,
una vez concluida la misma, abierta la posibilidad para cualquier investigador de recurrir a la
Fenomenología Objetiva propuesta, como un método innovador para el estudio del comportamiento de
las sociedades, sus relaciones con actores no-humanos (medios de comunicación) y los sujetos
políticos, artísticos, amorosos, científicos y deportivos. De manera que el proyecto también se presentó
como una ocasión para comenzar a replantear muchos presupuestos epistemológicos y metodológicos
propios de la investigación en ciencias sociales, en teoría de los medios, las artes y la comunicación.
D. Resultados
El resultado principal de la investigación es el artículo “Hacia una Fenomenología Objetiva de los
Medios Masivos de Comunicación” que se someterá a evaluación para publicación en la revista:
Universitas Philophica indexada en EBSCO HOST. Pero también deja como evidencia una extensa
serie de apuntes realizados y ordenados por el Joven Investigador: “Informe del Joven Investigador”.
Proyecto:
“Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación”
Informe del Joven Investigador
Bogotá. 20 de Febrero de 2015
INFORME DE INVESTIGACIÓN
PROYECTO: FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE
COMUNICACIÓN
CONVOCATORIA 617
JÓVENES INVESTIGADORES Y SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN
DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA, COLCIENCIAS
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
NÚCLEO DE INVESTIGACIÓN EN ESTÉTICA
JÓVEN INVESTIGADOR: ANDRÉS FELIPE RODRÍGUEZ PÉREZ
INVESTIGACIÓN DIRIGIDA POR: GUSTAVO ADOLFO CHIROLLA
BOGOTÁ
2015
ÍNDICE
1. El método fenomenológico objetivo
1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura estructuralista
1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-Modificaciones / Mediadores-Sitios
1.3 Hermenéutica objetiva y relaftivista
1.4 Dialéctica materialista afirmativa: verdad en las ciencias sociales y contra el escepticismo ingenuo
1.5 Sujeto de verdad – cuasi-sujeto o individuo
1.6 Fuentes de incertidumbre
1.7 Hacia una fenomenología objetiva de los medios de comunicación masivos como mediadores-sitios
2. Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación: un modelo de
feedback mediático-comunicacional
2.1 Contraste con diversas teorías de los medios de comunicación
2.2 Los objetos mediáticos como fósiles
2.3 Modelo de feedback comunicativo
2.4 Los actantes humanos también son medios
2.5 Más allá de la economía de la sospecha submediática
2.6 Mas allá de la desconexión moderna
3. Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación enunciado por
enunciado; ejemplo Colombia (2000-2010).
3.1 Enunciados 12 a 57
3.2 Enunciados 1 a 11
3.3 Enunciados 58 a 66
4. Diagramas y Medida de Eigenvector para calcular influencia o poder de un medio
en una red social
INTRODUCCIÓN
Este proyecto de investigación recurre a la Fenomenología Objetiva de Alain Badiou, propuesta
en Lógicas de los Mundos, para estudiar los medios masivos de comunicación. Se pregunta, como caso
de experimentación, por la relación entre medios masivos de comunicación y la constitución de lo
común político durante periodo 2000-2010 en Colombia.
Para llevarlo a cabo se propone la conjunción parcial y experimental de la propuesta teórica de
Badiou con la Teoría del actor-red (actante-rizoma) (TAR) expuesta por Bruno Latour. En el camino
se articulan algunos conceptos provenientes de la Fenomenología de los Medios propuesta por Boris
Groys, la arqueología y la teoría de las signaturas expuesta por Giorgio Agamben, el Análisis de
Redes Sociales (ARS), la Complejidad computacional y el Caos según la perspectiva de Carlos
Reynoso y diversos autores cercanos a la naciente sociofísica, como también de diversas propuestas
teóricas en estudios de los medios de comunicación y la semiótica. Esto se debe a la necesidad que el
objeto de estudio demanda de construir una teoría fenomenológica calculada y materialista, sin perder
de vista de los estudios sociológicos, antropológicos y semióticos de los medios de comunicación. La
pertinencia de recurrir especialmente a esas propuestas teóricas se debe a que todas implican una alta
preocupación espacial, por no decir especialmente, topológica, sumada a una reconcepción de la
causalidad, a la hora de estudiar un fenómeno cualquiera; aquí en especial los medios masivos de
comunicación.
La primera parte de éste informe expone los logros teóricos, sin duda perfectibles, en el
ensamblaje entre la fenomenología objetiva de Badiou y la TAR, cuyos conceptos se han prestado
fácilmente a mal interpretación debido a sus nombres. Se trata de un intento que no es nuevo, pues ya
Shaw (2012) ha emprendido una tarea semejante bajo el nombre de Geografía Acontecimental, pero
agregando ideas de la fenomenología de los medios de Groys, la teoría de las signaturas de Agamben,
la semiótica, el ARS y la sociofísica, buscando esbozar el modelo de investigación fenomenológico
objetivo de los medios de comunicación.
La segunda parte contrasta tales logros con diversas propuestas que buscan comprender los lo
social en relación a los medios de comunicación y postula la posibilidad de negar la validez de aquellas
sometidas a una comprensión del signo mediático como mero significante, proponiendo así la
sustracción del investigador de los medios de lo que Groys ha denominado economía de la sospecha.
La tercera parte expone de manera formal el ensamblaje logrado en las dos partes anteriores
llevando a cabo simultáneamente la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación en
el periodo colombiano seleccionado. Dicha simultaneidad no es caprichosa sino necesaria puesto que
no es posible exponer la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación aisladamente
al estudio de los objetos en cuestión.
La cuarta parte, a modo de conclusión, expone gráficamente, es decir, en un diagrama dinámico,
los resultados logrados en la investigación.
1. El método fenomenológico objetivo
1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura estructuralista.
Esta primera parte se dedica a conjuntar la empresa fenomenológica objetiva de Badiou con
algunos conceptos de la TAR (Teoría del Actor-Red), la Fenomenología de los medios de Groys y
otros provenientes de diversas propuestas filosóficas útiles para la investigación.
A saber, etimológicamente “fenomenología” puede querer decir “pensamiento de lo que
aparece”; de modo que una Fenomenología no sería otra cosa que un ejercicio en el cual se piensa
“aquello que aparece”. Por su parte, el adjetivo “Objetiva” indica la especificidad de dicho pensamiento
del fenómeno (Badiou, 2008: 56). De modo que una Fenomenología Objetiva vendría siendo un
pensamiento de los fenómenos en tanto que objetos. Resulta necesario entonces aclarar ¿qué significan
las palabras fenómeno y objeto?
Según Badiou, a diferencia de la tradición fenomenológica husserliana, a la hora de pensar
objetivamente un fenómeno resulta preciso hacerlo de manera descriptiva, “neutralizando”, al menos
parcialmente, el efecto de la conciencia o la subjetividad humana en dicho mundo (Badiou, 2011). A
primera vista, el nombre fenomenología implicaría un acercamiento al pensamiento fenomenológico de
Edmund Husserl, que introduce en la Historia de la Filosofía la noción de epojé como puesta entre
paréntesis de las doxa e incluso desconexión de lo que se considera como real en sí en la reducción
trascendental, para acceder al orden trascendental y vital de la conciencia; el sujeto trascendental.
Empero, el punto que separa evidentemente la fenomenología de Husserl de la fenomenología objetiva
de Badiou que aquí es guía, se ubica en que, según el pensador francés, Husserl elabora una teoría
subjetivista, o mejor idealista, en el sentido que mantiene su fenomenología dentro del correlacionismo
epistemológico; noción elaborada por Quentin Meillassoux en su texto Después de la Finitud (2008). A
saber, en el correlacionismo la totalidad de lo que hay es referida a la conciencia y al movimiento del
tiempo en la subjetividad humana, de manera que se configura una suerte de Historia del Mundo desde
el punto de vista de algún sujeto cuya existencia es absoluta; sometiendo así el objeto a una existencia
indisociable del sujeto.
La pregunta recurrente en éste punto es ¿en qué difieren las operaciones fenomenológicas
objetivas, de un acto intencional propio de alguna supuesta conciencia fenomenológica? Así, se puede
decir que en una fenomenología subjetiva e intencional todo acto de discriminación tiene lugar en un
orden temporal definido (Badiou, 2008). En ese caso, frente a los objetos:
[u]na mirada consciente pasa de uno al otro y recapitula la diferencia fenoménica inscribiendo, en
la lengua, el movimiento temporalizado de la evaluación. Si suspendemos toda referencia a la
conciencia intencional, no subsiste más que la vericidad inmediata de una evaluación identitaria […]
evaluación que no puede retener ninguna referencia al tiempo ni al orden temporal, por la mayor razón de
que ningún tiempo está implicado en la indexación trascendental del ser-ahí. El tiempo no es aquí más que un
parásito introducido por el uso metafórico, o didáctico, de la fenomenología vulgar (Badiou, 2008: 230).
Siendo esto así, la fenomenología objetiva que propone Badiou asume una posición materialista
según la cual, además de sostener que cualquier mundo existe independientemente de cualquier orden
subjetivo, supone la posibilidad de describir ese mundo objetivamente en un sentido puramente
espacial. Hay que agregar además que la fenomenología objetiva debe ser también calculada. De modo
que se encuentra mas cerca de aquello que las ciencias naturales llaman fenomenología que de la
corriente filosófica bautizada así por Husserl. Esto es así porque sus resultados y procedimientos son
formalismos que la resguardan de caer en el correlacionismo antes mencionado (Badiou, 2008: 199-
200). Como se verá, la posibilidad de formalizar las descripciones es el mayor aporte que puede hacerle
la fenomenología objetiva a la TAR.
Ahora bien, la Fenomenología Objetiva es fenomenológica en tanto que no es estrictamente
ontológica. La ontología por sí, según Badiou, es el pensamiento del ser-en-tanto-ser. Desde el punto
de vista que el filósofo despliega en el primer tomo de El ser y el acontecimiento, este pensamiento es
llevado a cabo por la matemática histórica que encuentra su fundamentación en la teoría axiomática de
conjuntos (Badiou, 1999: 55-61). Esto se debe a que el ser-en-tanto-ser; lo real, coincide, según el
análisis de Badiou, con lo múltiple puro, nombrado como conjunto vacío o Ø, antes que con lo Uno o
bien lo múltiple contado-por-uno (estructurado); contradiciendo con esto la manera como
tradicionalmente la teología y la metafísica clásica lo habían presentado.
Para comprender la noción de Objeto elaborada por Badiou y aquí asumida es preciso primero
recurrir a las definiciones de mundo y de trascendental (de un mundo). A saber, “un mundo es el lugar
en el que aparecen objetos. O también (…) “mundo” designa una de las lógicas del aparecer” (Badiou,
2008: 643). Así mismo:
El concepto de “trascendental es, sin duda, el concepto operatorio más importante de toda la Gran
Lógica, o teoría del aparecer. Designa la capacidad, constitutiva de todo mundo de atribuir a lo que está
ahí, en ese mundo, intensidades variables de identidad con todo lo que está, igualmente, ahí. En suma,
“trascendental” designa lo siguiente: un mundo, en el que aparecen a título de objetos multiplicidades puras,
es una red de identidades y de diferencias que concierne a los elementos de lo que aparece ahí. Se comprende,
entonces, por qué la estructura fundamental del trascendental es la estructura de orden, forma general de lo
que autoriza el “más” y el “menos” (Badiou, 2008: 649).
De manera que el trascendental de un mundo permite llevar a cabo la distinción entre objetos
según grados de identidad/diferencia de manera reglada. Un manera muy útil de comprender esto es
pensar en un sistema auto-organizado donde se presentan los fenómenos críticos propuestos por Perl
Bak. En contraste con los puntos críticos de la física clásica, donde el parámetro de control, el
trascendental, es exterior al sistema, como sucede por ejemplo en el paso de un sólido a un líquido,
tomado el sólido como sistema asilado, según lo indica una medida de temperatura entregada por un
termómetro:
En los fenomenos criticos auto-organizados, en cambio, los sistemas alcanzan un punto critico de
acuerdo con su propia dinamica interna, independientemente del valor de cualquier variable de control.
La idea crucial de Bak consistio en pensar que el arquetipo de un sistema critico auto- organizado bien podria
ser una simple pila de arena [...] Arrojando un hilo de arena lentamente sobre una superficie se forma una pila.
A medida que la pila crece ocurren avalanchas que transportan arena desde la cuspide hasta la base. En los
modelos teoricos, al menos, la pendiente de la pila es independiente de la velocidad con que se arroja la
arena. Esta es la pendiente auto-organizada, la cual se llama asi incluso en casos en los cuales la pila no tiene
forma de cono o adopta una configuracion irregular. En los sistemas de este tipo la caida de un grano de
arena un poco mas grande de lo comun podria no tener consecuencias mayores, mientras que un evento
menor (un grano de arena adicional) podria desatar una reaccion en cadena y causar un deslizamiento
de proporciones: el mejor ejemplo de una funcion no lineal (Reynoso, 2011: 207).
Por otra parte, para dar inicio en este punto a la conjunción entre TAR y fenomenología objetiva,
según Latour, la noción metodológica de red o rizoma responde a tres propiedades como anulación de
algunas relaciones binarias que ingenuamente se consideran absolutas. En la noción de red se anulan la
diferencia entre:
Lejos/Cerca: para escapar a la tiranía de la distancia y la proximidad de tal modo que actantes
(actores narratológicos en el sentido de Greimas) cercanos, al ser desconectados de la red se puedan
hacer absolutamente lejanos. La lejanía y la cercanía dependen entonces de la conectividad de los
actores. Pequeña Escala/Gran Escala (Micro/Macro): para disolver la distinción entre micro y macro en
el sentido en que una red nunca es más grande que otra, sino más o menos intensamente conectada.
Dentro/Fuera (Actor/Sistema): para salir al paso a la distinción entre afuera y adentro dada por un
límite periférico métrico (Latour, 1996: 4-6).
Podría parecer que las nociones de mundo en Badiou y red en Latour no tienen nada en común,
más que por el uso de la palabra red en ambas propuestas, y antes bien su conjunción aparentaría ser
problemática a causa de la autorización del “más” y del “menos” en lo que Badiou llama un mundo.
Esto sólo se resuelve teniendo en cuenta que un mundo es ontológicamente medido por un cardinal
infinito inaccesible, a pesar que sus objetos son fenomenológicamente finitos. Dada tal condición, que
se irá aclarando progresivamente, se cumple lo siguiente:
Badiou mismo advierte que habrá que tener cuidado “con que la dialéctica de lo grande y lo
pequeño no subsuma en modo alguno todo el campo, axiomáticamente fijado, de la relación de orden.
Esas son sólo formas de leer el simbolismo. Porque la esencia de la relación de orden es la
comparación “en sí” (Badiou, 2008: 183). De manera que un mundo gozaría de una estructura de orden
que no implica someter a sus objetos a la relación pequeña escala/gran escala; la posibilidad de decir
mayor y menor es siempre un forma de lectura de la relación de orden y no expresa su esencia. Tanto
un mundo como una red escapan a la dialéctica de lo grande y lo pequeño. Si esta anulación vale en la
fenomenología objetiva para la relación Pequeña Escala/Larga Escala, también lo hace para la relación
Dentro/Fuera y Lejos/Cerca.
En un mundo no aplica la contradicción Dentro/Fuera en tanto si un elemento (un múltiple) está
en el interior de un subconjunto, un objeto, (otro múltiple) de un mundo, es decir, si está localizado en
él, ese objeto sólo es un conjunto de referencia que permite decir que algo está en el interior de algo.
Tal curiosa relación, que permite pensar interioridades en las que el interior de un conjunto referencia
es el conjunto referencia mismo se la llama una topología o espacio topológico (Badiou, 2008). En
palabras de Badiou “esto significa que desde que un mundo es una potencia [poder es un posible
sinónimo] de localización del aparecer de multiplicidades, es incapaz de localizarse a sí mismo
distinguiendo su interior de su frontera o exterior” (Badiou, 2008: 440). Un mundo, así mismo, es un
ambiente en términos de modelos basados en agentes (MBA's). Vale agregar que la cercanía entre ANT
con el modelado basado en agentes ya ha sido estudiada por Wernick et al. (2006).
Siendo esto así, la contradicción Lejos/Cerca es evidentemente relativa. Pues si el mundo de
referencia Colombia como espacio territorial jurídico-político, por ejemplo, es una topología,
obviamente estaría absolutamente cerca de Colombia misma. Pero al estar Colombia completamente
cerca de Colombia misma tendría que estar, curiosamente, lejos de Colombia misma. Pero si, por
avatares del destino, para introducir lo referente al periodo 2000-2010 en Colombia, un decreto
presidencial en Colombia declarase un estado de conmoción interior (de excepción), el mundo
Colombia sería desconectado de sí mismo, esto es, que dejaría de ser parte jurídico-política de
Colombia misma, a pesar de estar en el interior del conjunto de referencia Colombia, estaría
absolutamente lejos de Colombia como espacio territorial jurídico-político, pues sencillamente no
estaría en ese espacio territorial jurídico-político; de modo que no tendría sentido decir que estaría mas
o menos cerca/lejos de Colombia como espacio territorial jurídico-político. Estaría en una situación,
como diría Agamben, de estado de excepción jurídico-política.
Por esto para la TAR no hay actores “sociales” metidos en sistemas “sociales”; como si
estuvieran dentro de bolsas, ni micropolíticas o microeconomías metidas en macropolíticas y
macroeconomías. En cierto modo sólo hay actores localizados en redes, o bien “sistemas en el interior
de sí mismos”, y sólo hay “micro-objetos” localizados en redes, o bien “macro-objetos en el interior de
sí mismos”. Sencillamente lo macro, lo lejano y lo sistémico son conjuntos de referencia cuyo interior
es idéntico a ellos mismos.
Por otra parte, el lector desprevenido asumirá de entrada el uso de la palabra estructura por
Badiou en su definición de mundo, como una prueba tajante de su supuesto estructuralismo
trasnochado. ¿Cómo se atreve a usar la palabra estructura? ¡Eso no explica nada y soluciona todo
recurriendo a una universalidad abstracta en la que lo que entra se acomoda funcionalmente!
Sin embargo, el sentido de la palabra estructura es fundamentalmente diferente al usado por el
estructuralismo. La palabra estructura denota un tipo de múltiple definido por las matemáticas
estructurales y no un tipo funcional de imaginario o símbolo cultural trascendente (Mandalas, lenguaje
del inconsciente, por ejemplo). Una estructura es un conjunto base A junto a las construcciones que
involucran a A y las propiedades que verifican esas construcciones. Dichas propiedades siempre son
formuladas mediante axiomas.
Este es un sentido absolutamente inverso al de la estructura en el estructuralismo, pues en la
fenomenología objetiva no se suponen funciones trascendentes para los objetos; cosa que incluso
sucede en la teoría de campos de Bordieu, donde los agentes se posarían en posiciones definidas según
tipos de capital y de poder, sino que se proponen modelos en el sentido matemático, mundos de objetos
reglados trascendentalmente, donde los agentes interactúan con sus vecinos. El concepto de estructura
usado por Badiou es auténticamente científico-matemático pues no predispone un espacio funcional
“vacío” que vendría a ser ocupado. Todo mundo, en cambio, está estructurado trascendentalmente, es
decir, ordinalmente, según los grados de identidad y de diferencia entre sus objetos.
Es preciso también tener en mente que una estructura de orden no es una estructura en el sentido
estructuralista, sino en uno estrictamente matemático, del grupo Bourbaki y no estrictamente de
Saussure aunque por vía de Lacan (el inconsciente está estructurado como –conjuntos y categorías
matemáticas– y no es un lenguaje) le fue posible ha Badiou ensamblar tales ideas en su concepto de
modelo con soporte en la teoría de modelos, al igual que Serres pudo articular al análisis cultural con
las estructuras matemáticas y proponer lo que llamó en Hermes I logoanálisis.
Latour es claro frente al rechazo del estructuralismo:
Los estudios de organizaciones, los estudios de la ciencia y la tecnología, los estudios empresarios, los
estudios de la información, la sociología, la geografía, la antropología, no importa cuál sea el campo, por
definición no pueden basarse en explicación estructuralista alguna, d a d o q u e l a i n f o r m a c i ó n e s
transformación (…) en el estructuralismo nada se transforma, simplemente se combina (…) Una estructura es
una red en la que solo hay información escasa (...) Si quiero tener actores en mi informe, tienen que hacer
cosas, no ser los que ocupan lugares; si hacen algo, tienen que incidir. Si no inciden, déjelos de lado, comience
otra descripción (…) "¿Que puedo hacer con la TAR?". Yo respondí: ninguna explicación estructuralista. Las
dos son completamente incompatibles (Latour, 2008: 220 - 222).
Pero tampoco se queda corto en su ataque al hijo legítimo del estructuralismo; el
postestructuralismo:
Como indica esta etiqueta, el postestructuralismo es la supervivencia del estructuralismo después
de desaparecida la estructura, en forma similar al pollo que sigue corriendo después de que se le corta la
cabeza. Si bien ha abandonado la búsqueda de coherencia, el postestructuralismo ha retenido la misma
definición de la causalidad: pocas causas seguidas de cadenas largas de ocupantes de lugares pasivos a los que
he llamado intermediarios (Latour, 2008: 304).
De manera que en primer lugar la TAR anula la noción de estructura abandonando la búsqueda
de coherencia estructuralista y en segundo lugar transforma la noción de causalidad al introducir la
distinción entre mediadores e intermediarios: “una concatenación de mediadores no establece las
mismas relaciones y no requiere el mismo tipo de explicaciones que un cortejo de intermediarios que
transporta una causa” (Latour, 2008: 157).
Este es un sentido diferente al de estructura en el estructuralismo. Recuérdese en este punto una,
o mejor, la característica fundamental que Deleuze propuso para reconocer el estructuralismo: “las
cosas mismas en general no tienen estructura sino en la medida en que sostienen un “discurso”
silencioso, que es el lenguaje de los signos (Deleuze, 2002: 223). Siendo esto así, por un lado, la
fenomenología objetiva de Badiou sería aparentemente un pensamiento de corte estructuralista. A
saber, según Badiou, tal fenomenología es calculada y se funda en la tesis de las matemáticas como
ontología. Pero desde el punto de vista de Badiou, las matemáticas no son la estructura del ser, lo que
implica defender un pitagorismo inaceptable en la concepción ontológica de las matemáticas. Badiou lo
deja claro: “la tesis que sostengo no declara en modo alguno que el ser es matemático, es decir,
compuesto de objetividades matemáticas. No es una tesis sobre el mundo, sino sobre el discurso”.
(Badiou, 1999: 16). Entiéndase bien la precisión: son el discurso formal que permite decir algo sobre el
ser-en-tanto-ser o bien en tanto aparecer.
Empero hay que precisar los términos de Deleuze, él mismo sostiene que:
Se tiene razón al asignar a la linguística como origen del estructuralismo: no solamente Saussure,
sino la escuela de Moscú, la escuela de Praga. Y si el estructuralismo se extiende a continuación a
otros dominios, ya no se trata esta vez de analogía: no es simplemente para instaurar métodos
“equivalentes” a los que primero fueron fecundos en el análisis del lenguaje. En verdad no hay
estructura mas que de lo que es lenguaje, aunque se trate de un lenguaje esotérico o incluso no verbal”
(Deleuze, 2002: 223).
El estructuralismo es una estrategia de investigación en las teorías sociales y humanas que asume
que existe, no un silencioso lenguaje de los signos, sino un régimen de signos lingüístico-natural,
cultural, y universal, sostenido por las diferentes sociedades. Al igual que los “lenguajes animales” son
objeto de la zoosemiótica, las matemáticas como ontología o discurso sobre el ser, no son un lenguaje
natural, y no son objeto de estudio de la lingüística, sino de la semiótica formal de un lenguaje artifical,
de origen acontecimental y prolongación histórica. Nunca se ha visto un científico estructuralista
porque sencillamente no hay nada de cultural en los lenguajes formales de la ciencia. La articulación
con la TAR aquí propuesta entonces hace hincapié en que no hay tampoco nada de cultural en la forma
de los lenguajes naturales de las sociedades. Como se sabe ya hace tiempo, hay lenguajes formales,
lógicas, que describen las relaciones de los componentes semióticos de los lenguajes naturales.
Siguiendo a Badiou, existe una Gran Lógica que subsume la pequeña lógica de las proposiciones y los
predicados de primer orden según un Álgebra de Heyting completa. Desde el punto de vista aquí
esbozado, la comunicación desborda el orden de la significación lingüística natural para poner en
relación regímenes de signos diversos; se planta más en el orden de la semiosis como proceso de
intercambio transformacional de signos, en tanto objetos o actantes que están en lugar de algún objeto
o actante para otro objeto o actante y que pueden ser humanos y no humanos. Pero tal semiosis es
reductible, como Eco (1990) propone, a la relación de inferencia probable, al “si a entonces” de la
lógica de primer orden; en consecuencia es formalizable y de ahí que la propuesta topo-lógica de
Badiou resulte muy pertinente, pues la inferencia es reductible a la relación matemática de dependencia
en la propuesta de Badiou; lo que refuta en parte cualquier logicismo.
La matemáticas, en tanto ciencias del ser-en-tanto-ser, son la situación que presenta la
presentación misma, lo múltiple en sí, en tanto que despliegan una teoría de lo real/múltiple no como
transparente o construido, sino como diferencia interna; múltiple puro no contado por uno, solo
cognocible sustractivamente como conjunto (múltiple) vacío e instaurado por una ontología axiomática
conjuntista (Badiou, 1999).
De manera análoga a lo que Deleuze y Guattari (2006) llaman principio de multiplicidad para el
rizoma, y que luego Latour adoptará como sinónimo de la palabra red, el conjunto vacío solo es
cognocible como múltiple, pues lo que es, se presenta como múltiple.
Pero surge inmediatamente una duda. “¿Para qué sirve decir que el vacío es ‹‹múltiple››, si se
habla de ‹‹múltiple de nada››?” (Badiou, 1999: 74):
Es que la ontología es una situación y, en consecuencia, todo lo que ella presenta cae bajo su ley,
que es la de tener que dar cuenta sólo de lo múltiple, aun si, no componiendo nada, es en realidad
diagonal a la oposición intrasituacional entre lo uno y lo múltiple (Badiou, 1999: 74).
El lector instruido objetará en este punto que Badiou es enfático a la hora de enfrentarse al
modelo rizomático que pretende separarse de la dialéctica, al juzgarla como un pensamiento de lo Uno
trasnochado; incluso cuando afirma tajantemente y como principio que “lo Uno se hace Dos”.
En su artículo El fascismo de la papa (2002) lo dice así:
Deleuze-Guattari's dialectical arboriculture, all absorbed as they are to oppose the “multiple”
philosophy of the potato to the vertical despotism of the tree, is only a painful falsification. Lenin
already remarked that the essence of the dialectic is never the strong and presupposed unity, but the
unity of opposites, which at once relativizes the concept of the One beyond return. (Badiou, 2012: ).
Para entender esta objeción hay que revisar el concepto de rizoma elaborado por Deleuze y
Guattari. Según el principio de multiplicidad para el rizoma, “no hay unidad que sirva de pivote en el
objeto o que se divida en el sujeto. No hay unidad, ni siquiera para abortar en el objeto o para
“reaparecer” en el sujeto” (Deleuze & Guattari, 2006: ). Así, si una determinación del rizoma cambia
entonces también la naturaleza del rizoma cambia. Un rizoma no se deja codificar por alguna unidad-
pivote de la que dependa un conjunto de relaciones entre elementos/puntos, o bien, según lo Uno que se
divide en el objeto o se reunifica, según una lógica binaria de diferenciación, en el sujeto. En fin, un
rizoma no es reducible ni a lo uno ni a lo múltiple, ni tendría sujeto u objeto (Deleuze & Guattari,
2006).
Como se verá, los términos sujeto y objeto son usados por Deleuze y Guatari en un sentido muy
distinto al que le otorga Badiou. Hay que tener en mente también que el vacío es nombre del ser-en-
tanto-ser (no es ni objetivo ni subjetivo).
Ahora bien, lo múltiple puro es por sí pura diferencia. Empero, aclara Badiou respecto al vacío,
lo es sólo en el sentido paradójico de la in-diferencia. Como el vacío es inextensional, pues no tiene
elementos, es in-diferente, pues no le pertenece elemento alguno que le diferencie de otro conjunto. El
vacío, según Badiou, es aquello que al no haber sido contado por uno, instauradas axiomáticamente o
por principio su existencia y su pura diferencia, es decir, su in-existencia y su pura in-diferencia, sólo
es pensable y cognocible por vía sustractiva; restando lo Uno al ser-en-tanto-ser.
La única manera de diferenciar el conjunto vacío de otro conjunto es pensándole negativamente
como lo in-diferenciado. Asimismo, por fuerza, el conjunto vacío debe ser único, pues cualquier
conjunto supuesto, cuya cualidad sea no tener elementos, no puede ser por definición sino el vacío. “La
unicidad del conjunto vacío es inmediata porque nada lo diferencia, y no porque su diferencia sea
corroborable. La unicidad según la diferencia es aquí sustituida por la irremediable unicidad de la in-
diferencia” (Badiou, 1999: 84). Esta diferenciación extensional, en la teoría de conjuntos queda fijada
por el axioma de extensionalidad.
Pero como el conjunto vacío no tiene elementos. ¿Cómo puede entonces relacionarse con algo
más?
A saber, supuesto un conjunto sin elementos, el vacío, es decir, un múltiple al que el no
pertenecer a él se le atribuye universalmente a cualquier otro múltiple -conjunto-, y supuesta su
negación, es decir, suponiendo que algo le pertenece, cualquier cosa podría inferirse de allí por ex falso
sequitur quodlibet (principio de explosión).
El vacío, lo múltiple puro y auténtico, no se presenta en otro conjunto bajo la forma de la mera
pertenencia ( ) sino según la relación de inclusión (⊆ ) para conjuntos y subconjuntos. Según la
axiomática de conjuntos el vacío está incluido en sí mismo y en consecuencia está incluido
universalmente, pues nada impide que lo que nada agrega se pose en cualquier conjunto como
subconjunto. Formalmente:
Un conjunto no está incluido ( ) en otro si un elemento suyo no pertenece a ese otro, A ⊄ B si y
solo si (↔) x a A y (∧ ) x ∉ B. Si A es (=) Ø, es decir, si Ø ⊄ B entonces habría que decir que hay (∃)
un x a Ø y x ∉ B. Lo cual es absurdo pues es axiomaticamente verdadero que nada pertenezca al
vacío; para toda (∀) “cosa” esa “cosa” no pertenece al vacío. (∀x) ¬ (x a Ø). De manera que, si se
supone que el vacío no está incluido en algún conjunto, es decir, si (∃β) [Ø ⊄ β] ↔ ∃(x): (x a Ø ∧ x ∉
β) como es axiomáticamente verdadero que (∀x) ¬ (x a Ø) y en consecuencia cualquier cosa puede
seguirse. Todo múltiple cualesquiera incluye, en último término, el conjunto vacío, que es único, pues
si hubiera otro nada lo diferenciaría del primero.
La marca Ø guarda un sentido para siempre enigmatico (Badiou, 1999), al ser el nombre propio
del ser. Asimismo, esta verdad resulta traducible poéticamente con la siguiente afirmación:
La ontología, axiomática de la inconsistencia particular de la multiplicidad, captura el en-sí de lo
múltiple mediante la puesta en consistencia de toda inconsistencia y la inconsistencia de toda
consistencia. Así, ella deconstruye todo efecto de uno, fiel al no-ser de éste, para disponer sin
nominación explícita, el juego reglado de lo múltiple como forma absoluta de la presentación, por
lo tanto, el modo según el cual el ser se propone a todo acceso. (Badiou, 1999: 41).
Cuando Deleuze y Guattari afirman que las multiplicidades son rizomáticas y denuncian las
pseudo-multiplicidades arborecentes (Deleuze & Guattari, 2006) ¿no estarían acaso refiriéndose a la
distinción entre lo múltiple puro que la marca Ø nombra contra los conjuntos o múltiples contados por
un o que Badiou llama estructurados? Dicen Deleuze y Guattari respecto de las multiplicidades
arborescentes que éstas restituirían la unidad: “siempre que una multiplicidad está incluida en una
estructura, su crecimiento queda compensado por una reducción de las leyes de la combinación”
(Deleuze & Guattari, 2006: 12). Hay empero que hacer una aclaración para evitar caer en ésta errada
tesis.
En un rizoma se cumplen también los principios de conexión y heterogeneidad. Según el
principio de conexión, en un rizoma todos los puntos pueden y deben ser conectados. Lo curioso es que
Deleuze y Guattari también sostienen que un rizoma no está hecho de puntos sino de líneas y que según
su constitución, puede estar formado por líneas de segmentariedad, ser roto, pero siempre recomenzar
“según ésta o aquella de sus líneas, y según otras” (Deleuze & Guattari, 2006: 15). ¿No afirman que los
puntos de un rizoma podrían y deberían ser universalmente conectados? ¿Cómo comprender esta
afirmación contradictoria?
Esto sólo se comprende asumiendo la distinción entre lo múltiple puro que se deja pensar bajo la
forma múltiple del punto vacío, conjunto vacío, y lo múltiple posterior a una cuenta-por-uno y a su
localización objetiva en un mundo.
La tesis aquí arriesgada, que complementa y aclara las propuestas de Deleuze y Guattari
heredadas por Latour, es que precisamente un rizoma o red, no está hecho ni de puntos ni de líneas. Un
rizoma es un múltiple estructurado que cumple la propiedad conectiva según la cual todos sus
elementos deben y pueden ser conectados. Lo cual sólo puede indicar que Deleuze y Guattari, cuando
hablan de rizoma, piensan parcialmente, más bien, en un múltiple estructurado como una topología.
Ésta intuición se ve confirmada en el hecho que Latour asume la noción de rizoma como sinónimo de
red, al decir que una red: “las cosas no se ordenan por tamaño como si fueran cajas dentro de cajas.
Más bien se ordenan por grado de conexión, como si fueran nodos conectados a otros nodos” (Latour,
2013: 63). En una red o rizoma, como la comprende Latour hay orden; pero ese orden rizomático
supera las distinciones binarias entre afuera/adentro, grande/pequeño, lejos/cerca.
Si bien, por un lado, un rizoma es heterogeneidad absoluta, también cumple, siguiendo a Deleuze
y Guattari, un principio de ruptura asignificante, (escapando al régimen significante en el que el signo
remite indefinidamente al signo), lo cual se evidencia en los formalismos matemáticos, onto-lógicos
que permiten modelizar las observaciones en la fenomenología objetiva. Esto es así porque la ontología
renuncia a las definiciones ostensivas omitiendo la definición de conjunto y sometiendo el discurso
formal sobre “lo que es”, al fundarse en la relación de pertenencia a sin mayor definición que lo que
indica la misma marca: relación entre elementos y conjuntos de esos elementos. Aquello que es,
conjunto, es aquello que se presenta bajo la relación de pertenencia a la que nada define pues es vacía
o sin sustancia.
El mayor impasse que se encuentra en este punto es el que proponen los principios de
cartografía y calcomanía para el rizoma tal y como los definen Deleuze y Guattari. Según ellos, “un
rizoma no responde a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a toda idea de eje genético,
como también de estructura profunda. Un eje genético es como una unidad pivotal objetiva a partir de
la cual se organizan estadios sucesivos; una estructura profunda es como una serie cuya base se puede
descomponer en constituyentes inmediatos, mientras que la unidad del producto está en otra dimensión,
transformacional o subjetiva” (Deleuze & Guattari, 2006: 17). Estos últimos son principios de calco de
algo ya dado. El rizoma, en cambio, es mapa, pues debe ser trazado sobre lo real. Por eso las
descripciones en la TAR, según Latour, trazan el rizoma; porque el rizoma no está dado de antemano,
es mas bien el mapa de lo dado. Hacer rizoma o red es en este sentido experimentar sobre lo real; no es
tanto que lo real sea como una red, sino que una red puede graficar cómo aparece eso real, pues en todo
caso, una red siempre podría ser traducida homomórficamente a una matriz de adyacencia sin
problemas.
En éste punto, empero, Latour parece separarse de lo que Deleuze y Guattari llaman rizoma,
puesto que sostiene precisamente que en la TAR el “despliegue podría tomar la forma de una red a
condición de que cada transporte sea pagado en transformaciones, es decir, si nos aseguramos de
pavimentar toda la distancia de un sitio al siguiente no con intermediarios sino con mediadores plenos”
(Latour, 2008: 248). La transformación pagada, es decir, la información, dista de ser una metáfora, es
sentido pleno una verdad computacional: “se ha probado que los patrones que se extienden en el tiempo
y el espacio pueden almacenar y trasmitir información, y que las interacciones complejas resultantes
son capaces de modificarla. Estas tres habilidades (almacenar, reproducir, transformar) son los
componentes necesarios y suficientes de cualquier proceso de computación” (Reynoso, 2006: 127); y
como “la información mide, por definición, el grado de organización de un sistema” (Reynoso, 2006:
20), el almacenamiento, reproducción y transformación de la información es literalmente el
almacenamiento reproducción y transformación que computa un sistema mas o menos organizado. La
teoría de la información en éste punto es esclarecedora:
Urge aclarar que la teoría de la información nada tiene que ver con el significado de los mensajes:
se trata de un abordaje que analiza cosas tales como las formas más óptimas de codificación, la cantidad
de redundancia que hay que introducir para compensar el ruido, y, en especial, la “ m e d i d a d e l a
información”. Esta cantidad de información se define como la cantidad de incertidumbre de un mensaje en
función de la probabilidad de aparición de los elementos que componen el código. No hay en general ninguna
correlación entre la riqueza de significaciones y la complejidad informacional, aunque algunos teóricos
de la cultura y la sociedad (Abraham Moles, Max Bense, los semiólogos de la Escuela de Tartu) hayan creído
lo contrario. El concepto de información, asimismo, es físico y no psicológico: una sinfonía
informacionalmente compleja no alberga, subjetivamente hablando, demasiada improbabilidad o sorpresa para
quien la conozca de memoria (aunque objetivamente haya sido más difícil de memorizar que una sinfonía
más simple o más breve).
La información (que en homenaje a Ralph Hartley se simboliza con la letra H, no con I) es un
concepto muy simple: información es la medida de los grados de libertad que existen en una
situación dada para escoger entre señales, símbolos, mensajes o pautas. El conjunto de todas las
categorías (el “alfabeto”, cualquiera sea el modo de la comunicación) se denomina también
repertorio. La cantidad de información se mide como el logaritmo binario del número de patrones
alternativos, formas, organizaciones o mensajes que forman ese repertorio. La unidad en que se expresa
la medida de la información es también la más simple de todas: el bit o dígito binario [binary digit]. La
complejidad creciente de las pautas informacionales determina apenas un crecimiento logarítmico en las
unidades de medida: dos alternativas elegibles (dos grados de libertad) requieren un solo bit, cuyos valores
pueden ser sólo 1 y 0; cuatro alternativas se expresan con dos bits (00, 01, 10, 11); ocho con tres bits (000,
001, 010, 011, 100, 110, 111, 101), y así sucesivamente (Reynoso, 2006: 19).
De manera que lo que la TAR entiende por rizoma dista mucho de permitir saltos entre puntos o
líneas de segmentariedad; pero también dista mucho de renunciar al orden, como de no pretender la
unidad del producto gracias a una dimensión transformacional. Los detalles de las imprecisiones
conceptuales, que aquí no se pretenden desplegar, del modelo rizomático deleuze-güattariano han sido
con detalle estudiados por Carlos Reynoso en su texto, que hay que calificar de fundamental, junto a
muchos otros suyos, para la ciencia social auténtica “Arboles y redes: Crítica del pensamiento
rizomático” (2014).
Se puede comprender fácilmente en este punto que para Deleuze y Guattari, estructura denota la
profundidad de tipo significante –profundidad lingüística– oculta tras los objetos y los sujetos. De
modo que dicha palabra no tiene el sentido de la palabra estructura de orden en las matemáticas. En
segundo lugar, para Latour, la palabra estructura también denota algo profundo de nivel “macro” o
“global” y lingüísticamente formado. Así, “sin duda, en cuanto las singularidades locales donde se
fabrican las estructuras globales son destacadas, es toda la topografía de lo social lo que se modifica.
Lo macro ya no describe un sitio más ancho o más grande en el que lo micro quedaría inserto como
una muñeca Matrioshka rusa, sino otro lugar igualmente local, igualmente micro, que está conectado
con muchos otros a través de algún medio que transporta tipos específicos de rastros” (Latour, 2008:
253).
Es preciso entonces notar que la noción de estructura de orden (el trascendental de un mundo)
sólo exige el establecimiento de relaciones de identidad/diferencia entre los objetos de un mundo.
Permite en últimas la posibilidad de decir que dos objetos que cambian singularmente están más o
menos intensamente conectados, mas no determina la forma de esa relación, esto es, no puebla a la
estructura por funciones necesarias, como sería en un estructuralismo.
Pero por ello no hay que creer que un mundo es un sistema para sus actores, un marco para sus
actantes, una bolsa para sus objetos; un mundo/red es también objeto/actante, pues el dualismo falso
entre macro y micro queda anulado al asumirse que un mundo es una topología, empero ese aparecer-
objetivado es inaccesible pues un mundo tiene una cardinalidad inaccesible para sus actantes; como se
verá mucho más adelante. En todo caso un objeto siempre puede ser tratado como mundo, y todo
mundo como objeto. Así las cosas, la teoría del actor/red es la teoría del objeto/mundo.
La propuesta que ésta investigación ha ido describiendo:
Constituye una estructura filosófica abstracta de múltiples modelos. Otorgándoles sus elementos,
cimas, caminos, flujo de comunicación, etcétera, tal contenido determinado, puede convertirse en
un método efectivamente movilizable. Para convencerse, basta asegurarse de que su desempeño puede
hacerse por medio de contenidos puros o por medio de contenidos empíricos; y, de hecho, en su límite de
pureza, puede ser una matemática, teoría de grafos, topología combinatoria, teoría de esquemas; puede
convertirse, llegada una aplicación extrema, en excelente órgano de comprensión histórica. Esto se vuelve
posible porque rompe definitivamente con la linealidad de los conceptos tradicionales: la complejidad ya
no es un obstáculo para el conocimiento o, peor, un juicio descriptivo, sino el mejor auxiliar del saber y la
experiencia (Serres, 1996: 21).
Lo que le entrega la fenomenología objetiva a la TAR es la calculada formalización de sus
modelos de actor-red bajo el concepto fenomenológico-matemático de mundo. Como lo propone
Michel Serres, alguna vez maestro tanto de Badiou como de Latour: “las matemáticas son
simultáneamente una ontología formal y una lógica trascendental” (Serres 1996: 129).
Ese orden que acepta Latour en las redes, en la fenomenología objetiva de Badiou es dado por
una estructura (de orden) trascendental que regla las identidades y las diferencias entre los objetos que
pueblan las redes que son los mismos mundos. Con esto se demuestra que una red es un mundo
topológico y un mundo topológico es una red; un mundo/red es una topología.
1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-Modificaciones / Mediadores-Sitios
Comprender a cabalidad la noción de red o mundo aquí utilizada, exige establecer las
definiciones de actante o actor, intermediario y mediador, y relacionarlas con la noción de objeto,
modificación, sitio y singularidad en Badiou.
La fenomenología objetiva es un discurso que traza, rastrea, cartografía calculadamente redes a
partir de los rastros que las intertraducciones de sitios/mediadores humanos y no-humanos con diversos
modos de existencia establecen al asociarse. La TAR le insta a pensar en términos de sitios o
mediadores; se trata llevar a cabo el trazo de las redes (Latour, 1997), que no están dadas en un terreno
pre-social. Con inspiración tardeana, las sociedades se forman relacionando objetos “no sociales” como
sitios locales, de humanos y no humanos, que se conectan entre sí. Se asume entonces aquí que la
noción de mediador es la de un objeto, en el sentido de Badiou, que deviene como sitio.
Para la TAR empero, no se trata simplemente de que no estemos ya conectados, asociados en una
red o un mundo colectivo, sino de que para poder comprender las asociaciones se precisa de ir paso a
paso, o como diría Badiou, punto por punto, reensamblándolas, al seguir los rastros que dejan los
mediadores/sitios en su devenir impredecible en términos absolutos, al estar el mismo investigador
incluido en ese mundo que traza. Nadie, entre los investigadores contemporáneos latinoamericanos,
tiene más claridad de éste hecho, como de la importancia de la epistemología que necesitan las ciencias
sociales de las asociaciones, que Carlos Reynoso cuando afirma que “sólo hace falta resemantizar los
nodos como actores y los vínculos como relaciones para que los grafos representen redes sociales”
(Reynoso, 2011: 27).
Con la conjunción de estas dos posturas se propone un objetivismo relativista, dado que para ser
fieles a la noción de mediador, incluso el investigador en TAR o el sociólogo de asociaciones, produce,
hace que pasen cosas, mientras observa, describe y va construyendo su informe; hay objetividad y
relatividad. Se le sale al paso así a la distinción supuestamente real entre emic / etic, pues la descripción
emic del mundo realizada por investigador está en el mismo mundo que la descripción etic de otros
agentes de ese mundo.
En este punto resulta necesario precisar el lenguaje de la TAR. Sin duda, una red o un múltiple
topológico debe ser trazado por el investigador, pero es ingenuo creer que el trazo o la observación y
descripción de sociólogo-fenomenólogo objetivista y no ingenuo no produce algo en lo que estudia.
De ahí que Latour recalque que:
Los informes textuales son el laboratorio del científico social y si la práctica de laboratorio sirve
de referencia, lo que indica es que la objetividad puede lograrse debido al carácter artificial del medio,
bajo condición de que se detecte a los artefactos gracias a una atención continua y obsesiva. De modo que
tratar un informe de ciencias sociales como un relato textual no significa debilitar su pretensión de
realidad, sino aumentar la cantidad de recaudos que deben tomarse y de las capacidades que deben exigirse a los
investigadores. A esta altura, debería resultar claro que hacer mas difícil la producción de objetividad es de lo
que se trata. No hay motivo para que los sociólogos de las asociaciones abandonen ese condicionamiento
cuando abandonan la sociología de lo social y cuando agregan a la discusión una quinta fuente de
incertidumbre, generada por la escritura de sus propias investigaciones. De hecho, es lo opuesto. Si lo social es
algo que circula de cierto modo y no un mundo que está mas allá al que puede acceder la mirada
desinteresada de algún científico ultra lúcido, entonces lo social puede ser transferido por muchos
dispositivos adaptados a la tarea, incluidos textos, informes, explicaciones e indicadores. Puede que sí o
puede que no. Los informes textuales lo pueden fallar al igual que lo hacen a menudo los experimentos
(Latour, 2008: 185-186).
Se tiene en este punto una primera tesis claramente relativa a los medios de comunicación: todo
informe textual (multimedial si se quiere), incluso una simulación computacional, en las ciencias
sociales es un experimento científico, de modo que una fenomenología objetiva de los medios masivos
de comunicación incluye dentro de sus objetos de estudio los experimentos mediales a los que ella
misma recurre.
Así, siguiendo con el enlace aquí pretendido, en fenomenología objetiva de los medios masivos
masivos de comunicación el medio de exposición es indisociable del medio de investigación. De
manera que toda investigación en fenomenología objetiva debe reparar, mantener en buen estado y
mejorar sus afirmaciones, como debe ser reparado, mantenido en buen estado y mejorado, por ejemplo,
un telescopio para un astrónomo. Igualmente, puede que un informe falle como fallan los experimentos
en otras ciencias.
La tesis que se arriesga entonces queda más clara si es enunciada así: la ontología pura es el
discurso que describe el plano pre-social discreto, restringido a las matemáticas puras pero fundamento
de toda ciencia, mientras la fenomenología objetiva es el discurso que describe el emerger objetivo,
localizado en un mundo, de lo actores sociales, con la claridad de que eso social, es algo constituido
parcialmente al establecer en la descripción las relaciones entre sitios de todo tipo, que no son de
materia social, pues lo social como marco, como estructura subyacente escondida o como Ley, no
existe. En último término se propone en este punto una justificación, cosa que ya está en curso en las
investigaciones más avanzadas en ciencias sociales, de la necesidad para la sociología de operar como
una fenomenología objetiva, convirtiéndose en una sociología calculada de las asociaciones entre
medios/actores de comunicación, humanos y no humanos, en tanto mediadores que transforman los
datos que comunican y que se conectan formando redes. En lo que sigue se propone el primer esbozo
de lo que podría ser algún día un nuevo discurso del método sociológico.
Retornando a la conjunción formal entre TAR y fenomenología objetiva de Badiou hay que
aclarar la diferencia entre los pensamientos ontológico y fenomeno-lógico objetivo para comprender
bien lo que aporta la fenomenología objetiva a la TAR. Ésta diferencia es curiosamente la diferencia
entre dos maneras de concebir la diferencia y la identidad. En la teoría axiomática de conjuntos la
diferencia se encuentra reglada por la extensionalidad y la identidad absoluta, es decir, la equivalencia
entre dos múltiples o conjuntos. Existe precisamente un axioma que regla la diferencia ontológica; el
axioma de extensionalidad:
A , B: ( x) [(x A) & (x B)] o A , B: ( x) [(x A) (x B)] A = B
Esto evidencia que en el mundo de la ontología la diferencia y la identidad son siempre absolutas,
en tanto toda diferencia local, en un punto o elemento de un conjunto, implica inmediatamente una
diferencia global.
En el mundo de la fenomenología objetiva la diferencia y la identidad son relativas, de modo que
admiten grados y están regladas por una intensionalidad (no intencionalidad). Desde un punto de vista
objetivista descriptivo, que es el que concierne a la fenomenología objetiva, se sabe al incluir o indexar
cualquier multiplicidad ontológica, cualquier conjunto, en algún mundo en el cual se establezcan
relaciones que pueden ser diferentes a la equivalencia.
Recuérdese que un mundo, según Badiou, es forzosamente cualquier múltiple, es decir, un
conjunto en el sentido de la teoría de conjuntos, que incluye entre sus subconjuntos un trascendental
que asigna (opera la metrología) a los objetos (A, Id) que en él aparecen un grado de
identidad/diferencia Id.
Esto se ve claramente con el formalismo que define la diferencia/identidad fenomenológica:
Id (A, B) = k
Este formalismo o matema (aquello que puede ser aprendido), indica que dos múltiples que
aparecen en un mundo tienen una identidad y diferencia variables. Siendo esto así, la diferencia y la
identidad fenomenológicas objetivas son relaciones de orden donde no se da estrictamente que x = y
sino que, por antisimetría, x y. Esto también indica que un objeto sólo existe en la medida en que está
en una red, un mundo, en la cual es posible atribuirle un grado de identidad con otro objeto: “un
apareciente en un mundo no podría existir en él menos que lo idéntico que es a otro” (Badiou, 2008:
186). Lo que es compatible con la afirmación constructivista de la TAR según la cual habría que
impulsar “la logica un paso mas alla: los materiales estan constituidos interactivamente; fuera de sus
interacciones no tienen existencia, no tienen realidad. Maquina, gente, instituciones sociales, el mundo
natural, lo divino –todo es un efecto o un producto (Law & Mol, 1995: 277). Pero todo un efecto o un
producto en tanto que sin las relaciones regladas con otros existentes no tiene sentido hablar de
existencia. La TAR no es una teoría idealista en ningún sentido, no hay nada como la construcción
psicológica de lo real, sino una visión constructivista de lo social. Para Badiou, de manera análoga, no
tiene sentido de hablar de la existencia en un “mundo político” si esa existencia no adquiere sentido
relacional según la función trascendental de identidad que permite decir que un fenómeno tiene un
mayor o menor grado de existencia en relación a otros: Id. Es nítido ahora que en TAR y en
fenomenología objetiva no sólo no hay escepticismo, sino un relativismo donde el objeto sólo existe en
tanto está en relación con otros objetos. Aquí toma más sentido el hablar de un objetivismo relativista
para denominar al método fenomenológico objetivo, pues como el mismo Latour sostiene lo opuesto
del relativismo “es el absolutismo” (Latour, 2008: 135).
Las relaciones fenomenológicas se dan también en el caso de la identidad propia de los objetos de
un mundo, esto es, de las multiplicidades que aparecen y se constituyen en un mundo; lo cual se
formaliza como sigue:
Id (A, A) = k
Lo anterior implica, a diferencia de la ontología pura, la posibilidad de que un objeto no sea
absolutamente idéntico a sí mismo, ni absolutamente diferente de otros (Badiou, 2008: 181-183). Lo
que indica que un fenómeno existe en un mundo más intensamente en la medida en que afirma en
mayor grado su identidad en ese mundo.
Ahora es posible atender a la larga y técnica definición del objeto en el marco de la Gran Lógica
elaborada por Badiou:
Objeto es el nombre de la forma genérica del aparecer para un múltiple determinado. Es entonces,
después de “mundo”, el concepto más fundamental de la Gran Lógica. Se puede decir que ser un
apareciente de tal o cual mundo equivale, para un múltiple, a Objetivarse en él. Como un mundo,
en cuanto a las leyes que localizan elementos en él, es ampliamente definido por su trascendental,
se comprende sin dificultad que un objeto sea la indexación trascendental de un múltiple. Es
entonces cierto que un objeto sea una categoría del aparecer (o de la lógica), y no una categoría del ser
(o de la ontología). Es una estructura del ser-ahí en un mundo.
En este punto, hay que cuidarse de las interpretaciones idealistas o críticas de la noción de objeto.
Se debe reafirmar, por una parte, un resultado importante de El ser y el acontecimiento, a saber, que
aquello que aparece (el puro múltiple) es perfectamente conocible (por la ciencia ontológica, llamada en otros
términos “matemática”). Y se puede postular, por otra parte, que lo que cuenta por uno en el aparecer, sus
átomos, es prescrito, en definitiva, por la composición real del ser- múltiple.
Sea un mundo determinado cuyo trascendental es T. Un objeto es, ante todo, el dato conjunto
(llamado “conjunto-soporte” del objeto) y de una indexación trascendental de ese objeto sobre T;
tal es la razón por la cual se lo anota (A, Id), o también (A, α), o (B, β), etcétera. Y luego, la
sumisión de ese dato al postulado del materialismo, que es que todo átomo [de aparecer] es un átomo
real. Bajo esas condiciones, se dice que un objeto (A, Id) es una forma del ser-ahí del múltiple A (en el mundo
considerado) (Badiou, 2008: 643-644).
En El ser y el acontecimiento lo dice así refiriéndose a la diferencia entre fenomenología objetiva
y ontología pura:
Las matemáticas no presentan, en sentido estricto, nada, sin que por ello sean un juego vacío, puesto
que no tener nada que presentar, fuera de la presentación misma, es decir lo Múltiple, y no acordar
nunca con la forma ob-jeto, es por cierto una condición de todo discurso sobre el ser en tanto ser (Badiou, 1999:
15).
Como se puede notar la noción de actante coincide con la noción de objeto elaborada por Badiou
en que ambas apuntan a que la identidad y diferencia de algunas entidades, en sí múltiples, no está
reglada necesariamente por la relación de equivalencia sino por relaciones de orden; grados de
identidad y diferencia.
Hay que esclarecer entonces la diferencia entre un mundo clásico y uno no-clásico.
Sea M el máximo, μ el mínimo y c la operación conjuntista de unión (Badiou, 2008: 650). Un
mundo clasico entonces cumple la siguientes propiedades:
1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p = p
2. El principio del tercero excluido, o p c ¬ p = M
3. La ecuación ¬ p = tiene una sola solución, que es M
Si bien la ontología y fenomenología de lo múltiple son discursos sobre “algo”, como también lo
es la TAR, pues tanto el investigador como el fenomenólogo objetivo se abstienen de afirmar el
aparecer positivo de lo social en cuanto tal y de lo múltiple en sí, el vacío, sin duda la pura ontología se
limita a asumir lo múltiple desde el punto de vista de la identidad absoluta, algo que no sucede en la
TAR. Un rizoma/red en la TAR es siempre un múltiple heterogéneo, por ende la cartografía
fenomenológica de los medios masivos de comunicación debe responder a esta exigencia de la única
manera posible: asumiendo que el mundo en el que se inscriben los medios masivos de comunicación
es no-clásico. Como resulta evidente de manera empírica.
Existen mundos cuyo trascendental no clásico cumple otras propiedades y que también cumple
una red:
1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p p
2. El principio del tercero excluido, o p c ¬ p M
3. La ecuación ¬ p = no tiene una sola solución.
Siendo esto así, los medios masivos de comunicación en tanto que actantes serían cuasi-objetos y
cuasi-sujetos; pero aquí se llamarán objetos en el sentido de Badiou.
El aparente impasse reside en el uso equívoco de los nombres objeto (en fenomenología objetiva)
y cuasi-objeto/cuasi-sujeto (en TAR). La dificultad se supera fácilmente cuando se atiende a que un
objeto, en el nuevo sentido que le da Badiou, es siempre la indexación trascendental de un múltiple, de
manera que sólo es definible por los grados de identidad y diferencia que tiene con él mismo y con
otros objetos (A, Id). El cuasi-objeto y cuasi-sujeto de la TAR es precisamente esto; un objeto no
constituido nunca fuera de la relación con otros actantes donde el grado de su identidad es siempre y
necesariamente también el grado de su diferencia consigo mismo o bien con otros. Esto es así porque el
concepto de objeto para Badiou no es en ningún sentido el concepto de objeto de la metafísica clásica e
ingenua que lo circunscribe en el orden equivalencial y absolutamente identitario de la ontología pura.
El objeto siempre es cuasi-objeto y cuasi-sujeto en el sentido clásico pues sólo se define gracias a sus
relaciones.
Asimismo, hay que tener en mente que un actante en la TAR debe ser comprendido como un
mediador, más que como un mero intermediario:
[L]a TAR, describe un mundo hecho de concatenaciones de mediadores en el que se puede decir
que cada punta actúa plenamente. Así, la cuestión clave para una ciencia social es decidir si trata
de deducir de unas pocas causas todos los efectos que estaban ya allí "en potencia", o si trata de
reemplazar tantas causas como sea posible por una serie de actores; este es el significado técnico
que la palabra "red" adquirirá luego (Latour, 2008: 90).
Con esto en la mira, sin duda hay que sostener que para ésta investigación los medios masivos de
comunicación y los actantes que se relacionen con ellos, bajo una buena observación en TAR, deben
ser descritos como mediadores. Se plantea aquí entonces que el objeto de la fenomenología propuesta,
son los medios masivos de comunicación comprendidos como mediadores.
Según Badiou, existe también una distinción que asumimos análoga a la que hay entre
mediadores e intermediarios. Para Badiou, se presentan en los mundos cambios en y entre sus objetos.
Estos cambios pueden ser meras modificaciones –asociaciones objetivas sin cambio real y para precisar
descriptibles por ecuaciones lineales– que no transforman un mundo, sino que indican un simple
cambio de los objetos bajo la regla de las intensidades preescrita para ese mundo por el trascendental.
Empero también se presentan sitios: cambios reales que rompen las leyes ontológicas, descriptibles por
ecuaciones no lineales, y que evitan así la predicción de sus consecuencias y el rastreo absoluto de su
origen o mejor su emergencia. Tales sitios, al tener una existencia no máxima se llaman hechos o bien,
al tener una existencia máxima, reciben el nombre de singularidades.
Estos sitios con existencia máxima son capaces de producir consecuencias no máximas y
presentarse como singularidades débiles o bien tener consecuencias máximas y presentarse como
acontecimientos (Badiou, 2008). Un mundo, no es otra cosa que un conjunto de cambios, o
modificaciones y sitios; algo que recuerda, para asociar la propuesta de Badiou con otras pasadas, la
articulación entre conjuntos y probabilidad elaborada por Kolmogorov.
Ahora bien, para dar un ejemplo muy útil de lo que sería una singularidad acontecimental
científica, vale recordar que como consecuencia de las paradojas producidas por las fundamentaciones
intuicionista y lingüística de las matemáticas, que pueden ser bien rastreadas en la meditación tres de
El ser y el acontecimiento, la teoría de conjuntos, (ontología pura) tuvo que ser axiomatizada, buscando
evitar dos consecuencias.
Por un lado, como ya se ha mencionado, en la ontología es preciso evitar definir explícitamente la
noción de conjunto, pues la intuición y el lenguaje caen en contradicción cuando van más allá de la
fundación de lo múltiple bajo la estricta relación de pertenencia ( ) propia de la teoría de conjuntos. En
tanto mundo, respecto de sus objetos (múltiples que aparecen en un mundo), la teoría de lo múltiple
tiene un dominio implícito reglado por una axiomática que prohibe contar por uno (como un conjunto)
todo lo que es subsumible bajo una propiedad que arbitrariamente un lenguaje bien formado cualquiera
inscriba. El presupuesto especulativo de lo contrario, dígase de paso, fregeano, es que “nada de lo
múltiple puede exceder una lengua bien hecha y que, en consecuencia, el ser, obligado a presentarse al
lenguaje como el referente-múltiple de una propiedad, no puede debilitar la arquitectura de este
lenguaje, si ella está rigurosamente construida. El amo de las palabras es también el amo de lo
múltiple” (Badiou, 1999: 53). Se trata aquí en últimas de la necesidad de negar el idealismo ideográfico
de Frege con la axiomática que permite a la teoría de conjuntos operar.
Por otro lado, en la ontología resulta necesario evitar las multiplicidades paradójicas para
sostener la diferencia entre lo múltiple (que es) y lo uno (que no-es). Es decir, no se tiene el poder de
suponer la existencia de, por ejemplo, un conjunto de todos los conjuntos que son elementos de sí
mismos, pues una vez arbitrariamente creado por la lengua, la paradoja de Russell es inevitable,
mientras que la prohibición de la autopertenencia y la existencia de la autoinclusión del ser en sí se
hacen necesarias (Badiou, 1999). La ontología es obligadamente un discurso axiomático sobre el ser-
en-tanto-múltiple y no un discurso lingüístico estructural y silencioso que las cosas sostienen. Pero esto
sólo ha sido posible tras una decisión afirmativa formalmente subjetiva fiel por el proceso de verdad de
las matemáticas, contra el concepto inválido que el idealismo ideográfico defendía. Análogamente, una
sociología auténticamente científica, como fenomenología objetiva y calculada, deberá someterse a las
decisiones fieles que el razonamiento por el absurdo obliga.
Los sitios o los mediadores admiten la autopertenencia; son múltiples reflexivos (A A) que
rompen las leyes del ser puro; por ex falso sequitur quodlibet cualquier cosa podría seguirse ellos. En
los sitios, como los hechos y las singularidades, el vacío se revela como figura ontológica del instante –
son presentes puros–: aparecen sólo para desaparecer. En las modificaciones no se presenta
transformación real pues son cambios dados según el orden trascendental del mundo. Así, lo que hay
para-consiste en la instantaneidad de un sitio; lo que hay tolera la inconsistencia sin ser trivial.
Es razonable en éste punto arriesgar la tesis según la cual las nociones de mediador y sitio
coinciden, en que ambas denotan algo capaz de hacer hacer cosas o tener consecuencias inesperadas.
Mientras que la noción de intermediación, como transporte de una mera causa, coincide con la noción
de modificación, como devenir simple sin cambio real, reglado por el trascendental de su red (mundo).
Esto incluso, como es evidente, complementa la taxonomía del cambio propuesta por la TAR, al
menos en lo referente a la distinción entre singularidades/mediadores débiles y
singularidades/mediadores acontecimentales.
Si la identidad entre las nociones de intermediario/modo y mediador/sitio es posible también
resulta de ello que la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación debe ser una
fenomenología que describe los medios de comunicación y los objetos mediáticos en tanto sitios, o bien
hechos, y singularidades débiles, o bien acontecimentales.
Un actor o actante es “el blanco móvil de una enorme cantidad de entidades que convergen hacia
él” (Latour, 2008: 73). Los actantes no son nunca el origen absoluto de una acción sino más bien un
punto de convergencia de diversas entidades que actúan constantemente; como se había dicho son
imaginables como nodos y al ser tratados como mediadores, como nodos con cierto poder.
Así, existen mundos o lógicas clásicas, como el de la ontología, cuyo trascendental es clásico. En
estos mundos circula la causalidad sin transformación real, apenas un cambio modal, a través de
intermediarios/modos (si quiere se puede decir como Badiou modificaciones), evitando
axiomáticamente la aparición de objetos reflexivos (autopertenecientes) o sitios.
Como dice Latour: “para los intermediarios no hay misterio, dado que los datos de entrada
predicen bastante bien los de salida: no habrá nada en el efecto que no haya estado en la causa”
(Latour, 2008: 90). Así, si hay “misterio” para los mediadores, entonces lo hay porque precisamente no
esconden algo profundo: son superficiales y puramente sitios locales. De manera que un rizoma o red,
en últimas una asociación, puede ser entendida como un mundo cuyo trascendental no es clásico.
Bajo estas condiciones en un mundo no clásico resulta perfectamente posible la siguiente
afirmación de Latour y que también vale para todos las observaciones científicas: “para los mediadores,
la situación es diferente: las causas no permiten que se deduzcan los efectos dado que simplemente
ofrecen ocasiones, circunstancias y precedentes. Como resultado de ella, pueden aparecer en el medio
muchos extraños que nos sorprenden” (Latour, 2008: 90).
1.3 Hermenéutica objetiva y relativista
No hay que confundirse tampoco por lo que Latour llama cuasi-objeto en comparación con lo que
Badiou denomina con la palabra objeto, pues la noción de Latour de cuasi-objeto indica una
comprensión del aparecer en términos relativistas –no escépticos– de lo social:
En la definición pre-relativista de lo social, lo que se colocó en primer plano fue el participante humano
y después, en virtud de una fuerte discontinuidad, el mundo social del mas allá. No se permitía que nada que
no estuviera constituido de vínculos sociales tuviera un encuentro con los humanos. Tal era el código de
etiqueta de esta extraña diplomacia. En la nueva definición es lo opuesto: los miembros humanos y el
contexto social han sido colocados en segundo plano: lo que se destaca ahora son todos los mediadores cuya
proliferación genera, entre muchas otras entidades, lo que podría llamarse cuasi-objetos y cuasi-sujetos.
Para tomar e invertir el símil algo infortunado que se vuelve aún mas tambaleante por el uso que le da
Kant, en vez de que los objetos giren en torno de los agregados sociales como en la sociología pre-copernicana,
varios agregados sociales están emanando de los muchos enlaces que ahora ocupan el centro del universo
social. Por vacilante que sea la metáfora, es un cambio de perspectiva como este el que persigue la
TAR. Cosas, cuasi-objetos y enlaces son el verdadero centro del mundo social, no el agente, la persona,
el miembro o el participante, ni tampoco la sociedad o sus avatares. No es esta una forma mejor, para usar
otra de las expresiones de Kant, de hacer que la sociología por fin sea capaz de "caminar por la senda segura de
la ciencia"? (Latour, 2008: 334 – 335).
Lo social en la TAR es una relación que trasforma. Es entonces claro por qué se usa la palabra
traducción para designar esta operación de transporte. La traducción, es decir, la asociación en la TAR,
es una relación que no transporta causalidad lineal sino que induce al menos a dos mediadores a
coexistir asociativamente afectándose de maneras inesperadas. Así, “no hay sociedad, dominio de lo
social, ni vínculos sociales, sino que solo existen traducciones entre mediadores que pueden generar
asociaciones rastreables” (Latour, 2008: 158). De manera que un actante es un mediador que trasforma
a otros al hacerlos actuar inesperadamente, es en otras palabras un innovador. El trabajo del
investigador es trazar la red tras seguir como sabueso las traducciones rastreando así las asociaciones.
En este punto hay que tener en mente que para la TAR la red debe ser trazada también por el
investigador junto a los actantes cuyo rastro describe. Por ende, toda descripción en la fenomenología
objetiva debe ser también trazada; pues no está dada como espacio de antemano puesto y a la espera de
ser ocupado por los actantes que arbitrariamente el investigador coloque allí.
El concepto flexible de traducción, elaborado por Michel Serres (1974) y asumido por Latour
como sinónimo de transporte, interpretación, desplazamiento, transformación, delegación, resulta
también de suma importancia para la TAR a la hora de diferenciar los intermediarios de los mediadores
como actantes con cierto poder.
Tal diferencia se aclara cuando se atiende a la etimología de traducción como la acción de guiar
algo de un lugar a otro, la de transporte como la de llevar una mercancía de un lugar a otro, la de
interpretación como el mercadear o comerciar algo entre al menos dos agentes, la de desplazamiento
como la acción de separar en múltiples partes o vías algo ancho, la de delegación como el acto de
mandar algo según una regla y la de transformar como llevar algo de una forma a otra. Así, según la
TAR “la acción social no solo es controlada por extraños, también es desplazada y delegada a distintos
tipos de actores que son capaces de transportar la acción a través de otros modos de acción, otros tipos
de fuerzas completamente distintas” (Latour, 2008: 105). Esto se evidencia en otro de los posibles
nombres para la TAR aparte del deleuziano “ontología del actante-rizoma”: sociología de la
traducción.
En una traducción hay transformación y no mero desplazamiento de datos. Se da en los casos que
obligan a transformar por completo el concepto de “lo social”, como cuando intervienen actantes no
humanos (moluscos, vieiras, arrecifes, objetos técnicos) en la configuración de asociaciones (Latour,
2008). A saber, el estudio de estos agenciamientos dio pie a la aparición de la TAR: “por ejemplo, los
pescadores, los oceanógrafos, los satélites y las vieiras podían tener algunas relaciones entre sí,
relaciones de tal tipo que hacen hacer cosas inesperadas a otros (tienen cierto poder); ésta es la
definición de un mediador” (Latour, 2008: 156). Siendo esto así, es claro que un actante debe ser
descrito siempre como un mediador que tiene cierto poder de hacer hacer cosas inesperadas a otros. Lo
que es claro es que ese poder de los medios es en cierto sentido nulo, pues para inducir una acción
“será inútil exhibir todos los documentos, hacer oír todos los testimonios: lo que hace todopoderosa a la
información (el periódico, y la radio, y la televisión) es su nulidad misma, su ineficacia radical”
(Deleuze, 1988: 357-358).
Al comprender los mediadores como sitios, también debe tenerse en mente que esos sitios pueden
corresponder a actantes humanos y no humanos; o afirmar una simetría operativa entre ellos. Sin duda,
es un programa radicalmente distinto del de la sociología asimétrica de Weber (1947) donde los objetos
no humanos, o los artefactos como les llama, serían ininteligibles sin su referencia a lo que significan
para la acción humana. A saber, según Latour, lo que los sociólogos de lo social han llamado social,
adquiere en la TAR el mismo estatuto que el éter para la física moderna; simplemente desaparece del
campo explicativo. Esto es así porque en la concatenación metafísica ingenua entre actores no humanos
no hay nada de social; no lo hay ni en el funcionamiento de un satélite, ni en la etología de las vieiras,
etc. (Latour, 2008). Lo social viene siempre por añadidura y en la sociología de lo social, por añadidura
antropomórfica.
Con esto en la mira, cuando se habla de mediadores/sitios, se puede hablar de que en una red o
mundo los actantes/objetos hacen hacer cosas inesperadas a otros. En el mundo de la pesca por ejemplo
“las vieiras hacen que los pescadores hagan cosas, del mismo modo que las redes puestas en el océano
atraen a las vieiras a adherirse a las redes, justamente como los recolectores de datos reúnen a los
pescadores y las vieiras en la oceanografía” (Latour, 2008: 156). De manera que “lo social no está en
lugar alguno en particular, como una cosa entre otras cosas, sino que puede circular por todas partes
como un movimiento que relaciona cosas no sociales. Segunda etapa: lo social ha vuelto como
asociación” (Latour, 2008: 156).
No hay que creer entonces que Latour propone un hermenéutica subjetiva al hablar de traducción,
pues aclara que:
Para interpretar una conducta tenemos por cierto que estar preparados para muchas versiones
diferentes, pero esto no significa que tengamos que volvernos hacia las interacciones locales. En
muchas partes de este libro he criticado a los fenomenólogos y quizá también a los humanistas, por
creer que las interacciones cara-a-cara, los agentes individuales y las personas animadas por propósitos
presentan un lugar más realista y lleno de vida que lo que llaman las abstracciones vanas de la sociedad.
Aunque tienen razón en insistir en las incertidumbres, están equivocados en cuanto a las fuentes. No es que
los humanos con propósitos, las personas intencionadas y las almas individuales sean los únicos agentes
interpretativos en un mundo de cuestiones de hecho desprovistas de todo significado en sí mismas. Lo que se
indica con interpretaciones, flexibilidad y fluidez es simplemente una manera de registrar el vasto exterior
al que tiene que apelar todo curso de acción para ser llevado a cabo. Esto no vale solo para la acción
humana sino para toda actividad. La hermenéutica no es privilegio de los humanos sino, por así decirlo, una
propiedad del mundo mismo (Latour, 2008: 342).
Sin duda, tal es el caso de la propuestas que pretenden ensamblar fenomenología, hermenéutica
subjetivas y acción comunicativa como la de Hoyos:
El cambio de paradigma de la filosofía de la conciencia (Husserl) a una acción, a un actuar
comunicativo (Habermas) privilegia el lenguaje como punto de partida; tal lenguaje está referido
en todo momento y actividad al mundo de la vida. Entonces se va a hablar del lenguaje, de la
comunicación, en dos niveles:
Nivel cero de la comunicación. Es en él donde está la hermenéutica. Se lo puede llamar, por igual,
el nivel hermenéutico de la comunicación: hay situaciones del mundo de la vida que, para
comprenderlas plenamente, se requiere, en primer lugar, diferenciarlas mediante la utilización de
un lenguaje llano y directo (Hoyos, 2003: 8).
Nivel uno de la comunicación. Éste es el nivel discursivo–argumentativo. La gente común y
corriente siempre puede decir que el sol sale por el Oriente, pero en el momento en el que se requiere
consolidar un poco más un conocimiento es necesario dar el paso a la argumentación; ahí la comunicación
no es sólo para describir ese primer ámbito, el de la comprensión, sino que la comunicación argumenta y
discurre para dar fundamento a afirmaciones que requieren ser demostradas porque pretenden ser objetivas
(Hoyos, 2003: 8).
La manera de entender la palabra hermenéutica como en ocasiones la usa la TAR es
traduciéndola como: “actividad del mundo mismo en la que algo se transforma al ser transportado”.
Queda más clara la diferencia con la hermenéutica subjetivista o idealista en el siguiente texto, donde
un investigador en TAR (P) le explica la teoría a un estudiante (E):
E.: ¿Pero eso es exactamente lo que dicen las sociologías interpretativas verdad?
P.: No, para nada. Dirían que los deseos humanos, los significados humanos, las intenciones
humanas, etc., introducen cierta "flexibilidad interpretativa" en un mundo de objetos inflexibles,
de "relaciones causales puras", de "conexiones estrictamente materiales". Eso no es para nada lo
que digo. Yo diría que esa computadora que esta sobre mi escritorio, este monitor, este teclado, son
objetos de capas múltiples, tanto como usted: su cuerpo, su lenguaje, sus preocupaciones. Es el objeto mismo
lo que agrega múltiple o mas bien la cosa, la "reunión". Cuando se habla de hermenéutica, no importa qué
precauciones se tomen, uno siempre espera que llegue la otra parte: alguien inevitablemente agregara: "Pero
por supuesto que también existen cosas 'naturales', 'objetivas', que 'no' se interpretan".
E.: ¡Es lo que iba a decir! No sólo hay realidades objetivas, sino también subjetivas. Es por eso que
necesitamos ambos tipos de teorías sociales.
P.: ¿Ve? Esa es la trampa inevitable: "No sólo... sino también". Hay que extender el razonamiento
a todo, pero entonces se convierte en inútil, o "interpretación" se vuelve otro sinónimo de
"objetividad", o se lo limita a un aspecto de la realidad, el humano, y entonces uno se queda trabado,
dado que la objetividad siempre esta al otro lado de la cerca. Y no importa si se considera el otro lado más rico o
más pobre; de todos modos esta fuera del alcance.
[...] Muéstreme un punto de vista y yo le mostraré dos docenas de maneras de salir de él. Escuche:
puede olvidarse sin problema de esta oposición entre "punto de vista" y "visión desde ningún lugar".
Y también esta diferencia entre "interpretativa" y "objetivista". Deje la hermenéutica de lado y vuelva a los
objetos o, mas bien, a la cosa.
[...] Si se puede tener muchos puntos de vista sobre una estatua es porque la estatua misma esta en
tres dimensiones y le permite, sí, le permite moverse alrededor de ella. Si algo hace posible muchos
puntos de vista, se debe a que es altamente complejo, tiene pliegues intrincados, esta bien organizado y es
hermoso, sí, objetivamente hermoso.
E.: Pero sin duda nada es objetivamente hermoso, la belleza tiene que ser subjetiva... el gusto y el
color, relativos... Estoy perdido nuevamente. ¿Por qué pasamos tanto tiempo peleando contra eI
objetivismo en esta facultad entonces? Lo que dice no puede ser correcto.
P.: Porque las cosas que la gente llama "objetivas" la mayor parte de las veces son clichés de
cuestiones de hecho. No tenemos buenas descripciones de nada: de lo que es una computadora, un
software, un sistema formal, un teorema, una empresa, un mercado. No sabemos casi nada de lo que es
esta cosa que está estudiando, una organización. ¿Cómo podríamos distinguirla de las emociones humanas?
Por lo tanto, hay dos maneras de criticar la objetividad: una es alejarnos del objeto para acercarnos al punto
de vista humano subjetivo. Pero la otra dirección es de la que estoy hablando: la vuelta al objeto.
[…] E.: Aun así, estoy limitado a mi propia visión.
P.: Por supuesto que sí, pero otra vez, ¿que importa? No crea todas esas estupideces acerca de estar
"limitado" a la propia perspectiva. Todas las ciencias han estado inventando maneras de pasar de un punto de
vista al siguiente, de un marco de referencia al siguiente. Por Dios: a eso se lo llama relatividad.
E.: ¡Ah! ¡Pero entonces confiesa que es relativista!
P.: Pero por supuesto, ¿que mas podría ser? Si quiero ser científico y alcanzar la objetividad, tengo
que poder viajar de un marco de referencia al siguiente, de un punto de vista al siguiente. Sin esos
desplazamientos, estaría limitado a mi propia estrecho punto de vista definitivamente.
E.: Entonces, ¿asocia objetividad y relativismo?
P.: "Relatividad", sí, por supuesto. Todas las ciencias hacen lo mismo. Nuestras ciencias también.
E.: ¿Pero cual es nuestra manera de cambiar nuestros puntas de vista?
P.: Le dije, nuestro trabajo son las descripciones. Todos los demás operan con clichés. Investigaciones,
relevamientos, trabajo de campo, archivos, encuestas, lo que sea. Nosotros v a m o s , e s c u c h a m o s ,
aprendemos, practicamos, nos hacemos competentes, cambiamos nuestra visión. Muy simple en realidad:
se lo llama investigaciones. Las buenas investigaciones siempre producen muchas descripciones nuevas.
E.: ¡Pero ya tengo muchas descripciones! Me ahogo en ellas. Ese es mi problema. Es por eso que
estoy perdido y por eso pensé que me seria útil venir a verlo. ¿No puede ayudarme la TAR con esta
masa de datos? ¡Necesito un marco!
P.: "¡Mi reino por un marco!". Muy conmovedor; creo que entiendo su desesperación. Pero no, la
TAR es bastante inútil en ese sentido. Su principio más importante es que los actores mismos hacen
todo, incluso sus propios marcos, sus propias teorías, sus propios contextos, su propia metafísica, hasta sus
propias ontologías. De modo que me temo que la indicación a seguir sería la de más descripciones (Latour,
2008: 209 - 214).
La hermenéutica para Latour es, para usar términos más precisos, una propiedad de los mundos
en tanto mundos que les permite a sus actantes comerciar o traducir algo (de manera que se trata de un
asunto económico), pero que para hacerlo ese algo se transforma inevitablemente. Dos actantes, por
ejemplo no humanos como dos computadores, hacen hermenéutica, interpretan o intertraducen cuando
intercambian signos codificados en un lenguaje artificial, de modo tal que logran establecer una
comunicación, es decir, cuando transforman algo común. Lo cuál es más claro aún cuando se sabe que
“las palabras “traducción” o “transferencia”, “deplazamiento” o “metáfora” significan los mismo en
latín griego o inglés” (Serres, 1974, Callon; 1975); la misma palabra raducción se transforma en
nombre aunque no en contenido.
En este sentido, hermenéutica es el nombre que Latour le da al operar trascendental de todo
mundo, pues precisamente el trascendental es lo que permite que se intercambien regladamente las
identidades/diferencias entre objetos de un mundo, es lo que ordena las transformaciones como diría
Latour. Empatar en éste punto las ideas materialistas de Badiou y Latour implica arrebatar la palabra
interpretación de la hermenéutica subjetiva y devolverle su sentido dramaturgico, haciendo uno tanto a
los actantes de la TAR como a la dramaturgia de Badiou: los objetos son actantes que se interpretan
entre sí, de modo que así establecen gradualmente sus identidades/diferencias, y entre mejor sea su
hermenéutica objetiva y trascendental, su interpretación les identificará más; habrán operado una suerte
de mímesis interobjetiva perfectamente cuantificable y matematizable. Los mundos son como
escenarios donde los objetos actantes, como mimos, usualmente fracasados, se interpretan unos otros.
Esto se comprende mejor cuando se atiende a lo que Latour llama principio de irreductibilidad,
según el cual nada es reducible o bien irreducible a cualquier OTRA cosa –sin duda un principio
lógico trascendental–-. Así, la identidad absoluta no tiene lugar entre dos cosas diferentes. Por esto, un
“actor que no incide no es un actor en absoluto. Un actor, si es que las palabras significan algo, es
exactamente lo que n o es sustituible. Es un evento único, totalmente irreductible a cualquier otro,
excepto si se los hace conmensurables entre sí por algún proceso de estandardización, pero incluso eso
requiere un tercer actor, un tercer evento” (Latour, 2008: 220). Toda conmensurabilidad requiere en la
TAR un mediador que la establezca para estabilizar las diferencias entre los actantes.
Aquí hay que hacer una importante precisión. Dice Latour:
El mundo no es un continente sólido de hechos con unos pocos lagos de incertidumbre, sino un vasto
océano de incertidumbres espolvoreado de unas pocas islas de formas calibradas y estabilizadas (Latour,
2008: 342)
Las islas estabilizadas serían para Badiou procesos de verdad, que se siguen de un desequilibrio
fundamental en las leyes de un mundo. No hay que confundirse en éste punto: un proceso de verdad es
consecuencia máxima de un acontecimiento. Un mundo en donde el cambio es mera modificación es un
mundo en el cual no se presentan cambio reales. Empero, un lector instruido, notará una vez más que si
para Latour hay escasez de islas estabilizadas, según Badiou, la estabilidad de un mundo es lo que
abundaría en los mundos donde pululan las modificaciones y los sitios no acontecimentales; faltan los
excepcionales acontecimientos. En cierto sentido, puede que exista estabilidad en el cambio situado de
un mundo, y por ende estabilidad en la producción de incertidumbre, pero puede que surja una nueva
isla de estabilidad, de un proceso de verdad, tras un acontecimiento cuyo tener lugar es sumamente
incierto.
Para lograr comprender esto simplemente hay que notar que la diferencia no radica en los
conceptos sino en la decisión. Esto es, si Latour sostiene que hay pocas islas estabilizadas en las redes
es precisamente porque exige tratar a los actantes como mediadores más que como intermediarios; si
Badiou sostiene la abundancia de modificaciones y sitios no acontecimentales es precisamente porque
exige que los cambios sumamente reales y sus procesos de verdad estables sean radicalmente distintos
de los cambios no reales o menos fuertes en los mundos. La escasez o abundancia de cambios reales
dependerá únicamente del tipo de cambio que sea observado por el fenomenólogo, quien, siguiendo la
postura de Badiou, deberá describirles según el grado de existencia y, en especial para las
singularidades, según el grado de las consecuencias, que logre observar. Tal cosa es para Badiou, ni
más ni menos, que el producto de una decisión (Badiou, 2008); Latour por ende, exige que tales
decisiones se presenten, pero sin duda, con cautela, para no saltarse ni un paso en el rastreo de lo que
hacen los actantes hacer inesperadamente a otros.
En los términos de la TAR, el investigador no debe interesarse en la producción de la estabilidad
de las controversias entre actantes sobre las asociaciones a las que pertenecen, pues eso es tarea de la
política como constitución de lo común que los mismos actantes construyen en sus relaciones y no de
FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
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FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
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FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN

  • 1. Bogotá, 20 de Febrero de 2015 Estimado, Daniel Castillo Brieva Director de Investigación Pontificia Universidad Javeriana Asunto: Informe técnico del proyecto “Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación” del joven investigador Andrés Felipe Rodríguez Pérez. Respetado Doctor: Por medio de la presente tengo el gusto de informarle que el joven investigador Andrés Felipe Rodríguez Pérez C.C. 1020738844 de Bogotá finalizó satisfactoriamente su periodo como becario de la convocatoria 617 de Colciencias para Jóvenes Investigadores y Semilleros de Investigación, que le permitió a lo largo de 12 meses, llevar a buen término el proyecto de investigación “Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación”. Andrés realizó su trabajo de manera responsable y disciplinada, lo cual le condujo a un excelente resultado teórico y a un interesante artículo titulado: “Hacia una Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación (desde Badiou y Latour)”. El Material se encuentra adjunto en ésta carta y se someterá a evaluación para publicación en la revista: Universitas Philophica indexada en EBSCO HOST. Gracias por su atención: Anexos: Informe técnico del tutor Informe del Joven Investigador Copia del artículo
  • 2. Proyecto: “Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación” Informe del tutor Gustavo Adolfo Chirolla Ospina Tutor Bogotá. 20 de Febrero de 2015 A. Como se había determinado los objetivos del Proyecto eran los siguientes: 1. Establecer la compatibilidad conceptual entre la teoría del actor-red de Bruno Latour y la fenomenología objetiva de Alain Badiou. 2. Usar los resultados teóricos del primer objetivo para estudiar los medios masivos de comunicación en general y en Colombia. 3. Analizar las relaciones entre los medios masivos de comunicación y el arte, la ciencia, la política, el deporte y el amor. 4. Comprender las relaciones entre los medios masivos de comunicación y la producción de subjetividad en general y en Colombia. Andrés llevó a cabo un trabajo que involucra mucha documentación pertinente, tanto de Bruno Latour como de Alain Badiou, concluyendo de manera muy precisa que existe, no sólo la posibilidad de establecer la compatibilidad conceptual entre la teoría del actor-red (TAR) de Bruno Latour y la Fenomenología Objetiva de Alain Badiou, mediante la aclaración y traducción fiel de sus respectivos aparatos conceptuales, a la luz de las ciencias de la información, las teorías de medios y la comunicación, la sociofísica, la topología y la teoría de grafos, sino también, que dicha articulación permite reformular los métodos y replantear los presupuestos epistemológicos mediante los cuales se han venido llevando a cabo las investigaciones en ciencias sociales. Así, en su investigación, Andrés logra concluir que una Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación es también y precisa de, una nueva epistemología de las ciencias sociales, que tiene en cuenta tanto las herramientas metodológicas que ofrece la TAR como las herramientas matemáticas que propone la Fenomenología Objetiva de Badiou. Nueva epistemología que implica, necesariamente y en especial, el replanteamiento de los conceptos de medio, comunicación, masividad, actor, sociedad, fenomenología, sujeto, objeto, hecho, acontecimiento, relativismo y objetivismo; como puede apreciarse tanto en el Informe Completo como en el Artículo, elaborados por el Joven Investigador. En base a tal conclusión, el proyecto realizado por el joven investigador, se encaminó a ejecutar un estudio de caso: el análisis del comportamiento de los medios masivos de comunicación y el público en
  • 3. el periodo 2000-2010 en Colombia; para lo cual se recurrió a datos de recepción, audiencia y lecturabilidad, recolectados por entidades privadas y públicas e investigadores de los medios de comunicación. De éste modo, en virtud del método Fenomenológico Objetivo propuesto, y gracias a la implementación de un software especializado en análisis de redes sociales (Gephi), Andrés logró construir un grafo que expresa los niveles de “Centralidad de Vector Propio” de diversos Medios Masivos de Comunicación Colombianos. Dando así cumplimiento cabal a los dos primeros objetivos del proyecto. A lo largo de la investigación sobre el caso, Andrés logra concluir que existe una gran preponderancia del consumo de contenidos visuales y gráficos de poca o baja rigurosidad académica, con primacía de medios televisivos, radiales e impresos concentrados en entretenimiento masivo, telenovelas y comentario de contenidos televisivos; dejando en malas condiciones, respecto a su medida de “centralidad de vector propio”, medios como el cine y aquellos con contenido educativo, documental- histórico, científico u académico. Con esto en la mira, en base a los presupuestos de la Fenomenología Objetiva propuesta, Andrés logra establecer una tipología de Sujetos (Fiel, Oscuro, Reactivo) relativas a diversas actividades productivas humanas, que partiendo de Badiou, se conocen como Procedimientos Genéricos o Procesos de Verdad (Arte, Ciencia, Política, Amor y -aún en cuestión, pero propuesto a lo largo de la investigación como un procedimiento de verdad adicional a los planteados por Badiou- el Deporte) cuyos matices le permiten realizar a su vez una caracterización de los tipos Subjetivos propios del público de los medios masivos de comunicación en Colombia, para el periodo 2000-2010. Así, la investigación llega a sostener que: 1. El Sujeto Político Colombiano, en tanto que se manifiesta en los Medios Masivos de Comunicación de dicho periodo (2000 – 2010), se caracteriza, sobretodo, sin caer en generalizaciones taxativas, por ser un Sujeto Oscuro, confundiendo las secuencias políticas verdaderas con procedimientos deportivos (democráticos y competitivos) propios de economías progresistas. 2. El Sujeto Científico Colombiano del periodo, se caracteriza por ser un Sujeto Reactivo, debido al pedagogismo de los pocos contenidos científicos presentes en los medios masivos de comunicación. 3. El Sujeto Artístico Colombiano, se manifiesta mayoritariamente, en los medios masivos de comunicación, como un Sujeto Oscuro, cuya relación con las obras creativas es Iconoclasta e Idólatra, debido en parte a la fuerte presencia del entretenimiento masivo y el analfabetismo audiovisual y multimedial, que implica la primacía de contenidos muy gráficos y de consumo rápido en los medios masivos de comunicación colombianos. 4. El Sujeto Amoroso Colombiano, se manifiesta en los medios masivos de comunicación colombianos en dicho periodo, como un Sujeto Reactivo que expresa la preferencia de la conyugalidad biológica y como un Sujeto Oscuro que hace evidente la primacía de la fusión posesiva en los contenidos que circulan por los medios colombianos. Con esto hecho, Andrés logra cumplir los cuatro objetivos propuestos en la investigación.
  • 4. B. El Cronograma respectivo se cumplió a cabalidad de la siguiente manera: La primera fase (3 meses) de la investigación: documentación y recopilación del material de archivo pertinente por parte del joven investigador en asesoría con el correspondiente tutor. Entrega de Informe de Lectura y Análisis: 17 de Marzo de 2014 La segunda fase (6 meses): escritura del proyecto por parte del joven investigador en asesoría del correspondiente tutor. Entrega Segunda de Versión del Informe: 16 de Junio de 2014 La tercera fase (9 meses): edición formal, conceptual y multimedial del informe total y primera versión del artículo (producto a entregar) resultante en asesoría del correspondiente tutor. Tercera versión del Informe: 15 de Septiembre de 2014. La cuarta fase (12 meses): entrega y revisión del producto terminado (artículo publicable) e Informe. 15 de Diciembre de 2014. C. Otras consideraciones: Es importante destacar que a lo largo de la investigación Andrés prestó una especial atención a dejar, una vez concluida la misma, abierta la posibilidad para cualquier investigador de recurrir a la Fenomenología Objetiva propuesta, como un método innovador para el estudio del comportamiento de las sociedades, sus relaciones con actores no-humanos (medios de comunicación) y los sujetos políticos, artísticos, amorosos, científicos y deportivos. De manera que el proyecto también se presentó como una ocasión para comenzar a replantear muchos presupuestos epistemológicos y metodológicos propios de la investigación en ciencias sociales, en teoría de los medios, las artes y la comunicación. D. Resultados El resultado principal de la investigación es el artículo “Hacia una Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación” que se someterá a evaluación para publicación en la revista: Universitas Philophica indexada en EBSCO HOST. Pero también deja como evidencia una extensa serie de apuntes realizados y ordenados por el Joven Investigador: “Informe del Joven Investigador”.
  • 5. Proyecto: “Fenomenología Objetiva de los Medios Masivos de Comunicación” Informe del Joven Investigador Bogotá. 20 de Febrero de 2015 INFORME DE INVESTIGACIÓN PROYECTO: FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN CONVOCATORIA 617 JÓVENES INVESTIGADORES Y SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA, COLCIENCIAS PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE FILOSOFÍA NÚCLEO DE INVESTIGACIÓN EN ESTÉTICA JÓVEN INVESTIGADOR: ANDRÉS FELIPE RODRÍGUEZ PÉREZ INVESTIGACIÓN DIRIGIDA POR: GUSTAVO ADOLFO CHIROLLA BOGOTÁ 2015
  • 6. ÍNDICE 1. El método fenomenológico objetivo 1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura estructuralista 1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-Modificaciones / Mediadores-Sitios 1.3 Hermenéutica objetiva y relaftivista 1.4 Dialéctica materialista afirmativa: verdad en las ciencias sociales y contra el escepticismo ingenuo 1.5 Sujeto de verdad – cuasi-sujeto o individuo 1.6 Fuentes de incertidumbre 1.7 Hacia una fenomenología objetiva de los medios de comunicación masivos como mediadores-sitios 2. Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación: un modelo de feedback mediático-comunicacional 2.1 Contraste con diversas teorías de los medios de comunicación 2.2 Los objetos mediáticos como fósiles 2.3 Modelo de feedback comunicativo 2.4 Los actantes humanos también son medios 2.5 Más allá de la economía de la sospecha submediática 2.6 Mas allá de la desconexión moderna 3. Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación enunciado por enunciado; ejemplo Colombia (2000-2010). 3.1 Enunciados 12 a 57 3.2 Enunciados 1 a 11 3.3 Enunciados 58 a 66 4. Diagramas y Medida de Eigenvector para calcular influencia o poder de un medio en una red social INTRODUCCIÓN Este proyecto de investigación recurre a la Fenomenología Objetiva de Alain Badiou, propuesta
  • 7. en Lógicas de los Mundos, para estudiar los medios masivos de comunicación. Se pregunta, como caso de experimentación, por la relación entre medios masivos de comunicación y la constitución de lo común político durante periodo 2000-2010 en Colombia. Para llevarlo a cabo se propone la conjunción parcial y experimental de la propuesta teórica de Badiou con la Teoría del actor-red (actante-rizoma) (TAR) expuesta por Bruno Latour. En el camino se articulan algunos conceptos provenientes de la Fenomenología de los Medios propuesta por Boris Groys, la arqueología y la teoría de las signaturas expuesta por Giorgio Agamben, el Análisis de Redes Sociales (ARS), la Complejidad computacional y el Caos según la perspectiva de Carlos Reynoso y diversos autores cercanos a la naciente sociofísica, como también de diversas propuestas teóricas en estudios de los medios de comunicación y la semiótica. Esto se debe a la necesidad que el objeto de estudio demanda de construir una teoría fenomenológica calculada y materialista, sin perder de vista de los estudios sociológicos, antropológicos y semióticos de los medios de comunicación. La pertinencia de recurrir especialmente a esas propuestas teóricas se debe a que todas implican una alta preocupación espacial, por no decir especialmente, topológica, sumada a una reconcepción de la causalidad, a la hora de estudiar un fenómeno cualquiera; aquí en especial los medios masivos de comunicación. La primera parte de éste informe expone los logros teóricos, sin duda perfectibles, en el ensamblaje entre la fenomenología objetiva de Badiou y la TAR, cuyos conceptos se han prestado fácilmente a mal interpretación debido a sus nombres. Se trata de un intento que no es nuevo, pues ya Shaw (2012) ha emprendido una tarea semejante bajo el nombre de Geografía Acontecimental, pero agregando ideas de la fenomenología de los medios de Groys, la teoría de las signaturas de Agamben, la semiótica, el ARS y la sociofísica, buscando esbozar el modelo de investigación fenomenológico objetivo de los medios de comunicación. La segunda parte contrasta tales logros con diversas propuestas que buscan comprender los lo social en relación a los medios de comunicación y postula la posibilidad de negar la validez de aquellas sometidas a una comprensión del signo mediático como mero significante, proponiendo así la sustracción del investigador de los medios de lo que Groys ha denominado economía de la sospecha. La tercera parte expone de manera formal el ensamblaje logrado en las dos partes anteriores llevando a cabo simultáneamente la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación en el periodo colombiano seleccionado. Dicha simultaneidad no es caprichosa sino necesaria puesto que no es posible exponer la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación aisladamente al estudio de los objetos en cuestión. La cuarta parte, a modo de conclusión, expone gráficamente, es decir, en un diagrama dinámico, los resultados logrados en la investigación. 1. El método fenomenológico objetivo
  • 8. 1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura estructuralista. Esta primera parte se dedica a conjuntar la empresa fenomenológica objetiva de Badiou con algunos conceptos de la TAR (Teoría del Actor-Red), la Fenomenología de los medios de Groys y otros provenientes de diversas propuestas filosóficas útiles para la investigación. A saber, etimológicamente “fenomenología” puede querer decir “pensamiento de lo que aparece”; de modo que una Fenomenología no sería otra cosa que un ejercicio en el cual se piensa “aquello que aparece”. Por su parte, el adjetivo “Objetiva” indica la especificidad de dicho pensamiento del fenómeno (Badiou, 2008: 56). De modo que una Fenomenología Objetiva vendría siendo un pensamiento de los fenómenos en tanto que objetos. Resulta necesario entonces aclarar ¿qué significan las palabras fenómeno y objeto? Según Badiou, a diferencia de la tradición fenomenológica husserliana, a la hora de pensar objetivamente un fenómeno resulta preciso hacerlo de manera descriptiva, “neutralizando”, al menos parcialmente, el efecto de la conciencia o la subjetividad humana en dicho mundo (Badiou, 2011). A primera vista, el nombre fenomenología implicaría un acercamiento al pensamiento fenomenológico de Edmund Husserl, que introduce en la Historia de la Filosofía la noción de epojé como puesta entre paréntesis de las doxa e incluso desconexión de lo que se considera como real en sí en la reducción trascendental, para acceder al orden trascendental y vital de la conciencia; el sujeto trascendental. Empero, el punto que separa evidentemente la fenomenología de Husserl de la fenomenología objetiva de Badiou que aquí es guía, se ubica en que, según el pensador francés, Husserl elabora una teoría subjetivista, o mejor idealista, en el sentido que mantiene su fenomenología dentro del correlacionismo epistemológico; noción elaborada por Quentin Meillassoux en su texto Después de la Finitud (2008). A saber, en el correlacionismo la totalidad de lo que hay es referida a la conciencia y al movimiento del tiempo en la subjetividad humana, de manera que se configura una suerte de Historia del Mundo desde el punto de vista de algún sujeto cuya existencia es absoluta; sometiendo así el objeto a una existencia indisociable del sujeto. La pregunta recurrente en éste punto es ¿en qué difieren las operaciones fenomenológicas objetivas, de un acto intencional propio de alguna supuesta conciencia fenomenológica? Así, se puede decir que en una fenomenología subjetiva e intencional todo acto de discriminación tiene lugar en un orden temporal definido (Badiou, 2008). En ese caso, frente a los objetos: [u]na mirada consciente pasa de uno al otro y recapitula la diferencia fenoménica inscribiendo, en la lengua, el movimiento temporalizado de la evaluación. Si suspendemos toda referencia a la conciencia intencional, no subsiste más que la vericidad inmediata de una evaluación identitaria […]
  • 9. evaluación que no puede retener ninguna referencia al tiempo ni al orden temporal, por la mayor razón de que ningún tiempo está implicado en la indexación trascendental del ser-ahí. El tiempo no es aquí más que un parásito introducido por el uso metafórico, o didáctico, de la fenomenología vulgar (Badiou, 2008: 230). Siendo esto así, la fenomenología objetiva que propone Badiou asume una posición materialista según la cual, además de sostener que cualquier mundo existe independientemente de cualquier orden subjetivo, supone la posibilidad de describir ese mundo objetivamente en un sentido puramente espacial. Hay que agregar además que la fenomenología objetiva debe ser también calculada. De modo que se encuentra mas cerca de aquello que las ciencias naturales llaman fenomenología que de la corriente filosófica bautizada así por Husserl. Esto es así porque sus resultados y procedimientos son formalismos que la resguardan de caer en el correlacionismo antes mencionado (Badiou, 2008: 199- 200). Como se verá, la posibilidad de formalizar las descripciones es el mayor aporte que puede hacerle la fenomenología objetiva a la TAR. Ahora bien, la Fenomenología Objetiva es fenomenológica en tanto que no es estrictamente ontológica. La ontología por sí, según Badiou, es el pensamiento del ser-en-tanto-ser. Desde el punto de vista que el filósofo despliega en el primer tomo de El ser y el acontecimiento, este pensamiento es llevado a cabo por la matemática histórica que encuentra su fundamentación en la teoría axiomática de conjuntos (Badiou, 1999: 55-61). Esto se debe a que el ser-en-tanto-ser; lo real, coincide, según el análisis de Badiou, con lo múltiple puro, nombrado como conjunto vacío o Ø, antes que con lo Uno o bien lo múltiple contado-por-uno (estructurado); contradiciendo con esto la manera como tradicionalmente la teología y la metafísica clásica lo habían presentado. Para comprender la noción de Objeto elaborada por Badiou y aquí asumida es preciso primero recurrir a las definiciones de mundo y de trascendental (de un mundo). A saber, “un mundo es el lugar en el que aparecen objetos. O también (…) “mundo” designa una de las lógicas del aparecer” (Badiou, 2008: 643). Así mismo: El concepto de “trascendental es, sin duda, el concepto operatorio más importante de toda la Gran Lógica, o teoría del aparecer. Designa la capacidad, constitutiva de todo mundo de atribuir a lo que está ahí, en ese mundo, intensidades variables de identidad con todo lo que está, igualmente, ahí. En suma, “trascendental” designa lo siguiente: un mundo, en el que aparecen a título de objetos multiplicidades puras, es una red de identidades y de diferencias que concierne a los elementos de lo que aparece ahí. Se comprende, entonces, por qué la estructura fundamental del trascendental es la estructura de orden, forma general de lo que autoriza el “más” y el “menos” (Badiou, 2008: 649). De manera que el trascendental de un mundo permite llevar a cabo la distinción entre objetos según grados de identidad/diferencia de manera reglada. Un manera muy útil de comprender esto es pensar en un sistema auto-organizado donde se presentan los fenómenos críticos propuestos por Perl
  • 10. Bak. En contraste con los puntos críticos de la física clásica, donde el parámetro de control, el trascendental, es exterior al sistema, como sucede por ejemplo en el paso de un sólido a un líquido, tomado el sólido como sistema asilado, según lo indica una medida de temperatura entregada por un termómetro: En los fenomenos criticos auto-organizados, en cambio, los sistemas alcanzan un punto critico de acuerdo con su propia dinamica interna, independientemente del valor de cualquier variable de control. La idea crucial de Bak consistio en pensar que el arquetipo de un sistema critico auto- organizado bien podria ser una simple pila de arena [...] Arrojando un hilo de arena lentamente sobre una superficie se forma una pila. A medida que la pila crece ocurren avalanchas que transportan arena desde la cuspide hasta la base. En los modelos teoricos, al menos, la pendiente de la pila es independiente de la velocidad con que se arroja la arena. Esta es la pendiente auto-organizada, la cual se llama asi incluso en casos en los cuales la pila no tiene forma de cono o adopta una configuracion irregular. En los sistemas de este tipo la caida de un grano de arena un poco mas grande de lo comun podria no tener consecuencias mayores, mientras que un evento menor (un grano de arena adicional) podria desatar una reaccion en cadena y causar un deslizamiento de proporciones: el mejor ejemplo de una funcion no lineal (Reynoso, 2011: 207). Por otra parte, para dar inicio en este punto a la conjunción entre TAR y fenomenología objetiva, según Latour, la noción metodológica de red o rizoma responde a tres propiedades como anulación de algunas relaciones binarias que ingenuamente se consideran absolutas. En la noción de red se anulan la diferencia entre: Lejos/Cerca: para escapar a la tiranía de la distancia y la proximidad de tal modo que actantes (actores narratológicos en el sentido de Greimas) cercanos, al ser desconectados de la red se puedan hacer absolutamente lejanos. La lejanía y la cercanía dependen entonces de la conectividad de los actores. Pequeña Escala/Gran Escala (Micro/Macro): para disolver la distinción entre micro y macro en el sentido en que una red nunca es más grande que otra, sino más o menos intensamente conectada. Dentro/Fuera (Actor/Sistema): para salir al paso a la distinción entre afuera y adentro dada por un límite periférico métrico (Latour, 1996: 4-6). Podría parecer que las nociones de mundo en Badiou y red en Latour no tienen nada en común, más que por el uso de la palabra red en ambas propuestas, y antes bien su conjunción aparentaría ser problemática a causa de la autorización del “más” y del “menos” en lo que Badiou llama un mundo. Esto sólo se resuelve teniendo en cuenta que un mundo es ontológicamente medido por un cardinal infinito inaccesible, a pesar que sus objetos son fenomenológicamente finitos. Dada tal condición, que se irá aclarando progresivamente, se cumple lo siguiente: Badiou mismo advierte que habrá que tener cuidado “con que la dialéctica de lo grande y lo pequeño no subsuma en modo alguno todo el campo, axiomáticamente fijado, de la relación de orden.
  • 11. Esas son sólo formas de leer el simbolismo. Porque la esencia de la relación de orden es la comparación “en sí” (Badiou, 2008: 183). De manera que un mundo gozaría de una estructura de orden que no implica someter a sus objetos a la relación pequeña escala/gran escala; la posibilidad de decir mayor y menor es siempre un forma de lectura de la relación de orden y no expresa su esencia. Tanto un mundo como una red escapan a la dialéctica de lo grande y lo pequeño. Si esta anulación vale en la fenomenología objetiva para la relación Pequeña Escala/Larga Escala, también lo hace para la relación Dentro/Fuera y Lejos/Cerca. En un mundo no aplica la contradicción Dentro/Fuera en tanto si un elemento (un múltiple) está en el interior de un subconjunto, un objeto, (otro múltiple) de un mundo, es decir, si está localizado en él, ese objeto sólo es un conjunto de referencia que permite decir que algo está en el interior de algo. Tal curiosa relación, que permite pensar interioridades en las que el interior de un conjunto referencia es el conjunto referencia mismo se la llama una topología o espacio topológico (Badiou, 2008). En palabras de Badiou “esto significa que desde que un mundo es una potencia [poder es un posible sinónimo] de localización del aparecer de multiplicidades, es incapaz de localizarse a sí mismo distinguiendo su interior de su frontera o exterior” (Badiou, 2008: 440). Un mundo, así mismo, es un ambiente en términos de modelos basados en agentes (MBA's). Vale agregar que la cercanía entre ANT con el modelado basado en agentes ya ha sido estudiada por Wernick et al. (2006). Siendo esto así, la contradicción Lejos/Cerca es evidentemente relativa. Pues si el mundo de referencia Colombia como espacio territorial jurídico-político, por ejemplo, es una topología, obviamente estaría absolutamente cerca de Colombia misma. Pero al estar Colombia completamente cerca de Colombia misma tendría que estar, curiosamente, lejos de Colombia misma. Pero si, por avatares del destino, para introducir lo referente al periodo 2000-2010 en Colombia, un decreto presidencial en Colombia declarase un estado de conmoción interior (de excepción), el mundo Colombia sería desconectado de sí mismo, esto es, que dejaría de ser parte jurídico-política de Colombia misma, a pesar de estar en el interior del conjunto de referencia Colombia, estaría absolutamente lejos de Colombia como espacio territorial jurídico-político, pues sencillamente no estaría en ese espacio territorial jurídico-político; de modo que no tendría sentido decir que estaría mas o menos cerca/lejos de Colombia como espacio territorial jurídico-político. Estaría en una situación, como diría Agamben, de estado de excepción jurídico-política. Por esto para la TAR no hay actores “sociales” metidos en sistemas “sociales”; como si estuvieran dentro de bolsas, ni micropolíticas o microeconomías metidas en macropolíticas y macroeconomías. En cierto modo sólo hay actores localizados en redes, o bien “sistemas en el interior de sí mismos”, y sólo hay “micro-objetos” localizados en redes, o bien “macro-objetos en el interior de sí mismos”. Sencillamente lo macro, lo lejano y lo sistémico son conjuntos de referencia cuyo interior es idéntico a ellos mismos. Por otra parte, el lector desprevenido asumirá de entrada el uso de la palabra estructura por Badiou en su definición de mundo, como una prueba tajante de su supuesto estructuralismo trasnochado. ¿Cómo se atreve a usar la palabra estructura? ¡Eso no explica nada y soluciona todo
  • 12. recurriendo a una universalidad abstracta en la que lo que entra se acomoda funcionalmente! Sin embargo, el sentido de la palabra estructura es fundamentalmente diferente al usado por el estructuralismo. La palabra estructura denota un tipo de múltiple definido por las matemáticas estructurales y no un tipo funcional de imaginario o símbolo cultural trascendente (Mandalas, lenguaje del inconsciente, por ejemplo). Una estructura es un conjunto base A junto a las construcciones que involucran a A y las propiedades que verifican esas construcciones. Dichas propiedades siempre son formuladas mediante axiomas. Este es un sentido absolutamente inverso al de la estructura en el estructuralismo, pues en la fenomenología objetiva no se suponen funciones trascendentes para los objetos; cosa que incluso sucede en la teoría de campos de Bordieu, donde los agentes se posarían en posiciones definidas según tipos de capital y de poder, sino que se proponen modelos en el sentido matemático, mundos de objetos reglados trascendentalmente, donde los agentes interactúan con sus vecinos. El concepto de estructura usado por Badiou es auténticamente científico-matemático pues no predispone un espacio funcional “vacío” que vendría a ser ocupado. Todo mundo, en cambio, está estructurado trascendentalmente, es decir, ordinalmente, según los grados de identidad y de diferencia entre sus objetos. Es preciso también tener en mente que una estructura de orden no es una estructura en el sentido estructuralista, sino en uno estrictamente matemático, del grupo Bourbaki y no estrictamente de Saussure aunque por vía de Lacan (el inconsciente está estructurado como –conjuntos y categorías matemáticas– y no es un lenguaje) le fue posible ha Badiou ensamblar tales ideas en su concepto de modelo con soporte en la teoría de modelos, al igual que Serres pudo articular al análisis cultural con las estructuras matemáticas y proponer lo que llamó en Hermes I logoanálisis. Latour es claro frente al rechazo del estructuralismo: Los estudios de organizaciones, los estudios de la ciencia y la tecnología, los estudios empresarios, los estudios de la información, la sociología, la geografía, la antropología, no importa cuál sea el campo, por definición no pueden basarse en explicación estructuralista alguna, d a d o q u e l a i n f o r m a c i ó n e s transformación (…) en el estructuralismo nada se transforma, simplemente se combina (…) Una estructura es una red en la que solo hay información escasa (...) Si quiero tener actores en mi informe, tienen que hacer cosas, no ser los que ocupan lugares; si hacen algo, tienen que incidir. Si no inciden, déjelos de lado, comience otra descripción (…) "¿Que puedo hacer con la TAR?". Yo respondí: ninguna explicación estructuralista. Las dos son completamente incompatibles (Latour, 2008: 220 - 222). Pero tampoco se queda corto en su ataque al hijo legítimo del estructuralismo; el postestructuralismo: Como indica esta etiqueta, el postestructuralismo es la supervivencia del estructuralismo después
  • 13. de desaparecida la estructura, en forma similar al pollo que sigue corriendo después de que se le corta la cabeza. Si bien ha abandonado la búsqueda de coherencia, el postestructuralismo ha retenido la misma definición de la causalidad: pocas causas seguidas de cadenas largas de ocupantes de lugares pasivos a los que he llamado intermediarios (Latour, 2008: 304). De manera que en primer lugar la TAR anula la noción de estructura abandonando la búsqueda de coherencia estructuralista y en segundo lugar transforma la noción de causalidad al introducir la distinción entre mediadores e intermediarios: “una concatenación de mediadores no establece las mismas relaciones y no requiere el mismo tipo de explicaciones que un cortejo de intermediarios que transporta una causa” (Latour, 2008: 157). Este es un sentido diferente al de estructura en el estructuralismo. Recuérdese en este punto una, o mejor, la característica fundamental que Deleuze propuso para reconocer el estructuralismo: “las cosas mismas en general no tienen estructura sino en la medida en que sostienen un “discurso” silencioso, que es el lenguaje de los signos (Deleuze, 2002: 223). Siendo esto así, por un lado, la fenomenología objetiva de Badiou sería aparentemente un pensamiento de corte estructuralista. A saber, según Badiou, tal fenomenología es calculada y se funda en la tesis de las matemáticas como ontología. Pero desde el punto de vista de Badiou, las matemáticas no son la estructura del ser, lo que implica defender un pitagorismo inaceptable en la concepción ontológica de las matemáticas. Badiou lo deja claro: “la tesis que sostengo no declara en modo alguno que el ser es matemático, es decir, compuesto de objetividades matemáticas. No es una tesis sobre el mundo, sino sobre el discurso”. (Badiou, 1999: 16). Entiéndase bien la precisión: son el discurso formal que permite decir algo sobre el ser-en-tanto-ser o bien en tanto aparecer. Empero hay que precisar los términos de Deleuze, él mismo sostiene que: Se tiene razón al asignar a la linguística como origen del estructuralismo: no solamente Saussure, sino la escuela de Moscú, la escuela de Praga. Y si el estructuralismo se extiende a continuación a otros dominios, ya no se trata esta vez de analogía: no es simplemente para instaurar métodos “equivalentes” a los que primero fueron fecundos en el análisis del lenguaje. En verdad no hay estructura mas que de lo que es lenguaje, aunque se trate de un lenguaje esotérico o incluso no verbal” (Deleuze, 2002: 223). El estructuralismo es una estrategia de investigación en las teorías sociales y humanas que asume que existe, no un silencioso lenguaje de los signos, sino un régimen de signos lingüístico-natural, cultural, y universal, sostenido por las diferentes sociedades. Al igual que los “lenguajes animales” son objeto de la zoosemiótica, las matemáticas como ontología o discurso sobre el ser, no son un lenguaje
  • 14. natural, y no son objeto de estudio de la lingüística, sino de la semiótica formal de un lenguaje artifical, de origen acontecimental y prolongación histórica. Nunca se ha visto un científico estructuralista porque sencillamente no hay nada de cultural en los lenguajes formales de la ciencia. La articulación con la TAR aquí propuesta entonces hace hincapié en que no hay tampoco nada de cultural en la forma de los lenguajes naturales de las sociedades. Como se sabe ya hace tiempo, hay lenguajes formales, lógicas, que describen las relaciones de los componentes semióticos de los lenguajes naturales. Siguiendo a Badiou, existe una Gran Lógica que subsume la pequeña lógica de las proposiciones y los predicados de primer orden según un Álgebra de Heyting completa. Desde el punto de vista aquí esbozado, la comunicación desborda el orden de la significación lingüística natural para poner en relación regímenes de signos diversos; se planta más en el orden de la semiosis como proceso de intercambio transformacional de signos, en tanto objetos o actantes que están en lugar de algún objeto o actante para otro objeto o actante y que pueden ser humanos y no humanos. Pero tal semiosis es reductible, como Eco (1990) propone, a la relación de inferencia probable, al “si a entonces” de la lógica de primer orden; en consecuencia es formalizable y de ahí que la propuesta topo-lógica de Badiou resulte muy pertinente, pues la inferencia es reductible a la relación matemática de dependencia en la propuesta de Badiou; lo que refuta en parte cualquier logicismo. La matemáticas, en tanto ciencias del ser-en-tanto-ser, son la situación que presenta la presentación misma, lo múltiple en sí, en tanto que despliegan una teoría de lo real/múltiple no como transparente o construido, sino como diferencia interna; múltiple puro no contado por uno, solo cognocible sustractivamente como conjunto (múltiple) vacío e instaurado por una ontología axiomática conjuntista (Badiou, 1999). De manera análoga a lo que Deleuze y Guattari (2006) llaman principio de multiplicidad para el rizoma, y que luego Latour adoptará como sinónimo de la palabra red, el conjunto vacío solo es cognocible como múltiple, pues lo que es, se presenta como múltiple. Pero surge inmediatamente una duda. “¿Para qué sirve decir que el vacío es ‹‹múltiple››, si se habla de ‹‹múltiple de nada››?” (Badiou, 1999: 74): Es que la ontología es una situación y, en consecuencia, todo lo que ella presenta cae bajo su ley, que es la de tener que dar cuenta sólo de lo múltiple, aun si, no componiendo nada, es en realidad diagonal a la oposición intrasituacional entre lo uno y lo múltiple (Badiou, 1999: 74). El lector instruido objetará en este punto que Badiou es enfático a la hora de enfrentarse al modelo rizomático que pretende separarse de la dialéctica, al juzgarla como un pensamiento de lo Uno trasnochado; incluso cuando afirma tajantemente y como principio que “lo Uno se hace Dos”. En su artículo El fascismo de la papa (2002) lo dice así: Deleuze-Guattari's dialectical arboriculture, all absorbed as they are to oppose the “multiple” philosophy of the potato to the vertical despotism of the tree, is only a painful falsification. Lenin
  • 15. already remarked that the essence of the dialectic is never the strong and presupposed unity, but the unity of opposites, which at once relativizes the concept of the One beyond return. (Badiou, 2012: ). Para entender esta objeción hay que revisar el concepto de rizoma elaborado por Deleuze y Guattari. Según el principio de multiplicidad para el rizoma, “no hay unidad que sirva de pivote en el objeto o que se divida en el sujeto. No hay unidad, ni siquiera para abortar en el objeto o para “reaparecer” en el sujeto” (Deleuze & Guattari, 2006: ). Así, si una determinación del rizoma cambia entonces también la naturaleza del rizoma cambia. Un rizoma no se deja codificar por alguna unidad- pivote de la que dependa un conjunto de relaciones entre elementos/puntos, o bien, según lo Uno que se divide en el objeto o se reunifica, según una lógica binaria de diferenciación, en el sujeto. En fin, un rizoma no es reducible ni a lo uno ni a lo múltiple, ni tendría sujeto u objeto (Deleuze & Guattari, 2006). Como se verá, los términos sujeto y objeto son usados por Deleuze y Guatari en un sentido muy distinto al que le otorga Badiou. Hay que tener en mente también que el vacío es nombre del ser-en- tanto-ser (no es ni objetivo ni subjetivo). Ahora bien, lo múltiple puro es por sí pura diferencia. Empero, aclara Badiou respecto al vacío, lo es sólo en el sentido paradójico de la in-diferencia. Como el vacío es inextensional, pues no tiene elementos, es in-diferente, pues no le pertenece elemento alguno que le diferencie de otro conjunto. El vacío, según Badiou, es aquello que al no haber sido contado por uno, instauradas axiomáticamente o por principio su existencia y su pura diferencia, es decir, su in-existencia y su pura in-diferencia, sólo es pensable y cognocible por vía sustractiva; restando lo Uno al ser-en-tanto-ser. La única manera de diferenciar el conjunto vacío de otro conjunto es pensándole negativamente como lo in-diferenciado. Asimismo, por fuerza, el conjunto vacío debe ser único, pues cualquier conjunto supuesto, cuya cualidad sea no tener elementos, no puede ser por definición sino el vacío. “La unicidad del conjunto vacío es inmediata porque nada lo diferencia, y no porque su diferencia sea corroborable. La unicidad según la diferencia es aquí sustituida por la irremediable unicidad de la in- diferencia” (Badiou, 1999: 84). Esta diferenciación extensional, en la teoría de conjuntos queda fijada por el axioma de extensionalidad. Pero como el conjunto vacío no tiene elementos. ¿Cómo puede entonces relacionarse con algo más? A saber, supuesto un conjunto sin elementos, el vacío, es decir, un múltiple al que el no pertenecer a él se le atribuye universalmente a cualquier otro múltiple -conjunto-, y supuesta su negación, es decir, suponiendo que algo le pertenece, cualquier cosa podría inferirse de allí por ex falso sequitur quodlibet (principio de explosión). El vacío, lo múltiple puro y auténtico, no se presenta en otro conjunto bajo la forma de la mera pertenencia ( ) sino según la relación de inclusión (⊆ ) para conjuntos y subconjuntos. Según la
  • 16. axiomática de conjuntos el vacío está incluido en sí mismo y en consecuencia está incluido universalmente, pues nada impide que lo que nada agrega se pose en cualquier conjunto como subconjunto. Formalmente: Un conjunto no está incluido ( ) en otro si un elemento suyo no pertenece a ese otro, A ⊄ B si y solo si (↔) x a A y (∧ ) x ∉ B. Si A es (=) Ø, es decir, si Ø ⊄ B entonces habría que decir que hay (∃) un x a Ø y x ∉ B. Lo cual es absurdo pues es axiomaticamente verdadero que nada pertenezca al vacío; para toda (∀) “cosa” esa “cosa” no pertenece al vacío. (∀x) ¬ (x a Ø). De manera que, si se supone que el vacío no está incluido en algún conjunto, es decir, si (∃β) [Ø ⊄ β] ↔ ∃(x): (x a Ø ∧ x ∉ β) como es axiomáticamente verdadero que (∀x) ¬ (x a Ø) y en consecuencia cualquier cosa puede seguirse. Todo múltiple cualesquiera incluye, en último término, el conjunto vacío, que es único, pues si hubiera otro nada lo diferenciaría del primero. La marca Ø guarda un sentido para siempre enigmatico (Badiou, 1999), al ser el nombre propio del ser. Asimismo, esta verdad resulta traducible poéticamente con la siguiente afirmación: La ontología, axiomática de la inconsistencia particular de la multiplicidad, captura el en-sí de lo múltiple mediante la puesta en consistencia de toda inconsistencia y la inconsistencia de toda consistencia. Así, ella deconstruye todo efecto de uno, fiel al no-ser de éste, para disponer sin nominación explícita, el juego reglado de lo múltiple como forma absoluta de la presentación, por lo tanto, el modo según el cual el ser se propone a todo acceso. (Badiou, 1999: 41). Cuando Deleuze y Guattari afirman que las multiplicidades son rizomáticas y denuncian las pseudo-multiplicidades arborecentes (Deleuze & Guattari, 2006) ¿no estarían acaso refiriéndose a la distinción entre lo múltiple puro que la marca Ø nombra contra los conjuntos o múltiples contados por un o que Badiou llama estructurados? Dicen Deleuze y Guattari respecto de las multiplicidades arborescentes que éstas restituirían la unidad: “siempre que una multiplicidad está incluida en una estructura, su crecimiento queda compensado por una reducción de las leyes de la combinación” (Deleuze & Guattari, 2006: 12). Hay empero que hacer una aclaración para evitar caer en ésta errada tesis. En un rizoma se cumplen también los principios de conexión y heterogeneidad. Según el principio de conexión, en un rizoma todos los puntos pueden y deben ser conectados. Lo curioso es que Deleuze y Guattari también sostienen que un rizoma no está hecho de puntos sino de líneas y que según su constitución, puede estar formado por líneas de segmentariedad, ser roto, pero siempre recomenzar “según ésta o aquella de sus líneas, y según otras” (Deleuze & Guattari, 2006: 15). ¿No afirman que los puntos de un rizoma podrían y deberían ser universalmente conectados? ¿Cómo comprender esta
  • 17. afirmación contradictoria? Esto sólo se comprende asumiendo la distinción entre lo múltiple puro que se deja pensar bajo la forma múltiple del punto vacío, conjunto vacío, y lo múltiple posterior a una cuenta-por-uno y a su localización objetiva en un mundo. La tesis aquí arriesgada, que complementa y aclara las propuestas de Deleuze y Guattari heredadas por Latour, es que precisamente un rizoma o red, no está hecho ni de puntos ni de líneas. Un rizoma es un múltiple estructurado que cumple la propiedad conectiva según la cual todos sus elementos deben y pueden ser conectados. Lo cual sólo puede indicar que Deleuze y Guattari, cuando hablan de rizoma, piensan parcialmente, más bien, en un múltiple estructurado como una topología. Ésta intuición se ve confirmada en el hecho que Latour asume la noción de rizoma como sinónimo de red, al decir que una red: “las cosas no se ordenan por tamaño como si fueran cajas dentro de cajas. Más bien se ordenan por grado de conexión, como si fueran nodos conectados a otros nodos” (Latour, 2013: 63). En una red o rizoma, como la comprende Latour hay orden; pero ese orden rizomático supera las distinciones binarias entre afuera/adentro, grande/pequeño, lejos/cerca. Si bien, por un lado, un rizoma es heterogeneidad absoluta, también cumple, siguiendo a Deleuze y Guattari, un principio de ruptura asignificante, (escapando al régimen significante en el que el signo remite indefinidamente al signo), lo cual se evidencia en los formalismos matemáticos, onto-lógicos que permiten modelizar las observaciones en la fenomenología objetiva. Esto es así porque la ontología renuncia a las definiciones ostensivas omitiendo la definición de conjunto y sometiendo el discurso formal sobre “lo que es”, al fundarse en la relación de pertenencia a sin mayor definición que lo que indica la misma marca: relación entre elementos y conjuntos de esos elementos. Aquello que es, conjunto, es aquello que se presenta bajo la relación de pertenencia a la que nada define pues es vacía o sin sustancia. El mayor impasse que se encuentra en este punto es el que proponen los principios de cartografía y calcomanía para el rizoma tal y como los definen Deleuze y Guattari. Según ellos, “un rizoma no responde a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a toda idea de eje genético, como también de estructura profunda. Un eje genético es como una unidad pivotal objetiva a partir de la cual se organizan estadios sucesivos; una estructura profunda es como una serie cuya base se puede descomponer en constituyentes inmediatos, mientras que la unidad del producto está en otra dimensión, transformacional o subjetiva” (Deleuze & Guattari, 2006: 17). Estos últimos son principios de calco de algo ya dado. El rizoma, en cambio, es mapa, pues debe ser trazado sobre lo real. Por eso las descripciones en la TAR, según Latour, trazan el rizoma; porque el rizoma no está dado de antemano, es mas bien el mapa de lo dado. Hacer rizoma o red es en este sentido experimentar sobre lo real; no es
  • 18. tanto que lo real sea como una red, sino que una red puede graficar cómo aparece eso real, pues en todo caso, una red siempre podría ser traducida homomórficamente a una matriz de adyacencia sin problemas. En éste punto, empero, Latour parece separarse de lo que Deleuze y Guattari llaman rizoma, puesto que sostiene precisamente que en la TAR el “despliegue podría tomar la forma de una red a condición de que cada transporte sea pagado en transformaciones, es decir, si nos aseguramos de pavimentar toda la distancia de un sitio al siguiente no con intermediarios sino con mediadores plenos” (Latour, 2008: 248). La transformación pagada, es decir, la información, dista de ser una metáfora, es sentido pleno una verdad computacional: “se ha probado que los patrones que se extienden en el tiempo y el espacio pueden almacenar y trasmitir información, y que las interacciones complejas resultantes son capaces de modificarla. Estas tres habilidades (almacenar, reproducir, transformar) son los componentes necesarios y suficientes de cualquier proceso de computación” (Reynoso, 2006: 127); y como “la información mide, por definición, el grado de organización de un sistema” (Reynoso, 2006: 20), el almacenamiento, reproducción y transformación de la información es literalmente el almacenamiento reproducción y transformación que computa un sistema mas o menos organizado. La teoría de la información en éste punto es esclarecedora: Urge aclarar que la teoría de la información nada tiene que ver con el significado de los mensajes: se trata de un abordaje que analiza cosas tales como las formas más óptimas de codificación, la cantidad de redundancia que hay que introducir para compensar el ruido, y, en especial, la “ m e d i d a d e l a información”. Esta cantidad de información se define como la cantidad de incertidumbre de un mensaje en función de la probabilidad de aparición de los elementos que componen el código. No hay en general ninguna correlación entre la riqueza de significaciones y la complejidad informacional, aunque algunos teóricos de la cultura y la sociedad (Abraham Moles, Max Bense, los semiólogos de la Escuela de Tartu) hayan creído lo contrario. El concepto de información, asimismo, es físico y no psicológico: una sinfonía informacionalmente compleja no alberga, subjetivamente hablando, demasiada improbabilidad o sorpresa para quien la conozca de memoria (aunque objetivamente haya sido más difícil de memorizar que una sinfonía más simple o más breve). La información (que en homenaje a Ralph Hartley se simboliza con la letra H, no con I) es un concepto muy simple: información es la medida de los grados de libertad que existen en una situación dada para escoger entre señales, símbolos, mensajes o pautas. El conjunto de todas las categorías (el “alfabeto”, cualquiera sea el modo de la comunicación) se denomina también repertorio. La cantidad de información se mide como el logaritmo binario del número de patrones alternativos, formas, organizaciones o mensajes que forman ese repertorio. La unidad en que se expresa
  • 19. la medida de la información es también la más simple de todas: el bit o dígito binario [binary digit]. La complejidad creciente de las pautas informacionales determina apenas un crecimiento logarítmico en las unidades de medida: dos alternativas elegibles (dos grados de libertad) requieren un solo bit, cuyos valores pueden ser sólo 1 y 0; cuatro alternativas se expresan con dos bits (00, 01, 10, 11); ocho con tres bits (000, 001, 010, 011, 100, 110, 111, 101), y así sucesivamente (Reynoso, 2006: 19). De manera que lo que la TAR entiende por rizoma dista mucho de permitir saltos entre puntos o líneas de segmentariedad; pero también dista mucho de renunciar al orden, como de no pretender la unidad del producto gracias a una dimensión transformacional. Los detalles de las imprecisiones conceptuales, que aquí no se pretenden desplegar, del modelo rizomático deleuze-güattariano han sido con detalle estudiados por Carlos Reynoso en su texto, que hay que calificar de fundamental, junto a muchos otros suyos, para la ciencia social auténtica “Arboles y redes: Crítica del pensamiento rizomático” (2014). Se puede comprender fácilmente en este punto que para Deleuze y Guattari, estructura denota la profundidad de tipo significante –profundidad lingüística– oculta tras los objetos y los sujetos. De modo que dicha palabra no tiene el sentido de la palabra estructura de orden en las matemáticas. En segundo lugar, para Latour, la palabra estructura también denota algo profundo de nivel “macro” o “global” y lingüísticamente formado. Así, “sin duda, en cuanto las singularidades locales donde se fabrican las estructuras globales son destacadas, es toda la topografía de lo social lo que se modifica. Lo macro ya no describe un sitio más ancho o más grande en el que lo micro quedaría inserto como una muñeca Matrioshka rusa, sino otro lugar igualmente local, igualmente micro, que está conectado con muchos otros a través de algún medio que transporta tipos específicos de rastros” (Latour, 2008: 253). Es preciso entonces notar que la noción de estructura de orden (el trascendental de un mundo) sólo exige el establecimiento de relaciones de identidad/diferencia entre los objetos de un mundo. Permite en últimas la posibilidad de decir que dos objetos que cambian singularmente están más o menos intensamente conectados, mas no determina la forma de esa relación, esto es, no puebla a la estructura por funciones necesarias, como sería en un estructuralismo. Pero por ello no hay que creer que un mundo es un sistema para sus actores, un marco para sus actantes, una bolsa para sus objetos; un mundo/red es también objeto/actante, pues el dualismo falso entre macro y micro queda anulado al asumirse que un mundo es una topología, empero ese aparecer- objetivado es inaccesible pues un mundo tiene una cardinalidad inaccesible para sus actantes; como se verá mucho más adelante. En todo caso un objeto siempre puede ser tratado como mundo, y todo mundo como objeto. Así las cosas, la teoría del actor/red es la teoría del objeto/mundo. La propuesta que ésta investigación ha ido describiendo: Constituye una estructura filosófica abstracta de múltiples modelos. Otorgándoles sus elementos,
  • 20. cimas, caminos, flujo de comunicación, etcétera, tal contenido determinado, puede convertirse en un método efectivamente movilizable. Para convencerse, basta asegurarse de que su desempeño puede hacerse por medio de contenidos puros o por medio de contenidos empíricos; y, de hecho, en su límite de pureza, puede ser una matemática, teoría de grafos, topología combinatoria, teoría de esquemas; puede convertirse, llegada una aplicación extrema, en excelente órgano de comprensión histórica. Esto se vuelve posible porque rompe definitivamente con la linealidad de los conceptos tradicionales: la complejidad ya no es un obstáculo para el conocimiento o, peor, un juicio descriptivo, sino el mejor auxiliar del saber y la experiencia (Serres, 1996: 21). Lo que le entrega la fenomenología objetiva a la TAR es la calculada formalización de sus modelos de actor-red bajo el concepto fenomenológico-matemático de mundo. Como lo propone Michel Serres, alguna vez maestro tanto de Badiou como de Latour: “las matemáticas son simultáneamente una ontología formal y una lógica trascendental” (Serres 1996: 129). Ese orden que acepta Latour en las redes, en la fenomenología objetiva de Badiou es dado por una estructura (de orden) trascendental que regla las identidades y las diferencias entre los objetos que pueblan las redes que son los mismos mundos. Con esto se demuestra que una red es un mundo topológico y un mundo topológico es una red; un mundo/red es una topología. 1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-Modificaciones / Mediadores-Sitios Comprender a cabalidad la noción de red o mundo aquí utilizada, exige establecer las definiciones de actante o actor, intermediario y mediador, y relacionarlas con la noción de objeto, modificación, sitio y singularidad en Badiou. La fenomenología objetiva es un discurso que traza, rastrea, cartografía calculadamente redes a partir de los rastros que las intertraducciones de sitios/mediadores humanos y no-humanos con diversos modos de existencia establecen al asociarse. La TAR le insta a pensar en términos de sitios o mediadores; se trata llevar a cabo el trazo de las redes (Latour, 1997), que no están dadas en un terreno pre-social. Con inspiración tardeana, las sociedades se forman relacionando objetos “no sociales” como sitios locales, de humanos y no humanos, que se conectan entre sí. Se asume entonces aquí que la noción de mediador es la de un objeto, en el sentido de Badiou, que deviene como sitio. Para la TAR empero, no se trata simplemente de que no estemos ya conectados, asociados en una red o un mundo colectivo, sino de que para poder comprender las asociaciones se precisa de ir paso a paso, o como diría Badiou, punto por punto, reensamblándolas, al seguir los rastros que dejan los mediadores/sitios en su devenir impredecible en términos absolutos, al estar el mismo investigador incluido en ese mundo que traza. Nadie, entre los investigadores contemporáneos latinoamericanos, tiene más claridad de éste hecho, como de la importancia de la epistemología que necesitan las ciencias sociales de las asociaciones, que Carlos Reynoso cuando afirma que “sólo hace falta resemantizar los
  • 21. nodos como actores y los vínculos como relaciones para que los grafos representen redes sociales” (Reynoso, 2011: 27). Con la conjunción de estas dos posturas se propone un objetivismo relativista, dado que para ser fieles a la noción de mediador, incluso el investigador en TAR o el sociólogo de asociaciones, produce, hace que pasen cosas, mientras observa, describe y va construyendo su informe; hay objetividad y relatividad. Se le sale al paso así a la distinción supuestamente real entre emic / etic, pues la descripción emic del mundo realizada por investigador está en el mismo mundo que la descripción etic de otros agentes de ese mundo. En este punto resulta necesario precisar el lenguaje de la TAR. Sin duda, una red o un múltiple topológico debe ser trazado por el investigador, pero es ingenuo creer que el trazo o la observación y descripción de sociólogo-fenomenólogo objetivista y no ingenuo no produce algo en lo que estudia. De ahí que Latour recalque que: Los informes textuales son el laboratorio del científico social y si la práctica de laboratorio sirve de referencia, lo que indica es que la objetividad puede lograrse debido al carácter artificial del medio, bajo condición de que se detecte a los artefactos gracias a una atención continua y obsesiva. De modo que tratar un informe de ciencias sociales como un relato textual no significa debilitar su pretensión de realidad, sino aumentar la cantidad de recaudos que deben tomarse y de las capacidades que deben exigirse a los investigadores. A esta altura, debería resultar claro que hacer mas difícil la producción de objetividad es de lo que se trata. No hay motivo para que los sociólogos de las asociaciones abandonen ese condicionamiento cuando abandonan la sociología de lo social y cuando agregan a la discusión una quinta fuente de incertidumbre, generada por la escritura de sus propias investigaciones. De hecho, es lo opuesto. Si lo social es algo que circula de cierto modo y no un mundo que está mas allá al que puede acceder la mirada desinteresada de algún científico ultra lúcido, entonces lo social puede ser transferido por muchos dispositivos adaptados a la tarea, incluidos textos, informes, explicaciones e indicadores. Puede que sí o puede que no. Los informes textuales lo pueden fallar al igual que lo hacen a menudo los experimentos (Latour, 2008: 185-186). Se tiene en este punto una primera tesis claramente relativa a los medios de comunicación: todo informe textual (multimedial si se quiere), incluso una simulación computacional, en las ciencias sociales es un experimento científico, de modo que una fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación incluye dentro de sus objetos de estudio los experimentos mediales a los que ella misma recurre. Así, siguiendo con el enlace aquí pretendido, en fenomenología objetiva de los medios masivos masivos de comunicación el medio de exposición es indisociable del medio de investigación. De manera que toda investigación en fenomenología objetiva debe reparar, mantener en buen estado y mejorar sus afirmaciones, como debe ser reparado, mantenido en buen estado y mejorado, por ejemplo, un telescopio para un astrónomo. Igualmente, puede que un informe falle como fallan los experimentos
  • 22. en otras ciencias. La tesis que se arriesga entonces queda más clara si es enunciada así: la ontología pura es el discurso que describe el plano pre-social discreto, restringido a las matemáticas puras pero fundamento de toda ciencia, mientras la fenomenología objetiva es el discurso que describe el emerger objetivo, localizado en un mundo, de lo actores sociales, con la claridad de que eso social, es algo constituido parcialmente al establecer en la descripción las relaciones entre sitios de todo tipo, que no son de materia social, pues lo social como marco, como estructura subyacente escondida o como Ley, no existe. En último término se propone en este punto una justificación, cosa que ya está en curso en las investigaciones más avanzadas en ciencias sociales, de la necesidad para la sociología de operar como una fenomenología objetiva, convirtiéndose en una sociología calculada de las asociaciones entre medios/actores de comunicación, humanos y no humanos, en tanto mediadores que transforman los datos que comunican y que se conectan formando redes. En lo que sigue se propone el primer esbozo de lo que podría ser algún día un nuevo discurso del método sociológico. Retornando a la conjunción formal entre TAR y fenomenología objetiva de Badiou hay que aclarar la diferencia entre los pensamientos ontológico y fenomeno-lógico objetivo para comprender bien lo que aporta la fenomenología objetiva a la TAR. Ésta diferencia es curiosamente la diferencia entre dos maneras de concebir la diferencia y la identidad. En la teoría axiomática de conjuntos la diferencia se encuentra reglada por la extensionalidad y la identidad absoluta, es decir, la equivalencia entre dos múltiples o conjuntos. Existe precisamente un axioma que regla la diferencia ontológica; el axioma de extensionalidad: A , B: ( x) [(x A) & (x B)] o A , B: ( x) [(x A) (x B)] A = B Esto evidencia que en el mundo de la ontología la diferencia y la identidad son siempre absolutas, en tanto toda diferencia local, en un punto o elemento de un conjunto, implica inmediatamente una diferencia global. En el mundo de la fenomenología objetiva la diferencia y la identidad son relativas, de modo que admiten grados y están regladas por una intensionalidad (no intencionalidad). Desde un punto de vista objetivista descriptivo, que es el que concierne a la fenomenología objetiva, se sabe al incluir o indexar cualquier multiplicidad ontológica, cualquier conjunto, en algún mundo en el cual se establezcan relaciones que pueden ser diferentes a la equivalencia. Recuérdese que un mundo, según Badiou, es forzosamente cualquier múltiple, es decir, un conjunto en el sentido de la teoría de conjuntos, que incluye entre sus subconjuntos un trascendental que asigna (opera la metrología) a los objetos (A, Id) que en él aparecen un grado de identidad/diferencia Id. Esto se ve claramente con el formalismo que define la diferencia/identidad fenomenológica: Id (A, B) = k
  • 23. Este formalismo o matema (aquello que puede ser aprendido), indica que dos múltiples que aparecen en un mundo tienen una identidad y diferencia variables. Siendo esto así, la diferencia y la identidad fenomenológicas objetivas son relaciones de orden donde no se da estrictamente que x = y sino que, por antisimetría, x y. Esto también indica que un objeto sólo existe en la medida en que está en una red, un mundo, en la cual es posible atribuirle un grado de identidad con otro objeto: “un apareciente en un mundo no podría existir en él menos que lo idéntico que es a otro” (Badiou, 2008: 186). Lo que es compatible con la afirmación constructivista de la TAR según la cual habría que impulsar “la logica un paso mas alla: los materiales estan constituidos interactivamente; fuera de sus interacciones no tienen existencia, no tienen realidad. Maquina, gente, instituciones sociales, el mundo natural, lo divino –todo es un efecto o un producto (Law & Mol, 1995: 277). Pero todo un efecto o un producto en tanto que sin las relaciones regladas con otros existentes no tiene sentido hablar de existencia. La TAR no es una teoría idealista en ningún sentido, no hay nada como la construcción psicológica de lo real, sino una visión constructivista de lo social. Para Badiou, de manera análoga, no tiene sentido de hablar de la existencia en un “mundo político” si esa existencia no adquiere sentido relacional según la función trascendental de identidad que permite decir que un fenómeno tiene un mayor o menor grado de existencia en relación a otros: Id. Es nítido ahora que en TAR y en fenomenología objetiva no sólo no hay escepticismo, sino un relativismo donde el objeto sólo existe en tanto está en relación con otros objetos. Aquí toma más sentido el hablar de un objetivismo relativista para denominar al método fenomenológico objetivo, pues como el mismo Latour sostiene lo opuesto del relativismo “es el absolutismo” (Latour, 2008: 135). Las relaciones fenomenológicas se dan también en el caso de la identidad propia de los objetos de un mundo, esto es, de las multiplicidades que aparecen y se constituyen en un mundo; lo cual se formaliza como sigue: Id (A, A) = k Lo anterior implica, a diferencia de la ontología pura, la posibilidad de que un objeto no sea absolutamente idéntico a sí mismo, ni absolutamente diferente de otros (Badiou, 2008: 181-183). Lo que indica que un fenómeno existe en un mundo más intensamente en la medida en que afirma en mayor grado su identidad en ese mundo. Ahora es posible atender a la larga y técnica definición del objeto en el marco de la Gran Lógica elaborada por Badiou: Objeto es el nombre de la forma genérica del aparecer para un múltiple determinado. Es entonces, después de “mundo”, el concepto más fundamental de la Gran Lógica. Se puede decir que ser un apareciente de tal o cual mundo equivale, para un múltiple, a Objetivarse en él. Como un mundo,
  • 24. en cuanto a las leyes que localizan elementos en él, es ampliamente definido por su trascendental, se comprende sin dificultad que un objeto sea la indexación trascendental de un múltiple. Es entonces cierto que un objeto sea una categoría del aparecer (o de la lógica), y no una categoría del ser (o de la ontología). Es una estructura del ser-ahí en un mundo. En este punto, hay que cuidarse de las interpretaciones idealistas o críticas de la noción de objeto. Se debe reafirmar, por una parte, un resultado importante de El ser y el acontecimiento, a saber, que aquello que aparece (el puro múltiple) es perfectamente conocible (por la ciencia ontológica, llamada en otros términos “matemática”). Y se puede postular, por otra parte, que lo que cuenta por uno en el aparecer, sus átomos, es prescrito, en definitiva, por la composición real del ser- múltiple. Sea un mundo determinado cuyo trascendental es T. Un objeto es, ante todo, el dato conjunto (llamado “conjunto-soporte” del objeto) y de una indexación trascendental de ese objeto sobre T; tal es la razón por la cual se lo anota (A, Id), o también (A, α), o (B, β), etcétera. Y luego, la sumisión de ese dato al postulado del materialismo, que es que todo átomo [de aparecer] es un átomo real. Bajo esas condiciones, se dice que un objeto (A, Id) es una forma del ser-ahí del múltiple A (en el mundo considerado) (Badiou, 2008: 643-644). En El ser y el acontecimiento lo dice así refiriéndose a la diferencia entre fenomenología objetiva y ontología pura: Las matemáticas no presentan, en sentido estricto, nada, sin que por ello sean un juego vacío, puesto que no tener nada que presentar, fuera de la presentación misma, es decir lo Múltiple, y no acordar nunca con la forma ob-jeto, es por cierto una condición de todo discurso sobre el ser en tanto ser (Badiou, 1999: 15). Como se puede notar la noción de actante coincide con la noción de objeto elaborada por Badiou en que ambas apuntan a que la identidad y diferencia de algunas entidades, en sí múltiples, no está reglada necesariamente por la relación de equivalencia sino por relaciones de orden; grados de identidad y diferencia. Hay que esclarecer entonces la diferencia entre un mundo clásico y uno no-clásico. Sea M el máximo, μ el mínimo y c la operación conjuntista de unión (Badiou, 2008: 650). Un mundo clasico entonces cumple la siguientes propiedades: 1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p = p 2. El principio del tercero excluido, o p c ¬ p = M
  • 25. 3. La ecuación ¬ p = tiene una sola solución, que es M Si bien la ontología y fenomenología de lo múltiple son discursos sobre “algo”, como también lo es la TAR, pues tanto el investigador como el fenomenólogo objetivo se abstienen de afirmar el aparecer positivo de lo social en cuanto tal y de lo múltiple en sí, el vacío, sin duda la pura ontología se limita a asumir lo múltiple desde el punto de vista de la identidad absoluta, algo que no sucede en la TAR. Un rizoma/red en la TAR es siempre un múltiple heterogéneo, por ende la cartografía fenomenológica de los medios masivos de comunicación debe responder a esta exigencia de la única manera posible: asumiendo que el mundo en el que se inscriben los medios masivos de comunicación es no-clásico. Como resulta evidente de manera empírica. Existen mundos cuyo trascendental no clásico cumple otras propiedades y que también cumple una red: 1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p p 2. El principio del tercero excluido, o p c ¬ p M 3. La ecuación ¬ p = no tiene una sola solución. Siendo esto así, los medios masivos de comunicación en tanto que actantes serían cuasi-objetos y cuasi-sujetos; pero aquí se llamarán objetos en el sentido de Badiou. El aparente impasse reside en el uso equívoco de los nombres objeto (en fenomenología objetiva) y cuasi-objeto/cuasi-sujeto (en TAR). La dificultad se supera fácilmente cuando se atiende a que un objeto, en el nuevo sentido que le da Badiou, es siempre la indexación trascendental de un múltiple, de manera que sólo es definible por los grados de identidad y diferencia que tiene con él mismo y con otros objetos (A, Id). El cuasi-objeto y cuasi-sujeto de la TAR es precisamente esto; un objeto no constituido nunca fuera de la relación con otros actantes donde el grado de su identidad es siempre y necesariamente también el grado de su diferencia consigo mismo o bien con otros. Esto es así porque el concepto de objeto para Badiou no es en ningún sentido el concepto de objeto de la metafísica clásica e ingenua que lo circunscribe en el orden equivalencial y absolutamente identitario de la ontología pura. El objeto siempre es cuasi-objeto y cuasi-sujeto en el sentido clásico pues sólo se define gracias a sus relaciones. Asimismo, hay que tener en mente que un actante en la TAR debe ser comprendido como un mediador, más que como un mero intermediario: [L]a TAR, describe un mundo hecho de concatenaciones de mediadores en el que se puede decir que cada punta actúa plenamente. Así, la cuestión clave para una ciencia social es decidir si trata de deducir de unas pocas causas todos los efectos que estaban ya allí "en potencia", o si trata de
  • 26. reemplazar tantas causas como sea posible por una serie de actores; este es el significado técnico que la palabra "red" adquirirá luego (Latour, 2008: 90). Con esto en la mira, sin duda hay que sostener que para ésta investigación los medios masivos de comunicación y los actantes que se relacionen con ellos, bajo una buena observación en TAR, deben ser descritos como mediadores. Se plantea aquí entonces que el objeto de la fenomenología propuesta, son los medios masivos de comunicación comprendidos como mediadores. Según Badiou, existe también una distinción que asumimos análoga a la que hay entre mediadores e intermediarios. Para Badiou, se presentan en los mundos cambios en y entre sus objetos. Estos cambios pueden ser meras modificaciones –asociaciones objetivas sin cambio real y para precisar descriptibles por ecuaciones lineales– que no transforman un mundo, sino que indican un simple cambio de los objetos bajo la regla de las intensidades preescrita para ese mundo por el trascendental. Empero también se presentan sitios: cambios reales que rompen las leyes ontológicas, descriptibles por ecuaciones no lineales, y que evitan así la predicción de sus consecuencias y el rastreo absoluto de su origen o mejor su emergencia. Tales sitios, al tener una existencia no máxima se llaman hechos o bien, al tener una existencia máxima, reciben el nombre de singularidades. Estos sitios con existencia máxima son capaces de producir consecuencias no máximas y presentarse como singularidades débiles o bien tener consecuencias máximas y presentarse como acontecimientos (Badiou, 2008). Un mundo, no es otra cosa que un conjunto de cambios, o modificaciones y sitios; algo que recuerda, para asociar la propuesta de Badiou con otras pasadas, la articulación entre conjuntos y probabilidad elaborada por Kolmogorov. Ahora bien, para dar un ejemplo muy útil de lo que sería una singularidad acontecimental científica, vale recordar que como consecuencia de las paradojas producidas por las fundamentaciones intuicionista y lingüística de las matemáticas, que pueden ser bien rastreadas en la meditación tres de El ser y el acontecimiento, la teoría de conjuntos, (ontología pura) tuvo que ser axiomatizada, buscando evitar dos consecuencias. Por un lado, como ya se ha mencionado, en la ontología es preciso evitar definir explícitamente la noción de conjunto, pues la intuición y el lenguaje caen en contradicción cuando van más allá de la fundación de lo múltiple bajo la estricta relación de pertenencia ( ) propia de la teoría de conjuntos. En tanto mundo, respecto de sus objetos (múltiples que aparecen en un mundo), la teoría de lo múltiple tiene un dominio implícito reglado por una axiomática que prohibe contar por uno (como un conjunto) todo lo que es subsumible bajo una propiedad que arbitrariamente un lenguaje bien formado cualquiera inscriba. El presupuesto especulativo de lo contrario, dígase de paso, fregeano, es que “nada de lo múltiple puede exceder una lengua bien hecha y que, en consecuencia, el ser, obligado a presentarse al lenguaje como el referente-múltiple de una propiedad, no puede debilitar la arquitectura de este
  • 27. lenguaje, si ella está rigurosamente construida. El amo de las palabras es también el amo de lo múltiple” (Badiou, 1999: 53). Se trata aquí en últimas de la necesidad de negar el idealismo ideográfico de Frege con la axiomática que permite a la teoría de conjuntos operar. Por otro lado, en la ontología resulta necesario evitar las multiplicidades paradójicas para sostener la diferencia entre lo múltiple (que es) y lo uno (que no-es). Es decir, no se tiene el poder de suponer la existencia de, por ejemplo, un conjunto de todos los conjuntos que son elementos de sí mismos, pues una vez arbitrariamente creado por la lengua, la paradoja de Russell es inevitable, mientras que la prohibición de la autopertenencia y la existencia de la autoinclusión del ser en sí se hacen necesarias (Badiou, 1999). La ontología es obligadamente un discurso axiomático sobre el ser- en-tanto-múltiple y no un discurso lingüístico estructural y silencioso que las cosas sostienen. Pero esto sólo ha sido posible tras una decisión afirmativa formalmente subjetiva fiel por el proceso de verdad de las matemáticas, contra el concepto inválido que el idealismo ideográfico defendía. Análogamente, una sociología auténticamente científica, como fenomenología objetiva y calculada, deberá someterse a las decisiones fieles que el razonamiento por el absurdo obliga. Los sitios o los mediadores admiten la autopertenencia; son múltiples reflexivos (A A) que rompen las leyes del ser puro; por ex falso sequitur quodlibet cualquier cosa podría seguirse ellos. En los sitios, como los hechos y las singularidades, el vacío se revela como figura ontológica del instante – son presentes puros–: aparecen sólo para desaparecer. En las modificaciones no se presenta transformación real pues son cambios dados según el orden trascendental del mundo. Así, lo que hay para-consiste en la instantaneidad de un sitio; lo que hay tolera la inconsistencia sin ser trivial. Es razonable en éste punto arriesgar la tesis según la cual las nociones de mediador y sitio coinciden, en que ambas denotan algo capaz de hacer hacer cosas o tener consecuencias inesperadas. Mientras que la noción de intermediación, como transporte de una mera causa, coincide con la noción de modificación, como devenir simple sin cambio real, reglado por el trascendental de su red (mundo). Esto incluso, como es evidente, complementa la taxonomía del cambio propuesta por la TAR, al menos en lo referente a la distinción entre singularidades/mediadores débiles y singularidades/mediadores acontecimentales. Si la identidad entre las nociones de intermediario/modo y mediador/sitio es posible también resulta de ello que la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación debe ser una fenomenología que describe los medios de comunicación y los objetos mediáticos en tanto sitios, o bien hechos, y singularidades débiles, o bien acontecimentales. Un actor o actante es “el blanco móvil de una enorme cantidad de entidades que convergen hacia él” (Latour, 2008: 73). Los actantes no son nunca el origen absoluto de una acción sino más bien un punto de convergencia de diversas entidades que actúan constantemente; como se había dicho son imaginables como nodos y al ser tratados como mediadores, como nodos con cierto poder.
  • 28. Así, existen mundos o lógicas clásicas, como el de la ontología, cuyo trascendental es clásico. En estos mundos circula la causalidad sin transformación real, apenas un cambio modal, a través de intermediarios/modos (si quiere se puede decir como Badiou modificaciones), evitando axiomáticamente la aparición de objetos reflexivos (autopertenecientes) o sitios. Como dice Latour: “para los intermediarios no hay misterio, dado que los datos de entrada predicen bastante bien los de salida: no habrá nada en el efecto que no haya estado en la causa” (Latour, 2008: 90). Así, si hay “misterio” para los mediadores, entonces lo hay porque precisamente no esconden algo profundo: son superficiales y puramente sitios locales. De manera que un rizoma o red, en últimas una asociación, puede ser entendida como un mundo cuyo trascendental no es clásico. Bajo estas condiciones en un mundo no clásico resulta perfectamente posible la siguiente afirmación de Latour y que también vale para todos las observaciones científicas: “para los mediadores, la situación es diferente: las causas no permiten que se deduzcan los efectos dado que simplemente ofrecen ocasiones, circunstancias y precedentes. Como resultado de ella, pueden aparecer en el medio muchos extraños que nos sorprenden” (Latour, 2008: 90). 1.3 Hermenéutica objetiva y relativista No hay que confundirse tampoco por lo que Latour llama cuasi-objeto en comparación con lo que Badiou denomina con la palabra objeto, pues la noción de Latour de cuasi-objeto indica una comprensión del aparecer en términos relativistas –no escépticos– de lo social: En la definición pre-relativista de lo social, lo que se colocó en primer plano fue el participante humano y después, en virtud de una fuerte discontinuidad, el mundo social del mas allá. No se permitía que nada que no estuviera constituido de vínculos sociales tuviera un encuentro con los humanos. Tal era el código de etiqueta de esta extraña diplomacia. En la nueva definición es lo opuesto: los miembros humanos y el contexto social han sido colocados en segundo plano: lo que se destaca ahora son todos los mediadores cuya proliferación genera, entre muchas otras entidades, lo que podría llamarse cuasi-objetos y cuasi-sujetos. Para tomar e invertir el símil algo infortunado que se vuelve aún mas tambaleante por el uso que le da Kant, en vez de que los objetos giren en torno de los agregados sociales como en la sociología pre-copernicana, varios agregados sociales están emanando de los muchos enlaces que ahora ocupan el centro del universo social. Por vacilante que sea la metáfora, es un cambio de perspectiva como este el que persigue la TAR. Cosas, cuasi-objetos y enlaces son el verdadero centro del mundo social, no el agente, la persona, el miembro o el participante, ni tampoco la sociedad o sus avatares. No es esta una forma mejor, para usar otra de las expresiones de Kant, de hacer que la sociología por fin sea capaz de "caminar por la senda segura de la ciencia"? (Latour, 2008: 334 – 335).
  • 29. Lo social en la TAR es una relación que trasforma. Es entonces claro por qué se usa la palabra traducción para designar esta operación de transporte. La traducción, es decir, la asociación en la TAR, es una relación que no transporta causalidad lineal sino que induce al menos a dos mediadores a coexistir asociativamente afectándose de maneras inesperadas. Así, “no hay sociedad, dominio de lo social, ni vínculos sociales, sino que solo existen traducciones entre mediadores que pueden generar asociaciones rastreables” (Latour, 2008: 158). De manera que un actante es un mediador que trasforma a otros al hacerlos actuar inesperadamente, es en otras palabras un innovador. El trabajo del investigador es trazar la red tras seguir como sabueso las traducciones rastreando así las asociaciones. En este punto hay que tener en mente que para la TAR la red debe ser trazada también por el investigador junto a los actantes cuyo rastro describe. Por ende, toda descripción en la fenomenología objetiva debe ser también trazada; pues no está dada como espacio de antemano puesto y a la espera de ser ocupado por los actantes que arbitrariamente el investigador coloque allí. El concepto flexible de traducción, elaborado por Michel Serres (1974) y asumido por Latour como sinónimo de transporte, interpretación, desplazamiento, transformación, delegación, resulta también de suma importancia para la TAR a la hora de diferenciar los intermediarios de los mediadores como actantes con cierto poder. Tal diferencia se aclara cuando se atiende a la etimología de traducción como la acción de guiar algo de un lugar a otro, la de transporte como la de llevar una mercancía de un lugar a otro, la de interpretación como el mercadear o comerciar algo entre al menos dos agentes, la de desplazamiento como la acción de separar en múltiples partes o vías algo ancho, la de delegación como el acto de mandar algo según una regla y la de transformar como llevar algo de una forma a otra. Así, según la TAR “la acción social no solo es controlada por extraños, también es desplazada y delegada a distintos tipos de actores que son capaces de transportar la acción a través de otros modos de acción, otros tipos de fuerzas completamente distintas” (Latour, 2008: 105). Esto se evidencia en otro de los posibles nombres para la TAR aparte del deleuziano “ontología del actante-rizoma”: sociología de la traducción. En una traducción hay transformación y no mero desplazamiento de datos. Se da en los casos que obligan a transformar por completo el concepto de “lo social”, como cuando intervienen actantes no humanos (moluscos, vieiras, arrecifes, objetos técnicos) en la configuración de asociaciones (Latour, 2008). A saber, el estudio de estos agenciamientos dio pie a la aparición de la TAR: “por ejemplo, los pescadores, los oceanógrafos, los satélites y las vieiras podían tener algunas relaciones entre sí, relaciones de tal tipo que hacen hacer cosas inesperadas a otros (tienen cierto poder); ésta es la definición de un mediador” (Latour, 2008: 156). Siendo esto así, es claro que un actante debe ser descrito siempre como un mediador que tiene cierto poder de hacer hacer cosas inesperadas a otros. Lo que es claro es que ese poder de los medios es en cierto sentido nulo, pues para inducir una acción “será inútil exhibir todos los documentos, hacer oír todos los testimonios: lo que hace todopoderosa a la
  • 30. información (el periódico, y la radio, y la televisión) es su nulidad misma, su ineficacia radical” (Deleuze, 1988: 357-358). Al comprender los mediadores como sitios, también debe tenerse en mente que esos sitios pueden corresponder a actantes humanos y no humanos; o afirmar una simetría operativa entre ellos. Sin duda, es un programa radicalmente distinto del de la sociología asimétrica de Weber (1947) donde los objetos no humanos, o los artefactos como les llama, serían ininteligibles sin su referencia a lo que significan para la acción humana. A saber, según Latour, lo que los sociólogos de lo social han llamado social, adquiere en la TAR el mismo estatuto que el éter para la física moderna; simplemente desaparece del campo explicativo. Esto es así porque en la concatenación metafísica ingenua entre actores no humanos no hay nada de social; no lo hay ni en el funcionamiento de un satélite, ni en la etología de las vieiras, etc. (Latour, 2008). Lo social viene siempre por añadidura y en la sociología de lo social, por añadidura antropomórfica. Con esto en la mira, cuando se habla de mediadores/sitios, se puede hablar de que en una red o mundo los actantes/objetos hacen hacer cosas inesperadas a otros. En el mundo de la pesca por ejemplo “las vieiras hacen que los pescadores hagan cosas, del mismo modo que las redes puestas en el océano atraen a las vieiras a adherirse a las redes, justamente como los recolectores de datos reúnen a los pescadores y las vieiras en la oceanografía” (Latour, 2008: 156). De manera que “lo social no está en lugar alguno en particular, como una cosa entre otras cosas, sino que puede circular por todas partes como un movimiento que relaciona cosas no sociales. Segunda etapa: lo social ha vuelto como asociación” (Latour, 2008: 156). No hay que creer entonces que Latour propone un hermenéutica subjetiva al hablar de traducción, pues aclara que: Para interpretar una conducta tenemos por cierto que estar preparados para muchas versiones diferentes, pero esto no significa que tengamos que volvernos hacia las interacciones locales. En muchas partes de este libro he criticado a los fenomenólogos y quizá también a los humanistas, por creer que las interacciones cara-a-cara, los agentes individuales y las personas animadas por propósitos presentan un lugar más realista y lleno de vida que lo que llaman las abstracciones vanas de la sociedad. Aunque tienen razón en insistir en las incertidumbres, están equivocados en cuanto a las fuentes. No es que los humanos con propósitos, las personas intencionadas y las almas individuales sean los únicos agentes interpretativos en un mundo de cuestiones de hecho desprovistas de todo significado en sí mismas. Lo que se indica con interpretaciones, flexibilidad y fluidez es simplemente una manera de registrar el vasto exterior al que tiene que apelar todo curso de acción para ser llevado a cabo. Esto no vale solo para la acción humana sino para toda actividad. La hermenéutica no es privilegio de los humanos sino, por así decirlo, una propiedad del mundo mismo (Latour, 2008: 342).
  • 31. Sin duda, tal es el caso de la propuestas que pretenden ensamblar fenomenología, hermenéutica subjetivas y acción comunicativa como la de Hoyos: El cambio de paradigma de la filosofía de la conciencia (Husserl) a una acción, a un actuar comunicativo (Habermas) privilegia el lenguaje como punto de partida; tal lenguaje está referido en todo momento y actividad al mundo de la vida. Entonces se va a hablar del lenguaje, de la comunicación, en dos niveles: Nivel cero de la comunicación. Es en él donde está la hermenéutica. Se lo puede llamar, por igual, el nivel hermenéutico de la comunicación: hay situaciones del mundo de la vida que, para comprenderlas plenamente, se requiere, en primer lugar, diferenciarlas mediante la utilización de un lenguaje llano y directo (Hoyos, 2003: 8). Nivel uno de la comunicación. Éste es el nivel discursivo–argumentativo. La gente común y corriente siempre puede decir que el sol sale por el Oriente, pero en el momento en el que se requiere consolidar un poco más un conocimiento es necesario dar el paso a la argumentación; ahí la comunicación no es sólo para describir ese primer ámbito, el de la comprensión, sino que la comunicación argumenta y discurre para dar fundamento a afirmaciones que requieren ser demostradas porque pretenden ser objetivas (Hoyos, 2003: 8). La manera de entender la palabra hermenéutica como en ocasiones la usa la TAR es traduciéndola como: “actividad del mundo mismo en la que algo se transforma al ser transportado”. Queda más clara la diferencia con la hermenéutica subjetivista o idealista en el siguiente texto, donde un investigador en TAR (P) le explica la teoría a un estudiante (E): E.: ¿Pero eso es exactamente lo que dicen las sociologías interpretativas verdad? P.: No, para nada. Dirían que los deseos humanos, los significados humanos, las intenciones humanas, etc., introducen cierta "flexibilidad interpretativa" en un mundo de objetos inflexibles, de "relaciones causales puras", de "conexiones estrictamente materiales". Eso no es para nada lo que digo. Yo diría que esa computadora que esta sobre mi escritorio, este monitor, este teclado, son objetos de capas múltiples, tanto como usted: su cuerpo, su lenguaje, sus preocupaciones. Es el objeto mismo lo que agrega múltiple o mas bien la cosa, la "reunión". Cuando se habla de hermenéutica, no importa qué precauciones se tomen, uno siempre espera que llegue la otra parte: alguien inevitablemente agregara: "Pero por supuesto que también existen cosas 'naturales', 'objetivas', que 'no' se interpretan". E.: ¡Es lo que iba a decir! No sólo hay realidades objetivas, sino también subjetivas. Es por eso que necesitamos ambos tipos de teorías sociales.
  • 32. P.: ¿Ve? Esa es la trampa inevitable: "No sólo... sino también". Hay que extender el razonamiento a todo, pero entonces se convierte en inútil, o "interpretación" se vuelve otro sinónimo de "objetividad", o se lo limita a un aspecto de la realidad, el humano, y entonces uno se queda trabado, dado que la objetividad siempre esta al otro lado de la cerca. Y no importa si se considera el otro lado más rico o más pobre; de todos modos esta fuera del alcance. [...] Muéstreme un punto de vista y yo le mostraré dos docenas de maneras de salir de él. Escuche: puede olvidarse sin problema de esta oposición entre "punto de vista" y "visión desde ningún lugar". Y también esta diferencia entre "interpretativa" y "objetivista". Deje la hermenéutica de lado y vuelva a los objetos o, mas bien, a la cosa. [...] Si se puede tener muchos puntos de vista sobre una estatua es porque la estatua misma esta en tres dimensiones y le permite, sí, le permite moverse alrededor de ella. Si algo hace posible muchos puntos de vista, se debe a que es altamente complejo, tiene pliegues intrincados, esta bien organizado y es hermoso, sí, objetivamente hermoso. E.: Pero sin duda nada es objetivamente hermoso, la belleza tiene que ser subjetiva... el gusto y el color, relativos... Estoy perdido nuevamente. ¿Por qué pasamos tanto tiempo peleando contra eI objetivismo en esta facultad entonces? Lo que dice no puede ser correcto. P.: Porque las cosas que la gente llama "objetivas" la mayor parte de las veces son clichés de cuestiones de hecho. No tenemos buenas descripciones de nada: de lo que es una computadora, un software, un sistema formal, un teorema, una empresa, un mercado. No sabemos casi nada de lo que es esta cosa que está estudiando, una organización. ¿Cómo podríamos distinguirla de las emociones humanas? Por lo tanto, hay dos maneras de criticar la objetividad: una es alejarnos del objeto para acercarnos al punto de vista humano subjetivo. Pero la otra dirección es de la que estoy hablando: la vuelta al objeto. […] E.: Aun así, estoy limitado a mi propia visión. P.: Por supuesto que sí, pero otra vez, ¿que importa? No crea todas esas estupideces acerca de estar "limitado" a la propia perspectiva. Todas las ciencias han estado inventando maneras de pasar de un punto de vista al siguiente, de un marco de referencia al siguiente. Por Dios: a eso se lo llama relatividad. E.: ¡Ah! ¡Pero entonces confiesa que es relativista! P.: Pero por supuesto, ¿que mas podría ser? Si quiero ser científico y alcanzar la objetividad, tengo que poder viajar de un marco de referencia al siguiente, de un punto de vista al siguiente. Sin esos desplazamientos, estaría limitado a mi propia estrecho punto de vista definitivamente. E.: Entonces, ¿asocia objetividad y relativismo? P.: "Relatividad", sí, por supuesto. Todas las ciencias hacen lo mismo. Nuestras ciencias también.
  • 33. E.: ¿Pero cual es nuestra manera de cambiar nuestros puntas de vista? P.: Le dije, nuestro trabajo son las descripciones. Todos los demás operan con clichés. Investigaciones, relevamientos, trabajo de campo, archivos, encuestas, lo que sea. Nosotros v a m o s , e s c u c h a m o s , aprendemos, practicamos, nos hacemos competentes, cambiamos nuestra visión. Muy simple en realidad: se lo llama investigaciones. Las buenas investigaciones siempre producen muchas descripciones nuevas. E.: ¡Pero ya tengo muchas descripciones! Me ahogo en ellas. Ese es mi problema. Es por eso que estoy perdido y por eso pensé que me seria útil venir a verlo. ¿No puede ayudarme la TAR con esta masa de datos? ¡Necesito un marco! P.: "¡Mi reino por un marco!". Muy conmovedor; creo que entiendo su desesperación. Pero no, la TAR es bastante inútil en ese sentido. Su principio más importante es que los actores mismos hacen todo, incluso sus propios marcos, sus propias teorías, sus propios contextos, su propia metafísica, hasta sus propias ontologías. De modo que me temo que la indicación a seguir sería la de más descripciones (Latour, 2008: 209 - 214). La hermenéutica para Latour es, para usar términos más precisos, una propiedad de los mundos en tanto mundos que les permite a sus actantes comerciar o traducir algo (de manera que se trata de un asunto económico), pero que para hacerlo ese algo se transforma inevitablemente. Dos actantes, por ejemplo no humanos como dos computadores, hacen hermenéutica, interpretan o intertraducen cuando intercambian signos codificados en un lenguaje artificial, de modo tal que logran establecer una comunicación, es decir, cuando transforman algo común. Lo cuál es más claro aún cuando se sabe que “las palabras “traducción” o “transferencia”, “deplazamiento” o “metáfora” significan los mismo en latín griego o inglés” (Serres, 1974, Callon; 1975); la misma palabra raducción se transforma en nombre aunque no en contenido. En este sentido, hermenéutica es el nombre que Latour le da al operar trascendental de todo mundo, pues precisamente el trascendental es lo que permite que se intercambien regladamente las identidades/diferencias entre objetos de un mundo, es lo que ordena las transformaciones como diría Latour. Empatar en éste punto las ideas materialistas de Badiou y Latour implica arrebatar la palabra interpretación de la hermenéutica subjetiva y devolverle su sentido dramaturgico, haciendo uno tanto a los actantes de la TAR como a la dramaturgia de Badiou: los objetos son actantes que se interpretan entre sí, de modo que así establecen gradualmente sus identidades/diferencias, y entre mejor sea su hermenéutica objetiva y trascendental, su interpretación les identificará más; habrán operado una suerte de mímesis interobjetiva perfectamente cuantificable y matematizable. Los mundos son como escenarios donde los objetos actantes, como mimos, usualmente fracasados, se interpretan unos otros. Esto se comprende mejor cuando se atiende a lo que Latour llama principio de irreductibilidad, según el cual nada es reducible o bien irreducible a cualquier OTRA cosa –sin duda un principio
  • 34. lógico trascendental–-. Así, la identidad absoluta no tiene lugar entre dos cosas diferentes. Por esto, un “actor que no incide no es un actor en absoluto. Un actor, si es que las palabras significan algo, es exactamente lo que n o es sustituible. Es un evento único, totalmente irreductible a cualquier otro, excepto si se los hace conmensurables entre sí por algún proceso de estandardización, pero incluso eso requiere un tercer actor, un tercer evento” (Latour, 2008: 220). Toda conmensurabilidad requiere en la TAR un mediador que la establezca para estabilizar las diferencias entre los actantes. Aquí hay que hacer una importante precisión. Dice Latour: El mundo no es un continente sólido de hechos con unos pocos lagos de incertidumbre, sino un vasto océano de incertidumbres espolvoreado de unas pocas islas de formas calibradas y estabilizadas (Latour, 2008: 342) Las islas estabilizadas serían para Badiou procesos de verdad, que se siguen de un desequilibrio fundamental en las leyes de un mundo. No hay que confundirse en éste punto: un proceso de verdad es consecuencia máxima de un acontecimiento. Un mundo en donde el cambio es mera modificación es un mundo en el cual no se presentan cambio reales. Empero, un lector instruido, notará una vez más que si para Latour hay escasez de islas estabilizadas, según Badiou, la estabilidad de un mundo es lo que abundaría en los mundos donde pululan las modificaciones y los sitios no acontecimentales; faltan los excepcionales acontecimientos. En cierto sentido, puede que exista estabilidad en el cambio situado de un mundo, y por ende estabilidad en la producción de incertidumbre, pero puede que surja una nueva isla de estabilidad, de un proceso de verdad, tras un acontecimiento cuyo tener lugar es sumamente incierto. Para lograr comprender esto simplemente hay que notar que la diferencia no radica en los conceptos sino en la decisión. Esto es, si Latour sostiene que hay pocas islas estabilizadas en las redes es precisamente porque exige tratar a los actantes como mediadores más que como intermediarios; si Badiou sostiene la abundancia de modificaciones y sitios no acontecimentales es precisamente porque exige que los cambios sumamente reales y sus procesos de verdad estables sean radicalmente distintos de los cambios no reales o menos fuertes en los mundos. La escasez o abundancia de cambios reales dependerá únicamente del tipo de cambio que sea observado por el fenomenólogo, quien, siguiendo la postura de Badiou, deberá describirles según el grado de existencia y, en especial para las singularidades, según el grado de las consecuencias, que logre observar. Tal cosa es para Badiou, ni más ni menos, que el producto de una decisión (Badiou, 2008); Latour por ende, exige que tales decisiones se presenten, pero sin duda, con cautela, para no saltarse ni un paso en el rastreo de lo que hacen los actantes hacer inesperadamente a otros. En los términos de la TAR, el investigador no debe interesarse en la producción de la estabilidad de las controversias entre actantes sobre las asociaciones a las que pertenecen, pues eso es tarea de la política como constitución de lo común que los mismos actantes construyen en sus relaciones y no de