El documento presenta diferentes perspectivas historiográficas sobre las causas de la independencia de Chile. La visión de los liberales clásicos del siglo XIX enfatiza las tensiones entre criollos y peninsulares, mientras que el revisionismo nacionalista de mediados del siglo XX destaca el orgullo criollo y la toma de conciencia de su identidad. El marxismo de la época resalta los factores económicos como el sistema colonial que limitaba el comercio chileno. Finalmente, el estructuralismo también enfatiza las restriccion
1. CORRIENTES HISTORIOGRAFICAS CHILENAS
Visiones independencia de Chile
Liberales clásicos (Segunda mitad S. XIX)
Miguel Luis Amunátegui Aldunate, Los precursores de la independencia de Chile,
Imprenta de la República, Santiago, 1871
Los mestizos, tan temibles por el número i por una posición muy especial e intermedia
entre los conquistadores i los conquistados, habrían podido ser harto funestos para la
dominación española en el nuevo mundo. La única defensa de la metrópoli contra los
individuos de la raza mezclada, pero defensa mui poderosa, consistía en la ignorancia
supina, la cual casi rayaba en el embrutecimiento, en que procuraba cuidado de
mantenerlos.
Si la raza indígena i la mezclada, las dos más numerosas de los dominios hispano-
americanos, i ambas mui maltratadas por los españoles i sus descendientes, se hubieran
ligado contra el común opresor, el conflicto habría podido ser mui serio para los
conquistadores.
Los gobernantes de la metrópoli temieron siempre una conspiración de esta especie, que
probablemente habría derribado su dominación en las comarcas del nuevo mundo.
Al cabo de mui pocos años, la calidad de nacido en España era un título de especialísima
recomendación para todos los puestos honoríficos i lucrativos, i la de nacido en América un
motivo de desconsideración. Los hijos nacieron inferiores a sus padres.
Los descendientes de los conquistadores, pacificadores i primeros pobladores comenzaron a
ser menos estimados, que los aventureros de ínfima ralea traídos por los galeones.
Se concibe fácilmente que semejante orden de cosas debía ofender sobre manera a los
criollos, que se sentían heridos en lo más vivo del orgullo, i sobre manera perjudicados en
sus intereses.
2. La sociedad hispano-americana de la época colonial tenía por principio la aristocracia del
color.
La raza española o blanca era considerada por la leí i en la práctica como mui superior a la
raza indiana, i por supuesto a la negra, i de consiguiente también a la mestiza o mezclada.
Era admitido que los blancos habían venido al mundo para mandar, i los indios, los negros i
los mestizos para obedecer i servir.
Los primeros eran los señores de la tierra; los segundos, los sirvientes de los primeros.
La desavenencia que poco a poco se había ido suscitando entre los peninsulares i los
criollos fue causa de que en los últimos tiempos de la dominación española no hubiera una
completa armonía entre la audiencia de Santiago, que representaba los intereses de la
metrópoli, i el cabildo, que representaba los intereses locales.
Son numerosos los disgustos que ocurrieron entre aquellas dos altas corporaciones,
particularmente desde la segunda mitad del siglo XVIII.
La organización de la industria i del comercio en las colonias que la España había
establecido en el nuevo mundo, porque indudablemente el legítimo descontento que esa
organización produjo en el ánimo de los habitantes de estas regiones contribuyó
sobremanera a prepararlos para que procuraran separarse de la metrópoli, cuando se les
presentó ocasión propicia para ello.
Las escaseces i privaciones producidas por el pésimo régimen económico establecido por el
gobierno español en sus posesiones ultramarinas despertaron en gran número de los
habitantes de América, i por supuesto en algunos de los de Chile.
Sostenían con sinceridad la dominación del rey de España sobre los dominios del nuevo
mundo, pero no la explotación de la América por los peninsulares, ni la superioridad que
éstos osaban atribuirse sobre los nacidos en las comarcas hispano-americanas.
La majestad de Fernando VII, tan invocada en los documentos oficiales, no pasaba de ser
en la realidad la más vana de las palabras.
3. Mientras los publicistas inventaban distinciones i sutilezas para conciliar los intereses del
monarca i del pueblo, los magistrados establecidos por la revolución ejercían toda la suma
del poder. Formaban ejércitos, cobraban las contribuciones, creaban empleos públicos,
nombraban las personas que debían desempeñarlos, abrían puertos al comercio extranjero,
fundaban escuelas i colegios, dictaban constituciones i leyes, i hacían, en, todo lo que podía
hacer el estado más soberano.
La independencia no existía en las palabras, pero sí en los hechos. Esta situación, que fue
prolongándose, acostumbró naturalmente al pueblo a un nuevo orden de cosas.
4. Revisionismo nacionalista
Jaime Eyzaguirre, Ideario y ruta de la emancipación chilena, Editorial Universitaria,
Santiago, 1957
Las continuas luchas de España con otros países, la independencia de Portugal (que fue
parte de España desde 1580 a 1640 y se independiza gracias a Inglaterra), los intentos
separatistas catalanes, la postración económica, la inepcia del último de los Austrias, Carlos
II (“el impotente”) y en 1700 la guerra de sucesión con la que termino la herencia Austria,
hacen ver al pueblo español la decadencia de su país, frente a todo eso el modelo francés se
pone como ejemplo.
La nueva postura política propicia el arreglo de las finanzas, el estímulo de la educación, el
desarrollo de la industria, el ensanche del comercio y la realización de grandes obras
públicas. Se mira a la corona como el brazo ejecutor de estas empresas, por eso se le quiere
atribuir mayor autoridad para llevarlas a efecto. Todo esto se aviene con la nueva dinastía
Borbona con el reinado de Felipe V.
Aunque el proceso de centralización administrativa y la persecución de doctrinas
limitadoras del poder real, alentadas por los Borbones, parecían no dejar espacio a la
comunidad para hacerse presente en la política, otras circunstancias vinieron a alentar esa
participación.
La lectura y la Universidad de San Felipe ayudan a la maduración de los criollos en Chile.
Igual efecto produjo la Real Cédula de 1703 que dispuso que los campesinos chilenos se
agruparan en ciudades para facilitar la administración de justicia y educación. El pasó no
solo fue de importancia civilizadora, sino también política.
En varias ciudades se instituyeron Cabildos, lo que creo una escuela de adiestramiento
cívico para los habitantes. El nuevo Cabildo de Santiago comienza a tener influencia, a él
se debe (bajo los Borbones) a la creación en Santiago de la Universidad de San Felipe, la
fundación de las Casa de Moneda y la construcción del canal del Maipo.
5. (Como posible causa de la Independencia tenemos)1
El amor a la tierra natal y la toma de conciencia (de su
identidad identificada con su tierra natal más que con España)2
de los criollos acentuaron el apego hacia la patria
chica.
La disputa de empleos entre españoles y criollos se mantuvo firme, a pesar de que los
criollos lograron un predominio en la burocracia nacional y un ascenso en la española. De
los 9 obispos que tuvo Santiago entre 1708 y 1807, y de los 8 que tuvo Concepción entre
1704 y 1806, solo 2, en cada caso, fueron españoles. Aunque la mayoría de estos obispos
no fueron chilenos, 9 chilenos fueron obispos en otros países americanos entre 1701 y
1810, lo que se ha dicho de la iglesia, puede añadirse a los empleos militares y civiles.
La revolución de independencia no fue provocada la injusta omisión de los criollos en
cargos públicos, pero el concepto de Estado, muy caro a sus espíritus, les hizo querer la
exclusividad de los cargos públicos chilenos.
Se puede afirmar que el libro llego a América con los primeros conquistadores, que su
divulgación fue amplia en los siglos siguientes y que no solo fueron libros religiosos, sino
que también fueron de recreación literaria, filosóficos y científicos. La prohibición de obras
heréticas (equivalente a las obras católicas para los protestantes) no obstaculizo que
llegaran libros de la edad de oro española como El Quijote. El profesor de la Universidad
de Michigan, Irving Leonard dice que hubieron más libros en América el siglo XVI que en
Norteamérica el siglo XVII.
1
Agregado por el docente
2
Ídem
6. Marxismo (mediados del siglo XX)
Hernán Ramírez Necochea: Antecedentes económicos de la independencia de Chile
Facultad de Filosofía y Educación. Universidad de Chile. Santiago, 1967
Los principios ideológicos divulgados por los pensadores del siglo de las luces, el
despotismo ilustrado español, la revolución francesa y la independencia de los Estados
Unidos, junto con los múltiples y complejos procesos que de ellos derivaron, concurrieron
de un modo eficaz – directa o indirectamente – a promover la emancipación de las colonias
españolas en América.
Es preciso dar énfasis a estos antecedentes; algunos historiadores, despojados de toda
objetividad de sus juicios, han pretendido de modo casi absoluto, o les han asignado una
mínima importancia; de esta manera, virtualmente, aíslan la independencia de las
repúblicas hispanoamericanas de los trascendentales cambios que se estaban operando en el
mundo.
La independencia era una especie de paso necesario, de etapa que necesariamente debía
alcanzarse para que estos países (americanos) pudieran continuar su desenvolvimiento; el
sistema colonial estaba haciendo crisis, suscitaba contradicciones de tal magnitud, que las
colonias estaban amenazadas de estancamiento si no evolucionaban hacia su liberación.
A lo largo de la colonia germinó y maduró un organismo económico poseedor de
indudable potencialidad y apto para desenvolverse vigorosamente. Sin embargo esta
estructura carecía de libertad: 1; por una parte, estaba subordinada a la política económica
española, 2; sobre sus actividades se hacía sentir la presencia omnipresente de los intereses
predominantes del virreinato del Perú.
El país necesitaba romper el enclaustramiento económico, zafarse de las limitaciones que
gravitaban en su comercio internacional y abrir las posibilidades de expansión a su enorme
potencialidad productora que se encontraba contenida. Esencialmente, todo esto requería
independencia.
7. Entre 1789 y 1810, se adquiere plena conciencia sobre estas necesidades; una cantidad de
hombres ilustrados, no solo lo expone con inusitada claridad, sino que ejecuta esfuerzos
que permitan su realización. Entre ellos destaca Ambrosio O’Higgins.
Debe reconocerse que las proposiciones en orden a lograr una ampliación del comercio
internacional chileno no estaban fundadas en simples especulaciones teóricas, sino en una
situación real que habría demostrado ser provechosa. Tal era el comercio de contrabando
que realizaban en nuestras costas naves inglesas y norteamericanas, comercio que se
intensifico notablemente en los últimos decenios de la colonia.
Las ideas expresadas en Chile (libre comercio), sólo podían materializarse mediante la
ruptura completa con el imperio español. Por eso quienes la sustentaban y exponían, aun
cuando no tuvieran en sus mentes ni la más tenue o propósito independentista, estaban
actuando como eficientes portavoces de las necesidades por independencia que se hacía
sentir sobre la estructura económica de Chile. Una de las primeras y más trascendentales
cuestiones que se planteó la Primera Junta Nacional de Gobierno, fue la relativa libertad de
comercio.
8. Estructuralismo (mediados del siglo XX en adelante)
Sergio Villalobos, Tradición y reforma 1810, Editorial Universidad de Chile, Santiago,
1961.
Los obstáculos que la naturaleza oponía a las relaciones con América, se unían a los que
levantaba la política española con el objeto de preservar su imperio de los embates
externos. Sus medidas iban desde el control comercial hasta la vigilancia espiritual,
cubriendo todas las gamas de la vida pública y privada.
No había asunto en que el Estado no se inmiscuyese a fin de asegurar la integridad de los
dominios y la unidad religiosa. Iba esto unido a1 interés de los españoles, que veían en
América el “pedazo de tocino que les proporcionaba caldo gordo”
En lo que respecta a1 comercio, el monopolio a favor de España fue el sistema que rigió
desde que se conquist6 el territorio americano, Solamente el contrabando, ejercido a la luz
del día, morigeraba en gran parte el rigor del sistema, hasta que el movimiento general de
1810 proclamó la libertad de comercio.
Se ejercía también un riguroso control sobre las personas que pasaban a América antes de
darles autorización. Debían tener sangre libre de mezcla mora o judía y sus antecedentes ser
aceptables; En esa forma se mantenía alejado a los extranjeros, que podían ser enemigos de
la nación o podían sembrar ideas contrarias a1 sistema establecido por la metrópoli y
propagar doctrinas heterodoxas.
Si alguien tenía en su poder una obra prohibida, debía entregarla a riesgo de ser sorprendido
y castigado. La Inquisición estaba alerta y también los gobernantes.
¿Y el pueblo? El pueblo era un individuo que se vestía de jerga y de tocuyo. Llamábase
por esto roto, y a la comunidad del pueblo Ilamáronla en consecuencia rotería, y como tal
vivía el pueblo colonial la descansada vida de la inercia, harto de los abundosos bienes de
la madre tierra. El hombre moral que vivía bajo el poncho, era la nada; el estómago era
todo.
9. El pueblo era entonces tan pechoño como es hoy; y si hubiera visto impasible destruirse
una nación por un derecho o una conquista, no habría quedado dentro de su vaina un solo
cuchillo chileno si fuera para recobrar una perla del rosario de la Virgen de Andacollo, que
sana de las reumas y chavalongos. "Tal era el pueblo colonial".
La serie de adelantos promovidos durante el siglo, solamente fue posible a la conjugación
de dos elementos: los buenos gobernadores y la alta clase de los criollos.
Los criollos eran 1os descendientes blancos de los españoles, podían tener algunas gotas de
sangre indígena, pero no demasiado acusadas, se habían enriquecido o poseían la tierra,
formaban la aristocracia colonial, que por muchas razones bien puede ser llamada la dueña
del país.
La aristocracia era la dueña de la riqueza, descendía de los antiguos conquistadores, su
sangre era limpia, su linaje claro: es decir, tenía forzosamente que considerarse como lo
mejor del país, de esta tierra que amaba ingenuamente como algo suyo.
El grupo de los criollos sustentaba aspiraciones que provenían, no de las influencias
foráneas, sino que de sus experiencias dentro del país. Deseaban reformas de fondo que
más adelante constituirían el programa desarrollado por el gobierno cuando paso a manos
de chilenos (Cabildo 1810). De esas aspiraciones, que podrían resumirse en el mayor
progreso del reino, participaban todos los criollos. Es en la libertad comercial donde se
quiere ver el ansia reformista más vigorosa.
La postergación que sufrían en los cargos públicos, con desprecio de sus méritos, era
motivo de una queja constante y ya muy antigua, cierto es que uno que otro criollo lograba
elevarse; pero esos casos eran los menos y no desmentían la reticencia de las autoridades
españolas hacia los nacidos en América.
Desde que la crisis de España fue conocida en Chile (secuestro del rey), se produjo la
polarización de dos bandos, el criollo y el español, que divergieron profundamente en la
forma de apreciar 1os hechos Cada grupo, debido a su origen, vinculaciones y sentimientos,
optó por soluciones diferentes frente a los sucesos, aun cuando ambos permanecieron fieles
a1 rey caído y lucharon por guardarle sus dominios mientras durase su cautiverio.
10. Sin embargo, la incomprensión de los bandos agudizó las discusiones y las rencillas, hasta
hacerlas derivar en odios desatados. Cada grupo lucho por sus opiniones y trató de ponerlas
en práctica, generándose así una fuerza dinámica que hizo del periodo 1808-1810 uno de
los momentos claves de los sucesos que llevarían a la emancipación.
La prolongada agonía de España y la situación inestable de América, eran motivos
suficientes para poner punto final a un estado de incertidumbre que de otra manera
amenazaba prolongarse indefinidamente, en medio de las vicisitudes, los criollos habían
fortalecido la confianza en sí mismos y el Cabildo había tenido un resurgimiento que había
sido determinante en la solución de las dificultades.
Como siempre, los hombres actuaron con una intención y 1os sucesos en su derivación
condujeron a otra parte, desde el 18 de septiembre de 1810, la aristocracia criolla pudo
llevar a cabo las aspiraciones que los siglos habían generado en su alma, la instalación de la
Junta fue la culminación de un lento proceso de maduración, desarrollado a través de los
años coloniales, que encontró su perfecta interpretación en las reformas del nuevo gobierno
y luego en las del Primer Congreso.
Aquel proceso (Cabildos Abiertos), que de no haber mediado la invasión napoleónica no
habría conducido a la independencia, Chile y los demás países hispanoamericanos se
independizaron por un accidente inmediato y no porque hubiesen alcanzado la madurez
necesaria.
Las campañas militares que se desarrollaron entre 1813 y 1814, no hicieron más que
ensanchar el abismo infranqueable que se iba interponiendo entre españoles y criollos, la
lucha de los criollos no era contra el monarca, sino contra el despotismo del virrey, cuyas
represiones en otras partes eran de sobra conocidas.
Reiniciada más adelante la guerra, vino a concluirse con el triunfo de las fuerzas virreinales
en 1814, se inició así el periodo llamado de la Reconquista, en el cual debemos a la masa
del pueblo, el mestizaje que abundaba en las ciudades y el campo, también sintió
conmoverse su conciencia y a1 contemplar cómo sus amos, a quienes respetaba y seguían
sin reservas, eran humillados, (el pueblo) no pensó en más que en vengarlos en cuanto la
oportunidad se presentase.
11. Tendencias actuales (1980 en adelante)
Julio Pinto Vallejos, El rostro plebeyo de la Independencia chilena 1810-1830,
disponible en: http://nuevomundo.revues.org/59660, 20103
.
Para la historiografía fundacional del XIX y comienzos del XX, esa temática en general no
revistió mayor interés: o bien los grupos plebeyos quedaban subsumidos en un “pueblo”
abstracto y unitario que se habría plegado masiva y espontáneamente a la lucha
emancipadora, o, con mayor frecuencia, eran derechamente descalificados como sujetos
incapaces de iniciativa política o intervención histórica consciente.
Durante la primera etapa del proceso propiamente independentista, entre la conformación
de la primera Junta de Gobierno y el estallido del enfrentamiento armado con el Virrey del
Perú (septiembre 1810-marzo 1813), los indicios de participación autónoma plebeya son
extremadamente escasos. Descontando la concurrencia con fines básicamente aclamatorios
a algunas ceremonias, estimulada, como se hacía en tiempos coloniales, mediante
despliegues escenográficos y la distribución de monedas, el bajo pueblo de la capital estuvo
más bien ausente de los principales hechos políticos de lo que en Chile se conoce como la
“Patria Vieja”
Una lectura cuidadosa de los escritos del propio Carrera, demuestran que su invocación al
bajo pueblo—salvo, como se verá más adelante, en el plano militar—nunca adquirió un
carácter sistemático o de verdadero reconocimiento social, y que cuando llegó a valerse de
tales apoyos fue sólo como un instrumento para desequilibrar las pugnas que se
desarrollaban al interior de la élite. El “populismo” carrerino habría sido más una
construcción historiográfica que un síntoma de temprana politización plebeya.
La Junta (Primera Junta Nacional de Gobierno conformada tras el Cabildo de 1810) que a
la sazón gobernaba el país decretó la recluta obligatoria de “todos los ciudadanos del
Estado”, comprendiendo dentro de esta categoría no sólo a quienes hasta entonces habían
ejercido efectivamente derechos políticos, sino al conjunto de la población masculina. Una
derivación interesante de ese llamado fue el cambio de denominación del cuerpo de
milicias hasta entonces conocido como “Batallón de Pardos y Mulatos” por la mucho más
3
N. del A: editado con fines pedagógicos
12. edificante de “Infantes de la Patria”, atendiendo a que “la patria no debía permitir que los
ciudadanos que acudían a su defensa se distinguiesen con título alguno que suponga
diferencia entre ellos y los demás cuerpos del Estado.
(Los Sectores populares) Tendieron a favorecer al bando realista, al que además le costó
bastante poco reclutar soldados entre las filas populares. Dicha predilección fue reforzada
por la acción del clero, el que en su inmensa mayoría puso en juego su innegable
ascendiente popular en favor del Rey. Decía al respecto José Miguel Carrera: “los frailes y
los curas han influido sobremanera en los ánimos de estos habitantes, persuadiéndolos que
nuestras miras tienen por objeto destruir la religión, y que el no reconocimiento y
desobedecimiento al Rey son crímenes de igual naturaleza y gravedad”. Así las cosas, no
llama la atención que la derrota de las fuerzas insurgentes no haya suscitado demasiadas
lamentaciones en el Chile plebeyo, y que la entrada triunfal en Santiago del general realista
Mariano Osorio haya sido acompañada por “gritos de aplauso lanzados por el populacho”.
El primer asalto de la lucha independentista no había logrado entusiasmar a los más pobres.
La restauración del gobierno colonial entre 1814 y 1817 parece haber modificado
parcialmente la situación. Las autoridades realistas se condujeron en esta etapa con un
despliegue militar y represivo inusual en el Chile anterior a 1810, despertando antipatías
que durante la “Patria Vieja” se habían mantenido sólo latentes. Dicha acción se focalizó
preferentemente en el liderazgo criollo, que debió sufrir reclusiones, confiscaciones y
relegaciones a las islas de Juan Fernández, pero también afectó aspectos de la cotidianeidad
popular que no dejaron indiferente a un actor poco aficionado a ver sus espacios invadidos
por la vigilancia oficial.
Las constantes deserciones y los diversos actos de indisciplina, culminados más de alguna
vez en violentos motines, indican que la “gesta patriótica” no gozó de mucha
popularidad. Apremiadas por las urgencias militares y por la falta de recursos, las
autoridades independentistas apelaron más al reclutamiento forzoso y al castigo físico que a
la persuasión nacionalista
En suma, y a diferencia de lo ocurrido en otras partes de América Latina, la Independencia
no suscitó en Chile un proceso significativo de politización popular autónoma—salvo la
13. que se produjo en defensa de la causa realista. Aunque el reclutamiento militar
efectivamente movilizó a un contingente numeroso de campesinos y peones entre 1813 y
1832, ello no redundó en un empoderamiento visible del mundo plebeyo, o en una demanda
discernible de reconocimiento nacional.
14. Tendencias actuales (1980 en adelante)
Alfredo Jocelyn – Holt Letelier, La Independencia de Chile, Tradición, Modernización
y Mito, Editorial Mapfre, Madrid, 1992
La transición chilena de colonia a república independiente fue una de las más suaves del
continente, hubo caudillismo, regionalismo e inestabilidad política pero duraron
relativamente poco, no hubo rebeliones sociales y la autonomía nacional adquirida durante
la independencia no se vio afectada a lo largo del siglo XIX.
El siglo XVII vio el surgimiento de un estrato alto comercial – terrateniente que compitió y
compartió con los funcionarios reales el gobierno de la colonia (criollos).
Durante este siglo (XVII) el rango social se va a adquirir por diversas vías o mecanismos de
ascenso, siendo los más importantes las alianzas matrimoniales, los vínculos de parentesco,
la relación con los funcionarios reales y fundamentalmente la acumulación de riquezas en
actividades mercantiles y agrícolas.
Dicho de otro modo, el rango social depende cada vez más de factores sociales y
económicos, que escapan la fiscalización y control de la corona.
El proceso de modernización comienza bajo el auspicio oficial español (reformas
borbónicas), el efecto político más perdurable del reformismo borbónico fue la extensión
progresiva del Estado. Se crearon nuevas instituciones imperiales, las otras existentes
fueron reforzadas y por último, surgió una elite imperial a cargo del aparato administrativo
que vino a controlar y a disputarle a los grupos dirigentes locales la enorme ascendencia
que habían ido adquiriendo.
El reformismo borbón una nueva concepción política que eventualmente tendría
consecuencias revolucionarias, a saber, que el poder – ya sea económico, político, social –
deriva del Estado.
La ilustración americana fue ante todo una imposición vertical, no fue motivada por
transformaciones sociales. De ahí su carácter eminentemente proyectual y
15. “arquitectónico”, carácter que distinguirá a todos los movimientos ideológicos posteriores
en Iberoamérica, y que por lo mismo le confieren un sentido precursor prototípico de
nuestra modernidad.
Introdujo una cosmovisión novedosa, más moderna; no incitó un quiebre con el orden
establecido, aun cuando alteró las bases de la legitimidad política tradicional; y si bien no
tuvo repercusión revolucionaria, permitió crear las condiciones para el cambio radical en
orden político (no social).
La crisis institucional de la monarquía (corona sin el rey) le siguió un periodo de autonomía
jurídica y política que se manifestaba en la primera junta nacional de Gobierno y en la
convocatoria del Primer Congreso Nacional.
La caída sorpresiva y accidental de la monarquía empujó a Chile a una crisis de orden
político institucional inédito y desconcertante, agravando la crisis sistémica que ya
embargaba la relación entre la colonia y el imperio (crisis sistema borbónico).
A la autonomía local parcial lograda a fines del siglo XVIII, le seguiría una autonomía total
de hecho, fruto de la inesperada orfandad creada por las nuevas circunstancias externas
(crisis monarquía española), a las cuales se sumó un agravante interno adicional: la
necesidad de terminar con el gobierno corrupto del gobernador (García - Carrasco).
La independencia de Chile no introduce al cambio: más bien lo reitera y ratifica. Ya antes
de 1810 existía en Chile una predisposición favorable a lo moderno en cuanto criterio
político rector, remontable al reformismo borbónico.
La independencia es un fenómeno coyuntural dentro de un proceso de más larga duración
que lo envuelve, proceso que puede ser visto como emancipatorio toda vez que sus efectos
implican dejar atrás la tradición (colonial), y aceptar la modernidad (republica –
ilustración).
16. Actividad (un autor por grupo)
Clase 01
Primera parte
¿Cuál es la tesis central del autor?
¿Qué antecedentes y argumentos da para afirmar su tesis?
¿Qué tipo de información ofrece? Indica si es política, económica, social o cultural.
¿Me parecen convincentes las afirmaciones de este autor? ¿Por qué?
Clase 02
Segunda parte
Recopilar nueva información que complemente a la entregada por el autor.
¿Quién este autor?, ¿Cuál es su posicionamiento ideológico y político?, ¿Qué pasaba en
Chile en el momento que fue escrita la tesis del autor?
Clase 03
Defensa de la investigación
Breve presentación de las investigaciones grupales de los estudiantes, que den cuenta de
los resultados de la investigación.
Elaborar un escrito grupal en la que se presenten resueltos todos los puntos anteriormente
preguntados.