La Edad Moderna trajo el encuentro de los dos mundos humanos que habían permanecido aislados desde la Prehistoria: el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo. Esto tuvo consecuencias demográficas, económicas y culturales. También significó el surgimiento del Estado Moderno en Europa, con territorios definidos y un gobierno centralizado, debilitando el poder feudal. En el siglo XVII, los monarcas absolutos consolidaron su autoridad, como Luis XIV de Francia, quien declaró "El Estado soy yo".