El documento resume una entrevista con Leandro Despouy, experto internacional argentino en derechos humanos. Despouy elaboró un informe en 2006 para la ONU sobre la prisión de Guantánamo que denunció las torturas y condiciones inhumanas allí. Apoya la decisión de Uruguay de recibir seis detenidos de Guantánamo y critica a Obama por no haber cerrado la prisión como prometió. La deuda de Obama con los derechos humanos es enorme debido a la continua violación de los derechos de
1. 34 Brecha 11 de abril de 2014
Con el experto internacional argentino Leandro Despouy
“La deuda de Obama con los
derechos humanos es enorme”
Actual presidente de la Auditoría General de la Nación Argentina, el abogado Leandro Despouy
fue en 2006 uno de los autores del primer informe internacional que denunció los horrores del
campo de concentración montado por Estados Unidos en la bahía de Guantánamo.1
En esta
entrevista Despouy abunda sobre ese documento, se refiere a la realidad actual en Guantánamo
y respalda la postura del gobierno uruguayo de recibir a detenidos de ese campo sin exigirles
contrapartidas. “Mujica está respondiendo, en realidad, a nuestro pedido en ese sentido”, dijo.
—La excelente disposición del
gobierno uruguayo anunciada a fi
nes de marzo de 2014, de recibir a
seis detenidos del penal de Guan
tánamo, es coherente con la polí
tica activa de derechos humanos
del presidente José Mujica. Como
a eso se suma el encuadramiento
que les brindará el acnur como re
fugiados, se da salida, en parte, a
la muy grave situación de deteni
dos en condiciones oprobiosas y a
la encrucijada en que se encuentra
el gobierno de Estados Unidos.
Ese país ejerce una violencia
inaudita sobre unos 155 prisione
ros de guerra –la cifra es incierta,
y ese estatus no les es reconoci
do–, la mayoría sin proceso, sin
la debida asistencia jurídica, aisla
dos y sometidos a un régimen de
torturas. Bien sabe el presidente
Mujica lo que es estar en esa si
tuación por tiempo indefinido, y
ha sido muy claro en sus expresio
nes. Uruguay ha sido además con
tundente al rechazar la petición de
Estados Unidos de obligar a la ra
dicación por dos años de los dete
nidos que finalmente puedan salir
de aquel infierno.
La deuda del presidente Oba
ma con los derechos humanos es
enorme, ya que se comprometió a
cerrar el penal y resolver la situa
ción de los detenidos en su primer
período de gobierno. En la actuali
dad, la situación en ese campo de
concentración, creado por el pre
sidente George W Bush en 2002,
lejos de mejorar, ha empeorado.
En 2013 Obama anunció una nue
va política de defensa para su país
que daba por innecesario el mode
lo de prisión de Guantánamo. Dijo
que no había justificación “fuera
de la política” para que el Congre
so no permitiera cerrar “una insta
lación que nunca debió abrirse”,
y decidió iniciar una negociación
con países dispuestos a recibir a
los presos.
—Hace unos años usted, que
por entonces era relator especial
sobre la independencia de los ma-
gistrados y abogados de la onu,
iba a formar parte de una comi-
sión de expertos de las Naciones
Unidas que irían a Guantánamo a
inspeccionar la cárcel. No pudie-
ron hacerlo, porque el gobierno
de Bush se los impidió. De todas
maneras elaboraron un informe
que fue lapidario para Estados
Unidos…
—Sí, fue en 2006, cuando cin
co relatores especiales de la onu
tuvimos la responsabilidad de
elaborar el primer informe sobre
la situación de los detenidos en
la bahía de Guantánamo. En ese
momento comprobamos el carác
ter arbitrario de las detenciones,
debido a la ausencia de tribuna
les independientes y la privación
absoluta del derecho de defensa
y demás garantías del debido pro
ceso; la utilización de técnicas de
interrogatorio contrarias a la con
vención contra la tortura y otros
tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes, entre las que se in
cluían prácticas lesivas de las con
vicciones religiosas de los deteni
dos.
Las recomendaciones del in
forme fueron concluyentes. Soli
citamos entonces al gobierno de
Estados Unidos el cese inmediato
de estas prácticas, el juzgamiento
adecuado de los detenidos o su li
beración, y la urgente clausura del
centro de detención. Intentamos
visitar el penal, pero el gobierno
de Bush negó la visita. El informe
igual se hizo, recogiendo las di
versas evidencias y pruebas –por
entonces secretas– sobre lo que
estaba aconteciendo en ese lugar.
Se basó en múltiples fuentes, en
tre otras los horrorosos testimo
nios de ex detenidos, abogados y
familiares de detenidos, y las res
puestas del gobierno a un detalla
do cuestionario que le remitimos.
En pocas palabras: el informe
–que tuvo enorme aceptación de
diferentes gobiernos y fue desta
cado por el secretario general de la
onu– demostraba que el de bahía
de Guantánamo era un campo de
concentración que debía ser cerra
do de inmediato, que los respon
sables de esas prácticas debían ser
juzgados, y que las más altas auto
ridades del país, por ejemplo el se
cretario de Estado Donald Rums
feld, tenían pleno conocimiento de
esa situación y habían participado
en su implementación y control.
Ello fue motivo suficiente para
que, con posterioridad, Rumsfeld
no pudiera viajar a muchos países
donde víctimas y ong reclaman
su detención por considerarlo res
ponsable de la comisión de delitos
de lesa humanidad.
En febrero de 2006 el informe,
que iba a ser debatido y publicado
en marzo en la Comisión de De
rechos Humanos de las Naciones
Unidas, sorpresivamente fue dado
a conocer por el diario The New
York Times.
—¿Quién lo habría filtrado?
—Una sospecha no confirma
da indica que habrían sido los ser
vicios de inteligencia de una po
tencia occidental involucrada en
la invasión a Irak. Ya se conocían
las alarmantes revelaciones sobre
centros clandestinos de detención
en diferentes países bajo control
de Estados Unidos, y la actuación
perversa de soldados estadouni
denses en el centro de detención
iraquí de Abu Gjraib, lo cual ha
bría indicado la inconveniencia de
continuar aceptando la presión de
Estados Unidos para aumentar el
contingente de tropas en Irak.
—Usted ha dicho que el infor-
me sobre Guantánamo fue uno de
los más importantes en que inter-
vino como experto de la onu.
—Probablemente fue uno de
los más delicados y trascenden
tes. Decir que en “el país de la
libertad” había campos de con
centración donde se practicaban
torturas, y que el secretario de Es
tado Rumsfeld –el más duro de los
“halcones”– tenía que ser juzgado
por su responsabilidad en esos crí
menes no era una decisión senci
lla, pero había que hacerlo. Y lo
hicimos.
En 2008, siendo relator es
pecial de la onu por la indepen
dencia de la justicia, me dirigí al
entonces presidente electo, Ba
rack Obama, y le expresé que si
–como había prometido– cerra
ba Guantánamo, eso permitiría
a Estados Unidos transitar por
el camino abierto por su propia
Corte Suprema de Justicia, que
reconoció el derecho de hábeas
corpus para los detenidos sos
pechosos de terrorismo, dejando
muy atrás la antigua jurispruden
cia que les negaba ese derecho
por considerarlos “extranjeros
en territorio extranjero”. Se tra
taba del tercer fallo contrario a
la voluntad de la administración
Bush de impedir la aplicación de
la ley estadounidense a las per
sonas identificadas como “ene
migos combatientes”. Los fallos
anteriores ya habían declarado
la ilegalidad de las comisiones
especiales creadas para juzgar
a los detenidos en Guantánamo,
por ser violatorias de las con
venciones de Ginebra y del Có
digo de Justicia Militar estadou
nidense. El fallo del 12 de junio
de 2008 avanzaba a su vez sobre
un tema crucial, como es admitir
la jurisdicción de los tribunales
estadounidenses para que esos
detenidos puedan invocar garan
tías como el hábeas corpus.
El intento de legitimar la prác
tica de la tortura en determinadas
circunstancias, como la califica
ción de “enemigo combatiente”
y las instrucciones a los fiscales
coartando su independencia, da
ñaron fuertemente la imagen de
Estados Unidos, y Guantánamo
demostró, una vez más, que las
detenciones secretas son siempre
fuente de gravísimas violaciones
de los derechos humanos y, ade
más de su ilegalidad, también son
penalmente inconducentes. El ré
gimen aplicado en Guantánamo
no permitió la condena de los cul
pables ni la liberación de los ino
centes.
Resultaría arriesgado supo
ner que los impedimentos que le
vanta el Partido Republicano en
el Congreso estadounidense para
cerrar este penal podrían convertir
al presidente Obama en un rehén
más del entramado de intereses li
gados a la cárcel de Guantánamo.
De hecho, el presidente Muji
ca está también respondiendo a la
legalidad promovida por la Corte
Suprema de Justicia de Estados
Unidos. En informes posteriores
al de 2006, los expertos en dere
chos humanos de la onu solici
tamos que los países democráti
cos acogieran a los detenidos de
Guantánamo, y criticamos fuerte
mente la política de entrega de de
tenidos a países donde podría estar
en juego su vida o su seguridad, tal
como había acontecido en varios
casos detectados y denunciados
públicamente. n
1. “Situación de los detenidos en
la bahía de Guantánamo”, e/
cn.4/2006/120, 27-II-06.
Un jurista de primer plano
Graduado en derecho en la Universidad de Buenos Aires y espe
cializado en políticas públicas, control gubernamental, reforma del
Estado, cooperación y negociación internacional, Despouy preside
desde 2002 la Auditoría General de su país. En el plano internacio
nal fue representante argentino ante la oea y la onu. En 1975 realizó
ante el Tribunal Russell, en Roma, y junto a Julio Cortázar, la prime
ra denuncia internacional sobre el accionar de la Triple A argentina
y las nacientes operaciones del Plan Cóndor. Un año después estuvo
entre los fundadores –en París, donde estaba exiliado– del Secreta
riado Internacional de Juristas por la Amnistía en Uruguay. Ya de
regreso a su país, en 1984 integró los equipos del presidente radical
Raúl Alfonsín y gestionó la presencia de personalidades extranjeras
en el juicio a las juntas militares. Entre 1985 y 2009 fue relator es
pecial de derechos humanos de la onu sobre extrema pobreza, per
sonas con discapacidad, estados de excepción e independencia de
jueces y abogados. En 2001 estuvo al frente de la Comisión de De
rechos Humanos de las Naciones Unidas. En 2008 la Unión Interna
cional de Magistrados le concedió el premio Justicia en el Mundo. n
D a n i e l G a t t i
Foto Oscar Bonilla