PLAN DE TRABAJO CONCURSO NACIONAL CREA Y EMPRENDE.docx
Descripción en Periodismo
1. Taller de Producción Gráfica I –Apunte de cátedra
La descripción
Juan Mascioli
El periodismo gráfico ha sufrido distintas modificaciones con el correr de los
tiempos. Cambios en los formatos redaccionales, en las funciones de los textos, en el
diseño han surgido como forma de replanteos que apuntan a la subsistencia de un tipo
de periodismo en plena competencia con otros medios (la radio, la televisión, internet).
La inclusión de formatos más interpretativos o explicativos que superen la forma
“inmediata” de informar de otros medios y el rediseño de tapas y páginas interiores con
mayor preponderancia de elementos gráficos (gráficos y fotos más grandes, por citar
algunos recursos), son algunos ejemplos de los cambios que han mantenido el
periodismo gráfico con el correr del tiempo. Obviamente que estas modificaciones que
se mencionan no son las únicas como tampoco lo son los motivos que las han
provocado.
En este marco, la inclusión de elementos descriptivos dentro de los formatos
informativos aparece como un intento de superación de un periodismo rígido, en donde
la objetividad, la impersonalización y “la-mirada-desde-afuera”, eran las principales
características.
Hoy la utilización de la descripción en los textos informativos apunta, en cierto
sentido, a superar las carencias del periodismo gráfico con respecto a otros medios,
como por ejemplo la televisión. Es que precisamente, y más allá de la utilización de
fotografías, la descripción también es la encargada de mostrar las imágenes en la prensa
escrita.
“Describir es conseguir que se vea algo –un objeto material o un proceso
espiritual-: ES PINTAR”, dice Gonzalo Martín Vivaldi en su “Curso de Redacción,
teoría y práctica de la composición y el estilo”.
La presentación en palabras de imágenes es una de las funciones de la
descripción. La contextualización de notas informativas (color), su fusión con elementos
narrativos para dinamizar y hacer avanzar el relato, son otras de las funciones que
persigue la inclusión de descripciones en textos periodísticos.
Según Manuel Jesús Orbegoso en “Periodismo, texto de Teoría y Práctica”, “hay
que entender que la descripción debe crear la ilusión en el lector de ‘ver’, de estar
viendo lo que se representa con meras palabras”.
María Luisa Gallegos Pérez en su texto “Las formas del discurso y los géneros
periodísticos”, explica que “DESCRIPCIÓN es la forma del discurso que señala las
características de un objeto. Una verdadera descripción permite imaginar lo referido,
con palabras que presentan a detalle objetos o acontecimientos (personas, animales,
cosas o situaciones) y que explica sus diversas partes, cualidades y circunstancias”.
Existen dos tipos de descripción según la función que se persiga: informativa
(algunos autores la denominan objetiva) y literaria (o subjetiva). Una descripción
2. periodística, tenderá a ser más informativa sin por eso dejar de buscar armonizar los
elementos descriptivos con elementos estéticos. Esto no significa emitir opinión sobre el
tema descripto.
Ejemplo de descripción informativa
Ejemplo de descripción literaria
Ejemplo de descripción periodística de ambiente (acompañada por narración)
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de
algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son
duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas
apenas, las florecillas rosas, celestes, gualdas... Lo llamo dulcemente:
"¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no
sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles,
todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por
dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas
callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se
quedan mirándolo:
-Tien'asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
Platero y yo (Juan Ramón Jiménez)
El milagro de la nieve en la ciudad volvió bellas a las montañas de escombros
que se amontonan bajo la autopista en Constitución. A un alma emocionada le
traía recuerdos de la cordillera de Los Andes. Hizo sonar los celulares y
llenar con aullidos y saludos de alegría casillas de mensajes hasta saturarlas.
Disparó mensajes sugestivos —"si te cae un copo de nieve en los labios, me lo
como", dijo una mujer que observaba a su chico a través del display de una
cámara, y se lo comió—. Y a las 8 de la noche, cuando empezó a nevar de
verdad, impulsó a los automovilistas que circulaban por la avenida Corrientes
a tocar las bocinas y a dar vueltas
Si pasamos del átomo más ligero al más pesado, tenemos que imaginar un núcleo
denso y compacto, que pesa 238 veces más que el núcleo de hidrógeno.
Alrededor de este diminuto núcleo central se encuentran 98 electrones,
dispuestos en capas bien ordenadas. Pero un 99.95% de la masa del átomo se
aloja en el pequeño núcleo.
3. Gonzalo Martin Vivaldi (op.cit) explica que “para conseguir que alguien vea
lo que estamos describiendo, es preciso que, con anterioridad, nosotros lo hayamos
visto bien. Dicho de otro modo: la observación es la condición previa de la
descripción” y agrega “observar es algo más que mirar. Observar es mirar fijándose
en lo que se ve; es concentrar la atención”. La observación, por supuesto, conlleva
todo lo que una persona puede captar: colores, formas, tamaños, grosores, texturas,
temperaturas, contexturas, pesos, olores, sabores, etc.
La descripción puede clasificarse en TOPOGRAFIA (Descripción de un
lugar; indica el orden espacial de los elementos; la extensión, localización y aspecto
general); PROSOPOGRAFIA (es la descripción física de una persona: su cara, su
cuerpo, su vestimenta); OBJETO (cuenta el material, la forma, el color, el tamaño,
la función que cumple, la manera en la que se usa un objeto); ETOPEYA
(descripción del carácter de una persona: sus aptitudes y actitudes
En este aspecto, Vivaldi aconseja sobre las distintas maneras de describir algo y
los aspectos a tener en cuenta para una observación:
“I. Descripción de un objeto.- Para describir bien un objeto cualquiera no basta
con la observación, digamos, sensible. Lo importante es averiguar la finalidad de dicho
objeto. Conviene, pues, responder a las siguientes preguntas: ¿Para qué sirve?¿Es
bueno o malo?. Descríbanse, por consiguiente, las partes esenciales del objeto con
criterio finalista.
II. Descripción de un animal.- También aquí conviene tener en cuenta el criterio
finalista; pero sin perder de vista el aspecto dinámico: diversas partes del cuerpo,
modo de vivir, etc. según nuestro especial ‘punto de vista’, destacaremos este
movimiento o aquel modo de vivir del animal.
III. Descripción de una persona. (...) No basta el retrato puramente físico. Los
rasgos de una persona, sus vestidos y su modo de moverse, deben ser significativos, es
decir, expresión del carácter o temperamento de dicha persona”.
A partir de la observación, es necesario ordenar los elementos. Analizar y
valorar cómo y qué es lo que se quiere describir de lo observado. Es decir que se traza
alrededor del Obelisco. Festejando la nieve, la emoción pura.
Hay que decir la verdad: hasta que los cristales no comenzaron a cubrir los
techos de los autos, a alfombrar los canteros, había amargos que, con tecnicismo
inútil, ponían pelos en el huevo, o agua en los copos. No es nieve, es aguanieve,
decían. Por eso la hora que el Polo Sur se derramó en pedacitos blancos sobre la
ciudad tuvo su celebración gloriosa, con sonrisas y lágrimas, y hasta alguna
bandera argentina agitada por quienes recordaban que era el Día de la
Independencia.
Clarín – 10 de julio de 2007 –
La ciudad estalló feliz con el increíble show de la nieve
4. un plan de redacción, donde se ordenan los elementos principales y los secundarios. Se
busca una idea central a partir de la cual la descripción comienza.
Una vez elaborado mentalmente este plan se comienza a armar la descripción
buscando una forma de expresar lo visto que dé al que lo lea una idea o imagen
representativa de lo descrito. Esto conlleva a la selección de expresiones lingüísticas
que, con la mayor precisión y belleza, transmita lo observado.
Según Orbegoso, “el periodista debe acometer su trabajo escribiendo
creativamente, no amontonando con frialdad su serie de datos objetivos, sino
dinamizándolos de tal forma que el lector sienta, de alguna manera, estar en el lugar,
intente creer que está viendo al personaje, se considere un testigo más del
acontecimiento y de su entorno. Si para la descripción precisa recurrir a un lenguaje
literario sin complicaciones retóricas, debe hacerlo; es parte de la práctica periodística
moderna”.
Alexis Márquez Rodríguez en su libro la Comunicación Impresa señala que “la
descripción debe ser sumamente dinámica (...) No se trata de una simple enumeración
de datos, como si se tratase de un catálogo. En el caso de una persona, el mero
enunciado de sus características podrá ser un buen prontuario policial o de
identificación, o una excelente ficha antropométrica pero no será una descripción. Esta
requiere dinamismo, plasticidad, colorido. En ella debe haber vida. Mas, la vida de la
descripción no ha de ser la vida de los descrito. El objeto que describimos puede ser
inanimado, sin embargo, aun en este caso la descripción puede y debe poseer
vivacidad”.
¿Cómo lograr esto?
En primer lugar, la descripción periodística debe usar un lenguaje directo. Al
contrario de la descripción puramente literaria que utiliza una multiplicidad de recursos
del lenguaje, la precisión –tal como se la definió en los textos narrativos-informativos
puros- debe ser una de las características esenciales. Esto no significa parquedad de
recursos. Como dice Alexis Márquez en la comunicación impresa “hay que cuidarse
por igual del rigor racionalista y del desbordamiento imaginativo”.
El inicio de la descripción debe ser sumamente contundente. Al igual que en
cualquier narración donde las primeras 5 ó 6 palabras dan el sentido (el “gancho”), en la
descripción ocurre lo mismo. Se debe ser contundente al iniciar su redacción. Hay que
tener en cuenta que esas primeras palabras, serán las ventanas por donde se introduzca
al texto.
Se prefiere el texto corto, preciso que no posea una construcción complicada.
Debe tenerse en cuenta que lo que se pretende es que el lector “vea” lo que se le cuenta
por lo que una frase muy larga, ambigua, imprecisa y que presente múltiples
complicaciones para su lectura, no ayuda al objetivo. Los parámetros de la brevedad,
claridad y concisión que se explicaban para la nota informativa, se repiten en el
esquema descriptivo.
5. Algunos ejemplos de descripción
Lo primero que llama la atención de William Jefferson Clinton es su estatura:
un metro con ochenta y siete centímetros. Lo segundo es un poder de
seducción que infunde desde el primer saludo una confianza de viejo
conocido. Lo tercero es el fulgor de su inteligencia, que permite hablarle de
cualquier asunto, por espinoso que sea, siempre que se le sepa plantear. Sin
embargo, alguien que no le quiere me previno: "Lo peligroso de esas virtudes
es que Clinton las usa para que crean que nada le interesa tanto como lo que
uno le dice".
Lo conocí en una cena que el escritor William Styron ofreció en su casa
veraniega de Marta's Vineyard en agosto de 1995. Clinton había dicho en la
primera campaña presidencial que su libro favorito era Cien años de
soledad. Yo dije y se publicó en su momento que aquella frase me parecía una
simple carnada para el electorado latino. Él no lo pasó por alto: lo primero
que me dijo después de saludarme en Marta's Vineyard fue que su
declaración había sido sincera.
Carlos Fuentes y yo tenemos razones para pensar que aquella noche
vivimos un buen capítulo de nuestras memorias. Clinton nos desarmó desde el
principio con el interés, el respeto y el sentido del humor con que trató cada
una de nuestras palabras como si fueran oro en polvo. Su talante
correspondía a su aspecto. Tenía el cabello cortado como un cepillo, la piel
curtida y la salud casi insolente de un marinero en tierra, y llevaba una
sudadera pueril con un crucigrama estampado en el pecho. Era, a sus
cuarenta y nueve años, un sobreviviente glorioso de la generación del 68, que
había fumado marihuana, cantaba de memoria a los Beatles y protestaba en
las calles contra la guerra de Vietnam.
La cena empezó a las ocho y terminó a la media noche, con unos catorce
invitados a la mesa, pero la conversación se redujo poco a poco a una suerte
de torneo literario entre el presidente y los tres escritores. El primer tema fue
la inminente reunión de la Cumbre de las Américas. Clinton quería que fuera
en Miami, como lo fue en realidad. Carlos Fuentes pensaba que Nueva
Orleans o Los Angeles tenían más créditos históricos, y él y yo los defendimos
a fondo, hasta que se vio claro que el presidente no cambiaría de idea porque
contaba con Miami para la reelección.
Fragmento del artìculo La fatiga del metal
Gabriel García Márquez. Enero de 1999
6. Emilio es Emilio Suárez Trashorras, un individuo pálido, inteligente,
hiperactivo y adicto a hablar por teléfono. Le conocen en Avilés como "el
minero" porque trabajó como ayudante en la mina Conchita a primeros
del año 2000. De allí salió con una baja de 800 euros por padecer un mal
muy cercano a la esquizofrenia. Una minusvalía que no le impide llevar
una vida frenética y no del todo confesable. Antonio Toro, portero de
discoteca y uno de sus amigos de correrías, dice de él que vuelve loco a
todo el mundo.
-Se sienta al lado de una piedra, y la piedra sale corriendo.
Suárez Trashorras no responde precisamente al perfil de pensionista tipo.
Dispone de cuatro coches, una moto y un quark, y está a punto de casarse
con la chica con la que vive desde hace meses, Carmen Toro, hermana de
su colega Antonio. Todo el mundo de la noche sabe en Avilés que su
principal negocio es el tráfico de hachís. Lo que no saben todos es que, al
mismo tiempo, actúa de confidente de un inspector de Estupefacientes,
Manuel García, un policía grueso, sonrosado y calvo de coronilla, que
responde al apodo de Manolón. Trashorras y Manolón se llevan bien,
muy bien. A Antonio Toro, esa amistad le escama, pero tiene que
reconocer que, gracias a los contactos de ese madero, su hermana
Carmen acaba de conseguir un trabajo de guarda de seguridad en
Hipercor
La dinamita.
Diario El País
Madrid
8 de julio de 2007
En el suelo de arena de un cobertizo mugriento de una finca de Morata
de Tajuña, tapado con unas baldosas a su vez cubiertas de maleza y
paja, hay un agujero donde cabría un niño agachado. Las paredes han
sido recubiertas hace poco de poliespam, un material impermeable.
Allí, en ese agujero inencontrable de esa finca destartalada convertida
de pronto en base de operaciones y cuartel general de la banda, Jamal
Ahmidan, El Chino, esconde la dinamita que acaba de traer de Asturias.
La finca está a algo más de 30 kilómetros de Madrid y a tiro de piedra
del parque de atracciones de la Warner. La vivienda principal es
pequeña. Bajo el porche, unas sillas blancas de plástico. El terreno está
salpicado de arbolitos recién plantados y de restos de maquinaria de
campo abandonada al tuntún. Bajo un cobertizo con el techo de uralita
está el agujero de la dinamita. Dentro de la casa hay literas, un
frigorífico, una estufa de leña, otra de butano y un generador eléctrico.
Desentona un aparatoso instrumento de gimnasio, uno de esos potros de
tortura para desarrollar los pectorales. (El atentado. El País, Madrid,
8 de julio de 2007)
7. .
El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de
Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman «allá». A
más de cien kilómetros al este de la frontera de Colorado, el campo, con
sus nítidos cielos azules y su aire puro como el del desierto, tiene una
atmósfera que se parece más al Lejano Oeste que al Medio Oeste. El acento
local tiene un aroma de praderas, un dejo nasal de peón, y los hombres,
muchos de ellos, llevan pantalones ajustados, sombreros de ala ancha y
botas de tacones altos y punta afilada. La tierra es llana y las vistas
enormemente grandes; caballos, rebaños de ganado, racimos de blancos
silos que se alzan con tanta gracia como templos griegos son visibles
mucho antes de que el viajero llegue hasta ellos.
Holcomb también es visible desde lejos. No es que haya mucho que ver
allí... es simplemente un conjunto de edificios sin objeto, divididos en el
centro por las vías del ferrocarril de Santa Fe, una aldea azarosa
limitada al sur por un trozo del río Arkansas, al norte por la carretera
número 50 y al este y al oeste por praderas y campos de trigo. Después
de las lluvias, o cuando se derrite la nieve, las calles sin nombre, sin
árboles, sin pavimento, pasan del exceso de polvo al exceso de lodo. En
un extremo del pueblo se levanta una antigua estructura de estuco en
cuyo techo hay un cartel luminoso —BAILE—, pero ya nadie baila y hace
varios años que el cartel no se enciende. Cerca, hay otro edificio con un
cartel irrelevante, dorado, colocado sobre una ventana sucia: BANCO DE
HOLCOMB. El banco quebró en 1933 y sus antiguas oficinas han sido
transformadas en apartamentos. Es una de las dos «casas de
apartamentos» del pueblo; la segunda es una mansión decadente, conocida
como «el colegio» porque buena parte de los profesores del liceo local
viven allí. Pero la mayor parte de las casas de Holcomb son de una sola
planta, con una galería en el frente.
Cerca de la estación del ferrocarril, una mujer delgada que lleva una
chaqueta de cuero, pantalones vaqueros y botas, preside una destartalada
sucursal de correos. La estación misma, pintada de amarillo desconchado,
es igualmente melancólica: El Jefe, El Superjefe y El Capitán pasan por allí
todos los días, pero estos famosos expresos nunca se detienen. Ningún tren
de pasajeros lo hace... sólo algún tren de mercancías. Arriba, en la
carretera, hay dos gasolineras, una de las cuales es, además, una poco
surtida tienda de comestibles, mientras la otra funciona también como
café... el Café Hartman donde la señora Hartman, la propietaria, sirve
bocadillos, café, bebidas sin alcohol y cerveza de baja graduación
(Holcomb, como el resto de Texas, es «seco»).
Y, en realidad, eso es todo. A menos que se considere, como es debido, el
Colegio Holcomb, un edificio de buen aspecto que revela un detalle que la
apariencia de la comunidad, por otro lado, esconde: que los padres que
envían a sus hijos a esta moderna y eficaz escuela (abarca desde jardinería
hasta ingreso a la universidad y una flota de autobuses
8. traslada a los estudiantes —unos trescientos sesenta— a distancias de
hasta veinticinco kilómetros) son, en general, gente próspera. Rancheros en
su mayoría, proceden de orígenes muy diferentes: alemanes, irlandeses,
noruegos, mexicanos, japoneses. Crían vacas y ovejas, plantan trigo, sorgo,
pienso y remolacha. La labranza es siempre un trabajo arriesgado pero al
oeste de Kansas los labradores se consideran «jugadores natos», ya que
cuentan con lluvias muy escasas (el promedio anual es de treinta
centímetros) y terribles problemas de riego. Sin embargo, los últimos siete
años no han incluido sequías. Los labradores del condado de Finney, del
que forma parte Holcomb, han logrado buenas ganancias; el dinero no ha
surgido sólo de sus granjas sino de la explotación del abundante gas
natural, y la prosperidad se refleja en el nuevo colegio, en los confortables
interiores de las granjas, en los elevados silos llenos de grano.
Hasta una mañana de mediados de noviembre de 1959, pocos
americanos —en realidad pocos habitantes de Kansas— habían oído hablar
de Holcomb. Como la corriente del río, como los conductores que pasaban
por la carretera, como los trenes amarillos que bajaban por los raíles de
Santa Fe, el drama, los acontecimientos excepcionales nunca se habían
detenido allí. Los habitantes del pueblo —doscientos setenta— estaban
satisfechos de que así fuera, contentos de existir de forma ordinaria...
trabajar, cazar, ver la televisión, ir a los actos de la escuela, a los ensayos
del coro y a las reuniones del club 4-H. Pero entonces, en las primeras
horas de esa mañana de noviembre, un domingo por la mañana, algunos
sonidos sorprendentes interfirieron con los ruidos
nocturnos normales de Holcomb... con la activa histeria de los coyotes, el
chasquido seco de las plantas arrastradas por el viento, los quejidos
lejanos del silbido de las locomotoras. En ese momento, ni un alma los oyó
en el pueblo dormido... cuatro disparos que, en total, terminaron con seis
vidas humanas. Pero después, la gente del pueblo, hasta entonces
suficientemente confiada como para no echar llave por la noche, descubrió
que su imaginación los recreaba una y otra vez... esas sombrías explosiones
que encendieron hogueras de desconfianza, a cuyo resplandor muchos
viejos vecinos se miraron extrañamente, como si no se conocieran.
A Sangre Fría
Truman Capote