LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
24 de Junio: Nacimiento de San Juan Bautista
1. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto;
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
(Lc 1, 78-79)
Texto: Lucas 1, 57-60.80 . Natividad de Juan Bautista.
Comentarios y presentación: Asun Gutiérrez.
2. Cuando llegó el tiempo en que Isabel
debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de
la gran misericordia con que Dios la
había tratado, se alegraban con ella.
La presencia de Dios, llena de misericordia, vida y alegría, no recae sólo
sobre una persona en particular, alcanza a la totalidad del pueblo.
La alegría aumenta y es verdadera si es vivida y compartida con los demás.
Si prestamos atención a nuestra vida comprobaremos que se dan
continuamente en ella pequeños y/o grandes milagros.
¿Me alegro y comparto las alegrías de quienes me rodean?
3. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño,
y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”.
Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”.
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería
que le pusieran. Éste pidió una pizarra y escribió:
“Su nombre es Juan”.
El proyecto de Dios, en el que opinan y participan las mujeres,
no se realiza actuando por rutina, según la costumbre,
“como se ha hecho siempre”.
Jesús rompió moldes de mentalidad y de estilo de vida.
De Zacarías podemos aprender el proceso de conversión y de cambio.
El paso de la duda a la fe. El no ser obstáculo al proyecto de Dios.
En su caso, y en el nuestro, fiarse de Dios supone romper esquemas y costumbres
que se consideran seguras e inamovibles.
Juan significa “Yahvé es clemente”, “Dios ha mostrado su favor”.
4. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó
el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran
impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la
región montañosa de Judea.
EIN KAREM
CIUDAD NATAL DE JUAN BAUTISTA
De mi únicamente se espera la buena disposición para las sorpresas
del Señor (Juan XXIII)
Tiempos de silencio y espera son necesarios para recobrar la paz,
la serenidad y la confianza en Dios.
Siguen momentos llenos de palabras, sorpresas, alabanza, emociones, alegría...
Es signo de sabiduría saber discernir cuándo conviene callar y cuándo hablar.
5. Todos los que se enteraron guardaban este
recuerdo en su corazón y se decían:
«¿Qué llegará a ser este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu;
y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se
manifestó a Israel.
La mano de Dios estaba con él, y está con nosotros.
Sentir la mano de Dios no significa no tener nada que hacer,
o tenerlo todo claro, sino caminar con Él, en la búsqueda continua
del crecimiento, la superación, la fortaleza y la paz interior.
Dios es el autor de todo crecimiento, signo de vida y de bendición.
6. Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres.
Pedro Casaldáliga