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Docente: Sandra Liliana Rueda Porras
Estudiante: Angelica María Lopez Sandoval
Unidades Tecnológicas de Santander
Fecha de entrega: 19 de Agosto de 2021
El mercantilismo es el conjunto de ideas económicas que consideran que la prosperidad de un Estado depende
del capital que pueda tener, y que el volumen global de comercio mundial es inalterable. El capital, que está
representado por los metales preciosos que el Estado tiene en su poder, se incrementa sobre todo mediante
una balanza comercial positiva con otras naciones (o, lo que es lo mismo, que las exportaciones sean
superiores a las importaciones). El mercantilismo sugiere que el gobierno dirigente de una nación debería
buscar la consecución de esos objetivos mediante una política proteccionista sobre su economía, favoreciendo
la exportación y desfavoreciendo la importación, sobre todo mediante la imposición de aranceles. La política
económica basada en ideas a veces recibe el nombre de «sistema mercantilista».
Los pensadores mercantilistas preconizan el desarrollo económico por medio del enriquecimiento de las
naciones gracias al comercio exterior, lo que permite encontrar salida a los excedentes de la producción. El
Estado adquiere un papel primordial en el desarrollo de la riqueza nacional, al adoptar políticas
proteccionistas, y en particular estableciendo barreras arancelarias y medidas de apoyo a la exportación.
El mercantilismo marca el final de la forma clásica de entender la economía en la Edad Media (la crematística),
inspirada en Aristóteles y Platón, que rechazaba la acumulación de riquezas y los préstamos con interés
(vinculados al pecado de usura) debido a que la práctica totalidad de la actividad económica estaba basada en
la agricultura, siendo el comercio muy limitado y reducido a nivel local. Esta nueva corriente económica surge
como un derivado del capitalismo iniciado en la Italia renacentista (siglo xiv) y en una época en la que las
incipientes monarquías europeas deseaban disponer del máximo dinero posible para sus cuantiosos gastos.
Las teorías mercantilistas buscaban satisfacer esa demanda, y desarrollaron una dialéctica basada en el
enriquecimiento. Esta corriente se basaba en un sistema de análisis de los flujos económicos muy simplificado
en el que, por ejemplo, no se tenía en cuenta el papel que desempeñaba el sistema social.
Fue la teoría predominante durante toda la Edad Moderna (desde el siglo xvi hasta el xviii), época que
aproximadamente indica el surgimiento de la idea del Estado y la formación económico social conocida como
Antiguo Régimen en Europa Occidental. En el ámbito nacional, el mercantilismo llevó a los primeros casos de
intervención y significativo control estatal sobre la economía, y fue en este periodo en el que se fue
estableciendo gran parte del sistema capitalista moderno. Internacionalmente, el mercantilismo sirvió
indirectamente para impulsar muchas de las guerras europeas del periodo, y sirvió como causa y fundamento
del imperialismo europeo, dado que las grandes potencias de Europa luchaban por el control de los mercados
disponibles en el mundo.
Como agente unificador tendente a la creación de un Estado nacional soberano, el mercantilismo tuvo en
contra dos fuerzas: Una, más espiritual-jurídica que política-económica, fueron los poderes universales: la
Iglesia y el Imperio, la otra, de carácter predominantemente económico fue el particularismo local, con la
dificultad que produce a las comunicaciones y la pervivencia de la economía natural (en determinadas zonas
los ingresos del Estado eran en especie y no en dinero); mientras que la pretensión mercantilista es que el
mercado cerrado sea sustituido por el mercado nacional y las mercancías como medida de valor y medio de
cambio sean remplazadas por el oro. El mercantilismo ve la intervención del Estado como el medio más eficaz
para el desarrollo económico.
Otra tendencia del mercantilismo era robustecer hacia el exterior el poder del Estado, subordinando la
actividad económica hacia ese objetivo, e interesándose por la riqueza en cuanto sirva de base para ella. El
liberalismo considerará a la riqueza como preciosa para el individuo, y por ende, digna de ser alcanzada como
fin en sí misma: si el particular no debe pensar más que enriquecerse, es un hecho puramente natural e
involuntario que la riqueza de los ciudadanos contribuya a aumentar la riqueza del Estado. En cambio, para los
mercantilistas, la riqueza privada es simplemente un medio, y como tal se subordina al Estado y a sus fines de
dominio.
A lo largo de este periodo durante el cual las hipótesis evolucionaron, aparece una literatura compleja, que da
idea de que existe una corriente vagamente unificada. En el siglo xix, se extenderá por la mayoría de las
naciones europeas, adaptándose a las características nacionales. Entre las escuelas mercantilistas se
distinguen: el bullionismo (o «mercantilismo español») que propugna la acumulación de metales preciosos; el
colbertismo (o «mercantilismo francés») que por su parte se inclina hacia la industrialización; y el
comercialismo (o «mercantilismo británico») que ve en el comercio exterior la fuente de la riqueza de un país.
A partir de esa época, las cuestiones económicas dejan de pertenecer a los teólogos. La Edad Moderna marca
un giro con la progresiva autonomía de la economía frente a la moral y la religión, así como frente a la política.
Esta enorme ruptura se realizará por medio de consejeros de los gobernantes y por los comerciantes. Esta
nueva disciplina llegará a ser una verdadera ciencia económica con la fisiocracia. Entre los muchos autores
mercantilistas, hay que destacar a Martín de Azpilcueta (1492-1586), Tomás de Mercado (1525-1575), Jean
Bodin (1530-1596), Antoine de Montchrestien (1576-1621), o WilliamPetty (1623-1687).
La confianza en el mercantilismo comenzó a decaer a finales del siglo xviii, momento en el que las teorías de
Adam Smith y de otros economistas clásicos fueron ganando favor en el Imperio británico, y en menor grado
en el resto de Europa (con la excepción de Alemania, en donde la Escuela Histórica de Economía fue la más
importante durante todo el siglo xix y comienzos del xx). Adam Smith, que lo critica con dureza en su obra
titulada Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (conocida comúnmente
como La riqueza de las naciones), califica el mercantilismo como una «economía al servicio del Príncipe».
Curiosamente, y si bien había sido una antigua colonia británica, los Estados Unidos de América no se
adhirieron a la economía clásica, sino al régimen económico que fue llamado «sistema americano» (una forma
de neo-mercantilismo) a través de las políticas de Alexander Hamilton, Henry Clay, Abraham Lincoln y por lo
que más tarde serían las prácticas económicas del Partido Republicano, que a su vez se reflejaron en las
políticas de los historicistas alemanes y economistas como Friedrich List. Esto duró hasta el surgimiento del
New Deal tras la crisis de 1929.
Hoy en día la teoría del mercantilismo es rechazada por la mayoría de los economistas, si bien algunos de sus
elementos en ocasiones son vistos de forma positiva por algunos, entre los cuales cabe citar a Ravi Batra, Pat
Choate, Eammon Fingleton, o Michael Lind.
Doctrinaeconómicamercantilista
Casi todos los economistas europeos de entre 1500 y 1750 se consideran hoy en día como mercantilistas. Sin
embargo, estos autores no se veían a sí mismos como partícipes de una sola ideología económica, sino que el
término fue acuñado por Víctor Riquetti, Marqués de Mirabeau en 1763, y fue popularizado por Adam Smith
en 1776. De hecho, Adam Smith fue la primera persona en organizar formalmente muchas de las
contribuciones de los mercantilistas en su libro La riqueza de las naciones. La palabra procede de la palabra
latina mercāri ('comprar, adquirir, comerciar'), de la que deriva el término mercantil, en el sentido de llevar a
cabo un negocio. Fue utilizada inicialmente solo por los críticos a esta teoría, tales como Mirabeau y Smith,
pero pronto fue adoptada por los historiadores.
El mercantilismo en sí no puede ser considerado como una teoría unificada de economía. En realidad no hubo
escritores mercantilistas que presentasen un esquema general de lo que sería una economía ideal, tal y como
Adam Smith haría más adelante para la economía clásica. En su lugar, el escritor mercantilista tendía a enfocar
su atención en un área específica de la economía. Sería después del periodo mercantilista cuando los
estudiosos que vinieron posteriormente integrasen las diversas ideas en lo que llamarían mercantilismo, como
por ejemplo Eli F. Heckscher6 que ve en los escritos de la época a la vez un sistema de poder político, un
sistema de reglamentación de la actividad económica, un sistema proteccionista y también un sistema
monetario con la teoría de la balanza comercial. Sin embargo, algunos teóricos rechazan completamente la
idea misma de una teoría mercantilista, argumentando que da «una falsa unidad a hechos dispares». El
historiador del pensamiento económico Mark Blaug hace notar que el mercantilismo fue calificado con el paso
del tiempo como «molesto equipaje», «diversión de historiografía», y de «gigantesco globo teórico».
Hasta cierto punto, la doctrina mercantilista en sí misma hacía imposible que existiese una teoría general
económica. Los mercantilistas veían el sistema económico como un juego de suma cero, en donde la ganancia
de una de las partes suponía la pérdida de otra, o siguiendo la famosa máxima de Jean Bodin «no hay nada
que alguien gane que otro no pierda» (Los seis libros de la República). Por tanto, cualquier sistema de políticas
que beneficiasen a un grupo por definición también harían daño a otro u otros, y no existía la posibilidad de
que la economía fuese empleada para maximizar la riqueza común, o el bien común. Parece que los escritos
de los mercantilistas se hubieran hecho para justificar a posteriori una serie de prácticas, más que para evaluar
su impacto y determinar así el mejor modo de llevarlas a término.
El mercantilismo es, por tanto, una doctrina o política económica que aparece en un periodo intervencionista
y describe un credo económico que prevaleció en la época de nacimiento del capitalismo, antes de la
Revolución industrial.
Las primeras teorías mercantilistas desarrolladas a principios del siglo XVI estuvieron marcadas por el
bullionismo (del inglés bullion: oro en lingotes). A ese respecto, Adam Smith escribía:
La doble función que cumple el dinero, como instrumento de comercio y como medida de los valores, ha
hecho que se produzca de modo natural esa idea popular de que el dinero hace la riqueza, o que la riqueza
consiste en la abundancia de oro y plata... Se razona de la misma manera con respecto a un país. Un país rico
es aquel en el que abunda el dinero, y el medio más sencillo de enriquecer el suyo, es amasar el oro y la
plata... Debido al creciente éxito de estas ideas, las diferentes naciones de Europa se han dedicado, aunque sin
demasiado éxito, a buscar y acumular oro y plata de todas las maneras posibles. España y Portugal,
poseedores de las principales minas que proveen a Europa de esos metales, han prohibido su exportación
amenazando con graves represalias, o la han sometido a enormes tasas. Esta misma prohibición ha formado
parte de la política de la mayoría de las naciones de Europa. Uno la encuentra incluso donde menos lo
esperaría, en algunas antiguas actas del parlamento de Escocia, que prohíben, bajo fuertes penas, transportar
oro y plata fuera del reino. La misma política se puso en marcha en Francia y en Inglaterra.
Durante ese periodo, importantes cantidades de oro y plata fluían desde las colonias españolas del Nuevo
Mundo hacia Europa. Para los escritores bullionistas, como Jean Bodin o Thomas Gresham, la riqueza y el
poder del Estado se miden por la cantidad de oro que poseen. Cada nación debe pues acrecentar sus reservas
de oro a expensas de las demás naciones para hacer crecer su poder. La prosperidad de un Estado se mide,
según los bullionistas, por la riqueza acumulada por el gobierno, sin mencionar la Renta Nacional. Este interés
hacia las reservas de oro y plata se explica en parte por la importancia de esas materias primas en tiempos de
guerra. Los ejércitos, que contaban con muchos mercenarios, eran pagados con oro y quitando a los pocos
países europeos que controlaban las minas de oro y plata, la principal manera de obtener esas materias
primas era el comercio internacional. Si un Estado exportaba más de lo que importaba, su «balanza del
comercio» (lo que corresponde en nuestros días a la balanza comercial) era excedentaria, lo que se traducía
en una entrada neta de dinero.
Esto llevó a los mercantilistas a proponer como objetivo económico el tener un excedente comercial. Se
prohibía estrictamente la exportación de oro. Los bullionistas también eran partidarios de poner en marcha
altas tasas de interés para animar a los inversores a invertir su dinero en el país.
En el siglo XVIII se desarrolló una versión más elaborada de las ideas mercantilistas, y que rechazaba la visión
simplista del bullionismo. Esos escritores, como Thomas Mun, situaban como principal objetivo el crecimiento
de la riqueza nacional, y aunque seguía considerando que el oro era la riqueza principal, admitían que existían
otras fuentes de riqueza, como las mercancías.
El objetivo de una balanza comercial excedentaria seguía persiguiéndose pero desde ese momento se veía
interesante importar mercancías de Asia por medio de oro para revender luego esos bienes en el mercado
europeo con importantes beneficios.
Esta nueva visión rechazaba a partir de ese momento la exportación de materias primas, que una vez
transformadas en bienes finales constituían una importante fuente de riqueza. Mientras el bullionismo había
favorecido la exportación en masa de lana de Gran Bretaña, la nueva generación de mercantilistas apoyaba la
prohibición total de exportar materias primas y propugnaba el desarrollo de industrias manufactureras
domésticas. Al necesitar las industrias importantes capitales, en el siglo XVIII se vio una reducción de las
limitaciones contra la usura. Como muy bien demostró WilliamPetty, la tasa de interés se ve como una
compensación por las molestias ocasionadas al prestador al quedar sin liquidez. Un resultado de esas teorías
fue la puesta en marcha de las Navigation Acts a partir de 1651, que dieron a los barcos ingleses la exclusiva
en las relaciones entre Gran Bretaña y sus colonias, prohibiendo a los holandeses el acceso a ciertos puertos
para restringir la expansión de los Países Bajos.
Las consecuencias en materia de política interior de las teorías mercantilistas estaban mucho más
fragmentadas que sus aspectos de política comercial. Mientras Adam Smith decía que el mercantilismo
apelaba a controles muy estrictos de la economía, los mercantilistas no estaban de acuerdo entre sí. Algunos
propugnaban la creación de monopolios y otras cartas patentes. Pero otros criticaban el riesgo de corrupción y
de ineficacia de tales sistemas. Muchos mercantilistas también reconocían que la instauración de cuotas y de
control de precios propiciaba el mercado negro.
En cambio, la mayor parte de los teóricos mercantilistas estaban de acuerdo en la opresión económica de los
trabajadores y agricultores que debían vivir con unos ingresos cercanos al nivel de supervivencia, para
maximizar la producción. Unos mayores ingresos, tiempo libre suplementario o una mejor educación de esas
poblaciones contribuirían a favorecer la holgazanería y perjudicarían la economía. Esos pensadores veían una
doble ventaja en el hecho de disponer de abundante mano de obra: las industrias que se desarrollaban en esa
época precisaban de mucha mano de obra y además eso reforzaba el potencial militar del país. Los salarios se
mantienen pues a un bajo nivel para incitar a trabajar. Las leyes de pobres (Poor Laws) en Inglaterra persiguen
a los vagabundos y hacen obligatorio el trabajo. El ministro Colbert hará trabajar a niños con seis años en las
manufacturas de Estado.
La reflexión sobre la pobreza y su papel social en la Edad Moderna cobró importancia sobre todo tras la
Reforma Protestante y los diferentes papeles que a la predestinación y el triunfo personal daban la teología de
Lutero, Calvino o la Contrarreforma. La opinión católica tradicional se asociaba al mantenimiento del Antiguo
Régimen, sancionando el ocio de los privilegiados y considerando la condena del trabajo como un castigo
divino, mientras que las sociedades donde triunfó el protestantismo parecían adecuarse más a los nuevos
valores burgueses. La valoración tradicional de los pobres los veía como más cercanos a Dios, y las
instituciones de caridad no se veían como medios de erradicar la pobreza, sino de paliar sus efectos. No
obstante, entre los católicos también se incluye la obra de Juan Luis Vives De subventione pauperum. Sive de
humanis necessitatibus libri II (Los dos libros de la subvención a los pobres o de la necesidad humana. Brujas ,
1525), que trata el problema de la mendicidad buscando soluciones en las instituciones públicas, que deben
socorrer a los verdaderos pobres y hacer trabajar a los que solo son vagos; para ello consideraba preciso una
organización de la beneficencia y una reforma del sistema sanitario, de asilo. Siguiendo sus ideas se organizó
la actuación contra la pobreza en la ciudad de Brujas.
Interpretaciónhistóricadel mercantilismo
En efecto, no se puede hablar de una escuela mercantilista, pues para poder hablar de una escuela debe
existir un conjunto de características que englobe este término. Una de ellas es la presencia de un maestro
que cree un pensamiento el cual sea seguido por los miembros de la escuela, además de homogeneidad en el
pensamiento. Así, por ejemplo, podemos hablar de la Escuela Clásicacon Adam Smith como epicentro del
pensamiento, es decir, como maestro, y la afinidad entre los distintos autores de la misma. Sin embargo, en lo
que se refiere al pensamiento llamado mercantilista no encontramos ninguno de los atributos necesarios para
identificarlo con una escuela de pensamiento.
El mercantilismo ha tenido diversas interpretaciones a lo largo del tiempo. Desde Adam Smith hasta la
actualidad se suceden explicaciones de lo que han sido y han significado todos estos autores llamados
mercantilistas. John Maynard Keynes, Gustav Schmoller, WilliamCunningham y el ya mencionado Adam
Smith, entre muchos otros, han aportado su perspectiva del mercantilismo. Señalaremos particularmente a Eli
Heckscher que, influido por los tres últimos autores mencionados, aúna las interpretaciones de estos para
luego añadir la suya. Habla del mercantilismo desde el punto de vista de su política proteccionista y sus
actitudes monetarias (como ya refiere Smith), como una doctrina en la construcción del Estado (recogido de
Schmoller), como un sistema de poder (propugnado por Cunningham) y añade su tesis a estas cuatro: describe
el mercantilismo como una concepción social que rompió con los moldes tanto morales como religiosos que
determinaban el comportamiento de los agentes económicos.
A partir de los años cuarenta se disgrega las interpretaciones, desde una perspectiva general, en cuatro
direcciones diferentes. Por una parte, historiadores que hablan de un período preanalítico del pensamiento
económico. Por otra parte, los que argumentan la anticipación de la doctrina clásica en muchos aspectos (
mecanismos de los precios, etc.) Un tercer grupo de historiadores hacen hincapié en la política, ya no exterior
y proteccionista, sino en la local y nacional. Por último, y como aportación argumentativa a la afirmación de la
inexistencia de una escuela mercantilista, un cuarto grupo de historiadores aboga que el mercantilismo es una
invención de los investigadores, pues, no hay homogeneidad ni coherencia en su doctrina sino disparidad en
los asuntos tratados según que países, y que, por tanto, el debate que gradualmente se centra en una visión
homogénea es erróneo.
Haciendo referencia aquellos autores que creen que el mercantilismo es la anticipación a la doctrina clásica,
podemos destacar a Richard Cantillon. Este autor, que se percibe entre el pensamiento mercantilista y clásico,
perfecciona el concepto de balanza de comercio en términos de trabajo. Desde esta óptica se tiene en cuenta
el aumento del empleo como término positivo en las ganancias de la balanza comercial. Así, pues, Cantillon,
aboga por medidas para la estabilidad de los precios e impedir su subida (por la acumulación del dinero) y en
consecuencia la pervivencia de un nivel alto de empleo.
La época mercantilista
El concepto de mercantilismo se define a partir de los grandes descubrimientos geográficos, consecuencia de
la apertura de las rutas comerciales marítimas por los portugueses entre el siglo XV y 1500 (fecha del
descubrimiento de Brasil) y la consolidada corriente inagotable del metal precioso (oro y plata principalmente)
llevado desde los territorios nuevos a Europa, en particular después del establecimiento de los virreinatos de
Nueva España y de Perú, por los castellanos.
Los españoles del siglo XVII, llegaron a considerar al mercantilismo como el sentido mismo de la riqueza
mediante la teoría del enriquecimiento de las naciones mediante la acumulación de metal precioso. El oro y la
plata constituyen el objetivo del comerciante y por lo tanto se pueden considerar como el impulso al
intercambio de mercancías. El oro y la plata por sí mismos no generaron los acontecimientos económicos de la
época, sino que conjuntamente con otras causas fueron moldeando la economía europea de esos tiempos.
Algunas de estas causas fueron: los grandes descubrimientos geográficos, el Renacimiento, la Reforma
religiosa, la aparición del Estado moderno y el régimen colonial, o sea la primera globalización o el «primer
sistema-mundo», según la expresión de Fernand Braudel.
Íntimamente conectado a la emergencia del Estado-nación moderno y basado en la existencia del binomio
«metrópoli-colonias», el mercantilismo asumió formas nacionales, de las cuales pueden citarse, en orden
cronológico: Portugal, España, Inglaterra, Holanda, Francia, Dinamarca y Suecia durante los siglos XVI, XVII y
XVIII. En esta época, el mercantilismo evoluciona de tal manera que genera un estudio apropiado y se traduce
como una actividad económica, a tal grado que se habla de políticas económicas y normas económicas. Al
mercantilismo se le empieza a conocer con otras denominaciones, las mismas que dan sentido a su concepto,
estas son: sistema mercantil, sistema restrictivo, sistema comercial, colbertismo en Francia y cameralismo en
Alemania.
Derivado de la expansión militar europea y del incipiente desarrollo manufacturero, como complemento de la
producción clásica de la agricultura, el mercantilismo incrementó notablemente el comercio internacional. Los
mercantilistas fueron los primeros en identificar su importancia monetaria y política.
El mercantilismo se desarrolló en una época en la que la economía europea estaba en transición del
feudalismo al capitalismo. Las monarquías feudales medievales estaban siendo reemplazados por las nuevas
naciones estado centralizadas, en forma de monarquías absolutas o (en Inglaterra y Holanda) parlamentarias.
Los cambios tecnológicos en la navegación y el crecimiento de los núcleos urbanos también contribuyeron
decisivamente al rápido incremento del comercio internacional. El mercantilismo se enfocaba en cómo este
comercio podía ayudar mejor a los estados.
Otro cambio importante fue la introducción de la contabilidad moderna y las técnicas de doble entrada. La
nueva contabilidad permitía llevar un claro seguimiento del comercio, contribuyendo a la posibilidad de
fiscalizar la balanza de comercio. Y por supuesto, tampoco se puede ignorar el impacto que supuso el
descubrimiento de América. Los nuevos mercados y minas descubiertas impulsaron el comercio exterior hasta
cifras que hasta entonces no se podían ni concebir. Esto último llevó a un gran incremento de los precios y a
un incremento en la propia actividad comercial. Curiosamente, la relación entre la llegada de metales
preciosos americanos y la inflación europea del siglo XVI (un fenómeno a una escala hasta entonces
desconocida) no fue plenamente establecido hasta las investigaciones de Earl J. Hamilton en una fecha tan
tardía como 1934 (El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650).
Antes del mercantilismo, los estudios económicos más importantes que se habían realizado en Europa fueron
las teorías de la Escolástica medieval. El objetivo de estos pensadores era encontrar un sistema económico
que fuese compatible con las doctrinas cristianas acerca de la piedad y la justicia. Se enfocaban principalmente
en las cuestiones microeconómicas y a los intercambios locales entre individuos. El mercantilismo, por su
parte, estaba alineado con las otras teorías e ideas que estaban reemplazando el punto de vista medieval.
En esta época se fueron adoptando también las teorías de la Realpolitik impulsadas por Nicolás Maquiavelo y
la primacía del interés nacional en las relaciones internacionales. La idea mercantilista de que el comercio era
una suma cero en las que las partes hacían lo posible para ganar al otro en una dura competencia, se
integraba dentro de las teorías filosóficas de Thomas Hobbes. Los juegos de suma cero como el dilema del
prisionero pueden ser consistentes con un punto de vista mercantilista. En el mencionado dilema los
jugadores son premiados por traicionar a sus compañeros/oponentes, aunque todo el mundo estaría mejor si
todos cooperasen.
Ese punto de vista pesimista sobre la naturaleza humana también encaja con la mentalidad del puritanismo en
su concepción del mundo, que inspiró parte de la legislación mercantilista más dura, como las Actas de
Navegación (Navigation Acts) introducidas por el gobierno de Oliver Cromwell.
Las ideas mercantilistas
El pensamiento mercantilista se puede sintetizar con las nueve reglas de Von Hornick:
1. Que cada pulgada del suelo de un país se utilice para la agricultura, la minería o las manufacturas.
2. Que todas las materias primas que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales,
porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas
3. Que se fomente una población grande y trabajadora.
4. Que se prohíban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en
circulación.
5. Que se obstaculicen tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros
6. Que donde sean indispensables determinadas importaciones deban obtenerse de primera mano, a cambio
de otros bienes nacionales, y no de oro y plata.
7. Que en la medida que sea posible las importaciones se limiten a las materias primas que puedan acabarse
en el país.
8. Que se busquen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a
los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata.
9. Que no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y
adecuado en el país.
Sin embargo, la política económica interna que defiende el mercantilismo estaba todavía más fragmentada
que la internacional. Mientras que Adam Smith describía al mercantilismo como un sistema de excesivo
control de la economía, muchos mercantilistas no se identificaban con tales afirmaciones. Durante los
comienzos de la era moderna estaba a la orden del día el uso de las patentes reales y la imposición
gubernamental de monopolios. Algunos mercantilistas los apoyaban, pero otros veían la corrupción e
ineficiencia de esos sistemas.
Uno de los elementos en los que los mercantilistas estaban de acuerdo era la opresión económica de los
trabajadores. Los asalariados y los granjeros debían vivir en los «márgenes de subsistencia». El objetivo era
maximizar la producción, sin ningún tipo de atención sobre el consumo. El hecho de que las clases más bajas
tuvieran más dinero, tiempo libre, o educación se veía como un problema que degeneraría en pocas ganas de
trabajar, dañando la economía del país.
Por otra parte, los estudiosos no se ponen de acuerdo en el motivo por el cual el mercantilismo fue la
ideología o teoría económica dominante durante dos siglos y medio. Un grupo, representado por Jacob Viner,
argumenta que el mercantilismo fue simplemente un sistema muy directo y que contaba con bastante sentido
común. Sin embargo, se sustentaba sobre una serie de falacias lógicas que no podían ser descubiertas por la
gente de la época, dado que no tenían las herramientas analíticas necesarias. Otra escuela, apoyada por
economistas como Robert B. Ekelund, entiende que el mercantilismo no era un error, sino el mejor sistema
posible para aquellos que lo desarrollaron. Esta escuela argumenta que las políticas mercantilistas fueron
desarrolladas y puestas en práctica por comerciantes y gobiernos, cuyo objetivo era incrementar al máximo
los beneficios empresariales. Los empresarios se beneficiaban enormemente, y sin que ello les supusiera un
esfuerzo, por la imposición de monopolios, las prohibiciones a las importaciones y la pobreza de los
trabajadores. Los gobiernos, por su parte, se beneficiaban del cobro de los aranceles y los pagos de los
mercaderes. Si bien las ideas económicas más tardías fueron desarrolladas a menudo por académicos y
filósofos, casi todos los escritores mercantilistas eran comerciantes o personas con cargos en el gobierno.
El mercantilismocomoprocesoeconómico
Dentro de la doctrina económica mercantilista emergieron, de manera natural, tres cosas fundamentales que
generaba esta lucrativa actividad comercial:
*El monopolio de exportación.
*El problema de los cambios y su derivación.
*El problema de la balanza comercial.
En la obra The Circle of Commerce (El círculo del comercio, 1623), Edward Misselden desarrolló un concepto
de balanza comercial expresado en términos de débitos y créditos, presentando el cálculo de la balanza
comercial para Inglaterra desde el día de Navidad de 1621 hasta la de 1622.
La idea mercantilista de «balanza de comercio multilateral» corresponde a la actual noción de «balanza de
pagos» y se compone de cinco cuentas:
Balanza de comercio multilateral
1. Cuenta corriente (=balanza comercial)
1. Mercancías (A)
2. Invisibles (fletes, seguros, etc.) (A)
2. Cuentas de capital
1. A corto plazo (C)
2. A largo plazo (A)
3. Transferencias unilaterales (donaciones, ayuda militar, etc.) (A)
4. Oro (C)
5. Errores y omisiones
Ideas mercantilistas supervivientes
En el mundo anglosajón se puede decir que las críticas de Adam Smith al mercantilismo fueron aceptadas en el
Imperio Británico, pero fueron rechazadas en los Estados Unidos por figuras tan importantes como Alexander
Hamilton, Friedrich List, Henry Clay, Henry Charles Carey y Abraham Lincoln. En el siglo XX, la mayoría de
economistas de ambos lados del Atlántico han llegado a aceptar que en algunas áreas las teorías
mercantilistas eran correctas. El más importante ha sido el economista John Maynard Keynes, que
explícitamente apoyó algunas de sus teorías.
Adam Smith había rechazado el énfasis que hasta entonces los mercantilistas habían puesto en la cantidad de
dinero argumentando que los bienes, la población y las instituciones eran las causas reales de prosperidad.
Keynes argumentó que la cantidad de dinero en circulación, la balanza comercial y los tipos de interés tenían
una gran importancia en la economía. Este punto de vista fue luego la base del monetarismo, cuyos
defensores actualmente rechazan muchas de las teorías económicas keynesianas, pero que se ha desarrollado
y es ahora una de las escuelas económicas modernas más importantes. Keynes también hizo notar que el
enfoque en los metales preciosos también era razonable en la época en la que se dio (comienzos de la era
moderna). En una época anterior al papel moneda, un incremento de los metales preciosos y de las reservas
del estado era la única forma de incrementar la cantidad de dinero en circulación.
Adam Smith, por otra parte, también rechazó el énfasis del mercantilismo hacia la producción, argumentando
que la única forma de hacer crecer a la economía era a través del consumo (que, a su vez, impulsaba la
producción de bienes). Keynes, sin embargo, defendió que la producción era tan importante como el
consumo.
Keynes y otros economistas del periodo también retomaron la importancia que tenía la balanza de pagos, y
visto que desde la década de los años 30 todas las naciones han controlado las entradas y salidas de capital, la
mayoría de los economistas están de acuerdo en que una balanza de pagos positiva es mejor que una negativa
para la economía de un país. Keynes también retomó la idea de que el intervencionismo gubernamental es
una necesidad económica.
Sin embargo, si bien las teorías económicas de Keynes han tenido un gran impacto, no han tenido tanto éxito
sus esfuerzos de rehabilitar la palabra mercantilismo, que a día de hoy sigue teniendo connotaciones
negativas y se usa para atacar una serie de políticas proteccionistas. Por otra parte, las similitudes entre el
keynesianismo y las ideas de sus sucesores con el mercantilismo a veces han hecho que sus detractores las
categorizasen como neomercantilismo.
Por otro lado, algunos sistemas económicos modernos copian algunas de las políticas mercantilistas. Por
ejemplo, el sistema de Japón en ocasiones también es calificado de neomercantilista.
Un área en la que Smith fue rebatido antes incluso que Keynes fue en la del uso de la información. Los
mercantilistas, que eran generalmente mercaderes o funcionarios del gobierno, tenían en sus manos una gran
cantidad de datos de primera mano sobre el comercio, y los usaban de forma considerable en sus
investigaciones y escritos. WilliamPetty, un mercantilista importante, es a menudo considerado el primer
economista en usar un análisis empírico para estudiar la economía. Smith rechazaba este sistema porque
entendía que el razonamiento deductivo desde unos principios básicos era el método correcto para descubrir
las verdades económicas. Hoy en día, sin embargo, la mayoría de las escuelas económicas aceptan que ambos
métodos son importantes (si bien la escuela austriaca supone una notable excepción).
Diversos autores creen que, en instancias específicas, las políticas mercantilistas proteccionistas también han
tenido un impacto positivo en el estado que las puso en marcha. El mismo Adam Smith (sin importarle la
contradicción en que incurría al patrocinar el libre comercio para las demás y no para su propia nación) elogió
las Actas de Navegación inglesas por haber servido para expandir enormemente la flota mercante británica, y
por haber jugado un papel central en convertir al Reino Unido en la superpotencia naval y económica que fue
desde entonces. Algunos economistas argumentaron que el proteccionismo es bueno para industrias en
desarrollo, y que si bien causa algunos daños a corto plazo, puede ser beneficioso a largo (argumento de la
industria naciente del alemán Friedrich List).
En cualquier caso, La Riqueza de las Naciones tuvo un profundo impacto en el final del mercantilismo y la
adopción posterior de la política de libre mercado. Para 1860 Inglaterra ya había eliminado los últimos
vestigios del mercantilismo (por ejemplo, las proteccionistas leyes del grano o corn laws, en gran parte gracias
a la Anti-Corn Law League, en 1845). Las regulaciones industriales, los monopolios y los aranceles fueron
abolidos en su inmensa mayoría. Convertida en "el taller del mundo", con una industria y una flota mercante
con la que nadie podía competir, Inglaterra se convirtió en la gran defensora y propagandista de la política de
libre mercado, justo en el momento en que más la beneficiaba, y lo siguió siendo hasta la Primera Guerra
Mundial, cuando la segunda revolución industrial le puso delante competidores serios.
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Colbertismo es el nombre que se da a una doctrina económica del siglo XVII, elaborada por Jean-Baptiste
Colbert Contrôleur général des finances (ministro de finanzas) de Luis XIV. El colbertismo es una variante del
mercantilismo y es considerada un conjunto de prácticas políticas, más que una teoría económica.
Esta política económica fue practicada en Francia entre 1661 y 1683, fecha de la muerte de Colbert. Sin
embargo fue continuada con algunas modificaciones por sus sucesores.
Como pensamiento económico, que sugería que una de las principales funciones del Estado es promover la
producción de riqueza en un país a fin de financiar los gastos de Estado mediante el fomento del desarrollo
económico nacional, fue reemplazada en el siglo XVIII por la fisiocracia y, posteriormente, por el liberalismo
económico.
Características principales
Las ideas principales características del colbertismo son las siguientes:
 La acumulación de riqueza en la forma de lingotes a través de una balanza de pagos excedentaria y el
aumento del producto de los impuestos además el contrabando.
 Proteccionismo del mercado y productores internos.
 Subsidios a las exportaciones.
 Implementación de dirección fiscal.
Colbert transformó la lógica mercantilista de acumulación de riquezas a través de una organización meticulosa
del Estado que hace del proyecto una expresión del espíritu progresista y aspiraciones de grandeza del país y
su monarca. En ese sentido, la riqueza no sólo es acumulada para ser guardada o incluso para transformarla
en recurso productivo, sino para exhibirla, dando así origen o justificación a la gran expansión de las artes ,
artesanías, ciencia y cultura, e incluso edificios "públicos" propios de la época, algunos construidos
específicamente para dar una sede a instituciones que contribuían al prestigio y grandeza del país, tales como
el Instituto de Francia que recibió, entre otras grandes instituciones, la recientemente formada Academia
francesa. Otros, tales como el Hospital de Los Inválidos, al menos parcialmente como continuación de un
nuevo espíritu que eventualmente condujo a la idea de "servicios al público" por parte del Estado: por
ejemplo, el Hospital de la Pitié-Salpêtrière, la dedicación del Louvre como palacio para las artes, la creación de
una 'Bibliothèque Nationale" en el Palacio Real (París) y la construcción de espacios públicos tales como Plaza
Vendôme y Plaza de la Concordia, ambas rodeadas con locales para negocios. Además la construcción del
edificio de la Escuela militar (Francia), etc, el todo coronado por el Palacio de Versalles; edificios que no sólo
impulsaron el desarrollo técnico de la época creando empleos, Los apoyos otorgados a sectores de la industria
francesa de la época -conocidos como el sector de “Manufactures privilégiées” -aquellos que tenían un
sistema de producción muy regulado a fin de garantizar alta calidad (ver también Manufactura real)- no
fueron concebidos como de plazo indefinido. El objetivo era que las empresas adquirieran tanto el
conocimiento o experiencia suficiente como el tamaño o escala necesaria para competir cara a cara con los
principales competidores de la época. (ingleses y holandeses).
Los ejemplos más conocidos de tales empresa son los Gobelinos; Saint-Gobain , las porcelanas de Sèvres, las
fábricas de armamentos en Saint-Étienne, etc,
Ejecucióndel proyecto
El historiador Pablo Aimar señala que las industrias “manufactureras” mencionadas constituyen realmente
más una concentración bajo un mismo techo de talleres artesanales (pero obviamente de suma habilidad) que
una organización industrial propiamente tal.
La época de oro del colbertismo es aquella en la cual Colbert centro su atención en la construcción del “canal
du Midi” en el cual el Estado financió el 40% de la construcción y el 75% de las obras fueron efectuadas en tres
años, precediendo 1670. El resto de la construcción se demora hasta 1690.
Otro de los grandes proyectos de la política fue la donación de seis millones de capital a la compagnie des
Indes Occidentales, a fin de desarrollar el cultivo del tabaco en las Antillas. Pero de ese proyecto por un largo
tiempo los principales beneficiados fueron los comerciantes del tabaco holandeses, país que en aquella época
constituía uno de los principales competidores de Francia.
Errores similares se cometieron después de la muerte de Colbert, por ejemplo, con la creación del “Banco
General” y posterior fusion de ese organismo con la Compagnie des Indes Occidentales a fin de explotar la
Luisiana (Nueva Francia), lo que - a pesar de enriquecer a muchos (en esa época se origina el término
"millonarios") terminó con la primera gran crisis económica moderna. (véase John Law).
Colbertismoposteriormente
En Francia se usa el término “neocolbertismo” para referirse al “dirigismo” que fue la variedad de
intervencionismo implementado por el gobierno francés después de 1945. Ese neocolbertismo no trató de
acumular riqueza o subsidiar exportaciones pero más bien de financiar estudios científicos y de hacer emerger
una industria nacional capaz de recrear y mantener tanto la infraestructura como una economía de escala
moderna, especialmente a través de promover la creación de industrias que se ven como "campeones
nacionales" en la medida que alcanzan reconocimiento internacional.
El neocolbertismo ha sido visto por políticos tanto a nivel francés como europeo como una política para
enfrentar al proceso de deslocalización que proviene del liberalismo moderno o neoliberalismo. Esto no
cuenta con la aprobación general de los economistas. Así, por ejemplo, Phillipe Escande ha escrito: “Esta
política dirigista tiene dos defectos. Por un lado, dirige los dineros públicos, notablemente los de estudios y
desarrollos científicos, a los “campeones” que no necesariamente los necesitan, a detrimento de las
instituciones menores... (...) por el otro, protege a los grandes grupos (industriales) y limita la competición y,
por ende, la emergencia de nuevos rivales. Es lo que el economista austriaco Joseph Schumpeter teorizo como
“destrucción creativa” lo que permite a los innovadores tomar el lugar de los actores actuales”.
Bibliografía
 Philippe MINARD, La fortune du colbertisme, Etat et industrie dans la France des Lumières, Paris,
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1992) ISBN 2-01-019343-1.
Siempre se toma como comienzo de la economía clásica la publicación, en 1776, de la obra de Adam Smith
Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones —más conocido como La riqueza
de las naciones–. La escuela estuvo activa hasta mediados del siglo XIX. A pesar de su rechazo al mercado
libre, la escuela de economía más grande que todavía se adhiere a las formas clásicas es la escuela marxista.
Sin embargo, la Nueva economía clásica esta fuertemente influida por las percepciones generales de la
escuela.
Además de la obra de Smith, en la cual unas de sus teorías más importantes eran la de la filosofía es
naturalista "la ley natural es superior a la ley humana" y que la economía esta regida por una "mano invisible"
en la cual, el estado no debe de intervenir, y que los seres humanos actúan en su propio interés: el hombre de
negocios invierte para obtener beneficios, gracias a algunas de sus aplicaciones a la filosofía social, de John
Stuart Mill (1848). Ambas fueron obras de uso generalizado en las cátedras de “economía política” hasta la
introducción de los Principios de economía de Alfred Marshall (1890). Otro texto cuya importancia no puede
ser ignorada es El Capital, de Marx (1867).
Los economistas clásicos intentaron explicar el crecimiento y el desarrollo económico. Elaboraron sus teorías
acerca del “estado progresivo” de las naciones en una época en la que el capitalismo se encontraba en pleno
auge tras salir de una sociedad feudal y en la que la revolución industrial provocaba enormes cambios sociales.
Los economistas clásicos reorientaron la economía, alejándose del análisis previo que se centraba en los
intereses personales del gobernante y/o las clases gobernantes. El fisiócrata François Quesnay y Adam Smith,
por ejemplo, identificaron la riqueza de la nación con el producto nacional bruto, en lugar de con la tesorería
del rey o del estado. Smith veía este producto nacional como derivado del trabajo aplicado a la tierra y al
capital. Ese producto nacional se divide "naturalmente" entre trabajadores, terratenientes y capitalistas, en la
forma de salario, renta y beneficios.
La economía clásica fue desplazada en gran parte por escuelas de pensamiento marginalistas, que derivaban
su concepto de valor de la utilidad marginal que los consumidores encontraron en un bien en lugar del costo
de los gastos envueltos en producirlo. Sin embargo, algunas de las percepciones clásicas fueron incorporadas
en la escuela neoclásica, que se inició en el Reino Unido a partir del trabajo de Alfred Marshall.
Características de laescuelaclásica
Metodología de los clásicos
La metodología de los clásicos estaba fuertemente influida por los desarrollos científicos tempranos, derivados
de Newton y la tradición crítica o analítica trazable a Kant.
Los clásicos buscaban fundar sus posiciones en el estudio empírico o de la realidad a fin de formular,
generalmente, modelos conceptuales que les permitieran enunciar leyes naturales relevantes al área de
estudio, consecuentemente utilizaban extensiva, pero no exclusivamente, el razonamiento inductivo.
Lo anterior parece sugerir, en general, una concepción "estática" de las relaciones económicas, en el sentido
que esas se basan o deben a leyes que, al igual que las leyes físicas, se supone son eternas y universales. Pero
eso no se debe interpretar como significado de que se carezca de cualquier "flexibilidad" o "libertad" en
relación a los procesos o el sistema que implementan esas leyes sino más bien como una sugerencia de que, si
las leyes son conocidas y explotadas dan origen (en las palabras de Smith) a "... planes muy diversos en la
manera general de emplearlo, pero no todos estos planes conducen igualmente a incrementar el producto. La
política de unas naciones ha fomentado extraordinariamente las actividades económicas rurales, y la de otras:
las urbanas. Difícilmente se encontrará una nación que haya tratado con la misma igualdad e imparcialidad
esas distintas actividades. Desde la caída del Imperio Romano la política de Europa ha favorecido más las
artes, las manufacturas y el comercio (actividades económicas propias de las ciudades) que la agricultura;
actividad económica rural. En el Libro tercero se explican las circunstancias que dieron origen a esa política, y
aconsejaron aplicarla.". Dado un plan exitoso se obtiene: "La gran multiplicación de producciones en todas las
artes, originadas en la división del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal
que se derrama hasta las clases inferiores del pueblo. Todo obrero dispone de una cantidad mayor de su
propia obra, en exceso de sus necesidades, y como cualquier otro artesano, se halla en la misma situación, se
encuentra en condiciones de cambiar una gran cantidad de sus propios bienes por una gran cantidad de los
creados por otros; o lo que es lo mismo, por el precio de una gran cantidad de los suyos. El uno provee al otro
de lo que necesita, y recíprocamente, con lo cual se difunde una general abundancia en todos los rangos de la
sociedad."
El asunto de si es posible o no considerar las “leyes económicas” como leyes naturales permanece en la
actualidad (principios de segunda década del siglo XXI, y a partir del análisis de Alfred Marshall) debatido.
Objetivos oáreas de interés
Como es generalmente aceptado la economía o escuela clásicatiene las siguientes áreas de interés.
 El foco de atención son los grupos o clases de individuos. La economía clásica (llamada economía
política) estudia lo que determina los salarios recibidos por los trabajadores en general más que lo que
cada trabajador individual recibe; o qué ocasiona que la tasa de ganancia suba o baje, más que los
factores que ocasionan la ganancia de una empresa particular, etc.
 Interés en la generación e incremento de la riqueza general o de las naciones —lo que ahora se conoce
como Crecimiento económico—. El aumento en la riqueza era conceptualizado debido a la generación
de lo que desde los tiempos de los fisiócratas se llamaba plusvalía. Por ejemplo, el resultado de la
producción agrícola es –generalmente– superior a la semilla usada. Esa cantidad "extra" es plusvalía e
implica que la riqueza ha aumentado. Esa generación de plusvalía es percibida como dependiente, no
solo de los factores de producción sino de una multitud de elementos y fenómenos tales como las
formas de organización e intercambio de los mismos, tanto a nivel empresarial como social. El famoso
ejemplo de la fabricación de alfileres de Adam Smith muestra como una nueva forma de organización
de la producción lleva a una producción superior o extra a la obtenida anteriormente, sin uso de
recursos -trabajo, bienes de capital, etc- adicionales (ver División del trabajo). Adicionalmente a partir
de los clásicos el como el gobierno se aproxime a las actividades productivas, por ejemplo, permitiendo
o restringiendo la libertad de comercio, no puede ser ignorado en el análisis económico.
Doctrinas y “leyes económicas"clásicas
Es necesario notar que no todos los clásicos compartían la totalidad de ya sea estas asunciones generales y
leyes económicas o la interpretación de ellas. Sin embargo, los clásicos como escuela si pueden ser
caracterizados por ellas.
Asunciones generales
 Doctrina del interés propio o egoísmo psicológico. Los clásicos asumen que la motivación básica y
natural de los individuos es el interés propio. Los productores producen no porque deseen hacer el
bien, sino porque les conviene. Los consumidores compran no porque les interese el bienestar de los
productores, sino porque consideran que lo que compran les es útil, etc. (ver, por ejemplo: Ética en
David Hume ).
 Doctrina de la racionalidad de los individuos. La característica principal de los seres humanos es que
son animales racionales. Las personas actúan —o consiguen sus objetivos— más efectivamente cuando
lo hacen de acuerdo a la razón (ver Racionalismo y Empirismo).
 Doctrinas de la competencia y la cooperación. Los individuos persiguen racionalmente sus intereses a
veces compitiendo y a veces cooperando. Smith enfatizo las ventajas de la competencia individual,
sugiriendo que esos intereses competitivos individuales convergen, como dirigidos por una "mano
invisible", en el interés común (Doctrina de la armonía de los intereses). Ricardo y esos influidos por el
(especialmente Marx), se centraron en la competencia de grupos o clases (ver lucha de clases). Stuart
Mill promovió las ventajas de la cooperación.
 Doctrina del trabajo como fuente de toda riqueza y valor. Por ejemplo, Adam Smith comienza su La
riqueza de las naciones estableciendo que «el trabajo anual de un país es el fondo que originalmente le
proporciona todas las cosas necesarias y convenientes para la vida y que anualmente consume; y esas
cosas son siempre ya sea el producto inmediato de ese trabajo, o lo que es comprado en otros países
con ese producto».
 Doctrina del desarrollo o progreso. A partir de Turgot los procesos económicos son percibidos como
teniendo lugar en tiempos históricos, lo que lleva a los clásicos a una concepción de progreso
evolutivo. (ver "La madurez de la idea del progreso: el aporte francés" en progreso). Todos los clásicos
avanzan teorías de etapas de desarrollo económico social, las que generalmente, pero no siempre (ver
Malthusianismo) culminan en una etapa de abundancia y bienestar general. Esas etapas a su vez
pueden ser subdivididas en momentos o estadios, el todo basado en la aplicación (intencional o no) de
leyes económicas. Así, por ejemplo, en el esquema de Smith la progresiva división del trabajo está
estrechamente relacionada con otros dos fenómenos: la acumulación de capital y la extensión gradual
del mercado. La acumulación de capital permite alcanzar grados de especialización cada vez mayores y
esto da lugar a un aumento continuo de la productividad del conjunto de factores productivos.
 Doctrina de la mínima distorsión de actividades económicas. Si las “leyes económicas” son leyes
naturales cuya aplicación conduce a la eficiencia económica, a lo menos que se distorsione su
funcionamiento, lo más eficiencia. Los procesos económicos eran considerados como capaces de
autorregulación, en otras palabras, las fuerzas económicas por sí mismas dirigirán la producción,
intercambio y consumo a su nivel más eficiente. Esto generalmente se interpreta, en la actualidad —
pero no del todo correctamente, como significando “mínima intervención estatal”, laissez faire o
mercado libre: a lo menos gobierno, lo mejor. La acción del estado debe confinarse a proteger los
derechos individuales (especialmente el de propiedad), proveer la defensa nacional y algunos servicios
públicos de interés general (justicia, algunos tipos de educación, etc.).
Principales "leyes" económicas
 Ley de Petty y Ley de Engel: El progreso técnico reduce los costos de transporte, lo que aumenta los
ingresos (o poder de compra de los mismos) de la población en general y expande y transforma el
mercado, facilitando así el crecimiento urbano y la expansión de la producción.
 Ley de los mercados: La riqueza depende de la producción. Cuantos más bienes se produzcan, más
bienes existirán, que constituirán una demanda para otros bienes, lo que tiende a una situación (que
los clásicos denominaban Estado progresivo) en la cual todos los recursos se emplean al máximo, a
beneficio general.
 Ley de la oferta. Dado que ciertos bienes se pueden vender (en otras palabras: dada la existencia de
deseo por ciertos bienes) el “valor de cambio” o precio de los mismos depende de la oferta. Si hay un
solo productor, o los productores actúan en conjunto, los precios serán los de monopolio (es decir, los
más altos posibles). Si hay varios productores y hay competencia, los precios decaerán al límite posible:
el costo de producción o precio natural (Teoría del valor como costo de producción) (nótese que ese
precio natural incluye los "salarios" tanto del trabajo como del capital y los recursos naturales,
incluyendo la renta financiera). No es que los clásicos ignoraran la demanda, es que no la consideraban
importante en el largo plazo: "Por abundante que sea la demanda, nunca puede elevar
permanentemente el precio de una mercancía sobre los gastos de su producción, incluyendo en ese
gasto la ganancia de los productores. Parece natural por lo tanto buscar la causa de la variación del
precio permanente en los gastos de producción. Disminuyase esos y (el precio de) la mercadería debe
finalmente decaer, aumentense y seguramente subirán. ¿Qué tiene todo eso que ver con la
demanda?". En otras palabras: asumiendo competencia, los productores están forzados a reducir el
precio al mínimo posible, de lo contrario arriesgan no vender mientras sus competidores venden todo.
(Estas cuatro leyes se pueden ver como justificando el optimismo de muchos clásicos, a partir de Smith, en el
sentido de creer que el progreso conduce a la “opulencia general”, creencia que sus críticos —por ejemplo,
Veblen, Schumacher; etc — llaman "teoría del más es mejor"- véase también Economía del estado
estacionario).
 Teoría del valor-trabajo: El valor de un bien o servicio está dado por la cantidad de trabajo empleado
en la producción de ese bien o servicio.
 Ley de los rendimientos decrecientes: se refiere a la disminución paulatina de los rendimientos
económicos -especialmente la tasa de ganancia- en la medida que, manteniendo el resto de factores
constantes, se añadan cantidades adicionales de un recurso específico. La asunción general es que
tanto la expansión de la población como el avance tecnológico lleva al uso de recursos cada vez más
difíciles de explotar, o menos productivos. Dado que los precios por lo menos no aumentan, sigue que
la producción/ganancia debe decaer.
 Ley de hierro de los sueldos: los salarios reales tienden "de forma natural" hacia un nivel mínimo, que
corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia de los trabajadores. Cualquier incremento en
los salarios por encima de este nivel provoca que las familias tengan un mayor número de hijos y por
tanto un incremento de la población, y el consiguiente aumento de la competencia por obtener un
empleo hará que los salarios se reduzcan de nuevo a ese mínimo.
Dicotomíaclásica
Los clásicos creían que las variables "nominales" o monetarias y las "real" o físicas pueden ser analizadas
independientemente. Por ejemplo, se proponía que cosas tales como el producto y ganancia real pueden ser
analizadas sin considerar a sus contrapartidas nominales: el valor monetario de esa producción y la tasa de
ganancia.
Uno de los efectos más importantes de esa asunción, especialmente a niveles introductorios en la disciplina,
es que permite simplificar el estudio de los fenómenos económicos.
La dicotomía puede ser definida como la tentativa de explicar los fenómenos económicos exclusivamente en
función de variables económicas, excluyendo, entre otras, las variables monetarias, lo que lleva, obviamente,
a la búsqueda de factores que permitan explicar lo económico sin referencia a tales aspectos "externos",
incluyendo los monetarios.
Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que parece sugerir que la única función del dinero es servir
como medio de cambio, pero no influencia directamente ni la producción ni la demanda. Partiendo de la base
que la producción y venta de bienes solo adquieren su sentido cuando terminan en otra compra, completando
así una transacción económica, Say sugiere: «El dinero cumple solo una función momentánea en ese doble
cambio, y cuando la transacción es finalmente concluida, siempre se encontrará que un tipo de mercadería ha
sido cambiada por otra». (J.B. Say, 1803).
Sigue que cualquiera fluctuación en el mercado "real" no se debe a efectos monetarios sino a distorsiones o
fallos en el mismo. Pero esas distorsiones son meramente locales y transitorias: en el largo plazo, las fuerzas
económicas, por sí mismas, restauran un equilibrio que implica, de acuerdo a la ley de Say, que los factores
económicos están siendo usados plenamente. Percibir que el producto es de equilibrio en el largo plazo
impide que el dinero tenga efectos reales en la economía.
Esto está muy cerca de decir que el dinero es "neutral", en el sentido que afecta solo aspectos nominales (por
ejemplo, los precios) pero no las variables reales (la producción). Es necesario notar sin embargo que,
estrictamente, la sugerencia de Say no propone neutralidad monetaria, solo que no es racional mantener
dineros ociosos.
Asumiendo neutralidad, la dicotomía sugiere que, a corto plazo, las variables reales no reaccionan ante un
cambio en la política monetaria, y sólo son afectadas por cambios en otras variables reales. Eso implica que la
oferta agregada debe ser perfectamente inelástica a cualquier perturbación originada en la demanda
agregada. Por ejemplo, en una expansión monetaria, los precios absorben totalmente el choque y la
producción o crecimiento de la producción se mantiene en su tasa natural. A largo plazo eso se repite o, más
apropiadamente, se mantiene, ya que el producto siempre está en su nivel natural o de equilibrio, es decir,
que está en el nivel de pleno empleo de los recursos productivos. Cualquier choque monetario es absorbido
totalmente por los precios, generando solamente inflación o, quizás, deflación.
Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se dieron cuenta de que el dinero no es neutral en ese
sentido. Cambios en la cantidad de circulante afectan la tasa de interés, lo que a su vez afecta la tasa de
ganancia y, consecuentemente, decisiones acerca de inversión y ahorro, lo que tiene efecto en la economía
real. Aun así se esforzaron en mantener la dicotomía, buscando explicar el efecto del dinero a través de otras
variables, lo que produce una situación más bien confusa. En las palabras de Stuart Mill:
«Es perfectamente cierto que... una adición a la moneda casi siempre parece tener el efecto de bajar la tasa
de interés; [...] porque está casi siempre acompañada de algo que realmente tiene esa tendencia [...] aunque
como moneda estas adiciones monetarias no tienen un efecto sobre los intereses, como préstamos sí lo
tienen.»
Todo lo anterior se expresa en dos áreas problemáticas evidentes a través de toda la obra clásica: el problema
del dinero y el problema del valor.
La mayoría de las escuelas macroeconómicas actuales (incluyendo la Nueva Economía Keynesiana y los
monetaristas) rechazan la dicotomía, dado que, profundizando la sugerencia de Stuart Mill, consideran que la
cantidad de circulante afecta los cálculos económicos básicos, especialmente los relacionados con la tasa de
interés. Sin embargo, algunas versiones de la Nueva economía clásica y algunas escuelas heterodoxas la
aceptan.
La cuestiónde la cantidad del circulante
Los clásicos, especialmente los tempranos, estaban fuertemente influidos por la Teoría cuantitativa del dinero
que heredaron de las posiciones de Locke' Hume. y Richard Cantillon.
Sin embargo, esa teoría no especifica claramente el como se establece la relación entre el dinero y los bienes,
es decir, el como se establecen los precios. Generalmente se sugería que el dinero (oro, plata, etc) es valuable
"porque tiene valor" (ver Ilusión monetaria y Fetichismo de la mercancía). Esto dio origen a un debate
prolongado pero no cruento, acerca de la concepción del dinero.
A partir de Ricardo, los clásicos empezaron a avanzar lo que se puede denominar teoría del dinero como
mercadería, de acuerdo a la cual, el dinero (oro, plata) tiene un valor el cual, al igual que cualquier otra
mercadería, depende de la cantidad de trabajo requerido para su obtención. En las palabras de Ricardo:
Oro y plata, como todas las demás mercancías, son valiosos sólo en proporción a la cantidad de mano de obra
necesaria para producirlos y llevarlos al mercado... La cantidad de dinero que puede ser empleado en un país
debe depender de su valor... Aunque el [papel moneda] no tiene ningún valor intrínseco, sin embargo, al
limitar su cantidad, su valor de cambio es tan grande como una denominación igual de monedas metálicas, o
lingotes de ese metal.
Nótese que la teoría del dinero como mercadería (también llamada "metalismo") invierte, o por lo menos
altera, la relación entre dinero y valor sugerida por la teoría cuantitativa. De acuerdo a esa, el dinero genera
los precios. Su exceso produce inflación, su falta, deflación. De acuerdo a los metalistas, es la variación de los
precios que lleva, al igual que con cualquier otra mercadería, a las variaciones en la cantidad de oro circulante:
un aumento en lo que se puede comprar con una cierta cantidad de oro (deflación de otras mercaderías) da
lugar a un aumento en el circulante, que eventualmente puede llevar a restablecer la paridad original o
establecer una nueva (si la relación oro con otros bienes no es la que había).
Puesto de otra manera. La producción de metales preciosos, al igual que cualquier otra mercadería, está
determinada por la ganancia que se obtiene de su producción. Si esa ganancia aumenta -se puede comprar
más bienes con el esfuerzo necesario para producir una cierta cantidad de oro- habrá interés en dedicarse a
producir oro. Eso llevara a un aumento en la cantidad disponible de ese metal. Al igual que cualquier otro
productor, los de metales preciosos (o los propietarios de dinero) llevaran su producto donde pueden
conseguir mayores ganancias.
Lo anterior implica que el dinero (considerado en su cantidad, o dinero realmente circulando) depende del
mercado. Si su "valor" (lo que se puede conseguir por una cierta cantidad en relación al trabajo necesario para
producirlo) aumenta, la cantidad de circulante aumentara "naturalmente". Y viceversa.
Sin embargo, los clásicos estaban conscientes que en ciertos momentos históricos había habido inflación. Si la
cantidad de circulante depende naturalmente del mercado, como podemos explicar eso? La situación se hizo
urgente dado que Inglaterra sufrió, durante las Guerras Napoleónicas, a partir de la década de 1790, un
periodo inflacionario, lo que llevó a un debate que en esencia fue acerca del valor e incremento en la cantidad
de dinero que es suficiente para facilitar el comercio pero no tanto como para causar inflación.
Dos posiciones o escuelas se hicieron evidentes: los lingotistas (bullionist en inglés) y los bancarios.
La posición original (bancaria) se basa en lo que podría ser llamada la doctrina de "documentos de Garantía
real" o respaldo hipotecario en castellano (Real bills doctrine en inglés, Doctrine des effets réels en francés).
Los bancarios aducían que el respaldo del dinero en oro no es necesaria, siempre y cuando el circulante
emitido por los bancos, especialmente como crédito, sea equivalente a depósitos financieros (título de
crédito, etc) respaldados por un derecho real sobre bienes físicos tangibles y redimibles a corto plazo (60 días
era sugerido inicialmente). Dado esa condición, los bancos podrían emitir tanto dinero como fuera requerido
por la economía sin producir inflación. Esta teoría fue mantenida por, entre otros, Adam Smith y James Mill.
La asunción general de esta posición es que, si el dinero es solo un medio de cambio entre mercaderías,
cualquier cosa, incluyendo el papel moneda, puede servir como estándar de valor, con el proviso que
establezca una relación estable y aceptada por los que lo utilizan con el trabajo necesario para producir
bienes. Si un banco está dispuesto a aceptar, por ejemplo, el título de propiedad de una casa como garantía o
pago, y el propietario de la casa y otros están dispuesto a aceptar una "nota promisoria" ( billete de banco) de
ese banco como pago por sus bienes o propiedades, esos documentos han funcionado como dinero y, en la
medida que no cambian ninguna “variable real” esencial, no puede causar inflación por el mero hecho que el
respaldo, en lugar de ser una cierta cantidad de oro en el banco sea el valor de algún bien tangible. Después
de todo, ambas “mercaderías” representan o contienen la misma cantidad de valor o trabajo, aquel necesario
para producirlas. (Para Smith el proceso depende crucialmente de la confianza que los banqueros generen o
adquieran).
Una propuesta similar fue adoptada eventualmente en Alemania durante el período de la República de
Weimar con el Rentenmark y, durante el nazismo, con los llamados "Bonos Mefo" (ver Economía de la
Alemania nazi), en ambos casos con gran éxito.
La posición alternativa, lingotista, era que la cantidad de circulante (monedas y papel) debe ser equivalente,
en una proporción fija y estable, a la cantidad de metal precioso en los bancos. Si los bancos no están
obligados a convertir las notas en oro en una proporción cierta, van a tener la tentación de emitir billetes en
exceso a sus reservas de oro o plata en sus bóvedas. Esto conducirá a un exceso de oferta de dinero, lo que
llevara a varias distorsiones, incluyendo la inflación. Para evitar todo eso, sostuvieron, es necesario mantener
una equivalencia estricta entre la cantidad de circulante emitida por cualquier y todos los bancos y la cantidad
de oro y plata mantenido como respaldo. Esta posición, representada, entre otros, por Ricardo, predomino
hasta después de la Primera Guerra Mundial. (ver patrón oro).
De acuerdo a esa posición, cualquier incremento en la cantidad de oro o plata en un país dado llevaría a un
incremento en los precios en ese país, lo que significaría que la moneda (metales preciosos) irían a algún otro
lugar, en el cual podría ser cambiada por bienes a una tasa más favorable. Conversamente, una deficiencia en
la cantidad de oro causaría una caída local en los precios, que llevaría a la exportación de bienes e importación
de oro o plata. Esto tendría el efecto que, a largo plazo, habría una tendencia a mantener una relación estable
del valor (entendido como poder de compra) de esos metales.
John Stuart Mill sugirió una posición intermedia, de acuerdo a la cual los bancos necesitan mantener solo una
cierta proporción de lo emitido como depósitos en oro y/o plata, el resto pudiendo ser respaldado de acuerdo
a la doctrina bancaria. Esto podría quizás dar origen a una cierta inflación, pero cualquier tendencia en esa
dirección llevaría a los poseedores de billetes a cambiarlos por metálico, lo que forzaría a los bancos a redimir
sus préstamos a fin de obtener el oro necesario para redimir sus notas. Ambos procesos a su vez reducirían el
circulante, eliminado la inflación. Esta posición dio eventualmente origen al sistema de banca de reserva
fraccional que existió desde esa fecha y que existe en el presente en todos los países industrializados. (Los
depósitos en oro siendo reemplazados por depósitos en dólares que, hasta 1971, mantenía una relación fija,
de 35 dólares por onza, con el oro. A partir de esa fecha, los respaldos están constituidos por las llamadas
Moneda de reserva.- Ver Bancor).
Clarificando, Stuart Mill, a pesar de que acepta en general la teoría cuantitativa, sugiere que el problema no es
tanto la cantidad física de circulante, sino el crédito y las compras (o demanda) (Stuart Mill consideraba que
solo el metálico era dinero propiamente tal. Billetes son pagarés y, junto con otras notas promisorias -
bancarias o individuales, ya sea "a la vista" (o "en demanda") o a plazo- tales como cheques, crédito "en
libros" o "a cuenta", etc, constituyen crédito.): “Pero ahora hemos encontrado que hay otras cosas, tales como
billetes de banco, letras de cambio y cheques, que circulan como dinero, y realizar todas las funciones del
mismo: y surge la pregunta: ¿Operan estos sustitutos sobre los precios en el misma manera que el dinero en
sí? Tiende un incremento en la cantidad de papel transferible a aumentar los precios, de la misma manera y
grado que un aumento en la cantidad de dinero?...” "Ha habido una gran cantidad de debates y argumentos
sobre la cuestión de si algunas de estas formas de crédito y, en particular, si los billetes de banco, debe ser
considerado como dinero. El asunto es tan puramente verbal que apenas vale la pena plantearlo, y uno
tendría cierta dificultad en comprender por qué se le atribuye tanta importancia, si no hubiera algunas
autoridades que, adhiriéndose todavía a la doctrina de la infancia de la sociedad y de la economía política, que
la cantidad de dinero en comparación con la de los productos básicos, determina los precios en general, creen
que es importante demostrar que los billetes de banco y no otras formas de crédito son dinero, a fin de
apoyar la inferencia que los billetes de banco y no otras formas de crédito influyen sobre los precios. Es obvio,
sin embargo, que los precios no dependen del dinero, sino de las compras. El dinero dejado con un banquero,
y que contra el cual no se creen débitos, o que sea debitado para fines distintos a la compra de mercancías, no
tiene ningún efecto sobre los precios, al igual que un crédito que no se utiliza. Crédito que se utiliza para la
compra de productos afecta a los precios de la misma manera que el dinero. El dinero y el crédito están, pues,
exactamente a la par, en su efecto sobre los precios; y si optamos clasificar los billetes en una o la otra, es en
este sentido por completo indiferente.
Conviene notar que este debate dio origen a otras diferencias, más complejas, de opinión, diferencias de las
cuales se ha alegado que “aún hoy, hay lesiones importantes a ser aprendidas”. Por ejemplo, a partir de lo
anterior el estudio de los efectos del crédito asume una gran importancia, lo que dio, eventualmente, origen -
a través del trabajo de Knut Wicksell- al monetarismo y a las concepciones modernas al respecto: si se regula
apropiadamente el crédito, no habrá fluctuaciones monetarias abruptas (ver agregado monetario y Oferta de
dinero).
El asuntodel valor
El otro aspecto problemático es el asunto del [valor económico|valor]. Si asumimos que los procesos
productivos pueden ser explicados sin relación directa a consideraciones monetarias tenemos que sugerir un
método que permita evaluarlos sin referencia a tales aspectos. La solución obvia se encuentra en la plusvalía;
es decir, al hecho que la finalidad de todo proceso productivo -en la medida que son de interés a la ciencia
económica- es producir más bienes o "valor" que el empleado o gastado en el proceso mismo. Un proceso
económico será productivo en la medida que el resultado, medido en bienes para uso y consumo, sea superior
a los empleados para producirlos, cualquiera sea la medida o el resultado "monetario" para los individuos que
participen en ese proceso.
Esto requiere, por supuesto, una medida del valor que no este basado en cálculos monetarios. Adam Smith
consideraba que la medida exacta para cuantificar el valor era el trabajo. Para él, el valor era la cantidad de
mercancías que uno podía producir con, o recibir a cambio de, su trabajo (y, viceversa, el valor de una
mercancía es la cantidad de ya sea otras mercancías o trabajo que se pueda recibir en cambio). Las mercancías
concretas pueden cambiar, pero lo que siempre permanece invariable es el trabajo, o sea el desgaste de
energía para producirlas, siendo entonces el trabajo el patrón definitivo e invariable del valor: lo que consume
una hora de trabajo para ser producido tiene, desde este punto de vista, exactamente el mismo valor que
cualquiera otra cosa que cueste otra hora de trabajo para ser producido. Esto llegó a ser conocido como
Teoría del valor-trabajo.
Pero esas relaciones de cambio no permanecen necesariamente constantes. Esto llevó a Smith y otros a
introducir dos conceptos asociados: valor de uso y valor de cambio. En las palabras de Stuart Mill: "Adam
Smith, en un pasaje citado a menudo, ha descendido sobre la ambigüedad obvia de la palabra valor, la cual, en
uno de sus sentidos, significa utilidad, en otro, poder de compra, en su propio lenguaje, valor en uso y valor en
intercambio"... y "la mayoría de los escritores modernos, a fin de evitar el gasto de dos buenas palabras en
una sola idea, han empleado "precio" para referirse al valor de una cosa en relación al dinero, la cantidad de
dinero por la cual será cambiado. Por el precio de una cosa, entonces, entenderemos su valor en dinero; por
valor o valor de cambio, su poder general de compra, el comando que su posesión otorga en general sobre
mercaderías comprables".
Sin embargo, el "desgaste de energía para producir" o cantidad de trabajo envuelto en la producción de una
cosa también varía, en general disminuyendo con el avance tecnológico. Adicionalmente hay un problema con
la determinación práctica (con el fin del cálculo del valor de un bien) con el cómo se pueden medir, por lo
menos potencialmente, diferentes "modalidades" de ese desgaste o trabajo: por ejemplo: ¿es el valor
producido por una hora de trabajo de un cirujano o médico el mismo que el producido por una hora de
trabajo de un obrero sin calificar? Y ¿cómo relacionamos esos casos extremos con el trabajo de un panadero,
carpintero u obrero calificado?
Stuart Mill resume en su obra la posición de Smith y otros. Simplificando, se puede decir que es el caso que
diferentes tipos de trabajo comandan diferentes precios en relación a cosas tales como la competencia entre
trabajadores, tiempo y dificultad de aprendizaje, seguridad o no de recompensa, dificultad y desagrado en
efectuarlo, etc. Stuart Mill nota que los trabajos más desagradables y duros son generalmente los menos
pagados dado que generalmente los que los llevan a cabo carecen de otra opción. Siendo ese el caso, se
mantiene la relación del valor de un bien como dependiendo de la cantidad de trabajo necesario para
producirlo, con el proviso que el "salario real" o valor (es decir, las mercaderías que se pueden adquirir por
"precio por unidad de trabajo") de cada tipo de trabajo en particular son diferentes entre sí, pero nunca
pudiendo ser en total superior al determinado por el nivel de competencia entre trabajadores: "Liberalidad,
generosidad, y el crédito de la empresa, son motivos que, en cualquier grado que operan, se oponen a tomar
la ventaja máxima de la competencia, y esos motivos podrían y aún ahora lo hacen, actuar sobre los
empleadores de mano de obra en todos los departamentos de la gran industria, y lo más deseable es que así
sea. Pero nunca pueden aumentar los salarios medios de la mano de obra más allá de la relación entre la
población y el capital. Al dar más a cada trabajador empleado, limitan el poder de dar empleo numeroso, y por
excelente que sea el efecto moral, hacen poca diferencia económicamente, a menos que el pauperismo de los
que están excluidos conduzca indirectamente a un reajuste por medio de una mayor limitación en la
población." (Stuart Mill, op. cit, conclusión)
Pero esos diferentes tipos de trabajos están distribuidos diferentemente a través de las industrias. Por
ejemplo, muchos de los trabajadores empleados en una empresa de Inteligencia artificial tienen niveles de
educación y calificación diferentes a los empleados en una panadería. Sigue que el precio de los respectivos
productos no se puede determinar solo en relación a un salario promedio general. Esto da origen a la Teoría
del valor como costo de producción clásica: "Para recapitular: la oferta y demanda determinan el valor de
todas las cosas que no se puede aumentar indefinidamente, a excepción de que incluso para ellas, cuando se
producen en la industria, hay un valor mínimo, determinado por el coste de producción. Pero en todas las
cosas que admiten la multiplicación indefinida, la demanda y la oferta sólo determinan las perturbaciones de
valor, durante un período que no podrá exceder el tiempo necesario para modificar la oferta. Determinando
así la oscilaciones de valor, ellas mismas obedecen a una fuerza superior, que hace gravitar el valor al Costo de
Producción, que lo depositaria y mantendría allí, si nuevas influencias perturbadoras no estuvieran
continuamente surgiendo para hacer que de nuevo estas mismas no se desvíen. Para continuar la línea de la
metáfora, la demanda y la oferta siempre se apresuran a un equilibrio, pero la condición de equilibrio estable
es cuando el intercambio de cosas entre sí sucede de acuerdo a sus costos de producción, o, en la expresión
que hemos utilizado, cuando las cosas están en su Valor Natural".
En la actualidad se considera, siguiendo el análisis de Piero Sraffa, que mucho del análisis anterior es
improductivo, dado que no hay un algoritmo o fórmula generalmente válida que transforme "unidades de
valor" en "unidades monetarias", en otras palabras, que resuelva el llamado problema de la transformación.
Clarificando: la plusvalía debe ser considerada una medida física. Es, en la medida que sucede, una medida del
incremento de los bienes materiales disponibles, ya sea para el consumo o uso como inversiones, que resultan
últimamente del trabajo. Ese incremento puede ser expresado o medido en relación a cualquier otra
mercadería (por ejemplo, se puede decir que un kilo de pan es producto del uso de x litros de petróleo, por lo
tanto, el precio del pan aumentará si el precio del petróleo aumenta) incluyendo, si se lo desea, horas de
trabajo estándar. Pero no hay una formulación tal que permita transformar de forma unívoca tal relación en
“unidades de precio”, dado que estos, últimamente, no corresponden únicamente al costo de producción,
dependen también de la demanda.
Consecuentemente si bien es correcto que, desde el punto de vista de las sociedades, el interés de los
procesos productivos reside en la capacidad o habilidad de generar valor (satisfacer necesidades materiales),
es importante proceder con cuidado y mantener presente cuando se efectúan o consideran los cálculos que
los esquemas conceptuales y/o las medidas y resultados relacionadas al valor y las en precios (o nominales) no
son simplemente "mezclables".
Bibliografía
 Heinrich Sieveking (1921/1942): Historia de la Economía, desde el siglo XVII hasta la actualidad (enlace
roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
 Andre, Luis, (1940) Historia Económica, Editorial: América, México D.F
 Roll, Eric, (1942): Historia De Las Doctrinas Económicas, Editorial: Fondo de la cultura económica,
México D.F
 Rosseti, José P (1989): Introducción a la Economía.- Editorial: Harla, México.
 Paschoal, José, (1994): Introducción a la economía, Editorial: Harla, México D.F
 Fischer, Andre, (1990) Economía, Editorial: Mac Graw Hill, Bogotá.
 Landreth, H y Colander D. (2006): Historia del Pensamiento Económico. Editorial: Mc Graw Hill, España.
 Stanley L Brue y Randy R Grant; (2008): Historia del pensamiento económico (Spanish Edition).
Editorial: Cengage Learning, México
La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más conocidos
de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para posteriormente criticar su forma de pensar. La
economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las
relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Esta teoría de la explotación la
desarrolló en El capital, investigación dialéctica de las formas que adoptan las relaciones de valor.
En su labor política y periodística, Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía era vital para
conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al estudio de la economía política
una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos,
para recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus
errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones económicas
considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la riqueza era el trabajo
y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque
ya había escrito algunos textos sobre economía política (Trabajo asalariado y capital de 1849, Contribución a la
Crítica de la Economía Política de 1859, Salario, precio y ganancia de 1865) su obra cumbre al respecto es El
capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales solo el primero (cuya primera edición es de 1867) estaba
terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer capítulo
(Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de
producción capitalista. Marx empieza desde la «célula» de la economía moderna, la mercancía. Empieza por
describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor de cambio,
Marx expone su teoría del valor, donde encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de
trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en que una
mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el
tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las
distintas formas de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la
determinación de una mercancía como equivalente de todas las demás (dinero).
Marx sostuvo que el dinero metálico, como el oro, es una mercancía, y su valor es el tiempo de trabajo
necesario para producirlo. Marx argumentó que el oro y la plata se usan convencionalmente como dinero
porque representan una gran cantidad de trabajo en una forma pequeña y duradera, lo cual es conveniente. El
papel moneda es, en este modelo, una representación de oro o plata, casi sin valor propio, pero en circulación
por decreto estatal.
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la abstracción para llegar a
la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su movimiento. Luego desanda ese camino,
incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación concreta y proyectando
los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones
concretas de la sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la
herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses reside en que sus análisis
económicos son ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a la mercancía, el
dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no como
relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor,
la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros
elementos importantes de la economía marxista.
La acumulación de capital, trabajoy mano de obra excedente
La acumulación primitiva de capital está definida como: proceso de creación de las condiciones para el
nacimiento del capitalismo. La creación del capitalismo supone el uso de dos condiciones anteriores: la
existencia de un grupo social (formado por hombres desprovistos de medios de producción y obligados a
vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario) y la acumulación de la riqueza indispensable para crear
negocios capitalistas. Esta creación requiere de la unión de las condiciones necesarias para el nacimiento de
dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: explotados (trabajadores) y explotadores (empresarios).
La distinción entre trabajo y fuerza de trabajo es central para el análisis de la distribución. La retribución del
obrero se establece en un nivel correspondiente a los gastos socialmente necesarios para asegurar su
renovación. Es una mercancía cuyo valor está determinado por la cantidad de trabajo social que pide la
producción de cada obrero.
Lo que afirma Marx se basa en la teoría aristotélica de la materia prima que, distingue el valor de uso (utilidad
del objeto) del valor de cambio (lo que el objeto nos permite conseguir). En el proceso de intercambio se
produce tanto, una inversión en el valor de cambio como, una inversión en el valor de uso.
El diagrama de Adam Smith: ley de la oferta y la demanda, informa de la existencia de un valor añadido al
producto en el que los beneficios son obtenidos por los capitalistas, pero no por el trabajador. Los salarios a
partir del valor social del producto (el valor social del objeto producido es una función de las materias primas,
las herramientas de producción y la mano de obra necesaria para la producción).
El valor de cambio de un producto es el valor social que se aplica a una ganancia como resultado de un exces o
de trabajo. Es en torno a los beneficios del valor agregado, que está emergiendo la lucha de clases, como
proletarios capitalistas. Marx va a demostrar que el trabajador está en su derecho de reclamar el beneficio de
este valor añadido, ya que este es un valor del mismo uso. Lo que hará el empresario capitalista, es hacer del
trabajo un producto que cueste menos que el que utiliza, o dar más trabajo del que se requiere en la mano de
obra. La ganancia es el valor añadido producido por el empleado, que el capitalista se apropia gratuita y
legalmente.
El aumento de la producción, por parte del capitalista se puede obtener mediante la ampliación de la jornada
laboral, aumentando la intensidad de trabajo o reduciendo los salarios de desempleo, el cual es la presión a la
baja sobre los salarios. Esta ganancia es la forma de expoliación del proletariado en el capitalismo. Es la
ganancia modificada que se produce como una forma excedente, es la búsqueda del beneficio, es el motivo
principal del capitalismo. Una actividad se desarrolla si es rentable, y esta rentabilidad es la tasa de beneficio
obtenido (relación entre las ganancias y el capital total invertido). La acumulación de capital conlleva una
disminución a largo plazo de la tasa de beneficio y una bajada en la tendencia de la tasa de provecho. Es un
índice de los límites históricos del capitalismo.
Si la modernización se incrementa, se trata de una sustitución creciente entre el "trabajo muerto" y "trabajo
vivo”. En este momento solo existe el trabajo vivo, que está creando valor, el trabajo muerto no anima al
capital por medio de la fuerza de trabajo. La acumulación excesiva de capital dará como resultado el
empobrecimiento de la clase obrera.
El capitalismo es víctima de su propia lógica. Hay cada vez menos capacidad de manejar sus contradicciones y
avances hacia una crisis inevitable.
Marx también presentó el problema de la redistribución igualitaria de la riqueza y su aplicación en una
sociedad socialista, como señala en la Crítica del Programa de Gotha:
¿Qué es "reparto equitativo"? ¿No afirman los burgueses que el reparto actual es "equitativo"?
En el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad común de los medios de producción, los
productores no cambian sus productos; el trabajo invertido en los productos no se presenta aquí, tampoco,
como valor de estos productos, como una cualidad material, poseída por ellos, pues aquí, por oposición a lo
que sucede en la sociedad capitalista, los trabajos individuales no forman ya parte integrante del trabajo
común mediante un rodeo, sino directamente. La expresión "el fruto del trabajo", ya hoy recusable por su
ambigüedad, pierde así todo sentido.
Pero unos individuos son superiores, física e intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más
trabajo, o pueden trabajar más tiempo; y el trabajo, para servir de medida, tiene que determinarse en cuanto
a duración o intensidad; de otro modo, deja de ser una medida. Este derecho igual es un derecho desigual
para trabajo desigual. No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que un
trabajador como los demás; pero reconoce, tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las
desiguales aptitudes individuales, y, por consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento. En el fondo es,
por tanto, como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede consistir, por naturaleza,
en la aplicación de una medida igual; pero los individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no
fuesen desiguales) sólo pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les coloque bajo un
mismo punto de vista y se les mire solamente en un aspecto determinado; por ejemplo, en el caso dado, sólo
en cuanto obreros, y no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás.
Prosigamos: un obrero está casado y otro no; uno tiene más hijos que otro, etc., etc. A igual trabajo y, por
consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, uno obtiene de hecho más que otro, uno es
más rico que otro, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino
desigual.
Teoríadel valor y plusvalía
Marx empleó una teoría del valor trabajo, que sostiene que el valor de una mercancía es el tiempo de trabajo
socialmente necesario invertido en ella. Para obtener beneficios los capitalistas compran la única mercancía
capaz de producir valor, la fuerza de trabajo —la capacidad de trabajar—, por debajo de su valor. Así los
salarios se mantienen en niveles relativamente bajos; solo suficientes para la subsistencia del trabajador y su
familia —que lo reemplazaran— además de otras necesidades condicionadas moral e históricamente.
Marx teorizó que la brecha entre el valor que produce un trabajador y su salario es una forma de trabajo no
remunerado, conocido como plusvalía. Además, Marx argumenta que los mercados tienden a oscurecer las
relaciones sociales y los procesos de producción; a esto llamó fetichismo de la mercancía. Las personas son
muy conscientes de las mercancías y, por lo general, no piensan en las relaciones y el trabajo que representan.
El análisis de Marx conduce a la consideración de crisis económicas periódicas, hoy llamadas ciclos
económicos. Robert Heilbroner en The Worldly Philosophers dice que «Una propensión a la crisis no fue
reconocida como una característica inherente al capitalismo por ningún otro economista de la época de Marx
aunque los eventos futuros indudablemente hayan indicado su predicción de sucesivos auges y colisiones».
Richard Goodwin formalizó la teoría de los ciclos económicos de Marx en A Growth Cycle (1967), un artículo
publicado durante el año centenario de El Capital, Volumen I.
Conviene recordar que Marx dice específicamente, en artículos por él editados, que el concepto "plusvalía" lo
toma de David Ricardo, quien desarrolla hasta cierto punto la teoría del valor-trabajo, dándole ese nombre.
Ricardo toma como punto de partida el concepto de valor comentado por Adam Smith. Este último es el
primer economista conocido, por así definirlo, que plantea el concepto de "valor" que es la base de la plusvalía
o plusvalor y Ricardo criticando a Smith es el primero en desarrollarlo de manera sistemática. Pero Marx
introduce por primera vez la distinción entre fuerza de trabajo y trabajo, lo cual le permite explicar de manera
eficaz la plusvalía y completar la teoría del valor-trabajo, lo que no habían conseguido los economistas
precedentes.
El plusvalor es un concepto indisolublemente unido a la teoría del valor-trabajo y es central para la descripción
que ésta realiza de la explotación bajo el capitalismo. Estos conceptos aparecen definidos y utilizados
principalmente en El capital y en los cuadernos II y III de los Grundrisse. El problema de explicar la fuente de la
plusvalía lo expresa Friedrich Engels de la siguiente manera:
¿De dónde viene esta plusvalía? No puede provenir del comprador que compra los productos por debajo de su
valor, ni del vendedor que los vende por encima de su valor. Porque en ambos casos las ganancias y las
pérdidas de cada individuo se cancelan entre sí, ya que cada individuo es a su vez comprador y vendedor.
Tampoco puede provenir de una trampa, porque aunque la trampa puede enriquecer a una persona a
expensas de otra, no puede aumentar la suma total que poseen ambos y, por lo tanto, no puede aumentar la
suma de los valores en circulación. Este problema debe resolverse, y debe resolverse de una manera
puramente económica , excluyendo todo engaño y la intervención de cualquier fuerza, siendo el problema:
¿cómo es posible vender constantemente más caro de lo que se ha comprado, incluso bajo la hipótesis de que
igual los valores siempre se intercambian por valores iguales?
La solución de Marx fue distinguir entre tiempo de trabajo socialmente necesario y fuerza de trabajo. Un
trabajador que es suficientemente productivo puede producir un valor de producción mayor que lo que cuesta
contratarlo. Aunque su salario parece estar basado en las horas trabajadas, en un sentido económico este
salario no refleja el valor total de lo que produce el trabajador. Efectivamente, no es trabajo lo que vende el
trabajador, sino su capacidad para trabajar.
Bibliografía
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Actividad 1 – fundamentos economia

  • 1. Docente: Sandra Liliana Rueda Porras Estudiante: Angelica María Lopez Sandoval Unidades Tecnológicas de Santander Fecha de entrega: 19 de Agosto de 2021
  • 2. El mercantilismo es el conjunto de ideas económicas que consideran que la prosperidad de un Estado depende del capital que pueda tener, y que el volumen global de comercio mundial es inalterable. El capital, que está representado por los metales preciosos que el Estado tiene en su poder, se incrementa sobre todo mediante una balanza comercial positiva con otras naciones (o, lo que es lo mismo, que las exportaciones sean superiores a las importaciones). El mercantilismo sugiere que el gobierno dirigente de una nación debería buscar la consecución de esos objetivos mediante una política proteccionista sobre su economía, favoreciendo la exportación y desfavoreciendo la importación, sobre todo mediante la imposición de aranceles. La política económica basada en ideas a veces recibe el nombre de «sistema mercantilista». Los pensadores mercantilistas preconizan el desarrollo económico por medio del enriquecimiento de las naciones gracias al comercio exterior, lo que permite encontrar salida a los excedentes de la producción. El Estado adquiere un papel primordial en el desarrollo de la riqueza nacional, al adoptar políticas proteccionistas, y en particular estableciendo barreras arancelarias y medidas de apoyo a la exportación. El mercantilismo marca el final de la forma clásica de entender la economía en la Edad Media (la crematística), inspirada en Aristóteles y Platón, que rechazaba la acumulación de riquezas y los préstamos con interés (vinculados al pecado de usura) debido a que la práctica totalidad de la actividad económica estaba basada en la agricultura, siendo el comercio muy limitado y reducido a nivel local. Esta nueva corriente económica surge como un derivado del capitalismo iniciado en la Italia renacentista (siglo xiv) y en una época en la que las incipientes monarquías europeas deseaban disponer del máximo dinero posible para sus cuantiosos gastos. Las teorías mercantilistas buscaban satisfacer esa demanda, y desarrollaron una dialéctica basada en el enriquecimiento. Esta corriente se basaba en un sistema de análisis de los flujos económicos muy simplificado en el que, por ejemplo, no se tenía en cuenta el papel que desempeñaba el sistema social. Fue la teoría predominante durante toda la Edad Moderna (desde el siglo xvi hasta el xviii), época que aproximadamente indica el surgimiento de la idea del Estado y la formación económico social conocida como Antiguo Régimen en Europa Occidental. En el ámbito nacional, el mercantilismo llevó a los primeros casos de intervención y significativo control estatal sobre la economía, y fue en este periodo en el que se fue estableciendo gran parte del sistema capitalista moderno. Internacionalmente, el mercantilismo sirvió indirectamente para impulsar muchas de las guerras europeas del periodo, y sirvió como causa y fundamento del imperialismo europeo, dado que las grandes potencias de Europa luchaban por el control de los mercados disponibles en el mundo. Como agente unificador tendente a la creación de un Estado nacional soberano, el mercantilismo tuvo en contra dos fuerzas: Una, más espiritual-jurídica que política-económica, fueron los poderes universales: la Iglesia y el Imperio, la otra, de carácter predominantemente económico fue el particularismo local, con la dificultad que produce a las comunicaciones y la pervivencia de la economía natural (en determinadas zonas los ingresos del Estado eran en especie y no en dinero); mientras que la pretensión mercantilista es que el mercado cerrado sea sustituido por el mercado nacional y las mercancías como medida de valor y medio de cambio sean remplazadas por el oro. El mercantilismo ve la intervención del Estado como el medio más eficaz para el desarrollo económico.
  • 3. Otra tendencia del mercantilismo era robustecer hacia el exterior el poder del Estado, subordinando la actividad económica hacia ese objetivo, e interesándose por la riqueza en cuanto sirva de base para ella. El liberalismo considerará a la riqueza como preciosa para el individuo, y por ende, digna de ser alcanzada como fin en sí misma: si el particular no debe pensar más que enriquecerse, es un hecho puramente natural e involuntario que la riqueza de los ciudadanos contribuya a aumentar la riqueza del Estado. En cambio, para los mercantilistas, la riqueza privada es simplemente un medio, y como tal se subordina al Estado y a sus fines de dominio. A lo largo de este periodo durante el cual las hipótesis evolucionaron, aparece una literatura compleja, que da idea de que existe una corriente vagamente unificada. En el siglo xix, se extenderá por la mayoría de las naciones europeas, adaptándose a las características nacionales. Entre las escuelas mercantilistas se distinguen: el bullionismo (o «mercantilismo español») que propugna la acumulación de metales preciosos; el colbertismo (o «mercantilismo francés») que por su parte se inclina hacia la industrialización; y el comercialismo (o «mercantilismo británico») que ve en el comercio exterior la fuente de la riqueza de un país. A partir de esa época, las cuestiones económicas dejan de pertenecer a los teólogos. La Edad Moderna marca un giro con la progresiva autonomía de la economía frente a la moral y la religión, así como frente a la política. Esta enorme ruptura se realizará por medio de consejeros de los gobernantes y por los comerciantes. Esta nueva disciplina llegará a ser una verdadera ciencia económica con la fisiocracia. Entre los muchos autores mercantilistas, hay que destacar a Martín de Azpilcueta (1492-1586), Tomás de Mercado (1525-1575), Jean Bodin (1530-1596), Antoine de Montchrestien (1576-1621), o WilliamPetty (1623-1687). La confianza en el mercantilismo comenzó a decaer a finales del siglo xviii, momento en el que las teorías de Adam Smith y de otros economistas clásicos fueron ganando favor en el Imperio británico, y en menor grado en el resto de Europa (con la excepción de Alemania, en donde la Escuela Histórica de Economía fue la más importante durante todo el siglo xix y comienzos del xx). Adam Smith, que lo critica con dureza en su obra titulada Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (conocida comúnmente como La riqueza de las naciones), califica el mercantilismo como una «economía al servicio del Príncipe». Curiosamente, y si bien había sido una antigua colonia británica, los Estados Unidos de América no se adhirieron a la economía clásica, sino al régimen económico que fue llamado «sistema americano» (una forma de neo-mercantilismo) a través de las políticas de Alexander Hamilton, Henry Clay, Abraham Lincoln y por lo que más tarde serían las prácticas económicas del Partido Republicano, que a su vez se reflejaron en las políticas de los historicistas alemanes y economistas como Friedrich List. Esto duró hasta el surgimiento del New Deal tras la crisis de 1929. Hoy en día la teoría del mercantilismo es rechazada por la mayoría de los economistas, si bien algunos de sus elementos en ocasiones son vistos de forma positiva por algunos, entre los cuales cabe citar a Ravi Batra, Pat Choate, Eammon Fingleton, o Michael Lind. Doctrinaeconómicamercantilista Casi todos los economistas europeos de entre 1500 y 1750 se consideran hoy en día como mercantilistas. Sin embargo, estos autores no se veían a sí mismos como partícipes de una sola ideología económica, sino que el término fue acuñado por Víctor Riquetti, Marqués de Mirabeau en 1763, y fue popularizado por Adam Smith
  • 4. en 1776. De hecho, Adam Smith fue la primera persona en organizar formalmente muchas de las contribuciones de los mercantilistas en su libro La riqueza de las naciones. La palabra procede de la palabra latina mercāri ('comprar, adquirir, comerciar'), de la que deriva el término mercantil, en el sentido de llevar a cabo un negocio. Fue utilizada inicialmente solo por los críticos a esta teoría, tales como Mirabeau y Smith, pero pronto fue adoptada por los historiadores. El mercantilismo en sí no puede ser considerado como una teoría unificada de economía. En realidad no hubo escritores mercantilistas que presentasen un esquema general de lo que sería una economía ideal, tal y como Adam Smith haría más adelante para la economía clásica. En su lugar, el escritor mercantilista tendía a enfocar su atención en un área específica de la economía. Sería después del periodo mercantilista cuando los estudiosos que vinieron posteriormente integrasen las diversas ideas en lo que llamarían mercantilismo, como por ejemplo Eli F. Heckscher6 que ve en los escritos de la época a la vez un sistema de poder político, un sistema de reglamentación de la actividad económica, un sistema proteccionista y también un sistema monetario con la teoría de la balanza comercial. Sin embargo, algunos teóricos rechazan completamente la idea misma de una teoría mercantilista, argumentando que da «una falsa unidad a hechos dispares». El historiador del pensamiento económico Mark Blaug hace notar que el mercantilismo fue calificado con el paso del tiempo como «molesto equipaje», «diversión de historiografía», y de «gigantesco globo teórico». Hasta cierto punto, la doctrina mercantilista en sí misma hacía imposible que existiese una teoría general económica. Los mercantilistas veían el sistema económico como un juego de suma cero, en donde la ganancia de una de las partes suponía la pérdida de otra, o siguiendo la famosa máxima de Jean Bodin «no hay nada que alguien gane que otro no pierda» (Los seis libros de la República). Por tanto, cualquier sistema de políticas que beneficiasen a un grupo por definición también harían daño a otro u otros, y no existía la posibilidad de que la economía fuese empleada para maximizar la riqueza común, o el bien común. Parece que los escritos de los mercantilistas se hubieran hecho para justificar a posteriori una serie de prácticas, más que para evaluar su impacto y determinar así el mejor modo de llevarlas a término. El mercantilismo es, por tanto, una doctrina o política económica que aparece en un periodo intervencionista y describe un credo económico que prevaleció en la época de nacimiento del capitalismo, antes de la Revolución industrial. Las primeras teorías mercantilistas desarrolladas a principios del siglo XVI estuvieron marcadas por el bullionismo (del inglés bullion: oro en lingotes). A ese respecto, Adam Smith escribía: La doble función que cumple el dinero, como instrumento de comercio y como medida de los valores, ha hecho que se produzca de modo natural esa idea popular de que el dinero hace la riqueza, o que la riqueza consiste en la abundancia de oro y plata... Se razona de la misma manera con respecto a un país. Un país rico es aquel en el que abunda el dinero, y el medio más sencillo de enriquecer el suyo, es amasar el oro y la plata... Debido al creciente éxito de estas ideas, las diferentes naciones de Europa se han dedicado, aunque sin demasiado éxito, a buscar y acumular oro y plata de todas las maneras posibles. España y Portugal, poseedores de las principales minas que proveen a Europa de esos metales, han prohibido su exportación amenazando con graves represalias, o la han sometido a enormes tasas. Esta misma prohibición ha formado parte de la política de la mayoría de las naciones de Europa. Uno la encuentra incluso donde menos lo esperaría, en algunas antiguas actas del parlamento de Escocia, que prohíben, bajo fuertes penas, transportar oro y plata fuera del reino. La misma política se puso en marcha en Francia y en Inglaterra. Durante ese periodo, importantes cantidades de oro y plata fluían desde las colonias españolas del Nuevo Mundo hacia Europa. Para los escritores bullionistas, como Jean Bodin o Thomas Gresham, la riqueza y el
  • 5. poder del Estado se miden por la cantidad de oro que poseen. Cada nación debe pues acrecentar sus reservas de oro a expensas de las demás naciones para hacer crecer su poder. La prosperidad de un Estado se mide, según los bullionistas, por la riqueza acumulada por el gobierno, sin mencionar la Renta Nacional. Este interés hacia las reservas de oro y plata se explica en parte por la importancia de esas materias primas en tiempos de guerra. Los ejércitos, que contaban con muchos mercenarios, eran pagados con oro y quitando a los pocos países europeos que controlaban las minas de oro y plata, la principal manera de obtener esas materias primas era el comercio internacional. Si un Estado exportaba más de lo que importaba, su «balanza del comercio» (lo que corresponde en nuestros días a la balanza comercial) era excedentaria, lo que se traducía en una entrada neta de dinero. Esto llevó a los mercantilistas a proponer como objetivo económico el tener un excedente comercial. Se prohibía estrictamente la exportación de oro. Los bullionistas también eran partidarios de poner en marcha altas tasas de interés para animar a los inversores a invertir su dinero en el país. En el siglo XVIII se desarrolló una versión más elaborada de las ideas mercantilistas, y que rechazaba la visión simplista del bullionismo. Esos escritores, como Thomas Mun, situaban como principal objetivo el crecimiento de la riqueza nacional, y aunque seguía considerando que el oro era la riqueza principal, admitían que existían otras fuentes de riqueza, como las mercancías. El objetivo de una balanza comercial excedentaria seguía persiguiéndose pero desde ese momento se veía interesante importar mercancías de Asia por medio de oro para revender luego esos bienes en el mercado europeo con importantes beneficios. Esta nueva visión rechazaba a partir de ese momento la exportación de materias primas, que una vez transformadas en bienes finales constituían una importante fuente de riqueza. Mientras el bullionismo había favorecido la exportación en masa de lana de Gran Bretaña, la nueva generación de mercantilistas apoyaba la prohibición total de exportar materias primas y propugnaba el desarrollo de industrias manufactureras domésticas. Al necesitar las industrias importantes capitales, en el siglo XVIII se vio una reducción de las limitaciones contra la usura. Como muy bien demostró WilliamPetty, la tasa de interés se ve como una compensación por las molestias ocasionadas al prestador al quedar sin liquidez. Un resultado de esas teorías fue la puesta en marcha de las Navigation Acts a partir de 1651, que dieron a los barcos ingleses la exclusiva en las relaciones entre Gran Bretaña y sus colonias, prohibiendo a los holandeses el acceso a ciertos puertos para restringir la expansión de los Países Bajos. Las consecuencias en materia de política interior de las teorías mercantilistas estaban mucho más fragmentadas que sus aspectos de política comercial. Mientras Adam Smith decía que el mercantilismo apelaba a controles muy estrictos de la economía, los mercantilistas no estaban de acuerdo entre sí. Algunos propugnaban la creación de monopolios y otras cartas patentes. Pero otros criticaban el riesgo de corrupción y de ineficacia de tales sistemas. Muchos mercantilistas también reconocían que la instauración de cuotas y de control de precios propiciaba el mercado negro. En cambio, la mayor parte de los teóricos mercantilistas estaban de acuerdo en la opresión económica de los trabajadores y agricultores que debían vivir con unos ingresos cercanos al nivel de supervivencia, para maximizar la producción. Unos mayores ingresos, tiempo libre suplementario o una mejor educación de esas poblaciones contribuirían a favorecer la holgazanería y perjudicarían la economía. Esos pensadores veían una doble ventaja en el hecho de disponer de abundante mano de obra: las industrias que se desarrollaban en esa época precisaban de mucha mano de obra y además eso reforzaba el potencial militar del país. Los salarios se mantienen pues a un bajo nivel para incitar a trabajar. Las leyes de pobres (Poor Laws) en Inglaterra persiguen
  • 6. a los vagabundos y hacen obligatorio el trabajo. El ministro Colbert hará trabajar a niños con seis años en las manufacturas de Estado. La reflexión sobre la pobreza y su papel social en la Edad Moderna cobró importancia sobre todo tras la Reforma Protestante y los diferentes papeles que a la predestinación y el triunfo personal daban la teología de Lutero, Calvino o la Contrarreforma. La opinión católica tradicional se asociaba al mantenimiento del Antiguo Régimen, sancionando el ocio de los privilegiados y considerando la condena del trabajo como un castigo divino, mientras que las sociedades donde triunfó el protestantismo parecían adecuarse más a los nuevos valores burgueses. La valoración tradicional de los pobres los veía como más cercanos a Dios, y las instituciones de caridad no se veían como medios de erradicar la pobreza, sino de paliar sus efectos. No obstante, entre los católicos también se incluye la obra de Juan Luis Vives De subventione pauperum. Sive de humanis necessitatibus libri II (Los dos libros de la subvención a los pobres o de la necesidad humana. Brujas , 1525), que trata el problema de la mendicidad buscando soluciones en las instituciones públicas, que deben socorrer a los verdaderos pobres y hacer trabajar a los que solo son vagos; para ello consideraba preciso una organización de la beneficencia y una reforma del sistema sanitario, de asilo. Siguiendo sus ideas se organizó la actuación contra la pobreza en la ciudad de Brujas. Interpretaciónhistóricadel mercantilismo En efecto, no se puede hablar de una escuela mercantilista, pues para poder hablar de una escuela debe existir un conjunto de características que englobe este término. Una de ellas es la presencia de un maestro que cree un pensamiento el cual sea seguido por los miembros de la escuela, además de homogeneidad en el pensamiento. Así, por ejemplo, podemos hablar de la Escuela Clásicacon Adam Smith como epicentro del pensamiento, es decir, como maestro, y la afinidad entre los distintos autores de la misma. Sin embargo, en lo que se refiere al pensamiento llamado mercantilista no encontramos ninguno de los atributos necesarios para identificarlo con una escuela de pensamiento. El mercantilismo ha tenido diversas interpretaciones a lo largo del tiempo. Desde Adam Smith hasta la actualidad se suceden explicaciones de lo que han sido y han significado todos estos autores llamados mercantilistas. John Maynard Keynes, Gustav Schmoller, WilliamCunningham y el ya mencionado Adam Smith, entre muchos otros, han aportado su perspectiva del mercantilismo. Señalaremos particularmente a Eli Heckscher que, influido por los tres últimos autores mencionados, aúna las interpretaciones de estos para luego añadir la suya. Habla del mercantilismo desde el punto de vista de su política proteccionista y sus actitudes monetarias (como ya refiere Smith), como una doctrina en la construcción del Estado (recogido de Schmoller), como un sistema de poder (propugnado por Cunningham) y añade su tesis a estas cuatro: describe el mercantilismo como una concepción social que rompió con los moldes tanto morales como religiosos que determinaban el comportamiento de los agentes económicos. A partir de los años cuarenta se disgrega las interpretaciones, desde una perspectiva general, en cuatro direcciones diferentes. Por una parte, historiadores que hablan de un período preanalítico del pensamiento económico. Por otra parte, los que argumentan la anticipación de la doctrina clásica en muchos aspectos ( mecanismos de los precios, etc.) Un tercer grupo de historiadores hacen hincapié en la política, ya no exterior y proteccionista, sino en la local y nacional. Por último, y como aportación argumentativa a la afirmación de la inexistencia de una escuela mercantilista, un cuarto grupo de historiadores aboga que el mercantilismo es una invención de los investigadores, pues, no hay homogeneidad ni coherencia en su doctrina sino disparidad en
  • 7. los asuntos tratados según que países, y que, por tanto, el debate que gradualmente se centra en una visión homogénea es erróneo. Haciendo referencia aquellos autores que creen que el mercantilismo es la anticipación a la doctrina clásica, podemos destacar a Richard Cantillon. Este autor, que se percibe entre el pensamiento mercantilista y clásico, perfecciona el concepto de balanza de comercio en términos de trabajo. Desde esta óptica se tiene en cuenta el aumento del empleo como término positivo en las ganancias de la balanza comercial. Así, pues, Cantillon, aboga por medidas para la estabilidad de los precios e impedir su subida (por la acumulación del dinero) y en consecuencia la pervivencia de un nivel alto de empleo. La época mercantilista El concepto de mercantilismo se define a partir de los grandes descubrimientos geográficos, consecuencia de la apertura de las rutas comerciales marítimas por los portugueses entre el siglo XV y 1500 (fecha del descubrimiento de Brasil) y la consolidada corriente inagotable del metal precioso (oro y plata principalmente) llevado desde los territorios nuevos a Europa, en particular después del establecimiento de los virreinatos de Nueva España y de Perú, por los castellanos. Los españoles del siglo XVII, llegaron a considerar al mercantilismo como el sentido mismo de la riqueza mediante la teoría del enriquecimiento de las naciones mediante la acumulación de metal precioso. El oro y la plata constituyen el objetivo del comerciante y por lo tanto se pueden considerar como el impulso al intercambio de mercancías. El oro y la plata por sí mismos no generaron los acontecimientos económicos de la época, sino que conjuntamente con otras causas fueron moldeando la economía europea de esos tiempos. Algunas de estas causas fueron: los grandes descubrimientos geográficos, el Renacimiento, la Reforma religiosa, la aparición del Estado moderno y el régimen colonial, o sea la primera globalización o el «primer sistema-mundo», según la expresión de Fernand Braudel. Íntimamente conectado a la emergencia del Estado-nación moderno y basado en la existencia del binomio «metrópoli-colonias», el mercantilismo asumió formas nacionales, de las cuales pueden citarse, en orden cronológico: Portugal, España, Inglaterra, Holanda, Francia, Dinamarca y Suecia durante los siglos XVI, XVII y XVIII. En esta época, el mercantilismo evoluciona de tal manera que genera un estudio apropiado y se traduce como una actividad económica, a tal grado que se habla de políticas económicas y normas económicas. Al mercantilismo se le empieza a conocer con otras denominaciones, las mismas que dan sentido a su concepto, estas son: sistema mercantil, sistema restrictivo, sistema comercial, colbertismo en Francia y cameralismo en Alemania. Derivado de la expansión militar europea y del incipiente desarrollo manufacturero, como complemento de la producción clásica de la agricultura, el mercantilismo incrementó notablemente el comercio internacional. Los mercantilistas fueron los primeros en identificar su importancia monetaria y política. El mercantilismo se desarrolló en una época en la que la economía europea estaba en transición del feudalismo al capitalismo. Las monarquías feudales medievales estaban siendo reemplazados por las nuevas naciones estado centralizadas, en forma de monarquías absolutas o (en Inglaterra y Holanda) parlamentarias. Los cambios tecnológicos en la navegación y el crecimiento de los núcleos urbanos también contribuyeron decisivamente al rápido incremento del comercio internacional. El mercantilismo se enfocaba en cómo este comercio podía ayudar mejor a los estados.
  • 8. Otro cambio importante fue la introducción de la contabilidad moderna y las técnicas de doble entrada. La nueva contabilidad permitía llevar un claro seguimiento del comercio, contribuyendo a la posibilidad de fiscalizar la balanza de comercio. Y por supuesto, tampoco se puede ignorar el impacto que supuso el descubrimiento de América. Los nuevos mercados y minas descubiertas impulsaron el comercio exterior hasta cifras que hasta entonces no se podían ni concebir. Esto último llevó a un gran incremento de los precios y a un incremento en la propia actividad comercial. Curiosamente, la relación entre la llegada de metales preciosos americanos y la inflación europea del siglo XVI (un fenómeno a una escala hasta entonces desconocida) no fue plenamente establecido hasta las investigaciones de Earl J. Hamilton en una fecha tan tardía como 1934 (El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650). Antes del mercantilismo, los estudios económicos más importantes que se habían realizado en Europa fueron las teorías de la Escolástica medieval. El objetivo de estos pensadores era encontrar un sistema económico que fuese compatible con las doctrinas cristianas acerca de la piedad y la justicia. Se enfocaban principalmente en las cuestiones microeconómicas y a los intercambios locales entre individuos. El mercantilismo, por su parte, estaba alineado con las otras teorías e ideas que estaban reemplazando el punto de vista medieval. En esta época se fueron adoptando también las teorías de la Realpolitik impulsadas por Nicolás Maquiavelo y la primacía del interés nacional en las relaciones internacionales. La idea mercantilista de que el comercio era una suma cero en las que las partes hacían lo posible para ganar al otro en una dura competencia, se integraba dentro de las teorías filosóficas de Thomas Hobbes. Los juegos de suma cero como el dilema del prisionero pueden ser consistentes con un punto de vista mercantilista. En el mencionado dilema los jugadores son premiados por traicionar a sus compañeros/oponentes, aunque todo el mundo estaría mejor si todos cooperasen. Ese punto de vista pesimista sobre la naturaleza humana también encaja con la mentalidad del puritanismo en su concepción del mundo, que inspiró parte de la legislación mercantilista más dura, como las Actas de Navegación (Navigation Acts) introducidas por el gobierno de Oliver Cromwell. Las ideas mercantilistas El pensamiento mercantilista se puede sintetizar con las nueve reglas de Von Hornick: 1. Que cada pulgada del suelo de un país se utilice para la agricultura, la minería o las manufacturas. 2. Que todas las materias primas que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales, porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas 3. Que se fomente una población grande y trabajadora. 4. Que se prohíban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en circulación. 5. Que se obstaculicen tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros 6. Que donde sean indispensables determinadas importaciones deban obtenerse de primera mano, a cambio de otros bienes nacionales, y no de oro y plata. 7. Que en la medida que sea posible las importaciones se limiten a las materias primas que puedan acabarse en el país.
  • 9. 8. Que se busquen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata. 9. Que no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y adecuado en el país. Sin embargo, la política económica interna que defiende el mercantilismo estaba todavía más fragmentada que la internacional. Mientras que Adam Smith describía al mercantilismo como un sistema de excesivo control de la economía, muchos mercantilistas no se identificaban con tales afirmaciones. Durante los comienzos de la era moderna estaba a la orden del día el uso de las patentes reales y la imposición gubernamental de monopolios. Algunos mercantilistas los apoyaban, pero otros veían la corrupción e ineficiencia de esos sistemas. Uno de los elementos en los que los mercantilistas estaban de acuerdo era la opresión económica de los trabajadores. Los asalariados y los granjeros debían vivir en los «márgenes de subsistencia». El objetivo era maximizar la producción, sin ningún tipo de atención sobre el consumo. El hecho de que las clases más bajas tuvieran más dinero, tiempo libre, o educación se veía como un problema que degeneraría en pocas ganas de trabajar, dañando la economía del país. Por otra parte, los estudiosos no se ponen de acuerdo en el motivo por el cual el mercantilismo fue la ideología o teoría económica dominante durante dos siglos y medio. Un grupo, representado por Jacob Viner, argumenta que el mercantilismo fue simplemente un sistema muy directo y que contaba con bastante sentido común. Sin embargo, se sustentaba sobre una serie de falacias lógicas que no podían ser descubiertas por la gente de la época, dado que no tenían las herramientas analíticas necesarias. Otra escuela, apoyada por economistas como Robert B. Ekelund, entiende que el mercantilismo no era un error, sino el mejor sistema posible para aquellos que lo desarrollaron. Esta escuela argumenta que las políticas mercantilistas fueron desarrolladas y puestas en práctica por comerciantes y gobiernos, cuyo objetivo era incrementar al máximo los beneficios empresariales. Los empresarios se beneficiaban enormemente, y sin que ello les supusiera un esfuerzo, por la imposición de monopolios, las prohibiciones a las importaciones y la pobreza de los trabajadores. Los gobiernos, por su parte, se beneficiaban del cobro de los aranceles y los pagos de los mercaderes. Si bien las ideas económicas más tardías fueron desarrolladas a menudo por académicos y filósofos, casi todos los escritores mercantilistas eran comerciantes o personas con cargos en el gobierno. El mercantilismocomoprocesoeconómico Dentro de la doctrina económica mercantilista emergieron, de manera natural, tres cosas fundamentales que generaba esta lucrativa actividad comercial: *El monopolio de exportación. *El problema de los cambios y su derivación. *El problema de la balanza comercial. En la obra The Circle of Commerce (El círculo del comercio, 1623), Edward Misselden desarrolló un concepto de balanza comercial expresado en términos de débitos y créditos, presentando el cálculo de la balanza comercial para Inglaterra desde el día de Navidad de 1621 hasta la de 1622.
  • 10. La idea mercantilista de «balanza de comercio multilateral» corresponde a la actual noción de «balanza de pagos» y se compone de cinco cuentas: Balanza de comercio multilateral 1. Cuenta corriente (=balanza comercial) 1. Mercancías (A) 2. Invisibles (fletes, seguros, etc.) (A) 2. Cuentas de capital 1. A corto plazo (C) 2. A largo plazo (A) 3. Transferencias unilaterales (donaciones, ayuda militar, etc.) (A) 4. Oro (C) 5. Errores y omisiones Ideas mercantilistas supervivientes En el mundo anglosajón se puede decir que las críticas de Adam Smith al mercantilismo fueron aceptadas en el Imperio Británico, pero fueron rechazadas en los Estados Unidos por figuras tan importantes como Alexander Hamilton, Friedrich List, Henry Clay, Henry Charles Carey y Abraham Lincoln. En el siglo XX, la mayoría de economistas de ambos lados del Atlántico han llegado a aceptar que en algunas áreas las teorías mercantilistas eran correctas. El más importante ha sido el economista John Maynard Keynes, que explícitamente apoyó algunas de sus teorías. Adam Smith había rechazado el énfasis que hasta entonces los mercantilistas habían puesto en la cantidad de dinero argumentando que los bienes, la población y las instituciones eran las causas reales de prosperidad. Keynes argumentó que la cantidad de dinero en circulación, la balanza comercial y los tipos de interés tenían una gran importancia en la economía. Este punto de vista fue luego la base del monetarismo, cuyos defensores actualmente rechazan muchas de las teorías económicas keynesianas, pero que se ha desarrollado y es ahora una de las escuelas económicas modernas más importantes. Keynes también hizo notar que el enfoque en los metales preciosos también era razonable en la época en la que se dio (comienzos de la era moderna). En una época anterior al papel moneda, un incremento de los metales preciosos y de las reservas del estado era la única forma de incrementar la cantidad de dinero en circulación. Adam Smith, por otra parte, también rechazó el énfasis del mercantilismo hacia la producción, argumentando que la única forma de hacer crecer a la economía era a través del consumo (que, a su vez, impulsaba la producción de bienes). Keynes, sin embargo, defendió que la producción era tan importante como el consumo. Keynes y otros economistas del periodo también retomaron la importancia que tenía la balanza de pagos, y visto que desde la década de los años 30 todas las naciones han controlado las entradas y salidas de capital, la
  • 11. mayoría de los economistas están de acuerdo en que una balanza de pagos positiva es mejor que una negativa para la economía de un país. Keynes también retomó la idea de que el intervencionismo gubernamental es una necesidad económica. Sin embargo, si bien las teorías económicas de Keynes han tenido un gran impacto, no han tenido tanto éxito sus esfuerzos de rehabilitar la palabra mercantilismo, que a día de hoy sigue teniendo connotaciones negativas y se usa para atacar una serie de políticas proteccionistas. Por otra parte, las similitudes entre el keynesianismo y las ideas de sus sucesores con el mercantilismo a veces han hecho que sus detractores las categorizasen como neomercantilismo. Por otro lado, algunos sistemas económicos modernos copian algunas de las políticas mercantilistas. Por ejemplo, el sistema de Japón en ocasiones también es calificado de neomercantilista. Un área en la que Smith fue rebatido antes incluso que Keynes fue en la del uso de la información. Los mercantilistas, que eran generalmente mercaderes o funcionarios del gobierno, tenían en sus manos una gran cantidad de datos de primera mano sobre el comercio, y los usaban de forma considerable en sus investigaciones y escritos. WilliamPetty, un mercantilista importante, es a menudo considerado el primer economista en usar un análisis empírico para estudiar la economía. Smith rechazaba este sistema porque entendía que el razonamiento deductivo desde unos principios básicos era el método correcto para descubrir las verdades económicas. Hoy en día, sin embargo, la mayoría de las escuelas económicas aceptan que ambos métodos son importantes (si bien la escuela austriaca supone una notable excepción). Diversos autores creen que, en instancias específicas, las políticas mercantilistas proteccionistas también han tenido un impacto positivo en el estado que las puso en marcha. El mismo Adam Smith (sin importarle la contradicción en que incurría al patrocinar el libre comercio para las demás y no para su propia nación) elogió las Actas de Navegación inglesas por haber servido para expandir enormemente la flota mercante británica, y por haber jugado un papel central en convertir al Reino Unido en la superpotencia naval y económica que fue desde entonces. Algunos economistas argumentaron que el proteccionismo es bueno para industrias en desarrollo, y que si bien causa algunos daños a corto plazo, puede ser beneficioso a largo (argumento de la industria naciente del alemán Friedrich List). En cualquier caso, La Riqueza de las Naciones tuvo un profundo impacto en el final del mercantilismo y la adopción posterior de la política de libre mercado. Para 1860 Inglaterra ya había eliminado los últimos vestigios del mercantilismo (por ejemplo, las proteccionistas leyes del grano o corn laws, en gran parte gracias a la Anti-Corn Law League, en 1845). Las regulaciones industriales, los monopolios y los aranceles fueron abolidos en su inmensa mayoría. Convertida en "el taller del mundo", con una industria y una flota mercante con la que nadie podía competir, Inglaterra se convirtió en la gran defensora y propagandista de la política de libre mercado, justo en el momento en que más la beneficiaba, y lo siguió siendo hasta la Primera Guerra Mundial, cuando la segunda revolución industrial le puso delante competidores serios. Bibliografía  Ekelund, Robert B.; Tollison, Robert D. (1981). Mercantilism as a Rent-Seeking Society: Economic Regulation in Historical Perspective. College Station: Texas A&MUniversity Press.
  • 12.  Ekelund, Robert B.; Hébert, Robert F. (1997). A History of Economic Theory and Method. Nueva York: McGraw-Hill.  Etner, François (2005). «Mercantilisme». Encyclopædia Universalis. Consultado el 15 de octubre de 2020.  Heckscher, Eli F. (1935). Mercantilism (Mendel Shapiro, trad.). 2 vols. Londres: George Allen and Unwin.  Keynes, John M. (1936). «Notes on Mercantilism, the Usury Laws, Stamped Money and the Theories of Under-Consumption». General Theory of Employment, Interest and Money. Londres: Palgrave Macmillan. pp. 333-371.  Landreth, Harry; Colander, David C. (2002). History of Economic Thought (4ª edición). Boston: Houghton Mifflin. ISBN 9780618133949.  Lind, Michael (1997). Hamilton's Republic: Readings in the American Democratic Nationalist Tradition. Nueva York: Simon & Schuster. ISBN 0-684-83160-0. (requiere registro).  Niehans, Jürg (1990). A History of Economic Theory: Classic Contributions, 1720–1980. Baltimore: Johns Hopkins University Press. ISBN 9780801838347.  Potier, Jean-Pierre (2005). «Naissance de l'économie politique». ses.ens-lyon.fr. Consultado el 15 de octubre de 2020.  Richardson, Heather Cox (1997). The Greatest Nation of the Earth: Republican Economic Policies during the Civil War. Cambridge (Massachussetts): Harvard University Press. ISBN 9780674362130.  Richardson, Heather Cox (1997). The Greatest Nation of the Earth: Republican Economic Policies during the Civil War. Cambridge (Massachussetts): Harvard University Press. ISBN 9780674362130.  Rothbard, Murray N. (2006). Economic Thought Before Adam Smith. An Austrian Perspective on the History of Economic Thought, Volume I 1. Northampton: Edward Elgar Publishing.  Rothbard, Murray N. (2006). ClassicalEconomics. An Austrian Perspective on the History of Economic Thought, Volume II 2. Northampton: Edward Elgar Publishing.  Vaggi, Gianni; Groenewegen, Peter (2003). A Concise History of Economic Thought: From Mercantilism to Monetarism. Nueva York: Palgrave Macmillan. ISBN 978-1-4039-8739-6.  Wilson, Charles (1966). Mercantilism. Londres: Historical Association. Colbertismo es el nombre que se da a una doctrina económica del siglo XVII, elaborada por Jean-Baptiste Colbert Contrôleur général des finances (ministro de finanzas) de Luis XIV. El colbertismo es una variante del mercantilismo y es considerada un conjunto de prácticas políticas, más que una teoría económica. Esta política económica fue practicada en Francia entre 1661 y 1683, fecha de la muerte de Colbert. Sin embargo fue continuada con algunas modificaciones por sus sucesores. Como pensamiento económico, que sugería que una de las principales funciones del Estado es promover la producción de riqueza en un país a fin de financiar los gastos de Estado mediante el fomento del desarrollo económico nacional, fue reemplazada en el siglo XVIII por la fisiocracia y, posteriormente, por el liberalismo económico.
  • 13. Características principales Las ideas principales características del colbertismo son las siguientes:  La acumulación de riqueza en la forma de lingotes a través de una balanza de pagos excedentaria y el aumento del producto de los impuestos además el contrabando.  Proteccionismo del mercado y productores internos.  Subsidios a las exportaciones.  Implementación de dirección fiscal. Colbert transformó la lógica mercantilista de acumulación de riquezas a través de una organización meticulosa del Estado que hace del proyecto una expresión del espíritu progresista y aspiraciones de grandeza del país y su monarca. En ese sentido, la riqueza no sólo es acumulada para ser guardada o incluso para transformarla en recurso productivo, sino para exhibirla, dando así origen o justificación a la gran expansión de las artes , artesanías, ciencia y cultura, e incluso edificios "públicos" propios de la época, algunos construidos específicamente para dar una sede a instituciones que contribuían al prestigio y grandeza del país, tales como el Instituto de Francia que recibió, entre otras grandes instituciones, la recientemente formada Academia francesa. Otros, tales como el Hospital de Los Inválidos, al menos parcialmente como continuación de un nuevo espíritu que eventualmente condujo a la idea de "servicios al público" por parte del Estado: por ejemplo, el Hospital de la Pitié-Salpêtrière, la dedicación del Louvre como palacio para las artes, la creación de una 'Bibliothèque Nationale" en el Palacio Real (París) y la construcción de espacios públicos tales como Plaza Vendôme y Plaza de la Concordia, ambas rodeadas con locales para negocios. Además la construcción del edificio de la Escuela militar (Francia), etc, el todo coronado por el Palacio de Versalles; edificios que no sólo impulsaron el desarrollo técnico de la época creando empleos, Los apoyos otorgados a sectores de la industria francesa de la época -conocidos como el sector de “Manufactures privilégiées” -aquellos que tenían un sistema de producción muy regulado a fin de garantizar alta calidad (ver también Manufactura real)- no fueron concebidos como de plazo indefinido. El objetivo era que las empresas adquirieran tanto el conocimiento o experiencia suficiente como el tamaño o escala necesaria para competir cara a cara con los principales competidores de la época. (ingleses y holandeses). Los ejemplos más conocidos de tales empresa son los Gobelinos; Saint-Gobain , las porcelanas de Sèvres, las fábricas de armamentos en Saint-Étienne, etc, Ejecucióndel proyecto El historiador Pablo Aimar señala que las industrias “manufactureras” mencionadas constituyen realmente más una concentración bajo un mismo techo de talleres artesanales (pero obviamente de suma habilidad) que una organización industrial propiamente tal. La época de oro del colbertismo es aquella en la cual Colbert centro su atención en la construcción del “canal du Midi” en el cual el Estado financió el 40% de la construcción y el 75% de las obras fueron efectuadas en tres años, precediendo 1670. El resto de la construcción se demora hasta 1690. Otro de los grandes proyectos de la política fue la donación de seis millones de capital a la compagnie des Indes Occidentales, a fin de desarrollar el cultivo del tabaco en las Antillas. Pero de ese proyecto por un largo tiempo los principales beneficiados fueron los comerciantes del tabaco holandeses, país que en aquella época constituía uno de los principales competidores de Francia.
  • 14. Errores similares se cometieron después de la muerte de Colbert, por ejemplo, con la creación del “Banco General” y posterior fusion de ese organismo con la Compagnie des Indes Occidentales a fin de explotar la Luisiana (Nueva Francia), lo que - a pesar de enriquecer a muchos (en esa época se origina el término "millonarios") terminó con la primera gran crisis económica moderna. (véase John Law). Colbertismoposteriormente En Francia se usa el término “neocolbertismo” para referirse al “dirigismo” que fue la variedad de intervencionismo implementado por el gobierno francés después de 1945. Ese neocolbertismo no trató de acumular riqueza o subsidiar exportaciones pero más bien de financiar estudios científicos y de hacer emerger una industria nacional capaz de recrear y mantener tanto la infraestructura como una economía de escala moderna, especialmente a través de promover la creación de industrias que se ven como "campeones nacionales" en la medida que alcanzan reconocimiento internacional. El neocolbertismo ha sido visto por políticos tanto a nivel francés como europeo como una política para enfrentar al proceso de deslocalización que proviene del liberalismo moderno o neoliberalismo. Esto no cuenta con la aprobación general de los economistas. Así, por ejemplo, Phillipe Escande ha escrito: “Esta política dirigista tiene dos defectos. Por un lado, dirige los dineros públicos, notablemente los de estudios y desarrollos científicos, a los “campeones” que no necesariamente los necesitan, a detrimento de las instituciones menores... (...) por el otro, protege a los grandes grupos (industriales) y limita la competición y, por ende, la emergencia de nuevos rivales. Es lo que el economista austriaco Joseph Schumpeter teorizo como “destrucción creativa” lo que permite a los innovadores tomar el lugar de los actores actuales”. Bibliografía  Philippe MINARD, La fortune du colbertisme, Etat et industrie dans la France des Lumières, Paris, Fayard, 1998.  Le Colbertisme "high tech" : économie des Telecom et du Grand Projet.- Élie Cohen, (Paris : Hachette, 1992) ISBN 2-01-019343-1. Siempre se toma como comienzo de la economía clásica la publicación, en 1776, de la obra de Adam Smith Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones —más conocido como La riqueza de las naciones–. La escuela estuvo activa hasta mediados del siglo XIX. A pesar de su rechazo al mercado libre, la escuela de economía más grande que todavía se adhiere a las formas clásicas es la escuela marxista. Sin embargo, la Nueva economía clásica esta fuertemente influida por las percepciones generales de la escuela. Además de la obra de Smith, en la cual unas de sus teorías más importantes eran la de la filosofía es naturalista "la ley natural es superior a la ley humana" y que la economía esta regida por una "mano invisible" en la cual, el estado no debe de intervenir, y que los seres humanos actúan en su propio interés: el hombre de negocios invierte para obtener beneficios, gracias a algunas de sus aplicaciones a la filosofía social, de John Stuart Mill (1848). Ambas fueron obras de uso generalizado en las cátedras de “economía política” hasta la
  • 15. introducción de los Principios de economía de Alfred Marshall (1890). Otro texto cuya importancia no puede ser ignorada es El Capital, de Marx (1867). Los economistas clásicos intentaron explicar el crecimiento y el desarrollo económico. Elaboraron sus teorías acerca del “estado progresivo” de las naciones en una época en la que el capitalismo se encontraba en pleno auge tras salir de una sociedad feudal y en la que la revolución industrial provocaba enormes cambios sociales. Los economistas clásicos reorientaron la economía, alejándose del análisis previo que se centraba en los intereses personales del gobernante y/o las clases gobernantes. El fisiócrata François Quesnay y Adam Smith, por ejemplo, identificaron la riqueza de la nación con el producto nacional bruto, en lugar de con la tesorería del rey o del estado. Smith veía este producto nacional como derivado del trabajo aplicado a la tierra y al capital. Ese producto nacional se divide "naturalmente" entre trabajadores, terratenientes y capitalistas, en la forma de salario, renta y beneficios. La economía clásica fue desplazada en gran parte por escuelas de pensamiento marginalistas, que derivaban su concepto de valor de la utilidad marginal que los consumidores encontraron en un bien en lugar del costo de los gastos envueltos en producirlo. Sin embargo, algunas de las percepciones clásicas fueron incorporadas en la escuela neoclásica, que se inició en el Reino Unido a partir del trabajo de Alfred Marshall. Características de laescuelaclásica Metodología de los clásicos La metodología de los clásicos estaba fuertemente influida por los desarrollos científicos tempranos, derivados de Newton y la tradición crítica o analítica trazable a Kant. Los clásicos buscaban fundar sus posiciones en el estudio empírico o de la realidad a fin de formular, generalmente, modelos conceptuales que les permitieran enunciar leyes naturales relevantes al área de estudio, consecuentemente utilizaban extensiva, pero no exclusivamente, el razonamiento inductivo. Lo anterior parece sugerir, en general, una concepción "estática" de las relaciones económicas, en el sentido que esas se basan o deben a leyes que, al igual que las leyes físicas, se supone son eternas y universales. Pero eso no se debe interpretar como significado de que se carezca de cualquier "flexibilidad" o "libertad" en relación a los procesos o el sistema que implementan esas leyes sino más bien como una sugerencia de que, si las leyes son conocidas y explotadas dan origen (en las palabras de Smith) a "... planes muy diversos en la manera general de emplearlo, pero no todos estos planes conducen igualmente a incrementar el producto. La política de unas naciones ha fomentado extraordinariamente las actividades económicas rurales, y la de otras: las urbanas. Difícilmente se encontrará una nación que haya tratado con la misma igualdad e imparcialidad esas distintas actividades. Desde la caída del Imperio Romano la política de Europa ha favorecido más las artes, las manufacturas y el comercio (actividades económicas propias de las ciudades) que la agricultura; actividad económica rural. En el Libro tercero se explican las circunstancias que dieron origen a esa política, y aconsejaron aplicarla.". Dado un plan exitoso se obtiene: "La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas en la división del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se derrama hasta las clases inferiores del pueblo. Todo obrero dispone de una cantidad mayor de su propia obra, en exceso de sus necesidades, y como cualquier otro artesano, se halla en la misma situación, se encuentra en condiciones de cambiar una gran cantidad de sus propios bienes por una gran cantidad de los creados por otros; o lo que es lo mismo, por el precio de una gran cantidad de los suyos. El uno provee al otro
  • 16. de lo que necesita, y recíprocamente, con lo cual se difunde una general abundancia en todos los rangos de la sociedad." El asunto de si es posible o no considerar las “leyes económicas” como leyes naturales permanece en la actualidad (principios de segunda década del siglo XXI, y a partir del análisis de Alfred Marshall) debatido. Objetivos oáreas de interés Como es generalmente aceptado la economía o escuela clásicatiene las siguientes áreas de interés.  El foco de atención son los grupos o clases de individuos. La economía clásica (llamada economía política) estudia lo que determina los salarios recibidos por los trabajadores en general más que lo que cada trabajador individual recibe; o qué ocasiona que la tasa de ganancia suba o baje, más que los factores que ocasionan la ganancia de una empresa particular, etc.  Interés en la generación e incremento de la riqueza general o de las naciones —lo que ahora se conoce como Crecimiento económico—. El aumento en la riqueza era conceptualizado debido a la generación de lo que desde los tiempos de los fisiócratas se llamaba plusvalía. Por ejemplo, el resultado de la producción agrícola es –generalmente– superior a la semilla usada. Esa cantidad "extra" es plusvalía e implica que la riqueza ha aumentado. Esa generación de plusvalía es percibida como dependiente, no solo de los factores de producción sino de una multitud de elementos y fenómenos tales como las formas de organización e intercambio de los mismos, tanto a nivel empresarial como social. El famoso ejemplo de la fabricación de alfileres de Adam Smith muestra como una nueva forma de organización de la producción lleva a una producción superior o extra a la obtenida anteriormente, sin uso de recursos -trabajo, bienes de capital, etc- adicionales (ver División del trabajo). Adicionalmente a partir de los clásicos el como el gobierno se aproxime a las actividades productivas, por ejemplo, permitiendo o restringiendo la libertad de comercio, no puede ser ignorado en el análisis económico. Doctrinas y “leyes económicas"clásicas Es necesario notar que no todos los clásicos compartían la totalidad de ya sea estas asunciones generales y leyes económicas o la interpretación de ellas. Sin embargo, los clásicos como escuela si pueden ser caracterizados por ellas. Asunciones generales  Doctrina del interés propio o egoísmo psicológico. Los clásicos asumen que la motivación básica y natural de los individuos es el interés propio. Los productores producen no porque deseen hacer el bien, sino porque les conviene. Los consumidores compran no porque les interese el bienestar de los productores, sino porque consideran que lo que compran les es útil, etc. (ver, por ejemplo: Ética en David Hume ).  Doctrina de la racionalidad de los individuos. La característica principal de los seres humanos es que son animales racionales. Las personas actúan —o consiguen sus objetivos— más efectivamente cuando lo hacen de acuerdo a la razón (ver Racionalismo y Empirismo).
  • 17.  Doctrinas de la competencia y la cooperación. Los individuos persiguen racionalmente sus intereses a veces compitiendo y a veces cooperando. Smith enfatizo las ventajas de la competencia individual, sugiriendo que esos intereses competitivos individuales convergen, como dirigidos por una "mano invisible", en el interés común (Doctrina de la armonía de los intereses). Ricardo y esos influidos por el (especialmente Marx), se centraron en la competencia de grupos o clases (ver lucha de clases). Stuart Mill promovió las ventajas de la cooperación.  Doctrina del trabajo como fuente de toda riqueza y valor. Por ejemplo, Adam Smith comienza su La riqueza de las naciones estableciendo que «el trabajo anual de un país es el fondo que originalmente le proporciona todas las cosas necesarias y convenientes para la vida y que anualmente consume; y esas cosas son siempre ya sea el producto inmediato de ese trabajo, o lo que es comprado en otros países con ese producto».  Doctrina del desarrollo o progreso. A partir de Turgot los procesos económicos son percibidos como teniendo lugar en tiempos históricos, lo que lleva a los clásicos a una concepción de progreso evolutivo. (ver "La madurez de la idea del progreso: el aporte francés" en progreso). Todos los clásicos avanzan teorías de etapas de desarrollo económico social, las que generalmente, pero no siempre (ver Malthusianismo) culminan en una etapa de abundancia y bienestar general. Esas etapas a su vez pueden ser subdivididas en momentos o estadios, el todo basado en la aplicación (intencional o no) de leyes económicas. Así, por ejemplo, en el esquema de Smith la progresiva división del trabajo está estrechamente relacionada con otros dos fenómenos: la acumulación de capital y la extensión gradual del mercado. La acumulación de capital permite alcanzar grados de especialización cada vez mayores y esto da lugar a un aumento continuo de la productividad del conjunto de factores productivos.  Doctrina de la mínima distorsión de actividades económicas. Si las “leyes económicas” son leyes naturales cuya aplicación conduce a la eficiencia económica, a lo menos que se distorsione su funcionamiento, lo más eficiencia. Los procesos económicos eran considerados como capaces de autorregulación, en otras palabras, las fuerzas económicas por sí mismas dirigirán la producción, intercambio y consumo a su nivel más eficiente. Esto generalmente se interpreta, en la actualidad — pero no del todo correctamente, como significando “mínima intervención estatal”, laissez faire o mercado libre: a lo menos gobierno, lo mejor. La acción del estado debe confinarse a proteger los derechos individuales (especialmente el de propiedad), proveer la defensa nacional y algunos servicios públicos de interés general (justicia, algunos tipos de educación, etc.). Principales "leyes" económicas  Ley de Petty y Ley de Engel: El progreso técnico reduce los costos de transporte, lo que aumenta los ingresos (o poder de compra de los mismos) de la población en general y expande y transforma el mercado, facilitando así el crecimiento urbano y la expansión de la producción.  Ley de los mercados: La riqueza depende de la producción. Cuantos más bienes se produzcan, más bienes existirán, que constituirán una demanda para otros bienes, lo que tiende a una situación (que los clásicos denominaban Estado progresivo) en la cual todos los recursos se emplean al máximo, a beneficio general.
  • 18.  Ley de la oferta. Dado que ciertos bienes se pueden vender (en otras palabras: dada la existencia de deseo por ciertos bienes) el “valor de cambio” o precio de los mismos depende de la oferta. Si hay un solo productor, o los productores actúan en conjunto, los precios serán los de monopolio (es decir, los más altos posibles). Si hay varios productores y hay competencia, los precios decaerán al límite posible: el costo de producción o precio natural (Teoría del valor como costo de producción) (nótese que ese precio natural incluye los "salarios" tanto del trabajo como del capital y los recursos naturales, incluyendo la renta financiera). No es que los clásicos ignoraran la demanda, es que no la consideraban importante en el largo plazo: "Por abundante que sea la demanda, nunca puede elevar permanentemente el precio de una mercancía sobre los gastos de su producción, incluyendo en ese gasto la ganancia de los productores. Parece natural por lo tanto buscar la causa de la variación del precio permanente en los gastos de producción. Disminuyase esos y (el precio de) la mercadería debe finalmente decaer, aumentense y seguramente subirán. ¿Qué tiene todo eso que ver con la demanda?". En otras palabras: asumiendo competencia, los productores están forzados a reducir el precio al mínimo posible, de lo contrario arriesgan no vender mientras sus competidores venden todo. (Estas cuatro leyes se pueden ver como justificando el optimismo de muchos clásicos, a partir de Smith, en el sentido de creer que el progreso conduce a la “opulencia general”, creencia que sus críticos —por ejemplo, Veblen, Schumacher; etc — llaman "teoría del más es mejor"- véase también Economía del estado estacionario).  Teoría del valor-trabajo: El valor de un bien o servicio está dado por la cantidad de trabajo empleado en la producción de ese bien o servicio.  Ley de los rendimientos decrecientes: se refiere a la disminución paulatina de los rendimientos económicos -especialmente la tasa de ganancia- en la medida que, manteniendo el resto de factores constantes, se añadan cantidades adicionales de un recurso específico. La asunción general es que tanto la expansión de la población como el avance tecnológico lleva al uso de recursos cada vez más difíciles de explotar, o menos productivos. Dado que los precios por lo menos no aumentan, sigue que la producción/ganancia debe decaer.  Ley de hierro de los sueldos: los salarios reales tienden "de forma natural" hacia un nivel mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia de los trabajadores. Cualquier incremento en los salarios por encima de este nivel provoca que las familias tengan un mayor número de hijos y por tanto un incremento de la población, y el consiguiente aumento de la competencia por obtener un empleo hará que los salarios se reduzcan de nuevo a ese mínimo. Dicotomíaclásica Los clásicos creían que las variables "nominales" o monetarias y las "real" o físicas pueden ser analizadas independientemente. Por ejemplo, se proponía que cosas tales como el producto y ganancia real pueden ser analizadas sin considerar a sus contrapartidas nominales: el valor monetario de esa producción y la tasa de ganancia. Uno de los efectos más importantes de esa asunción, especialmente a niveles introductorios en la disciplina, es que permite simplificar el estudio de los fenómenos económicos.
  • 19. La dicotomía puede ser definida como la tentativa de explicar los fenómenos económicos exclusivamente en función de variables económicas, excluyendo, entre otras, las variables monetarias, lo que lleva, obviamente, a la búsqueda de factores que permitan explicar lo económico sin referencia a tales aspectos "externos", incluyendo los monetarios. Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que parece sugerir que la única función del dinero es servir como medio de cambio, pero no influencia directamente ni la producción ni la demanda. Partiendo de la base que la producción y venta de bienes solo adquieren su sentido cuando terminan en otra compra, completando así una transacción económica, Say sugiere: «El dinero cumple solo una función momentánea en ese doble cambio, y cuando la transacción es finalmente concluida, siempre se encontrará que un tipo de mercadería ha sido cambiada por otra». (J.B. Say, 1803). Sigue que cualquiera fluctuación en el mercado "real" no se debe a efectos monetarios sino a distorsiones o fallos en el mismo. Pero esas distorsiones son meramente locales y transitorias: en el largo plazo, las fuerzas económicas, por sí mismas, restauran un equilibrio que implica, de acuerdo a la ley de Say, que los factores económicos están siendo usados plenamente. Percibir que el producto es de equilibrio en el largo plazo impide que el dinero tenga efectos reales en la economía. Esto está muy cerca de decir que el dinero es "neutral", en el sentido que afecta solo aspectos nominales (por ejemplo, los precios) pero no las variables reales (la producción). Es necesario notar sin embargo que, estrictamente, la sugerencia de Say no propone neutralidad monetaria, solo que no es racional mantener dineros ociosos. Asumiendo neutralidad, la dicotomía sugiere que, a corto plazo, las variables reales no reaccionan ante un cambio en la política monetaria, y sólo son afectadas por cambios en otras variables reales. Eso implica que la oferta agregada debe ser perfectamente inelástica a cualquier perturbación originada en la demanda agregada. Por ejemplo, en una expansión monetaria, los precios absorben totalmente el choque y la producción o crecimiento de la producción se mantiene en su tasa natural. A largo plazo eso se repite o, más apropiadamente, se mantiene, ya que el producto siempre está en su nivel natural o de equilibrio, es decir, que está en el nivel de pleno empleo de los recursos productivos. Cualquier choque monetario es absorbido totalmente por los precios, generando solamente inflación o, quizás, deflación. Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se dieron cuenta de que el dinero no es neutral en ese sentido. Cambios en la cantidad de circulante afectan la tasa de interés, lo que a su vez afecta la tasa de ganancia y, consecuentemente, decisiones acerca de inversión y ahorro, lo que tiene efecto en la economía real. Aun así se esforzaron en mantener la dicotomía, buscando explicar el efecto del dinero a través de otras variables, lo que produce una situación más bien confusa. En las palabras de Stuart Mill: «Es perfectamente cierto que... una adición a la moneda casi siempre parece tener el efecto de bajar la tasa de interés; [...] porque está casi siempre acompañada de algo que realmente tiene esa tendencia [...] aunque como moneda estas adiciones monetarias no tienen un efecto sobre los intereses, como préstamos sí lo tienen.» Todo lo anterior se expresa en dos áreas problemáticas evidentes a través de toda la obra clásica: el problema del dinero y el problema del valor. La mayoría de las escuelas macroeconómicas actuales (incluyendo la Nueva Economía Keynesiana y los monetaristas) rechazan la dicotomía, dado que, profundizando la sugerencia de Stuart Mill, consideran que la
  • 20. cantidad de circulante afecta los cálculos económicos básicos, especialmente los relacionados con la tasa de interés. Sin embargo, algunas versiones de la Nueva economía clásica y algunas escuelas heterodoxas la aceptan. La cuestiónde la cantidad del circulante Los clásicos, especialmente los tempranos, estaban fuertemente influidos por la Teoría cuantitativa del dinero que heredaron de las posiciones de Locke' Hume. y Richard Cantillon. Sin embargo, esa teoría no especifica claramente el como se establece la relación entre el dinero y los bienes, es decir, el como se establecen los precios. Generalmente se sugería que el dinero (oro, plata, etc) es valuable "porque tiene valor" (ver Ilusión monetaria y Fetichismo de la mercancía). Esto dio origen a un debate prolongado pero no cruento, acerca de la concepción del dinero. A partir de Ricardo, los clásicos empezaron a avanzar lo que se puede denominar teoría del dinero como mercadería, de acuerdo a la cual, el dinero (oro, plata) tiene un valor el cual, al igual que cualquier otra mercadería, depende de la cantidad de trabajo requerido para su obtención. En las palabras de Ricardo: Oro y plata, como todas las demás mercancías, son valiosos sólo en proporción a la cantidad de mano de obra necesaria para producirlos y llevarlos al mercado... La cantidad de dinero que puede ser empleado en un país debe depender de su valor... Aunque el [papel moneda] no tiene ningún valor intrínseco, sin embargo, al limitar su cantidad, su valor de cambio es tan grande como una denominación igual de monedas metálicas, o lingotes de ese metal. Nótese que la teoría del dinero como mercadería (también llamada "metalismo") invierte, o por lo menos altera, la relación entre dinero y valor sugerida por la teoría cuantitativa. De acuerdo a esa, el dinero genera los precios. Su exceso produce inflación, su falta, deflación. De acuerdo a los metalistas, es la variación de los precios que lleva, al igual que con cualquier otra mercadería, a las variaciones en la cantidad de oro circulante: un aumento en lo que se puede comprar con una cierta cantidad de oro (deflación de otras mercaderías) da lugar a un aumento en el circulante, que eventualmente puede llevar a restablecer la paridad original o establecer una nueva (si la relación oro con otros bienes no es la que había). Puesto de otra manera. La producción de metales preciosos, al igual que cualquier otra mercadería, está determinada por la ganancia que se obtiene de su producción. Si esa ganancia aumenta -se puede comprar más bienes con el esfuerzo necesario para producir una cierta cantidad de oro- habrá interés en dedicarse a producir oro. Eso llevara a un aumento en la cantidad disponible de ese metal. Al igual que cualquier otro productor, los de metales preciosos (o los propietarios de dinero) llevaran su producto donde pueden conseguir mayores ganancias. Lo anterior implica que el dinero (considerado en su cantidad, o dinero realmente circulando) depende del mercado. Si su "valor" (lo que se puede conseguir por una cierta cantidad en relación al trabajo necesario para producirlo) aumenta, la cantidad de circulante aumentara "naturalmente". Y viceversa. Sin embargo, los clásicos estaban conscientes que en ciertos momentos históricos había habido inflación. Si la cantidad de circulante depende naturalmente del mercado, como podemos explicar eso? La situación se hizo urgente dado que Inglaterra sufrió, durante las Guerras Napoleónicas, a partir de la década de 1790, un
  • 21. periodo inflacionario, lo que llevó a un debate que en esencia fue acerca del valor e incremento en la cantidad de dinero que es suficiente para facilitar el comercio pero no tanto como para causar inflación. Dos posiciones o escuelas se hicieron evidentes: los lingotistas (bullionist en inglés) y los bancarios. La posición original (bancaria) se basa en lo que podría ser llamada la doctrina de "documentos de Garantía real" o respaldo hipotecario en castellano (Real bills doctrine en inglés, Doctrine des effets réels en francés). Los bancarios aducían que el respaldo del dinero en oro no es necesaria, siempre y cuando el circulante emitido por los bancos, especialmente como crédito, sea equivalente a depósitos financieros (título de crédito, etc) respaldados por un derecho real sobre bienes físicos tangibles y redimibles a corto plazo (60 días era sugerido inicialmente). Dado esa condición, los bancos podrían emitir tanto dinero como fuera requerido por la economía sin producir inflación. Esta teoría fue mantenida por, entre otros, Adam Smith y James Mill. La asunción general de esta posición es que, si el dinero es solo un medio de cambio entre mercaderías, cualquier cosa, incluyendo el papel moneda, puede servir como estándar de valor, con el proviso que establezca una relación estable y aceptada por los que lo utilizan con el trabajo necesario para producir bienes. Si un banco está dispuesto a aceptar, por ejemplo, el título de propiedad de una casa como garantía o pago, y el propietario de la casa y otros están dispuesto a aceptar una "nota promisoria" ( billete de banco) de ese banco como pago por sus bienes o propiedades, esos documentos han funcionado como dinero y, en la medida que no cambian ninguna “variable real” esencial, no puede causar inflación por el mero hecho que el respaldo, en lugar de ser una cierta cantidad de oro en el banco sea el valor de algún bien tangible. Después de todo, ambas “mercaderías” representan o contienen la misma cantidad de valor o trabajo, aquel necesario para producirlas. (Para Smith el proceso depende crucialmente de la confianza que los banqueros generen o adquieran). Una propuesta similar fue adoptada eventualmente en Alemania durante el período de la República de Weimar con el Rentenmark y, durante el nazismo, con los llamados "Bonos Mefo" (ver Economía de la Alemania nazi), en ambos casos con gran éxito. La posición alternativa, lingotista, era que la cantidad de circulante (monedas y papel) debe ser equivalente, en una proporción fija y estable, a la cantidad de metal precioso en los bancos. Si los bancos no están obligados a convertir las notas en oro en una proporción cierta, van a tener la tentación de emitir billetes en exceso a sus reservas de oro o plata en sus bóvedas. Esto conducirá a un exceso de oferta de dinero, lo que llevara a varias distorsiones, incluyendo la inflación. Para evitar todo eso, sostuvieron, es necesario mantener una equivalencia estricta entre la cantidad de circulante emitida por cualquier y todos los bancos y la cantidad de oro y plata mantenido como respaldo. Esta posición, representada, entre otros, por Ricardo, predomino hasta después de la Primera Guerra Mundial. (ver patrón oro). De acuerdo a esa posición, cualquier incremento en la cantidad de oro o plata en un país dado llevaría a un incremento en los precios en ese país, lo que significaría que la moneda (metales preciosos) irían a algún otro lugar, en el cual podría ser cambiada por bienes a una tasa más favorable. Conversamente, una deficiencia en la cantidad de oro causaría una caída local en los precios, que llevaría a la exportación de bienes e importación de oro o plata. Esto tendría el efecto que, a largo plazo, habría una tendencia a mantener una relación estable del valor (entendido como poder de compra) de esos metales. John Stuart Mill sugirió una posición intermedia, de acuerdo a la cual los bancos necesitan mantener solo una cierta proporción de lo emitido como depósitos en oro y/o plata, el resto pudiendo ser respaldado de acuerdo a la doctrina bancaria. Esto podría quizás dar origen a una cierta inflación, pero cualquier tendencia en esa dirección llevaría a los poseedores de billetes a cambiarlos por metálico, lo que forzaría a los bancos a redimir
  • 22. sus préstamos a fin de obtener el oro necesario para redimir sus notas. Ambos procesos a su vez reducirían el circulante, eliminado la inflación. Esta posición dio eventualmente origen al sistema de banca de reserva fraccional que existió desde esa fecha y que existe en el presente en todos los países industrializados. (Los depósitos en oro siendo reemplazados por depósitos en dólares que, hasta 1971, mantenía una relación fija, de 35 dólares por onza, con el oro. A partir de esa fecha, los respaldos están constituidos por las llamadas Moneda de reserva.- Ver Bancor). Clarificando, Stuart Mill, a pesar de que acepta en general la teoría cuantitativa, sugiere que el problema no es tanto la cantidad física de circulante, sino el crédito y las compras (o demanda) (Stuart Mill consideraba que solo el metálico era dinero propiamente tal. Billetes son pagarés y, junto con otras notas promisorias - bancarias o individuales, ya sea "a la vista" (o "en demanda") o a plazo- tales como cheques, crédito "en libros" o "a cuenta", etc, constituyen crédito.): “Pero ahora hemos encontrado que hay otras cosas, tales como billetes de banco, letras de cambio y cheques, que circulan como dinero, y realizar todas las funciones del mismo: y surge la pregunta: ¿Operan estos sustitutos sobre los precios en el misma manera que el dinero en sí? Tiende un incremento en la cantidad de papel transferible a aumentar los precios, de la misma manera y grado que un aumento en la cantidad de dinero?...” "Ha habido una gran cantidad de debates y argumentos sobre la cuestión de si algunas de estas formas de crédito y, en particular, si los billetes de banco, debe ser considerado como dinero. El asunto es tan puramente verbal que apenas vale la pena plantearlo, y uno tendría cierta dificultad en comprender por qué se le atribuye tanta importancia, si no hubiera algunas autoridades que, adhiriéndose todavía a la doctrina de la infancia de la sociedad y de la economía política, que la cantidad de dinero en comparación con la de los productos básicos, determina los precios en general, creen que es importante demostrar que los billetes de banco y no otras formas de crédito son dinero, a fin de apoyar la inferencia que los billetes de banco y no otras formas de crédito influyen sobre los precios. Es obvio, sin embargo, que los precios no dependen del dinero, sino de las compras. El dinero dejado con un banquero, y que contra el cual no se creen débitos, o que sea debitado para fines distintos a la compra de mercancías, no tiene ningún efecto sobre los precios, al igual que un crédito que no se utiliza. Crédito que se utiliza para la compra de productos afecta a los precios de la misma manera que el dinero. El dinero y el crédito están, pues, exactamente a la par, en su efecto sobre los precios; y si optamos clasificar los billetes en una o la otra, es en este sentido por completo indiferente. Conviene notar que este debate dio origen a otras diferencias, más complejas, de opinión, diferencias de las cuales se ha alegado que “aún hoy, hay lesiones importantes a ser aprendidas”. Por ejemplo, a partir de lo anterior el estudio de los efectos del crédito asume una gran importancia, lo que dio, eventualmente, origen - a través del trabajo de Knut Wicksell- al monetarismo y a las concepciones modernas al respecto: si se regula apropiadamente el crédito, no habrá fluctuaciones monetarias abruptas (ver agregado monetario y Oferta de dinero). El asuntodel valor El otro aspecto problemático es el asunto del [valor económico|valor]. Si asumimos que los procesos productivos pueden ser explicados sin relación directa a consideraciones monetarias tenemos que sugerir un método que permita evaluarlos sin referencia a tales aspectos. La solución obvia se encuentra en la plusvalía; es decir, al hecho que la finalidad de todo proceso productivo -en la medida que son de interés a la ciencia económica- es producir más bienes o "valor" que el empleado o gastado en el proceso mismo. Un proceso económico será productivo en la medida que el resultado, medido en bienes para uso y consumo, sea superior
  • 23. a los empleados para producirlos, cualquiera sea la medida o el resultado "monetario" para los individuos que participen en ese proceso. Esto requiere, por supuesto, una medida del valor que no este basado en cálculos monetarios. Adam Smith consideraba que la medida exacta para cuantificar el valor era el trabajo. Para él, el valor era la cantidad de mercancías que uno podía producir con, o recibir a cambio de, su trabajo (y, viceversa, el valor de una mercancía es la cantidad de ya sea otras mercancías o trabajo que se pueda recibir en cambio). Las mercancías concretas pueden cambiar, pero lo que siempre permanece invariable es el trabajo, o sea el desgaste de energía para producirlas, siendo entonces el trabajo el patrón definitivo e invariable del valor: lo que consume una hora de trabajo para ser producido tiene, desde este punto de vista, exactamente el mismo valor que cualquiera otra cosa que cueste otra hora de trabajo para ser producido. Esto llegó a ser conocido como Teoría del valor-trabajo. Pero esas relaciones de cambio no permanecen necesariamente constantes. Esto llevó a Smith y otros a introducir dos conceptos asociados: valor de uso y valor de cambio. En las palabras de Stuart Mill: "Adam Smith, en un pasaje citado a menudo, ha descendido sobre la ambigüedad obvia de la palabra valor, la cual, en uno de sus sentidos, significa utilidad, en otro, poder de compra, en su propio lenguaje, valor en uso y valor en intercambio"... y "la mayoría de los escritores modernos, a fin de evitar el gasto de dos buenas palabras en una sola idea, han empleado "precio" para referirse al valor de una cosa en relación al dinero, la cantidad de dinero por la cual será cambiado. Por el precio de una cosa, entonces, entenderemos su valor en dinero; por valor o valor de cambio, su poder general de compra, el comando que su posesión otorga en general sobre mercaderías comprables". Sin embargo, el "desgaste de energía para producir" o cantidad de trabajo envuelto en la producción de una cosa también varía, en general disminuyendo con el avance tecnológico. Adicionalmente hay un problema con la determinación práctica (con el fin del cálculo del valor de un bien) con el cómo se pueden medir, por lo menos potencialmente, diferentes "modalidades" de ese desgaste o trabajo: por ejemplo: ¿es el valor producido por una hora de trabajo de un cirujano o médico el mismo que el producido por una hora de trabajo de un obrero sin calificar? Y ¿cómo relacionamos esos casos extremos con el trabajo de un panadero, carpintero u obrero calificado? Stuart Mill resume en su obra la posición de Smith y otros. Simplificando, se puede decir que es el caso que diferentes tipos de trabajo comandan diferentes precios en relación a cosas tales como la competencia entre trabajadores, tiempo y dificultad de aprendizaje, seguridad o no de recompensa, dificultad y desagrado en efectuarlo, etc. Stuart Mill nota que los trabajos más desagradables y duros son generalmente los menos pagados dado que generalmente los que los llevan a cabo carecen de otra opción. Siendo ese el caso, se mantiene la relación del valor de un bien como dependiendo de la cantidad de trabajo necesario para producirlo, con el proviso que el "salario real" o valor (es decir, las mercaderías que se pueden adquirir por "precio por unidad de trabajo") de cada tipo de trabajo en particular son diferentes entre sí, pero nunca pudiendo ser en total superior al determinado por el nivel de competencia entre trabajadores: "Liberalidad, generosidad, y el crédito de la empresa, son motivos que, en cualquier grado que operan, se oponen a tomar la ventaja máxima de la competencia, y esos motivos podrían y aún ahora lo hacen, actuar sobre los empleadores de mano de obra en todos los departamentos de la gran industria, y lo más deseable es que así sea. Pero nunca pueden aumentar los salarios medios de la mano de obra más allá de la relación entre la población y el capital. Al dar más a cada trabajador empleado, limitan el poder de dar empleo numeroso, y por excelente que sea el efecto moral, hacen poca diferencia económicamente, a menos que el pauperismo de los
  • 24. que están excluidos conduzca indirectamente a un reajuste por medio de una mayor limitación en la población." (Stuart Mill, op. cit, conclusión) Pero esos diferentes tipos de trabajos están distribuidos diferentemente a través de las industrias. Por ejemplo, muchos de los trabajadores empleados en una empresa de Inteligencia artificial tienen niveles de educación y calificación diferentes a los empleados en una panadería. Sigue que el precio de los respectivos productos no se puede determinar solo en relación a un salario promedio general. Esto da origen a la Teoría del valor como costo de producción clásica: "Para recapitular: la oferta y demanda determinan el valor de todas las cosas que no se puede aumentar indefinidamente, a excepción de que incluso para ellas, cuando se producen en la industria, hay un valor mínimo, determinado por el coste de producción. Pero en todas las cosas que admiten la multiplicación indefinida, la demanda y la oferta sólo determinan las perturbaciones de valor, durante un período que no podrá exceder el tiempo necesario para modificar la oferta. Determinando así la oscilaciones de valor, ellas mismas obedecen a una fuerza superior, que hace gravitar el valor al Costo de Producción, que lo depositaria y mantendría allí, si nuevas influencias perturbadoras no estuvieran continuamente surgiendo para hacer que de nuevo estas mismas no se desvíen. Para continuar la línea de la metáfora, la demanda y la oferta siempre se apresuran a un equilibrio, pero la condición de equilibrio estable es cuando el intercambio de cosas entre sí sucede de acuerdo a sus costos de producción, o, en la expresión que hemos utilizado, cuando las cosas están en su Valor Natural". En la actualidad se considera, siguiendo el análisis de Piero Sraffa, que mucho del análisis anterior es improductivo, dado que no hay un algoritmo o fórmula generalmente válida que transforme "unidades de valor" en "unidades monetarias", en otras palabras, que resuelva el llamado problema de la transformación. Clarificando: la plusvalía debe ser considerada una medida física. Es, en la medida que sucede, una medida del incremento de los bienes materiales disponibles, ya sea para el consumo o uso como inversiones, que resultan últimamente del trabajo. Ese incremento puede ser expresado o medido en relación a cualquier otra mercadería (por ejemplo, se puede decir que un kilo de pan es producto del uso de x litros de petróleo, por lo tanto, el precio del pan aumentará si el precio del petróleo aumenta) incluyendo, si se lo desea, horas de trabajo estándar. Pero no hay una formulación tal que permita transformar de forma unívoca tal relación en “unidades de precio”, dado que estos, últimamente, no corresponden únicamente al costo de producción, dependen también de la demanda. Consecuentemente si bien es correcto que, desde el punto de vista de las sociedades, el interés de los procesos productivos reside en la capacidad o habilidad de generar valor (satisfacer necesidades materiales), es importante proceder con cuidado y mantener presente cuando se efectúan o consideran los cálculos que los esquemas conceptuales y/o las medidas y resultados relacionadas al valor y las en precios (o nominales) no son simplemente "mezclables". Bibliografía  Heinrich Sieveking (1921/1942): Historia de la Economía, desde el siglo XVII hasta la actualidad (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).  Andre, Luis, (1940) Historia Económica, Editorial: América, México D.F  Roll, Eric, (1942): Historia De Las Doctrinas Económicas, Editorial: Fondo de la cultura económica, México D.F  Rosseti, José P (1989): Introducción a la Economía.- Editorial: Harla, México.
  • 25.  Paschoal, José, (1994): Introducción a la economía, Editorial: Harla, México D.F  Fischer, Andre, (1990) Economía, Editorial: Mac Graw Hill, Bogotá.  Landreth, H y Colander D. (2006): Historia del Pensamiento Económico. Editorial: Mc Graw Hill, España.  Stanley L Brue y Randy R Grant; (2008): Historia del pensamiento económico (Spanish Edition). Editorial: Cengage Learning, México La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para posteriormente criticar su forma de pensar. La economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El capital, investigación dialéctica de las formas que adoptan las relaciones de valor. En su labor política y periodística, Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus errores. Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en dos. Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política (Trabajo asalariado y capital de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859, Salario, precio y ganancia de 1865) su obra cumbre al respecto es El capital. El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales solo el primero (cuya primera edición es de 1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la «célula» de la economía moderna, la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del valor, donde encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una mercancía como equivalente de todas las demás (dinero). Marx sostuvo que el dinero metálico, como el oro, es una mercancía, y su valor es el tiempo de trabajo necesario para producirlo. Marx argumentó que el oro y la plata se usan convencionalmente como dinero porque representan una gran cantidad de trabajo en una forma pequeña y duradera, lo cual es conveniente. El papel moneda es, en este modelo, una representación de oro o plata, casi sin valor propio, pero en circulación por decreto estatal.
  • 26. Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas de la sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel. La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses reside en que sus análisis económicos son ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la economía marxista. La acumulación de capital, trabajoy mano de obra excedente La acumulación primitiva de capital está definida como: proceso de creación de las condiciones para el nacimiento del capitalismo. La creación del capitalismo supone el uso de dos condiciones anteriores: la existencia de un grupo social (formado por hombres desprovistos de medios de producción y obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario) y la acumulación de la riqueza indispensable para crear negocios capitalistas. Esta creación requiere de la unión de las condiciones necesarias para el nacimiento de dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: explotados (trabajadores) y explotadores (empresarios). La distinción entre trabajo y fuerza de trabajo es central para el análisis de la distribución. La retribución del obrero se establece en un nivel correspondiente a los gastos socialmente necesarios para asegurar su renovación. Es una mercancía cuyo valor está determinado por la cantidad de trabajo social que pide la producción de cada obrero. Lo que afirma Marx se basa en la teoría aristotélica de la materia prima que, distingue el valor de uso (utilidad del objeto) del valor de cambio (lo que el objeto nos permite conseguir). En el proceso de intercambio se produce tanto, una inversión en el valor de cambio como, una inversión en el valor de uso. El diagrama de Adam Smith: ley de la oferta y la demanda, informa de la existencia de un valor añadido al producto en el que los beneficios son obtenidos por los capitalistas, pero no por el trabajador. Los salarios a partir del valor social del producto (el valor social del objeto producido es una función de las materias primas, las herramientas de producción y la mano de obra necesaria para la producción). El valor de cambio de un producto es el valor social que se aplica a una ganancia como resultado de un exces o de trabajo. Es en torno a los beneficios del valor agregado, que está emergiendo la lucha de clases, como proletarios capitalistas. Marx va a demostrar que el trabajador está en su derecho de reclamar el beneficio de este valor añadido, ya que este es un valor del mismo uso. Lo que hará el empresario capitalista, es hacer del trabajo un producto que cueste menos que el que utiliza, o dar más trabajo del que se requiere en la mano de obra. La ganancia es el valor añadido producido por el empleado, que el capitalista se apropia gratuita y legalmente. El aumento de la producción, por parte del capitalista se puede obtener mediante la ampliación de la jornada laboral, aumentando la intensidad de trabajo o reduciendo los salarios de desempleo, el cual es la presión a la
  • 27. baja sobre los salarios. Esta ganancia es la forma de expoliación del proletariado en el capitalismo. Es la ganancia modificada que se produce como una forma excedente, es la búsqueda del beneficio, es el motivo principal del capitalismo. Una actividad se desarrolla si es rentable, y esta rentabilidad es la tasa de beneficio obtenido (relación entre las ganancias y el capital total invertido). La acumulación de capital conlleva una disminución a largo plazo de la tasa de beneficio y una bajada en la tendencia de la tasa de provecho. Es un índice de los límites históricos del capitalismo. Si la modernización se incrementa, se trata de una sustitución creciente entre el "trabajo muerto" y "trabajo vivo”. En este momento solo existe el trabajo vivo, que está creando valor, el trabajo muerto no anima al capital por medio de la fuerza de trabajo. La acumulación excesiva de capital dará como resultado el empobrecimiento de la clase obrera. El capitalismo es víctima de su propia lógica. Hay cada vez menos capacidad de manejar sus contradicciones y avances hacia una crisis inevitable. Marx también presentó el problema de la redistribución igualitaria de la riqueza y su aplicación en una sociedad socialista, como señala en la Crítica del Programa de Gotha: ¿Qué es "reparto equitativo"? ¿No afirman los burgueses que el reparto actual es "equitativo"? En el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad común de los medios de producción, los productores no cambian sus productos; el trabajo invertido en los productos no se presenta aquí, tampoco, como valor de estos productos, como una cualidad material, poseída por ellos, pues aquí, por oposición a lo que sucede en la sociedad capitalista, los trabajos individuales no forman ya parte integrante del trabajo común mediante un rodeo, sino directamente. La expresión "el fruto del trabajo", ya hoy recusable por su ambigüedad, pierde así todo sentido. Pero unos individuos son superiores, física e intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o pueden trabajar más tiempo; y el trabajo, para servir de medida, tiene que determinarse en cuanto a duración o intensidad; de otro modo, deja de ser una medida. Este derecho igual es un derecho desigual para trabajo desigual. No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que un trabajador como los demás; pero reconoce, tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes individuales, y, por consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento. En el fondo es, por tanto, como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede consistir, por naturaleza, en la aplicación de una medida igual; pero los individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales) sólo pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les coloque bajo un mismo punto de vista y se les mire solamente en un aspecto determinado; por ejemplo, en el caso dado, sólo en cuanto obreros, y no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás. Prosigamos: un obrero está casado y otro no; uno tiene más hijos que otro, etc., etc. A igual trabajo y, por consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, uno obtiene de hecho más que otro, uno es más rico que otro, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual. Teoríadel valor y plusvalía Marx empleó una teoría del valor trabajo, que sostiene que el valor de una mercancía es el tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en ella. Para obtener beneficios los capitalistas compran la única mercancía
  • 28. capaz de producir valor, la fuerza de trabajo —la capacidad de trabajar—, por debajo de su valor. Así los salarios se mantienen en niveles relativamente bajos; solo suficientes para la subsistencia del trabajador y su familia —que lo reemplazaran— además de otras necesidades condicionadas moral e históricamente. Marx teorizó que la brecha entre el valor que produce un trabajador y su salario es una forma de trabajo no remunerado, conocido como plusvalía. Además, Marx argumenta que los mercados tienden a oscurecer las relaciones sociales y los procesos de producción; a esto llamó fetichismo de la mercancía. Las personas son muy conscientes de las mercancías y, por lo general, no piensan en las relaciones y el trabajo que representan. El análisis de Marx conduce a la consideración de crisis económicas periódicas, hoy llamadas ciclos económicos. Robert Heilbroner en The Worldly Philosophers dice que «Una propensión a la crisis no fue reconocida como una característica inherente al capitalismo por ningún otro economista de la época de Marx aunque los eventos futuros indudablemente hayan indicado su predicción de sucesivos auges y colisiones». Richard Goodwin formalizó la teoría de los ciclos económicos de Marx en A Growth Cycle (1967), un artículo publicado durante el año centenario de El Capital, Volumen I. Conviene recordar que Marx dice específicamente, en artículos por él editados, que el concepto "plusvalía" lo toma de David Ricardo, quien desarrolla hasta cierto punto la teoría del valor-trabajo, dándole ese nombre. Ricardo toma como punto de partida el concepto de valor comentado por Adam Smith. Este último es el primer economista conocido, por así definirlo, que plantea el concepto de "valor" que es la base de la plusvalía o plusvalor y Ricardo criticando a Smith es el primero en desarrollarlo de manera sistemática. Pero Marx introduce por primera vez la distinción entre fuerza de trabajo y trabajo, lo cual le permite explicar de manera eficaz la plusvalía y completar la teoría del valor-trabajo, lo que no habían conseguido los economistas precedentes. El plusvalor es un concepto indisolublemente unido a la teoría del valor-trabajo y es central para la descripción que ésta realiza de la explotación bajo el capitalismo. Estos conceptos aparecen definidos y utilizados principalmente en El capital y en los cuadernos II y III de los Grundrisse. El problema de explicar la fuente de la plusvalía lo expresa Friedrich Engels de la siguiente manera: ¿De dónde viene esta plusvalía? No puede provenir del comprador que compra los productos por debajo de su valor, ni del vendedor que los vende por encima de su valor. Porque en ambos casos las ganancias y las pérdidas de cada individuo se cancelan entre sí, ya que cada individuo es a su vez comprador y vendedor. Tampoco puede provenir de una trampa, porque aunque la trampa puede enriquecer a una persona a expensas de otra, no puede aumentar la suma total que poseen ambos y, por lo tanto, no puede aumentar la suma de los valores en circulación. Este problema debe resolverse, y debe resolverse de una manera puramente económica , excluyendo todo engaño y la intervención de cualquier fuerza, siendo el problema: ¿cómo es posible vender constantemente más caro de lo que se ha comprado, incluso bajo la hipótesis de que igual los valores siempre se intercambian por valores iguales? La solución de Marx fue distinguir entre tiempo de trabajo socialmente necesario y fuerza de trabajo. Un trabajador que es suficientemente productivo puede producir un valor de producción mayor que lo que cuesta contratarlo. Aunque su salario parece estar basado en las horas trabajadas, en un sentido económico este salario no refleja el valor total de lo que produce el trabajador. Efectivamente, no es trabajo lo que vende el trabajador, sino su capacidad para trabajar. Bibliografía