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publicadas oportunamente con sus fuentes en su Blog
científico: SEGURIDAD ALIMENTARIA,
BROMATOLOGÍA y MICROBIOLOGÍA de los
ALIMENTOS (www.bagginis.blogspot.com)
Cambio Climático y Patógenos Emergentes
en las ETA(s) del siglo XXI
(Dr. Santiago Pablo Baggini)
1. Cambio Climático y Seguridad Alimentaria
Existe un consenso cada vez mayor sobre la idea de que la actividad humana puede estar
cambiando nuestro clima. Estos cambios tienen unas cuantas posibles repercusiones en el
bienestar y la salud humana, pudiendo estar entre ellas la seguridad de los alimentos.
Desde el siglo XVIII, las actividades humanas han emitido una gran cantidad de gases a la
atmósfera, como dióxido de carbono y metano. La gran mayoría de estos gases proviene
de la quema de combustibles fósiles, de los procesos industriales y de la deforestación. Se
calcula que las emisiones de gases procedentes del sistema alimentario se sitúan entre un
19% y un 29%, según datos de la OMS en 2014. La acumulación de estos gases (conocidos
como gases de efecto invernadero) en la atmósfera, retiene energía y actúa como un manto
alrededor de la Tierra. A pesar de que una minoría no comparta esta teoría, el fenómeno
(conocido como efecto invernadero) se considera la causa del incremento de la
temperatura media en la atmósfera terrestre o calentamiento global.
Este efecto puede influir en el clima terrestre y alterarlo, produciendo así un cambio
climático. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afirmaba que el calentamiento del clima es
innegable, la influencia humana es indiscutible y limitar este cambio climático requerirá
una reducción considerable y prolongada de los gases de efecto invernadero. El cambio
climático es un variación importante y duradera en la condiciones climáticas. Estos
cambios nos pueden llevar a acontecimientos meteorológicos más extremos, como sistemas
de tormentas más poderosos, una mayor frecuencia de fuertes lluvias y periodos más
largos de sequías.
1
El aumento global de las
temperaturas también puede tener
como resultado el deshielo de los
casquetes polares, un aumento del
nivel del mar, la acidificación de los
océanos, inundaciones costeras y la
alteración de las corrientes marinas.
Las previsiones recientes del IPCC
indican que la temperatura
aumentara en 1,5ºC o más en algunas
partes de mundo de aquí a finales del siglo XXI. Las posibles implicaciones del cambio
climático en la disponibilidad y el acceso a los alimentos, es decir, la seguridad
alimentaria, se han debatido e investigado ampliamente. El cambio climático se percibe
generalmente como un impacto negativo en la seguridad alimentaria, sobre todo en países
en desarrollo. Al contrario que la seguridad alimentaria, las posibles repercusiones del
cambio climático en la seguridad de los alimentos son un ámbito emergente de
investigación.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha
identificado el cambio climático como impulsor de nuevos riesgos en la seguridad de los
alimentos a mediano y largo plazo. Mejorar nuestro conocimiento sobre los posibles
efectos del cambio climático en la seguridad de los alimentos es crucial si tenemos en
cuenta el impacto que pueden tener en la seguridad alimentaria. La capacidad de los
agentes patógenos (bacterias, virus, parásitos) para sobrevivir y crecer depende del
medioambiente, de factores como la temperatura y la humedad. Muchos patógenos de los
alimentos, como los géneros Salmonella y Campylobacter, crecen mejor en ambientes
cálidos y húmedos. Además, muchas enfermedades transmitidas por alimentos también
presentan cambios estacionales en prevalencia. El aumento de la temperatura y la
humedad, y las condiciones meteorológicas extremas, afectarán la capacidad de
supervivencia o de crecimiento de muchas bacterias patógenas de los alimentos.
2
Algunos de estos cambios podrían ser tanto positivos como negativos para la seguridad de
los alimentos; por ejemplo, el aumento o la disminución de la capacidad de supervivencia
o crecimiento de patógenos en los mismos, como ya hemos mencionado. A manera de
ejemplo, en los últimos años, Chile ha sido marcado por un déficit de precipitaciones que
ha disminuido las reservas de aguas y afectado los suelos a lo largo del país. Según datos
de la Dirección Meteorológica, el período entre 2003 y 2013 ha sido la década más seca
desde 1866 para la zona central que comprende desde la región de Coquimbo hasta Biobío
y 2013 se perfiló como el quinto año consecutivo de déficit pluvial en la zona. Si bien la
sequía es un fenómeno que ocurre regularmente en Chile, expertos señalan que dada la
prevalencia de esta reducción de las precipitaciones, no sólo los suministros de agua para
la sociedad se han visto afectados sino que también la flora y fauna del territorio nacional.
El cambio climático puede influir también en la velocidad de transmisión de patógenos de
los alimentos; por ejemplo, las temperaturas más altas en verano e inviernos más
templados pueden aumentar la abundancia de plagas, como insectos y roedores, que
pueden transmitir patógenos en los alimentos. De igual modo, un exceso de lluvia que
provoque inundaciones puede ayudar a transportar patógenos de los alimentos a los
cultivos agrícolas. Así, el cambio climático puede alterar la incidencia de enfermedades
alimentarias o la capacidad que tienen los patógenos de causar enfermedades. Otras
posibles repercusiones del cambio climático pueden ser: La aparición de nuevos riesgos
microbianos por cambios en los tipos de cultivos y las prácticas agrícolas relacionadas
(por ejemplo, un mayor uso de residuos de animales sin tratar como fertilizantes).
La resistencia antibiótica puede ser causada por cambios espontáneos en la composición
genética de una célula o por el traslado estable de elementos genéticos móviles
transferidos entre microorganismos. El impacto del cambio climático podría ser más
evidente en los patógenos de los alimentos con menores dosis infecciosas (es decir, menos
células causarían la enfermedad), pues pequeños cambios en el número o en la
distribución podrían aumentar las enfermedades alimentarias.
3
Cambios en la naturaleza, el nivel y la transmisión de algunos productos químicos
contaminantes y tóxicos pueden afectar la seguridad de nuestros alimentos. El cambio
climático puede también modificar las prácticas agrícolas. Lo que se cultiva y la manera
en que se cultiva cambiará en distintos países. El tipo y la abundancia de plagas (insectos
y roedores, entre otros) y
malas hierbas también
cambiará. Esto puede
modificar el tipo, nivel y uso
de productos químicos (como
pesticidas) y fertilizantes que
se usan en los cultivos. Sin
embargo, el uso de productos
químicos en los cultivos
europeos está estrictamente
regulado y controlado para
asegurar la inocuidad de estos
alimentos. Algunas toxinas,
como las micotoxinas, están compuestas por hongos que crecen en los cultivos, y podemos
consumirlas directamente de estos o indirectamente a través de productos de origen
animal (como carne o leche) que han consumido previamente piensos contaminados.
La producción de estas toxinas se puede ver afectada por la temperatura y las condiciones
de humedad. Por ejemplo, las Unidades de Riesgos Emergentes de la EFSA han
identificado patrones de cambio en la contaminación de las micotoxinas en cultivos de
cereales como el trigo, el maíz y el arroz. Las micotoxinas pueden usar un amplio abanico
de efectos tóxicos tanto en animales como en humanos. Algunas de las micotoxinas más
comunes son cancerígenas, genotóxicas o pueden atacar órganos específicos, como el
riñón o el hígado. El aumento en las temperaturas oceánicas también puede influir en el
crecimiento de algas peligrosas que pueden producir biotoxinas marinas y que se
concentran en moluscos (por ejemplo, mejillones y almejas) y algunos peces comestibles,
pudiendo causar enfermedades en humanos si se consumen.
4
Recientemente se detectó un brote de intoxicación por ciguatera que afectó a 10 personas
en las islas Canarias debido a la ingesta de pescado en mal estado. La intoxicación por
ciguatera se puede producir al consumir algunas especies de pescado en las que el
plancton puede haber producido ciguatoxina que se acumula en la carne del producto que
lo haya consumido. Es imposible evaluar con certeza la repercusión real del cambio
climático en la seguridad de los alimentos. Sin embargo, parece ser que se notarán
algunos riesgos microbiológicos y químicos. El alcance del problema de estos riesgos
dependerá de su tipo y de las condiciones y prácticas locales. Existe incertidumbre al
respecto porque no poseemos toda la información sobre los riesgos que puede plantear el
cambio climático en la seguridad de los alimentos. Por lo tanto, se necesita no solo
mantener, sino revisar y mejorar la infraestructura actual de seguridad alimentaria en
toda Latinoamáerica.
Esto requerirá una
inversión prolongada en
vigilancia y control de los
alimentos, así como una
evaluación de riesgos,
gestión y comunicación.
Las enfermedades
emergentes y reemergentes
se han constituido en un
problema de salud pública
a nivel mundial. Una
enfermedad emergente es
aquella que aparece en
una población por primera
vez o que, habiendo existido previamente presenta un rápido incremento de su incidencia
o de su distribución geográfica (OMS). La pandemia de la infección por VIH representa el
prototipo de una enfermedad infecciosa nueva y emergente cuyo impacto en la salud
pública no se había experimentado previamente.
Las enfermedades reemergentes son aquellas que eran conocidas y que representaron un
problema de salud pública en el pasado, las cuales han crecido o incluso reaparecido en
los últimos años. Las pandemias del virus influenza A de 1918, 1957 y 1968 ó la
reaparición de la tuberculosis en la década de 1980 son prototipos de enfermedades
reemergentes. Los factores que influyen en estas patologías son variados y están
especialmente relacionados a cambios en los agentes causales, a cambios en el medio, a
modificaciones de los hospedadores susceptibles y a las políticas de salud. Los agentes
causales pueden explicar la emergencia o reemergencia al cambiar, ya por selección o
mutación, o por adaptarse a nuevos hospedadores; los cambios en el medio pueden ser
consecuencia de cambios climáticos, de cambios en los patrones del uso de la tierra,
incluyendo las invasiones a nichos ecológicos por los hombres, o a procesos derivados de
la tecnología y la industria. Los cambios en los hospedadores generalmente están
relacionados a modificaciones demográficas y de comportamiento.
Las políticas de salud, cuando se abandonan o se reducen a un mínimo, pueden conducir a
la reaparición de enfermedades que estaban controladas. La Organización Mundial de la
Salud (OMS) advirtió en su informe del 2014 que las enfermedades infecciosas estaban
surgiendo a un ritmo que no se había visto antes.
5
Desde los años setenta, se han descubierto unas 40 enfermedades infecciosas incluyendo el
Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS), el ébola, la gripe aviar y la gripe porcina. El
potencial que las enfermedades infecciosas emergentes tienen para propagarse
rápidamente y causar epidemias mundiales es una preocupación de gran importancia, ya
que la gente viaja con mucha más frecuencia y a mayor distancia que en el pasado.
Además, existe el riesgo de que surjan estas enfermedades como consecuencia de la
introducción deliberada de agentes infecciosos en espacios o escenarios donde usualmente
no ocurren con fines terroristas. Ejemplo de ello fue la utilización de esporas de Bacillus
anthracis para contaminar cartas enviadas por correo en el 2001 en los Estados Unidos.
Debido a la gran diversidad de los patógenos emergentes y reemergentes, la vigilancia de
las tendencias que manifiestan estas enfermedades infecciosas debe intensificarse.
Y, dado que alrededor del
75% de los patógenos que
ocasionan enfermedades
emergentes o reemergentes
utilizan algún vector u
hospedador animal, la
vigilancia debe extenderse
más allá de las
poblaciones en riesgo y
abarcar los posibles
reservorios de estos
animales. Para que una
enfermedad emergente se
establezca tienen que
suceder al menos dos
eventos: el agente infeccioso tiene que ser introducido en una población vulnerable y,
además, el agente tiene que tener la capacidad de propagarse fácilmente y causar la
enfermedad. La infección también tiene que ser capaz de sostenerse dentro de la
población, con lo cual cada vez serían más las personas infectadas.
La globalización del procesamiento de los alimentos y de los centros de suministro ha
posibilitado la expansión de brotes de enfermedades microbianas transmitidas por los
alimentos, cuyo origen puede
estar en un lote contaminado
de alimentos procesados o
frescos, una remesa de
alimentos mal manipulados o
distribución de productos
frescos cargados de bacterias.
El CDC estima que cada año
en EEUU las enfermedades
infecciosas transmitidas por
los alimentos causan
aproximadamente 76 millones
de enfermos, 350000 hospitalizaciones y 50000 muertes. El cambio climático se está
convirtiendo en un factor de gran preocupación en la aparición de enfermedades
infecciosas, debido al calentamiento de la Tierra el clima y los hábitats se alteran, por lo
que estas enfermedades pueden extenderse a nuevas zonas geográficas.
6
Las posibilidades de sus grandes cambios genéticos y su paso a los seres humanos se
incrementan cuando los seres humanos conviven en estrecha proximidad con los animales
agrícolas, tales como pollos, patos y cerdos. Estos animales son huéspedes naturales del
virus de la gripe y en ellos se pueden crear versiones nuevas de la gripe que no hayan
existido anteriormente. La aparición de nuevas epidemias asociadas a enfermedades
infecciosas emergentes y reemergentes se está produciendo a un ritmo sin precedentes. En
cuanto a las medidas de control, éstas pueden ir dirigidas a reducir o controlar las fuentes
de infección, interrumpir la conexión entre las fuentes y los individuos susceptibles, aislar
los individuos susceptibles y elevar el grado general de inmunidad de grupo mediante la
inmunización.
El control de una enfermedad infecciosa se basa en gran medida en una red bien definida
de microbiólogos clínicos, enfermeros, médicos y personal de control de infecciones que
proporcionen información epidemiológica a una red de organizaciones locales, nacionales
e internacionales. Estos individuos y organizaciones integran el sistema de salud pública.
Por ejemplo, cada estado posee un laboratorio de salud pública que participa en la
vigilancia y control de las enfermedades.
La sección de enfermedades transmisibles de un laboratorio estatal comprende servicios
especializados de laboratorio para examinar muestras o cultivos enviados por médicos,
departamentos locales de
salud pública, hospitales,
personal sanitario,
epidemiólogos y otros. Estos
grupos comparten sus
hallazgos con otras agencias
relacionadas en la salud en el
estado, con centros como la
Organización Mundial de la
Salud (OMS) y el Centro de
Prevención y Control de
Enfermedades (CDC). En
definitiva, las medidas preventivas se basan en el establecimiento de un sistema de
vigilancia orientado a detectar la presencia de las enfermedades emergentes y
reemegentes a tiempo para tomar medidas de control adecuadas, evitando o mitigando así
los devastadores efectos que estas enfermedades podrían causar.
Es evidente que la población humana está continuamente enfrentándose a enfermedades
infecciosas nuevas como a la reemergencia de viejas enfermedades, una vez que éstas ya
se consideraban superadas. Muchos son los factores que favorecen la emergencia y
reemergencia de estas enfermedades, pero es indudable que los característicos del mundo
moderno en el que vivimos favorecen la expansión y desarrollo de estos microorganismos
patógenos y sus enfermedades. El cambio climático puede exacerbar muchas de las
amenazas que enfrentan las poblaciones humanas, particularmente en los países de pocos
recursos. Estas amenazas incluyen: escasez de agua y de alimentos debido a eventos
climáticos extremos, olas de calor, propagación de enfermedades transmitidas por
vectores y por el agua. Actualmente pocos científicos dudan de la existencia de un cambio
climático global.
7
A pesar de que el aumento registrado en la temperatura en las últimas décadas y la
frecuencia e intensidad de los eventos extremos no rebasa aún los límites de una
“variabilidad climática”, todo apunta hacia la existencia de un “cambio climático” de
origen antropogénico. Las actividades humanas han contaminado la atmósfera alterando
la concentración de gases como el bióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido
nitroso (N2O) y el vapor de agua. Estos gases se denominan comúnmente Gases de efecto
invernadero” (GEI) y son indispensables para la vida terrestre ya que sin su presencia la
mayor parte de la superficie del globo terráqueo estaría congelada.
Sin embargo, las actividades humanas de la era industrial han causado un aumento,
especialmente en la concentración de CO2, provocando que más calor quede atrapado en
la atmósfera, lo que produce un calentamiento global de la superficie de nuestro planeta.
8
Las consecuencias proyectadas por los modelos computacionales de cambio climático son
las siguientes: calentamiento de los océanos, desaparición de glaciares, elevación del
nivel del mar, aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climatológicos extremos
debido a una mayor evaporación de agua y superficies oceánicas más calientes, entre
otros. Sin embargo, existe otro tipo de predicciones que no son tan frecuentemente
mencionados pero que resultan igualmente preocupantes: el calentamiento global y otras
alteraciones climatológicas pueden provocar cambios en la distribución e incidencia de
enfermedades. La relación entre clima y salud humana puede ser compleja y difícil de
establecer. Hoy en día, un clima cada vez más inestable, la pérdida acelerada de
biodiversidad y la desigualdad socio-económica afectan la resistencia de los sistemas
naturales. Los cambios en el uso del suelo afectan la distribución de los agentes
portadores de enfermedades como los roedores y los insectos, mientras que el clima incide
directamente en la duración e intensidad de los brotes de enfermedades.
De esta manera, padecimientos como la malaria, la peste, el dengue o el síndrome
pulmonar hantavirus, entre otros, han reaparecido o se han intensificado en diversas
partes del mundo. Los impactos negativos a la salud humana pueden darse por vía directa,
como en el caso de olas de calor y aumento de la contaminación exacerbada por el
aumento en la temperatura o los daños físicos causados por eventos extremos, o por vía
indirecta, como resultado de
sequías, inundaciones y cambios
climáticos que causan condiciones
favorables para los agentes
infecciosos, virus, bacterias o
parásitos y sus agentes transmisores
llamados “vectores”. Las
temperaturas extremas, tanto altas
como bajas, pueden causar
disturbios fisiológicos y daños a
diferentes órganos provocando
enfermedad o la muerte en los seres
humanos.
Una de las consecuencias más
seguras y directas del cambio
climático es un aumento en la
morbilidad y la mortalidad humanas
en períodos de clima extremosos
como son las olas de calor. La
letalidad de una ola de
este tipo aumenta si ocurre al principio del verano (cuando la población todavía no ha
podido aclimatarse al calor), si es de larga duración y si hay temperaturas nocturnas
elevadas. Estos efectos son peores en las ciudades debido al “efecto de isla de calor
urbano” que involucra la liberación nocturna del calor almacenado durante el día en el
cemento y los materiales metálicos urbanos. Las personas mayores con problemas
cardiacos o respiratorios son particularmente vulnerables porque el calor extremo puede
exacerbar estas condiciones preexistentes. La falta de acceso a sistemas de aire
acondicionado aumenta también el riesgo de muerte por calor lo que introduce un factor
socio-económico.
9
La contaminación del aire provoca también una serie de consecuencias serias para la
salud y un aumento en la temperatura puede incrementar la formación de contaminantes
secundarios como el ozono en la troposfera (parte baja de la atmósfera). El cambio
climático podría causar un aumento en la frecuencia de periodos muy calurosos
combinados con altas concentraciones de contaminantes dando lugar a cierta sinergia
entre los efectos
negativos de ambos
fenómenos.
El calor prolongado
también puede provocar
un aumento en la
dispersión de alergenos,
como esporas de hongos
y polen, incrementando
las reacciones alérgicas
y asma. Por otra parte,
está demostrado que una
mayor proporción de
radiación ultravioleta de
origen solar alcanza
actualmente la superficie terrestre debido a la disminución del ozono en la estratosfera
(parte alta de la atmósfera). Aunque la causa básica de la destrucción de la capa de ozono
es la presencia de clorofluorocarbonos (CFC) y es ajena a la concentración de gases de
efecto invernadero en la parte baja de la atmósfera, existen interacciones químicas y
físicas entre estos dos fenómenos.
Podría de hecho darse una interacción entre el cambio climático y una exposición mayor a
los rayos ultravioletas y afectar de manera negativa la salud humana. Se anticipa que una
exposición mayor a
estos
rayos
causará
mayor
incidencia de
cáncer de
piel en
poblaciones de piel clara, lesiones oculares como cataratas, y posiblemente también
debilitará al sistema inmune, lo
que tendría graves implicaciones
para el riesgo de enfermedades
infecciosas y respuestas a
vacunaciones. Los eventos
climatológicos extremos, como las
sequías y las inundaciones, tienen
impactos serios sobre la salud
humana. La vulnerabilidad de la
población a estos eventos está
aumentando debido al crecimiento
acelerado de la población, el
aumento en los asentamientos
humanos y la pobreza persistente. Se anticipa que el cambio climático provocará
transformaciones en el patrón de inundaciones y sequías; sin embargo, no se sabe en qué
grado se alterará la frecuencia de estos eventos climatológicos. Los mayores impactos a la
salud, además de la posibilidad de ahogarse o lesiones físicas, son los daños a las tierras
agrícolas y asentamientos, así como la contaminación del agua potable que resultan de las
inundaciones.
10
Esto implica un empobrecimiento del estado nutricional, especialmente en los niños, un
aumento en las enfermedades diarreicas y respiratorias por condiciones de poca higiene,
impactos a la salud mental e incluso liberación y diseminación de compuestos químicos
peligrosos de sitios de acopio debido al aumento de las aguas. Por otro lado, se estima que
el nivel del mar se elevará como consecuencia del cambio climático. Este aumento
ocurriría de manera no uniforme debido a diferencias regionales en el nivel de
calentamiento, diferencias en la circulación oceánica y la geomorfología de las zonas
costeras. Hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive a una distancia
promedio de 60 km del mar.
Su aumento podría tener una
serie de impactos en la salud
que incluyen intrusión de
agua salada en fuentes de
agua potable y agua para la
agricultura además de los ya
mencionados anteriormente,
como el aumento de
enfermedades causadas por
vectores, muertes, daños
físicos, y desnutrición.
El clima juega un papel muy
importante en las
enfermedades causadas por
vectores como los mosquitos,
las garrapatas, las pulgas, las moscas y otros insectos. Estos vectores de sangre fría son
extremadamente sensibles a los efectos directos del clima como temperatura, patrones de
precipitación y viento, ya que influyen en su comportamiento, desarrollo y reproducción.
Si el cambio climático mejora la longevidad, aumenta la reproducción, aumenta la
frecuencia de piquetes de estos insectos a la población o altera sus rangos de distribución,
puede ocurrir un aumento en la cantidad de gente infectada.
El aumento en el calor no es el único causante del incremento en las infecciones
transmitidas por vectores: también las inundaciones y las sequías causadas por el cambio
climático permiten condiciones
adecuadas para el desarrollo de
insectos; por ejemplo, el agua
queda estancada formando
charcos que son incubadores
ideales para mosquitos. Un
cambio en la redistribución de
los agentes infecciosos y sus
portadores pueden ser los
primeros signos de una
amenaza debida a un cambio
climático. La malaria es una enfermedad ancestral transmitida por un mosquito
(Anopheles) el agente portador de un protozoario (Plasmodium), agente causal de la
enfermedad.
11
La malaria está mucho más extendida hoy que hace 20 años: cada año alrededor de 500
millones de personas en el mundo contraen la enfermedad de las cuales más de un millón
mueren, especialmente niños. África es el continente más afectado, donde ocurren el 90%
de las muertes por esta enfermedad. Los mosquitos han desarrollado resistencia a los
insecticidas y el parásito es resistente a los medicamentos más comunes; por el momento
no existen vacunas, ni se prevé que existan en un futuro cercano. Todo lo anterior hace
que la malaria sea uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial. La
incidencia de esta enfermedad es sumamente sensible a los cambios locales en la
temperatura y la precipitación anuales.
Por lo tanto, se han hecho investigaciones para tratar de establecer el impacto del cambio
climático sobre su dinámica y su transmisión. Se predice que un calentamiento global
causará la transmisión de malaria a mayores altitudes y latitudes. Actualmente ya se
puede encontrar en las tierras altas de África central, en donde anteriormente no se
presentaba esta enfermedad. Sin embargo, aunque una buena parte de las epidemias
ocurridas en diferentes partes del mundo en estos últimos años han sido iniciadas por
aumentos transitorios en la temperatura y/o precipitación, es aún difícil decir si el cambio
climático a largo plazo es un factor importante en la presencia de malaria en tierras altas.
Lo que parece real es que los cambios ecológicos aunados a una mayor variabilidad
climática y una tendencia al calentamiento jugar papeles cada vez más importantes en la
propagación de esta enfermedad.
El dengue o fiebre “quebrantahuesos” es una enfermedad viral también transmitida por
un mosquito, con síntomas que se parecen a una fuerte gripe y que en algunos casos causa
sangrado interno que conduce a la muerte. Esta enfermedad aflige actualmente a unos 100
millones en las regiones tropicales y subtropicales, especialmente en las áreas urbanas y
sus alrededores.
12
El dengue se ha extendido en el continente americano alcanzando a la ciudad de Buenos
Aires en la década de los 90. Esta enfermedad, anteriormente limitada por umbrales de
temperatura a bajas altitudes, ya se ha detectado en ciudades de tierras altas: por
ejemplo, en Taxo, México, por encima de los 1500 m sobre el nivel del mar. La conexión
entre las condiciones climatológicas y la transmisión del dengue y sus epidemias, no es
todavía muy clara. Los estudios preliminares han mostrado una relación entre el
fenómeno de El Niño y la incidencia de dengue en los países en donde éste tiene un efecto
importante sobre el clima.
Los brotes ocasionales de enfermedades por microorganismos oportunistas son
provocados en gran medida por la secuencia de extremos en el clima. Es la variabilidad
climática exacerbada que acompaña al calentamiento global (más que el aumento en la
temperatura en sí) lo que favorece la aparición de epidemias. Por ejemplo, inviernos
templados seguidos de veranos calientes y secos favorecen el ciclo que se da entre
reservorio natural, agente transmisor y ser humano. Siguiendo esta secuencia, diferentes
tipos de mosquitos pueden transmitir fiebre amarilla, enfermedad viral equivalente al
dengue que ocurre en las selvas de África y Sudamérica.
Varios tipos de encefalitis, como la encefalitis equina, la encefalitis de St. Louis, o la
causada por el virus del Nilo oeste, enfermedades que brotan de manera ocasional y
localizada cuando se dan las condiciones favorables. Estas enfermedades se han vuelto
importantes problemas emergentes o resurgentes de salud pública en los últimos años.
13
Los roedores también son transmisores de enfermedades oportunistas, lo cual se tienen
nidadas enormes, sus cuerpos pequeños, su gran apetito y sus mecanismos bien
desarrollados de dispersión frente a una amenaza. Los búhos, coyotes y serpientes, entre
otros, son los predadores naturales de los roedores. En un medio ambiente estable los
predadores mantienen a las poblaciones de roedores bajo control. Pero, como se
mencionó anteriormente, condiciones climatológicas extremas durante largo tiempo y
fluctuaciones muy importantes en el clima pueden saturar la resistencia de un ecosistema.
La idea del proceso del cambio climático global por causas no naturales y su impacto
sobre el medio ambiente mundial, aunque no unánime, está muy extendida y aceptada
dentro de la comunidad científica. Sin embargo, hay una mayor incertidumbre sobre los
efectos específicos de esta alteración de los parámetros climáticos en el planeta. Esto se
debe a las diferencias científicas en las predicciones de las emisiones de gases de efecto
invernadero y entre los modelos que se utilizan para estimar el clima en el futuro. Estos
indican un calentamiento de la temperatura global de 1,8°C a 4°C para el año 2100,
aunque se prevé que el impacto será mayor hacia los polos y en las zonas continentales
interiores. La precipitación también varía por estos cambios climáticos en mayor o menor
medida según los modelos de predicción, en función de la zona del planeta. Ambos
parámetros, temperatura y nivel de precipitación, juegan un papel importante en la
producción de alimentos.
Además de los cambios
en las condiciones
ambientales, hay
pruebas consistentes de
que las circunstancias
extremas aumentarán.
Éstas pueden tener
graves efectos adversos
en los sistemas de
producción de
alimentos.
Es muy probable que la frecuencia de los períodos de olas de calor y fuertes
precipitaciones aumente en la mayoría de las áreas. También es probable que las áreas
afectadas por las sequías se incrementen, junto con un aumento de la intensa actividad de
ciclones tropicales y de la actividad de un elevado nivel del mar. Según revela este estudio,
la Agencia Europea de Medio Ambiente ha elaborado una evaluación del impacto del
cambio climático en Europa. Esta valoración indica un calentamiento estimado de 2,1 a
4,4°C para el año 2080, con los mayores incrementos en el norte y este de Europa. Los
modelos indican además que estas áreas europeas se convertirán en zonas más húmedas,
mientras que el Mediterráneo se convertirá probablemente en más seco. En cuanto a la
estacionalidad, los países europeos pueden experimentar más precipitaciones en invierno,
excepto para la región mediterránea, y menores precipitaciones en verano en toda Europa.
El tema del cambio climático tiene un enorme impacto en los medios de comunicación y
sus consecuencias, tanto globales como locales, respecto a los cambios en la producción y
suministro de alimentos, así como las posibles consecuencias de otra índole (catástrofes
meteorológicas, aumento del nivel del mar, aumento de temperaturas y deshielo) son un
aspecto recurrente, tanto en publicaciones científicas como de carácter divulgativo.
14
Lejos de ser una cuestión ambiental, el cambio climático tiene una profunda repercusión
económica, social y sanitaria. El cambio climático es un hecho admitido por casi toda la
comunidad científica y son pocas las voces que ponen en duda esta afirmación. Casi todas
las noticias que hacen referencia a
este cambio y su relación con la
alimentación se centran en el
estrecho vínculo que relaciona el
clima con la producción de
alimentos, sobre todo agricultura y
ganadería. Estas informaciones
resaltan cómo repercute de forma
negativa en la producción
alimentaria y crea sequías e
inundaciones y pérdidas de cosechas,
con la consecuente destrucción de la
forma tradicional de producción primaria en muchas zonas que, en definitiva,
comprometen el acceso a los alimentos a gran parte de la población, en especial, en países
en desarrollo.
Pero son pocos los estudios que han evaluado cómo repercute este cambio climático en la
seguridad de los alimentos, entendida como la buena calidad e inocuidad. Uno de los
trabajos realizados en este campo pertenece al ámbito del Reino Unido, aunque los
resultados y conclusiones son extrapolables a los demás países de Europa. El trabajo
pretende, además de identificar el impacto que el cambio climático puede tener sobre la
seguridad alimentaria e informar sobre ello, evaluar posibles maneras de adaptación a
estas nuevas circunstancias con el fin de minimizar los riesgos. El cambio climático puede
provocar incrementos en la contaminación, tanto química como microbiológica de los
alimentos, debido a las variaciones en los patrones de producción agrícola, la
intensificación de la agricultura y las alteraciones en las vías de transporte.
A menudo, los alimentos
proceden de zonas ajenas a
los límites de la Unión
Europea, donde el impacto
del cambio climático es más
relevante. Sin embargo, estos
países deben ser capaces de
producir alimentos dentro de
las normas de seguridad
alimentaria europea y éstas
deben exigirse por los
importadores. Esto pone de relieve la importancia de herramientas como el Sistema
APPCC (Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico) para identificar en etapas
tempranas riesgos dentro de la cadena alimentaria, que pueden ocurrir por el cambio
climático. Estas zonas podrían localizarse por el desarrollo de un claro proceso de
intensificación agrícola, inundaciones cíclicas o nuevas incorporaciones a la producción
de alimentos. Las altas temperaturas podrían provocar un incremento de patógenos y
micotoxinas en toda la cadena alimentaria.
15
Resulta imprescindible desarrollar
técnicas de evaluación del riesgo
para poder identificar áreas de
focalización de peligros
alimentarios, así como posibles
técnicas de mitigación de los
mismos. Algunas de las
conclusiones del estudio británico
se derivan del hecho de que el
aumento progresivo de las
temperaturas podría provocar un
incremento en el número de
microorganismos patógenos y de
micotoxinas en toda la cadena
alimentaria, desde la producción
hasta el consumo.
Tanto el procesamientocomo el
transporte y almacenamiento de los
alimentos pueden incrementar los riesgos, pero hay poca información sobre cómo estos se
alteran con el cambio climático. Por otra parte, este aumento de temperaturas puede
provocar que microorganismos y enfermedades de origen alimentario propias de otras
latitudes más cálidas se desarrollen en nuestro entorno. Otro punto destacable es que las
cada vez más frecuentes, largas y severas épocas de sequía, consecuencia del
calentamiento global, provocarán una mayor necesidad de agua de riego que hará que el
riesgo de microorganismos patógenos sea más elevado. Por otro lado, las previsibles
inundaciones son uno de los mecanismos para el transporte de agentes patógenos y
sustancias químicas en suelo agrícola que puede aumentar.
Los patógenos más beneficiados por el cambio climático y que más preocupan son los de
dosis infectivas bajas, como protozoos parásitos o bacterias como Shigella, y los de mayor
persistencia ambiental, como los virus gastrointestinales. También favorece el crecimiento
de patógenos con gran tolerancia térmica y condiciones extremas de pH, mientras otros,
como Salmonella y E. coli enterohemorrágica, aumentan su competitividad. Además, se
prevé una probable alteración del uso de plaguicidas y medicamentos veterinarios. La
mayor utilización de medicamentos veterinarios puede aumentar la prevalencia de
patógenos resistentes a los antibióticos. Por último, el estudio pone de relieve la
importancia de los equipos de vigilancia epidemiológica, cuya labor será cada vez más
importante. Además, es fundamental desarrollar métodos de detección rápida de
patógenos y productos químicos en los alimentos y en los seres humanos y para comunicar
con rapidez a los organismos reguladores para que estos realicen, en poco tiempo, las
oportunas recomendaciones y acciones. Algunos agentes patógenos se transfieren de los
animales a los seres humanos, por lo que el seguimiento de la salud animal puede permitir
detectar las amenazas antes de que la infección humana se produzca. Ya que es un
problema global, resulta lógico pensar que los países deberían adoptar todas las acciones
y medidas posibles.
16
El trastorno de un ecosistema es una de las maneras más profundas en las cuales el
cambio climático puede afectar la salud humana. El control de los animales nocivos es
uno de los servicios de la naturaleza que más se desprecia. Los ecosistemas que funcionan
bien ayudan a que los organismos nocivos sean controlados. Las enfermedades
oportunistas transmitidas por roedores son, entre otras, el hantavirus, una infección
pulmonar altamente letal que causó la primera erupción humana en el sur de los Estados
Unidos de América en 1993 y que ha generado brotes en Europa y Sudamérica en la
última década; la peste, enfermedad histórica que causó enormes epidemias en siglos
pasados y es transmitida de los roedores a los humanos por pulgas y que ha reaparecido
en África y la India como resultado de las grandes sequías seguidas de inundaciones y que
se ha favorecida por las condiciones deficientes de higiene.
El cambio climático además de exacerbar las enfermedades transmitidas por vectores
señaladas anteriormente, puede también aumentar la frecuencia de enfermedades
transmitidas por el agua. El aumento en la frecuencia y duración de sequías e
inundaciones pueden afectar y disminuir el acceso a fuentes seguras de agua potable,
además de que la falta de este útil líquido durante una sequía interfiere con una higiene
adecuada. Las inundaciones pueden afectar los desagües y otras fuentes de
microorganismos patógenos incrementando así la frecuencia de enfermedades diarreicas.
Sin embargo, aquí también es difícil predecir los impactos potenciales del cambio
climático sobre las enfermedades relacionadas con el agua porque el acceso a una fuente
de agua sana depende principalmente de factores socio-económicos. Se ha formulado la
hipótesis de que las temperaturas anormalmente elevadas del mar asociadas con el
fenómeno de El Niño en los años 1991 y 1992 contribuyeron a la primera epidemia del
siglo XX de cólera en Sudamérica.
17
Las corrientes marinas de agua caliente desencadenan el florecimiento de algas tóxicas
que pueden favorecer la proliferación de organismos patógenos como el Vibrio cholerae,
el agente causal del cólera. Algas y patógenos contaminan a peces y moluscos a través de
los cuales se puede transmitir la enfermedad a los humanos consumidores. De lo expuesto
anteriormente, se puede deducir que la investigación y el monitoreo de las enfermedades
que se sospecha son causadas o exacerbadas por un potencial cambio climático son
sumamente complejos. Los patrones diversos y muchas veces no lineales de las respuestas
biológicas al cambio climático indican que los modelos cuantitativos muchas veces no
serán suficientes para pronosticar los impactos a la salud humana.
La vulnerabilidad distinta de cada población alrededor del mundo y los cambios continuos
en la salud, hacen que el pronóstico de las influencias climáticas sobre la salud sea
altamente problemático. Sin embargo, es importante tener claro que la falta de certeza de
los efectos adversos del cambio climático sobre la salud no debe de ser interpretados como
la certeza de que no existan tales efectos adversos. Los daños a la salud humana causados
por el cambio climático dependerán en gran medida de los pasos que se tomen para
prepararse frente a estos peligros:
1. Puesta en marcha de buenos sistemas de vigilancia del clima en su conjunto de manera
que sea posible a pronosticar cuando existen condiciones climatológicas o ambientales
que pueden conducir a epidemias.
2. Aplicación de buenos sistemas de vigilancia para la emergencia o resurgencia de
enfermedades infecciosas transmitidas por vectores o por el agua a fin de lanzar
rápidamente medidas que controlen la proliferación de insectos o roedores e informar al
público sobre cómo protegerse o qué hacer en caso de contagio.
3. Estudiar y abarcar los riesgos a la salud humana dentro de un marco basado en la
ecología, evaluando los posibles impactos del cambio climático sobre la variedad de
especies que conforman al ecosistema.
18
4. Implementación de una colaboración intersectorial de manera que todo lo pertinente a
la salud humana sea considerado dentro de técnicas de manejo ambiental. Por ejemplo, el
sector salud podría utilizar información generada por los pronósticos del clima para
elaborar una planeación más proactiva en este campo.
Los puntos anteriores permitirán abordar el problema serio, aunque a veces subestimado,
del impacto del cambio climático a la salud humana. Un cambio climático no solamente
puede exacerbar los problemas actuales de salud, también puede traer problemas de salud
no esperados en la población humana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
recomendado una serie de estrategias para tratar de aminorar los impactos a la salud que
se han pronosticado, las cuales incluyen: monitoreo de las enfermedades infecciosas,
preparación para desastres, mejora de los sistemas de alerta tempranos, mejora del
control de la contaminación de agua y aire puesta en marcha de programas de
entrenamiento de investigadores y profesionales de la salud. Como respuesta a los
requisitos establecidos por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) se creó la Agencia Intersecretarial sobre la
Agenda Climática en la cual participa la OMS.
Proporciona información sobre los aspectos relacionados con la salud de la Agenda
Climática dentro del campo general de “estrategias de evaluación de impactos y respuesta
climáticos para reducir la vulnerabilidad”. La OMS ha estado trabajando con la
Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (WMO y UNEP, por sus siglas en inglés, respectivamente) enfocando sus
esfuerzos en tres áreas: formación de capacidades, intercambio de información y
promoción de la investigación.
19
Por otra parte, el Sistema Global
de Observación del Clima (GCOS,
por sus siglas en inglés) es un
esfuerzo de colaboración entre el
WMO, la UNEP y la Comisión
Intergubernamental Oceanográfica
de la UNESCO y está destinado a
ser un sistema de observación
global a largo plazo para
monitorear de cerca el clima, la
variabilidad climática y el cambio
climático. Siguiendo el “principio
precautorio”, que implica actuar
aún en ausencia de pruebas
científicas totalmente contundentes,
es indispensable ahondar en los
estudios que relacionen la salud
humana con el cambio climático.
Sin embargo, la complejidad de las
vías a través de las cuales el cambio climático puede afectar la salud humana dificulta los
pronósticos de cómo, cuándo y en qué grado el cambio climático global influirá sobre el
bienestar de los seres humanos.
Es muy razonable anticipar variaciones en el riesgo de enfermedades y daños físicos como
consecuencia de dicho cambio global. Los riesgos incluyen como ya se mencionó: olas de
calor y aumento en la contaminación, aumentan en la frecuencia e intensidad de sequías e
inundaciones, brotes de epidemias de enfermedades transmitidas por vectores y a través
del agua. Enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla, el cólera han
resurgido o cobrado nueva fuerza en los últimos años y al parecer el cambio climático
global es una de sus causas posibles. El prospecto de un cambio climático que afecte la
salud humana produce un desafío importante para los científicos y los tomadores de
decisiones.
Para los científicos es difícil identificar los impactos del clima actual sobre la salud
debido a la gran cantidad de factores sociales, tecnológicos, demográficos y ambientales
que hay que tomar en cuenta para los estudios y los modelos computacionales. Para los
tomadores de decisiones, lo importante es seleccionar acciones que proporcionen
beneficios sobre una gran variedad de posibilidades futuras de cambio climático y que
minimicen los costos económicos actuales, los cuales pueden causar en sí mismos
impactos negativos en la salud pública. A pesar de estas dificultados, sería muy prudente
asegurarse de que los sistemas de salud nacionales estén preparados e informados, y que
existan amplios programas de prevención de efectos nocivos del cambio climático sobre la
salud humana.
20
2. Patologías humanas, agua y cambio climático
Las infecciones en el hombre están íntimamente relacionadas con el medio ambiente, en
especial aquellas transmitidas por vectores, aguas y alimentos. El cambio ambiental tiene
un gran potencial de selección de distintas enfermedades infecciosas, lo cual favorece la
aparición de epidemias. A pesar de ello, establecer una relación directa causa-efecto,
clima-enfermedad, no resulta sencillo debido a su condición multifactorial. Por ese motivo
se han desarrollado distintos modelos epidemiológicos predictivos teóricos, con el objetivo
de determinar el grado de sensibilidad de las distintas enfermedades a las variaciones
climáticas y su relación con los brotes infecciosos para poder así implementar medidas
preventivas. El cambio climático es un fenómeno emergente con una distribución no
equitativa, ya que los mayores riesgos los padecen las poblaciones más pobres, que son las
que menos contribuyen en la emisión de gases generadores del efecto invernadero. Un
ejemplo de ello es que la emisión en EE.UU., es 7 veces mayor que en China y 19 veces
mayor que en África.
Durante el siglo XX, la temperatura aumentó aproximadamente 0,6°C. Las proyecciones
estiman un aumento entre 1,4- 5,8ºC de la temperatura en el siglo XXI, con aparición de
temperaturas extremas, inundaciones y sequías que afectaron la fauna y flora mundial. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que los efectos del cambio climático
iniciados en 1970 fueron los responsables del aumento de 150.000 óbitos para el año
2000, cifras que aumentarían en el futuro, principalmente en las poblaciones más
vulnerables. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático agrega que los
motivos que generaron el calentamiento en los últimos 50 años se relacionan
fundamentalmente con las actividades del hombre.
La comprensión e interpretación de la interrelación entre el cambio climático con las
enfermedades infecciosas requieren un conocimiento multidisciplinario, tanto médico
como de biología, entomología, antropología, astronomía, geografía, ciencias exactas. La
atmósfera que rodea al planeta es la que permite mantener la temperatura ideal para la
vida.
21
Está constituida por 5 capas concéntricas de gases, formadas por nitrógeno y oxígeno
como componentes principales, que filtran las radiaciones solares. La capa más baja es la
troposfera, donde se genera la temperatura de la superficie de la tierra. Está compuesta en
mínimas cantidades (1%) por gases denominados "de invernadero", como el dióxido de
carbono (CO2), metano, óxido nitroso, entre otros, que son producidos naturalmente y
gases industriales fluorados como hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro
de azufre, generados artificialmente. En pequeñas concentraciones, estos gases son vitales
para mantener a la Tierra dentro de temperaturas viables. La tierra recibe y utiliza la
energía solar, y parte vuelve a la atmósfera. Los "gases de invernadero" absorben esta
energía evitando que escapen de retorno al espacio, calientan tanto la tierra como el aire,
y la energía solar queda atrapada por los gases, del mismo modo en que el calor queda
atrapado detrás de los vidrios de un invernadero, por lo que se lo denomina "efecto
invernadero", descripto por primera vez por Fournier en 1827.
El agua es un elemento básico para la vida, pero 1,1 billones de personas no tienen acceso
a aguas seguras y 2,4 billones a condiciones básicas de saneamiento. La diarrea infantil
continúa siendo la causa mundial más frecuente de muerte. Predecir los impactos
potenciales del cambio climático en estas enfermedades es complicado, debido a que el
acceso al agua y los alimentos seguros está determinado por condiciones socioeconómicas
locales. La escasez de agua lleva al uso de fuentes inapropiadas con el aumento del riesgo
de infección. Los alimentos también son fundamentales para la vida. La OMS muestra que
800 millones de personas están malnutridas. El aumento de la población mundial crea el
consecuente incremento de la demanda de alimentos, deforestación de bosques y uso de
cultivos intensivos que aumentan la producción de gases con efecto invernadero.
22
Las enfermedades infecciosas frecuentemente se presentan en forma de brotes. Algunas
tienen ciclos epidémicos independientes de factores externos, como el sarampión, otras
requieren de la combinación de factores tanto intrínsecos como ambientales. Aun en las
situaciones en donde la asociación entre clima y enfermedad parecería ser muy fuerte,
resulta importante considerar que los factores no relacionados con el clima también
pueden tener impacto sobre el momento y gravedad de un brote. Entre los determinantes
más importantes de vulnerabilidad poblacional se encuentra el nivel nutricional e
inmunológico de la población y el antecedente de exposición a la infección. Está
demostrado que, incluso bajo situaciones ideales de epidemia, para que ello ocurra, es
necesaria una determinada cantidad de personas susceptibles. Existen otros factores
extrínsecos que tienen que ver con el comportamiento humano, posibilidades de acceso
sanitario, habitacionales, migraciones y trabajos.
Un ejemplo es el impacto que produce la deforestación en la prevalencia de enfermedades
transmitidas por vectores, como paludismo, leishmaniasis y fiebre amarilla, donde las
intervenciones provocan un cambio forzoso del hábitat natural del vector, desplazándolo
de las áreas rurales a las urbanas, o bien exponiendo al hombre a la adquisición. El
cambio climático perturba los ecosistemas naturales y favorece las condiciones ideales
para la propagación de las infecciones y epidemias, principalmente relacionadas a
vectores, agua y alimentos. Como muchas de las enfermedades infecciosas están en
relación directa con las características geográficas y estacionales, la utilización de
parámetros climáticos como indicadores predictivos de enfermedad es de interés.
Resultados que deberán ser interpretados en su contexto y con precaución. Sin olvidarnos
de que existe una fuerte evidencia sobre la influencia antropológica en la interacción
clima-enfermedad, como es el ejemplo de las migraciones de grupos poblacionales
vinculadas con catástrofes climáticas que se relacionan con epidemias locales.
Desde 1990, el aumento en la precisión de los sistemas de predicción climática,
conocimientos epidemiológicos y la mejor comprensión de las interacciones entre el clima
y las enfermedades infecciosas,
motivó la necesidad de
desarrollar modelos predictivos
de cambios en las enfermedades
infecciosas con características
epidémicas. Uno de los sistemas
de vigilancia epidemiológica que
permiten predecir la aparición de
brotes es el publicado por la
OMS en al año 2005, denominado
"early warning system
model"(EWS), realizado con el
objetivo de lograr una rápida
identificación de los brotes
epidémicos, como primer paso importante para la implementación de intervenciones
eficaces. Este sistema incorpora información relacionada con el clima, medio ambiente y
además utiliza sistemas de información geográfica (SIG), que posibilitan predecir a través
de modelos matemáticos la aparición de las epidemias, lo cual permite individualizar la
sensibilidad de las distintas enfermedades infecciosas a la variabilidad climática e
identificar aquellas para las cuales las predicciones climáticas ofrecerían el mayor
potencial de control de la enfermedad.
23
La mayoría de los expertos coinciden en que las enfermedades infecciosas más frecuentes,
en especial las transmitidas por vectores, son altamente sensibles a las variaciones
climáticas. De acuerdo a los resultados obtenidos del EWS, respecto del riesgo epidémico
y la sensibilidad a las variaciones climáticas, el paludismo dentro de las enfermedades
transmitidas por vectores y el cólera entre las relacionadas con el agua y los alimentos,
fueron aquellas enfermedades donde se observó una fuerte asociación entre el factor de
variación climática y la epidemia. En otras enfermedades, la variación climática tuvo un
rol importante, pero no determinante, como en leishmaniasis, dengue, encefalitis virales y
meningitis meningocócica, donde aparecen además otros factores relacionados con la
epidemia. En el caso de fiebre amarilla, influenza y diarrea, la influencia de la variación
climática fue moderada, muy baja para Chagas, parasitosis intestinales, esquistosomiasis
y Lyme, y nula para tuberculosis.
¿Cómo interviene el clima en las enfermedades infecciosas?: El impacto climático sobre
las enfermedades infecciosas está principalmente relacionado al comportamiento humano,
efectos sobre el patógeno y el vector que provocan la enfermedad. Las distintas
temperaturas y estaciones del año condicionan cambios en el comportamiento humano,
como trabajos, esparcimiento y movilizaciones. Por ejemplo, el aumento de la transmisión
del virus de la gripe en invierno donde la gente busca lugares cerrados, o el pico de
incidencia de gastroenteritis durante el verano cuando se acostumbra a estar fuera del
hogar.
Existe una relación directa entre los factores climáticos y los patógenos que provocan
enfermedades infecciosas. La mayoría de los virus, parásitos y bacterias no pueden
desarrollarse por debajo de ciertos límites de temperatura, como es el caso de
Plasmodium falciparum, que requiere temperaturas mayores a 18ºC para desarrollarse.
La distribución geográfica y la dinámica poblacional de las enfermedades vectoriales se
relacionan con los patrones de temperatura, lluvias y humedad.
24
El dengue es la enfermedad viral más frecuente en el mundo. Aedes aegypti está bien
adaptado al medio urbano, pero no resiste la desecación. La expansión del área de
distribución del Aedes y del dengue están favorecidos por el aumento de la humedad y la
temperatura, como de las lluvias, generados por el cambio climático. El calentamiento
mundial, influye en la aparición del dengue, tanto por el aumento de las temperaturas y
precipitaciones cuanto, por los fenómenos de deforestación, como en Tartagal (Salta),
donde el desmoronamiento producido por las lluvias en regiones deforestadas empeoró la
condición epidemiológica.
El mayor desarrollo del Aedes en Bs As, aparecía luego de varios meses con temperaturas
sobre los 20ºC y lluvias acumuladas por sobre los 150 mm. Un marcado descenso se
observó por debajo de los 16,5ºC y no se observó desarrollo por debajo de los 14,8ºC. Los
cambios en la incidencia del dengue no son exclusivamente climatológicos, existe otros
factores relacionados, como la disminución de las medidas de control del vector y
fenómenos de urbanización no planificada que alteran el hábitat del mosquito. Ejemplos
actuales del avance de las enfermedades vectoriales son la aparición de brotes de dengue
en Sudamérica y la aparición de patologías reemergentes o emergentes en zonas
inhabituales, como la fiebre amarilla y la leishmaniasis visceral en nuestro país.
El acceso a agua potable y a medios adecuados de saneamiento está ligado directamente a
la salud humana y al desarrollo. Si bien el porcentaje de personas con acceso a alguna
forma de abastecimiento de agua tratada se elevó del 79% en 1990 al 82% en 2.000, más
de mil millones de personas en el mundo carecen de acceso a un suministro fijo de agua
para consumo. Hay 2,4 mil millones de personas -más de un tercio de la población
mundial- que no tienen acceso a un saneamiento adecuado. Los resultados son
devastadores. Más de 2,2 millones de personas, en su mayoría en los países en vías de
desarrollo, mueren cada año por enfermedades asociadas a condiciones deficientes de
agua y de saneamiento. 6,000 niños mueren cada día de enfermedades que pueden
prevenirse mejorando las condiciones de agua y de saneamiento. Más de 250 millones de
personas sufren de dichas enfermedades cada año.
El 70% de la superficie mundial está cubierto por agua, pero el 97,5% del agua se
encuentra en mares y océanos, es decir, es agua salada. La mayor concentración de agua
dulce se encuentra congelada en los casquetes polares (2,0%) y en el agua subterránea
almacenada hasta los 1.000 m de profundidad (0,5%) superando el agua fácilmente
accesible de lagos y ríos del mundo. La distribución de agua dulce en el planeta no es
equitativa. Aunque muchas regiones cuenten aún con agua suficiente para cubrir las
necesidades de cada individuo, se requiere que ésta sea manejada y usada adecuadamente.
El agua tiene su propia dinámica en el denominado ciclo hidrológico. A medida que el
hombre ha modificado el ciclo natural para poder utilizar el agua para su provecho, se
han generado diferentes ciclos artificiales o antrópicos del agua que no sólo modifican su
circulación, sino que implican una modificación de sus características, ya que en estos
nuevos ciclos el agua ve alterada su calidad. El agua dulce es un recurso renovable a
través del ciclo hidrológico natural pero es finito. La contaminación generada por efectos
antrópicos agudiza su escasez. En el mundo de hoy, se gastan y utilizan de manera
ineficiente grandes cantidades de agua y, a menudo, la demanda está creciendo mucho
más rápido de lo que la naturaleza nos puede abastecer. Mientras que la competencia por
los recursos hídricos puede ser fuente de conflicto, la historia nos ha mostrado que el agua
compartida también puede ser un catalizador para la cooperación.
25
.
26
En la actualidad, cerca del 40% de la población mundial vive en áreas con problemas
hídricos de un nivel moderado-alto. Se estima que para el año 2025 aproximadamente dos
tercios de la población mundial, es decir 6 mil millones de personas, vivirán en áreas que
enfrenten dichos problemas hídricos. El uso del agua se ha incrementado seis veces
durante el último siglo, más del doble de la tasa de crecimiento demográfico. Las pérdidas
de agua debido a filtraciones, conexiones clandestinas y desechos suman cerca del 50% de
la cantidad de agua que se usa para beber en los países en vías de desarrollo. Alrededor
del 90% de las aguas servidas y el 70% de los desechos industriales en los países en vías
de desarrollo se descargan sin tratamiento alguno, provocando con frecuencia la
contaminación del suministro de agua para consumo.
Los ecosistemas de
agua dulce han sido
severamente dañados:
se han perdido cerca
de la mitad de los
humedales del planeta
y más del 20% de las
10.000 especies
conocidas de agua
dulce en el mundo se
han extinguido. A
cualquier hora, la
mitad de las camas de
los hospitales del
mundo están ocupadas
por pacientes que
sufren de enfermedades relacionadas con el agua. En América Latina y el Caribe,
actualmente con una población de casi 500 millones de personas, cerca del 85% de la
población cuenta con servicios de agua potable, ya sea con conexión o con fácil acceso a
una fuente pública. Estas estimaciones de la cobertura sugieren que los niveles de servicio
son relativamente altos.
Sin embargo, no hay equidad en el acceso y uso de estos servicios y se observan grandes
disparidades entre zonas urbanas y rurales. En cuanto al saneamiento, el problema es aún
más preocupante, pues 37 millones de habitantes urbanos y 66 millones de habitantes
rurales carecen de estos servicios básicos. Solamente el 13,7% de las aguas residuales
procedentes de 241 millones de habitantes, cuyas viviendas están conectadas a redes de
alcantarillado, recibe algún tratamiento, lo que significa que aproximadamente las aguas
servidas procedentes de 208 millones de habitantes son descargadas a los cuerpos
receptores sin tratamiento alguno. América del Sur produce alrededor del 26% de los
recursos hídricos mundiales. Tiene una moderna red hidrológica con cerca de 6.000
estaciones. El promedio de precipitaciones es de 1.600 mm por año. Las precipitaciones
pueden ser muy escasas (20 mm/año en el desierto de Atacama) o muy abundantes (4.000
mm en los Andes al Sur de Chile). El Amazonas es el mayor río del mundo pero el Río de
la Plata, el Orinoco, el Paranaiba y el San Francisco también son muy importantes. La
descarga promedio en América del Sur para el período 1921-1985 se estimó en 12.000
km3 por año. Hay acuíferos, lagos y reservorios muy grandes y productivos pero la alta
densidad de población en ciertas zonas y la falta de tratamiento de los vertidos urbanos
causan problemas de contaminación.
27
La disponibilidad de agua dulce en algunos países de Latinoamérica muestra una gran
heterogeneidad, desde 1.641 m3 por habitante en Perú hasta 61.750 m3 por habitante en
Paraguay. Por otra parte, esta distribución de agua no es homogénea hacia el interior de
un mismo país. Por ejemplo, en Argentina la mayor disponibilidad de recursos se
encuentra en las regiones pampeana y mesopotámica que, por otra parte, concentran la
mayor proporción de población y actividades agropecuarias e industriales, siendo el 75%
restante del país de árido a semiárido. La extracción anual expresada en términos de
porcentaje respecto del total del recurso es mayor para aquellos que poseen menores
recursos y, a disponibilidades del mismo orden, se incrementa en función de la población y
su calidad de vida. El mayor porcentaje de agua se utiliza en todos los países con fines
agrícolas, a excepción de Colombia en el que el uso doméstico es el más importante. Por
otra parte, se observa una tendencia de aumento de la superficie bajo riego en las últimas
dos décadas. Este hecho está ligado al aumento poblacional y la necesidad de su
alimentación.
La región Latinoamericana, ha
experimentado un crecimiento considerable
en su población, la cual se duplicó en la
segunda mitad del Siglo XX. Una
característica importante de la demografía
regional la constituye el continuo
desplazamiento de la población rural hacia
las ciudades, lo que ha dado como resultado
que al llegar al final de la década de los
noventa se observe predominio de la
población urbana sobre la rural. En el
Continente Americano la cobertura total de
agua potable, incluyendo conexiones
domiciliares y sistemas de fácil acceso es de
90,30%, mientras que en América Latina y el
Caribe la cobertura total es de 84,59%, en
donde 92,98% corresponde al área urbana y
61,22% a la rural. Estas cifras reflejan una
real desigualdad en el acceso, ya que los
porcentajes de población sin servicios de
agua potable son cinco veces más altos en
las zonas rurales que en las urbanas. Al final del segundo milenio, la población total
asciende a 498 millones a diferencia de 209 millones en 1960. 26 millones de habitantes
urbanos y 51 millones de habitantes rurales carecen de servicios de agua potable, a lo que
se suma un porcentaje apreciable que recibe el servicio en forma deficiente en relación
con la accesibilidad, la continuidad y la calidad del agua para consumo humano.
Comparando la evolución de estos servicios en América Latina con otras regiones del
mundo durante las tres últimas décadas, la situación de cobertura podría considerarse
aceptable. No obstante, debe tenerse en cuenta que 76,54 millones de personas (15,41%)
no tienen acceso a agua potable. A esto se suma el hecho de que alrededor de 53,9
millones de personas (10,86%) se abastecen a través de sistemas definidos como “fácil
acceso”.
28
En estos casos, al modelo hidráulico se asocian factores de higiene, de saneamiento del
medio y de educación sanitaria, lo que puede representar un riesgo significativo para la
salud, principalmente para las poblaciones más vulnerables, tales como los niños y
ancianos. Los problemas de provisión de servicios son más graves en las zonas
periurbanas, principalmente en los cinturones de pobreza que se encuentran alrededor de
las grandes y medianas ciudades debido a la migración rural. En las zonas rurales de
América Latina y el Caribe, las soluciones en materia de suministro de agua potable
todavía se dirigen casi exclusivamente hacia problemas de ingeniería y a la selección y
uso de tecnología apropiada al medio. El proceso de provisión de servicios de agua
potable y saneamiento en el medio rural, incluye la movilización y la participación de la
comunidad, generalmente como una opción de reducción de costos por la oferta de mano
de obra local, sin proveer una visión integral del funcionamiento de los sistemas y a más
largo plazo de los problemas de operación y mantenimiento de las instalaciones.
Luego de la reaparición del cólera en la región, en la mayoría de los países ha aumentado
el monitoreo de la calidad del agua potable y mejorado el control de la misma, en
particular la desinfección de los sistemas de distribución de agua. Si bien ha mejorado la
desinfección del agua, todavía se observa discontinuidad del suministro de cloro a escala
local, y la operación y el mantenimiento inadecuados de los sistemas, lo que amenaza la
disponibilidad de agua de calidad para todas las poblaciones de manera permanente. La
disposición in situ corresponde en un 51,60% al medio rural, lo que se podría considerar
adecuado, pero un 26,97% corresponde al medio urbano, lo que se debería considerar
inadecuado por los problemas de contaminación del suelo y de las aguas subterráneas que
se está causando, debido al mayor impacto que significa la presencia de núcleos más
grandes de población. Son varios los sitios donde el contenido de compuestos de nitrógeno
de las aguas subterráneas ha aumentado a valores muy altos por el abuso que se ha hecho
de disposición de aguas residuales in situ en áreas urbanas.
Uno de los aspectos que en la
actualidad produce mayor
preocupación en los países es la
desigualdad que enfrentan los
grupos menos favorecidos
económicamente con respecto a la
provisión de servicios básicos, entre
los que se destaca el abastecimiento
de agua potable. Las diferencias en
el acceso al agua potable no se
deben exclusivamente a diferencias
en ingresos o gastos de las familias.
En las zonas rurales es menor la
proporción de personas que cuentan con servicios de conexión domiciliaria, aunque la
comparación se haga para grupos de hogares de similares niveles de ingresos. Estas
diferencias podrían explicarse por la baja densidad poblacional de las zonas rurales que
no permiten afrontar costos fijos propios de la inversión en sistemas de redes públicas o la
menor capacidad de estas zonas en captar la atención de las autoridades y los fondos de
inversión pública. Las diferencias en el acceso y uso de los servicios de agua potable entre
áreas urbanas y rurales son tales que ni siquiera en los deciles de hogares rurales de
mayores ingresos la proporción de familias con conexión domiciliaria alcanza a la de los
deciles más pobres del ámbito urbano.
29
Las familias que no cuentan con conexión domiciliaria de agua potable y tienen que
recorrer cierta distancia para poder abastecerse son por lo general familias de bajos
ingresos, y el no disponer de acceso con conexión domiciliaria les impone costos
adicionales. Asimismo, tanto el tiempo como la distancia tienden a ser mayores en la
medida que el tipo de suministro de agua potable sea más deficiente. Brasil y México, los
dos países más poblados de América Latina, poseen el 52% de su población. La cobertura
total de agua potable es del 88%, siendo 95% en el área urbana. En el área rural la
cobertura es del 65%, un 37% de la población con conexión domiciliaria, y un 27,40% con
fácil acceso. Los Países Andinos, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela
constituyen el 21,5% de la población de América Latina. La cobertura total de agua
potable en estos países es del 82%, siendo la cobertura en el área urbana de 90% y la del
área rural de 60%. Un 71% de la población total posee conexión domiciliaria, y un 11%
conexión con fácil acceso. La cobertura en las zonas rurales es baja, 38% con conexión
domiciliaria y 21% con sistemas de fácil acceso.
El grupo de países del Cono Sur, integrado por Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay,
representa el 12% de la población de América Latina. La cobertura total de agua potable
en este grupo de países es del 80%. En el área urbana es del 88%, siendo 79% con
conexiones domiciliares y 9% con sistemas de fácil acceso. En el medio rural, la cobertura
es del 36%, siendo un 28% con conexiones domiciliarias y un 8% con fácil acceso. En las
áreas urbanas se está aplicando una política de cloración universal, siendo la desinfección
del agua urbana cercana al 100%. Considerando la baja cobertura de abastecimiento de
agua en el medio rural, estos países deberían dar mayor atención a este aspecto,
especialmente Paraguay donde el porcentaje de población rural es bastante alto (45,81%).
Por otro lado, en este grupo de países se está tratando de incrementar la desinfección del
agua en el área rural. La cobertura con servicios en las zonas rurales ha aumentado tanto
en el caso de abastecimiento de agua como en el del saneamiento. No se ve tanta
diferencia en los servicios urbanos. Está previsto un aumento de la población durante los
próximos años.
Esto significa que, para alcanzar la meta de reducir a la mitad la proporción de personas
sin acceso a servicios de agua y saneamiento antes finales de 2015, se deberá dar acceso a
abastecimiento de agua a alrededor de 123 millones de personas más en las áreas urbanas
y a 23 millones más en las zonas rurales. América Latina tiene niveles relativamente altos
de servicio, pero se caracteriza por grandes diferencias de un área a otra. Se ponen en
evidencia grandes disparidades entre áreas urbanas y rurales. Un total de 68 millones de
personas no tienen acceso a suministro de agua y 116 millones no poseen saneamiento, la
gran mayoría de estas personas vive en América del Sur.
Muchos ríos que fluyen a través de América Latina se encuentran contaminados, así como
los cuerpos de agua vecinos a ellos. Además, el uso del agua en agricultura es poco
eficiente, y no se espera que esto mejore en el futuro ya que no hay otras actividades en
gran escala que compitan con la agricultura. Sin embargo, donde el agua es localmente
escasa, se obtiene alta eficiencia. En América Latina es dable esperar una gran expansión
en la superficie de tierra cultivable, pero es muy probable que la proporción de recursos
hídricos renovables asignados al riego permanezcan por debajo del umbral crítico. El
agua es un factor estratégico para la generación de las riquezas necesarias para el
desarrollo. El hecho de estar involucrada en todas las actividades productivas y su
importancia para la vida la convierten en un factor decisivo de la calidad de vida de los
pueblos.
30
En los diversos países analizados, el acceso y uso de los servicios de agua potable con
conexión domiciliaria aumentan en la medida que se consideran grupos de población con
mayores niveles de gasto/ingreso per cápita. Desde hace mucho tiempo se reconoce que
existe una correlación entre la calidad y cobertura de los servicios de abastecimiento de
agua potable y saneamiento con la calidad de vida y la salud. La experiencia indica que
las enfermedades y las epidemias de origen hídrico tienden a desaparecer en los lugares
bien saneados donde además de una alta cobertura de los servicios, se dispone de calidad
en el suministro del agua para consumo humano y en la recolección, tratamiento y
disposición sanitaria de las aguas residuales y excretas. A pesar de los progresos hechos
en los últimos años, en América Latina y el Caribe todavía se pueden observar problemas
de calidad del agua en la mayoría de los países, en general consecuencia de deficiencias
en la operación y mantenimiento de los servicios.
Sistemas que funcionan con intermitencia, plantas de tratamiento poco eficientes, ausencia
o problemas con la desinfección, redes de distribución en condiciones precarias,
conexiones domiciliarias clandestinas y mal hechas y problemas con instalaciones
domiciliarias, son algunos de los principales factores que contribuyen a comprometer la
calidad del agua. A esto se suman los arreglos institucionales y los recursos y mecanismos
para control y vigilancia, los cuales en muchos países son inadecuados e insuficientes. En
los últimos años, con posterioridad a la epidemia de cólera presentada en América Latina
en 1991, se logró un progreso significativo en la desinfección del agua para consumo
humano en las áreas urbanas, pudiéndose decir que hay un esfuerzo regional tendiente a
lograr un 100% de desinfección. La definición legal de agua potable consiste en
proporcionar una lista de compuestos y asociarlos con un nivel tolerable. Desde el punto
de vista práctico, la cantidad de sustancias seleccionadas debe ser limitada.
31
En las legislaciones de los diferentes países se consideran entre 80 y 130, a pesar de que
se sabe que el número de compuestos sintéticos que el hombre maneja es mayor a 70.000 y
para muchos de ellos se desconoce el grado de toxicidad. De esta manera, aun cuando un
agua pueda cumplir con las normas de potabilización, no se puede asegurar que no exista
algún otro contaminante. Los criterios de calidad para agua potable han sido
desarrollados tomando en cuenta el empleo de agua de primer uso o sin contaminantes
tóxicos sintéticos. Varios países de América Latina y el Caribe han elaborado planes
nacionales para el control y vigilancia de la calidad del agua para consumo humano,
actividad en la que cuentan con el apoyo de varias agencias de cooperación externa que
participan en la implementación de la Declaración de Santa Cruz de la Sierra. Esta
Declaración, hecha a finales del Siglo XX, en una conferencia cumbre regional, expresa
los fundamentos del saneamiento del agua: servicio universal, inocuidad y protección
continua del recurso hídrico dentro del concepto de barreras múltiples.
El crecimiento exponencial de la población humana ha creado una constante demanda en
el suministro de agua potable; por lo tanto, proteger nuestras escasas fuentes de agua será
una de los problemas fundamentales del siglo XXI. En las últimas tres décadas, se
incrementó la preocupación por la producción uso y destino final de numerosos productos
químicos empleados en la industria, agricultura, ganadería, medicina, etc. Las
investigaciones realizadas han demostrado que estas sustancias pueden incorporarse en el
medio ambiente, dispersarse y persistir en extensiones muchos más grandes que las
esperadas. Algunas de ellas, por ejemplo, plaguicidas, son esparcidos intencionalmente
sobre vastas regiones para proteger los distintos tipos de cultivos de plagas; otros, como
los subproductos industriales, son vertidos al agua o al aire de manera directa o indirecta.
Los productos farmacéuticos y cosméticos, son elementos importantes dentro de la vida
moderna, se emplean tanto en la medicina humana como veterinaria. Estas sustancias
llegan a las aguas superficiales a través de los residuos cloacales, que pueden estar o no
tratados previamente, en forma directa.
32
La eficiencia del tratamiento de las aguas residuales, no permite eliminarlos totalmente.
Los productos terapéuticos empleados en veterinaria pueden incorporarse en el medio
ambiente acuático de manera más directa que los empleados en medicina humana, por
medio del uso de abonos elaborados con excretas de animales que recibieron tratamiento
previo. Las lluvias hacen que este tipo de compuesto llegue al agua fácilmente. El gran
empleo de medicamentos veterinarios en forma profiláctica (antiparasitarios y
antibióticos) o como promotores de crecimientos (antibióticos usados en dosis
subterapéuticas), sumado al aumento de la cría de animales en espacios cada vez más
reducidos hace que la contaminación en áreas rurales con este tipo de sustancias aumente
considerablemente. A pesar de la tremenda cantidad de medicamentos consumidos en la
actualidad, la información disponible acerca de la detección, transporte y destino final de
este tipo de compuestos en el medio ambiente es hoy en día muy escasa.
Algunos de los problemas que puede provocar esta contaminación, denominada silenciosa,
son: procesos fisiológicos anormales, disminución de la capacidad de reproducción,
aumentos de los casos de cáncer, proliferación de cepas bacterianas con extremada
resistencia a los antibióticos, potencial incremento de la toxicidad de los compuestos
presentes en el medio ambiente por efectos sinérgicos. Los efectos pueden acumularse de
manera lenta sin poder detectarse, de allí su denominación silenciosa, hasta un
determinado nivel donde los efectos se evidencian y producen cambios irreversibles por
efecto cascada.
33
Por otro lado, el conocimiento actual de los efectos a largo plazo a niveles bajo de
exposición de fármacos en los ecosistemas naturales y en humanos es limitado, y los
efectos a exposiciones crónicas a estos compuestos pueden aparecer dentro de algunos
años. En los últimos años, la evaluación de la calidad del agua se ha tornado un tema
crítico considerando que el agua dulce puede llegar a ser un recurso escaso en el futuro
cercano. Esto llevó a estudiar la construcción de índices de calidad. Un índice de calidad
es un único número que asigna un valor de calidad a un conjunto de parámetros medidos.
La construcción de un índice de calidad resulta en un número que puede ser asociado con
un porcentaje de calidad, sencillo de interpretar y construido a partir de criterios
científicos de calidad de agua. Esta modalidad permite que el público, y quienes tienen a
su cargo la toma de decisiones reciban información sobre la calidad del agua en forma
sencilla.
En América Latina existen estudios sobre construcción de índices de calidad en el río
Suquía (Córdoba, Argentina) y en humedales tropicales en la costa sur de México. El
énfasis creciente en proteger las zonas de captación de agua significa que cada vez más
los sistemas y empresas de abastecimiento de agua potable, sean públicas o privadas,
deberán involucrarse en realizar y patrocinar, conjuntamente con otros actores,
programas de manejo de agua a nivel de cuenca y de manejo de cuencas. Hay muchos
desafíos en este emprendimiento los cuales son similares para cualquier actor que desee
articular acciones a nivel de cuenca para una buena gestión del agua. El agua
subterránea es de indudable importancia como fuente de abastecimiento municipal y para
uso doméstico e industrial en muchos centros urbanos. Por otra parte, en muchos casos el
subsuelo se ha convertido en receptor de efluentes urbanos e industriales e, incluso, de
residuos sólidos.
Como resultado, hay indicios de que muchos reservorios de agua se encuentran
degradados como resultado de sobreexplotación y/o de un control inadecuado de la
contaminación. Si bien se han realizado numerosos estudios, aún no se dispone de los
datos suficientes como para poder
estudiar la calidad de los recursos
de agua de acuerdo a su grado de
contaminación. Los objetivos de los
desarrollos tecnológicos y las
innovaciones en relación con la
gestión integrada del agua debieran
estar centrados en dos temas
básicos: la sanidad y el ambiente,
ya que todos los otros aspectos
pueden incluirse en ellos. Si bien
existen innumerables posibilidades
de investigación en relación con el
medio ambiente hídrico y la salud,
se pueden considerar como más relevantes: Los componentes químicos (incluidas las
toxinas de algas) y los patógenos presentes en aguas que afectan a la salud. Para alcanzar
la meta internacional de desarrollo de reducir a la mitad la proporción de personas sin
acceso a abastecimiento de agua o saneamiento habrá que hacer grandes esfuerzos e
inversiones. Desde 1980 se ha invertido mucho en abastecimiento de agua, pero los
beneficios para la salud se han visto limitados por los escasos avances en otras esferas,
especialmente en el tratamiento de las excretas humanas.
34
Las excretas humanas sin tratar provocan enfermedades y significan una enorme amenaza
ambiental para los recursos hídricos. El desarrollo sostenible se ha definido como “el
desarrollo que atiende las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Deben tenerse en
cuenta dos aspectos: la sostenibilidad funcional y la sostenibilidad ambiental. En el caso
de la sostenibilidad funcional debe tenerse en cuenta que luego de realizar la inversión
inicial de capital debe mantenerse funcionando el sistema ya que corre el riesgo de caer
en desuso si no se cuenta con los fondos o las capacidades indispensables para su
operación y mantenimiento. En cuanto a la sostenibilidad ambiental debe tenerse en
cuenta si la operación del sistema potabilización y depuración) perjudicará al medio
ambiente y, con ello, a la salud de la población.
35
3. Agentes patógenos transmitidos por el agua
El agua, alimento esencial para los animales incluido el hombre, frecuentemente actúa
como vehículo de transmisión de microorganismos entéricos. La materia fecal puede
accidentalmente alcanzar una fuente de abastecimiento, siendo la forma más común el
ingreso a través de los sistemas de pozo ciego a napas profundas. El Código Alimentario
Argentino (CAA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus Guías para la
calidad del agua potable, la Directiva 98/83/CE1 y otras normas internacionales,
establecen o recomiendan requisitos de calidad para el agua de consumo humano. En
general, la normativa establece que el agua es apta bacteriológicamente para consumo si
se encuentra exenta de microorganismos patógenos de origen entérico y parasitario
intestinal.
Ellos transmiten enfermedades tales como
salmonelosis (Salmonella), shigelosis (Shigella),
cólera (Vibrio Cholerae), amebiasis (Entamoeba
histolytica), alteraciones gastrointestinales
(Aeromonas mesófilas, Helicobacter pylori,
Campylobacter); giardiasis (Giardia lamblia),
cristosporidiosis (Crystosporidium), esquistosomiasis
(Schistosoma), desórdenes hepáticos (virus de
hepatitis), etc. La presencia de microorganismos
patógenos en el agua de bebida es un riesgo que se
incrementa en las áreas marginales de mayor
densidad poblacional o en zonas sin disponibilidad de
agua potable. La seguridad que un agua contaminada
puede ser causal de enfermedades, ha conducido a la
necesidad de controlar rutinariamente la calidad
microbiológica de muestras de diversos orígenes.
36
Los controles rutinarios de la totalidad de los microorganismos hídricos, potencialmente
riesgosos para la salud, resultan difíciles de llevar a cabo debido a la gran variedad de
bacterias patógenas cultivables, a la complejidad de los ensayos de aislamientos y a la
presencia en baja concentración de varias especies altamente agresivas, sin que el orden
detallado indique prioridad. Por esta razón, los análisis bacteriológicos apuntan a la
búsqueda de microorganismos indicadores de contaminación fecal y se centralizan en la
cuantificación de coliformes. Este grupo está integrado por Enterobacterias, siendo
Escherichia coli el indicador universal de contaminación fecal. Para estudiar la relación
que existe entre calidad de agua y salud humana, es necesario introducir el concepto de
microbiología, y a partir de ello valorar la
presencia de organismos microscópicos en
agua potable, los efectos de competencia y/o
sinérgicos de las distintas especies y la
posibilidad de aplicar tecnologías de
desinfección.
La microbiología es una rama de la biología
que estudia seres vivientes de tamaño
microscópico que existen como células
aisladas o asociadas y también incluye el
estudio de virus (microscópicos no
celulares). En general, los microorganismos
a diferencia de los macroorganismos, son
capaces de llevar a cabo procesos de
crecimiento, generación de energía y
reproducción, independientemente de otras células sean del mismo tipo o diferentes. Las
células estudiadas en microbiología pueden pertenecer a dos grandes grupos, eucariotas y
procariotas. Las eucariotas constituyen la unidad estructural de protozoarios, hongos y
algas cuyo tamaño las incluye en esta especialidad. Son organismos unicelulares o
multicelulares que poseen en su interior estructuras limitadas por membranas llamadas
organelas (núcleo, mitocondrias y cloroplastos presentes sólo en células capaces de
realizar fotosíntesis). Las células procariotas son las bacterias, cuya estructura interna es
sencilla. Etimológicamente el término procariota significa ausencia de membrana nuclear.
Las bacterias son microorganismos unicelulares que se reproducen por fisión binaria,
conocida también como bipartición. Su tamaño, por lo general es menor que el de una
célula eucariota típica (por ej. Escherichia coli 0,5 × 2 μm). El crecimiento celular se
define como el aumento ordenado de todos los componentes químicos que llevan a un
incremento de los constituyentes y estructuras celulares. Los nutrientes, a partir de los
cuales los microorganismos sintetizan sus principales biomoléculas y obtienen su energía,
están disueltos en agua, razón por la cual el crecimiento celular depende de la
disponibilidad de agua.
Las distintas especies bacterianas tienen diferentes requerimientos nutricionales (a veces
específicos) y condiciones fisicoquímicas que les permiten permanecer viables. Los
nutrientes requeridos en grandes cantidades son denominados macronutrientes mientras
que los micronutrientes son necesarios en cantidades trazas. Entre los primeros se
encuentran C, H, O, N (los más abundantes), P, S, K, Ca, Fe y Na, y entre los segundos
podemos citar Cr, Co, Cu, Mn, Mo, Ni, Se, W, V, Zn. Algunos organismos, además de los
minerales, necesitan muy pequeñas cantidades de nutrientes de naturaleza orgánica
llamados factores de crecimiento.
37
El oxígeno es un macronutriente y los microorganismos se pueden dividir en cuatro grupos
sobre la base del papel que juega el O2 en su nutrición. Las bacterias aerobias necesitan
O2 para crecer; algunas de ellas requieren presiones de oxígeno inferiores a la
atmosférica (2 a 10% de O2, en lugar de 20%) y se conocen como microaerófilas. Las
anaerobias facultativas pueden realizar metabolismo energético aerobio (respiración
aerobia) o anaerobio (respiración anaerobia y fermentación), dependiendo del ambiente,
la disponibilidad de oxígeno y la concentración de nutrientes (por ej. las Enterobacterias
como E. coli).
Las bacterias anaerobias estrictas son
aquellas para las cuales el oxígeno
resulta tóxico (por ejemplo,
Clostridium). Las bacterias anaerobias
aerotolerantes al igual que las
anteriores, presentan un metabolismo
energético anaerobio (fermentación),
pero soportan el oxígeno debido a que
poseen enzimas detoxificantes (por ej.
Streptococcus). El conocimiento de la
nutrición microbiana permite el cultivo
de los microorganismos en el
laboratorio.
38
En general, como se ha mencionado, todos los microorganismos tienen requerimientos de
macro y micronutrientes semejantes, aunque la forma en que cada uno de ellos es captado
y su cantidad relativa pueden variar mucho entre los diferentes géneros. Tanto en los
medios artificiales de laboratorio como en el ambiente natural, la nutrición de la célula
lleva inicialmente a un aumento de tamaño y peso que precede a la división celular. En la
mayoría de los microorganismos, el crecimiento continúa hasta que la célula se divide en
dos células hijas mediante el proceso de fisión binaria, el cual conduce al crecimiento de
las poblaciones. Es difícil estudiar el crecimiento de la célula individual, especialmente en
los microorganismos, debido a que los métodos analíticos no son los suficientemente
sensibles como para ser aplicados a estructuras tan pequeñas. Es por esto que
habitualmente para evaluar el crecimiento se analiza el aumento de la población
microbiana.
El crecimiento de una población tiene lugar en forma exponencial. Una célula se divide en
dos células hijas y luego éstas se dividen a su vez en dos nuevas células, o sea que en cada
período de división, la población se duplica por lo que la multiplicación corresponde a
una progresión geométrica. El intervalo de tiempo requerido para que una población se
duplique se define como tiempo de generación o tiempo de duplicación y se representa con
la letra g. A pesar que las bacterias son capaces de crecer en un amplio rango de
condiciones ambientales y utilizar diversos nutrientes, el crecimiento máximo, para una
dada especie, se lleva a cabo bajo condiciones óptimas de pH y temperatura. El método
más usado para determinar el tiempo de generación consiste en inocular el medio de
cultivo apropiado con las células bajo estudio. Al cabo de determinados intervalos de
tiempo, bajo condiciones óptimas, se toman muestras para el recuento de
microorganismos. Al inicio del crecimiento, los microorganismos requieren un período de
adaptación al nuevo ambiente.
Esta es la fase de latencia o fase lag. En ella, las células sintetizan enzimas involucradas
en el metabolismo de los nutrientes disponibles, se incrementa la síntesis de
macromoléculas como RNA y proteínas. Si las células provienen de un medio de cultivo
diferente, o de un cultivo agotado (viejo) con acumulación de metabolitos tóxicos para las
células, éstas requerirán mayor tiempo para reiniciar el crecimiento activo y presentarán
una fase lag larga.
39
En contraposición, si las células provienen de un medio idéntico y han sido obtenidas de
un cultivo joven, la fase de latencia será corta o inexistente. Existen otros factores que
pueden influir sobre la fase de latencia: cantidad de microorganismos sembrados
(inoculo), daño que pudieron sufrir las células por la acción de radiaciones, calor,
sustancias antimicrobianas, etc. En la fase logarítmica o fase exponencial, las células se
dividen regularmente según el tiempo de generación de cada especie. Por ejemplo, E. coli
en un determinado medio de cultivo puede dividirse cada 20 min durante la fase
exponencial, mientras que, si el crecimiento se produce en un medio más pobre, la división
puede suceder cada 30 min o más. Como consecuencia del agotamiento de nutrientes o la
acumulación de productos tóxicos del metabolismo, disminuye la velocidad de crecimiento
hasta que llega a detenerse. En este punto, se dice que el cultivo está en fase estacionaria.
La transición entre la fase log y estacionaria, implica una etapa de crecimiento
desequilibrado (crecimiento no balanceado) durante el cual los componentes celulares son
sintetizados a diferentes velocidades. En consecuencia, las células en fase estacionaria
tienen una composición química diferente a la de las células en fase exponencial. El
número de células viables permanece constante, porque mientras algunas de ellas se
dividen, otras mueren.
Las células viables continúan produciendo ácidos y productos tóxicos. Algunas células
muertas se lisan y liberan enzimas (proteasas, nucleasas y lipasas) que degradan las
macromoléculas a moléculas más pequeñas, las que a su vez serán usadas por las células
vivas. Esta fase puede extenderse desde horas hasta varios días dependiendo de la especie
bacteriana. Si la incubación del cultivo se prolonga varias horas después que la población
ha alcanzado la fase estacionaria, las células alcanzarán la fase de muerte que se
caracteriza porque k es constante, indicando que el número de células vivas decrece con el
tiempo en progresión geométrica.
Conocer la respuesta de los microorganismos a su medio ambiente es importante para
darles condiciones óptimas de desarrollo o, por el contrario, para inhibir su crecimiento.
Es decir, permite ejercer un control del crecimiento microbiano. La temperatura es uno de
los factores ambientales más importantes por su amplia aplicación. Temperaturas
extremadamente bajas y extremadamente elevadas, se utilizan de manera corriente para la
conservación de microorganismos o para provocar su muerte respectivamente. La razón
para ello es que, a temperaturas extremadamente bajas, tanto la membrana plasmática
como el citoplasma microbiano pierden fluidez disminuyendo o deteniendo completamente
el transporte de nutrientes desde el medio externo y las reacciones enzimáticas propias del
metabolismo que permitirían la utilización de estos nutrientes.
40
Por el contrario, temperaturas demasiado elevadas, inactivan sistemas enzimáticos,
desnaturalizan proteínas y dañan las envolturas celulares llevando a la lisis térmica.
Existe, entre ambos extremos, un intervalo de temperatura de
crecimiento en el cual un dado microorganismo es capaz de
incorporar nutrientes del medio ambiente, conducirlos por
los caminos catabólicos y anabólicos necesarios para el
crecimiento y división celular, que da como resultado el
crecimiento de una población. Dentro de este intervalo, se
distingue una temperatura óptima en la que tanto el
transporte como el metabolismo alcanzan la máxima
velocidad en el ambiente en el que se encuentra el
microorganismo. Los tres valores de temperatura, mínima,
óptima y máxima, se conocen como temperaturas cardinales.
En base a ellas podemos clasificar los microorganismos en
grupos compuestos por organismos muy diferentes entre sí
pero que presentan gran similitud en su comportamiento
frente a la temperatura.
Otro factor importante para el crecimiento microbiano es la
concentración de iones hidrógeno. En general, los ambientes
naturales tienen un pH comprendido entre 5 y 9, y la
mayoría de los microorganismos crecen dentro de esos valores. Sin embargo, algunos
pueden desarrollar a valores de pH inferiores o superiores a los indicados. Los valores de
pH superiores e inferiores al rango que corresponde a un dado microorganismo son
nocivos, ya que afectan la estabilidad de la membrana plasmática, inhiben enzimas, y
alteran el transporte de solutos y la nutrición. Muchos nutrientes ingresan a las células
atravesando la membrana plasmática por transporte pasivo, el que sólo puede llevarse a
cabo si los nutrientes están en su
forma no ionizada. El pH del
ambiente puede tener un efecto
nocivo indirecto sobre los
microorganismos, produciendo
ionización de algunos nutrientes
e impidiendo su utilización.
Todos los microorganismos
poseen mecanismos de
regulación del pH citoplasmático
que les permite mantener su valor
constante. El mantenimiento de
un pH constante en el citoplasma
es muy importante para la
supervivencia de los
microorganismos ya que la acidificación o alcalinización del mismo lleva a la
desnaturalización de componentes vitales de la célula (proteínas a pH bajo y ácidos
nucleicos a pH elevado). Éste es el efecto nocivo directo del pH del ambiente.
41
Todos los microorganismos requieren agua para vivir; y la disponibilidad de agua se
expresa como actividad de agua (aw). La actividad está dada por la presión de vapor de
agua en el aire que se encuentra en equilibrio con una solución o sustancia, con relación a
la presión de vapor del agua pura. Su valor varía de 0 a 1, siendo más alto cuánto más
agua libre tiene el ambiente. En el ambiente en el que desarrollan los microorganismos, no
toda el agua está disponible. La actividad de agua es alterada por dos efectos: el osmótico
(interacción con solutos) y el mátrico (adsorción a superficies). Por ambos efectos, la
disponibilidad de agua puede ser baja, y en ese caso, los microorganismos tienen
dificultades para incorporar nutrientes, limitando esto su desarrollo.
Según el rango de aw al que crecen, los microorganismos se clasifican en: normales
(aw=1-0,95) como Streptococcus, osmotolerantes (aw=0,95-0,80) como Staphylococcus,
osmófilos (aw=0,80-0,75) y osmófilos extremos (aw=0,75-0,63). Los ambientes de alta
osmolaridad contienen principalmente altas concentraciones de cloruro de sodio o
azúcares. Los microorganismos que toleran o requieren NaCl se pueden clasificar en
halotolerantes (toleran elevadas concentraciones de ClNa pero no lo requieren, por ej.
Staphylococcus aureus), halófilos moderados (suelen ser bacterias marinas que viven en
concentraciones NaCl igual a 0,5 M y tienen requerimientos concretos de aw equivalente a
la de agua de mar, así como concentraciones determinadas de iones Na+), halófilos
extremos o hiperhalófilos (por ej. Halobacterium y Halococcus que requieren
concentraciones saturantes de sales, 4 a 7 M de NaCl).
La naturaleza de las paredes celulares favorece la ubicación de las bacterias en la
superficie del líquido, para optimizar la energía superficial. En esas condiciones, la
depleción local de nutrientes puede ocurrir rápidamente; se establecen gradientes
pronunciados de nutrientes y de oxígeno, en direcciones opuestas. Para evitar estos efectos
se utiliza, en los medios de cultivo, tensoactivos o surfactantes que reducen la tensión
superficial y permiten el desarrollo de los microorganismos de manera uniforme en todo el
medio. Las radiaciones UV y las radiaciones de menor longitud de onda (ionizantes)
tienen fuertes efectos sobre los sistemas biológicos, tanto mutacionales como letales.
42
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El cambio climatico y los patogenos emergentes

  • 1.
  • 2. ACLARACIÓN LEGAL Las fotografías de la presentación, son propiedad del autor y publicadas oportunamente con sus fuentes en su Blog científico: SEGURIDAD ALIMENTARIA, BROMATOLOGÍA y MICROBIOLOGÍA de los ALIMENTOS (www.bagginis.blogspot.com)
  • 3. Cambio Climático y Patógenos Emergentes en las ETA(s) del siglo XXI (Dr. Santiago Pablo Baggini) 1. Cambio Climático y Seguridad Alimentaria Existe un consenso cada vez mayor sobre la idea de que la actividad humana puede estar cambiando nuestro clima. Estos cambios tienen unas cuantas posibles repercusiones en el bienestar y la salud humana, pudiendo estar entre ellas la seguridad de los alimentos. Desde el siglo XVIII, las actividades humanas han emitido una gran cantidad de gases a la atmósfera, como dióxido de carbono y metano. La gran mayoría de estos gases proviene de la quema de combustibles fósiles, de los procesos industriales y de la deforestación. Se calcula que las emisiones de gases procedentes del sistema alimentario se sitúan entre un 19% y un 29%, según datos de la OMS en 2014. La acumulación de estos gases (conocidos como gases de efecto invernadero) en la atmósfera, retiene energía y actúa como un manto alrededor de la Tierra. A pesar de que una minoría no comparta esta teoría, el fenómeno (conocido como efecto invernadero) se considera la causa del incremento de la temperatura media en la atmósfera terrestre o calentamiento global. Este efecto puede influir en el clima terrestre y alterarlo, produciendo así un cambio climático. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afirmaba que el calentamiento del clima es innegable, la influencia humana es indiscutible y limitar este cambio climático requerirá una reducción considerable y prolongada de los gases de efecto invernadero. El cambio climático es un variación importante y duradera en la condiciones climáticas. Estos cambios nos pueden llevar a acontecimientos meteorológicos más extremos, como sistemas de tormentas más poderosos, una mayor frecuencia de fuertes lluvias y periodos más largos de sequías. 1
  • 4. El aumento global de las temperaturas también puede tener como resultado el deshielo de los casquetes polares, un aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, inundaciones costeras y la alteración de las corrientes marinas. Las previsiones recientes del IPCC indican que la temperatura aumentara en 1,5ºC o más en algunas partes de mundo de aquí a finales del siglo XXI. Las posibles implicaciones del cambio climático en la disponibilidad y el acceso a los alimentos, es decir, la seguridad alimentaria, se han debatido e investigado ampliamente. El cambio climático se percibe generalmente como un impacto negativo en la seguridad alimentaria, sobre todo en países en desarrollo. Al contrario que la seguridad alimentaria, las posibles repercusiones del cambio climático en la seguridad de los alimentos son un ámbito emergente de investigación. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha identificado el cambio climático como impulsor de nuevos riesgos en la seguridad de los alimentos a mediano y largo plazo. Mejorar nuestro conocimiento sobre los posibles efectos del cambio climático en la seguridad de los alimentos es crucial si tenemos en cuenta el impacto que pueden tener en la seguridad alimentaria. La capacidad de los agentes patógenos (bacterias, virus, parásitos) para sobrevivir y crecer depende del medioambiente, de factores como la temperatura y la humedad. Muchos patógenos de los alimentos, como los géneros Salmonella y Campylobacter, crecen mejor en ambientes cálidos y húmedos. Además, muchas enfermedades transmitidas por alimentos también presentan cambios estacionales en prevalencia. El aumento de la temperatura y la humedad, y las condiciones meteorológicas extremas, afectarán la capacidad de supervivencia o de crecimiento de muchas bacterias patógenas de los alimentos. 2
  • 5. Algunos de estos cambios podrían ser tanto positivos como negativos para la seguridad de los alimentos; por ejemplo, el aumento o la disminución de la capacidad de supervivencia o crecimiento de patógenos en los mismos, como ya hemos mencionado. A manera de ejemplo, en los últimos años, Chile ha sido marcado por un déficit de precipitaciones que ha disminuido las reservas de aguas y afectado los suelos a lo largo del país. Según datos de la Dirección Meteorológica, el período entre 2003 y 2013 ha sido la década más seca desde 1866 para la zona central que comprende desde la región de Coquimbo hasta Biobío y 2013 se perfiló como el quinto año consecutivo de déficit pluvial en la zona. Si bien la sequía es un fenómeno que ocurre regularmente en Chile, expertos señalan que dada la prevalencia de esta reducción de las precipitaciones, no sólo los suministros de agua para la sociedad se han visto afectados sino que también la flora y fauna del territorio nacional. El cambio climático puede influir también en la velocidad de transmisión de patógenos de los alimentos; por ejemplo, las temperaturas más altas en verano e inviernos más templados pueden aumentar la abundancia de plagas, como insectos y roedores, que pueden transmitir patógenos en los alimentos. De igual modo, un exceso de lluvia que provoque inundaciones puede ayudar a transportar patógenos de los alimentos a los cultivos agrícolas. Así, el cambio climático puede alterar la incidencia de enfermedades alimentarias o la capacidad que tienen los patógenos de causar enfermedades. Otras posibles repercusiones del cambio climático pueden ser: La aparición de nuevos riesgos microbianos por cambios en los tipos de cultivos y las prácticas agrícolas relacionadas (por ejemplo, un mayor uso de residuos de animales sin tratar como fertilizantes). La resistencia antibiótica puede ser causada por cambios espontáneos en la composición genética de una célula o por el traslado estable de elementos genéticos móviles transferidos entre microorganismos. El impacto del cambio climático podría ser más evidente en los patógenos de los alimentos con menores dosis infecciosas (es decir, menos células causarían la enfermedad), pues pequeños cambios en el número o en la distribución podrían aumentar las enfermedades alimentarias. 3
  • 6. Cambios en la naturaleza, el nivel y la transmisión de algunos productos químicos contaminantes y tóxicos pueden afectar la seguridad de nuestros alimentos. El cambio climático puede también modificar las prácticas agrícolas. Lo que se cultiva y la manera en que se cultiva cambiará en distintos países. El tipo y la abundancia de plagas (insectos y roedores, entre otros) y malas hierbas también cambiará. Esto puede modificar el tipo, nivel y uso de productos químicos (como pesticidas) y fertilizantes que se usan en los cultivos. Sin embargo, el uso de productos químicos en los cultivos europeos está estrictamente regulado y controlado para asegurar la inocuidad de estos alimentos. Algunas toxinas, como las micotoxinas, están compuestas por hongos que crecen en los cultivos, y podemos consumirlas directamente de estos o indirectamente a través de productos de origen animal (como carne o leche) que han consumido previamente piensos contaminados. La producción de estas toxinas se puede ver afectada por la temperatura y las condiciones de humedad. Por ejemplo, las Unidades de Riesgos Emergentes de la EFSA han identificado patrones de cambio en la contaminación de las micotoxinas en cultivos de cereales como el trigo, el maíz y el arroz. Las micotoxinas pueden usar un amplio abanico de efectos tóxicos tanto en animales como en humanos. Algunas de las micotoxinas más comunes son cancerígenas, genotóxicas o pueden atacar órganos específicos, como el riñón o el hígado. El aumento en las temperaturas oceánicas también puede influir en el crecimiento de algas peligrosas que pueden producir biotoxinas marinas y que se concentran en moluscos (por ejemplo, mejillones y almejas) y algunos peces comestibles, pudiendo causar enfermedades en humanos si se consumen. 4
  • 7. Recientemente se detectó un brote de intoxicación por ciguatera que afectó a 10 personas en las islas Canarias debido a la ingesta de pescado en mal estado. La intoxicación por ciguatera se puede producir al consumir algunas especies de pescado en las que el plancton puede haber producido ciguatoxina que se acumula en la carne del producto que lo haya consumido. Es imposible evaluar con certeza la repercusión real del cambio climático en la seguridad de los alimentos. Sin embargo, parece ser que se notarán algunos riesgos microbiológicos y químicos. El alcance del problema de estos riesgos dependerá de su tipo y de las condiciones y prácticas locales. Existe incertidumbre al respecto porque no poseemos toda la información sobre los riesgos que puede plantear el cambio climático en la seguridad de los alimentos. Por lo tanto, se necesita no solo mantener, sino revisar y mejorar la infraestructura actual de seguridad alimentaria en toda Latinoamáerica. Esto requerirá una inversión prolongada en vigilancia y control de los alimentos, así como una evaluación de riesgos, gestión y comunicación. Las enfermedades emergentes y reemergentes se han constituido en un problema de salud pública a nivel mundial. Una enfermedad emergente es aquella que aparece en una población por primera vez o que, habiendo existido previamente presenta un rápido incremento de su incidencia o de su distribución geográfica (OMS). La pandemia de la infección por VIH representa el prototipo de una enfermedad infecciosa nueva y emergente cuyo impacto en la salud pública no se había experimentado previamente. Las enfermedades reemergentes son aquellas que eran conocidas y que representaron un problema de salud pública en el pasado, las cuales han crecido o incluso reaparecido en los últimos años. Las pandemias del virus influenza A de 1918, 1957 y 1968 ó la reaparición de la tuberculosis en la década de 1980 son prototipos de enfermedades reemergentes. Los factores que influyen en estas patologías son variados y están especialmente relacionados a cambios en los agentes causales, a cambios en el medio, a modificaciones de los hospedadores susceptibles y a las políticas de salud. Los agentes causales pueden explicar la emergencia o reemergencia al cambiar, ya por selección o mutación, o por adaptarse a nuevos hospedadores; los cambios en el medio pueden ser consecuencia de cambios climáticos, de cambios en los patrones del uso de la tierra, incluyendo las invasiones a nichos ecológicos por los hombres, o a procesos derivados de la tecnología y la industria. Los cambios en los hospedadores generalmente están relacionados a modificaciones demográficas y de comportamiento. Las políticas de salud, cuando se abandonan o se reducen a un mínimo, pueden conducir a la reaparición de enfermedades que estaban controladas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en su informe del 2014 que las enfermedades infecciosas estaban surgiendo a un ritmo que no se había visto antes. 5
  • 8. Desde los años setenta, se han descubierto unas 40 enfermedades infecciosas incluyendo el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS), el ébola, la gripe aviar y la gripe porcina. El potencial que las enfermedades infecciosas emergentes tienen para propagarse rápidamente y causar epidemias mundiales es una preocupación de gran importancia, ya que la gente viaja con mucha más frecuencia y a mayor distancia que en el pasado. Además, existe el riesgo de que surjan estas enfermedades como consecuencia de la introducción deliberada de agentes infecciosos en espacios o escenarios donde usualmente no ocurren con fines terroristas. Ejemplo de ello fue la utilización de esporas de Bacillus anthracis para contaminar cartas enviadas por correo en el 2001 en los Estados Unidos. Debido a la gran diversidad de los patógenos emergentes y reemergentes, la vigilancia de las tendencias que manifiestan estas enfermedades infecciosas debe intensificarse. Y, dado que alrededor del 75% de los patógenos que ocasionan enfermedades emergentes o reemergentes utilizan algún vector u hospedador animal, la vigilancia debe extenderse más allá de las poblaciones en riesgo y abarcar los posibles reservorios de estos animales. Para que una enfermedad emergente se establezca tienen que suceder al menos dos eventos: el agente infeccioso tiene que ser introducido en una población vulnerable y, además, el agente tiene que tener la capacidad de propagarse fácilmente y causar la enfermedad. La infección también tiene que ser capaz de sostenerse dentro de la población, con lo cual cada vez serían más las personas infectadas. La globalización del procesamiento de los alimentos y de los centros de suministro ha posibilitado la expansión de brotes de enfermedades microbianas transmitidas por los alimentos, cuyo origen puede estar en un lote contaminado de alimentos procesados o frescos, una remesa de alimentos mal manipulados o distribución de productos frescos cargados de bacterias. El CDC estima que cada año en EEUU las enfermedades infecciosas transmitidas por los alimentos causan aproximadamente 76 millones de enfermos, 350000 hospitalizaciones y 50000 muertes. El cambio climático se está convirtiendo en un factor de gran preocupación en la aparición de enfermedades infecciosas, debido al calentamiento de la Tierra el clima y los hábitats se alteran, por lo que estas enfermedades pueden extenderse a nuevas zonas geográficas. 6
  • 9. Las posibilidades de sus grandes cambios genéticos y su paso a los seres humanos se incrementan cuando los seres humanos conviven en estrecha proximidad con los animales agrícolas, tales como pollos, patos y cerdos. Estos animales son huéspedes naturales del virus de la gripe y en ellos se pueden crear versiones nuevas de la gripe que no hayan existido anteriormente. La aparición de nuevas epidemias asociadas a enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes se está produciendo a un ritmo sin precedentes. En cuanto a las medidas de control, éstas pueden ir dirigidas a reducir o controlar las fuentes de infección, interrumpir la conexión entre las fuentes y los individuos susceptibles, aislar los individuos susceptibles y elevar el grado general de inmunidad de grupo mediante la inmunización. El control de una enfermedad infecciosa se basa en gran medida en una red bien definida de microbiólogos clínicos, enfermeros, médicos y personal de control de infecciones que proporcionen información epidemiológica a una red de organizaciones locales, nacionales e internacionales. Estos individuos y organizaciones integran el sistema de salud pública. Por ejemplo, cada estado posee un laboratorio de salud pública que participa en la vigilancia y control de las enfermedades. La sección de enfermedades transmisibles de un laboratorio estatal comprende servicios especializados de laboratorio para examinar muestras o cultivos enviados por médicos, departamentos locales de salud pública, hospitales, personal sanitario, epidemiólogos y otros. Estos grupos comparten sus hallazgos con otras agencias relacionadas en la salud en el estado, con centros como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC). En definitiva, las medidas preventivas se basan en el establecimiento de un sistema de vigilancia orientado a detectar la presencia de las enfermedades emergentes y reemegentes a tiempo para tomar medidas de control adecuadas, evitando o mitigando así los devastadores efectos que estas enfermedades podrían causar. Es evidente que la población humana está continuamente enfrentándose a enfermedades infecciosas nuevas como a la reemergencia de viejas enfermedades, una vez que éstas ya se consideraban superadas. Muchos son los factores que favorecen la emergencia y reemergencia de estas enfermedades, pero es indudable que los característicos del mundo moderno en el que vivimos favorecen la expansión y desarrollo de estos microorganismos patógenos y sus enfermedades. El cambio climático puede exacerbar muchas de las amenazas que enfrentan las poblaciones humanas, particularmente en los países de pocos recursos. Estas amenazas incluyen: escasez de agua y de alimentos debido a eventos climáticos extremos, olas de calor, propagación de enfermedades transmitidas por vectores y por el agua. Actualmente pocos científicos dudan de la existencia de un cambio climático global. 7
  • 10. A pesar de que el aumento registrado en la temperatura en las últimas décadas y la frecuencia e intensidad de los eventos extremos no rebasa aún los límites de una “variabilidad climática”, todo apunta hacia la existencia de un “cambio climático” de origen antropogénico. Las actividades humanas han contaminado la atmósfera alterando la concentración de gases como el bióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y el vapor de agua. Estos gases se denominan comúnmente Gases de efecto invernadero” (GEI) y son indispensables para la vida terrestre ya que sin su presencia la mayor parte de la superficie del globo terráqueo estaría congelada. Sin embargo, las actividades humanas de la era industrial han causado un aumento, especialmente en la concentración de CO2, provocando que más calor quede atrapado en la atmósfera, lo que produce un calentamiento global de la superficie de nuestro planeta. 8
  • 11. Las consecuencias proyectadas por los modelos computacionales de cambio climático son las siguientes: calentamiento de los océanos, desaparición de glaciares, elevación del nivel del mar, aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climatológicos extremos debido a una mayor evaporación de agua y superficies oceánicas más calientes, entre otros. Sin embargo, existe otro tipo de predicciones que no son tan frecuentemente mencionados pero que resultan igualmente preocupantes: el calentamiento global y otras alteraciones climatológicas pueden provocar cambios en la distribución e incidencia de enfermedades. La relación entre clima y salud humana puede ser compleja y difícil de establecer. Hoy en día, un clima cada vez más inestable, la pérdida acelerada de biodiversidad y la desigualdad socio-económica afectan la resistencia de los sistemas naturales. Los cambios en el uso del suelo afectan la distribución de los agentes portadores de enfermedades como los roedores y los insectos, mientras que el clima incide directamente en la duración e intensidad de los brotes de enfermedades. De esta manera, padecimientos como la malaria, la peste, el dengue o el síndrome pulmonar hantavirus, entre otros, han reaparecido o se han intensificado en diversas partes del mundo. Los impactos negativos a la salud humana pueden darse por vía directa, como en el caso de olas de calor y aumento de la contaminación exacerbada por el aumento en la temperatura o los daños físicos causados por eventos extremos, o por vía indirecta, como resultado de sequías, inundaciones y cambios climáticos que causan condiciones favorables para los agentes infecciosos, virus, bacterias o parásitos y sus agentes transmisores llamados “vectores”. Las temperaturas extremas, tanto altas como bajas, pueden causar disturbios fisiológicos y daños a diferentes órganos provocando enfermedad o la muerte en los seres humanos. Una de las consecuencias más seguras y directas del cambio climático es un aumento en la morbilidad y la mortalidad humanas en períodos de clima extremosos como son las olas de calor. La letalidad de una ola de este tipo aumenta si ocurre al principio del verano (cuando la población todavía no ha podido aclimatarse al calor), si es de larga duración y si hay temperaturas nocturnas elevadas. Estos efectos son peores en las ciudades debido al “efecto de isla de calor urbano” que involucra la liberación nocturna del calor almacenado durante el día en el cemento y los materiales metálicos urbanos. Las personas mayores con problemas cardiacos o respiratorios son particularmente vulnerables porque el calor extremo puede exacerbar estas condiciones preexistentes. La falta de acceso a sistemas de aire acondicionado aumenta también el riesgo de muerte por calor lo que introduce un factor socio-económico. 9
  • 12. La contaminación del aire provoca también una serie de consecuencias serias para la salud y un aumento en la temperatura puede incrementar la formación de contaminantes secundarios como el ozono en la troposfera (parte baja de la atmósfera). El cambio climático podría causar un aumento en la frecuencia de periodos muy calurosos combinados con altas concentraciones de contaminantes dando lugar a cierta sinergia entre los efectos negativos de ambos fenómenos. El calor prolongado también puede provocar un aumento en la dispersión de alergenos, como esporas de hongos y polen, incrementando las reacciones alérgicas y asma. Por otra parte, está demostrado que una mayor proporción de radiación ultravioleta de origen solar alcanza actualmente la superficie terrestre debido a la disminución del ozono en la estratosfera (parte alta de la atmósfera). Aunque la causa básica de la destrucción de la capa de ozono es la presencia de clorofluorocarbonos (CFC) y es ajena a la concentración de gases de efecto invernadero en la parte baja de la atmósfera, existen interacciones químicas y físicas entre estos dos fenómenos. Podría de hecho darse una interacción entre el cambio climático y una exposición mayor a los rayos ultravioletas y afectar de manera negativa la salud humana. Se anticipa que una exposición mayor a estos rayos causará mayor incidencia de cáncer de piel en poblaciones de piel clara, lesiones oculares como cataratas, y posiblemente también debilitará al sistema inmune, lo que tendría graves implicaciones para el riesgo de enfermedades infecciosas y respuestas a vacunaciones. Los eventos climatológicos extremos, como las sequías y las inundaciones, tienen impactos serios sobre la salud humana. La vulnerabilidad de la población a estos eventos está aumentando debido al crecimiento acelerado de la población, el aumento en los asentamientos humanos y la pobreza persistente. Se anticipa que el cambio climático provocará transformaciones en el patrón de inundaciones y sequías; sin embargo, no se sabe en qué
  • 13. grado se alterará la frecuencia de estos eventos climatológicos. Los mayores impactos a la salud, además de la posibilidad de ahogarse o lesiones físicas, son los daños a las tierras agrícolas y asentamientos, así como la contaminación del agua potable que resultan de las inundaciones. 10
  • 14. Esto implica un empobrecimiento del estado nutricional, especialmente en los niños, un aumento en las enfermedades diarreicas y respiratorias por condiciones de poca higiene, impactos a la salud mental e incluso liberación y diseminación de compuestos químicos peligrosos de sitios de acopio debido al aumento de las aguas. Por otro lado, se estima que el nivel del mar se elevará como consecuencia del cambio climático. Este aumento ocurriría de manera no uniforme debido a diferencias regionales en el nivel de calentamiento, diferencias en la circulación oceánica y la geomorfología de las zonas costeras. Hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive a una distancia promedio de 60 km del mar. Su aumento podría tener una serie de impactos en la salud que incluyen intrusión de agua salada en fuentes de agua potable y agua para la agricultura además de los ya mencionados anteriormente, como el aumento de enfermedades causadas por vectores, muertes, daños físicos, y desnutrición. El clima juega un papel muy importante en las enfermedades causadas por vectores como los mosquitos, las garrapatas, las pulgas, las moscas y otros insectos. Estos vectores de sangre fría son extremadamente sensibles a los efectos directos del clima como temperatura, patrones de precipitación y viento, ya que influyen en su comportamiento, desarrollo y reproducción. Si el cambio climático mejora la longevidad, aumenta la reproducción, aumenta la frecuencia de piquetes de estos insectos a la población o altera sus rangos de distribución, puede ocurrir un aumento en la cantidad de gente infectada. El aumento en el calor no es el único causante del incremento en las infecciones transmitidas por vectores: también las inundaciones y las sequías causadas por el cambio climático permiten condiciones adecuadas para el desarrollo de insectos; por ejemplo, el agua queda estancada formando charcos que son incubadores ideales para mosquitos. Un cambio en la redistribución de los agentes infecciosos y sus portadores pueden ser los primeros signos de una amenaza debida a un cambio climático. La malaria es una enfermedad ancestral transmitida por un mosquito (Anopheles) el agente portador de un protozoario (Plasmodium), agente causal de la enfermedad. 11
  • 15. La malaria está mucho más extendida hoy que hace 20 años: cada año alrededor de 500 millones de personas en el mundo contraen la enfermedad de las cuales más de un millón mueren, especialmente niños. África es el continente más afectado, donde ocurren el 90% de las muertes por esta enfermedad. Los mosquitos han desarrollado resistencia a los insecticidas y el parásito es resistente a los medicamentos más comunes; por el momento no existen vacunas, ni se prevé que existan en un futuro cercano. Todo lo anterior hace que la malaria sea uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial. La incidencia de esta enfermedad es sumamente sensible a los cambios locales en la temperatura y la precipitación anuales. Por lo tanto, se han hecho investigaciones para tratar de establecer el impacto del cambio climático sobre su dinámica y su transmisión. Se predice que un calentamiento global causará la transmisión de malaria a mayores altitudes y latitudes. Actualmente ya se puede encontrar en las tierras altas de África central, en donde anteriormente no se presentaba esta enfermedad. Sin embargo, aunque una buena parte de las epidemias ocurridas en diferentes partes del mundo en estos últimos años han sido iniciadas por aumentos transitorios en la temperatura y/o precipitación, es aún difícil decir si el cambio climático a largo plazo es un factor importante en la presencia de malaria en tierras altas. Lo que parece real es que los cambios ecológicos aunados a una mayor variabilidad climática y una tendencia al calentamiento jugar papeles cada vez más importantes en la propagación de esta enfermedad. El dengue o fiebre “quebrantahuesos” es una enfermedad viral también transmitida por un mosquito, con síntomas que se parecen a una fuerte gripe y que en algunos casos causa sangrado interno que conduce a la muerte. Esta enfermedad aflige actualmente a unos 100 millones en las regiones tropicales y subtropicales, especialmente en las áreas urbanas y sus alrededores. 12
  • 16. El dengue se ha extendido en el continente americano alcanzando a la ciudad de Buenos Aires en la década de los 90. Esta enfermedad, anteriormente limitada por umbrales de temperatura a bajas altitudes, ya se ha detectado en ciudades de tierras altas: por ejemplo, en Taxo, México, por encima de los 1500 m sobre el nivel del mar. La conexión entre las condiciones climatológicas y la transmisión del dengue y sus epidemias, no es todavía muy clara. Los estudios preliminares han mostrado una relación entre el fenómeno de El Niño y la incidencia de dengue en los países en donde éste tiene un efecto importante sobre el clima. Los brotes ocasionales de enfermedades por microorganismos oportunistas son provocados en gran medida por la secuencia de extremos en el clima. Es la variabilidad climática exacerbada que acompaña al calentamiento global (más que el aumento en la temperatura en sí) lo que favorece la aparición de epidemias. Por ejemplo, inviernos templados seguidos de veranos calientes y secos favorecen el ciclo que se da entre reservorio natural, agente transmisor y ser humano. Siguiendo esta secuencia, diferentes tipos de mosquitos pueden transmitir fiebre amarilla, enfermedad viral equivalente al dengue que ocurre en las selvas de África y Sudamérica. Varios tipos de encefalitis, como la encefalitis equina, la encefalitis de St. Louis, o la causada por el virus del Nilo oeste, enfermedades que brotan de manera ocasional y localizada cuando se dan las condiciones favorables. Estas enfermedades se han vuelto importantes problemas emergentes o resurgentes de salud pública en los últimos años. 13
  • 17. Los roedores también son transmisores de enfermedades oportunistas, lo cual se tienen nidadas enormes, sus cuerpos pequeños, su gran apetito y sus mecanismos bien desarrollados de dispersión frente a una amenaza. Los búhos, coyotes y serpientes, entre otros, son los predadores naturales de los roedores. En un medio ambiente estable los predadores mantienen a las poblaciones de roedores bajo control. Pero, como se mencionó anteriormente, condiciones climatológicas extremas durante largo tiempo y fluctuaciones muy importantes en el clima pueden saturar la resistencia de un ecosistema. La idea del proceso del cambio climático global por causas no naturales y su impacto sobre el medio ambiente mundial, aunque no unánime, está muy extendida y aceptada dentro de la comunidad científica. Sin embargo, hay una mayor incertidumbre sobre los efectos específicos de esta alteración de los parámetros climáticos en el planeta. Esto se debe a las diferencias científicas en las predicciones de las emisiones de gases de efecto invernadero y entre los modelos que se utilizan para estimar el clima en el futuro. Estos indican un calentamiento de la temperatura global de 1,8°C a 4°C para el año 2100, aunque se prevé que el impacto será mayor hacia los polos y en las zonas continentales interiores. La precipitación también varía por estos cambios climáticos en mayor o menor medida según los modelos de predicción, en función de la zona del planeta. Ambos parámetros, temperatura y nivel de precipitación, juegan un papel importante en la producción de alimentos. Además de los cambios en las condiciones ambientales, hay pruebas consistentes de que las circunstancias extremas aumentarán. Éstas pueden tener graves efectos adversos en los sistemas de producción de alimentos. Es muy probable que la frecuencia de los períodos de olas de calor y fuertes precipitaciones aumente en la mayoría de las áreas. También es probable que las áreas afectadas por las sequías se incrementen, junto con un aumento de la intensa actividad de ciclones tropicales y de la actividad de un elevado nivel del mar. Según revela este estudio, la Agencia Europea de Medio Ambiente ha elaborado una evaluación del impacto del cambio climático en Europa. Esta valoración indica un calentamiento estimado de 2,1 a 4,4°C para el año 2080, con los mayores incrementos en el norte y este de Europa. Los modelos indican además que estas áreas europeas se convertirán en zonas más húmedas, mientras que el Mediterráneo se convertirá probablemente en más seco. En cuanto a la estacionalidad, los países europeos pueden experimentar más precipitaciones en invierno, excepto para la región mediterránea, y menores precipitaciones en verano en toda Europa. El tema del cambio climático tiene un enorme impacto en los medios de comunicación y sus consecuencias, tanto globales como locales, respecto a los cambios en la producción y suministro de alimentos, así como las posibles consecuencias de otra índole (catástrofes meteorológicas, aumento del nivel del mar, aumento de temperaturas y deshielo) son un aspecto recurrente, tanto en publicaciones científicas como de carácter divulgativo. 14
  • 18. Lejos de ser una cuestión ambiental, el cambio climático tiene una profunda repercusión económica, social y sanitaria. El cambio climático es un hecho admitido por casi toda la comunidad científica y son pocas las voces que ponen en duda esta afirmación. Casi todas las noticias que hacen referencia a este cambio y su relación con la alimentación se centran en el estrecho vínculo que relaciona el clima con la producción de alimentos, sobre todo agricultura y ganadería. Estas informaciones resaltan cómo repercute de forma negativa en la producción alimentaria y crea sequías e inundaciones y pérdidas de cosechas, con la consecuente destrucción de la forma tradicional de producción primaria en muchas zonas que, en definitiva, comprometen el acceso a los alimentos a gran parte de la población, en especial, en países en desarrollo. Pero son pocos los estudios que han evaluado cómo repercute este cambio climático en la seguridad de los alimentos, entendida como la buena calidad e inocuidad. Uno de los trabajos realizados en este campo pertenece al ámbito del Reino Unido, aunque los resultados y conclusiones son extrapolables a los demás países de Europa. El trabajo pretende, además de identificar el impacto que el cambio climático puede tener sobre la seguridad alimentaria e informar sobre ello, evaluar posibles maneras de adaptación a estas nuevas circunstancias con el fin de minimizar los riesgos. El cambio climático puede provocar incrementos en la contaminación, tanto química como microbiológica de los alimentos, debido a las variaciones en los patrones de producción agrícola, la intensificación de la agricultura y las alteraciones en las vías de transporte. A menudo, los alimentos proceden de zonas ajenas a los límites de la Unión Europea, donde el impacto del cambio climático es más relevante. Sin embargo, estos países deben ser capaces de producir alimentos dentro de las normas de seguridad alimentaria europea y éstas deben exigirse por los importadores. Esto pone de relieve la importancia de herramientas como el Sistema APPCC (Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico) para identificar en etapas tempranas riesgos dentro de la cadena alimentaria, que pueden ocurrir por el cambio climático. Estas zonas podrían localizarse por el desarrollo de un claro proceso de intensificación agrícola, inundaciones cíclicas o nuevas incorporaciones a la producción de alimentos. Las altas temperaturas podrían provocar un incremento de patógenos y micotoxinas en toda la cadena alimentaria. 15
  • 19. Resulta imprescindible desarrollar técnicas de evaluación del riesgo para poder identificar áreas de focalización de peligros alimentarios, así como posibles técnicas de mitigación de los mismos. Algunas de las conclusiones del estudio británico se derivan del hecho de que el aumento progresivo de las temperaturas podría provocar un incremento en el número de microorganismos patógenos y de micotoxinas en toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta el consumo. Tanto el procesamientocomo el transporte y almacenamiento de los alimentos pueden incrementar los riesgos, pero hay poca información sobre cómo estos se alteran con el cambio climático. Por otra parte, este aumento de temperaturas puede provocar que microorganismos y enfermedades de origen alimentario propias de otras latitudes más cálidas se desarrollen en nuestro entorno. Otro punto destacable es que las cada vez más frecuentes, largas y severas épocas de sequía, consecuencia del calentamiento global, provocarán una mayor necesidad de agua de riego que hará que el riesgo de microorganismos patógenos sea más elevado. Por otro lado, las previsibles inundaciones son uno de los mecanismos para el transporte de agentes patógenos y sustancias químicas en suelo agrícola que puede aumentar. Los patógenos más beneficiados por el cambio climático y que más preocupan son los de dosis infectivas bajas, como protozoos parásitos o bacterias como Shigella, y los de mayor persistencia ambiental, como los virus gastrointestinales. También favorece el crecimiento de patógenos con gran tolerancia térmica y condiciones extremas de pH, mientras otros, como Salmonella y E. coli enterohemorrágica, aumentan su competitividad. Además, se prevé una probable alteración del uso de plaguicidas y medicamentos veterinarios. La mayor utilización de medicamentos veterinarios puede aumentar la prevalencia de patógenos resistentes a los antibióticos. Por último, el estudio pone de relieve la importancia de los equipos de vigilancia epidemiológica, cuya labor será cada vez más importante. Además, es fundamental desarrollar métodos de detección rápida de patógenos y productos químicos en los alimentos y en los seres humanos y para comunicar con rapidez a los organismos reguladores para que estos realicen, en poco tiempo, las oportunas recomendaciones y acciones. Algunos agentes patógenos se transfieren de los animales a los seres humanos, por lo que el seguimiento de la salud animal puede permitir detectar las amenazas antes de que la infección humana se produzca. Ya que es un problema global, resulta lógico pensar que los países deberían adoptar todas las acciones y medidas posibles. 16
  • 20. El trastorno de un ecosistema es una de las maneras más profundas en las cuales el cambio climático puede afectar la salud humana. El control de los animales nocivos es uno de los servicios de la naturaleza que más se desprecia. Los ecosistemas que funcionan bien ayudan a que los organismos nocivos sean controlados. Las enfermedades oportunistas transmitidas por roedores son, entre otras, el hantavirus, una infección pulmonar altamente letal que causó la primera erupción humana en el sur de los Estados Unidos de América en 1993 y que ha generado brotes en Europa y Sudamérica en la última década; la peste, enfermedad histórica que causó enormes epidemias en siglos pasados y es transmitida de los roedores a los humanos por pulgas y que ha reaparecido en África y la India como resultado de las grandes sequías seguidas de inundaciones y que se ha favorecida por las condiciones deficientes de higiene. El cambio climático además de exacerbar las enfermedades transmitidas por vectores señaladas anteriormente, puede también aumentar la frecuencia de enfermedades transmitidas por el agua. El aumento en la frecuencia y duración de sequías e inundaciones pueden afectar y disminuir el acceso a fuentes seguras de agua potable, además de que la falta de este útil líquido durante una sequía interfiere con una higiene adecuada. Las inundaciones pueden afectar los desagües y otras fuentes de microorganismos patógenos incrementando así la frecuencia de enfermedades diarreicas. Sin embargo, aquí también es difícil predecir los impactos potenciales del cambio climático sobre las enfermedades relacionadas con el agua porque el acceso a una fuente de agua sana depende principalmente de factores socio-económicos. Se ha formulado la hipótesis de que las temperaturas anormalmente elevadas del mar asociadas con el fenómeno de El Niño en los años 1991 y 1992 contribuyeron a la primera epidemia del siglo XX de cólera en Sudamérica. 17
  • 21. Las corrientes marinas de agua caliente desencadenan el florecimiento de algas tóxicas que pueden favorecer la proliferación de organismos patógenos como el Vibrio cholerae, el agente causal del cólera. Algas y patógenos contaminan a peces y moluscos a través de los cuales se puede transmitir la enfermedad a los humanos consumidores. De lo expuesto anteriormente, se puede deducir que la investigación y el monitoreo de las enfermedades que se sospecha son causadas o exacerbadas por un potencial cambio climático son sumamente complejos. Los patrones diversos y muchas veces no lineales de las respuestas biológicas al cambio climático indican que los modelos cuantitativos muchas veces no serán suficientes para pronosticar los impactos a la salud humana. La vulnerabilidad distinta de cada población alrededor del mundo y los cambios continuos en la salud, hacen que el pronóstico de las influencias climáticas sobre la salud sea altamente problemático. Sin embargo, es importante tener claro que la falta de certeza de los efectos adversos del cambio climático sobre la salud no debe de ser interpretados como la certeza de que no existan tales efectos adversos. Los daños a la salud humana causados por el cambio climático dependerán en gran medida de los pasos que se tomen para prepararse frente a estos peligros: 1. Puesta en marcha de buenos sistemas de vigilancia del clima en su conjunto de manera que sea posible a pronosticar cuando existen condiciones climatológicas o ambientales que pueden conducir a epidemias. 2. Aplicación de buenos sistemas de vigilancia para la emergencia o resurgencia de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores o por el agua a fin de lanzar rápidamente medidas que controlen la proliferación de insectos o roedores e informar al público sobre cómo protegerse o qué hacer en caso de contagio. 3. Estudiar y abarcar los riesgos a la salud humana dentro de un marco basado en la ecología, evaluando los posibles impactos del cambio climático sobre la variedad de especies que conforman al ecosistema. 18
  • 22. 4. Implementación de una colaboración intersectorial de manera que todo lo pertinente a la salud humana sea considerado dentro de técnicas de manejo ambiental. Por ejemplo, el sector salud podría utilizar información generada por los pronósticos del clima para elaborar una planeación más proactiva en este campo. Los puntos anteriores permitirán abordar el problema serio, aunque a veces subestimado, del impacto del cambio climático a la salud humana. Un cambio climático no solamente puede exacerbar los problemas actuales de salud, también puede traer problemas de salud no esperados en la población humana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado una serie de estrategias para tratar de aminorar los impactos a la salud que se han pronosticado, las cuales incluyen: monitoreo de las enfermedades infecciosas, preparación para desastres, mejora de los sistemas de alerta tempranos, mejora del control de la contaminación de agua y aire puesta en marcha de programas de entrenamiento de investigadores y profesionales de la salud. Como respuesta a los requisitos establecidos por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) se creó la Agencia Intersecretarial sobre la Agenda Climática en la cual participa la OMS. Proporciona información sobre los aspectos relacionados con la salud de la Agenda Climática dentro del campo general de “estrategias de evaluación de impactos y respuesta climáticos para reducir la vulnerabilidad”. La OMS ha estado trabajando con la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (WMO y UNEP, por sus siglas en inglés, respectivamente) enfocando sus esfuerzos en tres áreas: formación de capacidades, intercambio de información y promoción de la investigación. 19
  • 23. Por otra parte, el Sistema Global de Observación del Clima (GCOS, por sus siglas en inglés) es un esfuerzo de colaboración entre el WMO, la UNEP y la Comisión Intergubernamental Oceanográfica de la UNESCO y está destinado a ser un sistema de observación global a largo plazo para monitorear de cerca el clima, la variabilidad climática y el cambio climático. Siguiendo el “principio precautorio”, que implica actuar aún en ausencia de pruebas científicas totalmente contundentes, es indispensable ahondar en los estudios que relacionen la salud humana con el cambio climático. Sin embargo, la complejidad de las vías a través de las cuales el cambio climático puede afectar la salud humana dificulta los pronósticos de cómo, cuándo y en qué grado el cambio climático global influirá sobre el bienestar de los seres humanos. Es muy razonable anticipar variaciones en el riesgo de enfermedades y daños físicos como consecuencia de dicho cambio global. Los riesgos incluyen como ya se mencionó: olas de calor y aumento en la contaminación, aumentan en la frecuencia e intensidad de sequías e inundaciones, brotes de epidemias de enfermedades transmitidas por vectores y a través del agua. Enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla, el cólera han resurgido o cobrado nueva fuerza en los últimos años y al parecer el cambio climático global es una de sus causas posibles. El prospecto de un cambio climático que afecte la salud humana produce un desafío importante para los científicos y los tomadores de decisiones. Para los científicos es difícil identificar los impactos del clima actual sobre la salud debido a la gran cantidad de factores sociales, tecnológicos, demográficos y ambientales que hay que tomar en cuenta para los estudios y los modelos computacionales. Para los tomadores de decisiones, lo importante es seleccionar acciones que proporcionen beneficios sobre una gran variedad de posibilidades futuras de cambio climático y que minimicen los costos económicos actuales, los cuales pueden causar en sí mismos impactos negativos en la salud pública. A pesar de estas dificultados, sería muy prudente asegurarse de que los sistemas de salud nacionales estén preparados e informados, y que existan amplios programas de prevención de efectos nocivos del cambio climático sobre la salud humana. 20
  • 24. 2. Patologías humanas, agua y cambio climático Las infecciones en el hombre están íntimamente relacionadas con el medio ambiente, en especial aquellas transmitidas por vectores, aguas y alimentos. El cambio ambiental tiene un gran potencial de selección de distintas enfermedades infecciosas, lo cual favorece la aparición de epidemias. A pesar de ello, establecer una relación directa causa-efecto, clima-enfermedad, no resulta sencillo debido a su condición multifactorial. Por ese motivo se han desarrollado distintos modelos epidemiológicos predictivos teóricos, con el objetivo de determinar el grado de sensibilidad de las distintas enfermedades a las variaciones climáticas y su relación con los brotes infecciosos para poder así implementar medidas preventivas. El cambio climático es un fenómeno emergente con una distribución no equitativa, ya que los mayores riesgos los padecen las poblaciones más pobres, que son las que menos contribuyen en la emisión de gases generadores del efecto invernadero. Un ejemplo de ello es que la emisión en EE.UU., es 7 veces mayor que en China y 19 veces mayor que en África. Durante el siglo XX, la temperatura aumentó aproximadamente 0,6°C. Las proyecciones estiman un aumento entre 1,4- 5,8ºC de la temperatura en el siglo XXI, con aparición de temperaturas extremas, inundaciones y sequías que afectaron la fauna y flora mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que los efectos del cambio climático iniciados en 1970 fueron los responsables del aumento de 150.000 óbitos para el año 2000, cifras que aumentarían en el futuro, principalmente en las poblaciones más vulnerables. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático agrega que los motivos que generaron el calentamiento en los últimos 50 años se relacionan fundamentalmente con las actividades del hombre. La comprensión e interpretación de la interrelación entre el cambio climático con las enfermedades infecciosas requieren un conocimiento multidisciplinario, tanto médico como de biología, entomología, antropología, astronomía, geografía, ciencias exactas. La atmósfera que rodea al planeta es la que permite mantener la temperatura ideal para la vida. 21
  • 25. Está constituida por 5 capas concéntricas de gases, formadas por nitrógeno y oxígeno como componentes principales, que filtran las radiaciones solares. La capa más baja es la troposfera, donde se genera la temperatura de la superficie de la tierra. Está compuesta en mínimas cantidades (1%) por gases denominados "de invernadero", como el dióxido de carbono (CO2), metano, óxido nitroso, entre otros, que son producidos naturalmente y gases industriales fluorados como hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre, generados artificialmente. En pequeñas concentraciones, estos gases son vitales para mantener a la Tierra dentro de temperaturas viables. La tierra recibe y utiliza la energía solar, y parte vuelve a la atmósfera. Los "gases de invernadero" absorben esta energía evitando que escapen de retorno al espacio, calientan tanto la tierra como el aire, y la energía solar queda atrapada por los gases, del mismo modo en que el calor queda atrapado detrás de los vidrios de un invernadero, por lo que se lo denomina "efecto invernadero", descripto por primera vez por Fournier en 1827. El agua es un elemento básico para la vida, pero 1,1 billones de personas no tienen acceso a aguas seguras y 2,4 billones a condiciones básicas de saneamiento. La diarrea infantil continúa siendo la causa mundial más frecuente de muerte. Predecir los impactos potenciales del cambio climático en estas enfermedades es complicado, debido a que el acceso al agua y los alimentos seguros está determinado por condiciones socioeconómicas locales. La escasez de agua lleva al uso de fuentes inapropiadas con el aumento del riesgo de infección. Los alimentos también son fundamentales para la vida. La OMS muestra que 800 millones de personas están malnutridas. El aumento de la población mundial crea el consecuente incremento de la demanda de alimentos, deforestación de bosques y uso de cultivos intensivos que aumentan la producción de gases con efecto invernadero. 22
  • 26. Las enfermedades infecciosas frecuentemente se presentan en forma de brotes. Algunas tienen ciclos epidémicos independientes de factores externos, como el sarampión, otras requieren de la combinación de factores tanto intrínsecos como ambientales. Aun en las situaciones en donde la asociación entre clima y enfermedad parecería ser muy fuerte, resulta importante considerar que los factores no relacionados con el clima también pueden tener impacto sobre el momento y gravedad de un brote. Entre los determinantes más importantes de vulnerabilidad poblacional se encuentra el nivel nutricional e inmunológico de la población y el antecedente de exposición a la infección. Está demostrado que, incluso bajo situaciones ideales de epidemia, para que ello ocurra, es necesaria una determinada cantidad de personas susceptibles. Existen otros factores extrínsecos que tienen que ver con el comportamiento humano, posibilidades de acceso sanitario, habitacionales, migraciones y trabajos. Un ejemplo es el impacto que produce la deforestación en la prevalencia de enfermedades transmitidas por vectores, como paludismo, leishmaniasis y fiebre amarilla, donde las intervenciones provocan un cambio forzoso del hábitat natural del vector, desplazándolo de las áreas rurales a las urbanas, o bien exponiendo al hombre a la adquisición. El cambio climático perturba los ecosistemas naturales y favorece las condiciones ideales para la propagación de las infecciones y epidemias, principalmente relacionadas a vectores, agua y alimentos. Como muchas de las enfermedades infecciosas están en relación directa con las características geográficas y estacionales, la utilización de parámetros climáticos como indicadores predictivos de enfermedad es de interés. Resultados que deberán ser interpretados en su contexto y con precaución. Sin olvidarnos de que existe una fuerte evidencia sobre la influencia antropológica en la interacción clima-enfermedad, como es el ejemplo de las migraciones de grupos poblacionales vinculadas con catástrofes climáticas que se relacionan con epidemias locales. Desde 1990, el aumento en la precisión de los sistemas de predicción climática, conocimientos epidemiológicos y la mejor comprensión de las interacciones entre el clima y las enfermedades infecciosas, motivó la necesidad de desarrollar modelos predictivos de cambios en las enfermedades infecciosas con características epidémicas. Uno de los sistemas de vigilancia epidemiológica que permiten predecir la aparición de brotes es el publicado por la OMS en al año 2005, denominado "early warning system model"(EWS), realizado con el objetivo de lograr una rápida identificación de los brotes epidémicos, como primer paso importante para la implementación de intervenciones eficaces. Este sistema incorpora información relacionada con el clima, medio ambiente y además utiliza sistemas de información geográfica (SIG), que posibilitan predecir a través de modelos matemáticos la aparición de las epidemias, lo cual permite individualizar la sensibilidad de las distintas enfermedades infecciosas a la variabilidad climática e identificar aquellas para las cuales las predicciones climáticas ofrecerían el mayor potencial de control de la enfermedad. 23
  • 27. La mayoría de los expertos coinciden en que las enfermedades infecciosas más frecuentes, en especial las transmitidas por vectores, son altamente sensibles a las variaciones climáticas. De acuerdo a los resultados obtenidos del EWS, respecto del riesgo epidémico y la sensibilidad a las variaciones climáticas, el paludismo dentro de las enfermedades transmitidas por vectores y el cólera entre las relacionadas con el agua y los alimentos, fueron aquellas enfermedades donde se observó una fuerte asociación entre el factor de variación climática y la epidemia. En otras enfermedades, la variación climática tuvo un rol importante, pero no determinante, como en leishmaniasis, dengue, encefalitis virales y meningitis meningocócica, donde aparecen además otros factores relacionados con la epidemia. En el caso de fiebre amarilla, influenza y diarrea, la influencia de la variación climática fue moderada, muy baja para Chagas, parasitosis intestinales, esquistosomiasis y Lyme, y nula para tuberculosis. ¿Cómo interviene el clima en las enfermedades infecciosas?: El impacto climático sobre las enfermedades infecciosas está principalmente relacionado al comportamiento humano, efectos sobre el patógeno y el vector que provocan la enfermedad. Las distintas temperaturas y estaciones del año condicionan cambios en el comportamiento humano, como trabajos, esparcimiento y movilizaciones. Por ejemplo, el aumento de la transmisión del virus de la gripe en invierno donde la gente busca lugares cerrados, o el pico de incidencia de gastroenteritis durante el verano cuando se acostumbra a estar fuera del hogar. Existe una relación directa entre los factores climáticos y los patógenos que provocan enfermedades infecciosas. La mayoría de los virus, parásitos y bacterias no pueden desarrollarse por debajo de ciertos límites de temperatura, como es el caso de Plasmodium falciparum, que requiere temperaturas mayores a 18ºC para desarrollarse. La distribución geográfica y la dinámica poblacional de las enfermedades vectoriales se relacionan con los patrones de temperatura, lluvias y humedad. 24
  • 28. El dengue es la enfermedad viral más frecuente en el mundo. Aedes aegypti está bien adaptado al medio urbano, pero no resiste la desecación. La expansión del área de distribución del Aedes y del dengue están favorecidos por el aumento de la humedad y la temperatura, como de las lluvias, generados por el cambio climático. El calentamiento mundial, influye en la aparición del dengue, tanto por el aumento de las temperaturas y precipitaciones cuanto, por los fenómenos de deforestación, como en Tartagal (Salta), donde el desmoronamiento producido por las lluvias en regiones deforestadas empeoró la condición epidemiológica. El mayor desarrollo del Aedes en Bs As, aparecía luego de varios meses con temperaturas sobre los 20ºC y lluvias acumuladas por sobre los 150 mm. Un marcado descenso se observó por debajo de los 16,5ºC y no se observó desarrollo por debajo de los 14,8ºC. Los cambios en la incidencia del dengue no son exclusivamente climatológicos, existe otros factores relacionados, como la disminución de las medidas de control del vector y fenómenos de urbanización no planificada que alteran el hábitat del mosquito. Ejemplos actuales del avance de las enfermedades vectoriales son la aparición de brotes de dengue en Sudamérica y la aparición de patologías reemergentes o emergentes en zonas inhabituales, como la fiebre amarilla y la leishmaniasis visceral en nuestro país. El acceso a agua potable y a medios adecuados de saneamiento está ligado directamente a la salud humana y al desarrollo. Si bien el porcentaje de personas con acceso a alguna forma de abastecimiento de agua tratada se elevó del 79% en 1990 al 82% en 2.000, más de mil millones de personas en el mundo carecen de acceso a un suministro fijo de agua para consumo. Hay 2,4 mil millones de personas -más de un tercio de la población mundial- que no tienen acceso a un saneamiento adecuado. Los resultados son devastadores. Más de 2,2 millones de personas, en su mayoría en los países en vías de desarrollo, mueren cada año por enfermedades asociadas a condiciones deficientes de agua y de saneamiento. 6,000 niños mueren cada día de enfermedades que pueden prevenirse mejorando las condiciones de agua y de saneamiento. Más de 250 millones de personas sufren de dichas enfermedades cada año. El 70% de la superficie mundial está cubierto por agua, pero el 97,5% del agua se encuentra en mares y océanos, es decir, es agua salada. La mayor concentración de agua dulce se encuentra congelada en los casquetes polares (2,0%) y en el agua subterránea almacenada hasta los 1.000 m de profundidad (0,5%) superando el agua fácilmente accesible de lagos y ríos del mundo. La distribución de agua dulce en el planeta no es equitativa. Aunque muchas regiones cuenten aún con agua suficiente para cubrir las necesidades de cada individuo, se requiere que ésta sea manejada y usada adecuadamente. El agua tiene su propia dinámica en el denominado ciclo hidrológico. A medida que el hombre ha modificado el ciclo natural para poder utilizar el agua para su provecho, se han generado diferentes ciclos artificiales o antrópicos del agua que no sólo modifican su circulación, sino que implican una modificación de sus características, ya que en estos nuevos ciclos el agua ve alterada su calidad. El agua dulce es un recurso renovable a través del ciclo hidrológico natural pero es finito. La contaminación generada por efectos antrópicos agudiza su escasez. En el mundo de hoy, se gastan y utilizan de manera ineficiente grandes cantidades de agua y, a menudo, la demanda está creciendo mucho más rápido de lo que la naturaleza nos puede abastecer. Mientras que la competencia por los recursos hídricos puede ser fuente de conflicto, la historia nos ha mostrado que el agua compartida también puede ser un catalizador para la cooperación. 25
  • 29. . 26
  • 30. En la actualidad, cerca del 40% de la población mundial vive en áreas con problemas hídricos de un nivel moderado-alto. Se estima que para el año 2025 aproximadamente dos tercios de la población mundial, es decir 6 mil millones de personas, vivirán en áreas que enfrenten dichos problemas hídricos. El uso del agua se ha incrementado seis veces durante el último siglo, más del doble de la tasa de crecimiento demográfico. Las pérdidas de agua debido a filtraciones, conexiones clandestinas y desechos suman cerca del 50% de la cantidad de agua que se usa para beber en los países en vías de desarrollo. Alrededor del 90% de las aguas servidas y el 70% de los desechos industriales en los países en vías de desarrollo se descargan sin tratamiento alguno, provocando con frecuencia la contaminación del suministro de agua para consumo. Los ecosistemas de agua dulce han sido severamente dañados: se han perdido cerca de la mitad de los humedales del planeta y más del 20% de las 10.000 especies conocidas de agua dulce en el mundo se han extinguido. A cualquier hora, la mitad de las camas de los hospitales del mundo están ocupadas por pacientes que sufren de enfermedades relacionadas con el agua. En América Latina y el Caribe, actualmente con una población de casi 500 millones de personas, cerca del 85% de la población cuenta con servicios de agua potable, ya sea con conexión o con fácil acceso a una fuente pública. Estas estimaciones de la cobertura sugieren que los niveles de servicio son relativamente altos. Sin embargo, no hay equidad en el acceso y uso de estos servicios y se observan grandes disparidades entre zonas urbanas y rurales. En cuanto al saneamiento, el problema es aún más preocupante, pues 37 millones de habitantes urbanos y 66 millones de habitantes rurales carecen de estos servicios básicos. Solamente el 13,7% de las aguas residuales procedentes de 241 millones de habitantes, cuyas viviendas están conectadas a redes de alcantarillado, recibe algún tratamiento, lo que significa que aproximadamente las aguas servidas procedentes de 208 millones de habitantes son descargadas a los cuerpos receptores sin tratamiento alguno. América del Sur produce alrededor del 26% de los recursos hídricos mundiales. Tiene una moderna red hidrológica con cerca de 6.000 estaciones. El promedio de precipitaciones es de 1.600 mm por año. Las precipitaciones pueden ser muy escasas (20 mm/año en el desierto de Atacama) o muy abundantes (4.000 mm en los Andes al Sur de Chile). El Amazonas es el mayor río del mundo pero el Río de la Plata, el Orinoco, el Paranaiba y el San Francisco también son muy importantes. La descarga promedio en América del Sur para el período 1921-1985 se estimó en 12.000 km3 por año. Hay acuíferos, lagos y reservorios muy grandes y productivos pero la alta densidad de población en ciertas zonas y la falta de tratamiento de los vertidos urbanos causan problemas de contaminación. 27
  • 31. La disponibilidad de agua dulce en algunos países de Latinoamérica muestra una gran heterogeneidad, desde 1.641 m3 por habitante en Perú hasta 61.750 m3 por habitante en Paraguay. Por otra parte, esta distribución de agua no es homogénea hacia el interior de un mismo país. Por ejemplo, en Argentina la mayor disponibilidad de recursos se encuentra en las regiones pampeana y mesopotámica que, por otra parte, concentran la mayor proporción de población y actividades agropecuarias e industriales, siendo el 75% restante del país de árido a semiárido. La extracción anual expresada en términos de porcentaje respecto del total del recurso es mayor para aquellos que poseen menores recursos y, a disponibilidades del mismo orden, se incrementa en función de la población y su calidad de vida. El mayor porcentaje de agua se utiliza en todos los países con fines agrícolas, a excepción de Colombia en el que el uso doméstico es el más importante. Por otra parte, se observa una tendencia de aumento de la superficie bajo riego en las últimas dos décadas. Este hecho está ligado al aumento poblacional y la necesidad de su alimentación. La región Latinoamericana, ha experimentado un crecimiento considerable en su población, la cual se duplicó en la segunda mitad del Siglo XX. Una característica importante de la demografía regional la constituye el continuo desplazamiento de la población rural hacia las ciudades, lo que ha dado como resultado que al llegar al final de la década de los noventa se observe predominio de la población urbana sobre la rural. En el Continente Americano la cobertura total de agua potable, incluyendo conexiones domiciliares y sistemas de fácil acceso es de 90,30%, mientras que en América Latina y el Caribe la cobertura total es de 84,59%, en donde 92,98% corresponde al área urbana y 61,22% a la rural. Estas cifras reflejan una real desigualdad en el acceso, ya que los porcentajes de población sin servicios de agua potable son cinco veces más altos en las zonas rurales que en las urbanas. Al final del segundo milenio, la población total asciende a 498 millones a diferencia de 209 millones en 1960. 26 millones de habitantes urbanos y 51 millones de habitantes rurales carecen de servicios de agua potable, a lo que se suma un porcentaje apreciable que recibe el servicio en forma deficiente en relación con la accesibilidad, la continuidad y la calidad del agua para consumo humano. Comparando la evolución de estos servicios en América Latina con otras regiones del mundo durante las tres últimas décadas, la situación de cobertura podría considerarse aceptable. No obstante, debe tenerse en cuenta que 76,54 millones de personas (15,41%) no tienen acceso a agua potable. A esto se suma el hecho de que alrededor de 53,9 millones de personas (10,86%) se abastecen a través de sistemas definidos como “fácil acceso”. 28
  • 32. En estos casos, al modelo hidráulico se asocian factores de higiene, de saneamiento del medio y de educación sanitaria, lo que puede representar un riesgo significativo para la salud, principalmente para las poblaciones más vulnerables, tales como los niños y ancianos. Los problemas de provisión de servicios son más graves en las zonas periurbanas, principalmente en los cinturones de pobreza que se encuentran alrededor de las grandes y medianas ciudades debido a la migración rural. En las zonas rurales de América Latina y el Caribe, las soluciones en materia de suministro de agua potable todavía se dirigen casi exclusivamente hacia problemas de ingeniería y a la selección y uso de tecnología apropiada al medio. El proceso de provisión de servicios de agua potable y saneamiento en el medio rural, incluye la movilización y la participación de la comunidad, generalmente como una opción de reducción de costos por la oferta de mano de obra local, sin proveer una visión integral del funcionamiento de los sistemas y a más largo plazo de los problemas de operación y mantenimiento de las instalaciones. Luego de la reaparición del cólera en la región, en la mayoría de los países ha aumentado el monitoreo de la calidad del agua potable y mejorado el control de la misma, en particular la desinfección de los sistemas de distribución de agua. Si bien ha mejorado la desinfección del agua, todavía se observa discontinuidad del suministro de cloro a escala local, y la operación y el mantenimiento inadecuados de los sistemas, lo que amenaza la disponibilidad de agua de calidad para todas las poblaciones de manera permanente. La disposición in situ corresponde en un 51,60% al medio rural, lo que se podría considerar adecuado, pero un 26,97% corresponde al medio urbano, lo que se debería considerar inadecuado por los problemas de contaminación del suelo y de las aguas subterráneas que se está causando, debido al mayor impacto que significa la presencia de núcleos más grandes de población. Son varios los sitios donde el contenido de compuestos de nitrógeno de las aguas subterráneas ha aumentado a valores muy altos por el abuso que se ha hecho de disposición de aguas residuales in situ en áreas urbanas. Uno de los aspectos que en la actualidad produce mayor preocupación en los países es la desigualdad que enfrentan los grupos menos favorecidos económicamente con respecto a la provisión de servicios básicos, entre los que se destaca el abastecimiento de agua potable. Las diferencias en el acceso al agua potable no se deben exclusivamente a diferencias en ingresos o gastos de las familias. En las zonas rurales es menor la proporción de personas que cuentan con servicios de conexión domiciliaria, aunque la comparación se haga para grupos de hogares de similares niveles de ingresos. Estas diferencias podrían explicarse por la baja densidad poblacional de las zonas rurales que no permiten afrontar costos fijos propios de la inversión en sistemas de redes públicas o la menor capacidad de estas zonas en captar la atención de las autoridades y los fondos de inversión pública. Las diferencias en el acceso y uso de los servicios de agua potable entre áreas urbanas y rurales son tales que ni siquiera en los deciles de hogares rurales de mayores ingresos la proporción de familias con conexión domiciliaria alcanza a la de los deciles más pobres del ámbito urbano. 29
  • 33. Las familias que no cuentan con conexión domiciliaria de agua potable y tienen que recorrer cierta distancia para poder abastecerse son por lo general familias de bajos ingresos, y el no disponer de acceso con conexión domiciliaria les impone costos adicionales. Asimismo, tanto el tiempo como la distancia tienden a ser mayores en la medida que el tipo de suministro de agua potable sea más deficiente. Brasil y México, los dos países más poblados de América Latina, poseen el 52% de su población. La cobertura total de agua potable es del 88%, siendo 95% en el área urbana. En el área rural la cobertura es del 65%, un 37% de la población con conexión domiciliaria, y un 27,40% con fácil acceso. Los Países Andinos, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela constituyen el 21,5% de la población de América Latina. La cobertura total de agua potable en estos países es del 82%, siendo la cobertura en el área urbana de 90% y la del área rural de 60%. Un 71% de la población total posee conexión domiciliaria, y un 11% conexión con fácil acceso. La cobertura en las zonas rurales es baja, 38% con conexión domiciliaria y 21% con sistemas de fácil acceso. El grupo de países del Cono Sur, integrado por Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, representa el 12% de la población de América Latina. La cobertura total de agua potable en este grupo de países es del 80%. En el área urbana es del 88%, siendo 79% con conexiones domiciliares y 9% con sistemas de fácil acceso. En el medio rural, la cobertura es del 36%, siendo un 28% con conexiones domiciliarias y un 8% con fácil acceso. En las áreas urbanas se está aplicando una política de cloración universal, siendo la desinfección del agua urbana cercana al 100%. Considerando la baja cobertura de abastecimiento de agua en el medio rural, estos países deberían dar mayor atención a este aspecto, especialmente Paraguay donde el porcentaje de población rural es bastante alto (45,81%). Por otro lado, en este grupo de países se está tratando de incrementar la desinfección del agua en el área rural. La cobertura con servicios en las zonas rurales ha aumentado tanto en el caso de abastecimiento de agua como en el del saneamiento. No se ve tanta diferencia en los servicios urbanos. Está previsto un aumento de la población durante los próximos años. Esto significa que, para alcanzar la meta de reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso a servicios de agua y saneamiento antes finales de 2015, se deberá dar acceso a abastecimiento de agua a alrededor de 123 millones de personas más en las áreas urbanas y a 23 millones más en las zonas rurales. América Latina tiene niveles relativamente altos de servicio, pero se caracteriza por grandes diferencias de un área a otra. Se ponen en evidencia grandes disparidades entre áreas urbanas y rurales. Un total de 68 millones de personas no tienen acceso a suministro de agua y 116 millones no poseen saneamiento, la gran mayoría de estas personas vive en América del Sur. Muchos ríos que fluyen a través de América Latina se encuentran contaminados, así como los cuerpos de agua vecinos a ellos. Además, el uso del agua en agricultura es poco eficiente, y no se espera que esto mejore en el futuro ya que no hay otras actividades en gran escala que compitan con la agricultura. Sin embargo, donde el agua es localmente escasa, se obtiene alta eficiencia. En América Latina es dable esperar una gran expansión en la superficie de tierra cultivable, pero es muy probable que la proporción de recursos hídricos renovables asignados al riego permanezcan por debajo del umbral crítico. El agua es un factor estratégico para la generación de las riquezas necesarias para el desarrollo. El hecho de estar involucrada en todas las actividades productivas y su importancia para la vida la convierten en un factor decisivo de la calidad de vida de los pueblos. 30
  • 34. En los diversos países analizados, el acceso y uso de los servicios de agua potable con conexión domiciliaria aumentan en la medida que se consideran grupos de población con mayores niveles de gasto/ingreso per cápita. Desde hace mucho tiempo se reconoce que existe una correlación entre la calidad y cobertura de los servicios de abastecimiento de agua potable y saneamiento con la calidad de vida y la salud. La experiencia indica que las enfermedades y las epidemias de origen hídrico tienden a desaparecer en los lugares bien saneados donde además de una alta cobertura de los servicios, se dispone de calidad en el suministro del agua para consumo humano y en la recolección, tratamiento y disposición sanitaria de las aguas residuales y excretas. A pesar de los progresos hechos en los últimos años, en América Latina y el Caribe todavía se pueden observar problemas de calidad del agua en la mayoría de los países, en general consecuencia de deficiencias en la operación y mantenimiento de los servicios. Sistemas que funcionan con intermitencia, plantas de tratamiento poco eficientes, ausencia o problemas con la desinfección, redes de distribución en condiciones precarias, conexiones domiciliarias clandestinas y mal hechas y problemas con instalaciones domiciliarias, son algunos de los principales factores que contribuyen a comprometer la calidad del agua. A esto se suman los arreglos institucionales y los recursos y mecanismos para control y vigilancia, los cuales en muchos países son inadecuados e insuficientes. En los últimos años, con posterioridad a la epidemia de cólera presentada en América Latina en 1991, se logró un progreso significativo en la desinfección del agua para consumo humano en las áreas urbanas, pudiéndose decir que hay un esfuerzo regional tendiente a lograr un 100% de desinfección. La definición legal de agua potable consiste en proporcionar una lista de compuestos y asociarlos con un nivel tolerable. Desde el punto de vista práctico, la cantidad de sustancias seleccionadas debe ser limitada. 31
  • 35. En las legislaciones de los diferentes países se consideran entre 80 y 130, a pesar de que se sabe que el número de compuestos sintéticos que el hombre maneja es mayor a 70.000 y para muchos de ellos se desconoce el grado de toxicidad. De esta manera, aun cuando un agua pueda cumplir con las normas de potabilización, no se puede asegurar que no exista algún otro contaminante. Los criterios de calidad para agua potable han sido desarrollados tomando en cuenta el empleo de agua de primer uso o sin contaminantes tóxicos sintéticos. Varios países de América Latina y el Caribe han elaborado planes nacionales para el control y vigilancia de la calidad del agua para consumo humano, actividad en la que cuentan con el apoyo de varias agencias de cooperación externa que participan en la implementación de la Declaración de Santa Cruz de la Sierra. Esta Declaración, hecha a finales del Siglo XX, en una conferencia cumbre regional, expresa los fundamentos del saneamiento del agua: servicio universal, inocuidad y protección continua del recurso hídrico dentro del concepto de barreras múltiples. El crecimiento exponencial de la población humana ha creado una constante demanda en el suministro de agua potable; por lo tanto, proteger nuestras escasas fuentes de agua será una de los problemas fundamentales del siglo XXI. En las últimas tres décadas, se incrementó la preocupación por la producción uso y destino final de numerosos productos químicos empleados en la industria, agricultura, ganadería, medicina, etc. Las investigaciones realizadas han demostrado que estas sustancias pueden incorporarse en el medio ambiente, dispersarse y persistir en extensiones muchos más grandes que las esperadas. Algunas de ellas, por ejemplo, plaguicidas, son esparcidos intencionalmente sobre vastas regiones para proteger los distintos tipos de cultivos de plagas; otros, como los subproductos industriales, son vertidos al agua o al aire de manera directa o indirecta. Los productos farmacéuticos y cosméticos, son elementos importantes dentro de la vida moderna, se emplean tanto en la medicina humana como veterinaria. Estas sustancias llegan a las aguas superficiales a través de los residuos cloacales, que pueden estar o no tratados previamente, en forma directa. 32
  • 36. La eficiencia del tratamiento de las aguas residuales, no permite eliminarlos totalmente. Los productos terapéuticos empleados en veterinaria pueden incorporarse en el medio ambiente acuático de manera más directa que los empleados en medicina humana, por medio del uso de abonos elaborados con excretas de animales que recibieron tratamiento previo. Las lluvias hacen que este tipo de compuesto llegue al agua fácilmente. El gran empleo de medicamentos veterinarios en forma profiláctica (antiparasitarios y antibióticos) o como promotores de crecimientos (antibióticos usados en dosis subterapéuticas), sumado al aumento de la cría de animales en espacios cada vez más reducidos hace que la contaminación en áreas rurales con este tipo de sustancias aumente considerablemente. A pesar de la tremenda cantidad de medicamentos consumidos en la actualidad, la información disponible acerca de la detección, transporte y destino final de este tipo de compuestos en el medio ambiente es hoy en día muy escasa. Algunos de los problemas que puede provocar esta contaminación, denominada silenciosa, son: procesos fisiológicos anormales, disminución de la capacidad de reproducción, aumentos de los casos de cáncer, proliferación de cepas bacterianas con extremada resistencia a los antibióticos, potencial incremento de la toxicidad de los compuestos presentes en el medio ambiente por efectos sinérgicos. Los efectos pueden acumularse de manera lenta sin poder detectarse, de allí su denominación silenciosa, hasta un determinado nivel donde los efectos se evidencian y producen cambios irreversibles por efecto cascada. 33
  • 37. Por otro lado, el conocimiento actual de los efectos a largo plazo a niveles bajo de exposición de fármacos en los ecosistemas naturales y en humanos es limitado, y los efectos a exposiciones crónicas a estos compuestos pueden aparecer dentro de algunos años. En los últimos años, la evaluación de la calidad del agua se ha tornado un tema crítico considerando que el agua dulce puede llegar a ser un recurso escaso en el futuro cercano. Esto llevó a estudiar la construcción de índices de calidad. Un índice de calidad es un único número que asigna un valor de calidad a un conjunto de parámetros medidos. La construcción de un índice de calidad resulta en un número que puede ser asociado con un porcentaje de calidad, sencillo de interpretar y construido a partir de criterios científicos de calidad de agua. Esta modalidad permite que el público, y quienes tienen a su cargo la toma de decisiones reciban información sobre la calidad del agua en forma sencilla. En América Latina existen estudios sobre construcción de índices de calidad en el río Suquía (Córdoba, Argentina) y en humedales tropicales en la costa sur de México. El énfasis creciente en proteger las zonas de captación de agua significa que cada vez más los sistemas y empresas de abastecimiento de agua potable, sean públicas o privadas, deberán involucrarse en realizar y patrocinar, conjuntamente con otros actores, programas de manejo de agua a nivel de cuenca y de manejo de cuencas. Hay muchos desafíos en este emprendimiento los cuales son similares para cualquier actor que desee articular acciones a nivel de cuenca para una buena gestión del agua. El agua subterránea es de indudable importancia como fuente de abastecimiento municipal y para uso doméstico e industrial en muchos centros urbanos. Por otra parte, en muchos casos el subsuelo se ha convertido en receptor de efluentes urbanos e industriales e, incluso, de residuos sólidos. Como resultado, hay indicios de que muchos reservorios de agua se encuentran degradados como resultado de sobreexplotación y/o de un control inadecuado de la contaminación. Si bien se han realizado numerosos estudios, aún no se dispone de los datos suficientes como para poder estudiar la calidad de los recursos de agua de acuerdo a su grado de contaminación. Los objetivos de los desarrollos tecnológicos y las innovaciones en relación con la gestión integrada del agua debieran estar centrados en dos temas básicos: la sanidad y el ambiente, ya que todos los otros aspectos pueden incluirse en ellos. Si bien existen innumerables posibilidades de investigación en relación con el medio ambiente hídrico y la salud, se pueden considerar como más relevantes: Los componentes químicos (incluidas las toxinas de algas) y los patógenos presentes en aguas que afectan a la salud. Para alcanzar la meta internacional de desarrollo de reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso a abastecimiento de agua o saneamiento habrá que hacer grandes esfuerzos e inversiones. Desde 1980 se ha invertido mucho en abastecimiento de agua, pero los beneficios para la salud se han visto limitados por los escasos avances en otras esferas, especialmente en el tratamiento de las excretas humanas. 34
  • 38. Las excretas humanas sin tratar provocan enfermedades y significan una enorme amenaza ambiental para los recursos hídricos. El desarrollo sostenible se ha definido como “el desarrollo que atiende las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Deben tenerse en cuenta dos aspectos: la sostenibilidad funcional y la sostenibilidad ambiental. En el caso de la sostenibilidad funcional debe tenerse en cuenta que luego de realizar la inversión inicial de capital debe mantenerse funcionando el sistema ya que corre el riesgo de caer en desuso si no se cuenta con los fondos o las capacidades indispensables para su operación y mantenimiento. En cuanto a la sostenibilidad ambiental debe tenerse en cuenta si la operación del sistema potabilización y depuración) perjudicará al medio ambiente y, con ello, a la salud de la población. 35
  • 39. 3. Agentes patógenos transmitidos por el agua El agua, alimento esencial para los animales incluido el hombre, frecuentemente actúa como vehículo de transmisión de microorganismos entéricos. La materia fecal puede accidentalmente alcanzar una fuente de abastecimiento, siendo la forma más común el ingreso a través de los sistemas de pozo ciego a napas profundas. El Código Alimentario Argentino (CAA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus Guías para la calidad del agua potable, la Directiva 98/83/CE1 y otras normas internacionales, establecen o recomiendan requisitos de calidad para el agua de consumo humano. En general, la normativa establece que el agua es apta bacteriológicamente para consumo si se encuentra exenta de microorganismos patógenos de origen entérico y parasitario intestinal. Ellos transmiten enfermedades tales como salmonelosis (Salmonella), shigelosis (Shigella), cólera (Vibrio Cholerae), amebiasis (Entamoeba histolytica), alteraciones gastrointestinales (Aeromonas mesófilas, Helicobacter pylori, Campylobacter); giardiasis (Giardia lamblia), cristosporidiosis (Crystosporidium), esquistosomiasis (Schistosoma), desórdenes hepáticos (virus de hepatitis), etc. La presencia de microorganismos patógenos en el agua de bebida es un riesgo que se incrementa en las áreas marginales de mayor densidad poblacional o en zonas sin disponibilidad de agua potable. La seguridad que un agua contaminada puede ser causal de enfermedades, ha conducido a la necesidad de controlar rutinariamente la calidad microbiológica de muestras de diversos orígenes. 36
  • 40. Los controles rutinarios de la totalidad de los microorganismos hídricos, potencialmente riesgosos para la salud, resultan difíciles de llevar a cabo debido a la gran variedad de bacterias patógenas cultivables, a la complejidad de los ensayos de aislamientos y a la presencia en baja concentración de varias especies altamente agresivas, sin que el orden detallado indique prioridad. Por esta razón, los análisis bacteriológicos apuntan a la búsqueda de microorganismos indicadores de contaminación fecal y se centralizan en la cuantificación de coliformes. Este grupo está integrado por Enterobacterias, siendo Escherichia coli el indicador universal de contaminación fecal. Para estudiar la relación que existe entre calidad de agua y salud humana, es necesario introducir el concepto de microbiología, y a partir de ello valorar la presencia de organismos microscópicos en agua potable, los efectos de competencia y/o sinérgicos de las distintas especies y la posibilidad de aplicar tecnologías de desinfección. La microbiología es una rama de la biología que estudia seres vivientes de tamaño microscópico que existen como células aisladas o asociadas y también incluye el estudio de virus (microscópicos no celulares). En general, los microorganismos a diferencia de los macroorganismos, son capaces de llevar a cabo procesos de crecimiento, generación de energía y reproducción, independientemente de otras células sean del mismo tipo o diferentes. Las células estudiadas en microbiología pueden pertenecer a dos grandes grupos, eucariotas y procariotas. Las eucariotas constituyen la unidad estructural de protozoarios, hongos y algas cuyo tamaño las incluye en esta especialidad. Son organismos unicelulares o multicelulares que poseen en su interior estructuras limitadas por membranas llamadas organelas (núcleo, mitocondrias y cloroplastos presentes sólo en células capaces de realizar fotosíntesis). Las células procariotas son las bacterias, cuya estructura interna es sencilla. Etimológicamente el término procariota significa ausencia de membrana nuclear. Las bacterias son microorganismos unicelulares que se reproducen por fisión binaria, conocida también como bipartición. Su tamaño, por lo general es menor que el de una célula eucariota típica (por ej. Escherichia coli 0,5 × 2 μm). El crecimiento celular se define como el aumento ordenado de todos los componentes químicos que llevan a un incremento de los constituyentes y estructuras celulares. Los nutrientes, a partir de los cuales los microorganismos sintetizan sus principales biomoléculas y obtienen su energía, están disueltos en agua, razón por la cual el crecimiento celular depende de la disponibilidad de agua. Las distintas especies bacterianas tienen diferentes requerimientos nutricionales (a veces específicos) y condiciones fisicoquímicas que les permiten permanecer viables. Los nutrientes requeridos en grandes cantidades son denominados macronutrientes mientras que los micronutrientes son necesarios en cantidades trazas. Entre los primeros se encuentran C, H, O, N (los más abundantes), P, S, K, Ca, Fe y Na, y entre los segundos podemos citar Cr, Co, Cu, Mn, Mo, Ni, Se, W, V, Zn. Algunos organismos, además de los minerales, necesitan muy pequeñas cantidades de nutrientes de naturaleza orgánica llamados factores de crecimiento. 37
  • 41. El oxígeno es un macronutriente y los microorganismos se pueden dividir en cuatro grupos sobre la base del papel que juega el O2 en su nutrición. Las bacterias aerobias necesitan O2 para crecer; algunas de ellas requieren presiones de oxígeno inferiores a la atmosférica (2 a 10% de O2, en lugar de 20%) y se conocen como microaerófilas. Las anaerobias facultativas pueden realizar metabolismo energético aerobio (respiración aerobia) o anaerobio (respiración anaerobia y fermentación), dependiendo del ambiente, la disponibilidad de oxígeno y la concentración de nutrientes (por ej. las Enterobacterias como E. coli). Las bacterias anaerobias estrictas son aquellas para las cuales el oxígeno resulta tóxico (por ejemplo, Clostridium). Las bacterias anaerobias aerotolerantes al igual que las anteriores, presentan un metabolismo energético anaerobio (fermentación), pero soportan el oxígeno debido a que poseen enzimas detoxificantes (por ej. Streptococcus). El conocimiento de la nutrición microbiana permite el cultivo de los microorganismos en el laboratorio. 38
  • 42. En general, como se ha mencionado, todos los microorganismos tienen requerimientos de macro y micronutrientes semejantes, aunque la forma en que cada uno de ellos es captado y su cantidad relativa pueden variar mucho entre los diferentes géneros. Tanto en los medios artificiales de laboratorio como en el ambiente natural, la nutrición de la célula lleva inicialmente a un aumento de tamaño y peso que precede a la división celular. En la mayoría de los microorganismos, el crecimiento continúa hasta que la célula se divide en dos células hijas mediante el proceso de fisión binaria, el cual conduce al crecimiento de las poblaciones. Es difícil estudiar el crecimiento de la célula individual, especialmente en los microorganismos, debido a que los métodos analíticos no son los suficientemente sensibles como para ser aplicados a estructuras tan pequeñas. Es por esto que habitualmente para evaluar el crecimiento se analiza el aumento de la población microbiana. El crecimiento de una población tiene lugar en forma exponencial. Una célula se divide en dos células hijas y luego éstas se dividen a su vez en dos nuevas células, o sea que en cada período de división, la población se duplica por lo que la multiplicación corresponde a una progresión geométrica. El intervalo de tiempo requerido para que una población se duplique se define como tiempo de generación o tiempo de duplicación y se representa con la letra g. A pesar que las bacterias son capaces de crecer en un amplio rango de condiciones ambientales y utilizar diversos nutrientes, el crecimiento máximo, para una dada especie, se lleva a cabo bajo condiciones óptimas de pH y temperatura. El método más usado para determinar el tiempo de generación consiste en inocular el medio de cultivo apropiado con las células bajo estudio. Al cabo de determinados intervalos de tiempo, bajo condiciones óptimas, se toman muestras para el recuento de microorganismos. Al inicio del crecimiento, los microorganismos requieren un período de adaptación al nuevo ambiente. Esta es la fase de latencia o fase lag. En ella, las células sintetizan enzimas involucradas en el metabolismo de los nutrientes disponibles, se incrementa la síntesis de macromoléculas como RNA y proteínas. Si las células provienen de un medio de cultivo diferente, o de un cultivo agotado (viejo) con acumulación de metabolitos tóxicos para las células, éstas requerirán mayor tiempo para reiniciar el crecimiento activo y presentarán una fase lag larga. 39
  • 43. En contraposición, si las células provienen de un medio idéntico y han sido obtenidas de un cultivo joven, la fase de latencia será corta o inexistente. Existen otros factores que pueden influir sobre la fase de latencia: cantidad de microorganismos sembrados (inoculo), daño que pudieron sufrir las células por la acción de radiaciones, calor, sustancias antimicrobianas, etc. En la fase logarítmica o fase exponencial, las células se dividen regularmente según el tiempo de generación de cada especie. Por ejemplo, E. coli en un determinado medio de cultivo puede dividirse cada 20 min durante la fase exponencial, mientras que, si el crecimiento se produce en un medio más pobre, la división puede suceder cada 30 min o más. Como consecuencia del agotamiento de nutrientes o la acumulación de productos tóxicos del metabolismo, disminuye la velocidad de crecimiento hasta que llega a detenerse. En este punto, se dice que el cultivo está en fase estacionaria. La transición entre la fase log y estacionaria, implica una etapa de crecimiento desequilibrado (crecimiento no balanceado) durante el cual los componentes celulares son sintetizados a diferentes velocidades. En consecuencia, las células en fase estacionaria tienen una composición química diferente a la de las células en fase exponencial. El número de células viables permanece constante, porque mientras algunas de ellas se dividen, otras mueren. Las células viables continúan produciendo ácidos y productos tóxicos. Algunas células muertas se lisan y liberan enzimas (proteasas, nucleasas y lipasas) que degradan las macromoléculas a moléculas más pequeñas, las que a su vez serán usadas por las células vivas. Esta fase puede extenderse desde horas hasta varios días dependiendo de la especie bacteriana. Si la incubación del cultivo se prolonga varias horas después que la población ha alcanzado la fase estacionaria, las células alcanzarán la fase de muerte que se caracteriza porque k es constante, indicando que el número de células vivas decrece con el tiempo en progresión geométrica. Conocer la respuesta de los microorganismos a su medio ambiente es importante para darles condiciones óptimas de desarrollo o, por el contrario, para inhibir su crecimiento. Es decir, permite ejercer un control del crecimiento microbiano. La temperatura es uno de los factores ambientales más importantes por su amplia aplicación. Temperaturas extremadamente bajas y extremadamente elevadas, se utilizan de manera corriente para la conservación de microorganismos o para provocar su muerte respectivamente. La razón para ello es que, a temperaturas extremadamente bajas, tanto la membrana plasmática como el citoplasma microbiano pierden fluidez disminuyendo o deteniendo completamente el transporte de nutrientes desde el medio externo y las reacciones enzimáticas propias del metabolismo que permitirían la utilización de estos nutrientes. 40
  • 44. Por el contrario, temperaturas demasiado elevadas, inactivan sistemas enzimáticos, desnaturalizan proteínas y dañan las envolturas celulares llevando a la lisis térmica. Existe, entre ambos extremos, un intervalo de temperatura de crecimiento en el cual un dado microorganismo es capaz de incorporar nutrientes del medio ambiente, conducirlos por los caminos catabólicos y anabólicos necesarios para el crecimiento y división celular, que da como resultado el crecimiento de una población. Dentro de este intervalo, se distingue una temperatura óptima en la que tanto el transporte como el metabolismo alcanzan la máxima velocidad en el ambiente en el que se encuentra el microorganismo. Los tres valores de temperatura, mínima, óptima y máxima, se conocen como temperaturas cardinales. En base a ellas podemos clasificar los microorganismos en grupos compuestos por organismos muy diferentes entre sí pero que presentan gran similitud en su comportamiento frente a la temperatura. Otro factor importante para el crecimiento microbiano es la concentración de iones hidrógeno. En general, los ambientes naturales tienen un pH comprendido entre 5 y 9, y la mayoría de los microorganismos crecen dentro de esos valores. Sin embargo, algunos pueden desarrollar a valores de pH inferiores o superiores a los indicados. Los valores de pH superiores e inferiores al rango que corresponde a un dado microorganismo son nocivos, ya que afectan la estabilidad de la membrana plasmática, inhiben enzimas, y alteran el transporte de solutos y la nutrición. Muchos nutrientes ingresan a las células atravesando la membrana plasmática por transporte pasivo, el que sólo puede llevarse a cabo si los nutrientes están en su forma no ionizada. El pH del ambiente puede tener un efecto nocivo indirecto sobre los microorganismos, produciendo ionización de algunos nutrientes e impidiendo su utilización. Todos los microorganismos poseen mecanismos de regulación del pH citoplasmático que les permite mantener su valor constante. El mantenimiento de un pH constante en el citoplasma es muy importante para la supervivencia de los microorganismos ya que la acidificación o alcalinización del mismo lleva a la desnaturalización de componentes vitales de la célula (proteínas a pH bajo y ácidos nucleicos a pH elevado). Éste es el efecto nocivo directo del pH del ambiente. 41
  • 45. Todos los microorganismos requieren agua para vivir; y la disponibilidad de agua se expresa como actividad de agua (aw). La actividad está dada por la presión de vapor de agua en el aire que se encuentra en equilibrio con una solución o sustancia, con relación a la presión de vapor del agua pura. Su valor varía de 0 a 1, siendo más alto cuánto más agua libre tiene el ambiente. En el ambiente en el que desarrollan los microorganismos, no toda el agua está disponible. La actividad de agua es alterada por dos efectos: el osmótico (interacción con solutos) y el mátrico (adsorción a superficies). Por ambos efectos, la disponibilidad de agua puede ser baja, y en ese caso, los microorganismos tienen dificultades para incorporar nutrientes, limitando esto su desarrollo. Según el rango de aw al que crecen, los microorganismos se clasifican en: normales (aw=1-0,95) como Streptococcus, osmotolerantes (aw=0,95-0,80) como Staphylococcus, osmófilos (aw=0,80-0,75) y osmófilos extremos (aw=0,75-0,63). Los ambientes de alta osmolaridad contienen principalmente altas concentraciones de cloruro de sodio o azúcares. Los microorganismos que toleran o requieren NaCl se pueden clasificar en halotolerantes (toleran elevadas concentraciones de ClNa pero no lo requieren, por ej. Staphylococcus aureus), halófilos moderados (suelen ser bacterias marinas que viven en concentraciones NaCl igual a 0,5 M y tienen requerimientos concretos de aw equivalente a la de agua de mar, así como concentraciones determinadas de iones Na+), halófilos extremos o hiperhalófilos (por ej. Halobacterium y Halococcus que requieren concentraciones saturantes de sales, 4 a 7 M de NaCl). La naturaleza de las paredes celulares favorece la ubicación de las bacterias en la superficie del líquido, para optimizar la energía superficial. En esas condiciones, la depleción local de nutrientes puede ocurrir rápidamente; se establecen gradientes pronunciados de nutrientes y de oxígeno, en direcciones opuestas. Para evitar estos efectos se utiliza, en los medios de cultivo, tensoactivos o surfactantes que reducen la tensión superficial y permiten el desarrollo de los microorganismos de manera uniforme en todo el medio. Las radiaciones UV y las radiaciones de menor longitud de onda (ionizantes) tienen fuertes efectos sobre los sistemas biológicos, tanto mutacionales como letales. 42