plantea la importancia del lenguaje del docente en los procesos pedagógicos, no lo califica o lo descalifica, sino que a partir del conocimiento de su oralidad y su lenguaje corporal, podemos conocer la forma de generar procesos por parte del docente
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El instrumental cognitivo de la hermenéutica
1. La Hermenéutica analógica para comprender los
lenguajes de los docentes
Lenguaje y realidad
En la posibilidad hermenéutica de la interpretación que aquí se asume, se
concibe al lenguaje como construcción sociohistórica, y dicha construcción
responde en primer lugar a la representación que los sujetos han hecho de las
relaciones que mantienen con el entorno físico y social; en consecuencia, el
sujeto sólo puede tener acercamientos y/o aproximaciones, construcciones,
representaciones, interpretaciones, con aquello con lo que ha establecido una
cierta interacción, que de una u otra manera la ha interiorizado porque le
permiten explicar lo que acontece en su espacio vital, explicación que no
siempre tiene la virtud de corresponder a la realidad de la cosa o fenómeno que
se intenta explicar, dicha construcción que los sujetos hacen de la realidad que
viven, está codificada, es decir, que los signos o símbolos que se emplean para
referirse a la cosa, son convencionales en ese contexto social, tienen su lógica
y forma específica de expresión (código) sea este oral, mímico o gráfico o
incluso factual; el lenguaje entonces, cumple la función de transmitir y de
cohesionar las representaciones del mundo que determinada cultura ha
construido, ésta, como quiera que sea, independientemente de si la
representación y construcción que se haga, correspondan a la onticidad y
devenir de la cosa, a la apariencia o al pseudoconcreto como afirma Kosik; el
lenguaje será la herramienta y recurso privilegiado, el lenguaje como
instrumento iconizante cuyo código permite relacionar o separar a los sujetos,
es una abstracción que solo la especie humana ha sido capaz de generar, por
lo mismo, es también subjetividad, particularidad e individualidad, permite
también llegar a consensos y especificar disensos; como recurso cognoscitivo
que permite darle significatividad al mundo.
Es también posibilidad para arribar a procesos complejos de pensamiento y en
su estructura conceptual, su misma complejidad al nombrar las cosas del
mundo, complejiza la estructura de pensamiento del sujeto que se apropia de
éste. Así entonces, el lenguaje es herramienta y medio, signo y significante,
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2. código y representación, que de manera convencional son medios de
explicación y acceso a lo real. Es también en uso emergente del término, el
factor icónico que desnuda la superficialidad del ser y muestra categórico la
esencialidad sea esta fantasmal o molarmente amplia. Desde el ropaje que
cubre la similitud humana hasta la palabra que nutre o enferma, que vitaliza o
depreda, que comunaliza o fragmenta, que esclaviza o emancipa.
Por ende, también es cultura, cosmogonía, visión y cosmovisión del mundo, en
la expresión lingüística se hace presente o subyace la concepción hegemónica
de lo que es válido, creíble, aceptable o viceversa, lo no creíble, insustancial o
inaceptable; es decir, el lenguaje es expresión de poder, si este se emplea con
la intención de dominio para afianzar una posición de grupo que defienda
determinado interés; por otro lado es el instrumento posibilitador de espacios
para la negociación de significados, búsqueda de consensos y comunalizar
intenciones o expectativas de futuro, en él se encuentra lo prohibido o lo ideal,
luego entonces, la manera de cómo el sujeto se expresa, comunica e
interaccione con los otros, conlleva una manera de asumir un rol en la
sociedad, sea de conformismo o de irreverencia, porque el lenguaje es
además: aceptación-sumisión o proscripción y/o rebeldía.
Lo anterior nos da una idea de qué tan importante es que el docente en su
relación con los educandos, maneje un lenguaje y un código que le dé
significado a su entorno próximo, sea capaz de incorporar en su discurso los
referentes lingüísticos de la cultura de quienes presentes en su espacio de
ejercicio profesional, participan pasivos o activos en el proceso educativo que
emprenda; es decir, que gestione situaciones y procesos de aprendizaje que
desarrollen las capacidades de quienes son partícipes y destinatarios de su
acción pedagógica, teniendo como premisa el diálogo cultural y no la extensión
de sus referentes y concepciones particulares del mundo.
La trascendencia del lenguaje como recurso privilegiado para ampliar el
horizonte cultural de quienes lo utilizan es vital, sin embargo, en este
acercamiento a los otros, implica poner el lenguaje de todas las culturas en un
nivel de equivalencia, es decir, ningún código lingüístico por dominante que sea
(en cuanto a número de hablantes o en cuanto al país que se expresa con
éste), puede decirse que es mejor que los otros, más bien, todas las lenguas
son expresiones de la realidad o de cada realidad o contexto donde se
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3. desarrollaron, por lo tanto, hacer equivalentes las lenguas e incorporar
elementos de los otros códigos abre la posibilidad de enriquecer la
lingüisticidad humana, como dice Gadamer: “El lenguaje es universal y de
ningún modo un todo cerrado. Pero justamente es en esta universalidad común
se anuncia la proximidad entre lingüisticidad y razón.”
Acercar las distintas expresiones lingüísticas implica aproximar su significación,
su mutua influencia y por lo tanto la interculturalidad de los grupos sociales que
la realizan, con ello no solo se acercan los códigos, las equivalencias en cuanto
a nombrar las cosas del mundo, sino también los procesos de acequibilidad a
este, su comprensión, los entramados y racionalidad que subyacen en la
manera que ha hecho posible la representación del mundo, del quehacer del
hombre en éste.
En esta lógica, el proceso educativo concebido como acción pedagógica,
necesariamente se inserta en una actuación que implica adoptar una actitud de
humildad para estar en consonancia con el otro, reconocer los códigos, la
visión y cosmovisión de quienes son los actores en el proceso, no es un acto
de imposición de concepciones culturales, no es culturalizar, enculturar o algo
semejante, sino la oportunidad de poner en interacción nuestras culturas
(interculturizar), negociación de significados, entre otros.
En sintonía con Gadamer podemos afirmar: “No hay una primera palabra si no
hay una segunda palabra, y no puede haber una segunda palabra si no hay
lenguaje. Pero, sólo hay lenguaje en la relación que mantenemos unos con
otros en la conversación.”
Ya en materia.
La actividad docente manifiesta en su acción un cúmulo de formas de
concreción que como totalidad denotan en su práctica docente, cierta
iconización; en ella se mixturan diferentes actos en los que destaca el lenguaje
como el máximo instrumento para la transmisión o construcción del saber.
En el lenguaje se puede si así se pretende, encontrar la sintomatología de
diversidad de conceptos y categorías que concientes o inconscientes se
muestran en esto actos, haciendo uso de esta forma de comunicación tenemos
que existen tantos conceptos, categorías, problemáticas como docentes
existen; si nos detenemos en esta vertiente tendríamos pocas oportunidades
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4. de recorrer la cortina y observar situaciones presentes problemáticas o no, en
función de la gama infinita de situaciones particulares.
Pretendemos por el contrario situar nuestro ejercicio hermenéutico en asuntos
más bien próximos y objetivos, es decir nuestra razón de interpretar se centra
en escudriñar el pensamiento, el paradigma conciente o no que se expresa a
través del lenguaje del docente en situaciones de transmisión o construcción de
conocimientos en condiciones áulicas.
Así, el lenguaje más allá de su gramaticalidad es pensamiento y modo
constitutivo de la conciencia que se manifiesta en situaciones de comunicación,
imposición o simplemente acciones verbalistas, gestuales y/o factuales. Es
cuerpo en acción, es gesto y símbolo que dice o dicta que aprueba o
desaprueba, también es posibilidad dialógica o impedimento de él. Es el
lenguaje que nos interesa, el que de uso cotidiano se erige como recurso de
enseñanza o como posibilitador de aprendizajes.
Lenguaje y docencia o docencia y lenguaje es el binomio demostrativo de
polaridades encontradas o fusionadas en un horizonte, en sentido analógico el
lenguaje docente es el vehículo del pensamiento o el pensamiento vehiculizado
que fluye gota a gota o en torrente que se despeña, así no sentenciaremos la
oralidad textual, ni la connotación simbólica de él, sino en esta gama de
acciones y manifestaciones del lenguaje, encontraremos el abrevadero para
hacer una interpretación hermenéutica analógica.
Hermeneuta filibustero
Isaac Ángeles Contreras
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