El agua potable debe estar libre de microorganismos patógenos y sustancias que puedan ser perjudiciales para la salud. Debe ser estéticamente aceptable sin turbidez, color, olor o sabor desagradables y poder ingerirse sin riesgo para la salud. El agua envasada se clasifica en aguas de manantial, aguas preparadas y aguas minerales naturales, siendo estas últimas las de mayor calidad.