2. ¿Como conocemos el mundo?
Lo hacemos a través de los cinco sentidos,
nuestra herramienta evolutiva para discernir
rápidamente qué nos conviene para
sobrevivir.
Con la vista, reconocemos una manzana y a
esa imagen se suma el olor que nos llega
mediante el olfato. Al metérnosla en la boca,
se activa el gusto, y también el tacto y el
oído, con los que disfrutamos del delicioso
sabor.
3. A nuestros antepasados, los sentidos
les ayudaron a distinguir a través de la
vista o del gusto si una fruta o una raíz
era comestible, seguramente les salvó
el pellejo en más de una ocasión.
Hoy en día, ya no es tanto una cuestión
de supervivencia, pero conocer esas
características nos ayuda a disfrutar de
los alimentos y también a manipularlos
para darles consistencias y tactos
distintos, combinar sabores, etc. En
definitiva, a ser creativos en la cocina.
4. Ojos que no ven…
Comemos con la vista. Con los ojos decidimos si nos
comemos un plato, si una fruta está podrida, o si tal
cosa tiene mala pinta
5. Es una de nuestras herramientas principales de
percepción y de relación con la comida. El cerebro
escanea y procesa la imagen, registra la información
de forma y color, la codifica, busca en su archivo y
relaciona lo que ve con el conocimiento previo de
que ya disponía.
6. Esta primera información visual es “objetiva” y llega
hasta la amígdala, una estructura cerebral que
forma parte del sistema límbico y que tiene forma
de almendra. Está implicada en el procesamiento
emocional de la información y es la responsable, en
buena medida, de que decidamos si compramos
ésta o aquella fruta y que nos la comamos
7.
8. Umm! Huele a …
•Es el más primitivo de los sentidos.
•Captar información del medio.
•Supervivencia.
•Inconsciente, solemos tomar decisiones
importantes por como nos huelen las cosas,
como salir o no con una persona.
•Evoca recuerdos, sensaciones
9. •¿sabían que el olfato constituye el 90% del gusto?
• De ahí que cuando estamos resfriados tengamos
la sensación de que la comida no nos sabe a nada.
De hecho, el proceso de degustación de un
alimento comienza mucho antes de que le demos
el primer bocado. Tan sólo con el plato ante
nosotros, las moléculas olorosas viajan hacia el
interior de nuestra nariz, hasta la pituitaria,
cubierta de una especie de alfombra de células
receptoras que fijan las moléculas olorosas, las
reconocen y envían señales eléctricas al cerebro.
10. Esas señales van a parar al bulbo olfativo,
que percibe el olor aunque no lo identifica; y
luego pasan por el sistema límbico, donde
se desencadenan las emociones. Por último,
llegan al córtex cerebral y al hipotálamo,
donde se comparan con la información que
el cerebro guarda en la memoria para poder
identificar aquello que olemos.
11. No todo lo que comemos nos huele
•Sólo somos capaces de apreciar, el aroma de
aquellos alimentos que desprenden moléculas
volátiles solubles en agua y que se pueden disolver
en la pituitaria.
•Cuanto más caliente esté un alimento, más presión
de vapor tiene y, por tanto, más olor notaremos.
•Paradójicamente, hay alimentos que tienen gustos
muy potentes y que… ¡no huelen!, como la sal.
•Somos capaces de percibir miles de olores y nos es
imposible reconocerlos por separado.
12. ¡Qué rico!
¿Dulce o salado?
Los sabores regulan nuestros gustos, nuestra
alimentación y nuestra salud. Que prefiramos un
sabor u otro tiene mucho de cultural, pero también
de genética.
Y es que poder detectar si algo es dulce o amargo,
y sentir rechazo hacia ese sabor ha sido clave para
nuestra supervivencia.
13. •Ser más reacios a comer alimentos que amargan fue una ventaja
evolutiva.
•En general, todas las poblaciones del mundo sienten cierta aversión
por las cosas ácidas y amargas. Y en cambio, suele gustar lo dulce y
lo salado.
14.
15. Con las manos en la masa
•Comer también empieza en las
manos: coger un pedazo de pan y romperlo,
saboreando ya el crujido.
•O comprobar la textura de un queso apretándolo
un poco con los dedos.
•Un alimento es capaz de gustarnos o, por el
contrario, de causarnos aversión por su textura.
•También a través del tacto experimentamos otras
sensaciones, como el picante.
16. Ciencia en la cocina
“La cocina es la estrategia alimentaria humana. Se
diferencia del resto de estrategias animales por su
carácter cultural; de ahí que se pueda transmitir
por el aprendizaje y adaptar aplicando el
razonamiento”.
“cuchillos y morteros”
Utilizan las fuerzas de la física, como la
mecánica de la fricción y la presión, para
modificar los alimentos.
17.
18. “La ciencia aporta precisión a la cocina. Trata de
objetivizarla. El científico se acerca atraído por los
procesos implicados en la elaboración de los
alimentos. Busca conocer y entender la materia
elaborada, optimizar procesos, registrar parámetros
de temperatura, cocción, densidad… De esta
manera, puede ayudar al cocinero en su proceso
creativo”, explica Josep Perelló, profesor de
“la tortilla de patatas está muy buena, pero a veces
nos sale mejor o peor. ¿Por qué no ayudarnos de la
ciencia para que siempre esté perfecta