SELECCIÓN DE LA MUESTRA Y MUESTREO EN INVESTIGACIÓN CUALITATIVA.pdf
AntropologíA
1. 2.- La libertad, según el concepto bíblico, consiste en una realidad comunicativa. La libertad de Dios no es la libertad de elegir entre lo bueno y lo malo, sino la libertad para un amor eterno. «Dios es, en su amor, liberador; y en su libertad, amante». En esta libertad, que no es limitada ni egoísta, deberían poder participar todos los hombres. También para los hombres es válida la afirmación de que «la libertad que Dios os ha dado es libertad para el amor». La libertad de que aquí se trata es la libertad para colaborar en aquello que Dios ha comenzado con su acción liberadora. Las libertades divina y humana no están en conflicto la una con la otra, sino que, muy al contrario, la libertad de Dios es el fundamento de la libertad del hombre, la cual se experimenta como libertad recibida gratuitamente y agradecida. Esto es una definición de la clase de libertad que ÉL nos da. En el Antiguo testamento (Ex 3, 7-8) En el Nuevo testamento (Juan 8, 31-36) 3.- Esta concepción concuerda en indicar la racionalidad, la libertad y la sociabilidad como características fundamentales del hombre. La racionalidad desde dos perspectivas: 1.Es propiedad de un alma “espiritual”: el espíritu la supera y la ilumina desde lo alto. 2. Se considera la racionalidad como una característica emergente del desarrollo del cerebro. En este caso, ésta no implica ninguna trascendencia. Rielo en sus conocimientos no se acentúan en la Fe sino en la Razón, de hecho el problema principal está en concebir la sustancialidad y la relacionalidad. - Si se elige la primera, entonces es difícil comprender cómo la persona puede tener relaciones que no sean sólo accidentales, extrínsecas, con el mundo, con los demás hombres y con Dios. - Si se acentúa la relacionalidad, entonces parece que desparezca la sustancialidad, el quid ontológico, o sea por lo que hace que esta persona sea esta persona. Se distingue: el ámbito divino o metafísico que trata del Sujeto Absoluto, de la realidad divina. - del místico u ontológico, La sustancia de la persona humana es su relación con Dios: - la comunicación de su espíritu creado con el acto divino presente en él. - Esto hace del espíritu psicomatizado una persona, libre y consciente. - La concepción de una sustancia identitática, incomunicable, sería “irrelación”, cosa que va contra toda experiencia por tanto, una sustancia “incomunicada”, irrelacional, sería imposible, inexistente. 4.- Según Platón considera “el alma” como parte esencial del hombre y es causa de vida para el cuerpo, su característica fundamental es la de ser inmortal, porque es increada y principio de movimiento de ella misma y del cuerpo. Para Aristóteles el cuerpo es la sede natural del alma. Aristóteles habla de tres tipos de alma vegetativa, sensitiva y la racional, esta última propia del hombre. Es la perfección de un cuerpo que tiene la vida en potencia; es la realización de una capacidad propia del cuerpo. En Descartes: el hombre es un sujeto autónomo dotado de una razón potencialmente omnisciente que es su carácter esencial, desde el momento que pienso tengo que admitir que existo. La libertad es la facultad soberana. La consciencia, nos indica no solamente que existimos, sino que somos libres. Nietzsche: El hombre no es todavía una especie completa. Para el hombre de Nietzsche, Dios ha muerto porque han muerto los grandes ideales morales y religiosos propuestos por Platón por Cristo e incluso por Kant, la religión y la moral no hacen más que envilecer la vida y son sólo un medio de defensa de los mediocres y de los débiles. Finalmente Rielo se aparta de las concepciones tradicionales que definen al ser humano por una de sus características. Va más allá. Si se quiere definir la persona, hay que partir del absoluto metafísico porque la suprema expresión del ser es la persona. Pero ni el ser ni la persona son los conceptos abstractos e informes larvados en las distintas filosofías. El origen de estas concepciones deformadas, que afectan directamente a la definición del ser humano, ha sido, según Rielo, el seudoprincipio de identidad. Todo concepto o definición, para que sea metafísicamente válido, hay que elevarlo al absoluto y excluir el campo fenomenológico.