Jesús alaba al Padre por revelar sus secretos a los pequeños y humildes y no a los sabios. Invita a todos los agobiados a acudir a él para encontrar descanso y alivio siguiendo sus enseñanzas, cuyo yugo es suave. Daniel también alabó a Dios por revelarle los misterios ocultos.

1. Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana » (Mt 11,25-30). Dios revela sus secretos «Bendito sea el Nombre de Dios por los siglos de los siglos, pues suyos son el saber y la fuerza. El hace alternar estaciones y tiempos, depone a los reyes, establece a los reyes, da a los sabios sabiduría, y ciencia a los que saben discernir. El REVELA honduras y secretos , conoce lo que ocultan las tinieblas, y la luz mora junto a él. A ti, Dios de mis padres, doy yo gracias y ALABO , porque me has concedido sabiduría y fuerza; y ahora me has dado a conocer lo que te habíamos pedido, la cosa del rey nos has dado a conocer» (Dn 2,20-23). La alabanza de Jesús es semejante a la que Daniel dirige a Dios, por haberle concedió a él y a sus compañeros comprender el sentido del misterioso sueño del rey de Babilonia, cuando ningún sabio de la corte había podido descifrarlo: DOMINGO XIV - Tiempo Ordinario El Padre revelado a los pequeños

5. « Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana » (Mt 11,29-30) El yugo que libera Como Jeremías, Jesús invita a sus oyentes a seguir la senda de la voluntad de Dios, que fue revelada en los mandamientos y que él la ha explicado a lo largo del Sermón de la Montaña: « Pongan el cuello bajo su yugo , y que sus almas reciban la instrucción: ella está tan cerca que se la puede alcanzar. Vean con sus propios ojos con qué poco esfuerzo he llegado a encontrar un descanso tan grande » (Eclo 51,26-27) Todos los hombres cargan con el peso de la vida diaria, como lo recuerda la literatura sapiencial: «Grandes trabajos han sido creados para todo hombre, un YUGO pesado hay sobre los hijos de Adán, desde el día que salieron del vientre de su madre, hasta el día del retorno a la madre de todo» (Eclo 40,1). Los esfuerzos por sacudir ese yugo a través de la evasión de los problemas y de la búsqueda de satisfacciones, por lo general, sólo consigue aumentar la sensación de agobio. Pero quien abre su corazón a la enseñanza de los mandamientos, para realizar en su vida la voluntad de Dios, descubre en esa obediencia que las fatigas diarias se hacen más livianas: «Párense en los caminos y miren, y pregunten por los senderos antiguos, cuál es el camino bueno , y anden por él, y encontrarán sosiego para sus almas » (Jer 6,16). DOMINGO XIV - Tiempo Ordinario El Padre revelado a los pequeños