Jesús no buscó aliarse con los poderosos de su época ni participar en la política, aunque comprendía la realidad política. Su mensaje era espiritual no político, enfocado en cambiar los corazones antes que derrocar sistemas. Jesús enseñó que se deben cumplir las obligaciones civiles como pagar impuestos, pero que lo más íntimo del alma pertenece sólo a Dios.