La Doctrina Monroe estableció en 1823 que Estados Unidos no intervendría en asuntos europeos y que Europa no establecería nuevas colonias en América. Gran Bretaña se unió a esta doctrina. Más tarde surgió la idea del Destino Manifiesto, que Estados Unidos estaba destinado por Dios a expandirse hacia el oeste y gobernar territorios menos desarrollados. El presidente James K. Polk apoyó el expansionismo hacia territorios mexicanos usando esta justificación.