Einstein tenía un cerebro más desarrollado que el cerebro humano promedio en varias maneras: su región parietal inferior era un 15% más ancha, carecía de un surco cerebral que permitió una mayor concentración de neuronas, y tenía un 73% más de células gliales de soporte. Estas diferencias anatómicas en su cerebro probablemente contribuyeron a su capacidad excepcional para el pensamiento matemático y la resolución de problemas.