Talca es una ciudad chilena con una rica historia reflejada en sus antiguos edificios. Durante una visita a emprendimientos frutícolas, los autores escucharon sobre la última batalla por la independencia de América que involucró a los hermanos Pincheira. Pincheira y sus seguidores lucharon durante más de diez años para defender al rey de España, cometiendo actos de pillaje. Finalmente fueron derrotados en 1832 en la batalla de Epu Laufquen, considerada el último acto bélico por la
1. En la VIII Región del Bío Bío, de la
República de Chile, está Talca, una de las
tantas ciudades chilenas con una historia
rica y centenaria reflejada en sus anti-
guos monasterios, catedrales, plazas,
edificios públicos...
Fue en uno de los viajes que organiza la
Secretaría de Fruticultura para visitar
emprendimientos productivos de frutales
de pepita y carozo, tratando de aprove-
char cualquier referencia que marcara los
porqué del éxito comercial logrado por
Chile en el campo de la producción agro-
pecuaria en estos últimos tiempos, que
tuvimos la oportunidad de visitarla.
En una de esas charlas prolongadas que
se originan en la sobremesa, donde el
tiempo tiene la dimensión que le da el
contenido del tema tratado, y el vino
marca la vehemencia con que se desarro-
lla, fue que surgió el recuerdo de “la últi-
ma batalla por la libertad de América”. Ya
habíamos concluido las visitas correspon-
dientes al itinerario del día, y estábamos
en el final de la cena conversando anima-
damente con Rafael Pincheira Santander,
Ingeniero Agrónomo del Servicio Agrícola
Ganadero trasandino (SAG).
Al consultarlo sobre sus posibilidades de
parentesco con los Pincheira de nuestra
zona norte de la provincia de Neuquén
surgieron todos los datos históricos coin-
cidentes con los registrados en mi
memoria, por haber tenido oportunidad
de recorrer aquellos lugares, los bosques
de las lagunas de Epu Laufquen, donde
se libró la batalla final contra las huestes
de los hermanos Pincheira.
Efectivamente Rafael descendía de la rama
de Don Santos Pincheira, uno de los seis
famosos hermanos. Así nos fuimos ente-
rando de algunos pormenores desconoci-
dos, y reafirmando otros datos ya memori-
zados por algunos escritos sobre el tema
(Don Gregorio Álvarez, Isidro Belver).
La vida de los hermanos Pincheira resulta
casi increíble. La aventura, el idealismo, la
crueldad eran su moneda corriente. Todo
empezó por los años 1817. Formaban una
gran familia de origen español que vivía
en la entonces Capitanía General de Chile,
y estaban convencidos de que estas tie-
rras pertenecían a la Corona, por lo que
había que defenderlas de cualquier inten-
to de arrebato contrario al sistema monár-
quico ibérico.
Al enterarse de los primeros triunfos
revolucionarios de los ejércitos patrios en
Chile y Argentina, los hermanos Antonio,
Santos, Pablo, José, Rosario y Teresa
Pincheira, pasaron a la clandestinidad
para iniciar acciones guerrilleras contra
los nuevos gobiernos establecidos. Esta
iniciativa fue seguida por algunos espa-
ñoles, criollos renegados y hasta unos
caciques pehuenches cuyas tribus esta-
ban distribuidas en la región del norte
neuquino. Así fue como reunieron un
ejército con varios centenares de comba-
tientes. Causaron verdaderos estragos en
las distintas poblaciones de uno y otro
lado de la cordillera.
Estas primeras acciones militares, de
estos defensores del Rey de España, fue-
ron hechas en nombre de esa Corona,
pero posteriormente se transformaron en
simples actos de pillaje, saqueo y muer-
te que tenían como víctimas a los des-
protegidos pobladores de estas dos
comarcas de Chile y Argentina.
Estos últimos realistas juntaron una ver-
dadera fortuna compuesta por cientos de
kilos de oro, plata, joyas y miles de cabe-
zas de ganado reunidas en los ricos valles
de pastoreo de la zona norte de Neuquén.
Las cautivas eran otro de los botines más
preciados por los hermanos; las secues-
traban en los ataques a los poblados y las
mantenían en lugares protegidos de La
Matancilla, a escasos kilómetros del
cerro Domuyo, bajo la vigilancia de Tere-
sa y Rosario Pincheira.
Entre los datos que se conocen aparecen
violentas incursiones a la ciudad de
Chillán, que redujeron a cenizas; atacaron
y saquearon la ciudad de Concepción más
otros poblados menores y desprotegidos.
En la parte Argentina, fueron las poblacio-
nes de las provincias de San Luis, Córdoba
y Buenos Aires las que sufrieron los ataques
de estas huestes Pincheirianas. En 1829
llegaron hasta Carmen de Patagones, toma-
ron por asalto el fuerte y arriaron la bandera
argentina para izar la del Rey de España. En
1830 sitiaron la ciudad de Mendoza, sem-
brando el miedo y el desconcierto entre las
familias de ese gran poblado.
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> Pedro Tecles • Comunicador Social • sepatagonicos@ciudad.com.ar
La vida pasa... las cosas quedan
La última batalla
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Todas estas incursiones de los hermanos
Pincheira rozan, sin duda, lo real y lo fan-
tástico. Resulta sumamente atractivo tra-
tar de indagar más y poder aclarar defini-
tivamente estos hechos del pasado.
Las hostilidades se extendieron por más
de diez años. La suerte de los hermanos y
sus seguidores duró hasta 1832. Los
gobiernos de Chile y Argentina hicieron
un acuerdo para terminar con el periplo
delictivo de los Pincheira. Para evitar las
escaramuzas de la guerrilla y lograr, final-
mente, una confrontación franca, cuerpo a
cuerpo cortando toda posibilidad de ocul-
tamiento en los escondites cordilleranos,
fueron sorprendidos de madrugada en los
bosques de las lagunas de Epu Laufquen
y, literalmente, exterminados.
Mil soldados fuertemente pertrechados
ingresaron a la Argentina el 14 de enero
por uno de los tantos pasos cordilleranos
de la zona norte de Neuquén; sorprendie-
ron a los Pincheira y su gente, exacta-
mente a la hora del descanso. Fueron
varias horas de sangrientos combates,
cuerpo a cuerpo, por la zona de La Nasa
y Coyamuelo.
Bulnes, que era el militar al mando de la
tropa, dio la orden de no tomar prisione-
ros. Si bien se alzaron con la victoria, no
pudieron dar muerte a José Pincheira,
que se dio a la fuga y buscó refugio en las
costas del Río Atuel en Mendoza.
La batalla de Epu Laufquen es considera-
da como el último acto bélico por la
independencia americana. Por tal motivo,
entre el 7 y el 14 de enero se celebra la
“semana pincheirana”. Todos los años,
para esta fecha, hay un permiso especial
de Cancillería argentina, para que jinetes
chilenos crucen de a caballo la Cordillera
de los Andes hasta las lagunas de Epu
Laufquen, con el fin de realizar los actos
conmemorativos.
Bulnes y sus soldados regresaron victo-
riosos a Chile con más de 20.000 cabe-
zas de ganado y el rescate de cientos de
cautivas robadas a familias chilenas. El
fabuloso tesoro de la banda aniquilada,
pasó al plano de la leyenda, enmarcado
en miles de conjeturas. La más próxima
es que permanece oculto en algún lugar
de Epu Laufquen.
Los Pincheira tenían escondites a todo lo
largo de las laderas de la Cordillera del
viento, Colomichicó, La Matancilla, Epu
Laufquen y otros parajes de la zona. Se
cree que los únicos que realmente sabían
la ubicación del tesoro eran los hermanos
varones. Se dice que el lugar era una
cueva natural cercana al bosque de Epu
Laufquen, derrumbada por los hermanos
para guardar, definitivamente, este tesoro.
También, y posiblemente ésta sea la
creencia más apropiada, corroborada
por nuestro amigo el Ingeniero Rafael,
existe la versión de que José Pincheira,
después de huir en la última batalla por
la independencia americana se entregó
a las autoridades chilenas. Se vio bene-
ficiado por un indulto especial del
gobierno trasandino, a pesar de que
durante varios años se había puesto pre-
cio a su cabeza. Aparentemente, José
Pincheira negoció su vida y su libertad
por todo el tesoro reunido en más de una
década de andanzas defendiendo al rey
de España.
La noche se fue prolongando con este
ameno intercambio de datos, fechas y
precisiones. El vino acortó los lazos de
amistad entre dos pueblos tan próximos y
por momentos tan alejados. Se sumaron
los últimos brindis pronosticando conti-
nuos encuentros de intercambio y solida-
ridad, y nos retiramos al hotel.
Conciliar el sueño no es uno de mis pro-
blemas. Esa noche, sin embargo, recorrí
con mi excitada imaginación en un
sobrevuelo rapante toda la zona del bos-
que de las lagunas de Epu Laufquen; la
Cordillera del viento, los petroglíficos de
Colo Michicó, La Matancilla, el volcán
Domuyo y Chenques y cuevas misterio-
sas con fabulosos tesoros enterrados. Por
esos parajes tuvo lugar “la batalla final”
contra los realistas. Una perla más al rico
historial de una de las regiones más anti-
guas de la Patagonia. >x<
Fruticultura&Diversificación
Nº532007
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La vida pasa... las cosas quedan