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863
Introducción a la Bioética. Metodología para tomar
decisiones en Ética clínica*
La Bioética no es moda pasajera, sino modos de hacer y de pensar en nuestro quehacer
cotidiano del mundo sanitario, y aún más allá… con visos de permanencia. Aunque no se
perciba, la Bioética ayuda a realizar valores. Los métodos que emplea para ayudar a tomar
decisiones prudentes, es decir, responsables, semejan caminos de ida y vuelta, son tareas de
búsqueda donde entre luces y sombras siempre hay riesgo de equivocarse. Eso es así porque
el ser humano es falible, necesita orientación clara, consejo compasivo, tiempo para la reflexión
en conciencia, espacios de deliberación y discernimiento, apertura de mente y amplitud de
espíritu; sin esto último, todo lo anterior no adquiere su plenitud. Para que la deliberación moral
se haga realidad son necesarias ciertas condiciones individuales, talento y talante se podrían
llamar; y para que en los comités de ética –para la asistencia sanitaria o de investigación
clínica– pueda aplicarse aquélla es preciso que dicho proceso sea colectivo. De todo esto se
habla aquí: del ejercicio profesional, de principios, tópicos y procedimientos en Bioética, pero
fundamentalmente se dan razones; unas, sobre lo que se debe hacer so pena de reprobación
moral y acaso sanción jurídica y, otras, de lo que se exhorta a hacer aunque no exista
obligación legal de ello. No hay buena práctica sin la adecuada teoría, pero ésta no será
creíble y asumible si no se comprende y concreta en la praxis. He ahí el reto, que esperamos
sea fecundo.
Profesión médica; Responsabilidad profesional; Bioética; Decisiones en ética clínica;
Deliberación moral.
INTRODUCTION TO BIOETHICS. THE METHODOLOGY TO MAKE DECISION IN
CLINICAL ETHICS
Bioethics is not a passing mode, but rather the way of acting and thinking in our daily activities in
the health care world, and even more, that which has a tendency to continue. Although it is not
perceived, bioethics helps to establish values. The methods used to help in making wise
decisions, that is, responsible ones, resembles a round trip. They are tasks that mean searching
between lights and shades where there is always the risk of erring. This occurs because the
human is fallible, needs clear orientation, compassionate advise, time for self-reflection, spaces
for deliberation and making a judgment, opening of the mind and extension of the spirit. It is
impossible to acquire all of the above without the latter. In order to convert moral deliberation into
a reality, certain individual conditions are needed. These can be called talent and willingness.
This process must be a group one so that the health care or clinical research Ethics Committee
can apply all that is necessary. This all is commented on herein: professional exercise,
principles, topics and procedures in Bioethics, but fundamentally, reasons are given. Some of
these deal with what should be done under penalty of moral censorship and perhaps legal
sanction and others on what they are urged to do although there is no legal obligation to do so.
Good practice does not exist without adequate theory, but this would not be credible and
acceptable if it is not understood and done in the practice. This is the challenge and we hope it
will be fruitful.
Medical profession; Professional responsibility; Bioethics; Decisions in clinical ethics; Moral
deliberation.
M. de los Reyes López
Especialista en Cardiología. Magíster en Bioética (UCM). Expresidente de la Asociación de
Bioética Fundamental y Clínica
Resumen
Palabras clave
Abstract
Key words
Pediatr Integral 2007;XI(10):863-872
*Al final se adjunta un glosario, cuyos términos tienen que ver específicamente con el contenido del artículo. En él se definen, de-
tallan y amplían algunos importantes conceptos mencionados en el texto.
864
“La buena ética (clínica) debe
comenzar con buenos datos clínicos."
Javier Gafo, in memoriam
PREÁMBULO INELUDIBLE: EL
EJERCICIO PROFESIONAL, HOY
Encrucijadas de la práctica médica: la
reflexión ante todo
Hoy día, el recto ejercicio profesio-
nal no consiste sólo en la aplicación téc-
nica de procedimientos diagnósticos o te-
rapéuticos, o en el arte interpretativo de
las pruebas realizadas, sino que también
es indispensable asumir un compromiso
moral con el paciente individual y con la
sociedad.
El mundo de la salud y la enfermedad
plantea cuestiones ineludibles y delica-
das de índole antropológica, sanitaria, so-
cial, ética, económica, política, legal y re-
ligiosa. Sirvan algunos ejemplos de ello:
el dolor, el sufrimiento, la discapacidad
y la muerte; los interrogantes sobre los fi-
nes de la Medicina, los medios técnicos
de que se dispone y los costes para su-
fragar las necesidades y expectativas de
los pacientes y usuarios; las respuestas
ante situaciones concretas de discrimi-
nación, fragilidad o vulnerabilidad de las
personas; o la verdadera misión de los
profesionales sanitarios en sus respecti-
vos contextos. Las nuevas metas que ha
abierto el progreso de las ciencias, junto
a sus posibles aplicaciones diagnósticas
y terapéuticas, tocan los ámbitos más de-
licados de la vida en su significado más
profundo.
Acaso sea interesante y útil señalar
que la palabra “terapéutica” no significa
sólo “curación”, sino también “servicio”,
“cuidado”. El mismo sentido tiene el tér-
mino latino curatio, el de cuidado o cura,
en oposición a descuido o incuria. Por su
parte, el verbo griego iatreúo significa a
la vez cuidar y curar; de ahí procede la
palabra iatrós, médico, y de ésta deriva
yatrogénico. En fin, que médico no es só-
lo el que diagnostica, sino quien a veces
cura y siempre cuida. Por eso “curar con
cuidado” es, quizá, la última y originaria
justificación de nuestra actividad médica.
Según el estado de cosas actual, po-
dría resultar peligroso tratar de solucionar
directamente los conflictos éticos y lega-
les concretos de la práctica clínica con el
mero intuicionismo, con toscos prejuicios
o desde un marcado subjetivismo moral.
Eso no es conveniente ni deseable y, por
ello, hay que reflexionar previamente de
manera ordenada a partir de unas ba-
ses elementales de fundamentación. Só-
lo así podrá entenderse, en su verdadero
contexto, que la mayor parte de los asun-
tos sobre los que dirimir conductas no se
reducen a simples dilemas, sino que al-
canzan la categoría de problemas con
múltiples facetas y niveles de decisión.
En clínica y en (Bio)ética, los caminos
son siempre de ida y vuelta
Todo lo antedicho implica que la prác-
tica de la Medicina se ha hecho más com-
pleja y conflictiva, que las relaciones in-
tersubjetivas generan tensiones y no siem-
pre satisfacciones, que no se tienen res-
puestas de certeza para toda condición
clínica, que las instituciones y organiza-
ciones sanitarias a veces no se rigen por
criterios de equidad y eficiencia y que, con
harta frecuencia, los conflictos morales que
surgen en la atención sanitaria no se ana-
lizan con el sosiego debido ni se resuel-
ven con la prudencia necesaria. Y una
apostilla preliminar: un conflicto ético no
es –como algunos con visión reduccionista
afirman– un problema técnico mal plante-
ado o peor resuelto, sino más bien lo con-
trario,… la ética es inherente a la práctica
de una Medicina Clínica de calidad.
Llegados a este punto, es clave ha-
cerse varias preguntas:
• ¿Podemos detectar con facilidad los
problemas éticos de la práctica mé-
dica cotidiana?
• ¿Somos capaces de discernir los va-
lores morales que subyacen o afloran
en los conflictos?
• ¿Estaríamos en condiciones de emitir
juicios éticos razonables sobre cues-
tiones clínicas?
• ¿Buscamos el acuerdo tras una deli-
beración que pondere los intereses
de todas las partes?
• ¿Sabemos integrar en las decisiones
la racionalidad, las emociones, los sen-
timientos y las creencias?
Responder afirmativamente a todo ello
supondría un grado de madurez moral po-
co común, ya que no basta la mera intui-
ción ni por supuesto son suficientes los
mensajes que algunos apuntan: “sólo hay
que tener olfato moral”, “la ética es algo
subjetivo y no se puede enseñar ni obli-
gar”, “los actos son morales según que el
Derecho los permita o los prohíba”, “sólo
debo guiarme por principios y conviccio-
nes elevadas”, “las acciones son buenas
o malas sólo según las consecuencias que
se deriven de ellas”, “la autoridad de la je-
rarquía le confiere la razón”,... Como se
ve, un variado elenco de opiniones y aser-
tos. Pero, ¿hay otros discursos?
Ante semejantes incertidumbres, ¿qué
puede aportar la Bioética –como discipli-
na práctica que es– en nuestra sociedad
española con pluralidad de ideas, valores
y creencias? Pues algo fácil de enunciar
pero nada sencillo de llevar a cabo: ayu-
dar a tomar decisiones prudentes y a re-
alizar valores; es decir, no trata de bus-
car consenso de cualquier manera o se-
gún mercadeo de votos, sino elegir el o los
cursos de acción óptimos (a veces el mal
menor) huyendo de las posturas extremas
irreconciliables. Éste es el marco general,
no ideal sino real; su aplicación en cada
caso –en cada cuestión planteada en ca-
da artículo de esta monografía– obligará
a deliberar con arreglo a un método siste-
mático de análisis de los hechos, provo-
cará el afloramiento de los valores en con-
flicto y, al final y sólo entonces, intentará
concretar los deberes morales y las ac-
ciones a implementar. Nada más, pero tam-
poco menos.
CUESTIONES DE FUNDAMENTACIÓN:
UN MARCO DE REFERENCIA BÁSICO
La Bioética no puede constituirse en
moda sino que debe ser un modo de ha-
cer y un talante para replantear nuestro
quehacer cotidiano. Debe ser un mode-
lo para buscar la calidad, la excelencia
en nuestro trabajo, en la ética profesio-
nal del día a día. Porque la ética, en tan-
to que educación en los valores, no es
cuestión de modas sino de actualidad
permanente y una necesidad imperiosa
de nuestra sociedad civil.
¿La Bioética es una moda pasajera
en el campo sanitario o tiene visos de
permanencia? No cabe duda de que aho-
ra hay más sensibilidad hacia esta ma-
teria debido, en parte, a que los conflic-
tos de valores existentes pueden anali-
zarse con el método propio de una éti-
ca aplicada.
865
Juicio clínico y ético: dos procesos
que exigen prudencia y método
Antes de nada, dos precisiones lin-
güísticas, que no por sabidas resultan me-
nos controvertidas. Se trata de los voca-
blos “ética” y “moral”, que con el tiempo
han pasado a ser complementarios y mu-
chas veces intercambiables. Ética es un
término de origen griego que significa el
estudio de las costumbres o hábitos de la
vida de los seres humanos; Moral es el tér-
mino latino para designar lo mismo. Sin
embargo, “ética” ha venido a significar pos-
teriormente el estudio filosófico de los jui-
cios morales, más atento a los problemas
de fundamentación que a las cuestiones
de contenido, aunque también evalúa la
idoneidad de los valores o principios en
su aplicación a ciertos campos; por su par-
te, “moral” se suele circunscribir a las op-
ciones de valor personales o de grupo que
determinan unas normas de conducta.
También, hay que resaltar que los jui-
cios clínicos son siempre empíricos y con-
cretos; no basta el simple “ojo clínico” que
toma decisiones en arco reflejo sin pasar
por una fase de evaluación sistemática del
paciente y sus circunstancias. Igualmen-
te, los juicios éticos deben ser experien-
ciales, y por eso tampoco es suficiente
el “olfato moral”; por tanto, será preciso
efectuar el análisis de los diversos cursos
posibles de acción y someterlos a un pro-
ceso de deliberación. El resultado de es-
te último no pretende convertir los con-
flictos en dilemas, en cuestiones con só-
lo dos salidas, opuestas, disyuntivas y a
veces extremas. La realidad nos demuestra
que casi siempre el curso óptimo está en
un punto intermedio y que las actuacio-
nes, nunca imbuidas de certeza, deberán
efectuarse con “tacto prudencial”.
En suma, que no sólo se necesitan ta-
lento o aptitudes (conocimientos y habi-
lidades), que no es poco, sino talante o
actitudes; y ambos se pueden adquirir con
esfuerzo, perseverancia y voluntad de me-
jora en el actuar cotidiano. Sólo de este
modo: propiciando la reflexión, la escu-
cha activa, el respeto y la tolerancia por
las opiniones ajenas y, además, promo-
viendo la coherencia y autenticidad en
la defensa de los propios valores éticos,
se puede actuar prudentemente.
La prudencia (phrónesis), según es-
ta línea de razonamiento, sería aquella vir-
tud intelectual que permite tomar deci-
siones racionales en condiciones de in-
certidumbre. Ahora bien, las decisiones
prudentes nunca son ciertas, pero sí as-
piran a ser razonables. De hecho, tras un
proceso similar de deliberación y segui-
miento de un mismo método, es posible
que dos personas lleguen a conclusiones
distintas y elijan cursos de acción dife-
rentes, que no por ello dejen de ser pru-
dentes. Y es aquí donde surgen las du-
das y emergen ciertas tensiones; porque,
aunque cueste reconocerlo y asumirlo,
siempre habrá unas personas “abiertas”
y otras “estrechas” de mente, cuyas pers-
pectivas difieran e incluso supongan gra-
ves antagonismos.
La responsabilidad médica (ética y
jurídica): mucho más que meros
conceptos
La responsabilidad es una condición
inexcusable de la naturaleza humana; por
eso, el hombre debe vivir responsablemente,
esto es, debe responder y dar razones de
sus actos que, por definición, son actos de
libre elección. ¿Ante quién debe respon-
der? En primer lugar ante uno mismo, an-
te su conciencia. La conciencia moral es el
juicio de la propia razón sobre la moralidad
de las acciones que realizamos, es el pri-
mer tribunal de la razón moral. Pero tam-
bién, el ser humano debe rendir cuentas
a los demás –es decir, a las personas y a
la sociedad en su conjunto– no sólo porque
nos las pueden exigir sino por las conse-
cuencias que a otros les puedan afectar.
Los médicos, por el hecho de haber
elegido dicha profesión, tienen (tenemos)
unas obligaciones especiales con carac-
terísticas algo diferentes de sus obliga-
ciones generales como ciudadanos o de
las obligaciones específicas que se im-
pongan a sí mismos como individuos par-
ticulares. Es más, la sociedad establece
unos mínimos que se refieren a lo que
se considera maleficente –es decir, la
ignorancia, la impericia, la negligencia y
la imprudencia– pero no a lo que se ha
dado en llamar la excelencia.
Así pues, asumir una responsabilidad
ética implica el permanente respeto a los
principios éticos que rigen el ejercicio de
la profesión médica. En este sentido, se
trata de una categoría previa y superior a
la responsabilidad jurídica; ya que, ésta
se puede satisfacer con el cumplimiento
de las exigencias de diligencia debida y
de los mandatos de las leyes aplicables.
Por eso, el ethos profesional debe elevar
sus miras y no conformarse con los míni-
mos de legalidad, debe orientarse hacia
la excelencia.
CUESTIONES DE APLICACIÓN:
LA BIOÉTICA SIEMPRE ES ÉTICA
APLICADA
Principios bioéticos de la profesión
médica
Desde antiguo –al menos desde el si-
glo IV a. de C., cuando se cree que fue
compuesto el Juramento hipocrático– la
profesión médica ha tratado de estable-
cer sistemas de autocontrol para evitar o
paliar la mala práctica, y este propósito
ha pervivido en la Medicina occidental
hasta la actualidad. Aunque existen di-
versos paradigmas de fundamentación de
la Bioética, acaso el de los “principios”
sea el que más difusión y aplicación ha
tenido. Pero no hay que olvidar hoy día
que una Bioética moderna, entroncada de
lleno con las éticas civiles, supone la in-
corporación de “otros extraños a la ca-
becera del paciente”, como algunos han
descrito.
El término híbrido “Bio-ética” fue acu-
ñado por Potter (1970). La plasmación ini-
cial de sus principios –respeto por las per-
sonas, beneficencia, equidad– ocurre con
la publicación del famoso Informe Belmont
(National Commission, 1974-78). Poco des-
pués Beauchamp y Childress proponían
que los valores que entran en juego en los
problemas que se discuten en ética mé-
dica, y en general en Bioética, giraban en
torno a cuatro principios básicos: no ma-
leficencia, autonomía, justicia y benefi-
cencia. Estos principios, en su devenir
(Gracia D. Fundamentos de Bioética. 1989),
han adquirido la siguiente formulación ca-
da uno:
La Bioética puede ayudar a resolver
conflictos, conciliar posturas enfrenta-
das y, probablemente, reeducar en los
nuevos valores surgidos en el ámbito so-
ciosanitario. Otra cosa es cómo se lleva
esto a cabo. Además, falta por cono-
cer aún el verdadero calado del interés
por la Bioética en los ámbitos docente y
asistencial de nuestro país.
• Principio de no maleficencia: no se
debe hacer o promover un daño o per-
juicio deliberadamente a otro, sea por
acción u omisión. Recoge la clásica
consigna latina de la ética médica, pri-
mum non nocere, extraída del viejo
aforismo hipocrático “favorecer, o al
menos no perjudicar”; eso incluye tam-
bién la adecuación de la relación ries-
go/beneficio. Su contenido tiene que
ver específicamente con la compe-
tencia del médico, y viene definido por
la lex artis y los criterios de indicación,
de no indicación y de contraindica-
ción; no obstante, siempre habrá que
establecer criterios prudentes de ac-
tuación según sean las circunstancias
del caso (lex artis ad hoc). Esto per-
mite entender que este principio no
sea intemporal o absoluto, sino que
haya que definirlo en cada momento,
de acuerdo, entre otras cosas, con el
desarrollo del arte médico.
• Principio de autonomía: se deben
respetar las preferencias de las per-
sonas capaces y se debe promover
activamente la expresión de dichas
preferencias. Se identifica con la ca-
pacidad de tomar decisiones y de ges-
tionar aspectos de la propia vida y
muerte.
• Principio de justicia: deben repartir-
se de forma equitativa, entre los miem-
bros de una sociedad, las cargas y
los beneficios. Las diferencias sólo se
pueden justificar si van en beneficio
de todos o de los más desfavoreci-
dos. Se emplea para establecer los
criterios de distribución de los recur-
sos limitados.
• Principio de beneficencia: se debe
hacer o promover el bien hacia las per-
sonas respetando los ideales de vida
buena de cada una de ellas. Así co-
mo no puede hacerse el mal a otra
persona aunque nos lo pida, tampo-
co se le puede hacer el bien en con-
tra de su voluntad.
Procedimientos en Bioética
En España, Diego Gracia compiló de
manera exhaustiva hace años los méto-
dos procedimentales existentes y ofreció,
al final, su propuesta metódica (Procedi-
mientos de decisión en ética clínica. 1991).
Aquí sólo se describirán sucintamente al-
gunos de los más empleados para to-
mar decisiones, con una breve argumen-
tación de sus fundamentos.
• El “principialismo”. Beauchamp TL
y Childress JF formularon los “cuatro
principios” (Principles of Biomedical
Ethics. 1979) como deberes prima fa-
cie –expresión tomada de Ross D (The
Right and the Good. 1930)–; es decir,
consideraron todos del mismo rango
o nivel, aunque en caso de conflicto
las circunstancias particulares de ca-
da caso determinarían cuál prevale-
ce (deberes reales o efectivos).
Lo fundamentan en el concepto de
“moralidad común” (“la moral com-
partida en común por los miembros
de una sociedad, es decir, por el sen-
tido común no filosófico y por la tra-
dición”). Ese “sentido común moral”
evitaría los extremismos, tanto de-
ductivistas –considerar que los prin-
cipios morales son absolutos y deben
aplicarse automáticamente en todas
las situaciones, caiga quien caiga–
como inductivistas –pensar que no
hay más ética que la de cada caso,
de tal modo que las generalizaciones
sólo son inducciones incompletas a
partir de éstos–. Pese al éxito de su
teoría, en la búsqueda de ese equi-
librio reflexivo han recibido críticas,
por ejemplo: si tales principios son
homogéneos, si son todos expresión
de deberes morales o si algunos de
ellos configuran más bien ideales mo-
rales.
• El “nuevo casuismo”. Jonsen AR,
Siegler M y Winslade WJ (Clinical Et-
hics. 1986) postularon que la manera
idónea de realizar juicios morales ade-
cuados consiste en evaluar en pro-
fundidad las situaciones concretas,
analizar la experiencia y el conoci-
miento adquiridos por la tradición y
compararlas con casos similares. Lo
justifican así porque (Jonsen AR y Toul-
min S. The Abuse of Casuistry. A His-
tory of Moral Reasoning. 1988) algu-
nos tipos de razonamiento y juicio mo-
rales no apelan a principios ni a re-
glas, a derechos o virtudes, sino a na-
rraciones, casos paradigmáticos, ana-
logías, modelos a imitar, intuiciones
inmediatas, o la capacidad crítica de
discernimiento.
La esencia de este método –que des-
confía de los principios abstractos co-
mo herramientas útiles para abordar
conflictos concretos– consiste en ir
gradualmente de los casos claros y
resolubles a los más complicados y
difíciles; y sobre eso, determinar “qué
máxima debería guiar el caso en su
contexto específico” para generar con-
fianza y sabiduría práctica, lograr au-
toridad moral y consenso social.
A la hora de clasificar los puntos de
vista imprescindibles para enjuiciar
los problemas éticos, se recurre a
“cuatro tópicos”, subsumiendo en
cada uno de ellos diversas preguntas.
Dichas perspectivas son las siguien-
tes: indicaciones médicas (no malefi-
cencia y beneficencia], preferencias
del paciente (respeto a la autonomía),
calidad de vida (beneficencia, no ma-
leficencia y respeto a la autonomía
personal) y rasgos contextuales (leal-
tad y justicia). Al final, el acto moral
que se juzga –tanto si es transitivo o
dirigido hacia otro, como si es intran-
sitivo o hacia uno mismo– se califica
como: obligatorio, permitido o prohi-
bido. Pero aún con distinto lenguaje,
hay notable similitud de contenidos
y cierta correspondencia entre prin-
cipialismo y casuismo, variando, eso
sí, el enfoque del análisis entre uno y
otro método (Tabla I).
• El “principialismo jerarquizado”.
Entre nosotros, Gracia D (Procedi-
mientos de decisión en ética clínica.
1991) afirma que los mencionados
principios éticos son sólo “esbozos
morales” sin contenido material, que
derivan en realidad de un “canon for-866
Principialismo (4 principios) Casuismo (4 tópicos)
No maleficencia Indicaciones médicas
Autonomía Preferencias del paciente
Beneficencia Calidad de vida
Justicia Rasgos contextuales
TABLA I.
Correspondencia
entre la
propuesta
“principialista” y
la “casuísta”
mal” (“el hombre es persona, y en
cuanto tal tiene dignidad y no tiene
precio”) con pretensiones de univer-
salidad y de reciprocidad (“en tanto
que personas, todos los seres hu-
manos son iguales y merecen la mis-
ma consideración y respeto”). Insis-
te también en que los principios ad-
miten cierta jerarquía entre ellos y nin-
guno tiene carácter absoluto. Asi-
mismo, ha hecho ver que determina-
dos planteamientos procedimentales
de corte anglosajón no se ajustan
bien a la tradición moral, social y cul-
tural de los países latinos.
Para dicho autor, los principios de no
maleficencia y de justicia obligarían
con independencia de la opinión y vo-
luntad de las personas, y por ello se
dice que están a un nivel superior (ni-
vel 1) al de los principios de autono-
mía y de beneficencia (nivel 2). El pri-
mer nivel es exigible a todos por igual
mediante la imposición, la fuerza o
la búsqueda de consensos raciona-
les entre todos o la mayoría de los ciu-
dadanos, y es propio de las éticas ci-
viles (ética de mínimos); en cambio,
en el segundo nivel, cada uno fija su
propio horizonte de valores, lo que es
propio de las éticas particulares y de
las éticas religiosas (ética de máxi-
mos). En los casos de conflicto, el ni-
vel 1 tiene prioridad sobre el nivel 2
(Tabla II y glosario).
El razonamiento moral no concluye
aquí. Ninguno de estos cuatro prin-
cipios tiene carácter absoluto, lo que
significa que todos pueden admitir ex-
cepciones. Esto hace que las excep-
ciones siempre han de plantearse co-
mo un mal menor; esto es, cuando a
la luz de las consecuencias que se
deriven de la aplicación o no de un
determinado principio en circunstan-
cias particulares, se entienda que se
respeta más el canon cuando no se
sigue el principio que siguiéndolo. Es-
te carácter teleológico indica que las
excepciones nunca pueden conver-
tirse en norma y sólo puede apelar-
se a ellas en casos excepcionales. La
carga de la prueba, es decir, la obli-
gación de justificar racionalmente la
decisión, la tendrá quien plantee la ex-
cepción.
La deliberación moral como método
idóneo en ética clínica
Cualquier método de análisis de los
problemas éticos (los descritos u otros)
puede ser válido o no, dependiendo de
quiénes lo apliquen y cómo lo hagan, qué
fundamentos posea y cuál sea su razo-
namiento, si lo que se busca a toda cos-
ta como fin es la solución (única y ver-
dadera) al conflicto o, por el contrario, la
importancia recae en el proceso mismo
de reflexión, en el camino que se debe
desbrozar más que en la meta a la que
llegar. Ahí se fragua el éxito o el fraca-
so de un método u otro, en las personas
que los ponen en práctica. Por eso, hay
que avanzar respecto a lo antedicho y
enfocar el asunto en un contexto refe-
rencial más amplio del hasta ahora con-
templado: la deliberación es en sí un
método, un procedimiento (Gracia D.
La deliberación moral: el método de la
ética clínica. 2001).
Las éticas que articulan principios y
consecuencias se conocen hoy con el
nombre de “éticas de la responsabilidad”,
si bien este término –contrapuesto a “éti-
cas de la convicción”– tiene un origen más
remoto (Weber M. El político y el científi-
co. 1919). Un procedimiento para su pues-
ta en práctica es el proceso de delibera-
ción, que consiste en la ponderación de
los factores que intervienen en un acto o
situación concretos a fin de buscar su so-
lución óptima o, cuando esto no es posi-
ble, la menos lesiva. La deliberación pue-
de ser individual o colectiva –como ocu-
rre en la clínica (ya sea dentro del marco
de la relación médico-paciente, en las se-
siones de los comités de ética asistencial
o de ética de investigación clínica) o en
los tribunales de justicia (sea por un juez
o un jurado)– y se delibera sobre lo que
permite diferentes cursos de acción en or-
den a buscar el más adecuado (Gracia D.
La deliberación moral: el papel de las me-
todologías en ética clínica. En: Comités
de Ética Asistencial-ABFYC, 2000).
El bioeticista debe aparecer hoy día
“como un interlocutor socrático (mayéuti-
co) más que como un mero decisor o re-
solutor de problemas”. Debiera ser “el tá-
bano que cuestiona las arraigadas pre-
sunciones de nuestro discurso, desmon-
tando prematuras afirmaciones de verdad,
conclusión y virtud”. Por ello, quizá sea
útil advertir sobre “qué nuevos roles de-
berían cultivar los bioeticistas” (Leder D.
Toward a Hermeneutical Bioethics, 1994):
• Articuladores de las diversas pers-
pectivas de los participantes en el de-
bate del caso, permitiendo que sus
voces y preocupaciones emerjan, se
escuchen y se valoren.
• Facilitadores del diálogo entre todas
las partes interesadas, fomentando
el entendimiento mutuo y el respe-
to.
• Referentes (por sus conocimientos y
experiencia) en aquellos contextos y
puntos de vista que sean especial-
mente confusos o sistemáticamente
motivo de controversia.
En la tabla III, se indican una serie de
condiciones necesarias para ejercitar la
deliberación y algunos consejos pruden-
ciales para su práctica. Deliberar, también
es un arte.
El proceso de deliberación tiene exi-
gencias que, todas ellas, es indispensa- 867
Principios Ámbitos Especificaciones
Nivel 1. Ética de “mínimos”
No maleficencia Competencia profesional Indicación correcta
Metodología validada
Valoración de hechos biológicos
Justicia Eficiencia Costes/resultados
Equidad Distribución de recursos
Bien común/bien individual
Nivel 2. Ética de “máximos”
Autonomía Preferencias individuales Elección de alternativas
Consentimiento informado (criterios
de validez y autenticidad)
Beneficencia Calidad de vida Valores de la persona
Rectitud ética Riesgo/beneficio
Decisiones de representación
TABLA II.
El
“principialismo
jerarquizado”:
niveles,
principios,
ámbitos y
especificaciones
ble cultivar: la escucha atenta (las emo-
ciones a veces lo impiden o dificultan), el
esfuerzo por comprender la situación ob-
jeto de estudio, el análisis de los valores
implicados, la argumentación racional so-
bre los cursos de acción posibles y los
cursos óptimos, la aclaración del marco
legal correspondiente, el consejo no di-
rectivo y, finalmente, la ayuda aun en el
caso de que la opción elegida por quien
tiene el derecho y el deber de tomarla
no coincida con la que el profesional con-
sidera correcta, o la derivación a otro pro-
fesional en caso contrario.
Los problemas éticos consisten siem-
pre en conflictos de valor, y los valores
tienen como soporte necesario los he-
chos. Para proceder correctamente, se
parte siempre de la historia clínica del
paciente, pues sin un buen conocimien-
to previo de los datos biológicos y bio-
gráficos difícilmente se podrán valorar
los aspectos éticos comprometidos. Por
tanto, pueden establecerse unas etapas
por las que debe pasar todo proceso de-
liberativo que quiera ser correcto (Gra-
cia D. La deliberación moral: el método
de la ética clínica. 2001). Los pasos se-
cuenciales de describen sucesivamente
en las tablas IV, V y VI (y también glo-
sario).
La experiencia demuestra que si-
guiendo un procedimiento como el des-
crito pueden resolverse muchos conflic-
tos morales, o al menos clarificarse las si-
tuaciones, aun en el caso en que no de-
saparezcan las opacidades o los proble-
mas. Finalmente, conviene recordar que
el objeto del proceso de deliberación mo-
ral no es tomar las decisiones, ya que só-
lo tiene carácter consultivo (el ejemplo
típico son los comités de ética para la asis-
tencia sanitaria); únicamente, en el caso
de las sentencias judiciales la delibera-
ción adquiere carácter decisorio y ejecu-
tivo.
CONCLUSIÓN
El debate moral sobre los problemas
del mundo de la salud y la enfermedad
no se agotará nunca, porque innumera-
bles son las preguntas, las respuestas, la
discusión acerca de fines y medios, las
facetas de los conflictos y el modo de fun-
damentar o no los argumentos y motivos;
por ello, hay que volver de manera re-
currente sobre las cuestiones de actuali-
dad.
Nos urge a todos reflexionar sobre el
cambiante contexto sociocultural y sani-
tario de nuestro país en la actualidad. A
nadie se le escapa que, respecto antaño,
han cambiado bastante los valores indi-
viduales, familiares, sociales, culturales y
religiosos que imperan hoy día. Se dice
que hay crisis de valores, pero ¿de cuá-
les?, ¿acaso siempre hubo los mismos?;
de “los de toda la vida”, como a algunos
gusta decir sin precisarlos, lo cual sue-
na a hueco, porque cada época va des-
cubriendo o encubriendo valores según868
• Buena voluntad y búsqueda de la verdad (no es un comportamiento natural, sino
moral)
• Cierto grado de humildad o modestia intelectual (la soberbia y la vanidad, malas
compañías)
• Ausencia de restricciones psicológicas graves (miedos, angustia, prejuicios rígidos)
• Capacidad de dar razones que muevan los sentimientos (persuasión)
• Deseo de entendimiento y comprensión de la situación (información, toda la
necesaria)
• Escucha atenta e intercambio con otros de opiniones y argumentos (empatizar y
dinamizar)
• Respeto por los otros cuando se está en desacuerdo (hay valores morales
incompatibles)
• Precisa de conocimientos, habilidades y ciertos rasgos de carácter (talento y talante)
• Exige la ausencia de actitudes manipuladoras o coactivas (se pervierte el debate)
• Necesita la virtud de cada uno y la prudencia de todos (es un proceso educativo
continuo)
• Cooperación y colaboración en equipo (confianza, sinceridad, lealtad, sentido de
grupo)
• Análisis público y crítico de los propios puntos de vista (el momento y la oportunidad)
• Búsqueda del consenso legítimo (no a cualquier precio) y aceptación del disenso
justificado
• No asumir la infalibilidad e inmutabilidad de las decisiones tomadas (hay
incertidumbre)
• Ajustamiento al marco legal vigente (en el país), aun cuando la ética pueda
desbordarlo
TABLA III.
Deliberación
moral:
condiciones
para su práctica
y consejos
prudenciales
1. Presentación del caso por la persona responsable, después de recoger y ordenar
todos los datos pertinentes (hechos)
2. Discusión de los aspectos médicos, biológicos y biográficos, de la historia clínica
(hechos)
2.1. Problemas de salud física y psíquica (enfermedad mental)
2.2. Problemas psicológicos y emocionales
2.3. Problemas de la relación sanitaria
2.4. Problemas sociales y económicos
2.5. Problemas legales (reales o potenciales)
3. Identificación de los problemas morales que presenta (valores)
• Definir cada uno, establecer las posibles relaciones entre ellos, señalar el/los
más relevantes, sintetizar el principal recogiendo todos los matices necesarios
4. Identificación de los valores éticos en conflicto (valores)
5. Elección del problema ético motivo de la preocupación y proposición para el debate
colectivo (valores)
TABLA IV.
Deliberación
moral:
procedimiento
secuencial en
ética clínica (I)
(adaptado de
Gracia D)
Tiene plena vigencia lo que algu-
nos venimos afirmando desde hace tiem-
po: "Hemos concebido la educación en
Bioética como un empeño compartido e
ilusionado para mejorar la calidad de
nuestro quehacer como profesionales
sanitarios, como ciudadanos respon-
sables de una sociedad pluricreencial
que debiera caminar hacia el logro de la
excelencia en la ética de lo cotidiano"
(La educación en Bioética de los profe-
sionales sanitarios en España. ABFYC,
1999).
qué circunstancias. Hay quien aventura
la ausencia o el déficit de valores espiri-
tuales como la causa fundamental de cier-
tos conflictos morales, pero eso no es su-
ficiente para explicar ni dar respuestas
convincentes a todos los problemas. Otros
apuntan a la falta de autoridad o al rela-
tivismo ético de la sociedad de consu-
mo de nuestro mundo occidental; pero sus
contrarios, el autoritarismo o la imposición
sin diálogo de pautas de conducta tam-
bién llevan su parte de culpa en la situa-
ción creada.
Por la enjundia del tema que nos con-
grega, no estaría de más disponer nues-
tro ánimo con aquella máxima agustinia-
na, breve pero sustanciosa, que reza así:
“en lo importante, unidad; en lo dudo-
so, libertad; y en todo, caridad”. Pues
eso, paz y bien, porque ésta es sin duda
alguna la principal razón de ser de este
capítulo previo al análisis de las situa-
ciones concretas que vienen a conti-
nuación.
GLOSARIO (EN ORDEN ALFABÉTICO)**
Bioética
Disciplina que estudia los aspectos éticos
de la Medicina y la Biología en general y las
relaciones del ser humano con los restantes
seres vivos. En la actualidad también se defi-
ne con referencia a las Ciencias de la Salud o
biosanitarias. Sin embargo, la Bioética, como
toda ética aplicada, es el intento de analizar
racionalmente los deberes que como indivi-
duos y como miembros de la comunidad hu-
mana tenemos para con nosotros mismos y
para con todos los demás, en lo relativo a la
vida biológica, salud, enfermedad, gestión del
propio cuerpo, etc. Se trata de ligar hechos
biológicos y valores. Este neologismo ha go-
zado de una cierta indefinición o de una cier-
ta polisemia, lo que explica que se la disputen
diversas disciplinas o áreas: de la deontología
profesional y el bioderecho a la ética médica,
de la investigación a la clínica, de la Medicina
a la ecología, de las éticas civiles a las reli-
giosas. No obstante, la acepción (Bioética) usa-
da para los fines de este documento es la de
un gran espacio de debate racional, civil, plu-
ral y crítico de los problemas morales surgidos
en torno a la vida o en torno al cuerpo.
• Bioética clínica: parte de la Bioética (mi-
croética) que se ocupa de los problemas
éticos de la aplicación de la ciencia y la
tecnología médica a las personas, sanas
o enfermas.
• Ética de las organizaciones sanitarias:
parte de la Bioética (mesoética) que se
ocupa de la deliberación sobre los valo-
res relevantes para una organización sa-
nitaria y de su aplicación a todos los pro-
cesos (clínicos y de gestión) que realiza,
en orden a convertirla en una institución
de excelencia. Más precisamente, se de-
bería decir que es una parte de la ética,
ya que se incluye habitualmente en el cam-
po de la ética de las organizaciones, en
general, o en el campo de la ética em-
presarial.
Calidad de vida
Es la percepción subjetiva de un individuo
de vivir en condiciones dignas. No obstante,
se han diseñado cuestionarios y métodos pa-
ra tratar de evaluarla objetivamente con la ma-
yor fiabilidad posible.
Calidad de la asistencia sanitaria
Asegurar que cada paciente reciba el con-
junto de servicios diagnósticos y terapéuticos
más adecuado para conseguir una atención
sanitaria óptima –teniendo en cuenta todos los
factores y conocimientos del paciente y del ser-
vicio sanitario– y lograr el mejor resultado con
el mínimo riesgo y la máxima satisfacción del
paciente durante el proceso.
Coacción
Forma de influencia intencionada en las
decisiones de otro mediante la presentación
de una amenaza creíble de daño, evitable si se
accede a los deseos de quien ejerce dicha in-
fluencia.
Código
• De conducta: conjunto de normas escri-
tas (principios, guías o directrices) que la
organización o institución elabora, y que
pretende los siguientes fines: clarificar las
relaciones que establece, determinar las
diversas responsabilidades, orientar el tra-
bajo profesional, integrar a las personas
en un proyecto de cooperación y regular
las conductas de quienes trabajan en ella.
• Deontológico (en referencia a los Cole-
gios profesionales): normas deontológicas
establecidas por un colectivo profesional
determinado, para regular las actividades
que realizan sus miembros en el desarro-
llo de su ejercicio profesional específico.
Puede incluir procedimientos disciplinarios
porque los Colegios tienen facultades de-
legadas para ello.
Comité de Ética
• Para la Asistencia Sanitaria (CEAS). Tam-
bién denominado Comité de Ética Asis-
tencial. Es un grupo interdisciplinar de ca-
rácter consultivo, que tiene como finalidad
primordial la siguiente: ayudar desde la Bio-
ética a reflexionar y a tomar decisiones a la
propia institución, a los profesionales sani-
tarios y a los pacientes y usuarios sobre los
problemas éticos que se pueden producir
en la clínica asistencial, tanto en organiza-
ciones públicas como privadas, con el ob-
jetivo de mejorar la calidad de la asistencia
sanitaria y proteger los derechos de todos
los ciudadanos con ella relacionados.
869
6. Identificación de todos los cursos de acción posibles (deberes)
• Establecer un árbol de decisión con los cursos extremos e intermedios
7. Deliberación del curso de acción óptimo (deberes)
7.1. Contraste con los principios éticos (deberes)
• Análisis y discusión de los principios involucrados en el caso
• No Maleficencia y Justicia (nivel 1)
• Autonomía y Beneficencia (nivel 2)
• Identificar los conflictos entre los valores implicados
7.2. Evaluación de las consecuencias previsibles (deberes)
• Análisis del contexto y de las circunstancias
• Examen de si se puede y se debe hacer excepción a los principios
TABLA V.
Deliberación
moral:
procedimiento
secuencial en
ética clínica (II)
(adaptado de
Gracia D)
8. Toma de decisión (deberes)
8.1. Contraste con el canon de moralidad
• Decisión correcta, buena, o aceptable como mal menor
8.2. Ajustamiento al marco legal (prueba de legalidad)
9. Justificación o razonamiento final (Epicrisis)
• Argumentos en contra de la decisión y objeciones a aquéllos, para su defensa
pública (prueba de publicidad)
• Valorar si la decisión, tomándola tras un tiempo prudencial, sería la misma
(prueba de temporalidad)
TABLA VI.
Deliberación
moral:
procedimiento
secuencial en
ética clínica (III)
(adaptado de
Gracia D)
**Se agradece la deferencia en el uso de los términos y sus definiciones, que proceden en su gran mayoría de: Gracia D, Júdez
J, eds. En: Ética en la práctica clínica. Madrid: Fundación de Ciencias de la Salud-Triacastela; 2004.
• Para la Investigación Clínica (CEIC). Es
un grupo interdisciplinar que se encarga
de ponderar los aspectos metodológicos,
éticos y jurídicos de los ensayos clínicos,
a través del análisis de los protocolos de
los mismos y del balance de riesgos y be-
neficios para los sujetos de investigación.
Conflicto de intereses
Este término se aplica a aquellas situacio-
nes en las que un interés secundario y siempre
de tipo personal –generalmente económico, pe-
ro también ideológico o profesional– se ante-
pone a un interés primario –sea el bienestar de
los pacientes atendidos, la obtención de co-
nocimiento válido generalizable en investiga-
ción, el interés de la ciencia o de la sociedad–
condicionando la capacidad de juicio presun-
tamente independiente del profesional. El inte-
rés secundario no tiene por qué ser ilegítimo,
incluso puede ser deseable, pero lo que se
cuestiona es el peso relativo de esos intereses
sobre el interés primordial. Los conflictos de in-
terés en las relaciones sanitarias se deben de-
clarar siempre. Si ese concepto se extiende
al ámbito de relaciones entre instituciones o en-
tidades hay que contemplar también otras con-
sideraciones (véase Valores éticos).
Deliberación
Proceso de ponderación de los factores
que intervienen en un acto o situación concre-
tos a fin de buscar la solución óptima o, cuan-
do esto no sea posible, la menos lesiva para
los valores en juego. Se delibera sobre lo que
es susceptible de cambio y permite diversos
cursos de acción, en orden a la búsqueda del
más adecuado de éstos, intentando preservar
de forma equilibrada los valores presentes en
cada situación. La deliberación puede ser in-
dividual o colectiva.
• Deliberar: considerar atenta y detenida-
mente el pro y el contra de los motivos
de una decisión, antes de adoptarla, y la
razón o sinrazón de los votos antes de emi-
tirlos. Resolver una cosa con premedita-
ción (DRAE).
Derechos de la personalidad
Se habla mejor de derechos fundamen-
tales (constitucionales), o más aún de derechos
humanos, al referirnos a los derechos bási-
cos inherentes a todo ser humano por el mero
hecho de serlo. Algunos derechos básicos
reconocidos son: el derecho a la vida, el dere-
cho a la integridad física y moral de la perso-
na, el derecho a la protección de la salud, en-
tre otros.
Equidad
Forma de aplicación del principio de justi-
cia con arreglo a dos criterios, el de universa-
lidad y el de corrección de las diferencias. Se
puede formular del modo siguiente: “a igual-
dad de necesidades corresponde igualdad de
acceso a la atención disponible e igual calidad
de asistencia para todos”. Según estos crite-
rios equitativos, los recursos se deben distri-
buir de forma que lleguen a todos por igual, o
en caso de desigualdad tengan preferencia los
más desfavorecidos. En este contexto, es muy
relevante considerar el llamado criterio de su-
ficiencia, según el cual: “la salud es un bien pri-
mario que se debe repartir equitativamente, ya
que las necesidades sanitarias desatendidas
dificultan la igualdad de oportunidades para
alcanzar los propios fines”. Hay unas obliga-
ciones básicas de justicia que, indudablemente,
tienen un límite. Este límite suele hacerse coin-
cidir hoy con lo que se ha dado en llamar el
“mínimo decente” o “mínimo decoroso” de asis-
tencia sanitaria. Éste debería hallarse cubierto
por igual para todos los ciudadanos, y por tan-
to en él debería ser considerado injusto cual-
quier tipo de discriminación, segregación o mar-
ginación. El mínimo decoroso ha de tener unos
límites que vienen marcados en los llamados
catálogos de prestaciones sanitarias. El prin-
cipio de justicia, pues, es el que se utiliza pa-
ra establecer los criterios de distribución de
“recursos escasos”.
• Principio de Justicia: deben distribuirse
de forma equitativa entre los miembros de
una sociedad las cargas y los beneficios.
Las diferencias sólo se pueden justificar si
van en beneficio de todos o de los más
desfavorecidos. De entre los varios senti-
dos del término justicia –conmutativa, dis-
tributiva, legal, social– se suele emplear
este último para establecer los criterios de
distribución de los recursos limitados. Se
trata de saber cuáles son las prestaciones
de asistencia sanitaria que deben estar cu-
biertas por igual para todos los ciudada-
nos, y por tanto tuteladas por el Estado. El
máximo nivel de justicia (llamada post-
convencional) sería aquel donde las deci-
siones que se tomen también contemplan
“el ponerse en lugar del otro”, lo que ex-
cluye que se entienda por justo si sólo se
satisfacen las necesidades de un grupo.
En otro orden, colaborar en la elaboración
de las leyes que nos han de regir y en su
cumplimiento también forma parte del con-
tenido del principio de justicia.
Estado de necesidad
Situación en la que una persona, para evi-
tar un mal propio o ajeno, lesiona un bien jurí-
dico de otra persona o infringe un deber, siem-
pre que: a) el mal causado no sea mayor que
el que se trate de evitar; b) la situación de ne-
cesidad no haya sido provocada intencional-
mente por el sujeto; y c) el necesitado no ten-
ga, por su oficio o su cargo, obligación de sa-
crificarse.
Ética
Término de origen griego que significa es-
tudio de las costumbres o hábitos de los seres
humanos. Actualmente, se refiere al estudio fi-
losófico de los juicios morales, más atento a los
problemas formales de fundamentación y co-
herencia lógica que a las cuestiones de con-
tenido (el término moral es complementario de
éste). Sin embargo va más allá, tratando de
evaluar la idoneidad de ciertos valores o prin-
cipios en su aplicación a los campos concre-
tos. Un ejemplo típico es la Bioética, ya que se
trata de una ética aplicada.
• Ética de máximos: todo ser humano as-
pira a la perfección y felicidad y, en con-
secuencia, al máximo, a lo óptimo. Lo que
sucede es que este óptimo no es idéntico
para todos, sino que depende del sistema
de valores religiosos, morales, culturales,
políticos, económicos, etc., que cada uno
acepte como propio. Por tanto, los máxi-
mos son distintos para cada cual, que a la
vez debe tener libertad para gestionarlos
privadamente. De ahí que, este nivel de má-
ximos se halle regido por los principios bio-
éticos de autonomía y beneficencia. En es-
te nivel, cada uno es autónomo para orde-
nar y conducir su vida de acuerdo con sus
propios valores y creencias y, por tanto, au-
tónomamente, buscando su propio bene-
ficio, es decir, su perfección y felicidad de
acuerdo con su propio sistema de valores.
• Ética de mínimos: en cuanto miembro de
una sociedad, todo ser humano tiene que
aceptar y respetar un conjunto de reglas
y valores comunes. Esos valores pueden
establecerse por dos vías: mediante la im-
posición o la fuerza, y mediante la bús-
queda de consensos racionales o al me-
nos razonables entre todos o la mayoría de
los ciudadanos. Esto supone que todos y
cada uno, partiendo de sus propios sis-
temas de valores y, por tanto, de sus res-
pectivas éticas de máximos, han de bus-
car el establecimiento de un conjunto de
valores comunes que rijan la vida social de
esa comunidad. Esos valores comunes to-
man las formas de usos, costumbres y nor-
mas jurídicas. Estas últimas definen las ac-
tividades de obligado cumplimiento para
los ciudadanos y su garante es el Esta-
do, que para hacerlas cumplir puede utili-
zar la fuerza. Las principales áreas que ha
de cubrir ese espacio de ética mínima son:
la protección de la integridad física, psí-
quica y espiritual de los individuos (prin-
cipio de no maleficencia) y la protección
de la integridad interpersonal y social, evi-
tando la discriminación, la marginación o
la segregación de unos individuos por otros
en las cuestiones básicas de conviven-
cia (principio de justicia).
Excelencia
Superior calidad o bondad que hace dig-
no de singular aprecio y estimación algo (DRAE).
Lex artis
El Derecho acepta como norma o ley lo
que la ciencia determina en cada momento co-
mo actuación correcta; por tanto, acepta como
conducta médica correcta aquella que la Me-
dicina tiene por tal. Eso significa que la Medi-
cina debe definir en cada momento los crite-
rios científicos generales de actuación o de
buena práctica clínica; y a esto se le llama lex
artis. Por consiguiente, es un criterio valorativo
de la corrección de un determinado acto mé-
dico o de un comportamiento profesional ya
que tiene naturaleza instrumental o de medio.
Pero, dada la diversidad de situaciones clíni-
cas, de pacientes y de contextos sanitarios, es
imprescindible establecer criterios prudentes
870
de actuación en determinadas circunstancias,
es decir, en cada caso concreto; por eso, la lex
artis siempre debe ser ad hoc.
Manipulación
Forma de influencia intencionada en las
decisiones de otro mediante la distorsión, el
sesgo o la falsificación deliberada de la infor-
mación necesaria para tomar dichas decisio-
nes, o mediante la inducción de procesos men-
tales que pueden alterar o condicionar el de-
sarrollo normal del procedimiento de decisión.
Mayéutica
Método socrático con que el maestro, me-
diante preguntas, va haciendo que el discí-
pulo descubra nociones que en él estaban la-
tentes (DRAE).
Medicina basada en la evidencia
Es la Medicina basada en pruebas obje-
tivas de eficacia, efectividad y eficiencia. La
Medicina basada en la evidencia se ha defi-
nido como la integración de la experiencia per-
sonal con la mejor demostración externa dis-
ponible y procedente de la investigación sis-
temática; se trata, pues, de una evaluación cri-
tica. O también, como la utilización conscien-
te y juiciosa de las mejores demostraciones pro-
venientes de la investigación clínica para la to-
ma de decisiones, tanto en el cuidado de ca-
da paciente en particular como en la gestión
de los servicios sanitarios.
• Evidencia: la palabra evidencia suele to-
marse con diferente significado en inglés
(evidence, prueba que apoya una tesis,
testimonio) respecto del empleado en es-
pañol (certeza clara y manifiesta de la que
no se puede dudar; DRAE). Su traducción
literal (evidence, por evidencia) puede con-
fundir los conceptos, aunque esté ya acu-
ñada por el uso debido a cierto desdén en
la precisión del lenguaje.
• Nivel de evidencia: en la lógica de pro-
babilidades significa grado de certidum-
bre; es decir, de conocimiento seguro y
claro de algo.
Moral
Término de origen latino para designar el
estudio de las costumbres o hábitos de vida
de los seres humanos. Etimológicamente sig-
nifica lo mismo que ética; sin embargo, con
el tiempo han pasado a ser términos comple-
mentarios. La moral suele definirse como el
estudio de las costumbres o hábitos de vida
–tanto en su realidad empírica (moral des-
criptiva) como en su dimensión prescriptiva
(moral normativa)–, a diferencia de la ética,
que se ocupa con preferencia de las cuestio-
nes de fundamentación. La moral responde
más bien a opciones de valor personales o
grupales que determinan una norma de con-
ducta asumida.
Persuasión
Forma de influencia intencionada en las
decisiones de otro mediante la presentación
abierta de argumentos racionales que impelen
al persuadido a aceptar libremente la opinión
del que persuade, tras un proceso de discu-
sión crítica de dichos argumentos.
Prudencia (deliberación moral)
Es la virtud intelectual que permite tomar
decisiones racionales, o al menos razonables,
en condiciones de incertidumbre. Las deci-
siones prudentes no aspiran tanto a ser cier-
tas cuanto a ser razonables; por eso, han de
ser el resultado de un proceso de delibera-
ción. Diferentes personas pueden tomar ante
un mismo hecho decisiones distintas, que
no por ello dejen de ser prudentes. También,
se entiende por prudencia la virtud de valorar
en cada situación clínica los riesgos de actuar
o no actuar. La prudencia pone un límite a
nuestros actos basándose en el riesgo de
infringir mayores daños de los que tratamos
de paliar.
Utilitarismo
Teoría consecuencialista basada en ma-
ximizar la utilidad o el mayor beneficio para el
mayor número de personas. Se distingue un
utilitarismo “de acto” y otro “de regla”. El pri-
mero afirma que lo justo o equivocado de una
acción debe juzgarse sólo por la bondad o mal-
dad de sus consecuencias. El segundo acep-
ta que la experiencia reiterada sobre las con-
secuencias de un mismo acto permite deducir
una regla, de acuerdo con la cual todo el mun-
do debería ejecutar la acción en circunstancias
análogas.
Valores (éticos)
Cualidades que se estima presentan los
seres, en virtud de las cuales unas resultan más
apetecibles o preferibles frente a otras. En la
estimación de los valores morales, la prefe-
rencia se traduce en deber de respeto y, ade-
más, genera principios de conducta. Se habla
también de valores éticos orientados a la ac-
ción, es decir, los “mínimos morales” impres-
cindibles para generar y afianzar la confianza
en las relaciones institucionales que propor-
cionan credibilidad y legitimidad social. Sirvan
algunos como ejemplo: integridad, confianza,
independencia, libertad, veracidad, transpa-
rencia, sinceridad, dignidad, respeto, diálogo,
compromiso cívico, eficiencia, equidad, res-
ponsabilidad cooperativa, legalidad, lideraz-
go, etc.
Vulnerable
Que puede ser herido o recibir lesión, físi-
ca o moralmente (DRAE). Se aplica aquí a los
sujetos, tanto en el ámbito de la investigación
como de la asistencia clínica.
• Vulnerar: transgredir, quebrantar, violar
una ley o un precepto, dañar, perjudicar
(DRAE).
BIBLIOGRAFÍA
Los asteriscos reflejan el interés del artículo a
juicio del autor.
1.** Organización Médica Colegial. Código
de Ética y Deontología Médica. Madrid:
Consejo General de Colegios de Mé-
dicos; 1999.
2.** Codi de Deontologia. Normes d'Ètica
Mèdica. Barcelona: Consell de Col.le-
gis de Metges de Catalunya; 2005.
Documentos oficiales de las citadas corpora-
ciones de Colegios médicos, que es necesario
tener en cuenta para conocer el marco deon-
tológico del ejercicio profesional en España.
3.** American College of Physicians. Ethics
manual. 5ª ed. Ann Intern Med 2005; 142
(7): 560-82. (URL: http://www.acponline.
org/ethics/ethicman5th.htm).
4.** Asociación Médica Mundial (AMM). Ma-
nual de Ética Médica; 2005 (versión en
español), ISBN: 92 990028 00. (URL:
http://www.wma.net/s/index.htm).
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partment. Medical ethics today. The
BMA's handbook of ethics and law. 2ª
ed. Londres: BMJ; 2004. (URL:
http.//www.bma.org.uk/ethics).
Documentos oficiales de otras organizaciones
médicas relevantes de gran influencia (esta-
dounidense y británica), que analizan en pro-
fundidad diversos aspectos de ética médica.
6.*** Callahan D. The goals of medicine: set-
ting new priorities. Hastings Center Re-
port, 1996 26; S1-27 (versión en espa-
ñol). Los fines de la Medicina. El esta-
blecimiento de unas prioridades nue-
vas. Barcelona: Fundació Víctor Grífols
i Lucas; 2004.
Documento clave promovido por el prestigio-
so Hastings Center, de indispensable lectura y
que conserva vigencia desde su elaboración.
7.** Gracia D. Los fines de la medicina en el
umbral del siglo XXI. En: Como arque-
ros al blanco. Estudios de bioética. Ma-
drid: Triacastela; 2004. p. 79-91.
8.** Gracia D. La ética y las profesiones sa-
nitarias. En: Como arqueros al blanco.
Estudios de bioética. Madrid: Triacas-
tela; 2004. p. 265-278.
9.** Gracia D. Nuevos desafíos en la ética de
las profesiones sanitarias. En: Como ar-
queros al blanco. Estudios de bioética.
Madrid: Triacastela; 2004. p. 279-99.
Reflexiones y distinciones muy atinadas acer-
ca de los fines y los medios de la Medicina, en
aras de evitar la confusión tan frecuente entre
ambos. También, del mismo libro y autor, hay
otros dos capítulos que resultan muy esclare-
cedores sobre las profesiones sanitarias y su
ética.
10.*** Informe Belmont. Principios éticos y re-
comendaciones para la protección de
las personas objeto de la experimen-
tación biomédica y de la conducta. En:
Ensayos clínicos en España (1982-1988).
Madrid: Ministerio de Sanidad y Con-
sumo; 1990. p. 121-31.
11.*** Beauchamp TL, Childress JF. Principios
de ética biomédica (Versión en español
de 4ª ed. inglesa). Barcelona: Masson;
1999.
12.*** Jonsen AR, Siegler M, Winslade WJ. Éti-
ca Clínica. Aproximación práctica a la
871
toma de decisiones éticas en la medi-
cina clínica (versión en español de 5ª
ed. inglesa). Barcelona: Ed. Ariel. Fun-
dació Víctor Grífols i Lucas; 2005.
Ateniéndonos a la cronología de su aparición
en lengua inglesa y a la enorme trascendencia
e influencia mundial que han logrado, se rese-
ñan a continuación (en su versión española):
el Informe Belmont (1978), de la National Com-
mission de EE.UU.; y dos libros imprescindi-
bles para entender una parte fundamental del
origen y el devenir de la Bioética –uno es de
los creadores del “principialismo” (1979), y otro
de los del “casuismo” (1986)–, considerados
ya auténticos clásicos de la disciplina.
13.*** Gracia D. Fundamentos de Bioética. Ma-
drid: Eudema Universidad; 1989.
14.*** Gracia D. Procedimientos de decisión
en ética clínica. Madrid: Eudema Uni-
versidad; 1991.
Un pionero y magno representante de la Bioé-
tica en España, reconocido hoy día internacio-
nalmente, publicó su monumental obra acerca
de la historia de la Bioética y sus fundamentos
hace casi dos décadas. Este libro es la exposi-
ción más completa que se ha realizado hasta
ahora, desde la perspectiva histórica y la siste-
mática, sobre la fundamentación de los juicios
morales en Medicina. En su peregrinar le suce-
dió otro libro, complemento del anterior, que
aborda el complejo problema de los métodos
de análisis y los procedimientos de toma de de-
cisiones en el ámbito de la ética clínica, y que
finaliza con una propuesta metódica propia.
15.*** Gracia D. La deliberación moral. El pa-
pel de las metodologías en ética clíni-
ca. En: Sarabia J, De los Reyes M, eds.
Comités de Ética Asistencial. Madrid:
Asociación de Bioética Fundamental y
Clínica; 2000. p. 21-41.
16.*** Gracia D. La deliberación moral: el mé-
todo de la ética clínica. Med Clín (Barc)
2001; 117: 18-23.
Estos dos textos son importantes en el pen-
samiento actual de Diego Gracia. En el pri-
mero, esclarece la rigurosa distinción entre di-
lemas y problemas morales, lo que le lleva a un
exhaustivo análisis de cada uno de esos enfo-
ques. En el segundo, describe en profundidad
y con altura de miras la analogía entre formas
de razonar, en clínica y en ética. Su discurso,
en ambos artículos, se centra en la delibera-
ción moral como el método idóneo; al finalizar,
propone un proceso secuencial para deliberar
que sirva de ayuda, sobre todo, a los Comités
de ética.
17.*** Gracia D, Júdez J (eds). Ética en la prác-
tica clínica. Madrid: Fundación de Cien-
cias de la Salud-Triacastela; 2004.
18.** Couceiro A (ed). Bioética para clínicos.
Madrid: Triacastela; 1999.
Este destacado libro, que tuvo su precedente
con la novedosa publicación de once artículos
en Medicina Clínica (2001) bajo el título “Bio-
ética para clínicos”, es el exponente primordial
de un estilo distinto de pensar, escribir y ana-
lizar los problemas de la Bioética clínica e in-
cluso institucional en España. Su lectura es una
recomendación habitual para quien esté ver-
daderamente interesado en adquirir un baga-
je de temas bien actualizado. Algunos de sus
capítulos tienen específica mención en esta
monografía y por tanto no se referencian aquí,
remitiendo al lector a su índice. Se reseña tam-
bién en este epígrafe un texto muy interesante
que aporta una cuidadosa selección de artí-
culos originales de diversas tendencias, que
fueron publicados en años anteriores por au-
tores españoles y anglosajones.
19.** Consejo de Europa. Convenio para la
protección de los Derechos Humanos y
la dignidad del ser humano con respecto
a las aplicaciones de la Biología y la Me-
dicina (Convenio de Oviedo). Madrid:
Ministerio de Asuntos Exteriores; 1997.
(Se incluye el informe explicativo de la
Comisión Europea en la ed. de la Aso-
ciación de Bioética Fundamental y Clí-
nica, 1997). Ley desde el 1 de enero de
2000 (BOE nº 251, de 20 de octubre de
1999).
20.*** Ley 41/2002, de 14 de noviembre, bá-
sica reguladora de la autonomía del pa-
ciente y de derechos y obligaciones en
materia de información y documenta-
ción clínica (BOE nº 274, de 15 de no-
viembre de 2002; 40126-32).
21.* Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohe-
sión y calidad del Sistema Nacional de
Salud (BOE nº 128, de 29 de mayo de
2003).
22.* Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de
Ordenación de las profesiones sanita-
rias (BOE nº 280, de 22 de noviembre
de 2003); artículo 9.
23.* Real Decreto 223/2004, de 6 de febre-
ro, por el que se regulan los ensayos clí-
nicos con medicamentos (BOE nº 33,
de 7 de febrero de 2004).
Normativa española básica, relativa a ciertas
materias mencionadas en este artículo.
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Bioetica metodologia decisiones_etica_clinica por M. de los Reyes López

  • 1. 863 Introducción a la Bioética. Metodología para tomar decisiones en Ética clínica* La Bioética no es moda pasajera, sino modos de hacer y de pensar en nuestro quehacer cotidiano del mundo sanitario, y aún más allá… con visos de permanencia. Aunque no se perciba, la Bioética ayuda a realizar valores. Los métodos que emplea para ayudar a tomar decisiones prudentes, es decir, responsables, semejan caminos de ida y vuelta, son tareas de búsqueda donde entre luces y sombras siempre hay riesgo de equivocarse. Eso es así porque el ser humano es falible, necesita orientación clara, consejo compasivo, tiempo para la reflexión en conciencia, espacios de deliberación y discernimiento, apertura de mente y amplitud de espíritu; sin esto último, todo lo anterior no adquiere su plenitud. Para que la deliberación moral se haga realidad son necesarias ciertas condiciones individuales, talento y talante se podrían llamar; y para que en los comités de ética –para la asistencia sanitaria o de investigación clínica– pueda aplicarse aquélla es preciso que dicho proceso sea colectivo. De todo esto se habla aquí: del ejercicio profesional, de principios, tópicos y procedimientos en Bioética, pero fundamentalmente se dan razones; unas, sobre lo que se debe hacer so pena de reprobación moral y acaso sanción jurídica y, otras, de lo que se exhorta a hacer aunque no exista obligación legal de ello. No hay buena práctica sin la adecuada teoría, pero ésta no será creíble y asumible si no se comprende y concreta en la praxis. He ahí el reto, que esperamos sea fecundo. Profesión médica; Responsabilidad profesional; Bioética; Decisiones en ética clínica; Deliberación moral. INTRODUCTION TO BIOETHICS. THE METHODOLOGY TO MAKE DECISION IN CLINICAL ETHICS Bioethics is not a passing mode, but rather the way of acting and thinking in our daily activities in the health care world, and even more, that which has a tendency to continue. Although it is not perceived, bioethics helps to establish values. The methods used to help in making wise decisions, that is, responsible ones, resembles a round trip. They are tasks that mean searching between lights and shades where there is always the risk of erring. This occurs because the human is fallible, needs clear orientation, compassionate advise, time for self-reflection, spaces for deliberation and making a judgment, opening of the mind and extension of the spirit. It is impossible to acquire all of the above without the latter. In order to convert moral deliberation into a reality, certain individual conditions are needed. These can be called talent and willingness. This process must be a group one so that the health care or clinical research Ethics Committee can apply all that is necessary. This all is commented on herein: professional exercise, principles, topics and procedures in Bioethics, but fundamentally, reasons are given. Some of these deal with what should be done under penalty of moral censorship and perhaps legal sanction and others on what they are urged to do although there is no legal obligation to do so. Good practice does not exist without adequate theory, but this would not be credible and acceptable if it is not understood and done in the practice. This is the challenge and we hope it will be fruitful. Medical profession; Professional responsibility; Bioethics; Decisions in clinical ethics; Moral deliberation. M. de los Reyes López Especialista en Cardiología. Magíster en Bioética (UCM). Expresidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica Resumen Palabras clave Abstract Key words Pediatr Integral 2007;XI(10):863-872 *Al final se adjunta un glosario, cuyos términos tienen que ver específicamente con el contenido del artículo. En él se definen, de- tallan y amplían algunos importantes conceptos mencionados en el texto.
  • 2. 864 “La buena ética (clínica) debe comenzar con buenos datos clínicos." Javier Gafo, in memoriam PREÁMBULO INELUDIBLE: EL EJERCICIO PROFESIONAL, HOY Encrucijadas de la práctica médica: la reflexión ante todo Hoy día, el recto ejercicio profesio- nal no consiste sólo en la aplicación téc- nica de procedimientos diagnósticos o te- rapéuticos, o en el arte interpretativo de las pruebas realizadas, sino que también es indispensable asumir un compromiso moral con el paciente individual y con la sociedad. El mundo de la salud y la enfermedad plantea cuestiones ineludibles y delica- das de índole antropológica, sanitaria, so- cial, ética, económica, política, legal y re- ligiosa. Sirvan algunos ejemplos de ello: el dolor, el sufrimiento, la discapacidad y la muerte; los interrogantes sobre los fi- nes de la Medicina, los medios técnicos de que se dispone y los costes para su- fragar las necesidades y expectativas de los pacientes y usuarios; las respuestas ante situaciones concretas de discrimi- nación, fragilidad o vulnerabilidad de las personas; o la verdadera misión de los profesionales sanitarios en sus respecti- vos contextos. Las nuevas metas que ha abierto el progreso de las ciencias, junto a sus posibles aplicaciones diagnósticas y terapéuticas, tocan los ámbitos más de- licados de la vida en su significado más profundo. Acaso sea interesante y útil señalar que la palabra “terapéutica” no significa sólo “curación”, sino también “servicio”, “cuidado”. El mismo sentido tiene el tér- mino latino curatio, el de cuidado o cura, en oposición a descuido o incuria. Por su parte, el verbo griego iatreúo significa a la vez cuidar y curar; de ahí procede la palabra iatrós, médico, y de ésta deriva yatrogénico. En fin, que médico no es só- lo el que diagnostica, sino quien a veces cura y siempre cuida. Por eso “curar con cuidado” es, quizá, la última y originaria justificación de nuestra actividad médica. Según el estado de cosas actual, po- dría resultar peligroso tratar de solucionar directamente los conflictos éticos y lega- les concretos de la práctica clínica con el mero intuicionismo, con toscos prejuicios o desde un marcado subjetivismo moral. Eso no es conveniente ni deseable y, por ello, hay que reflexionar previamente de manera ordenada a partir de unas ba- ses elementales de fundamentación. Só- lo así podrá entenderse, en su verdadero contexto, que la mayor parte de los asun- tos sobre los que dirimir conductas no se reducen a simples dilemas, sino que al- canzan la categoría de problemas con múltiples facetas y niveles de decisión. En clínica y en (Bio)ética, los caminos son siempre de ida y vuelta Todo lo antedicho implica que la prác- tica de la Medicina se ha hecho más com- pleja y conflictiva, que las relaciones in- tersubjetivas generan tensiones y no siem- pre satisfacciones, que no se tienen res- puestas de certeza para toda condición clínica, que las instituciones y organiza- ciones sanitarias a veces no se rigen por criterios de equidad y eficiencia y que, con harta frecuencia, los conflictos morales que surgen en la atención sanitaria no se ana- lizan con el sosiego debido ni se resuel- ven con la prudencia necesaria. Y una apostilla preliminar: un conflicto ético no es –como algunos con visión reduccionista afirman– un problema técnico mal plante- ado o peor resuelto, sino más bien lo con- trario,… la ética es inherente a la práctica de una Medicina Clínica de calidad. Llegados a este punto, es clave ha- cerse varias preguntas: • ¿Podemos detectar con facilidad los problemas éticos de la práctica mé- dica cotidiana? • ¿Somos capaces de discernir los va- lores morales que subyacen o afloran en los conflictos? • ¿Estaríamos en condiciones de emitir juicios éticos razonables sobre cues- tiones clínicas? • ¿Buscamos el acuerdo tras una deli- beración que pondere los intereses de todas las partes? • ¿Sabemos integrar en las decisiones la racionalidad, las emociones, los sen- timientos y las creencias? Responder afirmativamente a todo ello supondría un grado de madurez moral po- co común, ya que no basta la mera intui- ción ni por supuesto son suficientes los mensajes que algunos apuntan: “sólo hay que tener olfato moral”, “la ética es algo subjetivo y no se puede enseñar ni obli- gar”, “los actos son morales según que el Derecho los permita o los prohíba”, “sólo debo guiarme por principios y conviccio- nes elevadas”, “las acciones son buenas o malas sólo según las consecuencias que se deriven de ellas”, “la autoridad de la je- rarquía le confiere la razón”,... Como se ve, un variado elenco de opiniones y aser- tos. Pero, ¿hay otros discursos? Ante semejantes incertidumbres, ¿qué puede aportar la Bioética –como discipli- na práctica que es– en nuestra sociedad española con pluralidad de ideas, valores y creencias? Pues algo fácil de enunciar pero nada sencillo de llevar a cabo: ayu- dar a tomar decisiones prudentes y a re- alizar valores; es decir, no trata de bus- car consenso de cualquier manera o se- gún mercadeo de votos, sino elegir el o los cursos de acción óptimos (a veces el mal menor) huyendo de las posturas extremas irreconciliables. Éste es el marco general, no ideal sino real; su aplicación en cada caso –en cada cuestión planteada en ca- da artículo de esta monografía– obligará a deliberar con arreglo a un método siste- mático de análisis de los hechos, provo- cará el afloramiento de los valores en con- flicto y, al final y sólo entonces, intentará concretar los deberes morales y las ac- ciones a implementar. Nada más, pero tam- poco menos. CUESTIONES DE FUNDAMENTACIÓN: UN MARCO DE REFERENCIA BÁSICO La Bioética no puede constituirse en moda sino que debe ser un modo de ha- cer y un talante para replantear nuestro quehacer cotidiano. Debe ser un mode- lo para buscar la calidad, la excelencia en nuestro trabajo, en la ética profesio- nal del día a día. Porque la ética, en tan- to que educación en los valores, no es cuestión de modas sino de actualidad permanente y una necesidad imperiosa de nuestra sociedad civil. ¿La Bioética es una moda pasajera en el campo sanitario o tiene visos de permanencia? No cabe duda de que aho- ra hay más sensibilidad hacia esta ma- teria debido, en parte, a que los conflic- tos de valores existentes pueden anali- zarse con el método propio de una éti- ca aplicada.
  • 3. 865 Juicio clínico y ético: dos procesos que exigen prudencia y método Antes de nada, dos precisiones lin- güísticas, que no por sabidas resultan me- nos controvertidas. Se trata de los voca- blos “ética” y “moral”, que con el tiempo han pasado a ser complementarios y mu- chas veces intercambiables. Ética es un término de origen griego que significa el estudio de las costumbres o hábitos de la vida de los seres humanos; Moral es el tér- mino latino para designar lo mismo. Sin embargo, “ética” ha venido a significar pos- teriormente el estudio filosófico de los jui- cios morales, más atento a los problemas de fundamentación que a las cuestiones de contenido, aunque también evalúa la idoneidad de los valores o principios en su aplicación a ciertos campos; por su par- te, “moral” se suele circunscribir a las op- ciones de valor personales o de grupo que determinan unas normas de conducta. También, hay que resaltar que los jui- cios clínicos son siempre empíricos y con- cretos; no basta el simple “ojo clínico” que toma decisiones en arco reflejo sin pasar por una fase de evaluación sistemática del paciente y sus circunstancias. Igualmen- te, los juicios éticos deben ser experien- ciales, y por eso tampoco es suficiente el “olfato moral”; por tanto, será preciso efectuar el análisis de los diversos cursos posibles de acción y someterlos a un pro- ceso de deliberación. El resultado de es- te último no pretende convertir los con- flictos en dilemas, en cuestiones con só- lo dos salidas, opuestas, disyuntivas y a veces extremas. La realidad nos demuestra que casi siempre el curso óptimo está en un punto intermedio y que las actuacio- nes, nunca imbuidas de certeza, deberán efectuarse con “tacto prudencial”. En suma, que no sólo se necesitan ta- lento o aptitudes (conocimientos y habi- lidades), que no es poco, sino talante o actitudes; y ambos se pueden adquirir con esfuerzo, perseverancia y voluntad de me- jora en el actuar cotidiano. Sólo de este modo: propiciando la reflexión, la escu- cha activa, el respeto y la tolerancia por las opiniones ajenas y, además, promo- viendo la coherencia y autenticidad en la defensa de los propios valores éticos, se puede actuar prudentemente. La prudencia (phrónesis), según es- ta línea de razonamiento, sería aquella vir- tud intelectual que permite tomar deci- siones racionales en condiciones de in- certidumbre. Ahora bien, las decisiones prudentes nunca son ciertas, pero sí as- piran a ser razonables. De hecho, tras un proceso similar de deliberación y segui- miento de un mismo método, es posible que dos personas lleguen a conclusiones distintas y elijan cursos de acción dife- rentes, que no por ello dejen de ser pru- dentes. Y es aquí donde surgen las du- das y emergen ciertas tensiones; porque, aunque cueste reconocerlo y asumirlo, siempre habrá unas personas “abiertas” y otras “estrechas” de mente, cuyas pers- pectivas difieran e incluso supongan gra- ves antagonismos. La responsabilidad médica (ética y jurídica): mucho más que meros conceptos La responsabilidad es una condición inexcusable de la naturaleza humana; por eso, el hombre debe vivir responsablemente, esto es, debe responder y dar razones de sus actos que, por definición, son actos de libre elección. ¿Ante quién debe respon- der? En primer lugar ante uno mismo, an- te su conciencia. La conciencia moral es el juicio de la propia razón sobre la moralidad de las acciones que realizamos, es el pri- mer tribunal de la razón moral. Pero tam- bién, el ser humano debe rendir cuentas a los demás –es decir, a las personas y a la sociedad en su conjunto– no sólo porque nos las pueden exigir sino por las conse- cuencias que a otros les puedan afectar. Los médicos, por el hecho de haber elegido dicha profesión, tienen (tenemos) unas obligaciones especiales con carac- terísticas algo diferentes de sus obliga- ciones generales como ciudadanos o de las obligaciones específicas que se im- pongan a sí mismos como individuos par- ticulares. Es más, la sociedad establece unos mínimos que se refieren a lo que se considera maleficente –es decir, la ignorancia, la impericia, la negligencia y la imprudencia– pero no a lo que se ha dado en llamar la excelencia. Así pues, asumir una responsabilidad ética implica el permanente respeto a los principios éticos que rigen el ejercicio de la profesión médica. En este sentido, se trata de una categoría previa y superior a la responsabilidad jurídica; ya que, ésta se puede satisfacer con el cumplimiento de las exigencias de diligencia debida y de los mandatos de las leyes aplicables. Por eso, el ethos profesional debe elevar sus miras y no conformarse con los míni- mos de legalidad, debe orientarse hacia la excelencia. CUESTIONES DE APLICACIÓN: LA BIOÉTICA SIEMPRE ES ÉTICA APLICADA Principios bioéticos de la profesión médica Desde antiguo –al menos desde el si- glo IV a. de C., cuando se cree que fue compuesto el Juramento hipocrático– la profesión médica ha tratado de estable- cer sistemas de autocontrol para evitar o paliar la mala práctica, y este propósito ha pervivido en la Medicina occidental hasta la actualidad. Aunque existen di- versos paradigmas de fundamentación de la Bioética, acaso el de los “principios” sea el que más difusión y aplicación ha tenido. Pero no hay que olvidar hoy día que una Bioética moderna, entroncada de lleno con las éticas civiles, supone la in- corporación de “otros extraños a la ca- becera del paciente”, como algunos han descrito. El término híbrido “Bio-ética” fue acu- ñado por Potter (1970). La plasmación ini- cial de sus principios –respeto por las per- sonas, beneficencia, equidad– ocurre con la publicación del famoso Informe Belmont (National Commission, 1974-78). Poco des- pués Beauchamp y Childress proponían que los valores que entran en juego en los problemas que se discuten en ética mé- dica, y en general en Bioética, giraban en torno a cuatro principios básicos: no ma- leficencia, autonomía, justicia y benefi- cencia. Estos principios, en su devenir (Gracia D. Fundamentos de Bioética. 1989), han adquirido la siguiente formulación ca- da uno: La Bioética puede ayudar a resolver conflictos, conciliar posturas enfrenta- das y, probablemente, reeducar en los nuevos valores surgidos en el ámbito so- ciosanitario. Otra cosa es cómo se lleva esto a cabo. Además, falta por cono- cer aún el verdadero calado del interés por la Bioética en los ámbitos docente y asistencial de nuestro país.
  • 4. • Principio de no maleficencia: no se debe hacer o promover un daño o per- juicio deliberadamente a otro, sea por acción u omisión. Recoge la clásica consigna latina de la ética médica, pri- mum non nocere, extraída del viejo aforismo hipocrático “favorecer, o al menos no perjudicar”; eso incluye tam- bién la adecuación de la relación ries- go/beneficio. Su contenido tiene que ver específicamente con la compe- tencia del médico, y viene definido por la lex artis y los criterios de indicación, de no indicación y de contraindica- ción; no obstante, siempre habrá que establecer criterios prudentes de ac- tuación según sean las circunstancias del caso (lex artis ad hoc). Esto per- mite entender que este principio no sea intemporal o absoluto, sino que haya que definirlo en cada momento, de acuerdo, entre otras cosas, con el desarrollo del arte médico. • Principio de autonomía: se deben respetar las preferencias de las per- sonas capaces y se debe promover activamente la expresión de dichas preferencias. Se identifica con la ca- pacidad de tomar decisiones y de ges- tionar aspectos de la propia vida y muerte. • Principio de justicia: deben repartir- se de forma equitativa, entre los miem- bros de una sociedad, las cargas y los beneficios. Las diferencias sólo se pueden justificar si van en beneficio de todos o de los más desfavoreci- dos. Se emplea para establecer los criterios de distribución de los recur- sos limitados. • Principio de beneficencia: se debe hacer o promover el bien hacia las per- sonas respetando los ideales de vida buena de cada una de ellas. Así co- mo no puede hacerse el mal a otra persona aunque nos lo pida, tampo- co se le puede hacer el bien en con- tra de su voluntad. Procedimientos en Bioética En España, Diego Gracia compiló de manera exhaustiva hace años los méto- dos procedimentales existentes y ofreció, al final, su propuesta metódica (Procedi- mientos de decisión en ética clínica. 1991). Aquí sólo se describirán sucintamente al- gunos de los más empleados para to- mar decisiones, con una breve argumen- tación de sus fundamentos. • El “principialismo”. Beauchamp TL y Childress JF formularon los “cuatro principios” (Principles of Biomedical Ethics. 1979) como deberes prima fa- cie –expresión tomada de Ross D (The Right and the Good. 1930)–; es decir, consideraron todos del mismo rango o nivel, aunque en caso de conflicto las circunstancias particulares de ca- da caso determinarían cuál prevale- ce (deberes reales o efectivos). Lo fundamentan en el concepto de “moralidad común” (“la moral com- partida en común por los miembros de una sociedad, es decir, por el sen- tido común no filosófico y por la tra- dición”). Ese “sentido común moral” evitaría los extremismos, tanto de- ductivistas –considerar que los prin- cipios morales son absolutos y deben aplicarse automáticamente en todas las situaciones, caiga quien caiga– como inductivistas –pensar que no hay más ética que la de cada caso, de tal modo que las generalizaciones sólo son inducciones incompletas a partir de éstos–. Pese al éxito de su teoría, en la búsqueda de ese equi- librio reflexivo han recibido críticas, por ejemplo: si tales principios son homogéneos, si son todos expresión de deberes morales o si algunos de ellos configuran más bien ideales mo- rales. • El “nuevo casuismo”. Jonsen AR, Siegler M y Winslade WJ (Clinical Et- hics. 1986) postularon que la manera idónea de realizar juicios morales ade- cuados consiste en evaluar en pro- fundidad las situaciones concretas, analizar la experiencia y el conoci- miento adquiridos por la tradición y compararlas con casos similares. Lo justifican así porque (Jonsen AR y Toul- min S. The Abuse of Casuistry. A His- tory of Moral Reasoning. 1988) algu- nos tipos de razonamiento y juicio mo- rales no apelan a principios ni a re- glas, a derechos o virtudes, sino a na- rraciones, casos paradigmáticos, ana- logías, modelos a imitar, intuiciones inmediatas, o la capacidad crítica de discernimiento. La esencia de este método –que des- confía de los principios abstractos co- mo herramientas útiles para abordar conflictos concretos– consiste en ir gradualmente de los casos claros y resolubles a los más complicados y difíciles; y sobre eso, determinar “qué máxima debería guiar el caso en su contexto específico” para generar con- fianza y sabiduría práctica, lograr au- toridad moral y consenso social. A la hora de clasificar los puntos de vista imprescindibles para enjuiciar los problemas éticos, se recurre a “cuatro tópicos”, subsumiendo en cada uno de ellos diversas preguntas. Dichas perspectivas son las siguien- tes: indicaciones médicas (no malefi- cencia y beneficencia], preferencias del paciente (respeto a la autonomía), calidad de vida (beneficencia, no ma- leficencia y respeto a la autonomía personal) y rasgos contextuales (leal- tad y justicia). Al final, el acto moral que se juzga –tanto si es transitivo o dirigido hacia otro, como si es intran- sitivo o hacia uno mismo– se califica como: obligatorio, permitido o prohi- bido. Pero aún con distinto lenguaje, hay notable similitud de contenidos y cierta correspondencia entre prin- cipialismo y casuismo, variando, eso sí, el enfoque del análisis entre uno y otro método (Tabla I). • El “principialismo jerarquizado”. Entre nosotros, Gracia D (Procedi- mientos de decisión en ética clínica. 1991) afirma que los mencionados principios éticos son sólo “esbozos morales” sin contenido material, que derivan en realidad de un “canon for-866 Principialismo (4 principios) Casuismo (4 tópicos) No maleficencia Indicaciones médicas Autonomía Preferencias del paciente Beneficencia Calidad de vida Justicia Rasgos contextuales TABLA I. Correspondencia entre la propuesta “principialista” y la “casuísta”
  • 5. mal” (“el hombre es persona, y en cuanto tal tiene dignidad y no tiene precio”) con pretensiones de univer- salidad y de reciprocidad (“en tanto que personas, todos los seres hu- manos son iguales y merecen la mis- ma consideración y respeto”). Insis- te también en que los principios ad- miten cierta jerarquía entre ellos y nin- guno tiene carácter absoluto. Asi- mismo, ha hecho ver que determina- dos planteamientos procedimentales de corte anglosajón no se ajustan bien a la tradición moral, social y cul- tural de los países latinos. Para dicho autor, los principios de no maleficencia y de justicia obligarían con independencia de la opinión y vo- luntad de las personas, y por ello se dice que están a un nivel superior (ni- vel 1) al de los principios de autono- mía y de beneficencia (nivel 2). El pri- mer nivel es exigible a todos por igual mediante la imposición, la fuerza o la búsqueda de consensos raciona- les entre todos o la mayoría de los ciu- dadanos, y es propio de las éticas ci- viles (ética de mínimos); en cambio, en el segundo nivel, cada uno fija su propio horizonte de valores, lo que es propio de las éticas particulares y de las éticas religiosas (ética de máxi- mos). En los casos de conflicto, el ni- vel 1 tiene prioridad sobre el nivel 2 (Tabla II y glosario). El razonamiento moral no concluye aquí. Ninguno de estos cuatro prin- cipios tiene carácter absoluto, lo que significa que todos pueden admitir ex- cepciones. Esto hace que las excep- ciones siempre han de plantearse co- mo un mal menor; esto es, cuando a la luz de las consecuencias que se deriven de la aplicación o no de un determinado principio en circunstan- cias particulares, se entienda que se respeta más el canon cuando no se sigue el principio que siguiéndolo. Es- te carácter teleológico indica que las excepciones nunca pueden conver- tirse en norma y sólo puede apelar- se a ellas en casos excepcionales. La carga de la prueba, es decir, la obli- gación de justificar racionalmente la decisión, la tendrá quien plantee la ex- cepción. La deliberación moral como método idóneo en ética clínica Cualquier método de análisis de los problemas éticos (los descritos u otros) puede ser válido o no, dependiendo de quiénes lo apliquen y cómo lo hagan, qué fundamentos posea y cuál sea su razo- namiento, si lo que se busca a toda cos- ta como fin es la solución (única y ver- dadera) al conflicto o, por el contrario, la importancia recae en el proceso mismo de reflexión, en el camino que se debe desbrozar más que en la meta a la que llegar. Ahí se fragua el éxito o el fraca- so de un método u otro, en las personas que los ponen en práctica. Por eso, hay que avanzar respecto a lo antedicho y enfocar el asunto en un contexto refe- rencial más amplio del hasta ahora con- templado: la deliberación es en sí un método, un procedimiento (Gracia D. La deliberación moral: el método de la ética clínica. 2001). Las éticas que articulan principios y consecuencias se conocen hoy con el nombre de “éticas de la responsabilidad”, si bien este término –contrapuesto a “éti- cas de la convicción”– tiene un origen más remoto (Weber M. El político y el científi- co. 1919). Un procedimiento para su pues- ta en práctica es el proceso de delibera- ción, que consiste en la ponderación de los factores que intervienen en un acto o situación concretos a fin de buscar su so- lución óptima o, cuando esto no es posi- ble, la menos lesiva. La deliberación pue- de ser individual o colectiva –como ocu- rre en la clínica (ya sea dentro del marco de la relación médico-paciente, en las se- siones de los comités de ética asistencial o de ética de investigación clínica) o en los tribunales de justicia (sea por un juez o un jurado)– y se delibera sobre lo que permite diferentes cursos de acción en or- den a buscar el más adecuado (Gracia D. La deliberación moral: el papel de las me- todologías en ética clínica. En: Comités de Ética Asistencial-ABFYC, 2000). El bioeticista debe aparecer hoy día “como un interlocutor socrático (mayéuti- co) más que como un mero decisor o re- solutor de problemas”. Debiera ser “el tá- bano que cuestiona las arraigadas pre- sunciones de nuestro discurso, desmon- tando prematuras afirmaciones de verdad, conclusión y virtud”. Por ello, quizá sea útil advertir sobre “qué nuevos roles de- berían cultivar los bioeticistas” (Leder D. Toward a Hermeneutical Bioethics, 1994): • Articuladores de las diversas pers- pectivas de los participantes en el de- bate del caso, permitiendo que sus voces y preocupaciones emerjan, se escuchen y se valoren. • Facilitadores del diálogo entre todas las partes interesadas, fomentando el entendimiento mutuo y el respe- to. • Referentes (por sus conocimientos y experiencia) en aquellos contextos y puntos de vista que sean especial- mente confusos o sistemáticamente motivo de controversia. En la tabla III, se indican una serie de condiciones necesarias para ejercitar la deliberación y algunos consejos pruden- ciales para su práctica. Deliberar, también es un arte. El proceso de deliberación tiene exi- gencias que, todas ellas, es indispensa- 867 Principios Ámbitos Especificaciones Nivel 1. Ética de “mínimos” No maleficencia Competencia profesional Indicación correcta Metodología validada Valoración de hechos biológicos Justicia Eficiencia Costes/resultados Equidad Distribución de recursos Bien común/bien individual Nivel 2. Ética de “máximos” Autonomía Preferencias individuales Elección de alternativas Consentimiento informado (criterios de validez y autenticidad) Beneficencia Calidad de vida Valores de la persona Rectitud ética Riesgo/beneficio Decisiones de representación TABLA II. El “principialismo jerarquizado”: niveles, principios, ámbitos y especificaciones
  • 6. ble cultivar: la escucha atenta (las emo- ciones a veces lo impiden o dificultan), el esfuerzo por comprender la situación ob- jeto de estudio, el análisis de los valores implicados, la argumentación racional so- bre los cursos de acción posibles y los cursos óptimos, la aclaración del marco legal correspondiente, el consejo no di- rectivo y, finalmente, la ayuda aun en el caso de que la opción elegida por quien tiene el derecho y el deber de tomarla no coincida con la que el profesional con- sidera correcta, o la derivación a otro pro- fesional en caso contrario. Los problemas éticos consisten siem- pre en conflictos de valor, y los valores tienen como soporte necesario los he- chos. Para proceder correctamente, se parte siempre de la historia clínica del paciente, pues sin un buen conocimien- to previo de los datos biológicos y bio- gráficos difícilmente se podrán valorar los aspectos éticos comprometidos. Por tanto, pueden establecerse unas etapas por las que debe pasar todo proceso de- liberativo que quiera ser correcto (Gra- cia D. La deliberación moral: el método de la ética clínica. 2001). Los pasos se- cuenciales de describen sucesivamente en las tablas IV, V y VI (y también glo- sario). La experiencia demuestra que si- guiendo un procedimiento como el des- crito pueden resolverse muchos conflic- tos morales, o al menos clarificarse las si- tuaciones, aun en el caso en que no de- saparezcan las opacidades o los proble- mas. Finalmente, conviene recordar que el objeto del proceso de deliberación mo- ral no es tomar las decisiones, ya que só- lo tiene carácter consultivo (el ejemplo típico son los comités de ética para la asis- tencia sanitaria); únicamente, en el caso de las sentencias judiciales la delibera- ción adquiere carácter decisorio y ejecu- tivo. CONCLUSIÓN El debate moral sobre los problemas del mundo de la salud y la enfermedad no se agotará nunca, porque innumera- bles son las preguntas, las respuestas, la discusión acerca de fines y medios, las facetas de los conflictos y el modo de fun- damentar o no los argumentos y motivos; por ello, hay que volver de manera re- currente sobre las cuestiones de actuali- dad. Nos urge a todos reflexionar sobre el cambiante contexto sociocultural y sani- tario de nuestro país en la actualidad. A nadie se le escapa que, respecto antaño, han cambiado bastante los valores indi- viduales, familiares, sociales, culturales y religiosos que imperan hoy día. Se dice que hay crisis de valores, pero ¿de cuá- les?, ¿acaso siempre hubo los mismos?; de “los de toda la vida”, como a algunos gusta decir sin precisarlos, lo cual sue- na a hueco, porque cada época va des- cubriendo o encubriendo valores según868 • Buena voluntad y búsqueda de la verdad (no es un comportamiento natural, sino moral) • Cierto grado de humildad o modestia intelectual (la soberbia y la vanidad, malas compañías) • Ausencia de restricciones psicológicas graves (miedos, angustia, prejuicios rígidos) • Capacidad de dar razones que muevan los sentimientos (persuasión) • Deseo de entendimiento y comprensión de la situación (información, toda la necesaria) • Escucha atenta e intercambio con otros de opiniones y argumentos (empatizar y dinamizar) • Respeto por los otros cuando se está en desacuerdo (hay valores morales incompatibles) • Precisa de conocimientos, habilidades y ciertos rasgos de carácter (talento y talante) • Exige la ausencia de actitudes manipuladoras o coactivas (se pervierte el debate) • Necesita la virtud de cada uno y la prudencia de todos (es un proceso educativo continuo) • Cooperación y colaboración en equipo (confianza, sinceridad, lealtad, sentido de grupo) • Análisis público y crítico de los propios puntos de vista (el momento y la oportunidad) • Búsqueda del consenso legítimo (no a cualquier precio) y aceptación del disenso justificado • No asumir la infalibilidad e inmutabilidad de las decisiones tomadas (hay incertidumbre) • Ajustamiento al marco legal vigente (en el país), aun cuando la ética pueda desbordarlo TABLA III. Deliberación moral: condiciones para su práctica y consejos prudenciales 1. Presentación del caso por la persona responsable, después de recoger y ordenar todos los datos pertinentes (hechos) 2. Discusión de los aspectos médicos, biológicos y biográficos, de la historia clínica (hechos) 2.1. Problemas de salud física y psíquica (enfermedad mental) 2.2. Problemas psicológicos y emocionales 2.3. Problemas de la relación sanitaria 2.4. Problemas sociales y económicos 2.5. Problemas legales (reales o potenciales) 3. Identificación de los problemas morales que presenta (valores) • Definir cada uno, establecer las posibles relaciones entre ellos, señalar el/los más relevantes, sintetizar el principal recogiendo todos los matices necesarios 4. Identificación de los valores éticos en conflicto (valores) 5. Elección del problema ético motivo de la preocupación y proposición para el debate colectivo (valores) TABLA IV. Deliberación moral: procedimiento secuencial en ética clínica (I) (adaptado de Gracia D) Tiene plena vigencia lo que algu- nos venimos afirmando desde hace tiem- po: "Hemos concebido la educación en Bioética como un empeño compartido e ilusionado para mejorar la calidad de nuestro quehacer como profesionales sanitarios, como ciudadanos respon- sables de una sociedad pluricreencial que debiera caminar hacia el logro de la excelencia en la ética de lo cotidiano" (La educación en Bioética de los profe- sionales sanitarios en España. ABFYC, 1999).
  • 7. qué circunstancias. Hay quien aventura la ausencia o el déficit de valores espiri- tuales como la causa fundamental de cier- tos conflictos morales, pero eso no es su- ficiente para explicar ni dar respuestas convincentes a todos los problemas. Otros apuntan a la falta de autoridad o al rela- tivismo ético de la sociedad de consu- mo de nuestro mundo occidental; pero sus contrarios, el autoritarismo o la imposición sin diálogo de pautas de conducta tam- bién llevan su parte de culpa en la situa- ción creada. Por la enjundia del tema que nos con- grega, no estaría de más disponer nues- tro ánimo con aquella máxima agustinia- na, breve pero sustanciosa, que reza así: “en lo importante, unidad; en lo dudo- so, libertad; y en todo, caridad”. Pues eso, paz y bien, porque ésta es sin duda alguna la principal razón de ser de este capítulo previo al análisis de las situa- ciones concretas que vienen a conti- nuación. GLOSARIO (EN ORDEN ALFABÉTICO)** Bioética Disciplina que estudia los aspectos éticos de la Medicina y la Biología en general y las relaciones del ser humano con los restantes seres vivos. En la actualidad también se defi- ne con referencia a las Ciencias de la Salud o biosanitarias. Sin embargo, la Bioética, como toda ética aplicada, es el intento de analizar racionalmente los deberes que como indivi- duos y como miembros de la comunidad hu- mana tenemos para con nosotros mismos y para con todos los demás, en lo relativo a la vida biológica, salud, enfermedad, gestión del propio cuerpo, etc. Se trata de ligar hechos biológicos y valores. Este neologismo ha go- zado de una cierta indefinición o de una cier- ta polisemia, lo que explica que se la disputen diversas disciplinas o áreas: de la deontología profesional y el bioderecho a la ética médica, de la investigación a la clínica, de la Medicina a la ecología, de las éticas civiles a las reli- giosas. No obstante, la acepción (Bioética) usa- da para los fines de este documento es la de un gran espacio de debate racional, civil, plu- ral y crítico de los problemas morales surgidos en torno a la vida o en torno al cuerpo. • Bioética clínica: parte de la Bioética (mi- croética) que se ocupa de los problemas éticos de la aplicación de la ciencia y la tecnología médica a las personas, sanas o enfermas. • Ética de las organizaciones sanitarias: parte de la Bioética (mesoética) que se ocupa de la deliberación sobre los valo- res relevantes para una organización sa- nitaria y de su aplicación a todos los pro- cesos (clínicos y de gestión) que realiza, en orden a convertirla en una institución de excelencia. Más precisamente, se de- bería decir que es una parte de la ética, ya que se incluye habitualmente en el cam- po de la ética de las organizaciones, en general, o en el campo de la ética em- presarial. Calidad de vida Es la percepción subjetiva de un individuo de vivir en condiciones dignas. No obstante, se han diseñado cuestionarios y métodos pa- ra tratar de evaluarla objetivamente con la ma- yor fiabilidad posible. Calidad de la asistencia sanitaria Asegurar que cada paciente reciba el con- junto de servicios diagnósticos y terapéuticos más adecuado para conseguir una atención sanitaria óptima –teniendo en cuenta todos los factores y conocimientos del paciente y del ser- vicio sanitario– y lograr el mejor resultado con el mínimo riesgo y la máxima satisfacción del paciente durante el proceso. Coacción Forma de influencia intencionada en las decisiones de otro mediante la presentación de una amenaza creíble de daño, evitable si se accede a los deseos de quien ejerce dicha in- fluencia. Código • De conducta: conjunto de normas escri- tas (principios, guías o directrices) que la organización o institución elabora, y que pretende los siguientes fines: clarificar las relaciones que establece, determinar las diversas responsabilidades, orientar el tra- bajo profesional, integrar a las personas en un proyecto de cooperación y regular las conductas de quienes trabajan en ella. • Deontológico (en referencia a los Cole- gios profesionales): normas deontológicas establecidas por un colectivo profesional determinado, para regular las actividades que realizan sus miembros en el desarro- llo de su ejercicio profesional específico. Puede incluir procedimientos disciplinarios porque los Colegios tienen facultades de- legadas para ello. Comité de Ética • Para la Asistencia Sanitaria (CEAS). Tam- bién denominado Comité de Ética Asis- tencial. Es un grupo interdisciplinar de ca- rácter consultivo, que tiene como finalidad primordial la siguiente: ayudar desde la Bio- ética a reflexionar y a tomar decisiones a la propia institución, a los profesionales sani- tarios y a los pacientes y usuarios sobre los problemas éticos que se pueden producir en la clínica asistencial, tanto en organiza- ciones públicas como privadas, con el ob- jetivo de mejorar la calidad de la asistencia sanitaria y proteger los derechos de todos los ciudadanos con ella relacionados. 869 6. Identificación de todos los cursos de acción posibles (deberes) • Establecer un árbol de decisión con los cursos extremos e intermedios 7. Deliberación del curso de acción óptimo (deberes) 7.1. Contraste con los principios éticos (deberes) • Análisis y discusión de los principios involucrados en el caso • No Maleficencia y Justicia (nivel 1) • Autonomía y Beneficencia (nivel 2) • Identificar los conflictos entre los valores implicados 7.2. Evaluación de las consecuencias previsibles (deberes) • Análisis del contexto y de las circunstancias • Examen de si se puede y se debe hacer excepción a los principios TABLA V. Deliberación moral: procedimiento secuencial en ética clínica (II) (adaptado de Gracia D) 8. Toma de decisión (deberes) 8.1. Contraste con el canon de moralidad • Decisión correcta, buena, o aceptable como mal menor 8.2. Ajustamiento al marco legal (prueba de legalidad) 9. Justificación o razonamiento final (Epicrisis) • Argumentos en contra de la decisión y objeciones a aquéllos, para su defensa pública (prueba de publicidad) • Valorar si la decisión, tomándola tras un tiempo prudencial, sería la misma (prueba de temporalidad) TABLA VI. Deliberación moral: procedimiento secuencial en ética clínica (III) (adaptado de Gracia D) **Se agradece la deferencia en el uso de los términos y sus definiciones, que proceden en su gran mayoría de: Gracia D, Júdez J, eds. En: Ética en la práctica clínica. Madrid: Fundación de Ciencias de la Salud-Triacastela; 2004.
  • 8. • Para la Investigación Clínica (CEIC). Es un grupo interdisciplinar que se encarga de ponderar los aspectos metodológicos, éticos y jurídicos de los ensayos clínicos, a través del análisis de los protocolos de los mismos y del balance de riesgos y be- neficios para los sujetos de investigación. Conflicto de intereses Este término se aplica a aquellas situacio- nes en las que un interés secundario y siempre de tipo personal –generalmente económico, pe- ro también ideológico o profesional– se ante- pone a un interés primario –sea el bienestar de los pacientes atendidos, la obtención de co- nocimiento válido generalizable en investiga- ción, el interés de la ciencia o de la sociedad– condicionando la capacidad de juicio presun- tamente independiente del profesional. El inte- rés secundario no tiene por qué ser ilegítimo, incluso puede ser deseable, pero lo que se cuestiona es el peso relativo de esos intereses sobre el interés primordial. Los conflictos de in- terés en las relaciones sanitarias se deben de- clarar siempre. Si ese concepto se extiende al ámbito de relaciones entre instituciones o en- tidades hay que contemplar también otras con- sideraciones (véase Valores éticos). Deliberación Proceso de ponderación de los factores que intervienen en un acto o situación concre- tos a fin de buscar la solución óptima o, cuan- do esto no sea posible, la menos lesiva para los valores en juego. Se delibera sobre lo que es susceptible de cambio y permite diversos cursos de acción, en orden a la búsqueda del más adecuado de éstos, intentando preservar de forma equilibrada los valores presentes en cada situación. La deliberación puede ser in- dividual o colectiva. • Deliberar: considerar atenta y detenida- mente el pro y el contra de los motivos de una decisión, antes de adoptarla, y la razón o sinrazón de los votos antes de emi- tirlos. Resolver una cosa con premedita- ción (DRAE). Derechos de la personalidad Se habla mejor de derechos fundamen- tales (constitucionales), o más aún de derechos humanos, al referirnos a los derechos bási- cos inherentes a todo ser humano por el mero hecho de serlo. Algunos derechos básicos reconocidos son: el derecho a la vida, el dere- cho a la integridad física y moral de la perso- na, el derecho a la protección de la salud, en- tre otros. Equidad Forma de aplicación del principio de justi- cia con arreglo a dos criterios, el de universa- lidad y el de corrección de las diferencias. Se puede formular del modo siguiente: “a igual- dad de necesidades corresponde igualdad de acceso a la atención disponible e igual calidad de asistencia para todos”. Según estos crite- rios equitativos, los recursos se deben distri- buir de forma que lleguen a todos por igual, o en caso de desigualdad tengan preferencia los más desfavorecidos. En este contexto, es muy relevante considerar el llamado criterio de su- ficiencia, según el cual: “la salud es un bien pri- mario que se debe repartir equitativamente, ya que las necesidades sanitarias desatendidas dificultan la igualdad de oportunidades para alcanzar los propios fines”. Hay unas obliga- ciones básicas de justicia que, indudablemente, tienen un límite. Este límite suele hacerse coin- cidir hoy con lo que se ha dado en llamar el “mínimo decente” o “mínimo decoroso” de asis- tencia sanitaria. Éste debería hallarse cubierto por igual para todos los ciudadanos, y por tan- to en él debería ser considerado injusto cual- quier tipo de discriminación, segregación o mar- ginación. El mínimo decoroso ha de tener unos límites que vienen marcados en los llamados catálogos de prestaciones sanitarias. El prin- cipio de justicia, pues, es el que se utiliza pa- ra establecer los criterios de distribución de “recursos escasos”. • Principio de Justicia: deben distribuirse de forma equitativa entre los miembros de una sociedad las cargas y los beneficios. Las diferencias sólo se pueden justificar si van en beneficio de todos o de los más desfavorecidos. De entre los varios senti- dos del término justicia –conmutativa, dis- tributiva, legal, social– se suele emplear este último para establecer los criterios de distribución de los recursos limitados. Se trata de saber cuáles son las prestaciones de asistencia sanitaria que deben estar cu- biertas por igual para todos los ciudada- nos, y por tanto tuteladas por el Estado. El máximo nivel de justicia (llamada post- convencional) sería aquel donde las deci- siones que se tomen también contemplan “el ponerse en lugar del otro”, lo que ex- cluye que se entienda por justo si sólo se satisfacen las necesidades de un grupo. En otro orden, colaborar en la elaboración de las leyes que nos han de regir y en su cumplimiento también forma parte del con- tenido del principio de justicia. Estado de necesidad Situación en la que una persona, para evi- tar un mal propio o ajeno, lesiona un bien jurí- dico de otra persona o infringe un deber, siem- pre que: a) el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar; b) la situación de ne- cesidad no haya sido provocada intencional- mente por el sujeto; y c) el necesitado no ten- ga, por su oficio o su cargo, obligación de sa- crificarse. Ética Término de origen griego que significa es- tudio de las costumbres o hábitos de los seres humanos. Actualmente, se refiere al estudio fi- losófico de los juicios morales, más atento a los problemas formales de fundamentación y co- herencia lógica que a las cuestiones de con- tenido (el término moral es complementario de éste). Sin embargo va más allá, tratando de evaluar la idoneidad de ciertos valores o prin- cipios en su aplicación a los campos concre- tos. Un ejemplo típico es la Bioética, ya que se trata de una ética aplicada. • Ética de máximos: todo ser humano as- pira a la perfección y felicidad y, en con- secuencia, al máximo, a lo óptimo. Lo que sucede es que este óptimo no es idéntico para todos, sino que depende del sistema de valores religiosos, morales, culturales, políticos, económicos, etc., que cada uno acepte como propio. Por tanto, los máxi- mos son distintos para cada cual, que a la vez debe tener libertad para gestionarlos privadamente. De ahí que, este nivel de má- ximos se halle regido por los principios bio- éticos de autonomía y beneficencia. En es- te nivel, cada uno es autónomo para orde- nar y conducir su vida de acuerdo con sus propios valores y creencias y, por tanto, au- tónomamente, buscando su propio bene- ficio, es decir, su perfección y felicidad de acuerdo con su propio sistema de valores. • Ética de mínimos: en cuanto miembro de una sociedad, todo ser humano tiene que aceptar y respetar un conjunto de reglas y valores comunes. Esos valores pueden establecerse por dos vías: mediante la im- posición o la fuerza, y mediante la bús- queda de consensos racionales o al me- nos razonables entre todos o la mayoría de los ciudadanos. Esto supone que todos y cada uno, partiendo de sus propios sis- temas de valores y, por tanto, de sus res- pectivas éticas de máximos, han de bus- car el establecimiento de un conjunto de valores comunes que rijan la vida social de esa comunidad. Esos valores comunes to- man las formas de usos, costumbres y nor- mas jurídicas. Estas últimas definen las ac- tividades de obligado cumplimiento para los ciudadanos y su garante es el Esta- do, que para hacerlas cumplir puede utili- zar la fuerza. Las principales áreas que ha de cubrir ese espacio de ética mínima son: la protección de la integridad física, psí- quica y espiritual de los individuos (prin- cipio de no maleficencia) y la protección de la integridad interpersonal y social, evi- tando la discriminación, la marginación o la segregación de unos individuos por otros en las cuestiones básicas de conviven- cia (principio de justicia). Excelencia Superior calidad o bondad que hace dig- no de singular aprecio y estimación algo (DRAE). Lex artis El Derecho acepta como norma o ley lo que la ciencia determina en cada momento co- mo actuación correcta; por tanto, acepta como conducta médica correcta aquella que la Me- dicina tiene por tal. Eso significa que la Medi- cina debe definir en cada momento los crite- rios científicos generales de actuación o de buena práctica clínica; y a esto se le llama lex artis. Por consiguiente, es un criterio valorativo de la corrección de un determinado acto mé- dico o de un comportamiento profesional ya que tiene naturaleza instrumental o de medio. Pero, dada la diversidad de situaciones clíni- cas, de pacientes y de contextos sanitarios, es imprescindible establecer criterios prudentes 870
  • 9. de actuación en determinadas circunstancias, es decir, en cada caso concreto; por eso, la lex artis siempre debe ser ad hoc. Manipulación Forma de influencia intencionada en las decisiones de otro mediante la distorsión, el sesgo o la falsificación deliberada de la infor- mación necesaria para tomar dichas decisio- nes, o mediante la inducción de procesos men- tales que pueden alterar o condicionar el de- sarrollo normal del procedimiento de decisión. Mayéutica Método socrático con que el maestro, me- diante preguntas, va haciendo que el discí- pulo descubra nociones que en él estaban la- tentes (DRAE). Medicina basada en la evidencia Es la Medicina basada en pruebas obje- tivas de eficacia, efectividad y eficiencia. La Medicina basada en la evidencia se ha defi- nido como la integración de la experiencia per- sonal con la mejor demostración externa dis- ponible y procedente de la investigación sis- temática; se trata, pues, de una evaluación cri- tica. O también, como la utilización conscien- te y juiciosa de las mejores demostraciones pro- venientes de la investigación clínica para la to- ma de decisiones, tanto en el cuidado de ca- da paciente en particular como en la gestión de los servicios sanitarios. • Evidencia: la palabra evidencia suele to- marse con diferente significado en inglés (evidence, prueba que apoya una tesis, testimonio) respecto del empleado en es- pañol (certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar; DRAE). Su traducción literal (evidence, por evidencia) puede con- fundir los conceptos, aunque esté ya acu- ñada por el uso debido a cierto desdén en la precisión del lenguaje. • Nivel de evidencia: en la lógica de pro- babilidades significa grado de certidum- bre; es decir, de conocimiento seguro y claro de algo. Moral Término de origen latino para designar el estudio de las costumbres o hábitos de vida de los seres humanos. Etimológicamente sig- nifica lo mismo que ética; sin embargo, con el tiempo han pasado a ser términos comple- mentarios. La moral suele definirse como el estudio de las costumbres o hábitos de vida –tanto en su realidad empírica (moral des- criptiva) como en su dimensión prescriptiva (moral normativa)–, a diferencia de la ética, que se ocupa con preferencia de las cuestio- nes de fundamentación. La moral responde más bien a opciones de valor personales o grupales que determinan una norma de con- ducta asumida. Persuasión Forma de influencia intencionada en las decisiones de otro mediante la presentación abierta de argumentos racionales que impelen al persuadido a aceptar libremente la opinión del que persuade, tras un proceso de discu- sión crítica de dichos argumentos. Prudencia (deliberación moral) Es la virtud intelectual que permite tomar decisiones racionales, o al menos razonables, en condiciones de incertidumbre. Las deci- siones prudentes no aspiran tanto a ser cier- tas cuanto a ser razonables; por eso, han de ser el resultado de un proceso de delibera- ción. Diferentes personas pueden tomar ante un mismo hecho decisiones distintas, que no por ello dejen de ser prudentes. También, se entiende por prudencia la virtud de valorar en cada situación clínica los riesgos de actuar o no actuar. La prudencia pone un límite a nuestros actos basándose en el riesgo de infringir mayores daños de los que tratamos de paliar. Utilitarismo Teoría consecuencialista basada en ma- ximizar la utilidad o el mayor beneficio para el mayor número de personas. Se distingue un utilitarismo “de acto” y otro “de regla”. El pri- mero afirma que lo justo o equivocado de una acción debe juzgarse sólo por la bondad o mal- dad de sus consecuencias. El segundo acep- ta que la experiencia reiterada sobre las con- secuencias de un mismo acto permite deducir una regla, de acuerdo con la cual todo el mun- do debería ejecutar la acción en circunstancias análogas. Valores (éticos) Cualidades que se estima presentan los seres, en virtud de las cuales unas resultan más apetecibles o preferibles frente a otras. En la estimación de los valores morales, la prefe- rencia se traduce en deber de respeto y, ade- más, genera principios de conducta. Se habla también de valores éticos orientados a la ac- ción, es decir, los “mínimos morales” impres- cindibles para generar y afianzar la confianza en las relaciones institucionales que propor- cionan credibilidad y legitimidad social. Sirvan algunos como ejemplo: integridad, confianza, independencia, libertad, veracidad, transpa- rencia, sinceridad, dignidad, respeto, diálogo, compromiso cívico, eficiencia, equidad, res- ponsabilidad cooperativa, legalidad, lideraz- go, etc. Vulnerable Que puede ser herido o recibir lesión, físi- ca o moralmente (DRAE). Se aplica aquí a los sujetos, tanto en el ámbito de la investigación como de la asistencia clínica. • Vulnerar: transgredir, quebrantar, violar una ley o un precepto, dañar, perjudicar (DRAE). BIBLIOGRAFÍA Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor. 1.** Organización Médica Colegial. Código de Ética y Deontología Médica. Madrid: Consejo General de Colegios de Mé- dicos; 1999. 2.** Codi de Deontologia. Normes d'Ètica Mèdica. Barcelona: Consell de Col.le- gis de Metges de Catalunya; 2005. Documentos oficiales de las citadas corpora- ciones de Colegios médicos, que es necesario tener en cuenta para conocer el marco deon- tológico del ejercicio profesional en España. 3.** American College of Physicians. Ethics manual. 5ª ed. Ann Intern Med 2005; 142 (7): 560-82. (URL: http://www.acponline. org/ethics/ethicman5th.htm). 4.** Asociación Médica Mundial (AMM). Ma- nual de Ética Médica; 2005 (versión en español), ISBN: 92 990028 00. (URL: http://www.wma.net/s/index.htm). 5.** British Medical Association Ethics De- partment. Medical ethics today. The BMA's handbook of ethics and law. 2ª ed. Londres: BMJ; 2004. (URL: http.//www.bma.org.uk/ethics). Documentos oficiales de otras organizaciones médicas relevantes de gran influencia (esta- dounidense y británica), que analizan en pro- fundidad diversos aspectos de ética médica. 6.*** Callahan D. The goals of medicine: set- ting new priorities. Hastings Center Re- port, 1996 26; S1-27 (versión en espa- ñol). Los fines de la Medicina. El esta- blecimiento de unas prioridades nue- vas. Barcelona: Fundació Víctor Grífols i Lucas; 2004. Documento clave promovido por el prestigio- so Hastings Center, de indispensable lectura y que conserva vigencia desde su elaboración. 7.** Gracia D. Los fines de la medicina en el umbral del siglo XXI. En: Como arque- ros al blanco. Estudios de bioética. Ma- drid: Triacastela; 2004. p. 79-91. 8.** Gracia D. La ética y las profesiones sa- nitarias. En: Como arqueros al blanco. Estudios de bioética. Madrid: Triacas- tela; 2004. p. 265-278. 9.** Gracia D. Nuevos desafíos en la ética de las profesiones sanitarias. En: Como ar- queros al blanco. Estudios de bioética. Madrid: Triacastela; 2004. p. 279-99. Reflexiones y distinciones muy atinadas acer- ca de los fines y los medios de la Medicina, en aras de evitar la confusión tan frecuente entre ambos. También, del mismo libro y autor, hay otros dos capítulos que resultan muy esclare- cedores sobre las profesiones sanitarias y su ética. 10.*** Informe Belmont. Principios éticos y re- comendaciones para la protección de las personas objeto de la experimen- tación biomédica y de la conducta. En: Ensayos clínicos en España (1982-1988). Madrid: Ministerio de Sanidad y Con- sumo; 1990. p. 121-31. 11.*** Beauchamp TL, Childress JF. Principios de ética biomédica (Versión en español de 4ª ed. inglesa). Barcelona: Masson; 1999. 12.*** Jonsen AR, Siegler M, Winslade WJ. Éti- ca Clínica. Aproximación práctica a la 871
  • 10. toma de decisiones éticas en la medi- cina clínica (versión en español de 5ª ed. inglesa). Barcelona: Ed. Ariel. Fun- dació Víctor Grífols i Lucas; 2005. Ateniéndonos a la cronología de su aparición en lengua inglesa y a la enorme trascendencia e influencia mundial que han logrado, se rese- ñan a continuación (en su versión española): el Informe Belmont (1978), de la National Com- mission de EE.UU.; y dos libros imprescindi- bles para entender una parte fundamental del origen y el devenir de la Bioética –uno es de los creadores del “principialismo” (1979), y otro de los del “casuismo” (1986)–, considerados ya auténticos clásicos de la disciplina. 13.*** Gracia D. Fundamentos de Bioética. Ma- drid: Eudema Universidad; 1989. 14.*** Gracia D. Procedimientos de decisión en ética clínica. Madrid: Eudema Uni- versidad; 1991. Un pionero y magno representante de la Bioé- tica en España, reconocido hoy día internacio- nalmente, publicó su monumental obra acerca de la historia de la Bioética y sus fundamentos hace casi dos décadas. Este libro es la exposi- ción más completa que se ha realizado hasta ahora, desde la perspectiva histórica y la siste- mática, sobre la fundamentación de los juicios morales en Medicina. En su peregrinar le suce- dió otro libro, complemento del anterior, que aborda el complejo problema de los métodos de análisis y los procedimientos de toma de de- cisiones en el ámbito de la ética clínica, y que finaliza con una propuesta metódica propia. 15.*** Gracia D. La deliberación moral. El pa- pel de las metodologías en ética clíni- ca. En: Sarabia J, De los Reyes M, eds. Comités de Ética Asistencial. Madrid: Asociación de Bioética Fundamental y Clínica; 2000. p. 21-41. 16.*** Gracia D. La deliberación moral: el mé- todo de la ética clínica. Med Clín (Barc) 2001; 117: 18-23. Estos dos textos son importantes en el pen- samiento actual de Diego Gracia. En el pri- mero, esclarece la rigurosa distinción entre di- lemas y problemas morales, lo que le lleva a un exhaustivo análisis de cada uno de esos enfo- ques. En el segundo, describe en profundidad y con altura de miras la analogía entre formas de razonar, en clínica y en ética. Su discurso, en ambos artículos, se centra en la delibera- ción moral como el método idóneo; al finalizar, propone un proceso secuencial para deliberar que sirva de ayuda, sobre todo, a los Comités de ética. 17.*** Gracia D, Júdez J (eds). Ética en la prác- tica clínica. Madrid: Fundación de Cien- cias de la Salud-Triacastela; 2004. 18.** Couceiro A (ed). Bioética para clínicos. Madrid: Triacastela; 1999. Este destacado libro, que tuvo su precedente con la novedosa publicación de once artículos en Medicina Clínica (2001) bajo el título “Bio- ética para clínicos”, es el exponente primordial de un estilo distinto de pensar, escribir y ana- lizar los problemas de la Bioética clínica e in- cluso institucional en España. Su lectura es una recomendación habitual para quien esté ver- daderamente interesado en adquirir un baga- je de temas bien actualizado. Algunos de sus capítulos tienen específica mención en esta monografía y por tanto no se referencian aquí, remitiendo al lector a su índice. Se reseña tam- bién en este epígrafe un texto muy interesante que aporta una cuidadosa selección de artí- culos originales de diversas tendencias, que fueron publicados en años anteriores por au- tores españoles y anglosajones. 19.** Consejo de Europa. Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la Biología y la Me- dicina (Convenio de Oviedo). Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores; 1997. (Se incluye el informe explicativo de la Comisión Europea en la ed. de la Aso- ciación de Bioética Fundamental y Clí- nica, 1997). Ley desde el 1 de enero de 2000 (BOE nº 251, de 20 de octubre de 1999). 20.*** Ley 41/2002, de 14 de noviembre, bá- sica reguladora de la autonomía del pa- ciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documenta- ción clínica (BOE nº 274, de 15 de no- viembre de 2002; 40126-32). 21.* Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohe- sión y calidad del Sistema Nacional de Salud (BOE nº 128, de 29 de mayo de 2003). 22.* Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenación de las profesiones sanita- rias (BOE nº 280, de 22 de noviembre de 2003); artículo 9. 23.* Real Decreto 223/2004, de 6 de febre- ro, por el que se regulan los ensayos clí- nicos con medicamentos (BOE nº 33, de 7 de febrero de 2004). Normativa española básica, relativa a ciertas materias mencionadas en este artículo. 872