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Fuentes Vásquez, Lya Yaneth
Políticas públicas para la diversidad en Bogotá: la incidencia de las mujeres
Nómadas, Núm. 30, abril-sin mes, 2009, pp. 148-162
Universidad Central
Colombia
¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista
Nómadas
ISSN (Versión impresa): 0121 7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS148
Políticas públicas para
la diversidad en Bogotá:
la incidencia de las mujeres*
Lya Yaneth Fuentes Vásquez**
Este artículo analiza la participación de las organizaciones de mujeres en la llegada de los asuntos de mujer y género a
las agendas de gobierno en la ciudad de Bogotá, así como su incidencia en la formulación de políticas públicas, entre 2004
y 2007. Frente a la pregunta sobre cómo construir políticas para la diversidad, en el marco de la Mesa Diversa de Mujeres,
interesa destacar la emergencia de voces y actores que reclaman demandas diferenciadas y se examinan las reflexiones y
debates de los grupos que buscan el reconocimiento de sus identidades y que lograron posicionar sus demandas en la
agenda distrital.
Palabras clave: políticas públicas, participación de las mujeres, diversidad, identidades, género, Bogotá.
Este artigo analisa a participação das organizações de mulheres, na chegada dos assuntos de mulher e gênero às
agendas do governo na cidade de Bogotá, assim como sua incidência na formulação de políticas públicas, entre 2004 e
2007. Diante da pergunta de como construir políticas para a diversidade, no marco da Mesa Diversa de Mulheres,
interessa destacar a urgência de vozes e atores que exijam demandas diferenciadas e se examinam as reflexões e debates
dos grupos que procuram o reconhecimento de suas identidades e que conseguem posicionar suas demandas na agenda
distrital.
Palavras-chaves: políticas públicas, participação das mulheres, diversidade, identidades, gênero, Bogotá.
The increasing participation of women organizations in the Bogotá government agendas is analyzed in this article as
well the importance they have had in formulating some public policies from 2004 to 2007. Facing the question about the
way of planning policy for diversity, Mesa Diversa de Mujeres is interested in highlighting the variety of new voices and
actors making their own demands and in examining the reflections and debates of some collectives looking for recognition
of their identities which have succeed in positioning their demands into the Bogotá’s government agenda.
Key words: public policy, women’s participation, diversity, identities, genre, Bogotá.
* Con ocasión de los quince años de la Revista Nómadas, quiero hacer un
reconocimiento especial a María Cristina Laverde Toscano, a quien se debe
la creación de la línea de investigación Género y Cultura, en la Universidad
Central.
La búsqueda y sistematización de la información requerida para este artículo
fue realizada por Verónica Fuentes Realpe. Agradezco a las y los lectores del
artículo sus comentarios y aportes.
** Socióloga. Magíster en Estudios de Mujer, Género y Desarrollo de la Univer-
sidad Nacional de Colombia. Docente/investigadora, coordinadora de la
línea Género y Cultura del IESCO - Universidad Central (Bogotá - Colom-
bia). E-mail: generoycultura@gmail.com
ORIGINAL RECIBIDO: 09-III-2009 – ACEPTADO: 26-III-2009
nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 148-162
149NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva,
collage, 1987.
Introducción
En el año 2006, en el marco de
la “X Bienal de arquitectura de
Venecia. Ciudades, arquitectura y
sociedad”, Bogotá recibió el premio
León de Oro a ciudades “por ser un
símbolo de esperanza para otras ciu-
dades, sean ricas o pobres” (Cobo,
2007: 2). Según el curador de la ex-
posición, Richard Burdett, respon-
sable de seleccionar las ciudades por
sus experiencias innovadoras, los
proyectos realizados en Bogo-
tá a partir de 1995 conec-
tan la realidad física de
la urbe con su dimensión
social en varios niveles,
de tal forma que, nos dice
Burdett: “pude ver la inci-
dencia de las intervenciones
urbanas en la vida cotidiana
de los ciudadanos […] sentí
[que Bogotá] tenía una histo-
ria importante que contar”
(Cobo, 2007: 2).
En efecto, como producto de
políticas innovadoras y de la conti-
nuidad de las mismas, en los últi-
mos quince años la ciudad presenta
cambios normativos, culturales, po-
líticos y físico-urbanísticos que han
contribuido a mejorar la calidad de
vida de sus habitantes. Según el In-
forme de desarrollo humano –IDH
2008–, en Bogotá se constatan avan-
ces en los siguientes campos: el es-
pacio público, la movilidad de los
ciudadanos/as y la cobertura de los
servicios públicos domiciliarios; en
la ampliación del aseguramiento de
la salud y la universalización de la
educación básica; en la transforma-
ción de la cultura política y el me-
joramiento de las condiciones
objetivas de la seguridad. Por últi-
mo, el informe llama la atención
sobre los logros registrados en los
comportamientos, costumbres, creen-
cias y valores de los bogotanos/as, es
decir, en la cultura de la ciudad
(PNUD, 2008: 19).
Con respecto a los adelantos en
la cultura política y la cultura de la
ciudad, me interesa destacar la
emergencia de nuevas voces y acto-
res y la formulación de políticas pú-
blicas que reconocen su diversidad
y sus demandas diferenciadas. Es
más, considero que uno de los lo-
gros más significativos, sino el prin-
cipal, de lo que va corrido del siglo
XXI en Bogotá, ha sido, precisamen-
te, la formulación y puesta en
marcha de políticas públicas que re-
conocen la pluralidad de las voces
emergentes de la metrópoli. En este
sentido, el diseño de políticas para
las mujeres, los afrodescendientes,
las personas con discapacidad1
y la
población LGBT2
, constituye un hito
muy importante y en algunos casos
sin precedentes para la ciudad.
En el presente artículo me pro-
pongo describir y analizar la partici-
pación e incidencia del movimiento
feminista y de los grupos organiza-
dos de mujeres, en la llegada de los
asuntos de mujer y género a las
agendas y planes de gobierno, así
como en la formulación de políticas
públicas en su favor, durante la ad-
ministración de Luis Eduardo Gar-
zón (2004-2007). En particular, me
detengo en la creación y desarrollo
de la Mesa Diversa de Mujeres,
contexto en el cual examino las
reflexiones y puntos de encuentro y
desencuentro entre los diferentes
grupos y voces que buscan el reco-
nocimiento de sus identidades y
su diversidad, y que lograron
posicionar sus demandas en
la agenda distrital.
Para dar cuenta de los objetivos
planteados, me apoyé en
tres tipos de fuentes: las
políticas públicas formula-
das, las cuales se expresan
en normas, decretos, acuerdos,
lineamientos de política, pla-
nes de desarrollo, planes de ac-
ción, planes de igualdad de
oportunidades e informes de gestión,
entre otros documentos; las actas y
relatorías de la Mesa Diversa de
Mujeres; y, por último, las entrevis-
tas realizadas a dos asesoras de la
Política Pública de Mujer y Géne-
ros (PPMYG).
Aquí analizo la formulación de
las políticas dirigidas a las mujeres y
demás grupos poblacionales3
, es de-
cir, la intención manifiesta y enun-
ciada, que se expresa sobre todo, en
decretos, acuerdos y en algunos pla-
nes. No se trata, por consiguiente,
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS150
de un examen de la ejecución de
dichas políticas. Me apoyo en el es-
tudio de actas, relatorías y memo-
rias que, por supuesto reconozco, no
dan cuenta de la enorme compleji-
dad de los debates y tensiones pro-
pios de las arenas públicas; así
mismo, las fuentes consultadas tam-
poco representan todas las voces
que con sus demandas enriquecen
las agendas y la participación
ciudadana.
Incidencia del
movimiento de mujeres
en el Plan de
Desarrollo Bogotá sin
Indiferencia
Si bien en los años noventa se
dieron importantes avances en las
políticas de equidad de género en
el nivel nacional4
, en Bogotá, los
asuntos de las mujeres, desde esta
perspectiva, solamente llegaron a la
agenda durante el segundo manda-
to de Antanas Mockus (2001-2003),
como consecuencia, en gran medi-
da, de la participación de tres mu-
jeres feministas dentro del gabinete
de gobierno5
. La inclusión de los
asuntos de género en la agenda pú-
blica, por lo menos en esta adminis-
tración, no se dio en el marco de una
amplia movilización y negociación
del movimiento de mujeres con las
autoridades distritales.
Ahora bien, la incorporación de
la perspectiva de género en el Plan
de Desarrollo Bogotá sin Indiferen-
cia. Un Compromiso Social contra
la Pobreza y la Exclusión (2004-
2007), de la administración de Luis
Eduardo Garzón, constituye una ex-
periencia exitosa de negociación del
movimiento feminista y de los gru-
pos organizados de mujeres con el
gobierno de la ciudad6
. Como pro-
ducto de este proceso, las mujeres
no sólo lograron poner los asuntos de
género en la agenda, sino que, como
parte del cabildeo y la negociación,
obtuvieron cargos de segundo nivel
decisorio y asesor en el gobierno
distrital, desde los cuales formula-
ron y ejecutaron políticas en favor
de sus intereses y demandas.
El proceso de incidencia de las
mujeres en la agenda pública, se
inició durante la campaña electoral
que llevó al candidato del Polo De-
mocrático Independiente (PDI)7
a
ocupar el segundo cargo más impor-
tante del país, la Alcaldía de Bogo-
tá8
. Frente a la coyuntura electoral
y a la candidatura de Luis Eduardo
Garzón, grupos de mujeres, muchos
de ellos militantes y/o simpatizantes
del PDI, se organizaron para apoyar
la campaña y para concertar una
agenda con el candidato. Entre es-
tos se destacan: el Colectivo de
Mujeres del Polo Democrático, la
Red de Mujeres, las sindicalistas de
la Federación Colombiana de Edu-
cadores (FECODE), de la Comisión
de Mujeres de la Asociación Dis-
trital de Educadores (ADE) y de la
Central Unitaria de Trabajadores
(CUT), la Iniciativa de Mujeres por
la Paz y el Grupo Mujer y Sociedad
de la Universidad Nacional de
Colombia.
Estos grupos realizaron una se-
rie de eventos para apoyar la cam-
paña, entre ellos se destacó la mesa
de trabajo denominada Las Mujeres
de los Miércoles, la cual se definió
como una mesa abierta en la que
también podían participar mujeres
que no estaban vinculadas a ningu-
na organización. Según lo expresa-
do por Juanita Barreto y Marta
Buriticá, las mujeres tenían una cla-
ra conciencia y voluntad de la ne-
cesidad de influir en la agenda pú-
blica. Esta mesa, según Buriticá,
trabajó alrededor de los siguientes
puntos: 1. relación con el candida-
to; 2. propuesta de acuerdo y com-
promiso real y efectivo del candidato
(futuro alcalde) con los asuntos de
las mujeres y la agenda de género;
3. inclusión de la agenda de género
en el Plan de Desarrollo, con pro-
gramas y proyectos específicos, así
como con presupuesto para adelan-
tar las políticas. El cumplimiento de
estos puntos condicionó el apoyo de
las mujeres a la campaña de Luis
Eduardo Garzón.
Una vez elegido el candidato del
Polo se inició una segunda etapa en
la cual el movimiento de mujeres
concertó, temas y cuestiones espe-
cíficas que habrían de establecerse
en el Plan de Desarrollo como polí-
ticas concretas por diseñar y ejecu-
tar, con metas por cumplir y con
presupuesto asignado. Las mujeres
buscaban además institucionalizar
las políticas. Para ello se concertó
con el alcalde la creación de una
instancia rectora de las políticas pú-
blicas de mujer y género, lo que que-
dó como una de las metas del Plan
de Desarrollo. En cumplimiento de
los compromisos adquiridos, el
burgomaestre nombró a Juanita
Barreto, académica feminista, inte-
grante del Grupo Mujer y Sociedad
de la Universidad Nacional de Co-
lombia, como la persona responsable
de liderar, en calidad de asesora, las
políticas de mujer y géneros en la
ciudad.
De acuerdo con el balance que
realiza el equipo de la Política Pú-
blica de Mujer y Géneros, en la
visibilización y posicionamiento de
estas cuestiones en el Plan de De-
151NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva,
collage, 1987.
sarrollo, confluyeron cuatro dinámi-
cas: 1. el compromiso adquirido por
el alcalde con las mujeres y la equi-
dad de género, 2. la interlocución y
concertación de la asesora de la Po-
lítica de Mujer y Géneros y su equi-
po de trabajo, 3. la intervención y
vocería de las consejeras territoria-
les, representantes de las organiza-
ciones femeninas dentro del Consejo
Territorial de Planeación, quienes
convocaron diversos actores con el
fin de incluir estas políticas y 4. la
movilización y concertación del
Movimiento Social de Muje-
res, que apoyó la gestión de
la asesora y del equipo de
la PPMYG (Alcaldía
Mayor de Bogotá, 2005:
41).
Como se puede apre-
ciar, estas dinámicas eviden-
cian la incidencia de las
mujeres en el Plan de Desarrollo
Bogotá sin Indiferencia, el cual in-
corporó la Política Pública de Mu-
jer y Géneros como una perspectiva
“orientada a la creación de condi-
ciones para alcanzar la igualdad de
oportunidades, el ejercicio efectivo
de los derechos, el respeto al libre
desarrollo de la personalidad y a la
diversidad sexual” (Alcaldía Mayor
de Bogotá, 2004b: 3). Esta política
se ejecutó a través del programa
Bogotá con Igualdad de Oportuni-
dades y el proyecto de Institucio-
nalización del Plan de Igualdad de
Oportunidades y Equidad de Géne-
ros, ambos inscritos en el Plan de
Desarrollo.
Como parte de la ejecución del
programa Bogotá con Igualdad de
Oportunidades se formuló y puso en
marcha el Plan de Igualdad de
Oportunidades para la Equidad de
Género en el Distrito Capital (2004-
2016)9
, convirtiéndose en el primer
PIO de la ciudad. De acuerdo con
el balance que presentó la adminis-
tración de la Política Pública de
Mujer y Géneros, éste constituye su
logro más significativo. Se crearon
también siete Casas de Igualdad de
Oportunidades en diferentes loca-
lidades y, con el fin de institucio-
nalizar y transversalizar las políticas,
se creó en 2007 la subsecretaría de
mujer, géneros y diversidad sexual
dentro de la Secretaría Distrital de
Planeación (Alcaldía Mayor de Bo-
gotá, 2007a y 2007b).
Especial énfasis se le brindó a
la atención y prevención de las
violencias contra las mujeres y a la
promoción del liderazgo y la parti-
cipación femenina. Aquí hay que re-
saltar que el alcalde, como un he-
cho inusual, nombró solamente
mujeres para ocupar los cargos de las
veinte alcaldías locales que rigen el
Distrito Capital. Igualmente valioso
resulta el trabajo que se ha realiza-
do en las localidades. Son múltiples
las acciones adelantadas en cada
uno de los diferentes derechos del
PIO que no es posible reseñar aquí10
.
Sin embargo, considero que el Plan
de Igualdad de Oportunidades y
la creación de la subsecretaría
constituyen los logros más estra-
tégicos para las mujeres, así
como los importantes desarrollos
normativos orientados a garanti-
zar la institucionalización de las po-
líticas de mujer y géneros y los
nuevos escenarios abiertos para
la participación ciudadana11
.
¿Qué factores
favorecieron la
incidencia de las
mujeres en la
agenda pública?
En primer lugar, la campaña
electoral de un candidato de izquier-
da en el 2003 para ocupar la Alcal-
día de Bogotá, creó lo que en
política pública se considera una
“oportunidad de elección”12
, es de-
cir, se dio una coyuntura muy favo-
rable para poner en la agenda
pública los asuntos de mujer y
género.
Un segundo aspecto, relaciona-
do con el anterior, fue la confluen-
cia ideológica y la afinidad de los
grupos de mujeres con el candidato
del Polo Democrático que repre-
sentaba a todas las corrientes de
izquierda del país. Como ya se men-
cionó, muchas de las mujeres que
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS152
militaban dentro del Polo también
eran y son militantes feministas, e
integraban organizaciones y ONG.
Se da entonces un proceso de doble
militancia que propició la inclusión
de los asuntos de mujer y género en
la agenda distrital, lo que no deja
de llamar la atención si tenemos en
cuenta las históricas tensiones en-
tre el feminismo autónomo y los par-
tidos de izquierda, las cuales no se
han superado del todo.
No sobra recordar que, en los
años ochenta, la izquierda “revolu-
cionaria” consideraba el feminismo
como una desviación burguesa que
buscaba dividir la lucha principal de
la clase obrera frente al gran capi-
tal. Como respuesta en los “Encuen-
tros feministas latinoamericanos”
(Bogotá 1981 y Lima 1983) se recha-
zó la doble militancia y la autono-
mía del movimiento se asumió como
independencia frente a los partidos
de izquierda. Esta concepción de la
autonomía provocó una división en-
tre feministas autónomas y políticas,
quienes por el contrario defendían
su trabajo dentro de los partidos
(Álvarez et al., 2003)13
.
Un tercer elemento que favore-
ció el ingreso y avance de los asun-
tos de mujer y género en la agenda
de gobierno fue el hecho de que la
administración de Antanas Mockus
había colocado los primeros ladrillos,
había sentado algunas bases y se
contaba con algunas políticas, nor-
mas e instrumentos para ampliar el
radio de acción e institucionalizar y
transversalizar las políticas de mu-
jer y géneros. En efecto, el Acuerdo
091 de 2003 establece y ordena al
nuevo gobierno la formulación y
adopción del Plan de Igualdad de
Oportunidades para la Equidad de
Género. De igual modo, los progra-
mas y proyectos para la atención de
la violencia intrafamiliar y la violen-
cia sexual ya habían ganado un es-
pacio dentro de la administración y
también en las comunidades. La
Noche de las Mujeres fue una ac-
ción específica dirigida a sensibili-
zar a toda la ciudadanía frente a las
violencias y los roles tradicionales de
género. También se formularon de
manera participativa los Linea-
mientos de Política Social para las
Mujeres14
; en esta política 62.9% de
las acciones buscaba un cambio es-
tructural de la discriminación con-
tra mujeres15
.
Un cuarto aspecto del proceso
fue la creación de alianzas, que po-
sibilitaron el trabajo conjunto entre
diferentes sectores y organizaciones
femeninas durante la campaña elec-
toral y, en general, durante el pro-
ceso de formulación del Plan de
Desarrollo Bogotá sin Indiferencia,
el cual se llevó a cabo con la parti-
cipación de la ciudadanía. Estas
alianzas dieron paso a la confluen-
cia de diversos actores sociales y, por
consiguiente, de diversos intereses
y demandas. Así, el abanico de ac-
tores fue amplio y complejo; se en-
contraron las mujeres del Polo,
sindicalistas, comunitarias, académi-
cas, de los grupos étnicos, con
discapacidad, en situación de des-
plazamiento por la violencia y voce-
ras de la diversidad sexual.
Por último, en la gama de facto-
res favorables o puntos de encuen-
tro, ya dentro del proceso mismo de
formulación y ejecución de las polí-
ticas de mujer y géneros, se pueden
mencionar, entre otros aspectos: la
adopción del enfoque de derechos
como referente de acción que goza
de mucha legitimidad política; la
creación y ampliación de espacios
formales para el trabajo e interlocu-
ción interinstitucional y para la par-
ticipación; el desarrollo de estudios
y centros de investigación de mujer
y género, los cuales brindan un so-
porte teórico y técnico muy impor-
tante para el diseño y ejecución de
las políticas. En particular, la Escuela
de Estudios de Género de la Uni-
versidad Nacional jugó un papel des-
tacado al desarrollar estudios,
diagnósticos, investigaciones y pro-
cesos de capacitación requeridos por
la administración, y al vincular a sus
docentes, estudiantes y egresadas
como funcionarias responsables del
diseño y puesta en marcha de las po-
líticas16
; también fue importante el
apoyo técnico, político y económico
de la cooperación internacional17
.
La Mesa Diversa de
Mujeres: políticas para
la diversidad18
El Plan de Desarrollo Bogotá sin
Indiferencia. Un Compromiso Social
Contra la Pobreza y la Exclusión
(2004-2007) tuvo como norte, en el
marco del Estado social de derecho,
el respeto, protección y promoción
de los derechos humanos desde una
perspectiva integral. Este enfoque
implica reconocer la exclusión y la
discriminación históricas que han
sufrido diversos grupos poblacio-
nales, en razón de su origen social y
regional, sexo, edad, etnia y orien-
tación sexual, entre otras razones.
Tal reconocimiento se hace efecti-
vo en el Plan, al adoptar como prin-
cipio de acción el respeto por la
diferencia y la diversidad y al reco-
nocer la ciudad como un escenario
inter y pluricultural (Alcaldía Ma-
yor de Bogotá, 2007a). Es así como
se comprende el derecho a la ciu-
dad y como se explica también la
153NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
creación de la Mesa Diversa de
Mujeres.
La Mesa Diversa fue convocada
por el equipo asesor de la Política
Pública de Mujer y Géneros en el
año 2004 ante la necesidad de cons-
tituir un espacio de interlocución
con los grupos, organizaciones y re-
des femeninas existentes en los ám-
bitos distrital y local en Bogotá, de
cara a la formulación participativa
de las políticas. Tres preguntas se
encuentran en el origen de este
proceso: ¿cómo construir políticas
públicas que apunten al reconoci-
miento, garantía y restitución de los
derechos de las mujeres en el Dis-
trito Capital? ¿Qué tipo de acciones
gubernamentales se requieren para
hacer efectiva su participación y
toma de decisiones? ¿Cómo dar sen-
tido y significado político a la vasta
experiencia participativa de las mu-
jeres que desde la mayor o menor
conciencia de sus derechos trabajan
por un modelo de ciudad incluyen-
te, plural y diverso? (AOPPMYG,
Mesa Diversa: s/f)19
.
Desde un principio se buscó de-
mocratizar “las formas de hacer”,
propiciando espacios para la parti-
cipación, la construcción de con-
fianzas y consensos, así como para “el
reconocimiento de la diversidad que
nos enriquece, las diferencias que
nos constituyen y las desigualdades
que nos atraviesan”, recalcándose
que “las prácticas, valores y escena-
rios democráticos tienen un camino:
el diálogo, la interlocución y la
negociación de agendas” (AOPP-
MYG, MD: RP). Este camino cobra
sentido a la luz del interrogante más
complejo de la Mesa: ¿cómo cons-
truir políticas públicas que integren
la diversidad? Una diversidad que
expresa la confluencia de identida-
des múltiples y yuxtapuestas, pues-
to que como espacio y encuentro de
voces plurales la Mesa reunió muje-
res indígenas, negras, raizales, gita-
nas, discapacitadas, desplazadas,
jóvenes, adultas mayores, campesi-
nas, sindicalistas, líderes comunita-
rias, políticas, funcionarias públicas,
académicas, trabajadoras sexuales,
de las iglesias y con orientaciones
sexuales y de género diversas, entre
otras.
Desde sus primeras reuniones, la
Mesa Diversa se definió como un
espacio para: reconocer la ciudad
desde su diversidad y aceptar las
diferencias; la construcción y con-
sulta de las Políticas Públicas de
Mujer y Géneros; la construcción de
una ética ciudadana; la construcción
de confianzas; la información, la rea-
lización de balances y la rendición de
cuentas; el ejercicio del poder y el
empoderamiento. También se definió
como un espacio de intercambio y
conocimiento de experiencias parti-
cipativas de las mujeres y las organi-
zaciones femeninas (AOPPMYG,
MD: RP, Acta No. 4).
Durante su primera fase de fun-
cionamiento20
(junio de 2004-agosto
de 2005), la Mesa Diversa se conso-
lidó como un escenario de inter-
locución con el gobierno distrital y
como espacio de consulta y va-
lidación de la formulación del Plan
de Igualdad de Oportunidades.
En esta etapa, la demanda por el re-
conocimiento de la diversidad se
“posiciona en el centro de las re-
flexiones”, donde cada quien com-
parte sus problemas y reclama
reconocimiento “desde su particula-
ridad” (AOPPMYG, MD: RP). De
forma que las reivindicaciones que
buscan la visibilidad y la afirmación
de las identidades étnicas o de cual-
quier otra índole, desplazan o dejan
en un segundo plano las demandas
e intereses de género de las mujeres.
En efecto, las afrodescendientes
denuncian el racismo que ha separa-
do a las mujeres, exigen el reconoci-
miento de sus procesos organizativos
y la definición de estrategias de par-
ticipación que hagan efectiva su
inclusión y su autonomía. Las indí-
genas cuestionan la exclusión del
sistema educativo y expresan su in-
conformidad con las políticas públi-
cas que desconocen la diversidad y
el respeto de otras culturas. Las
mujeres con alguna discapacidad
denuncian la invisibilización de su
trabajo organizativo, el desempleo,
las dificultades y la falta de recursos
para la participación, además de los
códigos masculinos imperantes en la
comunicación que impiden sus pro-
pias formas de expresión como
discapacitadas. Las jóvenes y las
mujeres del pueblo rom reclaman su
invisibilización en el Distrito. Por
último, las lesbianas, bisexuales y
transgeneristas reconocen el avance
de la administración al convocarlas
a la Mesa Diversa y, a diferencia de
las anteriores, hacen explícita su po-
sición para que en este espacio se le
asigne un “valor a los intereses espe-
cíficos de las mujeres” (AOPPMYG,
MD: RP).
En esta etapa, los problemas y
requerimientos expuestos no articu-
lan y no hacen referencia a las de-
mandas propias de las mujeres.
Denuncian el racismo, el clasismo y
la discriminación en razón de su
condición particular, dando la im-
presión de que las cuestiones de
género se perciben como algo exter-
no a sus comunidades o grupos de
referencia. En efecto, las mujeres de
poblaciones étnicas no asumen una
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS154
John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva,
Collage, 1987.
postura crítica frente al sexismo y el
machismo que prevalece en sus co-
lectividades. Sin que esto sea nada
nuevo llama la atención su persis-
tencia y la actitud refractaria fren-
te a la equidad de género evidente
sobre todo en los grupos étnicos.
En este punto vale la pena rei-
terar, de acuerdo con Amartya Sen,
el carácter simultáneo, múltiple y
contextual de las identidades, lo que
se expresa claramente en el marco
de la Mesa Diversa donde es posi-
ble ser, al mismo tiempo, mujer, jo-
ven, colombiana, bogotana y negra,
así como trabajadora, funcionaria
distrital, madre y amiga, entre otras
múltiples posibilidades identitarias.
Al respecto, Anthony Appiah (cit.
Sen, 2000) plantea la necesidad de
regular y cuestionar el “imperialis-
mo de la identidad” visible en las
identidades raciales.
En este orden de ideas,
siguiendo a Appiah, si
una determinada identi-
dad, sea étnica, religio-
sa o de cualquier otra
índole, se asume como
única puede conducir a
“nuevas tiranías” y reproducir en
defensa de la cultura y la tradición,
tiranías milenarias que perpetúan la
subordinación femenina.
Llama la atención que de las
políticas poblacionales formuladas
en Bogotá, entre los años 2005 y
2008, la única que no adopta de
manera transversal una perspectiva
de género, ni tiene un lenguaje in-
cluyente, es la política pública diri-
gida a los/as afrodescendientes de la
ciudad21
. En ésta sólo se hace una
breve mención a las diferencias de
género en uno de sus artículos22
, a
pesar de la significativa participación
de las mujeres en el Consejo Con-
sultivo de Comunidades Negras23
.
En contraste, las políticas públicas
dirigidas a los jóvenes, a la pobla-
ción LGBT y a las personas con
discapacidad incluyen en sus enfo-
ques, principios, lineamientos y ob-
jetivos la equidad de género de
manera articulada con el Plan de
Igualdad de Oportunidades. Las tres
presentan un lenguaje incluyente
pudiéndose afirmar que su formula-
ción adopta de forma amplia y trans-
versal el reconocimiento y respeto de
la diversidad y la diferencia como
principios guías para la acción24
.
La omisión y posible resistencia
de algunos grupos étnicos, en parti-
cular de los y las afrobogotanos a
incorporar en sus políticas el enfo-
que de género y la diversidad sexual,
se explica en parte por la defensa de
la identidad cultural y racial de sus
comunidades. Además, las reivindi-
caciones feministas suelen percibirse
como un obstáculo o un riesgo para
la preservación de sus identidades
étnicas y culturales.
Al respecto, Sonia Álvarez se-
ñala cómo al inicio de los años no-
venta en el Brasil, “muchas de las
militantes en los grupos de mujeres
negras rechazaban el calificativo de
feministas” (1994: 275). Entre las
razones que, según la autora, expli-
caban esta postura estaba el temor
de perder el apoyo de los hombres
afrobrasileños, dado que para ellos
las reivindicaciones de género, de
cara a la lucha contra la discrimi-
nación racial, eran una cuestión
secundaria; además de ser una de-
manda burguesa de las mujeres blan-
cas de los países desarrollados. En
consecuencia, las mujeres negras
debían trabajar unidas con los hom-
bres negros por su causa común con-
tra la opresión racial. Para otras, el
racismo de las feministas blancas ha-
bía dejado una fisura irreparable. Por
el contrario, también había mujeres
afrobrasileñas que se reconocían
como feministas y luchaban por una
agenda más amplia (Álvarez,
1994).
Históricamente
las luchas de las mu-
jeres han tenido como
norte el reclamo por la
igualdad dada su condición de
subordinación e inequidad frente
a los hombres, mientras que los
grupos étnicos defienden el dere-
cho a la diferencia y a la diversi-
dad frente a las propuestas de
homogeneidad cultural que carac-
terizan a los Estados-nación. Las
mujeres demandan el respeto de
sus derechos humanos en cuanto
ciudadanas, en tanto que los gru-
pos étnicos exigen sus derechos co-
lectivos. Tales demandas pueden
valorarse como encontradas y en
conflicto, punto de vista desde el
cual se comprende, en parte, la au-
sencia de menciones a la equidad
de género dentro de las políticas
de los afrobogotanos/as.
155NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
No obstante, por lo menos des-
de mediados de los años ochenta, el
llamado feminismo de la diversidad
cuestiona tanto la noción de un su-
jeto “mujer” universal como el pre-
dominio de la diferencia sexual
sobre otras categorías identitarias.
De acuerdo con Mary Dietz, la pers-
pectiva de la diversidad subraya
diferencias, pluralidades y multipli-
cidades; acentúa “la condición si-
tuada, específica e históricamente
encarnada del sujeto femenino”, por
consiguiente, dirige su atención
hacia las identidades étnicas, reli-
giosas, de clase, edad, género y
orientación sexual, entre otras; en
el marco de su proyecto político con-
voca a las “otras” subyugadas, silen-
ciadas, explotadas por la dominación
del sujeto masculino blanco, hete-
rosexual, eurocéntrico u occidental;
por último, para el feminismo de la
diversidad “la articulación, negocia-
ción y reconocimiento de identida-
des o subjetividades [...] sumergidas,
negadas o desdeñadas [...] son una
tarea central de una política femi-
nista de resistencia” (Dietz, 2005:
192-193).
Como se puede observar, las
mujeres no se quedaron luchando
solamente por el igualitarismo. En
América Latina y el Caribe los “En-
cuentros feministas” dan cuenta de
ello. Así en el “III Encuentro” rea-
lizado en Bertioga (Brasil, 1985) se
hicieron evidentes las tensiones de
clase y etnia. En Taxco (México,
1987) la discusión giró en torno a
la expansión del movimiento femi-
nista al movimiento amplio de
mujeres. En San Bernardo (Argen-
tina, 1990) hubo una importante
presencia de redes inter-regiona-
les, en particular de mujeres ne-
gras y lesbianas. En Cartagena
(Chile, 1996) se abordaron la re-
lación con el movimiento de mu-
jeres en un contexto globalizado y
neoliberal y los vínculos del femi-
nismo con las mujeres, pobres,
indígenas, negras y lesbianas
(Álvarez et al., 2003). En suma, en
la Mesa Diversa afloran tensiones
y preguntas históricas del feminis-
mo todavía no resueltas.
Ahora bien, la construcción de
políticas que reconozcan la diversi-
dad tendría que tener en cuenta
premisas como las propuestas por
Boaventura de Sousa Santos (1998)
quien señala que todas las culturas
o grupos tienen concepciones incom-
pletas, problemáticas y diferenciadas
de la dignidad y de los derechos
humanos, y se organizan en su
interior de una manera jerárquica
homogénea, pero también diferen-
ciada. En tal sentido, “el reco-
nocimiento de las debilidades e
incompletitudes recíprocas es la con-
dición sine qua non de un diálogo
transcultural” (Santos, 1998: 360)
cuyo objetivo sería alcanzar una con-
ciencia muy alta de que nuestras
concepciones (y las de los otros) so-
bre los derechos humanos y la dig-
nidad son incompletas. Si tenemos
plena conciencia de que nuestra
concepción del mundo no es úni-
ca, universal, absoluta y verdadera
porque a ella se oponen diversas
concepciones de otras culturas, po-
dríamos entonces dialogar y tratar
de comprender las concepciones de
los otros.
En el caso que me ocupa, no se
trata solamente de diálogos trans o
interculturales, sino del choque y
el conflicto intrínsecos de las dife-
rentes dimensiones de la identidad
de los individuos: sexo, género,
edad, etnia, clase, orientación
sexual, discapacidad u otro tipo de
particularidades, que aunque si-
multáneas, no suelen vivirse y
reivindicarse con la plena concien-
cia de su simultaneidad.
Retomando las discusiones ini-
ciales de la Mesa Diversa, además
de la pregunta ya descrita por la
construcción de políticas que inclu-
yan la diversidad, las mujeres cues-
tionan los modelos hegemónicos de
participación. Se preguntan “¿cómo
politizarnos y a la vez despoliti-
zarnos?”, en franca alusión a la poli-
tiquería y al clientelismo, esta
cuestión es a la vez un llamado a
encontrar formas novedosas de in-
cidencia en los asuntos públicos y,
por tanto, de hacer política.
Las relaciones entre los ámbitos
distrital y local, al igual que entre
la administración y el movimiento
de mujeres, aparecen en el amplio
espectro como relaciones complejas.
En el primer caso, se trata de una
relación conflictiva que remite a
problemas de coordinación, asig-
nación de recursos y delimitación de
competencias, entre otros. En el se-
gundo, los límites que distinguen el
gobierno distrital y el movimiento de
mujeres son difusos, entre otras
razones, porque muchas de las fun-
cionarias de la administración
provienen de las organizaciones
femeninas y/o del partido que gobier-
na. Esta especie de mimetismo en-
tre funcionarias que son al mismo
tiempo militantes feministas y repre-
sentantes del gobierno de la ciudad,
si bien ofrece mayor legitimidad y
apoyo tanto a la administración
como al desarrollo de las políticas,
dificulta la emergencia de posturas
críticas y heterogéneas, corriéndo-
se el riesgo de caer en la homoge-
neización de los discursos y de las
prácticas políticas.
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS156
Los problemas de la
representación: una
voz propia para tener
poder
Con la formulación y lanzamien-
to del Plan de Igualdad de Oportu-
nidades se inicia la segunda fase de
la Mesa Diversa. Ello “exige mate-
rializar los alcances del Plan […] y
promover procesos de autonomía y
corresponsabilidad” (AOPPMYG,
MD: RP). Esta fase condujo al dise-
ño de la metodología “Rutas para la
inclusión”, cuyo objetivo fue la apro-
piación, difusión y puesta en marcha
del PIO. El interrogante que orien-
tó el trabajo giró en torno a “¿Cuál
es el papel de las organizaciones de
mujeres frente al Plan de Igualdad
de Oportunidades?” Al respecto,
hubo acuerdo sobre la necesidad de
conocer y difundir el Plan en las lo-
calidades y en el Distrito, a la vez
que en ejercer funciones de segui-
miento, veeduría y control social. Se
planteó, de igual modo, la necesi-
dad de participar en espacios de
toma de decisiones y en brindar apo-
yo a las alcaldesas locales.
En esta etapa el tema de la re-
presentación fue, quizá, la cuestión
más relevante abordada por la Mesa
Diversa, en la medida en que fue
preciso nombrar representantes que
integraran los nuevos espacios abier-
tos por la administración distrital.
Así, la creación del Subcomité de
Mujer y Géneros del Consejo Distri-
tal de Política Social (CDPS)25
y de
los respectivos subcomités de los
consejos locales de política social
(CLOPS), exigió reflexionar en tor-
no a la representación dada la
necesidad de elegir a sus represen-
tantes. Los criterios y el perfil
propuestos para designar a las dele-
gadas establecen que las candidatas
deben conocer la Política Pública de
Mujer y Géneros y por supuesto el
PIOEG, deben representar alguna
organización que trabaje en favor de
las mujeres y/o de los derechos
humanos, así como contar con
experiencia en instancias de parti-
cipación. Las delegadas deben
posicionar y representar los intere-
ses de las mujeres de la Mesa Diver-
sa y no intereses particulares. Llama
la atención que no se exija a las
candidatas, como requisito para ser
elegidas, un conocimiento más am-
plio sobre las políticas sociales y eco-
nómicas de la ciudad. Al respecto,
hay que reiterar que si en verdad se
busca incidir en la toma de decisio-
nes, no es suficiente conocer y ser
únicamente experta en temas de
mujer y género; es preciso, en con-
secuencia, que las mujeres elegidas
como nuestras representantes en es-
tos espacios, tengan un conocimiento
serio y detallado de los problemas
del Distrito Capital.
La tercera y última fase de la
Mesa Diversa, adelantada entre los
años 2006 y 2007, gira alrededor de
dos temas fundamentales para la
institucionalización de los asuntos
de las mujeres: la creación del Con-
sejo Consultivo de Mujeres26
y la
creación de la instancia rectora res-
ponsable de las Políticas Públicas de
Mujer y Géneros. Abordaré sola-
mente algunos de los aspectos que
giraron en torno al Consejo Consul-
tivo de Mujeres. Me interesa subra-
yar la discusión sobre el concepto de
representación, y los aportes frente al
proceso de elección y el perfil de las
candidatas.
Para las mujeres de la Mesa, la
representación debe estar basada en
la confianza mutua en la medida en
que quien es elegido/a como repre-
sentante, debe asumir el interés ge-
neral o el bien común. Ahora bien,
en sociedades complejas y con múl-
tiples intereses siempre habrá quien
no se sienta representado. La repre-
sentación se comprende también
como un camino de las democracias
para la exigibilidad de los derechos,
el problema consiste en que las mu-
jeres no suelen ser elegidas en los
sistemas de representación y, en ge-
neral, permanecen ausentes de los
espacios de poder. “La representa-
ción es el poder de tener la voz de
uno mismo y de los demás para sen-
tar sus intereses” (El Taller, 2007:
31); en este orden de ideas, algunos
colectivos de la Mesa expresaron la
necesidad de contar con una repre-
sentación que diera cuenta de sus
intereses y demandas específicas a
partir de su contexto y vivencia par-
ticular. Este fue el caso de las muje-
res discapacitadas, quienes llamaron
la atención sobre las diferencias
sustantivas existentes entre ellas
mismas, de forma que una persona
con una discapacidad visual no po-
dría representar a quienes tienen un
problema auditivo o psico-motor. En
el mismo sentido, se manifestaron las
mujeres LGBT, quienes para efectos
de la elección del Consejo Consul-
tivo, solicitaron una representante
lesbiana, una transgenerista y otra
transexual.
En consecuencia, tendríamos
que preguntarnos: ¿deben todas las
múltiples diferencias e identidades
individuales y colectivas tener re-
presentación? ¿Si una persona sorda
no puede representar a otra con otro
tipo distinto de discapacidad, cuál
es el límite o la amplitud de repre-
sentación proporcional de la enor-
me cantidad de grupos minoritarios,
con demandas específicas, en espa-
cios como el Consejo Consultivo?
157NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva,
collage, 1987.
Aquí vale la pena citar de manera
extensa a Phillips:
¿Se supone que hemos de elegir
estudiantes, pensionados, desem-
pleados en números que reflejen
su proporción en la sociedad? ¿Se
supone que hemos de tener
representaciónproporcionaldeto-
das las clasificaciones ocupacio-
nales, de todas las religiones, de
todas las minorías raciales y
lingüísticas? ¿Se supone que he-
mos de hacer investigaciones
cadacincoañossobreelnú-
mero de lesbianas y homo-
sexuales para asegurar su
representación justa en el
Parlamento? […] La de-
mocracia representativa
no puede producir un per-
fecto reflejo de la sociedad:
la única garantía de ello es
que todos los ciudadanos se
reunieran en asamblea nacio-
nal (Phillips, 1996: 71).
Frente a la demanda de repre-
sentación de los grupos cuyos dere-
chos han sido vulnerados, lo que se
evidencia es el fracaso de la socie-
dad, los partidos y los gobiernos para
dar respuesta a sus necesidades, res-
petar su diversidad y garantizarles
de manera efectiva el desarrollo de
sus capacidades y el ejercicio de sus
libertades y formas de vida. Aunque
la Mesa Diversa refleja la inmensa
riqueza, complejidad y pluralidad de
los actores sociales, y como experien-
cia aporta valiosos aprendizajes, tam-
bién evidencia, de una parte, la
exclusión política, económica y so-
cial de estos grupos en la voz de las
mujeres, y de otra, muestra la frag-
mentación de los intereses colecti-
vos y de la sociedad civil, así como
las dificultades de la representación.
De este modo, por ejemplo, no es
clara la relación entre las deman-
das específicas de cada grupo
poblacional, sean mujeres, afrodes-
cendientes, discapacitadas, despla-
zadas u otras, con las cuestiones
macro, mezzo y micro de la econo-
mía y de la política, y en general,
con las políticas sectoriales (educa-
ción, salud, vivienda, movilidad,
hábitat, cultura, etc.). Se trata de
temas que, además, han sido consi-
derados como los verdaderamente
importantes para las políticas públi-
cas y la sociedad, y que se asume,
son de interés general. Lo que lleva
al interrogante planteado por Celi-
berti y Vargas (2003): ¿cómo conci-
liar, sin establecer jerarquías, los
niveles macro, medio y micro y
cómo, en consecuencia, construir la
agenda? El problema esbozado, se-
gún las autoras, es de orden teórico
y, sobre todo, de orden político.
Aparte del debate sobre la re-
presentación, las mujeres de la Mesa
Diversa avanzaron en la definición
de criterios para el proceso de se-
lección y el perfil de las candidatas.
Además de los requisitos ya mencio-
nados para las postuladas al Subco-
mité de Mujer y Géneros del CDPS,
se destacó el llamado para que las
mujeres elegidas para integrar el
Consejo Consultivo “representen los
intereses generales, desde una pers-
pectiva de género, superando los
intereses particulares de cada orga-
nización y de cada localidad” (El Ta-
ller, 2007:21). Las representantes
debían tener “hojas de vida
impecables y sin anteceden-
tes judiciales” e igualmente
estar comprometidas con la
equidad y la inclusión
social. De igual modo,
debían ser mujeres con ex-
periencia y trabajo con las
organizaciones, líderes de
base y sin que constituyera
un requisito poseer un títu-
lo profesional. El perfil debía
dar prioridad a la experiencia por
encima del nivel de escolaridad27
.
Por último, si representación es
tener acceso al poder y a los espa-
cios de decisión, las integrantes de
la Mesa Diversa reiteraron la esca-
sa o nula participación femenina en
estos escenarios, a lo que se suma el
carácter consultivo y no decisorio del
Consejo Consultivo de Mujeres.
Consideraciones finales
Entre las múltiples políticas que
le han dado un nuevo rostro y una
sensibilidad distinta a la ciudad de
Bogotá, se destacan las diferentes
políticas poblacionales, y en parti-
cular, las dirigidas a las mujeres des-
de una perspectiva de género, las
cuales llegaron a las agendas de go-
bierno de la mano de feministas
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS158
durante el segundo mandato de
Antanas Mockus (2001-2003), y del
movimiento social de mujeres en la
administración de Luis Eduardo
Garzón (2004-2007). En el gobierno
del primero, la incidencia feminista
fue producto de muy pocos liderazgos
individuales de funcionarias com-
prometidas con la equidad de géne-
ro, que no obstante lograron dejar
algunos cimientos y el
terreno abonado.
Por el contrario, la
campaña y posterior vic-
toria electoral del primer
candidato de izquierda a
la Alcaldía de Bogotá,
abrió una ventana única
para que los asuntos de
mujer y género llegaran
con mayor legitimidad a
la agenda pública, como
consecuencia de los pro-
cesos de concertación del
movimiento de mujeres,
por un lado, con el alcal-
de electo, y por otro, con
los diferentes grupos de
mujeres con los cuales
fue preciso hacer alianzas
y conciliar intereses. En
esta coyuntura, la doble
militancia rindió sus fru-
tos y resultó favorable para
los asuntos de género.
La Mesa Diversa de las Mujeres
como escenario de encuentro, de-
bate y construcción de políticas pú-
blicas incluyentes de la diversidad,
fortalece el ejercicio de la ciudada-
nía femenina y enriquece la demo-
cracia participativa. Podríamos
inferir que su incidencia, así como
la de la Política Pública de Mujer y
Géneros, responsable de su coordi-
nación, y por extensión, la inciden-
cia del movimiento de mujeres, no
se limitó solamente a los asuntos de
su interés, puesto que el respeto a
la diversidad y a la diferencia, y en
particular, a la equidad de género,
fueron apropiados de manera trans-
versal en las demás políticas formu-
ladas: la de los/as jóvenes, las
personas con discapacidad y la po-
blación LGBT. La excepción fue la
política pública para los/as afro-
descendientes.
Habría que resaltar que la for-
mulación de todas estas políticas
representa un avance sustancial
porque efectivamente aquellas in-
corporan una mirada diferencial y
reconocen la diversidad en sus múl-
tiples expresiones. Es más, los avan-
ces normativos y los lineamientos de
acción de las políticas, que no se
pueden considerar como pura retó-
rica, van más rápido de lo que se
puede esperar de la ciudadanía, en
lo que tiene que ver con la equidad
de género y la diversidad sexual, que
son las que generan más resistencia
cuando no rechazo abierto y violen-
to. Seguramente, la mayoría se mue-
ve en el terreno del discurso de lo
“políticamente correcto” sin cuestio-
nar sus prejuicios anclados en el
clasismo, el sexismo, el racismo y la
homofobia, pero ya con-
tamos con instrumentos
jurídicos y políticas para
hacer efectivos los dere-
chos, aplicar acciones
afirmativas y transformar
la realidad.
Aún es pronto para
hacer un balance reposa-
do de estas políticas, es
decir, se puede dar cuen-
ta sobre todo de su for-
mulación, dado que su
etapa de ejecución toda-
vía es muy reciente. Sin
embargo, comparto el
campanazo de alerta que
hace el Informe de desa-
rrollo humano de Bogotá
(2008), al llamar la aten-
ción sobre tres riesgos
identificados en los espa-
cios de la democracia
participativa, a saber: 1.
la estatalización de la participación,
2. la sobreoferta de instancias y 3. la
profesionalización de la actividad
participativa (PNUD, 2008: 39).
En el caso de la estatalización, la
participación no es tanto el resulta-
do de organizaciones sociales autó-
nomas con capacidad de incidencia,
sino que se manifiesta más a través
de liderazgos individuales que asis-
ten a los escenarios creados por la
administración distrital. Existe, de
otra parte, una sobreoferta de espa-
Collage de John Digby para Ludwig Zeller.
En A Celebration (1927-1987), Canadá.
159NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
cios para la participación ciudada-
na, lo que considero se explica, a su
vez, por la emergencia de nuevos
actores que reclaman visibilidad y
reconocimiento y por el cumplimien-
to de las nuevas normas que rigen
hoy para cada grupo poblacional y
que ordenan la creación de comi-
siones, comités, subcomités, conse-
jos consultivos en los ámbitos
distrital y local, más la conforma-
ción de múltiples mesas de trabajo
organizadas por intereses identi-
tarios, sectoriales, urbanos, etc. El
problema, según el IDH Bogotá
(2008), es que esta proliferación de
escenarios no ha generado satisfac-
ción y legitimidad.
Así mismo, vale la pena desta-
car la cantidad, nada despreciable,
de organizaciones sociales. Se cal-
cula, por ejemplo, que en la Mesa
Diversa han participado 600 muje-
res que representan 230 organizacio-
nes (Alcaldía Mayor de Bogotá,
2008: 50) y que existen en la ciu-
dad cerca de 122 organizaciones
afro, raizales y palenqueras (El Tiem-
po, marzo 12de 2008: 2-9). Esto pue-
de reflejar, de una parte, la vitalidad
y el dinamismo de las organiza-
ciones, pero también puede ser
evidencia de su fragmentación e in-
capacidad de aglutinación y repre-
sentación, tanto dentro de los grupos
como entre los diferentes grupos y
organizaciones entre sí. La profe-
sionalización, consecuencia de los dos
primeros riesgos, conduce a que
sean cada vez más los/as activistas
distritales y/o locales quienes acu-
den a los espacios formales de parti-
cipación, en lugar de ciudadanos/as
interesados/as en participar.
Por último, sería deseable que en
su devenir, las mujeres de la Mesa
Diversa debatieran, cada vez más,
sus concepciones y aportes alrede-
dor de la ciudad, las políticas eco-
nómicas y sectoriales (educación,
salud, vivienda, hábitat, movilidad)
o sobre su noción de los derechos
humanos, por supuesto, de manera
articulada con la equidad de géne-
ro. La ciudad ha ganado en el reco-
nocimiento e interlocución de los
diferentes actores, que por razón de
su sexo, género, edad, orientación
sexual, etnia o condiciones de disca-
pacidad, han sido objeto de discri-
minación. Los avances se pueden ver
en dos niveles: en primer lugar, se
involucró a cada grupo o población,
según su demanda particular, lo que
implica, por tanto, el fortalecimien-
to de su ciudadanía colectiva e in-
dividual en cuanto jóvenes, mujeres,
afrodescendientes, LGBT o con
discapacidad; en segundo término,
la interlocución y puesta en común
de sus demandas condujo a la crea-
ción de alianzas y a la adopción de
un enfoque diferencial y un marco
de derechos más amplio, no restrin-
gido a los intereses únicos y especí-
ficos de cada grupo poblacional. Esto
se evidencia, no sin contradiccio-
nes, en la Mesa Diversa y, sobre
todo, en las políticas, diferenciadas
pero relacionadas, que orientan la
acción pública de cada colectivi-
dad. De otra parte, la forma como
la ciudadanía en su conjunto per-
cibe y siente las nuevas políticas,
así como a los actores que las en-
carnan, son cuestiones que están
por investigarse.
La relación de las políticas
poblacionales con las políticas sec-
toriales es todavía un camino difícil
y complejo que requiere una mayor
voluntad política de los gobernan-
tes y de los/as funcionarios/as de ni-
vel decisorio. En otras palabras, a
pesar de los avances que presenta
Bogotá, según parece, el peso asig-
nado a las políticas de reconocimien-
to y a las de redistribución continúa
desequilibrando la balanza.
No obstante, en un contexto de
crisis globalizada y expectación, el
reto propuesto tanto para la investi-
gación como para la acción femi-
nistas, se expresa en la siguiente
pregunta de Nancy Fraser: “¿Cómo
podemos integrar las reivindicacio-
nes de redistribución, reconocimien-
to y representación para desafiar el
amplio abanico de injusticias de gé-
nero en un mundo globalizado?”
(Fraser, 2008: 208).
Citas
1 En los documentos de política consulta-
dos se hace referencia a personas con li-
mitación y/o discapacidad, en condición
o situación de discapacidad. En adelan-
te, me refiero a esta población como per-
sonas o mujeres con discapacidad, que es
la designación más utilizada en el Decre-
to 470 de 2007, “Por el cual se adopta la
Política Pública de Discapacidad para el
Distrito Capital –PPDD–”. Dada la im-
portancia del lenguaje y la forma como se
nombra a las personas y se definen sus
problemas, no sobra aclarar que la PPDD
define la discapacidad: “como un con-
cepto complejo y multicausal cuya com-
prensión requiere la no-adscripción a
posturas dicotómicas, unidimensionales
y excluyentes sino la adopción de diver-
sas posturas conceptuales [...] es el resul-
tado de una relación dinámica de la per-
sona con los entornos políticos, sociales,
económicos, ambientales y culturales
donde encuentra limitaciones o barreras
para su desempeño y participación en las
actividades de la vida diaria” (Decreto
470 de 2007, art. 3). En sentido estricto,
en esta política no se precisa el concepto
de discapacidad, por el contrario, el artí-
culo 3 concluye que no “existe un con-
senso universal de su significado”.
2 En español, la sigla LGBT ha sido adop-
tada por las organizaciones y activistas
que defienden los derechos, el reconoci-
miento y el respeto de las personas con
una orientación sexual diferente a la he-
NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS160
terosexual, o con identidades de género
diversas. LGBT incluye personas lesbia-
nas, gay, bisexuales, transgeneristas,
intersexuales, queer, travestis y questioning
(que no están seguras de su orientación
sexual). (Colombia Diversa, 2005).
3 Uno de los pilares del eje social del Plan
de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia
fue la dimensión poblacional la cual
permite no solo tener en cuenta el ci-
clo de vida de las personas, sino identi-
ficar grupos específicos que requieran
acciones afirmativas para lograr su in-
clusión social. Acorde con este enfo-
que me referiré a las políticas dirigidas
a los grupos poblacionales. No obstan-
te, las mujeres al frente de las políticas
aclaran que ellas no son un sector de la
población, son la mitad; además están
en todos los grupos poblacionales
(Barreto, 2006:35).
4 En Colombia, la creación en 1990 de la
Consejería Presidencial para la Juven-
tud, la Mujer y la Familia y la promul-
gación de la Constitución Política en
1991 constituyen hitos de obligada refe-
rencia para el surgimiento y desarrollo de
tales políticas.
5 Es importante destacar que a partir de la
primera administración de Antanas
Mockus (1995-1997), las mujeres han
tenido una alta presencia en los gabine-
tes de gobierno y han estado dirigiendo
los destinos de la ciudad. En efecto, ellas
ocuparon en este período el 34% de los
cargos de mayor nivel decisorio, y alcan-
zaron la paridad con el 48% de los cargos
en la administración de Enrique Peñalosa
(1998-2000); en el segundo mandato de
Mockus (2001-2003), llegaron al 61%
de los cargos directivos, y en el gobierno
de Luis Eduardo Garzón (2004 -2007),
la proporción fue de 42% (Fuentes y
Peña, 2009).
6 Esta sección se hace con base en las en-
trevistas realizadas a Juanita Barreto, fe-
minista académica, nombrada por el al-
calde mayor como asesora de la Política
Pública de Mujer y Géneros, y a Marta
Buriticá, sindicalista de la Casa de la
Mujer Trabajadora de la CUT, también
asesora de la PPMYG. Entrevistas efec-
tuadas por la autora de este artículo el 22
de noviembre de 2005 y el 28 de mayo de
2007, respectivamente.
7 El partido Polo Democrático Indepen-
diente reunía a diversos grupos indepen-
dientes no adscritos a los partidos tradi-
cionales. En 2006, por efecto de la
reforma política de 2003, se alía electo-
ralmente con la coalición de la izquierda
tradicional Alternativa Democrática y
juntos crean el partido Polo Democráti-
co Alternativo.
8 Hay que destacar que es la primera vez
que un candidato de la izquierda llega a
la alcaldía del Distrito Capital.
9 El Plan fue aprobado en agosto de 2005
por el Consejo Distrital de Política So-
cial, y tiene como antecedente normati-
vo el cumplimiento del Acuerdo 091 de
2003, aprobado en la administración de
Antanas Mockus.
10 El Plan de Igualdad de Oportunidades se
estructuró en torno a los siguientes dere-
chos: a una vida libre de violencias, a la
participación y la representación de las
mujeres, al trabajo digno e ingresos jus-
tos, a una salud plena, a una educación
con equidad y a una cultura libre de
sexismo (Alcaldía Mayor de Bogotá,
2007b).
11 El Decreto 546 de 2007 reglamenta las
Comisiones Intersectoriales del Distrito
Capital y, dentro de ellas, la Mesa de Tra-
bajo de Mujer y Género. Más delante se
da cuenta de otros espacios creados por
las administraciones.
12 Las “oportunidades de elección” son co-
yunturas favorables para que un asunto
o problema, entre otros tantos, sea con-
siderado como prioritario en la agenda
pública. Las elecciones, los cambios de
gobierno, la conformación de las agen-
das gubernamentales, la composición del
Congreso, el cambio de funcionarios/as
en cargos decisorios, las crisis y las catás-
trofes crean oportunidades de elección
(Elder y Cobb, 1996: 98).
13 En el Encuentro Feminista en Costa de
Sol (Salvador, 1993) ya no se conside-
ró que la doble militancia fuera algo in-
compatible, por el contrario se dio un
reconocimiento a las luchas revolucio-
narias de países como Nicaragua, El Sal-
vador y Honduras y al rol que las femi-
nistas jugaron en estos procesos (Álvarez
et al., 2003).
14 Los Lineamientos para las mujeres se en-
cuentran en: Alcaldía Mayor de Bogotá
-DABS, 2004a, “Lineamientos genera-
les de política social para Bogotá, 2004-
2014. Una aproximación desde los dere-
chos de la niñez, la juventud, las muje-
res, las personas mayores y la familia”,
Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá D.C-
DABS.
15 El análisis comparado de las políticas de
mujer y género de las administraciones
de Antanas Mockus y Luis Eduardo Gar-
zón, en particular de los Lineamientos
de Política Social para las Mujeres y del
Plan de Igualdad de Oportunidades se
puede ver en Fuentes (2007).
16 El aporte de la Escuela de Estudios de
Género y del Grupo Mujer y Sociedad
de la Universidad Nacional ha sido reco-
nocido por las funcionarias al frente de
las políticas en los encuentros realizados
con las instancias rectoras de las políti-
cas de igualdad de género, en el nivel
local, en el país y en la región (Barreto,
2006; Sánchez, s/f).
17 El apoyo de la cooperación internacio-
nal, y en particular de la Agencia Espa-
ñola de la Cooperación para el Desarro-
llo (AECI) se documenta en: (Fuentes y
Peña, 2009).
18 Esta sección se elabora con base en las
actas de las reuniones de la Mesa Diver-
sa de Mujeres, realizadas entre los años
2004 y 2006, y algunos informes que
recogen esta experiencia. Estos docu-
mentos se encuentran en el archivo de
la oficina de la política pública de mujer
y géneros de la Alcaldía Mayor de Bogotá,
en adelante se citarán como AOPPMYG.
No es posible citar de manera exacta
porque no se encuentran todas las ac-
tas, otras no tienen fechas ni autor/a,
no tienen numeración y no guardan un
formato que permita ordenar y sistema-
tizar con facilidad la información.
19 En adelante se citará como AOPPMYG,
MD: RP. En este informe se hace un re-
cuento detallado del itinerario, el con-
texto y los problemas de la Mesa en cada
etapa. Se encuentra en el archivo de la
oficina de la PPMYG, su título es Revi-
viendo el Proceso, sólo aparece el mes y el
día (noviembre 28).
20 De acuerdo con el informe “Reviviendo
el proceso”, la Mesa Diversa pasó por tres
momentos entre los años 2004 y 2007.
La periodización que aquí se presenta se
basa en este documento.
21 Bogotá es la primera ciudad de Colombia
y la segunda en América Latina que ha
adoptado una política pública para su po-
blación afrodescendiente. En ella se hace
énfasis en las acciones afirmativas dirigi-
das a reconocer su diversidad cultural y a
garantizar sus derechos. Acuerdo 175 de
2005, “por medio del cual se establecen
los lineamientos de la Política Pública
para la Población Afrodescendiente re-
sidente en Bogotá y se dictan otras dispo-
siciones”. Decreto 151 de 2008, “Por el
cual se adoptan los lineamientos de Polí-
ticaPúblicaDistritalyelPlandeAcciones
Afirmativas, para el Reconocimiento
de la Diversidad Cultural y la Garantía de
los Derechos de los Afrodescendientes”.
161NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES
22 Decreto 151 de 2008, política pública de
afrodescendientes. Artículo 4, numeral
8: “Reconocimiento y apoyo a las diná-
micas socioculturales, económicas y
organizativas particulares de los afro-
descendientes, incluyendo las perspecti-
vas de género y generacionales”. Los
lineamientos de política del Decreto 175
de 2005 no incluyen el enfoque de género.
23 De los seis consejos formales dentro de
los cuales las mujeres tienen representa-
ción de sus organizaciones, el único donde
ellas no son minoría es el Consejo Con-
sultivo de Comunidades Negras (Alcal-
día Mayor de Bogotá, 2008).
24 Consultar el Acuerdo 175 de 2005, el
Decreto 482 de 2006, el Decreto 403 de
2007, el Decreto 470 de 2007, el Decre-
to 608 de 2007 y el Decreto 151 de 2008.
25 Este Subcomité se creó en cumplimien-
to del Decreto 093 de 2004, “por medio
del cual se reestructura el Consejo
Distrital de Política Social (CDPS)”,
conformado por el Decreto 679 de 2001.
El CDPS es una instancia de carácter
mixto para la concertación y el segui-
miento de las políticas sociales de Bogotá.
26 Decreto 403 de 2007. Artículo 1. “El
Consejo Consultivo es la instancia de
coordinación entre los procesos y las
organizaciones de mujeres del Distrito
Capital y la Administración Distrital,
enelmarcodelaPolíticaPúblicadeMujer
y Géneros. Es un organismo de carác-
ter técnico y político, que representa
las necesidades e intereses de las muje-
res que habitan el Distrito Capital,
considerando la diversidad genera-
cional, cultural, étnico-racial, territo-
rial, socio-económica e ideológica, de
orientación sexual y las distintas capa-
cidades motoras, visuales, auditivas,
psicológicas y cognitivas”.
27 Este criterio contrasta con uno de los
problemas más preocupantes detectados
por la Federación de Municipios de Co-
lombia y es, precisamente, la falta de es-
colaridad de los/as concejales.
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en: <http://www.letraslibres.com/index.
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Documentos legales
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ D. C.,
2004, Decreto 093 de 2004. Por el cual se
reestructura el Consejo Distrital de Políti-
ca Social y se definen los criterios básicos
para la conformación de los Consejos Lo-
cales de Política Social, Bogotá.
________, 2006, Decreto 482 de 2006. Por el
cual se adopta la Política Pública de Juven-
tud para Bogotá D.C. 2006-2016, Bogotá.
________, 2007, Decreto 403 de 2007. Por el
cual se crea y estructura el Concejo Con-
sultivo de Mujeres, Bogotá.
________, 2007, Decreto 470 de 2007. Por
el cual se adopta la Política Pública de
Discapacidad para el Distrito Capital,
Bogotá.
________, 2007, Decreto 546 de 2007.
Por el cual se reglamentan las Comi-
siones Intersectoriales del Distrito Ca-
pital, Bogotá.
________, 2007, Decreto 608 de 2007. Por
medio del cual se establecen los linea-
mientos de la Política Pública para la ga-
rantía plena de los derechos de las personas
lesbianas, gay, bisexuales y transgeneristas
-LGBT- y sobre identidades de género y
orientaciones sexuales en el Distrito Capi-
tal, y se dictan otras disposiciones, Bogotá.
________, 2008, Decreto 151 de 2008. Por el
cual se adoptan los lineamientos de Política
Pública Distrital y el Plan Integral de Ac-
ciones Afirmativas, para el Reconocimiento
de la Diversidad Cultural y la Garantía de
los Derechos de los Afrodescendientes,
Bogotá.
CONCEJO DE BOGOTÁ D. C., 2003,
Acuerdo 091 de 2003. Por el cual se esta-
blece el Plan de Igualdad de Oportunidades
para la Equidad de Género en el Distrito
Capital, Bogotá.
________, 2005, Acuerdo 175 de 2005. Por
medio del cual se establecen los linea-
mientos de la Política Pública para la
Población Afrodescendiente residente
en Bogotá y se dictan otras disposicio-
nes, Bogotá.
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE
COLOMBIA, 1991, Constitución Políti-
ca de Colombia, Bogotá, Senado de la
República.
________, 1993, “Decreto Ley 1421 de 1993.
Por el cual se dicta el régimen especial
para el Distrito Capital de Santa Fé de
Bogotá”, en: Diario Oficial, No. 40958
de julio 22 de 1993, Bogotá, Senado de
la República.
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Politicas Publicas para la Diversidad en Bogota

  • 1. Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=105112060012 Redalyc Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Fuentes Vásquez, Lya Yaneth Políticas públicas para la diversidad en Bogotá: la incidencia de las mujeres Nómadas, Núm. 30, abril-sin mes, 2009, pp. 148-162 Universidad Central Colombia ¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista Nómadas ISSN (Versión impresa): 0121 7550 nomadas@ucentral.edu.co Universidad Central Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
  • 2. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS148 Políticas públicas para la diversidad en Bogotá: la incidencia de las mujeres* Lya Yaneth Fuentes Vásquez** Este artículo analiza la participación de las organizaciones de mujeres en la llegada de los asuntos de mujer y género a las agendas de gobierno en la ciudad de Bogotá, así como su incidencia en la formulación de políticas públicas, entre 2004 y 2007. Frente a la pregunta sobre cómo construir políticas para la diversidad, en el marco de la Mesa Diversa de Mujeres, interesa destacar la emergencia de voces y actores que reclaman demandas diferenciadas y se examinan las reflexiones y debates de los grupos que buscan el reconocimiento de sus identidades y que lograron posicionar sus demandas en la agenda distrital. Palabras clave: políticas públicas, participación de las mujeres, diversidad, identidades, género, Bogotá. Este artigo analisa a participação das organizações de mulheres, na chegada dos assuntos de mulher e gênero às agendas do governo na cidade de Bogotá, assim como sua incidência na formulação de políticas públicas, entre 2004 e 2007. Diante da pergunta de como construir políticas para a diversidade, no marco da Mesa Diversa de Mulheres, interessa destacar a urgência de vozes e atores que exijam demandas diferenciadas e se examinam as reflexões e debates dos grupos que procuram o reconhecimento de suas identidades e que conseguem posicionar suas demandas na agenda distrital. Palavras-chaves: políticas públicas, participação das mulheres, diversidade, identidades, gênero, Bogotá. The increasing participation of women organizations in the Bogotá government agendas is analyzed in this article as well the importance they have had in formulating some public policies from 2004 to 2007. Facing the question about the way of planning policy for diversity, Mesa Diversa de Mujeres is interested in highlighting the variety of new voices and actors making their own demands and in examining the reflections and debates of some collectives looking for recognition of their identities which have succeed in positioning their demands into the Bogotá’s government agenda. Key words: public policy, women’s participation, diversity, identities, genre, Bogotá. * Con ocasión de los quince años de la Revista Nómadas, quiero hacer un reconocimiento especial a María Cristina Laverde Toscano, a quien se debe la creación de la línea de investigación Género y Cultura, en la Universidad Central. La búsqueda y sistematización de la información requerida para este artículo fue realizada por Verónica Fuentes Realpe. Agradezco a las y los lectores del artículo sus comentarios y aportes. ** Socióloga. Magíster en Estudios de Mujer, Género y Desarrollo de la Univer- sidad Nacional de Colombia. Docente/investigadora, coordinadora de la línea Género y Cultura del IESCO - Universidad Central (Bogotá - Colom- bia). E-mail: generoycultura@gmail.com ORIGINAL RECIBIDO: 09-III-2009 – ACEPTADO: 26-III-2009 nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 148-162
  • 3. 149NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva, collage, 1987. Introducción En el año 2006, en el marco de la “X Bienal de arquitectura de Venecia. Ciudades, arquitectura y sociedad”, Bogotá recibió el premio León de Oro a ciudades “por ser un símbolo de esperanza para otras ciu- dades, sean ricas o pobres” (Cobo, 2007: 2). Según el curador de la ex- posición, Richard Burdett, respon- sable de seleccionar las ciudades por sus experiencias innovadoras, los proyectos realizados en Bogo- tá a partir de 1995 conec- tan la realidad física de la urbe con su dimensión social en varios niveles, de tal forma que, nos dice Burdett: “pude ver la inci- dencia de las intervenciones urbanas en la vida cotidiana de los ciudadanos […] sentí [que Bogotá] tenía una histo- ria importante que contar” (Cobo, 2007: 2). En efecto, como producto de políticas innovadoras y de la conti- nuidad de las mismas, en los últi- mos quince años la ciudad presenta cambios normativos, culturales, po- líticos y físico-urbanísticos que han contribuido a mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Según el In- forme de desarrollo humano –IDH 2008–, en Bogotá se constatan avan- ces en los siguientes campos: el es- pacio público, la movilidad de los ciudadanos/as y la cobertura de los servicios públicos domiciliarios; en la ampliación del aseguramiento de la salud y la universalización de la educación básica; en la transforma- ción de la cultura política y el me- joramiento de las condiciones objetivas de la seguridad. Por últi- mo, el informe llama la atención sobre los logros registrados en los comportamientos, costumbres, creen- cias y valores de los bogotanos/as, es decir, en la cultura de la ciudad (PNUD, 2008: 19). Con respecto a los adelantos en la cultura política y la cultura de la ciudad, me interesa destacar la emergencia de nuevas voces y acto- res y la formulación de políticas pú- blicas que reconocen su diversidad y sus demandas diferenciadas. Es más, considero que uno de los lo- gros más significativos, sino el prin- cipal, de lo que va corrido del siglo XXI en Bogotá, ha sido, precisamen- te, la formulación y puesta en marcha de políticas públicas que re- conocen la pluralidad de las voces emergentes de la metrópoli. En este sentido, el diseño de políticas para las mujeres, los afrodescendientes, las personas con discapacidad1 y la población LGBT2 , constituye un hito muy importante y en algunos casos sin precedentes para la ciudad. En el presente artículo me pro- pongo describir y analizar la partici- pación e incidencia del movimiento feminista y de los grupos organiza- dos de mujeres, en la llegada de los asuntos de mujer y género a las agendas y planes de gobierno, así como en la formulación de políticas públicas en su favor, durante la ad- ministración de Luis Eduardo Gar- zón (2004-2007). En particular, me detengo en la creación y desarrollo de la Mesa Diversa de Mujeres, contexto en el cual examino las reflexiones y puntos de encuentro y desencuentro entre los diferentes grupos y voces que buscan el reco- nocimiento de sus identidades y su diversidad, y que lograron posicionar sus demandas en la agenda distrital. Para dar cuenta de los objetivos planteados, me apoyé en tres tipos de fuentes: las políticas públicas formula- das, las cuales se expresan en normas, decretos, acuerdos, lineamientos de política, pla- nes de desarrollo, planes de ac- ción, planes de igualdad de oportunidades e informes de gestión, entre otros documentos; las actas y relatorías de la Mesa Diversa de Mujeres; y, por último, las entrevis- tas realizadas a dos asesoras de la Política Pública de Mujer y Géne- ros (PPMYG). Aquí analizo la formulación de las políticas dirigidas a las mujeres y demás grupos poblacionales3 , es de- cir, la intención manifiesta y enun- ciada, que se expresa sobre todo, en decretos, acuerdos y en algunos pla- nes. No se trata, por consiguiente,
  • 4. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS150 de un examen de la ejecución de dichas políticas. Me apoyo en el es- tudio de actas, relatorías y memo- rias que, por supuesto reconozco, no dan cuenta de la enorme compleji- dad de los debates y tensiones pro- pios de las arenas públicas; así mismo, las fuentes consultadas tam- poco representan todas las voces que con sus demandas enriquecen las agendas y la participación ciudadana. Incidencia del movimiento de mujeres en el Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia Si bien en los años noventa se dieron importantes avances en las políticas de equidad de género en el nivel nacional4 , en Bogotá, los asuntos de las mujeres, desde esta perspectiva, solamente llegaron a la agenda durante el segundo manda- to de Antanas Mockus (2001-2003), como consecuencia, en gran medi- da, de la participación de tres mu- jeres feministas dentro del gabinete de gobierno5 . La inclusión de los asuntos de género en la agenda pú- blica, por lo menos en esta adminis- tración, no se dio en el marco de una amplia movilización y negociación del movimiento de mujeres con las autoridades distritales. Ahora bien, la incorporación de la perspectiva de género en el Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferen- cia. Un Compromiso Social contra la Pobreza y la Exclusión (2004- 2007), de la administración de Luis Eduardo Garzón, constituye una ex- periencia exitosa de negociación del movimiento feminista y de los gru- pos organizados de mujeres con el gobierno de la ciudad6 . Como pro- ducto de este proceso, las mujeres no sólo lograron poner los asuntos de género en la agenda, sino que, como parte del cabildeo y la negociación, obtuvieron cargos de segundo nivel decisorio y asesor en el gobierno distrital, desde los cuales formula- ron y ejecutaron políticas en favor de sus intereses y demandas. El proceso de incidencia de las mujeres en la agenda pública, se inició durante la campaña electoral que llevó al candidato del Polo De- mocrático Independiente (PDI)7 a ocupar el segundo cargo más impor- tante del país, la Alcaldía de Bogo- tá8 . Frente a la coyuntura electoral y a la candidatura de Luis Eduardo Garzón, grupos de mujeres, muchos de ellos militantes y/o simpatizantes del PDI, se organizaron para apoyar la campaña y para concertar una agenda con el candidato. Entre es- tos se destacan: el Colectivo de Mujeres del Polo Democrático, la Red de Mujeres, las sindicalistas de la Federación Colombiana de Edu- cadores (FECODE), de la Comisión de Mujeres de la Asociación Dis- trital de Educadores (ADE) y de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Iniciativa de Mujeres por la Paz y el Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia. Estos grupos realizaron una se- rie de eventos para apoyar la cam- paña, entre ellos se destacó la mesa de trabajo denominada Las Mujeres de los Miércoles, la cual se definió como una mesa abierta en la que también podían participar mujeres que no estaban vinculadas a ningu- na organización. Según lo expresa- do por Juanita Barreto y Marta Buriticá, las mujeres tenían una cla- ra conciencia y voluntad de la ne- cesidad de influir en la agenda pú- blica. Esta mesa, según Buriticá, trabajó alrededor de los siguientes puntos: 1. relación con el candida- to; 2. propuesta de acuerdo y com- promiso real y efectivo del candidato (futuro alcalde) con los asuntos de las mujeres y la agenda de género; 3. inclusión de la agenda de género en el Plan de Desarrollo, con pro- gramas y proyectos específicos, así como con presupuesto para adelan- tar las políticas. El cumplimiento de estos puntos condicionó el apoyo de las mujeres a la campaña de Luis Eduardo Garzón. Una vez elegido el candidato del Polo se inició una segunda etapa en la cual el movimiento de mujeres concertó, temas y cuestiones espe- cíficas que habrían de establecerse en el Plan de Desarrollo como polí- ticas concretas por diseñar y ejecu- tar, con metas por cumplir y con presupuesto asignado. Las mujeres buscaban además institucionalizar las políticas. Para ello se concertó con el alcalde la creación de una instancia rectora de las políticas pú- blicas de mujer y género, lo que que- dó como una de las metas del Plan de Desarrollo. En cumplimiento de los compromisos adquiridos, el burgomaestre nombró a Juanita Barreto, académica feminista, inte- grante del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Co- lombia, como la persona responsable de liderar, en calidad de asesora, las políticas de mujer y géneros en la ciudad. De acuerdo con el balance que realiza el equipo de la Política Pú- blica de Mujer y Géneros, en la visibilización y posicionamiento de estas cuestiones en el Plan de De-
  • 5. 151NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva, collage, 1987. sarrollo, confluyeron cuatro dinámi- cas: 1. el compromiso adquirido por el alcalde con las mujeres y la equi- dad de género, 2. la interlocución y concertación de la asesora de la Po- lítica de Mujer y Géneros y su equi- po de trabajo, 3. la intervención y vocería de las consejeras territoria- les, representantes de las organiza- ciones femeninas dentro del Consejo Territorial de Planeación, quienes convocaron diversos actores con el fin de incluir estas políticas y 4. la movilización y concertación del Movimiento Social de Muje- res, que apoyó la gestión de la asesora y del equipo de la PPMYG (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2005: 41). Como se puede apre- ciar, estas dinámicas eviden- cian la incidencia de las mujeres en el Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia, el cual in- corporó la Política Pública de Mu- jer y Géneros como una perspectiva “orientada a la creación de condi- ciones para alcanzar la igualdad de oportunidades, el ejercicio efectivo de los derechos, el respeto al libre desarrollo de la personalidad y a la diversidad sexual” (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2004b: 3). Esta política se ejecutó a través del programa Bogotá con Igualdad de Oportuni- dades y el proyecto de Institucio- nalización del Plan de Igualdad de Oportunidades y Equidad de Géne- ros, ambos inscritos en el Plan de Desarrollo. Como parte de la ejecución del programa Bogotá con Igualdad de Oportunidades se formuló y puso en marcha el Plan de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género en el Distrito Capital (2004- 2016)9 , convirtiéndose en el primer PIO de la ciudad. De acuerdo con el balance que presentó la adminis- tración de la Política Pública de Mujer y Géneros, éste constituye su logro más significativo. Se crearon también siete Casas de Igualdad de Oportunidades en diferentes loca- lidades y, con el fin de institucio- nalizar y transversalizar las políticas, se creó en 2007 la subsecretaría de mujer, géneros y diversidad sexual dentro de la Secretaría Distrital de Planeación (Alcaldía Mayor de Bo- gotá, 2007a y 2007b). Especial énfasis se le brindó a la atención y prevención de las violencias contra las mujeres y a la promoción del liderazgo y la parti- cipación femenina. Aquí hay que re- saltar que el alcalde, como un he- cho inusual, nombró solamente mujeres para ocupar los cargos de las veinte alcaldías locales que rigen el Distrito Capital. Igualmente valioso resulta el trabajo que se ha realiza- do en las localidades. Son múltiples las acciones adelantadas en cada uno de los diferentes derechos del PIO que no es posible reseñar aquí10 . Sin embargo, considero que el Plan de Igualdad de Oportunidades y la creación de la subsecretaría constituyen los logros más estra- tégicos para las mujeres, así como los importantes desarrollos normativos orientados a garanti- zar la institucionalización de las po- líticas de mujer y géneros y los nuevos escenarios abiertos para la participación ciudadana11 . ¿Qué factores favorecieron la incidencia de las mujeres en la agenda pública? En primer lugar, la campaña electoral de un candidato de izquier- da en el 2003 para ocupar la Alcal- día de Bogotá, creó lo que en política pública se considera una “oportunidad de elección”12 , es de- cir, se dio una coyuntura muy favo- rable para poner en la agenda pública los asuntos de mujer y género. Un segundo aspecto, relaciona- do con el anterior, fue la confluen- cia ideológica y la afinidad de los grupos de mujeres con el candidato del Polo Democrático que repre- sentaba a todas las corrientes de izquierda del país. Como ya se men- cionó, muchas de las mujeres que
  • 6. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS152 militaban dentro del Polo también eran y son militantes feministas, e integraban organizaciones y ONG. Se da entonces un proceso de doble militancia que propició la inclusión de los asuntos de mujer y género en la agenda distrital, lo que no deja de llamar la atención si tenemos en cuenta las históricas tensiones en- tre el feminismo autónomo y los par- tidos de izquierda, las cuales no se han superado del todo. No sobra recordar que, en los años ochenta, la izquierda “revolu- cionaria” consideraba el feminismo como una desviación burguesa que buscaba dividir la lucha principal de la clase obrera frente al gran capi- tal. Como respuesta en los “Encuen- tros feministas latinoamericanos” (Bogotá 1981 y Lima 1983) se recha- zó la doble militancia y la autono- mía del movimiento se asumió como independencia frente a los partidos de izquierda. Esta concepción de la autonomía provocó una división en- tre feministas autónomas y políticas, quienes por el contrario defendían su trabajo dentro de los partidos (Álvarez et al., 2003)13 . Un tercer elemento que favore- ció el ingreso y avance de los asun- tos de mujer y género en la agenda de gobierno fue el hecho de que la administración de Antanas Mockus había colocado los primeros ladrillos, había sentado algunas bases y se contaba con algunas políticas, nor- mas e instrumentos para ampliar el radio de acción e institucionalizar y transversalizar las políticas de mu- jer y géneros. En efecto, el Acuerdo 091 de 2003 establece y ordena al nuevo gobierno la formulación y adopción del Plan de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género. De igual modo, los progra- mas y proyectos para la atención de la violencia intrafamiliar y la violen- cia sexual ya habían ganado un es- pacio dentro de la administración y también en las comunidades. La Noche de las Mujeres fue una ac- ción específica dirigida a sensibili- zar a toda la ciudadanía frente a las violencias y los roles tradicionales de género. También se formularon de manera participativa los Linea- mientos de Política Social para las Mujeres14 ; en esta política 62.9% de las acciones buscaba un cambio es- tructural de la discriminación con- tra mujeres15 . Un cuarto aspecto del proceso fue la creación de alianzas, que po- sibilitaron el trabajo conjunto entre diferentes sectores y organizaciones femeninas durante la campaña elec- toral y, en general, durante el pro- ceso de formulación del Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia, el cual se llevó a cabo con la parti- cipación de la ciudadanía. Estas alianzas dieron paso a la confluen- cia de diversos actores sociales y, por consiguiente, de diversos intereses y demandas. Así, el abanico de ac- tores fue amplio y complejo; se en- contraron las mujeres del Polo, sindicalistas, comunitarias, académi- cas, de los grupos étnicos, con discapacidad, en situación de des- plazamiento por la violencia y voce- ras de la diversidad sexual. Por último, en la gama de facto- res favorables o puntos de encuen- tro, ya dentro del proceso mismo de formulación y ejecución de las polí- ticas de mujer y géneros, se pueden mencionar, entre otros aspectos: la adopción del enfoque de derechos como referente de acción que goza de mucha legitimidad política; la creación y ampliación de espacios formales para el trabajo e interlocu- ción interinstitucional y para la par- ticipación; el desarrollo de estudios y centros de investigación de mujer y género, los cuales brindan un so- porte teórico y técnico muy impor- tante para el diseño y ejecución de las políticas. En particular, la Escuela de Estudios de Género de la Uni- versidad Nacional jugó un papel des- tacado al desarrollar estudios, diagnósticos, investigaciones y pro- cesos de capacitación requeridos por la administración, y al vincular a sus docentes, estudiantes y egresadas como funcionarias responsables del diseño y puesta en marcha de las po- líticas16 ; también fue importante el apoyo técnico, político y económico de la cooperación internacional17 . La Mesa Diversa de Mujeres: políticas para la diversidad18 El Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia. Un Compromiso Social Contra la Pobreza y la Exclusión (2004-2007) tuvo como norte, en el marco del Estado social de derecho, el respeto, protección y promoción de los derechos humanos desde una perspectiva integral. Este enfoque implica reconocer la exclusión y la discriminación históricas que han sufrido diversos grupos poblacio- nales, en razón de su origen social y regional, sexo, edad, etnia y orien- tación sexual, entre otras razones. Tal reconocimiento se hace efecti- vo en el Plan, al adoptar como prin- cipio de acción el respeto por la diferencia y la diversidad y al reco- nocer la ciudad como un escenario inter y pluricultural (Alcaldía Ma- yor de Bogotá, 2007a). Es así como se comprende el derecho a la ciu- dad y como se explica también la
  • 7. 153NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES creación de la Mesa Diversa de Mujeres. La Mesa Diversa fue convocada por el equipo asesor de la Política Pública de Mujer y Géneros en el año 2004 ante la necesidad de cons- tituir un espacio de interlocución con los grupos, organizaciones y re- des femeninas existentes en los ám- bitos distrital y local en Bogotá, de cara a la formulación participativa de las políticas. Tres preguntas se encuentran en el origen de este proceso: ¿cómo construir políticas públicas que apunten al reconoci- miento, garantía y restitución de los derechos de las mujeres en el Dis- trito Capital? ¿Qué tipo de acciones gubernamentales se requieren para hacer efectiva su participación y toma de decisiones? ¿Cómo dar sen- tido y significado político a la vasta experiencia participativa de las mu- jeres que desde la mayor o menor conciencia de sus derechos trabajan por un modelo de ciudad incluyen- te, plural y diverso? (AOPPMYG, Mesa Diversa: s/f)19 . Desde un principio se buscó de- mocratizar “las formas de hacer”, propiciando espacios para la parti- cipación, la construcción de con- fianzas y consensos, así como para “el reconocimiento de la diversidad que nos enriquece, las diferencias que nos constituyen y las desigualdades que nos atraviesan”, recalcándose que “las prácticas, valores y escena- rios democráticos tienen un camino: el diálogo, la interlocución y la negociación de agendas” (AOPP- MYG, MD: RP). Este camino cobra sentido a la luz del interrogante más complejo de la Mesa: ¿cómo cons- truir políticas públicas que integren la diversidad? Una diversidad que expresa la confluencia de identida- des múltiples y yuxtapuestas, pues- to que como espacio y encuentro de voces plurales la Mesa reunió muje- res indígenas, negras, raizales, gita- nas, discapacitadas, desplazadas, jóvenes, adultas mayores, campesi- nas, sindicalistas, líderes comunita- rias, políticas, funcionarias públicas, académicas, trabajadoras sexuales, de las iglesias y con orientaciones sexuales y de género diversas, entre otras. Desde sus primeras reuniones, la Mesa Diversa se definió como un espacio para: reconocer la ciudad desde su diversidad y aceptar las diferencias; la construcción y con- sulta de las Políticas Públicas de Mujer y Géneros; la construcción de una ética ciudadana; la construcción de confianzas; la información, la rea- lización de balances y la rendición de cuentas; el ejercicio del poder y el empoderamiento. También se definió como un espacio de intercambio y conocimiento de experiencias parti- cipativas de las mujeres y las organi- zaciones femeninas (AOPPMYG, MD: RP, Acta No. 4). Durante su primera fase de fun- cionamiento20 (junio de 2004-agosto de 2005), la Mesa Diversa se conso- lidó como un escenario de inter- locución con el gobierno distrital y como espacio de consulta y va- lidación de la formulación del Plan de Igualdad de Oportunidades. En esta etapa, la demanda por el re- conocimiento de la diversidad se “posiciona en el centro de las re- flexiones”, donde cada quien com- parte sus problemas y reclama reconocimiento “desde su particula- ridad” (AOPPMYG, MD: RP). De forma que las reivindicaciones que buscan la visibilidad y la afirmación de las identidades étnicas o de cual- quier otra índole, desplazan o dejan en un segundo plano las demandas e intereses de género de las mujeres. En efecto, las afrodescendientes denuncian el racismo que ha separa- do a las mujeres, exigen el reconoci- miento de sus procesos organizativos y la definición de estrategias de par- ticipación que hagan efectiva su inclusión y su autonomía. Las indí- genas cuestionan la exclusión del sistema educativo y expresan su in- conformidad con las políticas públi- cas que desconocen la diversidad y el respeto de otras culturas. Las mujeres con alguna discapacidad denuncian la invisibilización de su trabajo organizativo, el desempleo, las dificultades y la falta de recursos para la participación, además de los códigos masculinos imperantes en la comunicación que impiden sus pro- pias formas de expresión como discapacitadas. Las jóvenes y las mujeres del pueblo rom reclaman su invisibilización en el Distrito. Por último, las lesbianas, bisexuales y transgeneristas reconocen el avance de la administración al convocarlas a la Mesa Diversa y, a diferencia de las anteriores, hacen explícita su po- sición para que en este espacio se le asigne un “valor a los intereses espe- cíficos de las mujeres” (AOPPMYG, MD: RP). En esta etapa, los problemas y requerimientos expuestos no articu- lan y no hacen referencia a las de- mandas propias de las mujeres. Denuncian el racismo, el clasismo y la discriminación en razón de su condición particular, dando la im- presión de que las cuestiones de género se perciben como algo exter- no a sus comunidades o grupos de referencia. En efecto, las mujeres de poblaciones étnicas no asumen una
  • 8. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS154 John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva, Collage, 1987. postura crítica frente al sexismo y el machismo que prevalece en sus co- lectividades. Sin que esto sea nada nuevo llama la atención su persis- tencia y la actitud refractaria fren- te a la equidad de género evidente sobre todo en los grupos étnicos. En este punto vale la pena rei- terar, de acuerdo con Amartya Sen, el carácter simultáneo, múltiple y contextual de las identidades, lo que se expresa claramente en el marco de la Mesa Diversa donde es posi- ble ser, al mismo tiempo, mujer, jo- ven, colombiana, bogotana y negra, así como trabajadora, funcionaria distrital, madre y amiga, entre otras múltiples posibilidades identitarias. Al respecto, Anthony Appiah (cit. Sen, 2000) plantea la necesidad de regular y cuestionar el “imperialis- mo de la identidad” visible en las identidades raciales. En este orden de ideas, siguiendo a Appiah, si una determinada identi- dad, sea étnica, religio- sa o de cualquier otra índole, se asume como única puede conducir a “nuevas tiranías” y reproducir en defensa de la cultura y la tradición, tiranías milenarias que perpetúan la subordinación femenina. Llama la atención que de las políticas poblacionales formuladas en Bogotá, entre los años 2005 y 2008, la única que no adopta de manera transversal una perspectiva de género, ni tiene un lenguaje in- cluyente, es la política pública diri- gida a los/as afrodescendientes de la ciudad21 . En ésta sólo se hace una breve mención a las diferencias de género en uno de sus artículos22 , a pesar de la significativa participación de las mujeres en el Consejo Con- sultivo de Comunidades Negras23 . En contraste, las políticas públicas dirigidas a los jóvenes, a la pobla- ción LGBT y a las personas con discapacidad incluyen en sus enfo- ques, principios, lineamientos y ob- jetivos la equidad de género de manera articulada con el Plan de Igualdad de Oportunidades. Las tres presentan un lenguaje incluyente pudiéndose afirmar que su formula- ción adopta de forma amplia y trans- versal el reconocimiento y respeto de la diversidad y la diferencia como principios guías para la acción24 . La omisión y posible resistencia de algunos grupos étnicos, en parti- cular de los y las afrobogotanos a incorporar en sus políticas el enfo- que de género y la diversidad sexual, se explica en parte por la defensa de la identidad cultural y racial de sus comunidades. Además, las reivindi- caciones feministas suelen percibirse como un obstáculo o un riesgo para la preservación de sus identidades étnicas y culturales. Al respecto, Sonia Álvarez se- ñala cómo al inicio de los años no- venta en el Brasil, “muchas de las militantes en los grupos de mujeres negras rechazaban el calificativo de feministas” (1994: 275). Entre las razones que, según la autora, expli- caban esta postura estaba el temor de perder el apoyo de los hombres afrobrasileños, dado que para ellos las reivindicaciones de género, de cara a la lucha contra la discrimi- nación racial, eran una cuestión secundaria; además de ser una de- manda burguesa de las mujeres blan- cas de los países desarrollados. En consecuencia, las mujeres negras debían trabajar unidas con los hom- bres negros por su causa común con- tra la opresión racial. Para otras, el racismo de las feministas blancas ha- bía dejado una fisura irreparable. Por el contrario, también había mujeres afrobrasileñas que se reconocían como feministas y luchaban por una agenda más amplia (Álvarez, 1994). Históricamente las luchas de las mu- jeres han tenido como norte el reclamo por la igualdad dada su condición de subordinación e inequidad frente a los hombres, mientras que los grupos étnicos defienden el dere- cho a la diferencia y a la diversi- dad frente a las propuestas de homogeneidad cultural que carac- terizan a los Estados-nación. Las mujeres demandan el respeto de sus derechos humanos en cuanto ciudadanas, en tanto que los gru- pos étnicos exigen sus derechos co- lectivos. Tales demandas pueden valorarse como encontradas y en conflicto, punto de vista desde el cual se comprende, en parte, la au- sencia de menciones a la equidad de género dentro de las políticas de los afrobogotanos/as.
  • 9. 155NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES No obstante, por lo menos des- de mediados de los años ochenta, el llamado feminismo de la diversidad cuestiona tanto la noción de un su- jeto “mujer” universal como el pre- dominio de la diferencia sexual sobre otras categorías identitarias. De acuerdo con Mary Dietz, la pers- pectiva de la diversidad subraya diferencias, pluralidades y multipli- cidades; acentúa “la condición si- tuada, específica e históricamente encarnada del sujeto femenino”, por consiguiente, dirige su atención hacia las identidades étnicas, reli- giosas, de clase, edad, género y orientación sexual, entre otras; en el marco de su proyecto político con- voca a las “otras” subyugadas, silen- ciadas, explotadas por la dominación del sujeto masculino blanco, hete- rosexual, eurocéntrico u occidental; por último, para el feminismo de la diversidad “la articulación, negocia- ción y reconocimiento de identida- des o subjetividades [...] sumergidas, negadas o desdeñadas [...] son una tarea central de una política femi- nista de resistencia” (Dietz, 2005: 192-193). Como se puede observar, las mujeres no se quedaron luchando solamente por el igualitarismo. En América Latina y el Caribe los “En- cuentros feministas” dan cuenta de ello. Así en el “III Encuentro” rea- lizado en Bertioga (Brasil, 1985) se hicieron evidentes las tensiones de clase y etnia. En Taxco (México, 1987) la discusión giró en torno a la expansión del movimiento femi- nista al movimiento amplio de mujeres. En San Bernardo (Argen- tina, 1990) hubo una importante presencia de redes inter-regiona- les, en particular de mujeres ne- gras y lesbianas. En Cartagena (Chile, 1996) se abordaron la re- lación con el movimiento de mu- jeres en un contexto globalizado y neoliberal y los vínculos del femi- nismo con las mujeres, pobres, indígenas, negras y lesbianas (Álvarez et al., 2003). En suma, en la Mesa Diversa afloran tensiones y preguntas históricas del feminis- mo todavía no resueltas. Ahora bien, la construcción de políticas que reconozcan la diversi- dad tendría que tener en cuenta premisas como las propuestas por Boaventura de Sousa Santos (1998) quien señala que todas las culturas o grupos tienen concepciones incom- pletas, problemáticas y diferenciadas de la dignidad y de los derechos humanos, y se organizan en su interior de una manera jerárquica homogénea, pero también diferen- ciada. En tal sentido, “el reco- nocimiento de las debilidades e incompletitudes recíprocas es la con- dición sine qua non de un diálogo transcultural” (Santos, 1998: 360) cuyo objetivo sería alcanzar una con- ciencia muy alta de que nuestras concepciones (y las de los otros) so- bre los derechos humanos y la dig- nidad son incompletas. Si tenemos plena conciencia de que nuestra concepción del mundo no es úni- ca, universal, absoluta y verdadera porque a ella se oponen diversas concepciones de otras culturas, po- dríamos entonces dialogar y tratar de comprender las concepciones de los otros. En el caso que me ocupa, no se trata solamente de diálogos trans o interculturales, sino del choque y el conflicto intrínsecos de las dife- rentes dimensiones de la identidad de los individuos: sexo, género, edad, etnia, clase, orientación sexual, discapacidad u otro tipo de particularidades, que aunque si- multáneas, no suelen vivirse y reivindicarse con la plena concien- cia de su simultaneidad. Retomando las discusiones ini- ciales de la Mesa Diversa, además de la pregunta ya descrita por la construcción de políticas que inclu- yan la diversidad, las mujeres cues- tionan los modelos hegemónicos de participación. Se preguntan “¿cómo politizarnos y a la vez despoliti- zarnos?”, en franca alusión a la poli- tiquería y al clientelismo, esta cuestión es a la vez un llamado a encontrar formas novedosas de in- cidencia en los asuntos públicos y, por tanto, de hacer política. Las relaciones entre los ámbitos distrital y local, al igual que entre la administración y el movimiento de mujeres, aparecen en el amplio espectro como relaciones complejas. En el primer caso, se trata de una relación conflictiva que remite a problemas de coordinación, asig- nación de recursos y delimitación de competencias, entre otros. En el se- gundo, los límites que distinguen el gobierno distrital y el movimiento de mujeres son difusos, entre otras razones, porque muchas de las fun- cionarias de la administración provienen de las organizaciones femeninas y/o del partido que gobier- na. Esta especie de mimetismo en- tre funcionarias que son al mismo tiempo militantes feministas y repre- sentantes del gobierno de la ciudad, si bien ofrece mayor legitimidad y apoyo tanto a la administración como al desarrollo de las políticas, dificulta la emergencia de posturas críticas y heterogéneas, corriéndo- se el riesgo de caer en la homoge- neización de los discursos y de las prácticas políticas.
  • 10. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS156 Los problemas de la representación: una voz propia para tener poder Con la formulación y lanzamien- to del Plan de Igualdad de Oportu- nidades se inicia la segunda fase de la Mesa Diversa. Ello “exige mate- rializar los alcances del Plan […] y promover procesos de autonomía y corresponsabilidad” (AOPPMYG, MD: RP). Esta fase condujo al dise- ño de la metodología “Rutas para la inclusión”, cuyo objetivo fue la apro- piación, difusión y puesta en marcha del PIO. El interrogante que orien- tó el trabajo giró en torno a “¿Cuál es el papel de las organizaciones de mujeres frente al Plan de Igualdad de Oportunidades?” Al respecto, hubo acuerdo sobre la necesidad de conocer y difundir el Plan en las lo- calidades y en el Distrito, a la vez que en ejercer funciones de segui- miento, veeduría y control social. Se planteó, de igual modo, la necesi- dad de participar en espacios de toma de decisiones y en brindar apo- yo a las alcaldesas locales. En esta etapa el tema de la re- presentación fue, quizá, la cuestión más relevante abordada por la Mesa Diversa, en la medida en que fue preciso nombrar representantes que integraran los nuevos espacios abier- tos por la administración distrital. Así, la creación del Subcomité de Mujer y Géneros del Consejo Distri- tal de Política Social (CDPS)25 y de los respectivos subcomités de los consejos locales de política social (CLOPS), exigió reflexionar en tor- no a la representación dada la necesidad de elegir a sus represen- tantes. Los criterios y el perfil propuestos para designar a las dele- gadas establecen que las candidatas deben conocer la Política Pública de Mujer y Géneros y por supuesto el PIOEG, deben representar alguna organización que trabaje en favor de las mujeres y/o de los derechos humanos, así como contar con experiencia en instancias de parti- cipación. Las delegadas deben posicionar y representar los intere- ses de las mujeres de la Mesa Diver- sa y no intereses particulares. Llama la atención que no se exija a las candidatas, como requisito para ser elegidas, un conocimiento más am- plio sobre las políticas sociales y eco- nómicas de la ciudad. Al respecto, hay que reiterar que si en verdad se busca incidir en la toma de decisio- nes, no es suficiente conocer y ser únicamente experta en temas de mujer y género; es preciso, en con- secuencia, que las mujeres elegidas como nuestras representantes en es- tos espacios, tengan un conocimiento serio y detallado de los problemas del Distrito Capital. La tercera y última fase de la Mesa Diversa, adelantada entre los años 2006 y 2007, gira alrededor de dos temas fundamentales para la institucionalización de los asuntos de las mujeres: la creación del Con- sejo Consultivo de Mujeres26 y la creación de la instancia rectora res- ponsable de las Políticas Públicas de Mujer y Géneros. Abordaré sola- mente algunos de los aspectos que giraron en torno al Consejo Consul- tivo de Mujeres. Me interesa subra- yar la discusión sobre el concepto de representación, y los aportes frente al proceso de elección y el perfil de las candidatas. Para las mujeres de la Mesa, la representación debe estar basada en la confianza mutua en la medida en que quien es elegido/a como repre- sentante, debe asumir el interés ge- neral o el bien común. Ahora bien, en sociedades complejas y con múl- tiples intereses siempre habrá quien no se sienta representado. La repre- sentación se comprende también como un camino de las democracias para la exigibilidad de los derechos, el problema consiste en que las mu- jeres no suelen ser elegidas en los sistemas de representación y, en ge- neral, permanecen ausentes de los espacios de poder. “La representa- ción es el poder de tener la voz de uno mismo y de los demás para sen- tar sus intereses” (El Taller, 2007: 31); en este orden de ideas, algunos colectivos de la Mesa expresaron la necesidad de contar con una repre- sentación que diera cuenta de sus intereses y demandas específicas a partir de su contexto y vivencia par- ticular. Este fue el caso de las muje- res discapacitadas, quienes llamaron la atención sobre las diferencias sustantivas existentes entre ellas mismas, de forma que una persona con una discapacidad visual no po- dría representar a quienes tienen un problema auditivo o psico-motor. En el mismo sentido, se manifestaron las mujeres LGBT, quienes para efectos de la elección del Consejo Consul- tivo, solicitaron una representante lesbiana, una transgenerista y otra transexual. En consecuencia, tendríamos que preguntarnos: ¿deben todas las múltiples diferencias e identidades individuales y colectivas tener re- presentación? ¿Si una persona sorda no puede representar a otra con otro tipo distinto de discapacidad, cuál es el límite o la amplitud de repre- sentación proporcional de la enor- me cantidad de grupos minoritarios, con demandas específicas, en espa- cios como el Consejo Consultivo?
  • 11. 157NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES John Digby (Inglaterra). Revista Literaria Gradiva, collage, 1987. Aquí vale la pena citar de manera extensa a Phillips: ¿Se supone que hemos de elegir estudiantes, pensionados, desem- pleados en números que reflejen su proporción en la sociedad? ¿Se supone que hemos de tener representaciónproporcionaldeto- das las clasificaciones ocupacio- nales, de todas las religiones, de todas las minorías raciales y lingüísticas? ¿Se supone que he- mos de hacer investigaciones cadacincoañossobreelnú- mero de lesbianas y homo- sexuales para asegurar su representación justa en el Parlamento? […] La de- mocracia representativa no puede producir un per- fecto reflejo de la sociedad: la única garantía de ello es que todos los ciudadanos se reunieran en asamblea nacio- nal (Phillips, 1996: 71). Frente a la demanda de repre- sentación de los grupos cuyos dere- chos han sido vulnerados, lo que se evidencia es el fracaso de la socie- dad, los partidos y los gobiernos para dar respuesta a sus necesidades, res- petar su diversidad y garantizarles de manera efectiva el desarrollo de sus capacidades y el ejercicio de sus libertades y formas de vida. Aunque la Mesa Diversa refleja la inmensa riqueza, complejidad y pluralidad de los actores sociales, y como experien- cia aporta valiosos aprendizajes, tam- bién evidencia, de una parte, la exclusión política, económica y so- cial de estos grupos en la voz de las mujeres, y de otra, muestra la frag- mentación de los intereses colecti- vos y de la sociedad civil, así como las dificultades de la representación. De este modo, por ejemplo, no es clara la relación entre las deman- das específicas de cada grupo poblacional, sean mujeres, afrodes- cendientes, discapacitadas, despla- zadas u otras, con las cuestiones macro, mezzo y micro de la econo- mía y de la política, y en general, con las políticas sectoriales (educa- ción, salud, vivienda, movilidad, hábitat, cultura, etc.). Se trata de temas que, además, han sido consi- derados como los verdaderamente importantes para las políticas públi- cas y la sociedad, y que se asume, son de interés general. Lo que lleva al interrogante planteado por Celi- berti y Vargas (2003): ¿cómo conci- liar, sin establecer jerarquías, los niveles macro, medio y micro y cómo, en consecuencia, construir la agenda? El problema esbozado, se- gún las autoras, es de orden teórico y, sobre todo, de orden político. Aparte del debate sobre la re- presentación, las mujeres de la Mesa Diversa avanzaron en la definición de criterios para el proceso de se- lección y el perfil de las candidatas. Además de los requisitos ya mencio- nados para las postuladas al Subco- mité de Mujer y Géneros del CDPS, se destacó el llamado para que las mujeres elegidas para integrar el Consejo Consultivo “representen los intereses generales, desde una pers- pectiva de género, superando los intereses particulares de cada orga- nización y de cada localidad” (El Ta- ller, 2007:21). Las representantes debían tener “hojas de vida impecables y sin anteceden- tes judiciales” e igualmente estar comprometidas con la equidad y la inclusión social. De igual modo, debían ser mujeres con ex- periencia y trabajo con las organizaciones, líderes de base y sin que constituyera un requisito poseer un títu- lo profesional. El perfil debía dar prioridad a la experiencia por encima del nivel de escolaridad27 . Por último, si representación es tener acceso al poder y a los espa- cios de decisión, las integrantes de la Mesa Diversa reiteraron la esca- sa o nula participación femenina en estos escenarios, a lo que se suma el carácter consultivo y no decisorio del Consejo Consultivo de Mujeres. Consideraciones finales Entre las múltiples políticas que le han dado un nuevo rostro y una sensibilidad distinta a la ciudad de Bogotá, se destacan las diferentes políticas poblacionales, y en parti- cular, las dirigidas a las mujeres des- de una perspectiva de género, las cuales llegaron a las agendas de go- bierno de la mano de feministas
  • 12. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS158 durante el segundo mandato de Antanas Mockus (2001-2003), y del movimiento social de mujeres en la administración de Luis Eduardo Garzón (2004-2007). En el gobierno del primero, la incidencia feminista fue producto de muy pocos liderazgos individuales de funcionarias com- prometidas con la equidad de géne- ro, que no obstante lograron dejar algunos cimientos y el terreno abonado. Por el contrario, la campaña y posterior vic- toria electoral del primer candidato de izquierda a la Alcaldía de Bogotá, abrió una ventana única para que los asuntos de mujer y género llegaran con mayor legitimidad a la agenda pública, como consecuencia de los pro- cesos de concertación del movimiento de mujeres, por un lado, con el alcal- de electo, y por otro, con los diferentes grupos de mujeres con los cuales fue preciso hacer alianzas y conciliar intereses. En esta coyuntura, la doble militancia rindió sus fru- tos y resultó favorable para los asuntos de género. La Mesa Diversa de las Mujeres como escenario de encuentro, de- bate y construcción de políticas pú- blicas incluyentes de la diversidad, fortalece el ejercicio de la ciudada- nía femenina y enriquece la demo- cracia participativa. Podríamos inferir que su incidencia, así como la de la Política Pública de Mujer y Géneros, responsable de su coordi- nación, y por extensión, la inciden- cia del movimiento de mujeres, no se limitó solamente a los asuntos de su interés, puesto que el respeto a la diversidad y a la diferencia, y en particular, a la equidad de género, fueron apropiados de manera trans- versal en las demás políticas formu- ladas: la de los/as jóvenes, las personas con discapacidad y la po- blación LGBT. La excepción fue la política pública para los/as afro- descendientes. Habría que resaltar que la for- mulación de todas estas políticas representa un avance sustancial porque efectivamente aquellas in- corporan una mirada diferencial y reconocen la diversidad en sus múl- tiples expresiones. Es más, los avan- ces normativos y los lineamientos de acción de las políticas, que no se pueden considerar como pura retó- rica, van más rápido de lo que se puede esperar de la ciudadanía, en lo que tiene que ver con la equidad de género y la diversidad sexual, que son las que generan más resistencia cuando no rechazo abierto y violen- to. Seguramente, la mayoría se mue- ve en el terreno del discurso de lo “políticamente correcto” sin cuestio- nar sus prejuicios anclados en el clasismo, el sexismo, el racismo y la homofobia, pero ya con- tamos con instrumentos jurídicos y políticas para hacer efectivos los dere- chos, aplicar acciones afirmativas y transformar la realidad. Aún es pronto para hacer un balance reposa- do de estas políticas, es decir, se puede dar cuen- ta sobre todo de su for- mulación, dado que su etapa de ejecución toda- vía es muy reciente. Sin embargo, comparto el campanazo de alerta que hace el Informe de desa- rrollo humano de Bogotá (2008), al llamar la aten- ción sobre tres riesgos identificados en los espa- cios de la democracia participativa, a saber: 1. la estatalización de la participación, 2. la sobreoferta de instancias y 3. la profesionalización de la actividad participativa (PNUD, 2008: 39). En el caso de la estatalización, la participación no es tanto el resulta- do de organizaciones sociales autó- nomas con capacidad de incidencia, sino que se manifiesta más a través de liderazgos individuales que asis- ten a los escenarios creados por la administración distrital. Existe, de otra parte, una sobreoferta de espa- Collage de John Digby para Ludwig Zeller. En A Celebration (1927-1987), Canadá.
  • 13. 159NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES cios para la participación ciudada- na, lo que considero se explica, a su vez, por la emergencia de nuevos actores que reclaman visibilidad y reconocimiento y por el cumplimien- to de las nuevas normas que rigen hoy para cada grupo poblacional y que ordenan la creación de comi- siones, comités, subcomités, conse- jos consultivos en los ámbitos distrital y local, más la conforma- ción de múltiples mesas de trabajo organizadas por intereses identi- tarios, sectoriales, urbanos, etc. El problema, según el IDH Bogotá (2008), es que esta proliferación de escenarios no ha generado satisfac- ción y legitimidad. Así mismo, vale la pena desta- car la cantidad, nada despreciable, de organizaciones sociales. Se cal- cula, por ejemplo, que en la Mesa Diversa han participado 600 muje- res que representan 230 organizacio- nes (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2008: 50) y que existen en la ciu- dad cerca de 122 organizaciones afro, raizales y palenqueras (El Tiem- po, marzo 12de 2008: 2-9). Esto pue- de reflejar, de una parte, la vitalidad y el dinamismo de las organiza- ciones, pero también puede ser evidencia de su fragmentación e in- capacidad de aglutinación y repre- sentación, tanto dentro de los grupos como entre los diferentes grupos y organizaciones entre sí. La profe- sionalización, consecuencia de los dos primeros riesgos, conduce a que sean cada vez más los/as activistas distritales y/o locales quienes acu- den a los espacios formales de parti- cipación, en lugar de ciudadanos/as interesados/as en participar. Por último, sería deseable que en su devenir, las mujeres de la Mesa Diversa debatieran, cada vez más, sus concepciones y aportes alrede- dor de la ciudad, las políticas eco- nómicas y sectoriales (educación, salud, vivienda, hábitat, movilidad) o sobre su noción de los derechos humanos, por supuesto, de manera articulada con la equidad de géne- ro. La ciudad ha ganado en el reco- nocimiento e interlocución de los diferentes actores, que por razón de su sexo, género, edad, orientación sexual, etnia o condiciones de disca- pacidad, han sido objeto de discri- minación. Los avances se pueden ver en dos niveles: en primer lugar, se involucró a cada grupo o población, según su demanda particular, lo que implica, por tanto, el fortalecimien- to de su ciudadanía colectiva e in- dividual en cuanto jóvenes, mujeres, afrodescendientes, LGBT o con discapacidad; en segundo término, la interlocución y puesta en común de sus demandas condujo a la crea- ción de alianzas y a la adopción de un enfoque diferencial y un marco de derechos más amplio, no restrin- gido a los intereses únicos y especí- ficos de cada grupo poblacional. Esto se evidencia, no sin contradiccio- nes, en la Mesa Diversa y, sobre todo, en las políticas, diferenciadas pero relacionadas, que orientan la acción pública de cada colectivi- dad. De otra parte, la forma como la ciudadanía en su conjunto per- cibe y siente las nuevas políticas, así como a los actores que las en- carnan, son cuestiones que están por investigarse. La relación de las políticas poblacionales con las políticas sec- toriales es todavía un camino difícil y complejo que requiere una mayor voluntad política de los gobernan- tes y de los/as funcionarios/as de ni- vel decisorio. En otras palabras, a pesar de los avances que presenta Bogotá, según parece, el peso asig- nado a las políticas de reconocimien- to y a las de redistribución continúa desequilibrando la balanza. No obstante, en un contexto de crisis globalizada y expectación, el reto propuesto tanto para la investi- gación como para la acción femi- nistas, se expresa en la siguiente pregunta de Nancy Fraser: “¿Cómo podemos integrar las reivindicacio- nes de redistribución, reconocimien- to y representación para desafiar el amplio abanico de injusticias de gé- nero en un mundo globalizado?” (Fraser, 2008: 208). Citas 1 En los documentos de política consulta- dos se hace referencia a personas con li- mitación y/o discapacidad, en condición o situación de discapacidad. En adelan- te, me refiero a esta población como per- sonas o mujeres con discapacidad, que es la designación más utilizada en el Decre- to 470 de 2007, “Por el cual se adopta la Política Pública de Discapacidad para el Distrito Capital –PPDD–”. Dada la im- portancia del lenguaje y la forma como se nombra a las personas y se definen sus problemas, no sobra aclarar que la PPDD define la discapacidad: “como un con- cepto complejo y multicausal cuya com- prensión requiere la no-adscripción a posturas dicotómicas, unidimensionales y excluyentes sino la adopción de diver- sas posturas conceptuales [...] es el resul- tado de una relación dinámica de la per- sona con los entornos políticos, sociales, económicos, ambientales y culturales donde encuentra limitaciones o barreras para su desempeño y participación en las actividades de la vida diaria” (Decreto 470 de 2007, art. 3). En sentido estricto, en esta política no se precisa el concepto de discapacidad, por el contrario, el artí- culo 3 concluye que no “existe un con- senso universal de su significado”. 2 En español, la sigla LGBT ha sido adop- tada por las organizaciones y activistas que defienden los derechos, el reconoci- miento y el respeto de las personas con una orientación sexual diferente a la he-
  • 14. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS160 terosexual, o con identidades de género diversas. LGBT incluye personas lesbia- nas, gay, bisexuales, transgeneristas, intersexuales, queer, travestis y questioning (que no están seguras de su orientación sexual). (Colombia Diversa, 2005). 3 Uno de los pilares del eje social del Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia fue la dimensión poblacional la cual permite no solo tener en cuenta el ci- clo de vida de las personas, sino identi- ficar grupos específicos que requieran acciones afirmativas para lograr su in- clusión social. Acorde con este enfo- que me referiré a las políticas dirigidas a los grupos poblacionales. No obstan- te, las mujeres al frente de las políticas aclaran que ellas no son un sector de la población, son la mitad; además están en todos los grupos poblacionales (Barreto, 2006:35). 4 En Colombia, la creación en 1990 de la Consejería Presidencial para la Juven- tud, la Mujer y la Familia y la promul- gación de la Constitución Política en 1991 constituyen hitos de obligada refe- rencia para el surgimiento y desarrollo de tales políticas. 5 Es importante destacar que a partir de la primera administración de Antanas Mockus (1995-1997), las mujeres han tenido una alta presencia en los gabine- tes de gobierno y han estado dirigiendo los destinos de la ciudad. En efecto, ellas ocuparon en este período el 34% de los cargos de mayor nivel decisorio, y alcan- zaron la paridad con el 48% de los cargos en la administración de Enrique Peñalosa (1998-2000); en el segundo mandato de Mockus (2001-2003), llegaron al 61% de los cargos directivos, y en el gobierno de Luis Eduardo Garzón (2004 -2007), la proporción fue de 42% (Fuentes y Peña, 2009). 6 Esta sección se hace con base en las en- trevistas realizadas a Juanita Barreto, fe- minista académica, nombrada por el al- calde mayor como asesora de la Política Pública de Mujer y Géneros, y a Marta Buriticá, sindicalista de la Casa de la Mujer Trabajadora de la CUT, también asesora de la PPMYG. Entrevistas efec- tuadas por la autora de este artículo el 22 de noviembre de 2005 y el 28 de mayo de 2007, respectivamente. 7 El partido Polo Democrático Indepen- diente reunía a diversos grupos indepen- dientes no adscritos a los partidos tradi- cionales. En 2006, por efecto de la reforma política de 2003, se alía electo- ralmente con la coalición de la izquierda tradicional Alternativa Democrática y juntos crean el partido Polo Democráti- co Alternativo. 8 Hay que destacar que es la primera vez que un candidato de la izquierda llega a la alcaldía del Distrito Capital. 9 El Plan fue aprobado en agosto de 2005 por el Consejo Distrital de Política So- cial, y tiene como antecedente normati- vo el cumplimiento del Acuerdo 091 de 2003, aprobado en la administración de Antanas Mockus. 10 El Plan de Igualdad de Oportunidades se estructuró en torno a los siguientes dere- chos: a una vida libre de violencias, a la participación y la representación de las mujeres, al trabajo digno e ingresos jus- tos, a una salud plena, a una educación con equidad y a una cultura libre de sexismo (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2007b). 11 El Decreto 546 de 2007 reglamenta las Comisiones Intersectoriales del Distrito Capital y, dentro de ellas, la Mesa de Tra- bajo de Mujer y Género. Más delante se da cuenta de otros espacios creados por las administraciones. 12 Las “oportunidades de elección” son co- yunturas favorables para que un asunto o problema, entre otros tantos, sea con- siderado como prioritario en la agenda pública. Las elecciones, los cambios de gobierno, la conformación de las agen- das gubernamentales, la composición del Congreso, el cambio de funcionarios/as en cargos decisorios, las crisis y las catás- trofes crean oportunidades de elección (Elder y Cobb, 1996: 98). 13 En el Encuentro Feminista en Costa de Sol (Salvador, 1993) ya no se conside- ró que la doble militancia fuera algo in- compatible, por el contrario se dio un reconocimiento a las luchas revolucio- narias de países como Nicaragua, El Sal- vador y Honduras y al rol que las femi- nistas jugaron en estos procesos (Álvarez et al., 2003). 14 Los Lineamientos para las mujeres se en- cuentran en: Alcaldía Mayor de Bogotá -DABS, 2004a, “Lineamientos genera- les de política social para Bogotá, 2004- 2014. Una aproximación desde los dere- chos de la niñez, la juventud, las muje- res, las personas mayores y la familia”, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá D.C- DABS. 15 El análisis comparado de las políticas de mujer y género de las administraciones de Antanas Mockus y Luis Eduardo Gar- zón, en particular de los Lineamientos de Política Social para las Mujeres y del Plan de Igualdad de Oportunidades se puede ver en Fuentes (2007). 16 El aporte de la Escuela de Estudios de Género y del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional ha sido reco- nocido por las funcionarias al frente de las políticas en los encuentros realizados con las instancias rectoras de las políti- cas de igualdad de género, en el nivel local, en el país y en la región (Barreto, 2006; Sánchez, s/f). 17 El apoyo de la cooperación internacio- nal, y en particular de la Agencia Espa- ñola de la Cooperación para el Desarro- llo (AECI) se documenta en: (Fuentes y Peña, 2009). 18 Esta sección se elabora con base en las actas de las reuniones de la Mesa Diver- sa de Mujeres, realizadas entre los años 2004 y 2006, y algunos informes que recogen esta experiencia. Estos docu- mentos se encuentran en el archivo de la oficina de la política pública de mujer y géneros de la Alcaldía Mayor de Bogotá, en adelante se citarán como AOPPMYG. No es posible citar de manera exacta porque no se encuentran todas las ac- tas, otras no tienen fechas ni autor/a, no tienen numeración y no guardan un formato que permita ordenar y sistema- tizar con facilidad la información. 19 En adelante se citará como AOPPMYG, MD: RP. En este informe se hace un re- cuento detallado del itinerario, el con- texto y los problemas de la Mesa en cada etapa. Se encuentra en el archivo de la oficina de la PPMYG, su título es Revi- viendo el Proceso, sólo aparece el mes y el día (noviembre 28). 20 De acuerdo con el informe “Reviviendo el proceso”, la Mesa Diversa pasó por tres momentos entre los años 2004 y 2007. La periodización que aquí se presenta se basa en este documento. 21 Bogotá es la primera ciudad de Colombia y la segunda en América Latina que ha adoptado una política pública para su po- blación afrodescendiente. En ella se hace énfasis en las acciones afirmativas dirigi- das a reconocer su diversidad cultural y a garantizar sus derechos. Acuerdo 175 de 2005, “por medio del cual se establecen los lineamientos de la Política Pública para la Población Afrodescendiente re- sidente en Bogotá y se dictan otras dispo- siciones”. Decreto 151 de 2008, “Por el cual se adoptan los lineamientos de Polí- ticaPúblicaDistritalyelPlandeAcciones Afirmativas, para el Reconocimiento de la Diversidad Cultural y la Garantía de los Derechos de los Afrodescendientes”.
  • 15. 161NÓMADASFUENTES VÁSQUEZ, L. Y.: POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA DIVERSIDAD EN BOGOTÁ: LA INCIDENCIA DE LAS MUJERES 22 Decreto 151 de 2008, política pública de afrodescendientes. Artículo 4, numeral 8: “Reconocimiento y apoyo a las diná- micas socioculturales, económicas y organizativas particulares de los afro- descendientes, incluyendo las perspecti- vas de género y generacionales”. Los lineamientos de política del Decreto 175 de 2005 no incluyen el enfoque de género. 23 De los seis consejos formales dentro de los cuales las mujeres tienen representa- ción de sus organizaciones, el único donde ellas no son minoría es el Consejo Con- sultivo de Comunidades Negras (Alcal- día Mayor de Bogotá, 2008). 24 Consultar el Acuerdo 175 de 2005, el Decreto 482 de 2006, el Decreto 403 de 2007, el Decreto 470 de 2007, el Decre- to 608 de 2007 y el Decreto 151 de 2008. 25 Este Subcomité se creó en cumplimien- to del Decreto 093 de 2004, “por medio del cual se reestructura el Consejo Distrital de Política Social (CDPS)”, conformado por el Decreto 679 de 2001. El CDPS es una instancia de carácter mixto para la concertación y el segui- miento de las políticas sociales de Bogotá. 26 Decreto 403 de 2007. Artículo 1. “El Consejo Consultivo es la instancia de coordinación entre los procesos y las organizaciones de mujeres del Distrito Capital y la Administración Distrital, enelmarcodelaPolíticaPúblicadeMujer y Géneros. Es un organismo de carác- ter técnico y político, que representa las necesidades e intereses de las muje- res que habitan el Distrito Capital, considerando la diversidad genera- cional, cultural, étnico-racial, territo- rial, socio-económica e ideológica, de orientación sexual y las distintas capa- cidades motoras, visuales, auditivas, psicológicas y cognitivas”. 27 Este criterio contrasta con uno de los problemas más preocupantes detectados por la Federación de Municipios de Co- lombia y es, precisamente, la falta de es- colaridad de los/as concejales. Bibliografía ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ D. C., 2001, Plan de desarrollo económico, so- cial y de obras públicas para Bogotá D. C., 2001-2004. 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  • 16. NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS162 SEN, Amartya, 2000, “La razón antes que la identidad”, en: Letras Libres, disponible en: <http://www.letraslibres.com/index. php?art=6574>. Documentos legales ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ D. C., 2004, Decreto 093 de 2004. Por el cual se reestructura el Consejo Distrital de Políti- ca Social y se definen los criterios básicos para la conformación de los Consejos Lo- cales de Política Social, Bogotá. ________, 2006, Decreto 482 de 2006. Por el cual se adopta la Política Pública de Juven- tud para Bogotá D.C. 2006-2016, Bogotá. ________, 2007, Decreto 403 de 2007. Por el cual se crea y estructura el Concejo Con- sultivo de Mujeres, Bogotá. ________, 2007, Decreto 470 de 2007. Por el cual se adopta la Política Pública de Discapacidad para el Distrito Capital, Bogotá. ________, 2007, Decreto 546 de 2007. Por el cual se reglamentan las Comi- siones Intersectoriales del Distrito Ca- pital, Bogotá. ________, 2007, Decreto 608 de 2007. Por medio del cual se establecen los linea- mientos de la Política Pública para la ga- rantía plena de los derechos de las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgeneristas -LGBT- y sobre identidades de género y orientaciones sexuales en el Distrito Capi- tal, y se dictan otras disposiciones, Bogotá. ________, 2008, Decreto 151 de 2008. Por el cual se adoptan los lineamientos de Política Pública Distrital y el Plan Integral de Ac- ciones Afirmativas, para el Reconocimiento de la Diversidad Cultural y la Garantía de los Derechos de los Afrodescendientes, Bogotá. CONCEJO DE BOGOTÁ D. C., 2003, Acuerdo 091 de 2003. Por el cual se esta- blece el Plan de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género en el Distrito Capital, Bogotá. ________, 2005, Acuerdo 175 de 2005. Por medio del cual se establecen los linea- mientos de la Política Pública para la Población Afrodescendiente residente en Bogotá y se dictan otras disposicio- nes, Bogotá. PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, 1991, Constitución Políti- ca de Colombia, Bogotá, Senado de la República. ________, 1993, “Decreto Ley 1421 de 1993. Por el cual se dicta el régimen especial para el Distrito Capital de Santa Fé de Bogotá”, en: Diario Oficial, No. 40958 de julio 22 de 1993, Bogotá, Senado de la República. Darío Villegas: de sus cuadernos.