Los dominicos han defendido los derechos humanos de los pueblos originarios por más de 500 años, desde que Fr. Antonio de Montesinos pronunció su famoso sermón en 1511. Hoy en día, los dominicos en la Amazonía siguen luchando para proteger a los pueblos indígenas de la contaminación, la trata de personas y la pérdida de sus tierras. La Iglesia ha defendido los derechos humanos inherentes a la vida, la libertad y la dignidad.
1. DERECHOS HUMANOS EN LA ORDEN DE PREDICADORES
La comunidad de dominicos liderada por Fr. Pedro de Córdova encargan a Fr. Antonio de
Montesinos, pronunciar el famoso sermón el 28.12.1511 ¿Acaso estos no son hombres? Se
enfrentaron a Diego Colón y a los que oprimían y mataban a los pueblos originarios. Hoy 505
años después los dominicos en las selvas amazónicas, siguen luchando y defendiendo la vida
de los pueblos originarios del despojo de sus tierras, de la contaminación de los ríos, de la trata
de personas y de condiciones inhumanas como los derrames de petróleo, que atentan contra
sus derechos como personas humanas. La ONU reconoce “el respeto de los conocimientos, las
culturas y las prácticas tradicionales indígenas contribuye al desarrollo sostenible y equitativo y
a la ordenación adecuada del medio ambiente”. Francisco de Vitoria, padre del derecho
internacional, señalaba: “Todos los hombres son por derecho iguales; “ningún hombre es
superior por derecho natural con respecto a los otros”. Sin embargo en el Perú, un
expresidente los llamó “ciudadanos de segunda clase”. No se les reconoce su derecho como
personas. No se toman medidas serias para proteger los bosques ni las reservas, que son
depredadas por las mafias madereras, que hoy con la minería ilegal trae como consecuencia la
prostitución. A la protección de este derecho a la vida, la protección de la cultura y del hábitat
de los pueblos originarios, salud, educación y desarrollo de las ciudades fronterizas, es donde
debía apuntar el Parlamento, si realmente está preocupado por un desarrollo sustentable con
ética y responsabilidad. Bastaría que leyeran, estudiaran y aplicaran la Carta del Papa Francisco
Laudato Sí, o sobre el cuidado de la casa común. Tarea de todos.
Fr. Francisco de Vitoria señalaba: “La coexistencia, la tolerancia, la convivencia y el diálogo son
derechos humanos con sus correlativos deberes, que deben manifestarse principalmente en el
orden del pensamiento y de la religión”. Esto es válido en los momentos confrontacionales que
vive el país: el equilibrio de poderes necesita mirar más allá de intereses ególatras, sentarse
para poner en agenda: educación de calidad, garantía de una buena educación, el problema de
salud, vivienda, trabajo, reforma electoral, donde el ciudadano no sea coaccionado con una
multa por no votar, una evaluación sería de los congresistas, una renovación del parlamento
cada dos años, evaluación ética y criterios de buscar personas competentes y honestas que
busquen el bien común y el desarrollo integral de todos los ciudadanos.
Ninguna persona puede ser señalada, ni acusada, sin un proceso de investigación. Hoy
asistimos a una persecución política por el afán de revanchismo y por crear noticias mediáticas
que nos distraen como cortinas de humo frente a los graves problemas del país como es la
seguridad ciudadana, la reforma judicial, el acabar con los favoritismos y la burocracia, que
cimentan la corrupción de favores o colocar a los amigos, sin evaluar la profesionalidad y
competencia de los candidatos.
La Iglesia, siempre ha defendido los derechos humanos, inherentes a la vida, libertad,
seguridad, cuidado de la creación, creatividad, derecho a la salud, educación vivienda digna,
trabajo y libertad. En nuestras manos está trabajar, defender y difundir los derechos humanos
como derechos de Dios.
Fr. Héctor Herrera, o.p.