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La Restauración de Israel es un tema crucial para poder comprender la profecía bíblica y los
designios de Yahvéh para el pueblo de Israel y las naciones del mundo. Este tema es una de las
bases y premisas más fundamentales que debe conocer cualquier persona que esté en búsqueda de la
verdad en las Escrituras.

La piedra fundamental sobre la que se desarrolla el tema de la Restauración de Israel, se encuentra
en el libro de Bereshit/Génesis con Abraham avinu, cuando leemos que Yahvéh hace una promesa
con él, como leemos en el capítulo 13, versículos 14 y 15.

        “Y Yahvéh dijo a Abram, después que Lot se había ido de su lado: “Mira por todo alrededor
        de ti desde donde estás, al norte, al sur, al este y al oeste. Toda la tierra que ves Yo la
        daré a ti y a tu descendencia para siempre […]””.

Podemos ver que Yahvéh hace una promesa a Abram de que multiplicaría la semilla de su propio
cuerpo o su esperma, y que su futura descendencia heredaría la Tierra de Israel para siempre. En el
momento preciso de la promesa Abram se encontraba en Israel.

Más adelante, en el versículo 16 de Bereshit/Génesis 13, leemos:

        “[…] y Yo haré tu descendencia] tan numerosa como la arena en la tierra – que si una
        persona puede contar la arena en la tierra, entonces tu descendencia puede ser contada.”

Es así, que antes de que Yahvéh cumpliera su promesa a Abram avinu, ya le había sido dicho que
sería tan grande su descendencia, que sería imposible que fuera contada. La comparación de su
descendencia con la arena de la tierra nos permite divisar la firme promesa de Yahvéh hecha a
Abram, y es que sabemos que el hombre es humanamente incapaz de hacer un conteo de la arena de
toda la Tierra.

Esta promesa vemos que es literal y por ello, no necesita mayores explicaciones o interpretaciones
que la distorsionen de su sentido real. Abram mismo comprendió el sentido literal de la promesa, lo
veremos más adelante.

En Bereshit/Génesis 15:1, podemos ver a Yahvéh animando a Abram a cumplir su decreto de salir
de su tierra y de la casa de su padre cuando en los versículos 2 y 3 Abram le objeta a Yahvéh que no
le ha dado hijos aún y que será Eliezer, su siervo, quien terminaría heredando todas sus posesiones,
así también, su promesa de multiplicación física. No obstante, en el versículo 16, vemos que Yahvéh
le confirma que será un descendiente físico de su propio cuerpo quien terminará heredándole.

        “Pero la palabra de Yahvéh vino a él: "Este hombre no será tu heredero. No, tu heredero
        será un hijo de tu propio cuerpo."”

Además, podemos ver en el versículo 5 que Yahvéh saca a Abram de su tienda y le pide que vea el
firmamento y vuelve a confirmar Su promesa, en esta ocasión, comparándola con las estrellas del
cielo.


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        “Entonces Él lo llevó afuera, y le dijo: "Mira al firmamento, y cuenta las estrellas – ¡si tú
        las puedes contar! ¡Tú descendencia será tan numerosa!"”

Comprobamos entonces que es por medio de un hijo físico de Abram avinu que la promesa vendría
a ser hecha realidad y que esta misma descendencia heredaría la Tierra de Israel. De ningún modo
se podría considerar a Eliezer, siervo de Abram, como un posible candidato a llenar la promesa de
Yahvéh. Y sabemos, además, que quien llegara a ser el hijo de la promesa, sería por voluntad divina
de Yahvéh sobre la vida de Abram; descartando así, el futuro ofrecimiento de Sara, mujer de
Abram.

La descendencia del Patriarca sería tan grande, que fue comparada con las estrellas del cielo,
dejando así de lado cualquier esperanza de poder definir con una muestra o un censo, quienes serían
efectivamente, los hijos de Abram. No habría manera de saberlo por ningún medio humano.
Tan es así, que podemos estar seguros que solamente Yahvéh lo sabe bien y que aún, con los
medios de la astronomía actual, apenas se puede hacer un estimado de las estrellas del cielo, y esos
cálculos son muy reservados.

Tenemos entonces una sola promesa hecha a Abram y sabemos que quien llegara a ser esa
descendencia prometida, tendría que ser en cantidad, como la arena de la tierra y como las estrellas
del cielo. Vemos que Abram le creyó a Yahvéh Su promesa en el versículo 6, y fue considerado
justificado delante de Él.

        “Abram creyó en La Palabra de Yahvéh, y Él se lo acreditó a como justificación.”

El hecho que se pretenda encontrar otro sentido o significado a la promesa de Yahvéh a Abram,
sería dudar de la promesa hecha y hacer lo contrario a lo que el Patriarca hizo. Es una promesa de
multiplicación de su semen literal y como tal debemos entenderla.

Más adelante en el relato de Bereshit/Génesis, en el capítulo 16, vemos un ofrecimiento de Sara a
Abram de llegarse a su sierva Hagar para que ésta le diera hijos. De esa relación de Abram con
Hagar nació Ismael/Ismael, primer hijo físico del Patriarca, lo podemos ver en el versículo 15:

        “Hagar dio a luz para Abram un hijo, y Abram llamó al hijo el cual Hagar había dado a luz
        Ismael [Elohim oirá].”

Hay que notar que aunque la voluntad divina accedió al nacimiento de Ismael, no se le puede
considerar como el hijo de la promesa, dado que Sara era la esposa de Abram y no Hagar. Es
decir, la promesa vendría a ser hecha por medio de un hijo de Abram con Sara; de ahí parte la
promesa, y es que sabemos que Sara era infértil, como leemos en Bereshit/Génesis 16:2, dice:

        “[…] así que Sara dijo a Abram: "Mira, Yahvéh no me ha permitido tener hijos; ve y
        duerme con mi esclava. Quizá yo podré tener hijos por medio de ella." Abram escuchó lo
        que Sara dijo.”

Tiempo después, Yahvéh habla de nuevo con Abram, cuando éste tenía 99 años de edad, y le dice
que sería padre de muchas naciones o hamón goyím. Lo cual implica multitud de pueblos saldrían
del Patriarca. Leemos en Bereshit/Génesis 17:4, lo siguiente:

        “En cuanto a mí, este es mi Pacto contigo: tú serás el padre de muchas naciones.”



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Ahora bien, en el hebreo, la misma cita dice:

        “Aní hiné berití itáj vehayíta leáb hamón goyím.”

El término hamón goyím, hace referencia a una multitud de naciones. En el pensamiento judío es
usualmente dicho con respecto a las naciones extranjeras o gentiles la palabra gentiles, pero aquí
vemos que también se la utiliza para referirse a la descendencia de Abram, y podemos con ello,
contemplar el plan divino de Yahvéh.

Además, esta misma promesa no vendría sino por medio de un cambio de nombre al Patriarca, es
decir, el nombre que tendría sería Abraham y no Abram. A partir de éste punto podemos dilucidar
los tintes de majestad de la promesa de Yahvéh.

De tal manera, que en los versos siguientes, podemos ver que muchas naciones vendrían por medio
de Abraham, así como reyes de la nación y el futuro Rey de Israel, es decir, el Mesías. Leamos
Bereshit/Génesis 17:5-6, dice:

        “Tu nombre ya no será Abram [padre exaltado], sino tu nombre será Abraham [padre de
        muchos], porque Yo te he hecho padre de muchas naciones. Yo te causaré ser muy
        fructífero. Yo haré naciones de ti, reyes descenderán de ti.”

Posteriormente, en el versículo 7, leemos que Yahvéh establece Su pacto no solamente entre
Abraham y Yahvéh mismo, sino que también con su descendencia para siempre con el respecto der
ser Elohim para ellos y nunca abandonarlos, dice:

        “Yo estoy estableciendo mi Pacto entre Mi Palabra y tú, junto con tu descendencia después
        de ti, generación por generación, como Pacto perpetuo, de ser Elohim para ti y tu
        descendencia después de ti.”

En otras palabras, la descendencia de Abraham tenía asegurado que Yahvéh seria Elohim para ellos
por todas sus generaciones, no importando quienes llegaran a ser posteriormente o donde se
encontraran. Esta una promesa incondicional.

Después del nacimiento de Ismael, tenemos en el libro de Bereshit/Génesis 17:19 que Yahvéh le
menciona a Abraham quien será el hijo de la promesa que le había hecho, leamos:

        “Elohim respondió: "No, pero Sara tu esposa te dará a luz un hijo, y tú lo llamarás Isaac
        [risa]. Yo estableceré mi Pacto con él como Pacto perpetuo para su descendencia
        después de él.”

Vemos también, una confirmación de la promesa hecha a Abraham después que éste pasara la
prueba de la atadura de Isaac, como leemos en el versículo 22 de Bereshit/Génesis 17, dice:

        “Yo en verdad bendiciendo te bendeciré; y Yo en verdad multiplicando te multiplicaré tu
        descendencia a tantos como hay estrellas en el firmamento o granos de arena en la
        costa del mar. Tu descendencia poseerá las ciudades de sus enemigos.”

Y hace además, una promesa asombrosa, mencionando en el versículo 18, que de su propia
descendencia, misma que llenaría prácticamente toda la Tierra, vendría uno por medio del cual
todas las naciones de la Tierra, o gentiles, serán bendecidos, y éste no es otro, sino el Mesías.



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        “[…] y por tu descendencia todas las naciones de la tierra serán benditas – porque tú
        obedeciste mi orden.”

Posteriormente, y tras Abraham buscar esposa para Isaac, encuentra por medio del Ruaj
HaKodesh, o espíritu de santidad, a Rebeca, por quien su familia eleva una bendición al cielo
profetizando que ella misma sería el medio por el cual la promesa de Yahvéh de multiplicación de la
descendencia de Abraham se llevaría a cabo, leamos Bereshit/Génesis 22:60, dice:

        “Ellos bendijeron a Rebeca con estas palabras: "Nuestra hermana, que tú seas la madre de
        millones, y que tu descendencia posea las ciudades de aquellos que los odian.”

Continuando con el relato de Bereshit/Génesis, tenemos que el capítulo 26, versículo 4 que Yahvéh
ratifica su promesa en Isaac, y aún lo vemos desde el versículo 3:

        “Quédate en esta tierra, y Yo estaré contigo y te bendeciré, porque Yo daré todas estas
        tierras a ti y a tu descendencia. Yo cumpliré mi juramento que hice a Abraham tu padre
        – Yo haré tu descendencia tan numerosa como las estrellas en el firmamento, Yo daré todas
        estas tierras a tu descendencia, y por tu descendencia todas las naciones de la tierra se
        bendecirán a sí.”

Sabemos pues, y confirmado por la cita anterior, que no será por medio de un gentil como Eliezer o
por medio de un hijo de un deseo humano, como Ismael, que Yahvéh traería a cumplimiento su
promesa de multiplicación del esperma de Abraham, sino que sería por medio de Isaac.

Ahora bien, ¿la promesa que Yahvéh haría con Isaac no es similar a la que hizo con Abraham? En
efecto que lo es. La promesa pasaría entonces de Abraham a Isaac, su hijo, y sabemos por medio del
Brit Hadashah/Pacto Renovado, que, efectivamente, Isaac es el hijo de la promesa, leamos el libro
de Galutyah/Gálatas 4:28, dice:

        “Ustedes, hermanos, como Isaac, son los hijos a los que se refiere la promesa de Yahvéh.”

De tal modo, tenemos después a Isaac bendiciendo a uno de sus dos hijos, es decir, a Jacob, en
donde le dice que su descendencia sería multiplicada en gran forma y que formaría una asamblea de
naciones o comunidad de pueblos, leemos esto en Bereshit/Génesis 28:3, dice:

        “Que El [Todopoderoso] Shaddai te bendiga, te haga fructífero y multiplique tu
        descendencia, hasta que se hagan una total asamblea de naciones [gentiles].”

Y, en el versículo 4, tenemos una asombrosa declaración, al concederle Isaac a Jacob, la bendición
de su padre Abraham, leemos:

        “Y que Él te dé la bendición la cual dio a Abraham, a ti y a tu descendencia contigo, para
        que así poseas la tierra por la cual viajarás, la Tierra que Elohim dio a Abraham.”

En otras palabras, podemos ver un poco más del plan divino de Yahvéh para llenar la tierra por
completo y para ser Elohim en todas las naciones, ya que vemos ahora que la promesa lleva el
siguiente cauce: Abraham, Isaac y Jacob.

La promesa hecha a Abraham fue una sola, pero tiene dos vertientes, que son las siguientes. La
primera es que por medio de su descendencia, todas las naciones o gentiles, podrían ser bendecidos,



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y la segunda, es una promesa de multiplicación extremadamente abundante, ya que Yahvéh mismo
la comparó con la arena de la tierra y las estrellas del cielo.

Teniendo entonces Jacob la concesión de la promesa hecha a Abraham avinu, podemos ver en
Bereshit/Génesis 28:13 en el sueño de la “Escalera de Jacob”, que Yahvéh se le aparece en un
encuentro y le afirma la promesa que su padre Isaac le dio:

        “Entonces de repente Yahvéh estaba parado allí junto a él; y Él dijo: "Yo soy Yahvéh el
        Elohim de Abraham tu padre [abuelo] y el Elohim de Isaac. No temas, la Tierra sobre la
        cual estás acostado Yo la daré a ti y a tu descendencia.”

Y, sorpresivamente, en el versículo 14, tenemos que esa misma descendencia de Jacob, sería de
alguna manera llevada a los cuatro puntos cardinales de toda la Tierra.

        “Tu descendencia será tan numerosa como los granos de arena en la tierra. Te expandirás
        hacia el oeste y hacia el este, hacia el norte y hacia el sur. Por ti y tu descendencia todas
        las tribus de la tierra serán bendecidas.”

En otras palabras, el hogar de los hijos de Jacob sería en la Tierra de Israel, pero llegaría hasta los
confines del mundo por el plan divino. No obstante, su residencia permanente, como está
estipulado en la promesa, es en Israel.

Vemos en Bereshit/Génesis 35:10, que de la misma forma en que Yahvéh hizo con Abraham, ahora
hace con Jacob al cambiarle el nombre. Este cambio de nombre responde a un cambio de propósito,
como leemos a continuación:

        “Elohim le dijo: "Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás Jacob; tu nombre será
        Israel." Así que Él le puso por nombre Israel.”

Es decir, será con el nombre de Israel que el Patriarca vendría a ser el medio por el cual Yahvéh
establecería, no solo a una nación, sino a una multitud de naciones. Esta nación en curso sería Israel
y la multitud de naciones serían los gentiles, leamos Bereshit/Génesis 35:11, dice:

        “Además, Elohim le dijo: "Yo soy El [Todopoderoso] Shaddai. Sé fructífero y multiplícate.
        Naciones, ciertamente una asamblea de naciones saldrá de ti; reyes descenderán de ti.”

Y con respecto a la tierra de Israel, se dice en el versículo 12:

        “Además, la tierra que Yo le di a Abraham y a Isaac Yo te la he dado a ti, y será para
        ti y para tu descendencia después de ti que Yo daré esta tierra.”

El curso de la promesa ya es visible entonces, y tenemos en Bereshit/Génesis 35:23 al 26, que es
como Israel que el Patriarca engendra doce hijos, los cuales después vendrían a ser considerados las
Doce Tribus de Israel, leamos:

        “Los hijos de Lea fueron Rubén el primogénito de Jacob, Simeón, Levi, Judá, Isacar y
        Zebulón. Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín. Los hijos de Bilhah la esclava de
        Raquel fueron Dan y Neftalí. Y los hijos de Zilpa la esclava de Lea fueron Gad y Aser.
        Estos fueron los hijos de Jacob, nacidos a él en Paddan-Aram.”




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Conforma avanza el relato de Bereshit/Génesis, tenemos que después de José ser vendido y de
convertirse en el segundo al mando de la nación egipcia, y tras el hambre profetizada, que el
Patriarca Israel está por morir en la tierra de Gosén, en Egipto/Egipto.

José se entera de la salud de su padre y lleva a sus dos hijos que le nacieron en Egipto para que su
padre los bendiga, como se lee en Bereshit/Génesis 48:1, dice:

        “Un tiempo después alguien le dijo a José que su padre estaba enfermo. Él tomó con él sus
        dos hijos, Manasés y Efraín, y vino a Jacob.”

Es entonces que el Patriarca le menciona a José la promesa que Yahvéh le había hecho y le dice lo
siguiente en el capítulo 48, versículos 3 y 4, leemos:

        “Jacob le dijo a José: "El [Todopoderoso] Shaddai se me apareció en Luz en la tierra de
        Canaán, y me bendijo, diciéndome: 'Yo te haré fructífero y numeroso. Yo te haré multitud
        de naciones; y Yo daré esta tierra a tu descendencia para que la posean para siempre.'”

Inmediatamente después de José conocer la promesa hecha a sus padres, Israel adopta como hijos
suyos tanto a Manasés como a Efraín, leemos de éste suceso en Bereshit/Génesis 48:5, dice:

        “Ahora tus dos hijos, que te nacieron en la tierra de Egipto antes de que yo viniera a ti en
        Egipto, son míos; Efraín y Manasés serán tan míos como Rubén y Simeón lo son.”

Es así, que tenemos que después de haberlos adoptado, podemos ver que Israel profetiza sobre ellos,
en el versículo 16, que su nombre, Israel, sea llamado en ellos:

        “El ángel que me redimió a mí de todo mal, él bendiga a los jóvenes y que sea llamado en
        ellos mi nombre y el nombre de mis padres, Abraham e Isaac […]”

De tal forma lo dispuso Yahvéh por medio del patriarca Israel, que sus ahora hijos, ¡podrían ser
llamados Israel también!

Vemos enseguida, en ese mismo versículo, que profetiza que ellos, tanto Manasés como Efraín,
lleguen a multiplicarse tan abundantemente como los peces en la Tierra. Continuamos con el
relato del versículo, dice:

        “[…] y que se multipliquen (como los peces) abundantemente dentro (en medio) de la
        Tierra.”

Ahora bien, en el texto original, es decir, en el hebreo, leemos:

        “Veyidgú larób bequéreb haáretz.”

Este término, veyidgú larób, quiere decir: que proliferen o se multipliquen como peces. En otras
palabras, la descendencia de José, de quien su nombre quiere decir, aumento, sería igualmente tan
vasta como los peces del mar.

Aquí es donde podemos ver un destello mucho más claro de las palabras del Mesías Yeshua donde
nos dice que él nos haría pescadores de hombres. Leamos entonces Mattiyahu/Mateo 4:19, dice:

        “Yeshua les dijo: "¡Síganme, y los haré pescadores de hombres!"”

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Y aún, el libro de Yirmeyahu/Jeremías 16:16, está en armonía con ello. Esta misma cita tiene un
doble significado, uno sería para llevarlos cautivos a Babilonia y el otro, para ser redimidos de la
misma forma en la que fueron puestos en la cautividad.

        “"¡Contempla!" Yahvéh dice: "Mandaré a buscar muchos pescadores, y ellos los
        pescarán.”

Vemos que José coloca a sus hijos delante de él de forma de que su primogénito, Manasés, quedará
frente al brazo derecho de Israel y que Efraín estuviera al izquierdo, leemos en el versículo 13 de
Bereshit/Génesis 48, dice:

        “Y José los tomó a ambos, Efraín en su mano derecha hacia la mano izquierda de Israel
        y Manasés en su mano izquierda hacia la mano derecha de Israel, y los trajo cerca de él.”

El propósito de José era que el Patriarca descansara su mano derecha sobre Manasés y no sobre
Efraín para recibir la bendición. No obstante, leemos en el versículo siguiente, que Israel cruza las
manos, dirigido por el Ruaj HaKodesh y coloca su mano derecha sobre Efraín, quien estaba a su
lado izquierdo.

        “Pero Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza del más joven, Efraín,
        y puso su mano izquierda en la cabeza de Manasés – él intencionalmente cruzó sus manos,
        aun siendo Manasés el primogénito.”

Enseguida, al José percatarse de ello, le quita la mano a su padre de Efraín para ponerla en
Manasés, como usualmente tendría que pasar, dado que era el hijo mayor, leemos esto en el
versículo 17:

        “Cuando José vio que su padre estaba poniendo su mano derecha sobre la cabeza de
        Efraín no le complació, y levantó la mano de su padre para quitarla de la cabeza de Efraín
        y ponerla en la cabeza de Manasés.”

Sin embargo, a pesar del ruego de José, su padre Israel se niega rotundamente en el versículo 19 y
le afirma que él bien sabe lo que está haciendo y llegamos entonces a uno de los puntos más críticos
de la historia de la nación hebrea y con un sentido profético asombroso, y es que al declarar Israel
que Manasés será un pueblo grande, su hermano menor, Efraín, sería mayor que él y que además,
declara que sería por medio de la descendencia de Efraín que llegaría el meló-hagoyím:

        “Pero su padre rehusó, y dijo: "Yo sé eso, hijo mío, yo lo sé. Él también se hará un pueblo,
        y él también será grande; no obstante su hermano menor será mayor que él, y su
        descendencia formará multitud de naciones.”

El término hebreo para meló-hagoyím, quiere decir lo siguiente: “llenar plenamente a las
naciones.” Lo cual nos trae mucha más claridad en el contexto profético. Recordemos que en el
pensamiento hebreo se le denomina a otras naciones como gentiles o bien, como gentiles. Este
mismo término podría ser llamado también como plenitud de los gentiles.

En otras palabras, tenemos que lo que fue prometido a Abraham, Isaac y Jacob, de que su
descendencia llegaría a expandirse por toda la Tierra y llenarla, vendría a cumplimiento por medio
de Efraín.



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Ahora bien, Shaúl/Pablo, nos explica en el libro de Romanos esta verdad que el Patriarca ya había
divisado proféticamente al referirse a la descendencia de Efraín como el meló-hagoyím. Podemos
comprenderlo al leer el versículo 25:

        “Pues, hermanos, quiero que ustedes entiendan esta verdad que Yahvéh había antes
        ocultado, y ahora la ha revelado, para que no se imaginen que saben más de lo que en
        verdad saben. Es el endurecimiento, que a tal grado ha caído sobre Israel hasta que el
        mundo Gentil haya entrado en la totalidad […]”

Shaúl/Pablo, sabía que estos gentiles eran parte de la promesa hecha a los Patriarcas y que no
estaban excluidos de los planes divinos de Yahvéh, y es que de esta misma forma que todo Israel
será salvado, leamos el versículo 26:

        “[…] y así será que de esta manera, todo Israel será salvo […]”

Después de la bendición, lo que tenemos, en otras palabras, es que el Patriarca Israel colocó a Efraín
en la posición de Rubén, que era su primogénito, y a Manasés en el lugar de Simeón. Esta acción
que tomó Israel queda confirmada en el libro de Yirmeyahu/Jeremías 31:9, donde se afirma:

        “[…] Porque Yo soy un Padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.”

Entonces, ¡Efraín viene a ser el primogénito por sobre todas las demás tribus de Israel!

Ahora bien, cuando Israel bendice a sus demás hijos, declara sobre Judá que todos sus hermanos lo
reconocerán, que el gobierno recaería sobre él y que un regidor nunca faltaría de su descendencia en
Israel, lo podemos leer en Bereshit/Génesis 49:8 y 10, donde se nos dice:

        “Judá, tus hermanos te reconocerán […]”

Y también,

        “No se apartará la vara (del reinado) de Judá ni el legislado (presidentes de Israel) de entre
        sus pies […]”

A pesar de que Israel le dio la primogenitura a Efraín, debemos considerar lo siguiente. Se entiende
que el hijo primogénito tiene una mayor importancia por sobre el resto de sus hermanos, como lo es
en la herencia, en los privilegios y las obligaciones que ésta conlleva y podemos ver cuán apreciada
era al Isaac bendecir a Jacob por sobre su hermano Esaú.

Además, en ausencia del padre debido a su muerte, el hijo primogénito tiene el derecho y la
obligación de gobernar la casa y dirigirla, por lo que ese derecho mismo recaía sobre Efraín e
impactaba directamente a las demás tribus de Israel.

Lo que tenemos entonces es lo siguiente, que cuando Israel le dio a Efraín la primogenitura, se la
dio con una reservación mayor, como vimos en Bereshit/Génesis 49: 8 y 10, donde leemos que a
Judá le fue dada la preeminencia o derecho para gobernar sobre las demás tribus de Israel.

Es decir, Efraín es el primogénito para todas las tribus, pero, ¡no tiene el derecho de reinar sobre
Israel, ya que éste privilegio lo tiene Judá!




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Pareciera que la primogenitura fue repartida entre dos hermanos, y en verdad lo fue. Efraín tiene un
título sin autoridad y Judá tiene la preeminencia sobre ellos y el derecho a reinar.

Una cosa tenemos por cierta, y es que las tribus de Israel se someterían a la autoridad de Judá y no
a la de Efraín, y por otro lado, tenemos que la descendencia de Efraín llegaría a ser el meló-
hagoyím o la plenitud de los gentiles por medio del cual, se llevaría a cabo el cumplimiento de la
promesa de multiplicación física hecha a Abraham.

De suma importancia es también el conocer que no es sino por medio de Shilóh que la
descendencia de Efraín, meló-hagoyím, o futuros gentiles, sería reunida de nueva cuenta en la
Asamblea de Israel, como leemos al término del versículo 10, dice:

        “[…] hasta que llegue Shilóh (Mesías) y a él se reunirán (someterán) (todos los) pueblos.”

Es así, que la primera ocasión en la que se hace referencia a la “casa de Jacob,” es en el libro de
Shemot/Éxodo capítulo 19, versículo 3, donde expresamente se refiere Yahvéh con éste término a
las Doce Tribus de Israel, leamos:

        “Moshe subió a Elohim, y Yahvéh lo llamó desde la montaña: "Aquí está lo que dirás a la
        casa de Jacob […]”

Es decir, se le conoce como “casa de Jacob” a todos los descendientes de los doce hijos del
Patriarca, tribu por tribu, hombre por hombre, a quienes el relato de Shemot/Éxodo, nos enseña que
Moshe/Moisés sacó de Egipto/Egipto con el propósito de que recibieran la Torá en el monte Sinaí.

La encomienda de Yahvéh para toda la casa de Jacob era la siguiente, podemos leerlo en los
versículos 5 y 6 del libro de Shemot/Éxodo, y aún más adelante, dice:

        “Ahora, si ustedes prestan cuidadosa atención a lo que Yo digo y guardan mi Pacto,
        entonces ustedes serán mi propio tesoro de entre todos los pueblos, porque toda la tierra
        es mía; y ustedes serán un reino de sacerdotes para mí, una nación apartada.”

En otras palabras, Yahvéh estaba preparando no solo a los ancianos del pueblo, sino a toda la casa
de Jacob para que recibieran su Pacto, y mucho antes de escucharlo siquiera, se nos enseña que toda
la casa de Jacob aceptó que lo que Yahvéh estaba por decirles, leamos el versículo 8:

        “Todo el pueblo respondió como uno: "Todo lo que Yahvéh ha dicho, nosotros haremos."
        Moshe reportó las palabras del pueblo a Yahvéh.”

De tal forma que al tercer día, Moshe/Moisés saca al pueblo para que reciban a Elohim y a Su
Pacto, es decir; Su Torá. Truenos, relámpagos, una nube espesa, fuego y un muy gran sonido del
shofar acompañaron a este majestuoso evento. Tenemos entonces que Yahvéh se estaba
manifestando a todas las Tribus de Israel y les estaba dando todos sus preceptos y toda su
enseñanza, como leemos en los versículos 16 al 19, y versículo 22, dice:

        “En la mañana del tercer día, hubo truenos, relámpagos y una nube espesa sobre la
        montaña. Entonces un shofar sonó tan altamente que toda la gente en el campamento
        tembló. Moshe sacó al pueblo fuera del campamento para recibir a Elohim; ellos se pararon
        cerca de la base de la montaña. El Monte Sinaí se envolvió en humo, porque Yahvéh
        descendió sobre él en fuego – su humo subió como humo de un horno, y toda la montaña



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        se estremeció violentamente. Según el sonido del shofar se hacía más y más alto, Moshe
        habló; y Elohim le respondió con una voz.”

Y también:

        “Yahvéh dijo a Moshe: "Aquí está lo que dirás a la casa de Jacob y reportarás a los hijos de
        Israel: 'Ustedes mismos han visto que Yo hablé con ustedes desde el cielo.”

En los capítulos siguientes de Shemot/Éxodo podemos ver todas las enseñanzas que Yahvéh le dio a
Moshe/Moisés para toda la casa de Jacob. No solamente son las Diez Palabras/Diez mandamientos,
como podemos leer en Shemot/Éxodo 21:1, donde dice:

        “Estas son las ordenanzas que tú pondrás delante de ellos […]”

Estas mismas ordenanzas y enseñanzas son la Torá y como sabemos, todo Jacob o la casa de Jacob
esta supuesta a obedecer Su Pacto.

Leemos también en el libro de Devarim/Deuteronomio 29:29, que la Torá es la herencia de toda la
casa de Jacob para todas sus generaciones:

        “Las cosas que están escondidas pertenecen a Yahvéh nuestro Elohim. Pero las cosas que
        han sido reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que
        podamos observar todas las palabras de la Torá.”

Esta es una premisa de vital importancia, que la Torá fue dada a las Doce Tribus de Israel y que
sus palabras no están anuladas y que son pacto perpetuo para todas las generaciones de la casa de
Jacob.

Una enseñanza clave al respecto la da el Mesías Yeshua en Mattiyahu/Mateo 5:17, dice:

        “No piensen que he venido a abolir la Torá o los Profetas. He venido, no a abolir, sino a
        completar.”

Y aún más, en el versículo 19, donde encontramos:

        “De manera que cualquiera que desobedezca el menor de estos mitzvot [mandamientos], y
        enseñe así a otros, será llamado el menor en el Reino de Yahvéh. Pero cualquiera que los
        obedezca y así enseñe será llamado grande en el Reino de Yahvéh.”

Asimismo, Shaúl/Pablo, nos deja ver la importancia de todo el Tanaj/Antiguo Testamento, al
enseñarnos que el Mesías no vino a anular la Torá, sino que ésta misma nos lleva al Mesías, leamos
Romanos 10:4, dice:

        “Porque la meta a la que el Tanaj apunta es al Mesías, quien ofrece justificación a todos
        los que confían.”

Con este contexto podemos comprender las palabras de Mattiyahu/Mateo 5:17 cuando afirma el
propio Mesías Yeshua que él vino a completar la Torá y los Profetas, es decir, a mostrarnos su
significado completo al cumplir con las profecías que hablaban con respecto a él. Vino, sin lugar a
dudas, a completar nuestro conocimiento de la Torá.



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Tenemos entonces que toda la casa de Jacob obtiene la Torá, después viene la muerte de
Moshe/Moisés, el surgimiento de Yehoshúa/Josué como su sucesor y la entrada a la Tierra de Israel
para tomar posesión de ella, llega el periodo de diversos jueces, el reino de Saúl y finalmente, el
reinado de David hamelej/rey David.

Como la misma historia nos relata, la última ocasión en la que fueron vistas las Doce Tribus de
Israel en completa unidad y armonía, fue con el mandato del rey David y el de su hijo
Salomón/Salomón, aunque fue a manos de éste que el reino de Israel se dividió.

Aconteció que en el reinado del rey Salomón/Salomón que éste tomó muchas mujeres para sí
mismo y con ello su corazón comenzó a apartarse de Yahvéh el Elohim de su padre David. Esto fue
una violación a la Torá que había sido dada por medio de Moshe/Moisés, como leemos en
Devarim/Deuteronomio 17:14 al 17, dice:

        “Cuando hayan entrado en La Tierra que Yahvéh su Elohim les está dando, hayan tomado
        posesión de ella y estén viviendo allí, ustedes pueden decir; 'Yo quiero tener un rey sobre
        mí como todas las otras naciones alrededor de mí. En ese evento, nombrarán como rey el
        que Yahvéh su Elohim escoja. Él debe ser uno de sus hermanos, este rey que nombren sobre
        ustedes – les está prohibido nombrar un extranjero sobre ustedes que no sea su hermano.
        Sin embargo, él no adquirirá muchos caballos para sí o hará que el pueblo regrese a Egipto
        para obtener más caballos, puesto que Yahvéh les dijo que nunca regresaran por ese camino.
        Asimismo, no tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se extravíe; y
        no adquirirá cantidades excesivas de plata y oro.”

Este mismo evento en la vida del rey Salomón/Salomón lo encontramos en Melajim Alef/1 Reyes
11:1 y 2, leamos:

        “El rey Salomón era un amante de mujeres, y tomo mujeres extrañas además de la hija de
        Faraón. Había mujeres de los moabitas, amonitas, edomitas, Tzidonitas e hititas. Naciones
        de las cuales Yahvéh había prohibido a los hijos de Israel, diciendo: "No pueden ir entre
        ellas ni ellas entre ustedes, porque ellas les volverán sus corazones hacia sus dioses." Pero
        Salomón estaba profundamente atraído a ellas por su amor.”

El relato de Melajim Alef/1 Reyes, nos dice que Salomón/Salomón cuando fue viejo no tuvo un
corazón recto delante de Yahvéh por causa de las mujeres extrañas o de otras naciones que él había
tomado, sigamos entonces el recuento en el capítulo 11, versículo 4, dice:

        “Pues cuando Salomón se hizo viejo, su corazón no era perfecto hacia Yahvéh su Elohim,
        como el corazón de David su padre había sido.”

Este erro fue considerado muy grave a los ojos de Yahvéh y fue algo maldito, según leemos en el
versículo 6, dice:

        “Por tanto Salomón hizo lo que era maldito ante los ojos de Yahvéh y no siguió a Yahvéh
        completamente como David su padre había hecho.”

Lo que el rey Salomón/Salomón hizo trajo consecuencias terribles a todo el reino de Israel, a saber,
la ruptura de la casa de Jacob o de las Doce Tribus de Israel, el versículo 11 nos lo declara:




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        “Y Yahvéh dijo a Salomón: "Puesto que esto es lo que ha estado en tu mente, y tú no has
        guardado mis mitzvot y mis ordenanzas las cuales Yo te ordené obedecer, Yo romperé el
        reino de tu mano y se lo daré a tu siervo.”

Ya no había marcha atrás, el decreto divino del rompimiento del reino de Israel ya había sido dado.
Sin embargo, ello no acontecería en la vida del propio rey Salomón/Salomón, sino que sería en la
vida de su hijo. Y es que Yahvéh, por amor a su padre David hamelej/rey David, no lo haría en sus
días. Leamos el versículo 12, donde dice:

        “Sin embargo, por amor a David tu padre no lo haré mientras tú estés vivo, sino que lo
        romperé de las manos de tu hijo.”

No obstante, y ante el duro decreto divino, Yahvéh mismo guardaría su promesa a David
hamelej/rey David, de que el trono o reinado de su descendencia estaría para siempre delante de Él
y que sería un reino estable, leemos ello en Shemuel Bet/2 Samuel 7:16, dice:

        “Así que su casa será segura y su reino para siempre delante de mí; su trono será estable
        para siempre.”

Y también, Yahvéh le afirma a Salomón/Salomón que su hijo retendría una tribu por amor a su
siervo David y por amor a Jerusalén, la ciudad que El escogió para Sí mismo, leemos esto en
Melajim Alef/1 Reyes 11:13, dice:

        “Aun entonces, no quitaré todo el reino; Yo daré una tribu a tu hijo por amor a David mi
        siervo y por amor a Jerusalén, la ciudad que Yo he escogido.”

La tribu que posteriormente retendría el hijo de Salomón/Salomón seria Judá. Ello también debido
a la bendición pronunciada por el Patriarca en Bereshit/Génesis 49:10, donde le promete que nunca
faltaría un regidor de en medio de ellos hasta la llegada del Mesías, donde encontramos:

        “Un regidor no fallará de Judá, ni un príncipe de sus lomos […]”

Tras conocer la sentencia divina por la gran transgresión de Salomón/Salomón, Yahvéh comienza a
levantar para él varios enemigos hasta el tiempo de su muerte, uno de ellos, llamado Jeroboam.
Encontramos el relato en el versículo 26 y 27, donde leemos:

        “También Jeroboam el hijo de Nevat, un Efrati de Tzederah, el hijo de una viuda que era
        sirvienta de Salomón. Y esta es la ocasión de su alzar sus manos contra el rey Salomón
        […]”

Cabe mencionar aquí que el nombre de Jeroboam, significa: “Yahvéh aumentará al pueblo”. Lo
cual nos dice que sería por medio de él que la promesa de multiplicación física hecha a Abraham
avinu vendría a ser cumplida.

Uno de los momentos cumbres estaba por acontecer en la vida de la nación, y es que la palabra de
Yahvéh a Salomón estaba por ser interpretada por el profeta Ajiyah/Ahías, junto con Jeroboam. El
relato está en el versículo 29:

        “Una vez, durante este tiempo, cuando Jeroboam había salido de Jerusalén, el profeta
        Ajiyah de Shilóh lo divisó viajando. Ajiyah estaba usando un manto nuevo, y ellos dos
        estaban solos en campo abierto.”

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Como podemos ver, Ajiyah/Ahías, tenía un manto (talit) nuevo, simbolizando con ello la unidad de
las Doce Tribus de Israel. Este manto lo rasgaría el profeta en doce pedazos, y le daría diez
pedazos del manto a Jeroboam, afirmando con ello que Yahvéh mismo le daría a él diez de las
doce tribus de Israel, leamos el versículo 31:

        “Ajiyah se agarró de su manto nuevo (talit) que él estaba usando y lo rasgó en doce
        pedazos. Entonces dijo a Jeroboam: "¡Toma diez pedazos para ti! Porque he aquí lo que
        Yahvéh el Elohim de Israel dice: 'Yo rompo el reino de la mano de Salomón, y Yo te daré
        diez tribus a ti.”

Y como leemos en el versículo 36, el destino de las dos tribus restantes recaería sobre los hombros
del hijo de Salomón/Salomón:

        “A su hijo daré las dos tribus que quedan, así que David mi siervo siempre tendrá una
        luz quemando delante de mí en Jerusalén, la ciudad que Yo escogí para mí mismo como el
        lugar para poner Mi Nombre.”

Tenemos ahora la división de la casa de Jacob, quedando de la siguiente manera: diez tribus
estarían en manos de Jeroboam y dos tribus quedarían en manos del hijo de
Salomón/Salomón.

Cabe señalar la muy dura advertencia que Yahvéh le da a Jeroboam con respecto a esas diez tribus
que estaría por recibir, leamos el versículo 38:

        “Ahora bien, si tú guardas los mitzvot que Yo te ordeno, caminas en mis caminos y haces lo
        recto delante de mí, así que si observas mis ordenanzas y mitzvot, como hizo David mi
        siervo; entonces Yo estaré contigo, y Yo te edificaré una dinastía perecedera, como
        edifiqué para David; y Yo te daré Israel.”

Esta cláusula, le dice a Jeroboam que de guardar la Torá, Yahvéh mismo estaría con él y por
consiguiente, con las diez tribus. Por definición, si no la guardaba, ¡Yahvéh no estaría con él y
tampoco con las diez tribus!

Lo que se avecinaba para las diez tribus sería algo terrible, ello implicaba un divorcio —literal —
de Yahvéh con las diez tribus.

Lo que sucedería con la descendencia de David y con las dos tribus restantes sería que Yahvéh los
afligiría, pero afirma que no sería para siempre, leamos el versículo 39:

        “Por esta ofensa Yo afligiré a la descendencia de David, pero no para siempre.”

Como consecuencia de ello, Salomón/Salomón intentó matar a Jeroboam para evitar a toda costa
que las palabras de Yahvéh tuvieran su cumplimiento, y asegurar así, que el reino no sería dividido
como el profeta había hablado de parte del Eterno.

Inmediatamente después, Jeroboam huye a Egipto/Egipto hasta la muerte de Salomón/Salomón,
vemos el relato en el versículo 40, dice:

        “A causa de esto Salomón trató de matar a Jeroboam; pero Jeroboam se levantó, huyó a
        Egipto, a Shishak rey de Egipto, y se quedó en Egipto hasta la muerte de Salomón.”

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No fue sino hasta la muerte de Salomón/Salomón, que vino a reinar su hijo Roboam y la profecía
podía entonces tomar el curso dicho por la boca de Yahvéh, así nos lo afirma el versículo 43, donde
dice:

        “Entonces Salomón durmió con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David su padre,
        y Roboam su hijo reinó en su lugar.”

El castigo ya estaba dicho, las piezas del rompecabezas ya estaban en su lugar y era solamente
cuestión de tiempo para que el reino fuera divido y la profecía cumplida.

Acontece entonces, en el capítulo 12, que Roboam había ido a Siquem para ser proclamado rey
sobre las Doce Tribus de Israel, que Jeroboam se entera estando en Egipto/Egipto, donde el pueblo
lo manda llamar, lo vemos en los versículo 1 al 3:

        “Y Roboam fue a Siquem, donde todo Israel había venido a proclamarlo rey. Cuando
        Jeroboam el hijo de Nevat lo oyó – porque él todavía estaba en Egipto, donde había huido
        de Salomón; así que Jeroboam estaba viviendo en Egipto; pero ellos mandaron a llamarlo
        […]”

Fue así que todo Israel le pidió a Roboam que aminorara el impuesto que su padre
Salomón/Salomón les había pedido, a lo cual, tras despreciar el consejo de los ancianos que siempre
estuvieron con su padre, tomó el consejo de los jóvenes con los que creció, podemos leer los
versículos 13 y 14, dice:

        “[…] y el rey le respondió al pueblo severamente, y Roboam abandonó el consejo que los
        ancianos le habían dado, él habló con ellos de acuerdo al consejo de los jóvenes, y dijo: "Mi
        padre hizo su yugo pesado, ¡pero yo añadiré a su yugo! Mi padre los controló con látigos,
        ¡pero yo los controlaré con escorpiones!"”

La negativa a disminuir el impuesto no fue sino el medio por el cual Yahvéh trajo a suceder el
rompimiento de la casa de Jacob como previamente había hablado. Esto queda confirmado en el
versículo 16 de Melajim Alef/1 Reyes 12, dice:

        “Así que el rey no escuchó al pueblo; y eso fue algo que Yahvéh trajo a suceder, para
        que El pudiera cumplir su palabra, la cual Yahvéh había hablado por medio de Ajiyah de
        Shilóh a Jeroboam el hijo de Nevat.”

De este modo, las diez tribus rechazaron su lugar dentro de la comunidad de Israel, negando tener
un lugar con David, no solo en ese momento, sino para siempre, leemos esto en el versículo 16:

        “Cuando todo Israel vio que el rey no los estaba escuchando, el pueblo respondió al rey:
        "¿Qué porción tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia en el hijo de Isaí! ¡Ve a
        tus elohim Israel! ¡Alimenta tu propia casa David! Así que Israel se fue a sus dioses.”

Como podemos ver, esas diez tribus de Israel negaron a Yahvéh mismo y, ¡lo abandonaron!

Cada una de esas diez tribus se fue a los dioses que decidieron hacerse para sí mismos. No así con
la tribu de Judá, ya que como nos dice el versículo 17, fue Roboam, quien reinó sobre ellos:

        “Pero en cuanto a la gente de Israel que vivía en Judá, Roboam reinó sobre ellos.”

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Vemos en el versículo 18 que Adoram, quien estaba a cargo del tributo, casi muere debido al
apedreamiento por parte de las diez tribus. Roboam, por su parte huyó a Jerusalén, donde
posteriormente, establecería su reinado:

        “Pero Roboam envió a Adoram, que estaba a cargo del tributo; pero Israel lo apedreó de
        muerte. El rey Roboam pudo montarse en su carruaje y huyó a Jerusalén.”

Desde ese mismo día, hasta hoy, las diez tribus están en disputa constante con las otras dos
tribus, leamos el versículo 19, donde encontramos:

        “Israel ha estado en rebelión con la dinastía de David hasta este día.”

Tras el regreso de Jeroboam, lo proclaman a este rey sobre Israel, pero ninguna otra tribu siguió los
caminos del David hamelej/rey David, sino dos tribus, Judá y Benjamín, esto lo encontramos en el
versículo 20:

        “Al oír que Jeroboam había regresado, todo Israel lo llamó a la asamblea y lo proclamó rey
        sobre todo Israel. Nadie siguió a la dinastía de David excepto la tribu de Judá y
        Benjamín.”

Inmediatamente después, el relato de Melajim Alef/1 Reyes, toma un rumbo nuevo para toda la
casa de Jacob, ya que por primera vez se hace mención a dos casas, es decir, a la Casa de Judá
y a la Casa de Israel.

Esta nueva distinción, viene como consecuencia de la separación de las Doce Tribus. Con ello,
podemos diferenciar ahora a las que siguieron a Yahvéh y a las que decidieron olvidarse de Él.

Ambas Casas de Israel tomaron rumbos diversos. La Casa de Judá fue rumbo al sur e hizo de
Jerusalén su capital, mientras que la Casa de Israel fue al norte y tomó a Samaria como su
capital.

Esta misma diferencia entre ambas Casas es visible en tiempos del Mesías Yeshua, y aún en los
tiempos actuales, ello lo podemos leer en Yojanán/Juan 4:9, donde encontramos:

        “La mujer de Samaria le dijo: "¿Cómo es que tú, un judío, me pides agua a mí, una mujer
        de Samaria?" (Porque los judíos no se asocian con la gente de Samaria).”

Es de suma importancia que en este punto aprendamos a diferenciar a ambas Casas de Israel, y es
que a partir de este suceso, Yahvéh se refiere a dos Casas y casi nunca a una sola. Si podemos
comprender esto, entonces las profecías en la Escritura cobrarán bastante sentido. Con ello, se
pueden dejar a un lado las interpretaciones que puedan acabar con el contexto literal de la palabra
de Yahvéh.

Podemos ver entonces que cuando el rey de Judá, Roboam, llega a Jerusalén, reúne a toda la Casa
de Judá para pelear contra la Casa de Israel y recuperar a las tribus que los habían abandonado,
podemos leer el suceso en Melajim Alef/1Reyes 12:21, dice:

        “Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y la tribu de Benjamín,
        180,000 jóvenes guerreros, para pelear contra la casa de Israel y recuperar el reino a
        Roboam el hijo de Salomón.”

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Sin embargo, Yahvéh mismo impide que este se lleve a cabo declarando que esta situación proviene
de Él y que es Su quehacer, ya que Jacob trajo esta separación al darle la primogenitura a Efraín y el
derecho de reino a Judá. Podemos leer sobre el decreto de Yahvéh en el versículo 24, dice:

        “[…] ¡Ustedes no irán a pelear con sus hermanos los hijos de Israel! Todo hombre regresará
        a su casa, porque esto es mi quehacer.”

Lo que el Patriarca Jacob había profetizado sobre su descendencia estaba siendo cumplido. El
gobierno de Israel quedaba ahora en las manos de la Casa de Judá en Jerusalén, mientras que la
promesa de multiplicación física llegaría, como también fue profetizado, por medio de la
descendencia de Efraín. Las palabras de Jacob estaban teniendo su cumplimiento.

El declive de las diez tribus, Casa de Israel o como también son conocidas, con el nombre de
Efraín, fue asombroso y la razón fue por el designio malvado del corazón de Jeroboam, como
leemos en el versículo 27:

        “Porque si este pueblo continúa subiendo a ofrecer sacrificios en la casa de Yahvéh en
        Jerusalén, sus corazones se volverán a su señor Roboam rey de Judá. Entonces me matarán
        y regresarán a Roboam rey de Judá.”

Podemos ver que Jeroboam ideó un plan para separar completamente a las tribus de la Casa de Judá,
como nos muestra el versículo 28, donde encontramos:

        “Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: "¡Ustedes han
        estado subiendo a Jerusalén por suficiente tiempo! ¡He aquí tus dioses, Israel, los que te
        sacaron de la tierra de Egipto!"”

Lo que Jeroboam hizo fue maldito a los ojos de Yahvéh. Abandonaron el Pacto del Elohim de Israel,
desecharon la Torá, salieron de Jerusalén y se volvieron del todo a dioses que ellos no conocían;
desecharon su herencia, su tierra y su identidad como hijos de Elohim.

Jeroboam construyó templos paganos y nombró sacerdotes para el pueblo que no eran de la tribu de
Leví, como en la Torá estaba instituido. Incluso, se creó un día de fiesta similar al que se practica en
Judá y sacrificó ante los becerros de oro que había hecho, leamos los versículos 31 y 32:

        “Él también puso templos en lugares altos y nombró sacerdotes de entre todo el pueblo, aun
        los que no eran hijos de Levi. Jeroboam instituyó un festival en el octavo mes, en el
        decimoquinto día del mes, similar a la Festividad que tomaba lugar en Judá; él subió al altar
        en Beit-El para sacrificar ante los becerros que él hizo; y puso en Beit-El a los sacerdotes
        que había nombrado para los lugares altos.”

Lo que Jeroboam había hecho fue crear una religión falsa para mantener separadas a las diez tribus
de Israel de sus hermanos de Judá.

Al tiempo, podemos ver que el castigo de Yahvéh a las diez tribus no quedaría impune, y es por ello
que el Eterno envía a Tiglat Pileser III, cuando Pekaj, rey de Israel, a llevarse cautiva a la Casa de
Israel a Asiria, según podemos leer en Melajim Bet/2 Reyes 15:27-29, dice:

        “Fue en el quincuagésimo segundo año de Uziyah rey de Judá que Pekaj el hijo de
        Remalyah comenzó su reinado sobre Israel en Samaria; su reino duró veinte años. El

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        hizo lo maldito ante los ojos de Yahvéh; no se volvió de los pecados de Jeroboam el hijo
        de Nevat, quien llevó a Israel a pecar. Durante el tiempo de Pekaj rey de Israel, Tiglat-
        Pileser [Señor del Tigris] rey de Asiria vino y conquistó Ion, Avel -Beit-Maajah, Yanoaj,
        Kedesh, Hatzor, Gilead, y la Galilea – aun toda la tierra de Naftali – y los llevó cautivos a
        Asiria.”

Fue de esta forma que las diez tribus salieron deportadas de Israel con rumbo a Asiria, para
posteriormente, ser asimiladas entre las demás naciones de la tierra. Es así como nació lo que hoy se
conoce como las diez tribus perdidas de Israel.

Este método de Yahvéh de dispersión, exilio y asimilación de Efraín fue el medio por el cual se
llevaría a cabo la promesa de multiplicación física hecha a Abraham, para llegar a ser el meló-
hagoyím o plenitud de los gentiles.

No olvidemos que Yahvéh promete a Abraham que por su descendencia todas las naciones de la
tierra serían bendecidas, y que esta promesa se cumpliría por medio del Mesías Yeshua. Es decir,
las diez tribus perdidas podrían encontrar su camino de regreso a Israel, como Jacob profetizó en
Bereshit/Génesis 49:10, únicamente por medio de Shilóh (Mesías), leamos:

        “[…] hasta que llegue Shilóh (Mesías) y a él se reunirán (someterán) (todos los) pueblos.”

Estas diez tribus perdidas están inmersas en absoluto paganismo, idolatría, mentira y
abominaciones. Sin embargo, podemos leer que aún la Torá sigue siendo para Efraín, como nos lo
explica el libro de Hoshea/Oseas, capítulo 8, versículos 11 y 12, dice:

        “Porque Efraín ha multiplicado los altares para el pecado; sí, los altares son pecaminosos
        para él. Yo le escribo tantas cosas de mi Torá, sin embargo, él las considera extrañas.”

Sabemos entonces que es solamente por medio del Mesías que estas diez tribus podrían regresar a
Israel, que comprendemos que aquellos perdidos de la casa de Jacob están —mayoritariamente—
en la iglesia cristiana, católica y otras, que inmersos en estas diversas religiones del mundo, ahora
han puesto su confianza en Yeshua; pero que como nos afirma el versículo anterior de
Hoshea/Oseas, rechazan la Torá de Yahvéh, que también fue dada a ellos en el monte Sinaí, como
leímos en Shemot/Éxodo 19:3, donde dice:

        “Moshe subió a Elohim, y Yahvéh lo llamó desde la montaña: "Aquí está lo que dirás a la
        casa de Jacob […]”

Esta es la terrible consecuencia de la dispersión, cautiverio y asimilación que sufrió la Casa de
Israel, pero aún con ello, y a pesar de haberse vuelto el meló-hagoyím, y veyidgú larób, pueden
regresar por medio del Mesías Yeshua, así está profetizado en el libro de Yeshayahu/Isaías 11:12,
donde leemos:

        “El levantará bandera para los gentiles, congregará a los perdidos de Israel, y juntará
        a los esparcidos de Judá de las cuatro esquinas de la tierra.”

Todo ello para traer a cumplimiento la promesa de reconstruir la sukah/Tabernáculo caído de
David, como nos dice Amos 9:11, dice:

        “Cuando ese Día venga, Yo levantaré la sukah/Tabernáculo caído de David. Yo cerraré sus
        brechas, levantaré sus ruinas y las reedificaré como en días antiguos […]”

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Y aún Shaúl/Pablo, está de acuerdo con éstas palabras en MaAseh Shlejim/Hechos 15:19, dice:

        “Por lo tanto, mi opinión es que no debemos poner obstáculos en el camino de los gentiles
        que se están volviendo a Elohim […]”

Así también, el Mesías Yeshua nos afirma en Mattiyahu/Mateo 15:24, dice:

        “Yo he sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”

Este acontecimiento de la separación de la Casa de Israel de sus hermanos de la Casa de Judá, por
su parte, no quedaría impune para siempre. Aunque está separación familiar estaba profetizada por
el Patriarca Jacob y aún, fue aprobada por Yahvéh para traer a suceder la promesa de multiplicación
física o veyidgú larób a Abraham avinu, debía haber, por supuesto, un castigo por su prostitución
espiritual y por consiguiente, su prostitución física también.

El libro de Hoshea/Oseas es una muestra de la extremadamente dura, pero merecida, reprimenda de
Yahvéh a las diez tribus. Podemos leer en el capítulo 1 que se le ordena al profeta Hoshea/Oseas
tomar a una prostituta y casarse con ella, y no solo eso, sino engendrar hijos de ella. Es claro que el
pedido de Yahvéh era realizar un acto simbólico que dramatizaba y concretizaba la palabra profética
que estaría por ser enunciada, leamos el versículo 2, dice:

        “Las primeras palabras de Yahvéh para hablarle a Hoshea fueron para instruir a Hoshea:
        "Ve, cásate con una ramera y ten hijos con esta ramera; porque La Tierra está envuelta
        en prostitución flagrante, prostituyéndose lejos de Yahvéh."”

De tal forma que Hoshea/Oseas toma a Gomer y concibe un hijo de ella, según nos dice el versículo
3:

        “Así que fue y se casó con Gomer la hija de Divlayim, y ella concibió y tuvo un hijo.”

Este primer hijo tiene como propósito declarar el primer decreto en contra de la Casa de Israel,
que sería poner fin a esta Casa idólatra, como vemos en el versículo 4, nos dice:

        “Yahvéh le dijo: "Llámalo Jezreel, porque en sólo un corto tiempo Yo castigaré la casa de
        Yehu por haber derramado sangre en Jezreel; Yo pondré fin al reino de la casa de Israel.”

La situación no podía ser menos apremiante y el castigo apenas estaba por ser declarado del todo.
Es así que Hoshea/Oseas engendra de nuevo de la prostituta Gomer y ésta da a luz una hija, la cual
Yahvéh le ordena que la llame lo-rujamah, que quiere decir, la no compadecida, como vemos en
el versículo 6, donde afirma:

        “Ella concibió otra vez y tuvo una hija, Yahvéh le dijo a él: "Llámala Lo-Rujamah [la no
        compadecida], porque ya no tendré piedad sobre la casa de Israel. Bajo ningún
        concepto la perdonaré.”

El segundo decreto contra la Casa de Israel había sido dado, estos actos simbólicos estaban
marcando la pauta del castigo. Israel como nación ya no recibiría la misericordia de Yahvéh, muy
por el contrario, Yahvéh mismo ya no tendría compasión de ella y no la perdonaría por sus
transgresiones.



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No obstante, Yahvéh sí tendría piedad de la Casa de Judá y estaría dispuesto a protegerlos y
salvarlos, ya que ellos habían aceptado los preceptos de la Torá y los habían conservado y
obedecido, ello queda claro en el versículo 7, dice:

        “Pero tendré piedad sobre la casa de Judá; los salvaré, no por el arco, espada, batalla,
        caballos o caballería, pero por Yahvéh su Elohim.”

Otra de las razones por las que Yahvéh tendría piedad de la Casa de Judá sería por la promesa hecha
a David hamelej/rey David, como leemos en Melajim Alef/1 Reyes 11:36, donde encontramos:

        “A su hijo daré las dos tribus que quedan, así que David mi siervo siempre tendrá una luz
        quemando delante de mí en Jerusalén, la ciudad que Yo escogí para mí mismo como el
        lugar para poner Mi Nombre.”

Posteriormente, el profeta Hoshea/Oseas vuelve a engendrar a otro hijo y Yahvéh le ordena que lo
llame lo-ammi, que quiere decir, no mi pueblo, ya que este sería el tercer decreto en contra de la
Casa de Israel. Lo que estaba por suceder era que ¡Yahvéh desconocería completamente como
pueblo a las diez tribus y negaría ser el Elohim de ellos! Leamos los versículos 8 y 9, dicen:

        “Después de destetar a Lo-Rujamah, ella concibió y tuvo un hijo. Yahvéh dijo: "Llámalo
        Lo-Ammi [no mi pueblo], porque tú no eres mi pueblo, y Yo no seré tu [Elohim]."”

El castigo a las diez tribus que habían comenzado a ser asimiladas entre las demás naciones del
mundo fue aterrador. Estos perdidos de la casa de Jacob inmersos en diversas religiones,
incluyendo a la iglesia cristiana y católica —en su mayoría— se les había dicho que su fin estaba
cerca, que Yahvéh no tendría compasión de ninguna tribu y que tampoco las perdonaría y como si
fuera poco, les declara también que no serán su pueblo y que tampoco Yahvéh —quien los había
rescatado de la esclavitud de Egipto/Egipto por medio de Moshe/Moisés, y quien les había
entregado Sus preceptos en la Torá — ya no sería Elohim sobre ellos.

Estas tribus que hicieron de Samaria su capital llegaron a ser aquellos samaritanos, que como vemos
en el relato de Yojanán/Juan 4:22, desconocen realmente tanto lo que adoran como a quién sirven, y
estas son palabras del Mesías de Israel, Yeshua, leamos:

        “Ustedes no saben lo que están adorando; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la
        salvación viene de los judíos.”

Es así, que la Casa de Israel o como también se le conoce, como Efraín, tiene que reconocer que
han heredado mentira de sus padres, de Jeroboam y posteriores, así como de los padres de la iglesia,
como leemos en Yirmeyahu/Jeremías 16:19, donde nos dice:

        “Oh Eterno, mi fuerza, mi fortaleza y me refugio, en el día del sufrimiento. Hacia ti
        naciones [gentiles] vendrán de los extremos de la tierra, y dirán: Solamente mentira nos
        han hecho heredar nuestros padres; vanidad que no hay en ellos provecho.”

Cabe mencionar que en esta profecía de Yirmeyahu/Jeremías, encaja muy bien la descripción de
hamón goyím o plenitud de los gentiles, que Yahvéh le había hablado a Jacob había previamente
en Bereshit/Génesis 17:4, donde leemos lo siguiente:

        “En cuanto a mí, este es mi Pacto contigo: tú serás el padre de muchas naciones.”



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Es decir, la descendencia de Jacob que había perdido el rumbo y se había alejado de Yahvéh,
vendrían a ser esas muchas naciones que en los últimos días o ajarit-hayamim, regresarían por
medio del Mesías Yeshua a su herencia que es la Torá y a su tierra, que es la Tierra de Israel.

Lo que tenemos sin duda es a Yahvéh luchando contra las diez tribus perdidas de la Casa de Israel,
es decir, al Creador y Amo del universo resistiendo a seres humanos hechos de polvo, como se
declara en Tehilim/Salmos 113:18, dice:

        “Porque El conoce como estamos hechos, Él se recuerda que somos polvo.”

No había entonces manera de ganar esta batalla contra Yahvéh de ningún modo y bajo ninguna
circunstancia. La sentencia ya estaba dicha y las diez tribus en camino a ser destruidas del todo.
Nadie podría revocar el decreto del Todopoderoso.

Las obras de paganismo e idolatría de la Casa de Israel impedirían que regresen a Yahvéh, y se
declara además, en Hoshea/Oseas 5:4, que no podrían volver por el ruaj/espíritu de ramera que
tienen, dice:

        “Sus obras no les permitirán regresar a su Elohim, porque el ruaj de ramera está en ellos;
        y no conocen a Yahvéh.”

Es claro que también que en Efraín hay grande fornicación, como leemos en Hoshea/Oseas 6:10,
dice:

        “En la Casa de Israel Yo he visto una cosa horrible; la fornicación se encuentra en
        Efraín.”

No obstante, y de forma lamentable, en el capítulo 7, versículos 8 y 9, vemos a Efraín sufriendo
entre las naciones, sin su fuerza junto a sus hermanos de la Casa de Judá, completamente agotado y
lo peor de todo, es que Efraín no lo sabe, leamos:

        “Efraín se mezcla con los pueblos, Efraín se ha convertido en una torta a medio hornear.
        Los extranjeros han devorado su fuerza, pero él no lo sabe; sí, canas aparecen en él aquí y
        allá, pero él no lo sabe.”

Todo ello como resultado de sus transgresiones a la Torá, como leemos en el capítulo 8, versículo 1:

        “¡Pon el shofar en tus labios! Como un buitre contra la casa de Yahvéh, porque ellos han
        transgredido mi Pacto y han pecado contra mi Torá.”

Sin embargo, y de una forma asombrosa, podemos leer en el versículo 10 de Hoshea/Oseas capítulo
1, que a pesar de todo, Yahvéh mantendría su promesa a los Patriarcas y serían el veyidgú larób,
tantos como granos de arena en el mar, leamos:

        “De todos modos, el pueblo de Israel será en números tanto como los granos de arena
        en el mar, que no puede ser medido ni contado […]”

Además, y pese al duro decreto divino, y no por los méritos de nadie en las diez tribus, habría una
segunda oportunidad para la Casa de Israel, y esto; por el ministerio del Mesías Yeshua.

Continuemos leyendo el versículo 10, dice:

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        “[…] así que el tiempo vendrá cuando en vez de ser dicho: "Tú no eres mi pueblo," será
        dicho a ellos: "Ustedes son los hijos del Elohim viviente."”

Esta restauración vendrá a suceder en los últimos días o en el ajarit-hayamim, según leemos en el
versículo 11, donde encontramos que tanto Judá como Israel serán recogidos juntos:

        “Entonces los hijos de Judá y los hijos de Israel serán recogidos juntos […]”

Todo esto está en completa armonía con Mattiyahu 24:30, donde dice:

        “Después, la señal del Ben Ha Adam [Mesías] aparecerá en el firmamento, todas las tribus
        de La Tierra llorarán, y ellos verán al Ben Ha Adam [Mesías] viniendo en las nubes del
        cielo con tremendo poder y gloria. Y enviará a sus ángeles con un gran shofar; y reunirá a
        su pueblo escogido de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo.”

Ello será sí y solo sí, tanto la casa de Judá, o mejor conocidos actualmente, como judíos, y la Casa
de Israel, reconocen al Mesías Yeshua y abrazan su Torá.

Queda bien cimentado este mismo concepto en la última parte del versículo 10 de Hoshea/Oseas 1,
dice:

        “[…] ellos nombrarán por sí mismos un jefe; y ellos saldrán de la Tierra; porque ese será un
        gran día, [el día] de Jezreel.”

Este jefe que nombrarán las Doce Tribus de Israel es el Mesías Yeshua, como él mismo nos lo
dice en Yojanán/Juan 10:16, donde apunta:

        “También tengo otras ovejas que no son de este redil; necesito traerlas, y ellas oirán mi voz;
        y habrá un rebaño, y un pastor.”

Recordemos entonces que al olvidarse de la Torá de Yahvéh y volverse a otros dioses, Elohim los
abandonó y es precisamente eso lo que el Mesías Yeshua quiere hacer: retornar a la Casa de Israel y
darle la Torá que una vez negó, cosa que la Casa de Judá (judíos) no hizo.

Esta reunión asombrosa entre ambas Casas es lo que está supuesto a hacer el Mesías Yeshua, y ya
lo está haciendo. Está recuperando la dispersión de la Casa de Israel para retornarlos a la Torá de
Yahvéh y está manifestándose a la Casa de Judá para que vengan a conocerle como el Mesías
prometido.

Incluso, David hamelej/rey David, profetizó sobre el día de Jezreel del que hablaría Hoshea/Oseas,
como lo leemos en el capítulo 133 del libro de Tehilim/Salmos, versículo 1, dice:

        “[…] O ves, que bueno y placentero es que los hermanos vivan juntos en armonía.”

Asimismo, el profeta Zejaryah/Zacarías nos dice con respecto a la restauración de la Casa de Israel
que solo vendría a suceder por medio de Yeshua, un verdadero judío, como leemos en el capítulo 8,
versículo 23, dice:

        “Sí, muchos pueblos y naciones poderosas vendrán de todo corazón a buscar el rostro de
        Yahvéh HaElyon en Jerusalén y a implorar el favor de Yahvéh. Yahvéh HaElyon dice:

                                                                                                         21
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        'Cuando ese tiempo venga, mi palabra será cumplida si diez hombres de diez idiomas de
        las naciones se agarrarán al manto de un judío, y dirán: " Iremos contigo, porque hemos
        oído que Yahvéh está contigo.'"”

Estos diez hombres a los que hace referencia la profecía de Zejaryah/Zacarías, no son sino cada una
de las diez tribus perdidas de la Casa de Israel. Ellas seguirán al Mesías Yeshua e irán con él a la
obediencia a la Torá, como él mismo nos lo enseñó en Mattiyahu/Mateo 5:17, donde dice:

        “No piensen que he venido a abolir la Torá o los Profetas. He venido, no a abolir, sino a
        completar.”

Y aún, Shaúl/Pablo, nos dice que la Torá sigue siendo válida a pesar de haber venido el Mesías
Yeshua, como leemos en Romanos 3:31, donde encontramos:

        “¿Entonces abolimos la Torá por medio de esta confianza? ¡Yahvéh no lo permita! Por el
        contrario confirmamos la Torá.”

Lo que está sucediendo entonces es que aquellos que responden favorablemente al amor y
ministerio del Mesías Yeshua, están siendo restaurados en un nivel individual. Es cierto que
aquellos que experimenten la promesa de regeneración no serán sino gentiles, que no aparentarán
ser la semilla de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, quienes tampoco observarán las
moadim/fiestas de Yahvéh, e incluso tampoco los Shabbatot/días de descanso.

Es imprescindible comprender que a su retorno, las diez tribus no aparentarán ser israelitas
observantes de la Torá; de ningún modo. Eso es lo que significa estar pedido tanto física como
espiritualmente en el mar de las naciones gentiles.

El profeta Amos, en el capítulo 9, versículo 9 nos dice que, efectivamente, la Casa de Israel está en
medio de los gentiles, y que Yahvéh buscará a cada uno de ellos, leamos:

        “Porque Yo daré la orden, cerniré la casa de Israel, allí entre todos los gentiles […]”

Posteriormente, nos dice la profecía que ninguno de los hijos de la Casa de Israel caerá para ser
perdido, sino que serán restaurados en un nivel de consciencia y entendimiento personal, sigamos la
lectura:

        “[…] como uno pasa por el tamiz el grano, no dejando que ningún grano caiga a tierra.”

Sin embargo, la profecía tiene una cláusula en el versículo 11, donde Yahvéh mismo nos dice que
aquellos que se mantengan en pecado o transgresiones a la Torá, verán la muerte, dice:

        “Todos los pecadores de mi pueblo morirán a espada, los que dicen: 'El desastre nunca
        nos alcanzará ni nos agarrará.'”

Es decir, aquellos que se rehúsen ser restaurados a su posición de israelitas del Pacto Renovado,
redimidos por la sangre del Cordero y obedientes a la Torá, verán la muerte, es decir, una muerte
eterna estando separados para siempre del Mesías Yeshua y de Yahvéh.

Es por ello, que la muy conocida “gran comisión” dada a los shaliajim/apóstoles en
Mattiyahu/Mateo 28:19 y 20, no es sino la orden para recuperar a la semilla de Efraín de entre
todas las naciones en las que fue disperso, leamos:

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        “Por lo tanto, vayan a hacer talmidim a gente de todas las naciones, dándoles la inmersión
        en Mi nombre. ¡Y enséñenles a obedecer todo lo que les he ordenado! Yo estaré con
        ustedes, sí, hasta el final de la época.”

De una importancia sublime es que se comprenda que después que el Mesías Yeshua había muerto
y resucitado como todo el Tanaj lo había profetizado, y al aparecérseles a sus talmidim/discípulos,
ellos le hacen una pregunta por demás interesante.

Sabemos, pues, que sus talmidim/discípulos generalmente nunca estaban de acuerdo en algún punto
en particular, muy por el contrario, pero en esta ocasión, todos ellos hacen la misma pregunta,
leamos MaAseh Shlejim/Hechos 1:6, donde dice:

        “Cuando estaban juntos, le preguntaron: "¿Adón, en este tiempo restaurarás el gobierno
        de Israel?"”

Sorpresivamente ellos, en total armonía con la Torá, preguntan al Mesías si restauraría a ambas
Casas de Israel. Hoshea/Oseas 1:10 afirma que ese sería el día de Jezreel y Yeshua, efectivamente,
en los versículos 8 y 9 de MaAseh Shlejim/Hechos 1, apunta que ellos serían sus testigos en varias
ciudades de la Casa de Judá como en la capital de la Casa de Israel e incluso, hasta los límites
de la tierra:

        “Él les respondió: "Ustedes no necesitan saber los tiempos o las fechas; el Padre ha
        guardado esto bajo su propia autoridad. Pero recibirán poder cuando el Ruaj HaKodesh
        venga sobre ustedes; ¡y serán mis testigos en Jerusalén, en todo Judá y Samaria; en
        verdad hasta lo último de la tierra!"”

La labor de la encomienda del Mesías Yeshua tenía un alcance mundial, y por supuesto que debería
ser así, ya que Yahvéh prometió a Jacob en Bereshit/Génesis 13:14, que su descendencia llegaría a
todos los lugares de la tierra, leamos:

        “Tu descendencia será tan numerosa como los granos de arena en la tierra. Te expandirás
        hacia el oeste y hacia el este, hacia el norte y hacia el sur. Por ti y tu descendencia todas
        las tribus de la tierra serán bendecidas.”

Es así, que en la repartición del trabajo dirigido por Yeshua y sustentado por el poder del Ruaj
HaKodesh/espíritu de santidad, tenemos que en libro de Galutyah/Gálatas, capítulo 2, versículo 7,
el propio Shaúl/Pablo confirma que él fue enviado a los gentiles o hamón goyím, o en otras
palabras, incircuncisos, mientras que Kefa/Pedro, fue enviado a los yehudím o bien, judíos, leamos:

        “Antes, por el contrario, ellos vieron que yo fui confiado con las Buenas Noticias para los
        incircuncisos, tal como Kefa lo había sido para los circuncisos; desde el momento que el
        que estaba trabajando en Kefa, para hacerlo un emisario a los circuncisos; había trabajado
        en mí, para hacerme un emisario a los gentiles.”

Con ello podemos saber que no es que Yeshua estuviera interesado en crear una entidad separada de
Israel como lo es la “iglesia cristiana” u otra religión que lo proclame y crea en él como el Mesías
con todos los nuevos gentiles restaurados, sino que los desea llevar a su posición original dentro de
Israel.

Vemos ello confirmado por Shaúl/Pablo en Galutyah/Gálatas 6:16, donde dice:

                                                                                                        23
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        “¡Y a los muchos que ponen en orden sus vidas por esta regla, Shalom y misericordia sobre
        ellos, y sobre el Israel de Yahvéh!”

Y además, Yeshayahu/Isaías 49:6, nos lo declara:

        “Él ha dicho: "Es gran cosa que tú seas mi siervo para establecer las tribus de Jacob y
        recuperar la dispersión de Israel. Yo te he dado a ti por Pacto a un pueblo, Yo también te
        haré luz para las naciones, para que mi salvación se difunda hasta los confines de la
        tierra."”

De quien se refiere esta profecía no es otro sino el Mesías Yeshua, quien volverá a establecer a las
tribus de Jacob, recuperará a los dispersos de todo Israel y será luz para que los gentiles lo sigan
desde cualquier lugar de la tierra donde ellos se encuentren.

Es el propio Mesías Yeshua quien nos enseña que ningún Reino que esté dividido contra sí mismo
podría prevalecer, sino que sería destruido del todo y no sobreviviría. Podemos leer la parábola en
Mattiyahu 12:25, dice:

        “[…] Todo reino dividido contra sí mismo, será destruido, y toda ciudad o casa dividida
        contra sí misma, no sobrevivirá.”

Es de la misma forma en que solo reconociendo que el Mesías Yeshua está uniendo de nueva cuenta
a todo Israel para ser uno solo en su mano, que entonces, la casa completa de Jacob podrá volver a
ser gloriosa como en los días de David hamelej/rey David.

Sus talmidim/discípulos lo sabían de antemano, y esa era la esperanza que aguardaban, como
podemos leer en Luka/Lucas 23:21, dice:

        “¡Y nosotros teníamos esperanzas que Él era el que iba a liberar a Israel!”

En otras palabras, ninguna restauración llegará a concretarse si no es por los medios que el Eterno
ha dispuesto en Su Torá y por medio del Mesías Yeshua, como leemos en Yirmeyahu/Jeremías
23:3, donde encontramos:

        “Yo mismo reuniré el remanente de mi rebaño de todos los países donde los he arrojado y
        los traeré de regreso a su hogar, y ellos serán fructíferos y se multiplicarán.”

Esos países son todas las naciones y el lugar del rebaño no es otro sino la Tierra de Israel.

Además, los versículos 5 y 6 de Yirmeyahu/Jeremías 23, afirman:

        “"He aquí, los días vienen," dice Yahvéh, "cuando Yo levantaré una rama justa de David.
        El, un Rey, reinará y comprenderá, El ejecutará juicio y rectitud en la tierra. En sus días
        Judá será salvado, Israel vivirá en seguridad, y El Nombre dado a Él será: Yahvéh
        Tzidkenu [Yahvéh nuestra justicia]."”

Conocido el paradero de la Casa de Israel en medio de las naciones y habiéndose gentilizado por
completo, sabemos pues, que despreciaron toda su identidad hebrea y echaron por la borda su
herencia en la Torá. Se hicieron del todo despreciables para Yahvéh y se les compara en el libro de



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Yejezkel/Ezequiel con el trapo de inmundicia de una menstruación, leamos el capítulo 36, versículo
17, dice:

        “Ben-Adam, cuando la casa de Israel vivía en su propia tierra, ellos la profanaron por su
        senda y con sus ídolos; su senda delante de mí fue como la inmundicia de la niddah
        [menstruación].”

Y, además, el versículo 19 nos dice que, efectivamente, Yahvéh dispersó a la Casa de Israel a todas
las naciones del mundo, donde posteriormente fueron asimiladas:

        “Yo los dispersé entre las naciones y totalmente los esparcí por todos los países; Yo los
        juzgué de acuerdo a su senda y a su pecado.”

Como leemos en el libro de Hoshea/Oseas, el juicio de Yahvéh representaría permanecer en
reclusión entre esas mismas naciones, sin tener intimidad en la Torá con el Eterno, sin
korbanot/sacrificios, es decir, sin poder ser perdonados, sin sacerdotes/sacerdotes que se
presentaran por ellos delante de Yahvéh y sin manifestación alguna de Su parte, leamos el capítulo
3, versículos 3 y 4, dice:

        “Entonces le dije: "Tienes que permanecer en reclusión por mucho tiempo y ser mía. No
        serás una ramera, y no estarás con ningún hombre; y yo no vendré tampoco para tener sexo
        contigo." Porque los hijos de Israel estarán en reclusión por mucho tiempo sin rey, sin
        príncipe, sin sacrificios, sin un altar, sin sacerdotes y sin manifestaciones.”

Posteriormente, se declara en el versículo 5 que la Casa de Israel vendría en arrepentimiento a
Yahvéh buscando al Mesías, como leemos:

        “Después, los hijos de Israel se arrepentirán y buscarán a Yahvéh su Elohim y a David su
        rey; ellos vendrán temblando (temerán) a Yahvéh y a su bondad en el ajarit-hayamim.”

Es de recalcar que no regresará la Casa de Israel a Yahvéh sin el Mesías y ello, solamente será en
los últimos días, lo cual está sucediendo en la época presente.

No obstante al castigo recibido y pese a la promesa de restauración final, toda la Casa de Israel
profanó el bendito Nombre del Eterno, a saber, Yahvéh. Este Nombre no es cualquier nombre, sino
que es el Nombre del Todopoderoso que tiempo después, el Mesías Yeshua vendría a dar a conocer
a todos sus talmidim/discípulos, como estaba profetizado en Tehilim/Salmo 22:22, donde dice:

        “"Declararé Tu Nombre a mis hermanos; allí mismo en medio de la congregación te cantaré
        alabanzas."”

En realidad, nada que la Casa de Israel había aprendido con sus hermanos yehudím/judíos, habían
considerado como digno de guardar, como leemos en Yejezkel/Ezequiel 36:20 y 21, donde
encontramos:

        “Cuando ellos fueron a las naciones a las cuales iban, ellos profanaron Mi Nombre Kadosh;
        así los pueblos decían de ellos: 'Este es el pueblo de Yahvéh que ha sido deportado de su
        tierra.' Pero Yo estoy preocupado por Mi Nombre Kadosh, el cual la casa de Israel está
        profanando entre las naciones a las cuales ha ido.”




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Es decir, la Casa de Israel estaba trayendo tal oprobio sobre la nación misma, que Yahvéh deseaba
conservar su nombre como kadosh/santo. Y ello, debido a que si la Casa de Israel caía más y más en
picada, llegaría a ser, entones, un motivo de burla entre las naciones en las cuales se encontraban y
podrían ellos deducir que sus dioses paganos eran en sí, superiores al Elohim de Israel.

Consecuentemente, Yahvéh haría algo por la Casa de Israel y le deja muy en claro que no sería por
causa de ellos, ya que no son dignos, en esa condición tan despreciable de pecado, de hacer algo por
ellos, sino que lo haría por amor a Su propio Nombre, leamos el versículo 22, dice:

        “Por lo tanto, di a la casa de Israel que Yahvéh Elohim dice esto: 'Yo no voy a hacer esto
        por amor a ti, casa de Israel, sino por amor a Mi Nombre Kadosh, el cual tú has estado
        profanando entre las naciones a las cuales has ido.”

En otras palabras, la más alta de las ofensas a Yahvéh había llegado de la mano de las diez tribus de
Israel, y es que habían profanado el Nombre del Eterno sin temor alguno.

Es entonces cuando Yahvéh promete separar su Nombre como kadosh/santo, que demostraría por
medio de la reunificación de las diez tribus, que la Gloria a Su Nombre volvería como en los días de
David hamelej/rey David, ello lo encontramos en el versículo 24:

        “Porque Yo te recogeré de entre las naciones, te reuniré de todas las tierras, y te regresaré a
        tu propia tierra.”

Siendo así, el camino a la restauración de las diez tribus de Israel estaría en marcha y ello, por el
Gran Nombre de Yahvéh. De ninguna manera se puede considerar esto como una muestra de
complacencia del Eterno frente a las atrocidades de Efraín, sino que debe ser tomado como una
muestra de gran misericordia de Yahvéh.

Lo que Yahvéh estaría por hacer sería limpiar a la nación rociando agua sobre ella, esto queda
definido en el versículo 25 de Yejezkel/Ezequiel capítulo 36, donde dice:

        “Entonces Yo rociaré agua limpia sobre ti, y tú estarás limpio; Yo te lavaré de toda tu
        inmundicia y de todos tus ídolos.”

Es sabido que el agua es un símbolo de la Escritura y en este caso, lo que Yahvéh rociaría sobre la
Casa de Israel serían las palabras de Su Torá, aquella misma que anteriormente habían
menospreciado. Todo Efraín al alejarse de la Torá se volvió inmundo y la única forma de
restaurarlo, sería por medio de ella.

Sin embargo, Yahvéh definiría algunos requisitos previos a ser rociados con la Torá, según leemos
en el versículo 26:

        “Yo te daré un nuevo corazón y pondré un nuevo Ruaj dentro de ti; Yo sacaré tu corazón
        de piedra de adentro de tu carne y te daré un corazón de carne.”

Con ello, podemos apreciar que Yahvéh sin duda, volvería la dureza de los corazones de toda la
Casa de Israel a su Torá, como cuando les fue entregada por medio de Moshe/Moisés en el monte
Sinaí. No habría entonces desprecio por ella ni por ninguno de sus mitzvot/mandamientos, ya que
con corazón, de carne, estarían sensibles a escuchar sus palabras.




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Podemos encontrar un paralelo en el libro de Nejemyah/Nehemías 8:8 y 9, donde apreciamos que
cuando el propio Nehemías, el kohen Esdras y los leviim/levitas enseñaban la Torá al pueblo, todos
aquellos que la escuchaban, comenzaban a llorar, leamos:

        “Ellos leyeron claramente del rollo, en la Torá de Elohim, y Esdras enseñaba, y los instruía
        con claridad en el conocimiento de Yahvéh y el pueblo entendió la Torá de acuerdo a lo
        que se estaba leyendo. Nejemyah el Tirshata, Esdras el kohen y maestro de la Torá, y los
        leviim [levitas] que enseñaban, dijeron a todo el pueblo: "Hoy es dedicado como Kadosh a
        Yahvéh su Elohim; no estén tristes, no lloren." Porque todo el pueblo estaba llorando
        cuando oyeron las palabras de la Torá.”

Se menciona en el versículo 26 que Yahvéh les daría un nuevo ruaj/espíritu. Es decir, reemplazaría
el ruaj/espíritu de prostitución que había en ellos con su Ruaj HaKodesh, como leemos en
Hoshea/Oseas capítulo 5, versículo 4, dice:

        “Sus obras no les permitirán regresar a su Elohim, porque el ruaj de ramera está en ellos;
        y no conocen a Yahvéh.”

Además, el propósito del cambio de corazón que Yahvéh haría en la Casa de Israel no es sino para
recibir al Ruaj HaKodesh que El estaría por darles. No tendrían ya más un ruaj/espíritu de
prostitución, sino que estarían dispuestos al mismo Ruaj de Elohim. Podemos corroborar ello en 1
Corintios 3:16, donde Shaúl/Pablo, nos dice lo siguiente:

        “¿No saben que son templo de Yahvéh, y el Ruaj HaKodesh vive en ustedes?”

Teniendo entonces un cambio de corazón o en otras palabras, una habitación limpia para el Ruaj
HaKodesh, es cuando la Torá puede ser dada, de lo contrario, la situación de la persona que lo
rechace, viene a ser peor que como se encontraba en un principio, y ello, nos lo enseña el Mesías
Yeshua en el libro de Luka/Lucas 11:26, donde nos afirma:

        “Cuando un ruaj/espíritu inmundo sale de una persona, viaja por lugares secos, buscando
        descanso. Cuando no lo encuentra, dice: 'Regresaré a la casa de donde salí.' Cuando llega, la
        encuentra limpia, barrida y en orden. Entonces va, y toma otros siete ruajim/espíritus más
        malvados que él, y vienen a vivir allí; así que al final, la persona está peor de lo que estaba
        antes.”

De tal forma que el Ruaj HaKodesh no vendría a hacer otra cosa, sino confirmar las palabras
previas de Yahvéh en el versículo 25 de Yejezkel/Ezequiel capítulo 36.

Lo que está por acontecerle a la Casa de Israel no puede considerarse sino algo asombroso, una
muestra de eterna misericordia y compasión, leamos el versículo 27, dice:

        “Yo pondré Mi Ruaj dentro de ti y causaré que vivas por mi Torá, que camines en mis
        ordenanzas y guardes mis juicios y los hagas [obedezcas].”

La promesa implica que por medio del Ruaj HaKodesh, Yahvéh estaría restituyendo al Efraín
gentilizado a su posición dentro de la Casa de Jacob, es decir, los atraería de nuevo a Israel y les
daría todos los mismos derechos que a sus hermanos yehudím/judíos.

Shaúl/Pablo, está en completa armonía con ello, como leemos en Efesios 3:6, donde explica:



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        “[…] en unión con el Mesías y por medio de las Buenas Noticias, los gentiles habrían de
        ser coherederos, un cuerpo unido, y coparticipes con los judíos en lo que Yahvéh ha
        prometido.”

Solo entonces la Casa de Israel sabrá cuán abominables han sido sus caminos hasta el día hoy
delante de la Presencia de Yahvéh y aborrecerá esos mismos caminos e incluso, a sí misma, como
leemos en Yejezkel/Ezequiel 36:31, donde encontramos:

        “Entonces recordarás tus sendas perversas y tus obras que no fueron buenas; te odiarás a ti
        misma por tus transgresiones y tus abominaciones.”

Absolutamente nada de ello vendría a ser por algún mérito que Yahvéh haya encontrado en ellos,
nada más lejos de la realidad. Así lo vuelve a decir Yahvéh a la Casa de Israel en el versículo 32:

        “Entiende,' dice Yahvéh Elohim, 'que no estoy haciendo esto por mi amor a ti. En
        cambio, avergüénzate y constérnate por tus sendas, O casa de Israel.'”

No obstante y por definición, podemos aludir a lo siguiente. Es debido a que Efraín no tiene al Ruaj
HaKodesh como nos lo dice el versículo 27, que podemos afirmar que de ninguna forma y bajo
ningún concepto, la Casa de Israel, —que está inmersa en el cristianismo y otras religiones—
tiene lo que ellos llaman espíritu santo, dado que si lo tuvieran, como dice la misma cita, vivirían
por causa de la Torá.

Solamente por causa del Mesías es que la Casa de Israel podrá ser restaurada. Es entonces que a raíz
de ello, el orden establecido en la Torá, en el Brit Hadashah/Nuevo Testamento, y así confirmado
por la Torá, es como lo cita el mismo Mesías Yeshua, quien nos dice que si lo reciben a él (junto
con todo lo que conlleva aceptar sus ricas raíces hebreas), entonces estarían recibiendo al que lo
envió, es decir, a Abba Yahvéh, como leemos en Mattiyahu/Mateo 10:40, dice:

        “Cualquiera que los reciba a ustedes, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, está
        recibiendo al que me envió.”

Según lo dice el Mesías Yeshua, si lo tenemos a él, entonces tenemos al Padre Yahvéh, como nos
enseña él mismo en el libro de Yojanán/Juan 8:19, donde leemos:

        “Ellos le dijeron: "¿Dónde está este padre tuyo?" Yeshua respondió: "Ustedes no me
        conocen a mí, ni a mi Padre; si a mí me conocieran, también conocieran a mi Padre."”

Ahora bien, es el Mesías Yeshua quien pedirá entonces al Padre Yahvéh, que envié sobre aquellos
que lo conocen a él, al Ruaj HaKodesh, como leemos en Yojanán/Juan 14:16, dice:

        “Yo le pediré al Padre, y el Padre les dará otro Consejero consolador como Yo, el Ruaj de
        verdad, para que esté con ustedes para siempre.”

El orden no puede cambiar, puesto que así está estipulado por Yahvéh, y es por medio de Su Ruaj
HaKodesh que conocerás entonces la verdad, y según nos dice Tehilim/Salmos 119:142, la Torá es
verdad, leamos:

        “Tu justicia es justicia eterna y Tu Torá es verdad.”




                                                                                                       28
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Si la Casa de Israel sigue rechazando la Torá es obvio y es una muy gran constante, que no tiene al
Mesías Yeshua que dice tener. La Torá no puede mentir y no miente. El camino ya está trazado.

Como nos enseñan las Escrituras, la condición actual de la Casa de Israel es deplorable en todo
sentido y en cualquier circunstancia. Tanto se han alejado de Yahvéh ¸ tanto han caído, y entre más
lejos de Él, peor viene a ser su situación.

No obstante y ya con la promesa de restauración de Yahvéh, es que él mismo nos indica la forma en
la que ésta Casa de Israel será levantada. El libro de Yejezkel/Ezequiel, capítulo 37 versículo 1 y 2,
nos muestra la condición actual de todo Efraín previo a la restauración, leamos:

        “Con la mano de Yahvéh sobre mí, Yahvéh me llevó por Su Ruaj y me puso en el medio del
        valle, y estaba lleno de huesos. El me hizo pasar por alrededor de todos ellos – ¡había
        tantos huesos tendidos en el valle, y estaban tan secos!”

Es entonces cuando al profeta Ezequiel Yahvéh le pregunta que si en su opinión esos huesos podrían
vivir, y es que para Yahvéh no hay nada imposible, leamos el versículo 3:

        “El me preguntó: "Ben-Adam, ¿pueden estos huesos vivir?" Yo respondí: "¡O Yahvéh
        Elohim! ¡Solamente Tú sabes eso!"”

Es un hecho que humanamente esos huesos no tienen posibilidad de volver a tener vida dentro de
ellos, pero según la palabra profética que Yahvéh había hablado.

Asombrosamente, es aquí donde comienza una de las profecías más asombrosas con respecto a ésta
restauración. Leamos el versículo 4, dice:

        “Entonces me dijo: "¡Profetiza sobre estos huesos! Di a ellos: '¡Huesos secos, oigan las
        palabras de Yahvéh!”

De alguna forma, esos huesos secos, llegarían a escuchar las palabras de Yahvéh no importando el
país donde se encontraran, no importando tampoco su condición y mucho menos, si estaban
completamente dispersos, como leemos en los versículos 5 y 6, donde encontramos lo siguiente:

        “A estos huesos Yahvéh dice: "Yo haré que el aliento entre en ustedes, y vivirán. Yo ataré
        ligamentos a ustedes, haré que crezca carne en ustedes, los cubriré con piel y pondré aliento
        [Mi Ruaj] en ustedes, y vivirán, y sabrán que Yo soy Yahvéh."”

Por increíble que parezca, la imposible restauración de esos huesos secos estaba siendo profetizada
y se nos enseña que esa restauración tomaría tiempo y sería por etapas, según leemos en los
versículos 7 y 8:

        “Así que yo profeticé como fui ordenado; y mientras estaba profetizando, hubo un ruido, un
        ruido arrullador; eran los huesos que se juntaban, cada hueso en su articulación.
        Mientras yo miraba, los ligamentos crecieron en ellos, la carne apareció y la piel los
        cubrió; pero no había aliento en ellos.”

En otras palabras, lo que estaba sucediendo frente a los ojos del profeta es que conforme ellos
escuchaban en el cautiverio las palabras de Yahvéh llamándolos de regreso, los huesos
comenzaron a juntarse, crecían los ligamentos, la carne apareció y la piel los cubrió por completo.



                                                                                                         29
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Es decir, entre más palabras de la Torá escuchen esos huesos secos, más pronta está su restauración
por venir.

Sin embargo, y aunque los huesos ya estaban unidos y había crecido carne en ellos, no tenían aún
aliento de vida, por lo que Yahvéh le dice al profeta que profetice sobre ellos para que el aliento de
vida llegue y ellos puedan vivir, como leemos en el versículo 9, dice:

        “Después me dijo: "¡Profetiza al aliento! ¡Profetiza, Ben-Adam! Di a los huesos que Yahvéh
        Elohim dice: 'Ven de los cuatro vientos, aliento; y sopla sobre estos hombres muertos para
        que puedan vivir.'"”

Vendría de parte de Yahvéh un aliento de vida para esos huesos secos de todos los cuatro vientos,
indicando así, que no importando donde se encuentren, ellos obtendrían vida por la palabra de
Yahvéh, y, asombrosamente, cuando Ezequiel profetizó como le fue ordenado, y ¡una gran
congregación se puso de pie, y no es otra que la congregación o casa de Israel! Con ello llegaría
el cumplimiento paulatino con vistas al futuro, de todos los hijos de Jacob, como leemos en los
versículos 10 y 11:

        “Así que profeticé como fui ordenado, y el aliento vino a ellos, ¡y vivieron, y se pararon
        sobre sus pies, una gran congregación! Entonces me dijo: "¡Ben-Adam! estos huesos son la
        casa entera de Israel […]”

Lo que estaría sucediendo era que con ello llegaría el cumplimiento paulatino, con vistas al futuro,
de la restauración de todos los hijos de Jacob o veyidgú-larób, como él mismo había profetizado.

Es entonces cuando la Casa de Israel llegaría a ser capaz de comprender verdaderamente, su
condición espiritual delante de Yahvéh, misma que por muchos siglos ha permanecido, como
leemos en el mismo versículo 11:

        “[…] y ellos están diciendo: 'Nuestros huesos se han secado, nuestra esperanza se fue, y
        somos completamente cortados.'”

No obstante, Yahvéh los llama mi pueblo, contrario a lo que la profecía de Hoshea/Oseas
mencionaba en el capítulo 1, versículos 8 y 9, donde encontramos:

        “Después de destetar a Lo-Rujamah, ella concibió y tuvo un hijo. Yahvéh dijo: "Llámalo
        Lo-Ammi [no mi pueblo], porque tú no eres mi pueblo, y Yo no seré tu [Elohim]."”

La asombrosa declaración de Yahvéh de volver a llamar pueblo a la Casa de Israel la
encontramos en el versículo 12 de Yejezkel 37:

        “Por lo tanto profetiza; diles que Yahvéh Elohim dice: '¡Mi pueblo! […]”

El decreto contra la Casa de Israel y el castigo por sus hechos no sería tampoco para siempre. Y es
que la tierna misericordia de Yahvéh alcanzaría a las diez tribus perdidas donde quiera que se
encuentren, y de forma asombrosa, podemos ver que El mismo regresará a sus hijos a la Tierra de
Israel, es decir, a la nación que Yahvéh prometió que le daría a Abraham, Isaac y Jacob y no solo a
ellos, sino a su descendencia para siempre.

La reunificación de las tribus ya había sido profetizada y bien interpretada por este valle de huesos
secos, que representa a las naciones que están lejos de Yahvéh y su Torá. Ahí es donde están

                                                                                                         30
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El plan de redención para israel en el galut

  • 1. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com El plan de redención para Israel en el Galut Una perspectiva judío mesiánica sobre la obra del Mesías Moisés Ruiz admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com • ‫בית הברית‬ Documento de distribución libre. La Restauración de Israel es un tema crucial para poder comprender la profecía bíblica y los designios de Yahvéh para el pueblo de Israel y las naciones del mundo. Este tema es una de las bases y premisas más fundamentales que debe conocer cualquier persona que esté en búsqueda de la verdad en las Escrituras. La piedra fundamental sobre la que se desarrolla el tema de la Restauración de Israel, se encuentra en el libro de Bereshit/Génesis con Abraham avinu, cuando leemos que Yahvéh hace una promesa con él, como leemos en el capítulo 13, versículos 14 y 15. “Y Yahvéh dijo a Abram, después que Lot se había ido de su lado: “Mira por todo alrededor de ti desde donde estás, al norte, al sur, al este y al oeste. Toda la tierra que ves Yo la daré a ti y a tu descendencia para siempre […]””. Podemos ver que Yahvéh hace una promesa a Abram de que multiplicaría la semilla de su propio cuerpo o su esperma, y que su futura descendencia heredaría la Tierra de Israel para siempre. En el momento preciso de la promesa Abram se encontraba en Israel. Más adelante, en el versículo 16 de Bereshit/Génesis 13, leemos: “[…] y Yo haré tu descendencia] tan numerosa como la arena en la tierra – que si una persona puede contar la arena en la tierra, entonces tu descendencia puede ser contada.” Es así, que antes de que Yahvéh cumpliera su promesa a Abram avinu, ya le había sido dicho que sería tan grande su descendencia, que sería imposible que fuera contada. La comparación de su descendencia con la arena de la tierra nos permite divisar la firme promesa de Yahvéh hecha a Abram, y es que sabemos que el hombre es humanamente incapaz de hacer un conteo de la arena de toda la Tierra. Esta promesa vemos que es literal y por ello, no necesita mayores explicaciones o interpretaciones que la distorsionen de su sentido real. Abram mismo comprendió el sentido literal de la promesa, lo veremos más adelante. En Bereshit/Génesis 15:1, podemos ver a Yahvéh animando a Abram a cumplir su decreto de salir de su tierra y de la casa de su padre cuando en los versículos 2 y 3 Abram le objeta a Yahvéh que no le ha dado hijos aún y que será Eliezer, su siervo, quien terminaría heredando todas sus posesiones, así también, su promesa de multiplicación física. No obstante, en el versículo 16, vemos que Yahvéh le confirma que será un descendiente físico de su propio cuerpo quien terminará heredándole. “Pero la palabra de Yahvéh vino a él: "Este hombre no será tu heredero. No, tu heredero será un hijo de tu propio cuerpo."” Además, podemos ver en el versículo 5 que Yahvéh saca a Abram de su tienda y le pide que vea el firmamento y vuelve a confirmar Su promesa, en esta ocasión, comparándola con las estrellas del cielo. 1
  • 2. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “Entonces Él lo llevó afuera, y le dijo: "Mira al firmamento, y cuenta las estrellas – ¡si tú las puedes contar! ¡Tú descendencia será tan numerosa!"” Comprobamos entonces que es por medio de un hijo físico de Abram avinu que la promesa vendría a ser hecha realidad y que esta misma descendencia heredaría la Tierra de Israel. De ningún modo se podría considerar a Eliezer, siervo de Abram, como un posible candidato a llenar la promesa de Yahvéh. Y sabemos, además, que quien llegara a ser el hijo de la promesa, sería por voluntad divina de Yahvéh sobre la vida de Abram; descartando así, el futuro ofrecimiento de Sara, mujer de Abram. La descendencia del Patriarca sería tan grande, que fue comparada con las estrellas del cielo, dejando así de lado cualquier esperanza de poder definir con una muestra o un censo, quienes serían efectivamente, los hijos de Abram. No habría manera de saberlo por ningún medio humano. Tan es así, que podemos estar seguros que solamente Yahvéh lo sabe bien y que aún, con los medios de la astronomía actual, apenas se puede hacer un estimado de las estrellas del cielo, y esos cálculos son muy reservados. Tenemos entonces una sola promesa hecha a Abram y sabemos que quien llegara a ser esa descendencia prometida, tendría que ser en cantidad, como la arena de la tierra y como las estrellas del cielo. Vemos que Abram le creyó a Yahvéh Su promesa en el versículo 6, y fue considerado justificado delante de Él. “Abram creyó en La Palabra de Yahvéh, y Él se lo acreditó a como justificación.” El hecho que se pretenda encontrar otro sentido o significado a la promesa de Yahvéh a Abram, sería dudar de la promesa hecha y hacer lo contrario a lo que el Patriarca hizo. Es una promesa de multiplicación de su semen literal y como tal debemos entenderla. Más adelante en el relato de Bereshit/Génesis, en el capítulo 16, vemos un ofrecimiento de Sara a Abram de llegarse a su sierva Hagar para que ésta le diera hijos. De esa relación de Abram con Hagar nació Ismael/Ismael, primer hijo físico del Patriarca, lo podemos ver en el versículo 15: “Hagar dio a luz para Abram un hijo, y Abram llamó al hijo el cual Hagar había dado a luz Ismael [Elohim oirá].” Hay que notar que aunque la voluntad divina accedió al nacimiento de Ismael, no se le puede considerar como el hijo de la promesa, dado que Sara era la esposa de Abram y no Hagar. Es decir, la promesa vendría a ser hecha por medio de un hijo de Abram con Sara; de ahí parte la promesa, y es que sabemos que Sara era infértil, como leemos en Bereshit/Génesis 16:2, dice: “[…] así que Sara dijo a Abram: "Mira, Yahvéh no me ha permitido tener hijos; ve y duerme con mi esclava. Quizá yo podré tener hijos por medio de ella." Abram escuchó lo que Sara dijo.” Tiempo después, Yahvéh habla de nuevo con Abram, cuando éste tenía 99 años de edad, y le dice que sería padre de muchas naciones o hamón goyím. Lo cual implica multitud de pueblos saldrían del Patriarca. Leemos en Bereshit/Génesis 17:4, lo siguiente: “En cuanto a mí, este es mi Pacto contigo: tú serás el padre de muchas naciones.” 2
  • 3. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Ahora bien, en el hebreo, la misma cita dice: “Aní hiné berití itáj vehayíta leáb hamón goyím.” El término hamón goyím, hace referencia a una multitud de naciones. En el pensamiento judío es usualmente dicho con respecto a las naciones extranjeras o gentiles la palabra gentiles, pero aquí vemos que también se la utiliza para referirse a la descendencia de Abram, y podemos con ello, contemplar el plan divino de Yahvéh. Además, esta misma promesa no vendría sino por medio de un cambio de nombre al Patriarca, es decir, el nombre que tendría sería Abraham y no Abram. A partir de éste punto podemos dilucidar los tintes de majestad de la promesa de Yahvéh. De tal manera, que en los versos siguientes, podemos ver que muchas naciones vendrían por medio de Abraham, así como reyes de la nación y el futuro Rey de Israel, es decir, el Mesías. Leamos Bereshit/Génesis 17:5-6, dice: “Tu nombre ya no será Abram [padre exaltado], sino tu nombre será Abraham [padre de muchos], porque Yo te he hecho padre de muchas naciones. Yo te causaré ser muy fructífero. Yo haré naciones de ti, reyes descenderán de ti.” Posteriormente, en el versículo 7, leemos que Yahvéh establece Su pacto no solamente entre Abraham y Yahvéh mismo, sino que también con su descendencia para siempre con el respecto der ser Elohim para ellos y nunca abandonarlos, dice: “Yo estoy estableciendo mi Pacto entre Mi Palabra y tú, junto con tu descendencia después de ti, generación por generación, como Pacto perpetuo, de ser Elohim para ti y tu descendencia después de ti.” En otras palabras, la descendencia de Abraham tenía asegurado que Yahvéh seria Elohim para ellos por todas sus generaciones, no importando quienes llegaran a ser posteriormente o donde se encontraran. Esta una promesa incondicional. Después del nacimiento de Ismael, tenemos en el libro de Bereshit/Génesis 17:19 que Yahvéh le menciona a Abraham quien será el hijo de la promesa que le había hecho, leamos: “Elohim respondió: "No, pero Sara tu esposa te dará a luz un hijo, y tú lo llamarás Isaac [risa]. Yo estableceré mi Pacto con él como Pacto perpetuo para su descendencia después de él.” Vemos también, una confirmación de la promesa hecha a Abraham después que éste pasara la prueba de la atadura de Isaac, como leemos en el versículo 22 de Bereshit/Génesis 17, dice: “Yo en verdad bendiciendo te bendeciré; y Yo en verdad multiplicando te multiplicaré tu descendencia a tantos como hay estrellas en el firmamento o granos de arena en la costa del mar. Tu descendencia poseerá las ciudades de sus enemigos.” Y hace además, una promesa asombrosa, mencionando en el versículo 18, que de su propia descendencia, misma que llenaría prácticamente toda la Tierra, vendría uno por medio del cual todas las naciones de la Tierra, o gentiles, serán bendecidos, y éste no es otro, sino el Mesías. 3
  • 4. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “[…] y por tu descendencia todas las naciones de la tierra serán benditas – porque tú obedeciste mi orden.” Posteriormente, y tras Abraham buscar esposa para Isaac, encuentra por medio del Ruaj HaKodesh, o espíritu de santidad, a Rebeca, por quien su familia eleva una bendición al cielo profetizando que ella misma sería el medio por el cual la promesa de Yahvéh de multiplicación de la descendencia de Abraham se llevaría a cabo, leamos Bereshit/Génesis 22:60, dice: “Ellos bendijeron a Rebeca con estas palabras: "Nuestra hermana, que tú seas la madre de millones, y que tu descendencia posea las ciudades de aquellos que los odian.” Continuando con el relato de Bereshit/Génesis, tenemos que el capítulo 26, versículo 4 que Yahvéh ratifica su promesa en Isaac, y aún lo vemos desde el versículo 3: “Quédate en esta tierra, y Yo estaré contigo y te bendeciré, porque Yo daré todas estas tierras a ti y a tu descendencia. Yo cumpliré mi juramento que hice a Abraham tu padre – Yo haré tu descendencia tan numerosa como las estrellas en el firmamento, Yo daré todas estas tierras a tu descendencia, y por tu descendencia todas las naciones de la tierra se bendecirán a sí.” Sabemos pues, y confirmado por la cita anterior, que no será por medio de un gentil como Eliezer o por medio de un hijo de un deseo humano, como Ismael, que Yahvéh traería a cumplimiento su promesa de multiplicación del esperma de Abraham, sino que sería por medio de Isaac. Ahora bien, ¿la promesa que Yahvéh haría con Isaac no es similar a la que hizo con Abraham? En efecto que lo es. La promesa pasaría entonces de Abraham a Isaac, su hijo, y sabemos por medio del Brit Hadashah/Pacto Renovado, que, efectivamente, Isaac es el hijo de la promesa, leamos el libro de Galutyah/Gálatas 4:28, dice: “Ustedes, hermanos, como Isaac, son los hijos a los que se refiere la promesa de Yahvéh.” De tal modo, tenemos después a Isaac bendiciendo a uno de sus dos hijos, es decir, a Jacob, en donde le dice que su descendencia sería multiplicada en gran forma y que formaría una asamblea de naciones o comunidad de pueblos, leemos esto en Bereshit/Génesis 28:3, dice: “Que El [Todopoderoso] Shaddai te bendiga, te haga fructífero y multiplique tu descendencia, hasta que se hagan una total asamblea de naciones [gentiles].” Y, en el versículo 4, tenemos una asombrosa declaración, al concederle Isaac a Jacob, la bendición de su padre Abraham, leemos: “Y que Él te dé la bendición la cual dio a Abraham, a ti y a tu descendencia contigo, para que así poseas la tierra por la cual viajarás, la Tierra que Elohim dio a Abraham.” En otras palabras, podemos ver un poco más del plan divino de Yahvéh para llenar la tierra por completo y para ser Elohim en todas las naciones, ya que vemos ahora que la promesa lleva el siguiente cauce: Abraham, Isaac y Jacob. La promesa hecha a Abraham fue una sola, pero tiene dos vertientes, que son las siguientes. La primera es que por medio de su descendencia, todas las naciones o gentiles, podrían ser bendecidos, 4
  • 5. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com y la segunda, es una promesa de multiplicación extremadamente abundante, ya que Yahvéh mismo la comparó con la arena de la tierra y las estrellas del cielo. Teniendo entonces Jacob la concesión de la promesa hecha a Abraham avinu, podemos ver en Bereshit/Génesis 28:13 en el sueño de la “Escalera de Jacob”, que Yahvéh se le aparece en un encuentro y le afirma la promesa que su padre Isaac le dio: “Entonces de repente Yahvéh estaba parado allí junto a él; y Él dijo: "Yo soy Yahvéh el Elohim de Abraham tu padre [abuelo] y el Elohim de Isaac. No temas, la Tierra sobre la cual estás acostado Yo la daré a ti y a tu descendencia.” Y, sorpresivamente, en el versículo 14, tenemos que esa misma descendencia de Jacob, sería de alguna manera llevada a los cuatro puntos cardinales de toda la Tierra. “Tu descendencia será tan numerosa como los granos de arena en la tierra. Te expandirás hacia el oeste y hacia el este, hacia el norte y hacia el sur. Por ti y tu descendencia todas las tribus de la tierra serán bendecidas.” En otras palabras, el hogar de los hijos de Jacob sería en la Tierra de Israel, pero llegaría hasta los confines del mundo por el plan divino. No obstante, su residencia permanente, como está estipulado en la promesa, es en Israel. Vemos en Bereshit/Génesis 35:10, que de la misma forma en que Yahvéh hizo con Abraham, ahora hace con Jacob al cambiarle el nombre. Este cambio de nombre responde a un cambio de propósito, como leemos a continuación: “Elohim le dijo: "Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás Jacob; tu nombre será Israel." Así que Él le puso por nombre Israel.” Es decir, será con el nombre de Israel que el Patriarca vendría a ser el medio por el cual Yahvéh establecería, no solo a una nación, sino a una multitud de naciones. Esta nación en curso sería Israel y la multitud de naciones serían los gentiles, leamos Bereshit/Génesis 35:11, dice: “Además, Elohim le dijo: "Yo soy El [Todopoderoso] Shaddai. Sé fructífero y multiplícate. Naciones, ciertamente una asamblea de naciones saldrá de ti; reyes descenderán de ti.” Y con respecto a la tierra de Israel, se dice en el versículo 12: “Además, la tierra que Yo le di a Abraham y a Isaac Yo te la he dado a ti, y será para ti y para tu descendencia después de ti que Yo daré esta tierra.” El curso de la promesa ya es visible entonces, y tenemos en Bereshit/Génesis 35:23 al 26, que es como Israel que el Patriarca engendra doce hijos, los cuales después vendrían a ser considerados las Doce Tribus de Israel, leamos: “Los hijos de Lea fueron Rubén el primogénito de Jacob, Simeón, Levi, Judá, Isacar y Zebulón. Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín. Los hijos de Bilhah la esclava de Raquel fueron Dan y Neftalí. Y los hijos de Zilpa la esclava de Lea fueron Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, nacidos a él en Paddan-Aram.” 5
  • 6. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Conforma avanza el relato de Bereshit/Génesis, tenemos que después de José ser vendido y de convertirse en el segundo al mando de la nación egipcia, y tras el hambre profetizada, que el Patriarca Israel está por morir en la tierra de Gosén, en Egipto/Egipto. José se entera de la salud de su padre y lleva a sus dos hijos que le nacieron en Egipto para que su padre los bendiga, como se lee en Bereshit/Génesis 48:1, dice: “Un tiempo después alguien le dijo a José que su padre estaba enfermo. Él tomó con él sus dos hijos, Manasés y Efraín, y vino a Jacob.” Es entonces que el Patriarca le menciona a José la promesa que Yahvéh le había hecho y le dice lo siguiente en el capítulo 48, versículos 3 y 4, leemos: “Jacob le dijo a José: "El [Todopoderoso] Shaddai se me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, diciéndome: 'Yo te haré fructífero y numeroso. Yo te haré multitud de naciones; y Yo daré esta tierra a tu descendencia para que la posean para siempre.'” Inmediatamente después de José conocer la promesa hecha a sus padres, Israel adopta como hijos suyos tanto a Manasés como a Efraín, leemos de éste suceso en Bereshit/Génesis 48:5, dice: “Ahora tus dos hijos, que te nacieron en la tierra de Egipto antes de que yo viniera a ti en Egipto, son míos; Efraín y Manasés serán tan míos como Rubén y Simeón lo son.” Es así, que tenemos que después de haberlos adoptado, podemos ver que Israel profetiza sobre ellos, en el versículo 16, que su nombre, Israel, sea llamado en ellos: “El ángel que me redimió a mí de todo mal, él bendiga a los jóvenes y que sea llamado en ellos mi nombre y el nombre de mis padres, Abraham e Isaac […]” De tal forma lo dispuso Yahvéh por medio del patriarca Israel, que sus ahora hijos, ¡podrían ser llamados Israel también! Vemos enseguida, en ese mismo versículo, que profetiza que ellos, tanto Manasés como Efraín, lleguen a multiplicarse tan abundantemente como los peces en la Tierra. Continuamos con el relato del versículo, dice: “[…] y que se multipliquen (como los peces) abundantemente dentro (en medio) de la Tierra.” Ahora bien, en el texto original, es decir, en el hebreo, leemos: “Veyidgú larób bequéreb haáretz.” Este término, veyidgú larób, quiere decir: que proliferen o se multipliquen como peces. En otras palabras, la descendencia de José, de quien su nombre quiere decir, aumento, sería igualmente tan vasta como los peces del mar. Aquí es donde podemos ver un destello mucho más claro de las palabras del Mesías Yeshua donde nos dice que él nos haría pescadores de hombres. Leamos entonces Mattiyahu/Mateo 4:19, dice: “Yeshua les dijo: "¡Síganme, y los haré pescadores de hombres!"” 6
  • 7. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Y aún, el libro de Yirmeyahu/Jeremías 16:16, está en armonía con ello. Esta misma cita tiene un doble significado, uno sería para llevarlos cautivos a Babilonia y el otro, para ser redimidos de la misma forma en la que fueron puestos en la cautividad. “"¡Contempla!" Yahvéh dice: "Mandaré a buscar muchos pescadores, y ellos los pescarán.” Vemos que José coloca a sus hijos delante de él de forma de que su primogénito, Manasés, quedará frente al brazo derecho de Israel y que Efraín estuviera al izquierdo, leemos en el versículo 13 de Bereshit/Génesis 48, dice: “Y José los tomó a ambos, Efraín en su mano derecha hacia la mano izquierda de Israel y Manasés en su mano izquierda hacia la mano derecha de Israel, y los trajo cerca de él.” El propósito de José era que el Patriarca descansara su mano derecha sobre Manasés y no sobre Efraín para recibir la bendición. No obstante, leemos en el versículo siguiente, que Israel cruza las manos, dirigido por el Ruaj HaKodesh y coloca su mano derecha sobre Efraín, quien estaba a su lado izquierdo. “Pero Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza del más joven, Efraín, y puso su mano izquierda en la cabeza de Manasés – él intencionalmente cruzó sus manos, aun siendo Manasés el primogénito.” Enseguida, al José percatarse de ello, le quita la mano a su padre de Efraín para ponerla en Manasés, como usualmente tendría que pasar, dado que era el hijo mayor, leemos esto en el versículo 17: “Cuando José vio que su padre estaba poniendo su mano derecha sobre la cabeza de Efraín no le complació, y levantó la mano de su padre para quitarla de la cabeza de Efraín y ponerla en la cabeza de Manasés.” Sin embargo, a pesar del ruego de José, su padre Israel se niega rotundamente en el versículo 19 y le afirma que él bien sabe lo que está haciendo y llegamos entonces a uno de los puntos más críticos de la historia de la nación hebrea y con un sentido profético asombroso, y es que al declarar Israel que Manasés será un pueblo grande, su hermano menor, Efraín, sería mayor que él y que además, declara que sería por medio de la descendencia de Efraín que llegaría el meló-hagoyím: “Pero su padre rehusó, y dijo: "Yo sé eso, hijo mío, yo lo sé. Él también se hará un pueblo, y él también será grande; no obstante su hermano menor será mayor que él, y su descendencia formará multitud de naciones.” El término hebreo para meló-hagoyím, quiere decir lo siguiente: “llenar plenamente a las naciones.” Lo cual nos trae mucha más claridad en el contexto profético. Recordemos que en el pensamiento hebreo se le denomina a otras naciones como gentiles o bien, como gentiles. Este mismo término podría ser llamado también como plenitud de los gentiles. En otras palabras, tenemos que lo que fue prometido a Abraham, Isaac y Jacob, de que su descendencia llegaría a expandirse por toda la Tierra y llenarla, vendría a cumplimiento por medio de Efraín. 7
  • 8. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Ahora bien, Shaúl/Pablo, nos explica en el libro de Romanos esta verdad que el Patriarca ya había divisado proféticamente al referirse a la descendencia de Efraín como el meló-hagoyím. Podemos comprenderlo al leer el versículo 25: “Pues, hermanos, quiero que ustedes entiendan esta verdad que Yahvéh había antes ocultado, y ahora la ha revelado, para que no se imaginen que saben más de lo que en verdad saben. Es el endurecimiento, que a tal grado ha caído sobre Israel hasta que el mundo Gentil haya entrado en la totalidad […]” Shaúl/Pablo, sabía que estos gentiles eran parte de la promesa hecha a los Patriarcas y que no estaban excluidos de los planes divinos de Yahvéh, y es que de esta misma forma que todo Israel será salvado, leamos el versículo 26: “[…] y así será que de esta manera, todo Israel será salvo […]” Después de la bendición, lo que tenemos, en otras palabras, es que el Patriarca Israel colocó a Efraín en la posición de Rubén, que era su primogénito, y a Manasés en el lugar de Simeón. Esta acción que tomó Israel queda confirmada en el libro de Yirmeyahu/Jeremías 31:9, donde se afirma: “[…] Porque Yo soy un Padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.” Entonces, ¡Efraín viene a ser el primogénito por sobre todas las demás tribus de Israel! Ahora bien, cuando Israel bendice a sus demás hijos, declara sobre Judá que todos sus hermanos lo reconocerán, que el gobierno recaería sobre él y que un regidor nunca faltaría de su descendencia en Israel, lo podemos leer en Bereshit/Génesis 49:8 y 10, donde se nos dice: “Judá, tus hermanos te reconocerán […]” Y también, “No se apartará la vara (del reinado) de Judá ni el legislado (presidentes de Israel) de entre sus pies […]” A pesar de que Israel le dio la primogenitura a Efraín, debemos considerar lo siguiente. Se entiende que el hijo primogénito tiene una mayor importancia por sobre el resto de sus hermanos, como lo es en la herencia, en los privilegios y las obligaciones que ésta conlleva y podemos ver cuán apreciada era al Isaac bendecir a Jacob por sobre su hermano Esaú. Además, en ausencia del padre debido a su muerte, el hijo primogénito tiene el derecho y la obligación de gobernar la casa y dirigirla, por lo que ese derecho mismo recaía sobre Efraín e impactaba directamente a las demás tribus de Israel. Lo que tenemos entonces es lo siguiente, que cuando Israel le dio a Efraín la primogenitura, se la dio con una reservación mayor, como vimos en Bereshit/Génesis 49: 8 y 10, donde leemos que a Judá le fue dada la preeminencia o derecho para gobernar sobre las demás tribus de Israel. Es decir, Efraín es el primogénito para todas las tribus, pero, ¡no tiene el derecho de reinar sobre Israel, ya que éste privilegio lo tiene Judá! 8
  • 9. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Pareciera que la primogenitura fue repartida entre dos hermanos, y en verdad lo fue. Efraín tiene un título sin autoridad y Judá tiene la preeminencia sobre ellos y el derecho a reinar. Una cosa tenemos por cierta, y es que las tribus de Israel se someterían a la autoridad de Judá y no a la de Efraín, y por otro lado, tenemos que la descendencia de Efraín llegaría a ser el meló- hagoyím o la plenitud de los gentiles por medio del cual, se llevaría a cabo el cumplimiento de la promesa de multiplicación física hecha a Abraham. De suma importancia es también el conocer que no es sino por medio de Shilóh que la descendencia de Efraín, meló-hagoyím, o futuros gentiles, sería reunida de nueva cuenta en la Asamblea de Israel, como leemos al término del versículo 10, dice: “[…] hasta que llegue Shilóh (Mesías) y a él se reunirán (someterán) (todos los) pueblos.” Es así, que la primera ocasión en la que se hace referencia a la “casa de Jacob,” es en el libro de Shemot/Éxodo capítulo 19, versículo 3, donde expresamente se refiere Yahvéh con éste término a las Doce Tribus de Israel, leamos: “Moshe subió a Elohim, y Yahvéh lo llamó desde la montaña: "Aquí está lo que dirás a la casa de Jacob […]” Es decir, se le conoce como “casa de Jacob” a todos los descendientes de los doce hijos del Patriarca, tribu por tribu, hombre por hombre, a quienes el relato de Shemot/Éxodo, nos enseña que Moshe/Moisés sacó de Egipto/Egipto con el propósito de que recibieran la Torá en el monte Sinaí. La encomienda de Yahvéh para toda la casa de Jacob era la siguiente, podemos leerlo en los versículos 5 y 6 del libro de Shemot/Éxodo, y aún más adelante, dice: “Ahora, si ustedes prestan cuidadosa atención a lo que Yo digo y guardan mi Pacto, entonces ustedes serán mi propio tesoro de entre todos los pueblos, porque toda la tierra es mía; y ustedes serán un reino de sacerdotes para mí, una nación apartada.” En otras palabras, Yahvéh estaba preparando no solo a los ancianos del pueblo, sino a toda la casa de Jacob para que recibieran su Pacto, y mucho antes de escucharlo siquiera, se nos enseña que toda la casa de Jacob aceptó que lo que Yahvéh estaba por decirles, leamos el versículo 8: “Todo el pueblo respondió como uno: "Todo lo que Yahvéh ha dicho, nosotros haremos." Moshe reportó las palabras del pueblo a Yahvéh.” De tal forma que al tercer día, Moshe/Moisés saca al pueblo para que reciban a Elohim y a Su Pacto, es decir; Su Torá. Truenos, relámpagos, una nube espesa, fuego y un muy gran sonido del shofar acompañaron a este majestuoso evento. Tenemos entonces que Yahvéh se estaba manifestando a todas las Tribus de Israel y les estaba dando todos sus preceptos y toda su enseñanza, como leemos en los versículos 16 al 19, y versículo 22, dice: “En la mañana del tercer día, hubo truenos, relámpagos y una nube espesa sobre la montaña. Entonces un shofar sonó tan altamente que toda la gente en el campamento tembló. Moshe sacó al pueblo fuera del campamento para recibir a Elohim; ellos se pararon cerca de la base de la montaña. El Monte Sinaí se envolvió en humo, porque Yahvéh descendió sobre él en fuego – su humo subió como humo de un horno, y toda la montaña 9
  • 10. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com se estremeció violentamente. Según el sonido del shofar se hacía más y más alto, Moshe habló; y Elohim le respondió con una voz.” Y también: “Yahvéh dijo a Moshe: "Aquí está lo que dirás a la casa de Jacob y reportarás a los hijos de Israel: 'Ustedes mismos han visto que Yo hablé con ustedes desde el cielo.” En los capítulos siguientes de Shemot/Éxodo podemos ver todas las enseñanzas que Yahvéh le dio a Moshe/Moisés para toda la casa de Jacob. No solamente son las Diez Palabras/Diez mandamientos, como podemos leer en Shemot/Éxodo 21:1, donde dice: “Estas son las ordenanzas que tú pondrás delante de ellos […]” Estas mismas ordenanzas y enseñanzas son la Torá y como sabemos, todo Jacob o la casa de Jacob esta supuesta a obedecer Su Pacto. Leemos también en el libro de Devarim/Deuteronomio 29:29, que la Torá es la herencia de toda la casa de Jacob para todas sus generaciones: “Las cosas que están escondidas pertenecen a Yahvéh nuestro Elohim. Pero las cosas que han sido reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que podamos observar todas las palabras de la Torá.” Esta es una premisa de vital importancia, que la Torá fue dada a las Doce Tribus de Israel y que sus palabras no están anuladas y que son pacto perpetuo para todas las generaciones de la casa de Jacob. Una enseñanza clave al respecto la da el Mesías Yeshua en Mattiyahu/Mateo 5:17, dice: “No piensen que he venido a abolir la Torá o los Profetas. He venido, no a abolir, sino a completar.” Y aún más, en el versículo 19, donde encontramos: “De manera que cualquiera que desobedezca el menor de estos mitzvot [mandamientos], y enseñe así a otros, será llamado el menor en el Reino de Yahvéh. Pero cualquiera que los obedezca y así enseñe será llamado grande en el Reino de Yahvéh.” Asimismo, Shaúl/Pablo, nos deja ver la importancia de todo el Tanaj/Antiguo Testamento, al enseñarnos que el Mesías no vino a anular la Torá, sino que ésta misma nos lleva al Mesías, leamos Romanos 10:4, dice: “Porque la meta a la que el Tanaj apunta es al Mesías, quien ofrece justificación a todos los que confían.” Con este contexto podemos comprender las palabras de Mattiyahu/Mateo 5:17 cuando afirma el propio Mesías Yeshua que él vino a completar la Torá y los Profetas, es decir, a mostrarnos su significado completo al cumplir con las profecías que hablaban con respecto a él. Vino, sin lugar a dudas, a completar nuestro conocimiento de la Torá. 10
  • 11. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Tenemos entonces que toda la casa de Jacob obtiene la Torá, después viene la muerte de Moshe/Moisés, el surgimiento de Yehoshúa/Josué como su sucesor y la entrada a la Tierra de Israel para tomar posesión de ella, llega el periodo de diversos jueces, el reino de Saúl y finalmente, el reinado de David hamelej/rey David. Como la misma historia nos relata, la última ocasión en la que fueron vistas las Doce Tribus de Israel en completa unidad y armonía, fue con el mandato del rey David y el de su hijo Salomón/Salomón, aunque fue a manos de éste que el reino de Israel se dividió. Aconteció que en el reinado del rey Salomón/Salomón que éste tomó muchas mujeres para sí mismo y con ello su corazón comenzó a apartarse de Yahvéh el Elohim de su padre David. Esto fue una violación a la Torá que había sido dada por medio de Moshe/Moisés, como leemos en Devarim/Deuteronomio 17:14 al 17, dice: “Cuando hayan entrado en La Tierra que Yahvéh su Elohim les está dando, hayan tomado posesión de ella y estén viviendo allí, ustedes pueden decir; 'Yo quiero tener un rey sobre mí como todas las otras naciones alrededor de mí. En ese evento, nombrarán como rey el que Yahvéh su Elohim escoja. Él debe ser uno de sus hermanos, este rey que nombren sobre ustedes – les está prohibido nombrar un extranjero sobre ustedes que no sea su hermano. Sin embargo, él no adquirirá muchos caballos para sí o hará que el pueblo regrese a Egipto para obtener más caballos, puesto que Yahvéh les dijo que nunca regresaran por ese camino. Asimismo, no tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se extravíe; y no adquirirá cantidades excesivas de plata y oro.” Este mismo evento en la vida del rey Salomón/Salomón lo encontramos en Melajim Alef/1 Reyes 11:1 y 2, leamos: “El rey Salomón era un amante de mujeres, y tomo mujeres extrañas además de la hija de Faraón. Había mujeres de los moabitas, amonitas, edomitas, Tzidonitas e hititas. Naciones de las cuales Yahvéh había prohibido a los hijos de Israel, diciendo: "No pueden ir entre ellas ni ellas entre ustedes, porque ellas les volverán sus corazones hacia sus dioses." Pero Salomón estaba profundamente atraído a ellas por su amor.” El relato de Melajim Alef/1 Reyes, nos dice que Salomón/Salomón cuando fue viejo no tuvo un corazón recto delante de Yahvéh por causa de las mujeres extrañas o de otras naciones que él había tomado, sigamos entonces el recuento en el capítulo 11, versículo 4, dice: “Pues cuando Salomón se hizo viejo, su corazón no era perfecto hacia Yahvéh su Elohim, como el corazón de David su padre había sido.” Este erro fue considerado muy grave a los ojos de Yahvéh y fue algo maldito, según leemos en el versículo 6, dice: “Por tanto Salomón hizo lo que era maldito ante los ojos de Yahvéh y no siguió a Yahvéh completamente como David su padre había hecho.” Lo que el rey Salomón/Salomón hizo trajo consecuencias terribles a todo el reino de Israel, a saber, la ruptura de la casa de Jacob o de las Doce Tribus de Israel, el versículo 11 nos lo declara: 11
  • 12. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “Y Yahvéh dijo a Salomón: "Puesto que esto es lo que ha estado en tu mente, y tú no has guardado mis mitzvot y mis ordenanzas las cuales Yo te ordené obedecer, Yo romperé el reino de tu mano y se lo daré a tu siervo.” Ya no había marcha atrás, el decreto divino del rompimiento del reino de Israel ya había sido dado. Sin embargo, ello no acontecería en la vida del propio rey Salomón/Salomón, sino que sería en la vida de su hijo. Y es que Yahvéh, por amor a su padre David hamelej/rey David, no lo haría en sus días. Leamos el versículo 12, donde dice: “Sin embargo, por amor a David tu padre no lo haré mientras tú estés vivo, sino que lo romperé de las manos de tu hijo.” No obstante, y ante el duro decreto divino, Yahvéh mismo guardaría su promesa a David hamelej/rey David, de que el trono o reinado de su descendencia estaría para siempre delante de Él y que sería un reino estable, leemos ello en Shemuel Bet/2 Samuel 7:16, dice: “Así que su casa será segura y su reino para siempre delante de mí; su trono será estable para siempre.” Y también, Yahvéh le afirma a Salomón/Salomón que su hijo retendría una tribu por amor a su siervo David y por amor a Jerusalén, la ciudad que El escogió para Sí mismo, leemos esto en Melajim Alef/1 Reyes 11:13, dice: “Aun entonces, no quitaré todo el reino; Yo daré una tribu a tu hijo por amor a David mi siervo y por amor a Jerusalén, la ciudad que Yo he escogido.” La tribu que posteriormente retendría el hijo de Salomón/Salomón seria Judá. Ello también debido a la bendición pronunciada por el Patriarca en Bereshit/Génesis 49:10, donde le promete que nunca faltaría un regidor de en medio de ellos hasta la llegada del Mesías, donde encontramos: “Un regidor no fallará de Judá, ni un príncipe de sus lomos […]” Tras conocer la sentencia divina por la gran transgresión de Salomón/Salomón, Yahvéh comienza a levantar para él varios enemigos hasta el tiempo de su muerte, uno de ellos, llamado Jeroboam. Encontramos el relato en el versículo 26 y 27, donde leemos: “También Jeroboam el hijo de Nevat, un Efrati de Tzederah, el hijo de una viuda que era sirvienta de Salomón. Y esta es la ocasión de su alzar sus manos contra el rey Salomón […]” Cabe mencionar aquí que el nombre de Jeroboam, significa: “Yahvéh aumentará al pueblo”. Lo cual nos dice que sería por medio de él que la promesa de multiplicación física hecha a Abraham avinu vendría a ser cumplida. Uno de los momentos cumbres estaba por acontecer en la vida de la nación, y es que la palabra de Yahvéh a Salomón estaba por ser interpretada por el profeta Ajiyah/Ahías, junto con Jeroboam. El relato está en el versículo 29: “Una vez, durante este tiempo, cuando Jeroboam había salido de Jerusalén, el profeta Ajiyah de Shilóh lo divisó viajando. Ajiyah estaba usando un manto nuevo, y ellos dos estaban solos en campo abierto.” 12
  • 13. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Como podemos ver, Ajiyah/Ahías, tenía un manto (talit) nuevo, simbolizando con ello la unidad de las Doce Tribus de Israel. Este manto lo rasgaría el profeta en doce pedazos, y le daría diez pedazos del manto a Jeroboam, afirmando con ello que Yahvéh mismo le daría a él diez de las doce tribus de Israel, leamos el versículo 31: “Ajiyah se agarró de su manto nuevo (talit) que él estaba usando y lo rasgó en doce pedazos. Entonces dijo a Jeroboam: "¡Toma diez pedazos para ti! Porque he aquí lo que Yahvéh el Elohim de Israel dice: 'Yo rompo el reino de la mano de Salomón, y Yo te daré diez tribus a ti.” Y como leemos en el versículo 36, el destino de las dos tribus restantes recaería sobre los hombros del hijo de Salomón/Salomón: “A su hijo daré las dos tribus que quedan, así que David mi siervo siempre tendrá una luz quemando delante de mí en Jerusalén, la ciudad que Yo escogí para mí mismo como el lugar para poner Mi Nombre.” Tenemos ahora la división de la casa de Jacob, quedando de la siguiente manera: diez tribus estarían en manos de Jeroboam y dos tribus quedarían en manos del hijo de Salomón/Salomón. Cabe señalar la muy dura advertencia que Yahvéh le da a Jeroboam con respecto a esas diez tribus que estaría por recibir, leamos el versículo 38: “Ahora bien, si tú guardas los mitzvot que Yo te ordeno, caminas en mis caminos y haces lo recto delante de mí, así que si observas mis ordenanzas y mitzvot, como hizo David mi siervo; entonces Yo estaré contigo, y Yo te edificaré una dinastía perecedera, como edifiqué para David; y Yo te daré Israel.” Esta cláusula, le dice a Jeroboam que de guardar la Torá, Yahvéh mismo estaría con él y por consiguiente, con las diez tribus. Por definición, si no la guardaba, ¡Yahvéh no estaría con él y tampoco con las diez tribus! Lo que se avecinaba para las diez tribus sería algo terrible, ello implicaba un divorcio —literal — de Yahvéh con las diez tribus. Lo que sucedería con la descendencia de David y con las dos tribus restantes sería que Yahvéh los afligiría, pero afirma que no sería para siempre, leamos el versículo 39: “Por esta ofensa Yo afligiré a la descendencia de David, pero no para siempre.” Como consecuencia de ello, Salomón/Salomón intentó matar a Jeroboam para evitar a toda costa que las palabras de Yahvéh tuvieran su cumplimiento, y asegurar así, que el reino no sería dividido como el profeta había hablado de parte del Eterno. Inmediatamente después, Jeroboam huye a Egipto/Egipto hasta la muerte de Salomón/Salomón, vemos el relato en el versículo 40, dice: “A causa de esto Salomón trató de matar a Jeroboam; pero Jeroboam se levantó, huyó a Egipto, a Shishak rey de Egipto, y se quedó en Egipto hasta la muerte de Salomón.” 13
  • 14. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com No fue sino hasta la muerte de Salomón/Salomón, que vino a reinar su hijo Roboam y la profecía podía entonces tomar el curso dicho por la boca de Yahvéh, así nos lo afirma el versículo 43, donde dice: “Entonces Salomón durmió con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David su padre, y Roboam su hijo reinó en su lugar.” El castigo ya estaba dicho, las piezas del rompecabezas ya estaban en su lugar y era solamente cuestión de tiempo para que el reino fuera divido y la profecía cumplida. Acontece entonces, en el capítulo 12, que Roboam había ido a Siquem para ser proclamado rey sobre las Doce Tribus de Israel, que Jeroboam se entera estando en Egipto/Egipto, donde el pueblo lo manda llamar, lo vemos en los versículo 1 al 3: “Y Roboam fue a Siquem, donde todo Israel había venido a proclamarlo rey. Cuando Jeroboam el hijo de Nevat lo oyó – porque él todavía estaba en Egipto, donde había huido de Salomón; así que Jeroboam estaba viviendo en Egipto; pero ellos mandaron a llamarlo […]” Fue así que todo Israel le pidió a Roboam que aminorara el impuesto que su padre Salomón/Salomón les había pedido, a lo cual, tras despreciar el consejo de los ancianos que siempre estuvieron con su padre, tomó el consejo de los jóvenes con los que creció, podemos leer los versículos 13 y 14, dice: “[…] y el rey le respondió al pueblo severamente, y Roboam abandonó el consejo que los ancianos le habían dado, él habló con ellos de acuerdo al consejo de los jóvenes, y dijo: "Mi padre hizo su yugo pesado, ¡pero yo añadiré a su yugo! Mi padre los controló con látigos, ¡pero yo los controlaré con escorpiones!"” La negativa a disminuir el impuesto no fue sino el medio por el cual Yahvéh trajo a suceder el rompimiento de la casa de Jacob como previamente había hablado. Esto queda confirmado en el versículo 16 de Melajim Alef/1 Reyes 12, dice: “Así que el rey no escuchó al pueblo; y eso fue algo que Yahvéh trajo a suceder, para que El pudiera cumplir su palabra, la cual Yahvéh había hablado por medio de Ajiyah de Shilóh a Jeroboam el hijo de Nevat.” De este modo, las diez tribus rechazaron su lugar dentro de la comunidad de Israel, negando tener un lugar con David, no solo en ese momento, sino para siempre, leemos esto en el versículo 16: “Cuando todo Israel vio que el rey no los estaba escuchando, el pueblo respondió al rey: "¿Qué porción tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia en el hijo de Isaí! ¡Ve a tus elohim Israel! ¡Alimenta tu propia casa David! Así que Israel se fue a sus dioses.” Como podemos ver, esas diez tribus de Israel negaron a Yahvéh mismo y, ¡lo abandonaron! Cada una de esas diez tribus se fue a los dioses que decidieron hacerse para sí mismos. No así con la tribu de Judá, ya que como nos dice el versículo 17, fue Roboam, quien reinó sobre ellos: “Pero en cuanto a la gente de Israel que vivía en Judá, Roboam reinó sobre ellos.” 14
  • 15. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Vemos en el versículo 18 que Adoram, quien estaba a cargo del tributo, casi muere debido al apedreamiento por parte de las diez tribus. Roboam, por su parte huyó a Jerusalén, donde posteriormente, establecería su reinado: “Pero Roboam envió a Adoram, que estaba a cargo del tributo; pero Israel lo apedreó de muerte. El rey Roboam pudo montarse en su carruaje y huyó a Jerusalén.” Desde ese mismo día, hasta hoy, las diez tribus están en disputa constante con las otras dos tribus, leamos el versículo 19, donde encontramos: “Israel ha estado en rebelión con la dinastía de David hasta este día.” Tras el regreso de Jeroboam, lo proclaman a este rey sobre Israel, pero ninguna otra tribu siguió los caminos del David hamelej/rey David, sino dos tribus, Judá y Benjamín, esto lo encontramos en el versículo 20: “Al oír que Jeroboam había regresado, todo Israel lo llamó a la asamblea y lo proclamó rey sobre todo Israel. Nadie siguió a la dinastía de David excepto la tribu de Judá y Benjamín.” Inmediatamente después, el relato de Melajim Alef/1 Reyes, toma un rumbo nuevo para toda la casa de Jacob, ya que por primera vez se hace mención a dos casas, es decir, a la Casa de Judá y a la Casa de Israel. Esta nueva distinción, viene como consecuencia de la separación de las Doce Tribus. Con ello, podemos diferenciar ahora a las que siguieron a Yahvéh y a las que decidieron olvidarse de Él. Ambas Casas de Israel tomaron rumbos diversos. La Casa de Judá fue rumbo al sur e hizo de Jerusalén su capital, mientras que la Casa de Israel fue al norte y tomó a Samaria como su capital. Esta misma diferencia entre ambas Casas es visible en tiempos del Mesías Yeshua, y aún en los tiempos actuales, ello lo podemos leer en Yojanán/Juan 4:9, donde encontramos: “La mujer de Samaria le dijo: "¿Cómo es que tú, un judío, me pides agua a mí, una mujer de Samaria?" (Porque los judíos no se asocian con la gente de Samaria).” Es de suma importancia que en este punto aprendamos a diferenciar a ambas Casas de Israel, y es que a partir de este suceso, Yahvéh se refiere a dos Casas y casi nunca a una sola. Si podemos comprender esto, entonces las profecías en la Escritura cobrarán bastante sentido. Con ello, se pueden dejar a un lado las interpretaciones que puedan acabar con el contexto literal de la palabra de Yahvéh. Podemos ver entonces que cuando el rey de Judá, Roboam, llega a Jerusalén, reúne a toda la Casa de Judá para pelear contra la Casa de Israel y recuperar a las tribus que los habían abandonado, podemos leer el suceso en Melajim Alef/1Reyes 12:21, dice: “Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y la tribu de Benjamín, 180,000 jóvenes guerreros, para pelear contra la casa de Israel y recuperar el reino a Roboam el hijo de Salomón.” 15
  • 16. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Sin embargo, Yahvéh mismo impide que este se lleve a cabo declarando que esta situación proviene de Él y que es Su quehacer, ya que Jacob trajo esta separación al darle la primogenitura a Efraín y el derecho de reino a Judá. Podemos leer sobre el decreto de Yahvéh en el versículo 24, dice: “[…] ¡Ustedes no irán a pelear con sus hermanos los hijos de Israel! Todo hombre regresará a su casa, porque esto es mi quehacer.” Lo que el Patriarca Jacob había profetizado sobre su descendencia estaba siendo cumplido. El gobierno de Israel quedaba ahora en las manos de la Casa de Judá en Jerusalén, mientras que la promesa de multiplicación física llegaría, como también fue profetizado, por medio de la descendencia de Efraín. Las palabras de Jacob estaban teniendo su cumplimiento. El declive de las diez tribus, Casa de Israel o como también son conocidas, con el nombre de Efraín, fue asombroso y la razón fue por el designio malvado del corazón de Jeroboam, como leemos en el versículo 27: “Porque si este pueblo continúa subiendo a ofrecer sacrificios en la casa de Yahvéh en Jerusalén, sus corazones se volverán a su señor Roboam rey de Judá. Entonces me matarán y regresarán a Roboam rey de Judá.” Podemos ver que Jeroboam ideó un plan para separar completamente a las tribus de la Casa de Judá, como nos muestra el versículo 28, donde encontramos: “Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: "¡Ustedes han estado subiendo a Jerusalén por suficiente tiempo! ¡He aquí tus dioses, Israel, los que te sacaron de la tierra de Egipto!"” Lo que Jeroboam hizo fue maldito a los ojos de Yahvéh. Abandonaron el Pacto del Elohim de Israel, desecharon la Torá, salieron de Jerusalén y se volvieron del todo a dioses que ellos no conocían; desecharon su herencia, su tierra y su identidad como hijos de Elohim. Jeroboam construyó templos paganos y nombró sacerdotes para el pueblo que no eran de la tribu de Leví, como en la Torá estaba instituido. Incluso, se creó un día de fiesta similar al que se practica en Judá y sacrificó ante los becerros de oro que había hecho, leamos los versículos 31 y 32: “Él también puso templos en lugares altos y nombró sacerdotes de entre todo el pueblo, aun los que no eran hijos de Levi. Jeroboam instituyó un festival en el octavo mes, en el decimoquinto día del mes, similar a la Festividad que tomaba lugar en Judá; él subió al altar en Beit-El para sacrificar ante los becerros que él hizo; y puso en Beit-El a los sacerdotes que había nombrado para los lugares altos.” Lo que Jeroboam había hecho fue crear una religión falsa para mantener separadas a las diez tribus de Israel de sus hermanos de Judá. Al tiempo, podemos ver que el castigo de Yahvéh a las diez tribus no quedaría impune, y es por ello que el Eterno envía a Tiglat Pileser III, cuando Pekaj, rey de Israel, a llevarse cautiva a la Casa de Israel a Asiria, según podemos leer en Melajim Bet/2 Reyes 15:27-29, dice: “Fue en el quincuagésimo segundo año de Uziyah rey de Judá que Pekaj el hijo de Remalyah comenzó su reinado sobre Israel en Samaria; su reino duró veinte años. El 16
  • 17. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com hizo lo maldito ante los ojos de Yahvéh; no se volvió de los pecados de Jeroboam el hijo de Nevat, quien llevó a Israel a pecar. Durante el tiempo de Pekaj rey de Israel, Tiglat- Pileser [Señor del Tigris] rey de Asiria vino y conquistó Ion, Avel -Beit-Maajah, Yanoaj, Kedesh, Hatzor, Gilead, y la Galilea – aun toda la tierra de Naftali – y los llevó cautivos a Asiria.” Fue de esta forma que las diez tribus salieron deportadas de Israel con rumbo a Asiria, para posteriormente, ser asimiladas entre las demás naciones de la tierra. Es así como nació lo que hoy se conoce como las diez tribus perdidas de Israel. Este método de Yahvéh de dispersión, exilio y asimilación de Efraín fue el medio por el cual se llevaría a cabo la promesa de multiplicación física hecha a Abraham, para llegar a ser el meló- hagoyím o plenitud de los gentiles. No olvidemos que Yahvéh promete a Abraham que por su descendencia todas las naciones de la tierra serían bendecidas, y que esta promesa se cumpliría por medio del Mesías Yeshua. Es decir, las diez tribus perdidas podrían encontrar su camino de regreso a Israel, como Jacob profetizó en Bereshit/Génesis 49:10, únicamente por medio de Shilóh (Mesías), leamos: “[…] hasta que llegue Shilóh (Mesías) y a él se reunirán (someterán) (todos los) pueblos.” Estas diez tribus perdidas están inmersas en absoluto paganismo, idolatría, mentira y abominaciones. Sin embargo, podemos leer que aún la Torá sigue siendo para Efraín, como nos lo explica el libro de Hoshea/Oseas, capítulo 8, versículos 11 y 12, dice: “Porque Efraín ha multiplicado los altares para el pecado; sí, los altares son pecaminosos para él. Yo le escribo tantas cosas de mi Torá, sin embargo, él las considera extrañas.” Sabemos entonces que es solamente por medio del Mesías que estas diez tribus podrían regresar a Israel, que comprendemos que aquellos perdidos de la casa de Jacob están —mayoritariamente— en la iglesia cristiana, católica y otras, que inmersos en estas diversas religiones del mundo, ahora han puesto su confianza en Yeshua; pero que como nos afirma el versículo anterior de Hoshea/Oseas, rechazan la Torá de Yahvéh, que también fue dada a ellos en el monte Sinaí, como leímos en Shemot/Éxodo 19:3, donde dice: “Moshe subió a Elohim, y Yahvéh lo llamó desde la montaña: "Aquí está lo que dirás a la casa de Jacob […]” Esta es la terrible consecuencia de la dispersión, cautiverio y asimilación que sufrió la Casa de Israel, pero aún con ello, y a pesar de haberse vuelto el meló-hagoyím, y veyidgú larób, pueden regresar por medio del Mesías Yeshua, así está profetizado en el libro de Yeshayahu/Isaías 11:12, donde leemos: “El levantará bandera para los gentiles, congregará a los perdidos de Israel, y juntará a los esparcidos de Judá de las cuatro esquinas de la tierra.” Todo ello para traer a cumplimiento la promesa de reconstruir la sukah/Tabernáculo caído de David, como nos dice Amos 9:11, dice: “Cuando ese Día venga, Yo levantaré la sukah/Tabernáculo caído de David. Yo cerraré sus brechas, levantaré sus ruinas y las reedificaré como en días antiguos […]” 17
  • 18. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Y aún Shaúl/Pablo, está de acuerdo con éstas palabras en MaAseh Shlejim/Hechos 15:19, dice: “Por lo tanto, mi opinión es que no debemos poner obstáculos en el camino de los gentiles que se están volviendo a Elohim […]” Así también, el Mesías Yeshua nos afirma en Mattiyahu/Mateo 15:24, dice: “Yo he sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Este acontecimiento de la separación de la Casa de Israel de sus hermanos de la Casa de Judá, por su parte, no quedaría impune para siempre. Aunque está separación familiar estaba profetizada por el Patriarca Jacob y aún, fue aprobada por Yahvéh para traer a suceder la promesa de multiplicación física o veyidgú larób a Abraham avinu, debía haber, por supuesto, un castigo por su prostitución espiritual y por consiguiente, su prostitución física también. El libro de Hoshea/Oseas es una muestra de la extremadamente dura, pero merecida, reprimenda de Yahvéh a las diez tribus. Podemos leer en el capítulo 1 que se le ordena al profeta Hoshea/Oseas tomar a una prostituta y casarse con ella, y no solo eso, sino engendrar hijos de ella. Es claro que el pedido de Yahvéh era realizar un acto simbólico que dramatizaba y concretizaba la palabra profética que estaría por ser enunciada, leamos el versículo 2, dice: “Las primeras palabras de Yahvéh para hablarle a Hoshea fueron para instruir a Hoshea: "Ve, cásate con una ramera y ten hijos con esta ramera; porque La Tierra está envuelta en prostitución flagrante, prostituyéndose lejos de Yahvéh."” De tal forma que Hoshea/Oseas toma a Gomer y concibe un hijo de ella, según nos dice el versículo 3: “Así que fue y se casó con Gomer la hija de Divlayim, y ella concibió y tuvo un hijo.” Este primer hijo tiene como propósito declarar el primer decreto en contra de la Casa de Israel, que sería poner fin a esta Casa idólatra, como vemos en el versículo 4, nos dice: “Yahvéh le dijo: "Llámalo Jezreel, porque en sólo un corto tiempo Yo castigaré la casa de Yehu por haber derramado sangre en Jezreel; Yo pondré fin al reino de la casa de Israel.” La situación no podía ser menos apremiante y el castigo apenas estaba por ser declarado del todo. Es así que Hoshea/Oseas engendra de nuevo de la prostituta Gomer y ésta da a luz una hija, la cual Yahvéh le ordena que la llame lo-rujamah, que quiere decir, la no compadecida, como vemos en el versículo 6, donde afirma: “Ella concibió otra vez y tuvo una hija, Yahvéh le dijo a él: "Llámala Lo-Rujamah [la no compadecida], porque ya no tendré piedad sobre la casa de Israel. Bajo ningún concepto la perdonaré.” El segundo decreto contra la Casa de Israel había sido dado, estos actos simbólicos estaban marcando la pauta del castigo. Israel como nación ya no recibiría la misericordia de Yahvéh, muy por el contrario, Yahvéh mismo ya no tendría compasión de ella y no la perdonaría por sus transgresiones. 18
  • 19. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com No obstante, Yahvéh sí tendría piedad de la Casa de Judá y estaría dispuesto a protegerlos y salvarlos, ya que ellos habían aceptado los preceptos de la Torá y los habían conservado y obedecido, ello queda claro en el versículo 7, dice: “Pero tendré piedad sobre la casa de Judá; los salvaré, no por el arco, espada, batalla, caballos o caballería, pero por Yahvéh su Elohim.” Otra de las razones por las que Yahvéh tendría piedad de la Casa de Judá sería por la promesa hecha a David hamelej/rey David, como leemos en Melajim Alef/1 Reyes 11:36, donde encontramos: “A su hijo daré las dos tribus que quedan, así que David mi siervo siempre tendrá una luz quemando delante de mí en Jerusalén, la ciudad que Yo escogí para mí mismo como el lugar para poner Mi Nombre.” Posteriormente, el profeta Hoshea/Oseas vuelve a engendrar a otro hijo y Yahvéh le ordena que lo llame lo-ammi, que quiere decir, no mi pueblo, ya que este sería el tercer decreto en contra de la Casa de Israel. Lo que estaba por suceder era que ¡Yahvéh desconocería completamente como pueblo a las diez tribus y negaría ser el Elohim de ellos! Leamos los versículos 8 y 9, dicen: “Después de destetar a Lo-Rujamah, ella concibió y tuvo un hijo. Yahvéh dijo: "Llámalo Lo-Ammi [no mi pueblo], porque tú no eres mi pueblo, y Yo no seré tu [Elohim]."” El castigo a las diez tribus que habían comenzado a ser asimiladas entre las demás naciones del mundo fue aterrador. Estos perdidos de la casa de Jacob inmersos en diversas religiones, incluyendo a la iglesia cristiana y católica —en su mayoría— se les había dicho que su fin estaba cerca, que Yahvéh no tendría compasión de ninguna tribu y que tampoco las perdonaría y como si fuera poco, les declara también que no serán su pueblo y que tampoco Yahvéh —quien los había rescatado de la esclavitud de Egipto/Egipto por medio de Moshe/Moisés, y quien les había entregado Sus preceptos en la Torá — ya no sería Elohim sobre ellos. Estas tribus que hicieron de Samaria su capital llegaron a ser aquellos samaritanos, que como vemos en el relato de Yojanán/Juan 4:22, desconocen realmente tanto lo que adoran como a quién sirven, y estas son palabras del Mesías de Israel, Yeshua, leamos: “Ustedes no saben lo que están adorando; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.” Es así, que la Casa de Israel o como también se le conoce, como Efraín, tiene que reconocer que han heredado mentira de sus padres, de Jeroboam y posteriores, así como de los padres de la iglesia, como leemos en Yirmeyahu/Jeremías 16:19, donde nos dice: “Oh Eterno, mi fuerza, mi fortaleza y me refugio, en el día del sufrimiento. Hacia ti naciones [gentiles] vendrán de los extremos de la tierra, y dirán: Solamente mentira nos han hecho heredar nuestros padres; vanidad que no hay en ellos provecho.” Cabe mencionar que en esta profecía de Yirmeyahu/Jeremías, encaja muy bien la descripción de hamón goyím o plenitud de los gentiles, que Yahvéh le había hablado a Jacob había previamente en Bereshit/Génesis 17:4, donde leemos lo siguiente: “En cuanto a mí, este es mi Pacto contigo: tú serás el padre de muchas naciones.” 19
  • 20. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Es decir, la descendencia de Jacob que había perdido el rumbo y se había alejado de Yahvéh, vendrían a ser esas muchas naciones que en los últimos días o ajarit-hayamim, regresarían por medio del Mesías Yeshua a su herencia que es la Torá y a su tierra, que es la Tierra de Israel. Lo que tenemos sin duda es a Yahvéh luchando contra las diez tribus perdidas de la Casa de Israel, es decir, al Creador y Amo del universo resistiendo a seres humanos hechos de polvo, como se declara en Tehilim/Salmos 113:18, dice: “Porque El conoce como estamos hechos, Él se recuerda que somos polvo.” No había entonces manera de ganar esta batalla contra Yahvéh de ningún modo y bajo ninguna circunstancia. La sentencia ya estaba dicha y las diez tribus en camino a ser destruidas del todo. Nadie podría revocar el decreto del Todopoderoso. Las obras de paganismo e idolatría de la Casa de Israel impedirían que regresen a Yahvéh, y se declara además, en Hoshea/Oseas 5:4, que no podrían volver por el ruaj/espíritu de ramera que tienen, dice: “Sus obras no les permitirán regresar a su Elohim, porque el ruaj de ramera está en ellos; y no conocen a Yahvéh.” Es claro que también que en Efraín hay grande fornicación, como leemos en Hoshea/Oseas 6:10, dice: “En la Casa de Israel Yo he visto una cosa horrible; la fornicación se encuentra en Efraín.” No obstante, y de forma lamentable, en el capítulo 7, versículos 8 y 9, vemos a Efraín sufriendo entre las naciones, sin su fuerza junto a sus hermanos de la Casa de Judá, completamente agotado y lo peor de todo, es que Efraín no lo sabe, leamos: “Efraín se mezcla con los pueblos, Efraín se ha convertido en una torta a medio hornear. Los extranjeros han devorado su fuerza, pero él no lo sabe; sí, canas aparecen en él aquí y allá, pero él no lo sabe.” Todo ello como resultado de sus transgresiones a la Torá, como leemos en el capítulo 8, versículo 1: “¡Pon el shofar en tus labios! Como un buitre contra la casa de Yahvéh, porque ellos han transgredido mi Pacto y han pecado contra mi Torá.” Sin embargo, y de una forma asombrosa, podemos leer en el versículo 10 de Hoshea/Oseas capítulo 1, que a pesar de todo, Yahvéh mantendría su promesa a los Patriarcas y serían el veyidgú larób, tantos como granos de arena en el mar, leamos: “De todos modos, el pueblo de Israel será en números tanto como los granos de arena en el mar, que no puede ser medido ni contado […]” Además, y pese al duro decreto divino, y no por los méritos de nadie en las diez tribus, habría una segunda oportunidad para la Casa de Israel, y esto; por el ministerio del Mesías Yeshua. Continuemos leyendo el versículo 10, dice: 20
  • 21. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “[…] así que el tiempo vendrá cuando en vez de ser dicho: "Tú no eres mi pueblo," será dicho a ellos: "Ustedes son los hijos del Elohim viviente."” Esta restauración vendrá a suceder en los últimos días o en el ajarit-hayamim, según leemos en el versículo 11, donde encontramos que tanto Judá como Israel serán recogidos juntos: “Entonces los hijos de Judá y los hijos de Israel serán recogidos juntos […]” Todo esto está en completa armonía con Mattiyahu 24:30, donde dice: “Después, la señal del Ben Ha Adam [Mesías] aparecerá en el firmamento, todas las tribus de La Tierra llorarán, y ellos verán al Ben Ha Adam [Mesías] viniendo en las nubes del cielo con tremendo poder y gloria. Y enviará a sus ángeles con un gran shofar; y reunirá a su pueblo escogido de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo.” Ello será sí y solo sí, tanto la casa de Judá, o mejor conocidos actualmente, como judíos, y la Casa de Israel, reconocen al Mesías Yeshua y abrazan su Torá. Queda bien cimentado este mismo concepto en la última parte del versículo 10 de Hoshea/Oseas 1, dice: “[…] ellos nombrarán por sí mismos un jefe; y ellos saldrán de la Tierra; porque ese será un gran día, [el día] de Jezreel.” Este jefe que nombrarán las Doce Tribus de Israel es el Mesías Yeshua, como él mismo nos lo dice en Yojanán/Juan 10:16, donde apunta: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; necesito traerlas, y ellas oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” Recordemos entonces que al olvidarse de la Torá de Yahvéh y volverse a otros dioses, Elohim los abandonó y es precisamente eso lo que el Mesías Yeshua quiere hacer: retornar a la Casa de Israel y darle la Torá que una vez negó, cosa que la Casa de Judá (judíos) no hizo. Esta reunión asombrosa entre ambas Casas es lo que está supuesto a hacer el Mesías Yeshua, y ya lo está haciendo. Está recuperando la dispersión de la Casa de Israel para retornarlos a la Torá de Yahvéh y está manifestándose a la Casa de Judá para que vengan a conocerle como el Mesías prometido. Incluso, David hamelej/rey David, profetizó sobre el día de Jezreel del que hablaría Hoshea/Oseas, como lo leemos en el capítulo 133 del libro de Tehilim/Salmos, versículo 1, dice: “[…] O ves, que bueno y placentero es que los hermanos vivan juntos en armonía.” Asimismo, el profeta Zejaryah/Zacarías nos dice con respecto a la restauración de la Casa de Israel que solo vendría a suceder por medio de Yeshua, un verdadero judío, como leemos en el capítulo 8, versículo 23, dice: “Sí, muchos pueblos y naciones poderosas vendrán de todo corazón a buscar el rostro de Yahvéh HaElyon en Jerusalén y a implorar el favor de Yahvéh. Yahvéh HaElyon dice: 21
  • 22. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com 'Cuando ese tiempo venga, mi palabra será cumplida si diez hombres de diez idiomas de las naciones se agarrarán al manto de un judío, y dirán: " Iremos contigo, porque hemos oído que Yahvéh está contigo.'"” Estos diez hombres a los que hace referencia la profecía de Zejaryah/Zacarías, no son sino cada una de las diez tribus perdidas de la Casa de Israel. Ellas seguirán al Mesías Yeshua e irán con él a la obediencia a la Torá, como él mismo nos lo enseñó en Mattiyahu/Mateo 5:17, donde dice: “No piensen que he venido a abolir la Torá o los Profetas. He venido, no a abolir, sino a completar.” Y aún, Shaúl/Pablo, nos dice que la Torá sigue siendo válida a pesar de haber venido el Mesías Yeshua, como leemos en Romanos 3:31, donde encontramos: “¿Entonces abolimos la Torá por medio de esta confianza? ¡Yahvéh no lo permita! Por el contrario confirmamos la Torá.” Lo que está sucediendo entonces es que aquellos que responden favorablemente al amor y ministerio del Mesías Yeshua, están siendo restaurados en un nivel individual. Es cierto que aquellos que experimenten la promesa de regeneración no serán sino gentiles, que no aparentarán ser la semilla de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, quienes tampoco observarán las moadim/fiestas de Yahvéh, e incluso tampoco los Shabbatot/días de descanso. Es imprescindible comprender que a su retorno, las diez tribus no aparentarán ser israelitas observantes de la Torá; de ningún modo. Eso es lo que significa estar pedido tanto física como espiritualmente en el mar de las naciones gentiles. El profeta Amos, en el capítulo 9, versículo 9 nos dice que, efectivamente, la Casa de Israel está en medio de los gentiles, y que Yahvéh buscará a cada uno de ellos, leamos: “Porque Yo daré la orden, cerniré la casa de Israel, allí entre todos los gentiles […]” Posteriormente, nos dice la profecía que ninguno de los hijos de la Casa de Israel caerá para ser perdido, sino que serán restaurados en un nivel de consciencia y entendimiento personal, sigamos la lectura: “[…] como uno pasa por el tamiz el grano, no dejando que ningún grano caiga a tierra.” Sin embargo, la profecía tiene una cláusula en el versículo 11, donde Yahvéh mismo nos dice que aquellos que se mantengan en pecado o transgresiones a la Torá, verán la muerte, dice: “Todos los pecadores de mi pueblo morirán a espada, los que dicen: 'El desastre nunca nos alcanzará ni nos agarrará.'” Es decir, aquellos que se rehúsen ser restaurados a su posición de israelitas del Pacto Renovado, redimidos por la sangre del Cordero y obedientes a la Torá, verán la muerte, es decir, una muerte eterna estando separados para siempre del Mesías Yeshua y de Yahvéh. Es por ello, que la muy conocida “gran comisión” dada a los shaliajim/apóstoles en Mattiyahu/Mateo 28:19 y 20, no es sino la orden para recuperar a la semilla de Efraín de entre todas las naciones en las que fue disperso, leamos: 22
  • 23. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “Por lo tanto, vayan a hacer talmidim a gente de todas las naciones, dándoles la inmersión en Mi nombre. ¡Y enséñenles a obedecer todo lo que les he ordenado! Yo estaré con ustedes, sí, hasta el final de la época.” De una importancia sublime es que se comprenda que después que el Mesías Yeshua había muerto y resucitado como todo el Tanaj lo había profetizado, y al aparecérseles a sus talmidim/discípulos, ellos le hacen una pregunta por demás interesante. Sabemos, pues, que sus talmidim/discípulos generalmente nunca estaban de acuerdo en algún punto en particular, muy por el contrario, pero en esta ocasión, todos ellos hacen la misma pregunta, leamos MaAseh Shlejim/Hechos 1:6, donde dice: “Cuando estaban juntos, le preguntaron: "¿Adón, en este tiempo restaurarás el gobierno de Israel?"” Sorpresivamente ellos, en total armonía con la Torá, preguntan al Mesías si restauraría a ambas Casas de Israel. Hoshea/Oseas 1:10 afirma que ese sería el día de Jezreel y Yeshua, efectivamente, en los versículos 8 y 9 de MaAseh Shlejim/Hechos 1, apunta que ellos serían sus testigos en varias ciudades de la Casa de Judá como en la capital de la Casa de Israel e incluso, hasta los límites de la tierra: “Él les respondió: "Ustedes no necesitan saber los tiempos o las fechas; el Padre ha guardado esto bajo su propia autoridad. Pero recibirán poder cuando el Ruaj HaKodesh venga sobre ustedes; ¡y serán mis testigos en Jerusalén, en todo Judá y Samaria; en verdad hasta lo último de la tierra!"” La labor de la encomienda del Mesías Yeshua tenía un alcance mundial, y por supuesto que debería ser así, ya que Yahvéh prometió a Jacob en Bereshit/Génesis 13:14, que su descendencia llegaría a todos los lugares de la tierra, leamos: “Tu descendencia será tan numerosa como los granos de arena en la tierra. Te expandirás hacia el oeste y hacia el este, hacia el norte y hacia el sur. Por ti y tu descendencia todas las tribus de la tierra serán bendecidas.” Es así, que en la repartición del trabajo dirigido por Yeshua y sustentado por el poder del Ruaj HaKodesh/espíritu de santidad, tenemos que en libro de Galutyah/Gálatas, capítulo 2, versículo 7, el propio Shaúl/Pablo confirma que él fue enviado a los gentiles o hamón goyím, o en otras palabras, incircuncisos, mientras que Kefa/Pedro, fue enviado a los yehudím o bien, judíos, leamos: “Antes, por el contrario, ellos vieron que yo fui confiado con las Buenas Noticias para los incircuncisos, tal como Kefa lo había sido para los circuncisos; desde el momento que el que estaba trabajando en Kefa, para hacerlo un emisario a los circuncisos; había trabajado en mí, para hacerme un emisario a los gentiles.” Con ello podemos saber que no es que Yeshua estuviera interesado en crear una entidad separada de Israel como lo es la “iglesia cristiana” u otra religión que lo proclame y crea en él como el Mesías con todos los nuevos gentiles restaurados, sino que los desea llevar a su posición original dentro de Israel. Vemos ello confirmado por Shaúl/Pablo en Galutyah/Gálatas 6:16, donde dice: 23
  • 24. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “¡Y a los muchos que ponen en orden sus vidas por esta regla, Shalom y misericordia sobre ellos, y sobre el Israel de Yahvéh!” Y además, Yeshayahu/Isaías 49:6, nos lo declara: “Él ha dicho: "Es gran cosa que tú seas mi siervo para establecer las tribus de Jacob y recuperar la dispersión de Israel. Yo te he dado a ti por Pacto a un pueblo, Yo también te haré luz para las naciones, para que mi salvación se difunda hasta los confines de la tierra."” De quien se refiere esta profecía no es otro sino el Mesías Yeshua, quien volverá a establecer a las tribus de Jacob, recuperará a los dispersos de todo Israel y será luz para que los gentiles lo sigan desde cualquier lugar de la tierra donde ellos se encuentren. Es el propio Mesías Yeshua quien nos enseña que ningún Reino que esté dividido contra sí mismo podría prevalecer, sino que sería destruido del todo y no sobreviviría. Podemos leer la parábola en Mattiyahu 12:25, dice: “[…] Todo reino dividido contra sí mismo, será destruido, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no sobrevivirá.” Es de la misma forma en que solo reconociendo que el Mesías Yeshua está uniendo de nueva cuenta a todo Israel para ser uno solo en su mano, que entonces, la casa completa de Jacob podrá volver a ser gloriosa como en los días de David hamelej/rey David. Sus talmidim/discípulos lo sabían de antemano, y esa era la esperanza que aguardaban, como podemos leer en Luka/Lucas 23:21, dice: “¡Y nosotros teníamos esperanzas que Él era el que iba a liberar a Israel!” En otras palabras, ninguna restauración llegará a concretarse si no es por los medios que el Eterno ha dispuesto en Su Torá y por medio del Mesías Yeshua, como leemos en Yirmeyahu/Jeremías 23:3, donde encontramos: “Yo mismo reuniré el remanente de mi rebaño de todos los países donde los he arrojado y los traeré de regreso a su hogar, y ellos serán fructíferos y se multiplicarán.” Esos países son todas las naciones y el lugar del rebaño no es otro sino la Tierra de Israel. Además, los versículos 5 y 6 de Yirmeyahu/Jeremías 23, afirman: “"He aquí, los días vienen," dice Yahvéh, "cuando Yo levantaré una rama justa de David. El, un Rey, reinará y comprenderá, El ejecutará juicio y rectitud en la tierra. En sus días Judá será salvado, Israel vivirá en seguridad, y El Nombre dado a Él será: Yahvéh Tzidkenu [Yahvéh nuestra justicia]."” Conocido el paradero de la Casa de Israel en medio de las naciones y habiéndose gentilizado por completo, sabemos pues, que despreciaron toda su identidad hebrea y echaron por la borda su herencia en la Torá. Se hicieron del todo despreciables para Yahvéh y se les compara en el libro de 24
  • 25. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Yejezkel/Ezequiel con el trapo de inmundicia de una menstruación, leamos el capítulo 36, versículo 17, dice: “Ben-Adam, cuando la casa de Israel vivía en su propia tierra, ellos la profanaron por su senda y con sus ídolos; su senda delante de mí fue como la inmundicia de la niddah [menstruación].” Y, además, el versículo 19 nos dice que, efectivamente, Yahvéh dispersó a la Casa de Israel a todas las naciones del mundo, donde posteriormente fueron asimiladas: “Yo los dispersé entre las naciones y totalmente los esparcí por todos los países; Yo los juzgué de acuerdo a su senda y a su pecado.” Como leemos en el libro de Hoshea/Oseas, el juicio de Yahvéh representaría permanecer en reclusión entre esas mismas naciones, sin tener intimidad en la Torá con el Eterno, sin korbanot/sacrificios, es decir, sin poder ser perdonados, sin sacerdotes/sacerdotes que se presentaran por ellos delante de Yahvéh y sin manifestación alguna de Su parte, leamos el capítulo 3, versículos 3 y 4, dice: “Entonces le dije: "Tienes que permanecer en reclusión por mucho tiempo y ser mía. No serás una ramera, y no estarás con ningún hombre; y yo no vendré tampoco para tener sexo contigo." Porque los hijos de Israel estarán en reclusión por mucho tiempo sin rey, sin príncipe, sin sacrificios, sin un altar, sin sacerdotes y sin manifestaciones.” Posteriormente, se declara en el versículo 5 que la Casa de Israel vendría en arrepentimiento a Yahvéh buscando al Mesías, como leemos: “Después, los hijos de Israel se arrepentirán y buscarán a Yahvéh su Elohim y a David su rey; ellos vendrán temblando (temerán) a Yahvéh y a su bondad en el ajarit-hayamim.” Es de recalcar que no regresará la Casa de Israel a Yahvéh sin el Mesías y ello, solamente será en los últimos días, lo cual está sucediendo en la época presente. No obstante al castigo recibido y pese a la promesa de restauración final, toda la Casa de Israel profanó el bendito Nombre del Eterno, a saber, Yahvéh. Este Nombre no es cualquier nombre, sino que es el Nombre del Todopoderoso que tiempo después, el Mesías Yeshua vendría a dar a conocer a todos sus talmidim/discípulos, como estaba profetizado en Tehilim/Salmo 22:22, donde dice: “"Declararé Tu Nombre a mis hermanos; allí mismo en medio de la congregación te cantaré alabanzas."” En realidad, nada que la Casa de Israel había aprendido con sus hermanos yehudím/judíos, habían considerado como digno de guardar, como leemos en Yejezkel/Ezequiel 36:20 y 21, donde encontramos: “Cuando ellos fueron a las naciones a las cuales iban, ellos profanaron Mi Nombre Kadosh; así los pueblos decían de ellos: 'Este es el pueblo de Yahvéh que ha sido deportado de su tierra.' Pero Yo estoy preocupado por Mi Nombre Kadosh, el cual la casa de Israel está profanando entre las naciones a las cuales ha ido.” 25
  • 26. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Es decir, la Casa de Israel estaba trayendo tal oprobio sobre la nación misma, que Yahvéh deseaba conservar su nombre como kadosh/santo. Y ello, debido a que si la Casa de Israel caía más y más en picada, llegaría a ser, entones, un motivo de burla entre las naciones en las cuales se encontraban y podrían ellos deducir que sus dioses paganos eran en sí, superiores al Elohim de Israel. Consecuentemente, Yahvéh haría algo por la Casa de Israel y le deja muy en claro que no sería por causa de ellos, ya que no son dignos, en esa condición tan despreciable de pecado, de hacer algo por ellos, sino que lo haría por amor a Su propio Nombre, leamos el versículo 22, dice: “Por lo tanto, di a la casa de Israel que Yahvéh Elohim dice esto: 'Yo no voy a hacer esto por amor a ti, casa de Israel, sino por amor a Mi Nombre Kadosh, el cual tú has estado profanando entre las naciones a las cuales has ido.” En otras palabras, la más alta de las ofensas a Yahvéh había llegado de la mano de las diez tribus de Israel, y es que habían profanado el Nombre del Eterno sin temor alguno. Es entonces cuando Yahvéh promete separar su Nombre como kadosh/santo, que demostraría por medio de la reunificación de las diez tribus, que la Gloria a Su Nombre volvería como en los días de David hamelej/rey David, ello lo encontramos en el versículo 24: “Porque Yo te recogeré de entre las naciones, te reuniré de todas las tierras, y te regresaré a tu propia tierra.” Siendo así, el camino a la restauración de las diez tribus de Israel estaría en marcha y ello, por el Gran Nombre de Yahvéh. De ninguna manera se puede considerar esto como una muestra de complacencia del Eterno frente a las atrocidades de Efraín, sino que debe ser tomado como una muestra de gran misericordia de Yahvéh. Lo que Yahvéh estaría por hacer sería limpiar a la nación rociando agua sobre ella, esto queda definido en el versículo 25 de Yejezkel/Ezequiel capítulo 36, donde dice: “Entonces Yo rociaré agua limpia sobre ti, y tú estarás limpio; Yo te lavaré de toda tu inmundicia y de todos tus ídolos.” Es sabido que el agua es un símbolo de la Escritura y en este caso, lo que Yahvéh rociaría sobre la Casa de Israel serían las palabras de Su Torá, aquella misma que anteriormente habían menospreciado. Todo Efraín al alejarse de la Torá se volvió inmundo y la única forma de restaurarlo, sería por medio de ella. Sin embargo, Yahvéh definiría algunos requisitos previos a ser rociados con la Torá, según leemos en el versículo 26: “Yo te daré un nuevo corazón y pondré un nuevo Ruaj dentro de ti; Yo sacaré tu corazón de piedra de adentro de tu carne y te daré un corazón de carne.” Con ello, podemos apreciar que Yahvéh sin duda, volvería la dureza de los corazones de toda la Casa de Israel a su Torá, como cuando les fue entregada por medio de Moshe/Moisés en el monte Sinaí. No habría entonces desprecio por ella ni por ninguno de sus mitzvot/mandamientos, ya que con corazón, de carne, estarían sensibles a escuchar sus palabras. 26
  • 27. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Podemos encontrar un paralelo en el libro de Nejemyah/Nehemías 8:8 y 9, donde apreciamos que cuando el propio Nehemías, el kohen Esdras y los leviim/levitas enseñaban la Torá al pueblo, todos aquellos que la escuchaban, comenzaban a llorar, leamos: “Ellos leyeron claramente del rollo, en la Torá de Elohim, y Esdras enseñaba, y los instruía con claridad en el conocimiento de Yahvéh y el pueblo entendió la Torá de acuerdo a lo que se estaba leyendo. Nejemyah el Tirshata, Esdras el kohen y maestro de la Torá, y los leviim [levitas] que enseñaban, dijeron a todo el pueblo: "Hoy es dedicado como Kadosh a Yahvéh su Elohim; no estén tristes, no lloren." Porque todo el pueblo estaba llorando cuando oyeron las palabras de la Torá.” Se menciona en el versículo 26 que Yahvéh les daría un nuevo ruaj/espíritu. Es decir, reemplazaría el ruaj/espíritu de prostitución que había en ellos con su Ruaj HaKodesh, como leemos en Hoshea/Oseas capítulo 5, versículo 4, dice: “Sus obras no les permitirán regresar a su Elohim, porque el ruaj de ramera está en ellos; y no conocen a Yahvéh.” Además, el propósito del cambio de corazón que Yahvéh haría en la Casa de Israel no es sino para recibir al Ruaj HaKodesh que El estaría por darles. No tendrían ya más un ruaj/espíritu de prostitución, sino que estarían dispuestos al mismo Ruaj de Elohim. Podemos corroborar ello en 1 Corintios 3:16, donde Shaúl/Pablo, nos dice lo siguiente: “¿No saben que son templo de Yahvéh, y el Ruaj HaKodesh vive en ustedes?” Teniendo entonces un cambio de corazón o en otras palabras, una habitación limpia para el Ruaj HaKodesh, es cuando la Torá puede ser dada, de lo contrario, la situación de la persona que lo rechace, viene a ser peor que como se encontraba en un principio, y ello, nos lo enseña el Mesías Yeshua en el libro de Luka/Lucas 11:26, donde nos afirma: “Cuando un ruaj/espíritu inmundo sale de una persona, viaja por lugares secos, buscando descanso. Cuando no lo encuentra, dice: 'Regresaré a la casa de donde salí.' Cuando llega, la encuentra limpia, barrida y en orden. Entonces va, y toma otros siete ruajim/espíritus más malvados que él, y vienen a vivir allí; así que al final, la persona está peor de lo que estaba antes.” De tal forma que el Ruaj HaKodesh no vendría a hacer otra cosa, sino confirmar las palabras previas de Yahvéh en el versículo 25 de Yejezkel/Ezequiel capítulo 36. Lo que está por acontecerle a la Casa de Israel no puede considerarse sino algo asombroso, una muestra de eterna misericordia y compasión, leamos el versículo 27, dice: “Yo pondré Mi Ruaj dentro de ti y causaré que vivas por mi Torá, que camines en mis ordenanzas y guardes mis juicios y los hagas [obedezcas].” La promesa implica que por medio del Ruaj HaKodesh, Yahvéh estaría restituyendo al Efraín gentilizado a su posición dentro de la Casa de Jacob, es decir, los atraería de nuevo a Israel y les daría todos los mismos derechos que a sus hermanos yehudím/judíos. Shaúl/Pablo, está en completa armonía con ello, como leemos en Efesios 3:6, donde explica: 27
  • 28. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com “[…] en unión con el Mesías y por medio de las Buenas Noticias, los gentiles habrían de ser coherederos, un cuerpo unido, y coparticipes con los judíos en lo que Yahvéh ha prometido.” Solo entonces la Casa de Israel sabrá cuán abominables han sido sus caminos hasta el día hoy delante de la Presencia de Yahvéh y aborrecerá esos mismos caminos e incluso, a sí misma, como leemos en Yejezkel/Ezequiel 36:31, donde encontramos: “Entonces recordarás tus sendas perversas y tus obras que no fueron buenas; te odiarás a ti misma por tus transgresiones y tus abominaciones.” Absolutamente nada de ello vendría a ser por algún mérito que Yahvéh haya encontrado en ellos, nada más lejos de la realidad. Así lo vuelve a decir Yahvéh a la Casa de Israel en el versículo 32: “Entiende,' dice Yahvéh Elohim, 'que no estoy haciendo esto por mi amor a ti. En cambio, avergüénzate y constérnate por tus sendas, O casa de Israel.'” No obstante y por definición, podemos aludir a lo siguiente. Es debido a que Efraín no tiene al Ruaj HaKodesh como nos lo dice el versículo 27, que podemos afirmar que de ninguna forma y bajo ningún concepto, la Casa de Israel, —que está inmersa en el cristianismo y otras religiones— tiene lo que ellos llaman espíritu santo, dado que si lo tuvieran, como dice la misma cita, vivirían por causa de la Torá. Solamente por causa del Mesías es que la Casa de Israel podrá ser restaurada. Es entonces que a raíz de ello, el orden establecido en la Torá, en el Brit Hadashah/Nuevo Testamento, y así confirmado por la Torá, es como lo cita el mismo Mesías Yeshua, quien nos dice que si lo reciben a él (junto con todo lo que conlleva aceptar sus ricas raíces hebreas), entonces estarían recibiendo al que lo envió, es decir, a Abba Yahvéh, como leemos en Mattiyahu/Mateo 10:40, dice: “Cualquiera que los reciba a ustedes, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, está recibiendo al que me envió.” Según lo dice el Mesías Yeshua, si lo tenemos a él, entonces tenemos al Padre Yahvéh, como nos enseña él mismo en el libro de Yojanán/Juan 8:19, donde leemos: “Ellos le dijeron: "¿Dónde está este padre tuyo?" Yeshua respondió: "Ustedes no me conocen a mí, ni a mi Padre; si a mí me conocieran, también conocieran a mi Padre."” Ahora bien, es el Mesías Yeshua quien pedirá entonces al Padre Yahvéh, que envié sobre aquellos que lo conocen a él, al Ruaj HaKodesh, como leemos en Yojanán/Juan 14:16, dice: “Yo le pediré al Padre, y el Padre les dará otro Consejero consolador como Yo, el Ruaj de verdad, para que esté con ustedes para siempre.” El orden no puede cambiar, puesto que así está estipulado por Yahvéh, y es por medio de Su Ruaj HaKodesh que conocerás entonces la verdad, y según nos dice Tehilim/Salmos 119:142, la Torá es verdad, leamos: “Tu justicia es justicia eterna y Tu Torá es verdad.” 28
  • 29. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Si la Casa de Israel sigue rechazando la Torá es obvio y es una muy gran constante, que no tiene al Mesías Yeshua que dice tener. La Torá no puede mentir y no miente. El camino ya está trazado. Como nos enseñan las Escrituras, la condición actual de la Casa de Israel es deplorable en todo sentido y en cualquier circunstancia. Tanto se han alejado de Yahvéh ¸ tanto han caído, y entre más lejos de Él, peor viene a ser su situación. No obstante y ya con la promesa de restauración de Yahvéh, es que él mismo nos indica la forma en la que ésta Casa de Israel será levantada. El libro de Yejezkel/Ezequiel, capítulo 37 versículo 1 y 2, nos muestra la condición actual de todo Efraín previo a la restauración, leamos: “Con la mano de Yahvéh sobre mí, Yahvéh me llevó por Su Ruaj y me puso en el medio del valle, y estaba lleno de huesos. El me hizo pasar por alrededor de todos ellos – ¡había tantos huesos tendidos en el valle, y estaban tan secos!” Es entonces cuando al profeta Ezequiel Yahvéh le pregunta que si en su opinión esos huesos podrían vivir, y es que para Yahvéh no hay nada imposible, leamos el versículo 3: “El me preguntó: "Ben-Adam, ¿pueden estos huesos vivir?" Yo respondí: "¡O Yahvéh Elohim! ¡Solamente Tú sabes eso!"” Es un hecho que humanamente esos huesos no tienen posibilidad de volver a tener vida dentro de ellos, pero según la palabra profética que Yahvéh había hablado. Asombrosamente, es aquí donde comienza una de las profecías más asombrosas con respecto a ésta restauración. Leamos el versículo 4, dice: “Entonces me dijo: "¡Profetiza sobre estos huesos! Di a ellos: '¡Huesos secos, oigan las palabras de Yahvéh!” De alguna forma, esos huesos secos, llegarían a escuchar las palabras de Yahvéh no importando el país donde se encontraran, no importando tampoco su condición y mucho menos, si estaban completamente dispersos, como leemos en los versículos 5 y 6, donde encontramos lo siguiente: “A estos huesos Yahvéh dice: "Yo haré que el aliento entre en ustedes, y vivirán. Yo ataré ligamentos a ustedes, haré que crezca carne en ustedes, los cubriré con piel y pondré aliento [Mi Ruaj] en ustedes, y vivirán, y sabrán que Yo soy Yahvéh."” Por increíble que parezca, la imposible restauración de esos huesos secos estaba siendo profetizada y se nos enseña que esa restauración tomaría tiempo y sería por etapas, según leemos en los versículos 7 y 8: “Así que yo profeticé como fui ordenado; y mientras estaba profetizando, hubo un ruido, un ruido arrullador; eran los huesos que se juntaban, cada hueso en su articulación. Mientras yo miraba, los ligamentos crecieron en ellos, la carne apareció y la piel los cubrió; pero no había aliento en ellos.” En otras palabras, lo que estaba sucediendo frente a los ojos del profeta es que conforme ellos escuchaban en el cautiverio las palabras de Yahvéh llamándolos de regreso, los huesos comenzaron a juntarse, crecían los ligamentos, la carne apareció y la piel los cubrió por completo. 29
  • 30. admin@profeciasmesianicas.com • profeciasmesianicas.com Es decir, entre más palabras de la Torá escuchen esos huesos secos, más pronta está su restauración por venir. Sin embargo, y aunque los huesos ya estaban unidos y había crecido carne en ellos, no tenían aún aliento de vida, por lo que Yahvéh le dice al profeta que profetice sobre ellos para que el aliento de vida llegue y ellos puedan vivir, como leemos en el versículo 9, dice: “Después me dijo: "¡Profetiza al aliento! ¡Profetiza, Ben-Adam! Di a los huesos que Yahvéh Elohim dice: 'Ven de los cuatro vientos, aliento; y sopla sobre estos hombres muertos para que puedan vivir.'"” Vendría de parte de Yahvéh un aliento de vida para esos huesos secos de todos los cuatro vientos, indicando así, que no importando donde se encuentren, ellos obtendrían vida por la palabra de Yahvéh, y, asombrosamente, cuando Ezequiel profetizó como le fue ordenado, y ¡una gran congregación se puso de pie, y no es otra que la congregación o casa de Israel! Con ello llegaría el cumplimiento paulatino con vistas al futuro, de todos los hijos de Jacob, como leemos en los versículos 10 y 11: “Así que profeticé como fui ordenado, y el aliento vino a ellos, ¡y vivieron, y se pararon sobre sus pies, una gran congregación! Entonces me dijo: "¡Ben-Adam! estos huesos son la casa entera de Israel […]” Lo que estaría sucediendo era que con ello llegaría el cumplimiento paulatino, con vistas al futuro, de la restauración de todos los hijos de Jacob o veyidgú-larób, como él mismo había profetizado. Es entonces cuando la Casa de Israel llegaría a ser capaz de comprender verdaderamente, su condición espiritual delante de Yahvéh, misma que por muchos siglos ha permanecido, como leemos en el mismo versículo 11: “[…] y ellos están diciendo: 'Nuestros huesos se han secado, nuestra esperanza se fue, y somos completamente cortados.'” No obstante, Yahvéh los llama mi pueblo, contrario a lo que la profecía de Hoshea/Oseas mencionaba en el capítulo 1, versículos 8 y 9, donde encontramos: “Después de destetar a Lo-Rujamah, ella concibió y tuvo un hijo. Yahvéh dijo: "Llámalo Lo-Ammi [no mi pueblo], porque tú no eres mi pueblo, y Yo no seré tu [Elohim]."” La asombrosa declaración de Yahvéh de volver a llamar pueblo a la Casa de Israel la encontramos en el versículo 12 de Yejezkel 37: “Por lo tanto profetiza; diles que Yahvéh Elohim dice: '¡Mi pueblo! […]” El decreto contra la Casa de Israel y el castigo por sus hechos no sería tampoco para siempre. Y es que la tierna misericordia de Yahvéh alcanzaría a las diez tribus perdidas donde quiera que se encuentren, y de forma asombrosa, podemos ver que El mismo regresará a sus hijos a la Tierra de Israel, es decir, a la nación que Yahvéh prometió que le daría a Abraham, Isaac y Jacob y no solo a ellos, sino a su descendencia para siempre. La reunificación de las tribus ya había sido profetizada y bien interpretada por este valle de huesos secos, que representa a las naciones que están lejos de Yahvéh y su Torá. Ahí es donde están 30