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Revista Nueva Antropología
Nueva Antropología A.C
nuevaantropologia@hotmail.com
ISSN: 0185-0636
MÉXICO
2003
Jesús Carlos Guzmán
LOS CLAROSCUROS DE LA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS (EBC)
Revista Nueva Antropología,abril,año/vol.XIX,número 062
Nueva Antropología A.C.
México,D.F.,México
pp.143-162
LOS CLAROSCUROS DE LA EDUCACIÓN BASADA
EN COMPETENCIAS (EBC)
S
in lugar a dudas la Educación Ba-
sada en Competencias (EBC) es un
tema controvertido. Es de difícil
aproximación neutral porque o “se está
en contra de” o “a favor de”. Uno es su
detractor o su apologista. Parecería ser
que en este tema no hay puntos interme-
dios o que los matices no son aceptados.
Sin embargo, consideramos que se
avanza muy poco en la cabal compren-
sión y justo juicio acerca de esta modali-
dad educativa si asumimos posturas ra-
dicales. Por tanto, en un intento por
superar los extremos, en este artículo nos
proponemos analizar las principales ca-
Jesús Carlos Guzmán*
racterísticas de la EBC, destacar sus pun-
tos polémicos, compararla con lo requeri-
do en el campo educativo dadas las con-
diciones del mundo actual y, al final, hacer
un balance lo más equilibrado posible de
sus aportaciones y limitantes. También
abordaremos temas relacionados con la
EBC que desde nuestro parecer no han re-
cibido la debida atención.
1. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA EBC
Dentro del amplio número de definicio-
nes sobre la EBC destacan al menos dos
posturas. Una que la concibe como com-
petencia educativa, que incluye el conjun-
to de propuestas de lo que hoy en día se
denomina una “educación integral”. Aho-
* Departamento de Psicología Educativa, Fa-
cultad de Psicología, Universidad Nacional Autó-
noma de México.
144 Jesús Carlos Guzmán
ra son denominadas competencias lo que
antes eran llamados objetivos educativos,
porque se quiere resaltar los elementos
genéricos e integradores que tienen las
primeras y que superan las deficiencias
de estos últimos. Esta posición se ilustra
con la siguiente definición de competen-
cia educativa: “Tipo de expresión que hace
posible colaborar y participar en el desa-
rrollo de tareas enfocadas a la madura-
ción del individuo y la ejecución de diver-
sos papeles que tiene que desempeñar en
la vida, como aprendiz, como productor
de bienes y servicios, como consumidor y
como integrante de unidades sociales” (De
Anda, 1997: 22). Así, se habla de compe-
tencias matemáticas, histórico-sociales,
de lenguaje y lingüísticas y de comunica-
ción, de las relativas a las ciencias natu-
rales (De Anda, 1997: 28) o de desarrollo
personal (Cahue, 1997: 97). Otros desta-
can las llamadas competencias genéricas,
donde incluyen al procesamiento de la
información, la computación y comunica-
ción (Álvarez, 1994: 22-23). Como puede
notarse, el énfasis de las definiciones an-
teriores es integrar los propósitos educa-
tivos desde una perspectiva académica y
no laboral.
La segunda postura se refiere a la for-
mación para y en el trabajo; es decir, las
competencias propiamente laborales y
profesionales, y sobre ellas se profundi-
zará en el presente documento por ser la
acepción más aceptada cuando se discu-
te el tema.
Ahora bien, ¿cuáles son sus principa-
les atributos? En esta cuestión se reto-
mará principalmente lo propuesto por las
experiencias internacionales sobre laEBC,
por el amplio espectro que manejan so-
bre el particular.
LaEBC es una modalidad educativa que
permite formar al educando a partir de
normas de competencia laboral o profe-
sional obtenidas de los requerimientos del
sector productivo y de servicios. Su meto-
dología de enseñanza hace hincapié en el
saber hacer y utiliza una organización e
infraestructura similares a las del ámbi-
to laboral para desplegar dichas compe-
tencias (Colmena y Sánchez, 1995; Flet-
cher, 1994; Gonczi, 1994; Gonczi y
Athanasu, 1996; Malpica, 1996; Mertens,
1996; Saluja, 1996 y Valls, 1993).
La competencia, entendida de esta
manera, tiene cinco características esen-
ciales: la primera es que está centrada
en desempeños y la segunda resalta la
importancia de las situaciones o contex-
tos donde éstos son relevantes o útiles.
El desempeño es la expresión concreta de
los recursos puestos en juego por un indi-
viduo cuando lleva a cabo una actividad;
esta ejecución no es realizada en el vacío
sino en un contexto específico; esto es, la
persona además de disponer de un baga-
je de destrezas (o sea de habilidades y
conocimientos) debe ser capaz de utilizar-
las de acuerdo con las condiciones o de-
mandas del medio. Por ejemplo, saber
enfrentar situaciones difíciles o nuevas,
entender qué es lo apropiado hacer en un
momento dado y obrar en consecuencia.
Igual de importante es poseer ciertas ac-
titudes altamente valoradas en el medio
laboral y profesional, como son la respon-
sabilidad, el cumplimiento del trabajo
encomendado, el esmero por la calidad y
la actualización continua.
Un tercer componente de la competen-
cia es que ésta constituye una unidad en
sí misma, por lo que sólo tiene sentido
como totalidad, de manera que aunque
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 145
pueda desagregarse en componentes, és-
tos por separado ya no constituyen la com-
petencia. Por tanto, la competencia está
compuesta por un conjunto integrado de
conocimientos, habilidades y actitudes.
En cuarto lugar, la competencia tiene
un orden y jerarquía, que estarían repre-
sentados por medio de un continuo en el
que los individuos van avanzando desde
un nivel de novatos o inexpertos a otro
donde, paulatinamente y luego de un pro-
ceso de formación, adquieren autonomía
e independencia en el trabajo con el ple-
no dominio de la misma.
Una propuesta para identificar los ni-
veles de las competencias es la desarro-
llada por Guerrero, Acosta, y Taborda
(1999: 39), quienes establecen los siguien-
tes tres niveles ordenados de acuerdo con
un nivel de complejidad creciente.
La última característica es que las com-
petencias se derivan de normas, las cua-
les son elaboradas de acuerdo con las pres-
cripciones y requerimientos de los secto-
res laborales y profesionales. Así, una nor-
ma técnica de competencia laboral “es el
conjunto de conocimientos, habilidades y
destrezas que son aplicados al desempeño
de una función productiva, a partir de los
requerimientos de calidad esperados por
el sector productivo” (Ibarra, 1996: 74). Las
normas describen las habilidades y apti-
tudes necesarias en el lugar de trabajo y
son comunes a cada profesión, sector la-
boral o rama productiva.
Para finalizar este punto quise aclarar
que, contra lo comúnmente asumido, la
aplicación de la EBC no es unívoca en los
diversos lugares donde funciona. Si bien se
comparten algunos elementos, no es lo mis-
mo cómo se concibe y emplea en la Gran
Bretaña que en Australia; o en España que
en Francia (para ampliar este tema véan-
se Carlos, 1998 y Mertens, 1996).
CUADRO 1. Los niveles de las competencias
Nivel básico Nivel medio Nivel alto
♦ El nivel de rendimiento
relacionado con las
competencias
fundamentales
♦ La forma mecánica
de una actividad
♦ La acción de menor
autonomía y reflexión
♦ El nivel más bajo
de conocimientos
y capacidades
♦ La adaptación pasiva
al entorno
♦ Implica un
comportamiento laboral
más flexible
y de actividad
de más autonomía
♦ Con algunos niveles de
resolución de problemas
♦ Con conocimientos
y habilidades técnico-
profesionales adquiridos
de manera concreta
♦ Relacionados con
servicios personales
acercándose
a los simbólicos más
que a los rutinarios
♦ Las características
de los servicios
simbólicos, con definición
de estrategias, etcétera
♦ Con conocimientos
de gestión, innovación,
trabajo en equipo,
etcétera
♦ Anticipación
a los problemas
♦ La más alta realización
operativa de una tarea
♦ Capacidad de dirigir
y supervisar
146 Jesús Carlos Guzmán
2. PUNTOS POLÉMICOS DE LA EBC
Un primer punto a destacar es que cons-
tituye una propuesta para determinar los
contenidos educativos, función que hasta
ahora había sido atribución exclusiva del
sector educativo. En cambio, en laEBC son
las exigencias del mercado laboral las que
definen lo que los alumnos aprenderán y
éstas se formalizan en las normas de com-
petencia laboral, que a su vez se convier-
ten en las metas de enseñanza.
En la formación profesional esta tarea
es hecha las más de las veces a partir de
lo que cada disciplina considera valioso y
relevante para dominarla; pero también
son tomados en cuenta los requerimien-
tos de la práctica profesional, o en el me-
jor de los casos son incluidas las llama-
das “necesidades sociales”. Como puede
verse son dos lógicas muy distintas, que
no deben perderse de vista al analizar las
implicaciones de la EBC. Dada la amplia
injerencia que los sectores académicos
han tenido en la delimitación del qué y
cómo enseñar, no es de extrañar que ellos
sean uno de sus más férreos opositores al
sentir amenazado su predominio en es-
tas definiciones.
En este sentido, no debe olvidarse que
una de las causas que propiciaron el
surgimiento de la EBC fue el deseo de vin-
cular más estrechamente el mundo del
trabajo y el educativo, luego de la gene-
ralizada insatisfacción respecto de los re-
sultados obtenidos por las instituciones
educativas, puesto que lo aprendido por
los egresados en general les servía poco
para un adecuado desempeño laboral. Por
estas razones se buscó que la EBC se abo-
cara a satisfacer los requerimientos de ca-
pital humano de las empresas e institu-
ciones para evitar desperdicios de los
recursos humanos y gastos financieros
derivados de tener que reentrenar a las
personas por carecer de los elementos ne-
cesarios para desempeñar eficazmente un
puesto laboral, o porque los egresados
contaban con una formación distinta a la
requerida.
Se podría objetar que éstos no debe-
rían ser los únicos criterios para deter-
minar los contenidos. Lo cierto es que
gran parte de los sistemas educativos se
desvincularon de su entorno, tornando
irrelevante para la vida presente y futu-
ra de los educandos gran parte de lo en-
señado en los distintos centros escolares,
de tal manera que una parte importan-
te de lo aprendido sólo tuvo sentido para
cumplir los requisitos y estipulaciones de
la escuela, pero resultó de poca utilidad
para la vida fuera de las aulas.
En la educación superior en México es
endémica la desvinculación entre los re-
querimientos del mercado profesional y lo
que se enseña en las universidades, por
lo que no es extraño encontrar que, en la
opinión de muchos egresados, lo más im-
portante para su desempeño profesional
fue adquirido principalmente en la prác-
tica y experiencia laboral.
Para concluir este punto se destaca que
la EBC esuna de las respuestas, no la úni-
ca, al problema de la falta de relevancia
de la educación. Por ejemplo, desde otra
perspectiva, García (1998) propone cam-
bios a la enseñanza escolar para prepa-
rar a las personas a afrontar los comple-
jos retos que les plantea su medio a partir
de la incorporación de los problemas re-
levantes para la vida de los ciudadanos,
y no sólo de los problemas particulares
de la historia, la física o las matemáticas.
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 147
Otro punto crucial de la EBC consiste
en centrarse en los desempeños de los
educandos y no tanto en lo que saben o
conocen; en lo que son capaces de demos-
trar y no en los conocimientos que pue-
den reproducir. Esta característica repre-
senta a nuestro juicio uno de los puntos
más candentes y polémicos, ya que ahí
está el origen del rechazo que suscita so-
bre todo en el ámbito académico; pero si-
multáneamente —como no podría ser de
otra forma en laEBC— esto es lo que atrae
a sectores hartos de una enseñanza ver-
balista, enciclopédica y sobre todo irrele-
vante.
En este punto la EBC participa en la
solución del problema de por qué los alum-
nos son incapaces de emplear pertinen-
temente en una situación dada los cono-
cimientos que dominan teóricamente. En
este sentido la enseñanza tradicional le
ha dado un gran peso a lo que los alum-
nos deben saber y lo ha considerado el
tema nuclear de la enseñanza, tanto que
la acepción predominante de enseñar es
trasmitir conocimientos, y mientras más
mejor. De esta manera, tal como Pozo
(1996) ha señalado, se asume que si un
estudiante sabe algo esto automáticamen-
te lo habilita para aplicarlo, cuando se
trata de dos dominios distintos y por tan-
to requieren maneras diferentes de ense-
ñanza. Es decir, hablaríamos de que para
aprender son necesarios al menos dos ti-
pos de didácticas; una para el logro de uno
de los resultados de aprendizaje: el lla-
mado conocimiento declarativo, consis-
tente en el dominio por parte del alumno
de las teorías, hechos, conceptos, princi-
pios, etc., y otro para adquirir los conte-
nidos procedimentales o habilidades, en-
tendidos éstos como la capacidad del
alumno para realizar una secuencia de
actividades en el orden y la forma correc-
ta para llegar a un fin o realizar un pro-
ducto (Valls, 1993). Claro está que ambos
tipos de dominio se necesitan y comple-
mentan y es difícil distinguirlos en la
práctica; mas la necesidad de diferenciar-
los radica en que precisan de formas par-
ticulares para enseñarse.
Como decíamos, postular que los cono-
cimientos procedimentales tienen la mis-
ma relevancia que los denominados
declarativos constituye una nueva pers-
pectiva en el campo educativo, preocupa-
do en demasía en que los alumnos domi-
nen teorías y hechos pero no de que sean
capaces de utilizar pertinentemente sus
saberes o mostrar actitudes positivas. En
fechas recientes la enseñanza de valores
ha tenido un gran auge en nuestro país,
tanto que en la educación secundaria se
introdujo una materia sobre este trascen-
dental tema, lo que refleja una preocupa-
ción importante por la formación ética del
educando; sin embargo, todavía existe
mucha reticencia para abordar el estu-
dio de la adquisición del conocimiento
procedimental y no se le ha otorgado la
importancia que, desde nuestro punto de
vista, merece.
Se considera que una de las razones
de esta situación es el amplio prejuicio
cultural de considerar superior el saber
intelectual al práctico, asumiendo que
este último es de menor importancia, sólo
para gente de bajo nivel educativo y algo
que no requiere mayor preparación. Para
mostrarlo se citarán algunos ejemplos,
como el descrito por Eduardo Galeano en
su libro Memorias del fuego II (1984: 81),
donde relata lo acontecido en el año de
1783 en Madrid:
148 Jesús Carlos Guzmán
A los vientos proclaman las trompetas que
el rey de España ha decidido redimir la
mano humana. Desde ahora, no perderá
su noble condición el hidalgo que realice
trabajo manual. Dice el rey que la indus-
tria no deshonra a quien la ejerce, ni a su
familia, y que ningún oficio artesanal es
indigno de españoles. Los hidalgos, que en
España abundan como los frailes, tienen
manos útiles para morir por España o
matarla. Aunque sean pobres de solemni-
dad, no se rebajan a producir con sus ma-
nos otra cosa que gloria. Hace tiempo que
esas manos se han olvidado de trabajar,
como las alas de las gallinas se han olvida-
do de volar.
Otro ejemplo sucedió en México en el
siglo pasado durante la década de los
treinta. Con la aparición del Instituto
Politécnico Nacional (IPN) se intentó pre-
sionar a la Universidad Nacional por no
plegarse a las presiones gubernamenta-
les, y se alentó la pugna entre ambas ins-
tituciones educativas. El entonces rector
de la Universidad, el doctor Gustavo Baz,
en un intento por delimitar el ámbito de
injerencia de cada una, afirmó: “...no toda
la juventud tiene aptitudes para se-
guir la carrera que la Universidad ense-
ña y el Estado tiene la obligación de orien-
tarlos por los derroteros de la enseñanza
técnica” (citado por Arce, 1982: 267).
Según Gonczi (1994) la desvaloración
del trabajo manual tiene orígenes que se
remontan hasta Sócrates, quien conside-
raba al estratega militar una persona más
valiosa que al general comprometido con
la batalla real. Como los anteriores ha-
brá muchos ejemplos, pero los citados de
épocas y lugares diferentes bastan para
demostrar el hondo y generalizado arrai-
go de la descalificación del trabajo ma-
nual en comparación con el intelectual,
lo que ilustra el hecho de que para nues-
tra sociedad ciertos saberes tienen ma-
yor prestigio que otros. Creemos que la
polémica entre los dos tipos de conoci-
mientos adquiere en nuestros días otra
dimensión, lo cual analizaremos en el si-
guiente apartado.
3. ¿QUÉ DISTINGUE A NUESTRO
TIEMPO?: DELIMITACIÓN DE ALGUNOS
RASGOS SOBRESALIENTES
A riesgo de incurrir en generalizaciones
y simplificaciones porque los hechos y
características a describir no son homo-
géneos ni afectan a todas las esferas de
la vida humana, podemos caracterizar los
rasgos y dimensiones más destacables de
nuestra era integrando lo que algunos
autores señalan desde diversas perspec-
tivas relacionadas con nuestro tema. Así
por ejemplo, Hargreaves (1996) destaca
que no hay acuerdo en cómo denominar
a nuestra época: si neoliberal, postindus-
trial o postmoderna, y Rifkin (1996) plan-
tea que vivimos una tercera revolución
industrial, que lo mismo que las anterio-
res alterará profundamente nuestro mun-
do tal como ahora lo conocemos. Donde
hay consenso es en considerar que nues-
tra época se distingue por la globaliza-
ción de la actividad económica, de las re-
laciones políticas, la información, las
comunicaciones y la tecnología (Hargrea-
ves, 1996).
Lo anterior plantea grandes cambios
en la forma en que organizamos nuestra
vida. Para ilustrar algunas de estas mo-
dificaciones se incluye el cuadro compa-
rativo elaborado por Reigeluth (1999),
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 149
quien diferencia a las organizaciones se-
gún lo requerido por dos tipos de eras: la
industrial y la de la información.
Hargreaves (1996) plantea que el cam-
bio experimentado por nuestras socieda-
des no es homogéneo o coherente sino que
sus componentes y resultados son a me-
nudo irónicos, paradójicos y hasta perver-
sos. Él ilustra las características del mun-
do actual en siete dimensiones, pero va-
mos a describir sólo tres de ellas, por ser
las directamente vinculadas con los pro-
pósitos de este trabajo; simultáneamen-
te incorporaremos conceptos e ideas de
otros autores.
3.1. Economías flexibles
Esta dimensión intenta caracterizar el
nuevo modelo que distingue el actual sis-
tema de producción, consumo y vida eco-
nómica, el cual afecta a los procesos de
trabajo, los mercados laborales, los pro-
ductos y las pautas de consumo. La flexi-
bilización pretende mejorar la rentabili-
dad al reducir los costos de trabajo e in-
crementar el tiempo de movimiento de
producción y consumo. La acumulación
flexible tiene que ver con el conocimiento
y la información. Exige nuevas cualifica-
ciones y destrezas a los futuros trabaja-
dores, entre ellas la de solución de pro-
blemas, reflejada en la necesidad de
vincular a los que identifican las dificul-
tades con quienes las resuelven.
En las economías modernas no todo
tiene que ver con la producción y el con-
sumo de bienes, sino con el saber y la in-
formación. Ahora los principales activos
de cada nación son el nivel educativo y la
calidad de vida de sus ciudadanos. Por
eso se dice que la riqueza de las naciones
ya no se mide por los recursos naturales
sino por su capacidad de aprender, es de-
cir por el capital humano que logre crear.
Tal como lo plantea Passet (1998: 104),
“La mutación contemporánea se caracte-
CUADRO 2. Comparación entre las eras industrial y de la información
Era industrial Era de la información
♦ Estandarización Centrada en el cliente
♦ Burocratización Trabajo en equipo
♦ Centralización Autonomía con rendición de cuentas
♦ Confrontaciones Cooperación
♦ Decisiones autocráticas Decisiones compartidas
♦ Complacencia Iniciativa
♦ Conformismo Asumir riesgos
♦ Departamentalización Holismo
♦ Orientada a los resultados Orientada al proceso
♦ Planeación Calidad total
♦ El “jefe es el rey” El cliente “es el rey”
150 Jesús Carlos Guzmán
riza por el choque frontal de dos fases de
la evolución tecnológica: una —en su apo-
geo— fundada en la energética; la otra
—emergente— procede de lo inmaterial
(símbolos, códigos, mensajes, organiza-
ción)”. Por ello los países que inviertan
en educación y en investigación científi-
ca tendrán mejores ventajas sobre aque-
llos que no lo hagan.
3.2. El final de las certezas
Los ciudadanos están experimentando un
importante cambio desde una posición
muy cómoda consistente en vivir guiados
por un pequeño número de singularida-
des estables de conocimientos y certezas
hasta una pluralidad fluctuante y en con-
tinua transformación. Por tanto, los sa-
beres dados y los hechos indiscutibles son
cada vez menos creíbles, ya que nuestros
conocimientos se tornan frágiles y provi-
sionales ante el hecho de que nuestro sa-
ber actual muy pronto se volverá obsole-
to en virtud del ritmo vertiginoso del
avance científico y tecnológico. Pozo
(1996) coincide en este punto explicando
que también es resultado de la descen-
tración del conocimiento y de la pérdida
de la certidumbre científica. Por ello nues-
tras nuevas autoridades son más incier-
tas y vulnerables.
Lo anterior implica que cobrará cada
vez mayor importancia el dominio de un
conjunto de procesos genéricos no vincu-
lados a determinados contenidos sino de
amplia aplicación como son: el análisis,
la investigación, la obtención y clasifica-
ción de la información, etc. Igual de rele-
vante será aprender a aprender en for-
ma crítica, donde los educandos deberán
dominar y dirigir su propio proceso de
aprendizaje, y usar lo que saben para ad-
quirir mayores conocimientos.
Reigeluth (1999) lo plantea de la si-
guiente manera: enseñar será cada vez
más apoyar a otros a construir conoci-
mientos de manera significativa, no
transmitirlos sino ayudar a conformarlos.
Este autor los clasifica como dependien-
tes de contenidos específicos, que abarca-
rán los saberes declarativo y procedimen-
tal y consistirían en la comprensión de
información y hechos concretos, así como
en el despliegue de determinadas destre-
zas. El otro dominio sería el de los inde-
pendientes de contenidos, como serían la
aplicación de las estrategias de aprendi-
zaje, la habilidad para solucionar pro-
blemas y la utilización del saber para con-
trolar y dirigir procesos. Es decir, los
alumnos deberán ser unos aprendices
estratégicos capaces de dominar los con-
tenidos disciplinarios y de establecer si-
multáneamente mecanismos sistemáticos
para organizar, guiar y enriquecer la ad-
quisición de sus propios conocimientos.
3.3. El mosaico móvil
Con esto Hargreaves quiere señalar que
uno de los principales retos a los que se
enfrentan las sociedades y las organiza-
ciones de nuestro tiempo, marcadas pa-
radójicamente por una movilidad cons-
tante, es ir al ritmo del cambio. Por ello
se dice que un rasgo característico de la
postmodernidad es la incertidumbre y
la imprevisibilidad. Para enfrentar estas
demandas las organizaciones deben tener
la capacidad de aprender y de adaptar a
sí mismas los frutos de ese aprendizaje.
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 151
O sea, ahora es necesario que las organi-
zaciones e instituciones y no únicamente
los individuos aprendan a utilizar en sí
mismas los frutos de lo adquirido para
innovarse continuamente. Las organiza-
ciones de este tipo reciben el nombre de
inteligentes.
Vincularemos los tres rasgos anterio-
res con lo planteado por Pozo (1996),
quien caracteriza a nuestra época como
la sociedad del aprendizaje, la cual, a di-
ferencia de lo ocurrido en otros momen-
tos históricos, exige como nunca antes la
adquisición de un conjunto amplio de sa-
beres y destrezas, imprescindibles para
la vida y más adecuadas a mercados de
trabajo cada vez más cambiantes, flexi-
bles e impredecibles. Ante esta situación,
los ciudadanos estarán obligados a aco-
modarse a cambios vertiginosos y sobre
todo a entrar en un proceso de aprendi-
zaje continuo, lo que plantea una intensa
y rica formación, que no está circunscrita
únicamente a la escuela.
Para Pozo, otra característica de nues-
tra era es la sobresaturación de informa-
ción, mas no de conocimiento, y —como
explicamos antes— una visión descentra-
da, relativista y diversificada del mismo.
Conceptos muy parecidos a los que Har-
greaves aludía con la idea de mosaico
móvil y fin de las certezas. Por eso este
autor asegura que probablemente como
en ninguna otra época tantos queremos
saber, y sobre diversos temas, en un es-
cenario donde, como es evidente, nuestros
sistemas formales de educación quedan
muy rezagados. Por ello se ahonda la dis-
tancia entre lo que deberíamos apren-
der y el conocimiento que en realidad ad-
quirimos.
Otro rasgo de la sociedad del aprendiza-
je es la multiplicación de los contextos de
aprendizaje y sus metas. No sólo tenemos
que aprender muchas cosas, de muy diver-
sos tipos. Ante estas peculiaridades es ne-
cesario que sepamos adoptar estrategias
diferenciadas para cada una de ellas. Es
decir, hay que usar pertinentemente el co-
nocimiento adquirido de acuerdo con los
contextos y situaciones; pero sobre todo sa-
ber dirigir el propio proceso de aprendiza-
je. Por eso, al igual que los autores antes
citados, Pozo propone que las estrategias
de aprendizaje formen parte de los conte-
nidos de la educación básica en las socie-
dades presentes y futuras.
Hoy en día resulta claro que el apren-
dizaje repetitivo es ineficaz e insuficien-
te porque, por ejemplo, la ciencia no pue-
de memorizarse, hay que comprenderla.
Ante el cúmulo de información que uno
recibe a diario muchas veces no tenemos
oportunidad de organizarla y darle sen-
tido. Esta avalancha produce mucho rui-
do, pero no incrementa nuestra capaci-
dad predictiva ni nuestro control sobre los
acontecimientos. Necesitamos disponer
de marcos interpretativos para compren-
der la realidad y transformarla.
4. NUEVAS CONCEPCIONES
DE APRENDIZAJE
Para estar acordes con los nuevos tiem-
pos, no es extraño que hayamos sustitui-
do las viejas concepciones de lo que signi-
fica aprender por otras que postulan que
el deseo de conocer no tiene por objetivo
reflejar el mundo sino inventarlo o cons-
truirlo, al asumir que hay tantas realida-
des como puntos de vista. F. Kofka —un
psicólogo de la Gestalt— aseveraba: “No
152 Jesús Carlos Guzmán
vemos las cosas tal como son, sino como
somos nosotros” (citado por Pozo, 1996:
47). Para comprender mejor esa realidad
elaboramos modelos que se parezcan lo
más posible a ella, por eso todo conoci-
miento es una aproximación incierta. Así,
una de las definiciones más aceptadas de
aprendizaje es aquella que lo concibe no
como una modificación del comportamien-
to o del inconsciente, sino como un reem-
plazamiento de nuestros modelos de la
realidad. Desde esta perspectiva, noso-
tros estamos construyendo, en forma con-
tinua, explicaciones o modelos para en-
tender lo que nos pasa y sucede, y un buen
aprendizaje se nota en los cambios cuali-
tativos que produce. En este caso, la per-
cepción que tenemos de la realidad con
ayuda de estos modelos es mucho mejor
que la que habríamos alcanzado de ha-
berlos mantenido intactos.
Pozo propone que la meta de la cultu-
ra deberá estar dirigida a interpretar la
parcialidad de los conocimientos, a com-
prenderlos y darles sentido —paradójica-
mente— dudando de ellos. Por lo mismo,
deberá ser una meta educativa contribuir,
a formar la cultura de la comprensión: que
involucra al análisis crítico de nuestra
realidad, así como la reflexión sobre nues-
tro hacer y la integración de algunos de
los saberes parciales que inevitablemen-
te nos conforman, para repensarlos, re-
construirlos y darles una nueva forma o
estructura.
5. LAS REPERCUSIONES
EN LA EDUCACIÓN
Como es evidente, los rasgos anteriores
tienen profundas implicaciones para mu-
chas esferas de la actividad humana, en-
tre ellas la educativa. Ahondaremos en
sus efectos sobre esta última.
Podemos afirmar, con las excepciones
que sin duda existirán, que el dominio de
las cualidades requeridas por los nuevos
tiempos no se está alcanzando en nues-
tras escuelas, ya que su organización y
estructura fue concebida para otro mo-
mento histórico, el que Reigeluth (1999)
denominaba la era industrial. Nuestros
paradigmas e ideas actuales de la educa-
ción consisten en enseñarles a una gran
cantidad de personas los mismos conte-
nidos al mismo tiempo, sin tomar en cuen-
ta sus necesidades y diferencias indivi-
duales. Puede ser un modelo eficiente
pero no eficaz ni equitativo porque busca
identificar a los talentosos de los que no
lo son (Reigeluth, 1999). En ese modelo
escolar se premiaba la obediencia y pasi-
vidad, pues no era necesario tener inicia-
tiva ni disponer de una amplitud de cri-
terios y perspectivas culturales.
Por ello, si las escuelas quieren inser-
tarse en la sociedad del aprendizaje, cu-
yos rasgos generales acabamos de descri-
bir, es menester que realicen amplias
reformas para coadyuvar en la formación
del tipo de ciudadanos que los nuevos
tiempos demandan. Describiremos algu-
nas de estas cualidades que las escuelas
debieran alentar e inscribir —a su vez—
en las nuevas finalidades educativas:
• Es necesario que generen el aprendi-
zaje autónomo, individualizado y sig-
nificativamente cooperativo.
• Tendrán que enseñar a las personas a
trabajar en equipo, a ejercer la auto-
disciplina, las facultades críticas y el
respeto a los demás, sobre la base del
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 153
conocimiento de sus propios derechos
y obligaciones, en un entorno multicul-
tural.
• Deberán adaptarse a los vertiginosos
cambios que distinguen —tal como lo
explicamos antes— a nuestra época.
No sólo eso, sino, mucho más impor-
tante, se les deberá preparar a las per-
sonas para ser buenos ciudadanos, a
participar políticamente con responsa-
bilidad social.
• Las escuelas deberán afrontar el reto
de cómo preparar a los educandos para
resolver problemas, fomentar su crea-
tividad, identificar y asumir los ries-
gos inherentes a toda decisión huma-
na, ser flexibles y, como se dijo antes,
aprender a aprender. En el mundo ac-
tual, la incertidumbre que nos rodea,
la certeza situada o contextualizada,
es superior a la científica.
• Lo anterior implica que ahora las es-
cuelas tienen el reto de pasar de ins-
truir en hechos y datos a enseñar sis-
temas conceptuales que los integren,
preparar a los individuos para que
puedan participar en la configuración
de los nuevos tiempos y no ser ajenos
a los mismos. De esta manera tendrán
las herramientas necesarias para
afrontar las demandas de la era de la
información, para usar el término de
Reigeluth.
• Se necesitan cambios profundos, no
sólo actualizar o incorporar nuevos con-
tenidos. Es indispensable organizarse
para “dar a cada aprendiz el tiempo
necesario que requiere para que apren-
da, sin uniformar el aprendizaje” (Pozo,
1996: 66). La enseñanza deberá estar
centrada en la adquisición de aprendi-
zajes significativos y no en la exposi-
ción de contenidos sin sentido ni rele-
vantes; pasar de los aprendizajes pa-
sivos a activos, enseñarles a los estu-
diantes a compartir la responsabilidad
inherente del aprender y de la aplica-
ción de dicho conocimiento. Evitar las
tareas descontextualizadas o sin sen-
tido por otras contextualizadas y alta-
mente relevantes. Personalizar la edu-
cación para dar a cada cual lo que
necesita e ir a su propio ritmo.
• Tal como lo discutimos antes, aceptar
que si bien existen diferentes tipos
o resultados de aprendizaje, éstos re-
quieren estrategias didácticas dife-
renciadas. No sólo hay que enseñar lo
cognoscitivo, sino darle la misma im-
portancia al aprendizaje de las actitu-
des y las habilidades. Contrastaremos
estas nuevas necesidades educativas
con lo que laEBC ofrece, pero antes ana-
lizaremos el tipo de necesidades que
ella quiso solucionar.
6. LOS PROBLEMAS Y RETOS
QUE LA EBC QUISO RESOLVER
Una de las principales razones del surgi-
miento de laEBC en los países industriali-
zados fue, como dijimos antes, ser alter-
nativa a una enseñanza las más de las
veces irrelevante. Otra causa —según sus
promotores— fue responder a lareestruc-
turación del mundo del trabajo de la glo-
balización.
Ahondando en este punto, encontramos
que el impacto tecnológico es un factor que
modificó de manera radical los modos y
prácticas laborales. Se tuvo que pensar en
modalidades de formación para preparar
a los trabajadores para cumplir con las
154 Jesús Carlos Guzmán
nuevas funciones. Otro de los factores que
impulsan los cambios en el mundo laboral
tiene que ver con las exigencias para in-
crementar permanentemente la producti-
vidad y obtener además productos y ser-
vicios de alta calidad que compitan con
posibilidades en mercados muy disputa-
dos. Lograrlo es cuestión de sobrevivencia
para la empresa o corporación, porque sin
ganancias no es posible su rentabilidad.
Para afrontar adecuadamente estos
retos las empresas han tenido que mo-
dernizar sus equipos y tecnologías, pero
sobre todo están emprendiendo acciones
para mejorar el factor humano, impres-
cindible para operar lo primero. Por ello
han reorganizado los procesos producti-
vos mediante la formación permanente
de sus recursos humanos. Esta reestruc-
turación laboral ha implicado la compac-
tación de categorías laborales, promover
el trabajo mediante equipos multidisci-
plinarios, capacitar a los trabajadores en
distintas habilidades acortando y simpli-
ficando los procesos de producción y dis-
tribución, y perfeccionando los procedi-
mientos administrativos (Rifkin, 1996).
Así, la organización del trabajo tradi-
cional, caracterizada por niveles jerárqui-
cos inamovibles y comunicación vertical
“de arriba a abajo”, con procedimientos
rígidos, especializados y fragmentados,
está siendo sustituida por otros sistemas
donde se privilegia la flexibilidad y la co-
municación horizontal: “todos sabemos
todo” entre los empleados. Estas nuevas
estructuras se basan en redes y equipos
de trabajo, capaces de desempeñar dife-
rentes funciones laborales mediante sis-
temas polivalentes que facilitan los cam-
bios e innovaciones tecnológicas y orga-
nizacionales (Mertens, 1996).
Todo lo anterior ha transformado los
puestos de trabajo, que pasaron de ser
simples y rutinarios a otros que deman-
dan del trabajador inventiva, conocimien-
to, capacidad para analizar y resolver
problemas. Por eso creemos que las nue-
vas circunstancias permiten superar el
viejo prejuicio de considerar superior
el trabajo intelectual al manual, porque
ahora, a causa de las modificaciones des-
critas en los apartados anteriores el tra-
bajador industrial en las empresas mo-
dernas deja de ser una persona que
realiza actividades sencillas y repetitivas
para pasar a ser alguien que usa estrate-
gias cognoscitivas de alto nivel. Tal como
lo expresara un jefe de capacitación de
una importante empresa industrial:
Los equipos están diseñados para brindar
mayor producción, de buena calidad y la
interdependencia tecnológica de varias dis-
ciplinas, así ellos cuentan con sistemas
mecánicos, hidráulicos, neumáticos y elec-
trónicos cuya interdependencia es tan com-
plicada que alguien que sólo sabe oprimir
botones no podrá mantener la continuidad
de operación tan necesaria hoy en día y
mucho menos actuará en beneficio de la
productividad por falta de preparación
[Mendoza, 1996: 34].
Por ello, este autor dice que el enfati-
zar la multihabilidad del trabajador hace
que se le considere no una mano de obra
sino una mente de obra.
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 155
7. LIMITACIONES Y POSIBILIDADES
DE LA EBC PARA AFRONTAR
LAS NUEVAS DEMANDAS EDUCATIVAS
Consideramos que mucho de lo que se
espera de la EBC no podrá cumplirse, por
lo menos en los términos en que sus se-
guidores lo plantean. Esto es así porque,
como lo hemos descrito, la era postmoder-
na demanda una serie de cambios pro-
fundos y radicales en los sistemas educa-
tivos que están lejos de suceder y que aun
la EBC, que se supone surgió para satisfa-
cer necesidades muy particulares del
mundo laboral, no podrá cumplir por las
siguientes consideraciones:
Hemos visto que la era postmoderna
se distingue por el conocimiento descen-
trado, el fin de las certezas y los cambios
vertiginosos (el mosaico móvil); entonces
¿cómo plantear como alternativa un tipo
de educación que entre algunos de sus
rasgos tiene el de precisar normas de com-
petencias, mismas que responden al de-
seo de uniformar procesos que son com-
plejos, volátiles y contextuados? Al
cosificar en normas las competencias ¿no
estaremos perpetuando el conocimiento
y las características de lo que ahoraes el
mercado laboral, pero no el delfuturo? Es
decir, estaremos preparando personas no
para afrontar el cambio sino para que
cumplan ciertos requisitos actuales, que
como hemos expuesto seguramente sufri-
rán modificaciones. En este mismo senti-
do, la creación de normas de competen-
cia laboral no es un proceso fácil, requiere
entre otras cosas tiempo y muchos con-
sensos entre diferentes instancias y sec-
tores, pero una vez diseñadas hay que
tener claro que su vigencia es limitada
(¿tres, cinco, siete años?). Luego habrá que
modificarlas, porque transcurrido un
tiempo ya no responderán a las nuevas
exigencias y así sucesivamente.
Uno de los factores que la educación
debe tener muy en cuenta a la hora de
definir el qué y para qué enseñar es pre-
ver futuras tendencias para preparar a
las personas de acuerdo con esas condi-
ciones. Creemos que la norma tiene razón
de ser desde una perspectiva de certifica-
ción, pero puede limitar los propósitos
educativos si se convierte en el objetivo
curricular, como de hecho ha sucedido
(Gonzci, 1994). Entonces existe el riesgo
de que un medio se convierta en un fin:
sacralizar lo que hoy sabemos en detri-
mento de lo que conoceremos mañana.
Creemos que esta idea de estandarización
responde más a la lógica de la era indus-
trial que a la de la actual. Esto es como
querer introducir “un viejo vino en una
nueva botella”.
Como lo proponen Guerrero, Acosta y
Taborda (1999), las competencias tienen
diferentes niveles (véase cuadro 1, p. 143),
que van desde las más sencillas y repetiti-
vas hasta las más complejas y con mayor
posibilidad de autonomía. Creemos que en
México el desarrollo de las competencias
abarca sobre todo los dos primeros nive-
les, los que estos autores llamaban básico
y medio, pero poco se ha trabajado en la
formulación del tercero, que es el más di-
fícil. Pensamos que una de las razones para
ello es su propia complejidad, pero tam-
bién creemos que influye el deseo de evi-
tar afrontar las dificultades de enseñar
competencias de este tipo, asumiendo que
las más elementales tienen mayores posi-
bilidades de aplicación. Sin embargo, pen-
samos que si de verdad se quieren enca-
rar los retos de la sociedad del aprendizaje
156 Jesús Carlos Guzmán
tendrán que abordarse, dado su crucial
papel para los nuevos tiempos. En este
sentido quisiéramos señalar la necesidad
de plantear propuestas educativas para
hacer de una persona inexperta o novata
un experto en una área de conocimiento.
Como lo propone Pozo (1996), formar a un
experto requiere pasar por las fases com-
prendidas en el cuadro 3.
Como puede verse en este cuadro, al-
canzar la pericia no es una tarea fácil,
precisa pasar por diferentes momentos e
ir obteniendo destrezas particulares,
como las señaladas en el dominio técnico
y estratégico, que es donde la gran mayo-
ría de las personas se ubica. Los tipos de
cambios son extraordinarios e inversos,
porque se comienza desde una total de-
pendencia por parte del educando hacia
el maestro hasta convertirse en una per-
sona autónoma, independiente y capaz de
resolver problemas ya sin ayuda. Educar
a las personas para que lleguen al nivel
de expertos, caracterizados por ser capa-
ces de innovar y de dar respuestas ade-
cuadas a situaciones imprevistas es un
tema que no sólo la EBC tiene que afron-
tar sino también el sistema educativo en
su conjunto. El problema es cómo hacer-
lo puesto que no es fácil llegar a ese ni-
vel, porque precisa un largo periodo de
formación y sobre todo demanda nuevas
maneras de enseñar.
Si los cambios son tan vertiginosos, y
muchas de las situaciones profesionales
son inciertas y exigen toma de decisiones
y resolución de problemas sin condicio-
nes para ello, y bajo mucha presión de
tiempo, ¿qué modificaciones debemos ha-
cer en nuestras instituciones educativas
para dotar a las personas de competen-
cias adecuadas ? ¿Cómo enseñarles a in-
dividuos con ansias de certeza a aceptar
lo relativo y contextuado de nuestros co-
nocimientos?
Quisiéramos recordar aquí lo que fue
reiterado por los autores revisados acer-
ca de la necesidad de formar en los estu-
diantes las capacidades para que sepan
aprender a aprender. Este tipo de tópicos
no está siendo atendido por la EBC.
En síntesis, la EBC limita seriamente
sus posibilidades como opción educativa
acorde a los nuevos tiempos, en virtud de
que muchos de sus desarrollos son sim-
plistas e incapaces de abordar un mundo
tan complejo como el descrito en los ante-
riores apartados.
CUADRO 3. Fases para convertirse en experto
Dominio
Novato técnico Estratégico Experto
Dependiente del
maestro, no hay
control de la
ejecución y ésta es
deficiente o no se
presenta
Ejecuta la
competencia, pero
no puede hacerlo sin
guía y apoyo
Tiene
automatizados los
procedimientos,
pero no sabe
afrontar imprevistos
Tiene pleno control
y sabe actuar
eficazmente ante
situaciones
problemáticas e
imprevistas. Sabe
resolver problemas
abiertos
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 157
En este sentido quisiéramos tocar un
punto relacionado tangencialmente con lo
que acabamos de presentar y que ha sido
poco abordado en nuestro medio, aunque
no en el ámbito internacional. Es el de-
bate entre los que afirman que las com-
petencias más importantes a formar son
las genéricas y aquellos que postulan la
importancia de enseñar competencias
específicas. Hemos revisado que muchos
autores proponen que ante la rapidez del
avance de nuestro conocimiento y lo pro-
visional del mismo, las escuelas, para no
caer en la obsolescencia, deberían ense-
ñar a las personas destrezas que no sean
específicas sino que tengan una alta po-
sibilidad de transferirse. A éstas se les ha
llamado genéricas o clave y se han plan-
teado como alternativa a las competen-
cias particulares que al ser tan concretas
podrían caducar en poco tiempo. Se ar-
guye que las ventajas de las genéricas son
su alta relevancia en el ámbito laboral, su
amplio potencial para transferirse a di-
versas circunstancias, su amplitud por-
que pueden ser mostradas por distintos
tipos de profesionales y sobre todo el be-
neficio derivado del considerable ahorro
en tiempo y recursos de los procesos de
formación. Algunas de estas competencias
clave son las siguientes: adaptabilidad al
cambio, capacidad de autonomía, comu-
nicación e interacción, formación conti-
nua, iniciativa e innovación, planificación
y organización del trabajo, solución de
problemas, trabajo en equipo y valoración
de las condiciones de trabajo (Guerrero,
Acosta y Taborda, 1999).
La polémica se plantea ya que algu-
nos no están de acuerdo con la existencia
de competencias generales, porque seña-
lan que el pensamiento es siempre situa-
do dentro de contextos físicos y sociales y
relacionado con una situación particular
de enseñanza más que con una habilidad
cognoscitiva general (Greeno, 1989). De
acuerdo con este argumento, las perso-
nas no construyen estructuras generales
de pensamiento, sino conocimientos es-
pecíficos y diversificados en dominios par-
ticulares, centrados en aspectos concre-
tos, pudiendo variar por las demandas de
los diferentes contextos sociales (Díaz
Barriga, 1998). Se dice, por tanto, que una
competencia genérica podría no genera-
lizarse completamente sino operar sola-
mente en los dominios específicos donde
se compartan muchos elementos comu-
nes (Anderson, Reder y Simon, 1996), de
donde se dudaría de ese alto poder de
transferencia.
Los términos del debate están en se-
leccionar qué tipo de competencias se de-
berían enseñar, porque su poco grado de
generalidad ocasionará una ampliación
importante del proceso formativo y reque-
rirá un continuo proceso de capacitación.
Por otro lado, si sólo se enseñaran las com-
petencias genéricas se dejarían de lado
las particulares a cada especialidad, pu-
diendo ocasionar esto que el estudiante
sea incapaz de aplicar lo que sabe a un
problema muy específico.
Para algunos éste es un debate falso
porque arguyen que las habilidades ge-
néricas no se dan en el vacío sino que
siempre están referidas a dominios con-
cretos. Es decir, que los mecanismos cog-
noscitivos comunes requieren para su ple-
no dominio de aplicarse a contenidos
particulares (Díaz Barriga, 1998). En todo
caso, esta discusión nos hablaría de un
problema de enseñanza, porque se ha vis-
to que la transferencia se facilita cuando
158 Jesús Carlos Guzmán
el maestro proporciona muchos ejemplos
y estimula a los alumnos a reflexionar
sobre su potencial generalizador (Ander-
son, Reder y Simon, 1996). En todo caso,
ante la riqueza y versatilidad de la prác-
tica profesional el reto para la formación
profesional es cómo encontrar el equili-
brio entre amplitud y profundidad de las
competencias adquiridas; puesto que,
ante las limitaciones temporales y de ac-
tividades de formación, no es posible ob-
tener ambas.
De la anterior discusión todavía hay
mucho por debatir y aclarar. Por eso con-
sideramos que dada su trascendencia y
las implicaciones que tiene debería de
incluirse en la agenda de la EBC.
Finalmente, quisiéramos recordar que
la EBC es una propuesta que busca supe-
rar los marcos de lo disciplinario para
centrarse en los resultados o ejecuciones
adecuadas en el medio laboral. No obs-
tante, aun reconociendo que la educación
ha estado excesivamente encerrada en sí
misma y desvinculada del medio que la
rodea, una aplicación radical de la EBC
implicaría que las disciplinas quedaran
en segundo plano o fueran sustituidas, lo
que disminuiría el gran papel que han te-
nido hasta el momento. Anderson, Reder
y Simon (1996) resaltan las virtudes de
la enseñanza abstracta contra quienes
proponen que la mejor estrategia instruc-
cional para adquirir competencias labo-
rales es el adiestramiento de las perso-
nas en situaciones reales de trabajo. Los
autores mencionados responden que la
instrucción abstracta puede ser muy efec-
tiva siempre y cuando se combine con una
enseñanza específica y concreta; es decir
que no debe descartarse. Aunque acep-
tan la necesidad de crear una mejor co-
rrespondencia entre el mundo del traba-
jo y la escuela (o sea lo práctico del mun-
do del trabajo y la instrucción abstracta
de la escuela), indican que también de-
ben modificarse algunas prácticas labo-
rales. O sea, plantean no asumir a priori
que todo lo laboral es apropiado y todo lo
académico desdeñable ni considerar al
primero como el único criterio para de-
terminar contenidos. Lo importante, con-
cluyen los autores, es proponer formas de
organizar a las escuelas para tener alum-
nos motivados e involucrados en proce-
sos cognoscitivos que puedan transferir-
se. Lo relevante es el proceso cognoscitivo
que evoca el problema y no las trampas
de los problemas reales, ya que muchos de
ellos implican un trabajo rutinario y re-
petitivo que —tomándolo como único ele-
mento— proporciona pocas oportunida-
des para aprender las competencias
valiosas e imprescindibles. En este senti-
do podemos concluir que las iniciativas
de los sectores productivos y de servicios
no deben ser los únicos criterios a consi-
derar en la definición de las competen-
cias a lograr, pues aspectos como los hu-
manísticos o los relativos a la adquisición
de aprendizaje estratégico no han sido
plenamente considerados en la EBC.
8. LAS APORTACIONES DE LA EBC
No obstante las criticas y limitaciones
arriba señaladas, no descartamos a laEBC
como propuesta educativa, ya que al to-
mar como centro de la instrucción el de-
sarrollo de un conjunto de conocimientos,
habilidades y actitudes permite al edu-
cando adquirir destrezas integrales y re-
levantes para su quehacer profesional. Si
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 159
bien algunos consideran una virtud que
los fines educativos sean poco claros,
ambiguos o tan ambiciosos que no llegan
a concretarse, nosotros creemos que es
deber de una institución educativa selec-
cionar aquellas competencias generales
con valor en el mundo profesional y labo-
ral, mismas que junto con otros aspectos
que la institución considere dignos de
aprenderse constituirán los propósitos
de la enseñanza. El delimitar claramen-
te las competencias a formar torna evi-
dentes para todos los involucrados en el
acto educativo los compromisos adquiri-
dos por la institución acerca de los des-
empeños específicos que serán capaces de
realizar los estudiantes cuando terminen
su formación. Esta concreción de propó-
sitos consigue no sólo guiar las acciones
educativas, sino también nos da elemen-
tos precisos para evaluarlas.
Por otra parte, el hecho de tener muy
claras cuáles son las metas educativas
permite que el diseño curricular sea rea-
lizado de mejor manera y de una forma
más racional, ya que se puede trabajar
de “atrás para adelante”, identificando
qué conocimientos declarativos, procedi-
mentales y actitudinales se requieren
para el logro de los objetivos programa-
dos. Es decir, el descomponer cada com-
petencia en sus elementos constitutivos
permite determinar los diferentes tipos
de conocimientos necesarios para su ad-
quisición. Con ello, los contenidos así ob-
tenidos tendrán una función particular y
de interrelación necesaria, lo que permi-
tirá el pleno dominio de su ejecución al
término de la preparación de los estudian-
tes. De esta manera evitamos la práctica
frecuente de escoger contenidos académi-
cos, desligados de los fines últimos que
deseamos alcanzar, que sólo constituyen
un desperdicio de tiempo y recursos. Al
proceder de esta manera se evita que la
selección de los contenidos curriculares
responda a razones extraacadémicas, a
caprichos disciplinarios o sea resultado
de la presión de los grupos de poder de la
institución.
Una currícula de estas características
les ayuda a los maestros a planear ade-
cuadamente sus estrategias de enseñan-
za para lograr que el estudiante domine
las competencias. Una planeación cuida-
dosa de la misma permite determinar las
secuencias de aprendizaje más óptimas y
las mejores rutas de enseñanza. Con ellas
se puede precisar lo que resulta difícil
para el estudiante y dónde está lo que no
se entendió. Así, los docentes estarán en
condiciones de ofrecer a sus alumnos los
apoyos pedagógicos diferenciados para
cada uno de ellos, con lo cual aprovecha-
rán las diferencias individuales y los rit-
mos de aprendizaje. Al hacerlo, cumpli-
rán con las propuestas descritas por Pozo
y Reigeluth, y en lugar de enseñar lo mis-
mo a toda la clase, su instrucción dará a
cada uno lo que requiera.
No hay que olvidar que aprender com-
petencias no es una tarea fácil y, como
todo buen aprendizaje, requiere un tiem-
po y práctica propios. La EBC tiene la ven-
taja de ofrecer una enseñanza contextua-
lizada o situada, con los beneficios que
este tipo de enseñanza posee. Si es bien
aplicada, ella tiene los elementos para
hacer interesante y atractiva la enseñan-
za, porque ya no se trata de acumular co-
nocimientos por acumular, sino de hacer-
los significativos y relevantes, lo que —se
ha demostrado— promueve el aprendiza-
je (Greeno, 1989). Así, los alumnos están
160 Jesús Carlos Guzmán
motivados por aprender y se les facilita
entender el sentido de todo lo que están
haciendo. Y no se trata de logros meno-
res dadas las grandes deficiencias en es-
tos aspectos de la enseñanza tradicional.
Concretamente en la enseñanza de las
competencias es necesario: tener claridad
sobre lo que el educando necesita conocer
y dominar (vgr. la secuencia y orden de la
ejecución) para lograr la meta propues-
ta, así como poder utilizar este conoci-
miento de la manera apropiada y en
el contexto adecuado. Finalmente, debe
aplicar las destrezas adquiridas para co-
nocer y dominar más competencias. For-
mar círculos virtuosos, donde lo aprendi-
do sirva de base para lograr otras de
mayor complejidad.
En este sentido, a los estudiantes les
resulta atractiva una educación con es-
tas características porque incrementa su
motivación al tener claro lo que se espera
de ellos, porque saben hacia dónde deben
dirigir sus esfuerzos. No menos importan-
te es el hecho de que trabajar en condi-
ciones y problemas parecidos a los que
enfrentarán en su práctica laboral los
preparará mejor y les dará mayor con-
fianza acerca de lo que saben cuando for-
men parte del mercado profesional. En
este sentido, reconocemos que si bien no
está del todo resuelto el debate acerca de
si hay que enseñar competencias genéri-
cas o específicas, lo que no dudamos es
que si los educandos salen bien prepara-
dos en las competencias útiles para su
profesión, su capacidad de transferir lo
adquirido a nuevas e inciertas situacio-
nes será mucho mayor a la que le ofrecen
los saberes inconexos o los “archipiélagos
de conocimientos”.
Consideramos que para hacer más
atractiva la EBC es necesario aplicar en
ella las propuestas formuladas en este
artículo, así como lo planteado por Pozo
acerca de la manera de formar a un ex-
perto. Sería muy interesante hacerlo por-
que mucho del rechazo a la EBC es atri-
buible a que se centra en las competencias
más simples y sencillas, para los traba-
jos repetitivos y rutinarios, y no aborda
el conocimiento complejo y cambiante. Por
eso algunos consideran que simplifica en
demasía la labor educativa, y por eso no
la ven como alternativa a los problemas
educativos.
9. A MODO DE CONCLUSIÓN
Como dijimos en la introducción, es muy
difícil mantener el equilibrio entre los
apologistas y los detractores de la EBC.
Mas consideramos que si se quiere avan-
zar en el descubrimiento de nuevas op-
ciones y modalidades educativas es nece-
sario hacer a un lado las posiciones
extremas y analizar qué aporta cada nue-
va propuesta y qué le falta, como quisi-
mos hacerlo en este caso con laEBC. Como
vimos, hay cosas positivas y hay otras que
no lo son.
No debemos olvidar que una de las
razones del surgimiento de la EBC fue re-
solver graves deficiencias educativas. Al-
gunos podrán objetar la solución, pero si
los educadores somos honestos debemos
reconocer que muchas de nuestras prác-
ticas, actividades y propuestas estuvie-
ron dirigidas a nosotros mismos y consi-
deraron muy poco al mundo que estaba
más allá de nuestras bardas. No se pos-
tula una enseñanza pragmática, ni tam-
poco una respuesta mecánica a las nece-
Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 161
sidades del entorno social y económico,
ya que la educación tiene fines que le son
propios e inherentes, mas el abuso de ellos
propició un alejamiento de un mundo que
siguió cambiando sin que nos diéramos
cuenta cabal de ello. Ahora estas nuevas
demandas golpean en nuestras puertas y
ventanas y queremos descalificarlas por-
que no surgieron en su mayor parte de
nosotros.
Finalmente, los educadores debiéra-
mos ocuparnos en concebir alternativas
educativas para afrontar los retos del
mundo actual, que no son fáciles y preci-
san de cambios radicales en la organiza-
ción y funcionamiento escolar, y sobre
todo en nuestra concepción misma de edu-
cación. Por ello necesitamos ampliar la
discusión sobre estos temas y ubicar nues-
tro papel en las nuevas circunstancias.
La EBC representa una llamada de aten-
ción sobre lo que hemos dejado de hacer.
Es preciso, por tanto, que tengamos cla-
ridad sobre las acciones que debemos to-
mar para contribuir a lograr un mundo
mejor y actuar en consecuencia.
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7. los claroscuros de la educación basada en competencias

  • 1. Revista Nueva Antropología Nueva Antropología A.C nuevaantropologia@hotmail.com ISSN: 0185-0636 MÉXICO 2003 Jesús Carlos Guzmán LOS CLAROSCUROS DE LA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS (EBC) Revista Nueva Antropología,abril,año/vol.XIX,número 062 Nueva Antropología A.C. México,D.F.,México pp.143-162
  • 2. LOS CLAROSCUROS DE LA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS (EBC) S in lugar a dudas la Educación Ba- sada en Competencias (EBC) es un tema controvertido. Es de difícil aproximación neutral porque o “se está en contra de” o “a favor de”. Uno es su detractor o su apologista. Parecería ser que en este tema no hay puntos interme- dios o que los matices no son aceptados. Sin embargo, consideramos que se avanza muy poco en la cabal compren- sión y justo juicio acerca de esta modali- dad educativa si asumimos posturas ra- dicales. Por tanto, en un intento por superar los extremos, en este artículo nos proponemos analizar las principales ca- Jesús Carlos Guzmán* racterísticas de la EBC, destacar sus pun- tos polémicos, compararla con lo requeri- do en el campo educativo dadas las con- diciones del mundo actual y, al final, hacer un balance lo más equilibrado posible de sus aportaciones y limitantes. También abordaremos temas relacionados con la EBC que desde nuestro parecer no han re- cibido la debida atención. 1. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA EBC Dentro del amplio número de definicio- nes sobre la EBC destacan al menos dos posturas. Una que la concibe como com- petencia educativa, que incluye el conjun- to de propuestas de lo que hoy en día se denomina una “educación integral”. Aho- * Departamento de Psicología Educativa, Fa- cultad de Psicología, Universidad Nacional Autó- noma de México.
  • 3. 144 Jesús Carlos Guzmán ra son denominadas competencias lo que antes eran llamados objetivos educativos, porque se quiere resaltar los elementos genéricos e integradores que tienen las primeras y que superan las deficiencias de estos últimos. Esta posición se ilustra con la siguiente definición de competen- cia educativa: “Tipo de expresión que hace posible colaborar y participar en el desa- rrollo de tareas enfocadas a la madura- ción del individuo y la ejecución de diver- sos papeles que tiene que desempeñar en la vida, como aprendiz, como productor de bienes y servicios, como consumidor y como integrante de unidades sociales” (De Anda, 1997: 22). Así, se habla de compe- tencias matemáticas, histórico-sociales, de lenguaje y lingüísticas y de comunica- ción, de las relativas a las ciencias natu- rales (De Anda, 1997: 28) o de desarrollo personal (Cahue, 1997: 97). Otros desta- can las llamadas competencias genéricas, donde incluyen al procesamiento de la información, la computación y comunica- ción (Álvarez, 1994: 22-23). Como puede notarse, el énfasis de las definiciones an- teriores es integrar los propósitos educa- tivos desde una perspectiva académica y no laboral. La segunda postura se refiere a la for- mación para y en el trabajo; es decir, las competencias propiamente laborales y profesionales, y sobre ellas se profundi- zará en el presente documento por ser la acepción más aceptada cuando se discu- te el tema. Ahora bien, ¿cuáles son sus principa- les atributos? En esta cuestión se reto- mará principalmente lo propuesto por las experiencias internacionales sobre laEBC, por el amplio espectro que manejan so- bre el particular. LaEBC es una modalidad educativa que permite formar al educando a partir de normas de competencia laboral o profe- sional obtenidas de los requerimientos del sector productivo y de servicios. Su meto- dología de enseñanza hace hincapié en el saber hacer y utiliza una organización e infraestructura similares a las del ámbi- to laboral para desplegar dichas compe- tencias (Colmena y Sánchez, 1995; Flet- cher, 1994; Gonczi, 1994; Gonczi y Athanasu, 1996; Malpica, 1996; Mertens, 1996; Saluja, 1996 y Valls, 1993). La competencia, entendida de esta manera, tiene cinco características esen- ciales: la primera es que está centrada en desempeños y la segunda resalta la importancia de las situaciones o contex- tos donde éstos son relevantes o útiles. El desempeño es la expresión concreta de los recursos puestos en juego por un indi- viduo cuando lleva a cabo una actividad; esta ejecución no es realizada en el vacío sino en un contexto específico; esto es, la persona además de disponer de un baga- je de destrezas (o sea de habilidades y conocimientos) debe ser capaz de utilizar- las de acuerdo con las condiciones o de- mandas del medio. Por ejemplo, saber enfrentar situaciones difíciles o nuevas, entender qué es lo apropiado hacer en un momento dado y obrar en consecuencia. Igual de importante es poseer ciertas ac- titudes altamente valoradas en el medio laboral y profesional, como son la respon- sabilidad, el cumplimiento del trabajo encomendado, el esmero por la calidad y la actualización continua. Un tercer componente de la competen- cia es que ésta constituye una unidad en sí misma, por lo que sólo tiene sentido como totalidad, de manera que aunque
  • 4. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 145 pueda desagregarse en componentes, és- tos por separado ya no constituyen la com- petencia. Por tanto, la competencia está compuesta por un conjunto integrado de conocimientos, habilidades y actitudes. En cuarto lugar, la competencia tiene un orden y jerarquía, que estarían repre- sentados por medio de un continuo en el que los individuos van avanzando desde un nivel de novatos o inexpertos a otro donde, paulatinamente y luego de un pro- ceso de formación, adquieren autonomía e independencia en el trabajo con el ple- no dominio de la misma. Una propuesta para identificar los ni- veles de las competencias es la desarro- llada por Guerrero, Acosta, y Taborda (1999: 39), quienes establecen los siguien- tes tres niveles ordenados de acuerdo con un nivel de complejidad creciente. La última característica es que las com- petencias se derivan de normas, las cua- les son elaboradas de acuerdo con las pres- cripciones y requerimientos de los secto- res laborales y profesionales. Así, una nor- ma técnica de competencia laboral “es el conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas que son aplicados al desempeño de una función productiva, a partir de los requerimientos de calidad esperados por el sector productivo” (Ibarra, 1996: 74). Las normas describen las habilidades y apti- tudes necesarias en el lugar de trabajo y son comunes a cada profesión, sector la- boral o rama productiva. Para finalizar este punto quise aclarar que, contra lo comúnmente asumido, la aplicación de la EBC no es unívoca en los diversos lugares donde funciona. Si bien se comparten algunos elementos, no es lo mis- mo cómo se concibe y emplea en la Gran Bretaña que en Australia; o en España que en Francia (para ampliar este tema véan- se Carlos, 1998 y Mertens, 1996). CUADRO 1. Los niveles de las competencias Nivel básico Nivel medio Nivel alto ♦ El nivel de rendimiento relacionado con las competencias fundamentales ♦ La forma mecánica de una actividad ♦ La acción de menor autonomía y reflexión ♦ El nivel más bajo de conocimientos y capacidades ♦ La adaptación pasiva al entorno ♦ Implica un comportamiento laboral más flexible y de actividad de más autonomía ♦ Con algunos niveles de resolución de problemas ♦ Con conocimientos y habilidades técnico- profesionales adquiridos de manera concreta ♦ Relacionados con servicios personales acercándose a los simbólicos más que a los rutinarios ♦ Las características de los servicios simbólicos, con definición de estrategias, etcétera ♦ Con conocimientos de gestión, innovación, trabajo en equipo, etcétera ♦ Anticipación a los problemas ♦ La más alta realización operativa de una tarea ♦ Capacidad de dirigir y supervisar
  • 5. 146 Jesús Carlos Guzmán 2. PUNTOS POLÉMICOS DE LA EBC Un primer punto a destacar es que cons- tituye una propuesta para determinar los contenidos educativos, función que hasta ahora había sido atribución exclusiva del sector educativo. En cambio, en laEBC son las exigencias del mercado laboral las que definen lo que los alumnos aprenderán y éstas se formalizan en las normas de com- petencia laboral, que a su vez se convier- ten en las metas de enseñanza. En la formación profesional esta tarea es hecha las más de las veces a partir de lo que cada disciplina considera valioso y relevante para dominarla; pero también son tomados en cuenta los requerimien- tos de la práctica profesional, o en el me- jor de los casos son incluidas las llama- das “necesidades sociales”. Como puede verse son dos lógicas muy distintas, que no deben perderse de vista al analizar las implicaciones de la EBC. Dada la amplia injerencia que los sectores académicos han tenido en la delimitación del qué y cómo enseñar, no es de extrañar que ellos sean uno de sus más férreos opositores al sentir amenazado su predominio en es- tas definiciones. En este sentido, no debe olvidarse que una de las causas que propiciaron el surgimiento de la EBC fue el deseo de vin- cular más estrechamente el mundo del trabajo y el educativo, luego de la gene- ralizada insatisfacción respecto de los re- sultados obtenidos por las instituciones educativas, puesto que lo aprendido por los egresados en general les servía poco para un adecuado desempeño laboral. Por estas razones se buscó que la EBC se abo- cara a satisfacer los requerimientos de ca- pital humano de las empresas e institu- ciones para evitar desperdicios de los recursos humanos y gastos financieros derivados de tener que reentrenar a las personas por carecer de los elementos ne- cesarios para desempeñar eficazmente un puesto laboral, o porque los egresados contaban con una formación distinta a la requerida. Se podría objetar que éstos no debe- rían ser los únicos criterios para deter- minar los contenidos. Lo cierto es que gran parte de los sistemas educativos se desvincularon de su entorno, tornando irrelevante para la vida presente y futu- ra de los educandos gran parte de lo en- señado en los distintos centros escolares, de tal manera que una parte importan- te de lo aprendido sólo tuvo sentido para cumplir los requisitos y estipulaciones de la escuela, pero resultó de poca utilidad para la vida fuera de las aulas. En la educación superior en México es endémica la desvinculación entre los re- querimientos del mercado profesional y lo que se enseña en las universidades, por lo que no es extraño encontrar que, en la opinión de muchos egresados, lo más im- portante para su desempeño profesional fue adquirido principalmente en la prác- tica y experiencia laboral. Para concluir este punto se destaca que la EBC esuna de las respuestas, no la úni- ca, al problema de la falta de relevancia de la educación. Por ejemplo, desde otra perspectiva, García (1998) propone cam- bios a la enseñanza escolar para prepa- rar a las personas a afrontar los comple- jos retos que les plantea su medio a partir de la incorporación de los problemas re- levantes para la vida de los ciudadanos, y no sólo de los problemas particulares de la historia, la física o las matemáticas.
  • 6. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 147 Otro punto crucial de la EBC consiste en centrarse en los desempeños de los educandos y no tanto en lo que saben o conocen; en lo que son capaces de demos- trar y no en los conocimientos que pue- den reproducir. Esta característica repre- senta a nuestro juicio uno de los puntos más candentes y polémicos, ya que ahí está el origen del rechazo que suscita so- bre todo en el ámbito académico; pero si- multáneamente —como no podría ser de otra forma en laEBC— esto es lo que atrae a sectores hartos de una enseñanza ver- balista, enciclopédica y sobre todo irrele- vante. En este punto la EBC participa en la solución del problema de por qué los alum- nos son incapaces de emplear pertinen- temente en una situación dada los cono- cimientos que dominan teóricamente. En este sentido la enseñanza tradicional le ha dado un gran peso a lo que los alum- nos deben saber y lo ha considerado el tema nuclear de la enseñanza, tanto que la acepción predominante de enseñar es trasmitir conocimientos, y mientras más mejor. De esta manera, tal como Pozo (1996) ha señalado, se asume que si un estudiante sabe algo esto automáticamen- te lo habilita para aplicarlo, cuando se trata de dos dominios distintos y por tan- to requieren maneras diferentes de ense- ñanza. Es decir, hablaríamos de que para aprender son necesarios al menos dos ti- pos de didácticas; una para el logro de uno de los resultados de aprendizaje: el lla- mado conocimiento declarativo, consis- tente en el dominio por parte del alumno de las teorías, hechos, conceptos, princi- pios, etc., y otro para adquirir los conte- nidos procedimentales o habilidades, en- tendidos éstos como la capacidad del alumno para realizar una secuencia de actividades en el orden y la forma correc- ta para llegar a un fin o realizar un pro- ducto (Valls, 1993). Claro está que ambos tipos de dominio se necesitan y comple- mentan y es difícil distinguirlos en la práctica; mas la necesidad de diferenciar- los radica en que precisan de formas par- ticulares para enseñarse. Como decíamos, postular que los cono- cimientos procedimentales tienen la mis- ma relevancia que los denominados declarativos constituye una nueva pers- pectiva en el campo educativo, preocupa- do en demasía en que los alumnos domi- nen teorías y hechos pero no de que sean capaces de utilizar pertinentemente sus saberes o mostrar actitudes positivas. En fechas recientes la enseñanza de valores ha tenido un gran auge en nuestro país, tanto que en la educación secundaria se introdujo una materia sobre este trascen- dental tema, lo que refleja una preocupa- ción importante por la formación ética del educando; sin embargo, todavía existe mucha reticencia para abordar el estu- dio de la adquisición del conocimiento procedimental y no se le ha otorgado la importancia que, desde nuestro punto de vista, merece. Se considera que una de las razones de esta situación es el amplio prejuicio cultural de considerar superior el saber intelectual al práctico, asumiendo que este último es de menor importancia, sólo para gente de bajo nivel educativo y algo que no requiere mayor preparación. Para mostrarlo se citarán algunos ejemplos, como el descrito por Eduardo Galeano en su libro Memorias del fuego II (1984: 81), donde relata lo acontecido en el año de 1783 en Madrid:
  • 7. 148 Jesús Carlos Guzmán A los vientos proclaman las trompetas que el rey de España ha decidido redimir la mano humana. Desde ahora, no perderá su noble condición el hidalgo que realice trabajo manual. Dice el rey que la indus- tria no deshonra a quien la ejerce, ni a su familia, y que ningún oficio artesanal es indigno de españoles. Los hidalgos, que en España abundan como los frailes, tienen manos útiles para morir por España o matarla. Aunque sean pobres de solemni- dad, no se rebajan a producir con sus ma- nos otra cosa que gloria. Hace tiempo que esas manos se han olvidado de trabajar, como las alas de las gallinas se han olvida- do de volar. Otro ejemplo sucedió en México en el siglo pasado durante la década de los treinta. Con la aparición del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se intentó pre- sionar a la Universidad Nacional por no plegarse a las presiones gubernamenta- les, y se alentó la pugna entre ambas ins- tituciones educativas. El entonces rector de la Universidad, el doctor Gustavo Baz, en un intento por delimitar el ámbito de injerencia de cada una, afirmó: “...no toda la juventud tiene aptitudes para se- guir la carrera que la Universidad ense- ña y el Estado tiene la obligación de orien- tarlos por los derroteros de la enseñanza técnica” (citado por Arce, 1982: 267). Según Gonczi (1994) la desvaloración del trabajo manual tiene orígenes que se remontan hasta Sócrates, quien conside- raba al estratega militar una persona más valiosa que al general comprometido con la batalla real. Como los anteriores ha- brá muchos ejemplos, pero los citados de épocas y lugares diferentes bastan para demostrar el hondo y generalizado arrai- go de la descalificación del trabajo ma- nual en comparación con el intelectual, lo que ilustra el hecho de que para nues- tra sociedad ciertos saberes tienen ma- yor prestigio que otros. Creemos que la polémica entre los dos tipos de conoci- mientos adquiere en nuestros días otra dimensión, lo cual analizaremos en el si- guiente apartado. 3. ¿QUÉ DISTINGUE A NUESTRO TIEMPO?: DELIMITACIÓN DE ALGUNOS RASGOS SOBRESALIENTES A riesgo de incurrir en generalizaciones y simplificaciones porque los hechos y características a describir no son homo- géneos ni afectan a todas las esferas de la vida humana, podemos caracterizar los rasgos y dimensiones más destacables de nuestra era integrando lo que algunos autores señalan desde diversas perspec- tivas relacionadas con nuestro tema. Así por ejemplo, Hargreaves (1996) destaca que no hay acuerdo en cómo denominar a nuestra época: si neoliberal, postindus- trial o postmoderna, y Rifkin (1996) plan- tea que vivimos una tercera revolución industrial, que lo mismo que las anterio- res alterará profundamente nuestro mun- do tal como ahora lo conocemos. Donde hay consenso es en considerar que nues- tra época se distingue por la globaliza- ción de la actividad económica, de las re- laciones políticas, la información, las comunicaciones y la tecnología (Hargrea- ves, 1996). Lo anterior plantea grandes cambios en la forma en que organizamos nuestra vida. Para ilustrar algunas de estas mo- dificaciones se incluye el cuadro compa- rativo elaborado por Reigeluth (1999),
  • 8. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 149 quien diferencia a las organizaciones se- gún lo requerido por dos tipos de eras: la industrial y la de la información. Hargreaves (1996) plantea que el cam- bio experimentado por nuestras socieda- des no es homogéneo o coherente sino que sus componentes y resultados son a me- nudo irónicos, paradójicos y hasta perver- sos. Él ilustra las características del mun- do actual en siete dimensiones, pero va- mos a describir sólo tres de ellas, por ser las directamente vinculadas con los pro- pósitos de este trabajo; simultáneamen- te incorporaremos conceptos e ideas de otros autores. 3.1. Economías flexibles Esta dimensión intenta caracterizar el nuevo modelo que distingue el actual sis- tema de producción, consumo y vida eco- nómica, el cual afecta a los procesos de trabajo, los mercados laborales, los pro- ductos y las pautas de consumo. La flexi- bilización pretende mejorar la rentabili- dad al reducir los costos de trabajo e in- crementar el tiempo de movimiento de producción y consumo. La acumulación flexible tiene que ver con el conocimiento y la información. Exige nuevas cualifica- ciones y destrezas a los futuros trabaja- dores, entre ellas la de solución de pro- blemas, reflejada en la necesidad de vincular a los que identifican las dificul- tades con quienes las resuelven. En las economías modernas no todo tiene que ver con la producción y el con- sumo de bienes, sino con el saber y la in- formación. Ahora los principales activos de cada nación son el nivel educativo y la calidad de vida de sus ciudadanos. Por eso se dice que la riqueza de las naciones ya no se mide por los recursos naturales sino por su capacidad de aprender, es de- cir por el capital humano que logre crear. Tal como lo plantea Passet (1998: 104), “La mutación contemporánea se caracte- CUADRO 2. Comparación entre las eras industrial y de la información Era industrial Era de la información ♦ Estandarización Centrada en el cliente ♦ Burocratización Trabajo en equipo ♦ Centralización Autonomía con rendición de cuentas ♦ Confrontaciones Cooperación ♦ Decisiones autocráticas Decisiones compartidas ♦ Complacencia Iniciativa ♦ Conformismo Asumir riesgos ♦ Departamentalización Holismo ♦ Orientada a los resultados Orientada al proceso ♦ Planeación Calidad total ♦ El “jefe es el rey” El cliente “es el rey”
  • 9. 150 Jesús Carlos Guzmán riza por el choque frontal de dos fases de la evolución tecnológica: una —en su apo- geo— fundada en la energética; la otra —emergente— procede de lo inmaterial (símbolos, códigos, mensajes, organiza- ción)”. Por ello los países que inviertan en educación y en investigación científi- ca tendrán mejores ventajas sobre aque- llos que no lo hagan. 3.2. El final de las certezas Los ciudadanos están experimentando un importante cambio desde una posición muy cómoda consistente en vivir guiados por un pequeño número de singularida- des estables de conocimientos y certezas hasta una pluralidad fluctuante y en con- tinua transformación. Por tanto, los sa- beres dados y los hechos indiscutibles son cada vez menos creíbles, ya que nuestros conocimientos se tornan frágiles y provi- sionales ante el hecho de que nuestro sa- ber actual muy pronto se volverá obsole- to en virtud del ritmo vertiginoso del avance científico y tecnológico. Pozo (1996) coincide en este punto explicando que también es resultado de la descen- tración del conocimiento y de la pérdida de la certidumbre científica. Por ello nues- tras nuevas autoridades son más incier- tas y vulnerables. Lo anterior implica que cobrará cada vez mayor importancia el dominio de un conjunto de procesos genéricos no vincu- lados a determinados contenidos sino de amplia aplicación como son: el análisis, la investigación, la obtención y clasifica- ción de la información, etc. Igual de rele- vante será aprender a aprender en for- ma crítica, donde los educandos deberán dominar y dirigir su propio proceso de aprendizaje, y usar lo que saben para ad- quirir mayores conocimientos. Reigeluth (1999) lo plantea de la si- guiente manera: enseñar será cada vez más apoyar a otros a construir conoci- mientos de manera significativa, no transmitirlos sino ayudar a conformarlos. Este autor los clasifica como dependien- tes de contenidos específicos, que abarca- rán los saberes declarativo y procedimen- tal y consistirían en la comprensión de información y hechos concretos, así como en el despliegue de determinadas destre- zas. El otro dominio sería el de los inde- pendientes de contenidos, como serían la aplicación de las estrategias de aprendi- zaje, la habilidad para solucionar pro- blemas y la utilización del saber para con- trolar y dirigir procesos. Es decir, los alumnos deberán ser unos aprendices estratégicos capaces de dominar los con- tenidos disciplinarios y de establecer si- multáneamente mecanismos sistemáticos para organizar, guiar y enriquecer la ad- quisición de sus propios conocimientos. 3.3. El mosaico móvil Con esto Hargreaves quiere señalar que uno de los principales retos a los que se enfrentan las sociedades y las organiza- ciones de nuestro tiempo, marcadas pa- radójicamente por una movilidad cons- tante, es ir al ritmo del cambio. Por ello se dice que un rasgo característico de la postmodernidad es la incertidumbre y la imprevisibilidad. Para enfrentar estas demandas las organizaciones deben tener la capacidad de aprender y de adaptar a sí mismas los frutos de ese aprendizaje.
  • 10. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 151 O sea, ahora es necesario que las organi- zaciones e instituciones y no únicamente los individuos aprendan a utilizar en sí mismas los frutos de lo adquirido para innovarse continuamente. Las organiza- ciones de este tipo reciben el nombre de inteligentes. Vincularemos los tres rasgos anterio- res con lo planteado por Pozo (1996), quien caracteriza a nuestra época como la sociedad del aprendizaje, la cual, a di- ferencia de lo ocurrido en otros momen- tos históricos, exige como nunca antes la adquisición de un conjunto amplio de sa- beres y destrezas, imprescindibles para la vida y más adecuadas a mercados de trabajo cada vez más cambiantes, flexi- bles e impredecibles. Ante esta situación, los ciudadanos estarán obligados a aco- modarse a cambios vertiginosos y sobre todo a entrar en un proceso de aprendi- zaje continuo, lo que plantea una intensa y rica formación, que no está circunscrita únicamente a la escuela. Para Pozo, otra característica de nues- tra era es la sobresaturación de informa- ción, mas no de conocimiento, y —como explicamos antes— una visión descentra- da, relativista y diversificada del mismo. Conceptos muy parecidos a los que Har- greaves aludía con la idea de mosaico móvil y fin de las certezas. Por eso este autor asegura que probablemente como en ninguna otra época tantos queremos saber, y sobre diversos temas, en un es- cenario donde, como es evidente, nuestros sistemas formales de educación quedan muy rezagados. Por ello se ahonda la dis- tancia entre lo que deberíamos apren- der y el conocimiento que en realidad ad- quirimos. Otro rasgo de la sociedad del aprendiza- je es la multiplicación de los contextos de aprendizaje y sus metas. No sólo tenemos que aprender muchas cosas, de muy diver- sos tipos. Ante estas peculiaridades es ne- cesario que sepamos adoptar estrategias diferenciadas para cada una de ellas. Es decir, hay que usar pertinentemente el co- nocimiento adquirido de acuerdo con los contextos y situaciones; pero sobre todo sa- ber dirigir el propio proceso de aprendiza- je. Por eso, al igual que los autores antes citados, Pozo propone que las estrategias de aprendizaje formen parte de los conte- nidos de la educación básica en las socie- dades presentes y futuras. Hoy en día resulta claro que el apren- dizaje repetitivo es ineficaz e insuficien- te porque, por ejemplo, la ciencia no pue- de memorizarse, hay que comprenderla. Ante el cúmulo de información que uno recibe a diario muchas veces no tenemos oportunidad de organizarla y darle sen- tido. Esta avalancha produce mucho rui- do, pero no incrementa nuestra capaci- dad predictiva ni nuestro control sobre los acontecimientos. Necesitamos disponer de marcos interpretativos para compren- der la realidad y transformarla. 4. NUEVAS CONCEPCIONES DE APRENDIZAJE Para estar acordes con los nuevos tiem- pos, no es extraño que hayamos sustitui- do las viejas concepciones de lo que signi- fica aprender por otras que postulan que el deseo de conocer no tiene por objetivo reflejar el mundo sino inventarlo o cons- truirlo, al asumir que hay tantas realida- des como puntos de vista. F. Kofka —un psicólogo de la Gestalt— aseveraba: “No
  • 11. 152 Jesús Carlos Guzmán vemos las cosas tal como son, sino como somos nosotros” (citado por Pozo, 1996: 47). Para comprender mejor esa realidad elaboramos modelos que se parezcan lo más posible a ella, por eso todo conoci- miento es una aproximación incierta. Así, una de las definiciones más aceptadas de aprendizaje es aquella que lo concibe no como una modificación del comportamien- to o del inconsciente, sino como un reem- plazamiento de nuestros modelos de la realidad. Desde esta perspectiva, noso- tros estamos construyendo, en forma con- tinua, explicaciones o modelos para en- tender lo que nos pasa y sucede, y un buen aprendizaje se nota en los cambios cuali- tativos que produce. En este caso, la per- cepción que tenemos de la realidad con ayuda de estos modelos es mucho mejor que la que habríamos alcanzado de ha- berlos mantenido intactos. Pozo propone que la meta de la cultu- ra deberá estar dirigida a interpretar la parcialidad de los conocimientos, a com- prenderlos y darles sentido —paradójica- mente— dudando de ellos. Por lo mismo, deberá ser una meta educativa contribuir, a formar la cultura de la comprensión: que involucra al análisis crítico de nuestra realidad, así como la reflexión sobre nues- tro hacer y la integración de algunos de los saberes parciales que inevitablemen- te nos conforman, para repensarlos, re- construirlos y darles una nueva forma o estructura. 5. LAS REPERCUSIONES EN LA EDUCACIÓN Como es evidente, los rasgos anteriores tienen profundas implicaciones para mu- chas esferas de la actividad humana, en- tre ellas la educativa. Ahondaremos en sus efectos sobre esta última. Podemos afirmar, con las excepciones que sin duda existirán, que el dominio de las cualidades requeridas por los nuevos tiempos no se está alcanzando en nues- tras escuelas, ya que su organización y estructura fue concebida para otro mo- mento histórico, el que Reigeluth (1999) denominaba la era industrial. Nuestros paradigmas e ideas actuales de la educa- ción consisten en enseñarles a una gran cantidad de personas los mismos conte- nidos al mismo tiempo, sin tomar en cuen- ta sus necesidades y diferencias indivi- duales. Puede ser un modelo eficiente pero no eficaz ni equitativo porque busca identificar a los talentosos de los que no lo son (Reigeluth, 1999). En ese modelo escolar se premiaba la obediencia y pasi- vidad, pues no era necesario tener inicia- tiva ni disponer de una amplitud de cri- terios y perspectivas culturales. Por ello, si las escuelas quieren inser- tarse en la sociedad del aprendizaje, cu- yos rasgos generales acabamos de descri- bir, es menester que realicen amplias reformas para coadyuvar en la formación del tipo de ciudadanos que los nuevos tiempos demandan. Describiremos algu- nas de estas cualidades que las escuelas debieran alentar e inscribir —a su vez— en las nuevas finalidades educativas: • Es necesario que generen el aprendi- zaje autónomo, individualizado y sig- nificativamente cooperativo. • Tendrán que enseñar a las personas a trabajar en equipo, a ejercer la auto- disciplina, las facultades críticas y el respeto a los demás, sobre la base del
  • 12. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 153 conocimiento de sus propios derechos y obligaciones, en un entorno multicul- tural. • Deberán adaptarse a los vertiginosos cambios que distinguen —tal como lo explicamos antes— a nuestra época. No sólo eso, sino, mucho más impor- tante, se les deberá preparar a las per- sonas para ser buenos ciudadanos, a participar políticamente con responsa- bilidad social. • Las escuelas deberán afrontar el reto de cómo preparar a los educandos para resolver problemas, fomentar su crea- tividad, identificar y asumir los ries- gos inherentes a toda decisión huma- na, ser flexibles y, como se dijo antes, aprender a aprender. En el mundo ac- tual, la incertidumbre que nos rodea, la certeza situada o contextualizada, es superior a la científica. • Lo anterior implica que ahora las es- cuelas tienen el reto de pasar de ins- truir en hechos y datos a enseñar sis- temas conceptuales que los integren, preparar a los individuos para que puedan participar en la configuración de los nuevos tiempos y no ser ajenos a los mismos. De esta manera tendrán las herramientas necesarias para afrontar las demandas de la era de la información, para usar el término de Reigeluth. • Se necesitan cambios profundos, no sólo actualizar o incorporar nuevos con- tenidos. Es indispensable organizarse para “dar a cada aprendiz el tiempo necesario que requiere para que apren- da, sin uniformar el aprendizaje” (Pozo, 1996: 66). La enseñanza deberá estar centrada en la adquisición de aprendi- zajes significativos y no en la exposi- ción de contenidos sin sentido ni rele- vantes; pasar de los aprendizajes pa- sivos a activos, enseñarles a los estu- diantes a compartir la responsabilidad inherente del aprender y de la aplica- ción de dicho conocimiento. Evitar las tareas descontextualizadas o sin sen- tido por otras contextualizadas y alta- mente relevantes. Personalizar la edu- cación para dar a cada cual lo que necesita e ir a su propio ritmo. • Tal como lo discutimos antes, aceptar que si bien existen diferentes tipos o resultados de aprendizaje, éstos re- quieren estrategias didácticas dife- renciadas. No sólo hay que enseñar lo cognoscitivo, sino darle la misma im- portancia al aprendizaje de las actitu- des y las habilidades. Contrastaremos estas nuevas necesidades educativas con lo que laEBC ofrece, pero antes ana- lizaremos el tipo de necesidades que ella quiso solucionar. 6. LOS PROBLEMAS Y RETOS QUE LA EBC QUISO RESOLVER Una de las principales razones del surgi- miento de laEBC en los países industriali- zados fue, como dijimos antes, ser alter- nativa a una enseñanza las más de las veces irrelevante. Otra causa —según sus promotores— fue responder a lareestruc- turación del mundo del trabajo de la glo- balización. Ahondando en este punto, encontramos que el impacto tecnológico es un factor que modificó de manera radical los modos y prácticas laborales. Se tuvo que pensar en modalidades de formación para preparar a los trabajadores para cumplir con las
  • 13. 154 Jesús Carlos Guzmán nuevas funciones. Otro de los factores que impulsan los cambios en el mundo laboral tiene que ver con las exigencias para in- crementar permanentemente la producti- vidad y obtener además productos y ser- vicios de alta calidad que compitan con posibilidades en mercados muy disputa- dos. Lograrlo es cuestión de sobrevivencia para la empresa o corporación, porque sin ganancias no es posible su rentabilidad. Para afrontar adecuadamente estos retos las empresas han tenido que mo- dernizar sus equipos y tecnologías, pero sobre todo están emprendiendo acciones para mejorar el factor humano, impres- cindible para operar lo primero. Por ello han reorganizado los procesos producti- vos mediante la formación permanente de sus recursos humanos. Esta reestruc- turación laboral ha implicado la compac- tación de categorías laborales, promover el trabajo mediante equipos multidisci- plinarios, capacitar a los trabajadores en distintas habilidades acortando y simpli- ficando los procesos de producción y dis- tribución, y perfeccionando los procedi- mientos administrativos (Rifkin, 1996). Así, la organización del trabajo tradi- cional, caracterizada por niveles jerárqui- cos inamovibles y comunicación vertical “de arriba a abajo”, con procedimientos rígidos, especializados y fragmentados, está siendo sustituida por otros sistemas donde se privilegia la flexibilidad y la co- municación horizontal: “todos sabemos todo” entre los empleados. Estas nuevas estructuras se basan en redes y equipos de trabajo, capaces de desempeñar dife- rentes funciones laborales mediante sis- temas polivalentes que facilitan los cam- bios e innovaciones tecnológicas y orga- nizacionales (Mertens, 1996). Todo lo anterior ha transformado los puestos de trabajo, que pasaron de ser simples y rutinarios a otros que deman- dan del trabajador inventiva, conocimien- to, capacidad para analizar y resolver problemas. Por eso creemos que las nue- vas circunstancias permiten superar el viejo prejuicio de considerar superior el trabajo intelectual al manual, porque ahora, a causa de las modificaciones des- critas en los apartados anteriores el tra- bajador industrial en las empresas mo- dernas deja de ser una persona que realiza actividades sencillas y repetitivas para pasar a ser alguien que usa estrate- gias cognoscitivas de alto nivel. Tal como lo expresara un jefe de capacitación de una importante empresa industrial: Los equipos están diseñados para brindar mayor producción, de buena calidad y la interdependencia tecnológica de varias dis- ciplinas, así ellos cuentan con sistemas mecánicos, hidráulicos, neumáticos y elec- trónicos cuya interdependencia es tan com- plicada que alguien que sólo sabe oprimir botones no podrá mantener la continuidad de operación tan necesaria hoy en día y mucho menos actuará en beneficio de la productividad por falta de preparación [Mendoza, 1996: 34]. Por ello, este autor dice que el enfati- zar la multihabilidad del trabajador hace que se le considere no una mano de obra sino una mente de obra.
  • 14. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 155 7. LIMITACIONES Y POSIBILIDADES DE LA EBC PARA AFRONTAR LAS NUEVAS DEMANDAS EDUCATIVAS Consideramos que mucho de lo que se espera de la EBC no podrá cumplirse, por lo menos en los términos en que sus se- guidores lo plantean. Esto es así porque, como lo hemos descrito, la era postmoder- na demanda una serie de cambios pro- fundos y radicales en los sistemas educa- tivos que están lejos de suceder y que aun la EBC, que se supone surgió para satisfa- cer necesidades muy particulares del mundo laboral, no podrá cumplir por las siguientes consideraciones: Hemos visto que la era postmoderna se distingue por el conocimiento descen- trado, el fin de las certezas y los cambios vertiginosos (el mosaico móvil); entonces ¿cómo plantear como alternativa un tipo de educación que entre algunos de sus rasgos tiene el de precisar normas de com- petencias, mismas que responden al de- seo de uniformar procesos que son com- plejos, volátiles y contextuados? Al cosificar en normas las competencias ¿no estaremos perpetuando el conocimiento y las características de lo que ahoraes el mercado laboral, pero no el delfuturo? Es decir, estaremos preparando personas no para afrontar el cambio sino para que cumplan ciertos requisitos actuales, que como hemos expuesto seguramente sufri- rán modificaciones. En este mismo senti- do, la creación de normas de competen- cia laboral no es un proceso fácil, requiere entre otras cosas tiempo y muchos con- sensos entre diferentes instancias y sec- tores, pero una vez diseñadas hay que tener claro que su vigencia es limitada (¿tres, cinco, siete años?). Luego habrá que modificarlas, porque transcurrido un tiempo ya no responderán a las nuevas exigencias y así sucesivamente. Uno de los factores que la educación debe tener muy en cuenta a la hora de definir el qué y para qué enseñar es pre- ver futuras tendencias para preparar a las personas de acuerdo con esas condi- ciones. Creemos que la norma tiene razón de ser desde una perspectiva de certifica- ción, pero puede limitar los propósitos educativos si se convierte en el objetivo curricular, como de hecho ha sucedido (Gonzci, 1994). Entonces existe el riesgo de que un medio se convierta en un fin: sacralizar lo que hoy sabemos en detri- mento de lo que conoceremos mañana. Creemos que esta idea de estandarización responde más a la lógica de la era indus- trial que a la de la actual. Esto es como querer introducir “un viejo vino en una nueva botella”. Como lo proponen Guerrero, Acosta y Taborda (1999), las competencias tienen diferentes niveles (véase cuadro 1, p. 143), que van desde las más sencillas y repetiti- vas hasta las más complejas y con mayor posibilidad de autonomía. Creemos que en México el desarrollo de las competencias abarca sobre todo los dos primeros nive- les, los que estos autores llamaban básico y medio, pero poco se ha trabajado en la formulación del tercero, que es el más di- fícil. Pensamos que una de las razones para ello es su propia complejidad, pero tam- bién creemos que influye el deseo de evi- tar afrontar las dificultades de enseñar competencias de este tipo, asumiendo que las más elementales tienen mayores posi- bilidades de aplicación. Sin embargo, pen- samos que si de verdad se quieren enca- rar los retos de la sociedad del aprendizaje
  • 15. 156 Jesús Carlos Guzmán tendrán que abordarse, dado su crucial papel para los nuevos tiempos. En este sentido quisiéramos señalar la necesidad de plantear propuestas educativas para hacer de una persona inexperta o novata un experto en una área de conocimiento. Como lo propone Pozo (1996), formar a un experto requiere pasar por las fases com- prendidas en el cuadro 3. Como puede verse en este cuadro, al- canzar la pericia no es una tarea fácil, precisa pasar por diferentes momentos e ir obteniendo destrezas particulares, como las señaladas en el dominio técnico y estratégico, que es donde la gran mayo- ría de las personas se ubica. Los tipos de cambios son extraordinarios e inversos, porque se comienza desde una total de- pendencia por parte del educando hacia el maestro hasta convertirse en una per- sona autónoma, independiente y capaz de resolver problemas ya sin ayuda. Educar a las personas para que lleguen al nivel de expertos, caracterizados por ser capa- ces de innovar y de dar respuestas ade- cuadas a situaciones imprevistas es un tema que no sólo la EBC tiene que afron- tar sino también el sistema educativo en su conjunto. El problema es cómo hacer- lo puesto que no es fácil llegar a ese ni- vel, porque precisa un largo periodo de formación y sobre todo demanda nuevas maneras de enseñar. Si los cambios son tan vertiginosos, y muchas de las situaciones profesionales son inciertas y exigen toma de decisiones y resolución de problemas sin condicio- nes para ello, y bajo mucha presión de tiempo, ¿qué modificaciones debemos ha- cer en nuestras instituciones educativas para dotar a las personas de competen- cias adecuadas ? ¿Cómo enseñarles a in- dividuos con ansias de certeza a aceptar lo relativo y contextuado de nuestros co- nocimientos? Quisiéramos recordar aquí lo que fue reiterado por los autores revisados acer- ca de la necesidad de formar en los estu- diantes las capacidades para que sepan aprender a aprender. Este tipo de tópicos no está siendo atendido por la EBC. En síntesis, la EBC limita seriamente sus posibilidades como opción educativa acorde a los nuevos tiempos, en virtud de que muchos de sus desarrollos son sim- plistas e incapaces de abordar un mundo tan complejo como el descrito en los ante- riores apartados. CUADRO 3. Fases para convertirse en experto Dominio Novato técnico Estratégico Experto Dependiente del maestro, no hay control de la ejecución y ésta es deficiente o no se presenta Ejecuta la competencia, pero no puede hacerlo sin guía y apoyo Tiene automatizados los procedimientos, pero no sabe afrontar imprevistos Tiene pleno control y sabe actuar eficazmente ante situaciones problemáticas e imprevistas. Sabe resolver problemas abiertos
  • 16. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 157 En este sentido quisiéramos tocar un punto relacionado tangencialmente con lo que acabamos de presentar y que ha sido poco abordado en nuestro medio, aunque no en el ámbito internacional. Es el de- bate entre los que afirman que las com- petencias más importantes a formar son las genéricas y aquellos que postulan la importancia de enseñar competencias específicas. Hemos revisado que muchos autores proponen que ante la rapidez del avance de nuestro conocimiento y lo pro- visional del mismo, las escuelas, para no caer en la obsolescencia, deberían ense- ñar a las personas destrezas que no sean específicas sino que tengan una alta po- sibilidad de transferirse. A éstas se les ha llamado genéricas o clave y se han plan- teado como alternativa a las competen- cias particulares que al ser tan concretas podrían caducar en poco tiempo. Se ar- guye que las ventajas de las genéricas son su alta relevancia en el ámbito laboral, su amplio potencial para transferirse a di- versas circunstancias, su amplitud por- que pueden ser mostradas por distintos tipos de profesionales y sobre todo el be- neficio derivado del considerable ahorro en tiempo y recursos de los procesos de formación. Algunas de estas competencias clave son las siguientes: adaptabilidad al cambio, capacidad de autonomía, comu- nicación e interacción, formación conti- nua, iniciativa e innovación, planificación y organización del trabajo, solución de problemas, trabajo en equipo y valoración de las condiciones de trabajo (Guerrero, Acosta y Taborda, 1999). La polémica se plantea ya que algu- nos no están de acuerdo con la existencia de competencias generales, porque seña- lan que el pensamiento es siempre situa- do dentro de contextos físicos y sociales y relacionado con una situación particular de enseñanza más que con una habilidad cognoscitiva general (Greeno, 1989). De acuerdo con este argumento, las perso- nas no construyen estructuras generales de pensamiento, sino conocimientos es- pecíficos y diversificados en dominios par- ticulares, centrados en aspectos concre- tos, pudiendo variar por las demandas de los diferentes contextos sociales (Díaz Barriga, 1998). Se dice, por tanto, que una competencia genérica podría no genera- lizarse completamente sino operar sola- mente en los dominios específicos donde se compartan muchos elementos comu- nes (Anderson, Reder y Simon, 1996), de donde se dudaría de ese alto poder de transferencia. Los términos del debate están en se- leccionar qué tipo de competencias se de- berían enseñar, porque su poco grado de generalidad ocasionará una ampliación importante del proceso formativo y reque- rirá un continuo proceso de capacitación. Por otro lado, si sólo se enseñaran las com- petencias genéricas se dejarían de lado las particulares a cada especialidad, pu- diendo ocasionar esto que el estudiante sea incapaz de aplicar lo que sabe a un problema muy específico. Para algunos éste es un debate falso porque arguyen que las habilidades ge- néricas no se dan en el vacío sino que siempre están referidas a dominios con- cretos. Es decir, que los mecanismos cog- noscitivos comunes requieren para su ple- no dominio de aplicarse a contenidos particulares (Díaz Barriga, 1998). En todo caso, esta discusión nos hablaría de un problema de enseñanza, porque se ha vis- to que la transferencia se facilita cuando
  • 17. 158 Jesús Carlos Guzmán el maestro proporciona muchos ejemplos y estimula a los alumnos a reflexionar sobre su potencial generalizador (Ander- son, Reder y Simon, 1996). En todo caso, ante la riqueza y versatilidad de la prác- tica profesional el reto para la formación profesional es cómo encontrar el equili- brio entre amplitud y profundidad de las competencias adquiridas; puesto que, ante las limitaciones temporales y de ac- tividades de formación, no es posible ob- tener ambas. De la anterior discusión todavía hay mucho por debatir y aclarar. Por eso con- sideramos que dada su trascendencia y las implicaciones que tiene debería de incluirse en la agenda de la EBC. Finalmente, quisiéramos recordar que la EBC es una propuesta que busca supe- rar los marcos de lo disciplinario para centrarse en los resultados o ejecuciones adecuadas en el medio laboral. No obs- tante, aun reconociendo que la educación ha estado excesivamente encerrada en sí misma y desvinculada del medio que la rodea, una aplicación radical de la EBC implicaría que las disciplinas quedaran en segundo plano o fueran sustituidas, lo que disminuiría el gran papel que han te- nido hasta el momento. Anderson, Reder y Simon (1996) resaltan las virtudes de la enseñanza abstracta contra quienes proponen que la mejor estrategia instruc- cional para adquirir competencias labo- rales es el adiestramiento de las perso- nas en situaciones reales de trabajo. Los autores mencionados responden que la instrucción abstracta puede ser muy efec- tiva siempre y cuando se combine con una enseñanza específica y concreta; es decir que no debe descartarse. Aunque acep- tan la necesidad de crear una mejor co- rrespondencia entre el mundo del traba- jo y la escuela (o sea lo práctico del mun- do del trabajo y la instrucción abstracta de la escuela), indican que también de- ben modificarse algunas prácticas labo- rales. O sea, plantean no asumir a priori que todo lo laboral es apropiado y todo lo académico desdeñable ni considerar al primero como el único criterio para de- terminar contenidos. Lo importante, con- cluyen los autores, es proponer formas de organizar a las escuelas para tener alum- nos motivados e involucrados en proce- sos cognoscitivos que puedan transferir- se. Lo relevante es el proceso cognoscitivo que evoca el problema y no las trampas de los problemas reales, ya que muchos de ellos implican un trabajo rutinario y re- petitivo que —tomándolo como único ele- mento— proporciona pocas oportunida- des para aprender las competencias valiosas e imprescindibles. En este senti- do podemos concluir que las iniciativas de los sectores productivos y de servicios no deben ser los únicos criterios a consi- derar en la definición de las competen- cias a lograr, pues aspectos como los hu- manísticos o los relativos a la adquisición de aprendizaje estratégico no han sido plenamente considerados en la EBC. 8. LAS APORTACIONES DE LA EBC No obstante las criticas y limitaciones arriba señaladas, no descartamos a laEBC como propuesta educativa, ya que al to- mar como centro de la instrucción el de- sarrollo de un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes permite al edu- cando adquirir destrezas integrales y re- levantes para su quehacer profesional. Si
  • 18. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 159 bien algunos consideran una virtud que los fines educativos sean poco claros, ambiguos o tan ambiciosos que no llegan a concretarse, nosotros creemos que es deber de una institución educativa selec- cionar aquellas competencias generales con valor en el mundo profesional y labo- ral, mismas que junto con otros aspectos que la institución considere dignos de aprenderse constituirán los propósitos de la enseñanza. El delimitar claramen- te las competencias a formar torna evi- dentes para todos los involucrados en el acto educativo los compromisos adquiri- dos por la institución acerca de los des- empeños específicos que serán capaces de realizar los estudiantes cuando terminen su formación. Esta concreción de propó- sitos consigue no sólo guiar las acciones educativas, sino también nos da elemen- tos precisos para evaluarlas. Por otra parte, el hecho de tener muy claras cuáles son las metas educativas permite que el diseño curricular sea rea- lizado de mejor manera y de una forma más racional, ya que se puede trabajar de “atrás para adelante”, identificando qué conocimientos declarativos, procedi- mentales y actitudinales se requieren para el logro de los objetivos programa- dos. Es decir, el descomponer cada com- petencia en sus elementos constitutivos permite determinar los diferentes tipos de conocimientos necesarios para su ad- quisición. Con ello, los contenidos así ob- tenidos tendrán una función particular y de interrelación necesaria, lo que permi- tirá el pleno dominio de su ejecución al término de la preparación de los estudian- tes. De esta manera evitamos la práctica frecuente de escoger contenidos académi- cos, desligados de los fines últimos que deseamos alcanzar, que sólo constituyen un desperdicio de tiempo y recursos. Al proceder de esta manera se evita que la selección de los contenidos curriculares responda a razones extraacadémicas, a caprichos disciplinarios o sea resultado de la presión de los grupos de poder de la institución. Una currícula de estas características les ayuda a los maestros a planear ade- cuadamente sus estrategias de enseñan- za para lograr que el estudiante domine las competencias. Una planeación cuida- dosa de la misma permite determinar las secuencias de aprendizaje más óptimas y las mejores rutas de enseñanza. Con ellas se puede precisar lo que resulta difícil para el estudiante y dónde está lo que no se entendió. Así, los docentes estarán en condiciones de ofrecer a sus alumnos los apoyos pedagógicos diferenciados para cada uno de ellos, con lo cual aprovecha- rán las diferencias individuales y los rit- mos de aprendizaje. Al hacerlo, cumpli- rán con las propuestas descritas por Pozo y Reigeluth, y en lugar de enseñar lo mis- mo a toda la clase, su instrucción dará a cada uno lo que requiera. No hay que olvidar que aprender com- petencias no es una tarea fácil y, como todo buen aprendizaje, requiere un tiem- po y práctica propios. La EBC tiene la ven- taja de ofrecer una enseñanza contextua- lizada o situada, con los beneficios que este tipo de enseñanza posee. Si es bien aplicada, ella tiene los elementos para hacer interesante y atractiva la enseñan- za, porque ya no se trata de acumular co- nocimientos por acumular, sino de hacer- los significativos y relevantes, lo que —se ha demostrado— promueve el aprendiza- je (Greeno, 1989). Así, los alumnos están
  • 19. 160 Jesús Carlos Guzmán motivados por aprender y se les facilita entender el sentido de todo lo que están haciendo. Y no se trata de logros meno- res dadas las grandes deficiencias en es- tos aspectos de la enseñanza tradicional. Concretamente en la enseñanza de las competencias es necesario: tener claridad sobre lo que el educando necesita conocer y dominar (vgr. la secuencia y orden de la ejecución) para lograr la meta propues- ta, así como poder utilizar este conoci- miento de la manera apropiada y en el contexto adecuado. Finalmente, debe aplicar las destrezas adquiridas para co- nocer y dominar más competencias. For- mar círculos virtuosos, donde lo aprendi- do sirva de base para lograr otras de mayor complejidad. En este sentido, a los estudiantes les resulta atractiva una educación con es- tas características porque incrementa su motivación al tener claro lo que se espera de ellos, porque saben hacia dónde deben dirigir sus esfuerzos. No menos importan- te es el hecho de que trabajar en condi- ciones y problemas parecidos a los que enfrentarán en su práctica laboral los preparará mejor y les dará mayor con- fianza acerca de lo que saben cuando for- men parte del mercado profesional. En este sentido, reconocemos que si bien no está del todo resuelto el debate acerca de si hay que enseñar competencias genéri- cas o específicas, lo que no dudamos es que si los educandos salen bien prepara- dos en las competencias útiles para su profesión, su capacidad de transferir lo adquirido a nuevas e inciertas situacio- nes será mucho mayor a la que le ofrecen los saberes inconexos o los “archipiélagos de conocimientos”. Consideramos que para hacer más atractiva la EBC es necesario aplicar en ella las propuestas formuladas en este artículo, así como lo planteado por Pozo acerca de la manera de formar a un ex- perto. Sería muy interesante hacerlo por- que mucho del rechazo a la EBC es atri- buible a que se centra en las competencias más simples y sencillas, para los traba- jos repetitivos y rutinarios, y no aborda el conocimiento complejo y cambiante. Por eso algunos consideran que simplifica en demasía la labor educativa, y por eso no la ven como alternativa a los problemas educativos. 9. A MODO DE CONCLUSIÓN Como dijimos en la introducción, es muy difícil mantener el equilibrio entre los apologistas y los detractores de la EBC. Mas consideramos que si se quiere avan- zar en el descubrimiento de nuevas op- ciones y modalidades educativas es nece- sario hacer a un lado las posiciones extremas y analizar qué aporta cada nue- va propuesta y qué le falta, como quisi- mos hacerlo en este caso con laEBC. Como vimos, hay cosas positivas y hay otras que no lo son. No debemos olvidar que una de las razones del surgimiento de la EBC fue re- solver graves deficiencias educativas. Al- gunos podrán objetar la solución, pero si los educadores somos honestos debemos reconocer que muchas de nuestras prác- ticas, actividades y propuestas estuvie- ron dirigidas a nosotros mismos y consi- deraron muy poco al mundo que estaba más allá de nuestras bardas. No se pos- tula una enseñanza pragmática, ni tam- poco una respuesta mecánica a las nece-
  • 20. Los claroscuros de la Educación Basada en Competencias 161 sidades del entorno social y económico, ya que la educación tiene fines que le son propios e inherentes, mas el abuso de ellos propició un alejamiento de un mundo que siguió cambiando sin que nos diéramos cuenta cabal de ello. Ahora estas nuevas demandas golpean en nuestras puertas y ventanas y queremos descalificarlas por- que no surgieron en su mayor parte de nosotros. Finalmente, los educadores debiéra- mos ocuparnos en concebir alternativas educativas para afrontar los retos del mundo actual, que no son fáciles y preci- san de cambios radicales en la organiza- ción y funcionamiento escolar, y sobre todo en nuestra concepción misma de edu- cación. Por ello necesitamos ampliar la discusión sobre estos temas y ubicar nues- tro papel en las nuevas circunstancias. La EBC representa una llamada de aten- ción sobre lo que hemos dejado de hacer. Es preciso, por tanto, que tengamos cla- ridad sobre las acciones que debemos to- mar para contribuir a lograr un mundo mejor y actuar en consecuencia. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ M., J. M. (1994), “Educación Basada en Competencias”, ponencia presentada en la Reunión Nacional del Bachillerato, Oax- tepec, México. ANDERSON, J., L. REDER y H. SIMON (1996),“Sit- uated learning and education”,Education- al Research, vol. 25, núm. 4, pp. 5-11. ARCE, G. F. (1982), “El inicio de una nueva era, 1919-1945”, en F. Arce, M. Bazant, A. Sta- ples, D. Tank y J. Zoraida (coords.), Histo- ria de las profesiones en México, México, El Colegio de México, pp. 223-394. CAHUE, V. A. (1997), “Educación basada en competencias del modelo educativo delIPN”, en 2o. Foro Académico de Opciones Técni- cas, México,UNAM-CCH, pp. 88-102. CARLOS, G. J. (1998), Modelos curriculares de la educación basada en competencias. Pro- grama de publicaciones, México, Facultad de Psicología, UNAM. COLMENA, A. y P. SÁNCHEZ (1995), Desarrollo de productos electrónicos I. Grado Superior, España, Anele-MEC. DE ANDA, M. L. (1997), “El desarrollo de com- petencias académicas en el bachillerato”, en 2o. Foro Académico de Opciones Técni- cas, México,UNAM-CCH, pp. 20-29. DíAZ BARRIGA, A. F. (1998), “El aprendizaje de la historia en el bachillerato”, en A. F. Díaz Barriga, Procesos de pensamiento y cons- trucción del conocimiento en profesores y estudiantes del CCH, tesis de doctorado, México, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, pp. 38-63. FLETCHER , S. (1994), NVQs, Standards and competence. A practical Guide for Em- ployers, Managers and Trainers, Lon- dres, Kogan. GALEANO, E. (1984),Memorias del fuego II. Las caras y las máscaras, México, Siglo XXI Editores. GARCÍA, J. E. (1998), Hacia una teoría alter- nativa sobre los contenidos escolares, Es- paña, Diada. GREENO, J. (1989), “A perspective on thinking”, American Psychologist, núm. 44, febrero, pp. 134-141. GONCZI, A. (1994), “International perspectives on competency based education”, ponencia presentada en CBE International Confer- ence, Canadá, Charlottetown, PEI. GONCZI, A. y J. ATHANASU (1996), “Instrumen- tación de la educación basada en compe- tencias. Perspectivas de la teoría y la prác- tica en Australia”, en A. Argüelles (comp.), Competencia laboral y educación basada en normas de competencia, México, Limu- sa-Noriega Editores, pp. 265-288.
  • 21. 162 Jesús Carlos Guzmán GUERRERO, A., E. ACOSTA y A. TABORDA (1999), Competencias clave para la orientación ocupacional, Madrid, Ediciones GPS. HARGREAVES, A. (1996), Profesorado, cultura y modernidad. (Cambian los tiempos, cam- bia el profesorado), Madrid, Morata. IBARRA ALMADA, A. (1996), “El sistema nor- malizado de competencia laboral”, en A. Argüelles (comp.), Competencia laboral y educación basada en normas de compe- tencia, México, Limusa-Noriega Editores, pp. 25-66. MALPICA, J. C. (1996), “El punto de vista pe- dagógico”, en A. Argüelles (comp.), Com- petencia laboral y educación basada en normas de competencia, México, Limusa- Noriega Editores, pp. 123-140. MENDOZA MORENO, A.(1996), “Nuevos retos en la concepción del trabajo (mente de obra)”, ponencia presentada en el 1er. Foro Regio- nal de Vinculación Educación-Sector Pro- ductivo, Estado de México, Tecámac. MERTENS, L. (1996), “Sistemas de competen- cia laboral: surgimiento y modelos”, ponen- cia presentada en el Seminario Internacio- nal “Formación Basada en Competencia Laboral: Situación Actual y Perspectivas”, México, Guanajuato. PASSET, R. (1998), “Las posibilidades (frustra- das) de las tecnologías de lo inmaterial”, en Le Monde Diplomatique (ed.), Pensa- miento crítico vs. pensamiento único, Ma- drid, Debate, pp. 103-114. POZO, I. (1996), Aprendices y maestros, Espa- ña, Alianza Psicología Minor. REIGELUTH, Ch. (1999), “What is instructional- design theory and how is it changing’?”, en Ch. Reigeluth (ed.), Instructional-design theories and models, vol. II, Nueva Jersey, Lawrance Erlbaum Associates, pp. 5-29. RIFKIN, J. (1996), El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una era, Barcelona, Paidós. SALUJA, S. (1996), “La capacitación basada en competencias en el Reino Unido”, en A. Argüelles (comp.), Competencia laboral y educación basada en normas de competen- cia, México, Limusa-Noriega Editores, pp. 143- 170. VALLS, E. (1993), Los procedimientos: apren- dizaje, enseñanza y evaluación, España, ICE/Horsori.