La relación con los niños debe ser cariñosa y afectuosa, requiriendo paciencia y capacidad de adaptarse al ritmo de los niños. Es preferible contratar a alguien que ame a los niños aunque no tenga calificaciones, que alguien calificado pero sin afecto. Tanto los centros como las familias deben desempeñar un papel en la educación infantil. El niño debe ser el centro del proceso educativo, adaptando las actividades a sus necesidades e intereses.