Este documento discute cómo los niños aprenden patrones de comportamiento social a través de las interacciones con sus compañeros y familiares. Explica que el desarrollo de conductas prosociales depende de relaciones familiares positivas, mientras que el castigo físico u otras interacciones familiares negativas pueden conducir a comportamientos agresivos. También señala que las escuelas deben crear un ambiente que promueva las relaciones sociales positivas a través de actividades de aprendizaje cooperativo para reducir la agresión