1. REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL “FRANCISCO DE MIRANDA”
MAESTRÍA EN GERENCIA DE LA CALIDAD Y PRODUCTIVIDAD
UNIDAD CURRICULAR: LIDERAZGO Y MANEJO DEL CAMBIO
EN LAS ORGANIZACIONES
LIDERAZGO PARA PROMOVER LA DIFUSIÓN CIENTÍFICA
DESDE LA UNIVERSIDAD: UNA TAREA PENDIENTE
(Ensayo)
Palabras clave: Liderazgo, difusión científica, productividad en difusión
científica
Autor:
Rodríguez Ch., Domingo R.
C.I.: 9.526.945
Profesora:
Doris Torres
Santa Ana de Coro, diciembre de 2008
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LIDERAZGO PARA PROMOVER LA DIFUSIÓN CIENTÍFICA
DESDE LA UNIVERSIDAD: UNA TAREA PENDIENTE
La vida cotidiana, el presente y el futuro están altamente influenciados por
la ciencia y la tecnología. La investigación científica es un instrumento para
entender los hechos y la realidad de la naturaleza, así como para transformar
el mundo.
Tanto la investigación científica como la difusión de sus resultados, son
tareas que competen a las universidades –generadoras de conocimiento por
excelencia– en su contribución a una sociedad más democrática que toma
sus decisiones basándose en información de mayor cantidad y calidad.
Lamentablemente, el común denominador de nuestras universidades
nacionales, es que los profesores no difunden los resultados de sus
investigaciones en las revistas científicas, ni en otros medios, y la
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM) no
escapa a esta realidad. Para revertir este hecho, se requiere un cambio en
las instituciones de Educación Superior y este cambio sólo puede ser
promovido por líderes en los diferentes niveles organizacionales.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en su
artículo 110, establece que:
“El Estado reconocerá el interés público de la ciencia, la tecnología,
el conocimiento, la innovación y sus aplicaciones y los servicios de
información necesarios por ser instrumentos fundamentales para el
desarrollo económico, social y político del país, así como para la
seguridad y soberanía nacional”.
Así, el máximo instrumento jurídico reconoce la importancia de la
actividad científica y tecnológica para la consecución del desarrollo en todos
los ámbitos de la nación y, en ese sentido, buena parte de la investigación
que se realiza en las universidades adquiere notable significación en el
desarrollo cultural, económico y social del país.
Por su parte, la Ley de Universidades (1970), en su artículo 3, establece
que son éstas las instituciones que deben llevar a cabo la función rectora en
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la educación, la cultura y la ciencia y que, para cumplir esta misión, sus
actividades deben dirigirse a crear, asimilar y difundir el saber mediante la
investigación y la enseñanza. Asimismo, indica en el artículo 83, que la
enseñanza y la investigación están encomendadas a los miembros del
personal docente y de investigación.
Precisamente, las universidades constituyen el principal productor de
conocimiento científico y así lo reconocen las conclusiones diagnósticas del
Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2005-2030, elaborado por
el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT, 2005), al afirmar que: “En
Venezuela las actividades de Investigación y Desarrollo se han realizado
tradicionalmente en organismos públicos, especialmente en los de educación
superior y otras instituciones también financiadas por el Estado”.
En consecuencia, la investigación -además de la docencia y la extensión-
es una función que deben cumplir los profesores universitarios.
Adicionalmente, el Proyecto de Ley de Educación Superior que se discute en
la actualidad, determina que todo miembro del personal académico de
carrera debe estar involucrado activamente en un proyecto de investigación
(Art. 70), y sus deberes incluyen tanto desarrollo de las investigaciones,
como la difusión de sus conclusiones (Art. 155).
Según cifras del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación (ONCTI, 2008), en las universidades oficiales se encuentra el
85,38% de la población de investigadores acreditados al Programa de
Promoción del Investigador (PPI), el cual constituye una referencia obligada
cuando se trata de evaluar las actividades de investigación en Venezuela.
Cabe señalar que el número de PPI es uno de los criterios adoptados por
el Consejo Nacional de Universidades (CNU) para efectos de la asignación
presupuestaria anual entre las universidades. Al respecto, en 2001, Parra,
citado por Suárez y Pereira (2005), señala que “las instituciones han entrado
en una competencia no declarada oficialmente en cuanto al número de
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profesores adscritos al Programa, lo que las ha llevado a promoverlo por
distintas vías”.
Pero la investigación sólo puede considerarse concluida cuando ha salido
del laboratorio, unidad o centro en el que se realizó y es publicada, ya que la
difusión es la parte de este proceso que sirve para dar a conocer, a través de
diversos recursos, los resultados al resto de la comunidad investigadora y, de
este modo, evaluarlos, compararlos, debatirlos, validarlos y rebatirlos.
La evaluación de la productividad investigativa de los profesores
universitarios, según Bravo Morales (2002), se suele hacer utilizando como
indicadores: los libros, artículos en revistas científicas y memorias de eventos
científicos, monografías y/o informes científicos, otras publicaciones, las
ponencias presentadas, la organización de eventos, otros medios o
contactos de difusión, y actividades educativas registradas durante la
ejecución de un proyecto, entre otros.
Para la acreditación al PPI en sus diferentes niveles, los criterios de
valoración están relacionados con la productividad del investigador sobre la
base del número de publicaciones en revistas arbitradas nacionales e
internacionales de reconocido prestigio, organización de eventos científicos,
contribución a la formación de recursos humanos calificados y la
participación en actividades de planificación de desarrollo de ciencia y
tecnología, entre otros. En tal sentido, según datos del ONCTI, en el año
2008 Venezuela cuenta con 10187 investigadores, de los cuales sólo 6038
(59%) están acreditados al PPI, de estos últimos, el estado Falcón aporta 82
(1,36%), y de ellos, 50 (0,83% del total de PPI a nivel nacional), son
profesores de la UNEFM.
Lo antes expuesto implica que mientras mayor sea la productividad en
difusión científica, mayor será el número de acreditados al PPI y mayor será
el presupuesto asignado a la universidad por parte del CNU. No obstante,
aun cuando es evidente la importancia que tiene la difusión en revistas
académicas y otros medios como indicador de la productividad del personal
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académico, es llamativa la escasez de producción en esta materia por parte
de los profesores universitarios.
El citado Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2005-2030,
refiere que:
La producción científica venezolana, medida a partir de los
artículos publicados en revistas científicas internacionalmente
indexadas, tiene un crecimiento muy modesto, si se la compara con
países de la región como Brasil, o extrarregionales como China o
Corea del Sur.
En el caso de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda
(UNEFM), ésta cuenta con once centros de investigación, así como con
diversos laboratorios y departamentos, en todos los cuales se genera una
significativa cantidad de proyectos de investigación. Además, en cada
programa de formación de pre y postgrado se llevan a cabo trabajos de
grado que son investigaciones sobre los problemas de la región.
Sin embargo, su realidad no es diferente a la del resto de las
universidades del país: a pesar de haber una interesante actividad de
investigación y desarrollo, la participación de la comunidad académica con
artículos, tanto en publicaciones especializadas como en otros medios, es
baja, según se desprende de conversaciones sostenidas con las autoridades
del Decanato de Investigación de la Universidad, aunque no hay un registro
de las mismas en algún estamento de la organización. Esta baja
productividad puede deberse a diversos factores intrínsecos (como la
motivación) y extrínsecos (como el apoyo organizacional y el liderazgo) a los
profesores.
Entonces se requiere un cambio en el comportamiento de la institución y
de los investigadores en cuanto a la difusión científica, que contribuya a
incrementar la productividad y la posibilidad de lograr un mayor número de
profesores acreditados al Programa de Promoción del Investigador.
Ahora bien, las instituciones deben promover el desarrollo organizacional
que impulse el cambio hacia estadios superiores y en consonancia con la
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realidad propia y del entorno en la que aquellas se circunscriben. En el caso
que se aborda, las universidades deben inducir cambios para que la
actividad de difusión científica –tarea que le compete– se lleve a cabo de
manera suficiente y adecuada, lo cual se puede lograr a través de la
formulación y puesta en práctica de políticas para tal fin, la asignación de
recursos y la motivación del personal de investigación.
Un ejemplo de que lo anterior es posible lo representa La Universidad del
Zulia (LUZ), cuya gerencia promueve desde hace algunos años una política
científica para el cambio que incluye la creación de revistas científicas
editadas por diferentes equipos de la misma institución. Los resultados de
dicha política se evidencian en el incremento de la productividad científica y
en el número de investigadores, en la formación de recursos humanos y en
la difusión del conocimiento generado (Suárez y Pereira, 2005). Prueba de
ello es que LUZ es la universidad con mayor número de investigadores
acreditados al PPI, con 1390, lo que representa el 23,09 de los
investigadores adscritos a las universidades oficiales.
Pero para lograr el cambio y el desarrollo organizacional necesario, se
requiere un liderazgo que lo impulse. El liderazgo en si mismo implica el
cambio, por eso Achua y Lussier (2006), lo definen como el proceso de
influencia del líder y seguidores para alcanzar los objetivos de la
organización mediante el cambio.
Se requiere entonces un liderazgo en las universidades con competencias
para influenciar a los profesores-investigadores en la consecución de una
cultura organizacional que tenga como valor la investigación científica y su
difusión, más aún cuando se ha evidenciado que entre las funciones de los
líderes está la de motivar a sus liderados proveyéndoles estímulos y, sobre
todo, con el ejemplo.
La motivación puede ser un elemento crucial para el desempeño de las
funciones.
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La motivación representa las fuerzas que actúan sobre una
persona o en su interior y provocan que se comporte de una forma
específica, encaminada hacia las metas. Puesto que los motivos de los
empleados afectan la productividad, una de las tareas de los gerentes
estriba en canalizar de manera efectiva la motivación del empleado
hacia el logro de las metas de la organización (Hellriegel y Slocum,
2004).
Visto así, la motivación puede impulsar a la persona a buscar el logro de
las metas aún en condiciones adversas o, en caso contrario, una persona sin
motivación adecuada puede no buscar el logro de las metas aunque tenga
condiciones favorables: Ambos casos posiblemente afectarían la
productividad de manera positiva o negativa, respectivamente.
Es de hacer notar que la motivación de las personas tiene origen en el
impulso por satisfacer diferentes necesidades y deseos, por lo que no se
puede pretender que lo que motive a un individuo, necesariamente motive a
otro. Esa consideración le da mayor relevancia a la necesidad de líderes que
sean capaces de lograr empatía con su gente, de modo que les permita
detectar qué factores motivan a algunos y qué factores motivan a otros, y así
trabajar en consecuencia.
Estos líderes también tendrán la función de facilitar el camino y capacitar
a los liderados en una tarea de empoderamiento, para formar las
generaciones de relevo para la difusión, labor que tampoco se ha cumplido a
cabalidad. Asimismo, deberán estar atentos a los movimientos del entorno y
seguir propiciando cambios para que la institución y sus integrantes se
adapten a las nuevas realidades, las cuales son consecuencia de los
avances en la tecnología y la evolución de las estructuras sociales, entre
otros factores.
En la actualidad, el desarrollo de la sociedad depende en gran medida del
conocimiento, por eso es necesario generarlo y difundirlo para contribuir a la
solución de los problemas de la misma sociedad. Pero la realidad actual en
Venezuela, en Falcón y en la UNEFM, es que estas tareas no se están
cumpliendo. Por ello es impostergable la actuación de un liderazgo
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visionario, transformador y motivador, capaz de orientar el cambio hacia la
situación adecuada. Se requiere entonces la activación de una política que
apoye la difusión, que identifique líderes potenciales (los que quizá se
puedan comenzar a buscar en los 50 acreditados al PPI que tiene la
UNEFM) y que les otorgue autoridad para emprender la labor. Y quizá, sólo
quizá, la identificación de esos líderes pueda comenzar por quienes han
dado ejemplo de cumplir con su rol de difusores de la investigación que se
realiza en la universidad.
REFERENCIAS
Achua, C. y Lussier, R. (2006). Liderazgo. Thomson Learning Ibero.
Bravo Morales, G. (2002). La producción científica en una unidad de
investigación universitaria. Una propuesta metodológica. Revista
Venezolana de Gerencia. julio-noviembre, año/vol. 7, número 019, La
Universidad del Zulia, Venezuela, pp. 403-424.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999).
Hellriegel, D. y Slocum, J. (2004). Comportamiento organizacional. Décima
edición. International Thomson Editores, México.
Ley de Universidades (1970). Gaceta Oficial Nro. 1429, Extraordinario, 8 de
septiembre de 1970.
Ministerio de Ciencia y Tecnología (2005). Plan Nacional de Ciencia,
Tecnología e Innovación 2005-2030.
Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (2008).
Indicadores Venezuela 2008. Programa de Promoción del Investigador.
Boletín 2008.
Suárez, W. y Pereira, L. (2005). Política Científica Venezolana y su Influencia
en las Universidades: Caso LUZ. Actualidad Contable FACES. Año 8, Nro.
10, enero-junio 2005, Universidad de Los Andes, Venezuela, pp. 82-94.