El siguiente documento expone una breve reflexión sobre el juego y la vida, frente a lo propuesto en el libro: Caillois, R., (1986), Los juegos y los hombre. La máscara y el vértigo.
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El juego y la vida.
1. UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD CIENCIAS Y EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFANTIL
JUEGO, TECNOLOGÍA Y CONOCIMIENTO
PROFESOR ORLANDO TORRES
Presentado por: Mariana Espitia Sierra 20161187033
EL JUEGO Y LA VIDA
El presente escrito tiene como objeto plantear una breve reflexión sobre lo propuesto en el
libro. Caillois, R., (1986), Los juegos y los hombre. La máscara y el vértigo. Este tiene como
tema central el significado del juego como un proceso diverso e infinito en oposición al
trabajo, cuya herramienta anticipa las acciones del adulto, y la vida.
Dado esto, es posible afirmar y apoyar la concepción del juego como un mecanismo de
civilización que influye en la subjetividad del sujeto niño, puesto que en esta interacción se
tiene en cuenta al otro y se es consciente de su integridad mediante las reglas o restricciones
que lo componen, y que son aceptadas por los participantes destinados a ganar o fracasar,
poniendo de manifiesto habilidades cuya meta radica en no descuidar los aspectos que le
permitirán llegar al triunfo y sentir el placer de vencer el obstáculo.
Por consiguiente se encuentra como motivo de reflexión la afirmación de concebir al juego
como una acción libre, puesto que como todos los individuos hemos experimentado en la
cotidianidad, el juego es el escape momentáneo, en el que se deja de lado lo demás para
adentrarse en él, un nuevo mundo del que el adulto tampoco escapa, y que de manera casi
espontánea interfieren diferentes emociones o sentimientos por parte de los jugadores,
además de que esto pierden sentido cuando se ejerce un tipo de presión o influencia en el
otro.
Otro aspecto considerado relevante son los tiempos y espacios en los que se implementa y
desarrolla el juego, debido a que como es una actividad libre son generalmente escogidos por
lo jugadores, como una designación que tiene sentido para todos. Razón por la que se
establece que cuando un jugador culmina el proceso por incumplir las reglas acuñadas o por
voluntad propia debe salir de los espacios enmarcados por los demás participantes, esto como
un mecanismo que funciona en la infancia para comprender la dinámica de los mismos y así
entender lo que significa hacerse partícipe del juego, debido a que son los niños los que
defienden las restricciones que se estipulan.
Ahora bien, para que el juego logre mantener al jugador absorbido, debe provocar
incertidumbre o ser de carácter ficticio, esto como el atractivo en que los participantes y
espectadores centran la atención, y que sin lugar a dudas estos últimos usan como el interés
2. por hacerse partícipes. Esto debe tenerse en cuenta al momento de proponer un juego,
independientemente de cúal sea, tal y como se afirma al inicio del presente escrito la
diversidad del mismo, como la posibilidad de escoger el que más se acople a la necesidad de
quién lo promueve cuyo objetivo sea potenciar una habilidad o brindar nuevos espacios de
entretenimiento a los jugadores, pues si bien “...el juego es una actividad libre e incierta”.
Huizinga, J. (1933) no quiere decir que esta no pueda ser propuesta con el fin de observar
algo en especifico.
A modo de conclusión se afirma que el juego como actividad libre es el proceso que le
permite al niño y al adulto salir de la cotidianidad y adentrarse en un nuevo mundo que sea de
su interés y que posibilita el desarrollo de diferentes habilidades.
BIBLIOGRAFÍA:
● Caillois, R., (1986), Los juegos y los hombre. La máscara y el vértigo.