Este documento analiza el caso Tuskegee desde una perspectiva ética, donde 399 hombres negros infectados con sífilis y 201 no infectados fueron parte de un estudio del gobierno estadounidense desde 1932 hasta 1972 sin recibir tratamiento a pesar de estar disponible. Esto violó principios como autonomía, beneficencia y justicia. El experimento causó la muerte de muchos hombres, infectó a esposas y niños, y dañó la confianza en el sistema de salud, teniendo consecuencias legales y éticas.