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Volumen 1 Número 1 Enero - Diciembre 2014
REVISTA CIENTÍFICA DE LA ESCUELA DE POSGRADO
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ
AUTORIDADES UNIVERSITARIAS
Rector
Jesús Pomachagua Paucar
Vicerrector Académico
Jorge Castro Bedriñana
Vicerrector Administrativo
Carlos Prieto Campos
Secretario General
Mauro Rodríguez Cerrón
AUTORIDADES DE LA ESCUELA DE POSGRADO
Directora
Delia Gamarra Gamarra
Secretaria Académica
Leonor Guzmán Estremadoyro
Secretario Administrativo
Williams Aguilar Custodio
Volumen 1, Número 1
Enero - Diciembre de 2014
Publicada por la Escuela de Posgrado
Universidad Nacional del Centro del Perú
Resolución de Reconocimiento del Comité Editor de la
Escuela de Posgrado Nº 053-2014-DEPG-UNCP
Director - Editor
Adolfo Gustavo Concha Flores
Universidad Nacional del Centro del Perú
Comité Editor
Delia Gamarra Gamarra
Universidad Nacional del Centro del Perú
Ingrid Aquino Palacios
Universidad Nacional del Centro del Perú
Diseño y diagramación
Adolfo Gustavo Concha Flores
Revisor lingüístico
Ingrid Aquino Palacios
E-mail: convicciones@gmail.com
Teléfono: 974600639
Dirección
Jirón Grau Nº 1365
El Tambo, Huancayo, Junín Perú
Hecho el depósito legal en la Biblioteca
Nacional del Perú N° 2014-17875
Justificante del ISSN Nº 2014112900901
Publicación semestral
Distribución gratuita
Tiraje: 1000 ejemplares
REVISTA EDICIÓN IMPRESA
Página web
htpp:/www.uncp.edu.pe/ci
Impreso
INVERSIONES DALAGRAPHIC
Jr. Cuzco N° 421
Huancayo - Perú
Queda prohibido la reproducción total o parcial
de la presente obra por cualquier medio, sin la
autorización por escrito del Director Editor.
REVISTA CIENTÍFICA DE LA ESCUELA DE POSGRADO
PLANIFICACIÓN Y DISEÑO DE REDES DE TRANSMISIÓN DE
DATOS CON ALGORITMOS GENÉTICOS
RELACIONES DE PODER EN LAS PAREJAS DEL AAHH LA
VICTORIA DE EL TAMBO - HUANCAYO
EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA
ENSEÑANZA DEL DISEÑO ARQUITECTÓNICO - FACULTAD
DE ARQUITECTURA - UNCP
PRODUCCIÓN DE Stevia rebaudiana Bert., OBTENCIÓN DE
SUSTRATO ORGÁNICO Y APLICACIÓN EN CONDICIONES
FÍSICAS, QUÍMICAS, BIOLÓGICAS DE SUELOS DE LA
E.E. A. EL MANTARO DE LA UNCP, EN LA PRODUCCIÓN
HORTIFRUTICOLAS.
ARQUITECTURA POPULAR EN LOS ANDES. ENSAYO SOBRE
DICOTOMÍAS ANALÍTICAS Y LA VIDA COTIDIANA
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
EDITORIAL
REGLAMENTO DE PUBLICACIÓN
6
18
28
38
46
52
60
66
76
84
MOLECULAR IDENTIFICATION OF VIRUS CO-INFECTING
WITH PHYTOPLASMA IN CARROT CROPS IN PERU
DIFERENCIAS ANATÓMICAS ENTRE MADERA CAULINAR Y
RADICAL DE Eucalyptus viminalis L.
EVALUACION DE LAS CARACTERÍSTICAS ORGANOLÉPTICAS,
FISICOQUÍMICAS Y MICROBIOLÓGICAS DE LA LECHE
PRODUCIDA EN LA ESTACIÓN EXPERIMENTAL
AGROPECUARIA EL MANTARO - UNCP
ESTILOS DE CRIANZA Y LOS RIESGOS DEL TRABAJO DE LOS
NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES RECICLADORES DE BASURA
DE LA CIUDAD DE HUANCAYO-2012
SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN DE RIESGOS PARA LA MEJORA
DE LA CALIDAD DE CARTERA CREDITICIA EN EMPRESAS
MICRO FINANCIERAS DE LA REGIÓN JUNÍN
PRESENTACIÓN
En este momento, estamos viviendo una época de mayor auge
de la información y del conocimiento, el problema no radica
en la falta de generación de conocimientos, sino en la dispo-
sición de ponerlos al alcance de los usuarios y que éstos hagan
una gestión óptima de dichos conocimientos. Por esta razón,
la Escuela de Posgrado de la Universidad Nacional del Centro
del Perú pone a disposición de forma física y virtual la Revista
Científica CONVICCIONES, la misma que se constituye en un
órgano de difusión académico y científico orientado a publicar
artículos científicos que abordan diversos temas del saber hu-
mano, ya sean de la producción científica o desarrollo tecno-
lógico, así como también las reflexiones originales, revisiones
o reseñas bibliográficas. Las producciones, las reflexiones, los
análisis y las revisiones pueden proceder de cualquier disciplina
o área del saber, generados por las unidades de posgrado de las
diferentes facultades, con la finalidad de difundir los resultados
de la investigación de nuestra comunidad, teniendo en el futuro
más cercano la indización de las mismas en las bases de datos
del mundo científico.
Actualmente el número de estudiantes de maestrías y doctora-
dos en la mayoría de Unidades de Posgrado se ha incrementado,
así como también la producción y el trabajo científico; además,
los directivos de las unidades de posgrado de las 22 facultades
se han preocupado en incrementar el número de tesis ejecuta-
das y sustentadas, respondiendo a las necesidades del entorno
social, por ello se ha iniciado un constante trabajo de investi-
gación científica, el mismo que requiere de manera urgente un
medio científico para transmitirlo en versión impresa y/o elec-
trónica en la cual los investigadores publiquen los resultados de
investigación en las diversas áreas del saber.
Esta revista CONVICCIONES, tiene como antecedente haber
publicado desde el año 2004, y lamentablemente debido a una
política errada de gestión en la que desintegraron a la Escue-
la de Posgrado se descontinuó la publicación. Actualmente se
ha constituido un Comité Editor dirigido por el D Sc., Adolfo
Gustavo Concha Flores, teniendo como meta principal la publi-
cación con un estándar científico suficiente para obtener reco-
nocimiento en el ámbito latinoamericano y mundial y que todas
las investigaciones relevantes sean publicadas y estén al alcance
de la comunidad científica, por lo cual estamos trabajando en
forma conjunta para que nuestra revista cumpla los estándares
parámetros editoriales exigidos para la pronta indización.
Asimismo, se invitó a investigadores externos de prestigio na-
cional e internacional, procedentes de la Universidad de Gua-
najuato, para integrar el Comité Editorial como Par Externa y
la lista de Árbitros”. La revista CONVICCIONES será publicada
en forma semestral anual y tendrá una versión electrónica y otra
impresa.
Invitamos a los investigadores integrantes de la Escuela de Pos-
grado a formar parte de los autores que conforman esta revista
científica, alcanzando los resultados de su producción científi-
ca y de esta manera podamos contribuir con el desarrollo de la
ciencia en beneficio de la sociedad.
Delia Gamarra Gamarra
Directora de la Escuela de Posgrado
EDITORIAL
Desde la percepción filosófica, la Teoría General de
los Sistemas1
(TGS), aparece como una metateoría,
una teoría de teorías (en sentido figurado), que par-
tiendo del muy abstracto concepto de sistema busca
reglas de valor general, aplicables a cualquier siste-
ma y en cualquier nivel de la realidad. La TGS bus-
ca descubrir isomorfismos en distintos niveles de la
realidad bajo un enfoque racional, y entre ellos exis-
te: el sistémico, que contempla un sistema abierto
de entrada, proceso y salida, y que también permite
operar una retroalimentación.
Bajo la influencia de este concepto, y plasmado a la
revista “CONVICCIONES", surgió la pertinencia de
realizar una retroalimentación, que ha concretiza-
do un singular proceso de reditar este importante
medio de información intelectual, bajo la política
de ser una revista científica, multidisciplinaria y
arbitrada, con una periodicidad semestral, y con el
objetivo principal de promover el desarrollo de la
investigación y la producción científica con
estándares de calidad que establece el contexto
nacional e internacional; de igual manera, con la
directriz de participar en la Declaración del
Movimiento Inter-nacional “Open Acces” con el
fin de contribuir al aumento de la visibilidad, el
acceso y la difusión de la producción científica; por
ello, los autores y colaboradores de los artículos
ceden los derechos autorales a la revista
“CONVICCIONES”, de manera que la misma
podrá publicarlos en formato impreso y/o analógico,
y también el digital, incluyendo in-ternet.
Retrotrayendo la historia, el primer número se pu-
blicó en el año de 2004 y se caracterizó por ser una
revista informativa de logros académicos, y que
posteriormente dejó de publicarse. En el momen-
to actual, y buscando la pertinencia del proceso de
retroalimentación, se buscó establecer un nuevo
formato, cuya peculiaridad es la de ser una revis-
ta científica. Desde esa óptica el comité editor ha
estructurado en esta nueva etapa dos secciones,
siendo estas:
• La primera, corresponde al enunciado del Co-
mité Editor y la ficha técnica de la revista, el
nombramiento de las autoridades de la Uni-
versidad Nacional del Centro del Perú y las
autoridades de la Escuela de Posgrado, tam-
bién se incluye las palabras de la Directora de
la Escuela de Posgrado y el pensamiento edi-
torial de la revista, enfocado como Editorial
y se finaliza con el índice de los títulos de los
artículos científicos.
• Y la segunda, concierne a la disertación de
los artículos científicos, inéditos y originales
relacionados con las Ciencias Agropecuarias,
Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias de la
Biología y Salud, Arquitectura, Ingenierías y
Tecnologías, así como las Ciencias Económi-
cas, Sociales y Humanidades, entre otras.
Este número cuenta con la colaboración de autores
de diversas maestrías de la Escuela de Posgrado de
nuestra universidad y de universidades internacio-
nales, lo que determina su calidad intelectual, y que
fueron convocados por la dirección de esta unidad
académica, cuya actuación en la recopilación de los
artículos científicos, fue de una manera efervescen-
te. Los trabajos recopilados se diversifican dentro
de temáticas y enfoques de investigaciones diversas,
que desarrollan investigaciones de peculiaridades
cuantitativas y cualitativas, incluyendo las mixtas, y
cuyo valor es una contribución importante a la so-
ciedad del conocimiento y la información.
El esfuerzo de visualizar el desarrollo de nuestra
región mediante estos trabajos científicos y a par-
tir de ello, realizar el aporte para el análisis y la re-
flexión de la ciudad, la región, del país y del mundo
globalizado, es otro objetivo del comité editor, y que
busca a través de sus propuestas mejorar la calidad
de vida de nuestros hijos y de los hijos de nuestros
hijos.
Finalmente deseo expresar mi profunda gratitud a
todos los académicos que concibieron este proceso
intelectual, a ellos su colaboración, esfuerzo y de-
dicación, determinan la permanencia y vigencia de
“CONVICCIONES”; también a la plana directiva
de la Escuela de Posgrado, por ofrecerme la opor-
tunidad de desarrollar la actividad científica, desde
la óptica de las publicaciones, y a Dios por darme la
energía de concretizar este importante logro. Deseo
expresar que este medio de información científico
y académico, tendrá a partir de este momento una
actitud de superación en el quehacer de cada día, en
bien de la comunidad universitaria y la sociedad a la
que se debe y a la cual se pretende contribuir, con la
convicción de que en los tiempos actuales, la Cien-
cia, la Tecnología y la Educación son inseparables,
como lo pregona la sociedad del conocimiento y la
información.
Adolfo Gustavo Concha Flores
Director Editor
1
Bertalanffy, L. (1999) Teoría General de los Siste-
mas. México: FONDO NACIONAL DE CULTU-
RA. Décima Primera Edición.
6
CONVICCIONES
7
CONVICCIONES
ARQUITECTURA POPULAR EN LOS ANDES. ENSAYO SOBRE
DICOTOMÍAS ANALÍTICAS Y LA VIDA COTIDIANA
POPULAR ARCHITECTURE IN THE ANDES. ANALYTICAL ESSAY
DICHOTOMIES AND EVERYDAY LIFE
Christien Klaufus
CEDLA
Amsterdam, Países Bajos
C.J.Klausfus@cedla.nl
http://www.cedla.uva.nl
RESUMEN
Este artículo explora los debates académicos internacio-
nales sobre arquitectura popular y sus valores analíticos
para el análisis de las ciudades andinas. Las teorías sobre
arquitectura popular son basados en una dicotomía cate-
górica entre cultura alta y baja. El artículo sostiene que esa
distinción analítica debe ser revisada, sobre todo para un
contexto latinoamericano.
Basado en los trabajos de campo en Riobamba y Cuenca,
Ecuador (entre 1999 y 2011) y un estudio preliminar de
Huancayo, Perú (2011), la autora describe cómo las formas
contemporáneas de la arquitectura popular son apreciadas
localmente, para lo cual utiliza una metodología etnográ-
fica en la que los diferentes actores involucrados en el di-
seño de viviendas son valorados con igual importancia.
El artículo argumenta que por motivo de la globalización
las actividades de los auto-constructores y profesionales
en la construcción de viviendas se están vinculando cada
vez más. Este proceso trajo consigo, la desaparición de las
fronteras simbólicas entre el trabajo de los profesionales y
el de los profanos. Determinándose que su estatus como
profesional se está gradualmente degradando, mientras
que las élites locales y culturales, empezaron a re-apreciar
los estilos históricos de sus centros urbanos monumenta-
les. Mientras tanto, se está desatendiendo la creación de
formas nuevas socialmente inclusivas. El artículo sugiere
que la llamaba cholificación de la ciudad pueda ser apre-
ciada como un señal de la democratización del espacio
urbano en Los Andes, para lo cual se necesita un debate
abierto para desarrollar nuevas formas arquitectónicas lo-
cales, que tanto los profesionales como la población local
se puedan identificar.
Palabras clave: arquitectura popular, cholificación, iden-
tidad local
ABSTRACT
This article explores international academic debates on
popular architecture and their analytical values for the
analysis of cities in the Andes.
Theories on popular architecture are based on the catego-
rical dichotomy between high and low culture. The article
asserts that this analytical distinction needs to be revised,
especially for a Latin American context.
Based on fieldwork in Riobamba y Cuenca, Ecuador (bet-
ween 1999 and 2011) and a preliminary study of Huan-
cayo, Perú (2011), the author describes how contempo-
rary forms of popular architecture are appreciated locally,
using an ethnographic approach, in which the different
actors involved in house design are considered of equal
importance. The article asserts that due to globalization
the house building activities of self-builders and architects
have increasingly become intertwined.
This has resulted in the disappearance of a symbolic boun-
dary between the work of professionals and lay designers.
Realizing the gradual degradation of their professional
status, local cultural elites have started re-appreciating the
historical styles of their monumental inner cities. Mean-
while, the creation of new socially inclusive forms is being
ignored. The article suggests that although the so-called
cholificación of the city might be understood as a signal
of the democratization of Andean urban space, an open
debate is needed to develop new local architectural forms,
with which both professionals and the local population
can identify.
Key word: architecture, cholification, local identity
8
CONVICCIONES
INTRODUCCIÓN
En Europa y los Estados Unidos el término ‘arquitec-
tura’ se usa generalmente para calificar a edificios que
tengan un cierto nivel de calidad estética, técnica y es-
pacial en el diseño.
Se habla de una arquitectura con mayúscula ‘A’ para di-
ferenciar el diseño de edificios insignificantes y por eso
no deberían ser calificados como arquitectura. Sosten-
go que para analizar el cambio del entorno urbano en
las ciudades andinas, necesitamos un significado más
amplio, incluyendo tanto la arquitectura con mayúscu-
la ‘A’ como la arquitectura con minúscula ‘a’.
En esa dicotomía analítica se enfoca este ensayo, explo-
rando cómo el debate sobre la diferencia entre cultura
alta/ cultura popular ha influenciado el discurso profe-
sional a nivel local en algunas ciudades andinas.
El objetivo es abrir el debate profesional local para in-
cluir a las nuevas manifestaciones de la arquitectura,
como por ejemplo, las viviendas llamativas de migran-
tes transnacionales.
El artículo es basado en varios estudios etnográficos
realizados en las ciudades de Riobamba y Cuenca,
Ecuador entre 1999 y 2011 (Klaufus 2009), completado
con un estudio preliminar de Huancayo, Perú (Klaufus
2011).
CLASIFICACIÓN DE CULTURAS
En la literatura socio-científica, el arte y los productos
de cultura refinada son indicados, muchas veces, con
el término cultura alta, para diferenciar los productos
menos exclusivos, cotidianos que son considerados
como cultura popular. La diferencia entre una cultura
cualificada más alta o más baja es basada en un modelo
de cultura evolucionista que tiene su origen en el pen-
samiento del Siglo de la Ilustración, en el cual se atri-
buía a la sociedad occidental una cultura y civilización
más alta que a sociedades no-occidentales.
No solamente entre, sino dentro de sociedades se colo-
caba esa jerarquía a base de valores supuestos universa-
les (Crysler 2003, 51 nota 19).
En ese paradigma se reedificaba fuertemente el término
‘cultura’. A base de una supuesta autenticidad de ciertas
manifestaciones culturales se dibujaba una línea entre
formas culturales ‘refinadas’ y ‘desarrolladas’ por un
lado y expresiones ‘populares’ y ‘primitivas’ por otro
lado. El pensamiento de Kant sobre la autonomía de
diferentes actividades culturales y la autonomía de in-
dividuos contribuía a la idea de que la verdadera expe-
riencia artística consistía de una forma autónoma que
dominaba la función del objeto. Este tipo de expresión
refinada de cultura se llamaba ‘arte’: “Cultura alta ha
utilizado el arte como un marcador clave de distinción,
con el juicio que producciones estéticas
de los sectores populares no cualifican como arte. Cier-
tamente el término ‘estético’ es negado a los trabajos de
arte popular, dado su incrustación en usos rituales y
otros” (Rowe & Schelling 1991, 197).
A un lado del espectro cultural construido se encuentra
entonces la cultura alta: formas refinadas, desarrolladas
de arte y cultura, como la música clásica, el teatro, la
literatura y la arquitectura, donde los principios estéti-
cos y estilísticos juegan un papel importante. La cultura
alta pertenece a la élite. La cultura alta es definida por
Herbert Gans de la siguiente manera:
Esta cultura [alta] se diferencia de todas las otras cul-
turas de gusto en que es dominada por creadores – y
críticos – y que muchos de sus usuarios aceptan los es-
tándares y perspectivas de los creadores.
Es la cultura de los “serios” autores, artistas etc. y por
eso su público incluye a una proporción significante de
creadores (Gans 1999, 100).
Los creadores y el público de cultura alta ocupan según
sociólogos como Herbert Gans y Pierre Bourdieu una
posición privilegiada en la sociedad, que es relacionada
con su alto nivel de educación y posición socio-econó-
mica.
En el libro Distinction, Bourdieu considera que sola-
mente la gente de la clase social dominante es capaz
de desarrollar estrategias para ‘estetizar’ su vida. A ese
grupo integra entre otros artistas “quienes como inven-
tores y profesionales de la ‘estilización de la vida’ sola-
mente pueden hacer de su arte de vivir, una de las bellas
artes” (Bourdieu 2000, 57). También los arquitectos son
considerados de este grupo. Según él, el gusto de la cla-
se de trabajadores se caracteriza en el cambio por “una
reducción sistemática de las cosas de arte a cosas de la
vida” (Bourdieu 2000, 5). Gente de las clases bajas se
dejarían llevar por la utilidad y la funcionalidad de los
productos que consumen, eso es al menos la aserción
que se utiliza en esta opinión estratificada de expresión
cultural.
La muestra de buen gusto en productos culturales es
según Bourdieu un mecanismo importante para man-
tener el control sobre fuentes de existencia y represen-
taciones simbólicas del poder.
Ese sistema se mantiene más o menos a sí mismo, de-
bido a que a través de formas refinadas de expresión
de arte y cultura se transmiten códigos que solamente
pueden ser entendidos por iniciados.
Una obra de arte solamente tiene significado e interés
para alguien quien posee la competencia cultural, es
decir, el código en el cual es codificada. La implementa-
ción consciente o inconsciente de esquemas explícitos
9
CONVICCIONES
o implícitos de percepción y apreciación [...] es la con-
dición oculta para reconocer los estilos [...] (Bourdieu
2000, 2).
El conocimiento previo, necesario para entender cultu-
ra alta se obtiene parcialmente a través de la educación,
y parcialmente a través de una iniciación paulatina en
los códigos por expertos.
Por esa razón Abner Cohen (1981) habla de una cul-
tura de élite donde un grupo privilegiado mantiene
lo más posible el conocimiento de códigos y el uso de
símbolos dentro de su propio círculo para mistificar su
identidad como grupo de poder.
Eso hace que estas formas de expresión son más difí-
cilmente accesibles para personas que no frecuenten
los círculos de la élite cultural. Eso no quiere decir que
cultura alta no puede ser apreciada por un público más
amplio, pero un público de no-iniciados probablemen-
te miraría el arte de otra forma que los iniciados. De
esta manera, según esta teoría la élite cultural altamen-
te educada tiene un monopolio a la creación y el con-
sumo de cultura alta. Para ellos es además un medio
simbólico para diferenciarse del común de las gentes.
Al otro lado del espectro se encuentra todo lo que no
es arte, expresado en el término cultura popular. En
estas teorías la cultura popular es un término mucho
más amplio que cultura alta. La mayoría de las defini-
ciones de cultura popular consisten, aparte de folclor
(las tradiciones artesanales de un pueblo) también de
cultura de masas (productos industriales para las ma-
sas). Lo característico de esta categoría conceptual es
que se presenta a la cultura como algo que es accesible
para un público amplio, porque no se necesita un co-
nocimiento previo. Una amplia escala de expresiones
y productos culturales son considerados como cultura
popular, desde productos artesanales, hasta telenovelas
y música pop y variantes kitsch del arte. Lo único que,
según los teóricos, estos productos tienen en común,
que no cumplen con las normas y los valores académi-
cos que se atribuyen al arte.
Forman, por así decir, una categoría restante frente a
cultura alta. Esto es además el problema analítico de
este concepto (Rowe & Schelling 1991, 2).
Antes de continuar, quisiera dedicar una reflexión a los
lentes proverbiales que tenía puesto como investigado-
ra.
Indirectamente, esta discusión ha influenciado mi vista
hacia la investigación. Siempre tenía que explicar algo
en el momento de la elección de conceptos y términos.
Los antropólogos me preguntaban por qué utilizaba el
lenguaje de los arquitectos, mientras que los arquitec-
tos me preguntaban por qué abusaba de sus concep-
tos para edificios que según ellos no eran arquitectura.
En eso intenté de encontrar un término medio. Como
arquitecta soy entrenada para hacer la diferencia entre
arquitectura con mayúscula ‘A’ y arquitectura con mi-
núscula ‘a’. Después como antropóloga aprendí de po-
ner esa diferencia a discusión de forma crítica.
En mis ojos, la situación en Cuenca y Riobamba, igual
que en otras ciudades como Huancayo, muestra clara-
mente que una diferencia categórica y objetiva entre
una arquitectura sin arquitectos y una arquitectura de
arquitectos no se puede hacer en la vida cotidiana.
Imitaciones y enculturación siempre forman parte de la
arquitectura, en cualquier parte del mundo. Es impor-
tante darse cuenta que el concepto de la arquitectura
es una construcción social en sí que puede ser usada o
abusada tanto por la élite local como por los académi-
cos internacionales.
Posición de la arquitectura popular en las ciencias
sociales
La dicotomía también se aplica a formas ‘más altas’ y
‘más bajas’ de construcción. Arquitectura con mayús-
cula ‘A’ es un término que se utiliza para ciertas formas
desarrolladas de construcción. En el sentido general eso
quiere decir que arquitectura, como producto cultural,
es asociada con sociedades complejas en las cuales apa-
rece un alto grado de especialización. La arquitectura
alta es vista como una prestación cultural especial que
supera lo cotidiano. Es puesto frente a construcciones
que son consideradas como cotidianas y ‘normales’: ar-
quitectura popular. Donde la arquitectura alta es una
muestra de exclusividad, mientras que la arquitectura
popular es una muestra de lo cotidiano, tradiciones y
rutinas. En cambio la Arquistectura alta puede sobre-
salir del entorno, la arquitectura popular justamente es
intercalada en el entorno. Templos antiguos, catedrales
medievales y monumentos contemporáneos como el
Museo Guggenheim en Bilbao son considerados como
arquitectura alta.
Granjas, viviendas de autoconstrucción en barrios po-
pulares y arquitectura vernácula de países no-occiden-
tales cuentan generalmente como arquitectura popu-
lar. De esta manera la diferencia, tal vez, suena como
natural pero es rodeada de calificaciones normativas e
ideológicas que son discutidas ampliamente en el deba-
te académico.
La arquitectura, como disciplina académica, es relacio-
nada al desarrollo de la educación de arquitectura en
Europa.
Esto encuentra sus orígenes en el siglo dieciocho en Pa-
rís, donde la École des Beaux Arts (Escuela de Bellas
Artes) y la École Politechnique (Escuela Politécnica)
eran consideradas como los dos primeros institutos
10
CONVICCIONES
para educación de arquitectura (Benevolo 1971, 5-9;
Rabinow 1989, 47-57). En la escuelas de Bellas Artes se
consideraba a la arquitectura como una forma de arte,
mientras la escuela politécnica ponía énfasis en los as-
pectos técnicos y científicos de la disciplina de diseño.
A base de estos dos enfoques sobre la construcción, se
desarrollaron las escuelas posteriores de arquitectura
en Europa, que a su vez eran el modelo para las escue-
las de arquitectura en el resto del mundo, entre otros los
países andinos. Los arquitectos y urbanistas latinoame-
ricanos eran formados desde un marco de pensamiento
puesto a la misma altura europea, que no siempre esta-
ba sintonizado con la situación local.
Que la dicotomía entre arquitectura y arquitectura po-
pular es una invención occidental, resulta también de
un inventario de algunos libros prominentes de arqui-
tectura de las décadas pasadas.
En una famosa serie redactada por Nervi, que se llama
Weltgeschichte der Architektur (Historia Mundial de la
Arquitectura), la diferencia entre arquitectura ‘primi-
tiva’ y ‘altamente desarrollada’ está presente de forma
explícita. La primera parte de la serie que describe las
tempranas culturas altas en el Occidente, después de lo
cual se expone los desarrollos en la arquitectura roma-
na y bizantina en partes separadas, seguido por libros
sobre arquitectura de la Edad Media, el renacimiento,
el barroco y la era moderna.
Como última parte – un poco una parte rara en la se-
rie – hay un libro con el título Architektur der primiti-
ven Kulturen (Arquitectura de las culturas primitivas)
(Guidoni 1976). Desde la publicación de estos libros en
los años setenta, los paradigmas directivos en las cien-
cias sociales y humanidades han cambiado y un tal li-
bro obtendría ahora probablemente otro título. Sin em-
bargo, en las librerías de arquitectura todavía se puede
encontrar dos categorías separadas que corresponden
a los campos de interés de los científicos. Por un lado
hay estudios de la historia del arte o de la teoría del arte
sobre arquitectura en el mundo occidental, o sobre ar-
quitectura con mayúscula ‘A’ que fue exportada desde
el Occidente hacia otra parte. Estos estudios caben en
el canon occidental de arquitectura histórica (Crysler
2003, 33). En este segmento las consideraciones an-
tropológicas son escasas. El análisis de Paul Rabinow
(1989) de la arquitectura francesa del siglo diecinueve y
el estudio de James Holston (1989) sobre la arquitectu-
ra modernista de Brasilia forman las excepciones más
conocidas (véase también AlSayyad 1992; Fraser 1990).
Al otro lado del espectro se encuentra un sin número
de publicaciones sobre cultura popular y arquitectura
‘tradicional’, ‘vernácula’ o ‘informal’.
Muchas veces tratan específicamente de la vivienda. El
origen de este interés social surge desde los principios
del siglo veinte. Con el establecimiento de la especiali-
dad de Estudios Culturales se originó el interés por esa
llamada cultura popular y las definiciones corrientes de
cultura alta y popular (Storey 1994).
Según los académicos conservadores y marxistas del
comienzo del siglo veinte la cultura popular y de ma-
sas comprenderían manifestaciones no auténticas que
distanciarían el hombre de su ‘verdadera’ cultura. Por
eso el pueblo tenía que ser protegido contra sí mismo,
según esos académicos: “Los Señores del kitsch [...] ex-
plotan las necesidades de las masas para obtener una
ventaja y/o para mantener su dominancia de clase”
(Macdonald 1957, 60). La idea que se debe proteger a
la sociedad de la nivelación de cultura también encon-
tró a nivel mundial seguidores en los arquitectos. En
los años ochenta y noventa se problematizó la diferen-
cia entre cultura alta y popular en el debate encendido
sobre teorías culturales. La atención académica cambió
de los productos culturales a los grupos sociales que
construían la diferencia, y a los procesos en los cua-
les se construía o justamente se destruía esa diferencia.
También se ponía énfasis en que la diferencia analíti-
ca entre cultura alta y popular tiene sus limitaciones,
no solamente porque implica una jerarquía social,
pero sobre todo porque el investigador se deja seducir
muchas veces a una forma de mesianismo social: una
identificación con gente de clases sociales más bajos a
quienes se atribuye cultura popular. Con el mesianis-
mo social, justamente se pone énfasis en la diferencia
jerárquica en forma oculta: “la oposición cultura alta/
cultura popular no es simétrica, y simplemente dándo-
le la vuelta no ayuda a liberarse de las distorsiones que
genera” (Rowe & Schelling 1991, 197).
La identificación con los marginados no contribuye en
los ojos de los críticos a un mejor entendimiento de las
relaciones sociales.
Para un análisis de la cultura de América Latina la di-
cotomía sería especialmente problemática según Rowe
y Schelling (1991), porque la diferencia entre una cua-
lidad estética y de utilidad en expresiones artísticas no
se puede hacer ahí. También García Canclini sigue esta
línea de argumentación. Él pone que las categorías de
cultura alta y cultura popular se atraviesan tanto en La-
tinoamérica que no se puede hacer una diferencia con-
ceptual: “Así como la oposición entre lo tradicional y
lo moderno no funciona, lo popular, y lo basado en las
masas no se encuentran dónde estamos acostumbrados
a encontrarlos” (García Canclini 1995, 2).
Por eso utiliza el concepto de ‘híbrido’ para denotar las
formas de mezcla. A su vez, también su teoría sobre
culturas híbridas recibió mucha crítica. Pues, si todo
en Latinoamérica fuera híbrido, no se podría hacer
ninguna pronunciación sobre nada. Además, su teoría
da muestra de evolucionismo, porque ve la hibridación
11
CONVICCIONES
como un proceso de mezcla continua, en que las fases
anteriores siempre son menos mezcladas, entonces más
puras. Por eso Ouweneel hace una diferencia entre hi-
bridación como modelo evolucionista – el modelo de
García Canclini que el critica – e hibridación en un
momento determinado, presentado como un residuo
de dos sistemas culturales puestos el uno sobre el otro:
“dos sistemas estilizados y compuestos que son puestos
el uno sobre el otro, más bien un ‘palimpsesto’ que una
descendencia” (Ouweneel 2005, 124).
La constatación general de los autores es que es fácil de
indicar los ejemplos de cultura híbrida en Latinoamé-
rica, pero difícil de definirla. Por lo demás dejo la ela-
boración teórica de cultura híbrida fuera de considera-
ción. Utilizo los conceptos cultura alta y popular como
conceptos indicadores para mostrar cómo el pensar
sobre arquitectura en ciudades medianas en los andes
lleva a la producción social y la construcción social de
arquitectura, y de qué manera se trata este tipo de da-
tos empíricos en el mundo académico. Según Salman
(1996) se puede utilizar estos conceptos como medio
descriptivo para poder expresar la complejidad de la
realidad empírica (cf. Rowe & Schelling 1991, 197-198).
El interés internacional para ejemplos de una supuesta
arquitectura vernácula crecía después de la publicación
de libro prominente de Rudofsky (1998[1964]) Archi-
tecture Without Architects (Arquitectura sin arquitec-
tos).
A nivel mundial se esbozaba el mapa de la arquitec-
tura popular, ¿pero a base de qué criterios? ¿Qué en-
tienden los diferentes autores con arquitectura sin ar-
quitectos? Rudofsky habla en términos generales sobre
arquitectura “sin origen”, refiriéndose a edificios cuyos
diseñadores o constructores son desconocidos o de
todos modos no famosos. Jean-Paul Bourdier y Nezar
AlSayyad escogieron el término tradicional como con-
cepto central. En su definición arquitectura tradicional
comprende tanto arquitectura popular rural como au-
toconstrucción urbana. El término tradicional debería
hacer superfluo a indicaciones como vernácula, autóc-
tono, primitivo, folclórico, anónimo y popular. En la
descripción de los autores el entorno construido tra-
dicional comprende: “viviendas y asentamientos cuyos
formas se originan de procesos culturales más que de
opiniones estéticas especializadas” (Bourdier & AlSa-
yyad 1989, 6). Según ellos, la arquitectura popular no
representaría opiniones estéticas refinadas. Para una
interpretación de autoconstrucción esta definición pre-
senta entonces problemas.
Bourdier y AlSayyad no niegan que el término arqui-
tectura tradicional también tiene sus límites. A base de
un estudio de casos en las contribuciones en su volu-
men se pone a discusión los límites entre moderno y
tradicional, urbano y rural, arquitectura más alta y más
baja.
Así, según Jo Tonna (1989), se puede hablar en Malta
de un intercambio fructífero de elementos de la arqui-
tectura oficial y popular. Amr Abdel Kawi (1989) pro-
blematiza a base de historias sobre un oasis en Egipto la
diferencia entre una mirada profesional al uso de espa-
cio y la perspectiva de los habitantes.
Notablemente, la problematización de las categorías
alta y popular en la arquitectura no ocurre en la obra
de uno de los autores más conocidos en el ámbito de la
arquitectura popular, Paul Oliver, define la arquitectura
popular como “arquitectura del pueblo y por el pue-
blo, pero no para el pueblo” (Oliver 2003, 14; cf. Storey
1994, 5).
Oliver determina la diferencia entre arquitectura popu-
lar y arquitectura profesional entre otros a base del tipo
de la sociedad en la cual la arquitectura se origina. Se-
gún su clasificación la arquitectura vernácula existe so-
bre todo en sociedades tribales. Las sociedades con una
élite urbanista ya no tendrían una ‘verdadera’ arquitec-
tura vernácula. Aunque reconoce que algunas formas
de arquitectura no pueden ser clasificadas en base de
este modelo, esto no tiene consecuencias para la dife-
rencia que utiliza. Así está en su libro Dwellings: The
vernacular house worldwide (Viviendas: La casa ver-
nácula a través del mundo) también un capítulo sobre
autoconstrucción en barrios populares de grandes ciu-
dades (Oliver, 2003). En este capítulo pone que la au-
toconstrucción tal vez se podría considerar como una
arquitectura auténtica para la gente del barrio, pero que
no debería llamarse ‘nueva vernácula’ como había suge-
rido Lisa Peattie (1992) en un artículo. En reacción a su
idea que autoconstrucción también puede ser conside-
rado como arquitectura popular auténtica, él escribe: Si
los productos de desechos y materiales descartados de
la ciudad son considerados como ‘materiales y recursos
locales’ algunos pueden considerar estos factores como
justificantes para este tipo de argumentos. Sin embargo,
aunque algunos asentamientos puedan tener una fase
cuando las casas tradicionales son construidas al bor-
de de una ciudad, la mayoría de casas de invasores son
construidas sin una tradición (Oliver 2003, 225).
Sin una tradición de construcción, no existe una cultu-
ra popular auténtica, así razona Oliver. Por supuesto se
puede decir mucho sobre los términos autenticidad y
tradición, pero en este espacio se iría demasiado lejos
sintetizando este debate completo. Aquí solamente es
importante de constatar que pocos autores tienen una
opinión tan rígida y evolucionista como Oliver.
Amos Rapoport y Peter Kellett rechazan la manera de
enfoque de Oliver. Ellos sí consideran casas de auto-
construcción en barrios populares como ejemplos de
diseño vernácula. Rapoport maneja una continuidad
12
CONVICCIONES
de modelo, estirado entre maneras tradicionales y au-
tóctonas de construir (arquitectura vernácula tradicio-
nal) y métodos de construcción desarrollados a nivel
internacional, académico (arquitectura alta). Dentro de
esta continuidad, así pone Rapoport (1988, 55), “Asen-
tamientos espontáneos [están] más cerca de lo tradicio-
nal vernácula que de cualquier otro tipo de entorno y lo
más lejos de los entornos diseñados profesionalmente o
de ‘alto estilo’.” Kellet y Napier (1995) se distancian aun
más de Oliver. Ellos advierten contra clasificaciones de
arquitectura a base de tipologías de sociedades, como
lo hacen Oliver y Rapoport. Ellos también ven auto-
construcción como una forma específica de arquitectu-
ra popular, pero desde la idea de que los propietarios-
habitantes realizaron ellos mismos las construcciones
en un entorno que no se formó a base de planificación.
Lo que en mis ojos es un problema para todas las defi-
niciones de arquitectura popular arriba mencionadas,
es la exclusión total de alguna intervención profesional.
De los ejemplos de Ciudadela Carlos Crespi y Coopera-
tiva Santa Anita resulta que muchas veces los autocons-
tructores en ciertas fases de la construcción contratan o
consultan con un profesional (por ejemplo para el per-
miso de construcción). La diferencia entre ‘de’, ‘para’ o
‘por’ el pueblo entonces no existe en autoconstrucción.
La descripción que da Henry Glassie en mi opinión
aproxima lo mejor la situación andina. Glassie (2000,
20) pone: “llamamos edificios “vernác ulos” porque in-
corporan valores ajenos a las acariciadas en la acade-
mia.”
Los autoconstructores diseñan sus casas no desde una
teoría académica o ideología, pero desde sus propios
ideas, deseos y necesidades. Existe una diferencia im-
portante entre la definición de Bourdier y AlSayyad y
la de Glassie.
Bourdier y AlSayyad ponen que ideas estéticas no for-
man la base de la arquitectura popular. Autoconstruc-
tores solamente tendrían motivos funcionales.
No estoy de acuerdo con esto. En la definición de Glas-
sie, la arquitectura popular expresa muchas veces otros
valores que los valores arquitectónicos que son aprecia-
dos en las escuelas de arquitectura y el mundo acadé-
mico.
Pienso que tiene razón. El límite exacto entre las cate-
gorías de la arquitectura con mayúscula ‘A’ y la arqui-
tectura popular nunca se puede definir, ni sería el enfo-
que de cualquier estudio porque la diferencia no tiene
valor empíricamente.
Como dicen Kellett y Napier (1995) no se puede to-
mar a tipologías de sociedades como indicadores para
la pregunta si se puede hablar de arquitectura popular.
Como alternativa ellos proponen de prestar más aten-
ción a las características morfológicas, pero esto no me
parece una buena solución.
Entonces nuevamente existe el peligro de olvidarse qué
categorías culturales son construcciones sociales tam-
bién.
Por eso abogo por más atención para el papel de los
actores (autoconstructores, profesionales) en los pro-
cesos de construir y vivir, prestando atención tanto
a la formación de una cierta imagen que a la manera
de actuar. Hay una analogía con las discusiones de los
años ochenta sobre la pregunta si la autoconstrucción
equivale al bricolaje (construir con sus propias manos).
Ward (1982, 200) ponía en ese tiempo que en autocons-
trucción pueden aparecer diferentes gradaciones de
trabajo pagado. Según él, autoconstrucción no excluía
la pericia contratada. De esta manera, de mi punto de
vista se debería también pensar sobre la arquitectura
popular: la arquitectura popular en el mundo urbani-
zado no excluye la participación de profesionales. Has-
ta donde se debe considerar la arquitectura como alta o
baja, arte o tradición, es una construcción social tanto
de los intelectuales locales como de los científicos del
mundo académico internacional.
No sólo desde el punto de vista pragmático es bueno
pensar sobre los cambios en la conceptualización de
arquitectura popular. También tiene un aspecto ético.
Poniendo énfasis en la diferencia entre ‘arquitectu-
ra con arquitectos’ y ‘arquitectura sin arquitectos’ se
puede pues romantizar y exotizar la última categoría
(Crysler 2003, 20). Nezar AlSayyad escribió sobre esto
en los años ochenta: Existe un prejuicio implícito en
nuestro trabajo hacia la conservación de lo que toda-
vía puede ser conservado de viviendas y asentamientos
tradicionales.
Este prejuicio parece originarse en el miedo de que si
estos asentamientos cambian, lo que algunos de sus re-
sidentes podrían desear, perderemos nuestro objeto de
investigación y nuestra subsistencia.
Como disciplina, el estudio de viviendas y asentamien-
tos tradicionales, no importa cuán joven sean, parece
haberse caído en la trampa de construir una realidad
social basada en su propio idioma particular (AlSayyad
1989, 530).
Durante la década pasada muy poco se ha cambiado en
los estudios sobre arquitectura vernácula. El énfasis to-
davía – o tal vez cada vez más – está en la arquitectura
tradicional, construida con las propias manos (Vellinga
2005).
Por más importante que sean estos estudios para la
conservación y el traspaso de las tradiciones autócto-
nas de construcción que están por desaparecer bajo la
influencia de la globalización, también se debe prestar
atención a nuevas formas de arquitectura popular.
13
CONVICCIONES
Irene Cieraad (1999), quien hacía una investigación
antropológica de formas occidentales de vivienda,
toma un similar punto de vista. Ella critica el poco inte-
rés antropológico para la vivienda europea. Según ella,
detrás del interés unilateral antropológico para formas
de vivir no-occidentales, se esconde la suposición evo-
lucionista que en las sociedades modernas occidenta-
les se habría perdido la relación entre ciudadanos y su
uso de espacio. Yo sostengo que lo mismo cuenta por
el poco interés antropológico en viviendas que pare-
cen ser derivadas del mundo occidental en otras par-
tes del mundo. Viviendas que se ven ‘internacionales’
u occidentales, ya de antemano son calificadas por los
investigadores como ‘no auténticas’ y por ende no vale
la pena investigarlas.
Por eso los cambios sociales y culturales que llevan al
nuevo diseño quedan fuera del horizonte. Aún más que
para metrópolis eso vale para ciudades más pequeñas
y regiones relativamente desconocidas a nivel interna-
cional, como Huancayo. (Robinson 2002, 2006).
Aprecio de la arquitectura popular en las ciudades
andinas
La diferencia académica entre arquitectura como for-
ma de arte y arquitectura popular fue incorporada por
profesionales en las ciudades que formaban parte de mi
estudio (Klaufus 2000; 2004; 2006a; 2006b; 2007; 2009;
2011): Cuenca y Riobamba (Ecuador) y Huancayo,
Perú. Los practicantes de la disciplina arquitectónica
y urbanista gozan de gran prestigio en Latinoaméri-
ca. Originalmente, arquitectos venían de círculos de la
élite y tenían clientes sobre todo de su propio círculo.
Pertenecían a la capa superior social y también tenían
influencia política. En su papel de ‘arquitecto científico’
eran vistos como tecnócratas de quienes se esperaba
que podían enfrentar problemas sociales mediante in-
tervenciones físico-espaciales.
(Ouweneel 1995-1996). En la práctica resultó muchas
veces que las intervenciones arquitectónicas y urbanis-
tas no ofrecían una solución para problemas sociales,
pero el prestigio de personas con títulos como Arqui-
tecto e Ingeniero se quedó. Como profesionales eran a
ellos que se atribuían pericia en diseño y construcción
y eso les daba poder. “Cualquiera que sea la conexión
entre pericia y poder es basada en el hecho de que
cuando la interacción entre experto y lego comienza,
hay una asimetría notable de conocimiento básico; y
más o menos a pesar de lo que suceda en la interacción,
mucho de esa asimetría se mantendrá” (Hannerz 1992,
120). En su papel como ‘arquitecto como artista’ arqui-
tectos eran considerados además como conocedores
que sabían de estética refinada. Esa posición fortalecía
el prestigio del título ‘arquitecto’.
Las ideas arquitectónicas se basan en ideologías sobre
lo que es un ‘buen’ espacio para vivir, tanto a nivel de
escala de edificios individuales como a nivel de la ciu-
dad (ideologías desde las cuales la disciplina de urba-
nismo se ha desarrollado). A través de los siglos esas
ideologías son traducidas en corrientes divergentes,
cada uno con sus propias escuelas, estilos de construc-
ción y protagonistas. Sin querer tratar ampliamente
aquí la historia de la arquitectura occidental, en mi es-
tudio se menciona una serie de estilos de construcción
y corrientes que dejaron sus huellas en las ciudades de
los países andinos: los estilos franceses de construcción
del siglo diecinueve (formas neoclásicas y neogóticas),
el modernismo del Estilo Internacional, que dominaba
el mundo en el siglo veinte, y desde los años setenta
(como reacción al modernismo del Estilo Internacio-
nal) los estilos posmodernos y el Regionalismo Crítico
(Klaufus 2009).
Estas corrientes eran enraizados en corrientes interna-
cionales, pero en varias ciudades de los andes obtienen
una elaboración local específica. Es importante darse
cuenta qué profesionales legitiman el uso de estos esti-
los de construcción desde el éxito internacional de las
diferentes corrientes.
Se veían como los guardias de la cultura alta y se ponían
frente a los productores y consumidores de cultura po-
pular. Sin embargo muchas veces no podían definir una
diferencia clara entre los edificios que pertenecerían
a la categoría de la arquitectura refinada, y el resto. El
consenso simplemente no existía. Algunos profesiona-
les aseveraban que a base de diseño se podría hacer una
diferencia esencialista entre arquitectura buena y mala.
Algunos arquitectos aseveraban que del ‘análisis objeti-
vo de la forma’ resultaba que la nueva ‘arquitectura de
migrantes’ no era adecuada para el campo. Según ellos
el uso de materiales tenía una lógica intrínseca, desde
la cual debería seguir el diseño. Eran de la opinión que
la relación lógica entre materiales y diseño faltaba en
‘arquitectura de migrantes’. Veían su conocimiento de
análisis de forma con parte de su pericia formada aca-
démicamente, a base de la cual podían juzgar sobre la
aptitud social de estética (cf. Crysler 2003, 58; Leach
1997, xiv). Aunque estos profesionales aseveraban as-
pirar a un análisis objetivo académico de forma, sus
análisis de igual manera eran construcciones sociales
de arquitectura adecuada. Como ya mencioné antes,
varios científicos sociales han constatado que, por más
constructivista y negociable que sean las diferencias en-
tre uno mismo y el otro en la práctica, en la vida coti-
diana los informantes consideran las diferencias socia-
les como algo definido y real (Cohen 2000; Baumann
1999, 91-94), y así era también en Cuenca.
En Cuenca el carácter constructivista del discurso
nosotros-ellos se manifiesta en la constatación de que
14
CONVICCIONES
la evaluación de autenticidad solamente se aplicaba a
casas de ciudadanos que en el sentido social o geográ-
fico se encontraban ‘lejos’ de los profesionales. Ellos
hablaban por ejemplo sobre la ‘arquitectura fetiche’ y
sobre ‘modelos importados’, pero únicamente con casas
de supuestos campesinos y trabajadores. La arquitec-
tura opulenta en los barrios residenciales en la ciudad
no se criticaba abiertamente porque en la producción
de estas casas estaban involucrados colegas conocidos
y clientes importantes. De las villas americanas en las
urbanizaciones de la clase media rica no se decía abier-
tamente que eran ‘inadecuadas’, aunque disimulada-
mente algunos lo pensaban. También el argumento de
que el diseño de una casa no sería auténtico cuando los
elementos de estilo eran importados, se aplicaba selec-
tivamente. No tenía validez por ejemplo para la arqui-
tectura neoclásica francesa en el centro histórico de la
ciudad. A través de esta discusión los profesionales del
orden establecido intentaban de reconstruir los límites
sociales entre élite y pueblo, ciudad y campo. Pero la
fuerza expresiva de las villas de migrantes transnacio-
nales y nuevos ricos resultaba muchas veces ser más
fuerte que su opinión.
En Riobamba, donde formas de mezcla arquitectónica
eran más la regla que la excepción y entonces era difí-
cil de encontrar uniformidad de estilo, se formulaba la
crítica a los estilos de construcción en relación a una
imagen fragmentada de la ciudad. Ahí no se hablaba
de urbanización del campo, sino de la ‘ruralización’ de
la ciudad.
De ciertos edificios en el centro, se decía que el diseño
no era ‘de aquí’, con lo cual se ponía énfasis en la falta
de autenticidad. Pero cuál arquitectura entonces perte-
necía a Riobamba como ciudad multi-étnica, nadie lo
sabía.
Nuevas formas de arquitectura popular hicieron des-
vanecer las diferencias entre arquitectura como forma
de arte y construcciones cotidianas. No solamente en
Cuenca y Riobamba, también en otras ciudades en la
región de los Andes se ha llevado la discusión sobre la
aparición de nuevas formas de arquitectura popular en
la ciudad. Una escala de formas y estilos arquitectóni-
cos que no se puede agrupar todos bajo un denomi-
nador común, pero que tienen en común que llaman
la atención, ha comenzado a dominar la imagen de la
ciudad andina.
También en ciudades como Lima y La Paz los intelec-
tuales se han ocupado de los cambios en la arquitectura
popular. Ahí originaron, a lado de la arquitectura de la
tradición académica europea, formas arquitectónicas,
que por los profesionales son calificados como arqui-
tectura chicha y chola respectivamente. En los años
ochenta se inició en el Perú, como tratado ‘chicha’, una
discusión sobre la cultura híbrida, la llamada cultura
chica, de migrantes rurales en los barrios populares li-
meños. Autores como José Matos Mar y Jesús Martín-
Barbero impulsaron el debate sobre la aparición de la
cultura híbrida de migrantes rurales. La ‘populariza-
ción’ de la cultura urbana llamaba la atención de los
intelectuales. Matos Mar (2004) escribió en ese enton-
ces un ensayo con el título de Desborde popular y crisis
del Estado, en el cual describió entre otros esta cultura
de mezcla. Dentro del debate de la cultura híbrida de
migrantes del altiplano en barrios populares limeños,
el arquitecto peruano Jorge Burga Bartra lanzó en los
años noventa el término ‘arquitectura chicha’. Definía
arquitectura chicha como una mezcla de artefactos
modernos con elementos autóctonos (lea: tradiciona-
les) del altiplano, de donde venía la mayoría de los mi-
grantes en Lima. Según Burga Bartra las combinacio-
nes de extremos, como marcos de aluminio fabricados
industrialmente y tejas artesanales, dan testimonio no
solamente de mal gusto en diseño arquitectónico, pero
también de la pérdida de las tradiciones ‘auténticas’ y
autóctonas del altiplano.
Según él se puede considerar la arquitectura en los ba-
rrios populares como una gran mascarada, una fiesta
de disfraces en la cual los migrantes del altiplano final-
mente ya no se reconocen a sí mismos, pero que sin
embargo era elevado como norma. Se puede contar
a Jorge Burga Bartra, entre el grupo de intelectuales,
cuya opinión es que se debe proteger al pueblo contra
sí mismo.
En un artículo sobre la arquitectura chicha describe
como ejemplo la tendencia de casas con marquesinas
en la fachada, creando la ilusión desde la calle que las
casas tengan techos inclinados de teja. En realidad no
tienen techos inclinados pero planos. El ve este uso óp-
tico de elementos de fachada como la prueba de que se
puede hablar de una mascarada que afecta la autentici-
dad de la vivienda.
Sobre ello escribe lo siguiente: Al llegar a la gran ciu-
dad, el campesino serrano abandona la teja y sus techos
inclinados, poniéndose la máscara de una arquitectura
de techo plano, moderna y urbana; […] Luego, en la
última década, advierte que los ricos de la ciudad em-
piezan a usar en sus fastuosas residencias tejas y arcos.
Él se pregunta entonces: ¿por qué no puedo yo hacer lo
mismo? ¿Acaso no son sus elementos, lo que dejó allá
en su lugar de origen? Se pone entonces otro antifaz y
nuevamente disfraza su arquitectura con tejas y techos
inclinados, que pone sólo adosados a la fachada (Burga
Bartra 1993, 34).
En esta cita Burga Bartra pone énfasis en que auto-
constructores en barrios populares copiarían sus ideas
de nuevos ricos y que el diseño no iría con su iden-
tidad. Según él, el pueblo gorronea de la cultura alta
15
CONVICCIONES
de la élite, un pensamiento que cabe dentro del primer
paradigma de cultura popular. Su preocupación no
solamente se dirige hacia la pérdida de cultura autóc-
tona, pero también hacia la disminución del prestigio
que la cultura refinada proporciona a la élite. Al mismo
tiempo admite en el artículo que la mezcla de estilos de
construcción no es limitada solamente a los barrios po-
pulares y que no se puede dar criterios distintivos – ni
morfológicos, ni en cuanto a la ubicación del barrio en
la ciudad, ni en cuanto a los constructores que constru-
yen este tipo de arquitectura – para este tipo de diseño.
Con esto mina su propio argumento, porque si la élite
también hace construir este tipo de marquesinas, ¿del
disfraz de quién está hablando entonces?
También en La Paz existe atención para el desarrollo en
la arquitectura popular.
La Fundación de Estética Andina (irónicamente abre-
viado por la FEA), que se ocupa de este tema, solía avi-
sar en su página web:
La FEA considera los ejemplos de la arquitectura popu-
lar en La Paz como laboratorios de entendimiento de la
dualidad y la incoherencia de una sociedad en la cual
coexisten los modelos de desarrollo occidentales con
prácticas, mitos y supervivencias precolombinos. Ese
violento mestizaje cultural ha promovido una arquitec-
tura bizarra que está transformando la imagen urbana
de la ciudad, y es construida por una pujante burguesía
popular, más conocida como “la burguesía chola” de-
dicada al comercio formal e informal, al contrabando
y a la industria clandestina (La Fundación de Estética
Andina, www.la-fea.org/lafea, 16 de febrero 2005).
Aquí también se relacionan ciertas características de
forma de casas y edificios con determinados grupos
de población: los autóctonos, los habitantes de barrios
populares, los munícipes informales, los marginados.
Ellos serían los constructores de una arquitectura ex-
traña, diferente pero no necesariamente mala.
Uno de los involucrados de esta organización, arquitec-
to Carlos Villagómez, es fascinado por la arquitectura
híbrida popular en su ciudad, que él llama la arquitec-
tura chola, el homólogo boliviano de la arquitectura
chicha de Lima. Solo, el aprecia positivamente sobre el
diseño, contrario a Burga Bartra.
Sin un lenguaje discernible ni organizado, los edificios
de la estética chola [...] son una mezcla delirante de co-
lores y detalles que se intensifican con la incorporación
irracional y profusa de mensajes (Villagómez SF, 11).
[L]a estética [...] es la expresión de los nuevos movi-
mientos sociales de la mayor ciudad indígena de Amé-
rica Latina y ya es una realidad irreversible. Aunque se
resistan algunos grupos nostálgicos de una ciudad libe-
ral de principios del siglo XX, o de la modernidad pul-
cra y aséptica, la estética chola es quizás el motor más
dinámico que impulsa los nuevos imaginarios urbanos
(Villagómez SF, 13).
Villagómez considera la arquitectura popular construi-
da por migrantes rurales mestizos y indígenas no como
un problema, pero como una forma de emancipación
de esta población. El ve esta emancipación, o la demo-
cratización del espacio urbano, como un reto para los
profesionales en la búsqueda de una identidad cultural
y urbana. También el antropólogo, Matos Mar, veinte
años después de la publicación de su libro, La cultura
chicha omnipresente en Lima, la ve como señal de una
democratización exitosa. Incluso tan exitosa, que en el
año 2004 llega a la conclusión que gracias al surgimien-
to de esta cultura popular en Perú se puede construir
una identidad nacional (Matos Mar 2004, 144-148).
Es interesante de poner las visiones sobre arquitectu-
ra de estos profesionales frente a frente, porque puede
echar luz al pensamiento sobre las nuevas tendencias.
Burga Bartra ve el tamaño creciente de la arquitectura
chicha como síntoma de ‘popularización’ y nivelación
de la arquitectura. El carácter noble de la arquitectu-
ra se estaría afectando por eso. Él cabe en la línea de
críticos que condenan la arquitectura popular porque
estaría gorroneando de la cultura alta, lo que Burgos
Bartra dice también literalmente, y por qué finalmen-
te llevaría a la homogeneización cultural. En cambio,
Villagómez ve la arquitectura chola como señal de que
la arquitectura vernácula está modernizándose bajo la
influencia de procesos de emancipación. Con eso cabe
en el rincón de los optimistas culturales que observan
justamente heterogeneidad de la cultura, debido a que
surge una nueva diversidad. Muchos profesionales del
orden establecido de Riobamba y Cuenca utilizan argu-
mentos que se parecen a los de Burga Bartra.
Me asocio más con la línea de Villagómez, aunque de
ninguna manera quiera negar las relaciones desiguales
de poder entre arquitectos de élite y habitantes de ba-
rrios populares. No quiero ser culpable de mesianis-
mo social. Justamente mirando dos lados de la historia,
pienso que en Cuenca y Riobamba, y también en Huan-
cayo, se puede observar un cambio social. La preocu-
pación entre profesionales del orden establecido es una
señal de que en los años pasados se podía hablar del
surgimiento de nuevos grupos de la clase media (baja),
por lo cual el onopolio arquitectónico de la élite es afec-
tada. Abner Cohen (1981, 4) pone: “cuando los símbo-
los del culto [de la élite ] pierden su potencia, cuando
públicos exteriores dejan de ser diferentes a ellos, tales
élites pierden su legitimación y probablemente pierden
poder.” De cierto modo esto es lo que pasó en Cuen-
ca – y en menor medida en Riobamba. Hannerz (1992,
112) dice de una manera parecida: “Cuando las formas
culturales reclamadas como propiedad [por la élite]
16
CONVICCIONES
pierden su atracción hacia sí mismos y otros, o son aco-
gidos por demasiada gente, o simplemente por la gente
equivocada, el buen tipo de distinción sólo puede ser
reinstalado si alguien viene con algo nuevo.”
CONCLUSIÓN
Mientras que la arquitectura de la élite se está perdien-
do su poder de distinción, la diferencia construida en-
tre la cultura alta y popular se está desvaneciendo. Los
símbolos de élite están perdiendo fuerza. Pero como
reacción a esto, los profesionales no han comenzado
a desarrollar nuevas formas, sino se han dedicado a la
imitación de formas existentes y a la conservación de
arquitectura histórica.
Los monumentos coloniales y republicanos son vistos
por ellos como ejemplos de arquitectura de alto nivel
con estilo internacional que la hacen arquitectura con
mayúscula ‘A’. Legitiman este estatus refiriéndose a los
corrientes internacionales desde donde vinieron los
edificios. Esta arquitectura elevada ven como contrape-
so para la cholificación de la ciudad. Los intentos de la
élite cultural para revitalizar el centro histórico se pue-
den entender entonces como una reacción al proceso
de la democratización del espacio urbano en los Andes,
sea o no sea preferible desde una perspectiva estética.
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18
CONVICCIONES
19
CONVICCIONES
MOLECULAR IDENTIFICATION OF VIRUS CO-INFECTING WITH
PHYTOPLASMA IN CARROT CROPS IN PERU
IDENTIFICACIÓN MOLECULAR DE VIRUS QUE INFECTAN CON
FITOPLASMAS EN CULTIVOS DE ZANAHORÍA EN PERÚ
Delia Gamarra1
, Wilmer Cuellar2
, Egma Mayta3
, Arturo Olortegui4
, Pedro Lozada 4
, Rina Ramírez3
, Carlos Chuquillanqui2
, Ida Bartolini4
, Gilberto
Torres1
, E. Durigon5
1 National University of Central Peru (UNCP), Agronomy Faculty. Huancayo, Peru
2 Integrated Crop Management Division, International Potato Centre (CIP). Lima, Perú
3 Major National University of San Marcos, Biological Sciences Faculty (UNMSM) Lima, Peru
4 Centre for Plant Health Diagnostic, SENASA. Lima, Peru
5 University of Sao Paulo-USP-ICB-II- Virology clinic Molecular, Sao Paulo, Brasil.
ABSTRACT
Carrot is being affected by virus in co-infecting with
phytoplasmas in the Mantaro Valley–Perú, producing
from 20 to 98% of incidence in recent years. The aims
were to identify molecularly the virus and phytoplasmas
of Carrot Motley Dwarf complex, to determine the host
range and mode of transmission. Carrot samples with ye-
llowing, bruising and curling symptoms were used to ex-
tract total RNA. Molecular identifications of virus isolated
from carrot were performed by the sequencing of siRNA
molecules at the Genome Analyzer “Illumina’s Genome
Analyzer IIx”, Plan-les-quater, Switzerland. These frag-
ments of siRNAs, consisting of double-stranded RNA of
20-21 nucleotides (nt) perfectly complementary, which is
generated by the presence of RNA of viruses that infect
carrot, were reverse transcribed and amplified by PCR.
The analysis of the readings was performed by using the
“deep sequencing”, the resulting readings of 20 and 24 nt
were combined and each set of sequences was analyzed
by BLASTn. Meanwhile, the mechanical transmission of
carrot samples of similar symptoms was tested. Molecular
identifications and characterizations of phytoplamas iso-
lated from carrot were based on 16S rRNA gen using nes-
ted PCR. Methods of transmission by insect vectors were
tested.The results showed that the two unrelated virus
were identified: Carrot Red Leaf Virus (Polerovirus) and
Carrot Mottle Virus (Umbravirus). The mechanical trans-
mission of CMoV in four indicator plants was confirmed,
too. The results showed that the phytoplasma that infects
carrot in Huancayo and Chupaca belongs to 16SrIII X-
disease group (Candidatus phytoplasma pruni), while the
phytoplasma isolated from corn Chupaca belong to AYP
16SrI Group (Candidatus phytoplasma asteris). Phyloge-
netic analysis of the sequences, along with those obtained
through BLASTn in the GenBank, determined the forma-
tion of two major monophyletic clades. From five species
of insects that were identified related to carrot, three of
them had phytoplasmas: Paratanus exitiosus, Bergallia
huancayoensis and Russelliana solanicola. Only P. exitiosus
transmitted disease. These data represent the first mole-
cular confirmation of co-infection of phytoplasmas and
virus producing similar symptoms in carrot crops in Peru.
Key word: virus, CRLV, CMoV, Phytoplasma, Candidatus
phytoplasma pruni, Candidatus phytoplasma asteris, co-
infection virus and phytoplasma, Parathanus exitiosus, .
RESUMEN
En estos últimos años, la zanahoria está siendo afectado por el
virus en co-infección con fitoplasmas en el Valle del Mantaro-
Perú produciendo 20-98% de incidencia. Los objetivos fueron
identificar molecularmente los virus y fitoplasmas de zanahoria
que causan el complejo del achaparramiento, para determinar el
rango de huéspedes y el modo de transmisión. Se recolectaron
muestras de zanahoria con síntomas de amarillamiento, morateo
y encrespamiento a fin de extraer el ARN total. La identificación
molecular de los virus aislados de zanahoria se realizaron por la
secuencia de las moléculas de siRNA en el Genoma Analizador
“Genoma Analizador IIx de Illumina”, Plan-les-quater, Suiza. Es-
tos fragmentos de siRNAs, que consta de ARN de doble cadena
de 20-21 nucleótidos (nt) perfectamente complementarias, que
se genera por la presencia de ARN de los virus que infectan zana-
horia, fueron transcritas y amplificados por PCR inversa. El aná-
lisis de las lecturas se realizó mediante el uso de la “secuenciación
profunda”, las lecturas resultantes de 20 y 24 nt se combinaron y
cada conjunto de secuencias se analizaron por BLASTn. Parale-
lamente se determinó la transmisión mecánica de virus prove-
nientes de muestras de zanahoria con síntomas similares. Las
identificaciones moleculares y caracterizaciones de fitoplasmas
aislados de zanahoria se basaron en el 16S rRNA gen utilizando
PCR anidada. Se ensayaron métodos de transmisión de fitoplas-
mas con insectos vectores. Los resultados mostraron que son
dos virus no relacionados los que infectan zanahoria: Zanahoria
Red Leaf Virus (Polerovirus) y virus del moteado de la zanahoria
(Umbravirus). Se confirmó, también la transmisión mecánica
de CMoV en cuatro plantas indicadoras. Además, se identifi-
caron dos fitoplasmas infectando zanahoria. El fitoplasma que
infecta zanahoria en Huancayo y Chupaca pertenece al grupo
X-enfermedad 16SrIII (Candidatus fitoplasma pruni), mientras
que el fitoplasma aislado de zanahoria y maíz provenientes de
Chupaca pertenecen a AYP 16SrI Grupo (Candidatus fitoplasma
asteris). El análisis filogenético de las secuencias, comparados
con los obtenidos a través de BLASTn en el GenBank, determinó
la formación de dos principales clados monofiléticos. A partir de
cinco especies de insectos vectoras que fueron identificados en
plantas de zanahoria infectada, tres de ellos tenían fitoplasmas:
Exitiosus paratanus, Bergallia huancayoensis y Russelliana sola-
nicola. De ellas, solamente P. exitiosus transmitió la enfermedad.
Estos datos representan la primera confirmación molecular de la
co-infección de virus y fitoplasmas que producen síntomas simi-
lares en cultivos de zanahoria en el Perú.
Palabras clave: virus, fitoplasmas, zanahoria, CRLV, CMoV,
Candidatus phytoplasmas pruni, Candidatus phytoplasma asteris,
co-infection virus y fitoplasmas, Parathanus exitiosus.
20
CONVICCIONES
INTRODUCTION
In the Mantaro Valley, the highland region of Peru,
carrot is one of the most important vegetable crops.
In recent years, this crop is being affected by a disea-
se called “red mantle” producing from 20 to 98% of
incidence and causing significant crops losses. The
symptoms observed in the affected carrot plants are
redness or browsing of leaves, yellowing, low rate of
foliage growth, proliferation of adventitious roots,
deformation and reduce the size of the root. Similar
symptoms are also observed adjacent to carrot crops,
assuming that pathogens have broad host range. Ca-
rrots can be affected by various pathogens such virus
complex Carrot motley dwarf (CMD) known as the
result of mixed infection by two viruses, the polero-
virus Carrot red leaf virus and one of the umbraviru-
ses Carrot mottle mimic virus (CMoMV) or Carrot
mottle virus (CMoV) (Menzel, 2009). Also, carrots
may be affected by phytoplasmas, pathogens mem-
bers of the class Mollicutes that are also known to
cause disease in hundreds of plant species worldwi-
de (Liefting et al., 2004). The non culturable nature
of phytoplasmas, erratic or temporal distribution in
plants, and the low level of inoculums in the sieve tu-
bes, is difficult to detect. Reports about others crops
potentially prone to infection by phytoplasmas in
Peru have been on the observation of symptoms in
maize, tomato, potato, dandelion, and others (Hod-
getts et al., 2008). Transmission of phytoplasmas
between plants is by phloem-feeding insects of the
order Hemiptera, primarily leafhoppers, planthop-
pers and psyllids (Lee et al., 2000). However, in the
last 15 years, thanks to the development of molecu-
lar diagnostic techniques based on the isolation of
16S rRNA gene analysis of phytoplasma or virus siR-
NA are allowing to determine the etiology of these
diseases and in depth studies, such as co infecting
between pathogens such as viruses and phytoplas-
mas, the range of susceptible hosts, who is the trans-
mission vector to develop fast and efficient strategies
for integrated control methods of control to increase
vegetable production.
Keywords: Virus, Phytoplasma, CRLV, CMoV, ca-
rrot, Candidatus phytoplasma pruni, Candidatus
phytoplasma asteris, Parathanus exitiosus.
OBJECTIVES
•	 To identify molecularly the virus and phytoplas-
mas of Carrot Motley Dwarf complex,
•	 To determine the host range and mode of trans-
mission.
MATERIALS AND METHODS
Molecular identification of viruses that cause “Ca-
rrot Motley Dwarf” in carrot
Were collected carrot with symptoms of yellowing,
bruising, curling and curling + rosette (Figure 1).
The methodology for the extraction of total RNA
was that of Sambrook and Russell (2001). The amou-
nt and quality of RNA were checked by run agarose
gel electrophoresis and the bands was visualized af-
ter staining with ethidium bromide (0,5 mg/ml) for
30 minutes.
The sequencing of siRNA molecules was realized
at the “Illumina Genome Analizer IIx” FASTERIS
Company SA, Plan-les-quater, Switzerland. To this
end, siRNAs fragments, consisting of double-stran-
ded RNA of 20-21 nucleotides (nt)perfectly com-
plementary, which is generated by the presence of
RNA of exogenous origin (such as viruses that infect
carrots), were reverse transcribed and amplified by
PCR. The analysis of the readings was performed
using the “deep sequencing” methodology used by
Cuellar et al. (2008) and the resulting readings of 20
and 24 nt were combined and each set of sequences
was analyzed by BLASTn.
Detection of phytoplasmas on “Carrot Motley
Dwarf” and other host crops
Prospective study and sampling of the disease were
realized in 92 fields of carrots and other economica-
lly important crops from different farming localities
in the Mantaro Valley, during 2009. Sampling was
stratified and the sample was realized in 100 m2 of
cultivated area in each plot. The symptoms conside-
red were redness and yellowing of foliage, stunting,
deformation and proliferation of secondary roots
(Figure 2). To extract DNA from phytoplasma was
used the Axygen Biosciences © kit. The extracted
DNA was stored at 4 °C. The quantification of total
DNA was determined using the comparative method
with the molecular size marker Lambda / Hind III.
Phytoplasma detection was realized by amplification
of 16S rRNA marker using the technique of nes-
ted PCR under the conditions described by Olór-
tegui et al. (2008). For the first DNA amplification
reaction was used couple of phytoplasma universal
primer PA2F: 5’-GCC AAC TAT CCG GTG GCT
C -3 ‘/-PA2R: 5’-TTG CTA AAT GGA GTG GGC
CTC-3’ (expected size 1187bp). The product of this
amplification was subjected to a second internal
amplification with universal primer internal couple
21
CONVICCIONES
NPA2F: 5’-ACA GCT ATG ACC AAC TGG GTG
-3 ‘/-NPA2R: 5’-CCT GGG AAA TGG GGT ACT
CG-3 ‘(expected size 485 bp). After the second am-
plification was realized electrophoretic gel run on
2% agarose. The DNA bands was visualized using
the photodocument BIORAD equipped with UV
trans illuminator, after staining with ethidum bro-
mide. PCR products were sent for sequencing to the
company Macrogen USA (Maryland - USA).
The phylogenetic analysis of sequences obtained
were compared with the GenBank nucleotide da-
tabase and analyzed using BLASTn v.2. Phylogene-
tic analysis identified phytoplasma sequences were
realized with MEGA v.4 program. The phylogenetic
tree was constructed using the “neighbor-joining”
(Saitou and Nei, 1987). The distance was corrected
by the nucleotide substitution method 2p Kimura
and the consistency of the tree was assessed by the
bootstrap method, using 1000 replicates.
Mechanical transmission of virus.
Was realized at the Greenhouse, following the
methodology proposed by Menzel et al. (2009). For
this, 17 species of differential plants were inoculated
(Table 1), which were between 40 and 45 days after
planting. The inoculum consisted of sap from infec-
ted with symptoms of curling, yellowing, bruising
and yellowing + rosette. Differentials plants were
inoculated for each type of symptom. The inoculated
plants were placed in a greenhouse with insect-proof
mesh, temperature controlled at 26 °C and 75-85%
RH.
Phytoplasma transmission by insect vectors
By nested PCR was detected Phytoplasma in three
insects species potential transmitters: Parathanus
exitiosus, Bergallia sp. and Russelliana solanicola. By
the method of capture with network were collected
species of this species from infected carrot fields, lo-
cated Concepción. The insects were identified at the
laboratory of Entomology INIA. Finally, the insects
were placed in each entomological cage (1,0 m alt.
x 0,5 m wide x 0,5 m long) lined with insect-proof
mesh. They were placed in each cage trays contai-
ning 100 seedling of carrot. Phytoplasmas were ino-
culated by placing 50 adult insects on the seedlings,
leaving food for 15 days. The experimental design
used was randomized complete block with the three
insect treatments, respectively.
RESULTS
Molecular identification of viruses that infect ca-
rrots
The results showed that two unrelated virus were
identified: Carrot Red Leaf Virus and Carrot Mottle
Virus. The analysis of “deep sequencing” of siRNAs
and subsequent comparison with the GenBank data-
base indicate that the first group of sequences of viral
genomes present in carrots, corresponed to Polerovi-
rus: Carrot red leaf virus (98% similarity), reported
too in Oxford (Huang et al., 2005) and the second
group of sequences of viral genomes corresponded
to Umbravirus: Carrot Mottle Virus group (79% si-
milarity) reported in Germany (Menzel et al., 2008),
as seen in Tables 1 and 2, respectively confirming the
previous result of mechanical transmission of CMoV.
Figure 1. Carrot plants showing symptoms caused by
viruses and phytoplasmas of complex Carrot motley
dwarf : a) Curling. b) Yellowing. c) Bruising. d) ro-
sette + curling.
Figure 2. Symptoms caused by phytoplasmas in diffe-
rent hosts: a) Deformed of roots in carrot. b) Prolife-
ration of shoots in corn. c) Yellowing of faba beans.
d) Stunt of turnip.
Table 1. Comparison of the similarity of the first se-
quence of virus isolated from carrot with the deposi-
ted in GenBank obtained by BLASTn.
22
CONVICCIONES
Descripction Nº Accession E value
Max
ident
Carrot mottle virus isolate Weddel,
complete genome
FJ188473.1 3e-118 79%
Carrot mottle virus strain UK-RG-6
putative RNA-dependent RNA
AY325514.1 2e-19 80%
Carrot mottle virus strain UK-RG-2 putative RNA-
dependent RNA polymerase gene, partial cds
AY325510.1 1e-16 78%
Carrot mottle virus strain UK-RG-3 putative RNA-
dependent RNA
AY325511.1 3e-04 80%
Carrot mottle mimic virus isolate California RNA
complete cds
FJ188471.1 0.001 85%
Table 2. Comparison of the similarity of the second
sequence of virus isolated from carrot with the de-
posited in GenBankobtained by BLASTn.
Description Nº Accession E value Max
ident
Carrot red leaf virus strain UK-1,
complete genome
AY695933.1 1e-31
98%
Cucurbit aphid-borne yellows virus
isolate pM0829 -3 RdRp (RdRp) and coat
protein (Cp) genes, partial cds
EF063704.1 1e-05
78%
Cucurbit aphid-borne yellows virus clone
pXhy0821-5 polymerase(RdRp) and coat
protein (CP) genes, partial cds
DQ973123.1 1e-05
78%
Melon aphid -borne yellows virus isolate MABYV
-TW73 RdRp protein (RdRp), coat protein (CP),
and MP protein (MP) genes, partial cds
GU324114.1 2e-04
77%
Melon aphid-borne yellows virus isolate
MABYVC-TW14 RdRp protein (RdRp), coat
protein (CP), and MP protein (CP) genes, partial cds
GU324113.1 2e-04
77%
Detection of phytoplasma in carrots and other
host crops.
Of 92 samples with symptoms of “red mantle”,
62% had positive reaction to the marker 16S rRNA
phytoplasma and 38 % were negative (Figure 3). It
can be seen that only pea and quinoa were not infec-
ted by phytoplasmas.
The analysis of Table 3 indicates that it was a hig-
her percentage of samples that had positive reac-
tion to the phytoplasma (52.2%), indicating that the
symptom is primarily associated with the presence
of phytoplasmas. Then, there are signs that despite
showing obvious symptoms gave negative reaction
to pathogen (35.9%), we infer that these plants may
be infected with viruses that also cause similar symp-
toms. The bands of amplified phytoplasma 16S rRNA
visualized on agarose gel (Figure 4) had a size of ap-
proximately 485 bp.
Figure 3. Percentage of positive reaction to the phyto-
plasma 16S rRNA marker in 92 samples of crops and
bruising yellowing symptoms were collected in the
Mantaro Valley during 2088 - 2009.
Table 3. Results of the PCR reaction of total samples
of carrot and other species with symptoms and as-
ymptomatic fitoplasmosis collected in the Mantaro
during 2008 and 2009.
PCR Reaction Whit symptoms Asymptomatic
Positives 52,2 % 9,8 %
Negatives 35,9 % 2,2 %
Nº total samples 92
Molecular identification of phytoplasma that in-
fect carrots
The results showed that the phytoplasma that infects
carrot in the provinces of Huancayo and Chupaca
belongs to 16SrIII X-disease group (Candidatus
phytoplasma pruni), while the phytoplasma isola-
ted from corn Chupaca belong to AYP 16SrI Group
(Candidatus phytoplasma asteris). Phylogenetic
analysis of the sequences, along with those obtai-
ned through BLASTn in the GenBank, determined
the formation of one monophyletic clades (Figura
5). It is observed that the two sequences from the
sample Daucus 1 phytoplasma Huancayo (FitoJun2)
and Daucus 2 phytoplasmaChupaca (FitoJun5) had
99% identity with eight partial sequences of phyto-
plasmas isolated from differents plant species from
almost all of North and South America (Table 4).
23
CONVICCIONES
Figure 4. Agarose gel electrophoresis of ampli-
fied 16S rRNA marker of phytoplasmas obtained
from samples of potato, bean, carrot and corn ye-
llowing symptoms, from San Juan(S) and Mira-
flores (M) Chupaca, and Mito, Concepción (M)
using nested PCR. Carriles PJMe, HFM, ZMTb1,
ZMTb2, ZMTc1, ZMTc1, ZMTc2, Zmcha1, Zmcha2,
Zmchb1,Zmchb2, MSJa1, MSJb1 MSJa2 results po-
sitive for the reaction. White lane: negative control.
Figure 5. Phylogenetic tree constructed by the neigh-
bor-joining method, showing the phylogenetic rela-
tionships of partial segments of the 16S rRNA gene of
phytoplasmas infecting carrots in comparison with
similar published (GenBank accession number). The
analysis was performed with 1000 bootstrap replica-
tes. The scale bar represents 5 substitutions per 1000
nucleotides.
Table 4. Relations of phytoplasmas obtained from
GenBank by BLASTn and have 99% identity to the
sequences of Daucus1 phytoplasma Huancayo (Fi-
toJun2) and Daucus 2 Chupaca phytoplasma (Fito-
Jun5), isolated from cultures of carrot in the Mantaro
Valley.
Nombre del
Fitoplasma
Nombre del
huésped
Nombre
cientí�ico/
familia
Especie/
grupo
taxonómico
Lugar
reportado
Identidad
(%)
Autor, año de
reporte
Chin-tree
decline
phytoplasmaa
Árbol chino,
melia
Melia
azederach
Meliacea
Candidatus
Phytoplasma 16SrIII
-disease group)
Argentina 99 Galdeano, 2004
Solanum
quitoense
machorreo
phytoplasma
Naranjilla,
lulo
Solanum
quitoense
solanacea
Candidatus
Phytoplasma 16SrIII
-disease group)
Colombia 99
Alvarez et al.,
2007
Chaya yellows
phytoplasma
Chaya
Cnidoscolus
chayamansa/
Euphorbiacea
Candidatus
Phytoplasma 16SrIII
-disease group)
USA 99 Lee et al., 2009
phytoplasma
Melia
azederach
Meliacea
Candidatus
Phytoplasma 16SrIII
-disease group)
99 Harrison, 2003
Chayote
witches' broom
phytoplasma
Chayote
Sechium
edule)
Cucurbitácea
Candidatus
Phytoplasma 1 SrIII
-disease group)
Brasil 99
Montano et al.,
2000
Figure 4 . Systemic symptoms caused by CMoV four
indicator plants after mechanical transmission. a)
Nicotiana glutinosa with soft mottled . b) N. bige-
lovi x N. clevelandii with soft mottled. c) Physalis
floridana showing chlorotic mottle and thinning of
veins. d) soft mottled Nicotiana benthamiana (ms).
24
CONVICCIONES
Figure 5. Dorsal view of Parathanus exitiosus trans-
missor of phytoplasmas in carrot collected in Con-
cepción. a) Adult male (3.4 mm in length). b) Genital
plate: female (f) and male (m).
Phytoplasma transmission by insect vectors
Five species of insects were identified in carrots and
they were detected phytoplasmas cells only in three:
Ruselliana solanicola, Parathanus exitiosus and Ber-
gallia Huancayoensis.The transmission capacity of
phytoplasmas infecting carrots was demonstrated
only with P. exitiosus (Figure 5. It was determined
by Duncan test (p = 0.05), the level of significance
between treatments in the average percentage of in-
cidence of fitoplasmosis is highly significant in Pa-
rathanus treatment (61.67%), differing significantly
from the other treatments (Table 5), who did not
transmit the pathogens despite containing phyto-
plasmas cells.
Table 5. Significance test for the average incidence
percent of fitoplasmosis vector-borne of carrot in
greenhouse conditions (INIA, Huancayo).
TREATMENTS (VECTORS) AVERAGE
INCIDENCE (%)
SIG *
Paratanus exitiosus 61,67 a
Russelliana solanicola 0 b
Bergallia huancayoensis 0 b
Control 0 b
DISCUSSION
The “red mantle” prospecting in carrot and determi-
nation of the hosts range
In carrot fields located in the Mantaro Valley, there
has been high levels of incidence “red mantle” di-
sease, whose symptoms caused by viruses and phyto-
plasma, could not initially differentiate. Also, noted
that crops of economic importance surrounding the
carrot fields have characteristic symptoms to those
caused by phytoplasmas, making boast that they are
also guests of these pathogens.
The study of molecular diagnosis of the “red mantle”
in carrots and other crops of economic importance,
conducted in four provinces, which includes the Va-
lley of the Mantaro, has made it possible to confirm
that the disease is widely distributed in carrot and
most crops, confirming a preliminary report given
by SENASA (Lenin et al., 2005), these results were
contrasted with the molecular diagnostics in carrots
with symptomswhere it has been determined the co
- infection of the phytoplasmas and viruses CRLV
and CMoV, confirming the reports given by Davis
and Raid (2004).
The detection of phytoplasma in asymptomatic sam-
ples also resulted in positive reaction, allowing to in-
fer that infected plants may have latent infection that
masks the symptoms, corroborating the results ob-
tained by Bressan et al. (2006) and Wei et al. (2004).
Similarly, the molecular diagnostics using primers to
amplify a segment of 16S rRNA has been widely used
for the detection of various pathogenic prokaryotes,
but in the case of phytoplasmas diagnosis is not easy
since they may not be isolated in culture media and
have under the title in the phloem. For these reasons,
although the phytoplasms seriously threaten the cul-
ture of some important species, obstacles have been
presented to carry out more detailed research explai-
ning new hypotheses about this disease.
Molecular identification of virus causing “red
mantle” in carrot
The analysis of the siRNAs by the ‘deep sequencing’
and subsequent comparison with the database of the
GenBank using BLASTn, resulted in two groups of
sequences, corresponding the first Carrot Red Leaf
virus (98% similarity), present in Oxford (Huang et
al., 2005) and the second group to the Carrot Mott-
le Virus (79%) reported in Germany (Menzel et al,
2008). The presence of CRLV and CMoV viruses
affecting cultivated carrot in Huancayo confirm re-
ports of Menzel et al. (2009) and Tang et al. (2009),
who point out that commonly these viruses found
in temperate climates caused the complex “Motley
Dwarf Virus” (MDV), and partners are to produ-
ce synergy in its pathogenesis because of its form
of transmission. So transmission of the CMoV or
the CMoMV using the vector insect Cavariella ae-
gopodii require the presence of the ayudador virus
CRLV. This phenomenon is explained by Davis and
Raid (2002), who indicate that in a doubly infected
plant, the CMoV which has a single-stranded RNA,
appears to be encapsidado by the protein subunits
of the CRLV (a process called transcapsidacion) and
therefore acquires the ability to be able to be trans-
mitted by its vector C. aegopodii. On the other hand,
the results of mechanical transmission that induced
symptoms of chlorotic mottling in four differen-
tial plants Nicotiana clevelandii x N. bigelovii, N.
benthamiana and Physalis floridana, have allowed
to confirm the presence of CMoV, infecting carrot
25
CONVICCIONES
plants presenting symptoms of Frizz, being one of
the umbravirus which is transmitted from plant to
plant by this modality, allowing a higher increase of
the same owing to their dual transmission both by
insects with the help of the CRLV, and mechanica-
lly by infected SAP. On the other hand, Menzel et
to the. (2008) also obtained positive response when
they were inoculated plants of N. benthamiana with
SAP from carrot infected with CMoMV and CMoV,
indicating that the two viruses may be present cau-
sing infection in complex or mixed together with
the CRLV. Viruses and phytoplasmas in carrot can
converge in a single plant as says it Weintraub and
Phil (2010). However, the transmission of phyto-
plasmas with other pathogens has not been widely
studied. Found that some viruses can adhere to the
phytoplasma chromosome and alter its pathogeni-
city (Weintraub and Phil, 2010), but this does not
happen in the case of Corn Stunt Spiroplasm (CSS)
and the Virus from scratch fine maize (RFM) which
are transmitted by the same vector Dalbulus maidis.
Found that after the sequential acquisition of CSS
and RFM vector first transmitted the virus and then
the spiroplasma, by having this last a longer period
of latency (Bosco and D’amelio, 2010). These results
do not rule out the possibility of Parathanus could
be transmitting the phytoplasma of carrot and CRLV
virus, persistent.
Identification and molecular characterization of
phytoplasmas that cause “red mantle”.
The sequencing of 16S rRNA isolated from phyto-
plasma of carrot gene segments gave as result a lower
frequency of foundations of C-G (48.8%) and greater
than A-T (51.5%), confirming the innate characte-
ristic of these pathogens have a lower percentage of
C-G, such as Weintraub and Phil (2010). With res-
pect to the relationship that have these sequences
with those existing in the database of the GenBank
and molecular analysis of phytoplasma sequences
that affect carrot “Daucus 1 phytoplasma Huancayo
FitoJun02” and “Daucus 2 phytoplasma Chupaca Fi-
toJun05”, determined that they have 99% similarity
between themselves and also with eight sequences
deposited in GenBank and which correspond to
phytoplasmas reported in different countries of Nor-
th and South America. Taxonomic location of the ta-
xonomic group which correspond to these sequences
is the 16Sr III (X-disease Group) and consequently
the species Candidatus phytoplasma pruni.On the
other hand, the isolated from phytoplasma in maize
Zea mays phytoplasma Chupaca (MSJb2) has 99%
similarity with more than 10 sequences deposited in
GenBank and its taxonomic position corresponds to
16Sr I Aster Yellow Phytoplasma Group and the spe-
cies Candidatus phytoplasma asteris.In other cases,
the sequencing was partial with only 50 to 80 pb, and
then there was a pause due to unknown factors and
data which did not serve to make a bioinformatic
analysis. Phylogeny. Phylogenetic analysis of these
two sequences of phytoplasmas in carrot determined
that they form a single clade monophyletic, together
with other eight sequences of phytoplasmas reported
in GenBank (99% identity), which are widely distri-
buted in North and South America.
Transmission of phytoplasmas and viruses by in-
sect vectors
According to Weintraub and Beanland (2006) and
Weintraub and Phil (2010) as potential vectors of
phytoplasma associated insects are the cicadellids
and psyllids the Hemiptera order. But the fact of
an insect to carry the phytoplasma as a result of his
power, does not necessarily imply it as a vector, since
it has been determined that there is a high specificity
of transmission by vectors, defined by different fac-
tors in the vector-patogeno interaction. For example,
the type of proteins found in the cell membrane of
the pathogen and vector intestine microfibers that
form a very specific complex, as manifest it Susuki
et to the. (2009). the detection of phytoplasma in
insects using PCR gave positive reaction in the P.
exitiosus and B. huancayoensis as well as psillido R.
solanicola, indicating that they are potential carriers
of phytoplasmas.
But it has been determined as a result of several trials
of transmission that only Paratanus exitiosus had
capacity to transmit the Candidatus phytoplasma
pruni infecting carrot. These results were evidenced
by the characteristic symptoms of fitoplasmosis who
presented the seedlings treated with Paratanus and
contrasted with the molecular PCR test for detec-
tion of phytoplasmas. On the contrary, Bergallia and
Russelliana, despite having detected phytoplasma
in adults by means of nested PCR, not proved to be
transmitters efficient, making presume are only ca-
rriers as a result of their diet with infected SAP.
These results allow us to infer that P. exitiosus could
be transmitting phytoplasma different guests being
a generalist or polyphagous pest that affects carrot,
beans, potato, lettuce, corn, and at the same time
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CONVICCIONES

  • 1. Volumen 1 Número 1 Enero - Diciembre 2014 REVISTA CIENTÍFICA DE LA ESCUELA DE POSGRADO
  • 2. UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ AUTORIDADES UNIVERSITARIAS Rector Jesús Pomachagua Paucar Vicerrector Académico Jorge Castro Bedriñana Vicerrector Administrativo Carlos Prieto Campos Secretario General Mauro Rodríguez Cerrón AUTORIDADES DE LA ESCUELA DE POSGRADO Directora Delia Gamarra Gamarra Secretaria Académica Leonor Guzmán Estremadoyro Secretario Administrativo Williams Aguilar Custodio Volumen 1, Número 1 Enero - Diciembre de 2014 Publicada por la Escuela de Posgrado Universidad Nacional del Centro del Perú Resolución de Reconocimiento del Comité Editor de la Escuela de Posgrado Nº 053-2014-DEPG-UNCP Director - Editor Adolfo Gustavo Concha Flores Universidad Nacional del Centro del Perú Comité Editor Delia Gamarra Gamarra Universidad Nacional del Centro del Perú Ingrid Aquino Palacios Universidad Nacional del Centro del Perú Diseño y diagramación Adolfo Gustavo Concha Flores Revisor lingüístico Ingrid Aquino Palacios E-mail: convicciones@gmail.com Teléfono: 974600639 Dirección Jirón Grau Nº 1365 El Tambo, Huancayo, Junín Perú Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014-17875 Justificante del ISSN Nº 2014112900901 Publicación semestral Distribución gratuita Tiraje: 1000 ejemplares REVISTA EDICIÓN IMPRESA Página web htpp:/www.uncp.edu.pe/ci Impreso INVERSIONES DALAGRAPHIC Jr. Cuzco N° 421 Huancayo - Perú Queda prohibido la reproducción total o parcial de la presente obra por cualquier medio, sin la autorización por escrito del Director Editor. REVISTA CIENTÍFICA DE LA ESCUELA DE POSGRADO
  • 3. PLANIFICACIÓN Y DISEÑO DE REDES DE TRANSMISIÓN DE DATOS CON ALGORITMOS GENÉTICOS RELACIONES DE PODER EN LAS PAREJAS DEL AAHH LA VICTORIA DE EL TAMBO - HUANCAYO EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA ENSEÑANZA DEL DISEÑO ARQUITECTÓNICO - FACULTAD DE ARQUITECTURA - UNCP PRODUCCIÓN DE Stevia rebaudiana Bert., OBTENCIÓN DE SUSTRATO ORGÁNICO Y APLICACIÓN EN CONDICIONES FÍSICAS, QUÍMICAS, BIOLÓGICAS DE SUELOS DE LA E.E. A. EL MANTARO DE LA UNCP, EN LA PRODUCCIÓN HORTIFRUTICOLAS. ARQUITECTURA POPULAR EN LOS ANDES. ENSAYO SOBRE DICOTOMÍAS ANALÍTICAS Y LA VIDA COTIDIANA CONTENIDO PRESENTACIÓN EDITORIAL REGLAMENTO DE PUBLICACIÓN 6 18 28 38 46 52 60 66 76 84 MOLECULAR IDENTIFICATION OF VIRUS CO-INFECTING WITH PHYTOPLASMA IN CARROT CROPS IN PERU DIFERENCIAS ANATÓMICAS ENTRE MADERA CAULINAR Y RADICAL DE Eucalyptus viminalis L. EVALUACION DE LAS CARACTERÍSTICAS ORGANOLÉPTICAS, FISICOQUÍMICAS Y MICROBIOLÓGICAS DE LA LECHE PRODUCIDA EN LA ESTACIÓN EXPERIMENTAL AGROPECUARIA EL MANTARO - UNCP ESTILOS DE CRIANZA Y LOS RIESGOS DEL TRABAJO DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES RECICLADORES DE BASURA DE LA CIUDAD DE HUANCAYO-2012 SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN DE RIESGOS PARA LA MEJORA DE LA CALIDAD DE CARTERA CREDITICIA EN EMPRESAS MICRO FINANCIERAS DE LA REGIÓN JUNÍN
  • 4. PRESENTACIÓN En este momento, estamos viviendo una época de mayor auge de la información y del conocimiento, el problema no radica en la falta de generación de conocimientos, sino en la dispo- sición de ponerlos al alcance de los usuarios y que éstos hagan una gestión óptima de dichos conocimientos. Por esta razón, la Escuela de Posgrado de la Universidad Nacional del Centro del Perú pone a disposición de forma física y virtual la Revista Científica CONVICCIONES, la misma que se constituye en un órgano de difusión académico y científico orientado a publicar artículos científicos que abordan diversos temas del saber hu- mano, ya sean de la producción científica o desarrollo tecno- lógico, así como también las reflexiones originales, revisiones o reseñas bibliográficas. Las producciones, las reflexiones, los análisis y las revisiones pueden proceder de cualquier disciplina o área del saber, generados por las unidades de posgrado de las diferentes facultades, con la finalidad de difundir los resultados de la investigación de nuestra comunidad, teniendo en el futuro más cercano la indización de las mismas en las bases de datos del mundo científico. Actualmente el número de estudiantes de maestrías y doctora- dos en la mayoría de Unidades de Posgrado se ha incrementado, así como también la producción y el trabajo científico; además, los directivos de las unidades de posgrado de las 22 facultades se han preocupado en incrementar el número de tesis ejecuta- das y sustentadas, respondiendo a las necesidades del entorno social, por ello se ha iniciado un constante trabajo de investi- gación científica, el mismo que requiere de manera urgente un medio científico para transmitirlo en versión impresa y/o elec- trónica en la cual los investigadores publiquen los resultados de investigación en las diversas áreas del saber. Esta revista CONVICCIONES, tiene como antecedente haber publicado desde el año 2004, y lamentablemente debido a una política errada de gestión en la que desintegraron a la Escue- la de Posgrado se descontinuó la publicación. Actualmente se ha constituido un Comité Editor dirigido por el D Sc., Adolfo Gustavo Concha Flores, teniendo como meta principal la publi- cación con un estándar científico suficiente para obtener reco- nocimiento en el ámbito latinoamericano y mundial y que todas las investigaciones relevantes sean publicadas y estén al alcance de la comunidad científica, por lo cual estamos trabajando en forma conjunta para que nuestra revista cumpla los estándares parámetros editoriales exigidos para la pronta indización. Asimismo, se invitó a investigadores externos de prestigio na- cional e internacional, procedentes de la Universidad de Gua- najuato, para integrar el Comité Editorial como Par Externa y la lista de Árbitros”. La revista CONVICCIONES será publicada en forma semestral anual y tendrá una versión electrónica y otra impresa. Invitamos a los investigadores integrantes de la Escuela de Pos- grado a formar parte de los autores que conforman esta revista científica, alcanzando los resultados de su producción científi- ca y de esta manera podamos contribuir con el desarrollo de la ciencia en beneficio de la sociedad. Delia Gamarra Gamarra Directora de la Escuela de Posgrado
  • 5. EDITORIAL Desde la percepción filosófica, la Teoría General de los Sistemas1 (TGS), aparece como una metateoría, una teoría de teorías (en sentido figurado), que par- tiendo del muy abstracto concepto de sistema busca reglas de valor general, aplicables a cualquier siste- ma y en cualquier nivel de la realidad. La TGS bus- ca descubrir isomorfismos en distintos niveles de la realidad bajo un enfoque racional, y entre ellos exis- te: el sistémico, que contempla un sistema abierto de entrada, proceso y salida, y que también permite operar una retroalimentación. Bajo la influencia de este concepto, y plasmado a la revista “CONVICCIONES", surgió la pertinencia de realizar una retroalimentación, que ha concretiza- do un singular proceso de reditar este importante medio de información intelectual, bajo la política de ser una revista científica, multidisciplinaria y arbitrada, con una periodicidad semestral, y con el objetivo principal de promover el desarrollo de la investigación y la producción científica con estándares de calidad que establece el contexto nacional e internacional; de igual manera, con la directriz de participar en la Declaración del Movimiento Inter-nacional “Open Acces” con el fin de contribuir al aumento de la visibilidad, el acceso y la difusión de la producción científica; por ello, los autores y colaboradores de los artículos ceden los derechos autorales a la revista “CONVICCIONES”, de manera que la misma podrá publicarlos en formato impreso y/o analógico, y también el digital, incluyendo in-ternet. Retrotrayendo la historia, el primer número se pu- blicó en el año de 2004 y se caracterizó por ser una revista informativa de logros académicos, y que posteriormente dejó de publicarse. En el momen- to actual, y buscando la pertinencia del proceso de retroalimentación, se buscó establecer un nuevo formato, cuya peculiaridad es la de ser una revis- ta científica. Desde esa óptica el comité editor ha estructurado en esta nueva etapa dos secciones, siendo estas: • La primera, corresponde al enunciado del Co- mité Editor y la ficha técnica de la revista, el nombramiento de las autoridades de la Uni- versidad Nacional del Centro del Perú y las autoridades de la Escuela de Posgrado, tam- bién se incluye las palabras de la Directora de la Escuela de Posgrado y el pensamiento edi- torial de la revista, enfocado como Editorial y se finaliza con el índice de los títulos de los artículos científicos. • Y la segunda, concierne a la disertación de los artículos científicos, inéditos y originales relacionados con las Ciencias Agropecuarias, Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias de la Biología y Salud, Arquitectura, Ingenierías y Tecnologías, así como las Ciencias Económi- cas, Sociales y Humanidades, entre otras. Este número cuenta con la colaboración de autores de diversas maestrías de la Escuela de Posgrado de nuestra universidad y de universidades internacio- nales, lo que determina su calidad intelectual, y que fueron convocados por la dirección de esta unidad académica, cuya actuación en la recopilación de los artículos científicos, fue de una manera efervescen- te. Los trabajos recopilados se diversifican dentro de temáticas y enfoques de investigaciones diversas, que desarrollan investigaciones de peculiaridades cuantitativas y cualitativas, incluyendo las mixtas, y cuyo valor es una contribución importante a la so- ciedad del conocimiento y la información. El esfuerzo de visualizar el desarrollo de nuestra región mediante estos trabajos científicos y a par- tir de ello, realizar el aporte para el análisis y la re- flexión de la ciudad, la región, del país y del mundo globalizado, es otro objetivo del comité editor, y que busca a través de sus propuestas mejorar la calidad de vida de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. Finalmente deseo expresar mi profunda gratitud a todos los académicos que concibieron este proceso intelectual, a ellos su colaboración, esfuerzo y de- dicación, determinan la permanencia y vigencia de “CONVICCIONES”; también a la plana directiva de la Escuela de Posgrado, por ofrecerme la opor- tunidad de desarrollar la actividad científica, desde la óptica de las publicaciones, y a Dios por darme la energía de concretizar este importante logro. Deseo expresar que este medio de información científico y académico, tendrá a partir de este momento una actitud de superación en el quehacer de cada día, en bien de la comunidad universitaria y la sociedad a la que se debe y a la cual se pretende contribuir, con la convicción de que en los tiempos actuales, la Cien- cia, la Tecnología y la Educación son inseparables, como lo pregona la sociedad del conocimiento y la información. Adolfo Gustavo Concha Flores Director Editor 1 Bertalanffy, L. (1999) Teoría General de los Siste- mas. México: FONDO NACIONAL DE CULTU- RA. Décima Primera Edición.
  • 7. 7 CONVICCIONES ARQUITECTURA POPULAR EN LOS ANDES. ENSAYO SOBRE DICOTOMÍAS ANALÍTICAS Y LA VIDA COTIDIANA POPULAR ARCHITECTURE IN THE ANDES. ANALYTICAL ESSAY DICHOTOMIES AND EVERYDAY LIFE Christien Klaufus CEDLA Amsterdam, Países Bajos C.J.Klausfus@cedla.nl http://www.cedla.uva.nl RESUMEN Este artículo explora los debates académicos internacio- nales sobre arquitectura popular y sus valores analíticos para el análisis de las ciudades andinas. Las teorías sobre arquitectura popular son basados en una dicotomía cate- górica entre cultura alta y baja. El artículo sostiene que esa distinción analítica debe ser revisada, sobre todo para un contexto latinoamericano. Basado en los trabajos de campo en Riobamba y Cuenca, Ecuador (entre 1999 y 2011) y un estudio preliminar de Huancayo, Perú (2011), la autora describe cómo las formas contemporáneas de la arquitectura popular son apreciadas localmente, para lo cual utiliza una metodología etnográ- fica en la que los diferentes actores involucrados en el di- seño de viviendas son valorados con igual importancia. El artículo argumenta que por motivo de la globalización las actividades de los auto-constructores y profesionales en la construcción de viviendas se están vinculando cada vez más. Este proceso trajo consigo, la desaparición de las fronteras simbólicas entre el trabajo de los profesionales y el de los profanos. Determinándose que su estatus como profesional se está gradualmente degradando, mientras que las élites locales y culturales, empezaron a re-apreciar los estilos históricos de sus centros urbanos monumenta- les. Mientras tanto, se está desatendiendo la creación de formas nuevas socialmente inclusivas. El artículo sugiere que la llamaba cholificación de la ciudad pueda ser apre- ciada como un señal de la democratización del espacio urbano en Los Andes, para lo cual se necesita un debate abierto para desarrollar nuevas formas arquitectónicas lo- cales, que tanto los profesionales como la población local se puedan identificar. Palabras clave: arquitectura popular, cholificación, iden- tidad local ABSTRACT This article explores international academic debates on popular architecture and their analytical values for the analysis of cities in the Andes. Theories on popular architecture are based on the catego- rical dichotomy between high and low culture. The article asserts that this analytical distinction needs to be revised, especially for a Latin American context. Based on fieldwork in Riobamba y Cuenca, Ecuador (bet- ween 1999 and 2011) and a preliminary study of Huan- cayo, Perú (2011), the author describes how contempo- rary forms of popular architecture are appreciated locally, using an ethnographic approach, in which the different actors involved in house design are considered of equal importance. The article asserts that due to globalization the house building activities of self-builders and architects have increasingly become intertwined. This has resulted in the disappearance of a symbolic boun- dary between the work of professionals and lay designers. Realizing the gradual degradation of their professional status, local cultural elites have started re-appreciating the historical styles of their monumental inner cities. Mean- while, the creation of new socially inclusive forms is being ignored. The article suggests that although the so-called cholificación of the city might be understood as a signal of the democratization of Andean urban space, an open debate is needed to develop new local architectural forms, with which both professionals and the local population can identify. Key word: architecture, cholification, local identity
  • 8. 8 CONVICCIONES INTRODUCCIÓN En Europa y los Estados Unidos el término ‘arquitec- tura’ se usa generalmente para calificar a edificios que tengan un cierto nivel de calidad estética, técnica y es- pacial en el diseño. Se habla de una arquitectura con mayúscula ‘A’ para di- ferenciar el diseño de edificios insignificantes y por eso no deberían ser calificados como arquitectura. Sosten- go que para analizar el cambio del entorno urbano en las ciudades andinas, necesitamos un significado más amplio, incluyendo tanto la arquitectura con mayúscu- la ‘A’ como la arquitectura con minúscula ‘a’. En esa dicotomía analítica se enfoca este ensayo, explo- rando cómo el debate sobre la diferencia entre cultura alta/ cultura popular ha influenciado el discurso profe- sional a nivel local en algunas ciudades andinas. El objetivo es abrir el debate profesional local para in- cluir a las nuevas manifestaciones de la arquitectura, como por ejemplo, las viviendas llamativas de migran- tes transnacionales. El artículo es basado en varios estudios etnográficos realizados en las ciudades de Riobamba y Cuenca, Ecuador entre 1999 y 2011 (Klaufus 2009), completado con un estudio preliminar de Huancayo, Perú (Klaufus 2011). CLASIFICACIÓN DE CULTURAS En la literatura socio-científica, el arte y los productos de cultura refinada son indicados, muchas veces, con el término cultura alta, para diferenciar los productos menos exclusivos, cotidianos que son considerados como cultura popular. La diferencia entre una cultura cualificada más alta o más baja es basada en un modelo de cultura evolucionista que tiene su origen en el pen- samiento del Siglo de la Ilustración, en el cual se atri- buía a la sociedad occidental una cultura y civilización más alta que a sociedades no-occidentales. No solamente entre, sino dentro de sociedades se colo- caba esa jerarquía a base de valores supuestos universa- les (Crysler 2003, 51 nota 19). En ese paradigma se reedificaba fuertemente el término ‘cultura’. A base de una supuesta autenticidad de ciertas manifestaciones culturales se dibujaba una línea entre formas culturales ‘refinadas’ y ‘desarrolladas’ por un lado y expresiones ‘populares’ y ‘primitivas’ por otro lado. El pensamiento de Kant sobre la autonomía de diferentes actividades culturales y la autonomía de in- dividuos contribuía a la idea de que la verdadera expe- riencia artística consistía de una forma autónoma que dominaba la función del objeto. Este tipo de expresión refinada de cultura se llamaba ‘arte’: “Cultura alta ha utilizado el arte como un marcador clave de distinción, con el juicio que producciones estéticas de los sectores populares no cualifican como arte. Cier- tamente el término ‘estético’ es negado a los trabajos de arte popular, dado su incrustación en usos rituales y otros” (Rowe & Schelling 1991, 197). A un lado del espectro cultural construido se encuentra entonces la cultura alta: formas refinadas, desarrolladas de arte y cultura, como la música clásica, el teatro, la literatura y la arquitectura, donde los principios estéti- cos y estilísticos juegan un papel importante. La cultura alta pertenece a la élite. La cultura alta es definida por Herbert Gans de la siguiente manera: Esta cultura [alta] se diferencia de todas las otras cul- turas de gusto en que es dominada por creadores – y críticos – y que muchos de sus usuarios aceptan los es- tándares y perspectivas de los creadores. Es la cultura de los “serios” autores, artistas etc. y por eso su público incluye a una proporción significante de creadores (Gans 1999, 100). Los creadores y el público de cultura alta ocupan según sociólogos como Herbert Gans y Pierre Bourdieu una posición privilegiada en la sociedad, que es relacionada con su alto nivel de educación y posición socio-econó- mica. En el libro Distinction, Bourdieu considera que sola- mente la gente de la clase social dominante es capaz de desarrollar estrategias para ‘estetizar’ su vida. A ese grupo integra entre otros artistas “quienes como inven- tores y profesionales de la ‘estilización de la vida’ sola- mente pueden hacer de su arte de vivir, una de las bellas artes” (Bourdieu 2000, 57). También los arquitectos son considerados de este grupo. Según él, el gusto de la cla- se de trabajadores se caracteriza en el cambio por “una reducción sistemática de las cosas de arte a cosas de la vida” (Bourdieu 2000, 5). Gente de las clases bajas se dejarían llevar por la utilidad y la funcionalidad de los productos que consumen, eso es al menos la aserción que se utiliza en esta opinión estratificada de expresión cultural. La muestra de buen gusto en productos culturales es según Bourdieu un mecanismo importante para man- tener el control sobre fuentes de existencia y represen- taciones simbólicas del poder. Ese sistema se mantiene más o menos a sí mismo, de- bido a que a través de formas refinadas de expresión de arte y cultura se transmiten códigos que solamente pueden ser entendidos por iniciados. Una obra de arte solamente tiene significado e interés para alguien quien posee la competencia cultural, es decir, el código en el cual es codificada. La implementa- ción consciente o inconsciente de esquemas explícitos
  • 9. 9 CONVICCIONES o implícitos de percepción y apreciación [...] es la con- dición oculta para reconocer los estilos [...] (Bourdieu 2000, 2). El conocimiento previo, necesario para entender cultu- ra alta se obtiene parcialmente a través de la educación, y parcialmente a través de una iniciación paulatina en los códigos por expertos. Por esa razón Abner Cohen (1981) habla de una cul- tura de élite donde un grupo privilegiado mantiene lo más posible el conocimiento de códigos y el uso de símbolos dentro de su propio círculo para mistificar su identidad como grupo de poder. Eso hace que estas formas de expresión son más difí- cilmente accesibles para personas que no frecuenten los círculos de la élite cultural. Eso no quiere decir que cultura alta no puede ser apreciada por un público más amplio, pero un público de no-iniciados probablemen- te miraría el arte de otra forma que los iniciados. De esta manera, según esta teoría la élite cultural altamen- te educada tiene un monopolio a la creación y el con- sumo de cultura alta. Para ellos es además un medio simbólico para diferenciarse del común de las gentes. Al otro lado del espectro se encuentra todo lo que no es arte, expresado en el término cultura popular. En estas teorías la cultura popular es un término mucho más amplio que cultura alta. La mayoría de las defini- ciones de cultura popular consisten, aparte de folclor (las tradiciones artesanales de un pueblo) también de cultura de masas (productos industriales para las ma- sas). Lo característico de esta categoría conceptual es que se presenta a la cultura como algo que es accesible para un público amplio, porque no se necesita un co- nocimiento previo. Una amplia escala de expresiones y productos culturales son considerados como cultura popular, desde productos artesanales, hasta telenovelas y música pop y variantes kitsch del arte. Lo único que, según los teóricos, estos productos tienen en común, que no cumplen con las normas y los valores académi- cos que se atribuyen al arte. Forman, por así decir, una categoría restante frente a cultura alta. Esto es además el problema analítico de este concepto (Rowe & Schelling 1991, 2). Antes de continuar, quisiera dedicar una reflexión a los lentes proverbiales que tenía puesto como investigado- ra. Indirectamente, esta discusión ha influenciado mi vista hacia la investigación. Siempre tenía que explicar algo en el momento de la elección de conceptos y términos. Los antropólogos me preguntaban por qué utilizaba el lenguaje de los arquitectos, mientras que los arquitec- tos me preguntaban por qué abusaba de sus concep- tos para edificios que según ellos no eran arquitectura. En eso intenté de encontrar un término medio. Como arquitecta soy entrenada para hacer la diferencia entre arquitectura con mayúscula ‘A’ y arquitectura con mi- núscula ‘a’. Después como antropóloga aprendí de po- ner esa diferencia a discusión de forma crítica. En mis ojos, la situación en Cuenca y Riobamba, igual que en otras ciudades como Huancayo, muestra clara- mente que una diferencia categórica y objetiva entre una arquitectura sin arquitectos y una arquitectura de arquitectos no se puede hacer en la vida cotidiana. Imitaciones y enculturación siempre forman parte de la arquitectura, en cualquier parte del mundo. Es impor- tante darse cuenta que el concepto de la arquitectura es una construcción social en sí que puede ser usada o abusada tanto por la élite local como por los académi- cos internacionales. Posición de la arquitectura popular en las ciencias sociales La dicotomía también se aplica a formas ‘más altas’ y ‘más bajas’ de construcción. Arquitectura con mayús- cula ‘A’ es un término que se utiliza para ciertas formas desarrolladas de construcción. En el sentido general eso quiere decir que arquitectura, como producto cultural, es asociada con sociedades complejas en las cuales apa- rece un alto grado de especialización. La arquitectura alta es vista como una prestación cultural especial que supera lo cotidiano. Es puesto frente a construcciones que son consideradas como cotidianas y ‘normales’: ar- quitectura popular. Donde la arquitectura alta es una muestra de exclusividad, mientras que la arquitectura popular es una muestra de lo cotidiano, tradiciones y rutinas. En cambio la Arquistectura alta puede sobre- salir del entorno, la arquitectura popular justamente es intercalada en el entorno. Templos antiguos, catedrales medievales y monumentos contemporáneos como el Museo Guggenheim en Bilbao son considerados como arquitectura alta. Granjas, viviendas de autoconstrucción en barrios po- pulares y arquitectura vernácula de países no-occiden- tales cuentan generalmente como arquitectura popu- lar. De esta manera la diferencia, tal vez, suena como natural pero es rodeada de calificaciones normativas e ideológicas que son discutidas ampliamente en el deba- te académico. La arquitectura, como disciplina académica, es relacio- nada al desarrollo de la educación de arquitectura en Europa. Esto encuentra sus orígenes en el siglo dieciocho en Pa- rís, donde la École des Beaux Arts (Escuela de Bellas Artes) y la École Politechnique (Escuela Politécnica) eran consideradas como los dos primeros institutos
  • 10. 10 CONVICCIONES para educación de arquitectura (Benevolo 1971, 5-9; Rabinow 1989, 47-57). En la escuelas de Bellas Artes se consideraba a la arquitectura como una forma de arte, mientras la escuela politécnica ponía énfasis en los as- pectos técnicos y científicos de la disciplina de diseño. A base de estos dos enfoques sobre la construcción, se desarrollaron las escuelas posteriores de arquitectura en Europa, que a su vez eran el modelo para las escue- las de arquitectura en el resto del mundo, entre otros los países andinos. Los arquitectos y urbanistas latinoame- ricanos eran formados desde un marco de pensamiento puesto a la misma altura europea, que no siempre esta- ba sintonizado con la situación local. Que la dicotomía entre arquitectura y arquitectura po- pular es una invención occidental, resulta también de un inventario de algunos libros prominentes de arqui- tectura de las décadas pasadas. En una famosa serie redactada por Nervi, que se llama Weltgeschichte der Architektur (Historia Mundial de la Arquitectura), la diferencia entre arquitectura ‘primi- tiva’ y ‘altamente desarrollada’ está presente de forma explícita. La primera parte de la serie que describe las tempranas culturas altas en el Occidente, después de lo cual se expone los desarrollos en la arquitectura roma- na y bizantina en partes separadas, seguido por libros sobre arquitectura de la Edad Media, el renacimiento, el barroco y la era moderna. Como última parte – un poco una parte rara en la se- rie – hay un libro con el título Architektur der primiti- ven Kulturen (Arquitectura de las culturas primitivas) (Guidoni 1976). Desde la publicación de estos libros en los años setenta, los paradigmas directivos en las cien- cias sociales y humanidades han cambiado y un tal li- bro obtendría ahora probablemente otro título. Sin em- bargo, en las librerías de arquitectura todavía se puede encontrar dos categorías separadas que corresponden a los campos de interés de los científicos. Por un lado hay estudios de la historia del arte o de la teoría del arte sobre arquitectura en el mundo occidental, o sobre ar- quitectura con mayúscula ‘A’ que fue exportada desde el Occidente hacia otra parte. Estos estudios caben en el canon occidental de arquitectura histórica (Crysler 2003, 33). En este segmento las consideraciones an- tropológicas son escasas. El análisis de Paul Rabinow (1989) de la arquitectura francesa del siglo diecinueve y el estudio de James Holston (1989) sobre la arquitectu- ra modernista de Brasilia forman las excepciones más conocidas (véase también AlSayyad 1992; Fraser 1990). Al otro lado del espectro se encuentra un sin número de publicaciones sobre cultura popular y arquitectura ‘tradicional’, ‘vernácula’ o ‘informal’. Muchas veces tratan específicamente de la vivienda. El origen de este interés social surge desde los principios del siglo veinte. Con el establecimiento de la especiali- dad de Estudios Culturales se originó el interés por esa llamada cultura popular y las definiciones corrientes de cultura alta y popular (Storey 1994). Según los académicos conservadores y marxistas del comienzo del siglo veinte la cultura popular y de ma- sas comprenderían manifestaciones no auténticas que distanciarían el hombre de su ‘verdadera’ cultura. Por eso el pueblo tenía que ser protegido contra sí mismo, según esos académicos: “Los Señores del kitsch [...] ex- plotan las necesidades de las masas para obtener una ventaja y/o para mantener su dominancia de clase” (Macdonald 1957, 60). La idea que se debe proteger a la sociedad de la nivelación de cultura también encon- tró a nivel mundial seguidores en los arquitectos. En los años ochenta y noventa se problematizó la diferen- cia entre cultura alta y popular en el debate encendido sobre teorías culturales. La atención académica cambió de los productos culturales a los grupos sociales que construían la diferencia, y a los procesos en los cua- les se construía o justamente se destruía esa diferencia. También se ponía énfasis en que la diferencia analíti- ca entre cultura alta y popular tiene sus limitaciones, no solamente porque implica una jerarquía social, pero sobre todo porque el investigador se deja seducir muchas veces a una forma de mesianismo social: una identificación con gente de clases sociales más bajos a quienes se atribuye cultura popular. Con el mesianis- mo social, justamente se pone énfasis en la diferencia jerárquica en forma oculta: “la oposición cultura alta/ cultura popular no es simétrica, y simplemente dándo- le la vuelta no ayuda a liberarse de las distorsiones que genera” (Rowe & Schelling 1991, 197). La identificación con los marginados no contribuye en los ojos de los críticos a un mejor entendimiento de las relaciones sociales. Para un análisis de la cultura de América Latina la di- cotomía sería especialmente problemática según Rowe y Schelling (1991), porque la diferencia entre una cua- lidad estética y de utilidad en expresiones artísticas no se puede hacer ahí. También García Canclini sigue esta línea de argumentación. Él pone que las categorías de cultura alta y cultura popular se atraviesan tanto en La- tinoamérica que no se puede hacer una diferencia con- ceptual: “Así como la oposición entre lo tradicional y lo moderno no funciona, lo popular, y lo basado en las masas no se encuentran dónde estamos acostumbrados a encontrarlos” (García Canclini 1995, 2). Por eso utiliza el concepto de ‘híbrido’ para denotar las formas de mezcla. A su vez, también su teoría sobre culturas híbridas recibió mucha crítica. Pues, si todo en Latinoamérica fuera híbrido, no se podría hacer ninguna pronunciación sobre nada. Además, su teoría da muestra de evolucionismo, porque ve la hibridación
  • 11. 11 CONVICCIONES como un proceso de mezcla continua, en que las fases anteriores siempre son menos mezcladas, entonces más puras. Por eso Ouweneel hace una diferencia entre hi- bridación como modelo evolucionista – el modelo de García Canclini que el critica – e hibridación en un momento determinado, presentado como un residuo de dos sistemas culturales puestos el uno sobre el otro: “dos sistemas estilizados y compuestos que son puestos el uno sobre el otro, más bien un ‘palimpsesto’ que una descendencia” (Ouweneel 2005, 124). La constatación general de los autores es que es fácil de indicar los ejemplos de cultura híbrida en Latinoamé- rica, pero difícil de definirla. Por lo demás dejo la ela- boración teórica de cultura híbrida fuera de considera- ción. Utilizo los conceptos cultura alta y popular como conceptos indicadores para mostrar cómo el pensar sobre arquitectura en ciudades medianas en los andes lleva a la producción social y la construcción social de arquitectura, y de qué manera se trata este tipo de da- tos empíricos en el mundo académico. Según Salman (1996) se puede utilizar estos conceptos como medio descriptivo para poder expresar la complejidad de la realidad empírica (cf. Rowe & Schelling 1991, 197-198). El interés internacional para ejemplos de una supuesta arquitectura vernácula crecía después de la publicación de libro prominente de Rudofsky (1998[1964]) Archi- tecture Without Architects (Arquitectura sin arquitec- tos). A nivel mundial se esbozaba el mapa de la arquitec- tura popular, ¿pero a base de qué criterios? ¿Qué en- tienden los diferentes autores con arquitectura sin ar- quitectos? Rudofsky habla en términos generales sobre arquitectura “sin origen”, refiriéndose a edificios cuyos diseñadores o constructores son desconocidos o de todos modos no famosos. Jean-Paul Bourdier y Nezar AlSayyad escogieron el término tradicional como con- cepto central. En su definición arquitectura tradicional comprende tanto arquitectura popular rural como au- toconstrucción urbana. El término tradicional debería hacer superfluo a indicaciones como vernácula, autóc- tono, primitivo, folclórico, anónimo y popular. En la descripción de los autores el entorno construido tra- dicional comprende: “viviendas y asentamientos cuyos formas se originan de procesos culturales más que de opiniones estéticas especializadas” (Bourdier & AlSa- yyad 1989, 6). Según ellos, la arquitectura popular no representaría opiniones estéticas refinadas. Para una interpretación de autoconstrucción esta definición pre- senta entonces problemas. Bourdier y AlSayyad no niegan que el término arqui- tectura tradicional también tiene sus límites. A base de un estudio de casos en las contribuciones en su volu- men se pone a discusión los límites entre moderno y tradicional, urbano y rural, arquitectura más alta y más baja. Así, según Jo Tonna (1989), se puede hablar en Malta de un intercambio fructífero de elementos de la arqui- tectura oficial y popular. Amr Abdel Kawi (1989) pro- blematiza a base de historias sobre un oasis en Egipto la diferencia entre una mirada profesional al uso de espa- cio y la perspectiva de los habitantes. Notablemente, la problematización de las categorías alta y popular en la arquitectura no ocurre en la obra de uno de los autores más conocidos en el ámbito de la arquitectura popular, Paul Oliver, define la arquitectura popular como “arquitectura del pueblo y por el pue- blo, pero no para el pueblo” (Oliver 2003, 14; cf. Storey 1994, 5). Oliver determina la diferencia entre arquitectura popu- lar y arquitectura profesional entre otros a base del tipo de la sociedad en la cual la arquitectura se origina. Se- gún su clasificación la arquitectura vernácula existe so- bre todo en sociedades tribales. Las sociedades con una élite urbanista ya no tendrían una ‘verdadera’ arquitec- tura vernácula. Aunque reconoce que algunas formas de arquitectura no pueden ser clasificadas en base de este modelo, esto no tiene consecuencias para la dife- rencia que utiliza. Así está en su libro Dwellings: The vernacular house worldwide (Viviendas: La casa ver- nácula a través del mundo) también un capítulo sobre autoconstrucción en barrios populares de grandes ciu- dades (Oliver, 2003). En este capítulo pone que la au- toconstrucción tal vez se podría considerar como una arquitectura auténtica para la gente del barrio, pero que no debería llamarse ‘nueva vernácula’ como había suge- rido Lisa Peattie (1992) en un artículo. En reacción a su idea que autoconstrucción también puede ser conside- rado como arquitectura popular auténtica, él escribe: Si los productos de desechos y materiales descartados de la ciudad son considerados como ‘materiales y recursos locales’ algunos pueden considerar estos factores como justificantes para este tipo de argumentos. Sin embargo, aunque algunos asentamientos puedan tener una fase cuando las casas tradicionales son construidas al bor- de de una ciudad, la mayoría de casas de invasores son construidas sin una tradición (Oliver 2003, 225). Sin una tradición de construcción, no existe una cultu- ra popular auténtica, así razona Oliver. Por supuesto se puede decir mucho sobre los términos autenticidad y tradición, pero en este espacio se iría demasiado lejos sintetizando este debate completo. Aquí solamente es importante de constatar que pocos autores tienen una opinión tan rígida y evolucionista como Oliver. Amos Rapoport y Peter Kellett rechazan la manera de enfoque de Oliver. Ellos sí consideran casas de auto- construcción en barrios populares como ejemplos de diseño vernácula. Rapoport maneja una continuidad
  • 12. 12 CONVICCIONES de modelo, estirado entre maneras tradicionales y au- tóctonas de construir (arquitectura vernácula tradicio- nal) y métodos de construcción desarrollados a nivel internacional, académico (arquitectura alta). Dentro de esta continuidad, así pone Rapoport (1988, 55), “Asen- tamientos espontáneos [están] más cerca de lo tradicio- nal vernácula que de cualquier otro tipo de entorno y lo más lejos de los entornos diseñados profesionalmente o de ‘alto estilo’.” Kellet y Napier (1995) se distancian aun más de Oliver. Ellos advierten contra clasificaciones de arquitectura a base de tipologías de sociedades, como lo hacen Oliver y Rapoport. Ellos también ven auto- construcción como una forma específica de arquitectu- ra popular, pero desde la idea de que los propietarios- habitantes realizaron ellos mismos las construcciones en un entorno que no se formó a base de planificación. Lo que en mis ojos es un problema para todas las defi- niciones de arquitectura popular arriba mencionadas, es la exclusión total de alguna intervención profesional. De los ejemplos de Ciudadela Carlos Crespi y Coopera- tiva Santa Anita resulta que muchas veces los autocons- tructores en ciertas fases de la construcción contratan o consultan con un profesional (por ejemplo para el per- miso de construcción). La diferencia entre ‘de’, ‘para’ o ‘por’ el pueblo entonces no existe en autoconstrucción. La descripción que da Henry Glassie en mi opinión aproxima lo mejor la situación andina. Glassie (2000, 20) pone: “llamamos edificios “vernác ulos” porque in- corporan valores ajenos a las acariciadas en la acade- mia.” Los autoconstructores diseñan sus casas no desde una teoría académica o ideología, pero desde sus propios ideas, deseos y necesidades. Existe una diferencia im- portante entre la definición de Bourdier y AlSayyad y la de Glassie. Bourdier y AlSayyad ponen que ideas estéticas no for- man la base de la arquitectura popular. Autoconstruc- tores solamente tendrían motivos funcionales. No estoy de acuerdo con esto. En la definición de Glas- sie, la arquitectura popular expresa muchas veces otros valores que los valores arquitectónicos que son aprecia- dos en las escuelas de arquitectura y el mundo acadé- mico. Pienso que tiene razón. El límite exacto entre las cate- gorías de la arquitectura con mayúscula ‘A’ y la arqui- tectura popular nunca se puede definir, ni sería el enfo- que de cualquier estudio porque la diferencia no tiene valor empíricamente. Como dicen Kellett y Napier (1995) no se puede to- mar a tipologías de sociedades como indicadores para la pregunta si se puede hablar de arquitectura popular. Como alternativa ellos proponen de prestar más aten- ción a las características morfológicas, pero esto no me parece una buena solución. Entonces nuevamente existe el peligro de olvidarse qué categorías culturales son construcciones sociales tam- bién. Por eso abogo por más atención para el papel de los actores (autoconstructores, profesionales) en los pro- cesos de construir y vivir, prestando atención tanto a la formación de una cierta imagen que a la manera de actuar. Hay una analogía con las discusiones de los años ochenta sobre la pregunta si la autoconstrucción equivale al bricolaje (construir con sus propias manos). Ward (1982, 200) ponía en ese tiempo que en autocons- trucción pueden aparecer diferentes gradaciones de trabajo pagado. Según él, autoconstrucción no excluía la pericia contratada. De esta manera, de mi punto de vista se debería también pensar sobre la arquitectura popular: la arquitectura popular en el mundo urbani- zado no excluye la participación de profesionales. Has- ta donde se debe considerar la arquitectura como alta o baja, arte o tradición, es una construcción social tanto de los intelectuales locales como de los científicos del mundo académico internacional. No sólo desde el punto de vista pragmático es bueno pensar sobre los cambios en la conceptualización de arquitectura popular. También tiene un aspecto ético. Poniendo énfasis en la diferencia entre ‘arquitectu- ra con arquitectos’ y ‘arquitectura sin arquitectos’ se puede pues romantizar y exotizar la última categoría (Crysler 2003, 20). Nezar AlSayyad escribió sobre esto en los años ochenta: Existe un prejuicio implícito en nuestro trabajo hacia la conservación de lo que toda- vía puede ser conservado de viviendas y asentamientos tradicionales. Este prejuicio parece originarse en el miedo de que si estos asentamientos cambian, lo que algunos de sus re- sidentes podrían desear, perderemos nuestro objeto de investigación y nuestra subsistencia. Como disciplina, el estudio de viviendas y asentamien- tos tradicionales, no importa cuán joven sean, parece haberse caído en la trampa de construir una realidad social basada en su propio idioma particular (AlSayyad 1989, 530). Durante la década pasada muy poco se ha cambiado en los estudios sobre arquitectura vernácula. El énfasis to- davía – o tal vez cada vez más – está en la arquitectura tradicional, construida con las propias manos (Vellinga 2005). Por más importante que sean estos estudios para la conservación y el traspaso de las tradiciones autócto- nas de construcción que están por desaparecer bajo la influencia de la globalización, también se debe prestar atención a nuevas formas de arquitectura popular.
  • 13. 13 CONVICCIONES Irene Cieraad (1999), quien hacía una investigación antropológica de formas occidentales de vivienda, toma un similar punto de vista. Ella critica el poco inte- rés antropológico para la vivienda europea. Según ella, detrás del interés unilateral antropológico para formas de vivir no-occidentales, se esconde la suposición evo- lucionista que en las sociedades modernas occidenta- les se habría perdido la relación entre ciudadanos y su uso de espacio. Yo sostengo que lo mismo cuenta por el poco interés antropológico en viviendas que pare- cen ser derivadas del mundo occidental en otras par- tes del mundo. Viviendas que se ven ‘internacionales’ u occidentales, ya de antemano son calificadas por los investigadores como ‘no auténticas’ y por ende no vale la pena investigarlas. Por eso los cambios sociales y culturales que llevan al nuevo diseño quedan fuera del horizonte. Aún más que para metrópolis eso vale para ciudades más pequeñas y regiones relativamente desconocidas a nivel interna- cional, como Huancayo. (Robinson 2002, 2006). Aprecio de la arquitectura popular en las ciudades andinas La diferencia académica entre arquitectura como for- ma de arte y arquitectura popular fue incorporada por profesionales en las ciudades que formaban parte de mi estudio (Klaufus 2000; 2004; 2006a; 2006b; 2007; 2009; 2011): Cuenca y Riobamba (Ecuador) y Huancayo, Perú. Los practicantes de la disciplina arquitectónica y urbanista gozan de gran prestigio en Latinoaméri- ca. Originalmente, arquitectos venían de círculos de la élite y tenían clientes sobre todo de su propio círculo. Pertenecían a la capa superior social y también tenían influencia política. En su papel de ‘arquitecto científico’ eran vistos como tecnócratas de quienes se esperaba que podían enfrentar problemas sociales mediante in- tervenciones físico-espaciales. (Ouweneel 1995-1996). En la práctica resultó muchas veces que las intervenciones arquitectónicas y urbanis- tas no ofrecían una solución para problemas sociales, pero el prestigio de personas con títulos como Arqui- tecto e Ingeniero se quedó. Como profesionales eran a ellos que se atribuían pericia en diseño y construcción y eso les daba poder. “Cualquiera que sea la conexión entre pericia y poder es basada en el hecho de que cuando la interacción entre experto y lego comienza, hay una asimetría notable de conocimiento básico; y más o menos a pesar de lo que suceda en la interacción, mucho de esa asimetría se mantendrá” (Hannerz 1992, 120). En su papel como ‘arquitecto como artista’ arqui- tectos eran considerados además como conocedores que sabían de estética refinada. Esa posición fortalecía el prestigio del título ‘arquitecto’. Las ideas arquitectónicas se basan en ideologías sobre lo que es un ‘buen’ espacio para vivir, tanto a nivel de escala de edificios individuales como a nivel de la ciu- dad (ideologías desde las cuales la disciplina de urba- nismo se ha desarrollado). A través de los siglos esas ideologías son traducidas en corrientes divergentes, cada uno con sus propias escuelas, estilos de construc- ción y protagonistas. Sin querer tratar ampliamente aquí la historia de la arquitectura occidental, en mi es- tudio se menciona una serie de estilos de construcción y corrientes que dejaron sus huellas en las ciudades de los países andinos: los estilos franceses de construcción del siglo diecinueve (formas neoclásicas y neogóticas), el modernismo del Estilo Internacional, que dominaba el mundo en el siglo veinte, y desde los años setenta (como reacción al modernismo del Estilo Internacio- nal) los estilos posmodernos y el Regionalismo Crítico (Klaufus 2009). Estas corrientes eran enraizados en corrientes interna- cionales, pero en varias ciudades de los andes obtienen una elaboración local específica. Es importante darse cuenta qué profesionales legitiman el uso de estos esti- los de construcción desde el éxito internacional de las diferentes corrientes. Se veían como los guardias de la cultura alta y se ponían frente a los productores y consumidores de cultura po- pular. Sin embargo muchas veces no podían definir una diferencia clara entre los edificios que pertenecerían a la categoría de la arquitectura refinada, y el resto. El consenso simplemente no existía. Algunos profesiona- les aseveraban que a base de diseño se podría hacer una diferencia esencialista entre arquitectura buena y mala. Algunos arquitectos aseveraban que del ‘análisis objeti- vo de la forma’ resultaba que la nueva ‘arquitectura de migrantes’ no era adecuada para el campo. Según ellos el uso de materiales tenía una lógica intrínseca, desde la cual debería seguir el diseño. Eran de la opinión que la relación lógica entre materiales y diseño faltaba en ‘arquitectura de migrantes’. Veían su conocimiento de análisis de forma con parte de su pericia formada aca- démicamente, a base de la cual podían juzgar sobre la aptitud social de estética (cf. Crysler 2003, 58; Leach 1997, xiv). Aunque estos profesionales aseveraban as- pirar a un análisis objetivo académico de forma, sus análisis de igual manera eran construcciones sociales de arquitectura adecuada. Como ya mencioné antes, varios científicos sociales han constatado que, por más constructivista y negociable que sean las diferencias en- tre uno mismo y el otro en la práctica, en la vida coti- diana los informantes consideran las diferencias socia- les como algo definido y real (Cohen 2000; Baumann 1999, 91-94), y así era también en Cuenca. En Cuenca el carácter constructivista del discurso nosotros-ellos se manifiesta en la constatación de que
  • 14. 14 CONVICCIONES la evaluación de autenticidad solamente se aplicaba a casas de ciudadanos que en el sentido social o geográ- fico se encontraban ‘lejos’ de los profesionales. Ellos hablaban por ejemplo sobre la ‘arquitectura fetiche’ y sobre ‘modelos importados’, pero únicamente con casas de supuestos campesinos y trabajadores. La arquitec- tura opulenta en los barrios residenciales en la ciudad no se criticaba abiertamente porque en la producción de estas casas estaban involucrados colegas conocidos y clientes importantes. De las villas americanas en las urbanizaciones de la clase media rica no se decía abier- tamente que eran ‘inadecuadas’, aunque disimulada- mente algunos lo pensaban. También el argumento de que el diseño de una casa no sería auténtico cuando los elementos de estilo eran importados, se aplicaba selec- tivamente. No tenía validez por ejemplo para la arqui- tectura neoclásica francesa en el centro histórico de la ciudad. A través de esta discusión los profesionales del orden establecido intentaban de reconstruir los límites sociales entre élite y pueblo, ciudad y campo. Pero la fuerza expresiva de las villas de migrantes transnacio- nales y nuevos ricos resultaba muchas veces ser más fuerte que su opinión. En Riobamba, donde formas de mezcla arquitectónica eran más la regla que la excepción y entonces era difí- cil de encontrar uniformidad de estilo, se formulaba la crítica a los estilos de construcción en relación a una imagen fragmentada de la ciudad. Ahí no se hablaba de urbanización del campo, sino de la ‘ruralización’ de la ciudad. De ciertos edificios en el centro, se decía que el diseño no era ‘de aquí’, con lo cual se ponía énfasis en la falta de autenticidad. Pero cuál arquitectura entonces perte- necía a Riobamba como ciudad multi-étnica, nadie lo sabía. Nuevas formas de arquitectura popular hicieron des- vanecer las diferencias entre arquitectura como forma de arte y construcciones cotidianas. No solamente en Cuenca y Riobamba, también en otras ciudades en la región de los Andes se ha llevado la discusión sobre la aparición de nuevas formas de arquitectura popular en la ciudad. Una escala de formas y estilos arquitectóni- cos que no se puede agrupar todos bajo un denomi- nador común, pero que tienen en común que llaman la atención, ha comenzado a dominar la imagen de la ciudad andina. También en ciudades como Lima y La Paz los intelec- tuales se han ocupado de los cambios en la arquitectura popular. Ahí originaron, a lado de la arquitectura de la tradición académica europea, formas arquitectónicas, que por los profesionales son calificados como arqui- tectura chicha y chola respectivamente. En los años ochenta se inició en el Perú, como tratado ‘chicha’, una discusión sobre la cultura híbrida, la llamada cultura chica, de migrantes rurales en los barrios populares li- meños. Autores como José Matos Mar y Jesús Martín- Barbero impulsaron el debate sobre la aparición de la cultura híbrida de migrantes rurales. La ‘populariza- ción’ de la cultura urbana llamaba la atención de los intelectuales. Matos Mar (2004) escribió en ese enton- ces un ensayo con el título de Desborde popular y crisis del Estado, en el cual describió entre otros esta cultura de mezcla. Dentro del debate de la cultura híbrida de migrantes del altiplano en barrios populares limeños, el arquitecto peruano Jorge Burga Bartra lanzó en los años noventa el término ‘arquitectura chicha’. Definía arquitectura chicha como una mezcla de artefactos modernos con elementos autóctonos (lea: tradiciona- les) del altiplano, de donde venía la mayoría de los mi- grantes en Lima. Según Burga Bartra las combinacio- nes de extremos, como marcos de aluminio fabricados industrialmente y tejas artesanales, dan testimonio no solamente de mal gusto en diseño arquitectónico, pero también de la pérdida de las tradiciones ‘auténticas’ y autóctonas del altiplano. Según él se puede considerar la arquitectura en los ba- rrios populares como una gran mascarada, una fiesta de disfraces en la cual los migrantes del altiplano final- mente ya no se reconocen a sí mismos, pero que sin embargo era elevado como norma. Se puede contar a Jorge Burga Bartra, entre el grupo de intelectuales, cuya opinión es que se debe proteger al pueblo contra sí mismo. En un artículo sobre la arquitectura chicha describe como ejemplo la tendencia de casas con marquesinas en la fachada, creando la ilusión desde la calle que las casas tengan techos inclinados de teja. En realidad no tienen techos inclinados pero planos. El ve este uso óp- tico de elementos de fachada como la prueba de que se puede hablar de una mascarada que afecta la autentici- dad de la vivienda. Sobre ello escribe lo siguiente: Al llegar a la gran ciu- dad, el campesino serrano abandona la teja y sus techos inclinados, poniéndose la máscara de una arquitectura de techo plano, moderna y urbana; […] Luego, en la última década, advierte que los ricos de la ciudad em- piezan a usar en sus fastuosas residencias tejas y arcos. Él se pregunta entonces: ¿por qué no puedo yo hacer lo mismo? ¿Acaso no son sus elementos, lo que dejó allá en su lugar de origen? Se pone entonces otro antifaz y nuevamente disfraza su arquitectura con tejas y techos inclinados, que pone sólo adosados a la fachada (Burga Bartra 1993, 34). En esta cita Burga Bartra pone énfasis en que auto- constructores en barrios populares copiarían sus ideas de nuevos ricos y que el diseño no iría con su iden- tidad. Según él, el pueblo gorronea de la cultura alta
  • 15. 15 CONVICCIONES de la élite, un pensamiento que cabe dentro del primer paradigma de cultura popular. Su preocupación no solamente se dirige hacia la pérdida de cultura autóc- tona, pero también hacia la disminución del prestigio que la cultura refinada proporciona a la élite. Al mismo tiempo admite en el artículo que la mezcla de estilos de construcción no es limitada solamente a los barrios po- pulares y que no se puede dar criterios distintivos – ni morfológicos, ni en cuanto a la ubicación del barrio en la ciudad, ni en cuanto a los constructores que constru- yen este tipo de arquitectura – para este tipo de diseño. Con esto mina su propio argumento, porque si la élite también hace construir este tipo de marquesinas, ¿del disfraz de quién está hablando entonces? También en La Paz existe atención para el desarrollo en la arquitectura popular. La Fundación de Estética Andina (irónicamente abre- viado por la FEA), que se ocupa de este tema, solía avi- sar en su página web: La FEA considera los ejemplos de la arquitectura popu- lar en La Paz como laboratorios de entendimiento de la dualidad y la incoherencia de una sociedad en la cual coexisten los modelos de desarrollo occidentales con prácticas, mitos y supervivencias precolombinos. Ese violento mestizaje cultural ha promovido una arquitec- tura bizarra que está transformando la imagen urbana de la ciudad, y es construida por una pujante burguesía popular, más conocida como “la burguesía chola” de- dicada al comercio formal e informal, al contrabando y a la industria clandestina (La Fundación de Estética Andina, www.la-fea.org/lafea, 16 de febrero 2005). Aquí también se relacionan ciertas características de forma de casas y edificios con determinados grupos de población: los autóctonos, los habitantes de barrios populares, los munícipes informales, los marginados. Ellos serían los constructores de una arquitectura ex- traña, diferente pero no necesariamente mala. Uno de los involucrados de esta organización, arquitec- to Carlos Villagómez, es fascinado por la arquitectura híbrida popular en su ciudad, que él llama la arquitec- tura chola, el homólogo boliviano de la arquitectura chicha de Lima. Solo, el aprecia positivamente sobre el diseño, contrario a Burga Bartra. Sin un lenguaje discernible ni organizado, los edificios de la estética chola [...] son una mezcla delirante de co- lores y detalles que se intensifican con la incorporación irracional y profusa de mensajes (Villagómez SF, 11). [L]a estética [...] es la expresión de los nuevos movi- mientos sociales de la mayor ciudad indígena de Amé- rica Latina y ya es una realidad irreversible. Aunque se resistan algunos grupos nostálgicos de una ciudad libe- ral de principios del siglo XX, o de la modernidad pul- cra y aséptica, la estética chola es quizás el motor más dinámico que impulsa los nuevos imaginarios urbanos (Villagómez SF, 13). Villagómez considera la arquitectura popular construi- da por migrantes rurales mestizos y indígenas no como un problema, pero como una forma de emancipación de esta población. El ve esta emancipación, o la demo- cratización del espacio urbano, como un reto para los profesionales en la búsqueda de una identidad cultural y urbana. También el antropólogo, Matos Mar, veinte años después de la publicación de su libro, La cultura chicha omnipresente en Lima, la ve como señal de una democratización exitosa. Incluso tan exitosa, que en el año 2004 llega a la conclusión que gracias al surgimien- to de esta cultura popular en Perú se puede construir una identidad nacional (Matos Mar 2004, 144-148). Es interesante de poner las visiones sobre arquitectu- ra de estos profesionales frente a frente, porque puede echar luz al pensamiento sobre las nuevas tendencias. Burga Bartra ve el tamaño creciente de la arquitectura chicha como síntoma de ‘popularización’ y nivelación de la arquitectura. El carácter noble de la arquitectu- ra se estaría afectando por eso. Él cabe en la línea de críticos que condenan la arquitectura popular porque estaría gorroneando de la cultura alta, lo que Burgos Bartra dice también literalmente, y por qué finalmen- te llevaría a la homogeneización cultural. En cambio, Villagómez ve la arquitectura chola como señal de que la arquitectura vernácula está modernizándose bajo la influencia de procesos de emancipación. Con eso cabe en el rincón de los optimistas culturales que observan justamente heterogeneidad de la cultura, debido a que surge una nueva diversidad. Muchos profesionales del orden establecido de Riobamba y Cuenca utilizan argu- mentos que se parecen a los de Burga Bartra. Me asocio más con la línea de Villagómez, aunque de ninguna manera quiera negar las relaciones desiguales de poder entre arquitectos de élite y habitantes de ba- rrios populares. No quiero ser culpable de mesianis- mo social. Justamente mirando dos lados de la historia, pienso que en Cuenca y Riobamba, y también en Huan- cayo, se puede observar un cambio social. La preocu- pación entre profesionales del orden establecido es una señal de que en los años pasados se podía hablar del surgimiento de nuevos grupos de la clase media (baja), por lo cual el onopolio arquitectónico de la élite es afec- tada. Abner Cohen (1981, 4) pone: “cuando los símbo- los del culto [de la élite ] pierden su potencia, cuando públicos exteriores dejan de ser diferentes a ellos, tales élites pierden su legitimación y probablemente pierden poder.” De cierto modo esto es lo que pasó en Cuen- ca – y en menor medida en Riobamba. Hannerz (1992, 112) dice de una manera parecida: “Cuando las formas culturales reclamadas como propiedad [por la élite]
  • 16. 16 CONVICCIONES pierden su atracción hacia sí mismos y otros, o son aco- gidos por demasiada gente, o simplemente por la gente equivocada, el buen tipo de distinción sólo puede ser reinstalado si alguien viene con algo nuevo.” CONCLUSIÓN Mientras que la arquitectura de la élite se está perdien- do su poder de distinción, la diferencia construida en- tre la cultura alta y popular se está desvaneciendo. Los símbolos de élite están perdiendo fuerza. Pero como reacción a esto, los profesionales no han comenzado a desarrollar nuevas formas, sino se han dedicado a la imitación de formas existentes y a la conservación de arquitectura histórica. Los monumentos coloniales y republicanos son vistos por ellos como ejemplos de arquitectura de alto nivel con estilo internacional que la hacen arquitectura con mayúscula ‘A’. Legitiman este estatus refiriéndose a los corrientes internacionales desde donde vinieron los edificios. Esta arquitectura elevada ven como contrape- so para la cholificación de la ciudad. Los intentos de la élite cultural para revitalizar el centro histórico se pue- den entender entonces como una reacción al proceso de la democratización del espacio urbano en los Andes, sea o no sea preferible desde una perspectiva estética. BIBLIOGRAFÍA AlSayyad, Nezar (1989) “Dualities in the Study of Tradi- tional Dwellings and Settlements: An Epilogue.” En Dwellings, Settlements, and Tradition: Cross-cultu- ral Perspectives, Jean-Paul Bourdier & Nezar AlSa- yyad (eds.), pp. 527-532. Lanham: University Press of America. AlSayyad, Nezar, (ed.) (1992) Forms of Dominance: On the Architecture and Urbanism of the Colonial En- terprise. Aldershot: Avebury. Baumann, Gerd (1999) The Multicultural Riddle: Rethin- king National, Ethnic, and Religious Identities. New York: Routledge. Benevolo, Leonardo (1971) The tradition of modern ar- chitecture. Vol. 1 de History of modern architecture. Cambridge: The MIT Press. Bourdier, Jean-Paul, & Nezar AlSayyad (eds.) (1989) Dwe- llings, Settlements, and Tradition: Cross-cultural Perspectives. Lanham: University Press of America. Bourdieu, Pierre (2000) Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste. London: Routledge. Burga Bartra, Jorge (1993) “Arquitectura popular en Lima.” Quehacer, revista bimestral del Centro de Estudios y promoción del Desarrollo (DESCO) 81: 32-40. Cieraad, Irene (ed.) (1999) At Home: An Anthropology of Domestic Space. Syracuse: Syracuse University Press. Cohen, Abner (1981) The Politics of Elite Culture: Ex- plorations in the Dramaturgy of Power in a Modern African Society. Berkeley: University of California Press. Cohen, Anthony (ed.) (2000) Signifying Identities: Anthropological Perspectives on Boundaries and Contested Values. London: Routledge. Crysler, Greig (2003) Writing Spaces: Discourses of Ar- chitecture, Urbanism, and the Built Environment, 1960-2000. New York: Routledge. Fraser, Valerie (1990) The Architecture of Conquest: Buil- ding in the Viceroyalty of Peru 1535-1635. Cambrid- ge: Cambridge University Press. Gans, Herbert (1999) Popular Culture and High Culture: An Analysis and Evaluation of Taste. New York: Ba- sic Books. García Canclini, Nestor (1995) Hybrid Cultures: Strate- gies for Entering and Leaving Modernity. Minneapo- lis: University of Minnesota Press. Glassie, Henry (2000) Vernacular Architecture. Bloom- ington: Indiana University Press. Guidoni, Enrico (1976) Architektur der primitiven Kultu- ren. Vol. 14 de Weltgeschichte der Architektur, Pier Luigi Nervi (ed.). Stuttgart: Belser. Hannerz, Ulf (1992) Cultural Complexity: Studies in the Social Organization of Meaning. New York: Colum- bia University Press. Holston, James (1989) The Modernist City: An Anthropo- logical Critique of Brasília. Chicago: The University of Chicago Press. Kawi, Amr Abdel (1989) “The Oasis of Farafra in the Eyes of its Inhabitants.” En Dwellings, Settlements, and Tradition: Crosscultural Perspectives, Jean-Paul Bourdier & Nezar AlSayyad (eds.), pp. 357-378. Lan- ham: University Press of America. Kellett, Peter, & Mark Napier (1995) “Squatter architec- ture? A critical examination of vernacular theory and spontaneous settlement with reference to South America and South Africa.” Traditional Dwellings and Settlements Review 6, no. 2: 7-24. Klaufus, Christien (2000) “Dwelling as representation: Values of architecture in an Ecuadorian squatter settlement.” Journal of Housing and the Built Envi- ronment 15, no. 4: 341-365. (2004) “El espacio urbano como representación de identi- dades locales.” Urbis Visión 01, no. 002: 12-19. (2006a) “Globalization in residential architecture in Cuenca, Ecuador: social and cultural diversification of architects and their clients.” Environment and
  • 17. 17 CONVICCIONES Planning D Society and Space 24, no. 1: 69-89. (2006b) “‘Megaproyecto El Barranco’ in Cuenca, Ecuador: architects and their role in local representations.” En Hyper City: the symbolic side of urbanism, red. Peter Nas en Annemarie Samuels. London: Kegan Paul. (2007) “Exclusive visions of an inclusive city: Professio- nals and the mediation of multicultural urban space in Riobamba, Ecuador”, Etnofoor XIX(2): 47-68. (2009) Construir la ciudad Andina: Planificación y auto- construcción en Riobamba y Cuenca. Quito: Abya Yala/FLACSO. (2011) “Arquitectura de remesas: ‘Demonstration effect’ in Latin American popular architecture.” Etnofoor 23(1), 9-28. Leach, Neil (ed.) (1997) Rethinking Architecture: A rea- der in cultural theory. London: Routledge. Macdonald, Dwight (1957) “A Theory of Mass Culture.” En Mass Culture: The popular arts in America, Ber- nard Rosenberg & David White (eds.), 59-73. New York: Macmillan. Matos Mar, José (2004) Desborde Popular y Crisis del Es- tado: Veinte años después. Lima: ‘Fondo Editorial del Congreso del Perú. Oliver, Paul. (2003) Dwellings: The Vernacular House World Wide, London: Phaidon. Ouweneel, Arij (1995-1996) “The Germination of Politics: Within the Directorio of the Institute of Chilean En- gineers, 1910-27.” Historia 29: 357-390. (2005) The flight of the shepherd: Microhistory and the psychology of cultural resilience in Bourbon Central Mexico. Amsterdam: Aksant Academic Publishers. Peattie, Lisa (1992) “Aesthetic politics: shantytown or new vernacular?” Traditional Dwellings and Settlements Review 3, no. 2: 23-32. Rabinow, Paul (1989) French Modern: Norms and Forms of the Social Environment. Chicago: The University of Chicago Press. Rapoport, Amos (1988) “Spontaneous Settlements as Ver- nacular Design.” En Spontaneous Shelter: Internatio- nal Perspectives and Prospects, Carl Patton (ed.), pp. 51-77. Philadelphia: Temple University Press. Robinson, J. (2002) “Global and World Cities: A View from off the Map.” International Journal of Urban and Regional Research 26, no. 3: 531-554. (2006) Ordinary Cities: Between Modernity and Develop- ment. London & New York: Routledge. Rowe, William, & Vivian Schelling (1991) Memory and Modernity: Popular Culture in Latin America. Lon- don: Verso. Rudofsky, Bernard (1998 [1964]) Architecture Without Architects: A Short Introduction to Non-Pedigreed Architecture. Albuquerque: University of New Mexi- co Press. Salman, Ton (ed.) (1996) The Legacy of the Disinherited: Popular Culture in Latin America: Modernity, Glo- balization, Hybridity and Authenticity, Amsterdam: CEDLA. Storey, John (ed.) (1994) Cultural Theory and Popular Culture: A Reader, New York: Harvester Wheatsheaf. Tonna, Jo (1989) “The Interpretation of High and Folk Traditions in Malta.” En Dwellings, Settlements, and Tradition: Cross-cultural Perspectives, Jean-Paul Bourdier & Nezar AlSayyad (eds.), pp. 161-181. Lan- ham: University Press of America. Vellinga, Marcel (2005) “Anthropology and the challenges of sustainable architecture.” Anthropology Today 21, no. 3: 3-7. Villagómez, Carlos (Sin Fecha) “Arquitectura Delirante: El caso de La Paz Bolivia.” Documento no publicado. Ward, Peter (1982) “The Practice and Potential of Self- Help Housing in Mexico City.” En Self-Help Hou- sing: A Critique, Peter Ward (ed.), pp. 175-208. Lon- don: Mansell Publishing.
  • 19. 19 CONVICCIONES MOLECULAR IDENTIFICATION OF VIRUS CO-INFECTING WITH PHYTOPLASMA IN CARROT CROPS IN PERU IDENTIFICACIÓN MOLECULAR DE VIRUS QUE INFECTAN CON FITOPLASMAS EN CULTIVOS DE ZANAHORÍA EN PERÚ Delia Gamarra1 , Wilmer Cuellar2 , Egma Mayta3 , Arturo Olortegui4 , Pedro Lozada 4 , Rina Ramírez3 , Carlos Chuquillanqui2 , Ida Bartolini4 , Gilberto Torres1 , E. Durigon5 1 National University of Central Peru (UNCP), Agronomy Faculty. Huancayo, Peru 2 Integrated Crop Management Division, International Potato Centre (CIP). Lima, Perú 3 Major National University of San Marcos, Biological Sciences Faculty (UNMSM) Lima, Peru 4 Centre for Plant Health Diagnostic, SENASA. Lima, Peru 5 University of Sao Paulo-USP-ICB-II- Virology clinic Molecular, Sao Paulo, Brasil. ABSTRACT Carrot is being affected by virus in co-infecting with phytoplasmas in the Mantaro Valley–Perú, producing from 20 to 98% of incidence in recent years. The aims were to identify molecularly the virus and phytoplasmas of Carrot Motley Dwarf complex, to determine the host range and mode of transmission. Carrot samples with ye- llowing, bruising and curling symptoms were used to ex- tract total RNA. Molecular identifications of virus isolated from carrot were performed by the sequencing of siRNA molecules at the Genome Analyzer “Illumina’s Genome Analyzer IIx”, Plan-les-quater, Switzerland. These frag- ments of siRNAs, consisting of double-stranded RNA of 20-21 nucleotides (nt) perfectly complementary, which is generated by the presence of RNA of viruses that infect carrot, were reverse transcribed and amplified by PCR. The analysis of the readings was performed by using the “deep sequencing”, the resulting readings of 20 and 24 nt were combined and each set of sequences was analyzed by BLASTn. Meanwhile, the mechanical transmission of carrot samples of similar symptoms was tested. Molecular identifications and characterizations of phytoplamas iso- lated from carrot were based on 16S rRNA gen using nes- ted PCR. Methods of transmission by insect vectors were tested.The results showed that the two unrelated virus were identified: Carrot Red Leaf Virus (Polerovirus) and Carrot Mottle Virus (Umbravirus). The mechanical trans- mission of CMoV in four indicator plants was confirmed, too. The results showed that the phytoplasma that infects carrot in Huancayo and Chupaca belongs to 16SrIII X- disease group (Candidatus phytoplasma pruni), while the phytoplasma isolated from corn Chupaca belong to AYP 16SrI Group (Candidatus phytoplasma asteris). Phyloge- netic analysis of the sequences, along with those obtained through BLASTn in the GenBank, determined the forma- tion of two major monophyletic clades. From five species of insects that were identified related to carrot, three of them had phytoplasmas: Paratanus exitiosus, Bergallia huancayoensis and Russelliana solanicola. Only P. exitiosus transmitted disease. These data represent the first mole- cular confirmation of co-infection of phytoplasmas and virus producing similar symptoms in carrot crops in Peru. Key word: virus, CRLV, CMoV, Phytoplasma, Candidatus phytoplasma pruni, Candidatus phytoplasma asteris, co- infection virus and phytoplasma, Parathanus exitiosus, . RESUMEN En estos últimos años, la zanahoria está siendo afectado por el virus en co-infección con fitoplasmas en el Valle del Mantaro- Perú produciendo 20-98% de incidencia. Los objetivos fueron identificar molecularmente los virus y fitoplasmas de zanahoria que causan el complejo del achaparramiento, para determinar el rango de huéspedes y el modo de transmisión. Se recolectaron muestras de zanahoria con síntomas de amarillamiento, morateo y encrespamiento a fin de extraer el ARN total. La identificación molecular de los virus aislados de zanahoria se realizaron por la secuencia de las moléculas de siRNA en el Genoma Analizador “Genoma Analizador IIx de Illumina”, Plan-les-quater, Suiza. Es- tos fragmentos de siRNAs, que consta de ARN de doble cadena de 20-21 nucleótidos (nt) perfectamente complementarias, que se genera por la presencia de ARN de los virus que infectan zana- horia, fueron transcritas y amplificados por PCR inversa. El aná- lisis de las lecturas se realizó mediante el uso de la “secuenciación profunda”, las lecturas resultantes de 20 y 24 nt se combinaron y cada conjunto de secuencias se analizaron por BLASTn. Parale- lamente se determinó la transmisión mecánica de virus prove- nientes de muestras de zanahoria con síntomas similares. Las identificaciones moleculares y caracterizaciones de fitoplasmas aislados de zanahoria se basaron en el 16S rRNA gen utilizando PCR anidada. Se ensayaron métodos de transmisión de fitoplas- mas con insectos vectores. Los resultados mostraron que son dos virus no relacionados los que infectan zanahoria: Zanahoria Red Leaf Virus (Polerovirus) y virus del moteado de la zanahoria (Umbravirus). Se confirmó, también la transmisión mecánica de CMoV en cuatro plantas indicadoras. Además, se identifi- caron dos fitoplasmas infectando zanahoria. El fitoplasma que infecta zanahoria en Huancayo y Chupaca pertenece al grupo X-enfermedad 16SrIII (Candidatus fitoplasma pruni), mientras que el fitoplasma aislado de zanahoria y maíz provenientes de Chupaca pertenecen a AYP 16SrI Grupo (Candidatus fitoplasma asteris). El análisis filogenético de las secuencias, comparados con los obtenidos a través de BLASTn en el GenBank, determinó la formación de dos principales clados monofiléticos. A partir de cinco especies de insectos vectoras que fueron identificados en plantas de zanahoria infectada, tres de ellos tenían fitoplasmas: Exitiosus paratanus, Bergallia huancayoensis y Russelliana sola- nicola. De ellas, solamente P. exitiosus transmitió la enfermedad. Estos datos representan la primera confirmación molecular de la co-infección de virus y fitoplasmas que producen síntomas simi- lares en cultivos de zanahoria en el Perú. Palabras clave: virus, fitoplasmas, zanahoria, CRLV, CMoV, Candidatus phytoplasmas pruni, Candidatus phytoplasma asteris, co-infection virus y fitoplasmas, Parathanus exitiosus.
  • 20. 20 CONVICCIONES INTRODUCTION In the Mantaro Valley, the highland region of Peru, carrot is one of the most important vegetable crops. In recent years, this crop is being affected by a disea- se called “red mantle” producing from 20 to 98% of incidence and causing significant crops losses. The symptoms observed in the affected carrot plants are redness or browsing of leaves, yellowing, low rate of foliage growth, proliferation of adventitious roots, deformation and reduce the size of the root. Similar symptoms are also observed adjacent to carrot crops, assuming that pathogens have broad host range. Ca- rrots can be affected by various pathogens such virus complex Carrot motley dwarf (CMD) known as the result of mixed infection by two viruses, the polero- virus Carrot red leaf virus and one of the umbraviru- ses Carrot mottle mimic virus (CMoMV) or Carrot mottle virus (CMoV) (Menzel, 2009). Also, carrots may be affected by phytoplasmas, pathogens mem- bers of the class Mollicutes that are also known to cause disease in hundreds of plant species worldwi- de (Liefting et al., 2004). The non culturable nature of phytoplasmas, erratic or temporal distribution in plants, and the low level of inoculums in the sieve tu- bes, is difficult to detect. Reports about others crops potentially prone to infection by phytoplasmas in Peru have been on the observation of symptoms in maize, tomato, potato, dandelion, and others (Hod- getts et al., 2008). Transmission of phytoplasmas between plants is by phloem-feeding insects of the order Hemiptera, primarily leafhoppers, planthop- pers and psyllids (Lee et al., 2000). However, in the last 15 years, thanks to the development of molecu- lar diagnostic techniques based on the isolation of 16S rRNA gene analysis of phytoplasma or virus siR- NA are allowing to determine the etiology of these diseases and in depth studies, such as co infecting between pathogens such as viruses and phytoplas- mas, the range of susceptible hosts, who is the trans- mission vector to develop fast and efficient strategies for integrated control methods of control to increase vegetable production. Keywords: Virus, Phytoplasma, CRLV, CMoV, ca- rrot, Candidatus phytoplasma pruni, Candidatus phytoplasma asteris, Parathanus exitiosus. OBJECTIVES • To identify molecularly the virus and phytoplas- mas of Carrot Motley Dwarf complex, • To determine the host range and mode of trans- mission. MATERIALS AND METHODS Molecular identification of viruses that cause “Ca- rrot Motley Dwarf” in carrot Were collected carrot with symptoms of yellowing, bruising, curling and curling + rosette (Figure 1). The methodology for the extraction of total RNA was that of Sambrook and Russell (2001). The amou- nt and quality of RNA were checked by run agarose gel electrophoresis and the bands was visualized af- ter staining with ethidium bromide (0,5 mg/ml) for 30 minutes. The sequencing of siRNA molecules was realized at the “Illumina Genome Analizer IIx” FASTERIS Company SA, Plan-les-quater, Switzerland. To this end, siRNAs fragments, consisting of double-stran- ded RNA of 20-21 nucleotides (nt)perfectly com- plementary, which is generated by the presence of RNA of exogenous origin (such as viruses that infect carrots), were reverse transcribed and amplified by PCR. The analysis of the readings was performed using the “deep sequencing” methodology used by Cuellar et al. (2008) and the resulting readings of 20 and 24 nt were combined and each set of sequences was analyzed by BLASTn. Detection of phytoplasmas on “Carrot Motley Dwarf” and other host crops Prospective study and sampling of the disease were realized in 92 fields of carrots and other economica- lly important crops from different farming localities in the Mantaro Valley, during 2009. Sampling was stratified and the sample was realized in 100 m2 of cultivated area in each plot. The symptoms conside- red were redness and yellowing of foliage, stunting, deformation and proliferation of secondary roots (Figure 2). To extract DNA from phytoplasma was used the Axygen Biosciences © kit. The extracted DNA was stored at 4 °C. The quantification of total DNA was determined using the comparative method with the molecular size marker Lambda / Hind III. Phytoplasma detection was realized by amplification of 16S rRNA marker using the technique of nes- ted PCR under the conditions described by Olór- tegui et al. (2008). For the first DNA amplification reaction was used couple of phytoplasma universal primer PA2F: 5’-GCC AAC TAT CCG GTG GCT C -3 ‘/-PA2R: 5’-TTG CTA AAT GGA GTG GGC CTC-3’ (expected size 1187bp). The product of this amplification was subjected to a second internal amplification with universal primer internal couple
  • 21. 21 CONVICCIONES NPA2F: 5’-ACA GCT ATG ACC AAC TGG GTG -3 ‘/-NPA2R: 5’-CCT GGG AAA TGG GGT ACT CG-3 ‘(expected size 485 bp). After the second am- plification was realized electrophoretic gel run on 2% agarose. The DNA bands was visualized using the photodocument BIORAD equipped with UV trans illuminator, after staining with ethidum bro- mide. PCR products were sent for sequencing to the company Macrogen USA (Maryland - USA). The phylogenetic analysis of sequences obtained were compared with the GenBank nucleotide da- tabase and analyzed using BLASTn v.2. Phylogene- tic analysis identified phytoplasma sequences were realized with MEGA v.4 program. The phylogenetic tree was constructed using the “neighbor-joining” (Saitou and Nei, 1987). The distance was corrected by the nucleotide substitution method 2p Kimura and the consistency of the tree was assessed by the bootstrap method, using 1000 replicates. Mechanical transmission of virus. Was realized at the Greenhouse, following the methodology proposed by Menzel et al. (2009). For this, 17 species of differential plants were inoculated (Table 1), which were between 40 and 45 days after planting. The inoculum consisted of sap from infec- ted with symptoms of curling, yellowing, bruising and yellowing + rosette. Differentials plants were inoculated for each type of symptom. The inoculated plants were placed in a greenhouse with insect-proof mesh, temperature controlled at 26 °C and 75-85% RH. Phytoplasma transmission by insect vectors By nested PCR was detected Phytoplasma in three insects species potential transmitters: Parathanus exitiosus, Bergallia sp. and Russelliana solanicola. By the method of capture with network were collected species of this species from infected carrot fields, lo- cated Concepción. The insects were identified at the laboratory of Entomology INIA. Finally, the insects were placed in each entomological cage (1,0 m alt. x 0,5 m wide x 0,5 m long) lined with insect-proof mesh. They were placed in each cage trays contai- ning 100 seedling of carrot. Phytoplasmas were ino- culated by placing 50 adult insects on the seedlings, leaving food for 15 days. The experimental design used was randomized complete block with the three insect treatments, respectively. RESULTS Molecular identification of viruses that infect ca- rrots The results showed that two unrelated virus were identified: Carrot Red Leaf Virus and Carrot Mottle Virus. The analysis of “deep sequencing” of siRNAs and subsequent comparison with the GenBank data- base indicate that the first group of sequences of viral genomes present in carrots, corresponed to Polerovi- rus: Carrot red leaf virus (98% similarity), reported too in Oxford (Huang et al., 2005) and the second group of sequences of viral genomes corresponded to Umbravirus: Carrot Mottle Virus group (79% si- milarity) reported in Germany (Menzel et al., 2008), as seen in Tables 1 and 2, respectively confirming the previous result of mechanical transmission of CMoV. Figure 1. Carrot plants showing symptoms caused by viruses and phytoplasmas of complex Carrot motley dwarf : a) Curling. b) Yellowing. c) Bruising. d) ro- sette + curling. Figure 2. Symptoms caused by phytoplasmas in diffe- rent hosts: a) Deformed of roots in carrot. b) Prolife- ration of shoots in corn. c) Yellowing of faba beans. d) Stunt of turnip. Table 1. Comparison of the similarity of the first se- quence of virus isolated from carrot with the deposi- ted in GenBank obtained by BLASTn.
  • 22. 22 CONVICCIONES Descripction Nº Accession E value Max ident Carrot mottle virus isolate Weddel, complete genome FJ188473.1 3e-118 79% Carrot mottle virus strain UK-RG-6 putative RNA-dependent RNA AY325514.1 2e-19 80% Carrot mottle virus strain UK-RG-2 putative RNA- dependent RNA polymerase gene, partial cds AY325510.1 1e-16 78% Carrot mottle virus strain UK-RG-3 putative RNA- dependent RNA AY325511.1 3e-04 80% Carrot mottle mimic virus isolate California RNA complete cds FJ188471.1 0.001 85% Table 2. Comparison of the similarity of the second sequence of virus isolated from carrot with the de- posited in GenBankobtained by BLASTn. Description Nº Accession E value Max ident Carrot red leaf virus strain UK-1, complete genome AY695933.1 1e-31 98% Cucurbit aphid-borne yellows virus isolate pM0829 -3 RdRp (RdRp) and coat protein (Cp) genes, partial cds EF063704.1 1e-05 78% Cucurbit aphid-borne yellows virus clone pXhy0821-5 polymerase(RdRp) and coat protein (CP) genes, partial cds DQ973123.1 1e-05 78% Melon aphid -borne yellows virus isolate MABYV -TW73 RdRp protein (RdRp), coat protein (CP), and MP protein (MP) genes, partial cds GU324114.1 2e-04 77% Melon aphid-borne yellows virus isolate MABYVC-TW14 RdRp protein (RdRp), coat protein (CP), and MP protein (CP) genes, partial cds GU324113.1 2e-04 77% Detection of phytoplasma in carrots and other host crops. Of 92 samples with symptoms of “red mantle”, 62% had positive reaction to the marker 16S rRNA phytoplasma and 38 % were negative (Figure 3). It can be seen that only pea and quinoa were not infec- ted by phytoplasmas. The analysis of Table 3 indicates that it was a hig- her percentage of samples that had positive reac- tion to the phytoplasma (52.2%), indicating that the symptom is primarily associated with the presence of phytoplasmas. Then, there are signs that despite showing obvious symptoms gave negative reaction to pathogen (35.9%), we infer that these plants may be infected with viruses that also cause similar symp- toms. The bands of amplified phytoplasma 16S rRNA visualized on agarose gel (Figure 4) had a size of ap- proximately 485 bp. Figure 3. Percentage of positive reaction to the phyto- plasma 16S rRNA marker in 92 samples of crops and bruising yellowing symptoms were collected in the Mantaro Valley during 2088 - 2009. Table 3. Results of the PCR reaction of total samples of carrot and other species with symptoms and as- ymptomatic fitoplasmosis collected in the Mantaro during 2008 and 2009. PCR Reaction Whit symptoms Asymptomatic Positives 52,2 % 9,8 % Negatives 35,9 % 2,2 % Nº total samples 92 Molecular identification of phytoplasma that in- fect carrots The results showed that the phytoplasma that infects carrot in the provinces of Huancayo and Chupaca belongs to 16SrIII X-disease group (Candidatus phytoplasma pruni), while the phytoplasma isola- ted from corn Chupaca belong to AYP 16SrI Group (Candidatus phytoplasma asteris). Phylogenetic analysis of the sequences, along with those obtai- ned through BLASTn in the GenBank, determined the formation of one monophyletic clades (Figura 5). It is observed that the two sequences from the sample Daucus 1 phytoplasma Huancayo (FitoJun2) and Daucus 2 phytoplasmaChupaca (FitoJun5) had 99% identity with eight partial sequences of phyto- plasmas isolated from differents plant species from almost all of North and South America (Table 4).
  • 23. 23 CONVICCIONES Figure 4. Agarose gel electrophoresis of ampli- fied 16S rRNA marker of phytoplasmas obtained from samples of potato, bean, carrot and corn ye- llowing symptoms, from San Juan(S) and Mira- flores (M) Chupaca, and Mito, Concepción (M) using nested PCR. Carriles PJMe, HFM, ZMTb1, ZMTb2, ZMTc1, ZMTc1, ZMTc2, Zmcha1, Zmcha2, Zmchb1,Zmchb2, MSJa1, MSJb1 MSJa2 results po- sitive for the reaction. White lane: negative control. Figure 5. Phylogenetic tree constructed by the neigh- bor-joining method, showing the phylogenetic rela- tionships of partial segments of the 16S rRNA gene of phytoplasmas infecting carrots in comparison with similar published (GenBank accession number). The analysis was performed with 1000 bootstrap replica- tes. The scale bar represents 5 substitutions per 1000 nucleotides. Table 4. Relations of phytoplasmas obtained from GenBank by BLASTn and have 99% identity to the sequences of Daucus1 phytoplasma Huancayo (Fi- toJun2) and Daucus 2 Chupaca phytoplasma (Fito- Jun5), isolated from cultures of carrot in the Mantaro Valley. Nombre del Fitoplasma Nombre del huésped Nombre cientí�ico/ familia Especie/ grupo taxonómico Lugar reportado Identidad (%) Autor, año de reporte Chin-tree decline phytoplasmaa Árbol chino, melia Melia azederach Meliacea Candidatus Phytoplasma 16SrIII -disease group) Argentina 99 Galdeano, 2004 Solanum quitoense machorreo phytoplasma Naranjilla, lulo Solanum quitoense solanacea Candidatus Phytoplasma 16SrIII -disease group) Colombia 99 Alvarez et al., 2007 Chaya yellows phytoplasma Chaya Cnidoscolus chayamansa/ Euphorbiacea Candidatus Phytoplasma 16SrIII -disease group) USA 99 Lee et al., 2009 phytoplasma Melia azederach Meliacea Candidatus Phytoplasma 16SrIII -disease group) 99 Harrison, 2003 Chayote witches' broom phytoplasma Chayote Sechium edule) Cucurbitácea Candidatus Phytoplasma 1 SrIII -disease group) Brasil 99 Montano et al., 2000 Figure 4 . Systemic symptoms caused by CMoV four indicator plants after mechanical transmission. a) Nicotiana glutinosa with soft mottled . b) N. bige- lovi x N. clevelandii with soft mottled. c) Physalis floridana showing chlorotic mottle and thinning of veins. d) soft mottled Nicotiana benthamiana (ms).
  • 24. 24 CONVICCIONES Figure 5. Dorsal view of Parathanus exitiosus trans- missor of phytoplasmas in carrot collected in Con- cepción. a) Adult male (3.4 mm in length). b) Genital plate: female (f) and male (m). Phytoplasma transmission by insect vectors Five species of insects were identified in carrots and they were detected phytoplasmas cells only in three: Ruselliana solanicola, Parathanus exitiosus and Ber- gallia Huancayoensis.The transmission capacity of phytoplasmas infecting carrots was demonstrated only with P. exitiosus (Figure 5. It was determined by Duncan test (p = 0.05), the level of significance between treatments in the average percentage of in- cidence of fitoplasmosis is highly significant in Pa- rathanus treatment (61.67%), differing significantly from the other treatments (Table 5), who did not transmit the pathogens despite containing phyto- plasmas cells. Table 5. Significance test for the average incidence percent of fitoplasmosis vector-borne of carrot in greenhouse conditions (INIA, Huancayo). TREATMENTS (VECTORS) AVERAGE INCIDENCE (%) SIG * Paratanus exitiosus 61,67 a Russelliana solanicola 0 b Bergallia huancayoensis 0 b Control 0 b DISCUSSION The “red mantle” prospecting in carrot and determi- nation of the hosts range In carrot fields located in the Mantaro Valley, there has been high levels of incidence “red mantle” di- sease, whose symptoms caused by viruses and phyto- plasma, could not initially differentiate. Also, noted that crops of economic importance surrounding the carrot fields have characteristic symptoms to those caused by phytoplasmas, making boast that they are also guests of these pathogens. The study of molecular diagnosis of the “red mantle” in carrots and other crops of economic importance, conducted in four provinces, which includes the Va- lley of the Mantaro, has made it possible to confirm that the disease is widely distributed in carrot and most crops, confirming a preliminary report given by SENASA (Lenin et al., 2005), these results were contrasted with the molecular diagnostics in carrots with symptomswhere it has been determined the co - infection of the phytoplasmas and viruses CRLV and CMoV, confirming the reports given by Davis and Raid (2004). The detection of phytoplasma in asymptomatic sam- ples also resulted in positive reaction, allowing to in- fer that infected plants may have latent infection that masks the symptoms, corroborating the results ob- tained by Bressan et al. (2006) and Wei et al. (2004). Similarly, the molecular diagnostics using primers to amplify a segment of 16S rRNA has been widely used for the detection of various pathogenic prokaryotes, but in the case of phytoplasmas diagnosis is not easy since they may not be isolated in culture media and have under the title in the phloem. For these reasons, although the phytoplasms seriously threaten the cul- ture of some important species, obstacles have been presented to carry out more detailed research explai- ning new hypotheses about this disease. Molecular identification of virus causing “red mantle” in carrot The analysis of the siRNAs by the ‘deep sequencing’ and subsequent comparison with the database of the GenBank using BLASTn, resulted in two groups of sequences, corresponding the first Carrot Red Leaf virus (98% similarity), present in Oxford (Huang et al., 2005) and the second group to the Carrot Mott- le Virus (79%) reported in Germany (Menzel et al, 2008). The presence of CRLV and CMoV viruses affecting cultivated carrot in Huancayo confirm re- ports of Menzel et al. (2009) and Tang et al. (2009), who point out that commonly these viruses found in temperate climates caused the complex “Motley Dwarf Virus” (MDV), and partners are to produ- ce synergy in its pathogenesis because of its form of transmission. So transmission of the CMoV or the CMoMV using the vector insect Cavariella ae- gopodii require the presence of the ayudador virus CRLV. This phenomenon is explained by Davis and Raid (2002), who indicate that in a doubly infected plant, the CMoV which has a single-stranded RNA, appears to be encapsidado by the protein subunits of the CRLV (a process called transcapsidacion) and therefore acquires the ability to be able to be trans- mitted by its vector C. aegopodii. On the other hand, the results of mechanical transmission that induced symptoms of chlorotic mottling in four differen- tial plants Nicotiana clevelandii x N. bigelovii, N. benthamiana and Physalis floridana, have allowed to confirm the presence of CMoV, infecting carrot
  • 25. 25 CONVICCIONES plants presenting symptoms of Frizz, being one of the umbravirus which is transmitted from plant to plant by this modality, allowing a higher increase of the same owing to their dual transmission both by insects with the help of the CRLV, and mechanica- lly by infected SAP. On the other hand, Menzel et to the. (2008) also obtained positive response when they were inoculated plants of N. benthamiana with SAP from carrot infected with CMoMV and CMoV, indicating that the two viruses may be present cau- sing infection in complex or mixed together with the CRLV. Viruses and phytoplasmas in carrot can converge in a single plant as says it Weintraub and Phil (2010). However, the transmission of phyto- plasmas with other pathogens has not been widely studied. Found that some viruses can adhere to the phytoplasma chromosome and alter its pathogeni- city (Weintraub and Phil, 2010), but this does not happen in the case of Corn Stunt Spiroplasm (CSS) and the Virus from scratch fine maize (RFM) which are transmitted by the same vector Dalbulus maidis. Found that after the sequential acquisition of CSS and RFM vector first transmitted the virus and then the spiroplasma, by having this last a longer period of latency (Bosco and D’amelio, 2010). These results do not rule out the possibility of Parathanus could be transmitting the phytoplasma of carrot and CRLV virus, persistent. Identification and molecular characterization of phytoplasmas that cause “red mantle”. The sequencing of 16S rRNA isolated from phyto- plasma of carrot gene segments gave as result a lower frequency of foundations of C-G (48.8%) and greater than A-T (51.5%), confirming the innate characte- ristic of these pathogens have a lower percentage of C-G, such as Weintraub and Phil (2010). With res- pect to the relationship that have these sequences with those existing in the database of the GenBank and molecular analysis of phytoplasma sequences that affect carrot “Daucus 1 phytoplasma Huancayo FitoJun02” and “Daucus 2 phytoplasma Chupaca Fi- toJun05”, determined that they have 99% similarity between themselves and also with eight sequences deposited in GenBank and which correspond to phytoplasmas reported in different countries of Nor- th and South America. Taxonomic location of the ta- xonomic group which correspond to these sequences is the 16Sr III (X-disease Group) and consequently the species Candidatus phytoplasma pruni.On the other hand, the isolated from phytoplasma in maize Zea mays phytoplasma Chupaca (MSJb2) has 99% similarity with more than 10 sequences deposited in GenBank and its taxonomic position corresponds to 16Sr I Aster Yellow Phytoplasma Group and the spe- cies Candidatus phytoplasma asteris.In other cases, the sequencing was partial with only 50 to 80 pb, and then there was a pause due to unknown factors and data which did not serve to make a bioinformatic analysis. Phylogeny. Phylogenetic analysis of these two sequences of phytoplasmas in carrot determined that they form a single clade monophyletic, together with other eight sequences of phytoplasmas reported in GenBank (99% identity), which are widely distri- buted in North and South America. Transmission of phytoplasmas and viruses by in- sect vectors According to Weintraub and Beanland (2006) and Weintraub and Phil (2010) as potential vectors of phytoplasma associated insects are the cicadellids and psyllids the Hemiptera order. But the fact of an insect to carry the phytoplasma as a result of his power, does not necessarily imply it as a vector, since it has been determined that there is a high specificity of transmission by vectors, defined by different fac- tors in the vector-patogeno interaction. For example, the type of proteins found in the cell membrane of the pathogen and vector intestine microfibers that form a very specific complex, as manifest it Susuki et to the. (2009). the detection of phytoplasma in insects using PCR gave positive reaction in the P. exitiosus and B. huancayoensis as well as psillido R. solanicola, indicating that they are potential carriers of phytoplasmas. But it has been determined as a result of several trials of transmission that only Paratanus exitiosus had capacity to transmit the Candidatus phytoplasma pruni infecting carrot. These results were evidenced by the characteristic symptoms of fitoplasmosis who presented the seedlings treated with Paratanus and contrasted with the molecular PCR test for detec- tion of phytoplasmas. On the contrary, Bergallia and Russelliana, despite having detected phytoplasma in adults by means of nested PCR, not proved to be transmitters efficient, making presume are only ca- rriers as a result of their diet with infected SAP. These results allow us to infer that P. exitiosus could be transmitting phytoplasma different guests being a generalist or polyphagous pest that affects carrot, beans, potato, lettuce, corn, and at the same time